Comentario Filológico
Comentario Filológico
3. COMENTARIO FILOLÓGICO
En un comentario filológico se debe estudiar el estadio de evolución lingüística que presenta el
texto para extraer las conclusiones cronológicas que permitan fijar su datación y establecer (por sus
particularidades lingüísticas) quién es el autor, cuál es la obra y en qué corriente literaria se contex-
tualiza esta. Habrá que señalar todo aquello que cambia en el texto con respecto al español actual,
es decir, extraer como ejemplos solo las palabras o las expresiones que ayuden a la fijación textual.
Si un fenómeno no se da en el fragmento propuesto y, por tanto, no hay ejemplos, no se comenta,
salvo que sea realmente significativo como indicio, por ejemplo, la ausencia de la grafía de la f- inicial
latina que ha sido reemplazada por la h- aspirada, evolución producida a partir del s. XVI.
El texto con grafías no actuales debe ser anterior a 1726, fecha de la fijación de la ortografía por la
RAE con la publicación del Diccionario de autoridades (1726-1739) y de la Orthographía (1741) y de la
morfología con la de la Gramática (1771). La historia de la evolución del castellano hasta estas fechas
es profunda y continua, objeto de preocupación filológica de grandes humanistas como Alfonso X
y Elio Antonio de Nebrija, de tal manera que habitualmente se clasifica la evolución del idioma en
las siguientes etapas:
Castellano prealfonsí: corresponde al romance escrito desde los primeros textos castellanos
escritos conservados hasta 1252, fecha de inicio del reinado del rey Alfonso X.
Castellano alfonsí: se escribe en el período comprendido entre 1252 a 1400. Algunos autores
retrasan la fecha del comienzo hacia 1270 aproximadamente, inicio de la composición de la Es-
toria de España e, incluso, en 1276, cuando escribe el Libro de la ochava esfera, obra en la que el rey
Sabio reflexiona sobre el idioma para consolidar o condenar numerosas realizaciones fonológicas
como la apócope.
Castellano prehumanista: corresponde al s. XV hasta 1492, de influencia culta italiana.
Castellano del Siglo de Oro: es el establecido desde la aparición en 1492 de la Gramática caste-
llana de Nebrija hasta inicios del siglo XVIII, período crucial de fijación fonológica y la correspon-
diente grafía de la mayoría de las evoluciones medievales. Esta labor filológica fue consolidada
por humanistas como los hermanos Valdés, el Brocense, fray Luis de León, Fernando de Herrera,
etc., y por la propia producción literaria de la espléndida pléyade de escritores renacentistas y
barrocos.
Español moderno: es el fijado por la RAE a partir de 1726 con la consolidación normativa idio-
mática.
El estudio diacrónico textual se llevará a cabo en los planos fonético-fonológico, morfosintáctico y
léxico-semántico.
18 PRÁCTICA
La grafía visigótica k para el fonema velar oclusivo sordo se sustituye en 1150 por la
solución carolingia c, por lo que esta fecha siempre es tenida en cuenta como límite
inicial para la datación.
XX Labiales
Oclusivo
sonoro /b/ En el siglo XIII, -b. Al final del siglo,
-B implosiva, ciudat CIBDAT primeros casos de vocalización. En
vocalización la primera mitad del XIV alternan la
-B final codo COBDO vocalización y la -b, y se impone la
vocalización en la segunda mitad del XIV.
Fricativo
-u- mouer -u- hasta la segunda mitad del XIV.
sonoro -B-, -V- MOVERE
-v- mover -v- desde la segunda mitad del siglo XIV.
/β/
En cuanto al fonema fricativo sonoro /β/, en el s. XVI pierde la distinción fricativa sonora y se asimila
a la oclusiva sonora con alternancia de sus dos grafías b y v, que se confunden. De esta forma, si
hallamos términos con evoluciones antietimológicas, como buelo en vez de vuelo, sin duda estamos
ante un texto del Siglo de Oro, cuando predomina más la grafía b que v. Así, podemos encontrar el
imperfecto amaba con tres grafías: amaua, hasta la segunda mitad del s. XIV; amava, desde la segun-
da mitad del s. XIV hasta el s. XVIII, y amaba, desde el s. XVI a la actualidad.
LENGUA CASTELLANA Y LITERATURA 19
Guía para comentarios de texto
En cuanto al fricativo sordo /f/, ya aparece como h- en las Serranas de Juan Ruiz (manuscrito del
s. XV). En el siglo XV, alternan f- y h-, pero predomina f-. En 1501 predomina h- y si se mantiene la
F- latina en el s. XVI, es por cultismo (femíneo < FEMINEUS) o arcaísmo. En la edición de La Celestina
de 1499 predomina la f-, pero en la de 1501 ya prevalece la h-. Desaparece la f- alrededor de 1520.
