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Jeffrey Dahmer: Crímenes y Juicio

1) Jeffrey Dahmer fue un asesino en serie estadounidense que mató y descuartizó a 17 hombres y niños entre 1978 y 1991. 2) Fue arrestado cuando una de sus víctimas escapó del apartamento de Dahmer y alertó a la policía, quienes descubrieron fotos y restos humanos en su casa. 3) En el juicio, Dahmer fue declarado culpable de sus crímenes y sentenciado a 15 cadenas perpetuas, totalizando 937 años de prisión.
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Jeffrey Dahmer: Crímenes y Juicio

1) Jeffrey Dahmer fue un asesino en serie estadounidense que mató y descuartizó a 17 hombres y niños entre 1978 y 1991. 2) Fue arrestado cuando una de sus víctimas escapó del apartamento de Dahmer y alertó a la policía, quienes descubrieron fotos y restos humanos en su casa. 3) En el juicio, Dahmer fue declarado culpable de sus crímenes y sentenciado a 15 cadenas perpetuas, totalizando 937 años de prisión.
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Jeffrey Dahmer

Jeffrey Dahmer, también conocido como “el carnicero de Milwaukee”, fue uno de los asesinos en serie
que marcaron la historia criminal de Estados Unidos.

Jeffrey Lionel Dahmer nació el 21 de Mayo de 1960 en Milwaukee, donde fue criado en el seno de
una familia de clase media. De niño, se caracterizó por ser muy vital y extrovertido, alguien a quien le
encantaban los animales y le gustaba jugar. Tras tres cambios de domicilio, se volvió una persona retraída
y de extremada timidez. Aunque le regalaron un perro al que quería con locura, ello no frenó su proceso de
aislamiento progresivo del mundo. Para impedir que fuera a más, su padre le animaba a relacionarse con
otros niños, casi forzándole a ello, ya que temía que el pequeño Jeffrey pudiera desarrollar cierto complejo
de inferioridad.

Hacia los diez años, el matrimonio de sus padres comenzó poco a poco a desmoronarse. No era extraño
verlos discutir. Ya en la adolescencia, cuando sucedían este tipo de acontecimientos, Jeff se iba de casa
y se perdía por el bosque. Continuaba sintiendo gran pasión por los animales, pero estaba más
interesado en cómo eran por dentro. Comenzó a aficionarse a recoger animales muertos que encontraba
atropellados en la carretera; los metía en una bolsa de basura y luego se los llevaba al patio trasero de su
granja, donde los diseccionaba y deshuesaba.

En plena época del desarrollo de su sexualidad, Jeffrey Dahmer se dedicaba a este tipo de prácticas,
estableciendo una asociación entre violencia y sexo que marcaron su conducta. Sentía atracción por
los hombres, fantaseaba que se acostaba con ellos y luego los asesinaba. Este tipo de pensamientos
obsesivos fueron, al final, lo único que le causaba excitación sexual. Dahmer estaba atormentado por sus
fantasías tan recurrentes de sexo y muerte, de modo que, en un intento por olvidarlas, comenzó a
refugiarse en la bebida.

En el instituto, fue un alumno educado con los profesores y divertido con sus compañeros, por lo
que se ganó la fama de payaso de clase. Sacaba buenas notas cuando se lo proponía y hacía sus
deberes si la asignatura le interesaba. No obstante, en los últimos años, se fue desvinculando de sus
estudios y perdió el interés por fomentar las relaciones sociales. Encontró el substituto perfecto en sus
fantasías sexuales, en las que se regodeaba cada vez más, hasta que llegó un punto en que ya no le
satisfacía únicamente pensar en ellas, sino que necesitaba llevarlas a cabo.

Primer asesinato

Cuando se graduó en el instituto, sus padres se divorciaron al poco tiempo: Lionel Dahmer alquiló una
habitación en un motel cercano y la madre se fue a Wisconsin con su hijo menor, dejando a Jeff solo en
casa. Aquel verano de 1978, cometió el primer asesinato. Volvía a casa en su coche tras tomar unas
cervezas en un bar y recogió a un joven llamado Steven Hicks.

Dahmer le invitó a su casa a beber cerveza y a fumar marihuana. Cuando Hicks dijo que se tenía que ir, en
un arrebato, Dahmer le golpeó en la cabeza con una mancuerna y luego lo estranguló con ella. Presa
del pánico, bajó el cadáver al sótano. Por la mañana, compró un cuchillo de caza, le abrió el vientre y se
masturbó sobre las vísceras. Después de eso, despedazó el cuerpo, lo metió en bolsas de basura y las
cargó en su coche. De camino a un basurero cercano, fue interceptado por una patrulla de policía. La
suerte quiso que no inspeccionaran el contenido de las bolsas y únicamente le multasen por exceso de
velocidad. Aterrado, volvió a casa y metió las bolsas en una gran tubería de desagüe que había en el
sótano. Cuando volvió dos años después, cogió los huesos y los machacó con un gran mazo. A
continuación, esparció los restos por la maleza que rodeaba la casa. Las pulseras y reloj que llevaba la
víctima fueron arrojadas al río.
Tras este primer asesinato, estuvo dando tumbos por culpa de su adicción al alcohol: intentó ir a la
universidad pero abandonó tras suspender todas sus asignaturas; se alistó en el ejército, de donde
también fue expulsado antes de tiempo. En un intento por enderezarse, fue a vivir con su abuela a una
localidad cercana a Milwaukee. Se convirtió en un hombre de fe, dejó la bebida y pareció que puso fin a
sus impulsos sexuales… Hasta que una tarde, estando en la biblioteca, se le acercó un joven que le dejó
una nota en la que le ofrecía favores sexuales en el lavabo. Según parece, ese momento fue decisivo para
despertar su apetito voraz por querer someter a otros hombres a su voluntad. Como sabía que aquello no
era correcto, robó el maniquí de una tienda, que utilizaba para masturbarse. Pero esto no apagaba su sed
insaciable.

