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EXCEPCIONES

1) Las excepciones previas son recursos legales que el demandado puede presentar para detener el proceso debido a defectos formales o de contenido en la demanda. Las más comunes son la incompetencia, demanda defectuosa, falta de capacidad legal, falta de personalidad, y cosa juzgada. 2) Estas excepciones deben resolverse a través de un incidente legal antes de proceder con el caso principal para determinar si existen impedimentos que eviten dictar sentencia. 3) La excepción de incompetencia alega que el juez no tiene

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EXCEPCIONES

1) Las excepciones previas son recursos legales que el demandado puede presentar para detener el proceso debido a defectos formales o de contenido en la demanda. Las más comunes son la incompetencia, demanda defectuosa, falta de capacidad legal, falta de personalidad, y cosa juzgada. 2) Estas excepciones deben resolverse a través de un incidente legal antes de proceder con el caso principal para determinar si existen impedimentos que eviten dictar sentencia. 3) La excepción de incompetencia alega que el juez no tiene

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EXCEPCIONES EN EL PROCESO CIVIL GUATEMALTECO

Las excepciones previas

Las excepciones previas, llamadas así en el ordenamiento procesal civil, y dilatorias, en otras
legislaciones, son aquellas que tienden a dilatar o postergar la contestación de la demanda, por
defectos de forma o contenido.

Devis Echandía distingue dos clases de excepciones previas: las relativas o temporales y las
absolutas o definitivas, según que permitan la continuación del mismo proceso o le pongan fin.
Ejemplo de la primera, la demanda inepta por falta de requisitos formales, que en el Código
Procesal Civil y Mercantil sería la demanda defectuosa. De la segunda la falta de jurisdicción (de
competencia en sistema procesal civil) y la de compromiso arbitral.

Las excepciones previas, también llamadas dilatorias, son las que detienen el curso del proceso y
deberán litigarse por la vía de los incidentes (estipuladas del Artículo 135 al 140 de la Ley del
Organismo Judicial), en este tipo de excepciones se dilucidan las cuestiones que por motivos
especiales hacen que primero se defina con lugar o sin lugar las mismas para poder continuar el
trámite procesal, pues son tan importantes que pueden hacer fenecer el proceso si son declaradas
con lugar.

Mediante estas excepciones, el demandado hace ver al juez la inexistencia de requisitos que
impiden conocer el fondo de la pretensión. Es importante señalar que no se denominan previas
porque se interpongan antes de la contestación de la demanda, sino son previas porque deben de
resolverse antes que la pretensión principal.

Gordillo señala que la excepción previa tiende a ser el medio de defensa utilizado por el
demandado ante la inexistencia de presupuestos procesales. La excepción previa es el medio de
defensa a través del cual el demandado pretende depurar o dilatar la acción del actor.

Eduardo Couture al hablar de las excepciones dilatorias, indica que “corresponden al concepto de
excepciones procesales existentes en el derecho común europeo antes del Código francés y
derivadas del derecho romano. Son defensas previas, alegadas in limine litis, y que, normalmente
versan sobre el proceso y no sobre el derecho material alegado por el actor. Tienden a corregir
errores que obstarán a una fácil decisión (defecto legal en el modo de preparar la demanda); a
evitar un proceso inútil (litispendencia); a impedir un juicio nulo (incompetencia absoluta, falta de
capacidad o de personería); a asegurar el resultado del juicio (fianza de arraigo y de rato et grato);
etc”.

La excepción previa ataca la forma del proceso, en realidad la acción del actor, cuando el
planteamiento de su escrito inicial, adolece de requisitos que la ley exige, impidiendo el
cumplimiento del objeto del proceso que es dictar sentencia. Esta excepción procura la
depuración de elementos formales del juicio.

El Código Procesal Civil y Mercantil las regula en el Artículo 116, como las siguientes: númerus
clausus

1o.- Incompetencia.

2o.- Litispendencia.

3o.- Demanda defectuosa.

4o.- Falta de capacidad legal.


5o.- Falta de personalidad

6o.- Falta de personería.

7o.- Falta de cumplimiento del plazo o de la condición a que estuviere sujeta la obligación o el
derecho que se haga valer.

8o.- Caducidad.

9o.- Prescripción.

10.- Cosa juzgada.

11.- Transacción

Hay cierta clase de excepciones que pueden interponerse en cualquier estado del proceso y son
las relativas a litispendencia, falta de capacidad legal, falta de personalidad, falta de personería,
cosa juzgada, transacción, caducidad y prescripción (art. 120 del CPCyM) 1.

Las excepciones previas se tramitan por el procedimiento de los incidentes, inclusive las que se
interpongan después de los seis días de emplazado el demandado, conforme a lo establecido en el
segundo párrafo el artículo 120 del CPCyM.

A) Incompetencia:

La competencia es un presupuesto procesal que el juez debe examinar de oficio o que la parte
demandada puede alegar a través de esta excepción y se da cuando el juez ante quien se plantea
la acción, carece de competencia (conforme a las reglas de las mismas) y sea por razón de materia,
territorio o cuantía para conocer de ella. La incompetencia es un impedimento procesal que es
alegado por el demandado para atacar el procedimiento, por falta de aptitud procesal del juez
para conocer del caso determinado. La LOJ establece en el artículo 62 que los tribunales sólo
podrán ejercer su potestad en los negocios y dentro de la materia y el territorio que se les hubiese
asignado y el mismo cuerpo legal en su artículo 121 establece la obligación de los tribunales de
conocer de oficio de las cuestiones de competencia, bajo pena de nulidad de lo actuado y de
responsabilidad del funcionario, salvo en los casos de prórroga de competencia por razón de
territorio, obligación que también se establece en el artículo 6° del CPCyM.

B) Demanda defectuosa:

A través de la demanda como el acto introductorio de la acción, mediante relatos de


hechos e invocación del derecho, el actor determina su pretensión y que por ser un acto
formalista, debe cumplir con los requisitos que exige la ley. La excepción previa de demanda
defectuosa, surge en consecuencia cuando la demanda no cumple con los requisitos formales que
establece la ley y que el juzgador no se ha percatado de ello. Al tenor del art. 109 del CPCyM los
jueces repelerán de oficio las demandas que no contengan los requisitos establecidos por la ley,
expresando los defectos que haya encontrado, artículo que merece un análisis profundo ya que
según algunos, esta excepción debe proceder solamente cuando los requisitos omitidos impidan al
juez dictar una sentencia congruente con la solicitud.