La h- ya se pronunciaba aspirada en el norte en el siglo XV, pero dicha aspiración se va perdiendo
conforme se extendía hacia el sur. En la primera mitad del XVI, el toledano Garcilaso aspira la h-, la
considera consonante y, por ello, impide la sinalefa. En 1558 se traslada la corte de Toledo —que
aspiraba— a Madrid —que ya no aspiraba— y se impone la h- muda. Pero en el sur seguirá la aspira-
ción (Herrera, sevillano, en sonetos de 1582). La aparición de la h- inicial antietimológica, esto es, en
términos que no deberían llevarla, se considera aragonesismo o arcaísmo.
Es interesante atender a la evolución de la h en el sustantivo hombre. En los ss. XII, XIII y XIV se dan las
formas ome (forma asturiana o leonesa) y omne. En el XIV ya aparece homne en el Libro de Apolonio
escrito en la primera mitad del XIII, pero su manuscrito es del XIV. En el s. XV se generaliza ombre, y
en el XVI aparece ya hombre.
Por otra parte, no hay que confundir la h- romance con la h- inicial latina: HABERE. Lo más frecuente
es que la latina no se transcriba, ya que no se pronunciaba. Los casos en los que aparece esta h- latina
pertenecen al período prehumanista del s. XV y a partir del XVI, por el afán culto.
XX Dentales
No relevante.
Oclusivo -T- conde COMITE
-d- La -d- en desinencia
sonoro /d/ -D- quando QUANDO
-ades se pierde en el XV.
c-e, i
ciento CENTUM
ç, ce, i Cons.+Ce, i
Africado vençer VINCERE
Se pronuncia TY, CY Distinción hasta el s. XVI.
sordo /ŝ/ fuerça FORTIA
ts NDY, RDY
verguença VERECUNDIAM
z -ce, i-
Africado fazer FACERE
Se pronuncia RGe, i Distinción hasta el s. XVI.
sonoro /ẑ / arzilla ARGILLAM
ds NGe, i
A lo largo del s. XV y definitivamente en el XVI, las africadas se fricatizan, se ensordece el fonema so-
noro y se asimila al sordo: /ŝ/ y /ẑ / > /s/ con grafías ç, ce, i, z. El ajuste culmina hacia 1560. Sin embargo,
la ç no desaparece hasta 1726. A principios del XVII, el fonema se hace interdental /θ/, de manera
que las grafías se combinan de la siguiente forma: za, ce, ci, zo, zu. Por ello, podemos encontrar la
forma hacer, que aparece desde el s. XVI hasta la actualidad, pero azer (al ser etimológica) puede
ser de cualquier época y mantenerse en el XVI hasta la fijación de la ortografía como arcaísmo. Lo
mismo ocurre con lanza, que aparece desde el XVI hasta la actualidad, pero la forma medieval lança
puede darse hasta 1726.
El proceso empieza ya en el s. XV, y en el Cancionero de Baena, manuscrito de h. 1465, se producen
confusiones de dentales ç y z y alveolares -ss- y -s-.
20 PRÁCTICA
XX Palatales
Se mantiene -ct- en palabras cultas después del s. XIII. A veces puede darse alguna vacilación primi-
tiva, como en Berceo: leio por lecho.
La grafía g para el fonema /ž/ se da sobre todo en cultismos y en galicismos. A finales del XV e inicios
del s. XVI, se pierde el fonema sonoro /ž/ (se ensordece) y se producen vacilaciones en las grafías: x, j.
En un largo proceso que va del siglo XVI a principios del XVII, el sordo /š/ pasó a ser velar fricativo sordo
/x/. Así, encontramos estos ejemplos: Dijo aparece a partir del XVI; sin embargo, dixo es la grafía normal
medieval para representar el sonido jota /x/; al desaparecer el sonoro en el XVI, la grafía x se mantiene
hasta 1817 (de ahí que se escriba México, aunque se pronuncie con j). La palabra mujer es evolución
etimológica y puede ser de cualquier siglo, pero muxer es una forma rara y antietimológica que solo
podrá encontrarse en el XVI.
A principios del XVII solo había ya una g o j sorda, como hoy. En los ss. XII y XIII aparece yent en vez
de gente < GENTEM, por confusión con el fonema alveolar africado sonoro y.
XX Alveolares
M. Ariza Viguera (1988) incluye los fonemas alveolares en los palatales.
Se inicia la confusión de las grafías geminada y simple de las sibilantes en el s. XIV. En el Cancionero
de Baena, cuyo manuscrito es de h. 1465 (aunque con poemas de la segunda mitad del XIV e inicios
del XV), abunda la ss- inicial (ssobre, sseso…) como artificio culto consonántico: ff-, pp, etc. En el s. XVI
ya no se distinguen los fonemas por ensordecimiento del sonoro: /s/ y /z/ > /s/ con grafía s en todas
las posiciones. La -ss- intervocálica va desapareciendo poco a poco y llega hasta el primer cuarto del
s. XVIII. Por ejemplo, pasión < PASSIONEM puede darse desde su origen hasta 1726, pero la variante
pasión se encontrará desde el XVI hasta la actualidad; la forma pesar < PENSARE se puede hallar
desde su origen hasta la actualidad y el pesar antietimológico solo puede darse desde el siglo XVI al
XVIII. El reajuste de las sibilantes culmina prácticamente hacia 1560.
En la Edad Media la grafía y es un fonema semivocálico y podía encontrarse como segundo elemen-
to de un grupo vocálico: muy, trayción. Además, se halla en posición inicial de palabra: yo < ieu < eo
(s. VI) < EGO. Sin embargo, hay que tener cuidado, porque muchos editores modernizan las grafías y,
i con valor vocálico y, además, en textos del XIII e inicios del XIV la palabra y significa allí.
