Los colores son colores y punto.
Hace días reniego con el azul.
Un blue que mancha las zapatillas, que me enchastra la planta de los pies; Nicolás pelea con
los vecinos, es que el árbol de moras ya tapa las puertas y los frutos llenos de tinta caen.
Chorrean la ropa, el auto, la piel. Tiñen todo.
El capítulo 3 qué hace una semana se convirtió en el 2 de la tesis, que escribo hace tanto en
este hogar mutante. Se llama Blue o sobre las intervenciones feministas en la historia del
arte; resulta que en el siglo XIX, a las mujeres que mostraban su intelectualidad en público,
las insultaban riéndose de sus medias azules <poco femeninas>. Y ellas tomaron ese nombre
entonces, irónicas, se identificaron con el azul.
El caminito blanco que lleva a casa, está azul ahora. El violeta de las moras al contacto con
el aire se oxida y forma manchas azuladas de huellas y pasos.
Él no tolera la mugre y yo reniego por que las suelas de las zapatillas me pesan más que de
costumbre, y de tanto emplaste, no puedo hacer tan fácil “como si” flotara por arriba de esa
mezcla densa de fruto podrido, tierra y juguito todo desparramado.
No puedo mentir.
Todo ese azul aún es el camino al río que hacíamos juntas cuando íbamos de paseo a
Ascochinga. Me decían, las dos, no comas moras a la siesta, te va a doler la panza. Pero mi
ansiedad y el olor húmedo del monte camino al río me devoraban, entonces, la tintura
azulada entre la boca y las manos siempre me delataba.
Es que el blues es «melancolía» o «tristeza», y por eso, aún resuenan las comunidades afro
esclavizadas del sur de los Estados Unidos en su patrón repetitivo. Se volvió un género y dio
forma a parte de lo que llamamos música popular. Delata la nostalgia del tiempo feliz en la
repetición. Pentatónica. Hace sonido.
Y aún cuando sabemos que no hay poemas, ni canciones que alcancen para saciar su densa
profundidad Océano.
Su fuerza de marcha atrás, de pasado, nos encuentra.
Él limpia los pasos azules del caminito blanco, pero las moras siguen estallando.
Lo que no te dije estalla azul, canta estridente un solo de guitarra maleducada.
Y quizás no me llevo tan bien con las guitarras, porque siempre delatan el sentimiento.
Y los colores son de los sentimientos, no tienen propiedad privada,
No son de las personas.
Gracias Irmanas por hacer que explote de azul en las medias y octubre se llene de besos
detrás de las puertas.