C) Falta de capacidad legal:

La capacidad en términos generales, es la aptitud derivada de la personalidad por la cual la


persona puede ejercer derechos y contraer obligaciones. Esta capacidad es de ejercicio, cuando la
persona puede por si misma ejercer derechos y puede por si misma contraer obligaciones y se
adquiere al tenor del artículo 8° del Código Civil, con la mayoría de edad y es la falta de esta
capacidad en lo que se funda esta excepción. También son incapaces los mayores de edad
declarados en estado de interdicción cuya declaratoria produce, desde la fecha en que sea
establecida en sentencia firme, incapacidad absoluta de la persona para el ejercicio de sus
1
derechos. Así también los que padecen ceguera congénita o adquirida en la infancia y los
sordomudos que no puedan darse a entender de una manera indubitable, tienen incapacidad civil
para ejercitar sus derechos. De ese orden de ideas y tomando en cuenta lo que establece el
artículo 44 del CPCyM, en cuanto a que tienen capacidad para litigar las personas que tengan el
libre ejercicio de sus derechos y aquellos que carezcan de ese libre ejercicio deben actuar a través
de su representante legal, se llega a la conclusión que esta excepción procede cuando quien litiga
se encuentra dentro de los supuestos de incapacidad ya indicados y actúan sin representación. En
la práctica forense esta excepción se concreta cuando el litigante carece de capacidad de ejercicio
o lo que es lo mismo de la aptitud necesaria para comparecer en juicio personalmente.

D) Falta de personalidad:

De mucha dificultad en la práctica forense, esta excepción se refiere fundamentalmente a


la falta de legitimación de las partes. El Doctor Mario Aguirre Godoy, citando a Jaime Guasp dice
“para que un proceso se desarrolle válidamente es preciso que las partes, no sólo tengan aquel
grado de aptitud genérica que marca el derecho positivo, sino una idoneidad específica, derivada
de su relación con la situación jurídica en litigio, que justifique su intervención. La legitimación se
refiere pues, a la relación de las partes con el proceso concreto. Su concepto viene de la
legitimatio ad causam romana, o sea la facultad de demandar (legitimación activa) y la obligación
de soportar la carga de ser demandado (legitimación pasiva) según la situación en que se
encuentran las partes en cuanto al objeto del proceso”.

Procede esta excepción cuando no se colige las calidades necesarias para comparecer a
juicio de los sujetos procesales, es decir para exigir o responder de la obligación que se demanda.

Ahora bien, cabe preguntar si esa legitimación se da en razón de la titularidad de un


derecho o de una obligación, o bien si es posible separar la cuestión de la legitimación del tema de
fondo discutido. En último término es éste el problema que plantea la excepción que ahora
consideramos.

Veamos algunas posibilidades de distinción. Carlos Castellanos en su obra, entiende esta


excepción así: “El hecho de que el demandante no acredite en debida forma el carácter con el cual
pretende deducir alguna acción en juicio, es el originante de la excepción dilatoria de falta de
personalidad en él. Vemos, por lo tanto, bien clara la diferencia que existe con la falta de
capacidad. Por medio de ésta se le niega al solicitante del emplazamiento esta capacidad
precisamente. En cambio, la que es objeto de estudio en este momento, no tiende a ese fin. El
demandado se vale de ella, para exigirle a quien entabló la acción, que acredita la condición con la
cual lo demanda. Es una cuestión que imposibilita la formación del juicio; y por lo tanto no afecta
el fondo del asunto, sino tan sólo su forma. Tampoco cabe confundir esa excepción con la
perentoria de falta de acción o de derecho para demandar. Esta, desde luego, entraña la
formación del juicio, para que dentro de él, el oponente la justifique en debida forma. Es necesario
que se discuta ampliamente este medio de defensa, cuya tendencia es la destrucción de la acción
–aunque tenga personalidad quien propuso la discusión- que a su vez, el demandante trata de
poner en evidencia. En cambio, la naturaleza de falta de personalidad, no podría, en ningún caso,
ser causante de esa finalidad, porque no se funda en la carencia de razón o de derecho para
demandar según se ha visto.

Debe tenerse presente la diferenciación que se hace entre capacidad procesal (legitimatio
ad processum) que fundamenta la excepción de falta de capacidad legal; y la calidad de obrar
(legitimatio ad causam) que los tratadistas exponen al referirse al tema de las condiciones de la
acción o más bien dicho a las condiciones necesarias para obtener una sentencia favorable.

E) Falta de personería:

Debemos de entender la personería como la aptitud que tiene una persona de ejercitar
derechos o acciones en juicio en representación de la que es titular de los mismos. Esta excepción
se funda en el hecho de que se alega una representación sin tenerla o bien cuando teniéndola,
esta carece de los requisitos formales que le dan validez.
El artículo 46 del CPCyM establece la obligación de los representantes de justificar su
personería en la primera gestión que realicen, acompañando el título de su representación y
obliga al juez a no admitir aquellas gestiones cuya representación no esté debidamente registrada
en la oficina respectiva. En otras palabras, Mario Efraín Nájera Farfán en aplicación a los preceptos
que conforman la excepción que comentamos, dice que hay falta de personería: “Si se comparece
a nombre de otro sin ser apoderado o representante o si siéndolo no se justifica debidamente la
representación acompañando el título de la misma, aún cuando se ofreciere presentarlo (art. 45
CPCyM).

Igualmente sucederá si se acompaña como título un poder insuficiente. Es insuficiente si


no se delegan en él las facultades especiales que son necesarias para demandar o responder en
juicio o las que se delegan están en discordancia con los términos o alcances de la demanda. (Arts.
1697 y 1702 CC).

