Estudios Públicos Online First (agosto 2024), 1-40
DOI: https://doi.org/10.38178/07183089/2156240303
Artículo
Develando monumentos: conflictos
sociales y cambios culturales en el
proceso de desmonumentalización de
dos casos argentinos
Ana Bugnone
Universidad Nacional de La Plata, Argentina
Resumen: Este artículo explora la importancia de la desmonumentaliza-
ción en la sociedad argentina y su relación con los conflictos sociales
actuales. Profundizamos en la naturaleza multidimensional de la des-
monumentalización, considerándola más que una mera destrucción
física, una reevaluación profunda del papel y significado de los mo-
numentos en la sociedad. Al examinar casos recientes en Argentina,
particularmente los monumentos de Julio Argentino Roca y de Juana
Azurduy, buscamos comprender los conflictos involucrados en estos
procesos y las diversas dinámicas de poder en juego. Nuestra hipótesis
sugiere que la desmonumentalización encarna una crisis de represen-
Ana Bugnone es PhD en Ciencias Sociales y licenciada en Sociología por la Facultad de Hu-
manidades y Ciencias de la Educación, Universidad Nacional de La Plata, Argentina. Actual-
mente dirige un Proyecto Promocional de Investigación y Desarrollo (PPID) en el Instituto
de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales (Universidad Nacional de La Plata,
Argentina, CONICET). Es parte del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técni-
cas (CONICET). Dirección: Godoy Cruz 2290, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, C1425FQB,
Argentina. Email: [email protected].
Proyecto PPID/UNLP ‘Entre Argentina y Brasil: particularidades históricas, sociocultu-
rales y políticas en el arte, la visualidad, el cine y la literatura (siglos XX y XXI)’, Universidad
Nacional de La Plata, Argentina.
Proyecto PICT ‘Prácticas y objetos culturales en Argentina y Brasil. Un abordaje deco-
lonial’, Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la
Innovación, Argentina.
Agradezco a los artistas Andrés Zerneri y Hugo Hernández por su valiosa colabora-
ción al concederme las entrevistas necesarias para la investigación, así como por permitir el
uso de las imágenes.
2 ANA BUGNONE / Develando monumentos
tación monumental, desafiando las narrativas establecidas y las imáge-
nes propagadas por ciertos monumentos. Estas acciones sirven como
plataformas estético-políticas que articulan visiones alternativas de la
historia y la memoria desde las perspectivas de comunidades y grupos
subalternizados. La metodología del estudio se basó en la observación
in situ de los monumentos, entrevistas a informantes clave, recopilación
documental y análisis de los contextos sociohistóricos de ambos casos.
Palabras clave: desmonumentalización, monumentos, conflictos socia-
les, memoria colectiva, identidad cultural
Recibido: marzo 2024 / Aceptado: junio 2024 / Online First: agosto 2024
Unveiling Monuments: Social Conflicts and Cultural Changes
in the De-monumentalization Process of Two Argentine Cases
Abstract: This article explores the importance of de-monumentalization
in Argentine society and its relation to current social conflicts. We
delve into the multidimensional nature of de-monumentalization,
considering it more than mere physical destruction but rather a
profound re-evaluation of the role and meaning of monuments in
society. By examining recent cases in Argentina, particularly focusing
on the monuments of Julio Argentino Roca and Juana Azurduy, we
seek to understand the conflicts involved in these processes and the
various power dynamics at play. Our hypothesis suggests that de-
monumentalization embodies a crisis of monumental representation,
challenging established narratives and images propagated by certain
monuments. These actions serve as aesthetic-political platforms
that articulate alternative visions of history and memory from the
perspectives of marginalized communities and groups. The study’s
methodology was based on on-site monument observation, interviews
with key informants, documentary compilation, and analysis of the
sociohistorical contexts of both cases.
Keywords: de-monumentalization, monuments, social conflicts, collec-
tive memory, cultural identity
Received: March 2024 / Accepted: June 2024 / Online First: August 2024
L a desmonumentalización ha sido un fenómeno recurrente a lo lar-
go de la historia, caracterizado por una variedad de procesos que
incluyen la destrucción, el reemplazo o el traslado de monumentos en
respuesta a cambios de poder, ideológicos o sociales. Desde tiempos
antiguos hasta la actualidad, podemos encontrar ejemplos de esta di-
námica en diferentes contextos culturales y geográficos. Por ejemplo, en
el antiguo Egipto, el faraón Akenatón tomó medidas radicales alrededor
del año 1353 a.C. y decidió destruir los monumentos y nombres de los
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dioses egipcios tradicionales para reemplazarlos por la adoración de un
solo dios, Atón o Sol. Durante la época de la colonización española, en
México, lxs conquistadorxs llevaron a cabo una campaña de eliminación
de lo que ellxs llamaban ‘ídolos’ de los pueblos originarios, como parte
de su esfuerzo por imponer el cristianismo y la cultura europea en el
nuevo mundo. En un contexto más contemporáneo, en Argentina, des-
pués del golpe de Estado de 1955, los grupos antiperonistas realizaron
actos de vandalismo contra los monumentos que representaban a Juan
Perón y Eva Duarte, e incluso prohibieron pronunciar sus nombres en pú-
blico. Otro ejemplo destacado es la caída de la estatua de Sadam Hussein
en Irak, en 2003, luego de la invasión liderada por Estados Unidos, donde
se eliminaron símbolos del régimen depuesto. Además, hemos visto
casos como las protestas contra los monumentos a figuras esclavistas
en Estados Unidos y Europa, tras el asesinato racista de George Floyd en
2020. Es en estas circunstancias que ocurrieron los procesos de desmo-
numentalización respecto de la figura de Julio Argentino Roca y de Cris-
tóbal Colón, así como la instauración del de Juana Azurduy en Argentina,
objeto de análisis de este artículo.
Es esencial comprender estos acontecimientos en el contexto
actual. Nos enfrentamos a interrogantes fundamentales acerca del sig-
nificado de desmonumentalizar en la sociedad contemporánea y de
cómo estos procesos se relacionan con los conflictos sociales actuales.
La desmonumentalización ya no se limita a la mera destrucción física de
los monumentos, por lo que su estudio implica una reevaluación más
profunda de su significado y su papel en la sociedad. ¿Qué representa
desmonumentalizar en la actualidad? ¿Cómo aparecen los conflictos
sociales y políticos en estas acciones? Estas preguntas nos llevan a re-
flexionar respecto de la relación dinámica entre los monumentos y la so-
ciedad, así como sobre la naturaleza cambiante de la memoria colectiva
y la identidad cultural.
Uno de los casos de desmonumentalización que abordaremos en
este artículo es el que surge del cuestionamiento a la figura de Julio
A. Roca, presidente argentino a fines del siglo XIX que, como parte de
una amplia modernización del país, llevó a cabo la matanza y secuestro
de indígenas más significativa que se recuerde, con el fin de obtener
sus tierras, las cuales fueron luego entregadas a ciertas familias para
su explotación. Esta figura, sin embargo, se encuentra representada en
innumerables espacios públicos oficiales, cuya desaprobación llevó a
4 ANA BUGNONE / Develando monumentos
diferentes acciones de rechazo popular, de comunidades indígenas y de
colectivos de derechos humanos.
Otro de los casos que analizaremos conlleva una operación más
compleja, ya que se refiere a la desmonumentalización de Cristóbal
Colón y a la instalación de una escultura por parte del gobierno nacional
en honor a la militar Juana Azurduy, una de las pocas mujeres reconoci-
das en las batallas de independencia del país. A pesar de ello, pocos años
después, este último monumento fue desplazado por otro gobierno na-
cional, de signo político opuesto.
Nos proponemos, entonces, interpretar los procesos de significa-
ción, aceptación y repudio a las imágenes de diferentes figuras de la
historia argentina, movilizadas tanto por la sociedad civil como por los
propios gobiernos en el marco de ciertas conflictividades sociales.
Según nuestra hipótesis, la desmonumentalización de los últimos
años encarna una crisis de representación monumental que cuestiona las
bases de las ideas, narrativas e imágenes que ciertos monumentos ex-
presan. Así, la desmonumentalización y las intervenciones en monumen-
tos se transformaron en una plataforma de acción estético política que
implica estrategias de actualización discursiva de acuerdo con visiones
reivindicativas de la historia y la memoria sobre comunidades, colectivos
y sujetos usualmente ubicados en posiciones subalternas.
Para llevar a cabo este artículo se realizó un trabajo de campo cen-
trado en el análisis de los monumentos ubicados en dos ciudades argen-
tinas: Buenos Aires y Bariloche. En ambas se examinaron detalladamente
los monumentos pertinentes y se documentaron sus características físi-
cas, así como su contexto espacial e histórico.
Además del análisis visual de los monumentos, se realizaron entre-
vistas con dos artistas clave involucrados en los respectivos proyectos. Se
entrevistó a Hugo Hernández, líder del colectivo Kultrunazo, que estuvo
detrás de la intervención en el monumento a Julio Argentino Roca en
Bariloche, y a Andrés Zerneri, creador del monumento a Juana Azurduy
en Buenos Aires. Estas entrevistas no solo proporcionaron información
valiosa sobre la creación y el significado de los monumentos, sino que
también ofrecieron perspectivas importantes sobre las disputas y los
conflictos sociales relacionados. Se adoptó un enfoque que privilegió
las voces y perspectivas de los actores involucrados, lo que permitió una
comprensión más profunda de las motivaciones y los objetivos detrás de
cada acción ligada a los monumentos. Las entrevistas también arrojaron
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luz sobre las diversas acciones culturales y políticas sobre los monumen-
tos en cuestión.
Además de las entrevistas se recopilaron diversos documentos rela-
cionados con los eventos investigados, como afiches, notas de diarios y
reseñas. Esta documentación complementaria proporcionó un contexto
histórico adicional y ayudó a ampliar el conocimiento de los aconteci-
mientos y controversias vinculados con los casos de estudio.
La triangulación de datos fue un aspecto importante de nuestro en-
foque metodológico. Al combinar la información obtenida a través de las
entrevistas con la observación directa de los monumentos y la revisión
de documentos, pudimos validar y enriquecer nuestra comprensión de
los procesos y conflictos en juego en cada caso. Esta metodología nos
permitió identificar y analizar las disputas de poder, los actores clave y las
dinámicas sociales involucrados en estos dos casos de desmonumentali-
zación en Argentina.
