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D Introducción
1 Programa de Doctorado en Antropología, Universidad Católica del Norte. Becaria CONICYT. Centro de Investigación del Hombre en el Desier-
to (CHIDE), Arica. Camino El Bajo 160, El Canelo, San José de Maipo, CHILE. Email: [email protected]
2 Departamento de Antropología, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Chile. Ignacio Carrera Pinto 1045, Ñuñoa, Santiago, CHILE.
Email: [email protected]
y contención del terreno. Dichos andenes, en definitiva, D Manejo de las plantas durante el primer
permitieron crear microclimas que favorecen la repro- milenio de nuestra era
ducción exitosa de cultivos semitropicales, como el maíz,
fuera de sus ámbitos de origen y constituyen un elemen- La región cultural de Tarapacá comprende un amplio es-
to diagnóstico del proceso de intensificación que sufrió pacio que abarca desde la quebrada de Camiña o Tana y
la agricultura antes de la llegada del Inca (Murra 1980; el altiplano de Isluga por el norte, hasta el río Loa por
Castro 1988; Adán et al. 2007; Albeck 2011). el sur, entre la costa del océano Pacífico y la puna. Co-
linda por el norte con la región de Arica y por el sur con
En la precordillera de Arica y Tarapacá (2400-3300 Atacama, vinculando así los Valles Occidentales con la
m.s.n.m.), los altos rendimientos productivos susten- Circumpuna (Figura 1). Entre las cuencas mencionadas,
taron la intensificación y ampliación de las redes de in- la cordillera de la Costa emerge como una barrera que im-
teracción, principalmente con el altiplano de Carangas, pide el paso al mar de las decenas de quebradas que des-
Quillacas y Lípez, vínculos que se expresan en la incorpo- cienden serpenteantes desde la puna, destacando Aroma,
ración de rasgos altiplánicos a la arquitectura local (cistas, Tarapacá, Maní y Guatacondo, las cuales desaguan espo-
chullpas) así como a la cerámica (tipos Chilpe, Taltape), rádicamente en la pampa alimentando las napas subte-
entre otros (Muñoz y Chacama 2006; Uribe 2006). rráneas que permitieron sustentar enormes extensiones
de bosques de tamarugos (Prosopis tamarugo) y algarrobos
Junto a esta infraestructura productiva, la intensificación (Prosopis chilensis, P. flexuosa, P. alba, P. strombulifera y P.
de la agricultura se manifiesta al interior de los poblados burkartii). De allí su nombre Pampa del Tamarugal (Bri-
a partir de múltiples estructuras de almacenaje subte- ner 1985; Niemeyer 1989).
rráneo o collcas, así como en los restos vegetales que se
han preservado. Las primeras se ubican al interior de las De esta manera, bosques, quebradas y oasis (p.e., Pica)
viviendas y en patios comunes o plazas, por lo que han generan un alto contraste en medio del desierto absolu-
sido vinculadas con el almacenaje familiar y comunitario, to y representan, al mismo tiempo, ejes de organización
respectivamente. Los productos almacenados, especial- del asentamiento humano desde tiempos prehispánicos,
mente el maíz, debieron asegurar la subsistencia familiar, desde donde se desarrollaron diversos y particulares me-
la redistribución comunitaria y la interacción con comu- canismos de complementariedad económica con otros
nidades foráneas (Muñoz y Chacama 2006; Adán et al. pisos altitudinales y ecológicos (Núñez 1965, 1979;
2007). Por último, los restos vegetales si bien son gene- Schiappacasse et al. 1989; Moragas 1995).
ralmente vulnerables al paso del tiempo, corresponden a
las evidencias concretas de lo almacenado y consumido En Tarapacá, la mayor parte de los antecedentes arqueo-
en estos contextos. botánicos se concentran en las tierras bajas donde existe
una muy buena preservación de los restos vegetales. En
Nuestro trabajo aborda esta última línea de evidencia. En los sitios vinculados al período Formativo (ca. 900 AC-
este sentido, se darán a conocer los restos vegetales recu- 950 DC), la pampa del Tamarugal aparece como un ver-
perados en los asentamientos Camiña, Nama y Jamajuga, dadero refugio para quienes se movilizaban entre la costa
precordillera de Tarapacá, Norte Grande de Chile, con el y las tierras altas; la estabilidad propiciada por la oferta
fin de documentar los contextos de uso de las plantas al exuberante de vainas de algarrobo sería definitoria para
interior del espacio habitacional. Para ello, llevaremos a la formación económico social de estas poblaciones, ge-
cabo, en primer lugar, una evaluación diacrónica de la nerando las condiciones necesarias para el surgimiento
agricultura prehispánica en la región, fundamentalmente de la vida aldeana, la agricultura y, en definitiva, la com-
en relación a los valles bajos y la pampa del Tamarugal. plejidad social (Núñez 1974, 1979, 1982). Siguiendo esta
Posteriormente, las evidencias obtenidas se analizarán visión economicista, aunque no por ello menos perspicaz,
cualitativa y cuantitativamente y se contextualizarán en el reflejo de este proceso se encontraría en la edificación
relación al resto de las materialidades que conforman los de las primeras aldeas agrícolas y sedentarias, excepcio-
contextos arqueológicos. Finalmente, los datos obtenidos nalmente elocuente en Caserones, emplazado adyacente
se discutirán en función de la problemática planteada. a los bosques de Prosopis ps. de la pampa (Núñez 1966,
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Figura 1. Principales asentamientos asociados al Complejo Pica Tarapacá, destacando en negro los sitios estudiados.