Por otra parte, la conjunción et pasó a e (Corominas, en el s. X), luego aparece i, que fue alternándose
con y, hasta que en 1726 se fijó y. A veces en algunos manuscritos y en los incunables impresos apa-
rece representado por un signo tironiano τ (como una «tau» griega) usada como abreviatura por el
amanuense del original o por el editor-impresor de la obra. (Vid. infra nota en el apartado sobre los
nexos y enlaces del plano morfológico).
XX Velares
ga, o, u
Oclusivo -G- graçia GRATIAM
gue, i Sin relevancia.
sonoro /g/ GL-, GR- rogado ROGATUM
gr, gl
El fonema oclusivo sonoro tenía dos alófonos: uno oclusivo y otro fricativo. En los siglos XII y XIII hay
confusión entre y- / g- yente y gente.
La grafía qu- + -a (quando) se mantiene hasta 1817, año en el que pasa a escribirse c-: cuando.
XX Laterales líquidas
Los fonemas y las grafías l, ll se mantienen igual que en el sistema actual: vasallo.
Un caso especial propio de la época prealfonsí es la presencia de la grafía l- inicial para el fonema /l/
por influjo leonés o gallego-portugués: LLEVARE > levar (hay una palatalización, pero se pronunciaba
llevar).
Los grupos latinos CL-, FL-, PL- evolucionan a ll-.
22 PRÁCTICA
XX Laterales vibrantes
Se mantienen igual que en el sistema actual: r- -rr-, -nr-.
XX Nasales
Las nasales m, n, ñ se mantienen igual que en el sistema actual. La ñ castellana proviene de varios
grupos consonánticos latinos: -MN-, -GN-, -NG-, -NN-, NY > ñ. Aparece ya en el manuscrito del Libro
de Alexandre del siglo XIV (fecha de composición de 1230) y se consolida a lo largo de esta centuria:
CONGA > cuña.
Con toda seguridad, el fragmento que tengamos que analizar presentará un estado de grafías de
la lengua desde el s. X como fecha más lejana (las jarchas) hasta el XIX (1815), cuando la RAE fija el
estado de las grafías actuales. Por eso, no son relevantes para la datación del texto las evoluciones
tempranas del latín al castellano —que se dan desde el s. II hasta el XI—. Aun así, se incluyen aquí
para ofrecer la más amplia información posible y ver algún caso especial, como es el de la termina-
ción -mente. Sí son pertinentes tanto las evoluciones tardías —siglos XII-XVIII— como las modernas
—siglos XVIII-XIX— para la datación e identificación textuales.
XX Evoluciones tempranas
−− Diptongación de Ĕ y Ŏ en situación tónica en ié y ué si no van seguida de yod:
SĔMPRE > siempre, BŎNAM > buena. Un caso especial es -MĔNTE > -miente en el s. XIII >
-mente en el s. XV. Otros casos en los que no se suele producir diptongación son omne, conde,
don y donna, a pesar de ser la o vocal abierta y tónica. Se produce doblete en las fórmulas de
respeto, quizá por un uso átono cuando acompaña a un sustantivo: dueño/don, dueña/doña.
−− Transformación de Ĭ y Ē en e si no van seguidas de yod: ĬSTEM > este, DONNACILLA > donzellla,
COLLIGERE > coger.
−− Transformación de Ō y Ŭ en o si no van seguidas de yod: SUPER > sobre.
−− Monoptongación o evolución de AE, AI y OE en e: PRAESENTIA > presencia, IANIARIUM> ene-
ro, POENATAM > penada.
−− Monoptongación de AU en o: CAUSA > cosa.
−− Síncopa de vocales interiores protónicas o postónicas como la i, salvo la a, que ofrece mayor
resistencia: FEMINA > hembra, DESSIDIUM > desseo.
−− Reducción de las vocales finales en romance a tres: -a, -e, -o, cuando se hallan en la última síla-
ba átona; así, la -i y la -u átonas pasan a -e y -o, respectivamente: FIDELI(S) > fiel, MULTUM > mucho.
Influencia de la yod
−− A + I > e: CABALLARIUM > CABALLAIRUM > caballero.
−− A + RY, SY, PY > metátesis de y, la a al quedar en contacto con la i se transforma en e:
PRIMARIUS > PRIMAIRUS > primero.
−− A + palatal > e + palatal: FACTUM > fecho.
−− Ĕ y Ŏ seguidas de yod no diptongan: MELIOR > mejor.
−− Ĭ y Ŭ seguidas de yod se mantienen igual y no evolucionan a e, o, como sería lo normal:
PETITIONEM > petiçion.
