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Conventillo Paloma Adaptación

El resumen presenta una discusión entre varios personajes en un patio de conventillo. Miguel y José discuten por Paloma, mientras que las esposas de ambos, Mariquina y Sofía, defienden sus posiciones y acusan a Paloma de provocar la situación. La discusión se vuelve más tensa a medida que más personajes se involucran.

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Conventillo Paloma Adaptación

El resumen presenta una discusión entre varios personajes en un patio de conventillo. Miguel y José discuten por Paloma, mientras que las esposas de ambos, Mariquina y Sofía, defienden sus posiciones y acusan a Paloma de provocar la situación. La discusión se vuelve más tensa a medida que más personajes se involucran.

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CUADRO PRIMERO

Pintoresco patio de un conventillo en Villa Crespo. Dos puertas practicables en cada


lateral y tres en el foro. La del centro da a la calle. Entre los laterales y el foro, espacios
libres que dan acceso a los otros patios. Es de día. Derecha e izquierda, las del público.

Aparecen : SERIOLA, tocando la guitarra junto a la primera izquierda; DOCE PESOS,


avivando el fuego de un brasero cerca de la misma puerta; DON JOSÉ, peinándose frente a
un pequeño espejo que cuelga del contramarco de la segunda; DON MIGUEL se pasea
fumando por la escena derecha, sin dejar de mirar a la puerta del foro izquierda; LA TURCA
SOFÍA lava y tiende sus ropas en una soga que cruza frente a su puerta. Pueden pasar
algunas vecinas, desde la calle a los patios interiores:

SERIOLA: (Canta al son de la guitarra y con plañidero acento:) "¡Yo soy como aquella
piedra

que está botada en la calle: todos se quejan de mí, yo no me quejo de nadie!"

MIGUEL: (Remedándolo con intención) ¿Yo no me quejo de nadie?... ¿Y de quién se podría


quejar usted, malandrín de ocho cilindros, si en esta vida no ha hecho otra cosa que vivir
de gorra?

SERIOLA: ¿Yo? ¡Vivir de gorra!

DON JOSÉ: (Bien gallego) Pero si tuviera que trasladarse veintitantas veces en colectivo
desde Plaza Constitución a Chaquirita y viceversa, estoy seguro de que no le quedarían
ganas de echar coplas al aire, sino de tirarse al suelo.

SERIOLA: ¡Tirarse al suelo! ¿Pero, propiamente, estos puntos han resuelto enfrentarse
conmigo? Pero conmigo... ¡la enfrentarán!

MIGUEL: Pero qué tanto, seriola, enfrentarola y mondiola. Mira un poco qué modo de
hablar han inventado ahora.

JOSÉ: No haga usted caso. Son productos de la incultura.

MIGUEL: ¡Y qué agricultura quiere que tenga esta pobre gente!

SERIOLA: ¿Y ustedes qué tienen que ver con mi vida y con la diversión? Yo soy yo y si
quiero trabajar, trabajo, y si no quiero, no trabajo.

MIGUEL: Sí... ¡trabajariola! (Mutis de Sofía y Doce Pesos).

SERIOLA: Lo que aquí pasa, y esto se lo voy a decir claramente para que me entiendan, es
que ustedes y ustedes y el resto de la gente, están en contra de aquel que habla, desde
que han comido el sebo que la diversión está conmigo.
MIGUEL: ¿Con quién?

SERIOLA: ¡Conmigo!

MIGUEL: ¡No me hagas reír que sufro de zorromaco!

SERIOLA: ¿De qué?

MIGUEL: Del corazón. Usted se ha olvidado de que para tocar este disco hace falta ser muy
hábil.

JOSÉ: Es lo mismo que dice este punto.

MIGUEL: (Mirándole con superioridad) ¿Cómo? ¿Y eso punto qué chance piensas teñiré a
esta jugada?

JOSÉ: Pues modestamente, las mismas que tienen otros que se las dan de muy astutos y
tramposos.

MIGUEL: ¿Mira al gallego adicto a la nafta, cómo se me viene encarando con ganas de
meterse en medio? Pero te advierto que si sigues fastidiándome, amigo, te daré un
puñetazo que acabarás en el planeta Miércoles.

JOSÉ: Al planeta Marte, dirás tú.

MIGUEL: Yo digo Miércoles, y si me enojo te nombro los quince días de la semana.

JOSÉ: Los siete.

MIGUEL: ¡Siete! ¡El animal más bruto que has visto en el mundo!

JOSÉ: ¿Me desafías?

MIGUEL: No solo te desafío, sino que te como las orejas.

JOSÉ: ¿A mí?

MIGUEL: ¡A ti! (Hace un gesto)

VILLA CRESPO: (Saliendo desde la derecha) Eh, ¿qué es esto, caballeros? ¿Qué pasa?

MIGUEL: Todavía no ha pagado nada, ¡pero algo pasará si no me detienen!

V. CRESPO: Tranquilízate, amigo. Parece mentira que hombres grandes y comprometidos


como ustedes se estén gastando en peleas sin sentido por una mujer que no vale la pena.

JOSÉ: Mire, señor: usted puede pensar lo que quiera, pero permítame decirle...

V. CRESPO: ¿Y qué me podría usté decir que no lo haya relojiao de entrada? Si desde que
ese loro se mudó a esta casa, andan todos alborotaos detrás de ella como si se tratara de
algo del otro mundo. ¡Pero háganme el favor, hombres!... Qué le han visto de interesante a
ese fenómeno que ni forma de mujer tiene, con ese cuerpo desgarbao, esa cara y esas
manos...

MIGUEL: Sin embargo, che Villa Crespo, perdóname la openione, pero si osté hubiera visto
aquillo que hai visto yo...

JOSÉ: ¡Qué ignorancia!, ¡qué ignorancia! No sé qué poderán habere visto algunos unos
que no hai jamos pudido veré aljunos otros.

MIGUEL: ¡Ma dése cuenta lo gallegue engropido de sobradore! ¿E osté se quiere


comparare conmigo? ¡Adonde tene la cancha!

JOSÉ: ¿Y adonde está tu carpeta?

MIGUEL: ¡Chicato! ¿No ve lo fleco que me están llegando al suelo? Lo que aquí pasa es que
osté, osté e todos están en contra mío porque hano mordido la vela que la grela está
congomi.

SERIOLA: ¿Con usté?

JOSÉ: ¡Ja, ja, ja! ¡Me hacéis carcajear!

MIGUEL: ¡Qué gallego carcajeadore!

V. CRESPO: Pero hágame el favor, amigo don Miguel. Cómo es posible que crea que haya
en el mundo quien le pueda envidiar a ese mamarracho. Y yo, sobre lodo, que apenas la
conozco.

PALOMA: (Sale de su pieza vestida de blanco y con tiempo de oír la última frase) ¿Cómo?
(Sorpresa de los tres rivales) ¿Y si apenas me conoce el joven, por qué se permite hacer
esas apreciaciones de mí?

V. CRESPO: Hombre, yo... si fuera un caballero le pediría disculpa por haberla lastimao,
pero como no soy es y tengo además el defecto de ser demasiado claro no me queda otro
remedio que afirmarme en lo que he dicho.

PALOMA: ¡Caramba! Sin embargo le diré que a otros no les parezco tan mal.

MIGUEL: ¡Claro que no!

JOSÉ: ¡Sejuramente!

PALOMA: Y que es usté el primer hombre que me dice tal galantería.

V. CRESPO: Seré el primero que le ha dicho la verdá.

MIGUEL: Mentirá, la veritá se la hai dicho yo: osté es lo mejore que hizo Dios después del
pan con grasa.
JOSÉ: ¡Y la muguer más hermosa que han pupileao mis ogos!

SERIOLA: Y la más uva que han embrocao los míos.

PALOMA: ¿No ve usted?

V. CRESPO: Admita entonces lo que dicen los "caballeros" y por mi parte, haga de cuenta
que me he ido al mazo sin orejiar. Hasta luego. (Mutis)

PALOMA: ¡Antipático! ¿Quieren decirme ustedes quién es y de dónde ha salido este


insolente?

MIGUEL: ¡No le lleve lo baúle!

PALOMA: ¡Vean que tratarme a mí de esa manera!

MIGUEL: Lo dice perqué no ha visto la hermosura mojocana de so cara.

JOSÉ: Ni la jracia arrebatadora de su cuerpe.

SERIOLA: Ni esa pinta abacanada que al patinar va diciendo: ¡ábranle cancha a la invicta
que viene picando piedras!

JOSÉ: ¿Qué me habrás hecho rapaza pra tenerme tan mitido?

MIGUEL: ¡Quien te puso la Paloma no te supo ponire nombre, más vale te hubiera puesto
la perdicione del encargado!...

PALOMA: Bueno, por favor, que esto es demasiado y adviertan que no quiero acabar de
indisponerme con sus mujeres.

MIGUEL: Con las mujeres de illos, dirá.

JOSÉ: ¿Y acaso no es casado usté también?

MIGUEL: ¡Qué tipo arruinadore! ¡Pero yo hai mandado mi mojiere a Nápole, y aquí tengo
piedra libre!

JOSÉ: Eu también puedu libertarme de la mía.

MIGUEL: ¿De to gallega?... ¡Te libertariola!

SERIOLA: Y por cuanto a la del que parla, bien sabe que pa mí no es más que un elemento
de distracción, transitorio y negativo... Transitorio y negativo he dicho y no sé si me han
interpretao los de la izquierda.

MIGUEL: Los de la izquierda te la van a daré co la derecha.

SERIOLA: ¿A quién?

MIGUEL: ¡A osté!...
SERIOLA: A mí no me servís vos ni pa alzarme al capotraste.

JOSÉ: ¡Y a mí los dos ni pa limpiarme los juardabarrus! Y qué tanto discotir al devino
cohete. Si quieren probarlo, aquí namás ábrase el mundo y que nos traje la tierra. (Echa
manos y saca la navaja con gran ruido de muelles).