1982). En más de 700 años de ocupación, esta aldea Al trabajo realizado por Núñez, se suman los resultados
manifiesta una importante densificación de los sectores obtenidos recientemente que corroboran una ocupación
habitacionales y de estructuras orientadas al almacenaje, hasta la primera mitad del período Intermedio Tardío o
lo cual estaría relacionado con una sobreproducción ali- fase Tarapacá (ca. 950-1250 DC), adjudicada al Complejo
mentaria enfocada al consumo e intercambio fundamen- Pica Tarapacá (Uribe et al. 2007). En relación a los restos
talmente con la costa (True 1980; Núñez 1982). Entre los vegetales, se registró un notable protagonismo de vainas
cultivos mencionados por los autores, se encuentra maíz y semillas de algarrobo (Prosopis sp.) que saturaban los
(Zea mays), poroto (Phaseolus vulgaris), pallar (Phaseolus lu- depósitos. En menor medida, se hallaron frutos de molle
natus), zapallo (Cucurbita sp.), papa (Solanum tuberosum), (Schinus molle) y chañar (Geoffroea decorticans), todos los
quínoa (Chenopodium quinoa), maní (Arachis hypogaea), ají y cuales vienen a documentar la gran importancia alimen-
algodón (no se mencionan nombres científicos). Entre las ticia, constructiva, artesanal y como combustible de los
especies silvestres, señalan algarrobo (Prosopis chilensis), árboles de la pampa durante la vigencia del asentamiento.
totora (Scirpus sp.), tamarugo (Prosopis sp.), molle (Schinus Fueron muy recurrentes también las camadas de vegeta-
molle) y pacay (Inga feuilleu) (Núñez 1966, 1979, 1982). les constituidas por tallos de brea (Tessaria absinthioides) y
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Magdalena García B., Mauricio Uribe R.
cañaveral (Phragmites australis), conformando verdaderos la cultura material durante todo el primer milenio de
estratos que, en ciertos casos, corresponden a techum- nuestra era. En este sentido, consideramos que los con-
bres colapsadas. Asimismo, la recurrencia de semillas de textos descritos constituyen el sustrato sobre el cual el
algodón (Gossypium sp.) se interpretó como parte de las Complejo Pica Tarapacá se erigió como sociedad y orga-
impurezas descartadas durante el proceso de limpieza de nizó su economía. Una situación diferente se expresaría
las fibras para su posterior hilado, fortaleciendo la idea luego, a partir del siglo XIII (fase Camiña, ca. 1250-
de una obtención local. Por último, se identificaron es- 1450 DC), evidenciado a partir de los asentamientos
pecies de la vertiente oriental tales como maní (Arachis agrícolas reseñados al comienzo, de mayor densidad y
hypogaea), una especie foránea de algarrobo (Prosopis al- emparentados con el Altiplano Meridional. Estos asen-
garrobilla) utilizada como materia prima de un artefacto tamientos corresponden a los poblados Nama, Camiña
expeditivo y una semilla de cebil (Anandenanthera sp.), y Jamajuga, que son objetos de esta investigación, suma-
constituyéndose esta última en la primera evidencia di- do a otros similares como Chusmiza, Mocha, Guaviña,
recta de psicoactivos al interior de basuras domésticas en Sibaya y Chiapa, entre otros, ubicados en la parte alta de
el Norte Grande (García et al. 2012). la quebrada de Tarapacá (Niemeyer 1961; Núñez 1965,
1979; Moragas 1991, 1995; Uribe y Adán 2005; Adán
Por otra parte, en el cementerio contemporáneo Tarapacá et al. 2007).
40, frente a Caserones, los restos vegetales reiteran una
tradición de agricultura temprana vinculada a activida-
des intensivas de recolección de algarrobo (Prosopis sp.). D Intervención arqueológica en los
Se documenta la consolidación de una sociedad agraria asentamientos Nama, Camiña y Jamajuga
consumidora de otros productos como quínoa, calabaza,
papa, zapallo, pallar, maní y algodón hacia los 400 AC Los recintos excavados de los cuales provienen los
(Castro y Tarragó 1992). restos vegetales corresponden a los depósitos más
abundantes y diversificados de los sitios trabajados.
Al norte de dicho cementerio, el asentamiento de Pircas Asimismo, la mayor parte de ellos se ubica en los sec-
está compuesto por conjuntos arquitectónicos funcio- tores más aglutinados, a saber el talud en el caso de
nalmente diferenciados, donde los vegetales aparecen re- Nama, el sector sur en Camiña y la ladera central en el
presentados en capachos, cestos, fibras, cucharas, maíz, caso de Jamajuga. Estos se vinculan constructivamente
poroto, algarrobo y semillas de algodón, con fechas que a categorías formales similares, generalmente de plan-
fluctúan entre los 480 AC y los 500 DC (Núñez 1984; tas ovaladas e irregulares con un tamaño del orden de
Castro y Tarragó 1992). Estas evidencias se suman a las los 20 m2 y muros de hilada simple; aunque hay algu-
obtenidas recientemente, consistentes en una notable nos que alcanzan los 40 m2, así como otros que pre-
presencia de artefactos de madera, incluyendo, entre sentan muros con hilada doble y argamasa (Adán et al.
