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Hazlitt Boomerang

Este documento presenta un análisis crítico de la moda. El autor argumenta que la moda existe únicamente cuando un pequeño grupo de personas la adopta, pero pierde su esencia cuando es imitada por un número mayor. La moda se caracteriza por cambios constantes e innovaciones vertiginosas impulsadas por la vanidad y el deseo de distinguirse de los demás. Sin embargo, cualquier tendencia de moda termina siendo ridiculizada una vez es adoptada por la mayoría.

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Hazlitt Boomerang

Este documento presenta un análisis crítico de la moda. El autor argumenta que la moda existe únicamente cuando un pequeño grupo de personas la adopta, pero pierde su esencia cuando es imitada por un número mayor. La moda se caracteriza por cambios constantes e innovaciones vertiginosas impulsadas por la vanidad y el deseo de distinguirse de los demás. Sin embargo, cualquier tendencia de moda termina siendo ridiculizada una vez es adoptada por la mayoría.

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el placer de odiar
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william hazlitt public por primera vez


on the pleasure of hating en su libro The plain speaker
(londres, henry colburn, 1826)
y why distant objects please
en el segundo tomo de su Table-Talk
(londres, warren, 1822).
los otros dos ensayos que completan este volumen,
on fashion y on the feeling
of immortality in youth,
se publicaron originariamente en la prensa,
en The Edinburgh Magazine (septiembre de 1818)
y The Monthly Magazine (marzo de 1827).
traducimos on the pleasure of hating
de la edicin de tom paulin y david chandler
(The fight and other writings, londres, penguin, 2000),
y los otros tres ensayos de la edicin de gregory dart
(Metropolitan writings, manchester, carcanet, 2005).
esta traduccin se debe a maria faidella.
licenciada en filologa hispnica por
la universidad de barcelona, tras dedicarse varios
aos a la enseanza del espaol
como lengua extranjera, orient su carrera
profesional al mundo de la traduccin literaria
y de guiones para doblaje. ha traducido,
entre otros, a autores como doris lessing,
david mamet, thornton wilder,
lawrence durrell, henry miller, elizabeth gaskell
y somerset maugham.
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William Hazlitt
1778-1830

EL PLACER DE ODIAR
1826

Seguido de
sobre el sentimiento de inmortalidad
en la juventud
1827
por qu nos gustan los objetos distantes
1822
sobre la moda
1818

Traduccin del ingls de


Maria Faidella

Postfacio, cronologa y bibliografa de


Jordi Doce

NORTESUR
Barcelona
2009
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SOBRE LA MODA

Nacido de nada, engendrado de nada.66

Su atuendo no era de seda ni de sarga,


sino plumas pintadas en atavo perfecto,
como los indios curtidos por el sol adornan
su cuerpo en el ms solemne juramento.
Como las mismas plumas, pareca vano y ligero,
que por su andar poda aparentar con holgura
pues se mova como bailando con deleite
y en las manos sostena un abanico,
que en el aire inerte aqu y all mova.67

La moda es una extraa mezcla de contradicciones, de


simpatas y antipatas. Existe slo cuando participa de
ella un nmero reducido de personas y su esencia se des-
truye cuando se transmite a un nmero superior. Es una
lucha continua entre la gente profana68 para aventajar
o igualar a los dems en la carrera de las apariencias me-
diante la adopcin, por parte de algunos, de smbolos tan
externos y fantsticos como llamar la atencin y desper-
tar la envidia o la admiracin del espectador, y que tan
pronto como se dan a conocer y se exponen a la mirada
pblica con este fin son acertadamente copiados por la