MIGUEL: ¡La madona, col serrucho! (Mutis a su pieza).

JOSÉ: ¡Venja pra acá, so cobarde!

MARIQUIÑA: (De su pieza, segunda izquierda) ¡Ea! ¿Qué es esto, Juseciñu?

DOCE PESOS: (De la primera izquierda) ¡Serióla! ¿Qué vas a hacer?

MARIQUIÑA: ¡Váljame Deus y mi madre! ¡Riñendo otra vez por esta mujerzuela de tres al
cuarto!...

PALOMA: ¡Permítame señora y no se violente que yo no tengo nada que ver en estas
cuestiones!

MARIQUIÑA: ¡Cómo que no tienes que ver, sinverjuenzona!

JOSÉ: ¡Por Deus, Mariquiña!

MARIQUIÑA: ¿Y pra casu te fijaras que non tenjo olios pra veré y orellas pra tí sentiré?

JOSÉ: ¿Pero, qué dices, muller?...

MARIQUIÑA: Lo que quiero que me oijas tú y que me oija de una vez esta jrandísima
pirdida...

PALOMA: Le advierto, señora, que usté me ofende.

MARIQUIÑA: Y oféndase usté; si esu es lo que quieru, que se ofenda usté pra veré si de ese
modo, lo deja de provocare con sus coqueterías a ese infiliz de mi maridu.

PALOMA: ¿Y quién le ha dicho a usté que yo tenga algo que ver con su marido?...

DOCE PESOS: No, si ya sé que la cosa es con el mío.

PALOMA: ¿Con el suyo?

DOCE PESOS: ¡Sí, con el mío!

SERIOLA: Doce esos, por favor. No te olvides que la señorita es una persona decente y el
que parla un asiduo colaborador de El Alma que Canta.

DOCE PESOS: ¿Y hasta cuándo te crees vos que me vas a tener engrupida con versitos?

MARIQUIÑA: Y esu de que es una persona decente, tindiriamos que averijuarlo mucho,
porque cuando el río suena ajua trae... Y eu tenju mis sospechas...
PALOMA: ¿Y quién me podría impedir que también las tuviera yo respecto de ustede?

MARIQUIÑA: ¿De nosotras? ¡Cállese osté, so enredona! ¡Eu soy María Mundiño de las
Canjas de Tineo, casada como Deus manda, pra que osté lo sepa! Y bien, puedo enseñarle
a osté ventedós certefecardos de las casas donde he sirvido y que acreditan mi honradez y
competencia. ¡Ajá!

DOCE PESOS: ¡Y yo no tendré papeles, pero pregunte en la de tejidos, donde la han tomao
a trabajar de lástima, por Marieta Scsrtachini, por mal nombre Doce Pesos, y allí le dirán
quién soy! ¡Ajá!

SOFÍA: (Sale de derecha) Sí, sañura, vicinas tenin razún.

PALOMA: ¡Otra más! ¡Válgame Dios!

SOFÍA: Maridu mío también desdi que sañura muda la gombendillo, bierdi gabeza; ¡que
queris vos, qué ti biensas! ¡Jarabaitú mirajá jainé!

PALOMA: No sé lo que me ha dicho, pero si es un insulto, agréguelo a los de las señoras y


me daré por bien servida. ¡Caramba! No creía que mi pobre personita fuera capaz de
provocar tanto revuelo. ¡Pero qué le hemos de hacer! Esto me prueba que todavía debo ser
mejor de lo que yo pensaba. Y aquí las dejo en libertad para que puedan desahogarse a
sus antojos. (Mutis a su pieza).

DOCE PESOS: ¿Y por qué te plantas ahora?

SERIOLA: ¡Doce pesos, por favor!

DOCE PESOS: ¡Y vos qué tenes que meterte a defenderla! ¡Rajá pal cuarto, que este afáire,
como que soy Marieta Scartachini, lo vamos a tener que arreglar más tarde y mano a
mano!

SERIOLA: ¡Lo arreglariolamos! (Mutis)

MARIQUIÑA: ¡Y tú también raga pral coarto, que este afére lo tendremusque arrejlar entre
nosotros!

JOSÉ: ¿Nosotros? ¡Lo arrejlariolaríamos!.. (Mutis)

MARIQUIÑA: ¡Malos demonios te lleven! ¡Mas tú non te afligas, Doce Pesos! Ni se afliga
osté, doña Turca, que este es el momeutu pra ponere en práctica lo que hablábamos ayer.
¿Están conformes?

DOCE PESOS: ¡Conformes!

SOFIA: ¡Sí, sañura!


MARIQUIÑA: Entonces no hay más que hablare, y vamos al jrano. (Se acerca a segunda
derecha) Oija usté, señor Don Miguel.

MIGUEL: Hola, ¿qué hay, sompática galleguita?

MARIQUIÑA: Hombre... Paréceme que eu lo he llamadu por su nombre y bien sabrá por
los recibos, que eu soy María Mundiño de las Canjas de Tineo.

MIGUEL: ¡Muy biene! ¿Antonce me dirá en qué la puedo serviré, doña María Mundiño de
las Nalgas del Ternero?

MARIQUIÑA: (Corrige) ¡De las Canjas de Tineo! Eu venju en representación de estas


señoras y de todas las que aquí convivimus, a pedirle a osté que, en bien de nuestra
tranquilidá matrimonial, nos haja el favor de darle el desalogo a la “señurita” ésa de la
sala.

MIGUEL: ¿Come? ¿A illa?

MARIQUIÑA: ¡Sí, señor, a ella! ¡Y para ellu le damos a osté cúrenta y ocho horas de plazo, o
de lo contrariu no le quedará a osté ni una sola pieza ocopada, purque nos mudaremos
todas! ¿Es así lo convinidu?

DOCE PESOS: Así es ni más ni menos. Desde que está aquí ese cartón no hay más que
broncas en el convento.

SOFÍA: ¡Sí, sañur, sembré disgusdo!

MIGUEL: ¡La madona! Ma pir qué voy a sire tan oxogente si ella ha cumplido con toda
puntualitá. Y aunque hace muy poco tiempo que vive..

DOCE PESOS: Pero ese poco tiempo le ha servido pa' emberretinarlo a mi marido.

SOFÍA: Y al mío bierde gabeza, sí, sañur. Poco ande más, guería; ahora no gueri más. Veni
dembrano a boni vestido nuevo.

MARIQUIÑA: Y qué me dice osté del mío que hasta una camisa de seda se me ha
comprado y un frasco de ajua de "fleúr de ameúr".

MIGUEL: Del suyo... Bueno, del suyo é mejore que no hablemo...

MARIQUIÑA: ¿Qué dice osté del mío?

MIGUEL: Que yo hago male de hablare, pero la culpa la tiene ele, porque ele es aquillo que
la provoca e non la deja viviré en paz.

MARIQUIÑA: Pero eso lo dice usté porque...

MIGUEL: Lo digo porque lo hai sentido con mis ojos y lo hai visto, con mis orejas...
MARIQUIÑA: ¡Deus de la mesericordias! Ya me lo daba a mí el corazón. Pero agora menos
que nunca esa muller podrá sejir viviendo en esta casa, y usté hará que se cambie de aquí o
tenderán que correre todus los guardias ceviles que hay en esta bindita tierra.

DOCE PESOS: ¡Claro que sí! Se tiene que mudar.

SOFÍA: Lo mismo la dice yo.

MIGUEL: ¡Bueno! ¡Está biene! Yo voy a hacire lo que me pide el pueblo, pero el pueblo
tambiene sabrá cortare en carne propia.

MARIQUIÑA: Cumpla osté con su deber de encarjado que nosotras saberemos cumplire el
nuestro. Y agora cada mochuelo a su nido a esperare la respuesta.

Doce pesos: Mire, que como no sea la que debe ser, ya veremos quién es Marieta
Scartachlni.

Sofía: ¡Y Sofia Kairuz Abel!

Mariquiña: Y María Mundiño de…

Miguel: De las Nalgas del Ternero. Ya lo sabímo... Aquí no gay má remedio que probare la
carpeta. (Se aproxima a la izquierda foro y golpea las manos) ¿Señorita...? Señorita... Diga.
Quiere venire un momento.

Paloma: ¿señor?

MIGUEL: Tengo que hablarle de un asunto que...

PALOMA: ¿Ah, sí? Me alegro, porque, casualmente, yo también tengo que hablar con uste.

MIGUEL: ¿Conmigo? ¡Caramba! ¿E osté qué tiene que hablarme a me? Diga nomás con
confianza; yo soy un tipo canchero.

PALOMA: Pues que como he visto que mi presencia en esta casa ha llegado a molestar a
algunas “señoras”, he resuelto dejarle la pieza.

MIGUEL: ¿Ma come? ¿Osté se quiere mudar?... ¿E pe qué?

PALOMA: Porque esa será la única manera de evitarle disgustos a las vecinas y evitármelos
yo misma. Vine aquí buscando la tranquilidad que nunca había podido hallar en otras
partes, pero ya ve lo que me pasa: todo el mundo en contra de mí.

MIGUEL: Todo el mundo no, chiquita: dejate de macanas, peque yo songo lo encargado y
estongo de so parte.

PALOMA: Por uste lo siento mucho porque es muy bueno y muy complaciente.
MIGUEL: No, regolare, nomás... Ahora me hai descuidado un poco, pero usté me va a veré
el dominico a la noche.

PALOMA: ¿El domingo?

MIGUEL: Mire... quería reservarle la sorprisa pero se la voy a decire. Como el domingo se
cúmpleno los diez años que me hai hecho cargo del conventillo, hai resolvido dare un baile
festejando el centenario.

PALOMA: ¿Ah, sí?