Si ese poder es defectuoso, entendiéndose como tal aquel en cuyo otorgamiento se


violare algún texto legal, como por ejemplo: si se otroga por persona no hábil para gestionar
personalmente ante los Tribunales o a favor de quienes no pueden ser mandatarios judiciales; si
su testimonio se presenta sin estar registrado en el Archivo General de Protocolos; si extendido en
el exterior no se hubieren observado las formalidades prescritas por las leyes del lugar de origen o
las que en Guatemala regulan lo relativo a la admisión de los documentos provenientes del
extranjero (arts. 37-44 LOJ, 44 y 45 del CPCyM).

Esta excepción prácticamente no ha dado origen a mayor equivocación, ya que los


Tribunales han limitado su alcance en relación con aquellos casos en que se alegue un título de
representación sin tenerlo o bien cuando, teniéndolo, sea defectuoso. Así por ejemplo, funciona
esta excepción cuando el padre que actúa en representación del hijo menor no justifica el
parentesco necesario; el tutor que no acompañe título de representación con respecto al pupilo, el
personero de una sociedad en cuanto a la entidad que representa; etc.

Las excepciones de falta de capacidad legal y falta de personería, además de las normas
procesales citadas, tienen su fundamento en las disposiciones de carácter sustantivo, que regulan
las situaciones jurídicas derivadas de la ausencia de capacidad y de representación (legal o
convencional).

Por su parte, los artículos 44 y 45 del CPCyM permiten considerar como presupuestos
procesales, los relativos a la capacidad y representación de las partes y facultan suficientemente al
Juez para rechazar de plano, las demandas iniciadas por incapaces o por personas que se atribuyan
representación que no justifiquen.

F) Falta de cumplimiento del plazo o de la condición:

Esta excepción es de difícil entendimiento, inclusive ha sido objeto, de recomendaciones


efectuadas por la Presidencia del Organismo Judicial y de la Corte Suprema de Justicia (véase
circular de fecha 27 de marzo de 1980). Tiene la característica de ser una excepción previa
preclusiva, es decir únicamente puede interponerse antes de contestar la demanda.

La excepción previa de “falta de cumplimiento del plazo o de la condición a que estuviere


sujeta la obligación o el derecho que se haga valer”, a criterio de algunos contempla dos
supuestos, es decir dos casos completamente distintos, por un lado la procedencia de esta
excepción cuando el supuesto es la falta de cumplimiento del plazo, porque se ha fijado día o
fecha para su cumplimiento y no se ha arribado al mismo, exigiéndose el cumplimiento antes del
día o fecha y el segundo supuesto cuando es la falta del cumplimiento de la condición, cuando se
exige el cumplimiento de la obligación y el acontecimiento no se ha realizado, en ambos casos es
con relación al derecho o a la obligación que se pretende hacer valer, puesto que es lógico
entender que la existencia de un derecho para el sujeto pasivo, conlleva la existencia de una
obligación del sujeto pasivo, por consiguiente ante la existencia de un derecho o de una
obligación, la excepción previa procede cuando el plazo, en un caso, o la condición en el otro, no
se han cumplido.
En todo caso, se debe ser muy cuidadoso en la interposición de esta excepción, puesto que en la
mayoría de casos se interpone conteniendo los dos supuestos, que en todos los casos son
completamente distintos. Ya existen fallos reiterados por los cuales la excepción es desestimada
porque al momento de interponerse no se hizo la necesaria distinción del caso al que se adapta la
situación de hecho en que se fundamenta la excepción.

Es importante señalar lo que con relación a estas excepciones previas expresa Mario Efraín Nájera
Farfán: “La doble modalidad de esta excepción (plazo y condición) está fundada en el derecho
sustancial y no es por ende, de contenido procesal. De acuerdo con nuestro Código Civil,
obligaciones a plazo son aquellas en la que se fija día o fecha para la ejecución o extinción del acto
o negocio jurídico y no puede exigirse su cumplimiento en día o fecha anterior. Y son
condicionales, aquellas cuyos efectos dependen del acontecimiento que constituye la condición.
En este caso tampoco puede exigirse la obligación en tanto el acontecimiento no se haya
realizado.”

Podemos concluir entonces que el supuesto para la procedencia de estas excepciones EL PLAZO
legal o contractual “no vencido” o LA CONDICIÓN establecida contractualmente “no cumplida”.

G) Caducidad:

A través de esta excepción previa, se extinguen derechos o acciones, una vez transcurrido
el plazo que la ley o la voluntad de los particulares establece para el ejercicio de los mismos, se
basa en la necesidad de que los derechos o acciones no permanezcan indefinidamente inciertos,
presumiéndose su abandono dándole firmeza al tráfico jurídico.

Podemos definir la caducidad como el decaimiento de una facultad procesal que no se


ejercita dentro de un determinado plazo. Es la sanción que se pacta o se impone por la ley, a las
personas, que dentro de un plazo convencional o legal, no realizan voluntaria y conscientemente,
los actos positivos para hacer nacer o mantener vivo un derecho sustantivo o procesal, según sea
el caso.

Es decir, podemos mencionar la existencia de dos formas de caducidad:

a) Voluntaria o convencional: que es la sanción que se pacta, se aplica a una persona de las que
intervienen en un convenio, si en un plazo que se determina, no se realiza un acto positivo para
hacer nacer o mantener vivo un derecho, acto que debe ser voluntario y consciente. El artículo
1274 del Código Civil establece, a criterio de algunos, una caducidad voluntaria, al regular que el
negocio jurídico sujeto a la condición de que se verifique un acontecimiento dentro de un término,
caduca si pasa el término sin realizarse la condición, o antes si hay certidumbre de que no puede
cumplirse.

b) Legal: que es la sanción que impone la ley a las personas que dentro del plazo que ésta
establezca, no realizan voluntaria y conscientemente los actos positivos para hacer nacer o
mantener vivo un derecho. El artículo 158 del Código Civil establece una típica caducidad legal al
establecer que el divorcio o la separación sólo puede solicitarla el cónyuge que no haya dado
causa a él y dentro de los seis meses siguientes al día en que hayan llegado a su conocimiento los
hechos en que se funde la demanda. El CPCyM en su artículo 251 también regula un caso de
caducidad legal, al establecer que ls acciones interdictales sólo pueden interponerse dentro del
año siguiente a la fecha en que ocurrió el hecho que las motiva. Tanto el Código Civil como el
CPCyM regulan otros casos de caducidad como el derecho a obtener la revisión de un juicio
ejecutivo en un juicio ordinario, que es de tres meses (articulo 335 del CPCyM), la caducidad del
declarado jactancioso en juicio oral (art. 228 del CPCyM), la acción para pedir la rescisión de los
contratos, que es de una año (art. 1585 del C.C.)

