0% encontró este documento útil (0 votos)
41 vistas10 páginas

Malestar y Politización en León Rozitchner

Este documento analiza la teorización de León Rozitchner sobre el malestar y los padecimientos generados por la lógica del capitalismo en los sujetos. Rozitchner sostiene que la persona 'normal' es alguien enfermo de la realidad, ya que la dominación social produce subjetividades que incorporan disposiciones convergentes pero inconscientes con el sistema, generando malestar privado e inexplicable.

Cargado por

laurafiszman4262
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
0% encontró este documento útil (0 votos)
41 vistas10 páginas

Malestar y Politización en León Rozitchner

Este documento analiza la teorización de León Rozitchner sobre el malestar y los padecimientos generados por la lógica del capitalismo en los sujetos. Rozitchner sostiene que la persona 'normal' es alguien enfermo de la realidad, ya que la dominación social produce subjetividades que incorporan disposiciones convergentes pero inconscientes con el sistema, generando malestar privado e inexplicable.

Cargado por

laurafiszman4262
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
Está en la página 1/ 10

Malestar y politización en León Rozitchner1

Alfieri Joaquín

UBA – CONICET

[email protected]

1. Introducción

En el año 1930 se publicaba uno de los textos más significativos del siglo XX: El malestar
en la cultura (2013). Allí, Freud sostenía como hipótesis principal la existencia de una
incomodidad estructural en las vidas organizadas en sociedad, producto de la renuncia
pulsional (tanto las sexuales como las de agresividad) que demandaba al individuo el espacio
comunitario. La transacción implicaba inhibir dosis de placer a cambio de cierto estado de
seguridad. Casi un siglo después, a partir de importantes modificaciones en las formas de
organización y dominio, el historiador argentino Pablo Hupert publica (con un guiño y, al mismo
tiempo, un gesto irónico) un libro que desafía la hipótesis freudiana: El bienestar en la cultura
(2012). Aquí, el historiador argentino describe la manera en que la organización social y
cultural contemporánea ya no se asienta en la renuncia pulsional de los individuos, sino más
bien sobre su contrario: la satisfacción a como dé lugar. Dicha satisfacción, enmarcada en un
ámbito de mercantilización y precarización generalizada, ya no garantiza ninguna seguridad
a cambio de renuncias, sino que ofrece un flujo de imágenes que prometen una satisfacción
narcisista a partir de un goce ilimitado:

No es que para el cachorro humano haya dejado de ser traumática su socialización, sino
que en nuestra cultura, no están reñidas la socialización y el narcisismo –más bien, lo
contrario- (…) La vieja problemática ‘individuo versus sociedad’, una problemática liberal
(una problemática de la cultura del malestar), parece superada por la economía
neoliberal y la cultura del goce yoico. (Hupert, 2012, pp. 20-21)

El cambio analizado entre una cultura del malestar y otra del bienestar, no significa que
esta última deja de producir padecimientos y sufrimientos en los particulares. Por el contrario,
la exigencia social de goce, con sus modelos de felicidad estipulados, acaba siendo
sumamente opresiva para los individuos (Ahmed, 2019). En este sentido, si hay un elemento
que caracteriza nuestra época actual es la multiplicación de patologías en torno a dicha
organización, que el filósofo catalán Santiago López Petit agrupa bajo el término
“enfermedades del vacío” (2009, p. 96), tales como: depresión, ataques de pánico, anorexia,

1
Una versión ampliada y corregida de este trabajo fue enviado para su publicación a la revista “Civilizar:
Ciencias Sociales y Humanas”.
fibromialgia, ansiedad, etc., que definen un cuadro social caracterizado por la incertidumbre
de nuestras condiciones existenciales.

