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Libros Proféticos 3
Clase No. 4 del Curso
El dolor que parece infinito ante la Justicia de Dios
META: Que el alumno reconozca la necesidad de presentar su dolor ante la Justicia de Dios.
Citas: Parte I: 1ª TIMOTEO 6:6-9; Prov. 10, 22; 2ª Tes 3:6-12 y 1ª. Tes. 4, 11; Gen. 3, 17-19; Heb. 13, 5; Rom 12, 2; Efe. 4, 17-24.
Parte II: Salmo 24, 1. Genesis 1,28. Salmo 37, 7 y 8. Malaquías 3, 10. Filipenses 4, 11. 1ª. Timoteo 6, 6. Gálatas 6, 2. Proverbios 16,32.
ORACION EXPONTANEA
I. MOTIVACION
Para reflexionar: En tu caminar, ¿cuántas situaciones humanas te han llevado al extremo de la
desesperanza ante la injusticia? Alabanza: Un Beso de Dios, Hermana Glenda.
II. RECORDANDO LA CLASE ANTERIOR
El Libro de las lamentaciones habla de dolor y de oración; de tragedia y de esperanza. Su objetivo es
descubrir el significado de los acontecimientos y el rostro de Dios en el dolor. Este libro, tal vez, es el que
posee la mayor densidad en cuanto a catástrofes y dolor, en toda la Biblia. Es como si en él estuviera
presente una atmósfera de muerte y descomposición. Es un dolor que provoca gemidos, pero no
cualquier clase de gemido. Son gritos desesperados de dolor. Son clamores que están por todas partes. En
definitiva, el que siente dolor también clama. En cierta forma, podríamos decir que las Lamentaciones
contienen un clamor que libera; y por eso es también un texto pedagógico, es decir, enseña que quien no
sabe gritar su dolor pierde la capacidad de luchar con Dios y de ejercitar la propia fe
Mensaje de las Lamentaciones. Es tiempo de duelo para Israel por la ciudad amada, Jerusalén; por el
Templo, bello como novia y como esposa (Ez 24,21). Es LAMENTACIONES también tiempo de quejas por el
dolor de los inocentes (2,12). ¿Queja de quién? ¿Del enemigo que se excede o de Dios que lo dispone o
permite? (3,37). El poeta de la tercera elegía reprime la queja para ahondar en la reflexión (3,40). El
abismo del dolor llama al abismo del pecado con voz de elegía, y el abismo del pecado confesado llama al
abismo de la misericordia (3,21s). En estos cantos de dolor alienta la esperanza, brilla un rescoldo viejo
que el poeta invoca mesurado (5,21)
Las Lamentaciones, por la grandeza del dolor (2,13) y por la intensidad de su expresión, nos conducen
hasta ese límite de nuestra experiencia humana en que nos sentimos pequeños frente a la grandeza del
sufrimiento, lo inmenso de la crueldad humana y la amenaza del odio en nosotros. Desde lo hondo del
llanto levantamos los ojos y el corazón (3,41) buscando algo más grande que el dolor y el odio: 5,19; 3,23;
3,32.
el libro de Lamentaciones describe al Dios de Justicia que corrige y disciplina a Sus hijos rebeldes, y en Su
gran fidelidad atrae al arrepentido de regreso a Su redil. Lamentaciones nos comparte un mensaje que la
esperanza puede traer, aun desde la derrota, para presentarnos sin mancha delante del trono de Dios con
gran alegría.
El profeta estaba viviendo el dolor, consternación y horror de lo que le había sucedido a Jerusalén cuando
fue destruida por los Babilónicos.
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LAMENTACIONES 4,1-22
Lea: La desolación de Jerusalén es abrumadora. Profetas y sacerdotes, y hasta el ungido del Señor, han
caído y están impuros por la sangre derramada en la ciudad. No queda más refugio y esperanza que el
saber que el castigo de Sión ya se ha completado. Ahora toca esperar la restauración.
Reflexione: El profeta es consciente de que Dios tiene un plan para la humanidad y es un Dios de
misericordia. Por ello, aunque el presente sea desastroso, se vislumbra en el futuro el perdón y la
reconstrucción. ¿Se ha aferrado alguna vez a esta esperanza?
Ore: Ruegue a Dios Padre que la vida de los cristianos sea testimonio del Dios de misericordia predicado
por Jesús, y que esto sea fuente de esperanza para la humanidad entera.
