Historia del arte
Arte Griego II. La escultura
griega en el periodo clásico y
el periodo helenístico
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Arte Griego II. La escultura griega en el periodo clásico y
el periodo helenístico
Índice
Introducción. El periodo clásico de la escultura griega ......................................... 3
1. El Periodo Helenístico (323 – 27 a.C.) ................................................................. 6
1.1. La arquitectura helenística........................................................................................ 7
1.2. La escultura helenística ............................................................................................. 9
Conclusiones............................................................................................................. 11
Referencias bibliográficas ....................................................................................... 12
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Arte Griego II. La escultura griega en el periodo clásico y
el periodo helenístico
Introducción. El periodo clásico de la escultura griega
El periodo clásico de la escultura griega se caracteriza porque durante este periodo
artistas y arquitectos buscaban la armonía visual en los sistemas proporcionales,
logrando así un mayor naturalismo y la representación de la forma humana.
Durante la etapa clásica, los griegos imitaron la realidad basándose en patrones que se
basaban en relaciones numéricas. Así que, en base a esto aplicaron tres conceptos: la
armonía de proporciones, el principio anatómico de la diartrosis; cualidad que les
permitió acentuar la división entre el tronco y las extremidades, llevando la marcación
de cada una de las partes del torso (pectorales, cintura y pliegue inguinal).
Por otro lado, la figura del contraposto acentúa el soporte sobre una pierna y la otra
queda flexionada, quedando en desnivel a la altura de las caderas. Además, los artistas
griegos tomaron como módulo la cabeza. Así que a partir del siglo V a. C. la proporción
armónica se basaba en el canon de las siete cabezas y durante siglo IV a. C., este canon
se elevó a ocho.
Los grandes representantes del periodo clásico fueron Fidias, Polícleto y Mirón. Estos
artistas desarrollaron esculturas con gestos humanos sin perder la compostura divina,
manteniendo la serenidad clásica que caracterizan las composiciones de este periodo.
Es por ello que las esculturas de esta etapa clásica se confirman como una imagen
devota de gran belleza y gallarda compostura.
En cuanto a Fidias (490-430 a.C.) realizó un amplio catálogo de piezas entre las que
destacan Atenea Promakhos, Atenea Lemnia, Atenea Partenos y Zeus de Olimpia. Este
último, representaba al propio dios sentado en el trono, en actitud serena y con la
victoria en la mano. Esta escultura formó parte del grupo denominado como “Las siete
maravillas del mundo antiguo”.
Sin embargo, ninguno de estos ejemplos se conserva y, por lo tanto, ninguno es original,
no obstante, se conserva y podemos conocerlos y estudiarlos a través de sus copias.
En cuanto a las Ateneas, la primera Atenea Promakhos se realizó en torno al año 460
a.C para la Acrópolis y así conmemorar la victoria de los griegos sobre los persas. Esta
figura gigantesca medía quince metros de altura para que pudiera divisarse desde lejos.
Atenea Lemnia creada en torno al 450 a.C. se realizó en recuerdo de la patrona de la
ciudad. Esta mantiene una actitud pacífica, desprovista de armas y con el casco en la
mano. Por último, la Atenea Parthenos era una escultura de grandes dimensiones,
realizada en marfil y oro, y presidía la naos del Partenón.
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Figura 1. Fidias, Atenea Lemnia (450 a.C.). Figura 2. Fidias, reproducción de
Zeus de Olimpia (450 a.C.).
Otro de los escultores más representativos de la época fue Polícleto de Argos y su obra
más conocida fue el Doríforo o Portador de la lanza (440 a.C.). En esta ocasión, el artista
parece deleitarse con las posibilidades que ofrece “la pose” clásica, examinando como
responde a ella la anatomía del cuerpo.