66. Shakespeare, Romeo y Julieta. (N. de la T.)


67. Edmund Spenser, The Faerie Queene. (N. de la T.)
68. Horacio, Libro III, Oda I. (N. de la T.)
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68 william hazlitt

multitud servil rebao de imitadores que no desean


quedar rezagados de quienes les superan en apariencia
externa y pretensiones, y sin previo aviso se hunden
despus en el descrdito y el desdn. As pues, la moda
vive nicamente en una rutina constante de innovacin
vertiginosa y vanidad sin sosiego. Estar anticuado es el
peor delito del que se puede acusar a una capa o a un
sombrero. No parecerse a nadie es una crtica sobrada-
mente humillante; correr el peligro de ser confundido
con alguien de la chusma es peor. La moda comienza y
termina siempre por las dos cosas que ms aborrece: la
singularidad y la vulgaridad. Es el proceso perpetuo de
establecer y repudiar una pauta determinada del gusto,
de la distincin y del refinamiento cuyo nico funda-
mento y autoridad es la elegancia predominante en ese
momento, que ayer era ridcula por nueva y maana ser
aborrecible por comn. Es una de las cosas ms nimias e
insignificantes. No puede ser duradera, pues depende
del cambio y de la variacin constantes de sus propios
disfraces de arlequn; no puede ser verdadera, pues si lo
fuera no dependera de la inspiracin del capricho; debe
ser superficial, para producir un efecto inmediato en la
multitud boquiabierta; y frvola, para aceptar que su
existencia sea usurpada a placer por todos aquellos que
siguiendo la moda aspiran a distinguirse del resto del
mundo. Nada es en s misma, ni de nada es seal, sino de
la simpleza y la vanidad de los que la tienen por su mayor
orgullo y adorno. Ejerce el ms fuerte dominio sobre las
mentalidades ms dbiles y estrechas, sobre aquellos
cuya vaciedad no imagina nada digno de elogio excepto
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sobre la moda 69

lo que piensan otros y cuya vanidad les induce a restrin-


gir el concepto de excelencia a ellos mismos y a los que
son como ellos. Lo que es verdadero o hermoso en s
mismo no lo ser menos por ser nico. Lo que es bueno
para todas las cosas ser mejor si es ampliamente difun-
dido. Pero la moda es el resultado intil de la vana osten-
tacin y del exclusivo egosmo: es arrogante, trivial, afec-
tada, servil, desptica, mezquina y ambiciosa, precisa y
fantstica, todo al mismo tiempo, no atada a ninguna
norma y obligada a atenerse a todos los caprichos del
momento. La moda de hace una hora se mofa de quien
la lleva.69 Es una esencia sublimada de la veleidad, del
capricho, de la vanidad, de la extravagancia, de la ociosi-
dad y del egosmo. Piensa nicamente en no ser conta-
minada por el uso vulgar, avanza con curvas y quiebros
como una liebre y recurre a los trucos ms ruines para
evitar que le den alcance los sabuesos comunes que la
persiguen constantemente. Se las ingenia para mantener
sus exigentes pretensiones, no por la dificultad de lograr-
las, sino por la rapidez y la naturaleza efmera de los cam-
bios. Es una suerte de distintivo convencional o un pasa-
porte tcito para entrar en los crculos selectos que debe
ser variable (como la marca al agua de un billete) para
que no lo falsifiquen quienes carecen de la ensea de la
sociedad distinguida; si la prueba de admisin a todos los
privilegios de este refinado y voltil ambiente se basara
en un mrito real o en un logro extraordinario, queda-
ran excluidos demasiados aspirantes impertinentes, ob-