MIGUEL: ¿Y osté va a vire qué orquesta tísica? Ya le hai mandado a decire al Conijo que
venga. ¿Osté lo conoce al Conijo?

PALOMA: No sé quién es.

MIGUEL: Aquillo que te habla con todos los apellidos. ¿Nunca lo hai visto dijerire la
orquesta?

PALOMA: Nunca, y es una lástima porque para el domingo difícilmente estaré ya en esta
casa.

MIGUEL: ¿Ma come? ¿Quiere decire que osté se piensa modare en serlo?

PALOMA: En cuanto encuentre otra habitación.

MIGUEL: ¡Ma no, per la madona! ¡Esto non puede ser! Osté está ofendida con esta gente,
mas no debe hacerle caso. Las mujere le tienen envidia peque es más linda que ellas, y los
hombres peque sábeno que osté me lleva el baúle amé. Sí... todos se dieron cuenta de que
yo soy su amado.

PALOMA: ¿Uste? Pero avisá hombre si es que realmente se ha tomado en serio nuestras
bromas...

MIGUEL: ¿Bromas? ¿Entonce quiere decire que yo soy otro engañao como el gallega?

PALOMA: ¡Pero, hombre de Dios! ¿Cómo llega a imaginar que una mujer como yo pueda
tomarse en serio?... ¡Haceme el favor... ja, ja! Hasta luego, don Miguel. Ahora mismo me
voy a arreglar para salir a buscar habitación... ¡Qué rico tipo...ja, ja! (Mutis).

MIGUEL: ¡Esta mujer está enseñada per lo gallego! Pero yo no le voy a perderé pisada, e
tanto voy a ensestire hasta que la rinda como un pollito a mié pies.

MARIQUIÑA: ¿Y, qué pasa, señor encargado? ¿Le ha pedido usted ya la pieza?...

MIGUEL: Sí... es decire, no... ¡No se la hai pedide ni tampoco pienso pedírsela mase!

MARIQUIÑA: Cómo, cómo... ¿Y por qué ste cambio de frente?


MIGUEL: Peque hai reflexionado sobre el punto y hai llegado a la conclusione de que yo
non quiero maximalismo a la casa mía. Y antes que ella se mude, prefiero que se váyano
todo y me déjeno aquí sólito con illa...

MARIQUIÑA: ¿Ajá? ¿Con que esas también teníamus?

DOCE PESOS: ¿Qué les decía yo?

SOFÍA: ¡Daliano también berdído!

MIGUEL: Sera carpincho, locura, amore, non se; ma juro, por el alma de San Genaro, que
antes de aflojare, le prendo fuego a lo conventillo. ¡Y ya non le digo más!... (Mutis a su
pieza).

MARIQUIÑA: Pues apresúrese a hacerlo, señor pelele... porque si no lo hace osté, lo


haremus nusutras mismas...

DOCE PESOS: ¡Y ojo que lo vamos a hacer nosotra eh!

SOFÍA: Nadoralmente que sí...

V.CRESPO: (Foro) ¿Pero qué es esto? ¿Ya se abrió la pajarera?

MARIQUIÑA: ¡Ay, cállese oste por Deus, don Villa Crespo, que lo que istá ocurriendo aquí
no tiene nombre!

V.CRESPO: ¿Pero qué pasa?

MARIQUIÑA: Pues que acabamos de exigirle al encargadu que le pida el desalojo a isa
condenada, pero, ¿qué resulta? que ese imbecil también está embobao con ella.

DOCE PESOS: ¡Y minga de desalojo che!

SOFÍA: ¿Qué la dice, señor? ¿Qué la dice?

V.CRESPO: Y qué les voy a decir yo si no que son ustedes las que han errao el
procedimiento.

MARIQUIÑA: ¿Y qué otra cosa podríamos hacer nusutras?

V. CRESPO: Pues, sencillamente, pagarles a sus maridos con la misma plata, y si ellos se
dedican todos a una misma mujer, dediqúense ustedes o aparenten, al menos, dedicarse a
otro hombre, aunque no sea el mismo.

MARIQUIÑA: ¿A otro hombre?

DOCE PESOS: ¿Nosotra´?

MARIQUIÑA: ¡Líbreme Dios querido purísimo de los santos! Eu nunca le he sido infiel a mí
maridu y me mataría antes de hacerlo.
V.CRESPO: Yo solo doy consejos y les muestro las oportunidades. Pero para eso, van a
tener que unirse y revocarse al ritmo de ella.

MARIQUIÑA: ¿Cómo? Pintarrajearnos nusutras la cara y ponernos esos vestidos


escandalosos. ¡Pero para qué estar andando con esas mentirillas si esto es natural, y aquí
no hay grupos, cariño! (Se golpea las caderas).

V. CRESPO: No los habrá; ya lo sé. Pero en esta vida y estos tiempos todo es cuestión de
apariencia. ¿A quién quiere seducir usté con ese matambre arrollao en la toldera y vos con
esa pinta descuidada y usté con esos trapos encima? Renuévense un poco, salgan del
museo histórico y entren por la diagonal de la vida nueva. Ese será el único modo de
conseguir que ellos encuentren en ustedes lo que ven en las demás.

MARIQUIÑA: Demontres... demontres. .¿Ya oste li parece que entrando por la diagonal lo
conseguiremos nusutras?

V. CRESPO: ¡Todo lo que quieran conseguir!... A veces, una situación desesperada es la


mejor oportunidad. Y si quieren que yo las aconseje, pasemos a mi bulín y allí les daré unas
leccioncitas pa no fallar.

MARIQUIÑA: No... a su pieza, no puede ser. Si me viera mi maridu...

V. CRESPO: Y qué más quiere. Sí la vé, mejor aun.

MARIQUIÑA: Es que yo nunca le he faltadu, sabe oste... No, no, no. ¡Yo no me rebajo asi!

V. CRESPO: Si va a empezar con esas excusas, haga de cuenta que con usted no va nada.
Vengan ustedes dos. (Mutis a su pieza).

DOCE PESOS: ¿Y por qué la do´?... Vamo las tre´, ¡no me joda! Total, ¿qué nos puede pasar?
(Mutis detrás de Villa Crespo). Vení, gallega.

SOFÍA: De malo no teni nada... Veni, sañura. (Mutis).

MARIQUIÑA: ¡No, Doce Pesos, Turca, no vayan! ¡Qué escándalo! ¡Dos Mulleres en la pieza
de un hombre solo! ¡No tienen vergüenza! ¡Vengan aquí! (Se mete en la pieza. Don Miguel
vuelve del otro patio).

CONEJO: (Por foro, con Paseo de Julio) ¡Vení, pasá, hombre! Adiós, Tanolai, ¿cómo te
Barassi?

MIGUEL: ¡Hola, mí simpático Conijo, por fine te veo lo diente!... ¿Qué decise de bueno ?

CONEJO: Aquí me tenés completamente a tus Ordóñez. Un Amiguelli, che: don Miguel, el
encargao y el famoso Paseo de Julio; ¡punto muy Altamirano! (Paseo de Julio no le da
mayor importancia).

MIGUEL: Ah, ¿osté es Paseo de Julio? Me parece haberlo visto.


P. DE JULIO: ¿Adónde? (Muy serio).

MIGUEL: Allá, cerca del puerto.

P. DE JULIO: ¡Avise, si de entrada liornas me va a sobrar!

MIGUEL: No; ¡qué esperanza, don Paseo Colón, digo, de Julio! Osté tambiene es músico,
¿verdá?

P. DE JULIO: ¡Qué músico! Yo no soy músico ni toco más instrumentos que el de escupir
tizones. Y si aquí he venido no fue más que pa acompañarlo al amigo. ¡Con que arreglen lo
que tengan que arreglar, que yo no estoy pa conversaciones! (Mira con el ceño fruncido
hacia otra parte como si anduviese buscando algo).

MIGUEL: ¡Qué amigo me trajiste! ¿Ma de dónde me lo hai sacado? ¿de la Ponontenciaria?

CONEJO: Despacito como dijo Fonsi, hombre, y no lo toriés. Está así... medio Chivanosky
desde que se le fue la Mujica.

MIGUEL: ¿Qué Mojica?

CONEJO: La mujer, hombre.

MIGUEL: Ah, descolpáme. No me acordaba que Mojica es otro arpollido. ¡Qué Otarielli que
soy yo!... ¿Y qué se ha hecho la Mojica?

CONEJO: ¡Qué sé Lloris!... Hace como tres Messi que la anda Buscandioti y no la puede
Trovezky.

MIGUEL: Antonce es segura que se Ascondosky.

CONEJO: ¡Vaya a Saavedra!

MIGUEL: ¿Que vaya a Saavedra yo? ¿Qué voy a hacer a Saavedra?

CONEJO: Digo que andá vos a Saavedra dónde estará. Pero el Bancalari es bastante
Roncoroni y donde quiera que la Chiápori se la va a dar de Ferreyra pa que corra
Sanguinetti.

MIGUEL: Sanguineto, Ferreyra, Chiápori... Pero éste es un hombre o es la guía del talífano.
Antonce vamos a pasare a mi Cuartuli per arreglare esto asunto de la Orquestoni... ¡Qué
Conijo éste! Cada vez que te veo me dan ganas de tirarte con un repollo.

CONEJO: Con Bermejo.

MIGUEL: ¡Pasalacqua!... (Mutis del Conejo) E osté, don Paseo de Julio, haga el favore de no
acordarse más de la mojica; cada mojica que se pierde se encuéntrano cinco mojica más...
¡Qué Paseo de Julio éste!... (Lo palmea).
P. DE JULIO: Está bien; pero a mí no me manotee, no me manotee... (Mutis).

MIGUEL: ¡La madona! ¡Con este Paseo de Julio me parece que no llego ni a la dársena!
(Mutis).