Actúe: Colabore con alguna institución que trabaje en los lugares donde la gente sufre las consecuencias
de los desastres naturales o humanos. A la vez que colabora, dé testimonio de su fe en el Dios de Jesús.
4 A 1 Se ha vuelto pálido el oro, el oro más puro, las piedras sagradas están tiradas en todas las esquinas;
B 2 los nobles vecinos de Sión, que valían su peso en oro, son tratados como cacharros de barro, labor de
alfarero.
G 3 Hasta los chacales dan las ubres para amamantar sus crías; en cambio, la capital fue despiadada como
el avestruz del desierto.
D 4 De pura sed, a las criaturas se les pega la lengua al paladar; los niños piden pan y nadie se lo da;
H 5 los que comían manjares exquisitos, desfallecen en la calle; los que se criaron entre púrpura, se
revuelcan en la basura.
W 6 La culpa de la capital era más grave que el pecado de Sodoma, que fue arrasada en un momento sin
manos humanas.
Z 7 Sus nobles eran más limpios que la nieve, más blancos que la leche; eran más rojos que corales, con
venas como zafiros,
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H 8 ahora están más negros que hollín, no se les reconoce en la calle, sobre los huesos se les arruga la
piel, reseca como leña.
T 9 ¡Más dichosos los que murieron a espada que los muertos de hambre! Aquellos, apuñalados, se
desangraron; estos, por falta de alimento.
Y 10 Las manos de mujeres delicadas cuecen a sus propios hijos y se los comen mientras se derrumba la
capital de mi pueblo.
K 11 El Señor sació su cólera y derramó el incendio de su ira, prendió un fuego en Sión que devora hasta
los cimientos.
L 12 No creían los reyes del mundo ni los habitantes del orbe que el enemigo lograría entrar por las
puertas de Jerusalén.
M 13 Por los pecados de sus profetas y los crímenes de sus sacerdotes, que derramaron en medio de ella
sangre inocente.
N 14 Vagaban como ciegos por las calles, manchados de sangre: nadie podía tocar sus vestidos.
S 15 ¡Apártense –gritaban–, estoy impuro; apártense, no me toquen! Iban como prófugos o fugitivos que
ya no reciben asilo.
P 16 El Señor mismo los ha dispersado y ya no se ocupa de ellos: no hay respeto para los sacerdotes, no
hay compasión para los ancianos.
‘ 17 Nuestros ojos se consumen esperando socorro en vano: aguardamos vigilantes a un pueblo
impotente.
SS 18 No podíamos andar por la calle, porque vigilaban nuestros pasos; se acercaba nuestro fin, el
término de nuestros días.
Q 19 Los que nos perseguían eran más veloces que las águilas del cielo, nos acosaban por los montes y
nos vigilaban en el desierto.
R 20 Al ungido del Señor, al que era nuestro aliento, lo cazaron en una trampa, a aquel de quien
decíamos: «A su sombra viviremos entre los pueblos».
S 21 ¡Goza y disfruta, capital de Edom, princesa de Ur, que tú también tendrás que beber la copa: te
embriagarás y te desnudarás!
T 22 Está cumplida tu condena, Sión, no seguirás en el destierro; examinarán tu culpa, capital de Edom, y
aparecerá tu pecado.
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introduction-to-the-book-of-lamentations/lesson-138-lamentations?lang=spa&id=html
Lamentaciones 4
Jeremías compara la vida de las personas cuando eran rectas con su vida en el cautiverio
Pregunte a los alumnos si alguna vez se han preguntado cómo sería diferente su vida si escogieran ser
inicuos en lugar de rectos.
¿Cómo piensan que sería diferente su vida?
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Explique que en Lamentaciones 4 leemos que Jeremías comparó la vida de las personas rectas que habían
vivido en Judá en el pasado con la vida de las personas inicuas de Judá que vivían en la época de él.
Invite a un alumno a leer Lamentaciones 4:1–2 en voz alta, y pida a la clase que siga la lectura en silencio
para averiguar la manera en que Jeremías describió a la gente cuando era recta en comparación a cuando
era inicua.
¿Cómo describió Jeremías a la gente cuando era recta y cuando era inicua?
