EXCEPCIONES
EXCEPCIONES
Las excepciones previas, llamadas así en el ordenamiento procesal civil, y dilatorias, en otras
legislaciones, son aquellas que tienden a dilatar o postergar la contestación de la demanda, por
defectos de forma o contenido.
Devis Echandía distingue dos clases de excepciones previas: las relativas o temporales y las
absolutas o definitivas, según que permitan la continuación del mismo proceso o le pongan fin.
Ejemplo de la primera, la demanda inepta por falta de requisitos formales, que en el Código
Procesal Civil y Mercantil sería la demanda defectuosa. De la segunda la falta de jurisdicción (de
competencia en sistema procesal civil) y la de compromiso arbitral.
Las excepciones previas, también llamadas dilatorias, son las que detienen el curso del proceso y
deberán litigarse por la vía de los incidentes (estipuladas del Artículo 135 al 140 de la Ley del
Organismo Judicial), en este tipo de excepciones se dilucidan las cuestiones que por motivos
especiales hacen que primero se defina con lugar o sin lugar las mismas para poder continuar el
trámite procesal, pues son tan importantes que pueden hacer fenecer el proceso si son declaradas
con lugar.
Mediante estas excepciones, el demandado hace ver al juez la inexistencia de requisitos que
impiden conocer el fondo de la pretensión. Es importante señalar que no se denominan previas
porque se interpongan antes de la contestación de la demanda, sino son previas porque deben de
resolverse antes que la pretensión principal.
Gordillo señala que la excepción previa tiende a ser el medio de defensa utilizado por el
demandado ante la inexistencia de presupuestos procesales. La excepción previa es el medio de
defensa a través del cual el demandado pretende depurar o dilatar la acción del actor.
Eduardo Couture al hablar de las excepciones dilatorias, indica que “corresponden al concepto de
excepciones procesales existentes en el derecho común europeo antes del Código francés y
derivadas del derecho romano. Son defensas previas, alegadas in limine litis, y que, normalmente
versan sobre el proceso y no sobre el derecho material alegado por el actor. Tienden a corregir
errores que obstarán a una fácil decisión (defecto legal en el modo de preparar la demanda); a
evitar un proceso inútil (litispendencia); a impedir un juicio nulo (incompetencia absoluta, falta de
capacidad o de personería); a asegurar el resultado del juicio (fianza de arraigo y de rato et grato);
etc”.
La excepción previa ataca la forma del proceso, en realidad la acción del actor, cuando el
planteamiento de su escrito inicial, adolece de requisitos que la ley exige, impidiendo el
cumplimiento del objeto del proceso que es dictar sentencia. Esta excepción procura la
depuración de elementos formales del juicio.
El Código Procesal Civil y Mercantil las regula en el Artículo 116, como las siguientes: númerus
clausus
1o.- Incompetencia.
2o.- Litispendencia.
7o.- Falta de cumplimiento del plazo o de la condición a que estuviere sujeta la obligación o el
derecho que se haga valer.
8o.- Caducidad.
9o.- Prescripción.
11.- Transacción
Hay cierta clase de excepciones que pueden interponerse en cualquier estado del proceso y son
las relativas a litispendencia, falta de capacidad legal, falta de personalidad, falta de personería,
cosa juzgada, transacción, caducidad y prescripción (art. 120 del CPCyM) 1.
Las excepciones previas se tramitan por el procedimiento de los incidentes, inclusive las que se
interpongan después de los seis días de emplazado el demandado, conforme a lo establecido en el
segundo párrafo el artículo 120 del CPCyM.
A) Incompetencia:
La competencia es un presupuesto procesal que el juez debe examinar de oficio o que la parte
demandada puede alegar a través de esta excepción y se da cuando el juez ante quien se plantea
la acción, carece de competencia (conforme a las reglas de las mismas) y sea por razón de materia,
territorio o cuantía para conocer de ella. La incompetencia es un impedimento procesal que es
alegado por el demandado para atacar el procedimiento, por falta de aptitud procesal del juez
para conocer del caso determinado. La LOJ establece en el artículo 62 que los tribunales sólo
podrán ejercer su potestad en los negocios y dentro de la materia y el territorio que se les hubiese
asignado y el mismo cuerpo legal en su artículo 121 establece la obligación de los tribunales de
conocer de oficio de las cuestiones de competencia, bajo pena de nulidad de lo actuado y de
responsabilidad del funcionario, salvo en los casos de prórroga de competencia por razón de
territorio, obligación que también se establece en el artículo 6° del CPCyM.
