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Romanticismo Inglés

Este documento presenta un resumen del Romanticismo inglés. Los principales representantes fueron William Wordsworth, Samuel Coleridge, Robert Southey, Walter Scott, Thomas Moore, Lord Byron, John Keats y Percy Shelley. Se incluye un párrafo detallando la escandalosa vida de Lord Byron, marcada por relaciones incestuosas y bisexuales que desafiaban las normas sociales de la época. Finalmente, se reconoce a Byron como una de las grandes figuras de la literatura europea por su obra independiente y valiente.
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Este documento presenta un resumen del Romanticismo inglés. Los principales representantes fueron William Wordsworth, Samuel Coleridge, Robert Southey, Walter Scott, Thomas Moore, Lord Byron, John Keats y Percy Shelley. Se incluye un párrafo detallando la escandalosa vida de Lord Byron, marcada por relaciones incestuosas y bisexuales que desafiaban las normas sociales de la época. Finalmente, se reconoce a Byron como una de las grandes figuras de la literatura europea por su obra independiente y valiente.
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Romanticismo inglés

ROMANTICISMO INGLÉS

REPRESENTANTES

Prerrománticos: Románticos:

1. James Thomson 1. William Wordsworth

2. Samuel Richardson 2. Samuel Coleridge

3. Edward Young 3. Robert Southey

4. Thomas Gray 4. Walter Scott

5. James Macpherson 5. Thomas Moore

6. Lord Byron

7. John Keats

8. Percy Shelley

LORD BYRON (1788-1824)


UN ASPECTO DE LA VIDA DE BYRON: SU ESCANDALOSA
VIDA

Para comprender el desenfrenado estilo de vida de Lord Byron,


totalmente reñido con las estrictas normas sociales y morales
de la época, tal vez habría que escudriñar en su historia
familiar, donde personajes como "Jack el loco" tampoco
estuvieron lejos del escándalo. El padre del poeta inglés, llegó a
ser desheredado por una conducta que incluyó hasta el incesto,
y su existencia licenciosa siguió aún cuando se casó con
Catherine Gordon, a quien abandonó cuando su célebre hijo,
nacido el 22 de enero de 1788, tenía sólo dos años.

Así, el niño George Gordon, próximo barón Byron, creció sólo con una dominante madre,
convirtiéndose en un joven arrogante y cruel en pariencia, actitud quizás utilizada como
escudo por su lamentable cojera, la cual no fue impedimento para acercarse a las mujeres.

Probablemente, el primero de sus acercamientos románticos fue a los quince años, cuando
se enamoró de la engreída Mary Chaworth, una vecina de dieciocho años que lo desdeñó
por ser cojo. En adelante, las juergas nocturnas y los enredos con sirvientas se convirtieron
en una constante durante su vida de estudiante.

Siguiendo la tradición incestuosa de su familia, luego emprendió un escandaloso affaire con


Augusta, hija de un matrimonio anterior de su padre, supuestamente, de esta relación
nació una niña. Junto a su hermanastra, a quien siempre consideró su alter ego, "la unión
perfecta", Byron escandalizó a toda Inglaterra, asistiendo descaradamente a más de una
fiesta social.
Lic. Carlos Saavedra Carbajal
Romanticismo inglés
Posteriormente, cuando realizó su primer viaje por Europa hacia Grecia, tuvo diversas
experiencias bisexuales.

Al volver a su país, debido a la muerte de su madre en 1812, comenzó una relación con
Carolina Lamb, casada con un promisorio político, y apremiado por su problemas
económicos contrajo matrimonio con la joven Annabella Milbanke, el dos de enero de 1915.
La leyenda dice que Byron le advirtió en la noche de bodas: "te arrepentirás de haberte
casado con el diablo".

De esta unión nació la única hija legítima del poeta, a la cual dejó de ver cuando fue
abandonado por su esposa, que no aguantó más sus maltratos. Dos mujeres más hubo en
su vida, Claire Cleirmont y la condesa italiana Teresa Guiccioli. Junto a la primera,
hermanastra de la escritora Mary Shelley, tuvo otra niña, Allegra, a quien dejó en un
internado cuando le fue entregada por su madre.

El fallecimiento de la pequeña en 1822, con tan sólo cuatro años, fue un duro golpe para
Lord Byron, quien acrecentó su sufrimiento con otra muerte, la de su incondicional amigo
Percy Bysshe Shelley, que se ahogó en el mar dejándolo en una profunda crisis, la cual
volcó en la literatura, el vino y nuevas aventuras.

