IA en el día a día del dev: un camino de luces y sombras

Ser desarrollador hoy no es lo mismo que hace unos años. La IA ya está metida en nuestro día a día y, quieras o no, cambia la forma en que trabajamos.

La parte buena es brutal: en minutos puedo tener un API base, un esqueleto de proyecto o una idea de arquitectura que antes me tomaba horas. Eso me da espacio para enfocarme en lo que realmente importa: diseño, integración, estrategia. La IA, bien usada, es como ese copiloto que te ayuda a avanzar más rápido.

 Pero también tiene su lado oscuro. Hay veces en las que simplemente no nos entendemos. Me devuelve código que luce bien, pero no funciona en mi contexto. Empieza el ciclo de “explica–corrige–vuelve a fallar”, y llega la frustración. Ahí pienso: hubiera sido más rápido hacerlo yo mismo. Aunque, si soy honesto, con un buen prompt, cambiando la perspectiva o replanteando el problema, casi siempre terminamos llegando al objetivo.

 Más allá de lo técnico, lo que me preocupa es el futuro del rol del desarrollador. ¿Qué pasará cuando los nuevos devs solo sepan cómo pedirle a la IA que programe por ellos? No digo que esté mal evolucionar, pero perder las bases de la programación sería un error. Alguien tiene que entender qué pasa “debajo del capó” para garantizar seguridad y calidad.

 Y ahí entra el tema cultural. En las áreas de TIC no podemos resistirnos al cambio: la IA llegó para quedarse. El reto está en cómo la adoptamos sin perder lo esencial. Cómo logramos que los futuros devs vean la IA como una herramienta poderosa, pero sin olvidar la lógica y las bases que nos hacen realmente programadores.

 Hoy vivo entre esas dos sensaciones: la productividad que me impulsa y las sombras de la frustración. Y siempre me queda la misma pregunta:

 👉 ¿Qué significa ser desarrollador en una era donde programar ya no es escribir código, sino aprender a hablar con una máquina que lo hace por ti?