LENGUA CASTELLANA Y LITERATURA 23
Guía para comentarios de texto
XX Evoluciones tempranas
−− Simples iniciales: se conservan como en latín: CABALLUS > caballo. La única excepción es
F- inicial.
−− Grupos iniciales: PL- > ll-: PLUVIA > lluvia, PLAGA > llaga. CL- > ll-: CLAMARE > llamar.
El grupo QU- pierde la u en la pronunciación, aunque a veces la conserve en la escritura. En los
grupos quá- y quó- acentuados, se conserva la u por regla general. Son realizaciones cultas las
consonantes dobles iniciales que aparecen en el Cancionero de Baena: ffortamente.
−− Interiores simples: las grafías correspondientes a los fonemas sordos intervocálicos latinos
se sonorizan en castellano: -P-, -T-, -C-, -S-, -F- > -b-, -d-, -g-, -z-, -v-. Las grafías de los fonemas
sonoros latinos intervocálicos se pierden normalmente: -B-, -D-, -G-: CRUDELIS > cruel. La ex-
cepción es la desinencia verbal -ades, que se mantiene en castellano hasta finales del XV.
−− Interiores dobles: normalmente se simplifican, aunque a veces se conservan por influencia cul-
ta: BOCCATUM > bocado, OFFRECIMENTUM > ofrecimiento. -LL- > -ll-: DONNACILLA > donzella.
-NN- > -ñ-: ANNUS > año (la ñ ya aparece en la primera mitad del XIV como en el manuscrito del
Libro de Alexandre).
−− Interiores agrupadas: los grupos formados por l, r, n, s + consonante se conservan generalmen-
te: demanda. No obstante, hay algunas asimilaciones y excepciones: MB > m (no en general) ||
MN > ñ || GN > ñ || CT > ch || X (SC) > x > j || PT > tt || RS > ss || PS > ss || NS > s || KS implosivo > s
|| SC > c.
−− Grupos finales: las consonantes finales en latín se pierden en romance, excepto -L, -R, -S.
La nasal final -M a veces pasa a -n. TAM > tan.
Influencia de la yod
−− En los grupos RY, SY, PY hay metátesis: -ir-, -is-, -ip-.
−− Los grupos TY, KY evolucionan a ç hasta el siglo XV y en el XVI a ce, i, za, o, u.
−− Los grupos NY, NGe, GN > ñ. Una excepción es REGNO > reino.
−− Los grupos de la 2.ª yod LY, C’L, G’L, T’L > j.
Grupos romances: en el castellano prealfonsí son más frecuentes las vacilaciones de los grupos
consonánticos, pues todavía está reciente en la memoria lingüística la pérdida de las protóni-
cas latinas, por lo que las coincidencias consonánticas se resuelven de distinta manera: judgar,
comde. Por otra parte, la evolución de los grupos romances coincide con frecuencia con la de
los grupos latinos, pero a veces los resultados son distintos por haberse introducido en épocas
recientes: M’N > ñ; M’N > -mbr-: HOMINEM > hombre. La reducción de grupos latinos consonán-
ticos internos se produce al inicio del s. XV.
3.2.1. Sustantivos
Los sustantivos patrimoniales del castellano provienen del acusativo latino con pérdida de la -m
final. Se pierden los casos y se desarrollan las preposiciones para indicar las funciones sintácticas.
La formación de neologismos y la evolución constante de los nombres patrimoniales se reflejan en
realizaciones derivadas muy diversas, con toda clase de sufijos y vacilaciones en la flexión nominal
(buen ora), pues los sustantivos neutros latinos pasan a ser masculinos o femeninos sin norma fija.
Algunas consideraciones para la datación textual son:
Es frecuente en todo el medievo el apócope en antropónimos seguidos de patronímicos: Ferrán
o Fernand González.
En el período prealfonsí es habitual la contracción de doña en don con nombre propio que em-
piece por vocal: Don´Urraca.
En la época alfonsí, el tratamiento de cortesía don puede ir con profesiones: don alguacil.
En toda la Edad Media, los sustantivos acabados en -or son masculinos o femeninos: señor (muy
habitual en la poesía cortesana). El femenino en -ora se impone en el XVI.
A partir del siglo XIV, los plurales de los sustantivos acabados en -y (reys) hacen el plural con -es
(reyes).
Los sustantivos acabados en -a fueron tratados como masculinos en los Siglos de Oro (el centine-
la), salvo que la misma palabra empiece por vocal a- tónica, considerada entonces femenino: la
hacha. Luego se reajustó el artículo masculino para evitar cacofonía: el hacha.
El uso del diminutivo afectivo se atestigua ya en Berceo como recurso expresivo de proximidad
al lenguaje del vulgo. En los siglos XII y XIII, el diminutivo -iello es el más usado, junto con -ico y
-uelo, pero en el XIV monoptonga en -illo y si aparece -iello en la lengua literaria, es arcaizante
hasta 1370.
Durante la Edad Media, hay vacilación entre los prefijos abs- y obs- y entre es- y ex-: escuro.