Segundo asesinato

Una noche de 1986, en un bar de ambiente gay, conoció a Steven Toumi, con quien fue a un hotel a
practicar sexo. Ya en la habitación, Dahmer le echó cuatro somníferos en la bebida para dejarlo
inconsciente. Aunque siempre dijo no recordar lo que ocurrió, cuando Jeff despertó, encontró el cadáver
de Toumi con la cabeza fuera de la cama, los brazos llenos de contusiones y varias costillas rotas.

Ante aquella escena, y sin perder la calma, se fue a comprar una gran maleta con ruedas, volvió al hotel y
metió el cuerpo en ella. Fue en taxi hasta el sótano de casa de su abuela, donde poder descuartizarlo a
gusto. El proceso fue casi idéntico al que realizó con su primera víctima, aunque esta vez, conservó el
cráneo como recuerdo.

A partir de ese momento, Jeffrey Dahmer cedió volver a frecuentar los clubs en busca de hombres para
conquistarlos y descuartizarlos. Tras drogar y estrangular a James Doxtator (enero de 1988), escondió el
cuerpo de su víctima durante una semana y cometió actos de necrofilia con él. Una vez el proceso de
descomposición se aceleró y el mal olor era evidente, lo descuartizó.

Con su cuarta víctima (Richard Guerrero), actuó siguiendo el mismo procedimiento. Entretanto, dejó la
casa de su abuela y se alquiló un piso en solitario, lo que aceleró el baño de sangre. Esta espiral
casi acaba a comienzos de 1989, cuando un chico de trece años al que intentó seducir escapó de su
apartamento y alertó a la policía. Por aquel hecho, cumplió diez meses de condena por agresión sexual,
pero no se descubrió su terrible secreto. Tres semanas después de salir de prisión, volvió a Milwaukee,
donde comenzó una orgía de sangre que duraría todo un año, hasta bien entrado 1990. A pesar de sus
antecedentes, nadie le investigó por las desapariciones de jóvenes que estaban ocurriendo en la ciudad,
hasta un total de trece.

Jeffrey Dahmer sentía una necesidad imperiosa por mantener sexo con personas cuya voluntad
estuviera anulada. Para lograrlo, estando algunas de sus víctimas aún con vida, les practicaba
trepanaciones craneales con un taladro y luego les inyectaba un ácido suave en el cerebro con ánimo de
crear una especie de zombies a quienes poder controlar. Ante el fracaso de sus experimentos, Jeff las
remataba. En un último intento por controlarlos, empezó a comerse los cuerpos, ya que confesó sentir que
pasaban a ser una parte permanente de él. Aquello también le producía placer sexual. Poco a poco los
restos de cadáveres se fueron amontonando en su apartamento pero, a pesar de los malos olores que
impregnaban el edificio, los vecinos no se alertaron.

El descubrimiento del horror

No fue hasta julio de 1991 cuando fue detenido. Tracy Edwards, de treinta y un años, lograba salir medio
drogado y desnudo del piso de Dahmer, pero consiguió parar a una patrulla que pasaba por allí. Cuando
registraron el apartamento, descubrieron más de ochenta polaroids que mostraban cuerpos en diferentes
momentos de descuartizamiento, una cabeza en el frigorífico y restos humanos en el congelador; además
de un bidón de doscientos litros de capacidad lleno de ácido que el caníbal utilizaba para deshacer los
restos humanos.
Jeffrey Dahmer se declaró culpable pero alegó locura. El estado de Wisconsin no aplica la pena de
muerte, de modo que, si se le declaraba mentalmente sano, pasaría el resto de su vida en prisión; de lo
contrario, lo haría en una institución para enfermos mentales.

El proceso judicial

La defensa sostenía que Dahmer padecía necrofilia, lo que lo eximía de ser legalmente responsable de
sus actos y, por ello, debía ser recluido en un psiquiátrico. Cuando fue el turno de la fiscalía, su argumento
fue que el acusado había practicado sexo con las víctimas estando éstas vivas, aunque inconscientes
(utilizando siempre preservativo, para más señas); además de que mantenía control sobre sus impulsos,
puesto que cometía los crímenes únicamente donde se sentía lo suficientemente seguro.

Tras la deliberación de un jurado formado por gente no experta, se concluyó que, para ser diagnosticado
como enfermo mental, Jeffrey Dahmer debía comportarse como tal todo el tiempo, incluyendo cuando
mataba. Finalmente fue hallado culpable de quince asesinatos y condenado a quince cadenas
perpetuas, un total de 937 años de cárcel.

Vida en prisión y muerte

Se le envió a la prisión de Columbia (Wisconsin), donde volvió a la iglesia para expiar sus pecados.
Encontró una explicación para lo que había ocurrido, y es que el mismísimo Diablo le había
poseído. En noviembre de 1994 halló su final de forma violenta, cuando otro preso que también cumplía
condena por asesinato lo abordó en el gimnasio de la cárcel y le golpeó con una barra de pesas hasta que
lo mató. Para algunos, fue la muerte que alguien como Dahmer merecía, pero para muchos otros, supuso
la privación del derecho de los ciudadanos de tenerle purgando por lo que había hecho hasta el final de
sus días.

