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NI COMO AYUDARLAS;

ENSALADA DE HEROÍNAS

De Marcela Alvarado

Para conmemorar nuestro

CENTENARIOS

Ciudad de México

Febrero 2009

1
PERSONAJES
por orden de aparición:

PRIMER CUADRO
“Lo Cortés no quita lo caliente”
CORTÉS
MALINCHE VIEJA
MALINCHE JÓVEN
MUJER INDÍGENA, ACOMPAÑANTE

SEGUNDO CUADRO
“La musa”
SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ
VIRREINA, LEONOR CARRETO
PADRE CALLEJA

TERCER CUADRO
“El apetito del Corregidor”
ELODIA, SIRVIENTA
DOÑA JOSEFA ORTIZ DE DOMÍNGUEZ

CUARTO CUADRO
“El placer de tocar”
LA GÜERA RODRÍGUEZ
HERMENEGILDA, AMA DE LLAVES

2
QUINTO CUADRO
“Los devaneos de Max”
MAXIMILIANO
CARLOTA

SEXTO CUADRO
“Mis Adelitas”
CARMEN DE DÍAZ (MUJER DE DON PORFIRIO)
SARA PÉREZ (MUJER DE MADERO)
PANCHO VILLA
LA CHORREADA, ADELITA 1
SABINA, ADELITA 2
JOVEN MODERNA

3
PRIMER CUADRO
“LO CORTÉS NO QUITA LO CALIENTE”

LA SELVA DE TABASCO, CON UNA PIRÁMIDE AL FONDO.


UNA TORMENTA CON RAYOS QUE ILUMINAN EL ESCENARIO.
AL FINALIZAR, ENTRA CORTÉS CON ARMADURA, CASCO, ESPADA Y
BOTAS LARGAS. LA MALINCEH VIEJA CON HUIPIL, FRENTE A ÉL.

CORTÉS: Marina… Marina… un mundo nuevo… tu y yo


juntos… el destino es siempre más breve que la
vida, y la muerte es seguir viviendo cuando el
destino ya se cumplió: Marina: tu y yo juntos… un
mundo nuevo… una Nueva España (REACCIONA
CON CÓLERA). Ingrata España, miserable
madrastra, vieja tacaña.. te regale un mundo… te
encerraste en tu castillo de incienso y helada piedra
a contar el oro que nosotros te regalamos… le diste
la espalda al mundo que nosotros te conquistamos
(PAUSA). Un hombre sólo contra un imperio
(PAUSA). No. Un hombre que ganó un imperio para
entregárselo a otro imperio… Yo, un hombre que
nada tenía, aplasté a un imperio… y mi propio
imperio me aplastó a mi, un hombre que nada
tiene… Cortés, víctima de dos poderes, el derrotado
y el victorioso. Marina… Marina… perdí tu tierra y no
gané la mía…

HUMO, MÚSICA PREHISPÁNICA CON FLAUTA Y TAMBORCILLO, SE


ESCUCHAN PÁJAROS. UN ZENITH ILUMINA A MALINCHE VIEJA.

MALINCHE VIEJA: (EN NAHUATL) <- Dios está en el centro. Ahí


donde no hay forma alguna, ni sonido, ni
movimiento. Cuando te encuentres mareada,

4
siéntate, deja de moverte, quédate en silencio y
encontrarás al señor nuestro ahí, es tu centro
invisible, el que te une a él. Somos como las
cuentas del collar de la creación y estamos unidos
unos con otros, cada uno ocupando el lugar y el
espacio que le corresponde. Cuando alguno jala
más de la cuenta para un lado, altera todo el orden
de los cielos y el cielo se abre, l tierra se abre.
Cuando uno se separa ya no irá a caer donde
debería, ya no caminará donde debería caminar y
ya no irá a morir a donde debería morir porque su
luz se rompió, porque todo forma parte del todo y
todo repercute en el todo.>

LA LUZ DEL ZENITH BAJA MIENTRAS SALE MALINCHE VIEJA.


SE ILUMINA CUANDO ENTRA MALINCHE JÓVEN, VESTIDA CON HUIPIL
BLANCO Y BRAZALETES EN MANOS Y PIÉS, UNA GIRNALDA CON
FLORES Y PLUMAS ADORNAN SU CABEZA. CAMINA A DONDE ESTÁ
CORTÉS, SOBRE UN REBOSO QUE TIENDE UNA MUJER INDÍGENA.

MALINCHE JÓVEN: - Dios está en el centro. Ahí donde no hay forma


alguna, ni sonido, ni movimiento. Cuando te
encuentres mareada, siéntate, deja de moverte,
quédate en silencio y encontrarás al señor nuestro
ahí, es tu centro invisible, el que te une a él. Somos
como las cuentas del collar de la creación y estamos
unidos unos con otros, cada uno ocupando el lugar
y el espacio que le corresponde. Cuando alguno jala
más de la cuenta para un lado, altera todo el orden
de los cielos y el cielo se abre, la tierra se abre.
Cuando uno se separa ya no irá a caer donde
debería, ya no caminará donde debería caminar y
ya no irá a morir a donde debería morir porque su

5
luz se rompió, porque todo forma parte del todo y
todo repercute en el todo.

LA MUJER ACOMPAÑANTE DESNUDA LENTAMENTE A MALINCHE


JOVEN. ELLA REALIZA UN RITO CON PUNTAS DE MAGUEY QUE CLAVA
EN SU LENGUA Y CUERPO. AL TERMINAR, ENTRA AL TEMASCAL.
APARECE NUEVAMENTE MALINCHE VIEJA QUIÉN VA CON CORTÉS.

CORTÉS: Malinali, Malinali… Malinche, Malinche los dos, en


efecto, no solo has sido mi interprete y amante, sino
también me has tenido al tanto de los chismes y las
intrigas que se urden en mi contra, Malinche.
MALINCHE VIEJA: Y se te olvida lo más importante señor, que te
preparo tus chilaquiles después de tus francachelas
en Coyoacán.
CORTÉS: Si mujer, no hay como el chile para la resaca, eso te
lo debo también a ti. El chile es eficaz remedio…
joder.
MALINCHE VIEJA: Además le hago la vida placentera en la noche de
luna llena, al pie de los frondosos ahuehuetes. Y
cuando no hay luna señor, en cualquiera de los
aposentos del palacio, me entrego a sus arrebatos a
la luz de una vela.
CORTÉS: Más no hay bien que dure cien años, ni dichoso que
los resista.
MALINCHE VIEJA: ¿Porqué lo dice mi señor? ¿Por Catalina?
CORTÉS: Esa mujer ha interrumpido mi felicidad. Es una
ambiciosa, dominante rencorosa.
MALINCHE VIEJA: Y turbulenta.
CORTÉS: Hablas todo el día sin parar, con un sonsonete que
despierta a un muerto y, además, fea.
MALINCHE VIEJA: Se queja de males imaginarios, o de supuestas
afrentas.
CORTÉS: Desconfía de medio mundo.

6
MALINCHE VIEJA: También mi señor ya ni la friega. Cuando llegó a
Veracruz le mandó preparar de bienvenida un
pescado zarandeado, envenenado.
CORTÉS: Pero no se lo comió, siempre ha padecido de
agruras estomacales y jaqueca.
MALINCHE VIEJA: Y para mi desgracia, es su mujer legítima.
CORTÉS: Hay Marina, Marina. Yo veo la llegada de Catalina
como una especie de castigo divino, por las
crueldades cometidas, de aquí, y de allá. Por el
achicharramiento de los pies del señor Cuauhtemoc.
MALINCHE VIEJA: ¡Ni me lo recuerdes!
CORTÉS: Todo por la maldita codicia.
MALINCHE VIEJA: Vas y chingas a tu madre. (LE MIENTA LA MADRE.
LE DA LA ESPALDA Y RECLAMA EN NAHUATL).
<Este hombre es insaciable> (SALE).
CORTÉS: Ni como ayudarla.

MALINCHE JOVEN SALE DEL TEMAZCAL, LA ILUMINA UN ZENITH.

MALINCHE JÓVEN: Este hombre es insaciable. Parece que lo que único


que le despierta a la vida es la muerte. Lo único que
le hace gozar es la sangre. El deseo de destruir, de
romper, de rasgar, de transformar.

