0% encontró este documento útil (0 votos)
75 vistas12 páginas

Srta Flores Cap 1 by Egli Os

Señorita Flores es una novela romántica-erótica, escrita por mi . Contiene lenguaje +18 explícito.
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
0% encontró este documento útil (0 votos)
75 vistas12 páginas

Srta Flores Cap 1 by Egli Os

Señorita Flores es una novela romántica-erótica, escrita por mi . Contiene lenguaje +18 explícito.
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
Está en la página 1/ 12

Sinopsis

Victoria Flores es una joven para la que enamorarse no era una opción. Ella solo deseaba
cumplir de mayoría de edad, celebrarlo a lo grande e independizarse del infierno que tenía
por hogar.

Juan Pablo Ramos es un joven atractivo, inteligente y muy persistente. Él tentará a


Victoria a darle una oportunidad.

Luis Mario Guerrero es un joven atractivo y seductor que forma parte del pasado de
Victoria, él creció en un hogar diferente, por lo que si cree en las relaciones. y tras verse
envuelto en un enredo hará lo que sea porque ella le dé una segunda oportunidad.

El destino les pondrá mil y una pruebas para saber definitivamente si una historia de
amor es posible entre ellos.

¿Lograrán entenderse estos jóvenes?

Descubre eso y más en esta historia de amor con un triángulo amoroso imposible de
ignorar.

TOTALMENTE PROHIBIDA SU ADAPTACIÓN O COPIA.

REGISTRADA EN SAFE CREATIVE

Febrero 2022
Capítulo 1. Amor Urbano
¡Esa maldita casa era mi prisión! No podía hacer nada sin que mi familia lo autorizará.
Escogían mis amistades, mis salidas, mis estudios, mi carrera, mis hobbies, con quién
hablaba y hasta lo que veía en el televisor.

Desde pequeños nos aterrizaron a mis hermanos y a mí con historias sacadas de cuentos de
terror. Todo era jodidamente controlado por todos y siempre nos mantuvieron sometidos.
Nunca tuve amigas, al menos no buenas amigas. Solo un amigo.

Estaba sola contra el mundo. Mis padres nunca me hablaron del amor ni de nada en la
vida. Mi papá era tan vulgar que no me atrevía a decirle nada, más bien me aterraba. Ni
siquiera podía pensar en enamorarme y perder el poco control que tenía sobre mi para
dárselo a alguien más, para vivir y respirar a través de otra persona, la sola idea me
parecía inconcebible.

Es por eso que le pedí a mi amigo que me enseñará a besar y con él también decidí perder la
virginidad. Enamorarme no era una opción. Solo deseaba con fervor cumplir la mayoría de
edad, celebrarlo en una discoteca, intimar con cualquier tipo en el baño, no verlo jamás y
ya. Cero sentimientos, amor ni mucho menos. Eso era lo que deseaba.

Quería poder cometer una locura una vez en la vida, lo deseaba con todas mis fuerzas,
pero llegado el día no pude salir de casa y aquel deseo no se logró materializar.

Me sentí derrotada, pero cómo podría ir a una discoteca si no tenía trabajo y mi familia no
me daría dinero para escapar, salir a beber y perder el sentido. Así que me tocó esperar
hasta entrar a la universidad. Solo allí sería completamente libre.

...

Cuando llegué a la universidad miles de ideas chocaban en mi cabeza. Podría hacer tantas
cosas, podía ir a la discoteca, beber hasta el amanecer, salir a donde me diera la real gana.
La sensación de libertad no me cabía en el cuerpo.

Antes de salir de casa me dijeron que comenzaba una nueva etapa de mi vida y todos sus
sueños estaban puestos en mí. Querían que me graduara, que fuera independiente de
cualquier hombre, que me forjara una vida y por supuesto, me recordaron el orden en el que
querían las cosas.
Debía:

1. Terminar la carrera que me habían escogido.


2. Encontrar un trabajo estable.
3. Comprar mi propio carro.
4. Obtener mi propia casa.
5. Hacer algún postgrado.
6. Y por último casarme y tener familia.

Como si no hubiera sido suficiente con pretender mutilar mi espíritu, haber machacado mis
sueños y anhelos. De paso me estaban exigiendo casarme y tener familia cuando toda la
vida me enseñaron que el amor era una mierda y la familia prácticamente un estorbo.

¡Estaban locos!

Si iba a estudiar lo que me estaban obligando, el resto lo haría a mi manera. En eso no


sería capaz de ceder.

...

Mi primer día en la universidad estaba totalmente nerviosa. Nunca había estado rodeada
de tanta gente, sobre todo tan diversa y tan extraña. Había chicos con aspecto de
drogadictos, otros con aspecto de maleantes y sé que no se debe juzgar a la gente, pero era
inevitable.