En este artículo, en primer lugar (1), se presenta la perspectiva teó-
rica asumida, específicamente sobre monumentos y desmonumentali-
zación, en relación con el poder que ejercen las imágenes, sus sentidos
políticos y de qué manera se producen conflictos por la hegemonía. A
continuación (2) se contextualizan los recientes procesos de desmonu-
mentalización ocurridos en América Latina. En tercer lugar (3) se presen-
ta y analiza el caso del ‘kultrunazo’ registrado en la ciudad de Bariloche.
Cuarto (4), se hace lo propio con lo sucedido en relación con los monu-
mentos a Cristóbal Colón y Juana Azurduy en la ciudad de Buenos Aires.
Luego (5) se discuten los resultados de forma comparativa, específica-
mente en torno a las ideas de lo que se muestra y lo que se oculta en la
producción de la historia y la memoria. Finalmente (6) se presentan las
conclusiones del artículo.
1. Monumentos y desmonumentalización: poder de
las imágenes, sentidos políticos y conflictos por la
hegemonía
En su etimología latina, el término monumento refiere a la memoria, a
recordar o advertir. Se busca con ellos, entonces, rememorar o conme-
morar ciertos hechos y sujetos que se consideran destacados. Los monu-
mentos son centrales para entender ciertos conflictos sociales y políticos
6 ANA BUGNONE / Develando monumentos
porque producen, para los miembros de la sociedad, “la imagen de su
pertenencia” (Lefebvre 2013, 262). Así, “los monumentos simbolizan va-
lores conmemorativos sociales o políticos que, en los distintos períodos
históricos, las clases dominantes han erigido para construir urbes a se-
mejanza de sus antepasados, una herencia que se va materializando en
íconos materiales” (Cabezas y Villarroel 2021, 154). Por su parte, Achugar
(1999) vincula los monumentos con la memoria y afirma que
en el monumento como signo que intenta vincular pasado y futuro está
la clave. En el monumento o en la lápida que se supone habrá de avisar a
los que vienen detrás qué fue lo que pasó antes. En el monumento como
objetivación de la memoria. (Achugar 1999,141)
Como consecuencia de lo anterior, no todos los monumentos son
unánimemente aceptados y legitimados, sino que existe lo que algunos
autores llaman patrimonio incómodo o disonante (Coromines y Ullde-
molins 2020; Macdonald 2010), donde se condensa el conflicto entre lo
que el monumento quiere conmemorar y lo que en el presente se lee del
pasado. Según Macdonald (2010) ‘patrimonio difícil” (difficult heritage) es
el que
se reconoce como significativo en el presente, pero que también es con-
trovertido y complicado para la reconciliación pública con una identidad
contemporánea positiva y autoafirmativa. El ‘patrimonio difícil’ también
puede ser problemático porque amenaza con irrumpir en el presente de
maneras disruptivas, abriendo divisiones sociales, quizás jugar con futuros
imaginados, incluso pesadillescos. (Macdonald 2010, 1; mi traducción)
Por ello, estudiar los monumentos y las acciones que sobre ellos se
realizan hoy en día no se trata tanto de ese pasado, sino de los conflictos
sociales y políticos que despiertan las ideas que ellos propagan (Masafret
2011).
Entendemos que la desmonumentalización es un conjunto de ac-
ciones críticas realizadas sobre monumentos1 históricos ubicados en
espacios públicos. Se trata de la intervención, la destrucción o el derribo
1 Según Françoise Choay (2020, 43-44), monumento es “cualquier artefacto (tumba, estela,
poste, tótem, edificio, inscripción...) o conjunto de artefactos diseñados y producidos
deliberadamente por una comunidad humana, sin importar cuáles sean su naturaleza y
sus dimensiones (desde la familia hasta la nación, del clan a la tribu, de la comunidad de
creyentes a la de la ciudad...), con el fin de recordar la memoria viva, orgánica y afectiva de
sus miembros, personas, hechos, creencias, rituales o normas sociales que conforman su
identidad. El monumento se caracteriza, de ese modo, por su función identificadora”.
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de monumentos oficiales que representan un pasado vinculado, en ge-
neral, a la persecución, la represión y/o la muerte de comunidades o de
ciertos sectores sociales. Partimos de la idea de que las acciones críticas
sobre monumentos históricos públicos y la producción de formas alter-
nativas pueden consistir en “contranarrativas múltiples y subalternas de
la memoria” (Márquez 2019, 13), en el marco de confrontaciones por los
relatos monumentales, específicamente de aquellos producidos para la
construcción, reivindicación y conmemoración de una idea de nación
blanca, masculina y occidental.
En este sentido, Frank y Ristic (2020) aportan la definición de ‘urban
fallism’ (cuya traducción podría ser ‘derribamiento urbano’ o, más especí-
ficamente, ‘derribamiento de monumentos en el espacio público’), que
dialoga con nuestro punto de vista:
Concebimos el urban fallism como la impugnación, transformación y derri-
bo de monumentos públicos por grupos cívicos minoritarios, marginados
y/u oprimidos en las ciudades actuales, social, política y étnicamente di-
versas, como un medio de lucha política por el reconocimiento social y la
inclusión. Sostenemos que el urban fallism contemporáneo es una forma
de iconoclasia política que ataca símbolos que refuerzan el racismo, la
opresión, la discriminación y la intolerancia con el objetivo de transformar
la ciudad en un espacio donde tengan lugar la heterogeneidad, la igual-
dad y la justicia social. (Frank y Ristic 2020, 556; mi traducción)
De esta manera, podemos decir que el concepto del urban fallism
se refiere a lo que hemos definido como procesos de desmonumen-
talización. Además, es importante considerar que los monumentos no
solo forman parte de ciertas narrativas y verdades, sino que también las
producen. En este sentido, nos preguntamos qué ideas, relatos y valores
encarnan y por qué son rechazados a través de ciertos procesos de des-
monumentalización.
Algunas veces, estos procesos van acompañados de la elaboración
de antimonumentos, es decir, de la producción de nuevas formas expre-
sivas alternativas, cuya carga afectiva y reivindicativa pretende mostrar
una parte de la historia invisibilizada y/o demandar el reconocimiento
de derechos, reclamar por verdad y justicia, así como visibilizar sucesos y
comunidades afectadas por diferentes eventos.
Nos interesa analizar los casos que ocurren en el espacio público de
las ciudades. Es importante señalar que para H. Lefebvre (2017, 95), en la
8 ANA BUGNONE / Develando monumentos
ciudad “se manifiestan las contradicciones de la sociedad en cuestión”.
Así, según este autor,
[e]l espacio no solo se organiza e instituye, sino que también se modela y
es objeto de apropiación por tal o cual grupo de acuerdo con sus exigen-
cias, su ética y su estética, es decir, su ideología. La monumentalidad es un
aspecto fundamental de la ciudad como obra. (Lefebvre 2017, 95)
Esto nos permite entender, junto con Frank y Ristic (2020) la desmo-
numentalización como un proceso de territorialización, puntualmente
en los espacios públicos de las ciudades.
Desde nuestra perspectiva conceptual, consideraremos el poder que
tienen las imágenes para disputar sentidos, construir ciertas verdades y
ocultar otras (Gruzinski 1994; Cusicanqui 2015). En este sentido, H. Achu-
gar (1999) afirma que
en nuestros países —aunque no sólo en América Latina—, la memoria
pública ha sido instrumento de un poder que ha construido monumentos
en piedra, pero que también ha derruido los monumentos en piedra de
aquellos a quienes se había vencido, se había dominado o se había exter-
minado. (Achugar 1999, 148-149)
Debemos tener en cuenta, además, que la matriz colonial del poder,
del ser y del saber (Quijano 2000), instaurada desde la conquista de Amé-
rica, se ha reproducido y ha continuado operando de diversas formas
hasta nuestros días. Ese patrón colonial ha sido cuestionado de distintas
maneras y en varios lugares en las últimas décadas, lo que incluye un
ataque físico y/o simbólico a los monumentos que lo representan.
Para pensar la hegemonía que se produce en los procesos de
monumentalización y desmonumentalización, es necesario analizar el
tipo de memorias o de historias que se cuestionan y se reivindican en
ciertos contextos específicos. En este sentido, tratar de comprender los
monumentos y los conflictos sociales y políticos involucrados, es mucho
más que describir sus características físicas y la imagen que transmiten,
y excede la mera descripción de la vandalización, el traslado o el reem-
plazo.
Coinciden S. Gruzinski (1994) y F. Choay (2020) en plantear que la
destrucción de monumentos es una de las formas más eficaces de luchar
contra la cultura de un pueblo. Al respecto, sostiene Choay (2020, 44)
que “la derrota y aniquilación de una cultura se aseguran mejor con la
destrucción de sus monumentos que con la muerte de sus guerreros”.
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En ese marco, en este artículo presentamos dos casos de desmonu-
mentalización y otro tipo de intervenciones en monumentos públicos de
Argentina, ocurridos en los últimos años. Nos proponemos comprender
qué conflictos comportan estos procesos, qué poderes hay en juego y
qué visualidades se producen, se ocultan o se transforman. Asumimos
que para entender las acciones sobre los monumentos se debe partir de
que estos son objetos de conmemoración no solo materiales, sino tam-
bién simbólicos, ya que condensan expresiones conflictivas y/o de reivin-
dicación de ciertos grupos o comunidades (Masafret 2011).
2. Monumentos controvertidos en el contexto
latinoamericano y más allá
Los casos seleccionados en este artículo deben enmarcarse en un pro-
ceso más general de desmonumentalización, del que nos interesan
puntualmente las acciones desarrolladas en América Latina, dada la
proximidad territorial, histórica y política que podemos observar en los
fundamentos políticos y simbólicos de estos eventos.