B) Demanda defectuosa:
D) Falta de personalidad:
Procede esta excepción cuando no se colige las calidades necesarias para comparecer a
juicio de los sujetos procesales, es decir para exigir o responder de la obligación que se demanda.
Debe tenerse presente la diferenciación que se hace entre capacidad procesal (legitimatio
ad processum) que fundamenta la excepción de falta de capacidad legal; y la calidad de obrar
(legitimatio ad causam) que los tratadistas exponen al referirse al tema de las condiciones de la
acción o más bien dicho a las condiciones necesarias para obtener una sentencia favorable.
E) Falta de personería:
Debemos de entender la personería como la aptitud que tiene una persona de ejercitar
derechos o acciones en juicio en representación de la que es titular de los mismos. Esta excepción
se funda en el hecho de que se alega una representación sin tenerla o bien cuando teniéndola,
esta carece de los requisitos formales que le dan validez.
El artículo 46 del CPCyM establece la obligación de los representantes de justificar su
personería en la primera gestión que realicen, acompañando el título de su representación y
obliga al juez a no admitir aquellas gestiones cuya representación no esté debidamente registrada
en la oficina respectiva. En otras palabras, Mario Efraín Nájera Farfán en aplicación a los preceptos
que conforman la excepción que comentamos, dice que hay falta de personería: “Si se comparece
a nombre de otro sin ser apoderado o representante o si siéndolo no se justifica debidamente la
representación acompañando el título de la misma, aún cuando se ofreciere presentarlo (art. 45
CPCyM).
Las excepciones de falta de capacidad legal y falta de personería, además de las normas
procesales citadas, tienen su fundamento en las disposiciones de carácter sustantivo, que regulan
las situaciones jurídicas derivadas de la ausencia de capacidad y de representación (legal o
convencional).
Por su parte, los artículos 44 y 45 del CPCyM permiten considerar como presupuestos
procesales, los relativos a la capacidad y representación de las partes y facultan suficientemente al
Juez para rechazar de plano, las demandas iniciadas por incapaces o por personas que se atribuyan
representación que no justifiquen.
Es importante señalar lo que con relación a estas excepciones previas expresa Mario Efraín Nájera
Farfán: “La doble modalidad de esta excepción (plazo y condición) está fundada en el derecho
sustancial y no es por ende, de contenido procesal. De acuerdo con nuestro Código Civil,
obligaciones a plazo son aquellas en la que se fija día o fecha para la ejecución o extinción del acto
o negocio jurídico y no puede exigirse su cumplimiento en día o fecha anterior. Y son
condicionales, aquellas cuyos efectos dependen del acontecimiento que constituye la condición.
En este caso tampoco puede exigirse la obligación en tanto el acontecimiento no se haya
realizado.”
Podemos concluir entonces que el supuesto para la procedencia de estas excepciones EL PLAZO
legal o contractual “no vencido” o LA CONDICIÓN establecida contractualmente “no cumplida”.
G) Caducidad:
A través de esta excepción previa, se extinguen derechos o acciones, una vez transcurrido
el plazo que la ley o la voluntad de los particulares establece para el ejercicio de los mismos, se
basa en la necesidad de que los derechos o acciones no permanezcan indefinidamente inciertos,
presumiéndose su abandono dándole firmeza al tráfico jurídico.
a) Voluntaria o convencional: que es la sanción que se pacta, se aplica a una persona de las que
intervienen en un convenio, si en un plazo que se determina, no se realiza un acto positivo para
hacer nacer o mantener vivo un derecho, acto que debe ser voluntario y consciente. El artículo
1274 del Código Civil establece, a criterio de algunos, una caducidad voluntaria, al regular que el
negocio jurídico sujeto a la condición de que se verifique un acontecimiento dentro de un término,
caduca si pasa el término sin realizarse la condición, o antes si hay certidumbre de que no puede
cumplirse.