Un chico de los más normales me saludó al llegar a la sede de ingeniería y me quedé un


tanto perturbada, solo pensaba en que aquel chico solo quería llevarme a la cama.

Maldije a mi familia por hacerme tan vulnerable ante la gente. Me sentía como un
pequeño gatito callejero asustado. La comparación era horrible, pero aquel chico me miraba
de forma extraña y estaba aterrada.

Con el paso del tiempo él se convirtió en mi mejor amigo. Me introdujo a su grupo de


amistades y pude soltarme un poco. Miguel me hizo entender que no todas las personas se
acercarían a mi para hacerme daño. Habría algunas que sí, pero debía poder distinguirlas.

Al finalizar el primer semestre me sentí derrotada, había aprobado cuatro materias de seis.
La Ingeniería era un asco. Era buena en matemáticas, pero no lo suficiente para estudiar
ingeniería y allí comenzó mi calvario.
Por obvias razones no podía decir eso en casa, así que lo oculté lo más que pude. Me
habían amenazado con sacarme de la universalidad sino aprobaba o lograba graduarme.

Me repitieron muchas veces que si no me graduaba, me quedaría en casa de por vida como
personal de limpieza hasta que me encontraran un buen esposo para que me mantuviera y
se hiciera cargo de mí.

Aquello me atormentaba en las noches. Casarme con alguien que no me gustara por lo
menos, no lo podía digerir. Imaginar que sería hasta obligada a acostarme por las noches
con un hombre por el que no sentía nada, me hacía sentir violada de solo pensarlo.

Debía aprobar el semestre a como diera lugar.

Hablé con Miguel y le pedí desesperadamente que me recomendara a alguien que me


explicara las fórmulas matemáticas que no me terminaban de entrar en la cabeza, sino la
poca libertad que había logrado durante esos seis meses se esfumaría y volvería a mi
infinita prisión. A mi jaula de oro.

Hasta una muerte inminente sería más liberadora, pero ni siquiera eso lo podía hacer. Eran
capaces hasta de hacerme un lavado estomacal y sacarme del mismísimo infierno.

Aquellas asesorías que me dio Miguel dieron frutos. Mi amigo era todo un erudito. Gracias
a él logré avanzar sin problemas hasta el sexto semestre. Y para celebrarlo, Miguel me
invitó a una discoteca. ¡Por fin mi sueño se haría realidad!

No lo quise hacer antes porque estaba aterrada y nerviosa, ir sola me generaba muchísimo
estrés. Las palabras de mi familia me asechaban por las noches e imaginaba los peores
escenarios.

Me veía teniendo sexo en estado de ebriedad con un tipo en el baño de la disco y el hombre
era tremendo enfermo mental. Ya me veía en las noticias y en primera plana del diario
local.

JOVEN ES ENCONTRADA MUERTA A LA ORILLA DEL MAR, y debajo del


título una foto borrosa de mi cuerpo cortado en pedacitos.

¡Ay Dios mío!... ¡Pero que fatalista es mi imaginación! Me reprendí a mí misma.


¡No me voy a acostar con ningún tipo cualquiera en una discoteca! ¡Por supuesto que no!
Refuté mentalmente. Además, no era imperativo intimar con nadie, ya que, virgen no era.

Al llegar la noche y me preparé para salir con Miguel. Cuando estuve lista se lo hice saber
a mi amigo y él pasó por mí en un taxi. Al entrar en él pude ver que estaba rodeado de
mujeres.

Mi amigo era todo un rompe corazones.

Escuché que el taxista tenía de fondo la canción favorita de Migue y él la coreaba con sus
acompañantes.

Lo nuestro es un amor urbano, urbano...


Tú y yo pecamos, tú y yo pecamos...
Amor urbano... Oh... Oh...
No puedo ocultar lo que siento, este sentimiento
yo me estoy muriendo y yo sé que también estás muriendo
y no vale sociedad, ni clase, ni propiedad
lo único que vale es que te sepa amar
yo... yo... yo...

Le encantaba esa canción.

Me hacían reír los intentos de movimientos sensuales que hacía en el asiento y sus
compañeras lo manoseaban por todos lados.

Di gracias a Dios cuando el taxista se detuvo frente a la discoteca para no continuar


viendo aquella perturbadora escena. Llegamos hasta la entrada y la gente forcejeaba para
ingresar. Nos colamos entre la gente y me quedé helada cuando me pidieron mi
identificación en la entrada.

¿Tanto se me notaba en la cara lo virgen hasta de discoteca? Me sentí indignada.

Rebusqué en mi bolso hasta que la encontré y se la mostré al portero, luego de verificarla


me la devolvió.

—Disculpa corazón, pero debía verificar. —comentó y se disculpó al notar mi desagrado,


me entregó de vuelta mi identificación y le regalé una falsa sonrisa. —Adelante.
Me abrí paso hasta la barra, Necesitaba alcohol.