ABRAHAM: (Por foro, con su cajoncito de mercancías) ¡Alá Dius! ¡Por fin la llega a la gasa!
(Deja el cajón junto a la derecha, foro. Mira al interior de su pieza y se vuelve hacia el foro
izquierda). ¡Qué la estará haciendo mujer lindo... breciosa! ¿Queri bañuelo de seda?

SERIOLA: (Sale de su pieza y repara en él con disgusto). ¿Y eso? ¿Qué es lo que está,
campaniando el cotur por esa puerta?

ABRAHAM: Yo gambanéa puerta que gueri... qué amborda la gumbadrito.

SERIOLA: ¿Otoño? ¿No te han pasao el dato que la grela está congomi?

ABRAHAM: Habla claro la sañur que turco no la gombrendi.

SERIOLA: Quiero decirte que esa mujer no le lleva el apunte más que a uno, y ese uno es el
que suscribe.

DON JOSÉ: ¡Quí ilusiones se hace el chanchu creyendo que es jolondrina!

SERIOLA: ¿Vos? ¿Otra vez querés coparla?

JOSÉ: Eu copo, recopo y llevo y pajo la contra, que pra eso me juegan las coyunturas... Y
vamos a ver, chiquito: ¿Tiene to cochillo punta?

SERIOLA: Y acostumbrada a buscarle los chiflidos al mondongo. (Otra vez van a embestirse
pero se detienen ante el vocerío de las mujeres que salen de primera derecha).

MARIQUIÑA: ¡Pero cómo no, hombre! ¡Perfectamente entendida la primera!

DOCE PESOS: ¡Pectacular!

SOFÍA: ¡Sí, sañur la Villa Crespa!

SERIOLA: ¿Y eso?

JOSÉ: ¡Caracoles!

ABRAHAM: ¡Alajatú!

SERIOLA: ¡Doce Pesos! ¿Qué es lo que estabas haciendo metida en ese bulín?

DOCE PESOS: ¡¡¿Yo???!!! Y a vos qué te tengo que andar dándo explicacione´ de mis asunto
´ privados. Si ya no te doy tecor ni te llevo en sidecarte... ¡Como estamos con las escenita
de celos ehh!... ¡Revolveme ese risoto dale!...(Mutis a su pieza caminando con mucho
desenfado y movimiento de caderas).
SERIOLA: Pero ésta se ha vuelto cola... Che, Doce Pesos... (Mutis detrás de ella).

ABRAHAM: ¿Y qué la hace la mujer con la malevo? ¡Gamina bieza!

SOFÍA: ¡Está bien, sañur! Yo la gamina si gueri y si no gueri no la gamina. ¿Qué la biensa la
marido? ¡Jarabaitá jainé! (Mutis).

ABRAHAM: ¡Urujá, majúdalá! (La sigue).

JOSÉ: ¿Y tú? ¿Quieres dicirme tú qué hacías en ese cotarro y qué demontres es lo que estás
haciendo agora?

MARIQUIÑA: ¡Hombre! Pues nasa más que espantarme del museo histórico y entrare por
la diagonal de la vida nueva... ¿Qué quieres tú con las persianas, si ya no te doy recorte ni
te llevo en calesita? ¡Sácale el hilo a esta chaucha! (Mutis a su pieza imitando el andar de
Doce Pesos).

JOSÉ: ¡Váljame Deus! Pero ya sabremus qué birritín es el que le ha entradu a la lora... Oye
tú... (Se va tras ella sin salir de su extrañeza).

MIGUEL: (Desde adentro) ¡Bueno, bueno, che Conijo! ¡Pero non te vayas a olvidare que el
domingo te aspero tempranito! (Sale con El Conejo. Detrás, Paseo de Julio).

PALOMA: (Casi simultáneamente sale de su pieza para dirigirse a la calle. Ve de golpe a


Paseo de Julio, y con gesto de honda y desagradable sorpresa) ¡Eh!

P. DE JULIO: (La reconoce) ¿Vos?

MIGUEL: ¿Ma qué pasa?

CONEJO: (Imponiéndole silencio) SHH!

MIGUEL: ¿La Mojica? ¿No me Duggan?... ¡Olivero!... (Se lo lleva al interior y quedan los dos,
Paseo de Julio y Paloma, frente a frente).

P. DE JULIO: Ya palpitaba que algún día te iba a encontrar, ¿y ves como sin querer he
venido a dar con tu guarida? ¿Por qué te fuiste?

PALOMA: Hombre... yo...

P. DE JULIO: No... no te asustes y contesta a lo que te pregunto: ¿por qué te fuiste?

PALOMA: (Cobrando firmeza poco a poco) Pues nada más que por eso... por eso y por
todo lo que no, hace falta que te diga. Yo no había nacído pa aquella vida. Y era más fuerte
que yo la repugnancia que llegué a sentir por todo aquel barro en que por vos y por tu
culpa ya me estaba hundiendo. Por eso he venido huyéndole al Bajo y a sus miserias; ¡pa
oponer a la falsa alegría de sus turbios bodegones la limpia claridad de estos barrios de
trabajo!
P. DE JULIO: ¿Y no has tenido siquiera la humanidá de acordarte de que en el Bajo quedaba
yo retorciéndome de rabia al golpe de tu traición?

PALOMA: ¿Y de qué traición pretendes culparme ahora? ¿Acaso te has olvidado de lo que
fuiste?

P. DE JULIO: No me he olvidao y la prueba es que tampoco me olvido de lo que fuiste vos.

PALOMA: Y qué otra cosa pude ser yo que una víctima infeliz de tus instintos rastreros, que
asqueada una noche de su propia vida, esperó la mañana y huyó pa venir a confundirse
entre los que saben vivir honradamente.

P. DE JULIO: ¡Lindas palabras! ¡Pero es lástima que tan tarde te hayas acordao de
arrepentirte!

PALOMA: ¡No tan tarde, desde que todavía sigue saliendo el sol del mismo lao y la vida se
tiende por delante!

P. DE JULIO: ¡Eso también está pa milonguearlo! Mas no te olvidés Paloma, que vos has
sido mía y mía volverás a ser porque estás hecha de mi barro. ¡Lo demás son fantasías! De
Bajo viniste y al Bajo tendrás que volver, y lo peor es que te vas a volver conmigo.

PALOMA: No, Paseo... Ni vuelvo al Bajo ni me voy con vos.

P. DE JULIO: ¿Qué decís?

PALOMA: ¡Qué vivo muy bien así! Y aunque fuera mayor mi sacrificio, no volvería a
retroceder un solo paso en mi camino.

P. DE JULIO: ¿Entonces habrá algún motivo que te encadena a esta vida?

PALOMA: A mí no me encadena más que el deseo de ser buena.

P. DE JULIO: ¡Mentís, perra, igual que has mentido siempre! ¡Pero yo no he de rogarte más!
Y ahora mismo levantarás tus pilchas y saldrás de aquí conmigo.

PALOMA: ¡No, Paseo, yo no salgo de aquí con vos!

P. DE JULIO: Paloma, no te olvides de quién soy y de todo lo que soy capaz.

PALOMA: No me olvido de nada.

P. DE JULIO: Quiere decir que a las buenas...

PALOMA: ¡Ni a las buenas ni a las malas!

P. DE JULIO: ¡Eso lo vamos a ver ahora! ¡Levantá tus pilchas!

PALOMA: ¡QUE NO TE DIJE!


P. DE JULIO: ¿QUE NO?

PALOMA: ¡NO!

P. DE JULIO: ¡Yo te víá dar! (La amenaza resueltamente).

PALOMA: ¡No... Dios mío! ¡Socorro! (Procura huirle. Salen de sus respectivas puertas todos
los personajes).

DON JOSÉ: ¡Eh, qué es estu, demontres!

ABRAHAM: ¿Qué basa, sañur?

SERIOLA: ¿Qué sucede? (Todos evidencian intenciones de defenderla, pero no se animan).

V.CRESPO: (Desde su puerta) ¿Y áhura? ¿Qué hacen estos “caballeros” que no salen en
defensa de su dama?

P. DE JULIO: ¿Y por qué no venís a defenderla vos que tenes pinta de bravo?

V. CRESPO: (Sereno) ¿Yo?... porque, pa serle franco, no me interesa la posta. Y créame que
lo siento de alma, porque hubiera sido muy linda oportunidá pa patinarme unos cobres.

P. DE JULIO: ¿Y de áhi? Hacé de cuenta que te la dieron en robo. ¡Vení vos a coparla!

V. CRESPO: De fuerte que ronca el hombre... parece que va a cantar.

P. DE JULIO: Será de óido acostumbrao a confundir los sonidos.

V. CRESPO: ¿Y de áhi? ¿Qué culpa tendrá la oreja, de haber nacido ahujeriada? ¿Pero quiere
decirme, compadre, quién es...?

P. DE JULIO: ¡No se apure por golpiar! Paseo de Julio me llaman y vengo de aquellos
barrios donde los puntos de su alto se venden sin garantía.

V. CRESPO: Y aquí... los guapos se dan de yapa en cualquier boliche.

MIGUEL: ¡Paseo de Julio, te barrieron la vereda!

V. CRESPO: Y pa no enredarnos en palabras, también me dirá el amigo de qué palo y con


qué flor se ha largao desde tan lejos.

P. DE JULIO: Pues nada más que a buscar a esta mujer que fue mía. (Expectación. Todos se
miran).

V. CRESPO: ¿Ajá? ¿Y qué es lo que dice esa mujer?

PALOMA: Yo...

V. CRESPO: ¡Conteste, señorita! ¡No tenga miedo! ¿Usté está conforme en salir de aquí con
este hombre?
PALOMA: ¡Este hombre ya sabe lo que yo le he contestado!

P. DE JULIO: ¿Y qué es lo que vos has contestao?

PALOMA: (Resuelta) ¡Que no!