Entendida en términos generales la caducidad tiene íntima relación con todos aquellos
plazos llamados preclusivos, o sea que los actos procesales deben realizarse precisamente durante
su transcurso, ya que de otra manera se produce la preclusión con su efecto de caducidad. Esto
vale para cualquier acto procesal ya se trate de ejercitar una acción de interponer una excepción,
de proponer una prueba, plantear un recurso, etc. El Código no menciona en todos estos casos ni a
la preclusión ni a la caducidad, pero el efecto es que fuera de esos plazos no puede ejercitarse el
acto procesal que corresponde.

En algunos supuestos el Código habla de caducidad del derecho, como sucede en el caso
del juicio de jactancia cuya sentencia haya sido estimatoria. Establece el párrafo final del artículo
228 que si transcurrido el término fijado en la sentencia, sin que el demandado hubiere justificado
haber interpuesto la demanda, el Juez, a solicitud de parte, declarará caducado el derecho y
mandará expedir certificación al actor.

Aguirre Godoy, cita jurisprudencia guatemalteca para señalar que la caducidad no puede
resolverse de oficio por los tribunales, sino que necesitan ser alegadas como excepción; y que la
caducidad se diferencia de la prescripción en que opera por el transcurso de un término que es
inflexible, o sea, no sujeto a interrupción ni suspensión atendiendo a las personas envueltas en la
particular situación, ya que es suficiente la comprobación de no haberse ejercitado la acción
dentro del término fijado por la ley.

Finalmente, señala que en el comentario anterior se señala la conveniencia de tomar en


cuenta aquellos casos en que únicamente está presente el interés privado, en cuyo evento, en su
opinión sí necesita alegarse la caducidad; y diferenciarla de aquellos otros en que priva el interés
público o un interés superior ajeno al de los litigantes, en los cuales, indica que a su criterio la
caducidad debe resolverse de oficio.

H) Prescripción:

Nuestro derecho sustantivo regula dos clases de prescripción, por una parte aquella por la cual se
adquieren derechos por el transcurso del tiempo y que se denomina adquisitiva o positiva y por la
otra aquella por la cual se extinguen derechos u obligaciones que se denomina extintiva, negativa
o liberatoria y es esta clase de prescripción a la que se refiere esta excepción.

La prescripción extintiva, negativa o liberatoria, es un modo de extinguir obligaciones por


el transcurso del tiempo. El Código Civil en su artículo 1501 establece esta clase de prescripción
ejercitada como acción o como excepción por el deudor, extingue la obligación. Es decir, que la
prescripción no opera de oficio, sino debe ser declarada al ejercitarse como acción o excepción por
el deudor. En consecuencia es procedente la prescripción cuando el acreedor no exige el derecho
dentro del tiempo que establece la ley y el deudor lo hace ver por medio de la acción o la
excepción.

Para que se produzca la prescripción deben reunirse los siguientes requisitos:

a) La existencia de una obligación susceptible de extinguirse por este medio.

b) La inactividad del sujeto activo de la relación obligacional (acreedor).

c) El transcurso de tiempo que la ley establece.

d) La alegación por parte del deudor, a través de la acción o la excepción.

Por ejemplo, el artículo 1513 del Código Civil establece que prescribe en un año la
responsabilidad civil que nace de los daños y perjuicios causados en las personas. De un hecho de
tránsito por el que se ocasionan daños, el acreedor promueve una acción para obtener la
reparación de su vehículo, después de haber transcurrido el año que establece la ley, acción
contra la cual el demandado plantea la prescripción. En este caso, se cumple con los requisitos
indicados: a) Una obligación susceptible de extinguirse por este medio (daños). b) La inactividad
del acreedor, en virtud de que no exigió la obligación dentro del plazo que la ley establece, c) el
transcurso del tiempo, más de un año y d) la interposición de la excepción previa.

Mario Gordillo señala algunas analogías y diferencias entre la prescripción y la caducidad,


las que a continuación se detallan:

SIMILITUDES:
 Implican inactividad en el ejercicio de los derechos.

 Ambas operan por el transcurso del tiempo.

 Presuponen el abandono de los derechos y de las acciones correspondientes.

DIFERENCIAS:

 La caducidad puede ser convencional o legal, la prescripción tiene su origen en la ley.

 La caducidad no se interrumpe, la prescripción puede interrumpirse, lo que significa


inutilizar para la prescripción el tiempo transcurrido.

 La prescripción opera mediante la existencia de un vínculo entre deudor-acreedor,


mientras que la caducidad opera aunque no exista dicho vínculo.

 En la prescripción se sanciona la negligencia del deudor, con la caducidad por razones de


orden público, pretende no dejar en suspenso el ejercicio del derecho o la celebración del
acto.

 La presidencia del Organismo Judicial, en circular de fecha 27 de marzo de 1980,


recomendó a los jueces indicar a los abogados litigantes que solo cuando la ley utilice la
palabra “prescripción” es esa la excepción que corresponde interponer y en los demás
casos, en que se refiera a transcurso de tiempo, la excepción será la de caducidad,
diferenciación que según Gordillo no tiene sustentación legal ni doctrinaria, puesto que en
algunos casos el propio legislador confunde estos dos institutos.

Por su parte, Aguirre Godoy señala que la prescripción tiene de común con la caducidad el
elemento relativo al tiempo, pero se regula por el Derecho material o substantivo.

En el Derecho italiano y de acuerdo con las enseñanzas de Messineo, se pueden aplicar los
siguientes criterios diferenciativos para poder distinguir la caducidad de la prescripción:

 Así como la prescripción, la caducidad no puede ser declarada de oficio, salvo que se trate
de derechos indisponibles.

 Cuando se trata de derechos indisponibles, la caducidad es de orden público, en los otros


supuestos no.

 No se aplican a la caducidad las normas relativas a la interrupción de la prescripción;


tampoco las relacionadas con la suspensión de la prescripción, salvo casos de excepción.

