CAPÍTULO 10
EL REINO DE DAVID
LECTURAS PREVIAS:
I Samuel 26, 6-11
II Samuel 6, 1-7, 29
11, 1-12, 14
Salmo 89
Tras la muerte de Saúl, David tenía vía libre para hacerse con el reino. Sin embargo,
éste no pasó a sus manos tan fácilmente. La tribu de Judá siguió a David, pero la parte norte
de Israel eligió seguir a Isbaal, uno de los hijos de Saúl (II Sam 2, 8-10)1
Sólo después de una larga guerra civil David consiguió derrotar a las tropas de Isbaal.
Al final, dos de los propios generales de Isbaal, viendo que la situación era desesperada,
asesinaron a Isbaal y llevaron su cabeza a David. Pensaban que iban a obtener una
recompensa. En lugar de ello, David mandó ejecutarlos como asesinos diciendo que “habían
asesinado a un hombre recto” (II Sam 4, 5-12). A diferencia de muchos gobernantes, David
podía distinguir entre la persona de Isbaal y las circunstancias desafortunadas que lo habían
convertido en su enemigo.
1
En II Samuel a Isbaal se le designa Isbóset. La palabra “bóset” significa “vergüenza” el autor sagrado usó este sufijo en
vez de “baal", para que los lectores no tuvieran que pronunciar el nombre de una divinidad cananea.
JERUSALÉN, LA NUEVA CAPITAL DE DAVID
David se enfrentó con un grave problema: la elección de una ciudad como capital
podría dar la impresión de que una tribu era superior al resto. Al principio resultaba difícil
mantener las doce tribus juntas. Si situaba su capital en Judá, su territorio de nacimiento, las
tribus del norte, ya entonces rebeldes, podrían pensar que no quería ningún trato con ellas.
En cambio, si ponía su capital en algún lugar del norte, podría parecer que estaba dando la
espalda a sus fieles seguidores de Judá.
Pero existía una antigua ciudad justo en la frontera entre Judá y las otras tribus, una
ciudad que no pertenecía a ninguna de ellas.
Jerusalén era una de esas ciudades cananeas que los israelitas no habían conseguido
destruir durante la conquista. “Los hijos de Benjamín no pudieron expulsar a los jebuseos de
Jerusalén; por eso los jebuseos viven allí con los hijos de Benjamín hasta el día de hoy”, dice
Jueces 1,21. Y Josué 15,63 dice: “Los hijos de Judá no pudieron expulsar a los jebuseos que
habitaban en Jerusalén; por eso siguen habitando en Jerusalén, en medio de los hijos de
Judá, hasta el día de hoy”. Queda, pues, claro que Jerusalén estaba justo en la frontera entre
Judá y Benjamín.
Así que poniendo fin a lo que debía haberse realizado muchas generaciones antes,
David atacó a los orgullosos y perversos jebuseos. Éstos pensaban que Jerusalén nunca
podría ser conquistada. Cubrieron de insultos a David y le dijeron que incluso los ciegos y
los cojos de su ciudad podrían rechazar a su miserable ejército (II Sam 5, 6). Así que David
ofreció a sus generales un incentivo: “El primero que ataque al jebuseo, será jefe y príncipe”
I Cro 11, 6). El primero que atacó fue Joab, quien pasó a ser el brazo derecho de David (algo
así como su primer ministro) y del que más adelante oiremos hablar mucho. El ejército de
David derrotó a los jebuseos y David inmediatamente se asentó en Jerusalén.
Desde entonces Jerusalén fue la capital de David. Incluso llegó a ser conocida como la
Ciudad de David, nombre que la parte antigua de la ciudad todavía conserva. David
construyó la ciudad y su nuevo aliado, el rey Jiram de Tiro, envió artesanos fenicios para
edificarle un palacio. Sabemos por otras fuentes históricas que Tiro estaba comenzando una
época dorada de prosperidad bajo el rey Jiram. Ésta no sería la última vez en su largo reinado
que Jiram se mostraría amigo de Israel.