P. DE JULIO: ¿Que no? ¡Yo te víá dar! (La amenaza. Fuertes gritos de las mujeres).

V. CRESPO: (Yéndosele al encuentro) ¿Qué es eso, amigo? ¡Párese!

P. DE JULIO: ¿Y sos vos quien la va a amparar?

V. CRESPO: ¡Yo soy el que no va a consentir que delante de mí ningún hombre le levante la
mano a una mujer!

P. DE JULIO: Pero eso no ha de ser sin que antes... (Desnuda un revólver).

V. CRESPO: (Rápidamente desnuda su cuchillo y lo desarma de un golpe en la muñeca).


ánde va, loco, no ve la puerta. ¡Fuera de aquí! ¡Fuera de aquí, cobarde!

P. DE JULIO: Me has madrugao, pero no le hace. Te juro que he de volver antes de lo


que todos esperan. Tené cuidao. (Mutis).

V. CRESPO: Cuando más rabia le dé. ¡El Conventillo de la Paloma está abierto noche y día!

PALOMA: ¡Oh, gracias, muchas gracias, Villa Crespo, por haberme defendido!

V.CRESPO: ¿Yo? Yo no la he defendido a usté, señorita, se equivoca. Lo que hice no fue más
que defenderme yo de la vergüenza de ver a un hombre castigando a una mujer

MARIQUIÑA: Muy bien, pero requetebién, mi quirido Villa Crespo. Te has portado como
un hombre y premíteme que te dé un abrazo.

DOCE PESOS: Y yo también, Villa Crespo.

SOFÍA: E yo la misma, sañur. (TODAS lo rodean y abrazan).

MARIQUIÑA: ¡Y que te bese las manos, y que te bese la cara!

JOSÉ: ¡Eh, Mariquiña!

SERIOLA: ¡Doce Pesos!

ABRAHAM: ¡Safía!

JOSÉ: ¿Qué recorchis quiere decir eso?

MARIQUIÑA: ¡Estu quiere decire que donde hay un par de pantalones bien punidos, están
demás las polleras!

TELÓN
CUADRO SEGUNDO

Telón corto. Frente del conventillo. Puerta al centro y dos ventanas practicables. Es media
noche.

ABRAHAM: (Aparece junto a la ventana de la derecha y suplicando al interior como en un


rezo). ¡Jabri, sañura, bar Dios! Jabri, sañura, ventana, que durgo la gueri ver... ¿No la gueri?...
¡No me importa nada! ¡Durgo deni que saber bor garta todu que basa!... ¡Jarabul majinabá
ajurá Jinarajadasa!... (Mutis derecha marcando signos cabalísticos).

SERIOLA: (Por la puerta del conventillo, dando la sensación de su desvelo). Es media


noche... ¡Y tuavía no he conseguido cerrar los ojos pa apoliyar! ¿Qué tengo en la toldería?
Con la zabeca vacía del rechifle que he sentido ni bien se quedó dormido mi aparato en la
catrera, tiró y me plantó pa afuera la fuerza de estar metido. Mas no golpiés, corazón, que
la calle está sólita y pa batirle tu cuita es papiola la ocasión. (Se acerca a ventana derecha).
Páica del rojo botón que en tu boca ha florecido y al junarme has encendido las leñitas de
mi pecho, decime, páica, ¿qué has hecho pa que me tengas metido? Yo era un pobre
milonguero floriador de meta y ponga que afirmao a la milonga le daba envidia al jilguero,
mas mi canto arrabalero la entonación ha perdido desde el día que has venido a perturbar
esta casa, ¡y decir que todo pasa por culpa de estar metido!

PALOMA: Única flor de ilusión que ha entreabierto la mañana..... (Desde adentro) ¿Quién
golpea mi ventana y se queja? (Abre).

SERIOLA: ¡Un corazón!

PALOMA: (Con disgusto). ¿usted?

SERIOLA: Y deme su perdón si acaso la he molestao

PALOMA: Como ya me había acostao… ¿Pero usted sabrá decir en qué lo puedo servir?

SERIOLA: Y tuavia no ha junao…

PALOMA: ¿Qué?

SERIOLA: ¡Que yo la quiero!

PALOMA: ¿Y supone el caballero que para eso solamente a una señora prudente se le
molesta a esta hora?

SERIOLA: Yo le suplico, señora, que me oiga.

PALOMA: ¡Perfectamente! Lo oiré con toda atención, más desde ya le prevengo Que en
estos lances, no tengo más que una contestación.

SERIOLA: Considere el fuego que ha despertao en mi pecho.


PALOMA: Si algún mal pude haberte hecho yo no le pido disculpas, pues nadie tiene la
culpa de que la puedan querer; y bien ha de comprender que, aunque no llegue, a
estimarle, haría muy mal en sacarle el marido a otra mujer.

SERIOLA: ¿Y no le he dicho que esa tan sólo la tengo yo...

PALOMA: El que usted la quiera o no, a mí poco me interesa. con que cada uno a su pieza
que bastante lo hemos hablado y descansar necesito... Pasé por un caminito y este cuento
ha terminado. (Cierra la ventana).

SERIOLA: ¡Serióla, te han reventao! Pero ya me has de pagar con tu orgullo mal fundao el
papelón desgraciao que he tenido que pasar. Porque yo no he de aflojar y seguiré
tironeando hasta vencer o morir, que en la güella hay que seguir aunque vengan
degollando. (Mutis rápido izquierda). Don José (Por la puerta del centro). Váljame Deus y
la Virguen y todos los anguelitos... ¡Por más que intenté dormire, imposible consejirlo!..
Cuando se apajó la luz y mi jalleja hincó el pico, tápele bien la cabeza y me vestí despacito,
pues hay que vere a las cosas que oblija el estar mitido. ¿Qué estará haciendo la injrata?
¡Pero, éa, curazunciño. que si jolpéas tan fuerte despertaán los vicinos! (Se acerca a la
ventana). Rapaza, mía rapaciña, la de los tenues sonrogos, si las curvas de tus ogos no
escuches el triste acento de esta canción dolorida... ¡Claro que si estás dormida que
diantres me vas a escuchar pero si estas por ventura todavía dispiertiña escucha, mía
rapaciña, las quegas de mi cantar, Soy un pobre jalleguiñu que tene u curazunciño grande
y hondo como el mar y si tú quieres quererme cual te quiere el alma mía, formaré con mi
alejría una escalera de amor pra levantarte a la jloria... ¡y así acabará la historia de este
jaucho rumbiador!

PALOMA: ¿Pero quién es, por favor, el que repite la broma?

DON JOSÉ: No se enfada la paloma que soy eu, su adorador.

PALOMA: Pues hay que tener valor para incomodar a una dama...

DON JOSÉ: Cuando el amor nos inflama no mira y es cosa cierta si la dama esta despierta o
esta Ia dama en la cama

PALOMA: Y qué me quiere decir, ¡es que se puede saber?

DON JOSÉ: Que el dolor de este querer ya no lo puedo sufrir y si me atreví a venir a jolpear
en su ventana comprendo que es falta urbana, pero usté me hará el favor en homenague al
amor, de atenuar esta macana... En pajo le ofrezco a usté todo aquello que usté quiera.

PALOMA: Y de ninguna manera, yo su oferta aceptaré. Con que ya conoce qué camino
debe seguir.

DON JOSÉ: ¿Pero eso quiere decir que aljún otro en la porfía?...

PALOMA: Eso va por cuenta mía. ¡Buenas noches, y a dormir! (Cierra).


DON JOSÉ: ¡Maldita sea la suerte de mi suejra de su ajuela y toda la parentela! ¡Que esto
pase por quererte! ¡Pero, éa, que hay que ser fuerte! Aquí hay jato encerrado y no hay más
que el encarjado ese jato debe seré... Pero ya vamos a vere ni este palpito me falla y si hay
que tener ajallas qué ajallas hay que tenere!... (Mutis izquierda).

MIGUEL: (Por la puerta del conventillo Desvelado) ¡Pucha que habiano sido larga la
noche de invierno! Casi anochecido, al catre me rincontraba durmiendo cuando hay
sentido un ruidaje de pezuña: ¡era el gallego, el gallego espamentoso descoidista y
pendenciero que me está haciendo un trabajo de sonámbulo despierto! ¡Pero a mí me va a
sobrare si es brujo pe hilarme el fleco!

ABRAHAM: (Por donde salió) Buena noche.

MIGUEL: ¡La madona! ¿Lo turco? ¿E osté qué anda haciendo alevantado a esta hora?

ABRAHAM: No la sé... no teñí sueño, bur eso sale gamina.

MIGUEL: ¿E per qué no se va adentro? ¿No siente el viento que gay? ¡Vaya a dormiré!

ABRAHAM: ¡No buedo! Ambusible; mujer lindo drabaja la bensamiendo o bobre durgo no
sabe adonde encontrara remedio.

MIGUEL: ¿De modo que osté tambiene Te la hái pillado en serio?

ABRAHAM: Pero yo estar bior que todu, borgue durgo tení adentro jarazún y teñí rabia
borgue la muerte la celo, Mujer no gueri la durgo… mujer gueri la gallego.

MIGUEL: ¿Lo gallego? ¿Pero osté como sabe?

ABRAHAM: Poco tiempo, antes más que voy gamina. Habla mujer, mas no buedo borgue
ella no abrí ventana…

MIGUEL: ¿Y te nal dicho al gallego?

ABRAHAM: ¡Gallego no dija nada! Bero yo diría la juego de garta y sembri te sale mozo de
rubia la pelo.

MIGUEL: ¿E per qué sale la carta? ¡Dormite pronte, turco lleno de agüeria!

ABRAHAM: ¡Si, sañur, la voy adentro pero la durgo te jura, Beri Dios que la gallego dení
que bagar muy garo! (Mutis por la puerta del conventillo refunfuñando en su idioma)

MIGUEL: ¡Pájaro de mal aujero! Agora vamos a vire. ¡La Mojica qué está haciendo! ( Espía
por la ventana).