69. John Clare, To the Memory of Bloomfield. (N. de la T.)


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70 william hazlitt

tusos, ignorantes, superficiales, advenedizos y admira-


dores de s mismos para que los pocos que salieran airo-
sos de la prueba fueran capaces de mantener entre s
un comportamiento aceptable. Si la moda fuera, diga-
mos, distinguirse por la virtud, sera difcil dar o seguir el
ejemplo, pero esto reducira los aspirantes a un pequeo
nmero (no la parte ms a la moda de la comunidad) y le
conferira un aspecto muy singular. O si el patrn esta-
blecido fuera la excelencia en un arte o una ciencia, se
evitara tambin eficazmente la imitacin vulgar, pero
se evitara igualmente que imperase la impertinencia. Se
formara un oscuro crculo de virt y tambin de virtud,
trazado dentro del crculo establecido de la moda, pe-
quea provincia de un poderoso imperio; el ejemplo de
la honradez se propagara lentamente y el saber an ha-
bra de presumir de pertenecer a una respetable minora.
Sin embargo, tales logros remotos y poco cortesanos de
qu serviran a los grandes y a los nobles, a los ricos y a las
mujeres hermosas, sin el clat, el alboroto y las tonteras
propios de aquello que todo el mundo sigue y admira
por igual? Lo real y lo slido nunca podrn ser la mone-
da corriente, al servicio diario de la vanidad y la moda.
Debe ser lo falso, lo ostentoso, lo elegante por fuera y sin
valor intrnseco, lo que est al borde de la afectacin ms
indolente, lo que se puede poner y quitar a sugerencia de
la extravagancia ms deliberada, y a lo que, a travs de to-
das sus fluctuaciones, no se puede dar una razn posible,
pero que es la ltima ridiculez que est en boga! La for-
ma del tocado, si es plano o se eleva (bucle sobre bucle)
varios pisos con la ayuda de horquillas y pomadas, el ta-
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sobre la moda 71

mao de un par de hebillas con gemas de vidrio, la canti-


dad de cordones de oro en un chaleco bordado, la mane-
ra de tomar una pizca de rap o de sacar el pauelo del
bolsillo, el ceceo y la pronunciacin afectada de ciertas
palabras, la manera de decir Mem por Madam, el Tam y
el Pain honour de Lord Foppington70 con una serie de
frases habituales de visita y sentimientos insustanciales
clasificados para el momento, eran lo que antes distin-
gua a la multitud de damas y caballeros refinados de la
multitud de sus inferiores. Esos signos y aditamentos de
distincin tuvieron su momento, y posteriormente fue-
ron reemplazados por otros igualmente perentorios e
inequvocos. Pero en este constante cambio de opinin,
un disparate suele expulsar a otro, una bagatela que por su
frivolidad especfica adquiere un ascendiente moment-
neo y sorprendente sobre la anterior. Ninguna deforma-
cin notable de la apariencia o del comportamiento ha
dejado de convertirse en el signo de una gracia interna e
invisible. Las imperfecciones fortuitas son un pretexto
para ocultar los defectos reales. La pintura, los lunares
postizos y los polvos fueron en otro tiempo sinnimos
de salud, limpieza y hermosura. La obscenidad, la irreli-
gin, los leves juramentos, el exceso de bebida, el juego,
la afeminacin en un sexo y los aires de amazona en el
otro, todo est de moda mientras dura. En el reinado de
Carlos II, la profesin y la prctica de toda clase de extra-
vagancias y perversiones se consideraban signos indis-