Los ataques a los monumentos de Cristóbal Colón son cardinales
para comprender el contexto latinoamericano. Dicho monumento puede
ser entendido como un símbolo de las jerarquías de poder históricas
que favorecen lo occidental sobre lo indígena y lo masculino sobre lo
femenino, reflejando una estructura de opresión arraigada (Ayala del Río
2021). Las embestidas ocurridas en Perú entre 2015 y 2020 encarnaron
un ataque a la figura de Colón que representa de manera prominente las
dinámicas de poder colonial y de género. Las críticas se han expresado
en protestas que incluyen pintadas y renombramientos simbólicos sobre
el monumento en fechas significativas como el 12 de octubre (Ayala del
Río 2021).
Por su parte, en el estallido social ocurrido en Ecuador, en octubre
de 2019, se destacaron la participación y el impacto de los movimientos
indígenas y de grupos feministas en la reconfiguración simbólica y física
del espacio urbano a través de la intervención en monumentos y espacios
públicos (Durán y León 2021). En el marco de manifestaciones realizadas
en el centro de Quito, el monumento a Isabel la Católica fue pintado con
color rojo, como en tantos otros casos, representando la sangre, y se la
vistió con elementos referentes a los pueblos indígenas. Hubo una dura
10 ANA BUGNONE / Develando monumentos
respuesta de parte del Estado a las protestas, incluyendo la represión vio-
lenta de las manifestaciones y el impacto físico en los participantes, como
mutilaciones y otras formas de violencia (Durán y León 2021).
Otros procesos relevantes son los acontecidos durante el estallido
social de octubre de 2019 en Chile, cuando los monumentos públicos
se convirtieron en centros de nuevas disputas patrimoniales. Los mo-
numentos fueron resignificados y apropiados por comunidades que
han sido históricamente marginadas dentro del relato hegemónico de
la identidad nacional, como los pueblos originarios y las mujeres orga-
nizadas (Matus, Ibarra y Méndez 2023). Tal vez, el caso más resonante es
el ocurrido sobre el monumento a Manuel Baquedano, que fue interve-
nido, vandalizado y finalmente retirado de su ubicación tradicional en
Santiago de Chile (Alvarado Lincopi y Quezada Vásquez 2021). A estos,
podemos agregar los ataques realizados en otras ciudades chilenas a los
monumentos a Pedro de Valdivia, Diego Portales, Francisco de Aguirre,
entre varios otros.
También, las prácticas antipatriarcales en el espacio público han
tenido un lugar destacado, como ocurrió en 2019 en Ciudad de México,
cuando grupos feministas realizaron una intervención en el monumento
del Ángel de la Independencia durante la manifestación #NoMeCuidan-
MeViolan. Este acto, que incluyó pintadas en el monumento, se presentó
como una forma de protesta contra la violencia de género, marcando un
precedente significativo en las tácticas de manifestación (Vizcaíno Torres
2023). Con posterioridad, en 2020, se creó un nuevo monumento, la Glo-
rieta de las Mujeres que Luchan, que reemplazó la estatua de Cristóbal
Colón. Esta nueva instalación sirve como un símbolo de reconocimiento
y memoria hacia las luchas feministas, simbolizando un cambio hacia la
representación y el reconocimiento de las mujeres en los espacios públi-
cos, así como en la memoria histórica de México (Vizcaíno Torres 2023).
En Brasil, la imagen de los bandeirantes en la historia del país es
objeto de debate. Eran conquistadores que viajaban hacia el centro-
oeste y sur del país durante la época de la colonia. A su paso iban escla-
vizando a los pueblos originarios con los que se encontraban, y vendían
luego a sus miembros para trabajar en las plantaciones y minas. En otros
casos, los exterminaban. En años recientes, el Monumento às Bandeiras
en São Paulo y otros monumentos han sido foco de protestas. En 2020,
por ejemplo, el movimiento artístico Grupo de Acción colocó cráneos
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frente a la estatua, una acción simbólica para resaltar el legado oscuro de
los bandeirantes y para reavivar el debate sobre su verdadero papel en la
historia brasileña (Duarte y Cafezeiro 2021). En este contexto de cuestio-
namiento a estos conquistadores, podemos mencionar también que en
2021 fue incendiada en São Paulo la estatua del bandeirante Borba Gato
(Pianchão do Carmo 2023).
Durante el Paro Nacional en Colombia de 2021, se atacaron varios
tipos de monumentos en diferentes ciudades del país. Estos procesos
de desmonumentalización fueron realizados predominantemente sobre
estatuas que representaban figuras históricas asociadas al poder colonial
y a la formación del Estado-nación colombiano, como conquistadores
españoles, próceres de la Independencia y expresidentes. En su mayoría,
estas estatuas representaban a personajes masculinos del sector blanco-
mestizo de la sociedad colombiana (Álvarez 2022). Entre ellas podemos
mencionar la de Sebastián de Belalcázar en Cali y Popayán, derribadas
por miembros de la comunidad misak; el busto del conquistador Diego
Ospina de Medinilla; la estatua de Gonzalo Jiménez de Quesada, y el Mo-
numento a los Héroes de Bogotá, entre otros (Álvarez 2022).
Este contexto latinoamericano puede completarse con otros casos
sucedidos en diferentes momentos en otras partes del mundo, como los
ocurridos en Minneapolis ante el asesinato del ciudadano George Floyd,
lo cual desencadenó una serie de protestas en el marco del movimien-
to Black Lives Matter (Vargas 2021); en Ciudad del Cabo, respecto del
monumento a Cecil Rhodes; en Dublín, sobre la columna Nelson’s Pillar
(referida a Horatio Nelson); en New Orleans sobre los monumentos a de-
fensores de la Confederación; en Berlín sobre el monumento a Lenin, por
mencionar algunos (Dossier Urban Fallism 2020).
En los casos antes mencionados, advertimos algunos puntos en
común: la crítica a los procesos de colonización, en la que se reprocha la
glorificación de figuras históricas que representan la conquista y subyu-
gación de los pueblos originarios; la lucha contra el racismo, como una
manifestación de rechazo al legado racista y a la exaltación de persona-
jes históricos que perpetuaron la esclavitud y la segregación racial; los
desafíos al patriarcado, en los que se demanda un reconocimiento de la
igualdad de género y el respeto por las mujeres como sujetos históricos
activos y no como meros objetos de representación; la resistencia indíge-
na, como parte de la resiliencia y la continua lucha por la autonomía, y el
reconocimiento de los derechos colectivos de los pueblos indígenas.
12 ANA BUGNONE / Develando monumentos
En consecuencia, la oleada de ataques a monumentos en diferentes
partes del mundo refleja un fenómeno global de reevaluación crítica de
los símbolos públicos que históricamente han encarnado las narrativas
de poder colonial, racista y patriarcal. Estos actos no son meramente des-
tructivos; son profundamente simbólicos y están imbuidos de un fuerte
contenido político y ético, que busca cuestionar y redefinir la identidad
colectiva en el contexto de una memoria histórica más inclusiva y justa.
De esta manera, puede entenderse que la desmonumentalización, tal
como la concebimos en este artículo, es un proceso que puede conside-
rarse global, más allá de las insoslayables diferencias contextuales e his-
tóricas. Es en estas circunstancias, entonces, que se desarrollan los casos
que seleccionamos de Argentina.
3. De la Campaña del Desierto al ‘kultrunazo’
La Campaña del Desierto, llevada a cabo entre 1878 y 1885, consistió
en una serie de acciones militares realizadas por el gobierno nacional
argentino con el objeto de ganar terrenos a los pueblos indígenas que
habitaban parte de La Pampa y la Patagonia. Esta campaña militar formó
parte de un programa de crecimiento económico, así como de control
territorial del país. Fue iniciada por el presidente Nicolás Avellaneda
(1874-1880), quien nombró ministro de Guerra a Julio Argentino Roca en
1876, quien profundizó tal emprendimiento.
Para comprender los objetivos de esta campaña, vale la pena citar
parte del mensaje que Avellaneda dirigió al Congreso de la nación en
1878 para la aprobación de la Ley 947, la cual avanzaría sobre los territo-
rios indígenas. Allí dijo:
Hasta nuestro propio decoro, como pueblo viril, nos obliga a someter
cuanto antes, por la razón o por la fuerza, a un puñado de salvajes que
destruyen nuestra principal riqueza y nos impiden ocupar definitivamente,
en nombre de la ley del progreso y de nuestra propia seguridad, los terri-
torios más ricos y fértiles de la República. (Avellaneda 1880, 35)
Este texto sintetiza algunas referencias significativas para compren-
der la ideología que conllevaba la campaña, como ‘pueblo viril’, ‘someter
a [...] salvajes’, ‘nuestra principal riqueza’ y ‘ley del progreso’, todas ellas re-
presentativas de un discurso patriarcal, racista e inserto en el positivismo
ilustrado que predominaba en esa época.
Luego de Avellaneda, Julio A. Roca fue el presidente de Argentina
entre 1880 y 1886, y entre 1890 y 1904, períodos durante los cuales se
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decidió a culminar con la campaña. Su propósito era el sometimiento
definitivo de los pueblos indígenas, dado que en décadas anteriores se
había buscado su occidentalización, así como se habían realizado accio-
nes de tipo defensivo. Frente a ello, los pueblos originarios, en defensa
de sus territorios del sur del país, realizaban malones, es decir, ataques
sorpresivos a las poblaciones habitadas por personas ‘blancas’, en los
que robaban ganado y secuestraban a personas, principalmente mujeres
(llamadas las ‘cautivas’). Ante esta situación, el presidente Roca decidió
iniciar una nueva campaña en la que se resolviera este problema para
lograr, por un lado, la ampliación y fortalecimiento de la soberanía del
territorio nacional frente a Chile y, por otro, la expansión económica a
través de la incorporación de tierras para el ganado y los cultivos.2
A pesar de su nombre, la Campaña del Desierto no abarcaba efec-
tivamente una zona desértica,3 sino que este significante se utilizaba
para referir falsamente a un territorio habitado por mapuche, tehuelche,
ranqueles y pampas. La matanza de pueblos originarios —estimada en
más de veinte mil personas—4 y la esclavización de otras tantas, en el
caso de quienes quedaban vivos, fueron las estrategias centrales de esta
nueva conquista, un nuevo genocidio. Las tierras conquistadas fueron
repartidas entre algunas familias de la oligarquía argentina y convertidas
en latifundios (Mallo 1979).