Esta escultura representa un joven en actitud de avanzar que porta una lanza en la
mano izquierda y la apoya en el hombro. Sigue el canon de belleza ideal de las siete
cabezas y el brazo izquierdo activo equilibra la pierna derecha en posición de guardia,
mientras que el brazo derecho relajado equilibra la pierna izquierda libre.
Además de estudiar la simetría, el artista exploró en este trabajo los principios de simetría
y propuso el sistema ideal de proporciones de las partes individuales de cada una de
las partes, así como su relación entre sí. También abordó por primera vez el rhythmos,
que guardaba relación con la composición y movimiento.
Polícleto busca el sistema ideal de proporciones ya que su contemplación puede
equipararse a la contemplación de la virtud. Otro de las obras de este artista es el
Diadúmeno (430 a.C.). La escultura de un efebo que el artista capta y representa en el
momento en el que se ciñe la cinta de los campeones atléticos.
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Figura 3. El Doríforo (440 a.C.). Museo Figura 4. El Diadúmeno (430 a.C.). Museo
Arqueológico Nacional de Nápoles (Italia) Arqueológico Nacional de Atenas (Grecia)
Sin embargo, es Mirón uno de los principales representantes de este periodo clásico.
Prueba de ello es el famoso Discóbolo, escultura con la que estudia el movimiento
potencial. Por ello, el artista busca representar a un atleta en pleno ejercicio, con la
expresión de actividad en el rostro. El Discóbolo representa el momento en el que
concentra sus energías para lanzar el disco.
Entre los grandes maestros del siglo IV a.C. se encuentran: Praxíteles, Escopas y Lisipo. A
partir del nuevo siglo aparecen nuevas tendencias en el ámbito de la escultura que
cambiaron para siempre el modo de entender la forma y la estética de este periodo.
A partir de este momento, en estos ejemplos se interpretarán: la charis praxiteliana que
guarda relación con la expresión de las emociones líricas, el pathos escopático que
enfatiza el sentido dramático. Por último, Lisipo estableció el nuevo canon de belleza,
basado en 8 cabezas.
El primero de ellos Praxíeteles es conocido por obras como el Sátiro escanciador o el
Apolo sauróctonos que pasaron a la colección del arte griego como temas y ejemplos
que representaban temas agradables llenos de encanto e idealistas, cualidades que se
representan a través de un rítmico contoneo sinuoso, conocido como curva
praxiteliana.
Su obra maestra es la escultura Afrodita saliendo del baño o Afrodita Cnidia (360 a.C.).
Esta escultura de bulto redondo es el primer desnudo femenino íntegro del arte griego.
Realizada en mármol, su composición transmite equilibrio y serenidad.
Pero la única obra original que se conserva de este artista es Hermes con el Dionisos en
brazos (330 a.C.). Esta figura destaca por el contraste de texturas y efectos plásticos. En
cuanto a la composición es importante la calidad del modelado, la flexibilidad y
naturalismo aportado al conjunto de las figuras, así como la delicadeza de la expresión
y las superficies.
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Figura 5. Praxíteles, Hermes con el niño Dionisos en brazos (330 a.C.), Museo
Arqueológico Olimpia (Grecia).
El escultor Escopas destaca por su escultura Ménade furiosa. Un ejemplo que muestra
ese, ya citado, “pathos escopático” a través de la relación establecida entre el
dinamismo del cuerpo de la figura, los rostros anhelantes y la expresión profunda de la
mirada y ojos.
Por último, el tercero de este grupo, Lisipo, es conocido sobre todo por cambiar ese
canon de las siete cabezas a ocho. Y también es conocido dentro de este periodo por
su escultura dedicada al Hércules de Farnesio. Un ejemplo que representa el lado
humano del héroe griego, por ello el artista lo representa fatigado, apoyado sobre su
propia maza al término de sus trabajos. Le acompañan sus símbolos: la piel del león de
Nemea, muerto en uno de los combates de Hércules, las manzanas de oro del jardín de
las Hespérides (símbolo de vida eterna) y, a su vez, la masividad de la musculatura del
protagonista representa la potencia y fuerza del mismo.