otros, los mismos “colgantes” antropomorfos descri- 2007). Ninguno de ellos conserva techumbres, aun-
tos anteriormente por Núñez (1984), junto a frutos de que, sobre la base de las formas tradicionales de cons-
molle (Schinus molle), chañar (Geoffroea decorticans), tallos trucción que aún se preservan en los valles y algunas
de brea (Tessaria absinthioides), calabaza (Lagenaria sp.), evidencias arqueológicas al respecto, suponemos que
plantas acuáticas como cañaveral (Phragmites australis), debieron utilizarse vigas y postes de madera cubiertas
qosqosa (Equisetum sp.) y junquillo (Scirpus sp.), además de ramas, cañas o pajas. Una evidencia muy importante
de semillas de herbáceas locales como oreja de chojchor en este sentido, fue un poste hallado en el recinto 200
(Exodeconus integrifolia), malva blanca (Tarasa opercula- de Camiña (sector sur) que fue identificado como Aspi-
ta), yuyos (Familia Chenopodiaceae), pastos (Familia dosperma desmanthum,3 un árbol de la vertiente oriental
Poaceae) y las especies mencionadas por los autores an- andina de madera color café anaranjada, reconocida por
teriores (García et al. 2012). su peso y firmeza, que justifica su actual utilización en
Desde los restos vegetales así como desde otras líneas 3 La determinación taxonómica fue realizada por Mónica Rallo
de evidencia, se puede observar cierta continuidad de (Fac. Ciencias Forestales, Universidad de Chile).
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durmientes de ferrocarril y otras construcciones pesa- nados en el lugar, los cuales debieron complementarse
das (García y Vidal 2006). con los del fondo de valle, aún en uso por las comuni-
dades actuales. El poblado cuenta con 588 recintos or-
En primer lugar, el poblado arqueológico de Nama (UTM ganizados en dos sectores, norte y sur, delimitados por
456232E; 7878172N4) se emplaza sobre un cerro ubicado una vía de circulación edificada. Se enfrenta hacia el este
en la confluencia de las quebradas homónima y la quebra- con el cerro Laymisiña, un hito significativo en el paisaje
da Guayaquil (2.990 m.s.n.m.). Cuenta con 558 recintos hasta la actualidad, donde se registraron seis chullpas de
organizados en dos sectores, el talud que concentra el adobe, construidas de manera ascendente en la ladera y
75% de los recintos y la cumbre, ambos circunscritos a un organizadas en pares. Asociado a estas, pero en el plano,
muro perimetral. El asentamiento se encuentra adyacente se encuentra el cementerio del actual pueblo de Camiña
al pueblo actual, cuyos habitantes hacen uso de parte de superpuesto a un cementerio de fosas de piedras o cistas
las andenerías ubicadas a los pies del sitio, seguramente probablemente contemporáneo al poblado prehispánico
de data prehispánica. Asociadas a estas, se levantan cua- (Niemeyer 1961; Núñez 1965; Adán y Urbina 2006; Ur-
tro torres funerarias o chullpas de adobe, de factura similar bina y Adán 2006).
a las registradas en Sitani (Isluga) y en otros sectores alti-
plánicos sobre los 4.000 m.s.n.m. (Núñez 1965; Adán y En Camiña se sondearon 17 recintos (pozos de 1x1 m
Urbina 2006; Urbina y Adán 2006). adyacentes a los muros interiores), todos los cuales arro-
jaron material vegetal. En términos generales, los depósi-
En este sitio se sondearon 12 recintos (pozos de 1x1 m tos presentaron profundidades que fluctúan entre los 12
adyacentes a los muros interiores), de los cuales nueve y 83 cm, con una media de 48 cm. Estratigráficamente,
arrojaron material vegetal. En términos generales, los los recintos ubicados en la cumbre y sector sur muestran
depósitos de Nama son delgados y poseen profundi- que la ocupación principal está asociada a los estratos in-
dades que oscilan entre los 4 y 71 cm, con una media termedios (p.e., recintos 139, 215, 238) o iniciales (p.e.,
de 28 cm, en cuya formación podría estar incidiendo la 126); mientras que en los recintos del sector norte (p.e.,
pronunciada pendiente del terreno. Por una parte, los recinto 296), esta se manifiesta superficialmente. Lo an-
recintos de la cumbre arrojaron depósitos más bien su- terior podría estar indicando una historia ocupacional
perficiales, con un promedio de 8 cm de profundidad y radial del asentamiento iniciado desde el sector más alto
carente de fogones. Por otra parte, los recintos excava- (Méndez-Quirós y Uribe 2006).