IMPORTANCIA

Byron se yergue como una de las grandes figuras de la literatura europea, no pudiendo
dejar de reconocer los valores positivos y perennes de su obra, representados por su
independencia mental y su valentía, su interés hacia los problemas de la vida, y su
rebosante simpatía por los sentimientos de los hombres. Ningún autor romántico de
ninguna literatura se dejó oír con voz tan atrayente y poderosa, y su influencia es una de
las más vigorosas que presenta la historia literaria a partir del Renacimiento. Arrogante y
descreído, este aristócrata liberal es una de las personalidades más singulares y
características de la Europa de su tiempo.

ALGUNAS DE SUS 300 COMPOSICIONES LÍRICAS…

She walks in beauty, like the night… Ella camina bella, como la noche...

Ella camina bella, como la noche


She walks in beauty, like the night de climas despejados y de cielos
Of cloudless climes and starry skies; estrellados,
And all that's best of dark and bright y todo lo mejor de la oscuridad y de la luz
Meet in her aspect and her eyes: resplandece en su aspecto y en sus ojos,
Thus mellow'd to that tender light enriquecida así por esa tierna luz
Wich heaven to gaudy day denies. que el cielo niega al vulgar día.

One shade the more, one ray the less, una sombra de más, un rayo de menos,
Had half impair'd the nameless grace hubieran mermado la gracia inefable
Which waves in every raven tress, que se agita en cada trenza suya de negro
Or softly lightens o'er her face; brillo,
Where thoughts serenely sweet express o ilumina suavemente su rostro,
How pure, how dear their dwelling place. donde dulces pensamientos expresan
cuán pura, cuán adorable es su morada.
And on that cheek, and o'er that brow,
So soft, so calm, yet elocuent, Y en esa mejilla, y sobre esa frente,
The smiles that win, the tints that glow, son tan suaves, tan tranquilas, y a la vez
But tell of days in goodness spent, elocuentes,
A mind at peace with all below, las sonrisas que vencen, los matices que
A heart whose love is innocent! iluminan
y hablan de días vividos con felicidad.

Lic. Carlos Saavedra Carbajal


Romanticismo inglés
una mente en paz con todo, ¡un corazón con inocente amor!

Lic. Carlos Saavedra Carbajal


Romanticismo inglés

No saldremos más de paseo mi voz, pero al dejarte, de mi vida


se adueña para siempre un gran dolor.
Así es, no saldremos más de paseo Aunque el pesar y la pasión torturan
tan tarde en la noche, mi corazón, quejarse no le es dado...
aunque el corazón siga amando Yo sólo sé que en vano hemos amado...
y la luna conserve el mismo brillo. Sólo puedo sentir... ¡Adiós! adiós.

Pues así como la espada gasta su vaina, (Versión de Jorge Isaacs)


y el alma consume el pecho,
asimismo el corazón debe detenerse a
respirar,
e incluso el amor debe descansar. Al cumplir mis 36 años

Aunque la noche fue hecha para amar, ¡Calma, corazón, ten calma!
y los días vuelven demasiado pronto, ¿A qué lates, si no abates
aún así no saldremos de paseo ya ni alegras a otra alma?
a la luz de la luna. ¿A qué lates?

Mi vida, verde parral,


dio ya su fruto y su flor,
Acuérdate de mí amarillea, otoñal,
sin amor.
Llora en silencio mi alma solitaria,
excepto cuando está mi corazón Más no pongamos mal ceño!
unido al tuyo en celestial alianza ¡No pensemos, no pensemos!
de mutuo suspirar y mutuo amor. Démonos al alto empeño
que tenemos.
Es la llama de mi alma cual lumbrera,
que brilla en el recinto sepulcral: Mira: Armas, banderas, campo
casi extinta, invisible, pero eterna... de batalla, y la victoria,
ni la muerte la puede aniquilar. y Grecia. ¿No vale un lampo
de esta gloria?
¡Acuérdate de mí!... Cerca a mi tumba
no pases, no, sin darme una oración; ¡Despierta! A Hélade no toques,
para mi alma no habrá mayor tortura Ya Hélade despierta está.
que el saber que olvidaste mi dolor. Invócate a ti. No invoques
más allá
Oye mi última voz. No es un delito
rogar por los que fueron. Yo jamás Viejo volcán enfriado
te pedí nada: al expirar te exijo es mi llama; al firmamento
que vengas a mi tumba a sollozar. alza su ardor apagado.
¡Ah momento!

Temor y esperanza mueren.


Adiós Dolor y placer huyeron.
Ni me curan ni me hieren.
¡Adiós! si dicha se concede al hombre No son. Fueron.
de una plegaria en premio, ésta tu nombre
elevará hasta el trono del Señor. ¿A qué vivir, correr suerte,
Promesas, quejas, llanto, fueran vanos; si la juventud tu sien
más que el lloro, exprimido, ya sangrante, ya no adorna? He aquí tu
de ojos sin luz, tenaz remordimiento muerte.
esta palabra dice... ¡Adiós! ¡Adiós!
Y está bien.
Secos están mis ojos, extinguida Tras tanta palabra dicha,
Lic. Carlos Saavedra Carbajal
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el silencio. Es lo mejor. en ese seno que por mí latiera,
En el silencio ¿no hay dicha? quizá no abandonara esta ribera
y hay valor. y a la sola mujer que puedo amar.

