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EL JANSENISMO y EL GALICANISMO

DOCUMENTO DE CÁTEDRA DE HISTORIA MODERNA

PROF. LIC. VERONICA GUIDONI

2023

1- Introducción

Lovaina, 1621.

na lluviosa tarde en una de las ciudades más bonitas y cultas del norte de
Europa, se encontraron dos sacerdotes amigos. Uno, se llamaba Cornelio Hansen,

1
holandés y contaba unos 35 años. El otro, un monje que rozaba los cuarenta años,
Duvergier de Haurenne, abad de una rica abadía, la de Saint Cyran.
Tras saludarse, ambos recordaron otra vez, el tema que los desvelaba desde
hacía tiempo: ¿nos salvaremos? ¿y cómo?
El tema no era nuevo. Lo mismo se había preguntado Lutero un siglo antes, lo
mismo habían debatido los jesuitas y los dominicos en un acalorado debate que
finalmente no había resultado victorioso para ninguno de los dos bandos. Tal debate
se centraba en la preeminencia de la gracia o de la libertad suponiendo que solo una
de las dos inclinaba la balanza. Entonces… ¿qué debemos hacer? Volvían a
preguntarse los amigos en su encuentro.

Jansenio

Quizás el debate de las órdenes religiosas no estuvo a la altura del tema,


quizás fue demasiado “escolástico”.. Esto amigos esperaban más… entonces, ¿qué
hacer?
Jansenio parecía tener una idea, al menos eso parecía a juzgar por el brillo en
la mirada que percibió el abad.
-¿Me equivoco o Ud ya tiene la respuesta?
-Eso es un secreto… algo que solo compartiría con Ud, mi sabio amigo.
-Entonces…
-La Iglesia sigue padeciendo el habernos alejado de los Santos Padres de
nuestra doctrina. Y nadie, ni siquiera Roma siente la necesidad como nosotros de
volver a las raíces…
-Falta celo, hermano Jansenius…-así se hacía llamar el holandés, latinizando
su nombre. –Y sobran esos blandos y laxos religiosos que se hacen llamar Compañía
de Jesús… pero solo acompañan al mundo y a la carne… Pero volviendo a su
lamento, ¿no será una pretensión demasiado soberbia de nuestra parte?
-Tenemos la gracia…-respondió sonriendo con picardía el aludido, poniendo
especial énfasis en ese último término. –Pero pase, hermano… Le contaré durante la
cena y junto al calor del fuego… Aquí en el medio del camino, hace frío y el tema es
demasiado grandioso para que otros oigan… Recuerde que aquí también hay jesuitas
por todos lados… Solo voy a adelantarle que si debo leer al Doctor de la Gracia una
decena de veces, lo haré hasta extraer la verdad-
Jansenio pasó entonces un brazo por encima del hombro del abad y lo invitó a
entrar en su casa.

2
Abad de Saint-Cyran

El plan era grandioso y su secreto uniría a los dos grandes amigos desde esa
tarde de Lovaina. Jansenio se comprometía a estudiar seriamente el tema hasta
agotarlo, mientras que su amigo el abad de Saint-Cyran, difundiría las conclusiones
cuando su amigo las tuviese.
Pasó el tiempo. Jansenio siguió en Lovaina, Bélgica y en 1635 fue nombrado
obispo de Iprés, profundizando las lecturas de San Agustín que meditó con frecuencia
y profusión.
Años más tarde, fruto de esas lecturas, escribió el Agustinus con una consigna
dada al Abad de Saint-Cyran: sólo lo difundiría después de su muerte.
Ocho años después de escribirlo y aquejado por una larga enfermedad,
Jansenio moría durante la primavera de 1638 en Lovaina y el libro fue publicado
póstumamente.
En 1643, moría también el abad de Saint-Cyran quien se había instalado en
París y comenzado la dirección espiritual de un convento de monjas no muy
observantes de su reglamento: Port Royal. Allí, tuvo tiempo de difundir las ideas de su
amigo entre las monjas del Convento, en el que una niña de tan solo once años, se
convirtió en la Madre Abadesa.
“Dios me ha hecho conocer que desde hace quinientos o seiscientos años no
hay Iglesia” Así se presentaba en Port Royal el Abad de Saint-Cyran, mostrándose
como un reformador.