dos en el talud presentaron depósitos diversos con dis-
tintas profundidades (hasta cinco estratos) y desigual Por último, Jamajuga (UTM 479375E; 7780470N) se
comportamiento del material cultural. La estratigrafía emplaza en la quebrada de Mamiña, aguas arriba del
en este sector evidencia en la mayoría de los casos un pueblo homónimo actual (2.850 m.s.n.m.). El poblado
estrato inicial que corresponde al aterrazamiento arti- aprovecha uno de los cerros con mejores posibilidades
ficial de la superficie del cerro, sobre el cual ocurre la visuales del entorno, captando incluso la cordillera de
ocupación; esta posteriormente es “sellada” luego del la Costa. Sin embargo, no alcanza la envergadura o
abandono del sitio por sedimentos de arrastre eólico y monumentalidad de los asentamientos anteriormente
bloques de derrumbe de los muros (Méndez-Quirós y descritos. Se contabilizaron un total de 135 recintos,
Uribe 2006). los cuales se disponen siguiendo un patrón concéntri-
co en relación a la cumbre del cerro, la cual fue despe-
En segundo lugar, Camiña (UTM 454160E; 7864630N) jada para instalar una plaza (Niemeyer 1961; Urbina y
se emplaza en el sector de Juanca, inmediatamente al Adán 2006). Al igual que en los otros casos, existe una
oeste del pueblo homónimo actual, en la ladera norte de asociación directa con las andenerías construidas en la-
la quebrada que lleva el mismo nombre (2.412 m.s.n.m.). deras y fondo de valle, que en este caso se encuentran
En este punto emana una vertiente que fue canalizada completamente abandonadas. Aquí se sondearon cinco
para el regadío de los andenes que se visualizan abando- recintos (pozos de 1x1 m adyacentes a los muros inte-
riores), de los cuales únicamente la plaza (recinto 5A) y
4 Todas las coordenadas se tomaron en Datum PSAD 56. el recinto 76 arrojaron material vegetal. Los depósitos
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presentaron profundidades que fluctúan entre los 10 La comprensión de las evidencias recuperadas debe
y 50 cm, con una media 28 cm, mostrando en general considerar, por una parte, una subrepresentación de los
tres estratos depositados sobre el piso natural del cerro restos vegetales por efecto de las lluvias de verano y una
o aterrazamiento, a los que se asocia solamente una cla- sobrerrepresentación generada por efecto del viento. El
ra ocupación. primero afecta directamente la preservación de restos or-
gánicos mientras que el segundo lleva a que los depósitos
incorporen semillas de herbáceas locales muy livianas y
D Criterios metodológicos para el de fácil dispersión. Estas últimas tienden a distribuirse
tratamiento del material vegetal en los niveles superficiales, por lo cual las hemos consi-
derado post-depositacionales. Tales especies correspon-
En términos generales, el trabajo siguió en sus etapas de den a piyaya o cachiyuyo (Atriplex madariagae, Atriplex
muestreo, identificación taxonómica y cuantificación, los spp.), oreja de perro (Cistanthe amaranthoides), malva (Ta-
métodos y técnicas delineadas por la escuela norteame- rasa operculata), lecheleche (Euphorbia sp.), tíkara hembra
ricana (Dimbleby 1967; Hastorf y Popper 1988; Pearsall (Krameria lappacea), Malesherbia sp., Criptantha sp. y Sis-
1989). De esta manera, fueron analizados la totalidad de ymbrium sp.
los macrorrestos vegetales recuperados tanto de harne-
ros como por flotación. Esta última se realizó a base de Por último, el análisis intentó una mayor cercanía con lo
un muestreo dirigido hacia los niveles estratigráficos con local incluyendo antecedentes etnográficos recopilados
mayores evidencias orgánicas (rasgos), por una parte, y por otros investigadores, cuya aplicación consideramos
hacia los depósitos completos más representativos de la apropiada por cuanto propone un sustrato sobre el cual
estratigrafía de cada sitio, por otra. Con ello se esperó interpretar los datos más cercano que el nuestro y, so-
tener una visión espacial y vertical de los contextos estu- bre todo en el caso de las plantas, cuyo conocimiento se
diados. Se flotaron un total de 125,5 litros de sedimen- encuentra fuertemente arraigado a una cosmovisión que
tos, entre los cuales 62,8 provienen de Camiña, 47,0 de hunde sus raíces en el pasado prehispánico (van Kessel
Nama y 15,7 de Jamajuga. Al mismo tiempo, del total flo- 1992; Castro y Varela 1994; Villagrán et al. 1999; Villa-
tado, 65,3 litros fueron obtenidos de los recintos mues- grán y Castro 2004).
treados por estrato (depósitos completos), mientras que
los restantes 60,2 litros se obtuvieron de los recintos en
los cuales solo fueron muestreados los niveles orgánicos D Los vegetales en el contexto arqueológico
o rasgos (Tablas 1, 2 y 3).
Se determinaron un total de ocho especies vegetales co-
Los vegetales recuperados constituyen un universo me- rrespondientes a plantas silvestres y cultivadas, todos
dianamente heterogéneo compuesto por frutos, semillas, ellas de origen local y posibles de obtener (recolectar o
maderas y carbones. Solo los primeros dos grupos se lo- producir) al interior de las quebradas y en los pisos vege-
graron determinar taxonómicamente a partir de técnicas tacionales precordilleranos (2.600-4.000 m).
macroscópicas, gracias a que dichas evidencias han esta-
do sometidas a procesos de deshidratación que les han La muestra total se compone de 277 carporrestos, de
permitido resguardar cicatrices que pueden ser impere- los cuales 156 fueron registrados en Camiña (60%), 58
cederas, posibles de ser observadas con lupa binocular en Nama (21%) y 54 en Jamajuga (19%). En relación a
(0,7-4,5X). En este mismo proceso, las muestras fueron las especies silvestres, se registraron frutos y semillas
comparándose con material de referencia actual colecta- tanto de algarrobo (Prosopis aff. chilensis) y q’ero (Esca-
do en las quebradas donde se emplazan los sitios arqueo- llonia angustifolia), como de herbáceas representadas
lógicos y en la pampa del Tamarugal. En complemento, por el malvisco (Cristaria dissecta). Entre los cultivos,
tuvimos acceso al herbario personal de Claudio Latorre se recuperaron mazorcas y granos de maíz (Zea mays),
(Facultad de Ciencias Biológicas, Pontificia Universidad granos de quínoa (Chenopodium quinoa), una semilla de
Católica de Chile), quien además fue fundamental para zapallo (Cucurbita sp.), cáscaras de calabaza (Lagena-
guiar las identificaciones. ria sp.) y fibra de algodón (Gossypium sp.). Todos ellos
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76 3A 1 296 2B 1,5
76 3B 1 296 2C 1,6
308 rasgo 1 1
76 4 1
352 rasgo 1 1,75
76 rasgo 1 4,5
381 rasgo 1 1,4
TOTAL 15,7
TOTAL 62,85
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ALGARROBO vaina
árbol 0 0 4 100 0 0 4 100
Prosopis sp. (fragmento)
ALGARROBO
árbol semilla 2 3,07 63 96,92 0 0 65 100
Prosopis sp.
