Tumores y Quistes Ováricos
Tumores y Quistes Ováricos
Ovarios
Las lesiones más frecuentes de los ovarios son quistes y tumores funcionales o benignos. Las
neoplasias pueden clasificarse según su origen en uno de los tres tipos celulares principales del
ovario: 1) epitelio de Müller; 2) células germinales, y 3) células del estroma/cordones sexuales.
Las inflamaciones primarias del ovario (ovaritis) son infrecuentes, y excepcionalmente tienen
una base autoinmunitaria (ovaritis autoinmunitaria); las reacciones autoinmunitarias afectan a
los folículos ováricos y pueden producir infertilidad.
Los folículos quísticos son muy frecuentes en el ovario. Se originan en folículos de Graaf que no
se han roto o folículos que se rompieron y resellaron inmediatamente.
El síndrome del ovario poliquístico (SOPQ) es un trastorno endocrino complejo caracterizado por
hiperandrogenismo, alteraciones menstruales, ovarios poliquísticos, anovulación crónica y
disminución de la fertilidad. Llamado anteriormente síndrome de Stein Leventhal, afecta al 6-
10% de las mujeres en edad fértil de todo el mundo. También se asocia a obesidad, diabetes de
tipo 2 y aterosclerosis prematura: todos estos pueden ser indicativos de un trastorno metabólico
subyacente. Aún no conocemos del todo la etiología del SOPQ. Parece dominada por una
desregulación de las enzimas implicadas en la biosíntesis de andrógenos y producción excesiva
de estas hormonas, que se considera una característica clave de este trastorno. Además, las
mujeres con SOPQ presentan resistencia a la insulina y alteración del metabolismo del tejido
adiposo, que contribuyen al desarrollo de diabetes y obesidad.
La anomalía morfológica central del SOPQ son múltiples folículos quísticos o quistes foliculares
que condicionan un aumento de tamaño de los ovarios. No obstante, en el 20-30% de las mujeres
se detectan ovarios poliquísticos, de modo que este hallazgo es inespecífico. Además, debido a
un incremento en las concentraciones séricas de estrona libre, las mujeres con SOPQ están en
riesgo de sufrir hiperplasia y carcinoma de endometrio.
Una situación fisiológica que recuerda a los síndromes mencionados es la hiperplasia de células
de la teca luteínica de la gestación. En respuesta a las hormonas de la gestación
(gonadotropinas), las células de la teca proliferan y la zona perifolicular se expande. A medida
que los folículos involucionan, la hiperplasia de células de la teca luteínica puede parecer
nodular. No hay que confundir este proceso con los auténticos luteomas de la gestación (v. más
adelante).
Hay muchos tipos de tumores ováricos. Cerca del 80% son benignos y estos aparecen
principalmente en mujeres jóvenes entre 20 y 45 años de edad. Los denominados tumores de
grado intermedio (borderline, tumores de malignidad indeterminada) se producen en edades
ligeramente mayores. Los tumores malignos son más frecuentes en mujeres de más edad, de
entre 45 y 65 años. El cáncer de ovario representa el 3% de todos los cánceres femeninos y es la
quinta causa de muerte por cáncer en sy las mujeres estadounidenses. Como la mayoría de los
cánceres ováricos se han extendido fuera del ovario y de la trompa de Falopio en el momento
del diagnóstico, son responsables de un número desproporcionado de las muertes por cáncer
del aparato genital femenino.
Clasificación
La clasificación de los tumores ováricos presentada en la tabla 22.5 es una versión simplificada
de la clasificación histológica de la Organización Mundial de la Salud, que divide a las neoplasias
ováricas según el tejido de origen más probable. Actualmente se cree que la mayoría de los
tumores de ovario se originan, en último término, en uno de tres componentes ováricos:
También hay un grupo de otros tumores y, por último, están los tumores secundarios o
metastásicos en el ovario.