Un chico hermoso me sonreía en espera de mi pedido y la verdad no tenía idea de qué pedir.

—Barra libre, princesa. Pida lo que quiera. —Agregó al ver mi gesto contrariado y sonreí
ante su arrebatadora sonrisa.

—¿Algo que me recomiendes? —inquirí divertida.

—Claro que sí.

Se alejó para preparar mi bebida y demostrar sus habilidades bartenderisticas y a mi lado


se posó un chico gigante, del porte de Thor de los Vengadores. Giré mi mirada al contrario
para evitar que me viera sonrojada. ¡Era bellísimo!

Lo atendió una chica de la barra y pidió una ronda de bebidas, lo que me hizo entender
que no llegó solo.

Obviamente, semejante monumento no podría andar solo por la vida. Si Miguel que no era
un monumento estaba acompañado de 3 mujerones, él no se iba a quedar atrás.

Lo vi marcharse con su ronda de bebidas sin percatarse de mi presencia y si hoy hubiera


decidido perder la razón bajo los efectos del alcohol, definitivamente sería con un chico
como él.

Al menos en mi cabeza lo haré mío. Pensé con descaro.

El bartender me ofreció la bebida que había preparado "especialmente para mi" según sus
palabras y preferí quedarme allí en la barra. Miguel estaba en la pista bailando con sus
amigas y yo, bueno estaba sola en la barra, pero no era algo que me mortificara. Era la
primera vez que salía y estaba segura de que luego iría acompañada.

Lo di un nuevo sorbo a mi bebida y casi me ahogo al sentir un potente paquete masculino


en la parte baja de mi espalda.

¡Cof! ¡Cof! tosí para recomponerme.

—Perdón —se disculpó un hombre con una voz que me estremeció de pies a cabeza.
—Por lo menos invítame a salir antes —agregué sin pensar, mi boca le ganó a mi cerebro
y cuando me giré para ver de quién se trataba, era Thor. Palidecí de inmediato.

El chico al ver mi gesto me regaló una sonrisa de lado.

—Disculpa, los chicos de la pista me empujaron. Hice lo que pude —admitió

—Debo agradecer que no me hayas violado entonces —agregué ligeramente molesta

¡Victoria! ¡Por Dios! ¡Cállate...! me reprendí mentalmente.

Se acercó a mi oreja y susurró —Créeme, que en otras condiciones te haría gritar de placer.

¡Ay Dios!... Me giré para comerme la aceituna de mi cóctel y... Lo peor de todo era que la
idea no me desagradaba en lo absoluto.

—Mucho gusto —tomó la iniciativa y me ofreció su mano. —Me llamo Juan Pablo.

—Soy Victoria —me giré nuevamente y estreché su mano.

—No te había visto antes... ¿No eres de aquí, cierto? —inquirió

—La verdad no. De habernos conocido me hubieras hecho gritar de placer, ¿cierto? —
inquirí de vuelta con picardía.

¡Dios! ¿Qué me dio a tomar este hombre?

Sonrió y estaba alucinando.

—Disculpa, generalmente no digo esas cosas. Pero...

—No digas nada —lo interrumpí. —Será una anécdota divertida.

—Es verdad. —Me observó con intensidad y se mordió el labio inferior. Su gesto me erizó
la piel de arriba abajo. Le di otro sorbo a mi cóctel y ya casi se me acababa. —¿Te puedo
acompañar o viniste acompañada? —interrogó
—Si y no. Mi amigo está en la pista con sus acompañantes —le indiqué con la mano
donde estaba Miguel bailando

—Vaya. Que buen amigo. Y te dejó aquí sola —agregó, pero no me dio tiempo de
responder. —Creo que necesitas mejores amigos —aconsejó

—Está bien. No conozco mucho el lugar y no tenía a quién invitar.

Le hice una seña al bartender y este renovó nuestras bebidas.

—Pues, aquí me tienes —dio un paso hacia atrás y me abrió los brazos para mostrarse
todo ante mí. —A la próxima me invitas a mí —comentó con picardía.

Nuevamente fue empujado, pero esta vez frenó su acercamiento apoyando sus manos en la
barra dejándome encerrada entre ellas y golpeándome con su aliento a pocos centímetros de
mi rostro.

—Si seguimos así terminaremos del otro lado de la barra —agregué para aligerar la
tensión que se acababa de formar entre nosotros.

Dos cócteles más y lo estaría besando o él me estaría haciendo gritar de placer.

—¿Estás bien? —preguntó preocupado

—Si, solo me cuesta respirar —me sinceré.

