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Liber Amicorum

Este libro es un homenaje al profesor Dante Cracogna por su 80.º aniversario, con contribuciones de 32 autores de 21 países sobre Derecho cooperativo y economía social. La obra se organiza en tres bloques que abordan aspectos generales, derecho comparado e internacional, y temas específicos de actualidad en el ámbito cooperativo. Se destaca la sistematización y el enfoque comparativo que ofrece una visión integral del régimen jurídico y fiscal de las cooperativas.

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Liber Amicorum

Este libro es un homenaje al profesor Dante Cracogna por su 80.º aniversario, con contribuciones de 32 autores de 21 países sobre Derecho cooperativo y economía social. La obra se organiza en tres bloques que abordan aspectos generales, derecho comparado e internacional, y temas específicos de actualidad en el ámbito cooperativo. Se destaca la sistematización y el enfoque comparativo que ofrece una visión integral del régimen jurídico y fiscal de las cooperativas.

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HAGEN HENRŸ

CARLOS VARGAS VASSEROT


(Coordinadores)
E
ste libro es un muy merecido homenaje al profe- HAGEN HENRŸ
sor Dante Cracogna con motivo del 80.ª aniver- CARLOS VARGAS VASSEROT
sario de su nacimiento. En su elaboración han
intervenido treinta y dos autores de veintiún países di-
(Coordinadores)
ferentes, procedentes de cuatro continentes (América,
Europa, África y Asia), todos ellos grandes expertos en
Derecho cooperativo y de la economía social y solida-
ria, campos en los que el homenajeado ha llegado a las
más altas cotas de reconocimiento doctrinal en todo el
mundo. En este liber amicorum se ha logrado, lo que
no siempre ocurre en este tipo de libros, conformar
UNA VISIÓN COMPARADA E INTERNACIONAL
una publicación bien sistematizada con un claro hilo
conductor que ofrece una visión actual y comparada DEL DERECHO COOPERATIVO

UNA VISIÓN COMPARADA E INTERNACIONAL


del régimen jurídico, legal y fiscal de las cooperativas y
Y DE LA ECONOMÍA SOCIAL Y SOLIDARIA

Y DE LA ECONOMÍA SOCIAL Y SOLIDARIA


de otras entidades de la economía social y solidaria. La
obra se estructura en tres grandes bloques: uno pri-
LIBER AMICORUM PROFESOR DANTE CRACOGNA

DEL DERECHO COOPERATIVO


mero que trata sobre cuestiones generales del Derecho
cooperativo del alcance universal (principios y valores
cooperativos, naturaleza jurídica de las cooperativas,
etc.), otro que se centra en aspectos de Derecho in-
ternacional y comparado; y, uno último, que aborda
temas más particulares pero de indudable interés en la
actualidad (empresas sociales, empresas de inserción, Aguilar Rubio, Marina Kumar Padmanabhan, Santosh
clubes de barrio, etc.). Alcalde Silva, Jaime Kurimoto, Akira
Arnáez Arce, Vega M.ª Macias Ruano, Antonio José
Atxaba Rada, Alberto Meira, Deolinda
Colón Morales, Rubén Miranda, José Eduardo
De Souza, Leonardo R. Montiel Vargas, Ana
Douvitsa, Ifigenia Naranjo Mena, Carlos
Fernández Andreani, Patricia Raichakowski González, Hernando E.
Fernández Quintas, Graciela Reyes Lavega, Sergio
Fici, Antonio Rodríguez Musa, Orestes
Gadea Soler, Enrique Sánchez Boza, Roxana
García Müller, Alberto Santana Félix, Juan Enrique
Henrÿ, Hagen Sarmiento Reyes, Antonio José
Hernández Aguilar, Orisel Tadjudje, Willy
Hernández Cáceres, Daniel Torres Morales, Carlos
Hiez, David Vargas Vasserot, Carlos

Cubierta Vision comparada.indd 1 21/11/2023 13:02:34


UNA VISIÓN COMPARADA E INTERNACIONAL
DEL DERECHO COOPERATIVO
Y DE LA ECONOMÍA SOCIAL Y SOLIDARIA

LIBER AMICORUM PROFESOR DANTE CRACOGNA


HAGEN HENRŸ
CARLOS VARGAS VASSEROT
(Coordinadores)

UNA VISIÓN COMPARADA E INTERNACIONAL


DEL DERECHO COOPERATIVO
Y DE LA ECONOMÍA SOCIAL Y SOLIDARIA
LIBER AMICORUM PROFESOR DANTE CRACOGNA

Aguilar Rubio, Marina Kumar Padmanabhan, Santosh


Alcalde Silva, Jaime Kurimoto, Akira
Arnáez Arce, Vega M.ª Macias Ruano, Antonio José
Atxaba Rada, Alberto Meira, Deolinda
Colón Morales, Rubén Miranda, José Eduardo
De Souza, Leonardo R. Montiel Vargas, Ana
Douvitsa, Ifigenia Naranjo Mena, Carlos
Fernández Andreani, Patricia Raichakowski González, Hernando E.
Fernández Quintas, Graciela Reyes Lavega, Sergio
Fici, Antonio Rodríguez Musa, Orestes
Gadea Soler, Enrique Sánchez Boza, Roxana
García Müller, Alberto Santana Félix, Juan Enrique
Henrÿ, Hagen Sarmiento Reyes, Antonio José
Hernández Aguilar, Orisel Tadjudje, Willy
Hernández Cáceres, Daniel Torres Morales, Carlos
Hiez, David Vargas Vasserot, Carlos
No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema informático, ni su
transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea este electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros
métodos, sin el permiso previo y por escrito del editor. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de
delito contra la propiedad intelectual (art. 270 y siguientes del Código Penal).
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Este libro ha sido sometido a evaluación por parte de nuestro Consejo Editorial.
Para mayor información, véase www.dykinson.com/quienes_somos

Esta publicación es parte del proyecto I+D+i PID2020-119473GB-I00 orientado a


Retos de la Sociedad, financiado por MCIN/AEI/10.13039/501100011033/ titulado
“Las empresas sociales. Identidad, reconocimiento de su estatuto legal y propuestas para su regulación”;
y del PPIT-UAL, Junta de Andalucía-FEDER 2021-2027.
Programa: 54.A del Grupo de Investigación SEJ-200 de la Junta de Andalucía
(“Derecho Público y Privado de la Economía Social y de la Innovación Tecnológica”)
y del Centro de Investigación en Derecho de la Economía Social y de la Empresa Cooperativas (CIDES)
de la Universidad de Almería (España).

© Copyright by
Los autores
Madrid

Editorial DYKINSON, S.L. Meléndez Valdés, 61 - 28015 Madrid


Teléfono (+34) 91 544 28 46 - (+34) 91 544 28 69
e-mail: [email protected]
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ISBN: 978-84-1170-712-1
Depósito Legal: M-33319-2023

ISBN electrónico:978-84-1170-783-1

Preimpresión por:
Besing Servicios Gráficos S.L.
e-mail: [email protected]
Índice

Prólogo ........................................................................................................ 1

Foreword ..................................................................................................... 5

Semblanza académica y profesional del Profesor Dante Cracogna ........ 7

Professor Dante Cracogna’s personal and professional curriculum vitae ... 11

Bloque I
Parte general

Capítulo 1. Quel droit cooperatif? Un assemblage d’idees,


reçues d’ailleurs .................................................................... 17
Hagen Henrÿ

Capítulo 2. La renovación democrática y el límite del mandato........... 37


Carlos Torres Morales

Capítulo 3. Consideraciones para la regulación de un tipo


societario moderno de sociedad cooperativa:
los valores y principios cooperativos como límite del
principio de la autonomía de la voluntad de los socios ..... 53
Enrique Gadea Soler
X Índice

Capítulo 4. La realización de valores de uso como elemento


identitario del modelo empresarial cooperativo ................ 75
Rubén Colón Morales

Capítulo 5. The distinction between cooperative surplus and


corporate profit as an evidence of the non-profit
purpose of cooperatives....................................................... 95
Deolinda Meira

Capítulo 6. Enseñanzas del maestro Cracogna y sus efectos


inspiradores .......................................................................... 111
Juan Enrique Santana Félix

Capítulo 7. Sociedad posmoderna y crisis de valor: la utopia


axiológica del cooperativismo como fuente de
inspiración para la (re) construcción del fraternae
et socialis hominis ................................................................... 121
José Eduardo de Miranda

Capítulo 8. La función social como principal justificación de un


régimen fiscal adecuado para las cooperativas................... 137
Marina Aguilar Rubio

Capítulo 9. La naturaleza jurídica de la cooperativa ............................. 155


Orestes Rodríguez Musa / Orisel Hernández Aguilar

Capítulo 10. Adopción y evolución del principio de interés


por la comunidad en el seno de la alianza
cooperativa internacional .................................................... 171
Daniel Hernández Cáceres
Los enredos jurídicos del derecho cooperativo XI

Capítulo 11. Los enredos jurídicos del derecho cooperativo


y el derecho de la economía social y solidaria .................... 199
Willy Tadjudje

Capítulo 12. La autoayuda y la ayuda mutua, un doble valor


cooperativo ........................................................................... 209
Antonio José Macías Ruano

Bloque II
Derecho comparado e internacional

Capítulo 13. La empresa social en la legislación y en las políticas


de la UE ................................................................................ 231
Antonio Fici

Capítulo 14. Asian co-operative laws from developmental


state and norm locarization perspectives............................ 257
Akira Kurimoto

Capítulo 15. La legislación cooperativa enfocada en abordar


los retos globales en torno a la Agenda 2030
de las Naciones Unidas (ODS) ............................................ 273
Graciela Fernández Quintas

Capítulo 16. Una mirada comparada a las instituciones públicas


para el desarrollo cooperativo en Hispanoamérica ........... 289
Jaime Alcalde Silva

Capítulo 17. La realización de cooperativas transfronterizas


en el Mercosur: el siguiente paso en un legado .................. 317
Leonardo Rafael de Souza
XII

Capítulo 18. El impuesto sobre la renta y las cooperativas:


observaciones preliminares sobre el regimen fiscal
de 50 países ........................................................................... 335
Ifigeneia Douvitsa / Hagen Henrÿ

Capítulo 19. Aproximaciones al derecho cooperativo comparado:


un enfoque empirico del séptimo principio cooperativo
y su presencia en la legislación latinoamericana ............... 357
Carlos Naranjo Mena

Capítulo 20. Cooperatives & public international law:


causes and consequences ..................................................... 379
Santosh Kumar Padmanabhan

Bloque III
Parte especial

Capítulo 21. Las empresas sociales con forma mercantil como parte
de la economía social. Propuestas de regulación
en España y análisis crítico del anteproyecto de
Ley Integral de Impulso de la Economía Social ................. 395
Carlos Vargas Vasserot

Capítulo 22. Los clubes de barrio como entidades de economía


social y solidaria.................................................................... 423
Alberto García Muller

Capítulo 23. Quel modèle de cooperatives comme support


des plateformes cooperatives? ............................................ 441
David Hiez
El régimen disciplinario en las cooperativas XIII

Capítulo 24. El régimen disciplinario en las cooperativas


en relacion con el procedimiento sancionatorio ................ 459
Ligia Roxana Sánchez Boza

Capítulo 25. Las cooperativas, los sindicatos y la negociacion


colectiva en Uruguay ............................................................ 479
Sergio Reyes Lavega

Capítulo 26. Las cooperativas sociales de servicios para trabajadores


y la necesidad de un marco legal adecuado para su
funcionamiento .................................................................... 495
Antonio José Sarmiento Reyes

Capítulo 27. Las cooperativas de utilidad pública e iniciativa social...... 509


Vega María Arnáez Arce / Alberto Atxabal Rada

Capítulo 28. Las cooperativas de múltiples partes asociadas con


finalidad social y las cooperativas multiactivas.
Expresiones de un nuevo y viejo cooperativismo
en Argentina ............................................................................. 531
Patricia A. Fernández Andreani

Capítulo 29. Las políticas públicas para las cooperativas


en el Paraguay ....................................................................... 551
Hernando Esteban Raichakowski González

Capítulo 30. Análisis legal de la figura de las empresas de inserción


en España .............................................................................. 569
Ana Montiel Vargas

Listado de publicaciones del Profesor Dante Cracogna


ordenadas por materias .............................................................................. 591

Índice General ............................................................................................ 615


Prólogo

La idea de escribir este libro en honor al profesor Dante Cracogna con


motivo del 80.º aniversario de su nacimiento (que se cumplía en abril de
2023) surgió durante el Congreso de Investigación de la Alianza Cooperativa
Internacional celebrado en la ciudad de Atenas en 2022. En la mitología grie-
ga, la diosa Atenea, que es la diosa de la sabiduría, se representa con un búho
al hombro, que precisamente es uno de los símbolos de la ciudad de Atenas.
Este libro está dedicado a uno de los grandes sabios contemporáneos del
Derecho.
Es muy difícil honrar suficientemente a alguien, en el sentido de realizar
una prueba pública de respeto, admiración y estima, que sabe mucho más de
lo que nosotros jamás podremos esperar saber y cuyos méritos han sido am-
pliamente reconocidos más allá de fronteras y de disciplinas científicas. Por
lo tanto, en este prólogo nos abstendremos de cualquier intento de alabar
los méritos de Dante y, más aún, de hablar de su inestimable contribución al
campo del Derecho cooperativo y a otros campos del saber que también ha
cultivado durante su vida académica, como es el Derecho comercial o la filoso-
fía del Derecho. La brevedad de este prólogo es más una muestra de humilde
respeto y amistad con el homenajeado para no caer en la inevitable trampa
de aquella frase escrita en una pared cerca de la Universidad de Salamanca,
de autoría desconocida, que dice “leer mucho, escribir mucho y equivocarse
mucho”. Y está claro que Dante ha escrito mucho y la lista de sus publicacio-
nes que vienen al final del libro es testimonio de ello, para lo que ha tenido
que leer mucho porque para hacer lo primero con consistencia académica,
como siempre lo hace él, es imposible no ser un gran lector. En cambio, no se
cumple la tercera parte del dicho, porque no ha errado o lo hecho muy poco.
Rara vez los juristas especializados en cooperativas escribimos algo sobre
lo que Dante no haya escrito antes y no lo haya hecho, además, de una manera
precisa y concisa, esto es, expresando sus ideas con pocas palabras, pero que
son las adecuadas. A menudo sus intervenciones orales y sus escritos se pare-
2 Prólogo

cen a los haikus, género poético de origen japonés que consiste en poemas
muy cortos. Basta, como ejemplo, la lectura de la Ley Marco para las coopera-
tivas de América Latina de la que fue el cerebro, el arquitecto y el constructor
y en la que de manera ejemplar une su visión teórica y práctica del Derecho
cooperativo. Su visión práctica proviene fundamentalmente de los muchos
años en los que ha ejercido como abogado y consultor de organizaciones na-
cionales, regionales e internacionales, gubernamentales y no gubernamenta-
le, destacando su rol de consultor durante más de medio siglo de la oficina re-
gional de la Alianza Cooperativa Internacional. Sospechamos que la mayoría
de las veces esta labor de asesoramiento la ha realizado pro bono.
Sin embargo, más allá y por encima de todo, está su inagotable modestia
y empatía para con los demás, capaz de alentar con ánimos y escuchar con
paciencia a todos aquellos que se le acerquen. A esto se le une una capacidad
innata de recordar nombres, procedencias, cargos, fechas, publicaciones, etc.
de cualquiera de sus interlocutores, que siempre se sienten alagados por el
excepcional trato que reciben de él, que les hace sentirse importantes. Muy
raramente hemos visto a Dante quitarle el uso de la palabra a alguien cuando
sobrepasa el tiempo dado para una intervención pública y no tiene nada de
interés que decir, pero lo hace con tal diplomacia y elegancia que al aludido
nunca le sienta mal. En estos detalles se perciben su larga experiencia como
abogado en ejercicio, con un elevado dominio del arte de hablar de forma
elegante y con corrección, e incluso con una cierta gesticulación con la que
acompaña a sus palabras que suele aderezar por un inimitable sentido del
humor, y que siempre termina por convencer y persuadir al destinatario de las
mismas, sea una sola persona, sea un auditorio a rebosar de público.
Este libro es un sentido homenaje de unos pocos de los muchos amigos y
amigas que tiene Dante y que tenemos en común, aparte de la amistad con el
homenajeado, una intensa relación académica o profesional con el Derecho
cooperativo y el de la economía social y solidaria, ámbito donde Dante ha
llegado a las más altas cotas de reconocimiento doctrinal en todo el mundo.
Muestra de ello es que en este liber amicorum participan autores de más de
quince países procedentes de cuatro continentes (América, Europa, África
y Asia) y este componente internacional justifica que haya capítulos escritos
tanto en español como en inglés y en francés.
La tarea de coordinación de la obra no ha sido sencilla, ya que el tiem-
po corría en nuestra contra y teníamos que coordinar las entregas de más de
treinta autores, todos ellos con unas vidas profesionales muy intensas y ocupa-
das. Precisamente las prisas por llegar con el libro terminado al 80.º cumplea-
ños de Dante, hicieron que algunas personas allegadas a él no pudieran parti-
cipar en la obra, a los que pedimos sinceramente disculpas. Al mismo tiempo,
Prólogo 3

teníamos que buscar una editorial de prestigio en el ámbito del Derecho que
además publicase la obra en acceso abierto para que pudiese ser consultada
de manera gratuita por todas aquellas personas interesadas en las materias
tratadas y facilitar el firme objetivo que tenemos de convertir a este libro en
un referente doctrinal de alcance internacional que no es más que lo que el
homenajeado merece.
Para finalizar, queremos dar las gracias a todas las personas que desinte-
resadamente aceptaron la invitación que le hicimos llegar para formar parte
del elenco de autores de este libro y que estamos seguros que comparten en lo
esencial lo expresado con tanto cariño en este prólogo.
Bonne lecture Dante, y te deseamos muchos, muchos años más de salud en
compañía de tu querida esposa Emma y de tus hijos y nietos, y de tus amigos y
colegas que te quieren. Gracias Maestro

Kauniainen/Finlandia y Almería/España, abril de 2023


Hagen Henrÿ y Carlos Vargas Vasserot
Foreword

The idea to write this book in honor of Professor Dante Cracogna on the
occasion of his 80th birthday on April 23, 2023 took shape in Athens during
the Research Conference 2022 of the Committee on Cooperative Research of
the International Cooperative Alliance. Against all wisdom, we now carry with
this book an owl to Athens. We cannot honor the not-honorable, someone
who knows more than we can ever hope to know and whose merits have
been recognized widely across borders and scientific disciplines. Therefore
we refrain from any attempt to praise Dante’s merits and even more so from
discussing his invaluable contribution to the field of cooperative law.
Nevertheless, we had to try something. So, we tried avoiding the unavoidable
which is: ‘leer mucho, escribir mucho y equivocarse mucho’. Whoever said it
first, it is also written on a wall near the Universidad de Salamanca in Spain.
May what we write be seen less as a proof of the veracity of this saying than as a
humble sign of respect, admiration and friendship!
Very seldom do we cooperative lawyers write something Dante has not
written about already, however more precisely, more concisely and avoiding
this unavoidable. Often his oral interventions near haikus, his writings a series
of them. Suffice it to read for example the Ley marco para las cooperativas
de América Latina of which he was the master-mind, architect and builder. In
this framework law Dante joins in an exemplary way theory and practice. And,
indeed, Dante has also pursued a career as practicing lawyer and has consulted
national, regional and international governmental and non-governmental
(cooperative) organizations, especially the regional office of the International
Cooperative Alliance, for a period of more than half a century. We suspect
that more often than not he has done so pro bono.
Beyond and above all: modesty and empathy that never runs dry. No
stupidity immense enough to not be eligible for Dante’s encouraging
comments and patient listening. The latter marries with a phenomenal
memory of names, functions, strengths and weaknesses of his interlocutors.
6 Foreword

Only exceptionally may one observe Dante silence somebody who speaks
at length because he or she has nothing to say and that with few sharp, yet
diplomatically expressed words. A practicing lawyer, after all! And, and …
there are those fields of knowledge which Dante has also cultivated without us
knowing much about them: commercial law, legal philosophy and who knows
what else. His curriculum vitae and the list of his publications at the end of
the book are testimony to this. Maybe, this allows him to reduce our métier à
sa juste mesure and to entertain us now and then with his inimitable sense of
humor when we falsely think that the moment requires being serious.
Of course we did not write the book; we had it written mainly by others.
None of the contributors had to be persuaded or convinced and even less so:
pushed! We are sure that they share the core of what we express here. We wish
to thank them all for their generous collaboration!
Bonne lecture Dante and many, many more happy years in good health
in the company of Your wife Emma, Your children and grandchildren, friends
and colleagues!

Kauniainen/Finland and Almería/Spain in April 2023


Hagen Henrÿ and Carlos Vargas Vasserot
Semblanza académica y profesional
del Profesor Dante Cracogna

Dante Cracogna nació el 23 de abril de 1943 en una pequeña localidad de la


Provincia de Santa Fe (Argentina), donde su padre era gerente de una coopera-
tiva agraria. Su apellido es originario de Italia, de la región del Friuli al Noreste
del país, de donde procedían sus ancestros que llegaron a Argentina con la gran
corriente inmigratoria que pobló y colonizó la Argentina en la segunda mitad
del Siglo XIX. Estudió la carrera de Abogacía en la Universidad Nacional de la
Plata que finalizó en 1966, obteniendo al año siguiente el título de abogado. En
esa época de estudiante conoció a la que sería su amada esposa, Emma María
Vilas, cuando cursaban juntos las prácticas de derecho procesal penal. Con ella
se casaría años después y tendrían tres hijos, que le han dado cinco nietos.
En 1967 inició su carrera académica en la Facultad de Derecho de la
Universidad de Buenos Aires (UBA) como Ayudante de Segunda en la mate-
ria Introducción al Derecho, pasando después a ser Profesor Adjunto Regular
de Filosofía y Teoría General del Derecho. Sobre esta materia realizó su te-
sis doctoral en Derecho en 1997, titulada “La fundamentación normativista
del derecho en Hans Kelsen. Crisis y crítica”, que fue dirigida por el profe-
sor Carlos Alchourrón, la cual mereció la máxima calificación. Los cursos de
doctorado los cursó con el Carlos Cossio, que junto a Julio Cueto Rúa que le
guío al inicio de su carrera docente, son los profesores que ejercieron mayor
influencia en su formación jurídica.
En el ámbito docente ha impartido clases de grados y postgrados en di-
ferentes universidades además de en la de la UBA (Universidad Católica de
La Plata, Universidad del Museo Social Argentino, Universidad de Ciencias
Empresariales y Sociales, Universidad Notarial Argentina) sobre distin-
tas materias, pero ha cultivado básicamente dos disciplinas: Teoría General
del Derecho y Derecho Comercial. Precisamente en esta segunda materia,
Derecho Comercial, obtuvo por concurso de antecedentes y oposición, el gra-
do máximo de Profesor Titular Regular en 2008. En 2013, al alcanzar el límite
8 Semblanza académica y profesional del Profesor Dante Cracogna

de edad establecido en la normativa universitaria, en vista a sus importantes


méritos curriculares fue nombrado Profesor Consulto Titular por el Consejo
Superior de la UBA.
Respecto a su trayectoria investigadora, ha publicado cerca de cuatrocientos
trabajos jurídicos. Al final de este libro viene una relación completa de sus publi-
caciones que hemos dividido para facilitar la magnitud y la diversidad de su pro-
ducción científica en cuatro bloques diferentes: Derecho cooperativo y de la economía
social y solidaria (con siete monografías, veintidós libros coordinados y la friolera
de doscientas veintidós publicaciones entre artículos en revistas y capítulos de li-
bros); Teoría general del Derecho (con cincuenta y dos publicaciones, de ellas cuatro
monografías); Derecho de seguros (con cuarenta y cuatro publicaciones); y Otros te-
mas de Derecho societario y derecho comercial (con treinta y nueve obras).
Sin desmerecer el nivel de sus publicaciones en los otros ámbitos, ha sido
en el campo del Derecho cooperativo donde su obra ha alcanzado mayores co-
tas de reconocimiento con un impacto académico a nivel mundial, que justifica
precisamente que este libro homenajes esté dedicado a esta temática. Pronto
se inició su interés en esta materia y paralelamente a sus estudios de Derecho
fue cultivando el conocimiento de las cooperativas, acerca de las que realizó
cursos especializados en el Instituto de Estudios Cooperativos de la Universidad
Nacional de la Plata a mitad de los años sesenta. Por este motivo obtuvo una
beca del British Council para realizar estudios durante un año en el Cooperative
College donde fue alumno, entre otros, de Arnold Bonner, uno de los miembros
de la Comisión que elaboró el Informe para la revisión de los principios coope-
rativos de la Alianza Cooperativa Internacional (ACI) en 1966.
De 1968 datan sus primeras publicaciones científicas sobre el Derecho
cooperativo y en 1969 asistió al Primer Congreso Continental de Derecho
Cooperativo realizado en la Universidad de Mérida, Venezuela, por iniciativa
de la Organización de las Cooperativas de América (OCA), donde presentó
una ponencia magistral sobre el “acto cooperativo”, figura que significa las
relaciones jurídicas especiales que existen dentro de una cooperativa con sus
miembros no son de naturaleza mercantil ni civil, sino sui generis y que está
consagrado en la mayoría de las leyes de cooperativas de América Central y
Sudamérica. Continuó participando en todos los siguientes congresos conti-
nentales realizados en distintos países, habiendo sido presidente de varios de
ellos (Guaruyá, 2013; Montevideo, 2016; San José, 2019; Asunción, 2022).
Se desempeñó como miembro del directorio fundador del Instituto
Nacional de Acción Cooperativa, organismo encargado del registro, la super-
visión y el fomento de las cooperativas en Argentina. Con menos de treinta
años integró la Comisión Redactora de la Ley de Cooperativas Nº 20.337 de la
Argentina sancionada en 1973 y todavía vigente, prácticamente sin modifica-
Semblanza académica y profesional del Profesor Dante Cracogna 9

ciones después de cincuenta años. Formó parte de la Comisión Jurídica de la


Organización de las Cooperativas de América (OCA) y posteriormente fue de-
signado presidente de la Comisión de Derecho Cooperativo de Cooperativas
de las Américas (Región de la ACI).
Fue miembro del antiguo Comité Central de la ACI e integró sucesivamen-
te el Comité de Gobernanza, el Comité de Principios, el Comité de Derecho
Cooperativo y el Grupo Asesor de Identidad Cooperativa de dicha institución.
Fue editor de la Revista de la Cooperación Internacional, órgano de la ACI, en
su versión en español. Formó parte del Comité Consultivo Internacional que
colaboró con Ian Mac Pherson en la elaboración del proyecto de Declaración
sobre la Identidad Cooperativa aprobada por el Congreso del Centenario de
la ACI celebrado en Manchester en 1995 y participó en la comisión que elabo-
ró las Notas de Orientación para los Principios Cooperativos (2015).
Fue coordinador del grupo de expertos designado por la Organización
de las Cooperativas de América (OCA) para elaborar el Proyecto de Ley
Marco para las Cooperativas de América Latina (1988) y del designado por
Cooperativas de las Américas para su actualización (2008). Cabe resaltar la
gran influencia que ha tenido esta ley modelo en la redacción de las leyes coo-
perativas de numerosos países latinoamericanos (Honduras, Paraguay, Puerto
Rico, México, Uruguay, Panamá, Nicaragua, Venezuela, etc.). Ha sido coordi-
nador de la Comisión Jurídica de la Reunión Especializada de Cooperativas del
Mercosur y presidió la Comisión Técnica que elaboró el Proyecto de Estatuto
de las Cooperativas del Mercosur aprobado por el Parlamento del Mercosur
en 2009. Participó activamente en la elaboración del Proyecto de directrices
de la Organización de Naciones Unidas encaminadas a crear un entorno pro-
picio para el desarrollo de las cooperativas del año 2001 (Proyecto de directri-
ces de la ONU) y posteriormente en la elaboración de la Recomendación so-
bre la promoción de las cooperativas (núm. 193), que fue adoptada durante la
Conferencia Internacional del Trabajo de 2002 y ha proporcionado un marco
práctico para la elaboración y revisión de las políticas y la legislación coopera-
tiva en más de cien países de todo el mundo.
En la actividad cooperativa fue gerente de asuntos sociales de la Asociación
de Cooperativas Argentinas y miembro del consejo de administración de la
Asociación Argentina de Cooperativas y Mutuales de Seguros. Durante va-
rios años se desempeñó como asesor de la Comisión de Asuntos Cooperativos,
Mutuales y ONGs de la Cámara de Diputados de la Nación. Actualmente se
desempeña como vicepresidente de la Federación Argentina de Cooperativas
de Consumo y es asesor de La Segunda Cooperativa de Seguros Generales, de
la Federación Argentina de Mutuales de Salud, de la Cooperativa Obrera de
Consumo y de ACA Salud Cooperativa de Prestación de Servicios Médicos.
10 Semblanza académica y profesional del Profesor Dante Cracogna

Forma parte de numerosas organizaciones académicas y profesionales:


Asociación Argentina de Filosofía del Derecho, Asociación Argentina de Derecho
de Seguros (filial nacional de AIDA), Instituto Argentino de Derecho Comercial,
Sección Teoría General de la Asociación Argentina de Derecho Comparado,
Instituto Autónomo de Derecho Contable, Instituto de Derecho Empresarial de
la Academia Nacional de Derecho, entre otras. Fue el primer presidente de la
Asociación Internacional de Derecho Cooperativo (AIDC) fundada en 1989 te-
niendo como sede la Universidad de Deusto en Bilbao, de la que es actualmente
presidente honorario. Forma parte de Ius Cooperativum, asociación internacional
de juristas interesados en cooperativas y del Instituto Argentino de Investigaciones
de Economía Social (filial argentina del CIRIEC). Ha formado parte de numero-
sos proyectos de investigación sobre el Derecho de la economía social, solidaria
y cooperativa, entre ellos el que tiene por acrónimo EMPRESOCIAL (PID2020-
119473GB-I00) concedido en 2021 por el Ministerio de Ciencia e Innovación del
Gobierno de España y desarrollado en el Centro de Investigación en Derecho de
la Economía Social y de la Empresa Cooperativa (CIDES) de la Universidad de
Almería y que ha financiado esta publicación.
Ha sido presidente de la Editorial Intercoop Cooperativa Ltda. especia-
lizada en publicaciones sobre cooperativismo y economía social con difusión
en toda el área hispano parlante. Es colaborador regular de diferentes publi-
caciones periódicas: La Ley, El Derecho, Jurisprudencia Argentina, Doctrina
Societaria y Concursal, Boletín de la Asociación Internacional de Derecho
Cooperativo, Revista de Derecho Comercial y de las Obligaciones, Deusto
Estudios Cooperativos, entre otras, además de ser secretario de redacción del
Anuario de Filosofía Jurídica y Social. Ha recibido reconocimientos académi-
cos en distintas universidades, como ha sido el nombramiento como Profesor
Honorario por la Universidad Nacional de la Pampa (2018).
Desde pronto compatibilizó la carrera profesional de abogado y la de pro-
fesor universitario. La actividad profesional ha sido de siempre un estímulo
para su quehacer académico, brindándole motivaciones y experiencias para
volcar en ella. Al inicio actuó como abogado y funcionario en una importante
organización agraria argentina y a partir de 1984 se estableció como aboga-
do independiente con despacho propio que al día de hoy, con el nombre de
Estudio Cracogna Abogados Sociedad Civil, comparte con dos de sus hijos
como socios y su esposa como directora administrativa, y que tiene un gran
éxito y prestigio profesional.