Tumores epiteliales
Los estudios clínico-patológicos y moleculares han indicado que los carcinomas ováricos pueden
dividirse a grandes rasgos en dos tipos distintos, denominados de tipo I y de tipo II (fig. 22.30).
Los carcinomas de tipo I son tumores de bajo grado que suelen aparecer en asociación a tumores
borderline o endometriosis. Estos tumores abarcan varios subtipos histológicos, incluidos
tumores de bajo grado serosos, endometrioides y mucinosos, como veremos a continuación. Los
tumores de tipo II son, con más frecuencia, carcinomas serosos de alto grado, que se originan en
carcinomas intraepiteliales serosos (v. más adelante).
Tumores serosos
Estas neoplasias quísticas son los tumores ováricos malignos más frecuentes y representan
cerca del 40% de todos los cánceres del ovario. Aunque el término seroso describe
acertadamente el líquido quístico, se ha convertido en sinónimo del epitelio de tipo tubárico de
estos tumores. En conjunto, los tumores serosos benigno, borderline y maligno suman cerca del
30% de todos los tumores ováricos, y poco más del 50% de los tumores epiteliales del ovario.
Aproximadamente, el 70% son benignos o borderline, y el 30%, malignos. Los tumores benignos
y borderline son más frecuentes entre los 20 y los 45 años de edad. Los carcinomas serosos
aparecen más tarde de promedio, pero a menudo se presentan a edades menores en los casos
familiares.
Patogenia
Conocemos muy poco sobre los factores de riesgo de los tumores benignos y borderline. Los
factores de riesgo de los tumores serosos malignos (carcinomas serosos) tampoco se conocen
del todo, pero la nuliparidad, los antecedentes familiares y las mutaciones heredables participan
en el desarrollo del tumor. Se describe una mayor frecuencia de carcinomas en mujeres con
paridad baja. Las mujeres de 40 a 59 años que han tomado anticonceptivos orales o se han
sometido a ligadura de trompas tienen menos riesgo de desarrollar cáncer de ovario. Los
factores de riesgo más interesantes son los genéticos. Como se explicó en los capítulos 7 y 23,
las mutaciones heredadas de BRCA1 y BRCA2 en la línea germinal aumentan la susceptibilidad
al cáncer ovárico y de mama. Las mutaciones de BRCA1 se describen en cerca del 5% de las
pacientes menores de 70 años con cáncer de ovario. El riesgo estimado de cáncer ovárico en
mujeres portadoras de mutaciones de BRCA1 o BRCA2 es del 20-60% a los 70 años.
El carcinoma seroso de ovario se divide en dos grandes grupos: 1) carcinoma de bajo grado, y 2)
carcinoma de alto grado. Esta distinción se establece según el grado de atipia nuclear y se
correlaciona con la supervivencia de las pacientes. Los carcinomas de bajo grado pueden surgir
en asociación con tumores borderline serosos, mientras que los de alto grado se desarrollan a
partir de lesiones in situ en las fimbrias de la trompa de Falopio o quistes de inclusión serosos
dentro del ovario.
El concepto de un carcinoma seroso de alto grado originado en las trompas de Falopio surgió
inicialmente tras observar que, en mujeres con mutaciones en la línea germinal en BRCA1/2, a
menudo se descubría al realizar una ovario salpingectomía profiláctica que presentaban una
significativa atipia epitelial en las trompas de Falopio. Las lesiones, denominadas carcinoma
intraepitelial tubárico seroso (CITS), se han descrito desde entonces en asociación a carcinomas
serosos de alto grado ováricos esporádicos, lo que sugiere que al menos algunos carcinomas
serosos de alto grado se originan en la trompa de Falopio. ¿Cuál es entonces el origen de los
carcinomas serosos de alto grado que afectan al ovario, sin afectación concomitante de la
trompa? Históricamente, el origen de estos tumores se suponía que eran quistes de inclusión
corticales (fig. 22.31), que se creía que aparecían por la invaginación del epitelio superficial,
seguida de metaplasia serosa. Una idea alternativa reciente es que los quistes son fruto de la
implantación de epitelio tubárico desprendido en zonas donde la ovulación ha alterado la
superficie del ovario (v. fig. 22.30).