La ciudad de David desde el suroeste. La parte más antigua de Jerusalén es la Ciudad de David, situada en
una pequeña colina al sur del Templo, en una cota algo más baja. Jerusalén se levanta sobre las colinas de
Judea sin acceso por mar o río. El terreno es muy escarpado por todos sus lados, excepto por el norte. Al este,
entre Jerusalén y el monte de los Olivos, está el valle del Cedrón. El valle de Hinón bordea la ciudad por el sur
y el oeste. El valle central o Tiropeón atraviesa la antigua ciudad.
EL TRASLADO DEL ARCA A JERUSALÉN
Una vez establecido definitivamente en Jerusalén, David decidió llevar allí el Arca de
la Alianza. Esto convertiría a Jerusalén no sólo en el centro político, sino también en el centro
religioso de Israel.
El primer intento de trasladar el Arca fue un fracaso. Para ello David utilizó una
carreta nueva, pero ésta se balanceaba hacia un lado y otro, pareciendo que iba a volcar.
Entonces uno de los que iba en procesión extendió su mano hacia el Arca para sujetarla y al
instante cayó muerto. David tuvo tanto temor de la ira de Dios, que rehusó seguir adelante.
Paró y dejó el Arca al cuidado de Obed-edom, cuya casa estaba cerca.
¿Qué había pasado? David no había seguido la ley. Las instrucciones para trasladar
del Arca eran muy concretas. Tenía que ser transportada a hombros de los sacerdotes levitas
(Ex 25, 13-15; I Cro 15, 15), y nadie podía tocar el Arca (Num 4, 15). Como signo de la
presencia de Dios entre su pueblo, era algo sagrado. David entendió exactamente lo que
había hecho mal: “no le consultamos (a Dios) según lo prescrito” (I Cro 15, 13).
David esperó tres meses para intentar traer de nuevo el Arca a Jerusalén, y se dedicó
durante esos meses a hacer preparativos. Esta vez lo haría todo bien. Preparó un lugar para
el Arca y plantó allí una tienda. Pidió a los levitas que iban a llevar el Arca que se santificaran.
Dispuso una gran procesión con música y sacrificios (I Cro 15).
Ya aparece la procesión, oh Dios,
la procesión de mi Dios, de mi Rey, hacia el
Santuario.
Preceden los cantores, siguen los músicos,
en medio, las doncellas que tocan el pandero...
(Sal 68,25-26)
Esta vez todo salió bien. David mismo encabezó el
desfile, no vestido como rey sino como sacerdote. “David
iba ceñido con el efod de lino y danzaba con todas sus
fuerzas ante el Señor” (II Sam 6, 14). Y cuando el Arca
llegó a su destino, David mismo ofreció el sacrificio.
¿Por qué le fue lícito a David actuar como
sacerdote? No era levita. De hecho, cuando Saúl intentó
ofrecer sacrificios fue severamente castigado.
Sin embargo, había una gran diferencia entre
David y Saúl. David era un hombre según el corazón de
Dios. Los sacrificios de Saúl eran una mera transacción
comercial con Dios. David danzó y ofreció sacrificios por
amor y con júbilo, no porque deseara obtener algo de
Dios. Y Dios había elegido a David para una nueva
alianza, que comenzaría a borrar algunas de las
distinciones establecidas por la ley.
Mical, la hija de Saúl y esposa de David, también
entendió la diferencia. Vio a David desde su ventana y pensó que estaba haciendo el ridículo.
Cuando salió a su encuentro rezumaba sarcasmo: “¡Qué honorable ha estado hoy el rey de
Israel”, dijo con desprecio; “desnudándose a la vista de las criadas de sus servidores, como
se desnuda un cualquiera!” (II Sam 6, 20).