SE DESVANECE EL ZENITH MIENTRAS SALE MALINCHE JOVEN Y SU


ACOMPAÑANTE. MALINCHE VIEJA APARECE JUNTO A CORTÉS, QUIÉN
LA TOMA DE LA MANO Y SEÑALA.

CORTÉS: Hacia allá nos dirigimos Marina, hacia la gran


Tenochtitlán, en donde está el señorío de
Moctezuma. Si lo que me habéis revelado es
verdad, tendrá la historia mucho que contar.

7
AMBOS SALEN MIENTRAS LA LUZ DISMINUYE. SE ESCUCHA SONIDOS
DE CARACOLES Y CONCHAS DE MAR. MALINCHE JÓVEN ENTRA CON
CASCABELES Y BAILA. LA SIGUE SU ACOMPAÑANTE.

MUJER ACOMPAÑANTE: ¡Ven!, tengo algo muy importante que decirte, un


secreto de familia. (MALINCHE JOVEN PARA DE
BAILAR. SU ACOMPAÑANTE LE HABLA AL
OIDO, MALINCHE REACCIONA
VIOLENTAMENTE).
MALINCHE JÓVEN: ¡Yo no tengo madre!

ENTRA MALINCHE VIEJA, LEVANTA LA MANO PARA TOCAR LA FRENTE


DE LA JÓVEN QUIÉN EVITA SU CONTACTO.

MALINCHE JÓVEN: Yo no soy tu hija, ni me considero mi madre. Ni una


caricia, ni una palabra amorosa, ni un gesto de
bondad, ni un mundo de protección me brindaste el
día que con una crueldad tan exacta y puntual me
regalaste. El día que decidiste que fuera esclava y
me quitaste la libertad del corazón y la imaginación
del pensamiento.
MALINCHE VIEJA: Perdóname… fui guiada por el deseo, cegada por la
vida, atraída hacia lo que respiraba. No podía seguir
casada con la muerte yo era una joven mujer que
quería vivir, quería sentir. Perdóname, Ignoré lo que
tu corazón de niña podría sufrir. Pensé que siendo
tan pequeña no tendría recuerdos de mi.
MALINCHE JÓVEN: No tengo nada que perdonarte. No puedo perdonar
lo que hizo que mi destino fuera mejor que el tuyo.
Tu me regalaste pero la fortuna me regaló el poder y
la riqueza. Soy mujer del hombre más principal, soy
mujer del hombre del nuevo mundo. Tu te quedaste
en el viejo, en el polvo, en lo que ya no existe. Yo
inventé el mundo en el que ahora estás parada. No

8
te preocupes. Tu no existes en mis códices, hace
mucho tiempo que te borré.

LAS MUJERES SE MIRAN EN SILENCIO Y SALEN MIENTRAS LA LUZ SE


DESVANECE. APARECE CORTÉS EN UN CABALLO DE PAPEL MACHE
BLANCO, AL FONDE SE OBSERVA UNA IMAGEN DE LOS VOLCANES.

CORTÉS: Nunca pudo un indio encontrar la manera de vencer


a un jinete castellano armado y este es el verdadero
secreto de la conquista. Trato, desde mi tumba, de
juzgar serenamente los acontecimientos; una
imagen se impone una y otra vez desde mis
razones. Veo frente a mi, a un hombre joven, de
unos 20 años, de color moreno claro, de muy gentil
disposición, así de cuerpo como de facciones. Era
Guatemuz, o Guatemotzin y fue el último emperador
de los aztecas. Veo a Malintzin, la madre de mi hijo.
Los españoles matamos algo más que el poder
indio, matamos la magia que los rodeaba.
Moctezuma no luchó, Guatemuz se batió como un
héroe, sea dicho en su honor.

LA LUZ SE DESVANECE LENTAMENTE.

OSCURO

9
SEGUNDO CUADRO
“La musa”

VEMOS IMÁGENES DEL CONVENTO DE SAN JERÓNIMO. SE ESCUCHA


MÚSICA DE LA ÉPOCA. SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ VISTE DE AZUL,
CON UN COLLAR DE PERLAS EN EL CUELLO. JUNTO A ELLA APARECE
UNA MUJER ELEGANTE Y CON MUCHO PORTE, LA VIRREINA LEONOR
CARRETO. SOR JUANA SE QUITA EL COLLAR Y LO ENTREGA A LA
VIRREINA, QUIÉN LA TOMA DE LA MANO Y LO RECHAZA. ELLA INSISTE.
AMBAS SE MIRAN Y LLORAN.
LA MÚSICA Y LA LUZ SE DESVANECEN.

SE ILUMINA UN ESCRITORIO CON LIBROS, UN CRISTO, VELAS Y


PLUMAS, DENTRO DE UNA BIBLIOTECA. ELLA CHARLA CON UN
SACERDOTE A SU LADO.

PADRE CALLEJA: Juana, dada su escasa vocación religiosa, que se ve


y se nota, parece que usted escogió el convento de
San Jerónimo para seguir gozando de sus aficiones
intelectuales.
SOR JUANA: Vivir sola… No tener ocupación alguna obligatoria
que embarazarse la libertad de mi estudio, ni rumor
de comunidad que impidiese el sosegado silencio de
mis libros.
PADRE CALLEJA: No empiece con sus palabrerías que me envuelven.
Además Juana, su celda se ha convertido en punto
de reunión de poetas e intelectuales, como…
SOR JUANA: Carlos de Sigüenza y Góngora…
PADRE CALLEJA: Y también del nuevo Virrey, Tomás Antonio de la
Cerda, Marqués de la Laguna…
SOR JUANA: Y de sus esposa, Luisa Manríquez de Lara …
PADRE CALLEJA (MORBOSAMENTE): Con quién la une una profunda
amistad, ¿verdad Juana?

10
SOR JUANA: Sí, me honra con su amistad la Marquesa.
PADRE CALLEJA: Hay que cuidarse de las lenguas viperinas…
Pasando a otra misiva Juana, sobre su nutrida
biblioteca…
SOR JUANA: Deje en paz a mis libros … tiene dos horas aquí
sentado interrogándome y no se exactamente qué
es lo que busca Padre Calleja…
PADRE CALLEJA: Algunos libros que dicen tiene usted…
SOR JUANA: ¿Cómo cuáles?
PADRE CALLEJA (ENOJADO): ¡Que impertinente es usted en ocasiones!
Esos libros están prohibidos por la Santa Inquisición
y eso es suficiente.
SOR JUANA: ¡No me obligue siquiera a mencionar su nombre!
PADRE CALLEJA: ¡Basta Juana! ¡Basta! Imploro la luz del Espíritu
Santo para que la ilumine y a mi también.
(IMPLORA AL CIELO) ¿Qué hacer con esta Dama?
SOR JUANA: Con todo respeto … ¿está usted obsesionado con
mis pecados y el juicio final?
PADRE CALLEJA: El juicio final se nos está viniendo con todo el
embrollo de la carta que escribió usted, criticando el
sermón del Padre Vieira. Luego ese invento de la
respuesta a Sor Filotea, de Don Manuel Fernández
de Santa Cruz, Obispo de Puebla, ¿dígame usted
cómo saldremos de esto?
SOR JUANA: El clero también tiene sus diferencias y
predilecciones, yo sólo soy una víctima, hay algo
más profundo en las entrañas de la Iglesia… los
Obispos Señor, ¿Qué puedo hacer yo?
PADRE CALLEJA: Estar quieta… su capacidad para fabricar metáforas,
para interpretar alegorías… para resolver enigmas,
¡tiene que cesar!
SOR JUANA: La envidia de los hombres…
PADRE CALLEJA: ¿No se cansa de blasfemar?

11
SOR JUANA: Que se sienten acomplejados y superados por una
mujer… (MUSTIAMENTE) ¡Y no lo digo por usted
Padre!
PADRE CALLEJA: Me he sorprendido pensando en usted por las
noches… su voz ingeniosa, trémula, soñando con
sus composiciones, profanas, sonetos redondillas
(CON FRENESÍ) Detente sombra de mi bien
esquivo (CAMBIA DE VOZ) esta tarde mi bien,
cuando te hablaba, piramidal, funesta…
SOR JUANA: ¡Padre!, ¡Padre! (LO TRANQUILIZA) Tranquilícese,
tome asiento.