Independientemente de su origen, los estudios han demostrado que los carcinomas serosos de
bajo grado tienen perfiles de mutaciones distintos de los de alto grado, como sigue:
• Los tumores de bajo grado originados en tumores borderline serosos tienen mutaciones
en los oncogenes KRAS, BRAF o ERBB2, y habitualmente contienen genes TP53 nativos.
• Los tumores de alto grado presentan una frecuencia elevada de mutaciones de TP53, y
no muestran mutaciones de KRAS o BRAF. Los desequilibrios genómicos son muy
frecuentes y comprenden amplificaciones de ciertos oncogenes (p. ej., PIK3CA, el gen
que codifica la subunidad catalítica de PI3K) y deleciones de genes supresores de
tumores (p. ej., RB). Casi todos los carcinomas ováricos de mujeres con mutaciones de
BRCA1 o BRCA2 son carcinomas serosos de alto grado con mutaciones de TP53.
Curiosamente, las mutaciones de BRCA1 y BRCA2 son infrecuentes en los carcinomas
serosos de alto grado esporádicos.
El comportamiento biológico de los tumores serosos depende del grado de diferenciación y del
alcance y la distribución de la afectación peritoneal. Los tumores serosos pueden aparecer en la
superficie de los ovarios. Si no están encapsulados, es probable que estos tumores se extiendan
al peritoneo. Como se ha indicado, al menos algunos de estos carcinomas tendrían su origen en
la trompa de Falopio, desde la que diseminan al peritoneo. En casos infrecuentes, parecen
originarse en la superficie peritoneal (y se denominan carcinomas serosos peritoneales
primarios).
El pronóstico está muy relacionado con la imagen histológica del tumor y con la presencia y
extensión de la enfermedad peritoneal. Los tumores serosos borderline pueden surgir de la
superficie peritoneal o extenderse a ella en forma de implantes no invasivos, permaneciendo
localizados sin causar síntomas, o bien diseminándose lentamente y provocando obstrucción
intestinal u otras complicaciones muchos años después.
De forma similar, los carcinomas de bajo grado, incluso una vez fuera del ovario, suelen progresar
lentamente y es posible que las pacientes sobrevivan durante períodos de tiempo relativamente
prolongados antes de fallecer por la enfermedad. A diferencia de estos, los tumores de alto grado
con frecuencia presentan metástasis difusas por todo el abdomen en el momento del
diagnóstico, cuadro asociado con un deterioro clínico rápido. En consecuencia, la clasificación
del tumor, incluso si se ha extendido al peritoneo, es relevante para el pronóstico y la elección
del tratamiento. La supervivencia a los 5 años de los tumores borderline y malignos limitados al
ovario es del 100 y del 70%, respectivamente, mientras que la correspondiente a esos mismos
tumores cuando afectan al peritoneo es aproximadamente del 90 y del 25%. Por su larga
evolución, los tumores borderline pueden recidivar después de muchos años, y la supervivencia
a los 5 años no es sinónimo de curación.
Tumores mucinosos
Patogenia
La mutación del protooncogén KRAS es una alteración genética constante en los tumores
mucinosos del ovario, incluidos la mayoría de los cistoadenomas mucinosos benignos (58%), los
tumores borderline mucinosos (75-86%) y los carcinomas mucinosos ováricos (85%).
Curiosamente, un estudio demostró que varios tumores con áreas distintas de epitelio que
correspondían a tumor benigno, borderline y carcinoma tenían mutaciones de KRAS idénticas en
todas ellas. Así pues, es posible que las mutaciones de KRAS desencadenen el desarrollo de estas
neoplasias.
