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Habacuc 2 4

El versículo presenta dos caminos para la humanidad: los que confían en Dios y vivirán por su fe, y los orgullosos cuya alma no es recta. Los creyentes viven con la esperanza de llegar al cielo, mientras que los no creyentes viven solo para el presente y enfrentan la condenación eterna.

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Habacuc 2 4

El versículo presenta dos caminos para la humanidad: los que confían en Dios y vivirán por su fe, y los orgullosos cuya alma no es recta. Los creyentes viven con la esperanza de llegar al cielo, mientras que los no creyentes viven solo para el presente y enfrentan la condenación eterna.

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Habacuc 2:4

El libro del profeta Habacuc. Estamos en el capítulo 2,


y vamos a considerar lo que nos dice el versículo 4.
Éste es uno de los versículos más importantes de las
Escrituras. Es el versículo clave para este breve libro de
Habacuc. También lo encontramos citado en tres de las
grandes epístolas doctrinales que tenemos en el Nuevo
Testamento. Vamos a leer entonces el versículo 4 del
capítulo 2 de Habacuc, que dice:
"He aquí que aquel cuya alma no es recta, se
enorgullece; mas el justo por su fe vivirá."
Este versículo presenta el tema central de la Biblia; el
propósito mismo de la vida y de la muerte se describe
aquí. Se nos presentan los dos caminos que están
abiertos para la humanidad. Hay varios aspectos que
debemos señalar de este versículo que son de suma
importancia.
El profeta mencionó aquí los dos grupos de personas
que existen en el mundo. Ante Dios, la humanidad está
dividida en dos grupos. Están los seres humanos
"perdidos" y aquellos que son "salvos". Aquellos que
han confiado en Dios, que han creído en Dios y aquellos
que no han creído en Dios. Para decirlo de una manera
más gráfica, de un lado están los santos, los creyentes,
y del otro, los que no lo son. Y esto crea una división, o
una separación muy marcada entre estos dos grupos
de personas.
Veamos lo que el pasaje bíblico nos trata de enseñar.
Leemos que Habacuc tenía que ir a su torre de vigía, y
que allí debía esperar un mensaje, en realidad, sería el
gran mensaje de Dios para el profeta. Ese mensaje
explicaría Su trato, es decir, el trato, o la manera de
obrar de Dios con los individuos; el mensaje explicaría
la forma que tiene Dios de tratar con las naciones. Éste
es uno de los grandes principios que Dios señaló en
este pasaje. En realidad, se trata de un axioma de la
Biblia.
Como usted bien sabe, amigo oyente, cuando se
estudia geometría, se aprenden ciertos axiomas que el
estudiante debe aceptar. No se trata de comprobar. Por
ejemplo, se le dice a un estudiante que una línea recta
es la distancia más corta entre dos puntos. Bueno, eso
puede ser comprobado con un problema geométrico.
Pero es un axioma. Y a uno siempre se le permite hacer
esa declaración, sin necesidad de comprobarla. El
estudiante tiene que probar todo lo demás, pero esa
parte no es necesaria probarla. También en la Biblia, en
la Palabra de Dios, hay ciertas declaraciones que son
grandes axiomas. Y aquí tenemos uno de ellos.
Escuchemos lo que dice la primera parte del versículo 4
de este capítulo 2 de Habacuc:
"He aquí que aquel cuya alma no es recta, se
enorgullece"
Aquí el profeta habló de un grupo de personas. Este es
el grupo de los orgulloso, aquellos que tratan de lograr
su propia salvación. Estas personas viven nada más
que para el día de hoy. "Comamos y bebamos que
mañana moriremos", es su lema de vida. Ellos piensan
que la vida se acaba aquí, en la Tierra y por eso no
tienen ningún propósito trascendente, no tienen
ningún objetivo en la vida. Así es como se nos presenta
esto aquí: "He aquí que aquel cuya alma no es recta, se
enorgullece". Esta persona auto-suficiente y orgullosa
está equivocada. Esta persona se encuentra en el
camino equivocado; está siguiendo un sendero
erróneo. "Hay camino que al hombre le parece
derecho; pero su fin es camino de muerte", nos dice
Proverbios 14:12.
Las Escrituras, la Biblia, nunca habla mucho en cuanto
a "los perdidos", como usted ya habrá notado.
Recordemos que el Señor Jesucristo mencionó una
historia que hablaba de un hombre rico y a un hombre
pobre, llamado Lázaro. Él habló acerca de la muerte de
ambas personas. El Señor Jesucristo dijo: "Aconteció
que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al
seno de Abraham; y murió también el rico, y fue
sepultado". (Lucas 16:22). En cuanto a la muerte de
Judas, el discípulo que le traicionó y más tarde se
suicidó, se nos dice que se fue a su propio lugar. La
clase de vida, amigo oyente, que conduce a una
eternidad sin Dios, sin perdón, ni esperanza, es una
vida vivida alejada de Dios, despreocupada y
superficial, y ésa es la que lleva a la condenación
eterna.
Ahora, el otro grupo está formado por aquellos que han
sido salvos por la fe en Jesucristo, el Hijo de Dios que
vino a morir en una cruz, para expiar, para "pagar", la
deuda que teníamos con Dios. Estos hijos de Dios,
renacidos y redimidos viven sus vidas como si de una
carrera se tratara. Una carrera con muchos obstáculos,
privaciones, dura y difícil muchas veces, pero con las
expectativas de llegar a la meta, que es el encuentro
con Dios, en los Cielos, y estar con Él por toda la
Eternidad. Los creyentes vamos transitando por el
camino de la vida hacia el encuentro con el Padre
Celestial, en la esperanza de llegar a un conocimiento
completo de Cristo. El Apóstol Pablo escribió en su
Primera Epístola a los Corintios, capítulo 13, versículo
12: "Ahora, vemos por espejo, oscuramente; mas
entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte,
pero entonces conoceré como fui conocido". Nosotros
hoy no tenemos todas las respuestas, pero "andamos
por la fe", es decir, que vivimos por la fe.
Entre el momento de la salvación y ese "entonces", en
la presencia de Dios, los que hemos sido salvos por la
Gracia y el perdón de Dios, "andamos por la fe". Hemos
sido salvos por la fe, y vamos a vivir por la fe.

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