EL PADRE SE SIENTA, SACA UN PAÑUELO Y LIMPIA SU SUDOR.

PADRE CALLEJA: Es que no hay forma Juana… ¡Ni cómo ayudarla!


SOR JUANA: Padre, usted no repara en la delicada pieza lírica en
honor a la Virgen María.
PADRE CALLEJA: Buena… muy buena. Mención aparte merece esa
pieza, es verdad.
SOR JUANA: Y también uno que otro villancico.
PADRE CALLEJA: Que están siendo muy populares en esta época.
SOR JUANA: Si Dios me dio este espíritu que poseo, donde las
palabras dan forma a los pensamientos, ¿porqué he
de rechazarlo? Y los libros me dan sabiduría…
PADRE CALLEJA: Sabiduría sólo Dios Juana… y cuidado, porque el
diablo anda suelto, para devorar a las almas.
SOR JUANA: Para apreciar la vida hay que salirse de ella.
PADRE CALLEJA: Entienda Juana, hay que cuidar el alma para
merecer la gloria. Cerrar los ojos, sosegar el ímpetu,
aquí en el Convento de San Jerónimo, entréguese a
los brazos del Señor.
SOR JUANA: ¿Le perturba mi ingenio?
PADRE CALLEJA: Me preocupa, que es bien distinto. Ese empeño de
seducir con sus guisos y la poesía, todos buscamos

12
en la canastilla sus recados, con su letra barroca o
gótica perfecta, digna de una poeta… esa
capirotada que me mandó ayer, la tuve que
esconder del Padre Calleja, es muy glotón y se la
quiere comer toda.
SOR JUANA: Por cierto, tengo aquí unos dulces de leche, de higo
y de mamey… muy exclusivos, sólo se los doy a mis
preferidos, ¿quiere uno?
PADRE CALLEJA (SABOREANDOLO): Sí, sí, por supuesto, ¿cómo los hace?
SOR JUANA: Debe comprar un kilo de mamey y otro de higos,
poner agua a hervir…

LAS LUCES SE DESVANECEN, SE ESCUCHA MÚSICA DE VILLANCICOS.

EN EL ESCENARIO OSCURO, ENTRA UNA PEQUEÑA LUZ POR LA


VENTANA DE UNA CELDA DONDE VEMOS A SOR JUANA QUIEN
GOLPEA Y RASCA EL PISO. PUJA, SE QUEJA, BALBUCEA Y LLORA.

SOR JUANA: ¡Qué es este castigo de castración a causa de mi


deseo por escribir! ¿En que orden debo asimilarlo?
¿En qué tiempo y con qué intención? ¿Qué ocurre
cuando se reprime de tal manera? ¿Qué adaptación
se crea en el reprimido? (ALTERADA): ¡no puedo!
No puedo ni debo ignorar el conocimiento.

PRENDE UNA VELA. SE QUITA EL ROSTRILLO Y ALBOROTA EL PELO.


SACA VELAS, PAPEL, PLUMA Y UN BULTO. SÚBITAMENTE SE PARA Y
HABLA HACIA LA VENTANA.

SOR JUANA: En repetidas ocasiones usted, don Francisco, me ha


torturado con vender mi biblioteca y mis
instrumentos musicales, Según usted, que para la
causa de los pobres. No le creo. Lo odié cuando me
dijo, con su voz ácida y el hedor saliendo de su

13
aliento: “No es correcto que una monja acumule
riqueza. Afuera los pobres mueren de hambre”. Son
libros que me ha regalado doña Leonor Carreto, la
virreina. Cada uno de esos libros fue pensado y
traído especialmente para mí. Están dedicados por
ella y por su marido el Marqués de Mancera.
¡Ningún libro saldrá de mi biblioteca! ¡ y escúcheme
bien, don Francisco Aguiar y Seijas! ¡Tampoco le
daré mis instrumentos musicales prehispánicos que
he coleccionado durante años! ¡Ni un tambor, ni una
flauta, ni siquiera una ocarina! ¡Primero muerta!
(LLORA. LA LUZ DISMINUYE MIENTRAS ELLA
ENCIENDE VELAS) Tengo hambre, se me antojan
unas torrejas con miel de maguey y un trocito de
canela. No, mejor unas gorditas de nata, de esa
maravillosa receta. Como me acuerdo del Padre
Calleja, cuando entró furioso a mi locutorio,
buscando en el arcón mi recetario, ja, ja, ja, pero no
estaba, yo lo había escondido antes de que lo
quemara. Me impide deliberadamente, a cuantos me
gané, por mi comida (CUENTA CON LOS DEDOS
HASTA DIEZ, SE RÍE). ¡No quiero penumbras!
(ENCIENDE MÁS VELAS). ¿Estás ahí Sandoval?
Fuerza de animal. Dañaste mi cuerpo y mi alma
(AVIENTA UN ZAPATO) ¿Cómo me dijiste?
¡Bastarda! Y saliste de mi alcoba, robándome el
aliento y mi rabia contenida. (SE HINCA
CONFESANDOSE BAJO UN ZENITH). Padre
Antonio, colaborador del Santo Oficio, intercambió
complaciente de sonrisas Juana… No, No, ¿le lanzó
una mirada lasciva?… No, nada, ni siquiera el
pensamiento más íntimo y pasajero… (EXALTADA)
los Jesuitas, los Dominicos, los Carmelitas…
ninguno de ellos. (SE LEVANTA Y VA HACIA LA

14
VENTANA) Ninguno tuvo piedad de mi (TRATA DE
ACERCARSE A LA VENTANA) ¡Huele a tortilla
quemada! Sigo teniendo hambre. (MIRA POR LA
VENTANA). Debería estar en una estrella. ¡Esa!
(SEÑALA AL CIELO). Esa estrella roja…

CONTINÚA SU MONOLOGO MIENTRAS LA LUZ SE DESVANECE.

OSCURO

15
TERCER CUADRO
“El apetito del Corregidor”

PRIMERA ESCENA
HAY ELEMENTOS DE UNA COCINA COLONIAL MEXICANA DE LA
ÉPOCA, UNA MESA GRANDE CON OLLAS LLENAS DE COMIDA, FRUTAS
Y VERDURAS. ELODIA HECHA TORTILLAS AL COMAL Y PRUEBA LA
COMIDA.

ELODIA: Con este sazón, ¡ni quién se resista a nada!


(SUENA UNA CAMPANILLA). Madre mía, ¡ya llegó
el corregidor!, Que Dios nos agarre a todos
bautizados y a Doña Pepa más.

ENTRA DOÑA JOSEFA A LA COCINA, ESTÁ MUY NERVIOSA.

DOÑA JOSEFA: Le pusiste mucho empeño a la comida, porque el


olor es exquisito. (HUELE Y PRUEBA). Ni quien se
resista! (LAS DOS RIEN).
ELODIA: Si Doña Pepita, todo está para chuparse los dedos.
DOÑA JOSEFA: Este plan es infalible, el Corregidor es de muy buen
diente. Elodia, estate atenta a mi señas para retirar
los platos, pero en algún momento te ayudaré a
servir para dar un respiro.
ELODIA: Si Doña Pepita, usted a lo suyo y yo a lo mío.

DOÑA JOSEFA SE ARREGLA EL PELO, LA FALDA Y TOMA UNA


CHAROLA CON DECISIÓN.

DOÑA JOSEFA: Aquí va el caldo tlalpeño.


ELODIA: Y gorditas recién echadas. Ya está el bolillo en la
mesa.

16
SALE DOÑA JOSEFA. ELODIA MENEA LOS GUISOS Y DESPUÉS ESPIA.

ELODIA: ¡Le está gustando mucho la sopa! No se la va a


acabar cuando le saquemos el arroz blanco con los
plátanos machos, ¡uno de sus platillos favoritos!
¿Quién demonios le habrá contado el chisme al
Corregidor? Pero que ni se haga el guaje, ¡bien que
dejaba a Dona Pepa hacer sus tertulias en la casa!
(IMITA LA CARA DEL CORREGIDOR). ¡Ay si no
me doy cuenta! (ESPIANDO). Aunque viéndolo
bien, ¡lo noto medio raro!