Para Mical lo importante era la dignidad real. No podía entender el amor sincero y la
alegría que había sentido David. Al igual que Saúl, ella no lo había sentido nunca.
“Respondió David a Mical: —He danzado delante del Señor que me ha elegido y
me ha preferido a tu padre y a toda tu familia, constituyéndome príncipe sobre el pueblo
del Señor, sobre Israel. Y delante del Señor seguiré danzando. Estoy dispuesto a rebajarme
más y a resultar más vil todavía ante tus ojos, pero seré más honrado por las criadas a las
que te refieres” (II Sam 6, 21-22).
LA ALIANZA CON DAVID
Ahora Jerusalén era la capital política y espiritual de Israel, e Israel se había convertido
en un poder con el que había que contar en aquella región. Las conquistas de David habían
hecho de Israel un pequeño imperio. Después de un tiempo, Jerusalén había crecido lo
suficiente como para reflejar el nuevo estatus de David e Israel. La gloría suprema de la
ciudad era el palacio de David, construido de madera de cedro importada del Líbano. La
Ciudad de David había empezado a parecerse a una capital imperial.
Pero el Arca de la Alianza estaba todavía en una tienda. Era probablemente una tienda
ricamente decorada, pero seguía siendo sólo una tienda.
“Mira”, dijo David al profeta Natán, “yo habito en una casa de cedro mientras que
el arca del Señor habita en una tienda de lona".
Natán entendió inmediatamente lo que David tenía en mente: un templo, un edificio
real, donde por primera vez pudiera darse al verdadero Dios un culto tan magnífico como el
que se daba a los falsos dioses de los cananeos. “Vete y haz lo que te dicta el corazón”, Natán
respondió, “porque el Señor está contigo” (II Sam 7, 2-3).
Pero esa noche Dios habló a Natán: “Vete y dile a mi siervo David: Así dice el Señor:
¿Eres tú el que va a edificar una casa para que Yo habite en ella? Nunca he habitado en
una casa desde el día en que hice subir a los hijos de Israel de Egipto hasta el día de hoy...'
” (II Sam 7, 5-6).
David no construiría un templo, le dijo Dios a Natán. En su lugar, Dios tenía algo
mucho más importante para él.
“‘...El Señor te anuncia que Él te edificará una casa. Cuando hayas completado los
días de tu vida y descanses con tus padres, suscitaré después de ti un linaje salido de tus
entrañas y consolidaré su reino. Él edificará una casa en honor de mi nombre y yo
mantendré el trono de su realeza para siempre. Yo seré para él un padre y él será para mí
un hijo; si algo hace mal le castigaré con vara de hombres y con golpes humanos. Pero no
apartaré de él mi amor como lo aparté de Saúl a quien alejé de tu presencia: tu casa y tu
reino permanecerán para siempre en mi presencia y tu trono será firme también para
siempre’". (II Sam 7,11-16)
Natán fue a ver a David a la mañana siguiente y le dijo todo lo que Dios le había
prometido. Y lo que Dios le estaba ofreciendo a David era mucho.
• “Él te edificará una casa”: David sería el fundador de una dinastía.
• “Yo consolidaré su reino”: el hijo de David sería el gobernante de un reino.
• “Él edificará una casa en honor de mi nombre”: el hijo de David construiría el
templo que David había planeado construir.
• “Yo seré para él un padre y él será para mí un hijo”: el hijo de David seria adoptado
como hijo propio de Dios. Ésta es la primera vez que la idea de la filiación divina se aplica a
una persona individual. Con anterioridad, todo el pueblo de Dios había sido llamado hijo
primogénito de Dios, pero nunca una persona concreta había sido “hijo de Dios”.
• “Le castigaré... pero no apartaré de él mi amor": Dios no rechazaría el linaje de
David como rechazó a Saúl, por mucho que sus descendientes pudieran pecar. La alianza
sería permanente. Como un padre amoroso, Dios castigaría a su hijo, pero sólo por su propio
bien. Nada podría cambiar la relación padre-hijo.