Al mismo tiempo, esta generalización de padecimientos ha motivado una serie de


intervenciones en el campo de la teoría crítica social, que el filósofo Emiliano Exposto y el
psicoanalista Gabriel Rodríguez Varela denominaron como un “giro malestarista” de las
teorías y las prácticas políticas, en donde “se suscita una progresiva democratización en las
maneras de interrogación, politización y teorización de ese ‘padecimiento psíquico ampliado’”
(2020, p. 122). Autores/as como Mark Fisher (2017), Franco Berardi (2003), Byung-Chul Han
(2017), Suely Rolnik (2006), Anselm Jappe (2019), Santiago López Petit (2009), entre
otros/as, han presentado la problemática del malestar no sólo como un elemento cotidiano,
sino también como un índice de politización de nuestra existencia.

Es en este marco que se inscriben los anhelos y las aspiraciones del presente trabajo.
El objetivo del mismo consiste en recuperar la teorización del filósofo argentino León
Rozitchner en torno a la cuestión del malestar y los padecimientos que genera el modo de
producción capitalista en los sujetos constituidos bajo su lógica. Intentaré rescatar a partir de
la obra de dicho autor algunos elementos característicos de aquello que el sociólogo polaco
Zygmunt Bauman denominó el pasaje de una modernidad sólida hacia una líquida, prestando
especial atención en los efectos que produjo dicho pasaje en los modos de subjetivación
contemporáneos. Pero, al mismo tiempo, el propósito del trabajo se enmarca en la búsqueda
de algunos elementos que permitan estimular la imaginación política a la hora de enfrentar y
lidiar con los padecimientos actuales. En este sentido, el filósofo argentino proveerá una serie
de insumos teóricos no solamente para la descripción del malestar producido por la lógica del
capital, sino también para el reverso de una praxis posible, esto es: la politización de dicho
padecimiento.

Centraré mi investigación en el período psicoanalítico de su obra (1970-1985), puesto


que considero es en dicho período donde el autor desarrolla en profundidad el nexo entre
malestar y capitalismo, a partir de una particular lectura de la obra de Freud. En este sentido,
el libro Freud y los límites del individualismo burgúes (2013), así como las conferencias
agrupadas bajo el título Freud y el problema del poder (2003) serán las textualidades en las
que se apoyará mi lectura del filósofo argentino.

2. Una persona “normal” es una persona enferma de realidad

La década de 1970 inicia en la obra de León Rozitchner un período marcado por la


incorporación del psicoanálisis freudiano en su filosofía. Enfrentado a la lectura lacaniana del
legado de Freud (a la que califica como una corriente burguesa e individualista), el autor
argentino apostará por una particular interpretación del psicoanálisis, tamizada por las
categorías marxistas de su propio repertorio conceptual. El objetivo fundamental será
extender, tanto la práctica psicoanalítica como su campo de análisis, por fuera de los límites
del núcleo familiar, para observar la manera en que el horizonte histórico se encuentra
determinando y definiendo los principales caracteres del aparato psíquico, así como también
del aparato conceptual psicoanalítico.

Este tutelaje respecto de la obra de Freud, permitirá al autor argentino profundizar una
serie de inquietudes y análisis que se encontraban presentes desde los inicios de su
producción teórica, centrados en la articulación del nexo establecido entre la dominación
social y la constitución subjetiva de los particulares. Será a partir de esta articulación como se
introducirá en su obra la preocupación por las patologías y los malestares que acechan a los
sujetos forjados bajo la lógica del capital. En efecto, el atractivo que genera el análisis
freudiano para Rozitchner consiste en que se parte del síntoma para leer la realidad. O para
decirlo de un modo más preciso: la enfermedad aparece como un índice que devela una falta
de adecuación entre el sujeto y la realidad, que se traduce, al mismo tiempo, en una forma de
resistencia por parte del individuo. Por supuesto, esta “resistencia” posee un carácter estéril,
puesto que se encuentra encauzada individualmente y figura como una compensación del
malestar que provoca el principio de realidad. Según Rozitchner, esta circunstancia es el
resultado inevitable de los mecanismos y los modos de subjetivación capitalista, en donde el
sujeto aparece como el resultado de una transacción sintomática que lleva a cada particular
a incorporar una serie de disposiciones afectivas y racionales convergentes con el sistema de
dominio imperante. De aquí surge la sentencia que otorga el título a este apartado: “El ‘normal’
es un hombre enfermo de realidad”. (Rozitchner, 2013, p. 35)