En el siglo XX, sin embargo, la figura de Roca como presidente fue
honrada en el relato de la historia oficial, en los manuales escolares, en
las imágenes de los héroes militares y políticos, en los nombres de calles
y plazas y, por supuesto, en los monumentos.
Debido a que la campaña tuvo lugar principalmente en la Pata-
gonia y, por consiguiente, fue allí donde se arrasó con fuerza con las
poblaciones originarias, en esta zona del país la figura de Roca recibió
un profundo cuestionamiento. Así, en las últimas dos décadas comen-
zaron a registrarse distintos tipos de acciones críticas hacia su figura, de
2 Puede trazarse un paralelo entre este proceso ocurrido en el territorio argentino y el
ocurrido en Chile, específicamente durante la llamada Pacificación de la Araucanía (s. XIX).
También puede mencionarse la Guerra de Arauco (siglos XVI al XIX), aunque esta última fue
más prolongada y con características propias. Más información se halla en Chihuailaf (2010)
y en Sosa (2015).
3 En relación con la denominación ‘desierto’ para sus implicancias en el discurso argentino,
puede verse Rodríguez (2010).
4 El propio Julio A. Roca (1879) detalla la cantidad de muertos y prisioneros resultantes
hasta ese momento.
14 ANA BUGNONE / Develando monumentos
la mano del historiador y destacado militante por la desmonumentaliza-
ción a Roca, Osvaldo Bayer, quien fue una figura central en este asunto.
Por ejemplo, se quitó el nombre de Roca a calles en las ciudades de Río
Gallegos, El Calafate y Puerto Deseado, en la provincia de Santa Cruz, y
en Puerto Pirámides, Chubut, entre otras localidades. También se intervi-
nieron, trasladaron y quitaron monumentos del militar argentino, como
ocurrió en la ciudad de Río Gallegos, en Santa Cruz.
Es en la ciudad de San Carlos de Bariloche, en la provincia de Río
Negro, donde ocurrieron algunos de los eventos más resonantes en
cuanto a la desmonumentalización, así como respecto de la creación
de formas alternativas de protesta. En esta ciudad patagónica, el monu-
mento a Roca ocupa un lugar central en el espacio urbano. Fue realizado
en bronce por el escultor argentino Emilio Sarniguet, en el año 1940.
Representa la figura del presidente Roca montado a caballo —toda una
señal de conquista territorial—, portando un abrigo sobre los hombros y
llevando unos largavistas en la mano. La escultura ocupa un lugar privile-
giado, ya que se encuentra en la plaza principal de la ciudad, denomina-
da Expedicionarios del Desierto, ubicada frente al Centro Cívico, lugar de
paso obligado de habitantes locales y turistas (Figura 1).
Figura 1. MONUMENTO A JULIO ARGENTINO ROCA UBICADO EN EL CENTRO CÍVICO DE BARILOCHE
Fuente: Fotografía de la autora.
Estudios Públicos Online First (agosto 2024), 1-40 15
A partir del año 1992, al conmemorarse los 500 años de la conquista
de América, miembros de la comunidad mapuche y otros actores locales
de esta ciudad realizan actividades de rechazo a la figura de Roca, así
como intervenciones y formas de vandalización del monumento. Es im-
portante destacar que el pueblo mapuche ha venido desarrollando una
serie de acciones colectivas en búsqueda de reconocimiento y derechos.
Estas incluyen protestas y manifestaciones, así como ocupaciones de tie-
rras y reclamos legales. Además, han surgido movimientos sociales y or-
ganizaciones que defienden los intereses y la cultura mapuche, así como
promueven la protección de sus territorios ancestrales. Estas acciones
buscan visibilizar las demandas del pueblo mapuche y suscitar el diálogo
con el gobierno argentino y con la sociedad en general.
Estas prácticas de reivindicación histórica y cultural, así como de
rechazo a la mirada racista, se pueden emparentar con las que se vienen
llevando a cabo en el país vecino, Chile, cuya población mapuche, al
igual que en la Patagonia argentina, representa un pueblo vivo, activo,
que disputa el territorio y no representa únicamente un pasado lejano.
En relación con las intervenciones al monumento de Roca, algunos
actores clave en su intervención notaron que era necesario renovar las
estrategias. Así, desde 2008 la maniobra cambió: un grupo de jóvenes,
reunidos primero en rechazo a la violencia institucional de la policía y
del Poder Judicial, imaginaron y llevaron a cabo una serie de acciones lla-
madas ‘kultrunazos’. Así se creó este colectivo autogestivo, cuyo nombre
refiere a un kultrún gigante.
El kultrún es un instrumento musical de tipo timbal-sonaja que en-
carna la cosmovisión mapuche y que, según la antropóloga M.E. Grebe
(1973), puede ser considerado un microcosmos. En el kultrún se encuen-
tran representados, por un lado, los cuatro puntos cardinales y, por otro,
las cuatro estaciones. Está ligado a las prácticas chamánicas de la machi,
ya que es ella quien practica la medicina propia del pueblo mapuche y
preside las actividades rituales de la comunidad mapuche (Grebe 1973).
Volviendo a las operaciones sobre el monumento de Roca, en 2008,
un grupo de personas —en su mayoría pertenecientes a la comunidad
mapuche— organizó el primer ‘kultrunazo’ (figuras 2 y 3). Se trató de la
construcción de una escultura de gran tamaño con forma de kultrún que
tenía tres funciones asociadas: tapar el monumento a Roca, representar
el descontento de la comunidad mapuche y actuar como parte de un
ritual que cambiase la energía del lugar.
16 ANA BUGNONE / Develando monumentos
Figura 2. KULTRUNAZO
Fuente: Fotografía por colectivo Kultrunazo.
Figura 3. KULTRUNAZO
Fuente: Fotografía por colectivo Kultrunazo.
Estudios Públicos Online First (agosto 2024), 1-40 17
El creador del ‘kultrunazo’, Hugo Hernández, comenta que “con esa
imagen del kultrún decíamos ‘cambiémosle la energía de un genocida
por algo que nos represente a todos’” (Hugo Hernández, comunicación
personal, 20 de julio de 2023). Así fue como el grupo realizó este primer
‘kultrunazo’, que llamó la atención tanto de la población local como de
los turistas y de la propia policía. A partir de esta acción, cuenta uno de
sus creadores, “vamos por el arte como herramienta, pero con todo un
argumento filosófico muy fuerte detrás” (Hugo Hernández, comunica-
ción personal, 20 de julio de 2023).
Algunas comunidades vecinas se acercaron al lugar con leña, hicie-
ron una fogata y realizaron un pürún, es decir, un baile en lengua mapu-
dungun. En este momento, el ‘kultrunazo’ hacía más visible su aspecto
simbólico y su función ritual, si bien modificada respecto del uso que se
le da en las comunidades mapuche tradicionales, pero no por eso menos
potente. Hernández comenta cómo se desarrolló esta acción: “se liberó
la zona de esta energía que él puso y le pusimos esta nueva energía. Y
ya cuando empezamos con el fuego, las baldosas empezaron a reventar
del piso y, entonces, como que hubo una energía bastante impactante”
(Hugo Hernández, comunicación personal, 20 de julio de 2023). Vemos,
en esta acción, una búsqueda por subvertir el sentido político histórico
del monumento, pero también del propio espacio. Asimismo, un encuen-
tro de tiempos pasados y actuales, una temporalidad donde el pretérito
se disputa hoy, pues se reivindica la fuerza colectiva de un pueblo que ha
sido ‘subalternizado’ en el presente.
Para comprender la potencia de este hecho, hay que tener en
cuenta que se trató de un evento realizado frente a la Municipalidad
de la ciudad, esto es, delante de la institución que representa al Estado
a nivel local, el mismo que mantiene el monumento vigente en aquel
espacio céntrico de la ciudad. La escultura Kultrunazo fue retirada por
orden del municipio y aplastada. Las personas que integran el colectivo,
tras hallar sus restos, decidieron reconstruirlo al año siguiente.
Así, en 2009 organizaron un nuevo ‘kultrunazo’ en el marco de una
semana de actividades culturales que llamaron ‘Semana de las libertades’,
que contó con el permiso municipal. En ese contexto se desarrollaron
charlas, murgas, teatro, ollas populares. Al finalizar los eventos, un grupo de
neonazis derribó el kultrún gigante ante la mirada impávida de la policía.
En ese período hubo diferentes hechos de violencia institucional
por parte de la policía en barrios periféricos de Bariloche y en ciudades
18 ANA BUGNONE / Develando monumentos
cercanas, por lo que el colectivo actuó en varios espacios para denunciar
estos hechos.5 El ‘kultrunazo‘ fue nuevamente restaurado en 2017 para
reclamar la aparición con vida de Santiago Maldonado.
El evento se repitió en varias ocasiones —entre las cuales se en-
cuentra la participación en el 36° Encuentro Plurinacional de Mujeres,
Lesbianas, Travestis, Trans, Bisexuales, Intersexuales y No Binaries Furi-
lofche en octubre de 2023—, teniendo siempre como objetivo enmarcar
la acción en otras actividades políticas, artísticas y culturales.
Con el paso del tiempo, el ‘kultrunazo’ comenzó a tener más apoyo
en la sociedad barilochense y de pueblos vecinos. La idea del grupo es
siempre reunir a personas y provocar la reflexión a través de actividades
culturales que funcionan, al mismo tiempo, como denuncia tanto de la
presencia de Roca en la plaza, como de hechos de violencia policial y
reclamos de tierras.
El artista Hernández nos explica: “Hacemos esto para darle más
identidad a lo que se quiere esconder” (Hugo Hernández, comunicación
personal, 20 de julio de 2023). La idea de dar visibilidad y de poner en el
debate público un tema como la presencia de un genocida en la plaza
central de la ciudad, o la violencia institucional actual, es el centro de
estas acciones.