b) Legal: que es la sanción que impone la ley a las personas que dentro del plazo que ésta
establezca, no realizan voluntaria y conscientemente los actos positivos para hacer nacer o
mantener vivo un derecho. El artículo 158 del Código Civil establece una típica caducidad legal al
establecer que el divorcio o la separación sólo puede solicitarla el cónyuge que no haya dado
causa a él y dentro de los seis meses siguientes al día en que hayan llegado a su conocimiento los
hechos en que se funde la demanda. El CPCyM en su artículo 251 también regula un caso de
caducidad legal, al establecer que ls acciones interdictales sólo pueden interponerse dentro del
año siguiente a la fecha en que ocurrió el hecho que las motiva. Tanto el Código Civil como el
CPCyM regulan otros casos de caducidad como el derecho a obtener la revisión de un juicio
ejecutivo en un juicio ordinario, que es de tres meses (articulo 335 del CPCyM), la caducidad del
declarado jactancioso en juicio oral (art. 228 del CPCyM), la acción para pedir la rescisión de los
contratos, que es de una año (art. 1585 del C.C.)
Entendida en términos generales la caducidad tiene íntima relación con todos aquellos
plazos llamados preclusivos, o sea que los actos procesales deben realizarse precisamente durante
su transcurso, ya que de otra manera se produce la preclusión con su efecto de caducidad. Esto
vale para cualquier acto procesal ya se trate de ejercitar una acción de interponer una excepción,
de proponer una prueba, plantear un recurso, etc. El Código no menciona en todos estos casos ni a
la preclusión ni a la caducidad, pero el efecto es que fuera de esos plazos no puede ejercitarse el
acto procesal que corresponde.
En algunos supuestos el Código habla de caducidad del derecho, como sucede en el caso
del juicio de jactancia cuya sentencia haya sido estimatoria. Establece el párrafo final del artículo
228 que si transcurrido el término fijado en la sentencia, sin que el demandado hubiere justificado
haber interpuesto la demanda, el Juez, a solicitud de parte, declarará caducado el derecho y
mandará expedir certificación al actor.
Aguirre Godoy, cita jurisprudencia guatemalteca para señalar que la caducidad no puede
resolverse de oficio por los tribunales, sino que necesitan ser alegadas como excepción; y que la
caducidad se diferencia de la prescripción en que opera por el transcurso de un término que es
inflexible, o sea, no sujeto a interrupción ni suspensión atendiendo a las personas envueltas en la
particular situación, ya que es suficiente la comprobación de no haberse ejercitado la acción
dentro del término fijado por la ley.
H) Prescripción:
Nuestro derecho sustantivo regula dos clases de prescripción, por una parte aquella por la cual se
adquieren derechos por el transcurso del tiempo y que se denomina adquisitiva o positiva y por la
otra aquella por la cual se extinguen derechos u obligaciones que se denomina extintiva, negativa
o liberatoria y es esta clase de prescripción a la que se refiere esta excepción.
Por ejemplo, el artículo 1513 del Código Civil establece que prescribe en un año la
responsabilidad civil que nace de los daños y perjuicios causados en las personas. De un hecho de
tránsito por el que se ocasionan daños, el acreedor promueve una acción para obtener la
reparación de su vehículo, después de haber transcurrido el año que establece la ley, acción
contra la cual el demandado plantea la prescripción. En este caso, se cumple con los requisitos
indicados: a) Una obligación susceptible de extinguirse por este medio (daños). b) La inactividad
del acreedor, en virtud de que no exigió la obligación dentro del plazo que la ley establece, c) el
transcurso del tiempo, más de un año y d) la interposición de la excepción previa.
SIMILITUDES:
Implican inactividad en el ejercicio de los derechos.
DIFERENCIAS:
Por su parte, Aguirre Godoy señala que la prescripción tiene de común con la caducidad el
elemento relativo al tiempo, pero se regula por el Derecho material o substantivo.
En el Derecho italiano y de acuerdo con las enseñanzas de Messineo, se pueden aplicar los
siguientes criterios diferenciativos para poder distinguir la caducidad de la prescripción:
Así como la prescripción, la caducidad no puede ser declarada de oficio, salvo que se trate
de derechos indisponibles.
La decadencia no se impide más que por el cumplimiento del acto de ejercicio del derecho
previsto por la ley o por el contrato.
I) Cosa juzgada:
Esta excepción procede si en un juicio posterior se demanda una prestación que esté en
pugna con lo resuelto en una sentencia ya firme o ejecutoriada.
No obstante la gran cantidad de teorías que existen para explicar el fundamento de la cosa
juzgada, la posición que se mantiene como más aceptable es la que la basa en razones de
seguridad jurídica.