 La decadencia no se impide más que por el cumplimiento del acto de ejercicio del derecho
previsto por la ley o por el contrato.

I) Cosa juzgada:

La cosa juzgada es el fin o garantía de la jurisdicción y como tal a través de la excepción


previa se pretende evitar la revisión del fallo y por ende su revocabilidad.

La cosa juzgada es la autoridad y la fuerza que la ley atribuye a la sentencia ejecutoriada


que puede traducirse en la necesidad jurídica de que el fallo sea irrevocable e inmutable ya sea en
el mismo juicio en que se dictó o en otro distinto.

Esta excepción procede si en un juicio posterior se demanda una prestación que esté en
pugna con lo resuelto en una sentencia ya firme o ejecutoriada.

Alsina le da carácter de presunción iuris et de iure a la cosa juzgada, y de la cual derivaron


disposiciones similares que fueron incorporadas en el sistema jurídico italiano y español. Esta
doctrina de la presunción de verdad, ha sido combatida duramente por algunos juristas,
principalmente, porque esa presunción concebida con caracteres absolutos puede resultar
totalmente contradicha por la realidad de los hechos.
Couture dice que las justificaciones que han querido darse a la cosa juzgada, son
“explicaciones de contenido social, político o técnico, pero no dogmático”. Menciona entre otras
principales teorías, la que sostiene que la cosa juzgada no es sino la consecuencia lógica de una
necesidad de certeza en las relaciones jurídicas (Arturo Rocco); la que la hace derivar del llamado
contrato judicial (Endemann); la que la considera como declaración auténtica de derechos
subjetivos (Pagenstecher); o como una efectiva tutela de los derechos privados (Hellwig); como
una servidumbre pasiva (Invrea); o como posesión aparente del derecho (Druckman).

No obstante la gran cantidad de teorías que existen para explicar el fundamento de la cosa
juzgada, la posición que se mantiene como más aceptable es la que la basa en razones de
seguridad jurídica.

COSA JUZGADA FORMAL Y COSA JUZGADA MATERIAL: Es importante clarificar las diferencias entre
cosa juzgada formal y cosa juzgada material, puesto que es sobre esta segunda que procede la
excepción previa que aquí se analiza.

Efectivamente hay cosa juzgada formal cuando la sentencia tiene fuerza y autoridad en el
juicio en que se dictó pero no es otro, es decir, no puede ser revisada o revocada en el mismo
juicio, pero puede serlo en otro. Típico ejemplo es la sentencia dictada en juicio ejecutivo que
puede ser revisada en juicio ordinario posterior (art. 335 del CPCyM) o la sentencia dictada en un
interdicto que pudiera ser en cierta medida revisada a través de un juicio ordinario posterior (art.
250 del CPCyM).

La Cosa Juzgada Material es contraria a la anterior y su eficacia y fuerza trasciende a


cualquier otro proceso, en la mayoría de procesos de conocimiento, el fallo definitivo pasa en
autoridad de cosa juzgada (material) siempre y cuando se den los supuestos que establece el
artículo 153 de la LOJ, es decir:

 Que la sentencia fuere consentida expresamente por las partes

 Cuando en contra la sentencia no se interponga recurso en el plazo señalado por la ley o


habiéndose interpuesto ha sido declarado improcedente o cuando se produzca la
caducidad o abandono;

 La sentencia de segunda instancia en la que no proceda recurso de casación o


procediendo el mismo ha sido desestimado o declarado improcedente;

 Las sentencias de casación no pendientes de aclaración o ampliación;

 Las sentencias que se declaren irrevocables por mandato de ley y las que no admiten más
recurso que el de responsabilidad:

 Los laudos arbitrales no pendientes de recurso de revisión.

De acuerdo al artículo 155 de la LOJ, la excepción previa de cosa juzgada procede cuando: La
sentencia es ejecutoriada, es decir encuadra en los supuestos del artículo 153 de la LOJ y hay
identidad de personas, cosas, pretensiones y causa o razón de pedir.

Por su parte, Aguirre Godoy, cita a Guasp en lo que puede denominase presupuestos de la cosa
juzgada material, identificando los siguientes:

 En primer lugar debe pensarse que los procesos susceptibles de terminar con sentencia
que produzca cosa juzgada material, son aquellos que no estén excluidos legalmente de
esos efectos. Tal acontece con los juicios sumarios.

 En segundo lugar, se requiere que haya un conocimiento sobre el fondo del asunto
discutido, ya que si el Tribunal solamente hubiera establecido la falta de presupuestos
procesales, sin resolver la cuestión discutida, no puede hablarse de cosa juzgada material.
Dice Guasp a este respecto: “La imposibilidad ulterior de controvertir la resolución que
juzgue acerca de tal requisito se explica por la fuerza de la preclusión y no por la de cosa
juzgada”.

 En tercer lugar, se necesita que la decisión sea inimpugnable, ya sea por su naturaleza, por
no haber sido éstos desestimados.

Asimismo, señala en cuanto a los límites de la cosa juzgada material, que este problema todavía se
analiza en relación con las tres identidades cuya concurrencia se exige en los procesos de que se
trate, para que pueda producirse la cosa juzgada. Tradicionalmente se habla de identidad de
personas (eadem personae), identidad de cosas (eadem res) e identidad de causa o razón de pedir
(eadem causa petendi).

Guasp critica la tesis de las tres identidades, a la cual califica de errónea, por incompleta.
Dice: “No solo los sujetos, el objeto y la causa individualizan el verdadero contenido de un litigio y
el fallo correspondiente; hay otras varias circunstancias que en uno y otro proceso se tienen en
cuenta y que son dejadas arbitrariamente a un lado por la doctrina dominante. En consecuencia,
no cabe decir que sólo hay tres límites de la cosa juzgada, ya que en función de aquellas
circunstancias surgen nuevos elementos delimitadores de la característica inmutabilidad de una
sentencia”. Y consecuente con esta posición analiza el problema tomando en cuenta los tres
elementos fundamentales siguientes: los sujetos, el objeto y la actividad.

a) Límites subjetivos: Normalmente, la cosa juzgada debe afectar únicamente a quienes han sido
partes en el proceso respectivo. Para la determinación de quiénes han sido partes en un proceso
en relación a otro nuevo y posterior, la doctrina considera que puede existir una identidad física y
una identidad jurídica. Ahora bien, la identidad física no es necesaria si se da la segunda.