El sangriento ritual de la Familia Manson

Sharon Tate, ‘sex symbol' de Hollywood, esposa del director Roman Polanski, estaba embarazada de ocho
meses y medio cuando Charles Manson decidió celebrar en su mansión de Beverly Hills un sangriento
ritual del que ella, sería la protagonista.

La Familia Manson será condenada a muerte por el brutal homicidio.

Desvelamos las claves de la macabra matanza que continúa aterrorizando a los habitantes del barrio más
lujoso de Los Ángeles

Madrugada del caluroso 9 de agosto de 1969. Cuatro miembros de La Familia Manson, Susan Atkins, alias
‘Sexie Sadie’, Patricia Krenwinkel, Leslie van Houten y Tex Watson, armados de cuchillos y un rifle, entran
en una mansión de Bel Air, lujoso barrio de Beverly Hills en Los Angeles habitado por lo más
granado de la meca del cine. La residencia pertenece al director cinematográfico Roman Polanski,
ausente esa noche. La ocupan su esposa, la bella actriz calificada como el nuevo‘sex symbol’ de
Hollywood, Sharon Tate, de 26 años, a sólo dos semanas de dar a luz, Jay Sebring, peluquero, la rica
heredera Abigail Folger de 25 años y su amante en esas fechas, Voityck Frykowski, de 32, amigo y
compatriota del director.

Mañana del 9 de agosto de 1969. El sargento Joe De Rosa, de la policía de Los Angeles, entra en ‘Cielo
Drive’. El macabro espectáculo que aparece ante sus ojos quiebra su experiencia profesional: ‘He visto
cosas horribles, pero esta carnicería de ahí dentro me ha hecho vomitar’, declara.
El escenario de los hechos era realmente espeluznante. El cadáver de Sharon Tate, que había recibido
16 puñaladas, se hallaba en primer plano. Ataviada con un salto de cama y un sujetador, yacía junto a Jay
Sebring, su antiguo amante, que había recibido horribles heridas y varios disparos. Los cadáveres de
Abigail Folger y Votyck Frykowsky junto al de un joven de tan solo 18 años, Steve Earl Parent, les
acompañan.

En la puerta de la mansión aparece escrita en sangre la palabra ‘cerdo’, según la leyenda negra se hizo
con la sangre de Sharon Tate tras ser probada por ‘Sexie Sadie’.

La policía de Los Ángeles emprende una investigación sin resultados aparentes, hasta que un día recala
en un campamento hippie instalado en el Valle de la Muerte, en el desierto de California. Sospechando
de sus ocupantes, interroga a una veintena de ellos, miembros de la denominada ‘familia’ liderada por un
visionario llamado Charles Manson.

Susan Atkins, una joven de 19 años, se muestra muy locuaz y facilita las primeras pistas. Declara
que ella, junto a tres de los miembros de la fraternal Familia Manson, había cometido el atroz asesinato. Y
este no había sido el único. 48 horas más tarde Leno La Bianca y su esposa, también vecinos de Bel Air,
habían corrido la misma suerte.

Charles Manson, con sólo un 1’60 de estatura, tenía un objetivo: ser famoso. El LSD combinado con
mesiánicos mensajes y una personalidad carismática le había permitido disponer de un harén de mujeres
completamente sometidas a su control. La mayoría de ellas procedían de hogares disueltos, lo que había
facilitado su reclutamiento.

Desvelamos las claves de los crímenes perpetrados por su satánica mente:

- Charles Manson no eligió al azar la mansión de Polanski y Sharon Tate. Todo obedecía a los cánones
marcados por su drogadicción y patología psíquica, la mansión había sido ocupada anteriormente por el
promotor discográfico Terry Melcher, hijo de Doris Day.

- Un disco grabado por Charles Manson había sido rechazado por Melcher, que lo había calificado
como ‘muy mediocre’. Manson, incapaz de encajar el fracaso, lo convirtió en su objetivo. Su atribulada
mente se hallaba ávida de venganza

- Presumiblemente, Charles Manson planificó su crimen a sabiendas de que en esas fechas Polanski se
encuentra en Londres junto a sus amigos Warren Beatty y Richard Sylbert buscando exteriores para una
película, destinada a ser inédita.

-La rumorología de Hollywood propagaba que la pareja conformada por Polanski y Sharon Tate iba
camino del fracaso. La actriz había sido víctima de una violación a los 17 años, era extremadamente
sensible y las continuas infidelidades de Polanski no hacían sino minar su autoestima.

El director declararía a la prensa en junio de 2014, cuarenta y cinco años después de la tragedia:
‘Continuaré fiel a ella mientras viva’.

-‘Sexie Sadie’ declararía sobre Manson: ‘Es un hombre atractivo que nos amaba intensa y plenamente’. La
cruz gamada que adorna su frente y su mirada de loco lo corroboran.

- Bruce Lee podría haber sido una de las víctimas, ya que como compañero de Sharon Tate en las
coreografías de La mansión de los siete placeres, habia sido invitado a la reunión, pero le fue imposible
acudir.
- El 29 de marzo de 1971, Charles Manson, de 36 años, y sus tres seguidoras Leslie Van Houten, de 21;
Susan Atkins, de 22, y Patricia Krenwinkel, de 23, son sentenciados a muerte tras 41 semanas de juicio.
dos años después de la matanza.

- Susan Atkins, Sexie Sadie, falleció el 26 de septiembre del 2009. Tenía un cáncer terminal de cerebro.
Tras su condena jamás volvió a respirar aire fresco. Su marido y abogado defendió en 18 ocasiones su
derecho a ello. Nunca lo consiguió. Su abominable crimen no merecía el perdón.