70. Personaje de la comedia The Relapse, de John Vanbrugh. (N. de


la T.)
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72 william hazlitt

pensables de un caballero cabal. Desde aquel periodo, la


corte se ha reformado y ha adquirido un aire ms bien
rstico. Antes, nuestras bellas mujeres se sobrecargaban
de ropa; en los ltimos aos, estn dispuestas a ir casi des-
nudas, y cuando no se adornan, ms adornadas van.
Las mujeres han abandonado las ballenas, y los hombres
han empezado a llevarlas, si hemos de dar crdito a las
autnticas memorias de la familia Fudge.71 La cabeza de
Nobe ha quedado ahora sepultada bajo la capota con
ala, y los sombrereros y marchands des modes franceses
han demostrado ser superiores a los escultores griegos en
lo que a buen gusto e indumentaria se refiere.
No obstante, en los ltimos aos se ha producido un
notable cambio en el vestir y cierto progreso en el buen
gusto y la elegancia, siendo la circunstancia que al exten-
der la moda su imperio en ese sentido, ha perdido su po-
der. Mientras la moda en el vestir inclua elementos cos-
tosos, quedaba confinada a las clases ms acaudaladas:
incluso eso era una intromisin en los privilegios de ran-
go y nacimiento, que durante mucho tiempo fueron lo
nico que infunda o pretenda infundir respeto, y ve-
mos que Shakespeare se lamenta de que la dama de ciu-
dad lleva la fortuna de un prncipe sobre sus hombros in-
dignos;72 pero cuando ocupar un lugar prominente en
la moda dej de depender de la capacidad para comprar
ciertas prendas de vestir caras o del derecho a llevarlas, el
resto fue tan evidente y sencillo que cualquiera poda lu-

71. Thomas Moore, The Fudge Family in Paris. (N. de la T.)


72. Shakespeare, Como gustis. (N. de la T.)
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sobre la moda 73

cir el aspecto del mejor petimetre slo con desearlo. Se


convirti en una cuestin de mera afectacin por un
lado, y paulatinamente dej de ser una cuestin de pre-
suncin aristocrtica por el otro. En el gran carnaval de
nuestra poca,73 de todos los cambios no es el menos
importante que las monstruosas pretensiones de distin-
guirse en el vestir hayan disminuido por consentimiento
tcito, y que las ms sencillas y airosas hayan sido requi-
sito de todas las clases. En este sentido, como en otros,
nuestra poca se ha vuelto tan selecta que la punta del
pie del campesino pisa el taln del cortesano y le roza el
saban;74 en la calle apenas se distingue a un lord de
un escribiente de procurador y un penacho ya no se con-
funde con la ms alta distincin del pas! Las ideas de la
igualdad natural y las mquinas de vapor de Manchester
han allanado, como una doble artillera, las altas torres y
las estructuras artificiales de la moda, y un vestido de
muselina blanca es ahora la indumentaria comn del
ama y de la sirvienta, que ya no visten como hasta ahora
ricas sedas y rasos o spera estamea. Sera ridculo, se-
gn un principio similar, que el cortesano no cediera la
pared al ciudadano sin llevar una espada al costado que
justificase su derecho de preferencia; y segn las nocio-
nes estrictas que han prevalecido del mrito personal y
de la identidad de un hombre, un bastn pendiendo de
su brazo es la mejor extensin de su figura que se puede
permitir al moderno petit-matre.

73. Edmund Burke, Letter To A Noble Lord. (N. de la T.)


74. Shakespeare, Hamlet. (N. de la T.)
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74 william hazlitt

La inutilidad de la moda en s misma se demuestra al


ver con qu facilidad asume esta vana y alabada distin-
cin la gente ms desinformada y comn cuando se
levantan las restricciones de la decencia o las circuns-
tancias. Conozco a un enterrador que es la persona ms
presuntuosa de las calles de Londres, y a un mercero de
Aldermanbury que tiene el andar ms militar de todos
los haraganes de la calle Bond o St. James. En cualquier
momento podemos reclutar un regimiento de petime-
tres a partir de un mismo nmero de mentecatos con la
suficiente vanidad para embriagarse con la elegancia de
su aspecto y faltos del sentido necesario para avergon-
zarse de s mismos. Todos recordamos la historia de
Peregrine Pickle,75 de la gitana vagabunda a quien s-
te recogi, hizo refregar a conciencia e introdujo en un
ambiente selecto que la recibi con gran aceptacin;
hasta que la muchacha entr en clera al ver las trampas
que una dama haca con las cartas, solt una sarta de im-
properios y dej que la naturaleza triunfara sobre el
arte. El atuendo es el gran secreto del tratamiento reci-
bido. Las ropas y la confianza en uno mismo introducen
a cualquiera en el crculo de la distincin. Observemos a
las dos clases de mujeres elegantes que vemos en los pal-
cos del teatro. Ambas van igualmente vestidas a la lti-
ma moda, las dos se han aplicado colorete y llevan el
cuello y los brazos desnudos; las dos tienen el mismo
aire atento, altivo y teatral, el mismo balanceo de ca-
beza, la misma inclinacin de los hombros, con toda la