La terminación -miento se mantiene hasta el s. XVII: contentamiento.
3.2.2. Adjetivos
En general, durante la Edad Media se da poca adjetivación; solo a partir del período prehumanista,
por voluntad estilística culta, son frecuentes los adjetivos hasta llegar a su máximo esplendor rena-
centista y barroco. Normalmente, antepuesto refleja intención latinizante y pospuesto es propia-
mente castellano.
En los ss. XII y XII, los adjetivos acabados en -dor son masculinos o femeninos (traydor), sobre todo
con la construcción perifrástica con ser: es amador. A partir del XIV, se añade por paragoge la -a y
aparecen adjetivos femeninos acabados en -ora.
En cuanto al grado, en los ss. XII al XV el superlativo es analítico y se forma con muy, bien o muy
grant, fuerte, además: bien cuitada, muy grande señor. En concreto, en el período prealfonsí se
utiliza plus o assaz (<AD SATIS, «suficiente», «harto») más adjetivo. También se conservan los
cultos sintéticos (mejor, mayor…) para el comparativo o las analíticas más, tan, ansí… que,
como, de, ca…
El superlativo latino -ísimo solo aparece en Berceo. En el s. XV, se introduce como cultismo y ya
en el XVI se incorpora plenamente.
LENGUA CASTELLANA Y LITERATURA 27
Guía para comentarios de texto
XX Artículos
Los rasgos que se producen en la Edad Media hasta el s. XV incluido son:
El artículo ela sufre apócope de -a ante cualquier vocal, pero en el s. XVI el artículo solo pierde la
-a ante a- inicial tónica, como ahora.
En los ss. XII, XIII y XIV, se omite el artículo en los atributos de los predicados nominales: fue rey, y
con CD de nombre abstracto: dar heredat. En general, no llevan actualizador los sustantivos o los
sintagmas nominales regidos por preposición, para señalar abstracción o generalidad.
Combinación del artículo, posesivo y nombre: la mi bendiçión. En el s. XV ya decae su uso y en el
XVI se pierde, salvo en textos arcaizantes.
XX Personales
En el s. XIII aparecen los primeros ejemplos de nosotros, pero predomina nos.
A finales del siglo XIII desaparecen las formas apocopadas m’ > me, t’ > te, s’ > se, salvo l’.
En el siglo XIV, los primeros casos de vuestra merced se dan en el Libro del caballero Zifar, pero
predomina vos como fórmula de cortesía de segunda persona singular o plural y en masculino
o femenino. Vos exige verbo en plural, pero concierta en singular con el adjetivo aplicado a la
persona a quien se dirige: Vos, don Pedro, sois docto.
A finales del XIV, desaparece connusco «con nosotros», combusco, convusco o uusco «con vos» y
se propagan nosotros y vosotros. Sigue vos como fórmula de cortesía. En el s. XV, se registra vuestra
merced en el Corbacho junto a vos. A fines del XV, el pronombre vos, átono, pasa a os: vos digo >
os digo.
En el XVI desaparece la forma gelo > se lo. Prevalecen nosotros y vosotros para el pronombre
tónico (sujeto), menos para el tratamiento de cortesía en relaciones formales o con individuos
superiores. En estas situaciones se emplea cada vez más vuestra merced que vos, que pasará a
finales de siglo a usarse entre familiares o para dirigirse a inferiores, como es el caso del Quijote. En
la segunda parte de la obra cervantina aparece ya vuesa merced, alternando con vuestra merced.
La evolución vuestra merced / vuesa merced a usted se produce desde finales del siglo XVI hasta
mediados del XVII. La primera aparición de la forma plena usted en España data de 1620, según
R. Lapesa.
XX Posesivos
En la segunda mitad del s. XIII, se va perdiendo la alternancia genérica entre mío y mía, pero mío
se usa sin distinción de género masculino o femenino hasta la segunda mitad del XIV, cuando
aparece la forma femenina mía: la mía madre.
A finales del siglo XIII se pierde la alternancia genérica de los posesivos de segunda y tercera
persona to, so, tu, su, aunque hay algunos ejemplos esporádicos en el s. XIV.
Hasta la segunda mitad o finales del s. XIV perdura la forma mío, como determinante antepuesto
en vez de mi: mío padre.
En el s. XV se pierde el uso del artículo más posesivo y sustantivo: la su voz. Solo queda algún
ejemplo arcaico hasta 1525.
28 PRÁCTICA
XX Demostrativos
Durante toda la Edad Media y hasta el s. XV, alternan las formas este y aqueste. En el s. XVI predomi-
na este, pero se mantiene aqueste como arcaísmo. En el s. XVII todavía quedan restos de aqueste.
XX Relativos
En el s. XIV alternan qui y quien, pero en el XV se generaliza quien. En la primera mitad del XVI se
desarrolla el plural quienes.
XX Indefinidos
En los ss. XII y XIII, se usa much seguido de un vocablo con vocal inicial y muy si le sigue una pa-
labra con consonante inicial: much alegre, muy contento.