—Salgamos un rato, ¿Quieres? —interrogó

Tragué grueso y la verdad no supe qué decirle. Era tentadora la oferta. Me ofreció
nuevamente su mano y no lo pensé mucho. Esa noche quería divertirme, así que la tomé y
me llevó por unas escaleras hasta la terraza.

La vista desde arriba era impresionante. La brisa fresca acariciaba mi rostro a medida que
nos acercábamos al borde y todavía mantenía sostenida mi mano. Su agarre era firme y
delicado a la vez.

—¿Estás mejor? —inquirió y asentí con la cabeza. Miré a mi alrededor y estábamos solos.
Solo un cielo estrellado era testigo de nuestra compañía.
De pronto se percató que no llevábamos nuestras bebidas y se ofreció a buscar unas
nuevas. Lo vi marcharse y aproveché el momento para enviarle de inmediato un mensaje de
texto a Miguel.

El chico era hermoso, eso no había que negarlo, pero ¿Y si le daba por colocarle una droga
a mi bebida? Inquirí preocupada y negué con la cabeza.

Las probabilidades eran altas, pero recordé las palabras de mi amigo: "no todo el mundo es
malo". Y me tranquilicé un poco, le escribí por mensajes que no me dejará sola con Juan
Pablo, y si se iba antes debía llevarme con él. Así fuera de mal tercio.

Envié el mensaje rápidamente antes de que llegara Juan Pablo y luego lo vi subir con
nuestras bebidas.

—Disculpa la demora, la barra estaba a reventar —me entregó mi trago y me buscó


conversación. —Cuéntame, chica misteriosa. ¿De dónde eres?

—Vaya, que buena impresión te he dejado. No soy para nada misteriosa. —Sonrió y no
pude evitar que su sonrisa me desarmara. —Soy de Valencia —mentí.

No iba confiar en un chico de buenas a primeras solo porque era muy atractivo.

—Ya decía yo, chicas tan hermosas no tenemos por aquí. ¿Y qué estudias? —interrogó

—Ingeniería Industrial, señor curioso. A ver, cuéntame de ti.

—Estudio Ingeniería Química y estoy haciendo el último año.

—¡Caramba! Y yo qué pensaba que los químicos eran aburridísimos. No esperaba conocer
uno en una discoteca.

—La vida está llena de sorpresas. Y ya ves, no soy aburridísimo.

Conversamos durante la noche y aquella salida que jamás imaginé que sería de conquista
me llevó a conocer el chico más sexy y divertido que jamás en la vida esperé conocer.

A las tres de la mañana, empezamos a ver a los chicos salir de la discoteca, indicándonos
que ya estaban por cerrar.
—¿Crees que tu amigo se haya olvidado de ti? —inquirió

—Es posible. Estaba muy bien acompañado —admití

—Entonces, ¿te llevo a tu residencia? —interrogó y se activaron las alarmas en mi


cabeza.

¡Wiu wiu wiu!

Aunque la idea era tentadora, me daba algo de miedo. Recién lo acababa de conocer. Podía
ser un encantador de chicas y frené mis pensamientos en seco.

¡No te vuelvas loca! Que tienes una imaginación muy volátil

—Mejor no —rechacé su oferta. —Quiero que conserves esa imagen de chica misteriosa.

—¿Y cómo te vuelvo a ver? —interrogó

—Aquí. Alguna noche de estas —sonreí.

—No se vale. No puedo dejarle al destino que otro chico te conquiste.

—Vas a tener que esforzarte. —Me levanté de mi asiento y coloqué la copa sobre la mesa.
Me acerqué a él para despedirme y volteó el rostro en el último minuto sorprendiéndome
con un inesperado beso.

Su movimiento me tomó desprevenida. No sabía que sería tan atrevido y me robaría un


beso, pero no lo detuve. Sus labios tenían un fuerte sabor a licor y sus manos me sujetaban
por la cintura, haciéndome sentir que no quería que me fuera.

¡Dios mío! ¡besa riquísimo!

De pronto escuché a alguien carraspear su garganta interrumpiendo nuestro beso. Juan


Pablo giró su mirada hacia el intruso en cuestión, pero me mantenía tomada por la
cintura.

—Siento interrumpir Vicky, pero ya nos vamos. ¿Vienes? —inquirió mi amigo


—Si —agregué con pesar. Devolví mi rostro hacia Thor y hacer realidad ese comentario
que me hizo en la barra quedará para después. —Me tengo que ir

—Al menos dame tú número, Vicky —suplicó

Me pasó su celular para que lo anotara y marqué mi número sin guardarlo. Le di la


espalda y un segundo después escuché mi teléfono sonar. Me giré hacia él y me sonrió.

—Tenía que asegurarme —declaró y me regaló una sonrisa.

—Adiós Juan Pablo. Le devolví una sonrisa y salí de allí de la mano de mi amigo

Continuará...

También podría gustarte