Esta transacción sintomática, esta habilitación que recibe cada sujeto para ser
considerado un elemento compatible con el ordenamiento social, produce una modalidad
existencial íntimamente capitalista. Es decir, la transacción arroja como resultado formas de
sentir, fantasear y pensar que se encuentran en sintonía con la realidad circundante en que
se desarrolla el devenir de los individuos. Sin embargo, esta convergencia o compatibilidad
de cada particular con el sistema de producción, opera de manera inconsciente y de forma
anónima, circunstancia que lleva a Rozitchner a considerar a la subjetividad capitalista como
un “nido de víboras” (2013, p. 26), para dar cuenta de los mecanismos que actúan de manera
clandestina en la psique de los individuos.

Esta forma de dominio impersonal lleva a una serie de posicionamientos, automatismos


y modalidades existenciales que desconocen su origen, que niegan su impregnación con las
categorías de la totalidad social. Por lo tanto, cuando surge el malestar, éste posee un carácter
enigmático. El individuo sufriente es tomado por sorpresa por un padecimiento del cual
desconoce su motivo y su origen; aparece como un elemento irracional en su organización
corporal, como una falla o una falencia que brota desde un lugar desconocido para el Yo (y
que habla un lenguaje incomprensible para la racionalidad oficial). Como dije anteriormente,
el carácter enigmático del malestar se encuentra relacionado con las formas de dominio
impersonales e inconscientes del sistema de producción capitalista. El individuo, en el olvido
y la tachadura de su origen (represión mediante), se encuentra imposibilitado de establecer
un vínculo entre su padecimiento y la totalidad social. No logra relacionar los modelos e
ideales sociales que rigen su acción con su sufrimiento. De esta forma, la totalidad social
queda absolutizada y el malestar es privatizado. Recluido en la incoherencia y el misterio,
reprimiendo los índices de alteridad presentes en la propia constitución subjetiva:

De allí la disyuntiva: o la apariencia de normalidad colectiva, ‘social’, que la represión y


el sometimiento absoluto nos proporciona, o la caída en la neurosis y en la locura cuando
el planteo permanece dentro de la solución individual y no puede abrirse (…) a otra
forma de colectividad, que es la tarea revolucionaria. Así la oposición que opone
neurosis colectiva a neurosis individual no tiene otra salida, y las formas anteriormente
analizadas se inscriben como variantes de un mismo obnubilamiento: la no
discriminación del sistema que produce tanto a los individuos como a las categorías de
totalidad en los que estos aparecen determinando el marco de sentido de su relación
con el mundo. (Rozitchner, 2013, pp. 166-167)

Quizás uno de los puntos débiles de la teorización rozitchneriana surja al momento de


interrogar acerca de las causas del sufrimiento de los particulares. En efecto, Rozitchner,
guiado por una concepción represiva del ejercicio del poder, postula como causa del malestar
el impedimento de la expresión del “deseo” en la realidad. La enfermedad, por lo tanto,
aparece para el autor argentino como el resultado de la incapacidad de extender un
fundamento corporal (denominado “ello” en el léxico psicoanalítico) reprimido por el campo
social. De este modo, el malestar aparece como una diferencia radical, indomesticable,
insublimable que, al mismo tiempo, denuncia un ordenamiento social opresivo y se constituye
como un fundamento o resto que permite imaginar una transformación radical del
ordenamiento social. Como señala Omar Acha al respecto:

El análisis de Rozitchner es represivista, es decir, supone un monto de satisfacción de


la unidad niño/madre que es interrumpida por el poder patriarcal en el seno familiar y
una potencialidad genérica malograda por la burguesía en el plano social. (2015, p. 74)

No obstante, más allá de la problemática señalada, también es cierta la existencia de


amplios tramos en la obra de Rozitchner que habilitan una lectura alternativa, y dan lugar a
una concepción plural en el ejercicio del poder.2 Sea cual fuere el camino interpretativo
adoptado, lo que me importa destacar es que la enfermedad (en tanto expresión del malestar
social) aparece en Rozitchner como un elemento fundamental para la creación de una lógica
social alternativa. Y, en este sentido, el malestar se presenta como un elemento politizable
que habilita modos de vida diversos, por fuera de los límites de un ordenamiento social
percibido como absoluto. La politización del malestar (Rozitchner no utiliza esta fórmula, pero
su teorización es susceptible de ser interpretada de esta manera) convoca al interrogante:
¿cómo ampliar la realidad por fuera de lo que ella misma es? Politizar el malestar (es decir,
desprivatizarlo y tornarlo una problemática social y colectiva) permite desarticular la forma-
sujeto (narcisista e individualista) en la que cada individuo fue constituido.