Había nacido el Jansenismo.

2- ¿Qué fue el Jansenismo?

Consistió en una corriente –que llegó a ser considerada una secta herética- de
espiritualidad cristiana cuyo origen lo estableció aquel obispo, Cornelio Jansenius
(1585-1638) y que se caracterizaba por una exigencia de vida virtuosa y ascética y
poner la salvación en la gracia de Dios. Este movimiento se difundió durante los siglos
XVII y XVIII en los Países Bajos, Francia, Alemania e Italia.
Se trata de un movimiento con aires “puritanos”, no porque perteneciera a ese
grupo religioso de origen calvinista sino porque también, predicaba la “pureza”. Como
tal, enfatiza demasiado el pecado original, la necesidad de la gracia para salvarse y

3
cierta idea de predestinación, puesto que Dios no le ha dado su gracia a todos, por lo
tanto, no todos se salvan.
Leemos en Acevedo que

Entendiendo de una forma muy particular las doctrinas sobre la gracia y la


predestinación, los jansenistas –para quienes el amor signifi caba humildad– no podían
comprender que Dios distribuyera pródigamente su gracia a todos8 . El Dios de los
jansenistas era un monarca absoluto…

Los jansenistas nunca admitieron ser enemigos de la Iglesia, sino todo lo


contrario, sus defensores más acérrimos pero sí criticaron a los jesuitas por haber
debilitado los rigores de la moral evangélica, por ser los precursores de los deístas y
por admitir el probabilismo y el laxismo- opina el Dr. Edberto Acevedo.

Madre Angelique Arnauld

3- ¿Dónde y cómo surge?

La niña pertenecía a una conocida familia de Auvernia, los Arnauld, familia de


juristas cuyo abuelo había sido hugonote convertido tras la matanza de San
Bartolomé. La joven abadesa, años después empieza a reformar la abadía de Port
Royal con la recta intención de que fueran implementándose los ppios de
Trento.(hacia 1608) Creció la fama del convento y tb el numero de vocaciones. Por
razones de salubridad y seguridad, las monjas hubieron de trasladarse a París y Saint-
Cyran comenzó a frecuentar el convento y la Madre abadesa le pidió la dirección
espiritual de las monjas, después de la muerte de San Francisco de Sales, un
sacerdote de maneras bondadosas y suaves que elevó la espiritualidad del convento.
Tb conoció allí al hermano mayor de Angélica, Roberto Arnauld teólogo de la Sorbona
y al menor, Antonio Arnauld que formó un grupo de laicos con las mismas
características en los alrededores: buen nivel intelectual y alta posición social que
habían creado una especie de escuelas alrededor de la abadía.

4
Saint-Cyran comenzó a frecuentar el convento y a encontrarse a los
“protagonistas” de este drama: la Madre Angélica (aquella niña de once años que fue
nombrada Abadesa), su hermano mayor, Roberto Arnauld y el padre Saint-Cyran.
Desde el primer sermón que le escucha la abadesa adolescente, queda conmovida y
comienza la transformación propia y del convento hacia una mayor observancia de la
regla de San Benito. Hasta el momento, la vida religiosa y conventual se le había
hecho casi insoportable a la pobre Angélica, pero su postura cambió. 1

Hacia 1640, cuando el libro de Jansenio llega a París, Saint-Cyran se mostró


exultante: el libro fue bien recibido, aunque los jesuitas –a quienes aquel consideraba
laxos tibios y relajados- lo consideraban peligroso en algunos de sus puntos.

Jansenio consideraba en su libro que la naturaleza humana había quedado


pervertida totalmente por el pecado orignial y que la gracia divina operaba sin
resistencia. En esto, se acercaba demasiado al calvinismo y el Papa Urbano VIII
procedió a condenarlo. Ya Vicente de Paul, el famoso sacerdote francés de la caridad
de la época de Richelieu, había previsto y cuestionado sus enseñanzas heréticas.