“Nosotros siempre agarramos las expresiones artísticas para poder
mostrar algo, como oculto. [...] Para que pueda visibilizarlo toda la gente
de Bariloche. Y siempre el arte que hicimos fue para visibilizar lo que no
está presente” (Hugo Hernández, comunicación personal, 20 de julio de
2023). ¿Qué significa y qué se busca con esta idea de mostrar lo oculto,
como dice el artista? La hegemonía de la visualidad implica no solo expo-
ner ciertas imágenes, dotarlas de significado, hacer que su circulación se
naturalice, se normalice, sino también ocultar aquello que resulta inade-
cuado para un determinado proyecto u orden social. Achugar (1999, 155)
señala que “la visibilidad del monumento vuelve invisible todo aquello y
[a] todos aquellos que el monumento niega o contradice”. Como vemos
en la Figura 4, el juego del mostrar y ocultar es parte fundamental de las
acciones del colectivo Kultrunazo en torno al monumento a Roca.
5 Uno de los creadores del colectivo Kultrunazo afirma que varios hechos de violencia ins-
titucional marcaron el rumbo del grupo. Entre ellos, en 2010, el asesinato por parte de la
policía del joven Diego Bonefoi y el estallido posterior, que terminó con la vida de otras dos
personas en el marco de la represión estatal (Hugo Hernández, comunicación personal, 20
de julio de 2023).
Estudios Públicos Online First (agosto 2024), 1-40 19
Figura 4. KULTRUNAZO
Fuente: Fotografía por colectivo Kultrunazo.
Entonces, en ese juego de la hegemonía de las imágenes, la presen-
cia del monumento a Roca debe entenderse como parte del proyecto
nacional económico, político y cultural que procuraba homogeneizar la
nación bajo un ideal blanco y europeo. El monumento funciona como
20 ANA BUGNONE / Develando monumentos
una expresión que operativiza en el espacio público la hegemonía de
quien vence y la anulación de lo que no se muestra. En el monumento
que festeja la Campaña del Desierto con la figura de un Roca ecuestre y
vencedor, se ocultan los rastros de un genocidio, se normaliza el secues-
tro, se niega la diferencia étnica. Se trata, en definitiva, de la eficacia de la
imagen en la conformación de una idea de nación.
Con el ‘kultrunazo’, al poner en primer plano un elemento tan ca-
racterístico de la cosmovisión mapuche como el kultrún, usado, además,
para sobreponerse al monumento a Roca, el juego de mostrar y ocultar
se invierte a favor del colectivo que está demandando atención hacia los
pueblos originarios. Además, se produce un conflicto entre el monumen-
to de bronce, inmóvil, y una serie de acciones culturales y artísticas con
personas en movimiento que vivifican y activan una materialidad dife-
rente y una serie de sentidos asociados a la reivindicación de la memoria
y del presente del pueblo mapuche.
Esta operación visual y política es, al mismo tiempo, efímera, dado
el poder estatal que está detrás del sostenimiento al monumento. Sin
embargo, la repetición año a año de la acción, ejerce una presión enmar-
cada en otras actividades culturales y artísticas, sean vinculadas o no con
el pueblo mapuche, pero de carácter reivindicativo. Simultáneamente,
los ‘kultrunazos’ crean una experiencia en un sitio central del espacio
público de la ciudad que, además, produce formas de territorialización.
Se trata, entonces, de un modo de desmonumentalización no basado en
la destrucción material, sino en una serie de acciones productivas, cons-
tructivas y sostenidas en el tiempo de resignificación espacial y política.
Alvarado y Quezada (2021) han llamado a este tipo de acciones ‘desmo-
numentalización por saturación’. Según los autores,
estas saturaciones son modos de ‘travestir’ aquellas monumentalidades
patriarcales y coloniales (Rodríguez 2020), abren la ambigüedad y la im-
pureza como pulsiones culturales e identitarias, las que difícilmente son
aprehensibles bajo un canon univoco, develando una vieja táctica de infil-
tración mestiza desde el mundo indígena y plebeyo. (Alvarado y Quezada
2021, 6)
Es decir que, más que una mera modificación física, se trata de un li-
tigio respecto de lo que el monumento conmemora en términos históri-
cos y actuales, una confrontación al poder que oficializó y ha mantenido
la relevancia de dicha figura.
Estudios Públicos Online First (agosto 2024), 1-40 21
Lo visible y lo oculto, el monumento a Roca y el ‘kultrunazo’, son
parte, entonces, de un conflicto que se manifiesta en la dimensión visual
y que implica más que la imagen: alude a un conflicto por el orden sim-
bólico, por el proyecto político y social. En este sentido, el ‘kultrunazo’ se
torna un soporte visual que acumula demandas y antagonismos, y que
actúa de un modo resignificativo.
En esta disputa aparece la posibilidad de producir una contravisua-
lidad, en el sentido que le da N. Mirzoeff (2016), es decir, que se presenta
como un disturbio o una destrucción de la reificación de lo visual y su
raigambre colonial. El ‘kultrunazo’, entonces, produce otra mirada que
opone al héroe de la conquista territorial al kultrún, es decir, enfrenta
genocidio a vida. Esta contravisualidad no es solo oposición, sino que
es productora de materialidades, espacios y sentidos que reivindican la
cultura y la identidad de los pueblos originarios, siempre desplazadas de
la narrativa oficial, o bien, consideradas como elementos de un pasado
ya muerto.
Sin embargo, como veremos más adelante, es necesario ver la com-
plejidad de estas acciones que no se presentan como un modificador
estructural ni permanente del espacio material, ni tampoco del significa-
do que el monumento porta. Tampoco podemos entenderlas, ingenua-
mente, como transformaciones de las miradas racistas y violentas que se
sostuvieron desde la historia oficial, ni mucho menos hacia la comunidad
mapuche y sus reivindicaciones. En este sentido, observar estas acciones
de desmonumentalización no implica asignarle más poder que el que
efectivamente tienen: el de poner en la discusión pública un litigio políti-
co, histórico y visual.
4. Instauraciones y desplazamientos entre Colón y
Azurduy
Juana Azurduy fue una militar que luchó en las guerras de independen-
cia contra las tropas realistas en el Alto Perú. Su figura fue prácticamente
invisibilizada en la historia oficial y, por ende, ocupó nulos o mínimos
espacios en las narrativas independentistas.
Azurduy nació en Chuquisaca (actual Sucre, Bolivia), en 1780, es
decir, 100 años antes de ocurrida la Campaña del Desierto que acabamos
de comentar. La sociedad colonial en ese entonces estaba estratificada
por color de piel y por cargos ocupados o actividades realizadas; además
22 ANA BUGNONE / Develando monumentos
era extremadamente patriarcal. Las mujeres tenían el estatus legal de
menores de edad y se encontraban bajo la tutela del padre o del marido.
Las opciones que tenían las mujeres eran ingresar en un convento para
convertirse en monjas o contraer matrimonio y tener hijos. Era difícil que
llegaran a realizar estudios y, cuando lo hacían, estaban destinadas a for-
talecer su función en el seno de la familia (Margarucci 2015).
En ese contexto, el rol de Juana parecía predeterminado por estas
estrictas normas sociales coloniales, de acuerdo a las cuales las mujeres
no podían cumplir un rol público, político ni militar. Sin embargo, su
papel en la vida pública como mujer revolucionaria independentista fue
otro.6 Se casó con Manuel Padilla. Él tenía estrechos vínculos con Maria-
no Moreno, Bernardo de Monteagudo y Juan José Castelli, con quienes
intercambiaba ideas y debatía sobre temas políticos y, en específico,
sobre la condición colonial de la región. Juana conocía, entonces, las
ideas y proyectos políticos de estos jóvenes, futuros revolucionarios.
Juana y Manuel se unieron a las luchas independentistas desde 1809
y colaboraron de distintas maneras con el ejército local contra las tropas
realistas en el Alto Perú. Juana logró incorporarse al ejército de Manuel
Belgrano, liderando a un grupo de diez mil hombres que luchaban con
ella a la cabeza, llamados Los Leales. Además, Juana era seguida por un
grupo de mujeres que combatían junto a ella, Las Amazonas. La militar ca-
balgaba frente a la tropa y se destacaba por sus acciones militares arries-
gadas que, en muchos casos, redundaban en la victoria de las batallas.
Juana y Manuel iban acompañadxs por sus cuatro hijxs, quienes es-
taban bajo el cuidado de un joven guerrero. Sin embargo, dadas las pé-
simas condiciones en las que vivían y debido a que se trasladaban de un
lugar a otro, enfermaron y murieron. Juana tuvo otra hija, nacida entre
los combates y a quien defendió con su sable apenas había terminado
de parir. Más tarde, Padilla murió en combate.
En 1816, por la bravura de sus acciones militares, Juana fue con-
decorada con el cargo de teniente coronel por Manuel Belgrano, título
no concedido a mujeres, salvo a ella por su excepcionalidad. Más tarde,
Azurduy se trasladó al norte argentino bajo las órdenes de Martín Miguel
de Güemes, quien lideraba la guerra gaucha contra los realistas. Ella co-
6 En la biografía de Juana Asurduí —que resulta la grafía original de su apellido—, escrita
por Norberto Torres, pueden leerse las caracterizaciones que se realizaron en diferentes
épocas de ella como masculina: “cierto ánimo varonil, esforzado i perspicaz”, “ceño varonil”,
tenía el sueño de “convertirse en un varón” (Torres 2016, 9).
Estudios Públicos Online First (agosto 2024), 1-40 23
mandó el ejército y era muy respetada. Tras la muerte de Güemes, Juana
decidió retirarse y volver a su tierra en momentos en que se declaraba
la independencia. Allí también recibió reconocimientos militares; en
ese entonces se encontraba en situación de pobreza, habiendo perdido
todos sus bienes por causa de la guerra y sin contar con el debido reco-
nocimiento estatal para su manutención (Margarucci 2015).
Durante dos largos siglos, a pesar de su compromiso con la revolu-
ción y de sus valorables acciones militares, la figura de Juana fue escasa-
mente reconocida, poco referida en los libros de historia y casi ausente
en los monumentos oficiales. Su condición de mujer mestiza y sus luchas
fuera del ámbito de la centralidad de Buenos Aires, fueron elementos
que, posiblemente, influyeron en esta omisión por parte de la historia
liberal oficial.