COSA JUZGADA FORMAL Y COSA JUZGADA MATERIAL: Es importante clarificar las diferencias entre
cosa juzgada formal y cosa juzgada material, puesto que es sobre esta segunda que procede la
excepción previa que aquí se analiza.
Efectivamente hay cosa juzgada formal cuando la sentencia tiene fuerza y autoridad en el
juicio en que se dictó pero no es otro, es decir, no puede ser revisada o revocada en el mismo
juicio, pero puede serlo en otro. Típico ejemplo es la sentencia dictada en juicio ejecutivo que
puede ser revisada en juicio ordinario posterior (art. 335 del CPCyM) o la sentencia dictada en un
interdicto que pudiera ser en cierta medida revisada a través de un juicio ordinario posterior (art.
250 del CPCyM).
Las sentencias que se declaren irrevocables por mandato de ley y las que no admiten más
recurso que el de responsabilidad:
De acuerdo al artículo 155 de la LOJ, la excepción previa de cosa juzgada procede cuando: La
sentencia es ejecutoriada, es decir encuadra en los supuestos del artículo 153 de la LOJ y hay
identidad de personas, cosas, pretensiones y causa o razón de pedir.
Por su parte, Aguirre Godoy, cita a Guasp en lo que puede denominase presupuestos de la cosa
juzgada material, identificando los siguientes:
En primer lugar debe pensarse que los procesos susceptibles de terminar con sentencia
que produzca cosa juzgada material, son aquellos que no estén excluidos legalmente de
esos efectos. Tal acontece con los juicios sumarios.
En segundo lugar, se requiere que haya un conocimiento sobre el fondo del asunto
discutido, ya que si el Tribunal solamente hubiera establecido la falta de presupuestos
procesales, sin resolver la cuestión discutida, no puede hablarse de cosa juzgada material.
Dice Guasp a este respecto: “La imposibilidad ulterior de controvertir la resolución que
juzgue acerca de tal requisito se explica por la fuerza de la preclusión y no por la de cosa
juzgada”.
En tercer lugar, se necesita que la decisión sea inimpugnable, ya sea por su naturaleza, por
no haber sido éstos desestimados.
Asimismo, señala en cuanto a los límites de la cosa juzgada material, que este problema todavía se
analiza en relación con las tres identidades cuya concurrencia se exige en los procesos de que se
trate, para que pueda producirse la cosa juzgada. Tradicionalmente se habla de identidad de
personas (eadem personae), identidad de cosas (eadem res) e identidad de causa o razón de pedir
(eadem causa petendi).
Guasp critica la tesis de las tres identidades, a la cual califica de errónea, por incompleta.
Dice: “No solo los sujetos, el objeto y la causa individualizan el verdadero contenido de un litigio y
el fallo correspondiente; hay otras varias circunstancias que en uno y otro proceso se tienen en
cuenta y que son dejadas arbitrariamente a un lado por la doctrina dominante. En consecuencia,
no cabe decir que sólo hay tres límites de la cosa juzgada, ya que en función de aquellas
circunstancias surgen nuevos elementos delimitadores de la característica inmutabilidad de una
sentencia”. Y consecuente con esta posición analiza el problema tomando en cuenta los tres
elementos fundamentales siguientes: los sujetos, el objeto y la actividad.
a) Límites subjetivos: Normalmente, la cosa juzgada debe afectar únicamente a quienes han sido
partes en el proceso respectivo. Para la determinación de quiénes han sido partes en un proceso
en relación a otro nuevo y posterior, la doctrina considera que puede existir una identidad física y
una identidad jurídica. Ahora bien, la identidad física no es necesaria si se da la segunda.
No se puede, pues, establecer, como principio general que la sentencia produce efectos
sólo entre las partes contendientes, sino más bien decirse que la sentencia no puede perjudicar a
otros que sean ajenos al litigio. Este es el parecer de Chiovenda, pero aclara que el perjuicio debe
ser jurídico y no simplemente de hecho. Dice: “Todos, pues, están obligados a reconocer la cosa
juzgada entre las partes; pero no pueden ser perjudicados por ella. Por perjuicio se entiende no un
perjuicio de mero hecho, sino un perjuicio jurídico. Por ejemplo, el heredero puede ser
perjudicado de hecho por los fallos obtenidos por tercero contra su causante, y sin embargo, él
está sometido a esos fallos; el acreedor es perjudicado de hecho por la cosa juzgada que reconoce
nuevas deudas de su deudor, pero él no puede impedir por ello los efectos que le perjudican”.
b) Límites objetivos: Para establecer los límites objetivos de la cosa juzgada es necesario
determinar sobre qué versó el litigio anterior, o en otras palabras cuál fue la res litigiosa.
