CONVERSATORIO
La frustración se define como aquel sentimiento que surge cuando no podemos satisfacer
nuestros deseos. Ante ella, las personas afectadas reaccionan con ira y ansiedad,
principalmente. Todos hemos sucumbido, y seguro que no podremos evitar volver a
sentirla en algún momento de nuestras vidas.
Aunque es imposible escapar de este sentimiento, sí que se puede aprender a gestionar la
frustración y aceptar que las cosas no siempre van a salir como a nosotros nos gustaría.
¿Cómo se siente una persona frustrada?
Las personas frustradas suelen reaccionar con sentimientos de ira ante la incapacidad de
lograr lo que querían. Además, esta frustración puede acabar en ansiedad y otros
problemas que, si persisten en el tiempo, deberían ser tratados por un profesional.
Existen también las personas con baja tolerancia a la frustración. Estas tienen en común
una serie de características, tales como la dificultad de controlar sus emociones, la
predisposición a desarrollar ansiedad o depresión e incluso una baja capacidad de
flexibilidad, por ejemplo.
Un individuo con esta característica, además, se desmotivará más fácilmente ante
cualquier obstáculo que se presente en su camino y puede que opte por el chantaje
emocional si no consigue lo que quiere.
Tener una buena actitud es fundamental para superar la frustración. Tenemos que
comprender que se trata de una sensación temporal y que podemos revertirla. Así, el
individuo debe ser consciente del factor externo que ha causado la frustración, por un
lado, y de cómo se siente al respecto por el otro.
Hay ciertos elementos o factores que pueden causar la frustración. Ya sea porque la
causan de forma directa o porque contribuyen a generarla poco a poco en nuestro
interior. Así, el individuo que la sufre llega a sentir malestar por las siguientes causas:
El carácter de la persona. Puede que el individuo tenga un temperamento propenso a la
frustración.
Dificultades a la hora de expresar sus emociones y de identificarlas, lo que impide
gestionarlas correctamente ante situaciones desagradables.
Déficits en cuestiones de autocontrol en las emociones.
Para que el niño aprenda a manejar sus sentimientos negativos de frustración dependerá
de cómo los adultos de su entorno las reciban, ya que es de ellos de quienes aprenderá a
manejarlas y, por tanto, a crecer si son recibidas con comprensión y cariño. Un niño al que
todo se le prohíbe, al que se le recrimina, al que no se le deja hacer porque no se confía en
sus capacidades tendrá sentimientos de frustración y de derrota que difícilmente hará
que su autoestima esté reforzada.
Las frustraciones son necesarias en el desarrollo del niño, pero siempre en pequeñas
dosis, así que hay que buscar el equilibrio entre que el niño tenga demasiadas o ninguna
(a causa de la sobreprotección). Pero hay que tener presente que si el niño experimenta
frustraciones todo el tiempo puede desencadenar en ansiedad y miedos con respuestas y
conductas poco adecuadas.
No se supera un fracaso evitándole o no haciéndole caso. Los fracasos hay que
enfrentarlos, gestionarlos y canalizarlos de alguna manera para que sean aprovechados
como una oportunidad de aprendizaje.
1. Si tropiezas o te caes, haz un esfuerzo grande para levantarte solo. Si no lo consigues
pide ayuda.
2. Si no has conseguido de primera, inténtalo de nuevo.
3. Si te equivocas en una tarea, romper un plato por ejemplo mientras lo intentas lavarlo,
sigue con la misma tarea. No te desanimes con los fallos. Todos nos equivocamos.
4. Si cumples unos sueños y fracasas en otros, haz con que las dos experiencias sean
fuentes de aprendizaje. Reinventa y sigue soñando.
Es muy frecuente que en los niños preescolares se presente ante situaciones incómodas
reacciones explosivas extremas como rabietas, berrinches, pataletas, irritabilidad, gritos,
llanto incontrolable, furia, etc. En algunos casos con auto /hetero agresión convirtiéndose
en motivo de consulta frecuente, como queja de padres, maestros y cuidadores.
Estas actitudes se engloban en lo que se denomina Baja tolerancia a la frustración o
intolerancia al fracaso y significa la escasa o nula regulación de sentimientos y
sensaciones, manifestada por la incapacidad para controlar emociones ante el no
cumplimiento de deseos, exigencias y demandas. Puede presentarse de forma aislada o
formar parte de otros trastornos conductuales.
Esta puede ser una manifestación normal y signo de inmadurez a la hora de afrontar
nuevas y no tan agradables situaciones, y que a veces no basta con establecer pautas de
enseñanza de como tolerar la frustración a corta edad a través de normas y límites con
firmeza, el aprendizaje de aceptar el “no” como respuesta, y a la no adaptación a los
cambios de patrones y rutinas. Generalmente el primer evento aparece después de los 12
meses, iniciando entre la edad de un año y 18 meses, empeorando entre los 2 y 3 años,
desapareciendo a los 4 años, coincidiendo con las etapas de madurez cerebral y con la
adquisición de habilidades de adaptación, flexibilidad cognitiva y el desarrollo de las
funciones ejecutivas.
Esta manifestación puede ser el resultado de rasgos de impulsividad, impaciencia,
ansiedad e inflexibilidad presentes en algunos trastornos del neurodesarrollo, como en
Trastorno de Déficit de Atención con Hiperactividad o en los Trastornos del Espectro
Autista. Pero qué significa, ¿Cuándo preocuparnos? o ¿Qué hacer ante la presencia
repetida y periódica de dicha expresión?
La frustración es un estado emocional que resulta del no poder satisfacer alguna
necesidad, ilusión o deseo. Es una forma de demostrar excesiva sensibilidad a lo que a su
parecer es desagradable, molesto, o ante demoras o que simplemente no se cumple sus
deseos. Tolerar la frustración significa ser capaz de afrontar los problemas que
encontramos a lo largo de la vida a pesar de las molestias que puedan causarnos. Se
supone que con la madurez cerebral la tendencia de que ocurran estas manifestaciones
emocionales debe disminuir hasta desaparecer.
Si esto no ocurre es probable que el Sistema Ejecutivo que dirige, controla e inhibe los
actos no está realizando su función efectivamente. La capacidad para controlar las
emociones y adaptarnos a una situación determinada no está presente por una
disfuncionalidad del área ejecutiva y de los neurotransmisores en el área prefrontal del
cerebro. Accionándose y manteniéndose el control de las emociones a nivel del sistema
límbico que es más primitivo, indicando a su vez una inmadurez cortical.
Es muy dañina la frustración de saber que no es el niño que sus padres desean que sea. Se
trata de los que constantemente reciben descalificaciones, como “es un inútil”, “no se
despabila nunca”, “siempre con notas mediocres”, etc. Que lo comparan con otros que
son exitosos, haciéndole sentir que es un fracasado, o le obligan a estudiar largas horas
para obtener siempre las mejores calificaciones, castigándolo cuando llega con notas
“inaceptables”.
Esta frustración no se expresa en desbordes emocionales, sino en una gradual pérdida de
la seguridad en sí mismo. El cuento infantil “El Patito Feo” es muy preciso en mostrar el
enorme impacto que tiene sobre un niño saber que es rechazado por no cumplir
expectativas.