En Lamentaciones 4:3–10, Jeremías hizo más comparaciones entre el estado del pueblo cuando era recto
y cuando era inicuo. Por ejemplo, dijo que cuando era recto, tenían suficiente para comer, vivían con
comodidades y disfrutaban de buena salud. Jeremías dijo que cuando eran inicuos, tenían hambruna, no
tenían hogares en dónde vivir y eran enfermizos.
¿Qué había causado esos cambios en la vida de las personas? (La iniquidad del pueblo, lo cual había
causado la destrucción de Jerusalén).
¿Qué principio podemos aprender en esos versículos acerca de lo que ocurre cuando vivimos con
rectitud en lugar de escoger el pecado? (Es posible que los alumnos expresen una variedad de principios,
pero asegúrese de que reconozcan que cuando vivimos con rectitud, nuestra vida será mejor que si
elegimos pecar).
¿Cómo piensan que será mejor la vida de las personas cuando vivan con rectitud?
Invite a los alumnos a dar ejemplos de personas de las Escrituras cuya vida fue mejor por haber elegido
vivir con rectitud. Señale que ser recto no significa que no tendremos pruebas mi pesares en nuestra vida.
Tampoco significa que todos los que tengan pruebas de alguna manera se las merecen por no ser rectos.
Sin embargo, cuando somos rectos, el Señor nos da fortaleza, paz y bendiciones para ayudarnos tanto en
lo temporal como en lo espiritual (véase Mosíah 2:41).
Para resumir el resto de Lamentaciones 4, explique que Jeremías siguió describiendo la penosa condición
de los que eligieron ser inicuos.
Comentarios e información de contexto
Lamentaciones 1:3. El cautiverio que es resultado del pecado
El élder Quentin L. Cook, del Quórum de los Doce Apóstoles, enseñó que podemos evitar el dolor y el
pesar que son consecuencia del pecado si guardamos los mandamientos y dependemos de los méritos del
Salvador:
“Las profecías y lamentaciones de Jeremías son importantes para los Santos de los Últimos Días. Jeremías
y la Jerusalén de su época son el telón de fondo de los primeros capítulos del Libro de Mormón. Jeremías
fue contemporáneo del profeta Lehi [véase 1 Nefi 5:13; 7:14 ]…
“Aprendemos valiosas lecciones de este trágico período. Debemos hacer todo lo posible para evitar el
pecado y la rebelión que conducen a la servidumbre [véase D. y C. 84:49–50 ]…
“El cautiverio, la subyugación, las adicciones y la servidumbre vienen de muchas formas. Pueden ser
esclavitudes físicas, pero también puede ser la pérdida o el deterioro del albedrío moral lo que
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obstaculice nuestro progreso. Jeremías es claro en cuanto a que la falta de rectitud y la rebelión fueron las
principales razones para la destrucción de Jerusalén y para el cautiverio en Babilonia…
“Nuestro desafío es evitar el cautiverio en todas sus formas, ayudar al Señor a reunir a Sus escogidos y
sacrificarnos por la nueva generación. Siempre debemos recordar que no nos salvamos a nosotros
mismos. Somos liberados mediante el amor, la gracia y el sacrificio expiatorio del Salvador… Si somos
fieles a Su luz, seguimos Sus mandamientos y confiamos en los méritos de Él, evitaremos el cautiverio
espiritual, físico e intelectual, así como el lamento de andar errantes en nuestro propio desierto, porque
Él es poderoso para salvar” (“Jeremías: Cuidaos del cautiverio”, Liahona, noviembre de 2013, págs. 88, 89,
91).
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El libro de Lamentaciones revela la patética condición de Judá después de la conquista babilónica de
Jerusalén, la cual ocurrió como resultado de los pecados del pueblo y de su indiferencia a las advertencias
proféticas. Al estudiar Lamentaciones, los alumnos lograrán entender el dolor, el pesar y las
consecuencias que pueden acompañar el pecado. Los alumnos también aprenderán acerca de la
compasión y la misericordia que el Señor extiende a quienes acudan a Él en sus pesares.
Lamentaciones 1–2 Jeremías lamenta el estado desolado de Jerusalén luego de su destrucción por parte
de los babilonios. Reconoce que la ciudad fue destruida porque el pueblo se rebeló contra los
mandamientos de Jehová.
Lamentaciones 3 Jeremías ora pidiendo la liberación de Judá y expresa su esperanza en Jehová, cuya
misericordia reciben los que confían en Él.
