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Dos Mujeres

De Javier Daulte

PERSONAJES:

CLARA: Ronda los treinta.


ALEJANDRA: Dos o tres años mayor que la otra. Algo más alta que Clara, es también de
agradable contextura general.

AMBITO: Se trata de un departamento modesto, limpio y bien arreglado. El living-comedor,


que es donde se desarrolla toda la acción, es de pequeñas dimensiones. Las paredes lucen
empapelado en tono pasteles con líneas verticales dorado. El piso es de parquet. Está recién
encerado. Al fondo a la derecha acceso a un corredor que lleva a la puerta de entrada invisible
para el público. A la izquierda adelante comunicación con el resto del departamento. En el
centro de la escena una mesa con un inmaculado mantel blanco. Tres sillas. Contra la pared de
la derecha un aparador sobre el que ya están preparados platos, copas, cubiertos, servilletas,
servilleteros, etc. Sobre la pared de la izquierda un secreter. Sobre la misma pared, bien hacia
adelante, un espejo.

AL INICIARSE LA ACCION CLARA ESTA EN ESCENA. VA VESTIDA PARA UNA FIESTA, CON UN
PROVOCATIVO VESTIDO QUE VA ABROCHADO POR DELANTE. LLEVA TACOS, SE HA
MAQUILLADO Y LUCE PEINADO DE PELUQUERIA. EXITADA Y FELIZ ESTA ENCENDIENDO UN PAR
DE VELAS ROJAS QUE EN SENDOS CANDELABROS DE PLATA ACABA DE PONER SOBRE LA MESA.
CANTURREA UNA MELODIA. ENTRA POR LA IZQUIERDA ALEJANDRA, QUE TAMBIEN SE HA
ENGALANADO. VISTE ELEGANTISIMA, POLLERA Y BLUSA. (Viendo lo que Clara hace)