En el s. XIV desaparece la forma negún, propia del XIII, y es sustituida por nengún o ningún.
En el s. XIV, alguién lleva acentuación tónica en la e. En el s. XV aparece alguien y a finales del XV,
nadie. En el siglo XVI todavía hay casos de alguién y en la segunda mitad del XVII se extiende la
pronunciación moderna de alguien.
Nada es una lexicalización tardía de la expresión NULLA RES NATA, «ninguna cosa nacida».
Es común en la Edad Media el uso de omne u ombre como indefinido, que desaparece en el XVI
al adquirir uno, alguien o nadie tal valor.
Es habitual el uso de vos ambos con el valor de «todos» en toda la Edad Media.
3.2.4. Verbos
En la época prealfonsí, los verbos intransitivos y reflexivos a veces llevan como auxiliar el verbo ser en
vez de haber, aunque ya en el Poema de Mio Cid se conjugan las formas compuestas con haber: son
entrados en vez de an entrado. Por otra parte, en las formas de aver y participio, este puede concordar
con el complemento directo en género y número: la avemos guiada.
XX Formas no personales
En el s. XIII algunos infinitivos todavía presentan la -e etimológica del infinitivo latino: cantare.
En el castellano prealfonsí, abunda el participio de presente latino por arcaísmo o galicismo:
entrant (entrante). También en el s. XV son frecuentes los participios de presente por influencia
latina prehumanista: concordante.
En el siglo XIII predominan los participios de pasado en -udo, por influencia culta de los latinos
acabados en -utus, que evolucionan a -ado en el XIV.
XX Presente de indicativo
A finales del XIV empieza a perderse la -d- intervocálica en la segunda persona de plural pre-
cedida de vocal tónica: amades > amaes o amás. En el s. XV, alternan algunos restos de amades
(hasta 1470), amaes, amás y amáis. En el s. XVI hasta 1550 se encuentran amaes, amás y amáis.
Y después de 1550, solo se escribe amáis en España, pero en América perdura amás (voseo). A
mediados del s. XVI también empieza a perderse la -d- precedida de vocal átona: amavais.
En los textos prealfonsíes, se produce apócope en las formas so / soy, do / doy, esto / estoy, vo / voy,
ha / hay. A partir de 1276 se suele restaurar la vocal perdida, pero siguen encontrándose vacila-
ciones como arcaísmo hasta el XVI, momento en el que se imponen las formas actuales.
En los textos en los que aparezcan é, á con acento ortográfico, a pesar de que no existe la tilde
en el medievo, es por voluntad diacrítica del editor para distinguir las formas verbales he y ha de
la conjunción y preposición, respectivamente. La forma impersonal hay se consolida en el XIII.
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XX Imperfecto de indicativo
En los ss. XII y XIII alternan en el imperfecto y condicional -ía / -íe/ -ié con predominio de -íe / -ié
del XII al XIV: teníe, podié. A inicios del s. XIV, ya prevalece -ía. Quedan casos de -ie en Arcipreste de
Hita y SemTob. En el XV ya se impone la desinencia -ía.
Hasta la primera mitad del XIV encontramos amaua; en el XV, amava, y en el XVI, amaba.
Es frecuente la desinencia -ra con valor de pluscuamperfecto o imperfecto de indicativo.
XX Futuro de indicativo
La formación perifrástica con el infinitivo + he (amare he) se desarrolla temprano en el castellano
y se mantiene hasta el s. XV.
En las subordinadas, se utiliza como arcaísmo desde el s. XII durante la época alfonsí y hasta la
primera mitad del XIV el futuro de indicativo con valor de subjuntivo.
En el XVII desaparece el futuro con metátesis: porné por pondré.
XX Subjuntivo e imperativo
En toda la Edad Media encontramos diera (imperfecto de subjuntivo) con valor de pluscuamper-
fecto de indicativo (había dado), porque la desinencia -era en latín la llevaba este tiempo. Ya en el
s. XVI, la desinencia -ra pierde su valor de pluscuamperfecto de indicativo.
También se usan el presente y el imperfecto de subjuntivo con valor de imperativo hasta aproxi-
madamente 1474: podades.
3.2.5. Adverbios
Algunos arcaísmos son ó: «donde»; ý, hí (hasta el XIV): «allí»; asaz: «suficiente», «harto», «muy»; apris,
aprimas: «antes», «en primer lugar»; yuso: «hacia abajo»; suso: «hacia arriba».
En la épica predomina el cuantificador tanto sobre mucho.
Hasta finales del XIII, aparece la contracción daquí (de aquí).
La terminación adverbial -mente aparece en el castellano prealfonsí diptongado o con apócope:
-mientre, -miente, -ment, -mient. En el s. XIII, suele escribirse separado del lexema adjetival: leal
mente, pues en realidad el sufijo se lexicaliza del sustantivo MENS, -TIS, que se añade a los ad-
jetivos para indicar la mentalidad sociorreligiosa con la que se califican o se hacen las cosas en
la Edad Media. Ya en el s. XIV se escribe como sufijo trabado y se usa -miente o -mente. Incluso
puede aparecer antepuesto -mente al adjetivo (aragonesismo).
