RONDALLES I LLEGENDES
NOM: Unai Esteve López
CURS: 2ºESO A1
CENTRE: IES Enric Valor
LEYENDA. LA APUESTA DEL
CEMENTERIO
La protagonista, cuyo nombre se desconoce, era una
joven tímida. Por el trabajo de su padre, ella y su
familia cambiaban constantemente de ciudad y de
amigos.
En uno de esos traslados, un grupo de compañeros
retó a la joven a una prueba de valentía: debía ir al
cementerio de noche y clavar una nota en la última
tumba del camposanto en la que decía "Yo estuve
aquí". La chica, con ansias de ser una más y poder
integrarse rápidamente en el grupo, aceptó el reto y
esa misma noche se dispuso a cumplir su tenebrosa
misión. Aunque el cuerpo le pedía correr y abandonar
el juego, la joven saltó la valla. Caminó entre el frío
mármol, las siluetas de las cruces y las sombras de
los ramos de flores posados encima de las tumbas.
Cuando por fin llegó a la última tumba, sus ojos
estaban empañados de lágrimas y sus manos
temblaban por el miedo contenido. Con una
chincheta clavó la nota en la que demostraba su
valentía y al levantarse para salir corriendo, algo tiró
de su falda, atrapándola. La mañana siguiente, al no
tener noticias de la joven, el grupo de chicos se dirigió
al camposanto. Allí encontraron su cuerpo inerte, con
la falda de su vestido clavada con una chincheta a la
última tumba del cementerio. Había muerto... de
miedo.
ÇLEYENDA. LA SONRISA DEL PAYASO
Una joven esperaba el autobús de noche en una de
las marquesinas de la zona de Metropolitano, el
principal núcleo de colegios mayores de la capital. La
zona está rodeada de los parques que forman el
campus universitario y, junto con las facultades
vacías, logran un perfecto escenario de película de
terror. La espera de la joven fue interrumpida cuando
un grupo de jóvenes, supuestamente de aspecto
skinhead, que la sacó de sus pensamientos.
Empezaron a hablar y a burlarse de ella y, después,
comenzaron a forzarla. Para hacer aún más macabro
el forcejeo, le dibujaron la 'sonrisa del payaso' para
poder violarla sin que ella pudiese gritar. Este tipo de
tortura consiste en hacerle a la víctima un corte en
cada lado de la comisura de los labios, de forma que
si abre la boca para gritar, la herida se desgarra. Los
rumores de este tipo de agresión fueron tan fuertes
que, en 2003, los directores de varios colegios
mayores madrileños tuvieron una serie de reuniones
para investigar e intentar poner fin a esta alarma que
se extendía entre los jóvenes universitarios. Como la
mayoría de las leyendas, no se pudieron contrastar
los hechos, ya que ningún hospital de Madrid había
registrado un paciente con ese tipo de agresión.
LEYENDA. LA NIÑA DE LA CURVA
Una noche de espesa niebla, un joven iba
conduciendo por una carretera desconocida. Las
luces del coche alumbraban lo poco que la niebla
dejaba ver a su paso pero, de repente, una joven
vestida de un blanco impoluto apareció a un lado de
la calzada. Aunque la chica permanecía inmóvil, el
conductor interpretó que estaba haciendo autostop y
decidió parar para invitarla a subir. La misteriosa
joven accedió a subir al asiento de atrás del
automóvil, aunque sin mediar palabra. Durante el
recorrido, el conductor intentó entablar conversación
sin éxito hasta que, de pronto, la joven dijo: “Cuidado
con la curva. Ahí morí yo”. El joven, creyendo que era
una broma, se giró hacia la chica y descubrió con
estupor que ya no había nadie en el asiento. Cuando
giró la cabeza hacia la carretera aterrorizado, ahí
estaba. La curva.
RONDALLA. MARIETA I EL MORT
Un dia una mare li diu a sa filla —Marieta, vés a la
carnisseria i porta'm mitja lliura de freixura.
Marieta agafa els diners i se n'anava a comprar-ho.
Però pel camí s'entretingué jugant amb els amics i
quan va anar a la carnisseria ja no hi havia freixura.
Marieta es posa a pensar que faria ara, però aleshores
va veure passar un enterrament i li va vindre una
idea al cap. Va seguir a aquella comitiva fúnebre fins
el cementiri. Com era molt tard deixaren al mort allí
per a enterrar-lo a la vesprada, llavors Marieta
aprofita per a traure-li la freixura al mort. Tornà a
casa i, sense dir res, donà la freixura a sa mare.
Quan arribà l'hora de dinar, la mare li digué a sa filla:
—Marieta, anem a dinar.
—Jo no en tinc ganes, jo no en vull— féu la xiqueta.
Marieta passà la resta del dia tota desficiosa i quan
vingué la nit, una nit negra i sense lluna, es va gitar.
Enmig del silenci i la quietud, Marieta sentí un colp
en l'escala i una veu amenaçadora:
—Marietaaaa, que vaig pel primer esglaó, torna'm la
freixura que m'has furtat de la sepultura.
Ella que ho va sentir es posar a tremolar.
—Marietaaaa, que vaig pel tercer esglaó, torna'm la
freixura que m'has furtat de la sepultura.
La xiqueta cridà a sa mare, però aquesta com que no
sentia res, li digué que no fera cas.
—Marietaaaa, que ja soc al replà de l'escala, que
tocant la porta estic, torna'm la freixura que m'has
furtat de la sepultura.
Marieta estava que no podia més, morta de por.
—Marietaaaa, ja sóc a la teua cambra, torna'm la
freixura que m'has furtat de la sepultura.
Marieta es tapà amb el llençol.
—Marieta, ja t'he agafat!
I se la va emportar i ningú no va saber mai res de
Marieta.