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Capítulo II

Este documento resume la preparación y profecías del Salvador esperado en el Antiguo Testamento, incluyendo la promesa de un Mesías descendiente de David que sería tanto rey como sacerdote. Explica que Jesús cumple estas profecías como el verdadero Salvador y Mesías, según el testimonio de los Evangelios y las cartas de San Pablo. Su naturaleza divina y humana lo capacitan para ser el mediador entre Dios y la humanidad.
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Capítulo II

Este documento resume la preparación y profecías del Salvador esperado en el Antiguo Testamento, incluyendo la promesa de un Mesías descendiente de David que sería tanto rey como sacerdote. Explica que Jesús cumple estas profecías como el verdadero Salvador y Mesías, según el testimonio de los Evangelios y las cartas de San Pablo. Su naturaleza divina y humana lo capacitan para ser el mediador entre Dios y la humanidad.
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CAPÍTULO II

EL SALVADOR ESPERADO

LA ESPERA DEL SALVADOR


El hombre, imagen de Dios

• Los Padres, Cristo es el tema central de las Escrituras. Todo el Antiguo Testamento está
orientado hacia Él como una gran esperanza y como una gran profecía, de tal forma que
la espera mesiánica vertebra toda la historia del pueblo de la Alianza y aparece ya
explícitamente en la narración de los orígenes del mundo y del hombre.
• Al Mismo tiempo la afirmación de haber sido hecho a imagen y semejanza De Dios implica
cierta capacitas Dei, cierta capacidad por parte del hombre para recibir ulteriores y más
íntimas comunicaciones de Dios.
• El tema teológico del hombre creado a imagen y semejanza de Dios, adquiere una nueva y
definitiva perspectiva en el Nuevo Testamento a la luz de la clara revelación de Cristo: «es la
imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura», por quien y para quien todo fue
creado.

El pecado del hombre

• Concilio Vaticano II la enseñanza sobre los comienzos del hombre, de la pecaminosidad


humana y de la historia de la salvación: «Constituido por Dios en la justicia, el hombre, sin
embargo, persuadido por el Maligno, abusó de su libertad, desde el comienzo de la historia,
levantándose contra Dios e intentando alcanzar su propio fin al margen de Dios.

• el hombre, al examinar en su corazón, se descubre también inclinado al mal e inmerso en


muchos males que no pueden proceder de su Creador.

• El hombre se encuentra hasta tal punto incapaz de vencer eficazmente por sí mismo
los ataques del mal que cada uno se siente como atado con cadenas.

• Pero el mismo Señor vino para liberar y fortalecer al hombre, renovándolo


interiormente y arrojando fuera al príncipe de este mundo (cfr Jn
12, 31 )»

Imposibilidad de una autorredención humana


• La incapacidad del hombre para autorredimirse deriva de una doble realidad: de la
realidad del pecado y de la naturaleza misma de la salvación.
• El pecado es de una gravedad en cierto modo infinita.
• La salvación no sólo es la remisión del pecado, cuya gravedad es un misterio, sino
también la recuperación de la gracia y la correspondiente conversión del corazón humano
al amor de Dios, y todo esto en la adopción filial en Cristo por obra del Espíritu y la
deificación. Se trata de una vida nueva que incluye la resurrección del alma y, en su
término, la resurrección del cuerpo.
• La vocación a esta íntima unión con Dios que llamamos deificación es la única vocación
del hombre; el hombre ha sido destinado por Dios a la vida sobrenatural, no hay una
salvación natural alcanzable con las solas fuerzas de la naturaleza humana: solamente
existe la salvación sobrenatural. Sólo Dios puede salvar al hombre, dándole de nuevo la
gracia que destruye el pecado.
La promesa del Salvador

• Dios toma la iniciativa en la elección del pueblo de Israel y realiza una Alianza con él
precisamente para que sea el depositario y el portador de las promesas de salvación. La venida
del Mesías, que constituye el centro de la historia de la salvación, fue largamente preparada
por Dios de diversas maneras a lo largo de la historia.

La preparación de Israel

• Toda la historia de Israel es una preparación, un anuncio y una espera del Salvador.
• En esta Revelación Dios habló con palabras de hombre, lo que constituyó un anuncio y
preparación de la plenitud de los tiempos, cuando la misma Palabra Eterna de Dios se haga
hombre.