El “caudillo espiritual” de ese movimiento lo constituyó Roberto Arnauld, el


hermano de la joven abadesa, quien por entonces escribió un texto aparentemente
piadoso en extremo sobre la Comunión, pero que exageraba demasiado las
condiciones para recibirla, de modo que nadie o casi nadie podía estar en condiciones

1
Para conocer detalles de la vida de la Abadesa Angelique Arnauld, se puede consultar.
https://es.aleteia.org/2018/11/06/el-increible-destino-de-la-familia-arnauld/

5
de recibirla. Para los opositores a estas doctrinas, las enseñanzas del libro era como si
un enfermo grave esperara a contar con una óptima preparación interior antes de
recibir la medicina que podía curarlo, sin tener en cuenta que el mismo remedio era el
que tenía el poder de salvación.

4- La doctrina Jansenista

- La Doctrina jansenista insiste en que la gracia de Dios es lo necesario e


indispensable para la salvación. Como Cristo no se crucificó por todos, la
gracia eficaz, que es la única ayuda eficaz, la da Dios a quien quiere y eso
nos inclina a buenas obras. Para la Iglesia Católica, el alma tiene libertad, la
que ayudada por la gracia se eleva hacia las cosas buenas. Sin la gracia el
hombre puede libremente optar por lo bueno, pero le va a costar. No
obstante, Cristo que se crucificó por todos, no abandona al alma que lo
busca con recta conciencia y lo asiste.
- Las obras son buenas o malas, no son según las circunstancias (casuística)
que puede atenuar o no el pecado. En esto son acérrimos opositores a los
jesuitas.
- La gracia provoca un gusto tan grande por las cosas de Dios que el hombre
invenciblemente las hace, se goza en el bien. Pero la libertad se mantiene, ya
que la gracia despierta en el hombre la voluntad de hacer el bien. Quien no
actúa movido por la gracia eficaz peca infaliblemente. Es decir sin la gracia el
hombre pierde su libertad, se hace esclavo de su inclinación al mal y no se
salva.
- En la práctica, niega la libertad o le cuesta reconocer que los demás son libres
de actuar (intransigencia) y se acercará a la doctrina de la predisposición.
- La naturaleza humana, totalmente dañada por el pecado original, tiene una
connotación negativa y pesimista para el Jansenismo. De hecho, tiende hacia
un puritanismo moral y a considerar que el hombre, sin la gracia llega
fácilmente a la depravación. Este puritanismo será muy difícil de sostener en la
vida cotidiana y secular, por lo que llevará a la angustia y a los escrúpulos de
conciencia. La postura es claramente intransigente y voluntarista.

- En relación con los sacramentos, la propia espiritualidad del jansenismo los


aleja progresivamente de su práctica, en especial de la Eucaristía. Esto se fijó
con el escrito de Arnauld que argumentando ciertas condiciones rigurosas por
cumplir para poder acceder a la reconciliación o a la comunión, cada vez más

6
extremos, se hacía muy difícil –casi improbable- recibir esos sacramentos más
de una o dos veces al año. Volvemos al ejemplo mencionado antes, del
remedio y las condiciones para tomarlo… Arnauld a causa de sus muchos
escritos jansenistas, perdió su Cátedra en la Sorbona.

Antoine Arnauld

- El jansenismo tiende al episcopalismo, es decir, a una religiosidad que


tiende más a guiarse por obispos que a reconocer la autoridad del Papa. De
hecho, los obispos en conjunto, tienen más autoridad que el Papa. Esto
será también otro punto de álgido conflicto con los Jesuitas, quienes tenían,
entre sus cuatro votos, el voto de obediencia al Papa. Este punto será de
gran importancia por dos cosas: la desobediencia al Papa o desmedro de la
autoridad papal irá de la mano con un espíritu de oposición al Rey y la
preeminencia de autoridad de los obispos, les dará libertad para considerar
la autoridad de los parlamentarios por encima de la del Rey. Los caballeros
de la Fronda (1648-1653) adherirán en su mayoría al Jansenismo.