En 2009, la entonces presidenta de Argentina, Cristina Fernández,
la ascendió al grado de generala. En 2010, el presidente del Estado Plu-
rinacional de Bolivia, Evo Morales, le otorgó el grado de mariscal. En este
contexto de reconocimientos, el gobierno de Bolivia le donó a Argentina
una escultura que honrara la memoria de Juana Azurduy. Le fue encar-
gada al artista argentino Andrés Zerneri (Figura 5), quien realizó viajes a
Bolivia para interiorizarse de la historia de Juana y para entrevistarse con
el presidente Morales. En Argentina, también se reunió con la presidenta
Fernández, quien le dio su punto de vista de ciertos aspectos puntuales
de la escultura (Andrés Zerneri, comunicación personal, 28 de agosto de
2023).
La escultura, hecha con 25 toneladas de bronce, mide más de
nueve metros. Representa a Juana levantando el sable con una mano y
protegiendo, con la otra, a doce figuras humanas que se ubican entre
los pliegues de un gran poncho. Juana lleva a su bebé en un aguayo y
se distinguen sus otros cuatro hijos, en la estela de su parte posterior; la
acompañan un ejército de indígenas y gauchxs, así como también apa-
recen representaciones de la propia Juana en diferentes momentos de
su vida (Andrés Zerneri, comunicación personal, 28 de agosto de 2023)
(Figura 6). Es interesante notar que Juana tiene el sable en la mano iz-
quierda, y no en la derecha, porque, según cuenta Zerneri, quiso que lo
levantara como un estandarte, más que como una expresión de violen-
cia. En la parte inferior del monumento, en lugar del pedestal de estética
europea, el artista quiso hacer una base que representara a los pueblos
originarios.
24 ANA BUGNONE / Develando monumentos
Figura 5. ANDRÉS ZERNERI JUNTO AL MONUMENTO DE JUANA AZURDUY
Fuente: Fotografía publicada en Instagram por Andrés Zerneri.
Figura 6. MONUMENTO A JUANA AZURDUY
Fuente: Fotografía Canal 26.
Estudios Públicos Online First (agosto 2024), 1-40 25
El lugar escogido para colocar esta imponente obra fue la plaza
Colón, ubicada detrás de la Casa Rosada, sede del gobierno nacional,
donde hasta ese momento se encontraba el monumento a Cristóbal
Colón (Figura 7). Este fue realizado por el escultor italiano Arnaldo Zocchi,
iniciado en 1910 y finalizado en 1921. Fue un obsequio de la colectividad
italiana a la República Argentina en el Centenario de la independencia.
Con el proyecto de remover el monumento a Colón y colocar allí el de
Juana Azurduy, la ocupación del espacio, que siempre es político, entraba,
así, en una confrontación de carácter histórico, político e ideológico.
Figura 7. MONUMENTO A CRISTÓBAL COLÓN FRENTE A LA CASA ROSADA
Fuente: Fotografía por Richie Diesterheft, Wikimedia Commons.
Se decidió, entonces, que la emblemática figura de Colón fuese reti-
rada de la cercanía a la casa de gobierno y trasladada frente al Río de La
Plata. Cuenta el artista que la escultura de Juana fue colocada mirando
hacia la Casa Rosada, es decir, hacia la tierra, siguiendo la idea del presi-
26 ANA BUGNONE / Develando monumentos
dente boliviano, quien sugirió que mirara ‘hacia la pacha’, al contrario de
la posición que tenía el monumento a Colón, mirando de frente al mar,
dando la espalda al pueblo (Andrés Zerneri, comunicación personal, 28
de agosto de 2023).
De esta manera, en ese mismo espacio que antes se encontraba
el monumento a Colón, se colocó el de Juana Azurduy, en un gesto
de cambio ideológico, en el contexto del gobierno kirchnerista y en el
marco de discusiones y revisionismos históricos que habían nacido déca-
das atrás, no solo en torno a la figura de Colón, sino al de las mujeres en
la historia argentina. Este proceso, además, puede verse en el contexto
latinoamericano de otras disputas histórico-políticas sobre los monu-
mentos a Colón, presentes en expresiones como las realizadas en Perú,
Colombia y México, tal como mencionamos antes.
Recordemos que, por decisión del mismo gobierno en 2010 y en el
marco de un cambio de perspectiva histórica, el 12 de octubre dejó de
festejarse el Día de la Raza para pasar a conmemorarse el Día del Respeto
a la Diversidad Cultural, lo que constituyó una declaración de principios
que representaba un cambio de paradigma en el discurso estatal y en la
narrativa de la historia oficial.
Cuando el gobierno de Cristina Kirchner decidió retirar la estatua de
Colón, el gobierno de la ciudad de Buenos Aires, encabezado por su rival
político Mauricio Macri —quien luego sería presidente de la nación— se
opuso, alegando que el mismo le pertenecía a la ciudad y por tanto no
aceptaba el cambio. La pelea por el monumento reflejaba en realidad
una contienda ideológica y cultural en la que se buscaban reivindicar
ideas opuestas en el arco histórico y político: la figura de Colón, conquis-
tador de América que dio origen al genocidio indígena, por un lado, y la
de Juana Azurduy, mujer militar, luchadora por la independencia respec-
to de España, por el otro.
Tras la contienda política, la estatua de Colón fue retirada y reubica-
da junto al río. En su lugar, desde 2015 se emplazó la de Juana Azurduy.
Sin embargo, dos años más tarde, con Mauricio Macri al frente del go-
bierno nacional, se volvió a dar un giro a este conflicto. El presidente dio
la orden de retirar el monumento de Azurduy, invocando la necesidad
de realizar cambios en la organización del tránsito de la zona lindante
a la Casa Rosada y que el estado de conservación del monumento era
Estudios Públicos Online First (agosto 2024), 1-40 27
deficiente, requiriendo una restauración. Se entiende que, de fondo, se
trataba de un cierto ajuste de cuentas por haberse retirado el monumen-
to a Colón años antes. El enfrentamiento político, histórico y cultural que
representaban ambos monumentos, persistía.
De esta manera, en 2017, el monumento de Juana Azurduy fue re-
tirado (Figura 8) y colocado en otro sitio, frente al Centro Cultural Néstor
Kirchner, un espacio cultural nacional creado por el gobierno anterior.
Hoy en día, la gran escultura permanece allí.
En este caso, advertimos una manera de litigar diferente a la an-
terior, en cuanto a espacios y visualidades, puesto que aquí se trata de
dos gobiernos nacionales de signo político opuesto. Lo interesante es
que la sociedad civil no se manifiesta en relación con la imagen de un
conquistador o de un esclavista, como sucedió en Bariloche y en otros
lugares del mundo, sino que se trata de la acción de proyectos políticos
y culturales opuestos, condensados en líderes de alcance nacional y que
implican la adscripción a paradigmas históricos divergentes.
Figura 8. TRASLADO DEL MONUMENTO A JUANA AZURDUY
Fuente: Fotografía de la colección del Ministerio de Desarrollo Urbano y Transporte de la Ciudad de
Buenos Aires.
28 ANA BUGNONE / Develando monumentos
Aparece aquí un juego de visualidades en conflicto que exponen,
por un lado, una disidencia respecto de cómo mirar el pasado y a quién
honrar (Cristóbal Colón, varón blanco europeo, o Juana Azurduy, mujer
mestiza altoperuana), el genocidio o la independencia, y, por otro, el
actual litigio político entre dos proyectos.
Esta oposición se vincula con lo que C.I. Fernández (2020) identificó
como dos paradigmas en la concepción de cultura en los gobiernos de
Cristina Fernández y de Mauricio Macri. En relación con el primero, la
autora apunta que estuvo “orientado a recuperar y jerarquizar ciertos
sectores invisibilizados de la cultura nacional, y a construir un imaginario
basado en la idea de patria grande y de unión latinoamericana” (Fernán-
dez 2020, 11). De un modo diferente se dio en el gobierno de la Alianza
Cambiemos, cuyas políticas culturales reivindicaban la ‘alta cultura’ y
donde “no aparecen propuestas desde lo estatal que se comprometan
con la construcción de una democracia cultural inclusiva, y tampoco la
apuesta por crear un sentido más participativo de la cultura” (Fernández
2020, 12). A esto podemos agregar que, tal como sostiene Ayala del Río
(2021, 137), “el monumento se convierte en un elemento central que po-
lariza las percepciones culturales de la ciudad”.
Estas diferencias de ambos proyectos políticos en relación con la
idea de cultura pueden observarse en otros hechos que contextualizan
la disputa por los monumentos. La estatua de Colón también representa,
como Roca, un ideal de orden asociado al mandato europeo occidental.
Recordemos que el 9 de julio de 2016, día en que se festejaban los 200
años de la independencia en Argentina, el entonces presidente Macri
invitó al acto oficial al rey de España, Juan Carlos de Borbón, cuestión
paradójica en términos políticos e históricos, pues celebraba la inde-
pendencia respecto de España. Además, en su discurso, el entonces
presidente pidió disculpas al rey por la independencia de Argentina y
expresó que en aquel momento los patriotas habrían sentido angustia
por separarse de España. La reacción política y social en rechazo a esta
frase no tardó en hacerse notar y el haber sido pronunciada, justamente,
frente al rey de España, se tomó como un acto disociado de la festividad
patriótica. Para terminar de contextualizar el impacto negativo que pro-
dujeron estas declaraciones, cabe señalar que seis años antes, durante
Estudios Públicos Online First (agosto 2024), 1-40 29
el gobierno de Cristina Fernández, se festejaron de una manera comple-
tamente opuesta los 200 años de la Revolución de Mayo, que dio lugar
al primer gobierno patrio. El evento es reconocido como la mayor fiesta
popular de la historia argentina. Seis millones de personas asistieron a un
racconto de los hechos primordiales de la historia social, cultural y polí-
tica de Argentina en diferentes formatos musicales, visuales, teatrales y
literarios, e incluyó un reconocimiento a los pueblos originarios. De esta
manera, la oposición en la visión de la cultura y de la historia que tenían
ambos partidos políticos y, específicamente, los dos líderes, se puede ob-
servar en la forma de festejar las efemérides patrióticas, que también se
resuelve en la visualidad de estos actos.