La madona. ¡Se ha dormido y la colcha está en el suelo! ¡Aquí hay que tirare el lance y
aquí… (Saca una libreta de apuntes). traigo el verso que estaba al Cara e Careta, per cuando
llegue el momento! (Se rasca en distintas partes del cuerpo). ¡Mojica, dolce Mojica, estrella
del porvenire, la más pobre e la más rica, la más grande e la más chica... ¡Ma qué diábolo
me pica que no me deja viviré! Yo soy un lindo mochacho Tornadizo e vivaracho que en
toda mirada de fuego... (Se oye ruido por la izquierda). ¡si me atrapa lo gallego soy un
candedato al tacho! ¡Por esto vengo forviente a golpiare a to ventana!

PALOMA: ¿Otra vez? ¡Pero qué ganas de incomodar a la gente! ¿qué quiere el
impertinente?

MIGUEL: ¡Madona!

PALOMA: (Abre y repara en él). Ay, perdóneme, no supuse que era usted. Mas como ya me
han llamado dos veces, me han desvelado y mi fastidio se explica.

MIGUEL: Pero ahora ha visto, Mojica, que songo yo lo encargado.

PALOMA: ¿Y bien, me dirá el señor la causa de su llamada?

MIGUEL: Perdona la atropellada, te lo pido por favor. Osté sabe que mi amor va llegando
va llegando... (Saca la libreta y lee). “va llegando al paroxismo y del fondo de mí mismo
surge la noble altivez que mi espíritu alimenta.”(Da vuelta la hoja). “¡Planchadora dos
ochenta carbonero cuatro diez!...” No, perdón, asi no es, se me ha saltado la hoja, pero se
osté non se anoja voy a decirlo otra vez.

PALOMA:¡No, por Dios! Con qué interés seguiría escuchando lo que me pueda decir, si ya
es hora de dormir. ¡Mañana será otro día y hasta mañana, encargado! (Cierra).

MIGUEL: Pero non tengo mucho epacio para mi alma! ¡Abra, tengo otra poesía que hai
sacado de mi mente y sé que le va a gustar!...

DON JOSÉ: Así te quería encontrar… cara a cara y frente a frente.

MIGUEL: ¡Dío un mande un achidente. qué susto me hai hecho dar!

DON JOSÉ: No… No intentes disparar y ya quiso que la suerte que aquí los dos nos
hallemos, agora mismo sabremos quién de los dos es más fuerte.

MIGUEL: ¿me desafía?

DON JOSÉ: Y a muerte el duelo tendrá que ser, que el amor de esa muller, sólo ha de
midirse asi.

MIGUEL: ¿Y si ella me quiere a mí qué culpa puedo tener?

DON JOSÉ: ¡Eso lo vamus a ver aquí! La calle está sola, con que vé pelando el fierro.

MIGUEL: Si hubiera nacido perro te pelaría... la cola.

DON JOSÉ: (Impaciente) ¿Pero pelas o no pelas?


MIGUEL: ¡Un momento, per so agüela, si ya lo voy a pelar per poderte demostrar que no
tengo spaghetti aunque sia Juan Moreyra te la daré de Ferreira per que corra Sanguinetti!

(Rápidamente se quita el saco y el sombrero).

DON JOSÉ: ¿Es que se va a desnudar?

MIGUEL: (Ofreciéndoselo) ¡Tené el saco y el sombrero!

DON JOSÉ: ( Inconscientemente recoge las prendas, lo cual le ocupa las dos manos.
Miguel aprovecha la circunstancia para aplicarle un bofetón y huir por la derecha). ¡Ah,
italianu ventaguero, ya me las vas a pajar!... (Lo corre).

TELÓN

CUADRO TERCERO

LA MISMA DECORACIÓN DEL PRIMERO. DOMINGO A LA NOCHE. SE FESTEJA EL


ANIVERSARIO DEL CONVENTILLO, QUE, CON TAL MOTIVO, APARECE ENGALANADO E
ILUMINADO PROFUSAMENTE.

(Al levantarse el telón, está el baile en su apogeo. Mariquihña, La Turca Sofía y Doce Pesos
aparecerán vestidas y acicaladas conforme a las indicaciones de su instructor. ‘La
transformación es evidente. Bailan: Mariquiña con Villa Crespo; La Turca con El Cansao y
Doce Pesos con Risita, tipo que ríe insistentemente al final de cada frase que pronuncia.
Don José, Serióla y Abraham, en primer término, izquierda, siguen con creciente sorpresa
los movimientos de sus respectivas mujeres que se esfuerzan en simular no darles la más
mínima importancia. El Conejo dirige la orquesta. El mayor número posible de parejas,
baila coreando un tango popular. La puerta de La Paloma está cerrada. Termina el tango
con asentimiento general.

MIGUEL: (Por su pieza) Señoras e caballeros: los invitados puédeno pasare per allá, al
bofeto y los colados puédeno irse per allá, a so casa. ( PASAN LOS que no hablan. Miguel
INSPECCIONA el elemento y SIGUE hacía la calle a un tipo que durante el baile SE metió
ALGUNOS EFECTOS debajo del SACO).

MARIQUIÑA: ¿Y... qué le parece a osté, don Villa Crespo; habernos o no habernos
aprindido bien sus liccionciñas?

V. CRESPO: Cómo no, mi estimada galaica. Y tan bien que ya no me queda nada que
enseñarles.
DOCE PESOS: Pero lo que yo le digo a ésta es que no hay que exagerar pa que no puedan
relojiarnos la maniobra.

SOFÍA: ¡La misma la dice yo, sañur!

V. CRESPO: ¿Y por qué? Déjenla que la proceda a sus antojos, si cuanto más lejos va el
chivo más fuerte es la topada.

MARIQUIÑA: ¡Natoralmente, pues! ¡Y ya que estamos en el baile vamus a bailare y a


divirtirnos como Deus manda! Ay, no sabes tú mi queridíño qué janas tenju de jritar y de
facerme la loca. ¡Viva la jarufa!

DON JOSÉ: ¡Por Deus, Mariquiña!... Prevéngote que repares en tu cumportamiento.

MARIQUIÑA: ¿Y de qué comportamiento me hablas tú? Anda, Deus. ¿Pra acaso no


tenemus as mulleres e los homes as mismas obligaciones y choredes en la davi?
(Aparte a Villa CRESPO) ¿No es así como dicía?

V. CRESPO: ¡Así es, ni más ni menos!

DON JOSÉ: Pero eu te ripito, Mariquiña...

MARIQUIÑA: ¿Y qué es lo que pretendes? ¿Apilarte tú a otra pircanta pra que non pueda
yo hacer lo mismu? ¡No, meu maridiñu! Aquel tempo ya pasó. ¡Hoy soy un mueble
muderno! Con que dejarse de pamplinas y vamos a la jarufería a echare otros cupitines.

V. CRESPO: Aceptao por unanimidad y el que pueda... que nos siga...

(MUTIS al bufet del brazo de Mariquiña).

DON JOSÉ: ¡Deus de Deus, que estu ya está pasando de castañu oscuru! ( Los sigue
con preocupación).

DOCE PESOS: ¡Ya se la pilló el goyega!

RISITA: ¡Pero qué uva, je, je, je!

DOCE PESOS: ¿No querés que la escabiemos?

RISITA: De mil amores, monada. Bien sabes que por vos soy capaz de apuntarle a
cualquier pito... Je, je, je... (Medio MUTIS).

SERIOLA: ¡Pero che, Doce Pesos!

DOCE PESOS: ¿Qué hay? ¿Qué le sucede al señor?

SERIOLA: ¿Querés decirme si vos también has pensao trabajarla de engrupida?

RISITA: ¿Cómo? ¿Y quién es el joven para interpelar a la joven?


SERIOLA: ¡¡Yo soy el dorima!!

RISITA: ¿El dorima? ¡Pero qué durazno, je, je, je!

SERIOLA: ¿Y usté quién es?

RISITA: ¡Si le interesa saberlo, pregúntele a Villa Crespo, je, je, je!

SERIOLA: ¿El fue quien lo ha invitao?

RISITA: ¡Y aunque no me hubiera invitao, lo mismo estaría presente, je, je, je!

DOCE PESOS: Vamos, Risita, no le des manija, no le des. (Lo toma del brazo).

RISITA: (Al mutis) ¡Pero qué níspero, je, je, je!

SERIOLA: ¿Níspero y durazno? ¿Pero dónde lo habrán pelao a este secante? No... yo
tengo que averiguarlo. (Los sigue lo mismo que Don José).

SOFÍA: (Al Cansao) ¡Bero no la diga la sañur la que la dice no vé que la gombromete!

CANSAO: ¿Y eso qué tiene que ver? (Medio mutis).

ABRAHAM: ¡Sofía!

SOFÍA: (Mirándole con fingida superioridad) ¿Qué queri conmigo?

ABRAHAM: No... nada; ¡no queri nada!

SOFÍA: ¡Entunc deja la bruma! Vamos, sañur, que yo también la teni gana de tomar la
jabetín, jaral jiribá. ¿La gumbrendi?

CANSAO: Sí... (Al mutis) ¿Cómo no voy a saber lo que es un chiripá? ¡Camina!

ABRAHAM: (La sigue con la vista y se va hacia la puerta de Paloma). Alhaja. ¿Qué estará
haciendo mujer breciosa que no veni baile? ¿Bor gué no veni bara baile?

SOFÍA: (Adentro) ¡Ja, ja, ja! ¡Bero qué cosa me la diga la sañur, ja, ja, ja!

ABRAHAM: ¿Qué basa? ¿Sofía risa con hombre? ¡Krajaún maluf aséf!

(Mutis al bufet).

MIGUEL: (Vuelve de la calle con un pantalón y una botella en mano). Con razone había
sentido olore a chorizo. (Deja lo que trae sobre una mesa y se aproxima a la puerta de
la Paloma con expresión compungida).

