CAPÍTULO II
EL SALVADOR ESPERADO
LA ESPERA DEL SALVADOR
El hombre, imagen de Dios
• Los Padres, Cristo es el tema central de las Escrituras. Todo el Antiguo Testamento está
orientado hacia Él como una gran esperanza y como una gran profecía, de tal forma que
la espera mesiánica vertebra toda la historia del pueblo de la Alianza y aparece ya
explícitamente en la narración de los orígenes del mundo y del hombre.
• Al Mismo tiempo la afirmación de haber sido hecho a imagen y semejanza De Dios implica
cierta capacitas Dei, cierta capacidad por parte del hombre para recibir ulteriores y más
íntimas comunicaciones de Dios.
• El tema teológico del hombre creado a imagen y semejanza de Dios, adquiere una nueva y
definitiva perspectiva en el Nuevo Testamento a la luz de la clara revelación de Cristo: «es la
imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura», por quien y para quien todo fue
creado.
El pecado del hombre
• Concilio Vaticano II la enseñanza sobre los comienzos del hombre, de la pecaminosidad
humana y de la historia de la salvación: «Constituido por Dios en la justicia, el hombre, sin
embargo, persuadido por el Maligno, abusó de su libertad, desde el comienzo de la historia,
levantándose contra Dios e intentando alcanzar su propio fin al margen de Dios.
• el hombre, al examinar en su corazón, se descubre también inclinado al mal e inmerso en
muchos males que no pueden proceder de su Creador.
• El hombre se encuentra hasta tal punto incapaz de vencer eficazmente por sí mismo
los ataques del mal que cada uno se siente como atado con cadenas.
• Pero el mismo Señor vino para liberar y fortalecer al hombre, renovándolo
interiormente y arrojando fuera al príncipe de este mundo (cfr Jn
12, 31 )»
Imposibilidad de una autorredención humana
• La incapacidad del hombre para autorredimirse deriva de una doble realidad: de la
realidad del pecado y de la naturaleza misma de la salvación.
• El pecado es de una gravedad en cierto modo infinita.
• La salvación no sólo es la remisión del pecado, cuya gravedad es un misterio, sino
también la recuperación de la gracia y la correspondiente conversión del corazón humano
al amor de Dios, y todo esto en la adopción filial en Cristo por obra del Espíritu y la
deificación. Se trata de una vida nueva que incluye la resurrección del alma y, en su
término, la resurrección del cuerpo.
• La vocación a esta íntima unión con Dios que llamamos deificación es la única vocación
del hombre; el hombre ha sido destinado por Dios a la vida sobrenatural, no hay una
salvación natural alcanzable con las solas fuerzas de la naturaleza humana: solamente
existe la salvación sobrenatural. Sólo Dios puede salvar al hombre, dándole de nuevo la
gracia que destruye el pecado.
La promesa del Salvador
• Dios toma la iniciativa en la elección del pueblo de Israel y realiza una Alianza con él
precisamente para que sea el depositario y el portador de las promesas de salvación. La venida
del Mesías, que constituye el centro de la historia de la salvación, fue largamente preparada
por Dios de diversas maneras a lo largo de la historia.
La preparación de Israel
• Toda la historia de Israel es una preparación, un anuncio y una espera del Salvador.
• En esta Revelación Dios habló con palabras de hombre, lo que constituyó un anuncio y
preparación de la plenitud de los tiempos, cuando la misma Palabra Eterna de Dios se haga
hombre.
La Alianza y la espera del Mesías
• El origen del término hebreo berfth es incierto, pero su principal significado está claro por el
frecuente uso que se hace de él en el Antiguo Testamento: es la alianza o pacto perpetuo
contraído por dos personas delante de Dios, sellada con un sacrificio ofrecido a Él y del que
emergen derechos y deberes bilaterales.