Esta aplicación extensiva de la cosa juzgada a quienes han físicamente litigado en el


proceso anterior, pero quedan vinculados a la sentencia dictada, dice Guasp que se explica en
razón de dos consideraciones: una de ellas por participación: casos de relaciones solidarias e
indivisibles; o bien por transmisión: casos en que se encuentran los causahabientes a título
universal o singular en una relación jurídica determinada.

No se puede, pues, establecer, como principio general que la sentencia produce efectos
sólo entre las partes contendientes, sino más bien decirse que la sentencia no puede perjudicar a
otros que sean ajenos al litigio. Este es el parecer de Chiovenda, pero aclara que el perjuicio debe
ser jurídico y no simplemente de hecho. Dice: “Todos, pues, están obligados a reconocer la cosa
juzgada entre las partes; pero no pueden ser perjudicados por ella. Por perjuicio se entiende no un
perjuicio de mero hecho, sino un perjuicio jurídico. Por ejemplo, el heredero puede ser
perjudicado de hecho por los fallos obtenidos por tercero contra su causante, y sin embargo, él
está sometido a esos fallos; el acreedor es perjudicado de hecho por la cosa juzgada que reconoce
nuevas deudas de su deudor, pero él no puede impedir por ello los efectos que le perjudican”.

b) Límites objetivos: Para establecer los límites objetivos de la cosa juzgada es necesario
determinar sobre qué versó el litigio anterior, o en otras palabras cuál fue la res litigiosa.

El problema se resuelve con mucha facilidad si se considera por cosa litigiosa el objeto
corporal o incorporal sobre el cual las partes proyectaron sus respectivas pretensiones.
Naturalmente que la expresión “cosa litigiosa” debe entenderse en su más amplia significación,
abarcando, en consecuencia, no sólo el objeto físico que pudo haber sido materia de discusión
judicial, sino también conductas de los sujetos o situaciones jurídicas, cuya existencia o
inexistencia se pretenda establecer.

En cambio, presenta dificultad la cuestión de si el objeto de la cosa juzgada se extiende a


todos los aspectos discutidos en el juicio y que fueron considerados o resueltos, en forma expresa
o implícita en el fallo. Esta situación es la que ha provocado mayor división en la doctrina.

Veamos los caminos que señalan algunos autores para poder establecer adecuadamente
los límites objetivos de la cosa juzgada. Según el parecer de Chiovenda, lo que fija tales límites es
la demanda de fondo de la parte actora. Lo resuelto sobre este aspecto no puede ser disminuido o
desconocido en un fallo posterior.

Redenti piensa que los límites objetivos de la declaración de certeza deberían identificarse
con los del derecho o de la relación que le sirve de base y que ha sido declarada cierta,
cualesquiera que sean sus ulteriores consecuencias.

Alsina sostiene que por objeto del litigio debe entenderse lo que se pide concretamente
en la demanda. Advierte que la posición de los autores que se pronuncian por la unidad de la
sentencia y que consecuentemente con esa actitud, piensan que la cosa juzgada comprende el
derecho que se reclama, esto es la relación jurídica, le dan una extensión muy amplia a los límites
objetivos de la institución que estudiamos, confundiendo el objeto con la causa. Dice: “Debe
entenderse por ello que el objeto es la cosa que se pide; pero no en sentido corporal, sino en el de
la utilidad o ventaja que con ella se pretende; o como dice Chiovenda, “un bien de la vida”. Puede
por ello consistir en una cosa en un hecho, en una abstención o en una declaración”.

Couture hace una diferenciación que es muy importante. Dice este autor que al enfocar el
tema del objeto de la decisión puede partirse de dos puntos de vista. Por una parte, si el análisis se
hace en un sentido rigurosamente procesal, entonces habrá que estudiar qué es lo que ha sido
decidido, y el planteamiento se formula sobre si lo resuelto es lo concretado en la llamada parte
dispositiva del fallo, o bien si se considera a la sentencia como una sola unidad jurídica, y por tal
razón, se estima como resuelto todo lo comprendido en los considerandos y fundamentos de la
sentencia. Por otro lado, puede estudiarse el problema en un sentido sustancial, o sea en relación
a lo que efectivamente se ha discutido en juicio, a la res in judicium deductae, lo que lleva al
estudio del objeto y de la causa.

Para Couture el objeto de l cosa juzgada es el bien jurídico disputado. Por ejemplo, dice,
en la acción reivindicatoria, el bien disputado es el mueble o inmueble que se demanda y no el
derecho de propiedad. El objeto puede ser una cosa corporal o incorporal, ya sea una especie, ya
sea género o bien un estado de hecho.

También es cierto que muchas veces es imposible separar el objeto de la cosa juzgada de
la causa petendi o razón del litigio. Pero, precisamente por ello, la teoría de las tres identidades es
útil para establecer la comparación entre lo discutido y lo resuelto en un proceso anterior y el
nuevo y ulterior.

Mayor dificultad crea el problema del enfoque procesal de la sentencia, para la


determinación del objeto de la decisión, porque nos obliga a aceptar la sentencia o bien como un
todo divisible o como una unidad jurídica que no admite desmembraciones. Fuerte sector de la
doctrina se inclina porque el objeto de la decisión está comprendido en la parte dispositiva del
fallo, y en consecuencia, no entran en el análisis del problema la parte considerativa y los
fundamentos.

Sin embargo, esta conclusión no puede tomarse como axiomática, puesto que es
indudable que los considerandos de una sentencia sirven para interpretar lo decidido,
especialmente cuando de sentencias absolutorias se trata. Además, también puede desempeñar
un valioso servicio la parte considerativa cuando se debe resolver sobre la aclaración de la
sentencia o cuando se trata de ejecutar un fallo y se discuten los alcances de la ejecución.