Almería/España, abril de 2023


Carlos Vargas Vasserot
Professor Dante Cracogna’s
personal and professional curriculum vitae

Dante Cracogna was born on 23 April 1943 in a small town in the


Province of Santa Fe (Argentina), where his father worked as the manager
of an agricultural cooperative. His surname comes from Italy, from the Friuli
region in the northeast of the country, where his ancestors came from, who
arrived in Argentina with the large flow of immigrants that populated and
colonized Argentina in the second half of the 19th century. He studied law at
the National University of La Plata. One year after his graduation in 1966 he
obtained his license as lawyer. During his time as a student, he met his beloved
later wife, Emma María Vilas, while they were studying criminal procedural
law together. He would marry her years later, and they had three children,
who have given him five grandchildren.
In 1967 he began his academic career at the Faculty of Law of the
University of Buenos Aires (UBA) as a Second Assistant in the field of
Introduction to Law; later he became a Regular Assistant Professor of
Philosophy of and General Theory of Law. He wrote his doctoral thesis on this
topic in 1997, entitled “La fundamentación normativista del derecho en Hans
Kelsen. Crisis y crítica” under the supervision of Professor Carlos Alchourrón,
which received the highest grade. He took his doctorate courses with Carlos
Cossio, who, together with Julio Cueto Rúa, guided him at the beginning of
his teaching career. They had the greatest influence on his legal training.
Professor Cracogna taught graduate and postgraduate courses at
different universities in addition to the UBA at the Universidad Católica de
La Plata, the Universidad del Museo Social Argentino, the Universidad de
Ciencias Empresariales y Sociales, and at the Universidad Notarial Argentina
on different subjects, focusing basically on two disciplines: General Theory
of Law and Commercial Law. In this second subject, Commercial Law, he
obtained the highest rank of Regular Full Professor in 2008. In 2013, upon
reaching the age limit established in the university regulations and given his
12 Professor Dante Cracogna’s personal and professional curriculum vitae

significant academic merits, he was appointed Regular Consultant Professor


by the Higher Council of the UBA.
Regarding his research career, he has published nearly four hundred legal
works. At the end of this book we include a complete list of his publications. It
is divided into four different sections, given the magnitude and diversity of his
scientific output: Cooperative and Social and Solidarity Economy Law (with seven
monographs, twenty-two edited books and a the huge amount of two hundred
and twenty-two publications, including journal articles and book chapters);
General Theory of Law (with fifty-two publications, including four monographs);
Insurance Law (with forty-four publications); and Other topics in Corporate and
Commercial Law (with thirty-nine works).
Without depreciating the quality of his publications in other areas, it is
in the field of cooperative law that his work has achieved the highest levels
of recognition, with a worldwide academic impact. This justifies the fact that
this book in his honor is about this subject. His interest in this field began
early on, and in parallel with his studies in law, he cultivated his knowledge of
cooperatives, taking specialized courses at the Institute of Cooperative Studies
at the National University of La Plata in the mid-1960s. For this reason, he was
awarded a British Council scholarship to study for one year at the Cooperative
College, where he was a student, among others, of Arnold Bonner, one of the
members of the Commission that drew up the Report for the revision of the
cooperative principles of the International Cooperative Alliance (ICA) in
1966.
His first scientific publications on cooperative law date back to 1968, and
in 1969 he attended the First Continental Congress on Cooperative Law held
at the University of Mérida, Venezuela, on the initiative of the Organisation
of Cooperatives of America (OCA), where he presented a keynote paper on
the “acto cooperativo”, a figure which signifies the special legal relationships
within a cooperative, neither being of a commercial nor of a civil law nature,
but of a sui generis one. It is enshrined in most laws on cooperatives in
Central and South America. He continued to participate in all the following
continental congresses held in different countries, and he was the president of
several of them (Guaruyá, 2013; Montevideo, 2016; San José, 2019; Asunción,
2022).
He served as a founding board member of the Instituto Nacional de
Acción Cooperativa, a body responsible for the registration, supervision and
promotion of cooperatives in Argentina. Not even thirty years old, he was
nominated member of the Drafting Commission of the Cooperative Law Nº
20.337 of Argentina, passed in 1973 and still in force, practically unchanged
after fifty years. He served on the Legal Committee of the Organisation of
Professor Dante Cracogna’s personal and professional curriculum vitae 13

Cooperatives of America (OCA) and was subsequently appointed chair of the


Cooperative Law Committee of Cooperatives of the Americas (ICA Region).
He was a member of the ICA’s former Central Committee and served
successively on the ICA Governance Committee, Principles Committee,
Cooperative Law Committee, and Cooperative Identity Advisory Group. He
was editor of the Revista de la Cooperación Internacional, the Spanish version
of the International Co-operative Review of the ICA. He was part of the
International Advisory Committee that worked with Ian Mac Pherson on the
draft Declaration on the Cooperative Identity adopted by the ICA Centenary
Congress in Manchester in 1995, and he participated in the commission that
developed the Guidance Notes on the Cooperative Principles (2015).
He was the coordinator of the group of experts appointed by the
Organisation of Cooperatives of America (OCA) to prepare the Draft
Framework Law for Latin American Cooperatives (1988) and of the group
of experts appointed by Cooperatives of the Americas for its updating
(2008). It is worth highlighting the considerable influence this model law
has had on the legislation in numerous Latin American countries, such as
for example Honduras, Paraguay, Puerto Rico, Mexico, Uruguay, Panama,
Nicaragua, Venezuela. He has been coordinator of the Legal Commission of
the Specialised Meeting of Mercosur Cooperatives and chaired the Technical
Commission that drew up the Draft Statute of Mercosur Cooperatives
approved by the Mercosur Parliament in 2009. He was actively involved in the
elaboration of the 2001 United Nations Draft Guidelines aimed at creating
a supportive environment for the development of cooperatives (UN Draft
Guidelines) and subsequently in the elaboration of the Recommendation
concerning the Promotion of Cooperatives (No. 193), which was adopted by
the 2002 International Labour Conference and which has provided a practical
framework for the development and revision of cooperative policies and
legislation in more than 100 countries around the world.
As concerns his cooperative activities, Professor Cracogna was the manager
of social affairs at the Association of Argentine Cooperatives and a member
of the board of directors of the Argentinian Association of Cooperative and
Mutual Insurers. For several years he served as an advisor to the Committee on
Cooperative, Mutual, and NGO Affairs of the National Chamber of Deputies.
Nowadays, he is Vice-President of the Argentine Federation of Consumer
Cooperatives and advisor to La Segunda General Insurance Cooperative, the
Argentine Federation of Mutual Health Associations, the Cooperativa Obrera
de Consumo, and ACA Health Care Cooperative.
He is a member of numerous academic and professional organizations:
Asociación Argentina de Filosofía del Derecho, Asociación Argentina de
14 Professor Dante Cracogna’s personal and professional curriculum vitae

Derecho de Seguros (national branch of AIDA), Instituto Argentino de


Derecho Comercial, Sección Teoría General de la Asociación Argentina de
Derecho Comparado, Instituto Autónomo de Derecho Contable, Instituto de
Derecho Empresarial de la Academia Nacional de Derecho, among others.
He was the first president of the International Association of Cooperative Law,
founded in 1989 and based at the University of Deusto in Bilbao, of which he
is currently the honorary president. He is a member of Ius Cooperativum,
an international association of jurists interested in cooperatives, and the
Argentinean Institute of Social Economy Research (Argentinean branch
of CIRIEC). He has taken part in numerous research projects on the law of
the social, solidarity, and cooperative economy, including the one with the
acronym EMPRESOCIAL (PID2020-119473GB-I00) granted in 2021 by the
Ministry of Science and Innovation of the Government of Spain and carried
out at the Centre for Research in Social Economy and Cooperative Enterprise
Law (CIDES) of the University of Almería, which has funded this publication.
He has been president of Editorial Intercoop Cooperativa Ltda., which
specializes in publications on cooperativism and social economy, distributed
throughout the Spanish-speaking world. He is a regular contributor to various
journals: La Ley, El Derecho, Jurisprudencia Argentina, Doctrina Societaria y
Concursal, Boletín de la Asociación Internacional de Derecho Cooperativo,
Revista de Derecho Comercial y de las Obligaciones, Deusto Estudios
Cooperativos, among others. In addition, he is the editorial secretary of the
Anuario de Filosofía Jurídica y Social. He has received academic recognition
from different universities, such as the appointment as Honorary Professor by
the National University of La Pampa (2018).
From an early age, he combined his professional career as a lawyer with
that of a university professor. Professional activity has always been a stimulus
for his academic work, providing him with motivation and experience to
put into it. At the beginning he worked as a lawyer and civil servant in an
important Argentinean agrarian organisation, and from 1984 he established
himself as an independent lawyer with his own office, which today, under
the name of Estudio Cracogna Abogados Sociedad Civil, he shares with two of his
sons as partners, and which undoubtedly is successful and enjoys professional
prestige, not the least because of his wife’s collaboration as administrative
director.

Kauniainen/Finland and Almería/Spain in April 2023


Hagen Henrÿ and Carlos Vargas Vasserot
Bloque I
Parte general
CAPÍTULO 1
Quel droit cooperatif?
Un assemblage d’idees, reçues d’ailleurs 1

Hagen Henrÿ
Adj. Prof., Visiting Scholar
University of Helsinki

Para Dante Cracogna cuyo


apoyo personal e intelectual sigue endeudándome

Sommaire: 1. En guise d’introduction. 2. Quel droit coopératif? 3. En guise de conclusion:


l’interjuridique comme épreuve du nœud ou l’articulation des droits. 4.
Bibliographie.

1. EN GUISE D’INTRODUCTION

“Le droit n’existe pas”, me répliqua-t-il sans réfléchir. Sa voix était ferme,
calme, presque posée, sans reproche. Il était assis en face de moi. Nous
n’étions pas les seuls à avoir trouvé dans les intempéries de ce soir d’avril 1975
une excuse de plus pour chercher refuge dans ce bistrot.
Je l’avais invité à boire un verre avec moi au lieu de lui donner les quelques
sous qu’il m’avait demandés sans mendier. Il était devant ce bistrot quand je
passai pour me rendre au dernier cours que la Faculté Européenne de Droit

1
Le texte a bénéficié d’une révision linguistique par M. Paul Parant. Je tiens à le
remercier.
18 Hagen Henrÿ

Comparé dispensait ce soir-là. Cette Faculté organisait des cours de droit


comparé, une centaine d’heures en trois semaines. Au printemps dans cette
ville, en automne dans une autre ville européenne. J’étais à mi-chemin de mes
études de droit. A sa question «Qu’est-ce que vous faites par un temps pareil
dans les rues de ce quartier?» j’avais répondu que j’allais assister à un cours de
droit.
Sa façon de parler français me faisait penser que nous parlions tous les
deux l’allemand comme langue maternelle, mais que lui, en plus, il parlait le
dialecte dont j’étais entouré dans mon enfance, sans jamais le maîtriser. J’avais
raison. Mais il insistait pour parler français. Son dialecte m’aurait mis dans
la défensive. Quel geste ! Alors ce fut mon tour de lui demander: «Et vous,
Monsieur, que faites-vous à Strasbourg? «Je viens de rentrer d’une mission en
Afrique. Je fais partie de la Légion étrangère. J’attends.»
Je ratai mon cours. Nous conversâmes de mille choses. De Strasbourg
à la rencontre de Straßburg, de l’Afrique que j’avais commencé à vouloir
connaître, des raisons pour lesquelles je ne parlais pas son dialecte, de lui et de
ses circonstances. 2 Avait-il préféré la Légion étrangère à la Légion d’honneur?
Cette scène, banale si l’on veut qu’elle le soit, m’apprit, petit à petit, à
toujours essayer de chercher dans le droit sa fonction principale qui est de
rendre justice, surtout la justice sociale. Pour qu’il puisse remplir cette
fonction, quel droit coopératif donc?
L’objectif de cette contribution en l’honneur de mon ami Dante Cracogna
est double, chercher une réponse à cette question, sans prétendre pouvoir
jamais la trouver et apporter quelques graines de solution au problème de
l’ineffectivité du droit coopératif dans beaucoup de circonstances, laquelle
a des causes bien plus nombreuses qu’une telle contribution ne pourrait
explorer (Henrÿ, 2016: 21-32).
Le droit coopératif est une circonstance de la vie professionnelle de
Dante ainsi que de la mienne. Le manque de référence nationale, régionale
ou internationale de ma contribution est une autre de mes circonstances.

2
Dans ses “Meditaciones del Quijote” (1914) José Ortega y Gasset forge l’idée «Yo soy
yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo». Il la développera ultérieurement
dans plusieurs de ses ouvrages, comme par exemple dans “ ¿Qué es filosofia? Loin de décrire
un déterminisme de sa propre vie, l’idée est plutôt un rappel que seul l’action propre de tout
un chacun lui apportera les conditions pour vivre. Par l’action en coopérative, nous pouvons
répondre à cet appel à l’auto-responsabilité. Cela est le sens que je donne aussi à la première
phrase par laquelle V.S. Naipaul ouvre son livre intitulé “The Bend in the River”, où il écrit
“The world is what it is, men who are nothing, who allow themselves to become nothing, have
no place in it.”
Quel droit cooperatif? Un assemblage d’idees, reçues d’ailleurs 19

Non sans clin d’œil, je suppose, Dante a constaté que j’ai un «dream without
borders» (Cracogna, 2022: 17).

2. QUEL DROIT COOPERATIF?

Je tâcherai de m’approcher d’une réponse à la question «Quel droit


coopératif»? en trois temps: Pourquoi la quête de justice sociale? Pourquoi la
quête de justice sociale par le droit? Pourquoi la quête de justice sociale par le
droit coopératif?
Pourquoi la quête de justice sociale? Tout ‘simplement’ parce que l’injustice
sociale est illégale et amorale. Tout acte en sa faveur viole le concept juridique
du développement durable, 3 germe d’un droit humain au développement
durable, 4 ainsi que le droit humain à la dignité. 5 Tant que nous devons vouloir
que le développement soit durable, nous devons nous préoccuper de la
sécurité économique de tout un chacun et de nous tous, car en son absence
nous ne nous intéressons pas à l’état de la biosphère. 6 La sécurité économique
requiert de la stabilité politique. 7 Sauf par la force des armes, cette stabilité

3
Voir Case Gabcikovo-Nagymaros Project (Hungary/Slovakia), Judgment. I.C.J.
Reports 1997, Paragraph 140.
En ce qui concerne l’histoire de ce concept, voir Bekhechi, M. A., 2010: 107-137; Henrÿ,
H., 2013 a: 58-75.
4
L’émergence d’un tel droit s’annonce et sa reconnaissance me semble
incontournable. En ce qui concerne sa justification, voir Henrÿ, H., La identidad cooperativa
y el derecho cooperativo - en vía a un derecho humano al desarrollo sostenible, in: Actes du
Congreso Continental de Derecho Cooperativo 2022 à Asunción/Paraguay (à paraître).
5
En raison de l’impossibilité de le délimiter de manière précise, l’existence d’un
droit humain à la dignité ne serait qu’un vœu pieux. Toujours est-il que d’innombrables
textes internationaux l’incluent. De manière non contraignante juridiquement par exemple
la Déclaration universelle des droits de l’homme de 1948. Juridiquement contraignant il est
établi, par exemple, par la Charte de l’Union Européenne des droits fondamentaux (Article 1),
par les Pactes relatifs aux droits de l’homme de 1966, en vigueur depuis 1976, et par un grand
nombre de constitutions nationales. Voir, par exemple, l’Article 1 de la Loi Fondamentale de la
République Fédérale d’Allemagne.
6
Le terme “ biosphère” s’utilise ici pour désigner l’environnement ou la nature.
D’autres l’utilisent pour désigner l’ensemble des quatre aspects du développement durable
(voir note en bas de page suivante). Voir, par exemple, Grinevald, J., 2007.
7
Tandis qu’il y a consensus quant à l’indivisibilité du développement durable, le nombre
de ses aspects les plus importants varie. L’Union Européenne, par exemple, en propose trois (ne
mentionnant pas la stabilité politique (voir à: https://ec.europa.eu/europeaid/sites/devco/
files/ communicatioenn-next-steps-sustainable-europe-20161122_e.). En ce sens aussi Pufé,
I., 2012. Les quatre aspects mentionnés ici sont aussi ceux de l’UNESCO, par exemple (voir à:
http://www.unesco.org/education/ tlsf/mods/theme_a/popups/ mod04t01s03.html -).
20 Hagen Henrÿ

ne se régénère que par la justice sociale. 8 Mais, comment la régénérer? De


plus, l’injustice sociale témoigne de l’amoralité de ceux dont l’entrée dans
la Légion d’honneur n’est qu’une question de temps et qui restent inactifs
devant l’injustice sociale. 9 Ils ont tendance à la débattre, confondant évidence
et existence. Au lieu de la débattre, il faut la combattre. Paraphrasant Albert
Camus: ‘Pour que nous soyons, je dois me révolter’. 10 Pourquoi avec les
moyens du droit?
Pourquoi la quête de justice sociale par le droit? Précisons tout de suite avec
Jean Carbonnier: Il faut combattre l’injustice sociale avec les moyens du
droit, mais le droit n’est pas l’unique norme pour le faire, peut-être même
la moins importante. 11 Mais il est du moins remarquable que celui qui n’a
cessé de plaider pour «un droit au non-droit» affirme que «[...] le droit
existe pour empêcher le monde de se détruire. En ce sens, il y a un droit
nécessaire, notamment pour un rééquilibrage des forces économiques en
présence qui ne peut être garanti que par le droit [...] le seul droit absolument
indispensable, c’est le droit du travail, soit le droit social au sens général du
terme» (Carbonnier, 2012: 77). Et Arthur Kaufmann de confirmer que la
justice [rendu par le droit] est le chemin vers la paix (Kaufmann, 1986). Et la
«Déclaration concernant les buts et objectifs de l’Organisation Internationale
du Travail (Déclaration de Philadelphie)» d’énoncer qu’«une paix durable ne
peut être établie que sur la base de la justice sociale [par le droit du travail au
sens large du terme ]». 12 Voyons si le droit coopératif se prête à soutenir cette
quête de justice sociale.
Pourquoi la quête de justice sociale par le droit coopératif? Dans la mesure où
les facteurs de la globalisation, la digitalisation et la télétransférabilité des
données notamment, rendent ineffectif le droit étatique, y compris le droit
du travail dans sa fonction de rendre justice sociale, le droit coopératif en
tant que support à la régénération de justice sociale n’en conserve pas moins
toute sa raison d’être. De prime abord, la juridisation de la responsabilité

8
Ces quatre aspects du développement durable sont ainsi inextricablement liés.
9
Dans son portrait des conditions sociales de l’époque, Annette von Droste-Hülshoff
avertit en 1842 - n’est-ce pas aussi l’époque de la naissance des coopératives modernes? - les
nantis de ne pas juger les miséreux dont la condition peut bien être le résultat de leur inaction
contre l’injustice sociale (voir son livre intitulé «Die Judenbuche», titre du livre en français: «Le
Hêtre aux Juifs»).
10
«Je me révolte, donc nous sommes» (Camus, A., 1951: 38).
11
Voir à ce sujet, par exemple, l’œuvre de Stanley Diamond, en particulier Diamond, S.,
1971: 42-72.
12
Selon l’Article 1 de la Constitution de l’OIT, la Déclaration de Philadelphie, annexée
à la Constitution, fait partie de celle-ci.
Cette notion du droit du travail permet à l’OIT d’y inclure le droit coopératif.
Quel droit cooperatif? Un assemblage d’idees, reçues d’ailleurs 21

sociale de tout type d’entreprise (RSE) et son extension au sociétal (RSSE), 13


ainsi que l’adoption des lois relatives à l’Economie sociale et solidaire dans
le but d’en finir avec la financiarisation de l’économique, n’y changent rien.
Si ces mesures encadrent la poursuite de l’objectif des coopératives, elles ne
sauront pas changer leur objectif. Par contre, les effets de la RSSE risquent
de renforcer la tendance à rapprocher la structure juridique des coopératives
de celle des entreprises à capital (‘commercialisation des coopératives par
le droit’) et à faire converger encore plus les structures de gouvernance
de tous les types d´entreprise (‘convergence des gouvernances des types
d’entreprise’) afin de les rendre plus résilientes contre d’éventuels chocs. 14
L’uniformisation qui s’ensuit de la ‘commercialisation des coopératives par
le droit’ et de la ‘convergence des gouvernances des types d’entreprise’ rend
le développement durable impossible. Le développement durable se nourrit
de diversité, de diversité biologique et de son nécessaire corrélat qui est la
diversité culturelle (Henrÿ, 1990). Nous ne devrions donc pas renoncer au
droit coopératif tant que nous ne disposerons pas d’un meilleur mécanisme
pour régénérer la justice sociale que celui de la participation démocratique
du plus grand nombre de personnes à la décision sur le quoi et le comment
produire et le comment distribuer la richesse produite, telle que pratiquée
par et dans les coopératives modernes depuis quasiment deux siècles, tout
en traduisant le principe de solidarité sans lequel il n’y a pas de justice
sociale (Bude, 2019: 163). Le droit coopératif institutionnalise 15 cette idée
coopérative.
Quel droit coopératif donc? Cette pratique de la participation démocratique
et de la solidarité par et dans les coopératives modernes a donné aussi

13
Elle est la réponse juridique à la superposition par la science économique du
stakeholder value au share-holder value (entreprises à capital) et au member value (entreprises
coopératives).
14
En ce qui concerne ces deux phénomènes, la ‘commercialisation des coopératives
par le droit’ et la ‘convergence des gouvernances des types d’entreprise’, voir Henrÿ, H., 2013
c.: Partie 1, 2..
15
Selon les disciplines, l’acceptation du terme “institution” varie. Celle de l’économiste
Douglass North continue à être la plus citée. Dans son article `Institutions´, in: Journal
of Economic Perspectives (1991), pp. 97 f. il écrit: «[Institutions are] “humanly devised
constraints that structure political, economic, and social interactions. They consist of both
informal constraints (sanctions, taboos, customs, traditions and codes of conduct) and formal
rules (conventions, laws, property rights).” Ici je suis l’acceptation du juriste R. Granger.
Dans son article `Problèmes généraux du mouvement coopératif dans les pays en voie de
développement´, in: annales malgaches, 1, série droit (1963), pp. 149 ss., il écrit: «L’institution
peut être définie comme le regroupement de règles de droit, agencées selon un certain esprit,
autour d’une idée ou fonction centrale dont elles sont les instruments de réalisation.». Voir
aussi Granger, R., La tradition en tant que limite aux réformes du droit, in: Revue internationale
de droit comparé 1979, pp. 37 ss.. (44, 106).
22 Hagen Henrÿ

naissance à des expressions successives écrites de principes coopératifs. 16


La dernière en date est celle de la Déclaration sur l’identité coopérative de
l’Alliance Coopérative Internationale de 1995 (Déclaration de l’ACI). Selon
cette Déclaration «[l]es principes coopératifs [énumérés et expliqués dans
la Déclaration] constituent des repères qui guident les coopératives [définies
dans la Déclaration] dans l’application de leurs valeurs [énumérées dans
la Déclaration à côté des valeurs éthiques des membres...]» (‘les principes
coopératifs’). Par ‘les principes coopératifs’, nous devons donc entendre cette
interrelation entre trois des quatre parties de la Déclaration de l’ACI, à savoir la
définition des coopératives, leurs valeurs et les sept principes coopératifs au sens
étroit du terme 17 que le titre de la Déclaration nomme «identité coopérative».
Depuis la définition jusqu’au 7e Principe, la participation démocratique apparaît
comme un fil conducteur. Elle est loin d’être limitée au fameux et populaire
«un membre, une voix» du 2e Principe de la Déclaration de l’ACI.
Si nous considérons que le texte de la Déclaration de l’ACI est
juridiquement contraignant pour l’ACI et ses membres, et que, lu dans le
contexte des Pactes relatifs aux droits de l’homme, il l’est également pour
d’autres sujets du droit, que les faiseurs du droit ne peuvent empêcher les
coopératives d’adhérer à l’ACI sans violer leur droit humain juridique
de le faire, et qui de ce fait ont tout intérêt à avoir un droit coopératif
respectueux ‘des principes coopératifs’, que la Recommandation [No. 193]
sur la promotion des coopératives, 2002, de l’Organisation internationale du
Travail (R. 193 de l’OIT) intègre le texte de la Déclaration de l’ACI dans ses
Paragraphes 2 et 3 et dans son Annexe - avec modifications, certes - et que
cette Recommandation est juridiquement contraignante en ce qui concerne
le droit coopératif, alors nous pouvons conclure qu’il existe une obligation
juridique pour tout sujet du droit de respecter ‘les principes coopératifs’. 18
En ce qui concerne les législateurs, le Paragraphe 10. (1) de la R. 193
de l’OIT précise cette obligation. Il invite «[l]es Etats Membres [à] adopter
une législation et des règlements spécifiques sur les coopératives, fondés
sur les valeurs et principes coopératifs énoncés au paragraphe 3 [...].» 19

16
En ce qui concerne l’histoire de ces expressions, voir Cano Ortega, C., 2015: 285-331
(288 ss.).
17
La 4e partie de la Déclaration contient les valeurs éthiques des membres.
18
Je viens d’approfondir les arguments menant à cette conclusion. Voir Henrÿ, H., Los
principios cooperativos en el derecho público internacional. Significación y efectos para el
derecho cooperativo, in: Carlos Vargas-Vasserot et al. (eds.), Una interpretación actualizadora
de los principios cooperativos, 2023 (à paraître).
19
Je me demande si cette détermination du droit coopératif, qui n’en est pas une, ne
bouleverse pas une des affirmations centrales en droit comparé selon laquelle les principes ne
peuvent se déduire que des droits et non l‘inverse. Voir, par exemple, Goltzberg, S., 2018: 42.
Quel droit cooperatif? Un assemblage d’idees, reçues d’ailleurs 23