Lo que tantos han hallado Yo no he visto hace tiempo aquellos ojos


buscar ahora para ti: que fueron mi contento y mi pesar;
una tumba de soldado. loa amo, a pesar de sus enojos,
Y hela aquí. pero abandono Albión, tierra de abrojos,
y a la sola mujer que puedo amar.
Todo cansa todo pasa. Y rompiendo las olas de los mares,
Una mirada hacia atrás, a tierra extraña, patria iré a buscar;
y marchémonos a casa. mas no hallaré consuelo a mis pesares,
Allí hay paz. y pensaré desde extranjeros lares
en la sola mujer que puedo amar.

Como una viuda tórtola doliente


Hubo un tiempo... ¿recuerdas? mi corazón abandonado está,
porque en medio de la turba indiferente
Hubo un tiempo... ¿recuerdas? su memoria jamás encuentro la mirada ardiente
Vivirá en nuestro pecho eternamente... de la sola mujer que puedo amar.
Ambos sentimos un cariño ardiente; Jamás el infeliz halla consuelo
El mismo, ¡oh virgen! que me arrastra a ti. ausente del amor y la amistad,
y yo, proscrito en extranjero suelo,
¡Ay! desde el día en que por vez primera remedio no hallaré para mi duelo
Eterno amor mi labio te ha jurado, lejos de la mujer que puedo amar.
Y pesares mi vida han desgarrado,
Pesares que no puedes tú sufrir; Mujeres más hermosas he encontrado,
mas no han hecho mi seno palpitar,
Desde entonces el triste pensamiento que el corazón ya estaba consagrado
De tu olvido falaz en mi agonía: a la fe de otro objeto idolatrado,
Olvido de un amor todo armonía, a la sola mujer que puedo amar.
fugitivo en su yerto corazón. Adiós, en fin. Oculto en mi retiro,
en el ausente nadie ha de pensar;
Y sin embargo, celestial consuelo ni un solo recuerdo, ni un suspiro
Llega a inundar mi espíritu agobiado, me dará la mujer por quien deliro,
Hoy que tu dulce voz ha despertado ¡ay!, la sola mujer que puedo amar.
Recuerdos, ¡ay! de un tiempo que pasó.
Comparando el pasado y el presente,
Aunque jamás tu corazón de hielo el corazón se rompe de pesar,
Palpite en mi presencia estremecido, pero yo sufro con serena frente
Me es grato recordar que no has podido y mi pecho palpita eternamente
Nunca olvidar nuestro primer amor. por la sola mujer que puedo amar.
Su nombre es un secreto de mi vida
Y si pretendes con tenaz empeño que el mundo para siempre ignorará,
Seguir indiferente tu camino... y la causa fatal de mi partida
Obedece la voz de tu destino la sabrá sólo la mujer querida,
Que odiarme puedes; olvidarme, no. ¡ay!, la sola mujer que puedo amar.

¡Adiós!..Quisiera verla... mas me acuerdo


La partida que todo para siempre va a acabar;
la patria y el amor, todo lo pierdo...
¡Todo acabó! La vela temblorosa pero llevo el dulcísimo recuerdo
se despliega a la brisa del mar, de la sola mujer que puedo amar.
y yo dejo esta playa cariñosa ¡Todo acabó! La vela temblorosa
en donde queda la mujer hermosa, se despliega a la brisa del mar,
¡ay!, la sola mujer que puedo amar. y yo dejo esta playa cariñosa
Si pudiera ser hoy lo que antes era, en donde queda la mujer hermosa,
y mi frente abatida reclinar ¡ay!, la sola mujer que puedo amar.
Lic. Carlos Saavedra Carbajal
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WALTER SCOTT (1771-1832)

EL APORTE DE SCOTT: LA NOVELA HISTÓRICA

Junto a Byron, Scott es el autor británico que deja mayor


huella en el Romanticismo europeo; su influencia se acusa
en franceses como Alejandro Dumas y Víctor Hugo, y en
españoles como el duque de Rivas y Espronceda. Desde
su época, este enorme prestigio ha decaído mucho. Sus
narraciones siguen teniendo cierto éxito entre lectores
adolescentes, pero su poca preocupación estilística,
determinada por la velocidad con que escribía, el carácter
meramente esbozado de la mayoría de sus protagonistas,
y su falta de profundidad psicológica, son graves
obstáculos para gustar al lector moderno. Su mérito
reside sobre todo en haber dado vida a un nuevo género
literario –la novela histórica- y en haber creado tipos
populares que poseen gran vitalidad y hablan en su
propio dialecto.