La Alianza y la espera del Mesías

• El origen del término hebreo berfth es incierto, pero su principal significado está claro por el
frecuente uso que se hace de él en el Antiguo Testamento: es la alianza o pacto perpetuo
contraído por dos personas delante de Dios, sellada con un sacrificio ofrecido a Él y del que
emergen derechos y deberes bilaterales.
• Tras el pecado, Dios mismo volvió a tomar la iniciativa, y estableció una Alianza con los
hombres: con Noé después del diluvio, con Abraham, Isacc, Jacob y luego con Moises
• La Alianza es figura profética de la Encarnación redentora, precisamente porque en Cristo st:
realiza la más perfecta y definitiva Alianza entre Dios y el hombre: El es, en efecto, verdadero
Dios y verdadero hombre 28, y establece en su sangre la nueva y definitiva Alianza de la
humanidad con Dios.

El Mesías, descendiente de David

• Le 1, 3233
• Nm 24, 1519
• Hch 2, 34 y en Hb 5, 510.
• La afirmación del verso central “tú eres sacerdote para siempre según el orden de
Melquisedeq”

El Hijo del hombre

• La importancia de este título mesiánico estriba sobre todo en el uso que de él hace
Jesucristo, llamándose a sí mismo muchas veces Hijo del hombre.

Los poemas del Siervo de Yahvé

• primer poema (Is 42, 17), se presenta al Siervo como elegido por Dios y objeto de su
complacencia (a este texto se hará referencia en el Bautismo y la Transfiguración.
• segundo poema (Is 49, 19), habla el Siervo de Yahvé en primera persona, identificándose
con todo el pueblo.
• tercer poema (Is 50, 49) cuenta más detalladamente aquella persecución y oposición.
• cuarto poema (Is 52, 13 a 53, 12) representa una impresionante profecía de la Pasión y
Muerte de Cristo y de su carácter de sacrificio ofrecido por la redención de todos los
hombres.
Un salvador, rey y sacerdote

Esta unión entre el rey davídico y el sacerdocio se encuentra fortalecida por el vínculo existente
entre el rey y el santuario de Sión. Existe una estrecha relación entre la casa de David y la casa de
Yahvé, el templo de Jerusalén; el rey el que edifica y cuida del templo; la bendición de Yahvé
viene al pueblo a través de David y de la Ciudad Santa: ambos han sido elegidos por Yahvé con
la misma elección.

La preparación de los gentiles

• Dios siempre cuida de todos y cada uno de los hombres. Ciertamente, la humanidad
estaba bajo el poder del pecado, del Maligno y de la muerte a consecuencia de la caída
del primer hombre.

JESÚS, SALVADOR Y MESÍAS


El Evangelio como buena nueva de salvación

• Evangelio» significa buena noticia. Esta buena noticia es antes que nada que «tanto amó
Dios al mundo que le entregó a su Hijo Unigénito, para que todo el que cree en El no
perezca, sino que tenga vida eterna» (Jn 3, 16).

• La Buena Nueva, en realidad, es el mismo Cristo, en quien confluyen los títulos de


Mesías, Salvador e Hijo de Dios.

El testimonio de Jesús en torno a su mesianismo

• Jesús, que mantiene una postura reservada ante el título de mesías y en algunas ocasiones
se muestra reticente a aceptar este título, en otras lo admite, aunque siempre evitando que
su aceptación se pueda interpretar en el sentido de un mesianismo temporal.

El testimonio apostólico

• R. Fabris refiriéndose al testimonio apostólico en torno al mesianismo de Jesús, el primer dato


seguro es que el movimiento cristiano que apela a Jesús de Nazaret está de acuerdo en
reconocerlo como Mesías. Esto está atestiguado desde los primeros escritos del Nuevo
Testamento, como son las cartas de San Pablo enviadas a las comunidades jóvenes y a las que
transmite el anuncio tradicional sobre Jesús, Cristo, que ha muerto por nuestros pecados
según las Escrituras.

Carácter divino y humano de Jesús, fundamento de su condición de Salvador

• Él es Mediador, porque es a la vez Dios y hombre en unidad de persona. Esta ha sido una
afirmación clave en la tradición de la Iglesia. Y es que la mediación de Cristo no se puede
concebir como la mediación que proviene de un ser intermedio entre Dios y los hombres, sino
como la que proviene de Alguien que es, al mismo tiempo, Dios y hombre.

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