1. El Periodo Helenístico (323 – 27 a.C.)
En el año 336 a.C., Filipo II de Macedonia muere y es su hijo Alejandro, más conocido
como Alejandro Magno, el que se hace responsable de su reino. Una vez en el poder,
el nuevo rey, emprendió una importante campaña de conquista, superando Egipto y
Persia, continuando hacia Mesopotamia y la actual Afganistán. Así que, tras haber
fundado más de setenta ciudades, la fisonomía del mundo griego cambió al expandirse
hacia ámbitos desconocidos y derribando fronteras culturales.
La expansión del dominio griego hizo que las instituciones culturales griegas se
impusieran en un vasto territorio; esas instituciones se mezclaron con las fuertes
tradiciones culturales de los pueblos indígenas. El resultado fue una sociedad rica y
diversa, en la que la identidad del individuo era más compleja que antes. Además, el
arte de la época refleja esta riqueza: coexistían diversos estilos y los artistas se inspiraban
tanto en las formas autóctonas como en la herencia griega.
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1.1. La arquitectura helenística
En arquitectura se produjo un mayor interés por los sistemas de proporciones, recogidos
en los tratados de arquitectura de los profesionales de la época. En el año 300 a.C. (y
aún inacabado a finales de la época romana), los arquitectos Paionios de Éfeso y Dafnis
de Mileto diseñan el Templo de Apolo en Didyma.
En cuanto a su composición, desde el exterior el templo parecía similar a otros grandes
edificios jónicos dípteros de la zona. Sin embargo, en lo que se refiere a su interior los
arquitectos desafiaron lo establecido durante el periodo clásico, conduciendo a los
visitantes a vistas dramáticas con una clara intención de aumentar la experiencia
religiosa del espacio. Además de que sus pasadizos internos no conducían a una cella
cubierta sino a un vasto patio abierto bañado por la luz del sol. Por último, al final del
patio se ubicó el santuario propiamente dicho, un pequeño edificio jónico dedicado al
dios Apolo.
Figura 6. Paionios de Éfeso y Dafnis de Mileto, Templo de Apolo en Didyma, Turquía, (313 a.C.).
En cuanto al urbanismo de las primeras ciudades griegas, como Atenas, éstas crecieron
de forma orgánica, transformándose gradualmente de pequeños asentamientos en
grandes desarrollos urbanos.
Las calles solían ser sinuosas y los bloques de construcción irregular. A partir del siglo VII
a.C., la colonización ofreció a los griegos la oportunidad de concebir las ciudades como
un todo y de evaluar distintos tipos de planificación urbana, mientras que, desde el
periodo clásico tardío, los filósofos debatieron la estructura de las ciudades ideales.
Hipodamo de Miletos fue el primero en escribir un tratado sobre el diseño de ciudades,
en el que abogaba por la planificación en cuadrícula, es decir, la disposición de las
calles de la ciudad en intersecciones horizontales y verticales. A mediados del siglo V
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a.C., diseñó el Pireo, cerca de Atenas, como una cuadrícula, un patrón que aún se utiliza
en muchas ciudades occidentales.
Este diseño ofrecía muchas ventajas, por un lado, para el arquitecto proporcionaba
regularidad. Para los colonos, simplificaba la distribución de las parcelas y, por último,
para los habitantes, suponía una nueva facilidad de orientación. Cuando los habitantes
de Priene reubicaron su ciudad para evitar inundaciones, aproximadamente en el año
350 a.C., optaron por la eficiencia de un plano cuadriculado, aplicando la cuadrícula
al terreno en pendiente sin concesiones.