El problema se resuelve con mucha facilidad si se considera por cosa litigiosa el objeto
corporal o incorporal sobre el cual las partes proyectaron sus respectivas pretensiones.
Naturalmente que la expresión “cosa litigiosa” debe entenderse en su más amplia significación,
abarcando, en consecuencia, no sólo el objeto físico que pudo haber sido materia de discusión
judicial, sino también conductas de los sujetos o situaciones jurídicas, cuya existencia o
inexistencia se pretenda establecer.
Veamos los caminos que señalan algunos autores para poder establecer adecuadamente
los límites objetivos de la cosa juzgada. Según el parecer de Chiovenda, lo que fija tales límites es
la demanda de fondo de la parte actora. Lo resuelto sobre este aspecto no puede ser disminuido o
desconocido en un fallo posterior.
Redenti piensa que los límites objetivos de la declaración de certeza deberían identificarse
con los del derecho o de la relación que le sirve de base y que ha sido declarada cierta,
cualesquiera que sean sus ulteriores consecuencias.
Alsina sostiene que por objeto del litigio debe entenderse lo que se pide concretamente
en la demanda. Advierte que la posición de los autores que se pronuncian por la unidad de la
sentencia y que consecuentemente con esa actitud, piensan que la cosa juzgada comprende el
derecho que se reclama, esto es la relación jurídica, le dan una extensión muy amplia a los límites
objetivos de la institución que estudiamos, confundiendo el objeto con la causa. Dice: “Debe
entenderse por ello que el objeto es la cosa que se pide; pero no en sentido corporal, sino en el de
la utilidad o ventaja que con ella se pretende; o como dice Chiovenda, “un bien de la vida”. Puede
por ello consistir en una cosa en un hecho, en una abstención o en una declaración”.
Couture hace una diferenciación que es muy importante. Dice este autor que al enfocar el
tema del objeto de la decisión puede partirse de dos puntos de vista. Por una parte, si el análisis se
hace en un sentido rigurosamente procesal, entonces habrá que estudiar qué es lo que ha sido
decidido, y el planteamiento se formula sobre si lo resuelto es lo concretado en la llamada parte
dispositiva del fallo, o bien si se considera a la sentencia como una sola unidad jurídica, y por tal
razón, se estima como resuelto todo lo comprendido en los considerandos y fundamentos de la
sentencia. Por otro lado, puede estudiarse el problema en un sentido sustancial, o sea en relación
a lo que efectivamente se ha discutido en juicio, a la res in judicium deductae, lo que lleva al
estudio del objeto y de la causa.
Para Couture el objeto de l cosa juzgada es el bien jurídico disputado. Por ejemplo, dice,
en la acción reivindicatoria, el bien disputado es el mueble o inmueble que se demanda y no el
derecho de propiedad. El objeto puede ser una cosa corporal o incorporal, ya sea una especie, ya
sea género o bien un estado de hecho.
También es cierto que muchas veces es imposible separar el objeto de la cosa juzgada de
la causa petendi o razón del litigio. Pero, precisamente por ello, la teoría de las tres identidades es
útil para establecer la comparación entre lo discutido y lo resuelto en un proceso anterior y el
nuevo y ulterior.
Sin embargo, esta conclusión no puede tomarse como axiomática, puesto que es
indudable que los considerandos de una sentencia sirven para interpretar lo decidido,
especialmente cuando de sentencias absolutorias se trata. Además, también puede desempeñar
un valioso servicio la parte considerativa cuando se debe resolver sobre la aclaración de la
sentencia o cuando se trata de ejecutar un fallo y se discuten los alcances de la ejecución.
Aun cuando se ha dicho reiteradamente por los autores que el Estado no tiene una forma
oficial de razonar, y por ello no obligan con efectos de cosa juzgada, las consideraciones que haga
el juez, la importancia que tienen las motivaciones y fundamentos de la sentencia no pueden
desconocerse.
c) Identidad de causa: Este es un problema debatido en todos los campos del derecho, y tiene,
lógicamente, suma importancia en este tema. Ya se dijo anteriormente, que en muchos casos es
difícil separar el problema del objeto de la causa.