3. Politizar es desprivatizar

Las soluciones sistémicas al malestar resultan estériles desde la perspectiva


rozitchneriana. Conservándolo en un ámbito privado y culposo, ofrecen técnicas para evitar el
sufrimiento (intoxicación, sublimación, aniquilación de las pulsiones a través de la religión,
etc.) que constituyen una realidad marcada por un doble movimiento: por un lado, la
instauración de un principio de realidad sin placer; por el otro, el reverso de un principio de
placer sin realidad (condenado a la reactualización de modos pretéritos y compensatorios en
el plano de la fantasía). Es decir, el sistema obliga a la satisfacción en la adecuación propia
de la “normalidad” (denominada por Rozitchner “neurosis colectiva”); o a una salida
condenatoria en la enfermedad, recluida en un ámbito privado e individual.

De esta manera, la aparición del malestar social en la figura individualizada de la locura,


solicita la gestación de un sujeto colectivo. Quizás la pregunta que atraviesa la totalidad de la
obra de Rozitchner sea la siguiente: ¿cómo elaborar una práctica política que rompa con los
índices que nos constituyeron? ¿cómo deshacer la racionalidad en la que cada uno/a de
nosotros/as ha sido forjado/a para gestar una práctica colectiva de carácter emancipatorio?
La apuesta rozitchneriana en este sentido transcurre por la extensión de la materialidad
sensible para romper con la privatización y fragmentación de la experiencia capitalista: “Así la
cura tendría necesariamente que abrirse sobre el campo de la acción política, que es el que
determina el campo de la ‘cura’ social a nivel de la masa” (Rozitchner, 2013, p. 318). Politizar
el malestar significa para Rozitchner reconducir la violencia que el individuo se autoinflige en
el movimiento culposo de su padecimiento y otorgar una nueva direccionalidad a dicha
violencia (dirigida hacia los fundamentos de la organización social y sus imaginarios
opresivos). Este movimiento supone articular el malestar individual sobre el telón de fondo de

2
Para un mayor desarrollo de esta problemática se puede consultar un trabajo previo de mi autoría (2020)
una problemática histórica y colectiva que quita a la enfermedad su carácter de anomalía y la
pone en diálogo con la “normalidad” (en tanto serían dos caras de un mismo proceso social):

Se ve entonces que el “malestar” de la cultura es una enfermedad –una contradicción-


de ciertas culturas. No podemos pensar la verdadera causa del malestar, porque no
podemos siquiera comprender sus motivaciones. El malestar las ubica en la subjetividad
del sujeto. No es que no estén allí, pero las ubica mal. El malestar es subjetivo,
narcisista, individual. No podemos ni sentir ni saber el sentido del malestar, a pesar de
darse en cada uno de nosotros. Pero el problema no es, como vimos, no poder pensar.
El problema es que nos sentimos culpables si osamos pensar y obrar por fuera de los
moldes que nos fueron marcados para pensar y hacer sólo lo que este sistema histórico
de producción habilitó. (Rozitchner, 2013, p. 329)