75. Tobias Smollett, The Adventures of Peregrine Pickle. (N. de la T.)


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sobre la moda 75

gracia que se deriva de la total ausencia de turbacin y


con toda la fascinacin que emana el desdn sistemtico
por el puritanismo formal, la misma afectacin y jerga
de las conversaciones a la moda, el mismo mimetismo
en el tono y las frases, los mismos ceceos, y andares
pausados, y afeites, y apodos a todos los seres de la tie-
rra;76 todo es lo mismo, salvo el verdadero decoro en el
comportamiento y la verdadera delicadeza en los senti-
mientos. En el aspecto externo son tan parecidas como
una imagen reflejada en el espejo. La nica diferencia
entre la mujer de la moda y la mujer del placer reside en
que una es lo que la otra parece ser; y con todo, las vcti-
mas de la disipacin que as emulan, y casi eclipsan, a las
mujeres de alto nivel con todo el brillo, el orgullo y el es-
plendor de la moda y la ostentacin no son, por lo gene-
ral, ms que unas muchachas campesinas toscas, incul-
tas e inexpertas, o unas sirvientas torpes y zafias que no
necesitan ms aprendizaje ni aptitud para estar al mis-
mo nivel que las personas ms distinguidas de la socie-
dad, con todo el esplendor y la elegancia del aspecto ex-
terno, que haber renunciado a sus privilegios comunes y
a todo derecho de respeto en la realidad. En verdad,
la autntica virtud, la belleza y el entendimiento son la
misma cosa, en mayor o menor grado; y los aires de
pretendida superioridad que sobre ellos se dan las clases
ms altas por meros logros frvolos y externos los puede
imitar fcilmente, con irritante xito, la clase ms baja
siempre que tenga el valor suficiente.

76. Shakespeare, Hamlet. (N. de la T.)


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76 william hazlitt

Las dos cosas que estn ms prximas en el mundo


son el refinamiento y la vulgaridad,

y finas particiones separan sus lmites.77

Donde hay gran ostentacin de aqul, podemos es-


tar seguros de encontrar sta por partida doble. Quie-
nes son conscientes de poseer cierto grado de superio-
ridad o refinamiento no son particularmente celosos de
los indicios mostrados por los advenedizos. Todas las
novelas de la seora Burney giran en torno a esa leve
distincin. Es la nica cosa que se les puede criticar. Es
difcil decir a quin considera ella peor, si a la gente hu-
milde que siempre imita a la aristocracia o a la gente de
la alta sociedad que siempre rehye la vulgaridad. El se-
or Smith y los Brangton78 vivan en un perpetuo in-
tento de actuar como sus conocidos distinguidos, y s-
tos, de nuevo, ponan un empeo constante en no decir
ni hacer lo que hacan y decan el seor Smith y los
Brangton. Qu juego de los despropsitos ms intere-
sante! Los reyes son por naturaleza amantes de las
compaas humildes, segn observa el seor Burke;
porque esto no pone en duda su rango y slo pueden es-
perar encontrar, en el extremo opuesto de la desigual-
dad natural y artificial, alguna cosa que les reafirme en
la creencia de que sus pretensiones personales respon-
den del todo a la ostensible superioridad para la que

77. John Dryden, Absalom and Achitophel. (N. de la T.)


78. Fanny Burney, Evelina. (N. de la T.)
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el placer de odiar 77

han sido educados. nicamente relacionndose con


los peores y los ms dbiles se convencen de que son los
mejores y los ms sabios de la humanidad.

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