• Tras el pecado, Dios mismo volvió a tomar la iniciativa, y estableció una Alianza con los
hombres: con Noé después del diluvio, con Abraham, Isacc, Jacob y luego con Moises
• La Alianza es figura profética de la Encarnación redentora, precisamente porque en Cristo st:
realiza la más perfecta y definitiva Alianza entre Dios y el hombre: El es, en efecto, verdadero
Dios y verdadero hombre 28, y establece en su sangre la nueva y definitiva Alianza de la
humanidad con Dios.
El Mesías, descendiente de David
• Le 1, 3233
• Nm 24, 1519
• Hch 2, 34 y en Hb 5, 510.
• La afirmación del verso central “tú eres sacerdote para siempre según el orden de
Melquisedeq”
El Hijo del hombre
• La importancia de este título mesiánico estriba sobre todo en el uso que de él hace
Jesucristo, llamándose a sí mismo muchas veces Hijo del hombre.
Los poemas del Siervo de Yahvé
• primer poema (Is 42, 17), se presenta al Siervo como elegido por Dios y objeto de su
complacencia (a este texto se hará referencia en el Bautismo y la Transfiguración.
• segundo poema (Is 49, 19), habla el Siervo de Yahvé en primera persona, identificándose
con todo el pueblo.
• tercer poema (Is 50, 49) cuenta más detalladamente aquella persecución y oposición.
• cuarto poema (Is 52, 13 a 53, 12) representa una impresionante profecía de la Pasión y
Muerte de Cristo y de su carácter de sacrificio ofrecido por la redención de todos los
hombres.
Un salvador, rey y sacerdote
Esta unión entre el rey davídico y el sacerdocio se encuentra fortalecida por el vínculo existente
entre el rey y el santuario de Sión. Existe una estrecha relación entre la casa de David y la casa de
Yahvé, el templo de Jerusalén; el rey el que edifica y cuida del templo; la bendición de Yahvé
viene al pueblo a través de David y de la Ciudad Santa: ambos han sido elegidos por Yahvé con
la misma elección.
La preparación de los gentiles
• Dios siempre cuida de todos y cada uno de los hombres. Ciertamente, la humanidad
estaba bajo el poder del pecado, del Maligno y de la muerte a consecuencia de la caída
del primer hombre.
JESÚS, SALVADOR Y MESÍAS
El Evangelio como buena nueva de salvación
• Evangelio» significa buena noticia. Esta buena noticia es antes que nada que «tanto amó
Dios al mundo que le entregó a su Hijo Unigénito, para que todo el que cree en El no
perezca, sino que tenga vida eterna» (Jn 3, 16).
• La Buena Nueva, en realidad, es el mismo Cristo, en quien confluyen los títulos de
Mesías, Salvador e Hijo de Dios.
El testimonio de Jesús en torno a su mesianismo
• Jesús, que mantiene una postura reservada ante el título de mesías y en algunas ocasiones
se muestra reticente a aceptar este título, en otras lo admite, aunque siempre evitando que
su aceptación se pueda interpretar en el sentido de un mesianismo temporal.
El testimonio apostólico
• R. Fabris refiriéndose al testimonio apostólico en torno al mesianismo de Jesús, el primer dato
seguro es que el movimiento cristiano que apela a Jesús de Nazaret está de acuerdo en
reconocerlo como Mesías. Esto está atestiguado desde los primeros escritos del Nuevo
Testamento, como son las cartas de San Pablo enviadas a las comunidades jóvenes y a las que
transmite el anuncio tradicional sobre Jesús, Cristo, que ha muerto por nuestros pecados
según las Escrituras.
Carácter divino y humano de Jesús, fundamento de su condición de Salvador
• Él es Mediador, porque es a la vez Dios y hombre en unidad de persona. Esta ha sido una
afirmación clave en la tradición de la Iglesia. Y es que la mediación de Cristo no se puede
concebir como la mediación que proviene de un ser intermedio entre Dios y los hombres, sino
como la que proviene de Alguien que es, al mismo tiempo, Dios y hombre.