Retomando el conflicto en torno a los monumentos, así como el
de Colón significa un cierto modelo ligado a la conquista y a la cultura
española, de manera contraria, la institución del monumento de Juana
Azurduy es la inversión de este fundamento. El juego de ocultamientos
y visualidades está de nuevo presente, en este caso, en los traslados
de ambos monumentos: el de Colón, a un sitio más alejado del centro
y frente al río; el de Juana, a una plaza más distante de la Casa Rosada
y frente a un centro cultural creado por el kirchnerismo. El proceso del
desplazamiento del monumento de Azurduy se concretó en el espacio
de la ciudad, a escasos 350 metros de distancia —en una ciudad de 200
km2—, pero cuya diferencia en términos simbólicos es enorme.
La sustitución de Colón por Juana se trata, entonces, de un acto
instituyente en el cual el soporte visual ubica en primer plano a una mujer
que es además independentista, movimiento que no puede entenderse
por fuera del enorme crecimiento del feminismo en términos locales,
pero también transnacionales. Ahora bien, el envío posterior del monu-
mento de Juana a otro espacio —más alejado de la casa de gobierno—,
también constituye una inflexión sobre ese soporte visual del conflicto,
aunque el sentido ya no es instituyente, sino más bien busca —aunque
sin éxito— un desplazamiento no solo material, sino también simbólico.
En estos procesos de territorialización, el antagonismo se efectúa entre
el instituir y el desplazar una imagen de alto valor simbólico, que vincula
inevitablemente el pasado con el presente y que también funciona como
una proyección a futuro.
30 ANA BUGNONE / Develando monumentos
5. Lo que se muestra y se oculta: disputas en torno a
la historia y la memoria
Hemos visto que en los casos analizados los soportes político-visuales
han operado de diferentes modos:
• De forma resignificativa, en el caso del ‘kultrunazo’, debido a que se
trabaja a partir de ‘ocultar’ para ‘mostrar’ los pueblos originarios y a
Roca como genocida.
• De forma instituyente, sobre la base del desplazamiento, en el caso
de Juana Azurduy y de Cristóbal Colón, ya que se trata de mostrar y
desplazar para instituir a Azurduy y alejar a Colón y, finalmente, para
alejar también a Juana.
Las disputas por el orden social, por la ocupación del espacio y por
el modelo político son parte inherente a las luchas por las visualidades.
Como hemos mencionado antes, para comprender las formas en que
funciona la hegemonía, es necesario observar las maneras de mostrar
y de ocultar que están implicadas en el proceso social. Las visualidades
que dicha hegemonía produce van de la mano de lo que se obtura, de
lo que se oculta. En este sentido, las imágenes que proyectan los monu-
mentos están en tensión porque son catalizadores de conflictos sociales,
dado que su carácter oficial establece una narrativa que pretende ser
legítima respecto de otras posibles
A ello se suma que, en los casos de desmonumentalización y de
inflexiones monumentales, no solo opera la hegemonía visual, sino tam-
bién la producción de memorias y de una narrativa de la historia. De este
modo, la memoria de los pueblos originarios masacrados, secuestrados
y esclavizados es también lo que está en juego en la transformación
del monumento a Roca en la imagen de un kultrún. En el caso del mo-
numento a Juana Azurduy, se pone en entredicho una cierta versión de
la historia cuya forma oficial, hasta ese momento, reivindicaba más la
acción heroica de los varones en las luchas revolucionarias. Asimismo,
con la remoción del monumento a Cristóbal Colón, se tensiona la narra-
tiva que reivindica el supuesto ‘descubrimiento’ de América que, hasta
hace poco más de una década, todavía era una fiesta nacional —y que
aún lo es en algunos países de América Latina.
Ciertas prácticas de desmonumentalización se vinculan con la polí-
tica, además, por el modo en que presentan una alternativa para pensar
Estudios Públicos Online First (agosto 2024), 1-40 31
formas de construcción del poder, específicamente el poder simbólico
que atraviesa las formas de ver y decir en las sociedades de las que
forman parte. Por ello, consideramos que estas prácticas se presentan
como maneras disensuales (Rancière 2007, 2010) respecto del orden
social, contra sus formas más desiguales e injustas.
Entendemos que estas acciones representan una iconoclasia reflexi-
va en función de ciertas tomas de posición política. En la ciudad hay un
intercambio de símbolos (Lefebvre 2017) y es en ese intercambio que los
conflictos sociales aparecen en primer plano, no solo en manifestacio-
nes callejeras u otro tipo de expresiones, sino también en relación a los
monumentos. Esto se debe a que, como sostuvo I.C. Masafret (2011), el
monumento propaga ideas en conflicto. Asimismo, podemos observar
que, de manera semejante al proceso chileno, aunque en una intensi-
dad mucho menor, en nuestros casos la resignificación y la apropiación
contrahegemónica de los monumentos públicos involucran procesos de
impugnación y desacralización que reflejan las demandas y tensiones
sociales existentes (Matus, Ibarra y Méndez 2023).
Es en este marco que cobra sentido la noción de monumentos incó-
modos o disonantes (Macdonald 2010; Coromines y Ulldemolins 2020).
Para detallar un poco este concepto, debemos agregar que las disputas
por las ideas y por el pasado que representan los derribos de monumen-
tos tienen también un aspecto ligado al presente. Como sostienen Frank
y Ristic (2020), los actos de urban fallism, además de referirse al pasado,
indagan y critican el presente. Esto se debe a que el urban fallism ataca
principalmente el ‘presente-pasado’, es decir, el legado de eventos o figu-
ras específicas que pueden haber desaparecido hace tiempo, pero cuyas
consecuencias o legado aún persisten, como la esclavitud, el colonialis-
mo, el fascismo, la ocupación y el totalitarismo.
En el análisis de nuestros casos, podemos coincidir con el planteo
de Vargas (2022) acerca del derribo o ataque a monumentos en Colom-
bia, según el cual,
estos procesos se inscriben dentro de un proceso más amplio de ‘des-
monte’ de las narrativas históricas e identitarias oficiales sobre la nación
colombiana, orientado hacia una redefinición de lo común; así como de
apropiación y resignificación del espacio público, en tanto escenario de-
mocrático que permite la pluralidad y el disenso. (Vargas 2022, 3-4)
32 ANA BUGNONE / Develando monumentos
Recordemos que, desde la perspectiva decolonial, la clasificación
racial es fundante de la modernidad y de la colonialidad. A esto pode-
mos sumar, tal como señala Ayala del Río (2021), que “sobre esta vio-
lencia a cuerpos indígenas, afrodescendientes y externas a Occidente,
también se enfoca la violencia a las culturas e identidades originarias y a
los cuerpos femeninos”. En este sentido, los casos que hemos analizado
pueden entenderse, desde esta mirada, como acciones que desafían la
configuración colonial en toda su extensión.
Al ubicar nuestros casos de análisis en el contexto latinoamericano,
entendemos que este proceso no solo es una reacción contra el pasado,
sino que también es una afirmación de nuevas identidades y memorias
colectivas que desafían las normativas tradicionales y fomentan una re-
flexión sobre la historia y la identidad nacional.
Por lo tanto, la desmonumentalización en América Latina no debe
entenderse meramente como un acto de destrucción, sino como una
acción constructiva y transformadora. Esta es una manifestación del
deseo de las comunidades de redefinir su espacio público y sus narrati-
vas históricas hacia una perspectiva más representativa, destacando la
necesidad de un enfoque más crítico y reflexivo en la conservación del
patrimonio cultural y la memoria colectiva.
Estos elementos nos permiten volver ahora a nuestra hipótesis sobre
la crisis de representación monumental. Al respecto, vemos que estos
casos de desmonumentalización e inflexiones monumentales son más
que gestos: se trata de acciones contundentes, de connotación política y
visual, desde lo que podemos llamar soportes político-visuales en los que
entran en juego aspectos materiales —como la forma, la colocación, la
circulación y la destrucción de monumentos— y fuertemente simbólicos
—versiones opuestas de la historia, de la memoria y del presente—, cuya
‘politicidad’ es más o menos explícita en un marco de debates públicos y
de ocupaciones de espacios.
En este sentido, vemos que estas intervenciones sobre los monu-
mentos actúan como plataformas de acción estético-políticas de cierto
alcance. Con esto queremos decir que no todos los soportes visuales son
políticos en el mismo sentido; lo que nos interesa subrayar es la forma en
que estas visualidades conllevan demandas, conflictos y propuestas que
se cruzan de diferentes maneras con la hegemonía cultural y, en particu-
lar, con la visual. Así, las confrontaciones por el sentido que emergen en
Estudios Públicos Online First (agosto 2024), 1-40 33
estos casos se oponen a posicionamientos patriarcales, conservadores,
coloniales y antipopulares. Sin embargo, podemos agregar a nuestra
hipótesis inicial que la forma en que esta crisis de representación monu-
mental se desenvuelve encuentra respuestas que actúan como un mar
de fondo. Esta metáfora nos permite comprender la dinámica de los cam-
bios sociales generados por las intervenciones en los monumentos de
una manera más completa y matizada. Si bien es cierto que estas accio-
nes no siempre provocan transformaciones radicales o identificaciones
permanentes de forma inmediata, su impacto no debe subestimarse.
Más bien, actúan de manera gradual y constante, erosionando lentamen-
te ciertas ideas arraigadas, prejuicios y estereotipos en la sociedad.
El ‘mar de fondo’ representa una fuerza silenciosa pero persistente
que, a lo largo del tiempo, puede tener un efecto significativo en la con-
figuración de la realidad social. A diferencia de un tsunami, que causa
cambios bruscos y visibles, el mar de fondo no derriba estructuras de
manera abrupta, pero su acción constante puede influir en el modo en
que percibimos y comprendemos el mundo que nos rodea. Así, es im-
portante reconocer que estos cambios no son necesariamente instantá-
neos ni unidireccionales, sino que forman parte de un proceso complejo
y en constante transformación. En última instancia, comprender el papel
del ‘mar de fondo’ en la crisis de representación monumental nos ayuda
a apreciar la profundidad y la complejidad de los cambios sociales que se
están gestando, y nos invita a reflexionar sobre cómo podemos abordar
estos desafíos de manera efectiva y reflexiva en el futuro.