Le terme «législation et [...] règlements» ne peut signifier autre chose


que «droit coopératif». Comment faut-il entendre que ce droit doit être
«[fondé] sur les valeurs et principes coopératifs [...]»? Est-ce une incitation
à quelque uniformisation des droits coopératifs? Le Paragraphe 18. (d) de la
R. 193 de l’OIT pourrait l’insinuer lorsqu’il formule que «[l]a coopération
internationale devrait être facilitée par le biais de [...] l’élaboration [...]
de directives et de législations régionales et internationales communes
[...]». Pourtant, en évoquant l’importance du développement durable, les
Paragraphes 6. et 14. de la R. 193 s’y opposeraient, tout comme s’y opposerait
la reconnaissance générale de la relation entre principes juridiques et règles
juridiques. 20 Le Paragraphe 10. (1) de la R. 193 de l’OIT permet donc, et
exige, qu’il y ait autant de droits coopératifs que possible et nécessaire, ce
qu’une autre lecture du Paragraphe 18. (d) autorise également. D’autre part,
un certain nombre de paragraphes de la R. 193 de l’OIT fixent le cadre du
contenu des droits coopératifs. Il s’agit des Paragraphes 1.; 2.; 3. et l’Annexe;
6. (a), (c) et (d); 7. (2), Première et 2e phrase; et de 18. (d). Je les discuterai
dans le contexte de la question ‘Que signifie le terme «droit coopératif»?
La signification du terme «droit coopératif». La question ‘Que signifie le terme
«droit coopératif»? n’évoque pas seulement un questionnement quant à
l’objet à régler et à l’extension de ce terme, mais également quant à la notion
même du droit.
L’objet á régler. L’objet à régler par le droit coopératif est l’organisation
des coopératives de sorte qu’elles puissent poursuivre leur objectif et que
leur forme justifie l’octroi de la personnalité juridique, indépendamment de
l’activité qu’elles exercent (voir les Paragraphes 1.; 7. (2) 2e phrase; et 6. (a)
de la R. 193 de l’OIT). Certes, il peut y avoir des exceptions quand l’activité
requiert des règles organisationnelles spécifiques. La Ley marco para las
cooperativas de América Latina, dont Dante fut le mastermind, l’architecte
et le constructeur, inclut des exceptions dans ce sens. En formulant dans
son Paragraphe 2. que «le terme «coopérative» désigne une association
autonome de personnes volontairement réunies pour satisfaire leurs
aspirations et besoins économiques, sociaux et culturels communs au moyen
d’une entreprise dont la propriété est collective et où le pouvoir est exercé
démocratiquement», la R. 193 de l’OIT fixe là les trois aspects de l’objectif
des coopératives qui les distinguent des autres types d’entreprise, ainsi que les
grands traits de l’organisation des coopératives qui s’ensuit. 21

20
Voir, par exemple, l’œuvre de Robert Alexy.
21
Il est à signaler que le débat sur la différence des types d’entreprise se focalise
généralement sur leurs formes, sans prendre en considération que la forme juridique d’un type
d’entreprise n’est que fonction de son objectif spécifique.
24 Hagen Henrÿ

Cette délimitation de l’objet à régler par le droit coopératif ne fait pas


l’unanimité et elle nécessite un examen critique. En effet, il n’est pas rare
que le législateur insiste sur l’inclusion dans un même texte (de loi et/
ou de règlement) de règles régissant l’organisation des coopératives,
des règles relatives aux activités qu’elles exercent, ainsi que des règles
régissant l’organisation et les attributions des organes publics en charge de
l’enregistrement, de la supervision et de la promotion des coopératives. A
moins que le droit constitutionnel ne l’exige, 22 une telle approche ne peut
se justifier selon le droit public international relatif au droit coopératif 23 que
pour une période bien déterminée et limitée et dans le seul but d’effectuer le
développement de coopératives autonomes.
En ce qui est de la nécessité de soumettre la délimitation de l’objet à régler
à un examen critique, il est à soulever que l’organisation des coopératives subit
maintes influences, de caractère culturelle, politique et/ou économique. Je
donnerai quelques exemples sans plus de discussion. L’influence culturelle
est la plus radicale et elle concerne la figure de «personne juridique». Il n’y a
pas d’acceptation universelle de ce terme 24 et dans nombre de sociétés, il ne se
conceptualise pas (Henrÿ, 2000). Quant à l’influence politique, mentionnons
la «commercialisation des coopératives par le droit» et «la convergence des
gouvernances des types d’entreprise»; le renforcement de l’organisation des
coopératives selon le 6e Principe de la Déclaration de l’ACI (Coopération entre
coopératives) et le Paragraphe 6. (d) de la R. 193 de l’OIT 25; et les algorithmes
développés par des intangibles, insaisissables, non-identifiables (Big Data)
qui dirigent de plus en plus tous les aspects de notre vie et dont je ne peux
que soupçonner l’influence sur l’organisation des coopératives. En ce qui
concerne l’économique, mentionnons la diversification de l’organisation des
coopératives; 26 l’émergence de coopératives (de plateforme) transfrontalières;

22
Ce qui est le cas, par exemple, au Mexique.
23
Il s’agit surtout des textes qui contribuent à la qualification de la R. 193 de l’OIT
comme juridiquement contraignante en ce qui concerne le droit coopératif, à savoir le Projet
de directives de l`ONU de 2001 visant à créer un environnement propice au développement
des coopératives (UN doc. A/RES/54/123 et doc. A/RES/56/114 (A/56/73-E/2001/68;
Res./56) et le Rapport du Secrétaire Général des Nations Unies sur le «Rôle des coopératives
dans le développement social» de 2021 (A/76/209).
24
Il y a même des différences entre les conceptions en droit dit anglo-saxon ou common
law et en droit dit civil law ou continental European law.
25
Cette «coopération» signifie l’intégration des coopératives de différents niveaux sur
un mode à la fois hiérarchique et hétérarchique. Voir Henrÿ, H., 2017: 119-134.
26
En effet, la dynamique de l’évolution de l’idée coopérative depuis l’émergence
des premières coopératives modernes au milieu du XIXe siècle nous a mené de coopératives
formées dans certains secteurs par des personnes d’une même strate sociale et dont les intérêts
économiques étaient similaires, sinon identiques, à des coopératives formées par des personnes
Quel droit cooperatif? Un assemblage d’idees, reçues d’ailleurs 25

le cas échéant, une complexification par l’intégration organisationnelle des


coopératives dans des chaînes de valeur, souvent globales, liant différents types
d’entreprises soumis à différents droits nationaux et/ou régionaux; la mise
en réseaux des entreprises, y compris les coopératives, des réseaux amorphes,
éphémères, dé-organisés.
L’extension du terme «droit coopératif». En général, le terme «droit coopératif»
est réduit à celui de ‘loi coopérative et règlement respectif’. Mais, il est plus
vaste et ceci dans un double sens. Premièrement, tant que la loi coopérative fait
partie d’un système juridique, elle ne doit pas être une loi pour les coopératives,
mais plutôt une loi relative aux coopératives, pas ‘a law for cooperatives, but
a law on cooperatives’, une loi qui s’insère dans le système juridique appelé à
équilibrer les différents intérêts en présence et à les prendre en considération.
La R. 193 de l’OIT y fait allusion quand elle évoque le principe juridique du
traitement égal des coopératives (voir Paragraphes 6. (c) et 7. (2) Première
phrase). Deuxièmement, le terme «droit coopératif» est bien plus vaste que
celui de ‘loi et règlement’. Par la suite je l’élargirai dans quatre directions:
statuts des coopératives; autres lois et sources de droit que la loi coopérative;
autres actes et pratiques juridiques relatifs aux coopératives; enfin autres
droits que les droits étatique, régional et international.
Les statuts des coopératives. Souvent, les lois et règlements (d’application)
réduisent à l’insignifiance l’auto-nomie 27 des coopératives (voir 4e Principe de
la Déclaration de l’ACI), c’est-à-dire l’attribution aux coopératives du droit à
régler elles-mêmes leurs affaires - tant que cela ne nuise aux intérêts publics
ou à ceux de tierces personnes. D’autre part, il y a une tendance à réduire
les règles contraignantes de la loi à un minimum, ce qui permet, dans les cas
extrêmes, aux coopératives de se transformer en un autre type d’entreprise
par le biais de leurs statuts. 28 Plus sera étendue l’autonomie statutaire des

de toutes les classes sociales et ayant des activités dans tous les secteurs de l’économie. Nous
rencontrons de nos jours des coopératives d’éducation ou de santé, des coopératives de
protection des données, des coopératives multisectorielles, des coopératives avec un nombre
de membres excédant plusieurs millions, des coopératives dont les membres sont hétérogènes
de par leurs intérêts, leurs besoins, leur profession ou de par leur contribution (membres-
travailleurs, travailleurs bénévoles, membres-usagers, membres-investisseurs usagers ou non
usagers). Il y a des coopératives au moyen desquelles les membres se servent eux-mêmes, des
non-membres, les deux groupes en même temps, leur communauté ou bien le public. Il y a des
coopératives dont les membres peuvent être des personnes du droit public, par exemple les
municipalités, avant tout dans les secteurs de l’éducation, de santé et des services publics. Il y a
des coopératives dont les membres sont en même temps producteurs et consommateurs, pour
la production, la distribution et la consommation d’énergie, par exemple.
27
La décomposition du mot «autonomie» en «auto» et «nomie» rend sa signification.
28
Un tel cas “extrême” est la loi coopérative finlandaise de 2013. Voir son Article 5
(Chapitre I).
26 Hagen Henrÿ

coopératives, plus la loi perdra de ces fonctions 29 et moins nous autres juristes
sauront au fait du droit coopératif réel.
D’autres lois et sources de droit. Dans la mesure où d’autres lois ou sources
du droit régissent l’organisation des coopératives, elles font partie du droit
coopératif, soient-elles d’origine nationale, régionale ou internationale.
Parmi les lois nationales qui, en général, sont de cette nature, mentionnons
la constitution - Dante en a relevé l’importance plus d’une fois -, les lois
relatives à l’Economie sociale et solidaire, celles relatives à la RSSE ou au
droit du travail, les lois fiscales, les lois relatives à la concurrence, le droit
foncier, les règles relatives à la comptabilité etc.. 30 Quoique oubliée souvent,
cette notion du droit coopératif ne fait que très rarement matière à débat.
Cela vaut également pour les autres sources du droit, telles que les décisions
juridictionnelles, les coutumes et la jurisprudence au sens de science
juridique. Abstraction faite des lois et des coutumes - et encore ! - le droit
coopératif n’est donc pas seulement règle (écrite), mais aussi interprétation,
pratique et praxis 31 des règles et coutumes. C’est cela que j’aborderai par la
suite.
D’autres actes et pratiques juridiques. L’inclusion de l’interprétation, de
la pratique et de la praxis des règles et coutumes dans le droit coopératif,
surtout celles par le gouvernement et l’administration publique, et qui
s’expriment dans des actes écrits (ordonnances, règlements, décrets,
décisions etc. 32) et non-écrits, est d’autant plus importante qu’il n’existe
pas de notion universelle de ‘loi’ et que la délimitation entre ‘loi’ et ‘règle
d’application’ n’est claire que dans les manuels de droit. Le terme ‘décret-
loi’ en français ou ‘bye-law’ dans nombre de pays de l’Afrique du nord et
autres en offrent une illustration.

29
Dans mon article intitulé “El derecho cooperativo, ¿instrumento de puesta en
valor de los elementos diferenciales de las empresas cooperativas? (in: Aguilar Rubio, Marina
(dir.), Innovación social y elementos diferenciales de la economía social y solidaria, Madrid
et al.: Marcial Pons 2022, pp. 49-60) je propose sept fonctions de la loi: i.) elle garantit un
accès démocratique au droit; ii.) elle est garante de la sécurité juridique; iii.) elle est la base de
toute mise en œuvre des politiques publiques; iv.) elle contribue à la cohérence sociale du fait
d’équilibrer les différents intérêts en présence; v.) elle satisfait un besoin socio-psychologique
en reconnaissant publiquement l’existence d’un phénomène - ici les coopératives; vi.) elle
institutionnalise une idée - l’idée coopérative dans notre cas; et vii.) elle protège contre les
agissements des Big Data. Voir aussi Henrÿ, H., 2019: 1-14.
30
Voir aussi Henrÿ, H., 2013: Encadré 2.
31
Galligan, D. J., 2007, illustre de manière convaincante l’importance de cette praxis,
surtout celle de l’administration.
32
Dénominations et dénominés varient, même à l’intérieur d’un pays.
Quel droit cooperatif? Un assemblage d’idees, reçues d’ailleurs 27

D’autres droits que le droit étatique, régional et international. Jusqu’ici ma


discussion de l’extension du terme «droit coopératif» a porté, implicitement,
sur le droit étatique et, par extension, le droit régional/supranational et
international. C’est le droit produit et mis en œuvre, in fine, par l’Etat. Il
ne couvre qu’une partie de la réalité juridique. L’anthropologie juridique a
été claire sur ce point depuis ses débuts; le droit comparé s’en rend compte
depuis un certain temps. La difficulté que rencontre la mise en œuvre du
droit coopératif étatique dans beaucoup de circonstances nous avertit,
quoique tardivement, de l’inéquation entre ‘droit’ et ‘droit étatique’. Qu’en
est-il du droit religieux, du droit coutumier, 33 du droit dans les ou des secteurs
informels, 34 des standards d’acteurs privés, 35 des autonomous fields of law, 36
des algorithmes et d’autres droits dont le créateur et l’administrateur ne serait
pas l’Etat? Ils sont là; ils agissent et interagissent; ils sont effectifs.... Tant que la
relation entre eux, d’un côté, et le droit étatique, de l’autre, reste une relation
hiérarchique avec pour cime le droit étatique, et tant que la relation entre

33
A distinguer du terme “coutume” en tant que source du droit (voir supra). D’autres
termes pour désigner le ‘droit coutumier’ sont, par exemple, «native law», “droit non-étatique»,
etc.. Voir à ce sujet Henrÿ, H., 1984: 347-352.
Pour de nombreux exemples où la restriction de la vue au droit étatique fausse les
conclusions, voir, par exemple, Nippierd, A.-B. and Holmgren, C., 2002.
En ce qui concerne sa forme, le droit coutumier, lui-même généralement oral, apparaît
surtout, mais pas exclusivement, dans des sociétés à culture orale. Cela rend son «accès»
particulièrement difficile pour un juriste formé au droit écrit (étatique). Edouard Glissant a su
attirer notre attention sur l’originalité de l’oralité dans le concert des cultures.
34
Depuis les années 1970 l’OIT a systématiquement travaillé sur l’économie informelle,
ou plutôt sur sa formalisation. Voir Henrÿ, H., 2013 b.: 35-52. En proposant dans son Paragraphe
9. que «[l]es gouvernements devraient promouvoir le rôle important des coopératives dans la
transformation d’activités qui ne sont souvent que des activités de survie marginales (parfois
désignées par les termes «économie informelle») en un travail bénéficiant d’une protection
juridique et qui s’intègre pleinement à la vie économique [.]», la R. 193 de l’OIT fait sous-
entendre que «formel» équivaut à «étatique» et que l’informalité est un fléau. Cela est vrai
dans beaucoup de cas, mais pas nécessairement. En ce qui est du droit et de ses différentes
expressions, cette attitude entrave les efforts de l’OIT pour améliorer la situation des personnes
vivant dans ou de l’économie informelle.
35
Suffit-il de mentionner pour notre contexte les recommandations du International
Accounting Standards Board (IASB), et du Financial Accouting Standards Board, ainsi que les
règles élaborées et recommandées régulièrement par le Comité de Supervision Banquaire de Bâle.
36
Jessup, P.C., 1956 et Zweigert, K./Kötz, H., 1996: §5 II 1. ont fait remarquer il y a
longtemps de cela déjà qu’un nombre grandissant de domaines du droit se reproduit en dehors
des systèmes juridiques étatiques ou autres ‘systèmes’.
En droit international public le phénomène se débat sous la notion de ‘fragmentation’.
Voir, par exemple, Martineau, A. C., 2014 et l’œuvre de Martti Koskenniemi. Pour une critique
du concept, voir Tuori, K., 2008: 295-327.
28 Hagen Henrÿ

tous ces droits n’est pas clarifiée, 37 les problèmes de mise en œuvre du droit
coopératif persisteront. 38
La notion du droit. Quelle notion du droit pour le droit coopératif?’ Loin
d’avoir une réponse, je ne suis sûr que de deux choses: de la nécessité de
différencier la notion du droit qui régit les coopératives de celle qui régit les
entreprises à capital et de la nécessité de pluraliser et de diversifier la notion
de droit. 39
Comme les coopératives et les sociétés à capital se distinguent par leur
objectif, respectivement la satisfaction des besoins et aspirations économiques,
sociaux et culturels des membres et un rendement financier 40 maximum pour
les actionnaires ou financiers, la notion du droit qui les régit ne peut pas être la
même. Pour les coopératives, la poursuite de leur objectif se traduit dans une
relation spécifique entre elles, d’une part, et leurs membres, de l’autre, pour
qui, au fond, la coopérative n’est qu’un outil. Le Paragraphe 2. de la R. 193 de
l’OIT, en définissant les coopératives comme «association[s...] de personnes
unies [...] pour répondre à leurs besoins et aspirations économiques, sociaux
et culturels communs [...]» qualifie implicitement la nature de cette relation
de non-commercial, car les acteurs ne sont pas les coopératives, mais les
membres. 41 Dans la plupart des pays de l’Amérique Centrale et du Sud, cette
relation est qualifiée de «acto cooperativo», distinct de l’acte commercial et

37
En ce qui concerne la relation entre le droit étatique et le droit coutumier, relire
l’œuvre de Guy Adjété Kouassigan, par exemple son livre intitulé «Quelle est ma loi [au sens de
‘quel est mon droit’?]» se révèle fort utile.
38
J’ignore dans quelle mesure les constitutions de quelques pays de l’Amérique du
Sud qui définissent leur Etat respectif d’Etat plurinational ou la Constitution du Canada ont
pu apporter des éléments de solution. Voir, par exemple, la Constitution de la Bolivie. Son
Article 1 énonce “Bolivia se constituye en un Estado Unitario Social de Derecho Plurinacional
Comunitario, libre, independiente, soberano, democrático, intercultural, descentralizado y
con autonomías. Bolivia se funda en la pluralidad y el pluralismo político, económico, jurídico,
cultural y lingüístico, dentro del proceso integrador del país” (internet le 6.2.2023). L’Article
1. de la Constitution de l’ Ecuador énonce “Ecuador es un Estado constitucional de derechos y
justicia, social, democrático, soberano, independiente, unitario, intercultural, plurinacional y
laico. Se organiza en forma de república y se gobierna de manera descentralizada” (internet le
6.2.2023).
Voir aussi la Section 35 de la Constitution du Canada (inernet le 6.2.2023).
39
Je n’entre pas ici dans le débat sur la différence entre ‘pluraliser’ (différent) et
‘diversifier’ (divers, autre). Voir pour une analyse plus circonstanciée, Henrÿ, H., 2013 d.:
93-103.
40
Le rendement financier est aussi important pour les coopératives. Mais, il est subsumé
à l’aspect économique de leur objectif.
41
D’un côté, cette lecture rend la personnalité juridique des coopératives incomplète;
de l’autre, elle aide à trouver des réponses à des questions juridiques. Par exemple, elle livre les
clefs pour une imposition (des revenus) adéquate des coopératives et elle apporte la réponse
Quel droit cooperatif? Un assemblage d’idees, reçues d’ailleurs 29

de l’acte civil. Une avancée juridique dont Dante est un promoteur infatigable
et dont profiterait bien d’autres régions du monde.
Le défi consiste à maintenir le savoir en droit organisationnel des
entreprises que la notion même du droit change avec l’objectif à poursuivre
par une entreprise et qu’un changement de cet objectif peut intervenir
indirectement. En effet, un changement de forme peut déclencher, de facto,
un changement de l’objectif ce qui, à son tour, provoquera un changement
de la forme, et ainsi de suite. Tel est bien l’effet de la ‘commercialisation des
coopératives par le droit’ et de la ‘convergence des gouvernances des types
d’entreprise’, quoique, directement, elles ne concernent que la forme des
entreprises. Ces changements surviennent d’autant plus facilement que la
notion du droit comme un moyen privatif, à protéger par l’Etat, se propage et
tend à se substituer à une notion du droit réglant des relations sociales. 42 En
plus, les relations sociales se contractualisent/ sont contractualisées. Il n’est
pas sûr qu’une telle notion de droit puisse institutionnaliser l’idée coopérative
qui consiste, avant tout, en la régénération de justice sociale moyennant
la participation démocratique. Et si elle ne le peut pas, les coopératives ne
peuvent pas servir de relais sur le chemin vers le développement durable. Tout
comme les droits humains, le concept juridique de développement durable
a besoin de relais. Dans l’exploitation de cette fonction de relais, le droit
coopératif pourrait produire un renversement du comment penser la relation
entre un ‘service to members first’ (basé sur la définition des coopératives) et
un ‘service to the community second’ (7e Principe de la Déclaration de l’ACI)
et ainsi rendre une révision du 7e Principe superflue.
Dans tous les cas, la justice sociale restera déficiente tant que le droit
coopératif n’exprimera pas aussi le principe de solidarité, c’est-à-dire l’octroi
aux membres d’obligations juridiques envers les autres sans expectation
de (jamais) recevoir quelque chose en retour. 43 La volonté d’accepter de
telles obligations a crû surtout sur fond de collectivités vécues. Si, comme je
l’ai posé, les entreprises, tous types confondus, s’intègrent de plus en plus
dans des chaînes de valeur globales et que celles-ci et/ou les entreprises

à la question de savoir si le droit du travail peut s’appliquer aux coopératives de travailleurs (la
réponse est négative).
42
Pour une crítique dans ce sens voir De Conto, M., 2013; Eberhard, C., 2010; Menke,
C., 2015.
43
Pour une distinction entre la solidarité et d’autres formes de soutien, comme par
exemple la charité, l’aide inconditionnelle basée sur l’amour etc., voir Hondrich, K. O. und
Koch-Arzberger, C., 1992: 114. Voir aussi Weil, S., 1949.
Soit mentionné en passant que selon la Déclaration de l’ACI, la solidarité est une valeur
coopérative. Elle est également un principe juridique universel. Les conséquences de cette
différence sont à considérer lors de la traduction des principes coopératifs en droit.
30 Hagen Henrÿ

individuellement se dissolvent pour interagir en acteurs économiques œuvrant


en réseaux, la question de fond est de savoir si les coopératives peuvent
organiser la participation démocratique en vue d’une régénération de justice
sociale et qu’est-ce qui engendre cette volonté d’accepter des obligations
de solidarité? Autrement dit: l’idée coopérative peut-elle s’institutionnaliser
sans être organisée? Je fais bien allusion au double sens du mot ‘solidum’, un
tout solide et/ou un tout tout court (obligationes in solidum). Les exigences
du développement durable 44 m’invitent à penser que cela doit être plutôt le
dernier de ces deux sens - en forme du tout global.
Ce tout global, ainsi que l’organisation des coopératives - coopératives
simples, complexes, faisant partie de plateformes (coopératives)
transfrontalières, intégrées dans des chaînes de valeur globales, ou faisant
partie de réseaux globaux d’acteurs économiques, requièrent que nous
pluralisions et diversifions le droit. Le tout global requiert que tous, partout
et sans arrêt, poursuivent concomitamment les différents aspects du
développement durable. 45 Il est global car la biosphère l’est par nature. 46
L’aspect de justice sociale y est central. 47 Il y en a autant de justices sociales
et droits qu’il y en a de cultures. Chacune des justices sociales se poursuit par
son droit. Pour cela, il est indispensable que nous considérions tous les droits.
Quant à l’organisation des coopératives, elle est régie par le droit étatique
et, de plus en plus - effets des facteurs de la globalisation -, par des droits
étatiques (au pluriel), ainsi que, le cas échéant, par des droits non-étatiques
(au pluriel). Les facteurs de la globalisation nous font et laissent vivre
l’interculturel au quotidien, partout. 48 L’organisation des coopératives n’en
est qu’un exemple. Selon Emongo «[...] le fait interculturel n’a rien à voir avec
la seule cohabitation plus ou moins harmonieuse, la coexistence pacifique
sans plus. L’interculturel ne s’épuise ni dans la recherche d’un consensus

44
Quant aux exigences du développement durable voir Henrÿ, La identidad
cooperativa..., op. cit.
45
Cela exige une mise en commun des disciplines, sciences sociales et sciences
naturelles.
46
Les gens l’ont su tout au long. Voir p. ex. le roman de Theodor Fontane ‘Der Stechlin’
[paru en français sous le même titre], écrit entre 1895 et 1897: «Le Stechlin [c’est le nom d’un
lac au nord de l’Allemagne] est toujours calme. Mais, de temps à autre, il tourmente. C’est
quand, même très loin, en Islande, sur l’Ile de Java ou ailleurs, la terre tremble ou un volcan
s’active.»
47
Voir supra.
48
Le phénomène n’est pas nouveau. Ce qui est nouveau, c’est son ubiquité. Il a fait
l’objet d’une vaste littérature, surtout en anthropologie juridique, laquelle cherchait au début
à comprendre la rencontre des droits européens étatiques nationaux et des droits vécus dans
les colonies. Voir, par exemple, les travaux du Laboratoire d’Anthropologie Juridique de
l’Université I (Sorbonne) et de la Commission on Legal Pluralism.
Quel droit cooperatif? Un assemblage d’idees, reçues d’ailleurs 31

universel, ni dans un modus vivendi universel, qu’il soit éthique, social, du


droit international, etc.. Le fait interculturel est la toile d’araignée dans sa
totalité, c’est le donné par excellence dont est concerné chaque fibre, chaque
chose, tout ce qui est, le divin, le cosmique, l’humain» (Emongo, 1997). Dans
l’interculturel se rencontrent des internormativités. Par internormativité
Carbonnier entend la relation entre les différentes normes, normes sociales,
éthiques, morales, religieuses, juridiques etc. (Carbonnier, 1988: 313 s.). Cette
relation est marquée par un double mouvement continu, la délimitation
des normes et leurs processus de création et de recréation/d’interprétation
respectifs, d’une part, et la métamorphose d’une norme d’un certain type
en une norme d’un autre type, de l’autre. En situation interculturelle avec
internormativités, ce qui est du domaine du droit aujourd’hui ne le sera peut-
être plus demain - et vice versa - et ce qui est du domaine du droit dans une
culture peut être du domaine d’une autre norme dans une autre culture. Ce
dynamisme normatif produit des juridiques qui agissent l’un sur l’autre et qui
interagissent.
Si le droit doit «empêcher le monde de se détruire», 49 alors la relation
entre ces juridiques, que j’appellerai ‘interjuridique’, requiert toute notre
attention. C’est le sujet de ma conclusion.