- Jansenio se oponía a la casuística jesuita porque éstos minimizaban los


efectos del pecado original, consideraban que la gracia era eficaz si
colaboraba con ella la voluntad humana, que el hombre tenía libertad para
elegir. Para los padres de la Compañía cuando el hombre dudaba entre lo
que era lícito o no, podía escoger un camino que fuera racional y que no
estuviera contra los dogmas de la Iglesia. Es decir, una salida discutible
pero no pecaminosa digo yo. Este sistema probabilístico era el que
denunciaban los jansenistas porque podía derivar en un relajamiento de
las costumbres y allanar las dificultades en el camino a la salvación.

- Postura política:

7
Con el tiempo, su postura antipapal y las disputas con la Santa Sede
derivarán en una suerte de conciliarismo que en Francia se traducirán en un
creciente galicanismo, gracias a Blaise Pascal (en la imagen siguiente).

5- ¿Cómo evolucionó este movimiento posteriormente?

El jansenismo ya había sido condenado en Francia en la época de Richelieu


(al servicio del rey Luis XIII desde 1624 a 1542). Y antes, Saint Cyran fue tomado
prisionero y encerrado en un castillo en el que permaneció cinco años. Se va formando
un halo de mártir que le da más fama aun. Tras la muerte de Richelieu, Saint Cyran es
liberado y poco después muere. Lo sucede Antonio Arnauld quien se inclina más hacia
la moral jansenista (la práctica) más que por el dogma o la teología.

A su vez, los teólogos de la Sorbona denunciaron varias tesis del Augustinus y


la Asamblea del Clero francés condenó las proposiciones de Arnauld (1656). La lucha
entre los jansenistas y los jesuitas quedaba entablada.

En defensa de las ideas de Arnauld, Blas Pascal, el físico, filósofo y teólogo


(1623-1662) quien se había acercado también al círculo de Port Royal, publicó Cartas
a un Provincial que fueron condenadas por Bula Papal 2 . Cuando la Asamblea del
Clero quiso imponer un formulario obligando a los prelados a aceptar la Bula muchos
se negaron a firmarlo.

Mazarino, pese a la participación en la Fronda de numerosos caballeros


jansenistas, no quiso imponer por la fuerza la Bula dada la calidad y los altos cargos
que ocupaban los jansenistas, pero poco después se hizo obligatoria su firma.

2
Para más datos sobre la filiación jansenista de Blas Pascal, leer: Sans, Georg (2023). Los “pensamientos
sobre la Religion” de Blaise Pasqal. En:https://www.laciviltacattolica.es/2023/06/02/los-pensamientos-
sobre-la-religion-de-blaise-pascal/. Recuperado el 19/09/2023.

8
Luis XIV fue más tajante y menos tolerante, ordenando la dispersión de los
pensionados y postulantes de los monasterios de Port-Royal. Aunque Arnauld tuvo
que huir y vivir durante años como un fugitivo, sus amigos continuaron defendiendo su
postura y él mismo, hasta su muerte, siguió escribiendo apologías del catolicismo y
afirmando que sus ideas se basaban en San Agustín y en los Padres de la Iglesia, no
en Calvino ni en Lutero, aunque sí reconoció la ausencia de confianza en las fuerzas
humanas y que la predestinación del creador reconfortaba al hombre.

En 1653, el sacerdote de la caridad de las calles francesas, Vicente de Paul


(1581-1660) preocupado por la severidad de esta doctrina oscura y seca, logró que el
Papa Inocencio X condenara cinco proposiciones dogmáticas de Jansenio.

Los amigos de Port-Royal siguieron actuando como una especie de sociedad


semisecreta con ramificaciones en medios eclesiásticos y laicales. Poco después
habrá una tregua (Paz Clementina), se reabrirán monasterios y se seguirán publicando
libros jansenistas. Aunque la estima y fama que tendrá la Compañía de Jesús
(Jesuitas) no declinará hasta su expulsión en el siglo XVIII.