Q’ERO Escallonia
árbol fruto 11 16,17 57 83,82 0 0 68 100
angustifolia
MALVISCO
hierba semilla 5 29,41 5 29,41 7 41,17 17 100
Cristaria dissecta
MAÍZ
cultivo mazorca 3 15,78 15 78,94 1 5,26 19 100
Zea mays
MAÍZ
cultivo grano 13 32,5 19 47,5 8 21 40 100
Zea mays
QUÍNOA
Chenopodium cultivo semilla 26 30,23 21 24,41 39 45,34 86 100
quinoa
ZAPALLO
cultivo semilla 1 100 0 0 0 0 1 100
Cucurbita sp.
ALGODÓN fibra
cultivo 0 0 1 100 0 0 1 100
Gossypium sp. (fragmento)
CALABAZA cáscara
cultivo 0 0 30 100 0 0 28 100
Lagenaria sp. (fragmento)
están presentes en los sedimentos de Camiña, excepto dium quinoa), un 45% se asocia a Jamajuga (exclusivamen-
el zapallo que se encuentra únicamente en Nama. Junto te en la plaza), un 30% a Nama y un 24% a los recintos
a este, Nama también arrojó restos de malvisco, maíz y de Camiña.
quínoa, que fueron también identificados en Jamajuga
(Tabla 4). El análisis de densidad se elaboró a partir de los carpo-
rrestos recuperados por flotación, del cual se margina-
Con relación a la presencia relativa de cada especie en los ron los fragmentos de vaina de algarrobo (Prosopis sp.),
distintos asentamientos, podemos señalar que el 97% pericarpios de calabaza (Lagenaria sp.) y fibra de algodón
del algarrobo (Prosopis sp.) se distribuye en Camiña y (Gossypium sp.), por no constituir unidades cuantificables.
solo el 3% lo hace en Nama. Una tendencia similar re- De este modo, la mayor densidad de restos se halló en la
producen los frutos de q’ero (Escallonia angustifolia) al dis- plaza de Jamajuga con un índice de 3,4 carporrestos por
tribuirse el 84% en Camiña y 16% en Nama. El malvisco litro flotado (carp/lt), seguido por Camiña con 2,6 carp/lt
(Cristaria dissecta), por su parte, está presente en todos los y finalmente Nama con 1,2 carp/lt. Si bien bajos, los valo-
contextos estudiados, entre los cuales el 59% se distribu- res son coherentes con la mayor participación que habría
ye en similar proporciones en Nama y Camiña y un 41% en las actividades desarrolladas en la plaza de Jamajuga.
en Jamajuga.
Respecto a los usos etnográficos, de un total de ocho
En relación a los cultivos, los granos de maíz (Zea mays) plantas identificadas, cinco de ellas poseen un valor ali-
están representados en todos los asentamientos, concen- menticio (algarrobo, maíz, quínoa, zapallo y calabaza). Le
trándose un 45% en Camiña, un 34% en Nama y un 21% sigue en importancia, representado por tres especies cada
en Jamajuga. En cuanto a los granos de quínoa (Chenopo- uno, los valores artesanal (algarrobo, zapallo y calabaza)
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Contextos de uso de las plantas vinculadas al Complejo Pica Tarapacá, Andes Centro-Sur…
ALGARROBO
X X X X X 5
Prosopis sp.
Q’ERO
X X 2
Escallonia angustifolia
MALVISCO
X 1
Cristaria dissecta
MAÍZ
X X X X X 5
Zea mays
QUÍNOA
X X X X X 5
Chenopodium quinoa
ZAPALLO
X X 2
Cucurbita sp.
ALGODÓN
X 1
Gossypium sp.
CALABAZA
X X 2
Lagenaria sp.
Tabla 5. Claves de los usos etnográficos asignados a las hierbas, árboles y cultivos identificados en los contextos arqueológicos. ART:
artesanal; COM: comestible; CON: construcción; FOR: forrajero; LEÑ: leña; MED: medicinal; RIT: ritual; TEX: textil (Villagrán et al.
1999; Villagrán y Castro 2004).
y forrajero (malvisco, maíz y quínoa); luego, representa- zadas de malvisco (40%), restos de mazorca de maíz, un
do por dos especies, se encuentran los usos constructivos grano carbonizado de quínoa (4%) y una semilla de zapa-
y combustibles (algarrobo y q’ero) y el valor ceremonial llo (100%), junto con fragmentos de cerámica Pica Char-
(maíz y quínoa). Y, finalmente, el uso textil representado collo, Pica Gris Alisado, Isluga Rojo Revestida y Pocoma,
únicamente por el algodón (Tabla 5) desechos líticos, restos óseos, malacólogicos y pigmento
(Figuras 2, 3 y 4). En torno al comportamiento estratigrá-
Nama fico de los materiales, estos tienden a concentrarse en los
niveles intermedios, entre las capas 2 y 3. Por su parte, el
En Nama, los vegetales se distribuyen principalmente en nivel 4 o inicial de la ocupación no arrojó ninguna clase
los recintos 67 y 251. Con respecto al primero, las eviden- de evidencia, mientras que los niveles superficiales se re-
cias provienen del rasgo 1 (fogón), concentrando la mayor lacionan únicamente a elementos vegetales post-deposi-
densidad de carporrestos del sitio equivalente a 9 carp/lt. tacionales (Atriplex sp., Malesherbia sp., Tarasa operculata).