Lamentaciones 4 Jeremías compara las condiciones de los judíos antes y después de la destrucción de
Jerusalén. Se aflige al considerar la lamentable situación del pueblo y reconoce que esas condiciones son
el resultado del pecado.
Lamentaciones 5 Jeremías ruega en oración por los que sobrevivieron la destrucción de Jerusalén,
suplicando a Dios que advierta su desolación, les perdone y les permita regresar a Jehová y ser
restaurados como pueblo.
III. PRESENTACION DE LA CLASE
En esta clase veremos la segunda lamentación
A. Calamidad
B. Destrucción
C.
IV. DESARROLLO DE LA CLASE
Parte I
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A. Calamidad
Debido a la forma narrativa se considera que el autor fue testigo de los hechos.
La misión de Jeremías consistirá en dar sentido de antemano a la catástrofe y de este modo transformar
la destrucción del pueblo en su purificación
Sin Jeremías, el pueblo habría pensado: Nabucodonosor ha destruido nuestra nación; por tanto, su dios es
más fuerte que el nuestro; sirvámosle a él...Gracias a Jeremías, el pueblo comprenderá posteriormente en
el destierro que su Dios es más fuerte, ya que había predicho todas esas desgracias. Si las permitió, fue
para que el pueblo pudiera sacar de ellas una lección. Y así ese pueblo, destruido en cuanto reino
pecador, podrá resucitar como una comunidad santa
https://www.academia.edu/44052144/Cuadernos_b%C3%ADblicos_Para_leer_la_biblia
Sobre estas imprecaciones que pudieran parecer faltas de caridad, véase la nota al Salmo 108, 1.
∗ 1. Jeremías habla de las paredes y piedras del Templo, antes cubiertas de oro, pero ahora ahumadas y
renegridas por el incendio. Todo esto es una imagen del pueblo decaído, otrora tan floreciente
3. Los chacales. Véase Isaías 34, 14. Sobre el avestruz que abandona sus huevos, véase Job 39, 14
ss.
∗ 4. Este concepto expresado aquí en sentido material, se halla manifestado con gran elocuencia en la
profecía de Amós (8, 11) con relación a los tiempos del fin, en los cuales habrá hambre y sed de oír la
Palabra de Dios y no se conseguirá. En el mismo sentido cita este pasaje el Papa Benedicto XV en la
Encíclica “Spiritus Paraclitus”, donde dice a los predicadores: “¿Cómo podría nuestra alma prescindir de
ese alimento? ¿Y cómo es posible que el sacerdote señale a los demás el camino de la salvación si él
mismo descuida instruirse por la meditación de la Escritura? ¿Y con qué derecho podría jactarse de ser en
el ministerio sagrado el guía de los ciegos, la luz de aquellos que andan en tinieblas, el doctor de los
ignorantes, el maestro de los niños que halla en la Ley la regla de la ciencia y de la verdad (Romanos 2, 19)
si se niega a escudriñar esta ciencia de la Ley y cierra la entrada de su alma a la luz de lo alto? ¡Ah cuántos
ministros sagrados, por haber descuidado la lectura de la Biblia, perecen ellos mismos de hambre y dejan
perecer un grandísimo número de almas!” Cf. Eclesiástico 51, 32; Amós 8, 11.
∗ 7. Sus príncipes: Vulgata: sus nazareos, los que por un tiempo o para toda la vida se habían consagrado a
Dios.
∗ 13. Insiste una vez más en el concepto de que la mala levadura fue culpable de la putrefacción de la
masa (I Corintios 5, 6; Gálatas 5, 9), es decir, que la defección del pueblo, que produjo la caída de
Jerusalén, fue obra de sus conductores espirituales. Lo mismo había de pasar en los días del Evangelio, en
el cual se distingue entre el pueblo, que en grandes masas estaba con Jesús, y la Sinagoga farisaica y
envidiosa que tramó su muerte a espaldas del pueblo.
∗ 17. Alusión a la alianza con Egipto. Véase 1, 19; Jeremías 37, 5 ss.
∗ 19 s. En el desierto: Allí fue preso el rey Sedecías (Jeremías 39, 5; 52, 8), a quien se llama el ungido del
Señor, a causa del carácter teocrático del reino de Israel.