Cuando una Bula papal de 1705 condenó muchas proposiciones jansenistas,


los galicanos movilizaron a la opinión pública contra Roma en nombre de las libertades
de la Iglesia de Francia y la Asamblea del clero francés les permitió exponer sus ideas.
Es en este momento cuando, según Bluche, el jansenismo adquiere un matiz político
(Bluche, 1986, p.855). Al recrudecer las controversias, en 1709, el Rey, influenciado
por su último confesor, Le Tellier, decidió terminar con el Monasterio de Port-Royal.
Las viejas religiosas que aún vivían en él fueron expulsadas por una fuerza militar y, al
organizar algunos amigos del convento una especie de peregrinación en su apoyo,
Luis XIV ordenó la demolición de las instalaciones.

Ante nuevas disputas por la firma del formulario, Luis XIV recurrió a la
autoridad pontificia para que se expidiera sobre el tema. Por la Bula Unigenitus (1713)
el Papa se pronunció contra el jansenismo y condenó ciento una proposiciones
heréticas de las Reflexiones morales, obra del padre Quesnel, jefe del grupo luego de
la muerte de Arnauld. Su aplicación acarreó nuevamente conflictos y dividió al
episcopado francés. En los treinta años transcurridos desde el acuerdo de paz el
jansenismo había ganado terreno especialmente en el Parlamento de París. Ésto,
combinado con un galicanismo hostil a toda intervención papal en los asuntos del clero
francés, motivó que esa corte se negara a registrar la Bula y que Luis XIV recurriera
al lecho de justicia para lograrlo. El documento fue aceptado por doce obispos, pero
quince se negaron a hacerlo y fueron condenados al exilio. Otro motivo de pugna fue

9
la obligación que tenían los sacerdotes de expedir una papeleta de aceptación de la
Bula para poder impartir los sacramentos.

Para Meyer la querella jansenista emponzoñó la atmósfera religiosa pero al


mismo tiempo movilizó lo mejor, lo más talentoso de Francia. Considera que los
discípulos de Jansenio eran intransigentes, secos, poco humanos, nada que ver con
las enseñanzas y espiritualidad de Francisco de Sales o de Vicente de Paul. Afirma
que la doctrina se encarnó en la burguesía y la alta nobleza de toga parisina, honesta,
respetuosa de la palabra de Dios, impregnada de jurismo y de posiciones irreductibles.

Posteriormente, la cuestión jansenista, fomentará la animadversión hacia los


jesuitas, creará divergencias en el clero, hará intervenir al poder civil en asuntos de
religión, abrirá brechas en la Iglesia que serán aprovechadas por los filósofos. Minará
desde el interior a la religión que quería defender, afirma Paul Hazard (Hazard, 1958,
p.141).

El jansenismo, aunque siguió teniendo influencias en la piedad francesa, las


consideraciones sobre la moral y sobre todo, en la política del siglo XVIII. Se expandió
por Holanda, en Utrecht donde manifestaban que no eran ellos los que se habían
separado de Roma sino que “Roma se había apartado de la verdadera Iglesia” (Sáenz,
p.38) ; en Austria, Alemania, Portugal antes de desaparecer de una sociedad francesa
mundana y superficial como fue la de fines del siglo XVIII, no sin antes lograr la
expulsión de sus mayores adversarios, los Jesuitas.

Finalizamos con las palabras de Alfredo Sáenz:

“La piedad que ellos postulaban no favorecía, por cierto, la confianza en Dios,
sino el temor servil, en el olvido de que Dios es ante todo Padre y envió a su Hijo para
salvarnos. Asimismo alejó al pueblo de la devoción a la Santísima Virgen y a los
santos. Finalmente, sus permanentes ataques contra la Compañía de Jesús llegaron a
desacreditar una institución que en aquellos tiempos constituía un baluarte de la
Iglesia”3

<<<<<<<<<<<>>>>>>>>>>

3
Saenz, A.(2007). P.39.

10
6- EL GALICANISMO

¿Qué se entiende por galicanismo? El término viene de Galia, el nombre que


en el Imperio Romano tenía el territorio francés. Es una idea que refiere que las
costumbres nacionales, están por encima de las reglas de la Iglesia de Roma.

Para Walker “designa una doctrina, y también una conducta del clero y de la
nobleza francesa, que tiende a afirmar algunos privilegios propios de la Iglesia de
Francia, particularmente a confirmar una cierta independencia de Roma y un cierta
supremacía del rey sobre la Iglesia”. Además afirma la supremacía del Concilio sobre
el Papa (Walker, 1997, p.148).