A este contexto se asocian fragmentos de mazorca y doce
granos de maíz (92%), junto a 16 granos carbonizados de Camiña
quínoa (62%) y alimentos de origen animal como camé-
lido no identificado, chinchilla (Chinchilla sp.) y vizcacha En Camiña los recintos que concentran la mayor abun-
(Lagidium viscacia), equivalentes a un individuo cada uno dancia de material vegetal son las estructuras 126, 215,
(González 2006). El fogón fue fechado en cal. 1160-1310 139 y 238. En el recinto 126, los restos se asocian al rasgo
DC (Méndez-Quirós y Uribe 2006). 1 (fogón) donde se ha recuperado la mayor densidad de
carporrestos del sitio (17 carp/lt). A este contexto se aso-
Por otra parte, en el recinto 251, donde se aplicó el mues- cia un fruto de q’ero (2%), cuatro semillas de malvisco
treo por estrato, el depósito total dio un índice de densi- (80%), dos mazorcas (13%) y dos granos de maíz (11%),
dad de 1,5 carp/lt, superior al promedio general del sitio. diez granos carbonizados de quínoa (48%) y nueve frag-
De este contexto se recuperaron dos semillas de algarrobo mentos de calabaza (30%), además de restos cerámicos,
(100%), diez frutos de q’ero (91%), dos semillas carboni- óseos, líticos y malacológicos.
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Figura 3. Granos carbonizados de quínoa (Chenopodium quinoa). Figura 4. Semilla de zapallo (Cucurbita sp.). Nama, recinto 251
Nama, recinto 251 nivel 2B. nivel 3.
En el recinto 215, los restos provienen del interior de dos En los recintos 139, 238 y 296 se aplicó el muestreo por
grandes vasijas halladas enterradas in situ. En promedio, estrato dando un índice de densidad de 4,8 carp/lt, 1,64
ambas arrojan una densidad de 8,3 carp/lt. De ellas se carp/lt y 0 carp/lt, respectivamente. En términos gene-
extrajeron seis semillas de algarrobo (10%), siete frutos rales, al depósito del recinto 139 se asocian once semillas
de q’ero (12%), una mazorca completa (7%), junto a cinco de algarrobo (71%), trece frutos de q’ero (19%), una se-
granos de maíz (26%), dos quínoas (10%) y 16 fragmen- milla de malvisco (20%), once mazorcas de maíz (73%) y
tos de calabaza (53%). Asociado a esta diversidad, en una ocho granos de esta misma especie (42%), tres granos de
de las vasijas se halló un rico contexto compuesto por quínoa (14%) y tres fragmentos de calabaza (7%) (Figura
preformas de cuentas confeccionadas en Oliva peruviana 5). Estos se asocian principalmente a los niveles inter-
junto a desechos de talla lítica y perforadores de sílice medios, entre las capas 3 y 6, donde también se hallaron
(Valenzuela 2009; Carrasco 2005 MS). alimentos de origen animal como camélido no identifi-
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Contextos de uso de las plantas vinculadas al Complejo Pica Tarapacá, Andes Centro-Sur…
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otros alimentos de uso doméstico como algarrobo, cala- distribuidos en Jamajuga, Nama y Camiña, donde esta
baza y chinchilla, entre otros, asociados a los recintos me- alcanza, 45%, 30% y 24%, respectivamente. Se suman
nores de los sitios anteriores. Junto con ello, se suma la ciertas evidencias únicas como los 28 fragmentos de cás-
recurrencia de fragmentos de cerámica local y foránea de cara de calabaza (Lagenaria sp.) y un pequeño fragmento
uso doméstico y ceremonial, incluyendo tipos Chilpe, San de fibra de algodón (Gossypium sp.), ambos en Camiña, y
Miguel y Pocoma (Uribe et al. 2007). Por último, resultan una semilla de zapallo (Cucurbita sp.) en Nama.
sugerentes el conjunto de cistas construidas en el interior
de la plaza, las cuales en sitios contemporáneos de la sierra En cuanto al comportamiento de los restos, destaca en
de Arica han sido interpretadas en relación al almacenaje primer lugar, la preeminencia de maíz y quínoa en rela-
comunal (Muñoz y Chacama 2006). El contexto se asocia ción a los demás productos cultivados que, en general,
a una estratigrafía compuesta por capas sucesivas de ceni- muestran frecuencias poco significativas. Lo anterior
za y carbón que se extienden por toda la unidad de exca- establece una diferencia importante con respecto al
vación (1x1 m), el cual fue fechado en cal. 1160-1290 DC comportamiento de los cultivos asociados al poblado
(Méndez-Quirós y Uribe 2006). Caserones (fase Tarapacá, ca. 950-1250 DC), donde las
distintas especies allí representadas poseen una distribu-
ción homogénea. En este sentido, creemos que en los si-
D Discusión tios estudiados, los cultivos tales como zapallo, calabaza
o algodón, entre otros, pudieron producirse a baja esca-
Las especies identificadas señalan que durante el perío- la, eventualmente orientada al autoconsumo o, de otro
do Intermedio Tardío los habitantes de los sitios Nama, modo, pudieron obtenerse desde los valles bajos donde
Camiña y Jamajuga llevaron a cabo actividades agrícolas se documentan asentamientos contemporáneos como
y de recolección como parte de sus prácticas cotidianas. Tarapacá Viejo (Adán et al. 2007; Vidal 2008).