-Charles Manson, hijo de padre desconocido y de una prostituta adolescente, vivió una infancia infeliz y
una delictiva adolescencia. A los 39 años, diecinueve de ellos pasados en reclusión, tenía un único
deseo: ser famoso y… millonario. Los honorarios percibidos por entrevistas y declaraciones que
constatan su crimen hicieron de su sueño una realidad.

Aunque parezca increíble, el asesino es considerado un icono de la cultura popular estadounidense. Y lo


podemos ver en posters y camisetas.

En la actualidad su vida se consume en una celda de alta seguridad. Manson figura en los anales de la
historia como uno de sus más execrables criminales.

JOHN WAYNE GACY

John Wayne Gacy, Jr. fue uno de los asesinos en serie más famosos de Estados Unidos, y cometió
sus crímenes durante la década de los 70. En 1978 fue arrestado y en 1994 ejecutado por la muerte de 33
jóvenes que fueron enterrados en su casa o lanzados al río Des Plaines (el resto) en Illinois.

Fue llamado popularmente "el payaso asesino” porque organizaba fiestas en el vecindario e invitaba a los
vecinos a sus barbacoas en su jardín, mientras entretenía a los más jóvenes, curiosamente donde tenía
enterradas a sus víctimas. Como figura de entretenimiento era conocido como “Pogo el payaso”.

John Wayne Gacy, Jr. nació en Chicago, Illinois, y era el segundo de tres hijos. Su padre era un machista
que siempre le criticaba. Además era alcohólico, por lo que el pequeño Gacy no tuvo una infancia fácil. A
los 11 años tuvo un accidente al golpearse la cabeza con un columpio que le provocó un coágulo de
sangre en la cabeza que pasó desapercibido hasta los 16 años, cuando comenzó a tener mareos.

Durante sus años de instituto su familia se mudó de lugar varias ocasiones, lo que causó que tuviera que
acudir a distintos centros educativos y se convertirse en una persona extraña con poca estabilidad
emocional. Aún y así y pese a las dificultades, se graduó en Gerencia empresarial en el Northwestern
Business College.

Tras una posición de prácticas Nunn-Bush Shoe Company, en 1964 fue promocionado y transferido a
Springfield en Illinois. Trabajando allí conoció a una trabajadora que se convertiría en su mujer, Marlynn
Myers, y consumaron su matrimonio el año siguiente en 1065. Los padres de ésta, que adquirieron varios
locales de la franquicia Kentucky Fried Chicken (KFC), le ofrecieron un puesto de gerente en Waterloo,
Iowa. Gacy aceptó la opción de irse a trabajar fuera.

Viviendo en Waterloo tuvo dos niños y formó parte de distintas organizaciones caritativas de la zona. Y
pese a la estabilidad familiar, los rumores de su homosexualidad pronto se difundieron por su
vecindario. Se decía que éste había realizado proposiciones de tipo íntimo a distintos jóvenes que
trabajaban en el restaurante. A pesar de estos rumores, el Jaycess Club lo nombró “honorable vice-
presidente” del Jaycees de Waterloo en 1967.

En esa época su vida profesional era perfecta, pero no así su vida personal, en la que rápidamente
comenzó a tener serios problemas. Éste le fue infiel varias veces a su mujer y comenzó a tomar drogas.
Además, construyó una habitación en su sótano donde invitaba a los jóvenes a beber e intentó tener
relaciones con alguno de ellos.

Denunciado y encarcelado

Pero su idilio con los habitantes de Waterloo pronto llegaría a su fin, pues recibió varias denuncias de los
jóvenes que acudían a su sótano. Mark Miller fue el primero que acudió a la policía afirmando que había
sido atado y abusado en una de las visitas a la casa del payaso asesino. John Wayne Gacy fue
sentenciado a 10 años de cárcel pero su buen comportamiento le permitió estar en la calle a los 18
meses. Su mujer se divorció de él y nunca volvió a ver a sus dos hijos.

Tras salir de prisión, Gacy volvió a Illinois a vivir con su madre, y en 1971, gracias a la ayuda económica
de su progenitora, se compró una casa en el 8213 West Summerdale Avenue, en una zona de Chicago.

Sus crímenes más macabros

Tras su paso por la cárcel, Gacy se encargó de dejar atrás su pasado y fue bien acogido por los habitantes
de la nueva localidad en la que habitaba. De hecho, era una persona amable y querida porque organizaba
barbacoas en su hogar y se disfrazaba de payaso para entretener a los más jóvenes y a los niños que
estaban enfermos. Pocos vecinos podrían imaginarse la clase de persona que era.

En 1972 se casó con Carole Hoff, pero su matrimonio se acabó en 1976 puesto que manifestaba que no
tenían relaciones íntimas y había descubierto que se daba placer con revistas de adultos de contenido
homosexual.

En esta localidad, el payaso asesino llevó a cabo decenas de asesinatos, como el de un joven llamado
Darell Samson que fue a la casa de West Summerdale Avenue y nunca más se lo volvió a ver con vida.
Durante esa década, Gacy continuó abusando, torturando, y asesinando a multitud de jóvenes.
Algunas de sus víctimas fueron Randall Reflett, Samuel Stapleton, William Carroll, Rick Johnston Gregory
Godzik… así hasta un total de 33 jóvenes inocentes. El más joven de 14 años y el mayor de 21.