El término puede hacer referencia a tres elementos: Iglesia galicana, libertades


galicanas y galicanismo. La Iglesia del reino de Francia es una parte del Estado, el
clero es el primero de los tres órdenes y está presente en las distintas instituciones de
gobierno. Tiene privilegios, el más importante es tener su propia asamblea
representativa, la Asamblea del Clero de Francia. Esta se ocupa de la defensa de la
religión, realiza un magisterio disciplinar y espiritual, negocia con el Rey la
participación financiera del clero en las cargas del Estado. Es tan importnate en el
siglo XVII la Iglesia que representa la historia de la fe de una nación, la forma espiritual
de la patria.

Las libertades galicanas pueden ser interpretadas desde la jurisprudencia como


un conjunto de normas antiguas, de franquicias concedidas por los Papas a la Iglesia
de Francia, pero en la práctica fueron un dispositivo de defensa antirromana, pues
tendían a limitar la autoridad del Papa, a proteger a los obispos y al Rey de los
considerados desde Francia, “abusos papales”. Entre las libertades que protegían a
los obispos menciona, entre otras, el no establecimiento de la Inquisición en Francia;
que el Papa no podía ordenar al clero francés ni otorgar dispensas; que el nuncio no
tenía jurisdicción en el reino.

Con respecto al Rey, éste no tenía superior temporal, no lo eran ni el Papa ni


el Emperador; los decretos conciliares y bulas papales no podían publicarse si no eran
leyes del Estado o sea si no estaban aceptadas por el Rey y registradas.

Sin embargo, no hay que creer que el Papa tenía un poder sólo nominal sobre
la Iglesia de Francia. Instituía a los obispos, que eran nombrados por el Rey pero
luego de un proceso consistorial realizado por el nuncio; podía nombrar a numerosos

11
párrocos; gozaba de los derechos de prevención (prevenir la nominación de un
colaborador), de expectativa (otorgar a un clérigo una prebenda vacante), de reserva
(de algún beneficio). De hecho, refiere, hasta los que defendían las libertades
galicanas recurrían a Roma para obtener beneficios eclesiásticos. También el Pontífice
controlaba las órdenes religiosas, las aprobaba, les acordaba dispensas y privilegios.
Todas las instituciones eclesiásticas francesas tenían un procurador en Roma para
tratar sus asuntos. Para los fieles, el Papa era, sobre todo, el que otorgaba
indulgencias, el que decretaba los jubileos que eran publicados por todos los obispos
franceses y que motivaban el peregrinaje de miles de franceses a Roma. Considera
que en Francia se veneraba la función papal, la autoridad, no la persona que la
ejercía.

Por último el galicanismo era, según este autor, la reivindicación de las


libertades galicanas, podía ser más o menos moderado y se manifestaba en las
situaciones de crisis (Viguerie, 1988, p.169-173).

Una de estas crisis se producirá durante el reinado de Luis XIV. En 1673, el


Rey decidió, sin consultar con la Santa Sede, extender a todos los obispos su derecho
de regalía, es decir, el derecho de percibir las rentas temporales de los obispados
vacantes y nombrar a los beneficiarios. El obispado francés aceptó el decreto salvo
dos obispos que recurrieron al Papa. Inocencio XI dictó sucesivamente tres breves en
contra de las medidas y amenazó con excomulgar al Rey. Como el conflicto no se
resolvía Luis reunió a la Asamblea del Clero (1681-82). Ésta, dominada por Bossuet,
hombre de confianza del Rey, aprobó cuatro artículos galicanos que establecían:

1) el Papa ha recibido de Dios solamente el poder espiritual, el Rey no le debe


sumisión en cuestiones temporales;

2) el poder espiritual del Pontífice está sometido a la autoridad de los Concilios


ecuménicos;

3) la Iglesia francesa tiene sus propias reglas y costumbres que el Pontífice no


puede violar;

4) en cuestiones de fe no basta la infalibilidad papal, toda la Iglesia debe


consentir, confirmar la decisión papal. “Desde este momento, el galicanismo se
convirtió en la doctrina oficial de la Iglesia de Francia y, aprobada por el soberano, se
enseñaba en todas las facultades de Teología del reino” (Walker, 1997, p.148).