• “Tu trono será firme también para siempre”: la dinastía de David no acabaría
nunca. Las dinastías en toda monarquía terrenal se levantan y caen, pero el trono de David
estaría siempre ocupado por un descendiente del propio David.
El libro de Samuel da la impresión de que, a David, uno de los grandes poetas de todos
los tiempos, le faltaron palabras con que expresar sus sentimientos. Fue corriendo a la tienda
donde se guardaba el Arca de la Alianza, se sentó frente a ella y desahogó su corazón.
“Entonces el rey David fue y se
presentó ante el Señor diciendo: —¿Quién
soy yo. Señor Dios, y qué es mi casa para
que me hayas traído hasta aquí? Y aún esto
te ha parecido poco. Señor Dios, y has
hablado de la casa de tu siervo para un
futuro lejano. Es el designio de este
hombre, Señor. Dios mío. ¿Qué más podría
añadir David a estas palabras si Tú, Señor
Dios, conoces a tu siervo? Por tu palabra y
según tu corazón, has hecho todos estos
prodigios y se los has dado a conocer a tu
siervo. Por eso Tú eres grande, Señor Dios
mío, y no hay nadie semejante a ti, ni hay
otro Dios fuera de ti, como hemos
escuchado con nuestros oídos. ¿Y qué otra
nación hay en la tierra como tu pueblo
Israel a quien Dios mismo haya venido a
redimir para hacerlo pueblo suyo, para
darle un nombre y para hacer con él
prodigios y grandes maravillas, alejando a
las naciones y a sus dioses delante del
pueblo que redimiste para ti en Egipto? Tú
has consolidado a tu pueblo Israel como
pueblo tuyo para siempre; y Tú, Señor, te
has constituido como su Dios. Ahora, pues,
Señor Dios, mantén firme para siempre la
palabra que has pronunciado sobre tu siervo y sobre su casa, y cumple lo que has dicho.
Que tu nombre sea engrandecido para siempre y que se diga: “El Señor de los ejércitos es
el Dios de Israel”. Y que la casa de tu siervo David permanezca firme en tu presencia,
porque Tú, Señor de los ejércitos, Dios de Israel, has revelado esto a tu siervo: “Te edificaré
una casa”. Por eso, tu siervo ha encontrado valor para dirigirte esta oración. Ahora, pues,
Señor Dios, Tú eres Dios y tus palabras son verdad; Tú has prometido estos bienes a tu
siervo. Dígnate, pues, bendecir la casa de tu siervo para que permanezca en tu presencia
para siempre, porque Tú, Señor Dios, has hablado y con tu bendición será bendita para
siempre la casa de tu siervo". (II Sam 7,18-29)
David es, por excelencia, el rey “según el corazón de Dios”, el pastor que ruega por
su pueblo y en su nombre, aquel cuya sumisión a la voluntad de Dios, cuya alabanza y
arrepentimiento serán modelo de la oración del pueblo. Ungido de Dios, su oración es
adhesión fiel a la promesa divina (cf 2 S 7, 18-29), confianza cordial y gozosa en aquel que
es el único Rey y Señor. En los Salmos. David, inspirado por el Espíritu Santo, es el primer
profeta de la oración judía y cristiana. La oración de Cristo, verdadero Mesías e hijo de
David, revelara y llevara a su plenitud el sentido de esta oración. (CEC 2579)
MÁS ALLÁ DEL SINAÍ, HASTA SIÓN
Desde el momento que David tuvo noticia de la alianza de Dios con él, Jerusalén
sustituyó al Sinaí _ como centro de la religión de Israel. En el Sinaí, Dios había dado al pueblo
de Israel una ley con el fin de diferenciarle de otras naciones y mantenerle aparte. Ahora
había llegado el momento de que los israelitas comenzaran la misión que Dios siempre había
planeado para ellos: ser una nación de sacerdotes, que guiará a las otras naciones del mundo
ante Dios.