Su detención y ejecución

Fue a partir de 1977 cuando Gacy comenzó a tener mala fama, sobre todo tras la desaparición de un chico
19 años, un joven fue arrestado por conducir su vehículo. El joven que fue detenido afirmaba que el coche
se lo había vendido Gacy. A pesar de que Gacy ya había recibido varias denuncias con anterioridad que
no habían sido tenidas en cuenta, todo cambió en 1978, cuando Jeffrey Rignall de 26 años le acusó de
atacarle con un un trapo húmedo de cloroformo. Cuando éste despertó, estaba inmovilizado en el
sótano del payaso asesino donde fue víctima de abusos y torturas por parte de Gacy.

Tras varias horas de sufrimiento, Rignall despertó en medio de un campo rodeado de nieve, y estaba muy
dañado físicamente. A pesar de todo, consiguió salir del lugar. Su calvario todavía duraría unos meses ya
que, a pesar de que identificó a su agresor en una foto, la policía no le creyó. Entonces contrató a un
abogado que solicitó la orden de arresto, y a pesar de que Gacy fue investigado, sorprendentemente
quedó en libertad.

Ahora bien, no tuvo tanta suerte con Robert Piest, su última victima. Ya que dejó varias pistas y no tuvo en
cuenta que sus padres le estaban esperando en casa y sabían que su hijo había ido a ver a Gacy. Como
su hijo tardaba en regresar le comenzaron a buscar y contactaron con la policía. Varios agentes fueron a
su casa y Gacy no tuvo tiempo de esconder el cadáver del chico al que acaba de estrangular.

La policía encontró los cuerpos en su casa y el propio Gacy acabó confesando que había arrojado el resto
al río. Fue condenado y ejecutado en mayo de 1994.

Este terrorífico caso se convirtió en popular en Estados Unidos y en la actualidad se estudia en cursos y
asignaturas de psicología forense, junto con otros casos como el del Petiso Orejudo o Beth.

Los psicólogos han aportado distintas opiniones y explicaciones a las causas de la personalidad este
asesino en serie. Algunos señalan la pobre relación con su padre que, además de ser alcohólico, le
trató muy mal durante su infancia. Otros piensan que el golpe que recibió en la en la cabeza y los
consecuentes desmayos que sufría a partir de los 16 años tuvieron algo que ver con su macabra conducta.
Incluso algunos psicoanalistas han sugerido que el asesinato de estos jóvenes era la expresión
inconsciente del odio a sí mismo por su propia homosexualidad, condición que nunca llegó a asumir.

Tras su muerte, el cerebro de Gacy fue extraído. Pero el psiquiatra forense que lo examinó, y pese a las
especulaciones de muchos profesionales, no encontró anormalidades que pudieran explicar la conducta
violenta de Gacy. Este mismo forense afirmó que John Wayne Gacy no cumplía con el perfil psicológico
característico de un asesino en serie y la Dra. Morrison, que conoció al propio John y que estudió a
distintos asesinos como Ed Gein, es su papel como testigo psiquiatra en el caso, afirmo que: "Gacy tenía
la estructura emocional de un niño".

EL ‘MONSTRUO DE MACHALA’ VOLVERÁ A MATAR Y A VIOLAR

 Clasificación: Asesino en serie


 Características: Violador - Necrofilia
 Número de víctimas: 9
 Fecha del crímen: 1988 - 1993 / 2004
 Fecha de la detención: 8 de diciembre de 2004
 Fecha de nacimiento: 1963
 Perfil de las víctimas: Mujeres jóvenes
 Método: Estrangulación
 Localidad: Varias, Ecuador, España
 Estado: Condenado a 16 años de prisión en Ecuador en 1993. Puesto en libertad el 18 de octubre
de 2000. Condenado a 45 años de prisión en España el 5 de diciembre de 2006

Migración a España

El 9 de noviembre de 2000, tras cumplir su pena y luego de limpiar su récord policial -un beneficio que solo
es posible en el Ecuador-, Gilberto, quien hasta ese entonces estaba casado y tenía hijas con su esposa
Mariela, decidió trasladarse a España. Un vuelo lo llevó hasta Ámsterdam y de allí se trasladó al
aeropuerto de Barajas en Madrid, en donde lo esperaban dos de sus hermanas.

Desde entonces, Chamba realizó varios trabajos que variaron entre albañilería y cargador de bolsos de los
vecinos del edificio en donde vivía con sus familiares y novias casuales.

Para septiembre de 2004, Chamba finalmente logró colocarse como cuidador de los parqueaderos del
complejo de entretenimiento Illa de l”Oci, situado cerca de la Facultad de Derecho, en la localidad de
Lleida.

Allí cumplía no solo con funciones de cuidador, sino que además colaboraba con los dependientes que
limpiaban las salas de cine.

El nuevo asesinato

Los seis años de aparente tranquilidad para la familia de Chamba, quienes sufrieron de cerca su encierro
en el Ecuador, terminaron cuando Gilberto fue detenido el 1.° de diciembre de 2004, acusado de haber
violado y asesinado a María Isabel Bascuñana, una estudiante de la Facultad de Derecho de la
Universidad de la localidad.

Bascuñana generalmente dejaba su carro estacionado en el parqueadero del cine, pues temía la
oscuridad.

La última vez que se la vio con vida fue la noche del 23 de noviembre. Sus padres hablaron con ella a las
22:00 aproximadamente, cuando les indicó que no iba a cenar en casa.
Su cuerpo fue hallado dos días después a pocas cuadras del cine. Ella tenía un pañuelo atado a su cuello,
algunas fundas de basura trataban de esconder su cuerpo y había sido brutalmente violada.