Aun cuando se ha dicho reiteradamente por los autores que el Estado no tiene una forma
oficial de razonar, y por ello no obligan con efectos de cosa juzgada, las consideraciones que haga
el juez, la importancia que tienen las motivaciones y fundamentos de la sentencia no pueden
desconocerse.

c) Identidad de causa: Este es un problema debatido en todos los campos del derecho, y tiene,
lógicamente, suma importancia en este tema. Ya se dijo anteriormente, que en muchos casos es
difícil separar el problema del objeto de la causa.
Guasp considera que el título o causa de pedir consiste “en la invocación de ciertos
acaecimientos que delimitan la petición del actor, acaecimientos puramente de hecho, pues los
supuestos normativos que sirven para valorarla, o fundamentos de derecho, no contribuyen a la
individualización de la pretensión”. O sea pues, que de acuerdo con esta opinión, lo que configura
la causa del litigio son los hechos que fundamentan la pretensión procesal sin que sea necesario
ligar tales hechos a las normas jurídicas en que pueden subsumirse para su valoración.

Alsina expresa que la causa “es el hecho jurídico que se invoca como fundamento de la
acción y no se debe confundir con el hecho constitutivo del derecho o con la norma abstracta de la
ley”. En las acciones personales dice, el primer distingo (hecho jurídico y hecho constitutivo del
derecho) aunque existe no se percibe, porque tienen el mismo origen (locación, préstamo, etc.);
pero, en las acciones reales, sí se aprecia con claridad. Por ejemplo, en el caso de la reivindicación
el hecho constitutivo del derecho puede ser diferente (donación, compraventa, etc.), más la causa
inmediata es el dominio, que es lo que se discute y no el modo de adquisición. También en su
opinión es obvio qye no debe confundirse la causa con la norma abstracta de la ley, ya que ésta
sirve únicamente para clarificarla. Por ello, se tratará de las mismas acciones, si lo que se cambia
en el planteamiento es el punto de vista jurídico, pero no la causa de la acción.

Para Couture “la causa petendi es la razón de la pretensión o sea el fundamento inmediato
del derecho deducido en juicio”. Por consiguiente, no están comprendidas dentro de ese concepto
las disposiciones legales que rigen para la pretensión que se hace valer en el proceso, porque éstas
incluso debe aplicarlas de oficio el Juez. Tampoco una variación en el planteamiento jurídico
implica cambio de causa petendi. Así dice Couture: “Si en el primer juicio se reclama una
prestación proveniente de hecho ilícito y se rechaza, no podrá luego renovarse la demanda
apoyada en el enriquecimiento sin causa”.

También, para Couture, el rechazo de una demanda implica no sólo que el Juez no acepta
los argumentos legales del actor, sino también todos aquellos fundamentos jurídicos que hubieran
podido ser invocados para el éxito de la acción entablada, salvo que la nueva demanda no sea
jurídicamente excluyente de la anterior, como si se entabla una acción de divorcio con
fundamento en diferente causal.

Entresacamos de la jurisprudencia argentina citada por Alsina, algunos casos que pueden
ser importantes para nuestra práctica judicial, relacionados todos ellos con el problema de la
identidad de causa. En un fallo se decidió que “la existencia de una deuda, sin que el deudor
opusiera la excepción de pago, no hace cosa juzgada en la acción que posteriormente inicia el
deudor por repetición de lo pagado dos veces”. En otro: “A los efectos de la cosa juzgada, la causa
no consiste en el derecho o beneficio que se trata de hacer valer, sino en el principio generador de
ese derecho”. En otro fallo importante se hace la diferencia entre “causa de la demanda” y “causa
de la obligación”, así: “A los efectos de excepción de cosa juzgada, la identidad de causa debe
referirse a la causa de la demanda causa petendi, y no a la causa de la obligación.

También, con base en la jurisprudencia argentina, Alsina hace ver que debe distinguirse la
“causa”, o sea el fundamento legal del derecho que una parte pretende contra otra, de los
“medios”, o sean las pruebas y los argumentos; de modo que, una variación en estos últimos no
importa una variación en la causa petendi.

J) Transacción:

El código civil en el artículo 2151 establece que la transacción es un contrato por el cual las
partes, mediante concesiones recíprocas, deciden de común acuerdo algún punto dudoso o
litigioso, evitan el pleito que podrá promoverse o terminan el que está principiando. La excepción
previa de transacción en consecuencia procede ante la existencia de un acuerdo de voluntades
que antes o durante la realización de un juicio, ha decidido evitar el mismo o ponerle fin. Algunos
tratadistas estiman que en realidad es un modo anormal de dar fin al proceso.

Sus efectos en el proceso se producen pues, en virtud del contrato celebrado entre las
partes y siempre que éste reuna los requisitos que establece el Código Civil.
K) Excepción de arraigo:

También conocida como Cautio Judictum Solvi, tiene su fundamento en garantizar la


continuidad de un proceso judicial, cuando el actor es extranjero o transeúnte y el demandado
guatemalteco, logrando con ello la protección de intereses de nacionales protegiéndolos de los
daños y perjuicios que pudieran sufrir por parte del extranjero-actor que promoviere una
demanda sin sustentación legal.

Guillermo Cabanellas la define como aquella oponible por el demandado para que el actor,
cuando esté domiciliado fuera de la jurisdicción del juez preste caución bastante para hacer frente
a las responsabilidades derivadas de la demanda.

Siguiendo una corriente de reciprocidad basado en el artículo 383 del Código de Derecho
Internacional Privado (Código de Bustamante) no procede esta excepción si el actor extranjero
prueba que en el país de su nacionalidad no se exige esta garantía a los guatemaltecos. Tampoco
procede si el demandado fuere también extranjero o transeúnte.

L) Litispendencia:

Litispendencia (litis-pendiente) equivale a juicio pendiente es decir que se encuentra en


trámite y se alega cuando se siguen dos o más procedimientos iguales un cuanto a sujetos, objeto
y causa. Esta excepción tiene su fundamento en impedir fallos distintos en dos procesos con
identidad de causa, partes y objeto, así como también que el fallo en uno haga prejuzgar al juez
respecto del otro. El CPCyM establece que cuando la demanda entablada en un proceso sea igual a
otra que se ha entablado ante juez competente, siendo unas mismas las personas y las cosas sobre
las que se litigan, se declarará la improcedencia del segundo juicio (art 540).