∗ 21. Los edomitas, enemigos hereditarios de Israel (Jeremías 49, 7 y nota). Su alegría será de corto
tiempo, porque llegará a ellos el cáliz, esto es, la ira del Señor. Cf. Salmo 136, 7 y nota.
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∗ 22. No volverá a llevarte. En efecto, en la última dispersión de Israel, que dura todavía, no fue llevada en
cautiverio la nación como tal, sino que se dispersó el pueblo, siendo muchos vendidos como esclavos.
Fillion interpreta esto en sentido mesiánico, citando a Jeremías 30, 3; 31, 37.
4,1-22 Cuarta lamentación. La forma de esta cuarta lamentación es similar a la de las precedentes,
aunque cada uno de los versos tiene sólo dos líneas. El contenido contrasta, en cierto modo, con el de los
anteriores, pues aunque el punto de vista es el mismo –el poeta refiere los horrores como si los sufriera
personalmente–, se presta menos atención a la causa de la catástrofe y se termina, cosa que no ocurre
anteriormente, con una imprecación contra Edom y una bendición a Sión.
El final irónico y amenazador de esta cuarta lamentación puede provocar cierto escándalo en el creyente
de hoy. ¿Qué decir de estos sentimientos de venganza? Aunque esta reacción sea comprensible, tanto en
el caso de nuestro poeta como en nuestras reacciones ante la opresión y la injusticia que tantos y tantas
sufren hoy día, este texto bíblico nos ayuda a comprender que el dolor tiene también una dimensión
violenta de la que es necesario apartarse. Así nos lo enseñó Jesús.
Género literario. La elegía permite gran libertad de desarrollo: puede hablar un cantor y responder el
coro de los que asisten; puede tomar la palabra el personaje protagonista, Jerusalén, hablando de sus
sentimientos y experiencias. A través del cantor o de Jerusalén podemos escuchar también voces
enemigas o de espectadores externos. Cabe la descripción de rasgos sueltos, la transposición imaginativa,
los lamentos, las súplicas, las preguntas desconcertadas, la exhortación; todo ello suministra riqueza y
variedad de materiales.
Mensaje de las Lamentaciones. Es tiempo de duelo para Israel por la ciudad amada, Jerusalén; por el
Templo, bello como novia y como esposa (Ez 24,21). Es también tiempo de quejas por el dolor de los
inocentes (2,12). ¿Queja de quién? ¿Del enemigo que se excede o de Dios que lo dispone o permite?
(3,37). El poeta de la tercera elegía reprime la queja para ahondar en la reflexión (3,40). El abismo del
dolor llama al abismo del pecado con voz de elegía, y el abismo del pecado confesado llama al abismo de
la misericordia (3,21s). En estos cantos de dolor alienta la esperanza, brilla un rescoldo viejo que el poeta
invoca mesurado (5,21).
Las Lamentaciones, por la grandeza del dolor (2,13) y por la intensidad de su expresión, nos conducen
hasta ese límite de nuestra experiencia humana en que nos sentimos pequeños frente a la grandeza del
sufrimiento, lo inmenso de la crueldad humana y la amenaza del odio en nosotros. Desde lo hondo del
llanto levantamos los ojos y el corazón (3,41) buscando algo más grande que el dolor y el odio: 5,19; 3,23;
3,32.
B.
Cuando inicie en la Comunidad y recibí esta clase en mi Redil….Para la Gloria de Dios.
C.
Cuando inicie en la Comunidad y recibí esta clase en mi Redil….Para la Gloria de Dios.
Testimonio:
Cuando inicie en la Comunidad y recibí esta clase en mi Redil….Para la Gloria de Dios.
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FIJACIÓN DE LO APRENDIDO
Este día aprendimos que, para tener una vida en abundancia integral, primero debemos confiar y esperar
en el Señor, agradeciendo todo cuanto tenemos en administración y entregándole al Señor, por amor y
agradecimiento nuestro desprendimiento de una mínima parte (diezmo) en relación con todo lo que
recibimos de Él. Que existen siete principios para la abundancia integral de una vida cristiana: Renuncia,
Felicidad, Paciencia, Ahorro, Madurez e integridad, Amor y compasión, y Dominio propio; los cuales
podemos iniciar a practicar por medio de la confianza en el Señor.
CITA LEMA: “…...”.
MEMORIZAR: Proverbios 16,32.
TAREA: Hacer un repaso de lo visto en estas dos últimas clases…
V. ORACION FINAL