Entonces surgieron varias hipótesis sobre su muerte. Algunas hablaban de un crimen pasional, otras de
venganza, pero sus amigas dieron la clave para atrapar al presunto asesino.

Las pistas que lo delatan

Dentro de las investigaciones realizadas por la policía española, se pudo recopilar testimonios de las
amigas de María Bascuñana quienes entregaron datos suficientes para que puedan detener a Chamba.

Según narraron a los agentes María les había comentado que Chamba la acosaba sexualmente cuando
iba a dejar o a retirar su vehículo del parqueadero del cine. Esa versión fue complementada por las de
otras muchachas que indicaron que regularmente Chamba les pedía sus números de celular con la excusa
de que si llegaba a suceder algo malo con sus carros las llamaría inmediatamente.

Sin embargo muchas de ellas recibieron llamadas de acoso sexual y la única explicación que encontraron
es que el cuidador de carros realizaba los llamados. Dicha hipótesis se confirmó cuando los agentes
encontraron el teléfono celular de María. Tras realizar un registro de las llamadas entrantes y salientes
horas antes y después de su violación y asesinato pudieron constatar que su victimario hizo dos llamadas
a líneas en donde se oferta sexo telefónico. Las llamadas duraron entre cinco y seis minutos.

Esa fue una de las pistas que condujo a los agentes a ver a Chamba como el principal sospecho
[sospechoso] de la muerte. Adicional a ese dato, los agentes alegaron en la corte haber encontrado en el
interior de la cajuela del vehículo de María, fundas de basura que intentaban cubrir su cuerpo. Esas fundas
eran muy similares a las que utilizaban las personas de limpieza de los cines para llevar los residuos.
Inmediatamente relacionaron el hecho con Chamba, al ser él uno de los ayudantes de aseo.

En un primer momento Chamba fue detenido únicamente para investigaciones pues sus compañeros de
trabajo, quienes fueron llamados a declarar dentro del proceso, dijeron que no notaron nada raro la noche
del crimen y que el ecuatoriano no se ausentó de su lugar de trabajo. Además las versiones de vecinos y
conocidos de Chamba, todos a favor del asesino en serie y que daban cuenta de una buena conducta y
amabilidad, lo desvirtuaban como el presunto autor de los hechos.

Sin embargo el examen de ADN realizado en los residuos de esperma encontrados en el cuerpo de la
víctima incriminaron directamente a Chamba quien adujo que la policía creó un complot para acusarlo.
Según él los agentes tomaron una muestra de esperma de un preservativo que él había usado y luego los
introdujeron en la vagina de María para señalar que él era el culpable.

Realizados los análisis y pruebas correspondientes la Fiscalía desestimó ese argumento que fue el
principal elemento incriminatorio del ecuatoriano quien recibió una pena de 45 años divididos en 20 años
por el crimen de la joven estudiante española María Isabel Bascuñana, otros 12 por su violación, al tiempo
que le impusieron otros 13 años por el intento de violación y asesinato de una prostituta rumana quien
testificó en su contra luego de ver sus imágenes y fotografías en medios locales, luego de su detención.

Pero a más de esas pruebas, la parte acusatoria alegó el intentó de ocultamiento de información por parte
de Chamba quien en un primer momento dijo que al ser abordado por la policía dio a conocer sus
antecedentes penales en el Ecuador y un incidente en España en el que estuvo relacionado con tenencia
de armas.

Sin embargo a lo largo del proceso se probó que el «Monstruo de Machala» ocultó su pasado judicial
hasta que cotejamientos entre las policías de España y Ecuador confirmaron que él era la misma persona
sentenciada en Machala por asesinatos en serie.

El fiscal que acusó a Chamba pidió una pena de 52 años que fue rebajada a 45, una sentencia histórica
por ser la primera vez que se impone esa sanción a un delincuente por un hecho como ese. (VC/Agencias)
Agencia EFE

20 de octubre de 2006 Gilberto Antonio Chamba Jaramillo, por haber asesinado a ocho mujeres en
Ecuador, se declaró inocente en el juicio de la Audiencia de Lleida por el asesinato de una joven en
noviembre de 2004, y aseguró haber sido víctima de un complot.

El fiscal solicitó para Chamba un total de 52 años de prisión por el asesinato y violación de la joven
estudiante María Isabel Bascuñana, el 23 de noviembre de 2004, y por el intento de asesinato y violación
de una prostituta rumana en Lleida.

En una sala abarrotada de amigos y familiares de la víctima y periodistas, Chamba prestó una declaración
llena de contradicciones, durante la cual afirmó ser víctima de un complot contra su persona e implicó a
terceras personas de origen ecuatoriano y colombiano que desde hacía unos meses le extorsionaban y
amenazaban.

El acusado reconoció haber salido de su país, Ecuador, el 9 de noviembre de 2000, tras haber cumplido
una pena de cárcel por haber matado y violado a ocho mujeres allí, hecho por el cual en Ecuador era
conocido como El monstruo de Machala .

Tras llegar a España, escogió Lleida como ciudad para establecerse «porque tenía familiares» (dos
hermanas, concretamente), y donde ha rehecho su vida, indicó.

Vigilante de seguridad

En noviembre de 2004, Chamba fue contratado como vigilante del aparcamiento de unos cines, en un
complejo conocido como la Isla del Ocio, donde la víctima solía dejar su coche «por desconfiar del
descampado que había allí cerca (de la facultad de Derecho, donde estudiaba)», según palabras del
hermano de Isabel, Vicenc Bascuñana.