ALEJANDRA: ¿Velas?
CLARA: ¿Qué tiene?
ALEJANDRA: ¿No te parece demasiado? No sé. Digo.
CLARA: Yo creo que queda bien.
ALEJANDRA: No es que quede bien o no. Pero, no sé. Creo que no tiene que resultar tan
formal ¿no? (Lo medita un segundo) No, mejor las sacamos. (Quita los candelabros de la mesa
y los lleva al secreter de la izquierda. Clara se enfurece.)
CLARA: ¿Por qué todo tiene que ser como vos decís?
ALEJANDRA: Bueno, si después vemos que no queda muy mal las volvés a poner. Según como
venga. (CLARA duda un momento. De pronto:)
CLARA: ¿Según como venga QUÉ? (ALEJANDRA alza las cejas significativamente) ¿Y cómo
puede venir? Vos me dijiste que…
ALEJANDRA: Ya sé lo que te dije. Pero nunca se sabe ¿no? (Va al espejo y se retoca el peinado.
CLARA va tras ella.)
CLARA: Qué.
ALEJANDRA: No sé. Cosas.
CLARA: ¿Cuáles?
ALEJANDRA: Qué se yo, Clara. Poné las velas si querés; pero no me vuelvas loca.
CLARA: Ah, ahora yo te vuelvo loca a vos. ¿Me estás jodiendo, Alejandra?
ALEJANDRA: No te pongas así. No hay nada de raro en lo que digo. Simplemente quiero que
entiendas, que bueno, puede que no todo resulte como nos imaginamos ¿no te parece?
CLARA: (Lo piensa) En eso tenés razón. (Silencio. ALEJANDRA se vuelve hacia CLARA. Se miran)
ALEJANDRA: ¡Che, qué linda que estás realmente!
CLARA: (Riendo) ¡Vos estás linda! (Va al aparador. Busca platos y cubiertos para ponerlos en la
mesa.) Le dijiste que éramos dos ¿no?
ALEJANDRA: ¿Cómo no le voy a decir?
CLARA: No sé. Por ahí entendió mal.
ALEJANDRA: (Ayudando a clara con las servilletas y los servilleteros. Pícara.) Entendió muy
bien. (Se miran y se contagian los nervios con la mirada. Ríen un poco histéricas.)
CLARA: ¡Ay, qué nervios! ¿Dónde se va a sentar?
ALEJANDRA: (Señalando una silla a su lado) Acá.
CLARA: Mejor que esté en el medio.
ALEJANDRA: Si es lo mismo.
CLARA: Dijimos que iba a estar en el medio.
ALEJANDRA: No te lo voy a sacar.
CLARA: Que elija él… (Pausa.) ¿Por qué decís eso?
ALEJANDRA: ¿Por qué digo qué?
CLARA: Que no me lo vas a sacar.
ALEJANDRA: ¿Yo dije eso?
CLARA: Sí, recién. Mirá: yo no es por hinchar, pero que quede claro: (Marcando las palabras)
Las dos. Somos dos.
ALEJANDRA: ¡Pero sí, mujer!
CLARA: No, como dijiste…
ALEJANDRA: Bueno, era un chiste, se me escapó.
CLARA: Ni en chiste. (Se atemoriza) Tengo miedo de que algo salga mal. ¿Y si le gusto más yo?
ALEJANDRA: Te la aguantás. Si no se va todo a la mierda.
CLARA: Por él lo digo. ¿No irá a sentirse incómodo por eso?
ALEJANDRA: ¿Y por qué vas a gustarle más vos, se puede saber?
CLARA: Qué se yo. Es un ejemplo.
ALEJANDRA: También puedo gustarle más yo.
CLARA: No. No puede ser.
ALEJANDRA: ¡¿Por qué?! (CLARA no la escucha. Está intentando ordenar sus propios
pensamientos.)
CLARA: Las dos tenemos que… es decir… (Mira a Alejandra. Al verla ofuscada como está se le
acerca culposa) Ay, no me hagas caso. Alejandra… yo te quiero mucho, vos sabés ¿no? (Intenta
abrazarla. ALEJANDRA se la saca de encima)
ALEJANDRA: ¿Te agarró el amor ahora? (Un breve silencio. Se miran. Alejandra se conmueve.)
Ay, yo también te quiero mucho, Clarita. (Se abrazan) Perdoname.
CLARA: ¿Qué te perdone? (Se separan) ¿De qué?
ALEJANDRA: No sé. Es un decir. (Silencio incómodo. Clara hace un esfuerzo)
CLARA: ¡Qué linda que estás!
ALEJANDRA: ¡Vos también!
CLARA: Es una suerte que estemos juntas ¿no?
ALEJANDRA: Yo me siento un tanto más tranquila. (Sonríen.) Cerrate el botón.
CLARA: ¿Qué?
ALEJANDRA: El botón. Tenés muy escotado. (Repasa las copas que están sobre el aparador con