LA ALIANZA DAVID: SIETE RASGOS PRINCIPAL.ES
Cuando observamos cómo se desarrolló la historia de la dinastía de David, podemos
señalar siete rasgos principales de la alianza davídica:
1. El linaje de David tendrá un reino. Un reino es algo más que una simple nación. La
diferencia entre un reino y una nación es como la diferencia entre Reino Unido y Gales. Por
tanto, David y sus descendientes serán más que reyes: serán grandes reyes.
Yo lo constituiré mi primogénito.
el más eximio entre los reyes de la tierra. (Sal 89,28)
2. La alianza se establece con toda la dinastía de David.
“...El Señor te anuncia que Él te edificará una casa [esto es, una dinastía]. Cuando
hayas completado los días de tu vida y descanses con tus padres, suscitaré después de ti
un linaje salido de tus entrañas y consolidaré su reino. Él edificará una casa [esto es, el
Templo] en honor de mi nombre y yo mantendré el trono de su realeza para siempre”. (II
Sam 7,11-13)
3. Cuando el hijo de David es ungido, es adoptado como hijo propio de Dios.
"Yo seré para él un padre y él será para mí un hijo”. (II Sam 7,14)
“Proclamaré el decreto del Señor.
Él me ha dicho: “Tú eres mi hijo.
Yo te he engendrado hoy”. (Sal 2,7)
La unción con óleo le hace al Hijo de David “mesías” en hebreo o “cristo” en griego,
es decir, el ungido. El salmo 110 le llama sacerdote y rey: “Tú eres sacerdote para siempre
según el orden de Melquisedec”14. (Melquisedec fue rey y sacerdote en la Jerusalén de los
tiempos de Abrahán.)
4. La alianza es ilimitada en el tiempo y espacio. El trono de David será para siempre,
y las fronteras de su reino serán “los confines de la tierra” (Sal 2,8; Sal 72,8).
"Su linaje será perpetuo,
y su trono como el sol en mi presencia; como la luna, siempre permanecerá
como fidedigno testigo en el cielo” (Sal 89,37-38).
“Pídeme y te daré en herencia las naciones,
los confines de la tierra en propiedad”. (Sal 2,8)
“Domine de mar a mar,
desde el Río hasta los confines de la tierra”. (Sal 72,8)
Cuando Jesús les dice a sus discípulos que sean sus testigos "en Jerusalén, en toda
Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra” (Hc 1, 8), traza una especie de mapa
concéntrico del reinado de David, mostrando que Jesús es el nuevo heredero de la alianza
davídica.
5. Jerusalén se convierte en el centro espiritual del mundo. Sión, la montaña central
de Jerusalén, eclipsa al Sinaí. Ahora Sión es la montaña santa de Dios.
“Yo mismo he ungido a mi Rey en Sión. mi monte santo”. (Sal 2,6)
“porque de Sión saldrá la Ley,
y de Jerusalén la palabra del Señor”. (Is 2,3)
Los profetas predijeron un tiempo en el que todas las naciones se reunirían en Sión
(ver Is 2). En Sirácida 24, la sabiduría busca en el universo un lugar donde descansar, pero
finalmente descansa en Sión por mandato del Señor.
En el Nuevo Testamento Sión adquiere un significado todavía mayor. El Templo
estaría construido en una colina superior, pero en Sión es donde estaba el Cenáculo (la
habitación donde nació la Iglesia de Cristo). Y los escritores del Nuevo Testamento hablarían
del nuevo monte Sión como la “Jerusalén celestial”16, que acoge a todos los creyentes.