Durante el juicio, Chamba negó que violara y asesinara a la joven. «Yo no la conocía», repetió
insistentemente el procesado. «La policía quiso negociar conmigo para cargarme el problema. Mi único
delito es haber venido a España a trabajar para sacar a mi familia adelante, porque nadie sabe lo que he
pasado desde que vivo esta pesadilla», dijo.

Según Chamba, el hecho de que su semen fuera hallado en el cadáver de la víctima «es una prueba
manipulada» e indicó que alguien lo puso en la vagina de la chica después de extraerlo de un preservativo
en una de las relaciones que él había tenido con una joven.

Este punto fue desestimado por los forenses que declararon posteriormente ya que «es imposible hacer
algo así si no es que se tiene mucha precisión».

La psicóloga que examinó a Chamba dijo que «no tiene ningún trastorno psicológico y podría volver a
matar en cualquier momento».

El dolor que produjo el «Monstruo de Machala» no pasa

Explored.com.ec

23 de octubre de 2006

Luego de casi dos años de silencio, el nombre del ecuatoriano Gilberto Chamba Jaramillo volvió a ser
noticia de primera plana en la prensa española.

En el barrio Centenario aún persiste el recuerdo de Rosa Benavides, una de las víctimas de Gilberto
Chamba. Él será juzgado en España.
El jueves pasado se inició contra Chamba, conocido como el «Monstruo de Machala», el juicio por el
presunto asesinato y violación de una joven universitaria catalana, de la localidad de Lleida (Lérida), al
noroeste de España.

El cadáver de María Isabel Bascuñana (una estudiante de Derecho de 21 años) fue hallado en el maletero
de su vehículo, con signos de violación y estrangulamiento.

El crimen ocurrió en el estacionamiento donde Chamba había conseguido trabajo como guardia privado.

La Fiscalía española pide para Chamba 52 años de cárcel, mientras el acusado insistía, hasta el viernes,
en declararse inocente y aseguraba que todo es parte de una conspiración en su contra orquestada «por
una banda de ecuatorianos y colombianos».

El crimen, ocurrido el 23 de noviembre del 2004, fue más comentado después de que en España se
conoció que Chamba era la misma persona que en Ecuador estuvo preso ocho años por el asesinato de
ocho mujeres. Todos los crímenes se cometieron en poblaciones de Machala.

También llamó la atención que Chamba no tuvo dificultades para ingresar a España, en el 2000. Se
conoció que después de cumplir su sentencia, «lavó» en Ecuador sus antecedentes. Y con un récord
policial limpio pudo salir del país.

La joven asesinada en España se asemeja al perfil físico de la mayoría de las víctimas del «Monstruo de
Machala»: mujeres jóvenes, estudiantes y «de casa».

Así era Rosa Benavides, una estudiante universitaria a quien su madre, Lola Román, aún recuerda como
una muchacha tranquila, estudiosa y feliz.

La mujer de 72 años y oriunda de Zaruma llora al recordar lo que le sucedió a una de sus cuatro hijas. «No
se imagina cómo sufrimos todo ese tiempo. Y nos dio más rabia cuando nos enteramos que el asesino
estaba campante en España, como que si nunca hubiera hecho algo malo».

Los crímenes de Chamba conmocionaron a Machala a inicios de los noventa, debido al sadismo con el
que actuaba.

Los cadáveres de las víctimas eran hallados en una vía marginal de la ciudad, con signos de violencia
extrema.

En España, Chamba ha sido definido como una persona que encaja dentro del perfil de un peligroso
asesino en serie.

El barrio Centenario, donde aún vive la madre y el hermano mayor de Benavides, ha registrado cambios,
pero la casa de la universitaria asesinada sigue igual.

«Tratamos de continuar con nuestras vidas», dice Héctor Benavides, uno de los hermanos, quien conduce
un taxi y administra una pequeña tienda.

La familia de Benavides se enteró, el viernes, que en España había empezado el proceso penal contra
Chamba. «Nos llega poca información sobre el proceso», dice la madre, quien tras una serie de caídas,
hoy se mueve con dificultad.

«Me enteré que recibirá 52 años de prisión. Espero que la justicia de allá, esta vez sí lo condene para que
no siga haciendo daño, para que pague todo», agrega con indignación el hermano de la muchacha
machaleña.

En todo el barrio, los moradores conocen muy de cerca el sufrimiento de la familia Benavides Román. «La
niña era muy buena y cuando nos enteramos que fue violada, todos lloramos por su inocencia. Su madre
no encontró consuelo durante mucho tiempo», contó una vecina que prefirió mantener su nombre en
reserva.
Ecuatoriano, condenado a 45 años de cárcel en España

6 de noviembre de 2006 el ecuatoriano Gilberto Antonio Chamba Jaramillo, conocido como el «Monstruo
de Machala», fue condenado este lunes a 45 años de cárcel en España por asesinar y violar a una
estudiante, y por violar e intentar asesinar a una prostituta.

Chamba Jaramillo, que ya había asesinado y violado a ocho jóvenes en Ecuador, fue condenado a 20
años de reclusión por el asesinato de la estudiante María Isabel Bascuñana y a otros 12 por violarla.

La sentencia también le condenó a 13 años de prisión por el intento de asesinato y la violación de una
prostituta rumana. Los crímenes fueron cometidos en la localidad de Lérida (región de Cataluña, noreste
de España).

Durante el juicio en la Audiencia Provincial, que comenzó el pasado 19 de octubre, el fiscal del caso había
solicitado 52 años de prisión para Chamba Jaramillo, que en todo momento se declaró inocente en
relación con la muerte de la estudiante.