una franela buscando dejarlas impecables. CLARA se mira el escote.)
CLARA: No, dejalo. Está bien así. ¿Y cómo será?
ALEJANDRA: Cerralo, Clara. Dijimos que sin provocaciones.
CLARA: Si es por eso creo que te pusiste demasiado perfume.
ALEJANDRA: ¿Te parece?
CLARA: Para mí se te fue la mano. Descompone.
ALEJANDRA: Vos porque no estás acostumbrada.
CLARA: Te doy mi opinión.
ALEJANDRA: Bueno, basta. Abrochate el botón ese. Falta poco ya. (Pone las copas en la mesa)
CLARA: ¿Cómo será? ¿Se imaginará algo? También vos, no le preguntaste nada. Pasame el
aviso.
ALEJANDRA: (Va al secreter) Lo vas a gastar de tanto que lo leés. (Le pasa una revista).
CLARA: No seas exagerada. Dejame ver. (Busca en la página. De pronto se detiene.) ¡Ay! ¡Me
olvidé!
ALEJANDRA: Qué.
CLARA: ¡El nombre! ¿Cómo era el nombre? No, no me digas. (Breve pausa)
ALEJANDRA: Germán.
CLARA: ¿Germán era?
ALEJANDRA: (Divertida, Alejandra imita una sensual voz masculina.) Yo me llamo Germán ¿y
vos? (Rien ambas.)
CLARA: (Vuelve a la revista) Germán… (Lee) Cuarenta y tres años… (Lee el resto para sí.) Che, si
es cierto lo que pusieron acá ¿no te parece raro que se sienta solo?
ALEJANDRA: No sé, no. ¿Por qué iba a mentir? (Mira distraídamente su reloj. Extrañada.) ¿Qué
hora es?
CLARA: ¡¡Y veinticinco!! (Se ponen ambas en frenética actividad. Retocándose el atuendo.
Revisando que todo esté a la perfección.)
CLARA: ¿Tu reloj no anda?
ALEJANDRA: Adelanta un poco me parece. ¿Y veinticinco justo?
CLARA: Van a ser.
CLARA: (Inquieta.) Alejandra. Vos sabés algo. Decime. Cuando hablaste por teléfono te insinuó
algo ¿no?
ALEJANDRA: ¿Cómo qué? (Breve pausa.) Vamos, Clara, estás más nerviosa de la cuenta.
CLARA: ¡¡No estoy nerviosa!! (Al advertir su propio grito) Bueno, un poco sí. Como nunca lo
vimos… Debí haber hablado yo también.
ALEJANDRA: ¿Para qué?
CLARA: Para saber. Para… (Piensa) A ver… dejame pensar… Él llega. Se sienta acá. (Lleva a cabo
las acciones que menciona.) Suponete que a una la mira fijo. O dice algo, ¿Qué hacemos?
Tenemos que ponernos de acuerdo.
ALEJANDRA: (Dudando) ¿A vos te parece? (Breve pausa. Luego decidiéndolo.) No. No va a
resultar. Mejor que dejemos que pase lo que tenga que pasar.
CLARA: Tenés razón. (Pálida. Ha perdido toda compostura.)
ALEJANDRA: (Mira el reloj) ¡Y veintinueve ya!
CLARA: ¿Será puntual?
ALEJANDRA: Espero.
CLARA: ¿Y si quiere robarnos?
ALEJANDRA: No empecés a darte manija. (Piensa) Además, si quisiese robar, ¿vos te pensás
que hubiese armado todo el lío del aviso?
CLARA: ¿Y por qué no?
ALEJANDRA: Porque es más fácil agarrar un revólver, arriba las manos y listo.
CLARA: (Pensándolo un segundo.) Por ahí no tiene revólver.
ALEJANDRA: (Vuelve a mirar el reloj.) Es mejor que empieces a pensar en cosas más lindas.
(mira el reloj) Son y media pasada.
CLARA: (Habla consigo misma.) Seguro que va a querer… (De pronto parece acordarse de algo
que le produce verdadero pánico.) ¡Ay! ¡Ay! ¡No! ¡Me muero! ¡Me muero de vergüenza!
ALEJANDRA: ¿Qué pasa?
CLARA: Tengo que decirte algo, Ale, pero me muero de vergüenza.
ALEJANDRA: ¿Qué cosa?
CLARA: ¡Me da vergüenza!
ALEJANDRA: ¡Dale ¿qué pasa?!
CLARA: No, no puedo.
ALEJANDRA: ¡¡ ¿Qué es?!!
CLARA: (baja la mirada. En un “susurro”) Me olvidé… de depilarme.
ALEJANDRA: (Sin inmutarse) ¿Y? (Silencio. Clara se calla. Alejandra se ha puesto
verdaderamente seria.) ¿Qué querés decir con eso?
CLARA: Nada… Quiero decir que… bueno… si…
ALEJANDRA: Si qué. (Clara la mira, calla ante la severidad de Alejandra.) ¿Qué hablás si no