El cuadro clínico conocido como seudomixoma peritoneal está dominado por ascitis mucinosa,
implantes epiteliales quísticos en la superficie peritoneal, adherencias y afectación frecuente de
los ovarios (fig. 22.35). El seudomixoma peritoneal, si es extenso, puede provocar obstrucción
intestinal y el fallecimiento. Clásicamente se pensaba que muchos casos en mujeres se debían a
la diseminación de neoplasias mucinosas primarias del ovario. Sin embargo, datos científicos
recientes apuntan a que el origen está, en casi todos los casos, fuera del ovario (habitualmente
en el apéndice) (v. capítulo 17). Como la mayoría de los tumores ováricos mucinosos primarios
son unilaterales, la presentación bilateral de tumores mucinosos siempre obliga a descartar la
metástasis por un tumor primario no ovárico.
El carcinoma endometrioide representa cerca del 10-15% de todos los cánceres de ovario.
También hay tumores endometrioides benignos, llamados adenofibromas endometrioides, y
endometrioides borderline, pero son infrecuentes. Un 15-30% de los carcinomas
endometrioides ováricos se asocian a un carcinoma de endometrio. Aunque estos tumores
tienen un pronóstico relativamente bueno, los datos moleculares indican que, en la mayoría de
los casos de enfermedad endometrial y ovárica concomitante, la afectación ovárica se debe a la
extensión metastásica de un tumor endometrial primario.
Patogenia
Los tumores de células claras benignos y borderline son absolutamente excepcionales, y los
carcinomas de células claras, infrecuentes. Están compuestos por grandes células epiteliales con
citoplasma transparente abundante, imagen que recuerda al endometrio gestante hipersecretor.
Como estos tumores a veces aparecen en asociación con endometriosis o carcinoma
endometrioide del ovario y recuerdan al carcinoma de células claras del endometrio,
actualmente se consideran variantes del adenocarcinoma endometrioide. En consonancia con
esta idea, las aberraciones genéticas más frecuentes (PIK3CA, ARID1A, KRAS, PTEN y TP53) son
las mismas que las del carcinoma endometrioide, aunque con frecuencias distintas. Los tumores
de células claras del ovario pueden ser predominantemente sólidos o quísticos. En las neoplasias
sólidas, las células claras se disponen en láminas o túbulos, mientras que, en la variedad quística,
las células neoplásicas revisten los espacios. El carcinoma de células claras limitado a los ovarios
tiene una tasa de supervivencia del 90% a los 5 años, pero en estadios avanzados parece ser que
la morfología de células claras con- lleva un pronóstico peor. El carcinoma de células claras se
trata como los demás tipos de carcinoma ovárico.
Cistoadenofibroma
Los tumores de Brenner a menudo se detectan accidentalmente, e incluso cuando son grandes
se comportan de forma benigna. Los tumores de Brenner malignos se presentan, por lo general,
en estadio 1 y con fines pronósticos se los clasifica como equivalentes a los carcinomas de bajo
grado (tipo I). Los carcinomas de células de transición, infrecuentes, se consideran equiparables
a los carcinomas de ovario de alto grado (tipo II); a menudo se presentan ya en estadios
avanzados y su tratamiento es el de los carcinomas serosos de alto grado.
Todos los carcinomas ováricos tienen manifestaciones clínicas similares; las más frecuentes
son dolor en la parte baja del abdomen y aumento del perímetro abdominal. Pueden aparecer
síntomas digestivos, polaquiuria, disuria, presión pélvica y muchos otros síntomas. Las lesiones
benignas son sencillas de extirpar y curar. Los tumores malignos tienden a causar debilidad
progresiva, pérdida de peso y caquexia. Una vez que el carcinoma se extiende fuera de la cápsula
tumoral y se implanta en la cavidad peritoneal, suele causar ascitis, que puede ser masiva.