6. El Templo es el signo arquitectónico de la alianza davídica, un edificio donde toda
la gente de la tierra es invitada a adorar al Dios de Israel. Es un lugar de reunión familiar de
todas las naciones. Más aún, como veremos en el próximo capítulo, fue construido por
gentiles: expertos artistas fenicios y artesanos enviados por el rey Jiram de Tiro.
7. La Sabiduría es la nueva ley de la alianza davídica. A Salomón, el hijo de David, se
le dará sabiduría para gobernar. La literatura sapiencial es para la alianza davídica lo que el
Pentateuco fue para la alianza mosaica. “Tú me has mostrado la ley para Adán”, dice David
en II Samuel 7, 19. “Ley” es “Torah”, el nombre que la tradición judía dio a los primeros cinco
libros de Moisés. Y “Adán” se utiliza para significar a toda la humanidad. En otras palabras.
Dios ha revelado a David una Torah para Adán; una ley para toda la humanidad. El hijo de
David va a alcanzar más de que lo que alcanzó Moisés: una ley para todas las naciones y no
sólo para el pueblo de Israel. Leeremos más sobre esta nueva ley en el próximo capítulo de
este libro.
La alianza davídica establece a la reina madre
como un símbolo de la continuidad del linaje real de David
desde Betsabé hasta María.
LA ALIANZA DAVÍDICA: TRES RASGOS SECUNDARIOS
Además de los siete rasgos principales de la alianza davídica, también podemos ver
tres rasgos secundarios que llegarán a ser muy importantes en la Nueva Alianza.
1. La reina madre se convierte en una parte importante del gobierno real. Comienza
con el rey Salomón en 1 Reyes 2,19:
Betsabé se presentó al rey Salomón para hablarle en favor de Adonías. Al verla, el
rey se levantó, se inclinó ante ella y se sentó sobre su trono. Hizo poner otro trono para la
madre del rey, y ésta se sentó a su derecha.
Todo el mundo se inclina delante de Salomón, pero Salomón se inclina delante de su
madre. A partir de este momento, la reina madre se convierte en un elemento permanente,
un símbolo de la continuidad del linaje real de David. Ella es también uno de los consejeros
más importantes del rey. Se suele identificar Proverbios 31 como los consejos de la reina
madre al rey Lemuel: “Palabras de Lemuel, rey de Masá, que le enseñó su madre”. {Una
tradición judía sostiene que Lemuel era un seudónimo de Salomón, en cuyo caso éstas serian
las enseñanzas de Betsabé).
El papel de la reina madre adquirirá un significado mayor en el Nuevo Testamento,
cuando el heredero del trono de David sea Jesucristo, cuya madre es María.
2. El “primer ministro” o administrador jefe se convierte en un cargo bien definido
en el gobierno real. El rey tiene muchos criados, pero un hombre es el jefe entre
ellos, situado entre el rey y los otros ministros. Casi dos siglos después de David,
Isaías profetizó un cambio en el gobierno real, en el que un primer ministro sería
remplazado por otro (ver Is 22, 15-25). De su profecía se puede deducir que
cualquiera en el reino podría identificar al primer ministro: “y será un padre para
los habitantes de Jerusalén y para la casa de Judá” (Is 22, 21).
La señal del cargo de primer ministro son las “llaves del reino”. “Pondré la llave de
la casa de David sobre su hombro: abrirá y no habrá quien cierre, cerrará y no habrá quien
abra” (Is 22, 22). Conviene comparar estas palabras con las que Jesús dirigió a Pedro: “Te
daré las llaves del Reino de los Cielos; y todo lo que ates sobre la tierra quedará atado en
los cielos, y todo lo que desates sobre la tierra quedará desatado en los cielos” (Mt 16, 19).
3. La ofrenda de agradecimiento o “sacrificio de acción de gracias” se convierte en
la principal liturgia celebrada en el Templo, por encima de la ofrenda por el
pecado.
¿Es que voy a comer carne de toros
y a beber sangre de machos cabríos?
Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza,
cumple tus votos al Altísimo,
e invócame en el día de angustia:
Yo te libraré y tú me glorificarás. (Sal 50,13-15)
Pues ha rescatado mi alma de la muerte,
mis ojos, de las lágrimas, mis pies, de la caída.
Te ofreceré un sacrificio de acción de gracias,
e invocaré el Nombre del Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo su pueblo,
en los atrios de la Casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén. (Sal 116, 8.17-19)
La ofrenda de acción de gracias es un pan sin levadura y vino, libremente ofrecido a
Dios en gratitud por la salvación. Los antiguos maestros judíos predijeron que cuando viniera
el Mesías no se ofrecería otro sacrificio: sólo continuaría celebrándose la ofrenda de acción
de gracias.
En hebreo, la palabra que se traduce por “ofrenda de gracias” es “todah”, que fue
después traducida por “eucaristía” por los judíos de habla griega.
RESUMEN: LOS PRINCIPALES RASGOS DE LA ALIANZA DAVÍDICA.
Siete rasgos principales:
1. Dios da a David un reino.
2. Dios promete a David una dinastía.
3. Cuando es ungido, el rey se convierte en hijo adoptivo de Dios.
4. La alianza no tiene límites de tiempo y espacio.
5. Jerusalén es el centro espiritual del mundo.
6. El Templo es el signo arquitectónico de la alianza.
7. La literatura sapiencial es la nueva Torah.
Tres rasgos secundarios:
1. La reina madre llega a ser una figura
importante.
2. El primer ministro es signo permanente del
gobierno.
3. La acción de gracias se convierte en la liturgia
principal su oficio son las llaves del reino, que
se celebra en el Templo.
La alianza davídica establece que el primer ministro se sitúe entre el rey y los otros ministros. El
signo de su oficio son las llaves del Reino.
LECTURA SUPLEMENTARIA
San Agustín, La ciudad de Dios, libro XVII.
El que imagina que una promesa tan grandiosa como ésta se cumplió en Salomón,
mucho se engaña, pues atribuye lo que dice, “éste será el que me edificará casa”, a que
Salomón fue el que edificó aquel famoso templo, y no reflexiona en lo que después dice: “y
su casa será fiel, y su reino permanecerá para siempre delante de mí." Considere, pues, y mire
la casa de Salomón llena de mujeres e idólatras que adoraban dioses falsos, y al mismo rey,
que solía ser tan sabio, seducido y engañado por ellas, abatido y sumergido en el tenebroso
caos de la misma idolatría, y no se atreva a imaginar que Dios o pudo ser mentiroso en esta
promesa, o no pudo penetrar con su divina presciencia que Salomón y su casa habían de
incurrir en este desliz.
Ni de aquí debemos tomar ocasión para reparar en esto, aun cuando no viéramos
cumplir esta promesa en Cristo Señor nuestro, que nació de la descendencia y linaje de David,
según la carne, para que no andemos inútilmente buscando algún otro, como hacen los judíos
carnales, pues hasta éstos están tan ajenos de entender, que este hijo que aquí ven escrito,
que le promete Dios al rey David, fuese Salomón, que aun después de habérsenos
manifestado con tanta evidencia el prometido, con admirable y extraordinaria ceguedad
dicen que todavía aguardan otro. Es cierto que también en Salomón se representó cierta
semejanza y figura de lo futuro, en cuanto edificó el templo, y tuvo paz conforme al
significado de su nombre (porque Salomón quiere decir pacífico), y a los principios de su
reinado procedió con cordura, y sus acciones fueron dignas de grandes elogios.