ENTRA LA CORREGIDORA CON DOS PLATOS VACIOS Y BESA A


ELODIA.

DOÑA JOSEFA: Se tomó todo el caldo, no dejó ni una gota.


ELODIA: Pues aquí ya está preparado el arroz con plátanos
machos y el adobo.

LE DA LOS PLATOS A LA CORREGIDORA.

DOÑA JOSEFA: Ve tú a dejarlos, yo tengo que escribir una misiva.


ELODIA: ¿Para el cura Hidalgo?
DOÑA JOSEFA: No, él está muy lejos.
ELODIA: Si, si, claro.

LA CORREGIDORA SACA APRESURADAMENTE PLUMA Y PAPEL.

DOÑA JOSEFA: Estimado amigo Ignacio Allende: Los


acontecimientos se nos han adelantado y pienso
que es el momento propicio para declarar la
Independencia que en México tanto hemos
anhelado. Catearon la casa de mi compadre

17
Epigmenio González, encontraron armas, lo
detuvieron. Avise a todos los compañeros, en
especial al cura Hidalgo. En este momento, no sé
cuál será la decisión del Corregidor hacia mi
persona.

LEE LA CARTA EN SILENCIO, LA ROMPE.


ENTRA ELODIA APRESURADA.

ELODIA: Doña Pepa, el corregidor dice que no empieza sin


usted.
DOÑA JOSEFA: No pude expresarme.
ELODIA: Hay Doña Pepa, que susto se llevaron las gallinas,
no se vaya a retrasar la Independencia por sus
nervios. (SE ESCUCHA LA CAMPANILLA DE
SERVICIO INSISTENTEMENTE).
DOÑA JOSEFA: Ahí voy. (TOMA UNA CHAROLA Y SALE).
ELODIA (SE ASOMA Y ESPIA): Me lleva Gestas… el corregidor está haciendo
bolitas de migajón y las avienta a la mesa. ¡No
quiere comer el adobo! Ándele, mire que tiene
pasitas y avellanas. Ay, doña Pepa es reabusada, le
dejó el guiso en la esquina, pa’ que huela el chile
pasilla... Pues aquí te tengo tus enchiladas
potosinas… (LAS PREPARA).

ENTRA DOÑA PEPA CON LA CHAROLA DE LA COMIDA.

DOÑA JOSEFA: Dice que está desganado, que participó en un


evento muy desagradable. ¿Y ahora?
ELODIA: En la torre mi general… pues démosle las
enchiladas potosinas.
DOÑA JOSEFA: No le apeteció el adobo, y sólo probó unos cuantos
plátanos machos, quiere decir que la cosa está,
está…

18
ELODIA: De la chingada, Ay Doña Pepa, perdón, perdón, yo
también estoy muy nerviosa.
DOÑA JOSEFA: Pues si, las cosas están hasta allá, Elodia, corre por
el Eliu, que es el mejor jinete que tenemos en casa,
que esté listo para salir de inmediato a Dolores, para
avisarle a los Insurgentes.
ELODIA: Enseguida voy a la caballeriza a buscarlo.
DOÑA JOSEFA: Mucha discreción con los demás…
ELODIA: Si Doñita, Corregidora, usted a lo suyo y yo a lo mío.
DOÑA JOSEFA: ¡Machitos en chipotle!
ELODIA: Es nuestro último as.
DOÑA JOSEFA: Va a decir que porqué tanta comida, no combina.
ELODIA: Dígale que es por los festejos de la Virgen del
Carmen. Ya sabe que es muy devoto.

SALE LA CORREGIDORA CON LOS PLATONES AIROSA. ELODIA VA A


LA VENTANA Y COMIENZA A CHIFLAR Y HACER SEÑAS.

ELODIA: Eliu, Eliu, sí, usted, venga pa’ ca, que le voy a dar
un recado de la Corregidora.

SALE ELODIA Y ENTRA LA CORREGIDORA HABLANDO EN VOZ ALTA.

DOÑA JOSEFA: Si, Si querido, tienes razón, voy a guardar las


enchiladas antes de que se aseden, yo
personalmente lo haré. (RÁPIDAMENTE DEJA LA
CHAROLA, TOMA TIJERAS Y CORTA
PALABRAS QUE PEGA SOBRE PAPEL).
Septiembre 15 de 1810, Queridos amigos, me he
enterado que hubo una denuncia en contra del
movimiento y por ello es necesario adelantar los
acontecimientos… (SIGUE ESCRIBIENDO SIN
DECIR MÁS PALABRAS). Atentamente, Josefa
Ortiz de Domínguez.

19
PONE LA CARTA EN UN SOBRE. ENTRA ELODIA COMO DESAFORADA.

ELODIA: Doña Pepa, ya le dije que se esperara afuera al


diantre de Eliu, voy a preparar unas viandas para el
camino, y un poco de agua.
DOÑA JOSEFA: Yo lo hago, ve tú a ver que pasó con los machitos.

SALE ELODIA. LA CORREGIDORA ESCONDE LA CARTA ENTRE LAS


VIÁNDAS Y SALE. REGRESA ELODIA CON UNA CHAROLA.

ELODIA: Ahora resulta que mucho colesterol… (IMITA LA


VOZ DEL CORREGIDOR). Qué bárbara Elodia, tú y
la señora me quieren matar… pero bien que se los
traga cuando le conviene, viejo mañoso… (ENTRA
LA CORREGIDORA).
DOÑA JOSEFA: ¿No ha sonado la campanilla?
ELODIA: No, pero ya quiere el postre, refunfuñó por el exceso
en la comida, pidió el postre y su digestivo. Me dijo,
“Elodia, ¿Qué tienes para hoy de postre?” Arroz con
leche señor Corregidor… y chongos zamoranos.
“Mmm, hay que tomar decisiones en la vida Elodia…
y me quedo con los zamoranos”.

ELODIA LE DA LA CHAROLA CON LOS CHONGOS A LA CORREGIDORA


QUE SALE. ELODIA SIGUE ESPIANDO.

ELODIA: Que feo se le queda viendo el corregidor a doña


Pepa, esta ya se fregó. Ay dios, no pos eso si, no
pos pa que decir que no. Usted a lo suyo, con
educación y cultura hasta yo puedo ser corregidora,
no pos eso sí. Se está rechupando los chongos
zamoranos con una, dos, tres cucharadas de natas
del convento de las carmelitas. ¡Qué goloso!

20
ENTRA LA CORREGIDORA Y LA SORPRENDE ESPIANDO.

DOÑA JOSEFA: ¿Ya te enteraste?


ELODIA: Más que por su boca, por sus señas.
DOÑA JOSEFA: ¡Todo se ha descubierto! Estoy en la lista… ¡Ni
como ayudarme! ¡Me va a encerrar en la habitación
del palomar!
ELODIA: Ay doña Pepa, para mí que han descubierto todo.
DOÑA JOSEFA: ¿Habrán denunciado a Allende? ¿a Aldama? Son
las tres de la tarde… a las siete habrá llegado Eliu
para alertar a Allende.
ELODIA (CUENTA CON LOS DEDOS): Y entonces, como a las once de la
noche ya le habrán dado el pitazo al señor cura
Hidalgo.
DOÑA JOSEFA: Es mi deseo más ferviente.
ELODIA: Menos mal que después de tantos años de casada
ya conoce al señor corregidor. Si por eso usted me
dijo esta mañana “esta serio conmigo el corregidor”.
Lo conoce al revés y al derecho.
DOÑA JOSEFA: ÉL también me conoce.
ELODIA: Yo crio qui no.

SUENA UNA CAMPANA INSISTENTEMENTE. ELLAS SE MIRAN Y SALEN.


OSCURO. LA LUZ ILUMINA A DOÑA JOSEFA EN UNA HABITACIÓN, HAY
UNA PUERTA GRANDE CON UN PEQUEÑO ORIFICIO. ELODIA ESTÁ
SENTADA EN EL SUELO DETRÁS DE LA PUERTA CON UNA CANASTA.