Normalmente, el líquido ascítico contiene células tumorales descamadas. El patrón peritoneal
de diseminación resulta característico: las superficies serosas están difusamente sembradas de
nódulos tumorales de 0,1-0,5 cm que solo rara vez invaden el parénquima subyacente. Los
ganglios regionales suelen estar afectados y puede haber metástasis en el hígado, los pulmones,
el tubo digestivo y otras áreas. Se descubren metástasis que cruzan la línea media al otro ovario
en cerca de la mitad de los casos durante la cirugía, y anuncian una evolución progresivamente
desfavorable y el fallecimiento en unos pocos meses o años.
La prevención del cáncer ovárico sigue siendo, además, una meta esquiva. La detección
sistemática para identificar mujeres en riesgo (positivas para mutaciones de BRCA o con
antecedentes familiares importantes) y el tratamiento con ovariosalpingectomía reductora del
riesgo son actualmente los estándares de referencia. El efecto a largo plazo de estos abordajes
en mujeres de alto riesgo está aún por determinar; datos recientes indican que puede
mantenerse un riesgo del 3 o el 4% de desarrollar cáncer ovárico tras una ovariosalpingectomía.
Tumores de células germinales
Los tumores de células germinales constituyen el 15-20% de todos los tumores ováricos e
incluyen múltiples subtipos (fig. 22.37). La mayoría son teratomas quísticos benignos, pero otros,
encontrados principalmente en niñas y adultas jóvenes, pueden presentar comportamientos
malignos y resultan problemáticos respecto al diagnóstico histológico y el tratamiento. Tienen
un alto grado de similitud morfológica y molecular con los tumores de células germinales del
testículo masculino (v. capítulo 21).
Teratomas
La mayoría de los teratomas benignos son quísticos y a menudo se les denomina quistes
dermoides, porque casi siempre están revestidos por estructuras similares a piel. Los teratomas
quísticos aparecen por lo general en mujeres jóvenes. Es posible que se descubran
accidentalmente, pero en ocasiones se asocian a síndromes paraneoplásicos clínicamente
importantes, como encefalitis límbica inflamatoria, que puede remitir tras extirpar el tumor.
El origen de los teratomas ha resultado fascinante durante siglos. Algunas creencias populares
culpaban a las brujas, pesadillas o relaciones adúlteras con el demonio. El cariotipo de casi todos
los teratomas ováricos benignos es 46,XX. Los análisis genéticos indican que la mayoría de los
teratomas tienen su origen en un óvulo después de la primera división meiótica, mientras que el
resto surge antes de esa primera división.
Estos son tumores infrecuentes que se diferencian de los teratomas benignos en que su tejido
recuerda al tejido embrionario y fetal inmaduro. Se encuentran fundamentalmente en
adolescentes prepúberes y mujeres jóvenes, la edad media es de 18 años.
Disgerminoma
Todos los disgerminomas son malignos, pero el grado de atipia histológica es variable, y solo
cerca de un tercio se comporta de forma agresiva. Un tumor unilateral con la cápsula indemne
que no se haya extendido fuera del ovario tiene un pronóstico excelente (tasa de curación del
96%) con la ovariosalpingectomía simple. Estas neoplasias responden a la quimioterapia; incluso
es posible a menudo lograr la curación en aquellas que han salido del ovario. La supervivencia
global supera el 80%.
Aunque infrecuente, el tumor del saco vitelino (también denominado tumor del seno
endodérmico) sigue siendo el segundo tumor ovárico maligno originado en las células
germinales. Se cree que deriva de células germinales malignas que se diferencian hacia la estirpe
del saco vitelino extraembrionario (v. fig. 22.37). Del mismo modo que el saco vitelino normal,
las células tumorales elaboran a-fetoproteína. Su característica histológica distintiva es una
estructura glomerular compuesta por un vaso sanguíneo central envuelto por células tumorales
dentro de un espacio que también está revestido por células tumorales (cuerpo de Schiller-
Duval) (fig. 22.42). Normalmente, existen abundantes gotículas hialinas intra- y extracelulares,
algunas de ellas se tiñen para a-fetoproteína con técnicas de inmunoperoxidasa.