Para la procedencia de esta excepción, es necesario que existan dos procesos iguales, en
que se den identidad de personas (partes) y de cosas (objeto) sobre las que se litiga y que ambos
se encuentren en trámite, es decir no fenecidos y se hace necesario probar la existencia del otro
proceso, para efectuar el examen comparativo. También es importante mencionar que no procede
esta excepción cuando existiendo identidad de personas y cosas en dos procedimientos, los
sujetos procesales, actor y demandado no son iguales, ya que no ocupan la misma posición, dado
de quién aparece en un proceso como ator, aparece en el otro como demandado y viceversa.

Para Niceto Alcalá-Zamora y Castillo, las excepciones como la de litispendencia,


incompetencia por razón de la materia y cosa juzgada material, son excepciones relacionadas con
el litigio, porque no se refieren al elemento procesal (instancia) de la acción, sino a su elemento
sustancial (pretensión). Por lo que concierne a la litispendencia y a la cosa juzgada (ambas basadas
en el principio non bis in idem), no impiden que se accione, sino que tienden a evitar un nuevo
pronunciamiento sobre la pretensión deducida o juzgada, que es a la que se refieren las
identidades que su funcionamiento exige.

En realidad la excepción de litispendencia, supone las tres identidades (personas, objeto y


causa), que deben concurrir necesariamente para la procedencia de la excepción, y en tal virtud es
exacta la afirmación de Alcalá-Zamora y Castillo al sostener que es una excepción que se refiere al
litigio y no al proceso. El Juez para examinar esta excepción debe concretarse al análisis de dichos
elementos, si concurren, se tratará de idénticos juicios, y como consecuencia lógica el segundo de
ellos no tiene ninguna razón de ser.

Mario Aguirre se plantea ¿qué se entiende por segundo juicio para los efectos de la
aplicación del artículo 540 del CPCyM? De acuerdo con las normas del Código sólo puede
entenderse constituida la relación procesal cuando hay emplazamiento, porque es hasta ese
momento en que el juez conoce a prevención de los demás y el demandado queda sujeto al juez
emplazante ante quien debe seguir el proceso.

En otras palabras, el segundo juicio, puede cronológicamente presentarse como tal,


siempre y cuando en el primer juicio el juez que conozca de él sea competente y haya emplazado
al demandado. Pero, si no ha habido emplazamiento, el demandado no está vinculado por la
primera demanda (aunque sea de fecha anterior), y por ese motivo, será hasta el momento en que
se le emplace que opondrá la excepción de litispendencia, aun cuando cronológicamente
hablando la demanda sea de fecha anterior.

EXCEPCIONES PERENTORIAS

Son medios de defensa que utiliza el demandado con el objeto de atacar la pretensión del actor,
en consecuencia atacan el fondo y se prueban con el litigio principal y se resuelven al dictar
sentencia, son innominadas, pero comúnmente adoptan el nombre de formas de cumplimiento o
extinción de obligaciones (pago, novación, remisión, etc.). Tienen como finalidad extinguir o
terminar con la pretensión del actor.

No existe un artículo específicamente que las regule, sólo se mencionan en el artículo 118 del
CPCyM, en el que se indica que al contestar la demanda se podrá interponer las Excepciones
Perentorias que tuviere, y habla de las nacidas con posterioridad, que podrán interponerse en
cualquier estado del proceso, y ambas es resolverán en sentencia.

Las Excepciones Perentorias nunca se tramitan en incidente, ya deben interponerse al contestarse


la demanda en sentido negativo, en cuyo caso se resuelven en sentencia, o bien en el caso de las
nacidas con posterioridad al contestar la demanda, se podrán interponer en cualquier estado del
proceso y también se resuelven en sentencia.

Son aquellas oposiciones que en el supuesto de prosperar excluyen definitivamente el derecho del
actor de manera tal que la pretensión pierde toda posibilidad de volver a proponerse eficazmente.

Las excepciones perentorias proviene su denominación del verbo perimere que equivale a matar,
aniquilar o destruir expresiones que ya de por si son significativas para definir las excepciones
que ya de por sí son significativas para definir las excepciones perentorias como todos aquellos
medios defensivos que matan, destruyen, aniquilan, el derecho sustantivo objeto del juicio. Su
finalidad es la absolución del demandado y por eso mismo la única oportunidad de
interponerlas es al contestarse sobre el fondo de la manda.

Las excepciones perentorias no son defensas sobre el proceso sino sobre le derecho. No procuran
la depuración de elementos formales de juicio sino que constituyen la defensa de fondo sobre el
derecho cuestionado.

A diferencia de las dilatorias su enumeración no es taxativa. Normalmente no aparecen


enunciadas en los códigos y toman el nombre de hechos extintivos de las obligaciones en los
asuntos de esta índole: pago, compensación novación, etc. Cuando no se invoca un hecho
extintivo sino alguna circunstancia que obsta al nacimiento de la obligación también llevan el
nombre de ésta: dolo fuera error etc. Si no se trata de obligaciones o cuando tratándose de estas
se invoca simplemente la inexactitud de los hechos o la inexistencia de la obligación por otros
motivos.

A diferencia de las dilatorias las excepciones perentorias no se deciden in limite litis, ni suspenden
la marcha del procedimiento, ya que su resolución se posterga en todo caso para la sentencia
definitiva.

Estas excepciones descansan sobre circunstancias de hecho o sobre circunstancias de derecho.

La excepción perentoria no destruye la acción sino que la hace ineficaz. Aún con la interpretación
tradicional de las normas procesales que no distinguen el derecho substancial de la acción,
tampoco cabía pensar que la excepción perentoria destruía el derecho lo que se veía claro en
algunas de esta clase.

EXCEPCIONES MIXTAS

No se regulan en el CPCyM como tales o en forma taxativa, pero existen. Son aquellas excepciones
que nominadas como previas, de acogerse, tienen efecto de perentorias. En otras palabras, la
excepción mixta, es una excepción previa (prescripción, caducidad, transacción, cosa juzgada) que
de acogerse ataca la pretensión, puesto que impide conocer nuevamente la misma. Las
excepciones mixtas pueden interponerse en cualquier estado del proceso, de acuerdo al artículo
120 del CPCyM.

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