DOÑA JOSEFA: Cuéntamelo todo sin omitir nada. ¿Qué está


pasando afuera?
ELODIA: Pos juí al mercado como todos los lunes doña Pepa.
Viera que lindos se ven los puestos de pitahayas,
luego luego compré un kilo. Qué aroma de la
guayaba ya de muy buen sabor.

21
DOÑA JOSEFA: Al grano, ¿qué escuchaste en el mercado?
ELODIA: ¿Pa’ que quere mortificarse más?
DOÑA JOSEFA: Habla mujer, ¡Habla!
ELODIA: Dicen que a los que agarren conspirando los van a
fusilar.
DOÑA JOSEFA: Ojalá no suceda. Lo afrontaré con mucha dignidad.
ELODIA: Saque eso de su boca y de su mente, que eso no
sucederá.
DOÑA JOSEFA: ¿Qué te dijo mi comadre? ¿No mandó carta?
ELODIA: Pos no. Está re te vigilada. Que le dijera que en
varias ciudades hay revuelta.
DOÑA JOSEFA: ¿Qué más sabes?
ELODIA: Me dijo el carnicero Nico que las fuerzas reales ya
fuero a tratar de sofocar a los alzados y me dijo que
en Valladolid descubrieron una conspiración de
oficiales criollos y los implicados fueron a dar a la
cárcel, acusados de traición. Hubo muchos muertos.
¡Mataron a mujeres y niños!
DOÑA JOSEFA: Habrá mucha sangre derramada con la esperanza
de un país libre y soberano. Hemos tenido
trescientos años de opresión a indígenas, mestizos
y criollos. Y ahora en España no hay rey. Esta es
nuestra oportunidad. La nueva España parece
despertar de un letargo de casi tres siglos. Ya nadie
podrá parar esto, ¡ni siquiera el virrey arzobispo
LIzana y Beaumont nos podrá detener!
ELODIA: Y menos con su discurso blandengue… Cuentan que
el movimiento ha cobrado mucha fuerza.
DOÑA JOSEFA: Es sólo el preludio de lo que vendrá.
ELODIA: Se escucha por doquier el grito de libertad, en la
plaza, el mercado, la iglesia.
DOÑA JOSEFA: Son gritos de muerte.
ELODIA: Pues esto apenas comienza.
DOÑA JOSEFA: No Elodia, empezó con Hernán Cortés.

22
ELODIA: ¿De verdad? Pero alégrese, que el cura Hidalgo
tomó a nuestra Señora de Guadalupe como
bandera.
DOÑA JOSEFA: La Virgen es de todos, no del clero.
ELODIA: En la misa de hoy, el padre Josefo se salió del
sermón y habló mal del cura Hidalgo.
DOÑA JOSEFA: ¿Qué dijo ese mequetrefe?
ELODIA: Que el cura Hidalgo era un seductor de alma, y miró
de reojo a donde se sienta usted siempre, toditos
nos dimos cuenta.
DOÑA JOSEFA: Estoy muy preocupada por el Corregidor, estas son
las primeras consecuencias que tendrá que afrontar.
ELODIA: ¿Y su matrimonio?
DOÑA JOSEFA: Después de esto, no quedará mucho por rescatar.
ELODIA: Su suegra comenta que usted le arruinó su vida
política y que el escándalo se sabrá en todo el país.
Lo único que le interesa es quedar bien con la
sociedad.
DOÑA JOSEFA: Mis hijas ¿como están?
ELODIA: Afligidas y afectadas. Porque el padre Josefo habló
con ellas y les comentó que sólo podría intervenir
para que la mandaran a un convento (LLORA).
¡Para siempre! Que eso y más se merecía, ¡por
revoltosa!
DOÑA JOSEFA: ¿A un convento?
ELODIA: Y a usted que no le gusta rezar.
DOÑA JOSEFA: Y el señor corregidor ¿qué dice de esto?
ELODIA: No, pos él muy tristón. Está arreglando pa que no se
la lleven a la ciudad de México, quiere ir a hablar
con el Virrey.
DOÑA JOSEFA: Que no interfiera, ¿por qué no voy a negar mi
participación!

23
ELODIA: Cálmese, cálmese. De cualquier modo, no puede
estar en la trifulca; se habla que la turba no deja
nada a su paso.
DOÑA JOSEFA: Se irán en contra de las propiedades de la corona.
ELODIA: Pos ya lo están haciendo, que Aldama, Allende y
Jiménez, con la venia del cura Hidalgo, le permiten
a la turba saquearlo todo.
DOÑA JOSEFA: En esta cruzada, ¡habrá muchos bandos y
traiciones! A ver que ingenio te arreglas Elodia para
conseguirme papel y plumas, sin que se de cuenta
el Señor Corregidor, tengo que redactar algunas
cartas antes de que me lo impidan para siempre.
Que Eliu se prepare, porque deberá ir a la ciudad de
Puebla de los Ángeles.
ELODIA: Ahora si me lo manda bien lejos, por lo menos son
varios días.
DOÑA JOSÉFA: Tiene que ir a visitar a la familia López.
ELODIA: Cuando venga el Corregidor y le traiga la canasta
con comida, en el fondo le pongo todo lo que usted
me pide, de paso le entra al pozole y al agua de
chía, que me quedo bien buena. Doña Pepa, voy
pues volando a preparar todo.

SALE ELODIA, DOÑA JOSÉFA SE QUEDA PENSATIVA.

OSCURO

LA LUZ SE DESVANECE.

24
CUARTO CUADRO
“EL PLACER DE TOCAR”

UNA HABITACIÓN CON UN VENTANAL, DOS SILLAS DE TERCIOPELO Y


UNA MESA CON UN JUEGO DE TÉ. ADEMÁS, UN AGUAMANIL EN DONDE
VEMOS A LA GÜERA RODRÍGUEZ PONIÉNDO GOTAS DE BENJUÍ Y
AGUA DE ROSAS. SE ESCUCHA MÚSICA DE ÓPERA DE LA ÉPOCA. LA
GÜERA PORTA UN VESTIDO VERDE TURQUESA Y FROTA SUS MANOS
SUAVEMENTE. ENTRA HERMENEGILDA, SU AMA DE LLAVES, CON
VESTIDO DISCRETO, TRAE EN LAS MANOS TELAS DE SEDA Y GRITA.

HERMENEGILDA: ¡Doña María Ignacia!


LA GÜERA: Ay mujer de Dios, ¿qué son esos gritos?, me
asustas y con tantas malas noticias, ¿Qué te
ocurre?
HERMENEGILDA: Perdón, ya sé que no debo gritar si quiero ser una
buena dama de compañía.
LA GÜERA: No te distraigas, ¿porqué gritabas?
HERMENEGILDA: Ay, ¿por cuál empiezo a decirle?
LA GÜERA: Por las buenas noticias, ¿Son buenas?
HERMENEGILDA: ¡Buenísimas! Asómese por el ventanal, para que
vea la cola de hombres para que mañana disfruten
del… (HACE UN CIRCULO CON UN DEDO EN EL
AIRE). Es que se me olvida el nombre en inglés
LA GÜERA: Holly gozoso.
HERMENEGILDA: Ya la cola da la vuelta. Se fueron los patrones y
dejaron a sus mozos apartando lugar hasta mañana.
LA GÜERA: ¡Impresionante! Como dijo la monja Juana Inés de la
Cruz: “Hombres necios” (LAS DOS SE RÍEN).
HERMENEGILDA: ¿Quiere que le de un masaje en sus manos?
LA GÜERA: Sí, ya le puse Benjuí y agua de rosas.

