Entre las décadas de 1940 y 1970 la economía mexicana experimentó un largo proceso de
industrialización por sustitución de importaciones (ISI) en el cual destacó la amplia protección del
Estado para la actividad industrial nacional.
El avance principal del proceso fue la producción doméstica de los bienes de consumo durables
dirigida esencialmente al mercado interno. Dos resultados relevantes de la ISI fueron el registro de
ritmos altos de crecimiento económico y la mejoría del bienestar social en el país.
El programa de sustitución de importaciones, que inició aproximadamente en los últimos años de
la década de 1940. De manera directa, el Estado fungió como proveedor de infraestructura básica
y como inversionista en actividades estratégicas para abastecer insumos necesarios que
dinamizaran el avance industrial
De manera indirecta, mediante su política económica, vino a garantizar una amplia estructura de
protección y estímulo a la industrialización con el propósito de apoyar el crecimiento económico
del país.
Cabe hacer notar que si bien la ISI logró avances elocuentes, ello no significó, al término del
proceso, la integración y la competitividad internacional de la producción industrial del país.
Cuando la sustitución de importaciones no alcanzó un proceso más intenso, un resultado
desfavorable fue el ascenso gradual del desequilibrio de las relaciones comerciales a partir de la
década de 1970, exhibiendo la creciente carencia estructural doméstica.
El sector agropecuario, hasta entonces principal soporte financiero interno del programa, tuvo
serias limitaciones para seguir desempeñando este papel cuando la mayor importación industrial
coincidió con la caída de la producción y exportación agropecuarias.
Durante la década de 1970, junto al retroceso de la sustitución de importaciones, el crecimiento
promedio del PIB empezó a perder dinamismo, y el déficit comercial creció con rapidez
multiplicando su valor promedio anual por 6.2 veces entre el inicio y el término de dicho proceso.
El agotamiento de la ISI, iniciado en los últimos años de la década de 1960, llevó a la crisis del
programa en el transcurso de la década siguiente; y ante la inmovilidad del camino trazado para la
producción doméstica y para el financiamiento externo, el freno de la misma se reveló en la crisis
de la deuda externa de México en los albores de la década de 1980.
Entre 1950 y 1980, aproximadamente, el ritmo del crecimiento de la economía mexicana
estableció condiciones favorables para que el aumento de la oferta de trabajo encontrara una
respuesta aceptable por el lado de la demanda de trabajo.
El tránsito del Estado protector a la apertura y desregulación de la economía subrayó dos
propósitos de la política macroeconómica:
El primero es la transformación del aparato de producción doméstico (cambio estructural)
con el predominio de las manufacturas.
El segundo propósito enfatizó la prioridad de reducir las tasas domésticas de inflación, aun
a costa de otros indicadores relevantes en los ámbitos de la actividad económica y el
bienestar social domésticos
El modelo económico sustitución de importaciones fue una estrategia que se tomó para que la
economía del país se fortaleciera con la esperanza de llegar a ser una de las potencias como
Estados Unidos, lamentablemente esta estrategia no funciono del todo bien, ya que no hubo una
buena planificación, es decir, no se tomaron en cuenta las consecuencias que a futuro se
presentarían.
Una de estas consecuencias y que aún sigue prevaleciendo hasta nuestros días, es la emigración
hacia Estados Unidos, pues se le dio más importancia al aspecto industrial y no al agropecuario.
Por lo cual muchas personas que se dedicaban a esto buscaron la manera de tener un sustento, y
su única solución fue emigrar a la nación vecina.
Bibliografía
Flores Salgado J. (2010). Crecimiento y desarrollo de México. Pensar el futuro de México,
Colección conmemorativa de las revoluciones centenarias. (pp. 61-80)