CONEJO: (Saliendo del bufet) ¿Y... qué me contás, Tanolai? ¿Qué te ha parecido la
Orquestoni? ¿Yo creo que no te podrás Quijano?
MIGUEL: ¡Ma qué esperanza, Conijo! ¡Yo no me Quijano de la Orquestoni! Yo me Quijano
de otra cosa.

CONEJO: ¿De Ketí?

MIGUEL: De la Mojica.

CONEJO: ¿Y Di Arce? ¿Qué te Parodi?

MIGUEL: Lo que me Parodi es que, más que todo, este Ballerini lo hai dado por ella, pero
illa no ha querido achetare la Invitanosky y allí se hai quedado encerrada en so Pietranera.

CONEJO: ¿Pero qué me Constantini tini tini? ¿Y vos no tenés Medina de que vuelva al
Cambaceres y se te dé juego de Murillo?

MIGUEL: Ma qué Murillo, Cambaceres ni Medina. Lo que yo tengo es un Monteagudo


adentro, que me vuelve Locatelli.

CONEJO: ¿Y Antuña? ¿Por qué no te tiras otro Lauceroni? ¿Quién te dice que a lo mejor
Aguirre Viale?

MIGUEL: Sí; esto es lo único que puedo Arzeno.

CONEJO: Entonce te dejo Solari. Y cualquier cosa que Passano, pegame el Grignolino.

MIGUEL: ¿Vos me vas a defendere?

CONEJO: ¡Y no sólo te voy a Defendioti, sino que donde vos dejes la Peletier dejo yo la
Bidegain!

MIGUEL: ¡Gracias, Conijo! ¡Qué tipo Valentín Gómez! ¡Che, Conijo!

CONEJO: ¿Qué Queres?

MIGUEL: Ya que te Vas, fíjate a la gente que no abuse de él

CONEJO: ¿De Kenny?

MIGUEL: Del vino, hombre. ¡Me entra que sea tan poco Carvaje que no Mangianti lo que
yo Gutiérrez.

CONEJO: Con Bermejo. (Mutis).

MIGUEL: Pasa que, La Madona, con tanto quilombo ya ni me acuerdo del mío. (Golpea la
puerta de la Paloma).Diga, señora Mojica, ¿no quiere ascocharme dos Palamidesai, digo,
dos palabras?

PALOMA: ¿Cómo no? Con mucho gusto.

MIGUEL: ¡Uy! ¿Usted está, enojada con Mingroni?


PALOMA: ¿Con quién?

MIGUEL: Conmigo.

PALOMA: No, señor. Yo no estoy enojada con usted ni con nadie; al contrario.

MIGUEL: ¿Entonces per qué no quiere participare del Ballerini,

digo, del baile? ¡A este Conijo me lo voy a comíre en guiso!

PALOMA: Por lo mismo que le he dicho antes. No me siento nada bien. Además, no estoy
de humor y mañana tendré que madrugar para ir a la fábrica.

MIGUEL: ¡Ma déjase de frábrica! Caramba. ¿Usted me hace un desprecio que yo no me lo


amerizco? Si todo lo vecino me lo dijeron y hasta el mínimo Villa Crespo me ha
preguntado...

PALOMA: (Interesándose). ¿Cómo? ¿Villa Crespo también le preguntó?

MIGUEL: ¿El mismo como no?

PALOMA: ¿En serio, don Miguel? ¿Le preguntó por mí? ¿No me miente?

MIGUEL: ¡Qué te voy a mentir! ¡Que se muera lo gallego si no es cierto!

PALOMA: ¿Villa Crespo?... ¿Pero él qué interés podrá tener en mí si está tan preocupado
con las otras?

MIGUEL: Eso sí. ¿Mas qué se Vasena? ¡No hay más Romero que tener Passini! Y cada uno se
tira so Lanceroni. A él le puede gustarle la gallega, come le puede gustarle la turca; pero lo
que yo Bidoglio es que vos te crées que Villa Crespo es el Paternóster. ¡Ma yo per osté soy
capaz de peleare con uno, cinco, Seis, Siete, Ochoa y hasta Once que me imagino! Lo que
pasa es que yo Stábile un tipo muy Noble y usted no se da cuenta del Carricaberry que te
tengo.

PALOMA: Por Dios, don Miguel. Si va a insistir sobre lo mismo yo me voy. (Medio mutis).

MIGUEL: ¡Ma no, Mujica! ¡No me deje Solavi! (Sale la concurrencia).

MARIQUIÑA: (Del brazo de Villa Crespo) Pero veni para acá, hombre, y

no le lleves el paquetito, pues sabes bien que sos todo para mi

V. CRESPO: (Con intención) ¡Como para vos... el mío!

PALOMA: (Instintivamente) ¡Villa Crespo!...

V. CRESPO: ¿Qué hay, señorita? ¿Qué paso?

PALOMA: No, nada... discúlpeme.


MARIQUIÑA: ¿Nada? ¿Y entonces a qué demontres te permitis interferir nuestro edilio?
¿Pero acaso tenes celos de que me quieran a mí los hombres guapos? Pero quédate, con
este gallego sin elegancia , que dice hoy este es mi novio ,para que lo sepa.

DON JOSÉ: ¡Dios de Dios, y Dios cinco veces más, que esto ya está pasando los límites de
la decadencia! ¡Pero ahora mismo vas a explicarme tu, mujer adúltera, que demonios de
burla es esta! (Va hacia ella amenazante). Y me lo tendrás que explicar, porque te juro…….

V. CRESPO: aguántese, compadre, y no te calenté siendo termo…… ¡Lo que ha dicho esta
mujer no es más que la posta, y todas las explicaciones que les hagan falta, se las dare yo
mismo!

DON JOSÉ: ¿Vos?

V. CRESPO: ¡yo!

MIGUEL: ¡gallego……. chopate esa mandarina!

MARIQUIÑA: (Aparte) No le vaya osté a pegar, eh.

V. CRESPO: ¡No tenga miedo!

RISITA: ¡Pero qué papa, je, je, je!

SERIOLA: ¿Y vos qué te estás riendo tanto, cara de guanaco afeitado?

RISITA: Mira che: yo me rio, primero, porque es mi costumbre y segundo, porque me pinta,
je, je, je.

CANSAO: Naturalmente que sí.

ABRAHAM: ¿Y la sañur qué tiene que meter, si no le importa?

SOFÍA: ¡La sañur defiende a mi!

ABRAHAM: ¿E por qué la defiende?

CANSAO: También porque se me pinta y porque soy más hombre que vos

ABRAHAM: ¡Esta la vamos a ver ahora! ¡Jarabachí jutén! encima.

Alarma general.

V. CRESPO: ¡Basta! ¡Basta, dije! Cada chingolo a su rama y que siga la milonga. Che. Conejo:
métele a los de soplar.

CONEJO: (Preparando la orquesta) ¡Nicaragua, Campanelli que ahí voy !

PALOMA: (Celosa) Veni, don Miguel. ¡Yo también quiero divertirme!

MIGUEL: ¡Así me gosta, Mojica! Ya sabía que finalmente te iba a chamuyare.


Rompe el tango y bailan todos a excepción de los maridos, quienes se agrupan en
primer término, izquierda, traduciendo en gestos su indignación.

MARIQUIÑA: (Mientras baila) ¡Viva la jarufa!

MIGUEL: (Al pasar bailando frente al grupo) Che, gallego, ¿por qué no pelás la Ferreira?

DON JOSÉ: (Que no soporta las bromas) Y es claro que he de pelar y va ser para vos. (Lo
embiste y se interrumpe el baile. Miguel se ampara en su compañera).

V. CRESPO: ¡¿Qué es eso?! Deje esa pavada, amigo, y que siga el tango hasta rajar las
piedras.

Sigue el tango y termina con la aprobación de los bailarines.

MIGUEL: ¡Muy biene! ¡Muy biene! Ahora vamo a vire si hay alguno que te cante la
melonga.

INVITADO: ¡Eso es, que cante Seriola!

SERIOLA: ¿Yo?... ¡Cantáriola!

MARIQUIÑA: Entonces canta tú Doce Pesos, uno de esos tanguitos tan lindos que hablan
de malandrines enjropidos y pircantas imbirritinadas.

Canta Doce Pesos.

ATORRANTE (Tango)
Atorrante bien vestido

malandrín de meta y ponga

que hoy brillas en la milonga

y la vas de gran señor.

Te engrupieron las bacanas

y a la mina santa y pura

que aguantó tu mishiadura

y en la mala te cuartió,

la largaste por baranda,

y de pena, ¡pobrecita!

hoy está enferma y sólita

consumiéndose por vos.


¡Atorrante!... ¿Decí si no te da vergüenza

que al verte pasar,

piense de vos la gente lo que piensa

y no haga más que hablar?

Propiamente, hay que ser más que careta

pa hacerse el gran bacán,

mientras está enferma spobrecita

y con dos pibes que le piden pan.

¡Mas no importa!

Cuando el mazo

se te gaste en el baraje

y te amare el bacanaje

por un punto más allá,

ya verás pobre atorrante

pelandrún arrepentido,

si el dolor que ella ha sufrido

vos también lo sufrirás.

¡Y en el trance peliagudo

de las últimas boquiadas,

pedirás un vaso de agua,

y ni Dios te lo dará!...

UNO: ¡Que cante Villa Crespo!

V. CRESPO: No, señores. No voy a cantar, pero si no les parece mal,

voy a decirles unos versos sobre mi barrio.

(Aprobación general. Recita con la mayor naturalidad posible.)

¡Villa Crespo!... Barrio delincuente,

con calles estrechas


y casitas mal construidas

que eras hermoso por lo feo,

¿dónde están que no los veo,

aquellos viejos matones,

pendencieros y ladrones

que con su aspecto amenazante,

iban quebrando a los débiles

al ritmo de los pisotones?