En su persona, como sombra de lo futuro, figuraba a Cristo Señor nuestro; más no era
Cristo. Y así la Escritura dice de él ciertas cosas, como si de él se hubieran profetizado, porque
vaticinando la Sagrada Escritura los sucesos que se han efectuado, en cierto modo nos dibuja
en él una figura de lo venidero. Pues además de los sagrados libros, donde se relaciona que
reinó, también el Salmo 71, se intitula de su mismo nombre; donde se insinúan tantos
presagios, que de ningún modo pueden convenirle, y
sí sólo a nuestro Señor Jesucristo; a quien con toda
congruencia se acomodan, mostrando que en Salomón
se nos delineó originalmente la figura del Salvador, y
en Cristo se nos representó la misma verdad.
Bien claros están los términos y límites en que
se incluyó el reino de Salomón, y, sin embargo, se dice
en el Salmo, omitiendo otras particularidades en él
contenidas: “que su reino y dominio se dilataría de
mar a mar, y desde el río basta los términos y confines
del orbe de la tierra”: todo lo cual notamos que va
verificándose en Cristo; porque desde el río comenzó
a reinar, bautizado por San Juan, y mostrado por éste
a los discípulos, quienes le llamaron no sólo Maestro,
sino también Señor.
Una página del Salterio de Duc Berry (año 1.402),
pintado por el artista flamenco Beauneveu. La ilustración
muestra al Rey David en un gran trono tocando su arpa.
VOCABULARIO
EUCARISTÍA OFRENDA DE ACCIÓN DE
Palabra griega que significa “acción GRACIAS
de gracias”. Ver Ofrenda de Acción de Sacrificio ofrecido en acción de
Gracias. gracias a Dios. En el reinado de David y sus
JEBUSEOS sucesores llegó a ser la liturgia principal
del Templo.
Los habitantes cananeos de
Jerusalén, que no fueron conquistados por PRIMER MINISTRO
los israelitas hasta el rey David. Siervo del rey que supervisa todos
JERUSALÉN los asuntos del reino: el consejero de
confianza del rey.
Ciudad cananea conquistada por el
rey David que se convirtió en la capital y el REINA MADRE
centro religioso de Israel. La madre del rey vigente. Durante
JOAB el reinado de David y de sus sucesores, la
reina madre fue una figura muy influyente
General israelita que se convirtió en en el reino.
primer ministro de David por ser el
primero en atacar a los jebuseos en SIÓN
Jerusalén. La colina sobre la que estaba
NATÁN edificada la parte más antigua de
Jerusalén. Nombre poético para la ciudad
Un profeta. Uno de los principales de Jerusalén.
asesores de David.
PREGUNTAS para RESPONDER
1. ¿Quién fue Isbaal?
2. ¿Por qué decidió David vivir en Jerusalén
3. ¿Por qué no pudo David llevar la primera vez el Arca de la Alianza a Jerusalén?
4. ¿Por qué David ofreció sacrificios y se vistió como un sacerdote, cuando
precisamente su antecesor Saúl había sido castigado por realizar sacrificios?
5. ¿Por qué David quería construir un templo?
6. ¿Quién fue Natán?
7. Menciona las seis promesas que Dios hizo en su alianza con David.
8. Según el punto 2579 del CEC, ¿en qué sentido era la oración de David un
modelo de oración para su pueblo?
9. Estudia el cuadro de los rasgos que diferencian la alianza del Sinaí y la de Sión
de este capítulo. Enumera tres maneras en que la alianza de Sión es más universal que la del
Sinaí.
10. Cita los rasgos principales de la alianza davídica.
11. Cita los rasgos secundarios.
12. ¿Cuál era el signo del cargo de primer ministro bajo la alianza davídica?
13. ¿De qué manera nos ayuda este signo a reconocer a Pedro como “primer
ministro” de Cristo?
14. ¿Qué es la ofrenda de acción de gracias?
15. ¿Qué diferencia hay entre un reino y una nación?
16. ¿Qué acontecimiento importante del Nuevo Testamento ocurre en el monte
Sión?
Esta miniatura del rey David rezando pertenece al Gradual del Arzobispo de Esztergom, Hungría,
hacia el año 1520.