30 PRÁCTICA
En los ss. XIV y XV nos encontramos agora (< AD HORAM), pero en el XVI se emplea ahora.
El adverbio non se mantiene hasta mediados del XV, cuando evoluciona a no.
Hasta finales del XV, puede colocarse un adverbio entre un verbo y un pronombre enclítico: dio
antes lo.
La abreviatura tipográfica del signo tironiano τ (inventada por M. T. Tirón c. 104-c. 4 a. C.) es
frecuente en manuscritos e incunables impresos de los siglos XV y XVI, como La Celestina,
Palmerín de Oliva, etc., y depende del usus escribendi del copista o cajista de la imprenta
para aprovechar el espacio. Equivale a la conjunción et en la mayoría de los casos, pero es
más aconsejable sustituirlo en la lectura por e, pues a veces puede representar a la primera
persona del indicativo del verbo haber, y así se determinará su valor verbal o conjuntivo por
el contexto: τholgado = e holgado; muy noble τ muy leal = muy leal y muy leal.
LENGUA CASTELLANA Y LITERATURA 31
Guía para comentarios de texto
El castellano literario suele presentar libertad sintáctica con hipérbatos, más drásticos en el espa-
ñol prealfonsí, en los ss. XV (conceptismo humanista) y XVII (culteranismo y conceptismo), como
la anteposición del complemento de régimen o del atributo o del participio de una perífrasis con
ser tras pausa y, a veces, tras conjunciones: nascido es. En el XVI se suaviza la sintaxis, con orden de
palabras sin desórdenes bruscos. Por otro lado, es un rasgo de influencia latina, propio de autores
cultos de los siglos XV, XVI y XVII, colocar con frecuencia el verbo al final de la frase.
En toda la Edad Media son frecuentes los pronombres átonos enclíticos y era obligada esta posi-
ción si el verbo aparecía detrás de las conjunciones e, mas y de pausa: e dixole. Con los infinitivos,
gerundios e imperativos, los pronombres son proclíticos si otro vocablo los precede: cómo lo
traer. Esta tendencia se mantiene hasta el s. XVII.
El complemento directo de persona o ser animado sin preposición a: Dio los fijos el pan (= a los
fijos) se mantiene hasta el s. XVI, cuando Juan de Valdés sanciona la ausencia del enlace.
En el siglo XIII abundan las formas perifrásticas de verbos en pasiva sin complemento agente con
cierto valor impersonal.
En la épica, dada la longitud del verso épico, abunda la esticomitia y la yuxtaposición.
En los ss. XIII y XIV es frecuente la parataxis en textos en prosa con polisíndeton de la copulativa et
y hay escasez de subordinadas. También predominan las subordinadas adjetivas de relativo para
explicar. A partir del XV, se desarrolla más la subordinación.
En el Libro de Alexandre (1230), manuscrito del XIV, se abusa de la disyuntiva o.
En la etapa alfonsí aparecen los verba dicendi para introducir el estilo directo (Diz el rey:…), sin
embargo, en textos anteriores se suele introducir el diálogo sin verbos de dicción.
Abundan los sobreentendidos en los textos de tradición oral (jarchas, épica, romances, etc.) o en
aquellos que intentan reflejar la lengua hablada.
En el s. XV prehumanista es frecuente la construcción paralelística de elementos coordinados,
incluso de sinónimos, como recurso de la amplificatio: demuestra e dize.
3.4.1. Sustantivos
Se deberá atender a los sustantivos que presenten variaciones de significado con respecto a la ac-
tualidad, así como a su variedad diastrática (cultismos, fundamentalmente) y diatópica (préstamos).
XX Cultismos
Se señalarán como cultismos los términos de incorporación tardía sin apenas evolución fonética en
sus grafías con respecto a su étimo y conservados en una época en la que les deberían haber afecta-
do las normas propias de los ajustes fonológicos diacrónicos: neologismos, tecnicismos y latinismos,
fundamentalmente. Son frecuentes los tecnicismos y los latinismos en la época de Alfonso X por
las traducciones científicas y legales, en las cuales se fijan términos propios de las disciplinas de las
obras. También son abundantes los latinismos en el s. XV, por influencia italiana e imitación latina:
exhortar, ígneo, piélago, turbulento. Son cultismos:
Sustantivos acabados en -cion, -tion y en -tor: legislator.
Conservación de los grupos consonánticos iniciales: spada.
Mantenimiento de grupos consonánticos interiores: -ct-, -pd-, -nn-, -gn-, etc. También se doblan
consonantes en el s. XV (cancioneros): thesoro, escriptura.
El superlativo -ísimo es culto en el s. XV y se va generalizando en el XVI.
XX Préstamos
Arabismos: hasta el s. XI, la lengua castellana incorpora del superestrato árabe multitud de prés-
tamos procedentes de ámbitos como la agricultura (alberca, acequia, arroba, alcachofa…), la
construcción (alcázar, alcoba, almohada, tabique, albañil…), la guerra (adalid, alférez…), la justicia
y administración (alguacil, alcalde…), topónimos (guadal, «río») (Guadiana, Algeciras, Alcalá…).