Pero un ejemplo de la arquitectura helenística es el Teatro de Epidauro. Los teatros
formaban parte del paisaje religioso de las ciudades griegas desde hacía mucho
tiempo, ya que los griegos se reunían en sus comunidades para asistir a las
representaciones corales y teatrales que eran fundamentales en los festivales de
Dionisos. Los requisitos básicos de un teatro eran una ladera en la que pudiera sentarse
el público (la cavea) y una zona llana para la representación (la orquesta). Sin embargo,
en las épocas clásica tardía y helenística, los teatros se formalizaron y sus componentes
esenciales adquirieron forma arquitectónica.
En el santuario del dios sanador Asklepios, en Epidauro (Peloponeso), se construyó, a
principios del siglo III a.C., un magnífico teatro de piedra. Las filas de asientos de piedra
se alineaban en la ladera inclinada, cubriendo algo más que un semicírculo. Para
facilitar la circulación del público, el arquitecto agrupó los asientos en secciones en
forma de cuña (cunei), separadas por escaleras; un amplio pasillo horizontal divide las
secciones superior e inferior.
Los actores actuaban en el círculo a nivel del centro. Este espacio escénico (skene) se
situaba detrás, como telón de fondo y además contenía salas de almacenamiento y
vestuario. Al estar abierto al cielo, ningún soporte del techo obstruía la visión del público
y muchos de los asientos ofrecían vistas espectaculares del paisaje.
Figura 7. Teatro de Epidauro (fin. siglo III a.C.).
Fuente: <https://archive.org/details/history-of-art-janson/page/152/mode/1up>
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En Alejandría, en la costa noroeste del delta del Nilo, un enorme e innovador faro era
testimonio del carácter cosmopolita de la ciudad y de la vitalidad de la navegación y
el comercio en todo el Mediterráneo helenístico. Alejandro Magno fundó la ciudad
siguiendo un diseño cuadriculado de Dinócrito de Rodas, pero el famoso faro no se
empezó a construir hasta el reinado de Ptolomeo I, hacia 279 a.C., y se terminó durante
el reinado de su hijo, Ptolomeo II Filadelfo.
Algunas fuentes lo atribuyen a un arquitecto llamado Sostrato. Aunque el edificio se
derrumbó hace tiempo, las pruebas arqueológicas sugieren un edificio con una base
cuadrada y ligeramente cónica. Contaba también con un tambor central octogonal y
un elemento similar a un tholos, coronado por una enorme estatua de bronce a una
altura de unos 400 pies.
Este edificio se convirtió en un icono de la ciudad. Su monumentalidad le otorgó un
lugar entre las siete maravillas del mundo antiguo y fue ampliamente imitado por otras
ciudades.
1.2. La escultura helenística
Los escultores helenísticos también respondieron a los cambios culturales del mundo
helenístico. Los artistas del siglo IV a.C. habían explorado la representación de la
emoción y el movimiento tridimensional y sus sucesores helenísticos avanzaron
radicalmente en estas direcciones; de tal manera que, dieron lugar a un mayor
dramatismo e implicación del espectador.
El gálata moribundo representa un hombre que muere noblemente, hundiéndose en el
suelo o luchando por mantenerse en pie, mientras la sangre mana de una herida en el
pecho. Su cuerpo es poderoso y su fuerza es palpable. El protagonista se enfrenta solo
a su agonía, sin tener en cuenta al espectador. El espectador, a su vez, se siente atraído
por la intimidad del momento y rodea la escultura por la composición piramidal y el
escorzo que se observa desde todos los ángulos.
Es de esta manera que el artista celebra y representa, a través de esta escultura, el valor
del vencedor ausente exaltando al enemigo al que ha vencido; dando a entender que
cuanto mayor es el enemigo, mayor es la victoria.
Se puede confirmar que la escultura helenística representa tanto lo bonito como lo
grotesco. Durante este periodo aparecen escenas triviales y retratos reflejando estados
del alma y del cuerpo.