12
Inocencio XI respondió no otorgando la investidura a los nuevos obispos. La
tensa situación continuó a pesar de la Revocación de Nantes, signo de la fidelidad de
la Iglesia francesa, y otros conflictos provocaron la ruptura de relaciones con la Santa
Sede. A raíz de la guerra exterior y la asunción de un nuevo pontífice, Inocencio XII,
se llegó a un acuerdo en 1693. El Rey renunciaba a la enseñanza obligatoria y a la
subscripción formal por el clero de los cuatro artículos galicanos, la Santa Sede
aceptaba la extensión de la regalía (Walker, 1997, p.150).

Se debe reconocer que ni Luis XIV ni sus sucesores quisieron abordar una
postura cismática como sí lo hicieron los monarcas ingleses del siglo XVI.

Las ideas galicanas, confrontaban con la doctrina jesuita de obediencia al


Papa. Teniendo en cuenta la cercanía que los sacerdotes de la Compañía de Jesús
tenían hacia el rey y la influencia en la sociedad a través del Colegio de la Fleche y
otras instituciones, el galicanismo tuvo como principales adversarios a los jesuitas. De
hecho, el Parlamento de París defenderá estos principios galicanos con especial
fuerza, más por interés político que religioso.

7- CONCLUSIONES:

Si bien nos toca tratar un tema con gran contenido religioso y teológico, no es
esta la trascendencia que tuvieron estas ideas tan propias del siglo XVII francés.

Los reyes eran monarcas cristianos y como tal, debían defender la fe y ser
fieles hijos de la Iglesia de Roma. Sin embargo, estas ideas que en Francia
entremezclaban lo político y lo religioso/filosófico va a alcanzar una enorme
trascendencia con la defensa de los intereses de Francia por encima de su fe católica.

Ya en tiempos de Richelieu, se forman dos tendencias políticas:

-los buenos devotos: partidarios de defender la fe católica y de alinearse junto a


las potencias católicas (España y el Imperio especialmente) ante cualquier conflicto
internacional.

-los buenos franceses, para quienes, razón de Estado mediante, la grandeza y


seguridad de Francia –por cierto amenazada de alguna manera por el cerco infringido
por las potencias católicas- debían primar a la hora de conformar alianzas en el
concierto internacional europeo. Richelieu formará parte de este grupo.

13
Tanto la defensa de los intereses galicanos, como la postura jansenista
cuestionarán el poder del Papa de Roma, se inclinarán a la desobediencia, a construir
argumentos con los que desbaratar al enemigo y a desacreditar a los leales al Papa y
confesores del rey: los jesuitas.

Este conflicto no terminará en el siglo XVII, por el contrario. Amasarán sus


esfuerzos hasta catalizar en el siglo XVIII ya en los albores de la Revolución, en plena
crisis del gobierno de Luis XVI.

Si el jansenismo había sembrado la duda sobre la Iglesia de Roma y el


galicanismo sobre la autoridad del Papa, en los años sucesivos los cuerpos
representativos de la nación se volverán contra la autoridad del monarca.

Verónica A. Güidoni

Cómo citar este texto: Güidoni, Verónica A. (2023) El Jansenismo y el Galicanismo. Cátedra
Historia Moderna. Mendoza: Departamento de Historia, Facultad de Filosofía y Letras,
Universidad Nacional de Cuyo.

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BIBLIOGRAFÍA

ACEVEDO, E. O. Jansenismo e ilustración católica en Hispanoamérica. Una refl exión. Buenos


Aires. UCA

PILLORGET, René (1990). Historia Universal Tomo 9. Pamplona: Eunsa.

POUJADE DE LASSUS, Nubia (2002). Luis XIV: política interna de un reinado polémico.
Mendoza: FFyL.

SAENZ, Alfredo (2007). La Nave y las tempestades. La Revolución Francesa. Primera parte.
Buenos Aires: Gladius.

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