¿Dónde está la merienda de Picardía,

Roncoroni y el Yesero,

La Vigja y el Escobero,

qué ha sido de ellos, madre mía?

¿Dónde ha desaparecido la alegría

del bar del Genovés,

la cancha del Marsellés,

la pandilla de Covadonga,

y la famosa milonga

del músico Cuarenta y Tres?

Ya no eres lo que eras antes,

Villa Crespo de mis sueños,

otras leyes y otros dueños

han estrechado tus fronteras

y con manos torpes

el mediocre constructor

clavó en los rincones floridos

de los andamios sus redes,

y al levantar paredes
te fue quitando el color.

¿Qué ganas con la postura

de tus tiendas y tus esquinas,

tus cines y tus fiestas,

si tu pintura se ha desvanecido?

Te engañó la arquitectura

del plan municipal;

si yo fuera tú, en Carnaval,

aceleraría el proceso

de enfrentarme al Intendente

para que abra una nueva calle diagonal.

Ah, querido Villa Crespo

de mi inocente recuerdo,

¡cómo la gente cambia!

¡cómo se arraiga la vida!

Tú también, en el embate

del poder edilicio,

terminaste, al fin, cayendo,

y tu lejano retrato,

se escapa por Triunvirato

para no volver jamás!...

(Todos aprueban.)

PALOMA: (Decidida) Villa Crespo. ¿No quieres bailar conmigo esta pieza?

V. CRESPO: ¿Yo? Perdóneme, señorita. Lo haría con mucho gusto; pero me es imposible
complacerte.

PALOMA: ¿Ah, sí? ¿Por qué es imposible?

V. CRESPO: Así es.


PALOMA: Pero, ¿por qué no quieres bailar conmigo? ¿Por qué te niegas?

MARIQUIÑA: ¡Qué chica más entrometida! ¡Pues simplemente porque está comprometido
conmigo! ¡Y no sé qué más tendría que decirle a oste para convencerla de que este home
es mío y solo mío!

DON JOSÉ: ¡Mariquiña, ya no aguanto más!

MARIQUIÑA: ¿Y a mí qué me importa lo que tú digas?

DON JOSÉ: ¡Mariquiña, me estás perdiendo!

MARIQUIÑA: ¡Pues piérdete de una veiz y haz lo que te dé la gana!

SERIOLA: (A don José) Pero, ¿por qué no le rompes el corazón? Un hombre tan grande no
tiene vergüenza.

DON JOSÉ: ¡Hombre! ¿Y por qué no le rompes tú el tuyo? No tiene vergüenza un hombre
tan grande.

SERIOLA: ¿A mí? ¡Ahora verás! ¡Doce Pesos!... ¡Esto se acabó!

DOCE PESOS: ¿Qué decis?

SERIOLA: ¡Que esto se acabó!

DOCE PESOS: ¡Se acabó, entonces!

ABRAHAM: ¡Y yo también digo que se acabó!

V. CRESPO: Y yo les digo a todos, señoras y señores, que esto aún no ha comenzado.

SERIOLA: ¿Ah, no ha comenzado? Entonces hay tiempo. (Los tres se sientan.)

MARIQUIÑA: ¡Que empiece la Jarana! (Rompe otra pieza).

MIGUEL: ¡Vamos, Mojica!

PALOMA: ¡No, ya no quiero bailar con nadie! (Se va indignada hacia su puerta).

P. DE JULIO: (Aparece en el escenario acompañado de los amigos 1 y 2).

¡Buenas noches! (La orquesta se detiene de golpe y el baile se interrumpe. Villa Crespo
queda en primer plano, a la derecha).

MIGUEL: ¡La virgen! ¡El Paseo de Julio, el Puerto y la Costanera!

P. DE JULIO: Seguramente no me esperaban tan pronto; pero ya ven que la buena gente a
veces confirma que el hombre propone y Dios dispone
V. CRESPO: (Sereno) ¡Al contrario, compañero; si ya hace bastante rato que lo estábamos
esperando y lo que en verdad me extraña es que no seamos más que un par lo que trajiste
para castigar!

P. DE JULIO: ¿Qué quieres decir con eso?

V. CRESPO: Recordarle que este patio tiene medidas muy anchas y para mi gusto, que
hubieran podido divertirse unos cuantos más.

P. DE JULIO: Con la plata que le sobra ya hubiera puesto boliche.

V. CRESPO: Y yo con esas agallas ya hubiera cortado la red.

P. DE JULIO: Cuando te dé gusto y gana. (Desnuda el revólver y los amigos se preparan.


Alarma general. Villa Crespo no se mueve de su sitio).

PALOMA: (Interponiéndose enérgicamente). ¡No, Paseo! ¿Qué vas a hacer? ¡Yo no quiero
que vos te pierdas ni que nadie se pierda por mi culpa!

P. DE JULIO: ¿Vos?

PALOMA: ¡Vine acá creyendo que entre la gente honrada encontraría la serenidad y el bien
que me faltaban; pero como no he encontrado hasta hoy más que avaros de sí mismos y
enemigos de mi tranquilidad, he resuelto volverme otra vez al Bajo!

V. CRESPO: ¡Eh! (Con gesto de honda extrañeza y disgusto).

P. DE JULIO: ¡Paloma!

PALOMA: Sí, perdóname todo lo que pude haberte hecho pasar; pero ahora mismo saldré
de aquí con vos.

V.CRESPO: Pero ¿qué dice?

PALOMA: Don Miguel. Acá tiene la llave de la puerta. . . Mañana a primera hora mandaré
buscar todo lo que me queda.

MIGUEL: ¿Ma come? ¿Es la plata que te sobra de lo del día?

PALOMA: Eso... ¡Ya no me hace falta! Regálesela al más pobre. ¡Adiós! Y si a alguien he
podido ofender con mi presencia, les ruego que me perdonen. (Marca mutis con Paseo de
Julio.)

V. CRESPO: (Cuando la ve irse tiene un arranque violento). ¡No! ¡Paloma!

PALOMA: (Deteniéndose de golpe) ¿Qué?

V. CRESPO: ¡Yo no quiero que usté se vaya!...

P. DE JULIO: ¿Qué es lo que dice ese hombre?


V. CRESPO: ¡Que yo no quiero que se vaya de esta casa, y menos en mi presencia!

PALOMA: ¿Cómo? ¿Y con qué derecho me vas a impedir que yo haga lo que quiera
conmigo?

V. CRESPO: ¡Con el derecho que tiene todo hombre honrado de evitar que se envalentonen
los canallas!

PALOMA: ¿Y qué es lo que pretende? ¿Defender otra vez solamente su amor propio?

V. CRESPO: ¡Y defenderte a vos también, si es necesario!

PALOMA: ¿A mí?

V. CRESPO: ¡Si, a vos! ¡Y basta de disimulos! Vos no te vas de acá . (La toma de una mano y
la aparta hacia el primer término). Y estos son los machitos que han venieron a rescatarte,
van a tener que pasar sobre mi cuerpo. Y vamos a ver, hombre. (Se quita el saco). La calle
está oscura y sola. ¡Y si hay toros en la cancha, en la cancha se han de ver! ¡Vayan
preparándose !

P. DE JULIO: ¡A mi juego me han llamado! (Salen Paseo de Julio y los amigos y él los sigue
desnudando el arma. Alarma general).

PALOMA: ¡No! ¡Villa Crespo! ¡No!

Entre varios la contienen.

RISITA: Pero qué lio se ha armado, je, je, je.

SERIOLA: ¡Y vos qué te estás riendo, desgraciadito! (Le aplica una bofetada. El Turco la
emprende con el Cansao y don José con don Miguel. En la calle suenan dos tiros; gritos y
desbande de todos los personajes, menos los que hablan al final.)

MIGUEL: (Creyéndose herido) ¿Adónde, adónde tengo el agujero? (Vuelve Villa Crespo
envainando el cuchillo.)

PALOMA: ¡Dios mío! ¿Qué ha pasado?

V. CRESPO: Y qué ha de pasar con esos gavilanes, si en cuanto erraron los primeros tiros y
sintieron cosquillear el fierro, ya no se les vio ni el bulto.

MIGUEL: ¿Dispararon todo? ¡Qué lástima! ¡Si hubiera sabido que disparaban, los hubiera
corrido yo, per la madona!

PALOMA: Pero, ¿Por qué lo hiciste, Villa Crespo?

V. CRESPO: ¿Por qué? Porque no eran estos pobres encandilaos que la adulaban quienes la
querían, sino yo, yo que disfrazando de desprecio mi cariño he llegado a ganarle el
corazón.
PALOMA: ¿Queé?... ¿Vos me quieres?... ¡Villa Crespo!

V. CRESPO: ¡Paloma!

MIGUEL: ¿Ma come? ¿Lo quiere a ele? (En la desesperación se da de cabeza contra la
pared).

MARIQUIÑA: ¡Qué lástima! Y eu qué había empezadu a turnarle sempatía.

DOCE PESOS: ¡Villa Crespo! ¿Y nosotras qué hacemos ahora?

V. CRESPO: Ocupar cada una el puesto que les corresponda junto a sus maridos , si bien
asustados están por la comedia que hicimos.

DON JOSÉ: ¿Anda, Deus? ¿De modu que todu ha sido una comedia? Ven pra acá, mía
rapacifia...

Mariquiña se arroja en sus brazos.

ABRAHAM: ¡Y veni vos la Sofía,!

Sofia se arroja en sus brazos.

SERIOLA: Y vos también, Doce Pesos. ¿Con que todo fue comedia?

MIGUEL: Comedia habrá sido para ostedes; para mí ha sido un drama.

TODOS: ¿Por qué?

MIGUEL: ¿Qué hago yo con la llave, si la pieza está vacía?...

FIN

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