Guasp considera que el título o causa de pedir consiste “en la invocación de ciertos
acaecimientos que delimitan la petición del actor, acaecimientos puramente de hecho, pues los
supuestos normativos que sirven para valorarla, o fundamentos de derecho, no contribuyen a la
individualización de la pretensión”. O sea pues, que de acuerdo con esta opinión, lo que configura
la causa del litigio son los hechos que fundamentan la pretensión procesal sin que sea necesario
ligar tales hechos a las normas jurídicas en que pueden subsumirse para su valoración.
Alsina expresa que la causa “es el hecho jurídico que se invoca como fundamento de la
acción y no se debe confundir con el hecho constitutivo del derecho o con la norma abstracta de la
ley”. En las acciones personales dice, el primer distingo (hecho jurídico y hecho constitutivo del
derecho) aunque existe no se percibe, porque tienen el mismo origen (locación, préstamo, etc.);
pero, en las acciones reales, sí se aprecia con claridad. Por ejemplo, en el caso de la reivindicación
el hecho constitutivo del derecho puede ser diferente (donación, compraventa, etc.), más la causa
inmediata es el dominio, que es lo que se discute y no el modo de adquisición. También en su
opinión es obvio qye no debe confundirse la causa con la norma abstracta de la ley, ya que ésta
sirve únicamente para clarificarla. Por ello, se tratará de las mismas acciones, si lo que se cambia
en el planteamiento es el punto de vista jurídico, pero no la causa de la acción.
Para Couture “la causa petendi es la razón de la pretensión o sea el fundamento inmediato
del derecho deducido en juicio”. Por consiguiente, no están comprendidas dentro de ese concepto
las disposiciones legales que rigen para la pretensión que se hace valer en el proceso, porque éstas
incluso debe aplicarlas de oficio el Juez. Tampoco una variación en el planteamiento jurídico
implica cambio de causa petendi. Así dice Couture: “Si en el primer juicio se reclama una
prestación proveniente de hecho ilícito y se rechaza, no podrá luego renovarse la demanda
apoyada en el enriquecimiento sin causa”.
También, para Couture, el rechazo de una demanda implica no sólo que el Juez no acepta
los argumentos legales del actor, sino también todos aquellos fundamentos jurídicos que hubieran
podido ser invocados para el éxito de la acción entablada, salvo que la nueva demanda no sea
jurídicamente excluyente de la anterior, como si se entabla una acción de divorcio con
fundamento en diferente causal.
Entresacamos de la jurisprudencia argentina citada por Alsina, algunos casos que pueden
ser importantes para nuestra práctica judicial, relacionados todos ellos con el problema de la
identidad de causa. En un fallo se decidió que “la existencia de una deuda, sin que el deudor
opusiera la excepción de pago, no hace cosa juzgada en la acción que posteriormente inicia el
deudor por repetición de lo pagado dos veces”. En otro: “A los efectos de la cosa juzgada, la causa
no consiste en el derecho o beneficio que se trata de hacer valer, sino en el principio generador de
ese derecho”. En otro fallo importante se hace la diferencia entre “causa de la demanda” y “causa
de la obligación”, así: “A los efectos de excepción de cosa juzgada, la identidad de causa debe
referirse a la causa de la demanda causa petendi, y no a la causa de la obligación.
También, con base en la jurisprudencia argentina, Alsina hace ver que debe distinguirse la
“causa”, o sea el fundamento legal del derecho que una parte pretende contra otra, de los
“medios”, o sean las pruebas y los argumentos; de modo que, una variación en estos últimos no
importa una variación en la causa petendi.
J) Transacción:
El código civil en el artículo 2151 establece que la transacción es un contrato por el cual las
partes, mediante concesiones recíprocas, deciden de común acuerdo algún punto dudoso o
litigioso, evitan el pleito que podrá promoverse o terminan el que está principiando. La excepción
previa de transacción en consecuencia procede ante la existencia de un acuerdo de voluntades
que antes o durante la realización de un juicio, ha decidido evitar el mismo o ponerle fin. Algunos
tratadistas estiman que en realidad es un modo anormal de dar fin al proceso.
Sus efectos en el proceso se producen pues, en virtud del contrato celebrado entre las
partes y siempre que éste reuna los requisitos que establece el Código Civil.