Galicismos: a través del Camino de Santiago y debido al establecimiento de la Orden de Cluny,
así como a la llegada de francos que participan en la cruzada hispánica contra el infiel, el cas-
tellano recibe del francés multitud de vocablos, sobre todo en los ss. XII y XIII. Son galicismos la
mayoría de palabras con sufijo -aje: homenaje, vasallaje, mensaje, linaje… También se introducen
palabras del ámbito del hospedaje, como mesón, hostal, vinagre, manjar… La segunda época de
influencia gala se corresponde con el siglo XVIII, la Ilustración.
Italianismos: en el s. XV se introducen términos italianos debido al momento prehumanista
que viven las letras hispánicas. Muchos de ellos, tomados como cultismos semánticos, atienden
al significado latino de tales vocablos y, así, tenemos al, «otra cosa», por alium, o ledo, «alegre»,
usado por Mena y Santillana. Algunos proceden del ámbito marinero: piloto, galeón…
3.4.2. Verbos
Desde el s. XII hasta finales del XV alternan haber y tener como casi sinónimos: aver significa
«tener» con valor de posesión incoativa que cambia, y tener, poseer de forma permanente y
duradera. En toda la Edad Media y primera mitad del XVI, aver suele expresar posesión de un
complemento directo abstracto (averlealtat); tener se utiliza más con complementos directos
concretos: tener dos fijas. Hacia 1550, decae esta distinción.
También en el medievo alternan haber y ser. En el s. XVI entra en decadencia haber como verbo
transitivo y ser como verbo auxiliar en tiempos compuestos.
Vivir < VIVERE, pero se encuentra la forma bivir desde el Poema del Mio Cid hasta Nebrija; la realiza-
ción bevir es rara y culta por ultracorrección, se da en obra de SemTob y Juan de Mena.
En general, el valor de las perífrasis verbales puede ser distinto del actual y lo proporcionará el
contexto, por ejemplo, en los textos épicos, la construcción querer + infinitivo tiene valor de pe-
rífrasis incoativa: ir a, o estar a punto de.
3.4.3. Campos asociativos o isotopías semánticas
Es interesante determinar los campos asociativos que predominan, puesto que condicionarán los
temas y los motivos literarios del texto: el trabajo, el campo, el amor no correspondido, la caza, la
guerra, la religión, la muerte, etc.
3.4.4. Lenguaje y estilo
En general, el estilo y la expresividad lingüística dependerán no solo del autor, sino también, en
buena parte, de la corriente literaria a la que se adscribe la obra a la que pertenece el texto. Por ello,
remitimos al repaso de las características estilísticas de las distintas etapas de la historia de la lite-
ratura expuestas en los correspondientes temas de la especialidad y que ayudarán a la localización
textual del comentario filológico.
3.5. CONCLUSIÓN
Tras comprobar las numerosas realizaciones lingüísticas diacrónicas del texto, se debe inducir una
datación textual, la localización del fragmento en una determinada época evolutiva del español, y
concretar un determinado período de tiempo para el estado lingüístico que presenta el texto ana-
lizado. Para ello, se recopilarán los rasgos más significativos que apunten a una determinada fecha,
es decir, si encontramos dos rasgos propios de finales del s. XIII y cinco que sitúan el texto en el XIV,
apostaremos por esta datación y se podrán justificar las dos particularidades encontradas del s. XIII
como posibles arcaísmos. La datación del texto ayudará a determinar la obra, la fecha de composi-
ción y el autor, esto es, la fijación filológica.
Por otra parte, hay varios factores decisivos que el opositor debe considerar antes de concluir la
datación y la fijación filológica, pues pueden inducir a errores garrafales y contra ellos debemos
advertir lo siguiente:
En la Edad Media, antes de la aparición de la imprenta, la datación textual corresponde al ma-
nuscrito en el que se transmitió la obra, que puede ser distinta de la fecha de composición del
fragmento analizado, como ocurre con los poemas del Cancionero de Baena, compuestos en la
segunda mitad del XIV y primera mitad del XV, pero recopilados en un manuscrito hacia 1465.
La utilización de ediciones adaptadas que modernizan tipografía, ortografía y usos arcaicos con
usos más actuales puede llevar a confundir un determinado estado anterior de evolución de la
lengua con rasgos modernos. Con respecto a esto, es de suponer que se utilizarán ediciones ori-
ginales o, al menos, ediciones críticas fiables de especialistas que siguen el método neolachma-
niano, es decir, el establecido por C. Lachmann y comúnmente aceptado, que consiste en cotejar
y seleccionar fuentes, ejemplares y versiones para fijar un texto ideal lo más cercano posible a la
primigenia creación original del autor.
Por último, se podrá valorar en el comentario abierto la importancia del texto y de la obra, su reper-
cusión en el ámbito escolar, en particular, y en el panorama literario, en general.