Dentro de la escultura helenística destacan cuatro grandes escuelas que alcanzan
fama y prestigio: Atenas, Alejandría, Pérgamo y Rodas. Es interesante traer a colación la
Escuela de Alejandría en la que se enmarca la escultura de Alegoría del Río Nilo, que se
representa como un hombre anciano recostado rodeado por querubines o cupidos
que, a su vez, representan y son el símbolo de las tierras que son fertilizadas por estas
aguas.
Este es un claro ejemplo de cómo, tras la época clásica, los cuerpos adultos atléticos se
siguen representando, pero también se representan niños y ancianos. Durante la edad
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helenística, emerge la idea de abandonar el idealismo clásico buscando un mayor
realismo de la figura y una búsqueda del movimiento.
La escuela de Pérgamo se caracteriza por una producción en los que se manifiesta un
gusto por temas más crudos, de sentimientos más violentos y/o patéticos. Prueba de ello
es la escultura Galo Ludovisi que representa un hombre que acaba de matar a su
mujer para darle la libertad. El artista representa el momento en el que el hombre sujeta
el cadáver de su mujer mientras mira desafiante al enemigo y, al mismo tiempo, se
hunde la espada en el pecho.
Figura 8. Escuela de Pérgamo, Galo Ludovisi. Museo de las Termas (Roma).
Por último, es interesante destacar la Escuelas de Rodas a la que pertenecen obras
como el Laoconte y sus hijos, ya realizada en Roma para decorar la Domus Aurea de
Nerón. Esta escultura inspiró a los artistas del Manierismo por el empleo de su línea
serpentinata. En esta escultura, el personaje principal (Laoconte) es el vivo ejemplo del
dolor y el sufrimiento.
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Figura 9. Laoconte y sus hijos (50 a. C). Museo Figura 10. Victoria de Samotracia (s. II a.C.).
Vaticano (Roma). Museo del Louvre.
Cierra este capítulo la Victoria de Samotracia, otro ejemplo representativo de este
Periodo Helenístico. La escultura celebra las victorias navales de Eudamos, almirante al
mando de la flota de Rodas, sobre Antiochos el Grande y las fuerzas seléucidas en 190
a.C. El mármol rodiano de la base de la escultura y las inscripciones sugieren que la ésta
procede de Rodas y puede ser obra del renombrado artista Pythokritos. La diosa de la
victoria parece desembarcar en la proa de un barco, como si fuera a otorgar una
corona de victoria a Eudamos.
También podría estar a punto de emprender el vuelo. Sus enormes alas se elevan detrás
de ella, superando los límites de resistencia del mármol. La elevación de las alas hace
que toda la estatua parezca ingrávida, a pesar de la gran masa de piedra.
Formalmente, las alas y el drapeado dan energía a la escultura. El drapeado envuelve
el cuerpo de la diosa, dejando al descubierto su anatomía y acentuando las sensuales
curvas de sus formas. Pero también tiene su propia función: su movimiento en remolino
sugiere el viento en contra y que, a su vez, equilibra el impulso de su llegada.
Conclusiones
La influencia griega mezclada con las culturas locales dentro de estas dinastías y reinos
dio lugar al arte helenístico. El interés por la historia y el acceso a las bibliotecas de
Alejandría y Pérgamo ofrecieron a los artistas un conocimiento de la historia y eso, junto
con su conocimiento de obras de arte anteriores, les dio una base sobre la cual trabajar
en nuevas formas con innovación e ingenio.
En cuanto a la escultura, los artistas tuvieron que crear una nueva variedad de poses,
ya que no todos los sujetos eran atletas, dioses u oradores. Los escultores helenísticos
preferían basar la pose en un giro en espiral para que el espectador pudiera observar
la escultura desde diferentes ángulos.
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Obras destacadas del Periodo Helenístico
Arquitectura: Escultura:
Templo de Apolo en Didyma Galo Ludovisi
Teatro de Epidauro Laoconte y sus hijos
Victoria de Samotracia
Tabla 1. Obras destacadas del Periodo Helenístico.
Referencias bibliográficas
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