Disgerminoma
Aunque infrecuente, el tumor del saco vitelino (también denominado tumor del seno
endodérmico) sigue siendo el segundo tumor ovárico maligno originado en las células
germinales. Se cree que deriva de células germinales malignas que se diferencian hacia la estirpe
del saco vitelino extraembrionario (v. fig. 22.37). Del mismo modo que el saco vitelino normal,
las células tumorales elaboran a-fetoproteína. Su característica histológica distintiva es una
estructura glomerular compuesta por un vaso sanguíneo central envuelto por células tumorales
dentro de un espacio que también está revestido por células tumorales (cuerpo de Schiller-
Duval) (fig. 22.42). Normalmente, existen abundantes gotículas hialinas intra- y extracelulares,
algunas de ellas se tiñen para a-fetoproteína con técnicas de inmunoperoxidasa.
La mayoría de las pacientes son niñas o jóvenes en las que la enfermedad se manifiesta con dolor
abdominal y masa pélvica de crecimiento rápido, que afecta solo a un ovario. Con quimioterapia
de combinación, la supervivencia es superior al 80%, independientemente del estadio.
Coriocarcinoma
Estas neoplasias ováricas se originan en el estroma ovárico, que proviene de los cordones
sexuales de la gónada embrionaria. El mesénquima gonadal indiferenciado produce en último
término tipos específicos de células en la gónada masculina (Sertoli y Leydig) y femenina
(granulosa y teca), y es posible identificar en el ovario tumores que se parecen a todos estos
tipos celulares. Además, como algunas de estas células secretan normalmente estrógenos
(células de la teca y granulosa) o andrógenos (células de Leydig), sus tumores correspondientes
pueden ser feminizantes (tumores de células de la teca/granulosa) o masculinizantes (tumores
de células de Leydig).
Están compuestos por células que recuerdan a las células de la granulosa de un folículo ovárico
en desarrollo. Se dividen, a grandes rasgos, en tumores de células de la granulosa del adulto e
infantiles, según la edad de la paciente. En conjunto, estas neoplasias representan cerca del 5%
de todos los tumores ováricos, y el 95% de los tumores de células de la granulosa son de tipo del
adulto. Aunque pueden aparecer a cualquier edad, unas dos terceras partes se presentan en
mujeres posmenopáusicas.
Los tumores de células de la granulosa son clínicamen- te relevantes por dos motivos: 1) a
veces producen grandes cantidades de estrógenos, y 2) en ocasiones se comportan como
neoplasias malignas de bajo grado. Los tumores funcionalmente activos en niñas prepuberes
(tumores de células de la granulosa infantiles) conducirían al desarrollo sexual precoz. En las
mujeres adultas se asocian, en ocasiones, a una enfermedad mamaria proliferativa, hiperplasia
y carcinoma endometrial, que acaba por desarrollarse en el 10-15% de las mujeres con tumores
productores de esteroides. En ocasiones, los tumores de células de la granulosa producen
andrógenos, masculinizando a la paciente.
Todos los tumores de células de la granulosa son potencialmente malignos. Es difícil predecir su
comportamiento biológico basándose en la histología. La probabilidad de malignidad (recidiva,
extensión) oscila entre el 5 y el 25%. Por lo general, los tumores malignos siguen una evolución
lenta y las recidivas locales pueden ser susceptibles de tratamiento mediante cirugía. En
ocasiones aparecen recidivas en la pelvis y abdomen 10-20 años después de la extirpación del
tumor original. La supervivencia a los 10 años es del 85%, aproximadamente. Los tumores
compuestos predominantemente por células de la teca casi nunca son malignos.