Cumplió condena en Ecuador

Chamba llegó a España procedente de Ecuador el 9 de noviembre de 2000, poco después de haber
cumplido condena en su país por el asesinato y la agresión sexual de ocho mujeres.

De hecho, Chamba había cumplido pena en su país hasta el 18 de octubre de 2000, un mes antes de
llegar a España, después de que un tribunal le impusiera 16 años de prisión por estos delitos. No obstante,
el procesado logró salir de la cárcel gracias a una reducción de pena.

El 23 de noviembre de 2004, según el escrito de acusación del fiscal, Chamba, que trabajaba como
vigilante en un aparcamiento cercano a la Facultad de Derecho de Lérida, abordó a la joven María Isabel
Bascuñana, a la que agredió sexualmente y posteriormente estranguló con un pañuelo alrededor del
cuello.

El acusado, según el fiscal, introdujo el cadáver en el maletero del coche de la propia víctima y abandonó
el vehículo en una calle del barrio de La Bordeta de Lérida, donde fue localizado la madrugada del 25 de
noviembre de 2004.

Asesinato, agresión sexual y falsificación

La acusación particular, ejercida por los padres de María Isabel Bascuñana, pidió las mismas penas que el
fiscal por los delitos de asesinato y agresión sexual, y añadió tres años de cárcel por falsedad documental
al considerar que el acusado mintió a las autoridades españolas al tramitar los papeles de residencia.

Esta acusación también se reservó la posibilidad de demandar al Estado español al considerar que no
tomó las medidas necesarias al regularizar la situación de Chamba en España, teniendo en cuenta el
historial de asesinatos que arrastraba desde Ecuador.

La defensa pidió la absolución del acusado por falta de pruebas. Además de por el asesinato de María
Isabel Bascuñana, la Audiencia de Lérida también juzgó a Chamba Jaramillo por el intento de asesinato y
la agresión sexual que sufrió en el verano de 2003 una joven, identificada solo con las siglas I.M.O., que
ejercía la prostitución en una carretera a la salida de Lérida.

Este caso de intento de asesinato fue descubierto por los Mossos d’Esquadra (policía de Cataluña) tras la
detención de Chamba Jaramillo por el asesinato de la joven estudiante.

Sin rumbo fijo

Durante el juicio, el ciudadano ecuatoriano declaró que tras llegar a España, eligió Lérida como ciudad
para establecerse «porque tenía familiares» (concretamente 2 hermanas).
En la capital leridana, Chamba admitió haber tenido «muchos trabajos de todo tipo» y durante el
interrogatorio de la fiscal también asumió «haber tenido problemas en algunos de ellos, como en un hostal,
donde tuvo «un asunto por una pistola».

En noviembre de 2004, fue contratado como vigilante del aparcamiento de unos cines, en un complejo
conocido como la Isla del Ocio, donde la víctima solía dejar su coche «por desconfiar del descampado que
había allí cerca (de la facultad de Derecho, donde estudiaba)», según palabras de su hermano, Vicenc
Bascuñana.

«¿No es verdad que usted tomó a Isabel de sorpresa, cuando estaba poniendo la cadena del coche, para
llevarla a la parte más oscura del aparcamiento, violarla, luego meterla en su coche y trasladar
posteriormente su cuerpo hasta el barrio de la Bordeta?», preguntó la fiscal.

El acusado niega los hechos

«No señora, yo no la conocía», repitió insistentemente el procesado, quien aseguró ser «víctima de un
complot». «La policía quiso negociar conmigo para cargarme el problema, mi único delito es haber venido
a España a trabajar para sacar a mi familia adelante, porque nadie sabe lo que he pasado desde que vivo
esta pesadilla», dijo.

Chamba afirmó que el hecho de que su semen fuera hallado en el cadáver de la víctima «es una prueba
manipulada» e indicó que alguien lo puso en la vagina de la chica después de extraerlo de un preservativo
en una de las relaciones que él había tenido con una joven.

Este punto fue desestimado por los forenses que declararon posteriormente, ya que argumentaron que
«es imposible hacer algo así si no es que se tiene mucha precisión

LAS HERMANAS GONZÁLEZ VALENZUELA "LAS POQUIANCHIS"

Así fueron conocidas las hermanas González Valenzuela –María Luisa, Delfina, María de Jesús y
Carmen–, a quienes atribuyeron el asesinato de al menos 150 personas, la mayoría prostitutas que
trabajaban en sus burdeles. Las autoridades presumieron que a muchas de sus víctimas las enterraron
vivas. Eran originarias de El Salto, Jalisco, y durante su infancia fueron víctimas de violencia familiar. Para
huir del maltrato de su padre, Carmen se fugó con su novio, cuando era una adolescente. Pero su padre la
encontró y la encarceló en la prisión municipal.

Las hermanas trabajaban como obreras en una fábrica textil, donde recibían sueldos miserables. Al morir
sus padres, recibieron una modesta herencia que ocupan para abrir un prostíbulo y comenzar con sus
crímenes. Ganaron fama por su bar en San Francisco del Rincón, Guanajuato, donde las llamaron "Las
Poquianchis". Reclutaban mujeres con engaños y las obligaban a dar sexoservicio. El 6 de enero de 1964
fueron detenidas después de que una de sus víctimas escapó y las denunció. Las autoridades encontraron
un pequeño cementerio con restos humanos de sus víctimas. Su historia inspiró a Jorge Ibargüengoitia
para escribir su novela "Las Muertas", que sirvió de guión para una película del mismo nombre dirigida por
Felipe Cazals.

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