3. EN GUISE DE CONCLUSION: L’INTERJURIDIQUE COMME


EPREUVE DU NŒUD OU L’ARTICULATION DES DROITS

L´interjuridique ne signifie ni la fin de l’Etat comme droit, 50 ni la fin de


l’Etat de droit, ni la fin du droit étatique, ni la substitution des droits étatiques
nationaux, interétatiques (régionaux et internationaux) par des droits non-
étatiques ou autres, ni la fin de tous ces droits par le règne d’un seul droit,
mais peut-être qu’il signifie un état de droit. L´interjuridique signifie plutôt
l´articulation de tous les droits dont, à priori, aucun ne prime les autres.
L´interjuridique est le nœud où se croisent les droits pour nous lier tous entre
nous dans notre double dépendance, d’une part des uns des autres, d’autre
part de nous tous du «tout global» 51 ou «Gaia». 52 Ces dépendances ne sont
pas de la même nature. Tandis que la première nous restreint et est de nature

49
Voir Carbonnier, supra.
50
Voir Alexander Somek.
51
Similaire Henrÿ, H., 1994: 3-29.
52
Terme forgé par William Golding et fait entrer dans la pensée écologiste, entre autres
par James Lovelock.
32 Hagen Henrÿ

culturelle, la seconde décrit notre rapport à la «placenta sin la cual no sería


posible la vida humana» (Latour, 2021).
Pour que nous puissions porter notre attention à cet ‘interjuridique’,
nous ne pouvons plus éviter de dire ce que nous entendons par «juridique».
Malgré les dangers que cela présente pour moi - sachant que Dante est aussi
un philosophe du droit et que je commettrai inéluctablement des fautes - je
propose ceci: est norme juridique toute norme dont le respect peut être et
sera imposé par un groupe au moyen d’une procédure préétablie chaque fois
(règle, régulier) qu’il jugera que le non-respect répété de la norme mettrait
la cohésion du groupe en danger. L’ensemble de ces normes forme le droit
du groupe. Ce droit peut être de caractère territorial, ce qui est le cas des
droits étatiques; il peut être de caractère personnel, comme cela est le cas des
droits religieux; il peut se référer à un type d’acteur économique; il peut régir
des relations humaines, la relation entre un être humain et un objet ou entre
objets, par exemples les algorithmes. Les facteurs de la globalisation font que
les situations qui sous-tendent ces cas sont différemment conditionnés: par le
temps et l’espace s’ils touchent au biologique, sans restriction quand le temps
et l’espace ne peuvent les conditionner.
Comme le faisait mon interlocuteur au bistrot, nous songeons tous à
obtenir notre justice sociale au moyen du droit de notre groupe, que celui-ci
soit nommé Etat, société, clan, business community ou autrement. Pourquoi
l’un de ces droits primerait-il les autres?
Mais, comment faire le tout? Commençons par une articulation des droits.
Elle signifie, sinon l’abandon des façons dont la rencontre de différents droits
a été réglée jusqu’alors, 53 du moins une alternative. Le chemin (méthode)
emprunté pour arriver aux ‘principes coopératifs’ peut nous enseigner
beaucoup. ‘Les principes coopératifs’ ne sont-ils pas le résultat d’un va-et-vient
continu entre une praxis théorisée et une théorie pratiquée? L’accumulation
de ce Erfahrungswissen est un trésor. Deux choses donc: Premièrement,
voyons ce qu’il en est de ‘l’interjuridique’ dans les coopératives dont les
membres s’identifient avec des cultures différentes et dans les coopératives de
type plateforme transfrontalière. Deuxièmement, reconnaissons l’autre dans
son altérité. Aussi étrange que son droit puisse me paraître à moi, je dois le
reconnaître, 54 si je veux que l’autre m’accompagne dans ma quête de justice

53
Par le choix du droit applicable; la détermination du droit applicable par les règles
du droit international privé; l’application du droit du siège d’une entreprise; par les efforts d’
«harmoniser» les droits (voir quant au différentes manières d’harmoniser Henrÿ, H., 2021: 45-
66. Toutes ces mesures ont ceci en commun qu’elles cherchent à arriver à l’application d’un
seul droit.
54
Au sens de Paul Ricoeur.
Quel droit cooperatif? Un assemblage d’idees, reçues d’ailleurs 33

sociale. Nous serons ainsi dans la voie du développement durable. Je dois le


vouloir, car sans lui la diversité ne nous ouvre pas son trésor de connaissances.
Sans celles-ci, ce sont les racines du développement (durable) qui périssent.
Pour pouvoir reconnaître l’autre, il faut pouvoir le connaître. Rien
que la polysémie de ces mots indique qu’il s’agit de choses éminemment
plus difficiles et aussi douloureuses que ne laissent entendre les appels
des anthropologues à notre volonté de décentrement, ou ceux des juristes
comparatistes à notre volonté de penser comme le font les juristes du droit
qui m’est étranger ou encore ceux des juristes à notre volonté de nous cacher
derrière un voile d’ignorance pour pouvoir négocier les principes de la justice
sociale. 55 Suis-je capable de me défaire de mon ‘je’ et des circonstances qui
me sont propres comme juriste, si même les experts des sciences exactes ne le
sont? 56 D’ailleurs, je suis prêt à m’enrichir de plus d’idées venues d’ailleurs !

4. BIBLIOGRAPHIE

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55
Allusion est faite, évidemment, à Maurice Godelier, Konrad Zweigert & Hein Kötz et à
John Rawls, respectivement.
56
Albert Einstein, Nils Bohr, Heinz Dürr....
34 Hagen Henrÿ

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CAPÍTULO 2
La renovación democrática y el límite del mandato

Carlos Torres Morales


Catedrático de Derecho Comercial
Universidad de Lima

“Es probable que existan hombres sabios que puedan decir al pueblo lo que éste
debe hacer para salvarse. Hay muchos sin duda que saben lo que es bueno para el pue-
blo, mejor de lo que alcanza a saberlo la mayoría del pueblo. Muchos de esos hombres
sabios quieren realmente salvar al pueblo. Pero hay también muchos imbéciles que lle-
varían al pueblo a la perdición. Una de las funciones esenciales de la democracia consis-
te en salvar al pueblo de ser conducido por los sabios a la salvación y por los estúpidos
a la perdición. Es la salvación por la ley del término medio. Proporciona al pueblo la
satisfacción de salvarse a sí mismo y de recoger la lección de sus propios errores. La
democracia es el pueblo gobernándose a sí mismo. Significa igualdad de derechos, de
deberes, de privilegios, de voz y de oportunidades en la administración de los asuntos
públicos” (Warbasse, 1965: 196).

Sumario: 1. Introducción. 2. La renovación democrática y los límites del mandato se-


gún la ACI. 3. La renovación democrática y los límites del mandato en la Ley
Peruana: 3.1. Los órganos de gobierno. 3.2. La representación a través de
Delegados. 3.3. La renovación anual por tercios. 3.4. La reelección. 3.5. La
“Continuidad en el Cargo”. 4. La renovación democrática y los límites del
mandato en la legislación comparada: 4.1. Argentina. 4.2. Colombia. 4.3.
Brasil. 4.4. Chile. 4.5. Ecuador. 4.6. Venezuela. 4.7. Uruguay. 4.8. Paraguay.
4.9. Costa Rica. 4.10. Panamá. 4.11. México. 4.12. España. 5. Conclusión. 6.
Bibliografía.
38 Carlos Torres Morales

1. INTRODUCCIÓN

Con especial emoción escribo este artículo gracias a la gentil invitación


que me formularon Carlos Vargas Vasserot y Hagen Henry para participar
en este Libro Homenaje de quien constituye, sin lugar a duda, un auténtico
Maestro del Derecho Cooperativo, el Dr. Dante Cracogna. Mi padre, el Dr.
Carlos Torres y Torres Lara fue gran amigo de Dante y gracias a dicha amistad
pude conocerlo y encontrar en él una persona siempre dispuesta a compartir
su vasto conocimiento de la temática cooperativa e incluso pudimos trabajar
juntos, varios años atrás, en una consultoría destinada a proponer una nue-
va Ley General de Cooperativas para el Perú. Asimismo, he tenido la opor-
tunidad de participar con artículos, en obras colectivas y en los Congresos
Internacionales de Derecho Cooperativo, siempre gracias a la amable invita-
ción de Dante. Espero que el presente artículo sea una modesta retribución a
su amistad.
La Ley General de Cooperativas del Perú (en adelante, LGC) 1 cuenta a
la fecha con más de 42 años de vigencia y, por lo tanto, al ser una norma legal
del año 1981, recogió los Principios Cooperativos aprobados por la Alianza
Cooperativa Internacional (en adelante, ACI) en el Congreso de Viena de
1966. En ese sentido, precisa que toda cooperativa tiene el deber de observar
los siguientes Principios Cooperativos (Ley General de Cooperativas, 1981,
Artículo 5):
Libre adhesión y retiro voluntario.
1. Control Democrático.
2. Limitación del interés máximo que pudiera reconocerse a las aporta-
ciones de los socios.
3. Distribución de los excedentes en función de la participación de los
socios en el trabajo común o en proporción a sus operaciones con la
cooperativa.
4. Fomento de la educación cooperativa.
5. Participación en el proceso de permanente integración.
6. Irrepartibilidad de la Reserva Cooperativa.

1
La vigente Ley General de Cooperativas fue promulgada mediante Decreto
Legislativo 85, publicado el 21 de mayo de 1981. Mediante D.S. 074-90-TR publicado el 07 de
enero de 1991 se aprobó el Texto Único Ordenado. Sin embargo, posteriormente la Ley ha
sufrido varias modificaciones (más de 50), sin que hasta la fecha se cuente con un nuevo Texto
Único Ordenado.
La renovación democrática y el límite del mandato 39

El Principio Cooperativo del Control Democrático, en la Ley General de


Cooperativas Peruana, comprende diversos aspectos: “reconocer la igualdad
de derechos y obligaciones de todos los socios, sin discriminación alguna” (1981,
Artículo 5 párrafo 2.2.); “reconocer a todos los socios el derecho a un voto por
persona, independientemente de la cuantía de las aportaciones” (1981, Artículo
5 párrafo 2.3.); la renovación anual por tercios de los integrantes de los órganos
de gobierno y la no reelección, salvo que la permita el estatuto (1981, Artículo
33 párrafo 4) 2; la prohibición de otorgar poderes para votar en las asambleas
(1981, Artículo 29) 3
Nos vamos a referir a uno de estos Principios, el Control democrático y en es-
pecial a parte de su contenido, es decir, a los aspectos referidos a la Renovación
Democrática de los socios que integran los diversos órganos de gobierno de la
cooperativa, así como el límite del mandato de sus directivos y la continuidad en
sus cargos ante la ausencia de reemplazantes.

2. LA RENOVACIÓN DEMOCRÁTICA Y LOS LÍMITES DEL MANDATO


SEGÚN LA ACI

El segundo principio: control democrático por parte de los miembros,


aprobado por la ACI en 1995, resalta el carácter democrático de las organizacio-
nes cooperativas, destacando la responsabilidad que asumen los representantes
elegidos por los socios y la calidad de ser una sociedad personalista en la que los
socios tienen un voto, independientemente del capital que representen:
Las cooperativas son organizaciones democráticas bajo el control de sus
miembros, los cuales participan activamente en la determinación de sus po-
líticas y en la toma de decisiones. Los hombres y mujeres que ejercen como
representantes elegidos son responsables respecto a todos los miembros. En
las cooperativas de primer grado los miembros tienen los mismos derechos
de votación (un miembro, un voto) y las cooperativas de otros niveles se orga-
nizan de manera democrática (Alianza Cooperativa Internacional, 2015: 17).
A través de sus Notas de Orientación (2015: 28), la ACI precisa que: “Una
continua renovación democrática en las cooperativas con nuevos candidatos

2
Para un mayor conocimiento, el artículo mencionado señala en su parte pertinente
lo siguiente: “Los miembros de los consejos y comités de educación y electoral serán renovados
anualmente en proporciones no menores del tercio del respectivo total y, salvo disposición
diferente del estatuto, no podrán ser reelegidos para el período inmediato siguiente.
3
Para un mayor conocimiento, el artículo mencionado señala en su parte pertinente lo
siguiente: “En las asambleas, cualquiera sea su naturaleza y en toda elección cooperativa, no se
admitirán votos por poder (…)”.
40 Carlos Torres Morales

que se presenten a cargos electos, es algo saludable y debe verse con buenos
ojos”. A su vez, recomienda: i) establecer mandatos fijos en cada cargo, de, por
ejemplo, tres o cuatro años; ii) obligar a un tercio o a un cuarto del consejo
rector electo a ser revocado y reelegido cada año, para de esta forma alcanzar
un equilibrio entre la renovación democrática y el mantenimiento de la expe-
riencia; iii) fijar límites de mandatos, que establezcan un máximo de años en
ejercicio. Con relación a este punto llega a mencionar que algunos códigos de
gobernanza permiten que una misma persona ocupe un cargo directivo hasta
por nueve años y en el caso mismo de la ACI, indica que el plazo máximo que
una persona puede permanecer en el consejo rector es de dieciocho años.
Como vemos, la ACI -a través de sus Notas- promueve la renovación demo-
crática, recomendando incluso que esta renovación no sea total, sino por “ter-
cios” o “cuartos”, lo que obligará a que los integrantes del órgano de gobier-
no sean elegidos por períodos distintos para poder efectivizar la renovación
anual. No toma, sin embargo, posición alguna con relación a la reelección,
más allá de promover el establecimiento de un límite máximo como directivo,
lo cual podría abarcar situaciones de reelección.

3. LA RENOVACIÓN DEMOCRÁTICA Y LOS LÍMITES DEL MANDATO


EN LA LEY PERUANA

3.1. Los órganos de gobierno

Toda Cooperativa en el Perú, debe contar obligatoriamente con cinco


órganos básicos: Asamblea General, Consejo de Administración, Consejo de
Vigilancia, Comité Electoral y Comité de Educación.

ASAMBLEA De socios o
De Delegados
GENERAL

COMITÉ CONSEJO DE CONSEJO DE COMITÉ


EDUCACION ADMINISTRACION VIGILANCIA ELECTORAL

GERENCIA

Actividad Empresarial
La renovación democrática y el límite del mandato 41

La Asamblea General es la autoridad suprema de la cooperativa y sus acuer-


dos obligan a todos los socios, presentes y ausentes, siempre que se hubieran
tomado de conformidad con la ley y el estatuto. Sus atribuciones se encuentran
establecidas en el artículo 27 de la LGC y en líneas generales resultan idénticas
a las que corresponden a una Junta General de Accionistas, en el caso de las so-
ciedades anónimas o a una Asamblea de Asociados, en el caso de Asociaciones
Civiles. El Consejo de Administración es el órgano responsable del funcionamiento
administrativo de la cooperativa, según lo dispuesto por el artículo 30 de la LGC.
En la LGC el Consejo de Administración es orientado para ser el órgano de
dirección. Para este efecto cuenta con todas las facultades necesarias, con ex-
cepción de aquellas que hayan sido reservadas por la LGC o por el Estatuto
para la Asamblea General. El Consejo de Vigilancia es el órgano fiscalizador de la
cooperativa y debe actuar sin interferir ni suspender el ejercicio de las funciones
ni actividades de los órganos fiscalizados. La LGC contempla en el artículo 31
las facultades con que cuenta el Consejo de Vigilancia para efectuar su labor
fiscalizadora, precisando que las atribuciones ahí señaladas “no podrán ser am-
pliadas por el estatuto ni la asamblea general”. De esta forma, el legislador optó
por establecer en forma taxativa las facultades del órgano contralor, para evitar
que vía estatuto o acuerdo de asamblea se le dotara de facultades que podrían
implicar una intromisión en la competencia de otros órganos. El Comité Electoral,
es un órgano permanente encargado de conducir todos los procesos electorales.
El Comité de Educación es el órgano encargado de llevar a la práctica el principio
de “Educación Cooperativa”; difundiendo entre los socios la información más
adecuada y capacitando a los mismos para la toma de decisiones que permitan
el logro de la eficacia cooperativa.
Todos los órganos antes señalados, son cuerpos colegiados, por lo cual re-
quieren estar integrados por más de una persona. La LGC (1981, Artículo 33,
párrafo 1) no establece un número mínimo ni máximo de titulares y suplentes,
dejando esta definición al Estatuto 4.

3.2. La representación a través de Delegados

El artículo 28 de la LGC regula un mecanismo de representación de los


socios en cooperativas con gran número de integrantes (1981):
Artículo 28: En las cooperativas primarias con más de mil socios, las fun-
ciones de la asamblea general serán ejercidas por la asamblea general de
delegados, constituida por delegados elegidos bajo la dirección inmediata y

4
Si bien el número mínimo podría ser dos, la renovación anual por tercios ha generado
que en la práctica cada órgano se integre con no menos de tres personas.
42 Carlos Torres Morales

exclusiva del comité electoral, mediante sufragio personal, universal, directo


y secreto.
Conforme al citado artículo, la LGC ha considerado conveniente que en
cooperativas con gran número de socios (más de 1,000), la asamblea general
(integrada naturalmente por todos los socios), sea sustituida por una asam-
blea general integrada por delegados (elegidos por los socios), con el fin de
dotar de mayor eficiencia a estas organizaciones. En efecto, si no existiera una
norma como la comentada, las cooperativas que tuvieran gran cantidad de
socios (p.e. 50,0000 como existen), tendrían grandes problemas no sólo para
convocarlos, sino para llevar a cabo la asamblea, con los costos que ello impli-
caría. A su vez, la toma de decisiones en una asamblea a la que asistan gran
cantidad de socios sería sumamente lenta. Por ello, algunos consideran que la
LGC ha preferido “sacrificar” la democracia directa (participación de todos)
en beneficio de la eficiencia. La LGC ha optado por un mecanismo de repre-
sentación dentro de una estructura democrática, ya que son los socios los que
periódicamente eligen a sus “delegados” (representantes).
Así, estamos pues ante una democracia representativa, donde el socio si-
gue teniendo un rol importante, pues él concurre junto con los demás so-
cios, a elegir a aquellos socios que se desempeñarán como “delegados” ante la
Asamblea General.
Una vez que los socios han elegido a sus Delegados, éstos pasan a integrar
la Asamblea General de Delegados con lo cual desaparece (por sustitución)
la Asamblea General de Socios. Así, debe quedar claro que no es posible que
coexistan la Asamblea General de Socios y la Asamblea General de Delegados,
pues el órgano máximo de la Cooperativa es una solo: la Asamblea General,
la cual, dependiendo del número de socios, estará integrada por Socios o por
Delegados.

3.3. La renovación anual por tercios

La democracia implica renovación constante en los órganos de gobierno.


Por ello, la LGC ha establecido un mecanismo a través del cual, anualmente,
deben efectuarse elecciones con el fin de reemplazar a los miembros de los
consejos y comités de la cooperativa, en proporciones no menores al tercio
del respectivo total.
En efecto, el numeral 4 del artículo 33 de la LGC (1981) señala:
Artículo 33.- Rigen para los órganos de toda cooperativa, en cuanto les
respecta, las siguientes normas complementarias:(…)
La renovación democrática y el límite del mandato 43

4.- Los miembros de los consejos y de los comités de educación y electo-


ral serán renovados anualmente en proporciones no menores al tercio del
respectivo total y, salvo disposición diferente del estatuto, no podrán ser ree-
legidos para el período inmediato siguiente; (…)
Así, por ejemplo, si el Consejo de Administración de la Cooperativa de
Ahorro y Crédito “Los Pioneros” cuenta con 6 miembros, cada año, en aplica-
ción del artículo 33.4 de la LGC, deberán efectuarse elecciones para reemplazar
a por lo menos 2 de sus integrantes (1/3 de 6).
Para efectos de facilitar la renovación anual por tercios, los integrantes de
los miembros de los consejos y comités son elegidos en número de 3 o múltiplo
de 3 y por períodos de 3, 2 y 1 año. Los suplentes, siempre son elegidos por pe-
ríodos de 1 año. Nada impide que una cooperativa estatutariamente contemple
que la renovación será total cada año, pues la LGC exige que como mínimo sea
un tercio cada año.
Como puede observarse, nuestra LGC no ha contemplado que todos los in-
tegrantes de los órganos directivos sean elegidos por un mismo número de años,
como sucede, por ejemplo, con el Directorio de una Sociedad Anónima 5. En
el caso peruano, algunos directivos son elegidos por 3 años, otros por 2 años y
otros por 1 año, para que ello permita que cada año pueda “renovarse” el tercio
que como mínimo exige la ley.

3.4. La reelección

Como quiera que en las Cooperativas se deben llevar a cabo elecciones


anuales para cumplir con la “Renovación por Tercios”, conviene preguntarnos si
es aceptable la “reelección”. Al respecto, el artículo 33.4 de la LGC es categórico
al señalar: “(…) salvo disposición diferente del estatuto no podrán ser reelegi-
dos para el período inmediato siguiente”.
En otras palabras: la regla general es que la reelección inmediata se encuen-
tra prohibida por ley; sin embargo, el Estatuto puede brindar una regulación
distinta, incluso permitiendo la reelección de manera indefinida. Sólo para el
caso de las Cooperativas de Ahorro y Crédito, la Ley 30822 dispuso que: “Bajo
ninguna circunstancia procede la reelección indefinida” (Ley que modifica la
Ley General del Sistema Financiero y del Sistema de seguros y orgánica de la

5
El art. 63 de la Ley General de Sociedades (Ley 26887), regula el plazo de duración
del Directorio como órgano de la S.A. y no el plazo de mandato de cada director que lo
integra. El citado artículo señala: “El estatuto señala la duración del Directorio por periodos
determinados, no mayores de tres años ni menores de uno”.
44 Carlos Torres Morales

Superintendencia de Banca y Seguros, 2018, Artículo 1 tercer párrafo del acápi-


te k).
Es preciso señalar que el Reglamento de Inscripciones del Registro de
Personas Jurídicas (por sus siglas, RIRPJ), dispone que: “La prohibición de ree-
lección se entenderá referida sólo a la reelección inmediata de los titulares del
órgano aunque fuere en distinto cargo; salvo disposición distinta de la ley o del
estatuto” (RIRPJ, 2013, Artículo 41 inciso h).
Obsérvese pues que no se prohíbe (como regla general), la reelección, sino
la reelección inmediata, salvo como repetimos, que el Estatuto la permita.
Por otra parte, el RIRPJ ha precisado que: “No se considera reelección in-
mediata cuando un miembro que ejerce el cargo por un período menor al esta-
tutario para cubrir la vacancia producida, es elegido para el período inmediato
siguiente”. De esta forma los suplentes y todos aquellos socios que sean llamados
para completar una vacante producida en un consejo o comité, no se verán im-
posibilitados de postular en la siguiente elección, pues de salir electos, no será
considerado como una “reelección” (2013, Artículo 44 párrafo final).

3.5. La Continuidad en el Cargo

El Principio de Continuidad en el Cargo está recogido en el tercer párra-


fo del artículo 163 de la Ley General de Sociedades (LGS) 6 y en pocas pala-
bras establece que, los miembros del Directorio de una Sociedad Anónima
continúan en el cargo (ejerciendo plenamente sus derechos y obligaciones),
aunque el período por el cual fueron elegidos (p.e. 2 años), haya vencido.
Así, aunque los integrantes del Directorio hayan sido elegidos para el período
2019-2021, hoy febrero de 2023, seguirán teniendo sus facultades plenamente
vigentes en aplicación del Principio en comentario, en la medida que no haya
habido una nueva elección.
Comentando el Principio de Continuidad en el Cargo, (Laroza, 2001:
342), señala: “El último párrafo del artículo 163 tiene por objeto permitir la
continuidad del directorio en la administración cuando el período para el
cual haya sido elegido hubiera concluido. La norma busca que en todo mo-
mento la sociedad tenga en funcionamiento a su órgano de administración de
mayor jerarquía y así continúen adoptándose las decisiones necesarias para la
consecución de los fines sociales”.

6
Para un mayor conocimiento, el artículo mencionado señala en su parte pertinente lo
siguiente: “(...) El período del directorio termina al resolver la junta general sobre los estados
financieros de su último ejercicio y elegir al nuevo directorio, pero el directorio continúa en
funciones, aunque hubiese concluido su período, mientras no se produzca nueva elección”.
La renovación democrática y el límite del mandato 45

En la Ley General de Cooperativas (LGC) no existe una norma similar


que resulte aplicable al Consejo de Administración de estas organizaciones.
Por ello, durante mucho tiempo se ha venido discutiendo si para el caso
de cooperativas procede o no la aplicación supletoria del artículo 163 de la
LGS 7. Esta discusión llegó hasta Registros Públicos, donde encontramos po-
siciones divergentes pues algunos Registradores e incluso Salas del Tribunal
Registral permitían su aplicación supletoria, mientras que otros Registradores
y Salas del mismo Tribunal Registral negaban su aplicación al considerar que
vulneraba el régimen especial que tienen las cooperativas.
¿Y cuál es este régimen especial? Se trata de un régimen bajo el cual los di-
rectivos no son todos elegidos por el mismo plazo, sino por períodos distintos,
para que año a año se vaya produciendo una renovación parcial y no total de
sus integrantes. Es lo que la práctica cooperativa denomina “renovación anual
por tercios” de los directivos. Como hemos precisado, en las Cooperativas,
cada año por mandato del numeral 4 del art. 33 de la LGC, se debe renovar no
menos de un tercio del total de miembros que tenga cada Consejo o Comité.
En ese sentido mientras que, en el caso de una SA, todos los miembros del
Directorio son elegidos por el mismo plazo (3 años, por ejemplo), en el caso

7
La aplicación supletoria está permitida por el art. 116 de la Ley General de
Cooperativas y el art. 2 de la LGS:
“Artículo 116: Los casos no previstos por la presente Ley se regirán por los principios
generales del Cooperativismo, y a falta de ellos, por el derecho común.
En materias relativas a la estructura y funcionamiento de las organizaciones cooperativas,
son supletoriamente aplicables a éstas, sin perjuicio del párrafo anterior y en cuanto fueren
compatibles con los principios generales del Cooperativismo, las normas señaladas a
continuación:
1.- A las cooperativas primarias y centrales cooperativas: la legislación de sociedades
mercantiles; (...)”.
Conforme a lo señalado, la propia Ley General de Cooperativas en forma expresa remite al
operador del derecho a las normas de la Ley General de Sociedades con el fin de buscar en ellas
la solución a los “casos no previstos en la Ley”. En ese sentido, como quiera que la Ley General
de Cooperativas no ha previsto cuál es la situación de los Consejeros que habiendo vencido
el período por el cual fueron elegidos, no se produce la renovación, resultaría pertinente y
ajustado a derecho aplicar supletoriamente las normas de la LGS para regular los casos no
previstos por la LGC.
Por su parte, el artículo 2 de la LGS, cierra el círculo que permite la aplicación supletoria
de sus normas al caso de las sociedades cooperativas. “Artículo 2: Las sociedades sujetas a un
determinado régimen legal son reguladas supletoriamente por las disposiciones de la presente
Ley (...)”.
Precisamente las Cooperativas son sociedades que se encuentran sujetas a un determinado
régimen legal: el estatuido por la Ley General de Cooperativas. En ese sentido, conforme a la
norma propuesta, no obstante contar con un régimen legal propio, específico y por lo tanto
preferente, las normas de la LGS pueden ser aplicadas en forma supletoria, vale decir, para
“suplir” las deficiencias o vacíos de la ley especial.
46 Carlos Torres Morales

de las cooperativas sus integrantes son elegidos por períodos de 3, 2 y 1 año,


para poder cumplir -anualmente- con renovar no menos de un tercio del total
de integrantes.
Frente a la duplicidad de criterios existentes, el Tribunal Registral adoptó,
en su sesión del 17 y 18 de junio de 2018, el acuerdo de Sala Plena, estable-
ciendo que:
No resulta aplicable supletoriamente la parte final del artículo 163
de la Ley General de Sociedades al Consejo de Administración de las coo-
perativas, es decir, que una vez concluido el período de funciones deberá
cumplirse con la Ley General de Cooperativas y procederse a la renovación
por tercios del órgano correspondiente (Superintendencia Nacional de los
Registros Públicos [SUNARP], 2022).
De acuerdo con esta posición, los miembros del Consejo de Administración
cuyo mandato venciera, perdían todas sus facultades como directivos (no con-
tinuaban en el cargo) y por lo tanto, el órgano sólo podía seguir sesionando
válidamente en la medida que los demás miembros aun con mandato vigente
formaran el quorum necesario para sesionar válidamente. Si la mayoría de los
miembros del Consejo no tenía mandato vigente y no se alcanzaba el quorum
necesario, la única facultad que les reconocía una norma registral era la de
convocar a elecciones para regularizar la situación de acefalía en que se en-
contraba la cooperativa 8.
Esta posición de Registros Públicos se mantuvo hasta que fue dictada la
Ley 31029, la cual interpretó que el Principio de Continuidad en el Cargo
regulado en la Ley General de Sociedades, sí resultaba aplicable al caso de las
cooperativas. En efecto, la Ley que comentamos, señala:
Artículo 4: Duración de los consejos y comités: “Precísase que, lo seña-
lado en el tercer párrafo del artículo 163 de la Ley 26887, Ley General de
Sociedades, se aplica a los consejos y comités de las organizaciones coopera-
tivas constituidas al amparo del Decreto Supremo 074-90-TR, Texto Único
Ordenado del Decreto Legislativo Nº 85, Ley General de Cooperativas”. (Ley
31029, 2020, artículo 4).