Por una parte, la recolección de especies silvestres se
mantendría vigente y se orientaría principalmente a es- Ahora, en términos más amplios, los contextos destaca-
pecies arbóreas de las quebradas, como q’ero (Escallonia dos en los tres poblados estudiados arrojaron una asocia-
angustifolia) y algarrobo (Prosopis sp.). Estas especies, cu- ción recurrente de maíz, quínoa, camélido, cerámica Pica
yos restos fueron hallados en Nama y Camiña, debieron Charcollo y carbón. Al patrón anterior, se irán sumando
ser demandados por la dureza de sus maderas tanto para otras materialidades que permiten reconocer dos con-
construcción como para combustible, y por la relevancia textos de uso asociados al maíz y la quínoa. En primer
alimenticia de las vainas de este última. Por otra parte, el lugar, relevamos un tipo de contexto que consideramos
malvisco (Cristaria dissecta) está presente en bajas propor- doméstico o familiar, de preparación y consumo de ali-
ciones en Nama, Camiña y Jamajuga a partir de semillas mentos asociado generalmente a fogones situados en los
carbonizadas que evocan su utilización como combusti- márgenes interiores de las viviendas, los cuales arrojan
ble y forraje. De todos modos, si bien la recolección es un además restos de otros alimentos (p.e., algarrobo, za-
ámbito de escasa visibilidad arqueológica en comparación pallo, calabaza, camélido, vizcacha y chinchilla), junto a
con la agricultura, no podemos desconocer su importan- fragmentos de cerámica doméstica de origen local (Pica
cia en términos de la amplitud de contextos en que estas Charcollo, Pica Gris Alisado) y altiplánica (Isluga Sin
son requeridas como alimento, medicina, forraje, com- Decoración), lascas primarias y desechos de talla bifacial.
bustible y como materia prima (Villagrán y Castro 2004).
Un segundo contexto de uso se asociaría a una dimen-
En un ámbito complementario, la agricultura es cuan- sión que consideramos pública o comunitaria, como se
titativa y cualitativamente más visible. En términos ge- expresa en la plaza de Jamajuga, donde el maíz y la quí-
nerales, el cultivo más recurrente es el maíz (Zea mays) noa aparecen asociados a extensas quemas realizadas
que está presente en todos los asentamientos trabajados, adyacentes al área de cistas interpretadas como parte del
donde un 47% de los granos cuantificados se hallaron en almacenaje comunal. Junto a ellos, se asocian además res-
Camiña, un 32% en Nama y un 20% Jamajuga. Le siguen tos de camélido calcinado y fragmentos de cerámica local
en importancia los restos de quínoa (Chenopodium quinoa) y foránea de uso doméstico (tipos Pica Charcollo e Isluga
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Sin Decoración) y ceremonial (tipo Chilpe, San Miguel En Camiña los restos se concentran en el sector sur, donde
y Pocoma Gentilar), que en gran medida corresponden están presentes todas las especies representadas del asen-
a desechos de botellas, jarros y cántaros. Este contexto tamiento. De ese sector, destacamos los depósitos excava-
podría vincularse a eventos comunales de redistribución, dos en los recintos 126 (rasgo 1), 139, 215 (rasgo 1 y 2) y 238
donde los alimentos mencionados podrían estar sien- probablemente correspondientes a viviendas y/o espacios
do requeridos en términos de su eficacia simbólica, del multifuncionales, donde hay una asociación recurrente
mismo modo como la chicha de maíz que eventualmente de maíz (Zea mays), quínoa (Chenopodium quinoa), algarro-
estaría contenida en esta clase de vasijas. bo (Prosopis sp.), q’ero (Escallonia angustifolia) y malvisco
(Cristaria dissecta). Estratigráficamente, los restos tienden
Como insinuamos anteriormente, ambos contextos de a agruparse en los niveles intermedios y, en la mayoría
uso evocan un ordenamiento material diferente al regis- de los casos, se asocian a basuras primarias que implican
trado en las aldeas de épocas previas. Frente a una agri- un consumo in situ. La mayor densidad de carporrestos la
cultura extensiva en productos semitropicales diversos, encontramos al interior de las vasijas del recinto 215, las
las presentes evidencias sugieren una dinámica agrícola cuales arrojaron un índice de 8,3 carp/lt, constituyéndose
mayormente especializada en torno a los productos des- como el segundo contexto más denso de la muestra.
tacados como maíz y quínoa. Al mismo tiempo, tanto la
producción, distribución así como el consumo de estos Por último, en Jamajuga los restos vegetales provienen
productos debió organizarse de manera menos circuns- principalmente del rasgo 1 (quemas) de la plaza, que
crita que en tiempos previos, ya que aquí la presencia de arrojó un índice de densidad de 7,4 carp/lt. Se asocian a
elementos foráneos, del Altiplano, Arica e incluso Ataca- este un conjunto de granos de maíz (Zea mays) y quínoa
ma, adquieren un claro protagonismo. (Chenopodium quinoa) junto con semillas carbonizadas de
malvisco (Cristaria dissecta), entre otros.