SE SIENTAN FRENTE A FRENTE, JUNTO AL AGUAMANIL Y


HERMENEGILDA COMIENZA A SOBAR SUS MANOS SUAVEMENTE.
25
HERMENEGILDA: La noto preocupada desde ayer, mi güerita.
LA GÜERA: Pues como no, tenemos la responsabilidad de juntar
más dinero para la causa… desplazar a los
combatientes, comprar armas… sobornar
autoridades...
HERMENEGILDA: ¿Lo que usted está haciendo con el Señor Iturbide
es sobornarlo?
LA GÜERA (MIRÁNDOLA A LOS OJOS): ¡No!, le estoy dando la oportunidad
para que reflexione, de criollo a criollo, la
Independencia de México tiene que lograrse.
HERMENEGILDA: Usted lo conseguirá, todo lo que se propone lo hace.
¡Hasta consiguió el perdón del santo padre para que
su matrimonio quedara anulado!
LA GÜERA: Soy la primera mujer mexicana en conseguirlo,
como lo haré con la Independencia.
HERMENEGILDA: Pero es mi obligación como su dama de compañía,
decirle que ya se ha tenido que deshacer de
muchas tierras y joyas para apoyara la causa. (CON
VOZ CHILLONA). También tiene que ver por usted
Doña Ignacia.
LA GÜERA: Tu déjalo todo en mis manos (MUEVE LOS DEDOS
Y LAS DOS RÍEN) y sigue mis consejos al píe de la
letra.
HERMENEGILDA: ¡Sí güerita! ¿Usted cree que algún día pueda yo
trabajar en el Hoyo de la Pasión?
LA GÜERA: Claro que sí, pero todo a su tiempo. Ahora con tal
auge de caballeros, ¡no lo puedo dejar! El arte de
tocar el glande no es solamente moverlo hacia
arriba, luego abajo. Desde que lo tienes en las
manos, hay que sentir la pulsación de las venas,
que están conectadas al corazón, empezar con
movimientos suaves y seguros, en forma de
caricias, mover tan rápido hasta que se pone duro,

26
ni antes, ni después. Hay que tener a las hombres
contentos…
HERMENEGILDA: Hablando de caballeros, el Barón Humboldt está
encantado con usted. Dijo que lo enloqueció con la
cena que preparó ayer. (TRUENA LOS DEDOS).
¿Cómo le nombró el Barón a su guiso?
LA GÜERA: Chiles en nogada del ejercito trigarante.
HERMENEGILDA: Dijo que nunca había probado tal exquisitez.

HERMENEGILDA TERMINA DE DAR EL MASAJE Y SECA SUS MANOS


CON UNA MANTA Y PONE UN POCO DE CREMA.

LA GÜERA: Lo hubieras visto ayer en la noche jugando con las


semillas de una granada. Las ponía en sus dientes y
las tronaba, una por una. El Barón es un gran
científico, que busca desenterrar nuestro pasado, es
un hombre muy interesante.
HERMENEGILDA: Dijo que sus tertulias son las mejores del mundo… y
eso que él ha recorrido tierras lejanas.
LA GÜERA: ¡Que tierno! Voy a preparar un nuevo platillo en su
honor.
HERMENEGILDA: ¿A quién le tiene usted más aprecio? ¿Al Barón?
¿O al General Simón Bolívar?

LA GÜERA SE LEVANTA SÚBITAMENTE DE LA MESA.

LA GÜERA (ENOJADA): Para ser dama de compañía tienes que ser más
sutil, además, no estábamos hablando de Bolívar,
tan sólo de recordarlo… me da una pilo erección.
HERMENEGILDA: ¿Qué es eso?
LA GÜERA: Que se me pone la piel de gallina.
HERMENEGILDA: ¡Ah!
LA GÜERA: Ese Caraqueñito… aprendí tantas cosas de él… y él
de mi (RÍE). Cuando apenas era un mozo, le mostré

27
detalladamente, la geografía de mi cuerpo y él a su
vez, me habló del movimiento de independencia, de
las colonias españolas, se me quedó muy grabado
un pensamiento de él: “más han perdido nuestros
pueblos por la ignorancia, que por la fuerzas
militares”.
HERMENEGILDA: Ya me queda aclaro que le gustan los políticos,
güerita.
LA GÜERA: No, me gustan los hombres que tienen
pensamientos profundos y se cuestionan sobre los
derechos del ser humano. Pero por ahora, me
interesan otros caudillos.
HERMENEGILDA: Con el zaz de sus encantos, Don Agustín de Iturbide
ya se cambió de bando y dejó de ser realista.
LA GÜERA: Es verdad que Agustín fue sensible a mis encantos
y recapacitó.
HERMENEGILDA: Cada día que pasa, usted tiene más poder con los
independentistas, la escucha y admiran, ya hasta
hacen parodias de usted.
LA GÜERA: ¡No me digas! Esa si que no me la habías contado.
HERMENEGILDA: Según refieren que el águila imperial, no es otra
cosa que el águila en la alcoba.
LA GÜERA (SE RÍE): Bueno, es verdad que presta particular atención a la
figura femenina, ¡pero que mal pensados!
HERMENEGILDA: Comentan que el águila está de frente, con las
piernas abiertas.
LA GÜERA: ¿En donde oíste eso?
HERMENEGILDA: En la plaza mayor, y la comparaban con el cura
Hidalgo, que dejó el rebaño para ser el caudillo
sagrado. Y hay otra más picante, sobre la güera
Rodríguez, dicen que usted es como…
LA GÜERA: Basta de tanta palabrería, lo más importante ahora
es propiciar el encuentro de Agustín y de Guadalupe

28
Victoria, el plan de la Proeza debe llevarse a cabo…
¡ahora!
HERMENEGILDA: Hagamos una tertulia, con ellos, con los
independentistas… ¡pero en grande! Como le
gustan a usted.
LA GÜERA: En la casona de los perros.
HERMENEGILDA: El clima, la naturaleza, las flores, la comunidad, eso
los pondrá a todos muy relajados (ALTERADA)
prepararemos comida española, criolla, o mexicana.
LA GÜERA: Jabalí en salsa de castañas, o fabada…
HERMENEGILDA: Lechón o venado en salpicón…
LA GÜERA: Prefiero la mexicana, muy condimentada, con sus
salsas picantes, que revolotean la glándula salival…
HERMENEGILDA: ¿Lo dice por el chile?
LA GÜERA: Exactamente, pero no será una tertulia en la Casa
de los Perros, esto es más serio… El encuentro de
Iturbide y Victoria, la paz en Acatempan, hasta que
se abracen quedarán en paz los dos.
HERMENEGILDA: Guadalupe Victoria es un señorón, sencillo, valiente,
sin ambiciones personales, como otros… Hoy en día
no encuentras gente así.
LA GÜERA: ¿Sabías que se cambió el nombre ante notario?
HERMENEGILDA: Si, bien Guadalupano que es

LA GÜERA SE PONE CREMA EN LAS PIERNAS MIENTRAS PLATICA.

HERMENEGILDA: Por cierto, hoy nos toca clase de anatomía.


LA GÜERA: ¿Hoy es martes? ¿Qué tema quedó pendiente?
HERMENEGILDA: El glande… y la connotación de cómo debe tratarlo
una cortesana.
LA GÜERA: Eso requiere clase doble… y hoy tengo que hacer
algunas pesquisas. Escribiré varias cartas y
después me acompañara con ciertas
personalidades.

29
HERMENEGILDA (SENSUALMENTE): Que prometieron ayudarnos.
LA GÜERA: A la causa. Mientras, sigue practicando lo del
espárrago.
HERMENEGILDA: ¡Ay güerita! hubieras visto, te matas de risa, primero
me atragante, por poco me ahogo, después me vino
un acceso de tos.
LA GÜERA (RIÉNDOSE): Tienes que lograrlo mujer.
HERMENEGILDA: Me dije a mí misma, si la güera, cuando se mete el
espárrago hasta la garganta no hace tremolina, ni
pujido de vómito, nada, no se oye ni un ay. Yo
también lo quiero hacer.
LA GÜERA: ¿Con qué espárrago lo estás practicando?
HERMENEGILDA: Me dijo que usará el blanco, el de las hortalizas
mexicanas…
LA GÜERA: Sí, porque el americano está muy duro, te advierto,
así son, algunos más duros y otros más blandos.
HERMENEGILDA: Ya se me antojó
LA GÜERA: El que en pan piensa, es porque hambre tiene.
HERMENEGILDA: Me refería a que se me antojó un chocolatote.
LA GÜERA: Sí, sí, que preparen un chocolate bien caliente y con
mucha espuma, pero a mí no me lo den en jícara, yo
como el Emperador Moctezuma, en vasija de jade.
HERMENEGILDA: Pues voy a disponerlo, por cierto, aquí ya están las
telas Parisinas y los encajes con los colores de
moda que encargó, que hacen que usted sea la
mexicana mejor vestida. Ahora vengo (SALE).