Otra cuestión que es necesario remarcar respecto de estos sopor-
tes político-visuales es el involucramiento de los grupos de la sociedad
civil más interpelados por dichos monumentos, como es el caso de las
acciones del colectivo Kultrunazo. En el caso del monumento de Juana
Azurduy, como dijimos, lo que ocurre es una disputa entre posiciones
políticas enfrentadas a nivel estatal,7 pero cuya raigambre se encuentra
en debates públicos acerca de la historia, especialmente de las mujeres,
así como en el marco de la efervescencia de los feminismos de la última
ola que en Argentina tuvieron un enorme desarrollo y adhesión gracias a
7 En este sentido, es diferente de otros casos, como el acontecido en Chile en 2019, cuando
fue atacada la estatua de Francisco de Aguirre en La Serena y reemplazada por la escultura
de una mujer diaguita, Milanka, en el marco de grandes movilizaciones durante el llamado
‘estallido social’ (Matus, Ibarra y Méndez 2023).
34 ANA BUGNONE / Develando monumentos
las luchas de mujeres y de diversidades con importantes logros, como las
leyes de matrimonio igualitario, de identidad de género y de cupo trans.
Es decir que, incluso cuando se trata de una disputa eminentemente
estatal, esta no se da en el vacío, sino en el contexto de reivindicaciones
sociales y pugnas políticas más amplias.
Este sustento en procesos colectivos de los casos analizados coloca
a los monumentos en otro nivel que el meramente estatal, a diferencia
de la instauración original de este tipo de representaciones públicas
conmemorativas. En estos casos, en cambio, hay un vuelco en la identi-
ficación de los monumentos como objeto de debate con niveles de par-
ticipación social mucho más altos que lo usual. Se insertan, entonces, en
medio de polémicas acerca de los monumentos a un nivel social antes
insospechado, lo que nos permite pensar, al menos de forma hipotética,
en una apropiación de ciertos debates y de ciertas figuras con claros
posicionamientos políticos. Esto nos habla de un momento de permea-
bilidad y de cierta disponibilidad social para discutir sobre la historia y la
memoria.
6. Conclusiones
A lo largo de este artículo hemos explorado el fenómeno de la desmo-
numentalización en Argentina desde una perspectiva multidimensional,
considerando su complejidad política y simbólica en el contexto de dis-
putas por la representación monumental.
Si ubicamos nuestros casos de estudio en un contexto más general,
podemos concluir que el escenario global de ataques a monumentos es
parte de una crítica más amplia a las estructuras de poder que históri-
camente han marginado y oprimido a diversos grupos. Estos actos son
tanto manifestaciones de protesta como incitaciones a la reflexión sobre
cómo las sociedades pueden trabajar sobre su pasado de manera críti-
ca y reflexiva, al mismo tiempo que construir una visión de futuro más
inclusiva y equitativa. En este contexto, los monumentos dejan de ser
meros objetos estáticos para convertirse en espacios vivos de memoria
y contestación, donde se negocian y redefinen los valores y las identida-
des colectivas.
Para retomar nuestra hipótesis inicial sobre la existencia de una
crisis de representación monumental, los resultados obtenidos muestran
Estudios Públicos Online First (agosto 2024), 1-40 35
que la desmonumentalización no es simplemente un acto de destruc-
ción física de monumentos, sino que implica una profunda reconfigura-
ción de narrativas históricas y políticas.
Los casos analizados revelan que los monumentos y la desmonu-
mentalización operan de diferentes formas, desde resignificar el espacio
público hasta instituir nuevas narrativas históricas. El ‘kultrunazo’, por
ejemplo, representa un acto de resignificación al ocultar para mostrar la
historia de los pueblos originarios y la figura de Roca como genocida. Por
otro lado, la inflexión monumental en los casos de Juana Azurduy y de
Cristóbal Colón implica desplazar para instituir y emplazar nuevas figuras
en el imaginario colectivo, alejando a Colón y reivindicando la figura de
Azurduy.
Estos casos de desmonumentalización y cambio en la visualidad del
espacio público no solo reflejan la lucha por el orden social y político,
sino que también cuestionan la hegemonía cultural y visual estableci-
da (Caggiano 2012). De esta manera, las imágenes proyectadas por los
monumentos están en constante tensión, ya que se presentan como
catalizadores de conflictos sociales al establecer una narrativa oficial que
pretende imponerse sobre otras posibles.
La desmonumentalización y las inflexiones monumentales, por otra
parte, involucran la producción de memorias y narrativas históricas alter-
nativas. La transformación del monumento a Roca en un kultrún pone
en juego la memoria de los pueblos originarios masacrados, mientras
que la remoción del monumento a Colón tensiona la narrativa oficial
del supuesto ‘descubrimiento’ de América. Estos procesos no solo tienen
implicaciones políticas, sino que también son actos de resistencia contra
la reproducción de patrones coloniales y patriarcales en la sociedad ar-
gentina.
En este sentido, las prácticas de desmonumentalización se presen-
tan como formas disensuales con el orden social establecido —para usar
términos de Rancière (2007, 2010)— que ofrecen alternativas para re-
pensar la organización sensible de la sociedad. Las intervenciones sobre
los monumentos no son solo gestos simbólicos, sino acciones contun-
dentes que conllevan implicaciones políticas y visuales profundas.
En resumen, la hipótesis sobre la crisis de representación monumen-
tal ilustra que la desmonumentalización y las inflexiones monumenta-
les van más allá de simples gestos; son acciones contundentes tanto
36 ANA BUGNONE / Develando monumentos
políticas como visuales. Estas intervenciones en los monumentos se
convierten en plataformas para la acción estético-política, donde los ele-
mentos visuales y materiales, junto con las interpretaciones simbólicas
de la historia y la memoria, tienen una carga política que contribuye a los
debates públicos y a la ocupación de espacios. Estas acciones cuestio-
nan las visiones patriarcales, conservadoras, coloniales y antipopulares,
desafiando la hegemonía cultural y visual. Aunque estas intervenciones
no siempre resultan en cambios radicales inmediatos, tienen un impacto
gradual y constante, erosionando prejuicios y estereotipos en la socie-
dad. El concepto de ‘mar de fondo’ utilizado en el artículo refuerza la idea
de que los cambios inducidos son persistentes y sutiles, alterando la
percepción social y la comprensión de nuestra realidad. Este proceso no
es instantáneo ni unidireccional, sino parte de un cambio social continuo
y complejo. Así, la noción de ‘mar de fondo’ en la crisis de representación
monumental destaca la influencia gradual pero significativa de las inter-
venciones en los monumentos en la sociedad. Aunque estas acciones
pueden no producir cambios inmediatos, su impacto sutil a lo largo del
tiempo es importante. Reconocer esta dinámica nos insta a abordar los
desafíos sociales con una perspectiva a largo plazo y reflexiva.
Hemos advertido que es importante destacar el papel de la so-
ciedad civil en estos procesos, como se evidencia en casos como el del
‘kultrunazo’ y en el contexto de luchas feministas que enmarcan el em-
plazamiento del monumento de Juana Azurduy. Estas intervenciones
—y otras que vienen ocurriendo en distintos puntos del país— colocan
los monumentos en el centro del debate público y social, y generan una
mayor permeabilidad y disponibilidad para discutir sobre la historia y la
memoria colectiva, especialmente para las comunidades afectadas por
los eventos históricos que se rememoran.
En conclusión, la desmonumentalización reciente en Argentina
representa un desafío a la hegemonía cultural y política establecida, ofre-
ciendo nuevas formas de pensar y representar la historia y la identidad
nacional. Como hemos señalado, estos acontecimientos no solo implican
la destrucción física de monumentos, sino que también son expresiones
de resistencia y lucha por la justicia y la memoria colectiva. En un mo-
mento de intercambio constante de símbolos en la ciudad, los conflictos
sociales emergen en primer plano, desafían las narrativas históricas y
Estudios Públicos Online First (agosto 2024), 1-40 37
políticas dominantes, y abren espacios para la construcción de nuevas
formas de ver y decir en la sociedad argentina.
Para finalizar, nos interesa dejar abierto un interrogante respecto del
destino de los monumentos que ya no reflejan los valores ni la identidad
de la sociedad actual. Este dilema plantea un desafío ético y práctico:
¿cómo abordar estas manifestaciones del pasado que ahora resultan dis-
cordantes o incluso ofensivas? Benjamin (2008) señalaba que el patrimo-
nio cultural no puede contemplarse sin cierto espanto, ya que también
encierra una forma de barbarie inherente a su concepción y contexto his-
tórico. Es por ello que la iconoclasia se presenta por momentos con tanta
virulencia. Desde otro punto de vista, la eliminación total de estos monu-
mentos corre el riesgo de borrar una parte significativa de la historia, lo
cual podría ser perjudicial para el revisionismo histórico y la preservación
de la memoria colectiva.
En este sentido, una alternativa que se ha implementado en algunos
países, como ejemplifica la Ciudadela de Spandau en Berlín, Alemania,
y el Memento Park en Budapest, Hungría, es la creación de espacios
dedicados a la conservación y exhibición de estos monumentos, acom-
pañados de información contextual que explique su origen, significado
y relevancia histórica. Esta medida no solo permite mantener viva la
memoria de los eventos y personajes conmemorados, sino que también
facilita un análisis crítico y reflexivo sobre su legado e impacto en la so-
ciedad contemporánea. Asimismo, abre la puerta a la discusión pública y
al diálogo intergeneracional en relación con el significado y la relevancia
de estos monumentos en el contexto actual.
El manejo de estos conflictos sociales y políticos, sin embargo, no
puede reducirse únicamente a la conservación física de los monumentos.
Es fundamental abordar las tensiones subyacentes y los debates ideoló-
gicos que rodean a estos símbolos, así como promover una participación
activa y democrática de la sociedad en la toma de decisiones respecto de
su preservación o modificación. En última instancia, la reflexión sobre el
destino de los monumentos desactualizados es una tarea colectiva que
requiere el compromiso y la colaboración de diversos actores sociales
con el fin de construir una narrativa histórica inclusiva y reflexiva, que
refleje la diversidad social y la complejidad de la historia.
38 ANA BUGNONE / Develando monumentos
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