8
En efecto, el art. 47 del Reglamento de Inscripciones del Registro de Personas Jurídicas
aprobado por Res. 038-2013-SUNARP/SN, estableció:
“Artículo 47: El período de ejercicio del consejo directivo u órgano análogo se regirá de
acuerdo con lo establecido en la ley o en el estatuto. No será materia de observación si se realiza
la designación por un período inferior al estatutario.
Vencido dicho período, para efectos registrales, el consejo directivo u órgano análogo se
entenderá legitimado únicamente para convocar a asamblea general eleccionaria. La misma
regla se aplica tratándose de asociaciones provivienda u otras en la que legalmente se prohíba
la continuidad de sus funciones.
La renovación democrática y el límite del mandato 47

En buena cuenta, esto significa que los miembros de los Consejos y


Comités tienen el derecho y el deber de continuar ejerciendo plenamente sus
funciones mientras no se hayan elegido a sus reemplazantes, aunque su parti-
cipación no fuera necesaria al alcanzarse el quorum requerido con los demás
integrantes con mandato vigente.
Si bien consideramos que en estricto este Principio no era aplicable a las
cooperativas 9, el legislador decidió que sí les es aplicable, o mejor dicho, in-
terpretó que siempre ha sido y será aplicable. Nótese que el legislador no ha
establecido un nuevo régimen para las cooperativas (vigente a partir del día
siguiente de la publicación de esta Ley), sino que al haber “Precisado” el al-
cance del art. 163 de la LGS al caso de las Cooperativas, ha definido cuál es la
correcta interpretación de dicha norma.
En efecto, el Tribunal Constitucional con relación a las Normas
Interpretativas ha señalado: “Las normas interpretativas son aquellas que de-
claran o fijan el sentido de una norma dictada con anterioridad y se reco-
nocen porque, al promulgarlas el Legislador, generalmente, utiliza palabras
como “interprétese”, “aclárese” o “precísese”. El objetivo de una norma in-
terpretativa es eliminar la ambigüedad que produce una determinada norma
en el ordenamiento jurídico. Así, ambas normas -la interpretada y la inter-
pretativa- están referidas a la misma regulación; por consiguiente, la norma

9
El supuesto que se presenta en las cooperativas no es el mismo que se presenta
en las sociedades anónimas. En efecto, en el caso de las sociedades anónimas existe una
particularidad, pues todos los miembros que integran el Directorio son elegidos por el mismo
plazo, es decir, si el Directorio está conformado por 6 miembros, los 6 son elegidos por un
plazo, por ejemplo de 3 años. En ese sentido, no existe, como en el caso de las Cooperativas,
directores que sean elegidos por 3, 2 o 1 año, pues la “renovación por tercios” no es exigida
por la Ley General de Sociedades al Directorio de la Sociedad Anónima. Por ello, en el caso de
la Sociedad Anónima no existe la posibilidad que el mandato de algunos directores continúe
vigente y el de otros no, pues todos son elegidos por el mismo tiempo. Es por esta razón que
el legislador quiso proteger a la sociedad anónima de la “acefalía”, la cual se produciría si al
vencimiento del plazo del Directorio no se cuenta con nuevos miembros y los antiguos quedasen
impedidos de seguir llevando la administración de la sociedad. Esta situación, en principio, no
debería presentarse en una cooperativa, pues el hecho que venza el mandato de un tercio de
los integrantes del Consejo de Administración no impide que los dos tercios restantes sigan
operando válidamente. Conforme a lo señalado, el Principio de Continuidad en el Cargo
parte del supuesto que su inexistencia, dejaría a la sociedad sin órgano de administración, lo
cual no ocurre en una cooperativa (por lo menos no de manera regular), pues la renovación
anual por tercios impide que todos los directivos cesen en un mismo momento. En resumen, la
Continuidad en el Cargo se aplica cuando todos los miembros del Directorio han cumplido su
mandato y no cuando solo algunos han perdido vigencia. De esta manera, consideramos que
la aplicación supletoria no resultaría viable pues para que ella pueda utilizarse la situación que
se presente en la Cooperativa (no regulada en la LGC) debe ser la misma que la regulada en la
Ley General de Sociedades.
48 Carlos Torres Morales

interpretativa debe regir desde la entrada en vigencia de la norma interpreta-


da” (Tribunal Constitucional. Expediente 0002-2006-PI/TC, Sentencia; 16 de
mayo de 2007, fundamento jurídico 21).
Es evidente que la intención del legislador fue la de emitir una norma
interpretativa para salvar los problemas que en algunas cooperativas generó
el Estado de Emergencia producto de la PANDEMIA (COVID19). Esta norma
no está sujeta a una temporalidad, por lo cual su vigencia será permanente,
mientras no sea modificada.
Debe tenerse presente que esta norma debe aplicarse de manera excep-
cional, pues no da patente de corso para que las cooperativas dejen de lado la
renovación por tercios que exige la LGC. Corresponderá a la SBS, en el caso
de las COOPAC, el ser muy estricta en cuanto a su aplicación, con el fin de evi-
tar que por esta vía se perennicen directivas, bajo el pretexto de encontrarse
imposibilitados de llevar a cabo nuevas elecciones. En las demás cooperativas,
que a la fecha no cuenta con una entidad de supervisión, corresponderá a
los propios socios cautelar que no se produzca un ejercicio abusivo de este
derecho 10.

4. LA RENOVACIÓN DEMOCRÁTICA Y LOS LÍMITES DEL MANDATO


EN LA LEGISLACIÓN COMPARADA

De una rápida revisión de la legislación comparada, hemos podido adver-


tir que la mayoría de los países no contempla una “renovación anual por ter-
cios” como lo hace la Ley peruana o una “renovación anual por cuartos” como
también lo propone la ACI. En general, se contemplan períodos máximo para
desempeñarse en el cargo, reelección en función a lo que regule el estatuto y
ausencia del Principio de Continuidad en el Cargo.

4.1. Argentina

La Ley 20.337 precisa en su artículo 63 que la duración en el cargo de


consejero no puede exceder de tres ejercicios. La reelección es la regla gene-
ral, salvo que el Estatuto lo prohíba. No se pronuncia en forma expresa por la
aplicación del Principio de Continuidad en el Cargo.

10
Para el caso de las cooperativas agrarias de usuarios, la Ley 31335, publicada el 10 de
agosto de 2021, precisó en su artículo 13 que “En ningún caso, la continuidad en el cargo se
mantiene vigente por más de un año”.
La renovación democrática y el límite del mandato 49

4.2. Colombia

La Ley 79/1988 a través de su artículo 35 deja al Estatuto en libertad para


regular los aspectos referidos al control democrático. En forma expresa con-
templa la posibilidad de que los estatutos consagren la renovación parcial de
sus miembros en cada Asamblea. En buena cuenta, se puede regular la re-
novación anual de una parte de los integrantes del Consejo. No prohíbe la
reelección, con lo cual, incluso la ilimitada estaría permitida. No se pronuncia
en forma expresa por la aplicación del Principio de Continuidad en el Cargo.

4.3. Brasil
La Ley 5.764 precisa en su artículo 47 que el mandato de los miembros
del consejo de administración no puede ser mayor de 4 años y en forma ex-
presa dispone que es obligatoria la renovación de al menos 1/3 del consejo
de administración. Asimismo, el artículo 105 permite la reelección “por otro
período”. No se pronuncia en forma expresa por la aplicación del Principio
de Continuidad en el Cargo.

4.4. Chile
La Ley 19.832 dispone en su artículo 6 que el estatuto regulará el plazo de
duración del mandato de los consejeros, si podrán o no ser reelegidos y si la
renovación de los consejeros se hara en forma total o parcial. No se pronuncia
en forma expresa por la aplicación del Principio de Continuidad en el Cargo.

4.5. Ecuador
La R.O. 444 a través de su artículo 38 precisa que el mandato de los vocales
del consejo de administración será fijado en el estatuto, pero no debe superar
los 4 años y podrán ser reelegidos por una sola vez. En cuanto a la continuidad
en el cargo, el artículo 42 regula que el período de mandato regirá desde su
inscripción en al Superintendencia. Mientras ello no ocurra, continuarán en
sus funciones los personeros cuyo periodo esté feneciendo.

4.6. Venezuela

La Ley 37.285 en su artículo 28 dispone que la duración en los cargos no


podrá ser mayor de 3 años, dejando librado al estatuto la posibilidad de esta-
blecer la reelección en cuyo caso será por un solo período. No se pronuncia
en forma expresa por la aplicación del Principio de Continuidad en el Cargo.
50 Carlos Torres Morales

4.7. Uruguay

La Ley 18.407 en su artículo 36 dispone que corresponderá al Estatuto


regular el período del mandato de los miembros titulares y suplentes, defi-
niendo asimismo si se permitirá la reelección o no. No se pronuncia en forma
expresa por la aplicación del Principio de Continuidad en el Cargo.

4.8. Paraguay

La Ley 438/94 a través de su artículo 64 contempla que el período del man-


dato será definido por el estatuto. No regula en forma expresa la reelección ni
se pronuncia sobre la aplicación del Principio de Continuidad en el Cargo.

4.9. Costa Rica

La Ley 6.756 en su artículo 11 contempla un período muy reducido de


mandato, fijándolo en 2 años como máximo. Permite la reelección y no se
pronuncia en forma expresa por la aplicación del Principio de Continuidad
en el Cargo.

4.10. Panamá

La Ley 17 a través de su artículo 47 establece que los directivos son ele-


gidos por un período de 3 años y serán renovados anualmente en la forma
que establece el estatuto. Obsérvese que, si se establece un período de 3 años,
pero a la vez una renovación anual, corresponderá al estatuto definir que pro-
porción del consejo debe renovarse con esta periodicidad, lo cual obligará en
la práctrica a que algunos directivos sean elegidos por períodos menores (2,
1 año). Procede la reelección por un período adicional consecutivo. No se
pronuncia en forma expresa por la aplicación del Principio de Continuidad
en el Cargo.

4.11. México

La Ley de agosto de 1994 en su artículo 42 precisa que el mandato de los


directivos puede durar hasta 5 años y pueden ser reelegidos si una mayoría
calificada de dos tercios de la Asamblea, así lo aprueba. No se pronuncia en
forma expresa por la aplicación del Principio de Continuidad en el Cargo.
La renovación democrática y el límite del mandato 51

4.12. España

La Ley 27/1999 en su artículo 35 regula la duración de los consejeros, es-


tableciendo que corresponderá al Estatuto definir el período de funciones qye
podrá ir entre 3 y 6 años, pudiendo ser reelegidos. El mismo artículo precisa que,
en principio, todos los integrantes son elegidos por el mismo plazo renovándose
totalmente al vencimiento del mismo, salvo que estatuto haya regulado renova-
ciones parciales. Finalmente, cabe resaltar que esta norma sí contempla en forma
expresa la continuidad en el cargo, al señalar que “Los consejeros que hubieran
agotado el plazo para el cual fueron elegidos, continuarán ostentando sus cargos
hasta el momento en que se produzca la aceptación de los que les sustituyan”.

5. CONCLUSION

La renovación democrática es uno de los elementos centrales del segun-


do Principio Cooperativo referido a la Gestión Democrática, pues implica la
alternancia en los cargos directivos evitando que algunos socios se eternicen
en los puestos. Grafica a la organización cooperativa como una entidad demo-
crática en la que con la periodicidad establecida se promueven procesos elec-
torales para elegir a los nuevos integrantes de los órganos de gobierno, dando
a todos los socios la oportunidad de elegir y ser elegidos. La ACI propone que
esta “renovación” no sea total, sino que sea paulatina viendo con buenos ojos
las regulaciones que permiten una renovación por tercios o por cuartos. Así,
no se producen cambios dramáticos en los órganos de gobierno, sino un ade-
cuado balance entre la experiencia y los nuevos aportes.
No obstante, la antigüedad de la ley peruana, consideramos que la regula-
ción del control democrático que ella contiene es de la más completa, pues: i)
Obliga a renovar anualmente no menos del tercio del respectivo total de cada
órgano de gobierno; ii) Prohíbe como regla general la reelección inmediata,
salvo que el estatuto la contemple, y iii) Contempla la continuidad en el cargo
aun cuando haya vencido el período de funciones solo con el fin de evitar una
situación de acefalía.

6. BIBLIOGRAFÍA

Alianza Cooperativa Internacional (2015). Notas de orientación para los principios coo-
perativos. https://www.ica.coop/sites/default/files/2021-11/Guidance%20
Notes%20ES.pdf
52 Carlos Torres Morales

Laroza, E.E. (2001). Derecho Societario Peruano. Editorial Normas Legales, Lima.
Superintendencia Nacional de los Registros Públicos SUNARP (28 de diciembre
de 2022). Compendio de Acuerdos Plenarios - Tribunal Registral. https://
www.gob.pe/institucion/sunarp/informes-publicaciones/2032567-compen-
dio-de-acuerdos-plenarios-tribunal-registral
Tribunal Constitucional. Expediente 0002-2006-PI/TC, Sentencia; 16 de mayo de
2007.
Warbasse, J.P. (1956). Democracia Cooperativa. Biblioteca de Cultura Social. Editorial
Americalee, Buenos Aires.
CAPÍTULO 3
Consideraciones para la regulación de un tipo societario
moderno de sociedad cooperativa: los valores y principios
cooperativos como límite del principio de la autonomía de
la voluntad de los socios

Enrique Gadea Soler


Catedrático de Derecho Mercantil
Universidad de Deusto

Sumario: 1. Introducción. 2. Sobre los orígenes y la evolución del movimiento coopera-


tivo moderno. 3. Los modelos cooperativos y la necesidad regular un modelo
flexible a través de la autorregulación estatutaria. 4. Los valores y principios
cooperativos como límite del principio de la autonomía de la voluntad de los
socios. 5. Bibliografía.

1. INTRODUCCIÓN

El objetivo que se persigue con este trabajo, escrito para el muy merecido
Libro-Homenaje al Profesor Dante Cracogna, es defender la conveniencia de
que las distintas legislaciones, en materia de cooperativas, se decanten por re-
gular un tipo societario flexible, en el que cobre un protagonismo absoluto la
autonomía de la voluntad de los socios siempre que no se oponga a los valores
y al mandato contenido en los principios cooperativos.
En este sentido, la primera cuestión que debe ser tomada en considera-
ción es que, a diferencia de las sociedades mercantiles, en nuestro ámbito solo
54 Enrique Gadea Soler

existe un único tipo societario para desarrollar una actividad económica y so-
cial bajo el modelo cooperativo.
En la práctica, se observa que un gran número de previsiones legales tie-
nen sentido en cooperativas de gran tamaño, que, en muchas ocasiones, es
el tipo de empresa en que está pensando el legislador, a pesar de que el pro-
ceso de expansión del fenómeno cooperativo también se desarrolla a través
de PYMES e incluso por medio de microempresas (así, Gadea, 2016:1288).
Entendemos que la solución para resolver este problema pasa por aprobar
una regulación flexible.
En segundo lugar, también debe destacarse la evolución de la función so-
cial de las cooperativas, que, si bien nacieron al socaire de un movimiento
clasista, se han convertido en un instrumento técnico susceptible de ser útil a
las más diversas clases sociales.
Consideramos que, en la actualidad, las cooperativas deben liberarse de
preocupaciones de principio por lo que respecta a su estructuración en senti-
do capitalista, dejando a los sujetos la posibilidad de utilizarlas para desarro-
llar cualquier actividad económica licita sobre la base de una democracia rigu-
rosamente personal, no fundada en la participación capitalista de cada socio.
Para afrontar ese reto, y para que la organización cooperativa pueda ocu-
par un papel relevante dentro de la actividad económica, es necesario que se
le proporcione un régimen legal flexible que le permita actuar en el merca-
do con idénticas posibilidades que el resto de las empresas con las que debe
competir.
Ello exige que las distintas legislaciones concedan la opción de que se
constituya un tipo organizativo que, en lo externo, se acerque a una organiza-
ción tipo sociedad lucrativa, pero sin renunciar a la observancia de los valores
y principios cooperativos y, singularmente, a la solidaridad y los fines sociales
(Divar, 1985: 48).
Esta es, a nuestro juicio, la clave: la superación de los modelos del cooperati-
vismo: el clásico o social y el economicista o funcional, y que se permita, sobre la base
de la autonomía de la voluntad de los socios y con el límite marcado por la obser-
vancia de los valores y principios cooperativos, la constitución de una sociedad
cooperativa como auténtica estructura democrática participativa en la que sus
miembros puedan ver satisfechas sus necesidades y reflejadas sus visiones (Divar,
1990: 87). De lo contrario, el modelo cooperativo podría quedar condenado a la
condición de marginal, en beneficio de las opciones verdaderamente capitalistas.
En las siguientes páginas de este trabajo, después de abordar lo relativo a
los orígenes y evolución del movimiento y los modelos cooperativos existentes,
Consideraciones para la regulación de un tipo societario moderno 55

nos vamos a centrar en los límites o líneas rojas a la autorregulación estatu-


taria, basada en la autonomía de la voluntad de los socios, que solo deben
venir marcados por las disposiciones contenidas en los valores y principios
cooperativos.

2. SOBRE LOS ORÍGENES Y LA EVOLUCIÓN DEL MOVIMIENTO


COOPERATIVO MODERNO

Como es sabido, el movimiento cooperativo moderno, que debe situarse


en la segunda mitad del siglo XIX, nace como reacción de las clases trabajado-
ras frente a los excesos del sistema capitalista propio de la época y con el ob-
jetivo de corregir primero y superar después, a través de la cooperativización
de la economía y la sociedad, el sistema capitalista (la utopía de la cooperación
tiene su más amplia representación en C. Gide y la Escuela de Nimes: sobre esta
cuestión, Lambert, 1970: 121; y Drimer, 1981: 267 y ss.).
La Sociedad de los Probos Pioneros de Rochdale (Rochadle Society os
Equitables Pioneers) es la cooperativa de consumo precursora del movimiento
cooperativo moderno, al formular y llevar a la práctica con éxito, hace más
de siglo y medio, las bases que aún caracterizan a este tipo de organizacio-
nes. Se constituyó el 28 de octubre de 1844, en la población de Rochdale
(Manchester, Inglaterra), al reunirse, ante las indignas condiciones de trabajo
típicas de las fábricas de la época de la Revolución Industrial, varios trabajado-
res textiles (27 hombres y una mujer), que juntaron con mucho esfuerzo vein-
tiocho libras inglesas (una libra por miembro). Iniciaron sus actividades el
21 de diciembre de ese mismo año, con la apertura de un almacén abierto al
público en el número 31 de la callejuela del Sapo (Tod Lane). Al principio sólo
suministraban artículos de primera necesidad (harina, avena, azúcar y man-
tequilla) y abrían una tarde a la semana. En contra de las previsiones de los
comerciantes de la zona, la tienda fue, desde un principio, un éxito y en tres
meses pasaron a abrir cinco días a la semana y fue paulatina la incorporación
de nuevos miembros. Poco tiempo después vendían todo tipo de aprovisiona-
mientos de uso doméstico e iniciaron la manufactura de productos. La propia
entidad adquirió viviendas para sus miembros y tierras para dar trabajo a los
socios desempleados o mal remunerados, sin olvidar nunca la necesaria edu-
cación de sus miembros. En poco tiempo, aparecieron, por toda Inglaterra
primero y por distintos países después, cooperativas de consumo que imitaron
a la de los Pioneros.
Pero la cooperativa de Rochdale no surge de manera aislada, sino que
tiene una clara influencia en las teorías del galés Robert Owen (1771-1858),
56 Enrique Gadea Soler

uno de los principales precursores de las ideas cooperativistas y del socialismo


de la época (Holyoake, 1973: 43), y en fallidas experiencias anteriores lleva-
das a cabo en distintos lugares de Inglaterra. Los Probos Pioneros tuvieron
muy en cuenta las causas estos fracasos (permitir comprar a crédito, la falta de
solidaridad y espíritu de pertenencia a la organización de los miembros, o la
mala distribución de los beneficios) y tomaron lo positivo de las mismas para
diseñar su sociedad. A diferencia de cooperativas anteriores, la aventura de
Rochdale fue iniciada por los propios socios, algunos ciertamente ilustrados
que habían colaborado con en asociaciones benéficas de la zona.
Con estos antecedentes e influencias, los pioneros establecieron una serie
de normas de funcionamiento de la organización bastante rigurosas, de las
que se pueden extraen los conocidos como los Siete Principios de Rochdale
(Seven Rochdale Principles) 1. La observancia de estos principios de funciona-
miento interno de la entidad aseguró su éxito, y su claridad y sencillez permi-
tieron la expansión del movimiento cooperativo por el resto del mundo que
los tomó como dogmas.
Aún hoy, estos principios, con las debidas adaptaciones, son la base de
los Principios Cooperativos contenidos en la Declaración sobre la Identidad
Cooperativa de la Alianza Cooperativa Internacional (ACI) 2 y cuya última for-

1
1. Adhesión libre; 2. Control democrático; 3. Devolución o bonificación sobre las
compras; 4. Interés limitado al capital; 5. Neutralidad política y religiosa; 6. Ventas al contado;
7. Fomento de la enseñanza.
2
La ACI es una organización no gubernamental independiente que agrupa, representa
y apoya a las cooperativas de todo el mundo (230 miembros de 88 países). Se constituye en
Londres en 1895 en el marco de la celebración del primer congreso internacional del incipiente
movimiento cooperativo a instancia de la Unión Cooperativa Británica. Desde su fundación la
ACI ha sido reconocida como la voz de mayor peso internacional en la defensa, promoción e
identificación del cooperativismo. En 1982 su sede pasó de Londres a Ginebra (Suiza). Los
Estatutos de la ACI (los últimos aprobados por la Asamblea General celebrada el 6 de junio
de 2008 y desarrollados por un Reglamento de la misma fecha) contienen las normas básicas
de funcionamiento y la estructura orgánica de esta organización. Como establece el artículo
2 de sus Estatutos, los objetivos fundamentales de la ACI son: a) promover el movimiento
cooperativo mundial, basado en la ayuda mutua y democracia; b) promover y proteger los
valores y principios cooperativos; c) facilitar el desarrollo de las relaciones económicas y de
otro tipo entre miembros de la organización.; d) promover un desarrollo humano sostenible y
favorecer el progreso económico y social de las personas en contribución a la paz y a la seguridad
internacional; y e) promover la igualdad entre hombres y mujeres en el proceso de toma de
decisiones y actividades del movimiento cooperativo. Cada cierto tiempo la ACI celebra sus
Congresos Mundiales de Cooperativas, cuya temática es decidida por la Asamblea General de la
ACI y, hasta ahora, se han celebrado treinta y dos. La ACI desarrolla una importante labor en la
delimitación de los contornos del fenómeno cooperativo, para lo que, en el marco de algunos
de estos Congresos mundiales, formula y revisa el listado de los principios y valores cooperativos,
que aprobado por la Asamblea de la ACI conforman la Declaración de la ACI sobre la Identidad
Consideraciones para la regulación de un tipo societario moderno 57

mulación es de 1995, realizada en el marco del XXXI Congreso Mundial de


esta organización, celebrado en Manchester, muy cerca de Rochdale.
Expuesto lo anterior, no podemos dejar de señalar que las concesiones
integrales originales que atrajeron a tan ilustres cooperativistas en el siglo XIX
fueron dando paso a visiones más realistas, hasta el punto de que, en la ac-
tualidad, la cooperativa constituye una de las alternativas para la actuación
en el marco de un sistema de economía privada, aunque a la hora de ofrecer
un concepto de cooperativa nos encontramos también con un condicionante
geográfico. Es cierto que los principios cooperativos pretenden poner de re-
lieve la coincidencia sustancial del fenómeno cooperativo con independencia
del ámbito territorial donde tenga lugar (a saber: lo que caracteriza al fenó-
meno cooperativo es el objetivo de satisfacer necesidades a través de una em-
presa de propiedad conjunta y gestión democrática), pero no lo es menos que
el papel que desempeñan las cooperativas dista mucho de ser coincidente.
En general, podría decirse que, en los países menos desarrollados, preva-
lece la función de reacción respecto a los desequilibrios del sistema (en este
ámbito, la cooperativa está destinada, en muchas ocasiones, a ser sólo un co-
rrectivo marginal de éste), mientras que en los países de nuestro entorno,
toma mayor protagonismo la orientación posibilista, que, si bien no excluye
las funciones originarias, tiene muy presente el fortalecimiento y la adecua-
da articulación del fenómeno cooperativista, destinado no a cambiar el siste-
ma o a sustituirlo, según ciertas concepciones de los utopistas de la coopera-
ción económica, sino a encomendarle una función integradora en el mismo
(Verrucoli, 1965: 102 y ss.).

3. LOS MODELOS COOPERATIVOS Y LA NECESIDAD REGULAR


UN MODELO FLEXIBLE A TRAVÉS DE LA AUTORREGULACIÓN
ESTATUTARIA

Tradicionalmente, en el panorama comparado se suelen identificar dos


grandes concepciones del cooperativismo, que aparecen reflejadas en la dis-
tinta forma de regular legislativamente el fenómeno cooperativo (Verrucoli,
1958: 4 y ss., explica las líneas esenciales de la evolución histórica del coope-
rativismo en distintos países de Europa, distinguiendo entre un modelo so-

Cooperativa cada cierto tiempo. En 2013 se aprobó por la ACI un importante documento
titulado Plan para una década cooperativa, con el que se pretende trazar una ambiciosa estrategia
para convertir a las cooperativas en el modelo empresarial de más rápido crecimiento en el año
2020.
58 Enrique Gadea Soler

ciológico, un modelo economicista y un modelo mutualista, tesis que sigue y


desarrolla su discípulo Dabormida, 1989: 5-68. En España, Paz Canalejo, 1991:
59-84 y Paniagua, 2013: 159 y ss., con una clarificadora aproximación al mo-
delo economicista o funcional y al modelo social o clásico en las pp. 176-180).
De un lado, tenemos el modelo economicista o funcional, que surge históricamen-
te en Alemania inspirado en los principios Schulze-Delitzsch, para el cual las
cooperativas tienen como principal objetivo la promoción de los intereses
económicos de sus miembros, finalidad que se articula sobre la base de una es-
tructura democrática, el establecimiento de una estructura de capital variable
abierta a la entrada de nuevos socios, acompañada de un régimen económico
muy flexible y un marco legal próximo al de las sociedades de capital. El otro
modelo, denominado clásico o social, que tiene como paradigma la legislación
francesa, es más restrictivo en lo jurídico, en cuanto que limita en mayor me-
dida las posibilidades de actuación de la cooperativa como sociedad que actúa
en el tráfico económico, y más amplio en lo que se refiere a la satisfacción de
intereses de sus miembros, dado que, junto a la satisfacción de los intereses
económicos, presta especial atención a cubrir otros tipos de intereses (socia-
les, educativos, de formación, etc.) y los de la comunidad en la que la coopera-
tiva desarrolla su actividad empresarial.
La adscripción de los distintos ordenamientos jurídicos a uno u otro
modelo no es una cuestión sencilla. El modelo economicista, aparte de en
Alemania, es seguido en ordenamiento de su entorno, como son los Países
Bajos, Dinamarca, Austria, Suiza, Suecia y Finlandia y es el que inspiró al le-
gislador europeo en la elaboración del Estatuto de la Sociedad Cooperativa
Europea, conformado básicamente por el Reglamento CE 1435/2003 del
Consejo (RSCE) (así, Vicent Chuliá, 2003: 51 y ss.; y 2013: 90 y ss. En cambio,
Martínez Segovia, 2003: 67 y ss., considera que el RSCE sigue un modelo in-
termedio de carácter esencialmente mutualista).
Aunque es cierto que se ha partido de un modelo economicista para la
redacción del RSCE, en la que cuesta encontrar en su texto rastro a los princi-
pios cooperativos de la ACI 3, éste es tan permeable por las normas nacionales

3
La omisión de los principios cooperativos en el RSCE, que es la norma de creación
de este instrumento supranacional de carácter europeo creado para facilitar las actividades
transfronterizas de las cooperativas, contrasta con el contenido de sus Considerandos. En
particular, en los considerandos 7 y 8 se hace referencia a que las cooperativas se rigen por
principios específicos, distintos de los de otros agentes económicos, y menciona, en particular,
el de la estructura y gestión democrática, el de distribución equitativa del resultado y el de la
primacía de las personas sobre el capital. Por su parte, el considerando 10 del RSCE reconoce
que la SCE debe respetar una serie de principios (beneficio mutuo, reparto control, beneficios
en función de la participación...). Pero después, en el articulado del RSCE, todos estos
principios no se recogen de manera explícita y sólo se puede reconocer el de ingreso libre y
Consideraciones para la regulación de un tipo societario moderno 59

de los Estados donde se domicilie la sociedad y por los propios estatutos socia-
les que el resultado final puede ser una SCE muy economicistas al estilo ger-
mánico o una sociedad más mutualista y con un sentido del cooperativismo
más puro o clásico.
Por su parte, el modelo social es característico de la legislación france-
sa y es seguido en Bélgica, Portugal, por alguna provincia canadiense como
Quebec y por los ordenamientos iberoamericanos.
No obstante, en otros ordenamientos la adscripción a uno u otro modelo
no ha sido constante, como ha ocurrido en España donde la legislación coo-
perativa ha pasado por distintas fases pudiendo vincularse, por momentos, en
uno u otro modelo, e incluso hablarse de un modelo mixto, con característi-
cas de ambas orientaciones.
España, como la mayoría de los países latinos, ha seguido el modelo so-
cial, si bien desde el último cuarto del siglo XX se ha producido en un claro
acercamiento a la concepción economicista del cooperativismo, iniciada tími-
damente por la LGC de 1974, continuada por la LGC de 1987, impulsada, de
manera mucho más intensa por la LCPV y, aunque con menor rigor que la ley
vasca, también por la LCOOP.
Dada la inexistencia de una concepción unitaria del cooperativismo y
que los modelos esbozados ut supra no deben ser considerados incompatibles
(para conocer los detalles del régimen legal de las cooperativas en la mayoría
de ordenamiento de Derecho comparado, es de gran utilidad Cracogna-Fici-
Henry, 2013. Restringido a la Unión Europea Montolio, 2000 y FICI, 2013),
entendemos: de hecho, en este punto se centra la propuesta de este trabajo,
que es necesario, para evitar su marginación en favor de los tipos societarios
capitalistas, defender la regulación por los distintos ordenamientos de un
tipo societario cooperativo apto para la constitución, bajo la normativa de un
mismo ordenamiento, de una cooperativa de base más acorde con el modelo

voluntario (1º PC ACI) (arts. 14-16), la gestión democrática (2º PC ACI) (arts. 58 y 59) y el de
participación económica (3º PC ACI), que se concreta en varios preceptos (art. 1.3 --carácter
mutualista y participativo--, art. 65 –reserva legal--, art. 66 -retorno--, art. 67 --distribución de
excedentes y remuneración limitada del capital social--, art. 75 --distribución del activo en caso
de disolución). Sin embargo, si se entra en el detalle de todos estos artículos se encuentran
excepciones y salvedades a la mayoría de estos principios, (voto plural, existencia de socios
inversores, posibilidad de sistemas alternativos al reparto en caso de disolución, etc.) por lo que
la obligación a su respeto queda muy limitada. En cambio, nada dice el RSCE, sobre el principio
de autonomía e independencia (4º PC ACI), el de educación, formación e información (5º PC
ACI), el de cooperación entre cooperativas (6º PC ACI) y el de interés por la comunidad (7º
PC ACI), lo que no significa que no se pueda regular estatutariamente para modelar una SCE
como una cooperativa más social.
60 Enrique Gadea Soler

economicista o con el modelo social, a criterio de sus miembros y de sus nece-


sidades y objetivos.
Ello pasa por articular un modelo flexible de regulación legal del tipo
cooperativo donde las propias cooperativas puedan autorregularse, a través
de las cláusulas estatutarias aprobadas por sus socios, que deben tener como
único límite el respeto a los valores y principios cooperativos, que son sufi-
cientemente amplios para la constitución de una sociedad que tenga por
objeto prioritario la promoción de actividades económicas y sociales de sus
miembros y la satisfacción de sus necesidades, con la participación activa de
los mismos, sobre la base de la ayuda mutua.
Este planteamiento nos obliga a analizar los valores y principios coopera-
tivos principios, dado que constituyen los limites de la autonomía estatutaria
y, por tanto, de la autorregulación que los miembros de la cooperativa pueden
realizar para satisfacer sus necesidades y aspiraciones económicas y sociales
comunes.