LA GÜERA OBSERVA CON DETENIMIENTO LAS TELAS MIENTRAS LA


LUZ SE DESVANECE.

OSCURO

30
QUINTO CUADRO
“LOS DEVANEOS DE MAX”

UN SALÓN EN EL CASTILLO DE CHAPULTEPEC.


DOS CUADROS A LOS LADOS, EN UNO MAXIMILIANO VESTIDO DE
CHARRO Y EN EL OTRO, CARLOTA. UNA SILLA DE LA ÉPOCA, UN
ESPEJO AL FRENTE Y UNA CORTINA AL FONDO.
CARLOTA SE ARREGLA EL PELO.

MAXIMILIANO: Bien sabes ma cherie, que debes adaptarte a las


costumbres mexicanas, si quieres lograr el afecto y
la simpatía de tus súbditos.
CARLOTA ESCUCHA Y MIRA DE REOJO, MIENTRAS APLICA MIEL CON
LIMÓN EN CODOS Y MANOS.
CARLOTA: ¡Ay Max!, no empieces con eso.
MAXIMILIANO: Aunque sea a costa de sacrificios.
CARLOTA: Permíteme que te lo diga, pero yo no te veo muy
sacrificado, vestido de charro. Quítate ese sombrero
inmediatamente, que te sienta muy mal.
MAXIMILIANO (SE LO QUITA): Tu sabes como me revuelve el estomago el
pulque, y sin embargo, cuantas veces me aticé sin
parpadear cuatro litros de curado de tuna. Gracias a
eso me gané la lealtad de Mejía, que fue hasta el
paredón conmigo.
CARLOTA: Sí, y también te recuerdo los olores de inframundo
que gracias a tus pulques me obligaban a cambiar
de habitación.

MAXIMILIANO SE HACE RIZOS CON LA BARBA Y RIE.

MAXIMILIANO: Hace algún tiempo en Puebla ¡Como le entré al


mole de guajolote!

31
CARLOTA (HORRORIZADA): No me hables de ese animal que me repugna,
no soporto los granos de bruja de su cara.
MAXIMILIANO: Es cierto que estuve quince días en cama, pero me
eche a los poblanos en el bolsillo. (SE LEVANTA DE
LA SILLA). En cambio, el idiota de Bazaine se negó
a comer tacos de nenepil y de una pedrada lo
descalabraron a la salida de Puebla. (SE APRIETA
DISCRETAMENTE EL VIENTRE Y DESABROCHA
UN BOTÓN. PONE GESTO DE DOLOR.
CARLOTA: A mi se me hace Max, que sólo de recordarlo te
revuelve el estómago, (RÍE) Ja, ja, ja.

MAXIMILIANO PREPARA BICARBONATO EN AGUA, SE LO TOMA. SE DA


UNOS GOLPECITOS EN LA ESPALDA. SE ESCUCHAN ERUCTOS.

CARLOTA: (CANTANDO) ¿Que será? ¿será que el olor te lo


dirá? ¡Por dios del cielo, Max! ¿A qué huele?
MAXIMILIANO: Decididamente, mon cherie, fue el chicharrón.
CARLOTA: ¡Por todos los santos! ¿Qué fue lo que se te paró de
manos? (HUELE) ¡Las garnachas que te dieron de
botana con los primeros tequilas! (SE TAPA LA
NARIZ).
MAXIMILIANO: (ENOJADO) A la tierra que fueres, haz lo que
vieres.
CARLOTA: Y al chipotle que te dieren, entrarle como pudieres.
MAXIMILIANO: Recuerda a Forey en Guadalajara. Sofocó un
levantamiento comiéndose cinco platos de Birria.
CARLOTA: Ya basta. No quiero hablar de la comida. Se me
revuelve el estómago, ¡basta!
MAXIMILIANO: (SIN ESCUCHARLA) Estoy seguro que alrededor
de un buen plato de chilaquiles, Benito Juárez y yo
habríamos llegado a un buen acuerdo. (CARLOTA
RÍE FUERTEMENTE). ¿Te ríes de mí?

32
CARLOTA: (NIEGA CON LA CABEZA) Me acuerdo que una
vez te presentaste ante mí con una canasta llena de
gusanos de maguey, que habías comprado toda la
producción, para regalársela a Benito Juárez en su
cumpleaños. Pero ya me informaron mis asesores,
Max, que el platillo favorito de Juárez son los
“Tamalees Oaxaqueños”.
MAXIMILIANO: (RÍE) Carlotita, mi niña, mi tierno amor. Escucha mi
consejo. Gánate a los mexicanos comiendo. Tú
éntrale duro y parejo a la comida mexicana. Que te
vea Juárez probando un gusano de maguey con
chile piquín, sal y limón,
CARLOTA: Ni muerta. (SE PARA EN LA VENTANA Y
OBSERVA). ¿Desde ahí vez el lago, Max?
MAXIMILIANO: Si.
CARLOTA: Sabes Max, me gustan los ahuehuetes que bajan
desde el castillo al lago.
MAXIMILIANO: No te hagas loquilla. No me cambies el tema.
Hernán Cortés, que se las sabía de todas todas,
hizo la conquista gracias a que Malinche le contó
muchos secretos y uno de ellos fue que comiera
tortillas, así es de que la Malinche le echaba sus
gordas y le daba sus nopalitos de postre.
CARLOTA: ¡Ay, ya cállate que me desesperas!
MAXIMILIANO: En Tlaxcala los españoles usaron sus pergaminos
para hacer mixiotes de barbacoa. Así pudieron
gobernar este explosivo país.
CARLOTA: Entre tú, Napoleón tercero y los dichosos antojitos
¡Me van a volver loca, loca, loca! (CRISPA LOS
PUÑOS; MUERDE EL PEINE Y SALE).
MAXIMILIANO: (VOLTEA A LA GENTE) ¡Ni como ayudarla! (RÍE
BURLONAMENTE). Tú y mi madre se empeñaron
en que viniéramos a construir un imperio de
mariposas. (GRITA) ¡Dr. Samuel Basch! Vamos,

33
venga, acompáñeme a cazar mariposas, deje a
Carlota en paz construyendo su imperio. Todos los
mexicanos nos mintieron, fuimos los títeres de
Napoleón. Pobres ilusos. ¡Dr. Basch atrápeme esa
azul, que no la tengo! Carlota cree que tiene una
corona en la cabeza, mientras Napoleón cae, cae,
cae y nosotros junto con él.
CARLOTA (CON UN VESTIDO NEGRO EN LA MANO): Mon cherie, ¿Qué
vestido me pongo para recibir a Juárez? ¿El que
traigo puesto? ¿o este otro?
MAXIMILIANO: Se supone que tienes un año de viuda, Además las
mujeres jóvenes se ven más interesantes de negro.
CARLOTA: Ay Max. Lo que menos quiero es verme atractiva
para Juárez, pero acuérdate que estoy loca y que
puedo vestirme de cualquier color.
MAXIMILIANO: Acuérdate mon cherie, tú muy cortés, muy amable,
mesurada y tranquila.
CARLOTA: No pensarás que quiero conquistar a ese pastorcillo.
Aunque el globo terráqueo se quedara sin hombres
y él fuera el único hombre sobre la tierra, jamás
sería mi amigo.
MAXIMILIANO: Cae más pronto un hablador que un cojo.
CARLOTA: Tienes razón ya que le voy a pedir absoluta
discreción de mi regreso a México. Para la historia,
jamás volví. Necesito que me escolten hasta las
aguas termales de Oaxtepec. Ansío meterme en
ellas, sumergirme una y otra vez, que me limpien los
demonios y los malos pensamientos. Esas aguas,
Max, sueño con llegar hasta ellas...

CONTINÚA HABLANDO MIENTRAS LA LUZ SE DESVANECE.

OSCURO

34
SEXTO CUADRO
“MIS ADELITAS”

UNA HABITACIÓN DEL PALACIO NACIONAL. LA ESPOSA DE DON


PORFIRIO, BIEN VESTIDA, SE DIRIGE AL PÚBLICO.