Los tumores del estroma ovárico compuestos por fibroblastos (fibromas) o células fusiformes
ensanchadas con gotitas de lípidos (tecomas) son relativamente frecuentes y representan cerca
del 4% de todos los tumores ováricos (fig. 22.44A). Muchos tumores contienen una mezcla de
estas células y se denominan fibrotecomas. Estos y los tecomas puros (un subtipo infrecuente)
pueden fabricar hormonas. Por el contrario, los fibromas puros, como norma, son inactivos.
Los fibromas del ovario son unilaterales en el 90% de los casos y habitualmente forman masas
sólidas, esféricas o ligeramente lobuladas, encapsuladas, duras y de color gris blanquecino,
recubiertas por la serosa ovárica indemne y brillante (fig. 22.44B). Al examen histológico están
compuestos por fibroblastos bien diferenciados y escaso estroma colágeno interpuesto. En
ocasiones se identifican áreas focales de diferenciación tecal.
La mayoría de estos tumores debutan clínicamente como masa pélvica, a veces acompañada de
dolor y dos asociaciones indudablemente curiosas. La primera es ascitis, presente en cerca del
40% de los tumores mayores de 6 cm de diámetro. Rara vez también hay hidrotórax, por lo
general solo derecho. Esta combinación de hallazgos (tumor ovárico, hidrotórax y ascitis) se
denomina síndrome de Meigs. Su patogenia es des- conocida. La segunda asociación es con el
síndrome del nevo basocelular, descrito en el capítulo 25. La inmensa mayoría de fibromas,
fibrotecomas y tecomas son benignos. En muy pocas ocasiones se identifican fibromas celulares
con actividad mitótica y aumento de la relación núcleo/citoplasma; cómo es posible que su
evolución sea maligna, se llaman fibrosarcomas.
Hay otros tumores ováricos de origen en los cordones sexuales o el estroma, infrecuentes pero
definidos, que producen con frecuencia hormonas esteroideas.
• Los tumores de células hiliares (tumores de células de Leydig puros) son infrecuentes y
unilaterales y están compuestos por grandes células de Leydig llenas de lípidos con
límites bien definidos y estructuras citoplásmicas características llamadas cristaloides de
Reinke. Las mujeres con estos tumores presentan habitualmente signos de
masculinización (hirsutismo, cambio de voz y aumento de tamaño del clítoris), pero estas
alteraciones son más leves que las observadas en los tumores de células de Sertoli-
Leydig. Los tumores producen, predominantemente, testosterona. El tratamiento
consiste en la escisión quirúrgica. Los tumores genuinos de las células del hilio son casi
siempre benignos.
• El luteoma de la gestación es un tumor muy infrecuente que se parece mucho al cuerpo
lúteo de la gestación. Estos tumores pueden producir virilización en pacientes gestantes
y sus hijas.
• El gonadoblastoma es un tumor infrecuente compuesto por células germinales y
derivadas de los cordones sexuales- estroma parecidas a células de Sertoli y de la
granulosa inmaduras. Se produce en personas con desarrollo sexual anómalo y gónadas
de naturaleza indeterminada. El 80% de los pacientes son fenotípicamente mujeres, y el
20%, hombres con testículos no descendidos y órganos secundarios internos femeninos.
En el 50% de los casos hay también un disgerminoma. El pronóstico es excelente si el
tumor se extirpa en su totalidad.
Tumores metastásicos
Los tumores metastásicos del ovario más frecuentes son los derivados de neoplasias de
origen mülleriano: útero, trompa de Falopio, ovario contralateral y peritoneo pélvico. Los
tumores metastásicos extramüllerianos más frecuentes en el ovario son carcinomas de
mama y tubo digestivo, incluidos colon, estómago, vías biliares y páncreas. También
pertenecen a este grupo los escasísimos casos de seudomixoma peritoneal, asociado a
tumores apendiculares. Un nombre clásico del carcinoma digestivo que afecta a los ovarios
es el tumor de Krukenberg, caracterizado por metástasis bilaterales compuestas por células
productoras de mucina con apariencia en «anillo de sello», con más frecuencia de origen
gástrico.