4. LOS VALORES Y PRINCIPIOS COOPERATIVOS COMO LÍMITE


DEL PRINCIPIO DE LA AUTONOMÍA DE LA VOLUNTAD DE LOS
SOCIOS

Los principios cooperativos, formulados y revisados por la ACI cada cierto


tiempo, constituyen pautas flexibles mediante las que se delimita la naturaleza
democrática de las cooperativas, el papel de los diferentes participes y la forma
de distribuir los excedentes creados.
Asimismo, los principios cooperativos deben ser aceptados como criterios
que han de seguir y respetar las sociedades cooperativas y, por tanto, deben ser
tomados como referencia para determinar el límite del principio de la autono-
mía de la voluntad de los socios.
Los principios determinan las cualidades esenciales que hacen que las coo-
perativas sean diferentes a los otros tipos de empresa y que el movimiento coo-
perativo sea valioso. Por tanto, su importancia dogmática es evidente, aunque
su trascendencia jurídica queda supeditada a los términos en que hayan sido
incorporados en las respectivas legislaciones internas, lo que condiciona nota-
blemente su posible eficacia jurídica como criterios correctores de las posibles
impurezas del legislador correspondiente. Por ello, es importante que los dife-
rentes ordenamientos redacten sus normas internas de forma flexible, dando
una especial importancia a la autorregulación de los socios de las cooperati-
vas, si bien tomando como límite las disposiciones contenidas en los valores y
Consideraciones para la regulación de un tipo societario moderno 61

principios cooperativos (sobre el valor jurídico de los principios, Trujillo Díez,


2000: 1333 y ss.).
Como ha quedado señalado, la versión actual de los principios coopera-
tivos (las dos anteriores se aprobaron en los Congresos de Paris de 1937 y en
el de Viena de 1966) se contiene en la Declaración de la Alianza Cooperativa
Internacional sobre Identidad Cooperativa, adoptada en el XXXI Congreso ce-
lebrado en Manchester en 1995 para conmemorar el centenario de la ACI.
Entre 1990 y 1992, bajo la dirección de Sven Böök, miembros de la ACI e
investigadores independientes analizaron, mediante una extensa discusión, la
naturaleza de los valores cooperativos. Los resultados de ese estudio están reco-
gidos en el libro: Los Valores Cooperativos en un mundo en cambio, escrito por Böök
y publicado por la ACI. Este libro, junto con Principios Cooperativos: Hoy y maña-
na, escrito por W. P. WATKINS, constituyen los pilares sobre los que se asienta la
Declaración sobre Identidad Cooperativa.
Junto a la declaración de 1995, en la actualidad, debe ser destacado tam-
bién el documento, publicado por la ACI en 2015, titulado Notas de orientación
para los principios cooperativos. Esta guía ha sido confeccionada por el Comité
de Principios de la ACI, con el objeto de atender la necesidad de una orien-
tación más detallada y actualizada sobre la aplicación de los Principios en la
gobernanza y sobre la actividad de las cooperativas en el siglo XXI.
Esta guía y las sucesivas que se publiquen son necesarias, dado que, como
señala Jean-Louis Bancel, presidente del Comité de Principios de la ACI: “Los
principios no están grabados a fuego, no son reglas inflexibles. Se trata de
principios éticos que se deben aplicar con perspectiva y en la medida pro-
porcional que requieran tanto el contexto económico, cultural, social, legal y
normativo del país como las particularidades con las que tiene que lidiar cada
empresa cooperativa. Una cooperativa conforma la única clase de organiza-
ción empresarial que goza de una definición, valores y principios reconocidos
y acordados a nivel internacional. Los principios marcan la diferencia”.
En ese sentido, las guías orientativas aportan unas directrices y consejos
pormenorizados sobre la aplicación práctica de los Principios para la empresa
cooperativa. Y ello porque los valores cooperativos son inmutables, pero la
aplicación de los principios cooperativos necesita una reevaluación constante
que acompañe los cambios y retos económicos, sociales, culturales, medioam-
bientales y políticos.
Sobre los valores cooperativos, la Declaración de la Alianza señala que las
cooperativas están basadas en los valores de la autoayuda, la autorresponsabili-
dad, la democracia, la igualdad, la equidad y la solidaridad. Además, destaca que,
siguiendo la tradición de sus fundadores, los socios cooperativos –sin descartar
62 Enrique Gadea Soler

que puedan encontrarse en otro tipo de organizaciones– hacen suyos los valo-
res éticos de la honestidad, la transparencia, la responsabilidad y la vocación social.
Se puede afirmar que los principios cooperativos son pautas mediante las cuales
las cooperativas ponen en práctica sus valores.
Respecto a los principios cooperativos, la ACI enumeran siete principios:
Adhesión Voluntaria y Abierta; Gestión Democrática por parte de los socios;
Participación Económica por parte de los socios; Autonomía e Independencia;
Educación, Formación e Información; Cooperación entre Cooperativas; e
Interés por la Comunidad.
Los tres primeros principios, con mayor valor y calificados por ello como
principios primarios por considerarse sustanciales al movimiento cooperativo,
se dirigen a la dinámica interna típica de cualquier cooperativa. Los cuatros úl-
timos, calificados como secundarios, se dirigen tanto al funcionamiento interno
como a las relaciones externas de las cooperativas.
A la hora de analizar los principios, partiremos de la formulación conteni-
da en Declaración de la ACI de 1995, para, seguidamente, abordar el comen-
tario de cada uno de ellos, realizando especial hincapié en los mandatos de
trascendencia para el legislador:
1º. Adhesión voluntaria y abierta: «Las cooperativas son organizaciones vo-
luntarias, abiertas a todas las personas capaces de utilizar sus servicios y dis-
puestas a aceptar las responsabilidades de ser socio, sin discriminación social,
política, religiosa, racial o de sexo».
Del primer principio merece especial atención la frase que afirma que las
cooperativas están «abiertas a todas las personas capaces de utilizar sus servicios
y dispuestas a aceptar las responsabilidades de ser socio, sin discriminación,
política, religiosa, racial o de sexo».
Como se destaca en las Notas de orientación para los principios cooperativos
con la expresión «capaces de utilizar sus servicios», se pretende poner de ma-
nifiesto que las cooperativas se organizan para unos propósitos específicos y
que, en muchos casos, solo pueden servir de forma efectiva a un cierto tipo de
miembro o a un número limitado de miembros. Por ejemplo, las cooperativas
pesqueras sirven fundamentalmente a quienes estén involucrados en la pes-
ca comercial, normalmente en un puerto o zona determinados; las viviendas
cooperativas solo pueden albergar a cierto número de miembros; las coope-
rativas de trabajadores solo pueden emplear a un número limitado de miem-
bros. En otras palabras, puede haber razones comprensibles y aceptables por
las que una cooperativa podría imponer un límite a la afiliación. Al margen
de esto, una cooperativa no debería imponer ningún límite a la afiliación.
Las cooperativas de consumidores para la distribución de alimentación, para
Consideraciones para la regulación de un tipo societario moderno 63

seguros o banca están abiertas a todos los consumidores de esos servicios o de


las localidades donde desarrollan su actividad.
Por lo demás, esta declaración exige que la afiliación sea abierta a todas
las personas sin discriminación, con independencia de cualquier característica
personal, por lo que reafirma el compromiso de las cooperativas con el reco-
nocimiento de la dignidad de todos los individuos e impide que una norma
interna regule lo relativo a las personas que pueden ser socios de una coope-
rativa de forma discriminatoria respecto a determinadas personas o colectivos
de personas.
2º. Gestión democrática por parte de los socios: «Las cooperativas son orga-
nizaciones gestionadas democráticamente por los socios, los cuales participan
activamente en la fijación de sus políticas y en la toma de decisiones. Los hom-
bres y las mujeres elegidos para representar y gestionar las cooperativas son
responsables ante los socios. En las cooperativas de primer grado, los socios
tienen iguales derechos de voto (un socio, un voto) y las cooperativas de otros
grados están también organizadas de forma democrática».
Llevar a la práctica la gobernanza democrática a las cooperativas, como
a cualquier organización humana, no es una tarea sencilla, en cuanto va más
allá del mero hecho de votar y exige la articulación de una estructura orgánica
en la que se delimiten adecuadamente los poderes de la asamblea y del órga-
no ejecutivo, sobre el que deberán fijarse, además, los controles adecuados.
Y ello de forma distinta en función del tamaño de la propia cooperativa y
de la naturaleza de su actividad. En realidad, puede decirse que no existe una
manera determinada de organizar la gobernanza, de manera que debe ser
cada entidad la que debe estructurar su propia gobernanza a través de sus es-
tatutos, a los que la legislación deben concederles una amplia autonomía para
hacerlo, si bien los acuerdos que se adopten deberán garantizar un control
democrático efectivo y real por parte de los miembros, en lugar de favorecer
un sistema democrático teórico controlado por un gerente o por un conjunto
de administradores que se perpetúen en el cargo.
En las Notas de orientación para los principios cooperativos, se destaca que el
control democrático por parte de los miembros debe estar protegido por
la legislación cooperativista y por los estatutos, que regularán aspectos tales
como la revocación, la responsabilidad o la destitución por parte del conjun-
to de miembros -mediante el debido proceso democrático- de representantes
electos que se aprovechen de su posición o que no cumplan su cometido en
tanto que representantes electos; o el deber de informar periódicamente por
parte de los representantes electos a los demás miembros y de rendir cuentas
sobre su trabajo y de las acciones desarrolladas en el ejercicio de sus cargos.
64 Enrique Gadea Soler

Asimismo, para garantizar una continua renovación democrática en las


cooperativas, se recomienda establecer mandatos fijos en cada cargo, de tres o
cuatro años, por ejemplo, y obligar a un tercio o un cuarto del consejo rector
electo a ser revocado y reelegido cada año, con el fin de alcanzar un equilibrio
entre la renovación democrática y el mantenimiento de la experiencia.
Para asegurar la renovación democrática, se considera una buena prác-
tica fijar límites de mandato a los responsables electos, que establezcan un
máximo de años de ejercicio del miembro electo. Dichas restricciones se han
convertido en norma para los cargos no ejecutivos de las compañías que coti-
zan en bolsa y las cooperativas deberían dar ejemplo adoptándolas como bue-
na práctica democrática.
La regla (un socio, un voto) para las cooperativas de primer grado es cla-
ra; en cambio, plantea más dudas la interpretación del último inciso. En el
Informe de la Alianza (que explica las razones que han llevado a la adopción
de la Declaración sobre Identidad Cooperativa) se aclara que la regla para
las votaciones en otros grados es abierta. Se considera que los propios movi-
mientos cooperativos son los más capaces de definir lo que es democrático en
una circunstancia dada. Incluso se reconoce que, en muchas cooperativas de
segundo y tercer grado, los sistemas de votación proporcional han sido adop-
tados para reflejar la diversidad de intereses, el número de socios en coope-
rativas asociadas y el compromiso entre las cooperativas involucradas. Ahora
bien, también se señala que tales acuerdos deben revisados periódicamente y
que es normalmente insatisfactorio si las cooperativas más pequeñas en tales
situaciones tienen tan poca influencia que prácticamente se sienten privadas
del derecho de voto.
El problema que se plantea respecto al cumplimiento de este segundo
principio es que, a pesar de que en su formulación se refiere a la regla de un
socio, un voto en las cooperativas de primer grado, la realidad es que, de forma
creciente, los distintos ordenamientos vienen reconociendo, con carácter ge-
neral, el voto plural ponderado a los socios de algunos tipos de cooperativas
de primer grado y, en especial, para determinados tipos de socios (por ejem-
plo, para los socios personas jurídicas).
No obstante, resulta que la propia ACI, en el documento Notas de orienta-
ción para los principios cooperativos, ha señalado que la frase de un socio, un voto
de la Declaración de Manchester relativa al segundo principio describía las
normas consuetudinarias en las votaciones de las cooperativas de primer gra-
do y coincide con lo que era habitual a mediados de los noventa del siglo pasa-
do, momento en que se formularon los principios por última vez, en las que la
mayoría de las cooperativas de primer grado contaban con un grupo homogé-
neo de miembros, y añade: «En estas cooperativas, la norma de los mismos derechos
Consideraciones para la regulación de un tipo societario moderno 65

de votación (de un miembro, un voto) resulta una obviedad, sin embargo en las coope-
rativas hibridas o mixtas de primer grado, quizá sea necesario aplicar sistemas de vota-
ción distintos, si existe una buena razón para ello». Una buena razón para ello es
estimular y reconocer políticamente la participación de determinados socios,
lo que permitiría que los estatutos fijasen el derecho de voto en proporción
al volumen de la actividad cooperativizada que desarrollen en la cooperativa.
Bien mirado, cabe señalar que la posibilidad de atribuir voto plural a de-
terminados socios y en determinadas clases de cooperativas de primer grado
(como las del sector agrario o el de servicios) se justifica y tiene su fundamen-
to en la mutualidad, es decir, en la actividad cooperativiza que realiza el socio
y no en el capital aportado, sin perjuicio de que se fije un limite del número
máximo de votos que puede ostentar un socio (así, Vargas Vasserot, 2022: 96).
En ese sentido, nos parece muy acertado lo previsto en el artículo 59 del
Reglamento (CE) n° 1435/2003 del Consejo, de 22 de julio de 2003, relativo
al Estatuto de la sociedad cooperativa europea (SCE), que si bien parte de
que: “1. Cada socio de la SCE dispondrá de un voto, independientemente del
número de participaciones que posea». A continuación, señala que: «2. Si lo
permite la legislación del Estado miembro en el que la SCE tenga su domicilio
social, los estatutos podrán estipular que el número de votos de un socio esté
determinado por su participación en la actividad cooperativa por medios dis-
tintos de la aportación de capital. Los votos así atribuidos no podrán exceder
de cinco por socio ni representar más del 30 % del total de derechos de voto”.
3º. Participación económica de los socios: “Los socios contribuyen equitativa-
mente al capital de sus cooperativas y lo gestionan de forma democrática. Por
lo menos parte de ese capital debe ser propiedad común de la cooperativa.
Normalmente, los socios reciben una compensación, si la hay, limitada sobre
el capital entregado para adquirir la condición de socio. Los socios asignan
los excedentes para todos o algunos de los siguientes fines: el desarrollo de su
cooperativa, posiblemente mediante el establecimiento de reservas, parte de
las cuales por lo menos serían indivisibles; el beneficio de los socios en pro-
porción a sus operaciones con la cooperativa; y el apoyo de otras actividades
aprobadas por los socios”.
Este principio describe tanto cómo participan los socios en el capital,
como la forma en que deben distribuirse los excedentes. Es digna de ser re-
saltada la frase que señala que «los socios contribuyen equitativamente al ca-
pital de las cooperativas y lo gestionan de forma democrática», dado que, por
una parte, hace hincapié en la necesidad de que los socios aporten capital a
su cooperativa y, por otra, permite que las diferentes legislaciones exijan que
cada socio aporte, sin que ello tenga trascendencia en el proceso de adopción
de decisiones, cantidades distintas según su capacidad económica. En la asig-
66 Enrique Gadea Soler

nación de excedentes resulta sorprendente la flexibilidad: «Los socios asignan


los excedentes para todos o alguno de los siguientes fines...». Sin embargo, en
un sistema legal moderno en el que se parte del carácter societario de la coo-
perativa, resulta impensable que las distintas normas no exijan la constitución
de un fondo de reserva obligatorio.
En relación con la interpretación de este principio, entendemos que
el mayor problema se plantea respecto al posible reparto de las reservas en
caso de disolución y liquidación de la cooperativa por la libre decisión de sus
miembros. En este punto, en el documento elaborado por la ACI, Notas de
orientación para los principios cooperativos, aunque esta posibilidad no se consi-
dera aconsejable y se entiende que lo más adecuado en caso de liquidación
de la cooperativa es que los estatutos opten por la cesión del patrimonio neto
residual de la cooperativa a otra empresa cooperativa o en favor de una co-
munidad sin ánimo de lucro o de una organización solidaria a elección de los
miembros, se señala que: “Cuando esto ocurre y los miembros deciden que
una cooperativa debe cesar su actividad y disolver sus activos, no existe ningu-
na obligación inherente en este tercer principio que impida, en el momento
de la disolución de la empresa, la distribución entre los miembros del valor de
los activos residuales de la cooperativa, que suponen sus reservas de carácter
indivisible”.
De ese modo, consideramos que las distintas legislaciones deben dejar a
la autorregulación de los socios, vía estatutos, qué tipo de cooperativa quieren
constituir, sin perjuicio de que aquellas que se decanten no por el objetivo de
obtener un beneficio económico, sino de desarrollar y fortalecer las econo-
mías locales para beneficio de sus miembros y de la comunidad en general, se
les reconozca un tratamiento fiscal más favorable.
4º. Autonomía e independencia: «Las cooperativas son organizaciones autó-
nomas de autoayuda, gestionadas por sus socios. Si firman acuerdos con otras
organizaciones, incluidos los gobiernos, o si consiguen capital de fuentes ex-
ternas, lo hacen en términos que aseguren el control democrático por parte
de sus socios y mantengan su autonomía cooperativa».
Este principio no se recogió explícitamente en la formulación de 1996.
En ese momento, la ACI adoptó una posición más condescendiente para evi-
tar la salida de la entidad internacional de los países de regímenes comunis-
tas, dado que limitaban la autonomía e independencia de sus cooperativas.
Ahora, tras la caída de tales regímenes, la ACI vuelve hacia la posición
de 1937, época en la que consagró como uno de los principios la neutralidad
política y religiosa, y advierte e insta a las cooperativas a que no arriesguen su
Consideraciones para la regulación de un tipo societario moderno 67

independencia y el control democrático por parte de los miembros mediante


acuerdos que hagan peligrar la autonomía de la cooperativa.
Esta advertencia y exhortación comporta tres dimensiones: «acuerdos con
gobiernos», «acuerdos con otras organizaciones» y, cuando una cooperativa
se dota de capital, acuerdos para recibir «capital de fuentes externas». Las
tres categorías de acuerdos ponen potencialmente en peligro la autonomía
e independencia de una cooperativa, así como el derecho de sus miembros a
ejercer el control democrático de sus asuntos.
Sobre todo, en el caso de las cooperativas nuevas y de las que están en cre-
cimiento, la autonomía e independencia pueden verse en peligro si los pro-
ductos y servicios de una cooperativa dependen demasiado de un único com-
prador y, de igual manera, si se depende demasiado de determinadas fuentes
dominantes de suministro.
A mejorar la relación con los gobiernos ha contribuido la Recomendación
193 de la Organización Internacional del Trabajo (en adelante, OIT), que in-
corpora la definición de cooperativa de la Alianza y afirma que: «A los fines de
esta Recomendación, por ‘cooperativa’ se entiende una asociación autónoma
y voluntaria de personas cuyo objetivo es satisfacer necesidades y aspiracio-
nes comunes, tanto económicas como sociales y culturales, a través de una
empresa cuya propiedad comparten todos sus miembros y que es controlada
democráticamente por ellos».
Esto otorga a la Declaración sobre la Identidad Cooperativa de la Alianza
la característica de ser un texto reconocido internacionalmente e implica un
importante cambio del estatus y de valor jurídico de la Declaración sobre la
Identidad Cooperativa de la Alianza.
La Recomendación 193 de la OIT exhorta a los gobiernos a: «alentar el
desarrollo de cooperativas como empresas autónomas y autogestionadas, en
particular en áreas en que las cooperativas desempeñen un papel importante
o donde presten servicios que no se proporcionen de otro modo».
En ese sentido, la Recomendación 193 de la OIT constituye un llama-
miento a los gobiernos para que creen un entorno que permita prosperar a
las cooperativas y representa un logro crucial por el hecho de ratificar el prin-
cipio de autonomía e independencia tras la adopción por parte de la Alianza
de la Declaración sobre la Identidad Cooperativa.
En la Recomendación se ofrecen unas directrices claras a los distintos paí-
ses para que revisen su legislación y su política en materia de cooperativas. En
ella, se afirma claramente que: “Los gobiernos deberán adoptar, cuando pro-
ceda, medidas apropiadas de apoyo a las actividades de las cooperativas que
68 Enrique Gadea Soler

respondan a determinados objetivos de políticas sociales y públicas, como la


promoción del empleo o el desarrollo de actividades en beneficio de grupos o
regiones desfavorecidos. Estas medidas de apoyo podrían incluir, entre otras
y en la medida de lo posible, ventajas fiscales, créditos, subvenciones, facilida-
des de acceso a programas de obras públicas y disposiciones especiales en ma-
teria de compras”, si bien el apoyo del gobierno a las cooperativas no deberá
identificarse con el control gubernamental de las cooperativas: la autonomía e
independencia de las cooperativas, así como los derechos democráticos de los
miembros para controlarlas, deberán ser siempre respetadas por el gobierno.
Asimismo, también resulta útil para las cooperativas cuando su autono-
mía e independencia se ve amenazada por los gobiernos, en cuanto que pro-
porciona un marco de defensa para que las cooperativas sean “tratadas de
conformidad con la legislación y la práctica nacionales y en condiciones no
menos favorables que las pactadas para otras entidades mercantiles”.
Como se pone de manifiesto en el documento Notas de orientación para los
principios cooperativos en relación con el papel de las federaciones nacionales,
las organizaciones de cúpula y la propia ACI, las organizaciones de cúpula
nacionales, en asociación con la Alianza, tienen una función clave que desem-
peñar, consistente en asegurarse de que los Estados cumplen con las normas
aceptadas internacionalmente para establecer marcos jurídicos y reguladores
en los que puedan prosperar las cooperativas. Las organizaciones de cúpula
también tienen la función de proporcionar asesoramiento y recomendar bue-
nas prácticas a las cooperativas acerca de cómo evitar o gestionar los riesgos
de independencia y autonomía que plantean los proveedores o compradores
de productos y servicios con posición dominante en el mercado, así como la
función de cooperar con las autoridades reguladoras para garantizar una re-
gulación adecuada y eficaz.
El objetivo final es que la autonomía e independencia de una cooperativa se
encuentre reforzada por normas o estatutos que exijan que la gobernanza ejer-
cida por su consejo rector rinda cuentas ante la asamblea general de miembros.
Los acuerdos sobre gobernanza deberán integrar sistemas de controles y
equilibrios, incluidos mecanismos que estrechen la brecha de conocimiento
entre la dirección profesional y los miembros, que consten de auditorías inter-
nas y externas, que garanticen que los miembros, en asamblea general, reci-
ben informes independientes de auditores sobre la gobernanza y la gestión de
su cooperativa, sobre la observancia de este cuarto principio y sobre cualquier
riesgo que aceche a su autonomía e independencia.
5º. Educación, formación e información: «Las cooperativas proporcionan edu-
cación y formación a los socios, a los representantes elegidos, a los directivos y
Consideraciones para la regulación de un tipo societario moderno 69

a los empleados para que puedan contribuir de forma eficaz al desarrollo de


sus cooperativas. Informan al gran público, especialmente a los jóvenes y a los
lideres de opinión, de la naturaleza y beneficios de la cooperación».
Las cooperativas que no pueden ignorar la responsabilidad de proporcio-
nar educación y formación para sus miembros, representantes electos, admi-
nistradores y empleados, dado que se trata de una actividad esencial para el
éxito y la sostenibilidad de cualquier empresa cooperativa.
No obstante, el compromiso de una cooperativa con la educación no se
orienta únicamente hacia el interior de la organización –hacia los miembros,
miembros electos, administradores y empleados–, sino también hacia el entor-
no exterior. Exige de las cooperativas que “informen al público en general [...]
sobre el carácter y las ventajas de la cooperación”. Esta obligación de informar
a los demás acerca del carácter y las ventajas de las cooperativas se aplica “en es-
pecial” a “los jóvenes y los líderes de opinión”. El significado de «los jóvenes» es
evidente: se trata de la siguiente generación. “Los líderes de opinión” se refiere
a todos aquellos que influyen en la opinión pública, tales como políticos, fun-
cionarios, agentes de los medios de comunicación y educadores.
Las tres actividades que conforman este quinto principio: “educación”,
“formación” e “información”, tienen, cada una de ellas, que desempeñar una
función diferente en la educación cooperativa: La “educación” consiste en
comprender los principios y valores cooperativos y saber cómo aplicarlos en
el funcionamiento diario de una cooperativa; la “formación” consiste en de-
sarrollar las aptitudes prácticas que necesitan los miembros y empleados para
dirigir una cooperativa de acuerdo con prácticas empresariales éticas y efica-
ces y para controlar democráticamente la empresa cooperativa de manera res-
ponsable y transparente; la “información” consiste en el deber de asegurarse
de que los demás, que forman parte del público en general, y “en especial los
jóvenes y los líderes de opinión”, conocen la empresa cooperativa, que resulta
esencial porque la gente no apreciará ni apoyará lo que ni siquiera entiende.
Es indudable que el movimiento cooperativo tiene un compromiso claro
y antiguo con la educación. En este sentido, en las legislaciones y en los estatu-
tos de las cooperativas debe quedar reflejado el mandato de la Declaración de
la ACI de 1995, que exige la dotación de fondos cooperativos para ser destina-
dos al cumplimiento de este principio.
Debe realizarse especial hincapié en la educación, formación e informa-
ción cooperativa, actividad descuidada en no pocas ocasiones por muchas
cooperativas y que tiene gran importancia para el desarrollo futuro de éstas.
6º. Cooperación entre cooperativas: “Las cooperativas sirven a sus socios lo
más eficazmente posible y fortalecen el movimiento cooperativo trabajan-
70 Enrique Gadea Soler