Por lo tanto, si el malestar aparece como el resultado del funcionamiento de una


totalidad social contradictoria, entonces la solución o la disputa del conflicto requiere un
accionar por fuera de los límites individualistas y narcisistas de la cultura capitalista. En este
sentido, no es casualidad que Rozitchner se refiera al sujeto revolucionario como un “médico
de la cultura” (2013, p. 349) o que piense la problemática del malestar en términos de “cura
social”. La politización del malestar implica entonces una praxis colectiva como un espacio de
suspensión de la racionalidad impuesta, como una instancia en donde se produce un
descentramiento subjetivo que abre a la proyección de nuevas lógicas sociales. Y este
desplazamiento solo resulta posible a partir de una organización colectiva que el autor
argentino denomina “masa revolucionaria”. La organización militante propuesta por
Rozitchner consiste en una mediación representativa de carácter vanguardista, en donde el
sujeto revolucionario se constituye en un modelo humano, figura ejemplar para el resto del
colectivo, que posibilita la proyección de una modalidad subjetiva por fuera de los índices
sistémicos. Dicha ruptura solo es posible al enlazar la materialidad de la propia sensibilidad
con la significación racional del sistema, tomando la angustia y el malestar no sólo como una
problemática de carácter colectivo, sino también como una señal de alerta en la falta de
coherencia entre lo vivido y lo deseado. Para Rozitchner, politizar el malestar y la existencia
es, en definitiva, la restitución del cuerpo como un índice de verdad subjetiva que otorga
nuevas cifras de inteligibilidad a la praxis política.

4. Conclusiones

Utilizaré este apartado para desarrollar un balance crítico del recorrido trazado. El
objetivo principal consiste en realizar una evaluación de la propuesta rozitchneriana en torno
al malestar, desde una perspectiva crítica que permita destacar fortalezas, debilidades y
discusiones en el planteo.
En primer lugar, es necesario destacar y recopilar los rasgos distintivos de la propuesta
rozitchneriana: la politización del malestar significa principalmente desprivatizarlo y quitarle su
carácter excepcional. En este sentido, se desarrolla un vínculo estructural entre la
organización socio-cultural de la realidad y la emergencia de una serie de padecimientos que
se vuelven cotidianos (Rozitchner establece una relación inescindible entre “normalidad” y
enfermedad. Por otra parte y, en consecuencia, aparece la necesidad de un sujeto colectivo
para encauzar la politización de dicho malestar. Las formas de dominio capitalistas suponen
una modalidad subjetiva convergente y coherente con el ordenamiento social (producto de
una transacción sintomática que habilita la existencia), generando la imposibilidad de los
sujetos para referirse (en forma individual) a la totalidad social causante de su malestar. De
esta manera, el malestar aparece como un índice de resistencia, como un desplazamiento
que habilita una disposición crítica y radical del ordenamiento social a partir de una praxis
colectiva.

Desde una perspectiva contemporánea, es posible observar que la teorización


rozitchneriana responde a formas de dominio propias del capitalismo del siglo XX. Es decir, el
análisis de Rozitchner se desarrolla en la transición de un capitalismo fordista hacia formas
incipientes de neoliberalismo (lo que supone el acento represivo del ejercicio del poder),
distante aún de un ciclo de acumulación decididamente neoliberal. Este viraje señalado nos
deposita en un elemento que se destaca en el planteo: el malestar en Rozitchner posee un
elemento culposo, producto de las estructuras de dominación “sólidas”; mientras que en los
padecimientos señalados en la introducción a partir del libro de Pablo Hupert, el malestar brota
desde la responsabilización individual como forma prototípica de la subjetividad neoliberal.

Otro rasgo esencial en la propuesta de Rozitchner, es la postulación de un fundamento


originario y positivo para pensar la resistencia política frente a los embates del capital. Este
fundamento recibe el nombre de “deseo” y brota de la unidad simbiótica del infante con la
madre (interrumpida por el avasallamiento de la cultura patriarcal); En este sentido, aparece
una discusión posible acerca del carácter contradictorio del capitalismo: ¿para qué postular
un fundamento originario que habilite una praxis política disidente, si justamente en el
movimiento contradictorio del capital aparece la posibilidad de una vía emancipatoria? Es
decir, el capitalismo en su movimiento contradictorio obtura el desarrollo de una serie de
posibilidades emancipatorias inherentes a su propia lógica, pero que fija de manera
compulsiva en sus imperativos de valorización y en la forma mercancía (Exposto y Rodríguez
Varela, 2020). No se trata solamente del desarrollo tecnológico, sino también de diversas
formas de organización en lo social y una serie de instituciones que significaron una
transformación respecto de otros sistemas de producción pretéritos. Me pregunto entonces,
¿no es posible encontrar los elementos para proyectar una impugnación crítica a la totalidad
social a partir de la potencialidad emancipatoria de la modernidad? (Martín, 2019).