LA NOVELA HISTÓRICA

La novela histórica es un subgénero narrativo propio de Romanticismo del siglo XIX, pero
con una gran vitalidad aún durante el siglo XX. Toma por propósito principal ofrecer una
visión verosímil de una época histórica preferiblemente lejana, de forma que aparezca una
cosmovisión realista e incluso costumbrista de su sistema de valores y creencias. En este
tipo de novelas han de utilizarse hechos verídicos aunque los personajes principales sean
inventados.

La novela histórica exige del autor una gran preparación documental y erudita, ya que de lo
contrario ésta pasaría a ser otra cosa: una novela de aventuras, subgénero en la que la
historia se convierte solamente en un pretexto para la acción.

EVOLUCIÓN DEL GÉNERO

La novela histórica sólo llega a configurarse definitivamente como género en el siglo XIX a
través de la veintena de novelas del erudito escocés Walter Scott sobre la Edad Media
inglesa, la primera de las cuales fue Waverley (1814). La novela histórica nace pues como
expresión artística del nacionalismo de los románticos y de su nostalgia ante los cambios
brutales en las costumbres y los valores que impone la transformación burguesa del
mundo. El pasado se configura así como una especie de refugio o evasión, pero, por otra
parte, permite leer en el pasado una crítica a la historia del presente, por lo que es
frecuente en las novelas históricas encontrar una doble lectura o interpretación no sólo de
una época pasada, sino de la época actual.

El éxito de la fórmula literaria de Walter Scott fue inmenso y su influjo se extendió con el
Romanticismo como uno de los símbolos principales de la nueva estética. Discípulos de
Walter Scott fueron, en Estados Unidos de América, James Fenimore Cooper (1789-1851),
quien escribió El último mohicano en 1826 y continuó con otras novelas históricas.

Lic. Carlos Saavedra Carbajal


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En Francia, Víctor Hugo con Nuestra Señora de París o Alexandre Dumas (padre), al que
importaba sobre todo la amenidad de la narración en obras como Los tres mosqueteros.

En Rusia, el romántico Aleksandr Pushkin compuso notables novelas históricas en verso y la


más ortodoxa La hija del capitán (1836). Allí se escribió también otra cima del género, la
monumental Guerra y paz de León o Lev Tolstói (1828-1910), epopeya de dos
emperadores, Napoleón y Alejandro, donde aparecen estrechamente entrelazados los
grandes epifenómenos históricos y la intrahistoria cotidiana de cientos de personajes.

En Polonia la novela histórica fue un género muy popular; lo cultivó en el Romanticismo


Józef Ignacy Kraszewski y después Aleksander Glowacki (Faraón, en 1897) y, sobre todo el
premio Nóbel Henryk Sienkiewicz, que compuso una trilogía sobre el siglo XVII formada por
A sangre y fuego (1884) El diluvio (1886) y El señor Wolodyjowski (1888). Continuó con Los
caballeros teutones (1900), ambientada en el siglo XV, y con la algo anterior y considerada
su obra maestra, Quo vadis? (1896) en que se evocan los comienzos del cristianismo en la
Roma pagana.

Los escritores realistas no se dejaron influir por el origen romántico del género y lo
utilizaron, como Gustave Flaubert (Salambô, 1862) o Benito Pérez Galdós con sus Epidodios
nacionales. En el siglo XX la novela histórica tampoco decayó y sintieron predilección por el
género escritores como Marguerite Yourcenar (Memorias de Adriano); Noah Gordon, (El
último judío); Umberto Eco (El nombre de la rosa, Baudolino) y muchos otros que han
cultivado el género de forma más ocasional.

Puede hablarse asimismo de una novela histórica hispanoamericana que se halla


representada por el cubano Alejo Carpentier (El siglo de las luces o El reino de este mundo,
entre otras); el argentino Manuel Mújica Láinez con Bomarzo, El unicornio y El escarabajo;
el colombiano Gabriel García Márquez con El general en su laberinto, acerca de Simón
Bolívar; el peruano Mario Vargas Llosa con La fiesta del chivo, sobre el dictador de la
República Dominicana Rafael Leónidas Trujillo y El paraíso en la otra esquina, sobre la
escritora peruana del siglo XIX Flora Tristán; la chilena Isabel Allende con La casa de los
espíritus, etc.

Una clase particular de obras dentro de la novela histórica hispanoamericana la constituye


la novela de dictadores, representada por El señor presidente, del premio Nóbel
guatemalteco Miguel Ángel Asturias; El otoño del patriarca, de Gabriel García Márquez; Yo,
el supremo, de Augusto Roa Bastos, o La fiesta del chivo, de Mario Vargas Llosa, entre
otras.

Lic. Carlos Saavedra Carbajal

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