do conjuntamente mediante estructuras locales, nacionales, regionales, e


internacionales”.
Este sexto principio muestra la doble dimensión del carácter de las coo-
perativas: La primera se centra en que son entidades económicas que sirven
a sus propios socios. La segunda se concreta en que son entidades sociales de
miembros que se relacionan de un modo positivo con otras cooperativas por la
manera en que desarrollan su actividad (Martínez Charterina, 2012: 133 y ss.).
En este segundo ámbito, cabe diferenciar la vertiente económica, con la
que se pretende que las cooperativas colaboren unas con otras en mercados
competitivos mediante la formación de grupos cooperativos y cooperativa de
segundo grado o ulterior grado, con el fin de alcanzar ventajas cooperativas y
crear riqueza común para beneficio mutuo, de la vertiente política de la coo-
peración, para cuyo desarrollo surgen las asociaciones, federaciones, confede-
raciones y entes interregionales e internacionales cuya cúspide es la ACI, fun-
dada en 1895 como organismo representativo a nivel mundial (Cano Ortega,
2015: 285 y ss.).
Como muy acertadamente se destaca en las Notas de orientación para los
principios cooperativos, la Alianza es la mayor organización de afiliación demo-
crática del mundo. La Alianza tiene carácter consultivo general ante la OIT
desde la década de 1940 y carácter consultivo ante el Consejo Económico
y Social de la ONU. Asimismo, la Alianza mantiene un Memorando de
Entendimiento con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimen-
tación y la Agricultura. El ámbito mundial de la Alianza y las organizaciones
regionales promocionan y fomentan la amistad y el respeto entre cooperativas
en distintas naciones y culturas. Sus organizaciones sectoriales mundiales y
comités temáticos permiten a los miembros compartir conocimientos y expe-
riencias sobre tipos concretos de empresas cooperativas y reforzar la asistencia
y el apoyo mutuos, mientras que el respaldo transectorial nacional, regional y
mundial contribuye a construir el sector cooperativo de la economía mundial.
Además, como organización representativa mundial oficialmente reconocida,
acreditada especialmente mediante las disposiciones de la Recomendación
193 de la OIT, la Alianza tiene también la capacidad de interceder en nombre
de los movimientos cooperativos en aquellos países donde se ven amenazados
por gobiernos que no entienden los principios en los que se basa la empresa
cooperativa, una facultad que la Alianza utiliza con eficacia.
Desde un punto de vista operativo, las cooperativas deben tener en cuen-
ta que la estrategia para la actuación intercooperativa no debe ser fruto de
una decisión del consejo rector o de los responsables de la administración,
sino que deberá ser examinada y aprobada por la asamblea general de los
miembros de la cooperativa, constituyendo una buena que en la elaboración
Consideraciones para la regulación de un tipo societario moderno 71

del informe anual de una cooperativa se incluya un informe sobre la coopera-


ción intercooperativa y sobre cómo se ha aplicado este sexto principio.
7º. Interés por la comunidad: «Las cooperativas trabajan para conseguir el
desarrollo sostenible de sus comunidades mediante políticas aprobadas por
sus socios».
En 1966, al enunciar el sexto principio de cooperación entre cooperati-
vas, se señaló como objetivo «servir mejor a los intereses de sus miembros y de
la comunidad». En 1995 se concede mayor importancia a este objetivo, atribu-
yendo a la preocupación por la comunidad el carácter de principio.
Las cooperativas son organizaciones que existen para el beneficio de sus
socios, aunque dada la vinculación de las cooperativas a sus comunidades -a
diferencia de las sociedades capitalistas que pueden llegar o irse según las con-
diciones coyunturales que se presenten para su desarrollo- los socios no pue-
den obviar el fuerte compromiso social de éstas, que, independientemente
de las condiciones coyunturales, deben dirigir su labor hacia el aumento del
bienestar social, haciendo de la proyección y la acción hacia la comunidad, ca-
racterística cooperativa. Esta combinación de elementos se deriva del hecho
de que las cooperativas emergen y están arraigadas en las comunidades en las
que desarrollan su actividad, por lo que su éxito se basa en su capacidad para
ayudar a esas comunidades a desarrollarse, económica, social y medioambien-
talmente, de un modo sostenible.
Las cooperativas tienen una clara capacidad de trabajar individualmente
por el desarrollo económico sostenible de las comunidades en las que operan
y, como se indica en el documento Notas de orientación para los principios coope-
rativos, lo pueden hacer aplicando sus valores éticos a sus operaciones comer-
ciales, en forma de, por ejemplo, contratos éticos en la cadena de suministro
y Comercio Justo, pago diligente a los proveedores, comercio Coop2Coop y
apoyo a otras cooperativas. En ese sentido, las buenas prácticas exigen, y por
ello debe preverse en sus normativas y estatutos, que las cooperativas informen
sobre el impacto que tienen sobre la sostenibilidad económica, medioambien-
tal y social, y sobre qué acciones desarrollan para favorecer el desarrollo soste-
nible de las comunidades en las que trabajan.
No obstante, también es cierto que las cooperativas por sí solas no pueden
lograr el objetivo del desarrollo sostenible de sus comunidades, por lo que de-
ben establecer pactos y colaborar con otras organizaciones, entre ellas, los go-
biernos. Esta colaboración resulta indispensable dados los enormes desafíos
mundiales que supone la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sosteni-
ble, de manera que, para conseguir esos Objetivos, las cooperativas también
tienen que articular fórmulas de colaboración con organizaciones comuni-
72 Enrique Gadea Soler

tarias, empresas privadas, grupos de voluntarios, organizaciones solidarias y


gobiernos locales, regionales y nacionales.

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CAPÍTULO 4
La realización de valores de uso como elemento identitario
del modelo empresarial cooperativo

Rubén Colón Morales


Universidad de Puerto Rico

Sumario: 1. La membresía como efectivizadora de valores de uso. 2. Papel del capital


en las cooperativas. 3. Valor de uso y gobernanza democrática valor de uso y
gobernanza democrática. 4. Pertinencia de los valores cooperativos a la natu-
raleza de las cooperativas como portadoras de valores de uso para su membre-
sía. 5. La intencionalidad jurídica de los actos cooperativos. 6. Bibliografía.

1. LA MEMBRESÍA COMO EFECTIVIZADORA DE VALORES DE USO

La Declaración sobre Identidad Cooperativa aprobada por la Alianza


Cooperativa Internacional (ACI) en el 1995 define a las cooperativas como
asociaciones autónomas de personas que se han unido voluntariamente para hacer
frente a sus necesidades y aspiraciones económicas, sociales y culturales comunes por
medio de una empresa de propiedad conjunta y democráticamente controlada. Dicha
declaración de identidad es recogida en el documento de Ley Marco para las
Cooperativas de América Latina (Ley Marco) en su artículo 3. (ACI-Américas,
2009: 3) Añade la Ley Marco que las cooperativas operarán observando los
siete (7) principios cooperativos adoptados por la ACI según universalmente
reconocidos 1, y también detalla una serie de características jurídicas con las

1
Ley Marco, Artículo 4.
76 Rubén Colón Morales

que deben cumplir las cooperativas 2, así como otras condicionantes en cuan-
to a su gobernanza y operación financiera, los cuales, en su conjunto, con-
forman el diseño legal de las personas jurídicas cooperativas. (ACI-Américas,
2009: 3,4,16) El tipo de necesidades que los socios procuran satisfacer por
conducto de la empresa colectiva determina el tipo de cooperativa, de con-
sumidores, trabajo, o mixtas, y las transacciones jurídicas entre los socios y la
cooperativa con respecto de tales, conformarán el “objeto social” o la “activi-
dad cooperativizada”.
De lo anterior surge que el vínculo esencial entre las cooperativas y su
membresía está fundamentado en la condición de que los socios son personas
que indefectiblemente tienen que poder ser usuarios de éstas en cuanto a su
actividad cooperativizada 3. Y es que lo que persiguen las personas socias al
voluntariamente afiliarse a una cooperativa es conseguir usarla como medio
para remediar el tipo de necesidad particular para cuya satisfacción se organi-
zó y que es compartida por su membresía. Se trata entonces de empresas pro-
piedad de sus usuarios, gobernadas por sus usuarios y operadas en beneficio
colectivo de sus usuarios. (USDA-RDACP, 2014: 3-4). Y si bien no siempre las
personas que usan las cooperativas son socias; todas las personas socias tienen
que poder usar la cooperativa 4.

2
Ley Marco, Artículo 5. Deben reunir los siguientes caracteres: 1. Ilimitación
y variabilidad del número de socios; 2. Plazo de duración indefinido; 3. Variabilidad e
ilimitación del capital; 4. Independencia religiosa, racial y político partidaria; 5. Igualdad
de derechos y obligaciones entre los socios; 6. Reconocimiento de un solo voto a cada socio,
independientemente de sus aportaciones; 7. Irrepartibilidad de las reservas sociales.
3
La Ley Marco contiene un articulado que intima esa condición de usuarias al
establecer:
Artículo 21. “Pueden ser socios las personas físicas mayores de edad y las personas jurídicas
que requieran utilizar los servicios de la cooperativa, siempre que reúnan los requisitos establecidos
por el estatuto. El ingreso es libre, pero podrá ser supeditado a las condiciones derivadas del objeto
social, sin discriminaciones de ninguna clase”. (Énfasis nuestro).
4
Aunque no existe unanimidad en cuanto al asunto (Fici, 2016: 29-30), parece existir una
tendencia mayoritaria en la doctrina en cuanto a permitir limitadamente que personas no socias
puedan servirse de la cooperativa, siempre y cuando se establezcan salvaguardas para evitar un
enriquecimiento indebido por parte de su membresía con relación a los ingresos que se generen de
esas transacciones con terceros. Al respecto propone la Ley Marco en su artículo 8 como sigue:
Prestación de servicios a terceros- Artículo 8. “Por razones de interés social o cuando fuera
necesario para el mejor desarrollo de su actividad económica, siempre que no comprometa su
autonomía, las cooperativas pueden prestar servicios propios de su objeto social a no socios, los
que no podrán otorgarse en condiciones más favorables que a los socios. Los excedentes netos
que deriven de estas operaciones serán destinados a educación cooperativa o a una reserva
especial o a ambas, conforme prevea el estatuto o decida la asamblea”. (ACI-Américas, 2009: 5-6).
Ciertamente que el asunto de la prestación de servicios a terceros respecto de la actividad
cooperativizada presenta importantes consecuencias con respecto de la identidad cooperativa,
pues los mismos no se vinculan a través del acto cooperativo. (Cracogna, 2011: 57).
La realización de valores de uso como elemento identitario 77

Tenemos entonces que el objeto social de toda cooperativa va a ser siem-


pre la realización por parte de su membresía, de un valor de uso. Toda otra
consideración estará siempre en función de garantizar esa capacidad de la
cooperativa de poder ser utilizada por su membresía en la satisfacción de sus
necesidades compartidas. En la medida en que las cooperativas son entidades
empresariales cuya finalidad de negocios es procurar satisfacer, bajo un con-
cepto de ayuda mutua, necesidades concretas compartidas por quienes las or-
ganizan, sostienen y gobiernan; se trata de entidades de propósitos mutualis-
tas (Fici, 2016: 21). De tal modo, toda su estructura operacional, financiera y
de gobernanza está orientada a garantizar esa finalidad mutualista, por lo que
las transacciones de negocios de la membresía con la cooperativa respecto
de la actividad cooperativizada serán siempre utilitarias o usufructuarias y no
mercantiles. Lo anterior resulta importante cuando analizamos la naturaleza
de la propiedad común cooperativa y el papel de las aportaciones de capital
de las personas socias, pues la efectivización del valor de uso de nuestra pro-
piedad va a estar siempre en contradicción con la posibilidad de la realizar un
valor de cambio respecto de esta.
El valor de uso es definido comúnmente como la aptitud que posee un
bien para satisfacer necesidades humanas conforme a su naturaleza, la cual
determina su utilidad. El valor de uso de un determinado bien se diferencia
del valor de cambio de ese mismo bien, representado por su potencialidad de
ser comercializado. De tal modo, el valor de cambio es la capacidad que tiene
una cosa convertida en mercancía, para ser negociada, en referencia a pará-
metros externos a su propia naturaleza. Así, el valor de cambio de las cosas se
concretiza mediante su negociabilidad y su aprovechamiento depende de que
consigamos maximizar nuestros intereses en esas operaciones de intercam-
bio. En tanto y en cuanto la medida del valor de cambio de los bienes la esta-
blece su potencial de ser negociada por otras ventajosamente, su disposición
propende a la especulación y al intercambio desigual. Por su parte, la medida
del valor de uso de las cosas se la dará su capacidad para satisfacer unas ne-
cesidades humanas concretas, en las distintas circunstancias de apremio en
que nos encontremos. En síntesis, el valor de uso es un factor de calidad que
se manifiesta intrínsecamente, mientras que el de cambio es de cantidad y se
concretiza extrínsecamente 5.

5
Como lo explica Marx al comienzo de El Capital: “La utilidad de una cosa hace de ella
un valor de uso. Pero esa utilidad no flota por los aires. Está condicionada por las propiedades
del cuerpo de la mercancía, y no existe al margen de ellas. El cuerpo mismo de la mercancía,
tal como el hierro, trigo, diamante, etc., es pues un valor de uso o un bien. … El valor de
uso se efectiviza únicamente en el uso o en el consumo. Los valores de uso constituyen el
contenido material de la riqueza, sea cual fuere la forma social de ésta. En la forma de sociedad
que hemos de examinar, son a la vez los portadores materiales del valor de cambio…En
78 Rubén Colón Morales

Responder a la pregunta de para qué se asocian las personas como miem-


bros de una cooperativa en cada circunstancia particular, nos permitirá com-
prender que siempre el tipo valor que sobre su propiedad común en la coo-
perativa efectivizan las personas socias, es uno de uso y no de cambio. Ese
entendimiento constituye una herramienta de primer orden para ayudar a
preservar su identidad. Por ejemplo, para los residentes de una cooperativa de
vivienda su interés asociativo en la misma se circunscribe a garantizar un techo
seguro sobre una vivienda adecuada, decente y sanitaria dentro de una comu-
nidad socialmente auto-regulada; no el especular con el valor del inmueble
en el mercado, ni utilizarlo como colateral para financiar otras actividades e
intereses distintos a garantizar su seguridad habitacional en un contexto co-
munitario. Similarmente, en una cooperativa de trabajo asociado, el interés
de las personas miembro sería procurarse puestos de trabajo estables y per-
manente que les permitan conllevar condiciones de vida dignas en un taller
autogestionado democráticamente por su fuerza laboral, y no especular con
el goodwill de la empresa en el mercado, o enriquecerse explotando el trabajo
ajeno; y así por el estilo. Retener y mantener la empresa para poder utilizarla
para satisfacer sus necesidades particulares sin poder enajenarla para sacarle
ganancias a los derechos de propiedad individuales o colectivos, deberá con-
siderarse siempre en derecho, como el elemento motivador exclusivo de toda
afiliación cooperativa, desde el punto de vista jurídico 6.

primer lugar, el valor de cambio se presenta como relación cuantitativa, proporción en que se
intercambian valores de uso de una clase por valores de uso de otra clase, una relación que se
modifica constantemente según el tiempo y el lugar. El valor de cambio, pues, parece ser algo
contingente y puramente relativo, y un valor de cambio inmanente, intrínseco a la mercancía
(valeur intrinsèque) es exactamente tanto como lo que habrá de rendir. … De igual suerte, es
preciso reducir los valores de cambio de las mercancías a algo que les sea común, con respecto a
lo cual representen un más o un menos”. “Ese algo común no puede ser una propiedad natural
-geométrica, física, química o de otra índole- de las mercancías. Sus propiedades corpóreas
entran en consideración, única y exclusivamente, en la medida en que ellas hacen útiles a las
mercancías, en que las hacen ser, pues, valores de uso. Pero, por otra parte, salta a la vista que es
precisamente la abstracción de sus valores de uso lo que caracteriza la relación de intercambio
entre las mercancías. Dentro de tal relación, un valor de uso vale exactamente lo mismo que
cualquier otro, siempre que esté presente en la proporción que corresponda. O, como dice el
viejo Barbon: «Una clase de mercancías es tan buena como otra, si su valor de cambio es igual.
No existe diferencia o distinción entre cosas de igual valor de cambio». En cuanto valores de
uso, las mercancías son, ante todo, diferentes en cuanto a la cualidad; como valores de cambio
sólo pueden diferir por su cantidad, y no contienen, por consiguiente, ni un solo átomo de
valor de uso. (Marx, 1890: 1).
6
Cabe mencionar que, relacionado con lo anterior, la Ley Marco propone una
prohibición de que las cooperativas puedan ser transformadas en otros tipos de empresas,
partiendo del entendido que la naturaleza cooperativa es especial y no admite cambios que la
alteren. Ello obligaría a que la determinación de constituir otro tipo de entidad deberá primero
pasar por un proceso de liquidación de la cooperativa, lo cual implicaría que el remanente
La realización de valores de uso como elemento identitario 79

En síntesis, que, en la medida en que la finalidad de la cooperativa es ser-


vir de vehículo para la satisfacción de unas necesidades concretas comunes de
sus miembros, su valor para las personas socias se materializa como un valor
de uso y no de cambio. Así, ser una entidad empresarial efectivizadora de un
valor de uso para su membresía (excluyendo realizar valores de cambio), sería
entonces un elemento identitario del modelo empresarial cooperativo.

2. PAPEL DEL CAPITAL EN LAS COOPERATIVAS

Ese elemento de la identidad cooperativa de constituir una portadora de


un valor de uso para su membresía nos ayuda a comprender el papel distinto
que cumple el capital en las cooperativas con respecto del que ejerce en las
empresas lucrativas o comerciales. En la medida en que en las cooperativas la
membresía no participa de las mismas como inversionistas (procurando maxi-
mizar el rendimiento monetario de su inversión en el negocio), sino que las
aportaciones efectuadas al capital cumplen el propósito de ayudar a sostener
el funcionamiento de la cooperativa como empresa para poder valerse así de
la misma a fines de resolver de la mejor manera posible sus necesidades com-
partidas; el capital juega un papel subordinado a ese propósito mutualista.
De tal modo, en las cooperativas el ser codueños de la empresa se trata de un
asunto instrumental, colateral y al servicio de, la condición de las personas
socias como usuarias, y no a la inversa. Ello así, pues la consideración jurídica
para las aportaciones de capital de su membresía no es hacer una inversión
con ese capital, sino ganar derecho a poder usufructuar la cooperativa sin nin-
gún tipo de propósitos especulativos (Fici, 2013: 35-36).
Como las aportaciones monetarias que hacen los socios a la cooperativa
lo que procuran es viabilizar la operación de una empresa que les ayude a sa-
tisfacer sus necesidades comunes, tales aportaciones no gozan de los mismos
atributos legales que se le reconoce a las aportaciones de capital que efectúan
los inversionistas en el contexto de empresas capitalistas. En una cooperati-
va esas aportaciones podrán recibir un interés limitado a base de parámetros
relacionados al precio del dinero en el mercado, el cual no debe ser superior
a aquel necesario para obtener y retener el capital suficiente para operar la
empresa (Münkner, 2016: 5) 7; pero no puede reclamar el derecho a i) gober-

de la liquidación debe de dedicarse al destino especialmente previsto por ley en atención al


precepto de irrepartibilidad de las reservas sociales. Véanse en conjunto los artículos 5, 13 y 90
de la Ley Marco. (ACI-Américas, 2009: 5, 7 y 38).
7
Somos de la opinión que los parámetros de esa “razonabilidad” partirían de
considerar dos referentes particulares. De un lado, el interés que devengarían las personas
80 Rubén Colón Morales

nar la empresa en proporción al capital aportado, ii) ni el de apropiarse de


la distribución de los sobrantes o beneficios económicos de la operación de
negocios, iii) ni el de constituir una representación del valor en el mercado de
las operaciones de negocio de la empresa común (goodwill).
Ello así, pues la intencionalidad de esa aportación al capital de la empre-
sa cooperativa para ayudarse a resolver unas necesidades particulares de sus
miembros-usuarios-dueños, se debe tener como una distinta en cuanto a sus
objetivos, que aquella que se concretiza mediante una inversión especulativa
en una empresa de capital. Al respecto señala Fici: “This particular activity with
the members -which may be termed “cooperative Enterprise”- is a characteris-
tic of cooperatives that, when properly understood, significantly contributes
to their distinction from companies. In companies, like in any other for-profit
entity, the economic activity is simply an instrument for pursuing the entity’s
final objectives, and it is irrelevant whether this activity is conducted with the
membership. By way of contrast, cooperatives are formed and exists to run an
Enterprise that might directly satisfy the interests of their consumer, -provider-
or worker-members (who together, may be referred to as “user-members”, sin-
ce in fact they are the direct recipients of a service provided by the cooperative
Enterprise) (Fici, 2013: 23-24).
Como bien añaden Suee-Chieh y Ting-Weber: “A diferencia de las socie-
dades comerciales, las cooperativas no maximizan el valor del accionista o los
retornos en proporción con el capital aportado, sino que otorgan beneficios
a sus asociados en proporción con las transacciones realizadas con la coope-
rativa. Mientras el accionista de una sociedad comercial tiene un derecho de
reclamo sobre el valor neto de los activos de la empresa y, por lo tanto, puede
aspirar a una apreciación de sus acciones, en muchas cooperativas no existe un
derecho de reclamo equivalente, ya que sus partes sociales suelen mantenerse
siempre en su valor nominal. Más dinero aportado no compra más control,
dado que las cooperativas son controladas democráticamente por sus asocia-
dos” (Suee-Chieh y Ting-Weber, 2016: 12).
En ese sentido, los referidos autores establecen que el principio 3 sobre
“Participación Económica de los Miembros” que, a nuestro entender, consti-
tuye una clara limitación a cualquier pretensión de convertir a la cooperativa
en una empresa de negocios cuyo fin sea potenciar valores de cambio. En
primer lugar, tenemos que al menos una parte del capital es una “propiedad

socias en cuentas regulares de ahorro como base (para que sus aportaciones dinerarias en
las cooperativas no pierdan su valor con el tiempo por condiciones inflacionarias), y, de otro
lado, el costo que le representaría a la cooperative acudir al mercado financiero a obtener
financiamiento como tope; algo más o algo menos, dependiendo de las circunstancias
particulares de la operación de la empresa.
La realización de valores de uso como elemento identitario 81

en común” y es alentado el establecimiento de “reservas indivisibles”, por lo


que las personas socias no tienen derechos de reclamo sobre el valor neto de
los activos de la cooperativa, más allá de sus partes sociales reembolsables. Ello
resulta contrario a una acción de una empresa comercial que constituye una
representación del valor de la empresa. En Segundo lugar, las aportaciones so-
ciales al capital reciben solo una compensación limitada, si alguna, por lo que
el capital no mantiene un derecho inherente a recibir una compensación. Lo
anterior resulta contrario al propósito de las empresas lucrativas de maximi-
zar el retorno a los accionistas y el valor de las acciones. En tercer lugar, los
beneficios para los asociados deben repartirse en proporción con las transac-
ciones realizadas con la cooperativa y no en proporción con la participación
en el capital, como ocurre en las sociedades comerciales (Suee-Chieh y Ting-
Weber, 2016: 12-13).
Así, mientras en la empresa capitalista el interés perseguido y en función
del cual se efectúan las aportaciones de capital es la maximización del ren-
dimiento y el aumento en de valor en el mercado de las acciones adquiridas
por encima de toda otra consideración; en el cooperativismo, como hemos
indicado, tales aportaciones de capital tienen la intención de viabilizar una
actividad económica que le permita a las personas socias satisfacer unas ne-
cesidades compartidas por conducto de una entidad democráticamente ges-
tionada, que procura una justa redistribución de las riquezas y que opera en
función de valores de solidaridad y de responsabilidad social. Con respecto
de la participación de capital de su membresía en las entidades cooperativas,
la preservación de la existencia misma de la empresa para poder continuar
sirviéndose de sus operaciones de negocio constituye un elemento intrínseco
y esencial a su afiliación, y, por tanto, determina el carácter jurídico de tales
aportaciones dinerarias.
Esa intencionalidad legal particular de los actos de afiliación y participa-
ción cooperativa difiere de la intencionalidad presente en los negocios mer-
cantiles. Ello así, pues según hemos mencionado, el fin de la asociatividad
cooperativa no es especular con el dinero, sino agruparlo en un colectivo de
forma tal que permita satisfacer unas necesidades compartidas por las per-
sonas socias sobre bases democráticas de derechos personales, no en base a
derechos patrimoniales.
La continua satisfacción de esas necesidades a sus socias actuales (y a los
que en función del principio de adhesión libre y voluntaria y del requisito de
irrepartibilidad de las reservas sociales continúen sumándose y disfrutándolas
en el futuro), forma parte de la identidad cooperativa. Por tanto, el fin último
cooperativo no es reproducir o multiplicar el dinero aportado a la empresa
(sobre el que se recibirá un rendimiento limitado y podrá ser retirado por
82 Rubén Colón Morales

su valor nominal en caso de desafiliación), sino hacerlo útil para resolver esas
necesidades compartidas de forma continua y estable. Como señala Roelants:
Una primera diferencia esencial entre el capital nominal de los asociados
y las acciones en poder de accionistas tiene que ver con el hecho de que las
personas y/o entidades que son propietarias de la cooperativa y la controlan,
son stakeholders o “partes interesadas” (en general trabajadores o productores
en el caso de las cooperativas industriales y de servicios) en lugar de sharehol-
ders o “accionistas”. Lo que queremos decir con esto es que la razón funda-
mental por la que se convierten en asociados de la cooperativa no es invertir
capital para obtener una rentabilidad, sino resolver determinadas necesidades
o aspiraciones vinculadas a sus expectativas como “partes interesadas” que, en
el caso de las cooperativas industriales y de servicios, generalmente, están rela-
cionadas con el empleo, la producción y/o los servicios a la comunidad. “[E]
l capital aportado como requisito para pertenecer a la cooperativa” (extracto
del Tercer Principio Cooperativo) es, por lo tanto, secundario respecto al he-
cho de que la cooperativa reúne a “personas que se agrupan voluntariamente
para satisfacer sus necesidades y aspiraciones comunes de carácter económi-
co, social y cultural” (Roelants, 2016: 23-24).
Y añade: “Como una consecuencia de las dos diferencias fundamentales
antes mencionadas (la condición de parte interesada de los asociados y el
retorno limitado sobre el capital invertido) surge una tercera: la naturaleza
no-negociable del capital nominal aportado por los asociados. No se trata de
un instrumento financiero que pueda ser objeto de una compraventa entre
asociados y, por supuesto, mucho menos entre un asociado y un tercero no-so-
cio” (Roelants, 2016: 24).
En ese sentido, tenemos que en tanto y en cuanto la propiedad coopera-
tiva no se presta a la especulación y la negociación, su función es la de servir
como instrumento para que las personas socias puedan usufructuar su coope-
rativa; con lo que se reafirma el elemento de su valor de uso como parte de su
identidad. Esa función utilitaria, se afianza debido a su relativa paridad en las
aportaciones. Como bien señala Cracogna:
Tema inicial del principio es el relativo al capital, comenzando por afir-
mar que los miembros contribuyen equitativamente a su formación. De esa
manera se establece claramente que todos los miembros tienen la obligación
de aportar a la formación del capital de la cooperativa y que dicho aporte
debe ser equitativo, es decir distribuido de manera justa entre todos ellos,
sin imposiciones arbitrarias ni desigualdades discriminatorias, asegurando
que todos participen con aportes acordes a las necesidades de la cooperati-
va, pero sin exigencias que tornen limitativo el ingreso. Acerca de este tema
no hacían mención las anteriores declaraciones de principios de la ACI, po-
La realización de valores de uso como elemento identitario 83

siblemente por sobreentender que el capital era aportado por los miembros
puesto que la única referencia al capital estaba hecha a propósito de la limi-
tación del interés que se podía pagar sobre él (4.º principio de 1937 y 3.er de
1966, basados en los estatutos de Rochdale). Vale recordar que el 3.er prin-
cipio de 1966 cuando se refería al capital decía específicamente: «el capital
accionario», es decir el aportado por los miembros (Cracogna, 2018: 27-28).
Finalmente, esa naturaleza de portadora de valores de uso resulta de-
terminante para entender el por qué las cooperativas son entidades no lu-
crativas. Y es que más allá de todo lo que hemos discutido antes sobre las
limitaciones a la posibilidad de compensar económicamente al capital, tene-
mos que el hecho de que sus dueñas sean sus usuarias excluye la posibilidad
de intentar obtener lucro en sus operaciones cooperativas. Ello así, pues no
tiene ningún sentido el que un grupo de personas socias de una entidad
creada para que ellas mismas la usen para satisfacer necesidades comunes,
pretendan encarecer irrazonablemente u obtener un enriquecimiento de
las transacciones que realiza la empresa con ellas mismas. El que las coo-
perativas hagan negocios con su propia membresía constituye una barrera
al aprovechamiento indebido o al enriquecimiento irrazonable. Co-operative
enterprises trying to make profits at the expense of their user-members who are simul-
taneously their owners, would mean trying to make profits at member’s own expense
(Münkner, 2016: 12).
Por el contrario, en vez de operar con miras a una maximización de ga-
nancias, las cooperativas procuran el objetivo operacional de minimizar sus
sobrantes, concepto al cual nos referimos como “ganancia cero”. Esa manera
de operar en general de todo tipo de cooperativa es explicada por Cracogna
con suma claridad al señalar:
Veamos cómo funciona el mecanismo económico de cualquier coope-
rativa: el servicio social, sea cual fuere, se presta a un determinado precio
(más o menos aproximado al costo según las condiciones del mercado y de
la propia cooperativa). Dicho precio es siempre provisorio, pues el definitivo
sólo se conocerá al fin del ejercicio económico, cuando se realiza el balance
(de allí que generalmente se tome como pauta de orientación el precio del
mercado). Consiguientemente, cuando finaliza el año social y se practica el
balance surgirá una diferencia en más o en menos sobre aquel precio pro-
visorio. Esa diferencia (generalmente positiva cuando la administración ha
sido sana) es lo que se llama “excedente repartible” o sea la diferencia exacta
entre el costo y el precio del servicio prestado a los asociados [o lo pagado de
menos a los socios trabajadores].
Ese excedente da lugar, primeramente, a la formación de la reserva le-
gal; luego se constituyen los fondos de acción asistencial y de educación y
capacitación cooperativas; a continuación, se paga el interés a las cuotas so-
ciales, si lo autoriza el estatuto, y finalmente el resto se distribuye entre los
84 Rubén Colón Morales

asociados en concepto de retorno en proporción a los servicios utilizados


por cada uno durante el ejercicio. El excedente, en suma, es lo que la coope-
rativa ha percibido de más o pagado de menos al asociado en el momento en
que este hizo uso de sus servicios. De allí que ese excedente, previa constitu-
ción de reservas y de fondos y pago del interés del capital, deba ser devuelto,
“retornado” al asociado como reajuste sobre aquel precio provisorio, confi-
gurándose de esa manera el precio definitivo.
Este precio definitivo se integra, pues, en dos tramos; a) precio proviso-
rio, más b) retorno. El retorno es consecuencia de la imposibilidad práctica
de calcular exactamente el precio justo en el momento de prestar el servicio.
Como de todas maneras debe cobrarse o pagarse en esa oportunidad algún
precio para que la cooperativa pueda desenvolverse normalmente, se toma
comúnmente como base el precio vigente en el mercado. Esta es la llamada
“política positiva de precios” que se sigue principalmente en los países some-
tidos a procesos inflacionarios de significación (Cracogna, 1992: 769-787).
En consecuencia, si fuera posible para las cooperativas predecir con pre-
cisión matemática todas las posibles contingencias que de manera imprevista
regularmente afectan sus operaciónes de negocio, el balance final de tales
operaciones con sus miembros consumidores o trabajadores, según fuere el
caso, debía aproximarse a cero, pues serían capaces de maximizar el benefi-
cio a su membresía con cada transacción individual respecto de la actividad
cooperativizada que conduzcan durante el correspondiente ciclo de conta-
bilidad. Por eso ese concepto operacional denominado como de “ganancia
cero”, Fici lo refiere como el parámetro para medir la operación óptima de
una cooperativa, en el sentido de ser capaz de conceder el mejor precio a
sus miembros en las cooperativas de consumo (el mayor pago adelantado a
sus asociadas en las de trabajo añadiría Cracogna) (Cracogna, 1992) en cada
una de las transacciones realizadas con cada miembro-usuario durante el año
fiscal en cuestión 8. (Fici, 2013). De tal modo, ese paradigma operacional que
tiene como consecuencia la devolución de los sobrantes en función del pa-
trocinio (proceso inverso al de acumulación de los sobrantes), nulifican la
posibilidad de que puedan conceptualizarse las cooperativas como entidades
lucrativas, cuando operan como deben 9.