sabés nada?
CLARA: Pero…
ALEJANDRA: ¡Callate, Clara! ¡Callate! ¡No sabés nada! ¡Yo tampoco sé nada! ¡Nada! ¡No
sabemos qué va a pasar! ¡Así que no hablemos porque no se sabe nada!
CLARA: Claro, no se sabe nada ¿no? Pero bien que vos lo tenés todo maquinado en la cabeza
como siempre y a mí no me lo decís. Seguro que vos sí te depilaste.
ALEJANDRA: Sí ¿y con eso qué?
CLARA: ¡Sos una guacha!
ALEJANDRA: ¿Yo? (Tiene el impulso de continuar la discusión, pero lo domina.) Basta, Clara.
No podemos ponernos a discutir ahora. Es tarde. (Va al espejo a perfeccionarse)
CLARA: Por ahí no viene.
ALEJANDRA: Puede llegar un poco más tarde también. Y abróchate ese botón.
CLARA: Capaz… ay, Dios no quiera… Capaz es una trampa. Él sabe que estamos las dos solas
acá adentro.
ALEJANDRA: ¿Y?
CLARA: Puede que quiera hacernos algo, no sé.
ALEJANDRA: ¡Vos y tus fantasías!
CLARA: ¡Ah, porque vos no las tenés!
ALEJANDRA: Sí, pero las mías son más divertidas por lo menos.
CLARA: Me parece que vos querés que pase algo.
ALEJANDRA: ¿Y si quisiera que alguna vez nos pase algo?
CLARA: ¡Ni lo digas!
ALEJANDRA: ¿Por qué no puedo querer, eh? ¡Sos increíble! Si las dos sabemos perfectamente
lo que esperamos de ese tipo.
CLARA: No sé, no sé a qué te referís. Una cosa es que… ¡Yo quería algo serio, pero parece que
a vos te da lo mismo cualquier cosa!
ALEJANDRA: Repetí eso.
CLARA: Yo quería conocer a alguien nuevo, amable, con quien pudiésemos charlar un rato.
ALEJANDRA: ¿Y para eso te emperifollaste toda?
CLARA: Sabés que me gusta estar bien vestida.
ALEJANDRA: (Se acerca a Clara y le toquetea groseramente el escote y las tetas) Sí, pero no
sabía que para charlar un rato tenías que andar mostrando las tetas. (Impulsivamente CLARA le
da un fuerte cachetazo.)
CLARA: ¡Es la última vez que me enganchás para una cosa de estas!
ALEJANDRA: ¡Yo no fui la que compró esa revista!
CLARA: ¡Pero vos organizaste todo!
ALEJANDRA: ¡Sí! ¡Sí! ¡¡Sí!! ¡¡Yo fui!! ¡¡Yo fui la guacha! ¡Yo soy la loca! ¡Yo! ¡YO! (Un silencio.
Alejandra mira a Clara con una mezcla de odio y de pena hondísima) Estoy cansada. Estoy
cansada, Clara. Tan cansada. No te podés imaginar lo cansada que estoy. A veces creo que
puedo llegar a reventar de cansancio. ¿Y sabés de qué estoy cansada? De tener el
aburrimiento organizado día por día. Sábado por medio: cine. Cenar afuera el primer viernes
de cada mes. Los jueves: peluquería. El supermercado. La manicura. La novela. La ropa. ¡Harta,
Clarita! ¡Harta estoy! (Mira a su alrededor) Odio este departamento. (Mira el secreter)
Debemos ser las únicas mujeres del mundo que tienen el teléfono guardado en su mueble.
Puede estar meses sin funcionar y nosotras ni enteradas. Por lo menos esta semana tuvimos
una excusa y lo usamos. Una excusa. Lo único que busqué. ¿Tan tremendo es? Una excusa
para arreglarnos. Para ponernos esto. Para pintarnos un poco. Un poco. (Se ríe de sí misma con
tristeza.) Cumplí treinta años y no pido más que una excusa.
CLARA: Hace tres años. (Alejandra la mira sin entender.) Que cumpliste los treinta, digo.
(Alejandra opta por no hacerle caso y mira hacia otro lado. Silencio) Y no va va venir. Yo sé que
no va a venir. Sabía que no iba a venir. Y me hice ilusiones, como una estúpida. (Pausa.)
Perdoname. Tanto lío para qué. (Ríe a pesar de ella misma) ¿Sabés cuánto me salieron esas
velas? (Se oye el ascensor que se detiene en el piso.) ¡El ascensor! (Clara se yergue y va al