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especial a la situación de la subárea Circun-Titicaca. Se razones para esto. Se ha trabajado tan poco en áreas de
asume, por lo tanto, un traslape de influencias Tiawanaku actividad intra e intersitios, patrones de asentamiento y
sobre desarrollos locales y la incorporación al territorio de residencia, y bienes de estatus de grupos de élite y no-
de nuevos grupos altiplánicos, las que se definen como élite, que solo es posible especular acerca del tipo y nivel
situaciones diferenciales, permanentes o transitorias. Es de la organización social y política que existió...” (Núñez
una dinámica regida por el entrecruzamiento de varias y Dillehay 1995: 150). Los enfoques mencionados privi-
esferas de interacción orientadas por el patrón generali- legian aspectos económicos y ecológicos, lo cual solo re-
zado de complementariedad de recursos (Schiappacasse presenta parte de esta realidad cultural. Asimismo, agrega
et al. 1989). La anterior concepción, constituida en una Albarracín-Jordán, “Las explicaciones acerca de los cam-
suerte de paradigma de las sociedades andinas preincai- bios en el asentamiento humano a través del tiempo no
cas, empleó como armazón teórico el auge experimentado pueden centrarse únicamente en la relación cultura-me-
por los estudios etnohistóricos andinos, especialmente a dio ambiente, descuidando las relaciones sociales como
partir de las contribuciones de Murra y sus estudios sobre elementos dinámicos y de cambio” (1996: 81).
las sociedades agropecuarias del altiplano. Sin embargo,
nuestra lectura observa que lo que en un principio se cons- Es necesario, entonces, un acercamiento a las fuerzas
tituyó en un fundamental estímulo para la arqueología de sociales que producen la cultura material y cómo recí-
las sociedades andinas y el ejercicio interdisciplinario, se procamente esta contribuye a su estructura y procesos
expresa en la actualidad en la carencia de interpretaciones sociales para acceder a un conocimiento más profundo
sobre los sistemas sociales del Intermedio Tardío a partir y asertivo acerca del papel de la materialidad en los pro-
de la cultura material propiamente tal (Uribe 2006). cesos de formación de las identidades sociales y étnicas,
como su expresión y reproducción en el pasado. Frente
En este caso específico, se ha planteado tradicionalmente a este panorama, la información aquí proporcionada por
que las comunidades agrícolas de las quebradas y oasis la muestra arqueobotánica nos permite elaborar una opi-
interiores de Tarapacá, a partir de su excedente, habrían nión que se desprende exactamente del contexto material
integrado un sistema de complementariedad con los y que aporta a la comprensión arqueológica del Comple-
asentamientos de la sierra y el altiplano, lo que habría per- jo Pica Tarapacá del Intermedio Tardío. Por una parte,
mitido el aprovechamiento racional y la circulación de los se confirma que existe una producción generalizada de
recursos de los diferentes ambientes. Así, en este territo- ciertas plantas cultivadas, específicamente del maíz y la
rio se habrían generado puntos terminales obligados para quínoa; las que aparecen representadas en diversos con-
el acceso a importantes recursos y su intercambio, cuya textos sociales, tanto domésticos y familiares, así como
relevancia quedaría plasmada en geoglifos y petroglifos públicos y comunitarios, en asentamientos de distinta
especialmente en el interior y, con ello, una notable con- envergadura. Por lo tanto, la importancia de estas plantas
centración de rutas de caravanas de llamas a lo largo de la es innegable en el ámbito social. No obstante, la densidad
pampa. Este sistema se habría caracterizado consecuen- de su consumo impide sustentar por el momento que su
temente por una “armonía” en términos de la circulación producción estaba asociada a una escala excedentaria y,
de recursos, la integración económica, la redistribución y más aún, que esta sostenía un sistema de intercambio
el desarrollo social, político y cultural, desencadenando la institucional que articulaba los pisos ecológicos y sus re-
complejidad social, organizados y jerarquizados en “seño- cursos del altiplano hasta la costa.
ríos” (Núñez y Dillehay 1995: 147) de pequeña y mediana
escala, económicamente interdependientes. Con lo anterior, no estamos negando que la especializa-
ción agrícola y las prácticas caravaneras e intercambio
Las debilidades de este modelo han sido expuestas por existieran, sino que dichas actividades pudieron tener un
sus mismos autores, quienes señalan, por ejemplo, que carácter distinto o estar bajo otras prácticas de la esfera
la Movilidad Giratoria “...tiene limitaciones obvias. Se social más significativas y explícitas a nivel de asenta-
concentra, casi exclusivamente, en aspectos económicos y miento. De lo contrario, habría sido esperable encontrar
demográficos del área de estudio, proporcionando escasa grandes concentraciones del material arqueobotánico en
información sobre organización política o social. Existen contextos de almacenaje y/o insinuando lugares de prepa-
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Contextos de uso de las plantas vinculadas al Complejo Pica Tarapacá, Andes Centro-Sur…
ración de los mismos y no solo de consumo. Como conse- profundizar en la dimensión simbólica de estas plantas,
cuencia de ello, creemos que los asentamientos estudiados un recorrido bastante adelantado por la etnología andina
refieren a prácticas más sociales que económicas, destina- pero una deuda todavía pendiente de la arqueología.
das a la reproducción social de sus unidades domésticas
y de la comunidad misma, correspondiente a la dinámi- Agradecimientos A Victoria Castro por guiar esta in-
ca segmentaria que mejor caracterizada a las sociedades vestigación. A Alejandra Vidal por el apoyo en el análisis
del Intermedio Tardío (Albarracín-Jordán 1996). Desde de los restos vegetales. A Claudio Latorre por su contri-
esta perspectiva, los colectivos no estaban empecinados bución en la determinación taxonómica y por brindar
solo en la tarea productiva, sino que se constituían en su bibliografía especializada para ello. A Rolando Ajata por
permanente relación de contrariedad e igualdad entre las la elaboración de la Figura 1. Finalmente, a los evaluado-
familias y la comunidad, estampada en cada uno de sus res anónimos que contribuyeron a mejorar notablemente
poblados y maneras de consumir lo producido. Sin duda, este artículo. La investigación fue financiada por los pro-
para avanzar y validar esta propuesta ahora, se requiere yectos FONDECYT 1030923 y 1080458.
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