CARMEN DÍAZ: Queridos amigos, que gusto tenerlos entre nosotros,


verdaderamente me siento honrada con su
presencia. Déjenme contarles que mi marido ha sido
siempre muy trabajador y como buen soldado,
disciplinado y exigente con su cuerpo, con decirles
que todas las mañanas desayuna su avena y
papaya. En el Colegio Militar dormía en catre duro, y
todavía se levanta muy temprano, se ducha con
agua fría, come poco y siempre sencillo. Ahora se ha
esforzado tanto por preparar los festejos de
celebración del centenario de la Independencia, que
obviamente presidirá. Para ello se ha embellecido y
engalanado la ciudad de México, tan solo se piensan
gastar veinte millones de pesos para agasajar y
atender a todos los invitados extranjeros y
nacionales que vendrán para tan notable ocasión.
Los festejos durarán todo el mes de septiembre, se
abrirán el día primero con la inauguración del
Manicomio General de la Castañeda, que por cierto,
es tan necesario ahora que hay tanto loco suelto. Al
día siguiente llegará a la capital la pila bautismal de
Don Miguel Hidalgo y recibirá honores militare antes
de ser colocada en el Museo. (INCITA AL
PÚBLICO) Aprovechemos para decir todos juntos:
“Viva Hidalgo”. Al otro día, mi marido pondrá la
primera piedra de la cárcel de Lecumberri, ni que les
digo lo necesaria que será (GRITA) “duro con los
criminales”. Ni que decir del festejo a los Niños
35
Héroes el día 8, el 14 un homenaje en la catedral a
los Héroes de la Patria y por fin el día 15, por cierto,
justo cumpleaños de mi marido, tendrá lugar el grito
de Independencia más suntuoso que jamás haya
registrado nuestra historia de pueblo libre. En las
últimas décadas, mi marido inició y consolidó el
proceso de industrialización que ahora sacude a
nuestro México, ha instalado un red de ferrocarriles
que permitió conectar lugares antes inaccesibles,
llevar comida y medicinas donde no había. En
especial, nos abrió a las mujeres las puertas al
escenario político y público, nunca antes visto en el
país. Él, que toda su vida la dio a la patria, que se
preocupa por impulsar la mentalidad de progreso y
modernidad que ahora tenemos. Por ello, el pueblo
lo volvió a apoyar de forma unánime para otro
periodo. A pesar de todo esto, hay quienes quisieran
verlo lejos de aquí, dicen se organiza un movimiento
en su contra. Que incluso Madero pide nuevas
elecciones.
SARA PÉREZ: ¡Por supuesto, si le robó las elecciones a mi marido!
A pesar de todas sus trampas, el pueblo apoyo a mi
marido de forma nunca vista, ya estamos hartos de
Porfirio Díaz. Su reinado solo ha dejado miseria y
explotación de todos los campesinos, mineros y
trabajadores. Hace tiempo que ha reprimido
violentamente todas las protestas y las huelgas. Mi
marido lo que quiere es redimir al pueblo de tantos
siglos de olvido y servidumbre, pero sobre todo, lo
que más quiere es sufragio efectivo y ¡no reelección!

SE ESCUCHA UN CLAMOR DEL PUBLO COREANDO “SUFRAGIO


EFECTIVO, NO REELECIÓN, AL ESTILO DEL CLAMOR DE LAS
PROTESTAS ACTUALES.

36
CARMEN DÍAZ: Mejor que vaya a consultar lo ouija, o a esos
espiritistas que todo cree. Ellos fueron los que le
metieron en la cabeza tantas cosas.
VOZ EN OFF: Aunque no soy Blas Urrea
ni los periódicos lea
pos no sé ler ni escrebir
la democracia comprendo
y tal como yo la entiendo
se las voy a definir…
pa siembra o pa tamales
han de ser todos iguales…
haiga o no revolución
si todos somos mortales
pos hemos de ser iguales
amo, mayordomo y pión.

VEMOS PROYECTADOS VAGÓNES DEL FERROCARRIL.


PANCHO VILLA Y LA CHORREADA, SENTADOS TOMANDO UNA COPA.

PANCHO VILLA: Mire madrecita, póngame mucha atención con lo que


le voy a decir.
LA CHORREADA: En primera nos soy su madre, y ¡madre sólo hay
una! Con todo respeto mi general, a mí me apodan
la Chorreada.
PANCHO VILLA (RÍE): Perdone usted Doña Chorreada, ¿Así a secas?
LA CHORREADA: Así me bautizó la revolución.
PANCHO VILLA: Cuando estalló la lucha, las mujeres salieron de sus
hogares, con la cocina a cuestas, por las buenas o
¡por las malas!
LA CHORREADA: Muchas veces secuestradas, o por convicción propia
siguiendo a sus hombres.

37
PANCHO VILLA: He visto tanto en esta lucha armada. Estas mujeres
que van con el chiquillo colgando, prendido de sus
tetas… ¡son admirables!
LA CHORREADA: ¿Las ha visto llegar a la bola con sus espaldas
cargadas de ollas y cacerolas?
PANCHO VILLA: Pa que no le falten los fríjoles a la tropa… También
las he visto cargar municiones a los rifles y en
batalla… ¡nunca se rajan!
LA CHORREADA: Entonces está consiente mi general que si hay
tortillas en las bocas de los pelados, es por estas
mujeres.
PANCHO VILLA: ¡De eso ni hablar!
LA CHORREADA: Al contrario mi general, si usted me lo permite, de
eso vengo justamente a hablar.
PANCHO VILLA: Doña Chorreada, no crea que no me doy cuenta
como sufren y se desgarran estas mujeres. Al mismo
tiempo, disfrutan lo que hacen.
LA CHORREADA: Muchas veces secuestradas, o por convicción
propia.

GRITOS Y BALAZOS. AMBIENTE DE GUERRA Y CAOS.


HAY FUEGO. MUERTOS.
SE ESCUCHAN VOCES Y QUEJIDOS.

VOZ EN OFF: Retirada, retirada, estos malditos pelones ahora si


nos chingaron, el campo de batalla está bañado en
sangre. Ya andan las mujeres ayudando a recoger
los muertos y los heridos.

SE ESCUCHA UN CORRIDO.
ENTRE EL HUMO, UNA MUJER REVISA LOS CUERPOS Y TRATA DE
AYUDAR A LOS HERIDOS.

38
SABINA: Pos este ya está bien tieso (SE PERSIGNA). ¡Qué
Dios lo tenga en su santo cielo! ¿Qué pasó mi
revolucionario? Te dije que estabas muy chamaco
para estar en la bola. Uno nunca sabe donde va a
nacer y menos donde va a morir. (VA A GATAS Y
REVISA OTRO CUERPO. SACA VENDAS).
¡Aguántate! Aguántate como los machos.

LAS LUCES DISMINUYEN. UN ZENITH ILUMINA UN MONTÓN DE


ESCOMBROS Y CENIZAS DE DONDE SURGE UNA JOVEN. SACA UN
iPOD, SE COLOCA LOS AUDÍFONOS Y AJUSTA EL VOLÚMEN DE UNA
CANCIÓN MODERNA QUE SE ESCUCHA AL FONDO.
SALE DEL ESCENARIO TARAREANDO.

OSCURO FINAL

39
TEXTOS UTILIZADOS

 Carlos Fuentes, Todos los gatos son pardos. Siglo XXI Editores, 1970.

 Carlos Fuentes, El espejo enterrado. Fondo de Cultura Económica, 1992.

 Laura Esquivel, Malinche. Santillana Ediciones Generales, 2005.

 Marco A. Almazán, Episodios Nacionales en Salsa Verde.

 Artemio del Valle Arizpe, La Güera Rodríguez. Alpe Ediciones, 2005.

 Mónica Zagal, La venganza de Sor Juana. Editorial Planeta, 2007.

 José Manuel Villalpando y Alejandro Rosas, Historia de México a través de

sus gobernantes. Editorial Planeta, 2003.

 Sara Sejchovich, La suerte de la consorte. Editorial Oceano, 1999.

40

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