espejo a retocarse. Alejandra no reacciona.) ¡Ale! ¡El ascensor! ¡Andá a fijarte!
ALEJANDRA: ¿Será?
CLARA: ¡Andá a fijarte! (Sin más remedio, Alejandra se recompone y sale por la derecha al
fondo. Clara aprovecha para controlar que todo esté en orden. Alejandra regresa
decepcionada.)
ALEJANDRA: No. Es la del “F”
CLARA: (Sin perder el entusiasmo) Ahora que pienso ¿no estará esperando abajo? ¿Qué le
dijiste vos?
ALEJANDRA: Que si estaba abierto subiera.
CLARA: ¿Pero sabía que íbamos a cenar acá?
ALEJANDRA: ¡Pero sí!
CLARA: ¿Y le diste bien la dirección? ¿Y si la perdió?
ALEJANDRA: No creo.
CLARA: Bueno. No creo que venga ya ¿no?
ALEJANDRA: No. (En ese momento suena el timbre del portero eléctrico. Ambas pegan un
alarido, mezcla de terror y alegría.) ¡Ahí está!
CLARA: ¿Será él?
ALEJANDRA: ¿Y quién va a ser sino?
CLARA: Bueno, andá a atender.
ALEJANDRA: Andá vos, yo tengo que ir al baño. Me estoy meando.
CLARA: ¿Justo ahora? No, yo no voy. Vos sos la más interesada. (Vuelve a sonar el timbre)
ALEJANDRA: ¡Dale, andá!
CLARA: ¿Y si no es él?
ALEJANDRA: Si no es hay que atender igual.
CLARA: Hagamos de cuenta que no hay nadie.
ALEJANDRA: ¡No seas ridícula! ¿Cómo vamos a hacer eso?
CLARA: Atendé, entonces.
ALEJANDRA: ¿Por qué no podés atender vos, eh? ¿No ves que tengo que ir al baño?
CLARA: A vos te conoce la voz. Si atiendo yo va a pensar que se equivocó. (Vuelve a sonar.
Clara comienza a desesperarse) ¡Va a terminar yéndose!
ALEJANDRA: ¡Bueno, está bien: voy! ¿Qué tal estoy?
CLARA: ¿Qué?
ALEJANDRA: (Corre al espejo) ¿No te parece que estoy demasiado maquillada?
CLARA: Como siempre.
ALEJANDRA: (Se mira bien. Con horror.) Ay, no. (Se huele) Y tanto perfume. Va a pensar que
soy una loca. (Suena el timbre) Andá a atender vos. Yo me voy a sacar la pintura. (Se encamina
hacia la salida de la izquierda. Clara le interrumpe el paso.)
CLARA: ¡Ah, qué viva! Si vos vas a estar con la cara lavada, yo no puedo estar así.
ALEJANDRA: ¡Se va a ir! (De pronto se encoje) ¡Ay, me meo!
CLARA: Atendé y decile que espere un poco que todavía no estamos listas.
ALEJANDRA: (Dura en su lugar, imposibilitada de mover un solo músculo.) Me estoy meando.
CLARA: ¡Atendelo y después vas al baño!
ALEJANDRA: (Se encoje más aún sin poder evitar lo irremediable.) ¡¡¡AY!!!
CLARA: ¿Qué pasa?
ALEJANDRA: Ay, mirá lo que me pasó. (Clara la observa. Alejandra, estática en su lugar, esta,
efectivamente mojada.)
CLARA: Te measte.
ALEJANDRA: No aguantaba más.
CLARA: ¿Por qué no fuiste al baño?
ALEJANDRA: (La mira con cara de pocos amigos) Mirá cómo quedó la pollera.
CLARA: Andá a cambiarte. Yo atiendo y le digo que espere.
ALEJANDRA: Me va a quedar todo el olor. No, esperá, no atiendas. Voy a tener que bañarme
de nuevo.
CLARA: (Enojada) ¡¿Pero por qué no fuiste al baño?! (Tomando una rápida resolución.) Dale,
apurate. No te bañes. No hay tiempo. Ponete un poco de desodorante.
ALEJANDRA: Bueno, vos atendelo. Yo estoy lista en cinco minutos. (Inicia el mutis)
CLARA: ¿No se habrá ido ya?
ALEJANDRA: (Se detiene) ¿Vos creés?
CLARA: Debió pensar que no había nadie.
ALEJANDRA: Si vuelve a insistir, atendelo. (Esperan. Silencio)
CLARA: Parece que se fue.
ALEJANDRA: Todo por culpa mía.
CLARA: A cualquiera le pasa.
ALEJANDRA: ¡No! ¡A cualquiera no le pasa! ¡A mí me pasa!
CLARA: Bueno… (De pronto, se echa a llorar)
ALEJANDRA: No quiero que pienses que lo hice a propósito.
CLARA: No amiga. Voy a fijarme qué dan por la tele.
ALEJANDRA: Yo me voy a bañar.

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