K) Excepción de arraigo:
Guillermo Cabanellas la define como aquella oponible por el demandado para que el actor,
cuando esté domiciliado fuera de la jurisdicción del juez preste caución bastante para hacer frente
a las responsabilidades derivadas de la demanda.
Siguiendo una corriente de reciprocidad basado en el artículo 383 del Código de Derecho
Internacional Privado (Código de Bustamante) no procede esta excepción si el actor extranjero
prueba que en el país de su nacionalidad no se exige esta garantía a los guatemaltecos. Tampoco
procede si el demandado fuere también extranjero o transeúnte.
L) Litispendencia:
Para la procedencia de esta excepción, es necesario que existan dos procesos iguales, en
que se den identidad de personas (partes) y de cosas (objeto) sobre las que se litiga y que ambos
se encuentren en trámite, es decir no fenecidos y se hace necesario probar la existencia del otro
proceso, para efectuar el examen comparativo. También es importante mencionar que no procede
esta excepción cuando existiendo identidad de personas y cosas en dos procedimientos, los
sujetos procesales, actor y demandado no son iguales, ya que no ocupan la misma posición, dado
de quién aparece en un proceso como ator, aparece en el otro como demandado y viceversa.
Mario Aguirre se plantea ¿qué se entiende por segundo juicio para los efectos de la
aplicación del artículo 540 del CPCyM? De acuerdo con las normas del Código sólo puede
entenderse constituida la relación procesal cuando hay emplazamiento, porque es hasta ese
momento en que el juez conoce a prevención de los demás y el demandado queda sujeto al juez
emplazante ante quien debe seguir el proceso.
EXCEPCIONES PERENTORIAS
Son medios de defensa que utiliza el demandado con el objeto de atacar la pretensión del actor,
en consecuencia atacan el fondo y se prueban con el litigio principal y se resuelven al dictar
sentencia, son innominadas, pero comúnmente adoptan el nombre de formas de cumplimiento o
extinción de obligaciones (pago, novación, remisión, etc.). Tienen como finalidad extinguir o
terminar con la pretensión del actor.
No existe un artículo específicamente que las regule, sólo se mencionan en el artículo 118 del
CPCyM, en el que se indica que al contestar la demanda se podrá interponer las Excepciones
Perentorias que tuviere, y habla de las nacidas con posterioridad, que podrán interponerse en
cualquier estado del proceso, y ambas es resolverán en sentencia.
Son aquellas oposiciones que en el supuesto de prosperar excluyen definitivamente el derecho del
actor de manera tal que la pretensión pierde toda posibilidad de volver a proponerse eficazmente.
Las excepciones perentorias proviene su denominación del verbo perimere que equivale a matar,
aniquilar o destruir expresiones que ya de por si son significativas para definir las excepciones
que ya de por sí son significativas para definir las excepciones perentorias como todos aquellos
medios defensivos que matan, destruyen, aniquilan, el derecho sustantivo objeto del juicio. Su
finalidad es la absolución del demandado y por eso mismo la única oportunidad de
interponerlas es al contestarse sobre el fondo de la manda.
Las excepciones perentorias no son defensas sobre el proceso sino sobre le derecho. No procuran
la depuración de elementos formales de juicio sino que constituyen la defensa de fondo sobre el
derecho cuestionado.
A diferencia de las dilatorias las excepciones perentorias no se deciden in limite litis, ni suspenden
la marcha del procedimiento, ya que su resolución se posterga en todo caso para la sentencia
definitiva.
La excepción perentoria no destruye la acción sino que la hace ineficaz. Aún con la interpretación
tradicional de las normas procesales que no distinguen el derecho substancial de la acción,
tampoco cabía pensar que la excepción perentoria destruía el derecho lo que se veía claro en
algunas de esta clase.
EXCEPCIONES MIXTAS
No se regulan en el CPCyM como tales o en forma taxativa, pero existen. Son aquellas excepciones
que nominadas como previas, de acogerse, tienen efecto de perentorias. En otras palabras, la
excepción mixta, es una excepción previa (prescripción, caducidad, transacción, cosa juzgada) que
de acogerse ataca la pretensión, puesto que impide conocer nuevamente la misma. Las
excepciones mixtas pueden interponerse en cualquier estado del proceso, de acuerdo al artículo
120 del CPCyM.