En el caso de León Rozitchner, el “deseo” como fundamento originario de una praxis


política se encuentra en sintonía con su peculiar lectura del legado freudiano; no obstante,
tanto en su período de juventud como en su obra de madurez existen elementos para forjar
una interpretación alternativa de esta problemática.

Por último, quisiera señalar una cuestión adicional. En la postulación de un malestar


generalizado al interior del funcionamiento capitalista, quizás sea necesario profundizar y
ahondar en una serie de mediaciones que complejizan la emergencia de los padecimientos
contemporáneos. Me refiero específicamente a la ausencia de distinciones geopolíticas, de
género y de raza en las formas de afectación y sufrimiento. En el señalamiento exclusivo del
carácter clasista de las desigualdades sociales, emerge un vacío referente a otro tipo de
posiciones y jerarquías que implican una divergencia o una alteración en los modos de
experimentar y politizar el malestar. Quizás resulte necesario para futuras investigaciones
ahondar en esta ausencia, para constatar la manera en que “el malestar” se transforma en
“los malestares” sin perder la potencialidad organizativa y colectiva que posee un sufrimiento
compartido.
Referencias

Acha, O. (2015) “León Rozitchner en debate con el psicoanálisis: de la historicidad del sujeto
y el origen”. En León Rozitchner: contra la servidumbre voluntaria, Buenos Aires:
Biblioteca Nacional.

Ahmed, S. (2019) La promesa de la felicidad. Una crítica cultural al imperativo de la alegría.


Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Caja Negra.

Alfieri, J. (2020) “Rozitchner, Foucault y el problema de la hipótesis represiva”. En Ideas.


Revista de Filosofía moderna y contemporánea. N° 12, Ciudad Autónoma de Buenos
Aires, pp. 154-183.

Ancarola, Manonelles, et al. (comps.) (2017) Politizaciones del malestar. Barcelona: Rayo
Verde Editorial.

Berardi, F. (2003) La fábrica de la infelicidad. Madrid: Traficantes de sueños.

Exposto, E. y Rodríguez Varela, G. (2020) El goce del capital: crítica del valor y psicoanálisis.
Ciudad autónoma de Buenos Aires: Editorial Marat.

Fisher, M. Realismo capitalista: ¿No hay alternativa? (2017) Buenos aires: Caja negra editora.

Freud, S. (2013) “El Malestar en la Cultura”. En Obras Completas. Vol. 22, Buenos Aires: Siglo
Veintiuno Editores.

Guattari, F. y Rolnik, S. (2006) Micropolítica. Cartografías del deseo. Madrid: Traficantes de


sueños

Han, B. C. (2017) La sociedad del cansancio. Barcelona: Herder.

Hupert, P. (2012) El bienestar en la cultura y más composiciones precarias: sondeos en la


segunda fluidez. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Pie de los hechos.

Jappe, A. (2019) La sociedad autófaga. Capitalismo, desmesura y autodestrucción. La Rioja:


Pepitas ed.

López Petit, S. (2009) La movilización global. Breve tratado para atacar la realidad. Madrid:
Traficantes de sueños.

Marcuse, H. (1993) El hombre unidimensional. Barcelona: Editorial Planeta-De Agostini S.A.

Martín, F. (2019) El marxismo como teoría crítica de la Modernidad. Medellín: Editorial


C.E.C.H.
Rozitchner, L. (2013) Freud y los límites del individualismo burgués. Buenos Aires: Biblioteca
Nacional.

Rozitchner, L. (2003) Freud y el problema del poder. Buenos Aires: Editorial Losada.

Sztulwark, D. (2020) La ofensiva sensible: neoliberalismo, populismo y el reverso de lo


político. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Caja Negra.

También podría gustarte