8
En palabras textuales de Fici: “This means that a cooperative annual profits should in
principle equal zero in order for a cooperative to demonstrate that it effectively acted in favor
of its members” (Fici, 2013: 39) Por su parte, Münkner hace referencia al tema, utilizando el
concepto de “optimal profit minimization” (Münkner, 2016: 12).
9
Münkner advierte que la operación satisfactoria de una cooperative no es algo
que pueda concluirse de la mera revisión de sus estados financieros. Dada su naturaleza
mutualista, su éxito debe ser medido en términos de la satisfacción de la membresía en cuanto
a la capacidad de la cooperativa de ayudarles a resolver sus necesidades comunes de la mejor
manera y al menor costo posible (members’ promotion) (Münkner, 2016: 12).
La realización de valores de uso como elemento identitario 85

3. VALOR DE USO Y GOBERNANZA DEMOCRÁTICA

La naturaleza de las cooperativas como efectivizadoras de un valor


de uso para sus miembros se refleja también en su estructura de gobierno
democrática.
Como sabemos, existen básicamente dos maneras de organizar las empre-
sas: sobre derechos patrimoniales o sobre derechos personales. Usualmente
las entidades organizadas sen torno la tenencia de patrimonio reconocen un
derecho a participar o incidir sobre sus operaciones en función de la acu-
mulación de esa propiedad. En tales entidades, la participación de cada cual
depende de la cantidad de dinero o valores invertidos que es lo que determi-
na el peso relativo de cada cual en su gestión y en el aprovechamiento de los
beneficios generados. Todo en ellas discrimina entre unas y otros en función
del dinero. Son organizaciones literalmente estructuradas bajo el motivo de
tanto tienes, tanto vales. Las empresas que potencian valores de cambio para sus
propietarios no requieren ser gobernadas democráticamente, pues sus proce-
sos son relativamente simples y unidimensionales, en la medida en que lo que
se busca es maximizar el valor y rendimiento de las participaciones de propie-
dad de las personas dueñas. Además, esa finalidad de lucro desincentiva la
posibilidad de que se tomen determinaciones democráticas, pues quienes más
capital aportan más interés tienen en controlar la entidad.
De manera distinta, las entidades que se organizan sobre derechos perso-
nales tienden a reconocer los derechos de participación sobre bases de igual-
dad personal. Sus normas de gobierno se rigen por el principio de la igual
dignidad humana. En las empresas mutualistas, la democracia es intrínseca
a su forma de operar, es esencial a la puesta en marcha de la cooperación,
pues en la medida en que lo que se busca es satisfacer de la manera más am-
plia y eficiente de las necesidades comunes a toda su membresía, reconocer
el derecho igualitario de participación de sus miembros es consustancial a sus
fines mutualistas. En la medida en que las cooperativas no buscan maximizar
rendimientos individuales sino potenciar un beneficio colectivo, los procesos
democráticos resultan inherentes a esa posibilidad, pues la democracia es la
única manera de poder establecer legítima y acertadamente cuál es el mayor
bienestar común de las personas individuales que conforman un colectivo.
(Sandel, 2021) Esa búsqueda presupone que se “[p]one el énfasis en las relacio-
nes humanas, comunitarias y asociativas por encima de las relaciones de propiedad”.
(Suee Chieh y Ting Weber, 2016: 14) Y para que cualquier proceso decisional
pueda catalogarse como uno democrático, resulta necesario que los partici-
pantes interactúen sobre bases de igualdad personal. (Dhal,1986) Es decir,
que cada participante tenga igual derecho a beneficiarse, iguales responsabi-
lidades para con el colectivo, y que el valor de su voto también sea igualitario;
86 Rubén Colón Morales

propósito que en las cooperativas se instrumentaliza bajo el concepto de “una


persona un voto”. Por eso, en la medida en que las cooperativas son empre-
sas no lucrativas de fines mutualistas; el mantener una operación orientada al
mayor beneficio colectivo de su membresía requiere garantizar la más plena
y efectiva participación democrática de sus miembros en su operación, sobre
bases de igualdad personal. Como bien señala Gambina, “la lucha por el es-
tablecimiento de la democracia expresa la historia del hombre por encontrar
formas de convivencia social donde la solidaridad, el esfuerzo mancomunado
y la ayuda mutua, sean las normas dominantes de vida” (Gambina, 1980: 1).
En ese sentido, una cooperativa es un tipo de persona jurídica que se rige
por una estructura democrática la cual se sostiene como un ejercicio del de-
recho humano de asociación de las personas miembros, no como un ejercicio
de derechos patrimoniales de propiedad. Esa membresía satisface necesida-
des comunes colectivamente mediante el uso que hacen sus miembros de la
actividad de negocios de la cooperativa. Se trata de una empresa de natura-
leza dual, la que por un lado tiene carácter de una asociación de personas
(no de aportaciones dinerarias) y por el otro es un negocio comercial ope-
rado con la intención de conseguir satisfacer ciertas necesidades comunes a
todas las personas asociadas, por conducto de una estructura empresarial con
personalidad jurídica propia que, i) es gobernada democráticamente por su
membresía sobre bases de igualdad de derechos, y ii) en las que los resulta-
dos económicos se aprovechan o distribuyen equitativamente en función de la
proporción del volumen de negocios (utilización/patrocinio) efectuada por
cada miembro individual de sus actividades de negocio, iii) respecto de la sa-
tisfacción de las necesidades en torno a cuya necesidad común se organizó.
Esa satisfacción de necesidades comunes a través de una entidad de ayuda
mutua, para ser efectiva, eficiente y perdurable, requiere establecer lazos de
compromiso colectivo por medio de una fuerte comunidad de socias, lo cual
requiere del establecimiento de procesos democráticos.
En una cooperativa, la relación fundamental es la de la membresía en una
comunidad de personas “reales”. La manifestación concreta de la razón de
ser de una cooperativa es la participación activa de las personas que la com-
ponen, como productores, consumidores y/o trabajadores, y como “partes
interesadas” que tienen alguna relación orgánica con un negocio “real”. Por
lo tanto, una cooperativa buscará maximizar los beneficios para el grupo de
partes interesadas que la conforman. En una empresa orientada al mercado,
la relación fundamental es la del accionariado sin que importe si está com-
puesto por personas anónimas, sin rostro, o por instituciones cuyas identida-
des cambian constantemente con tal de que el capital social siga estando fi-
nanciado. Un accionista no necesita tener ninguna relación orgánica con la
empresa y la razón de ser de una sociedad comercial es la maximización del
La realización de valores de uso como elemento identitario 87

valor para los accionistas, quienquiera que ellos sean en cada momento en
particular. Las demandas de otras partes interesadas son “gestionadas” como
inconvenientes y costos, y como una cuestión a reglamentar, salvo en los casos
en los que, prestarles una atención adecuada, pueda contribuir a aumentar el
valor de las acciones. (Suee Chieh y Ting Weber, 2016:15).

4. PERTINENCIA DEL LOS VALORES COOPERATIVOS A LA


NATURALEZA DE LAS COOPERATIVAS COMO PORTADORAS DE
VALORES DE USO PARA SU MEMEBRESÍA

El cooperativismo es un tipo de empresarismo de naturaleza axiológica,


por lo que no se les puede considerar como entidades neutrales o amorales en
términos éticos, y ello tiene consecuencias jurídicas. Cuando se analizan los
valores cooperativos resulta claro como las cooperativas son efectivizadoras de
valores de uso y no de cambio. Se reconocen como valores cooperativos por la
ACI los de autoayuda, responsabilidad personal, democracia, igualdad, equi-
dad y solidaridad (ACI, 2021: 12-13).
Todos esos valores tienen que ver de alguna manera con el interés de pre-
servar y consolidar la funcionalidad de la comunidad de miembros como ele-
mento inherente a la buena marcha de la cooperativa como satisfactora de
las necesidades comunes a esta mediante procesos colaborativos. La autoayu-
da que alude a la creencia de que las personas pueden y deben influir en su
propio destino a través de la acción cooperativa, presupone que las personas
pueden transformar sus condiciones de vida colaborando entre sí pacífica-
mente, lo cual resulta más efectivo que el esfuerzo individual (ACI, 2021: 12).
La responsabilidad personal reconoce que las personas socias no solo tienen
derecho de beneficiarse con la cooperativa, sino que tienen igualmente res-
ponsabilidades para con esta y el resto de la membresía, debiendo promover
la cooperativa entre sus allegados (ACI, 2021:12). Sobre la democracia, ya dis-
cutimos como ofrece un sistema a través del cual la membresía como fuente
de autoridad de la cooperativa, tiene derecho a participar, ser informados, ser
escuchados y participar en la toma de decisiones, tratándose de un elemento
intrínseco a la puesta en marcha de procesos colaborativos. (Gambina, 1980).
La igualdad, como hemos indicado, es consustancial al ejercicio de la demo-
cracia, y se reconoce como un elemento fundamental para habilitar la coope-
ración, pues toda la membresía tendrá iguales derechos, responsabilidades y
oportunidades, lo cual elimina el establecimiento de diferencias artificiales
entre ellos (ACI, 2021: 13). Similarmente la equidad se refiere a la imparcia-
lidad o la justicia en el trato de las personas, e implica que los recursos y las
88 Rubén Colón Morales

oportunidades se asignan entre los miembros de manera que se busquen re-


sultados iguales a pesar de las diferentes circunstancias, por ejemplo, a través
de los retornos a las personas miembro, asignaciones a las reservas de capital,
incrementos o mejoras en los servicios o reducción de las tarifas (ACI, 2021:
13). Finalmente, la solidaridad implica compromiso comunitario, y respon-
sabilidades para con otras personas. Como bien señala Guarco, adoptar la so-
lidaridad como valor es asumir que las cooperativas deben ser responsables
por el interés colectivo de sus asociados y por el de la comunidad donde están
insertas. (Guarco, 2020: 2) Igual podríamos decir de los valores éticos de ho-
nestidad, apertura, responsabilidad social y el interés por los demás.
Por eso sostenemos que ninguno de esos valores se adecúa a la posibilidad
de que las cooperativas legalmente puedan ser consideradas como empresas
que representan valores de cambio para sus miembros, sino que claramente lo
que representan son valores de uso.

5. LA INTENCIONALIDAD JURÍDICA DE LOS ACTOS


COOPERATIVOS

A tenor con lo anterior, tenemos que los actos cooperativos, es decir,


aquellos realizados entre las cooperativas y sus socios o por las cooperativas
entre sí en cumplimiento de su objetivo social 10, habría que reconocerles que
responden a una intencionalidad jurídica utilitaria y no especulativa. Los mis-
mos se realizan con la intención expresa de satisfacer necesidades colectivas
existentes en el aquí y ahora, y no con el objetivo de devengar o acumular
eventuales riquezas económicas. A tenor con esa intencionalidad específica es
que corresponde aplicar el Derecho Cooperativo en la solución de las distin-
tas controversias que puedan surgir con relación a las actividades de negocios
de las cooperativas. Es decir, aplicarlo reconociendo siempre que los actos
cooperativos difieren radicalmente de los actos mercantiles de comercio en
cuanto a su intencionalidad, aunque en sus formas puedan aparentar ser simi-
lares, pues como señala Verón, el acto cooperativo no implica operación de mercado,
sino la realización de un servicio social (Verón, 2009: 83).
El reconocimiento de esa intencionalidad distinta subyace toda la doc-
trina respecto del acto cooperativo, eje del estudio del derecho cooperativo
Latinoamericano, la cual reconoce que existe una idéntica naturaleza jurídica
inherente a todos los tipos de cooperativas, con independencia de su objeto

10
Artículo 7 de la Ley Marco para las Cooperativas de América Latina (ACI-Américas,
2009: 5).
La realización de valores de uso como elemento identitario 89

social específico. 11 Tales actos cooperativos, al partir de una intencionalidad


distinta (de uso y no de cambio) generan consecuencias jurídicas de carácter
colaborativo, equitativo y solidario, diferentes de las que cabría imputar a los
actos mercantiles ejercitados con ánimo lucrativo individualista. 12 Como he-
mos señalado en otro lugar:
Y es que, como describe García Müller, ser socio de una cooperativa pre-
supone el ánimo rendir nuestra individualidad en un acto voluntario e inte-
ligente de asociarnos con otros de forma solidaria en búsqueda del bien co-
mún, mediante una organización democrática y equitativa. La doctrina del
acto cooperativo es entonces la manera de reconocerle un contenido jurídi-
co de naturaleza propia, al tipo de actividades de negocios que tiene lugar
en el contexto de la operación de empresas cooperativas y sus relaciones con
sus socios. El reconocimiento del acto cooperativo como uno diferenciado
de otros tipos de actos generadores de negocios jurídicos, tanto en cuanto a
su intencionalidad como en sus consecuencias, dota de cientificidad doctri-
naria al derecho cooperativo y constituye un desarrollo doctrinario que ha
permitido diferenciar al derecho cooperativo de otras ramas del derecho,
para permitirle constituirse en una rama autónoma. Por ello, se le puede
concebir como la unidad básica que posibilita toda la doctrina jurídica de
la cooperación. En esencia, ese acto cooperativo está impregnado de una
intencionalidad económica orientada a la satisfacción de necesidades por
medio de una actividad asociativa humana de carácter democrático, la cual
contrasta con el interés de maximización de ganancias y rendimientos priva-
dos que constituye el fundamento del empresarismo capitalista.
En ese sentido, el propósito de efectivizar un uso concreto que satisfaga
una necesidad relacionada se encuentra codificado en la identidad misma
del empresarismo cooperativista. Bajo el modelo cooperativo las dos prin-
cipales responsabilidades empresariales de los socios son las de ayudar a fi-
nanciar y la de patrocinar la actividad de negocios de la cooperativa, en un
modelo en el cual la primera está supeditada al interés del socio de poder
utilizar la cooperativa para la satisfacción de necesidades (Colón Morales,
2018: 29-30).
Por cuanto el propósito de efectivizar un uso concreto que satisfaga una
necesidad relacionada se encuentra codificado en la identidad misma del
empresarismo cooperativista, bajo el modelo cooperativo las dos principales
responsabilidades legales de los socios son las de ayudar a financiar y la de
patrocinar la actividad de negocios de la cooperativa, en un modelo en el cual
la primera está supeditada al interés del socio de poder utilizar la cooperativa

11
Ver comentarios al Artículo 6 de la Ley Marco para las Cooperativas de América
Latina. (ACI-Américas, 2009: 5)
12
Nos referimos a (García Muller, 2012).
90 Rubén Colón Morales

para la satisfacción de necesidades. Según puntualiza García Müller el “acto


cooperativo es económicamente interesado, aunque no es un acto de cambio.
Los miembros ingresan o se asocian a una cooperativa siempre buscando la
solución a un problema económico específico; no buscan el beneficio a costa
de un tercero sino mediante el esfuerzo propio y la ayuda mutua (práctica
de la reciprocidad)” (García Müller, 2012: 16). Por eso añade el mismo autor
que, “el acto cooperativo desecha la existencia de mercado, ya que la coope-
rativa es el “brazo extendido” de los propios miembros, que son a la vez pro-
pietarios del emprendimiento común. También desecha el carácter lucrativo
toda vez que la realización de los actos cooperativos no prevé intermediación
entre la idea de la cooperación y la ejecución de las operaciones, puesto que
sus agentes son los mismos: beneficiarios y propietarios” (García Müller, 2012:
18).
Reconocer que el vínculo jurídico entre cooperativas y membresía es el
de usuarios, constituye un elemento esencial para preservar la identidad de
la cooperativa y evitar que se descarrile por senderos que llevan a su desnatu-
ralización. Ciertamente, la conjunción de propiedad y control por parte de
los miembros de la cooperativa, que excluye cualquier posibilidad de control
externo, es un componente clave y original del modelo empresarial coope-
rativo como entidad mutualista. (ACI, 2021). Pero también demos sumar los
requerimientos de reservas irrepartibles, la devolución de las aportaciones de
capital social por su valor real, la intransferibilidad de la membresía, el ca-
rácter personalísimo de la admisión de las personas miembro, y la naturaleza
fluida de su capital, como elementos que refuerzan esa condición. En la me-
dida en que la cooperativa i) consiste de una asociación voluntaria y abierta
de personas que buscan satisfacer necesidades comunes colectivamente, ii) es
gobernada en función de los derechos personales igualitarios de esas perso-
nas y no de sus aportaciones de capital, iii) limita los rendimientos al capital
aportado, y iv) redistribuye sus sobrantes en proporción del patrocinio de las
socias a la actividad cooperativizada y v) acumula reservas irrepartibles que
garantizan la permanencia en el tiempo de la persona cooperativa con inde-
pendencia de los individuos particulares que en un momento la compongan;
se garantiza que va a efectivizar su valor para la membresía como un valor de
uso y no como un valor de cambio. Por eso, en caso de controversias legales al
respecto en las cooperativas, debe reconocerse esa intencionalidad como una
cuestión establecida de derecho y por derecho (iuris et de iure) que no admita
prueba en contrario.
En consecuencia, las relaciones jurídicas que se generan entre las perso-
nas que aportan capital a las cooperativas como socias y las de estas con la em-
presa de propiedad común, resulta claramente distinta de las que se generan
en contextos en los que esa asociación no es una personal entre gente que
La realización de valores de uso como elemento identitario 91

comparte unas mismas necesidades, sino que simplemente ponen dinero en


común para multiplicarlo a través de la operación de una empresa comercial
de la cual no necesariamente tendrán que ser usuarios.
Por ello, sostenemos que, bajo cualquier escenario, transitar el camino
contrario de darle énfasis a la posibilidad de potenciar la efectivización del
valor de cambio del interés de los socios en las cooperativas por sobre su valor
de uso, pudiera desvirtuar la naturaleza mutualista de las cooperativas como
satisfactoras de necesidades comunes, degenerándola hacia una finalidad lu-
crativa. Con ello, según hemos señalado anteriormente, incrementará el ries-
go que las comunidades colaborativas de personas con necesidades comunes
en las cooperativas se tornen cada vez más volátiles (por bursátiles), al ceder a
las lógicas mercantiles (Colón Morales, 2018).
Henrÿ describe ese riesgo de la siguiente manera, al considerarlo como
una peligrosa tendencia a introducir elementos relacionados a la efectiviza-
ción y multiplicación de valores de cambio dentro del modelo cooperativo:
“The greatest risk for the co-operative identity lies in the possibility of such
measures transforming the co-operative member-user relationship into an in-
vestor relationship. The full extent of this risk is difficult to assess as it would
require an analysis of the effects of the -at times indiscriminate-application to
co-operatives of laws designed for capital-centred companies, such as taxation
law, competition law, accounting standards, and labour law, and/or the analy-
sis of the effects of the by-laws of individual co-operatives” (Henrÿ, 2017).
Al respecto, Cracogna ha advertido los riesgos para la identidad coope-
rativa de la incorporación de socios capitalistas (que alteren la naturaleza de
efectivizadoras de valores de uso), al señalar: “La cuestión crítica en relación
con el capital y su remuneración radica en la posibilidad de contar con apor-
tes de miembros que se asocian sólo como «inversores», es decir sin utilizar los
servicios de la cooperativa. Se trata de una novedad, inexistente en las ante-
riores declaraciones de la ACI. Esta modalidad surgió a comienzos de la déca-
da de 1990 en varios países europeos (Bélgica, Italia, Francia) cuyas leyes de
cooperativas autorizaron la incorporación de estos socios, lo cual provocó un
notable debate doctrinario. Por una parte, se sostenía la necesidad de incor-
porar capital que permitiera hacer frente a las nuevas exigencias del contexto
económico globalizado y, por otro, se denunciaba que con la incorporación
de los llamados «socios no usuarios», o «socios inversores» se desnaturalizaba
la cooperativa cuya esencia consistía en la identidad «usuario-miembro»; por
lo tanto, se introducía en la cooperativa un conflicto de intereses entre los so-
cios-usuarios y los socios-capitalistas”.
Esta discusión, intensa en el seno de la ACI, fue transada mediante la in-
corporación de un recaudo no en el 3.er principio que trata sobre el capital y
92 Rubén Colón Morales

su remuneración sino en el 4.º que versa sobre la autonomía e independencia


de las cooperativas. De tal suerte, cuando en dicho principio se afirma que las
cooperativas son organizaciones autónomas administradas por sus miembros,
se dice que si entran en acuerdos con otras organizaciones, incluidos los go-
biernos, «o reciben capital de fuentes externas», lo hacen en condiciones que
aseguren su administración democrática por parte de sus miembros y manten-
gan su autonomía. De esta manera quedó resuelto el tema, admitiéndose la
incorporación de capital externo -no sólo para financiación mediante crédito-
pero a condición de que no atente contra la autonomía de la cooperativa. No
existe mención acerca de la compensación que puede reconocerse a este ca-
pital, pero resulta evidente que solamente será obtenible si su remuneración
le resulta conveniente la cual, obviamente, superará la tasa que se abona a los
miembros-usuarios comunes.
Huelga decir que -a pesar del equilibrio que se trató de mantener median-
te este principio- la aceptación de tal modalidad de incorporación de capital
continúa siendo materia de controversia (Cracogna, 2018: 29-30).
De tal modo, sostenemos que en la medida en que las aportaciones de las
personas miembros en cualquier tipo de emprendimiento cooperativo transi-
ten hacia ser: i) parcialmente representativas del valor de negocios de la em-
presa, ii) transferibles mediante libre transmisión o intercambio como parte
de procesos disociados del de admisión de nuevos miembros sobre considera-
ciones personalísimas, o iii) hacia poder ser compensables de forma irrestric-
ta o de forma desligada al patrocinio; tales “liberalizaciones” distanciaría a las
personas socias de su condición de usuarias de la cooperativa y las acercaría
a la condición de inversionistas interesados en satisfacer un valor de cambio
sobre sus aportaciones en la cooperativa. Con ello se abren las puertas al grave
riesgo de que, en vista de esa otra intencionalidad presente en “socios capi-
talistas”, el campo del Derecho Cooperativo termine siendo contaminado, o
peor aún, desplazado, por normas y principios comerciales aplicables a las
inversiones que se efectúan con propósitos lucrativos. En ese momento de
poco valdrá que existan disposiciones legales como la que se proponen en el
artículo 13 de la Ley Marco 13, pues se tratará mutaciones en la médula de las
empresas cooperativas que las irán transformando desde su interior, en un

13
Transformación Artículo 13. Las cooperativas no pueden transformarse en entidades
de otra naturaleza jurídica. Es nula toda decisión en contrario y compromete la responsabilidad
personal de quienes la adopten. Justificación. Se prohíbe expresamente la transformación de las
cooperativas en entidades de otra naturaleza jurídica partiendo del entendido que la naturaleza
cooperativa es especial y no admite cambios que la alteren. A ello se agrega que en caso de
liquidación el remanente tiene un destino especialmente previsto por esta ley; de manera que
si desea constituir otra entidad deberá primero disolverse y liquidarse la cooperativa y después
formarse la nueva entidad (ACI-Américas, 2009: 7).
La realización de valores de uso como elemento identitario 93

tipo de empresa cuyos propósitos se distanciarán de la finalidad mutualista


de satisfacer necesidades concretas de sus usuarios. Por lo tanto, permitir ese
tipo de aportaciones de capital, debe de tratarse de un asunto de excepción,
que debe de ser cuidadosamente regulado por las leyes cooperativas, para ga-
rantizar que siempre se tendrán legalmente como inversiones efectuadas con
la intención jurídica expresa de ayudar a mantener y sostener la existencia de
una entidad de naturaleza mutualista, y regidas por el Derecho Cooperativo;
nunca primariamente como inversiones mercantiles de carácter especulativo.

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Verón, A.V. (2012). Tratado de las Cooperativas, Tomo I, Editorial La Ley, Buenos Aires.
Capítulo 5
The distinction between cooperative surplus and corporate
profit as an evidence of the non-profit purpose of
cooperatives

Deolinda Meira
Associate Professor of Commercial and Cooperative Law
Polytechnic Institute of Porto/ Porto Accounting and Business School (ISCAP)

Summary: 1. Delimitation of the problem. 2. The concept of cooperative surplus. 3. The


cooperative refund. 4. similarities of regime between cooperative surplus
and corporate profit: 4.1. Basis of similarities. 4.2. The required distribution
resolution. 4.3. Limitations. 4.4. The absence of a subjective right to a
cooperative refund. 5. Differences between cooperative surplus and corporate
profit: 5.1. Different criteria for distribution. 5.2. Cooperative surpluses are
generated from transactions with members. 5.3. The indivisibility of assets in
the cooperative versus the right of partners to share final or liquidation profits
in commercial companies. 6. Conclusions. 7. Bibliography.

1. DELIMITATION OF THE PROBLEM

Cooperatives are legal persons under private law that carry out an
economic activity that aims, mainly and without profit, to the satisfaction of
the needs of its members. Cooperatives are, therefore, said to mainly pursue a
mutualistic scope (Fici, 2017; Meira, 2018).
Unlike commercial companies, the aim of cooperatives is not to make profits
and then share them out, but to provide its members with direct advantages
96 Deolinda Meira

in their economy. The cooperative is set up to maximise members’ advantages


from the transactions they carry out with or through the cooperative. These will
translate into obtaining certain goods or services at lower prices than those on
the market, selling their products by eliminating market intermediaries, or in
higher remuneration for their work (Fajardo, 2015).
A cooperative is a business enterprise which aims to exercise an economic
activity, just like commercial companies. However, it is a business entity with
many specific features, and two aspects are particularly noteworthy: first, a
business aspect, the cooperative as a production or exchange unit operating in
the market; and second, the cooperative aspect, i.e. the cooperative as an entity
with a mutualistic scope. To be an “enterprise”, the cooperative must be in a
position to compete with other enterprises present on the market and above all
with the profit-making enterprise. To be a “cooperative”, it must have specific
characteristics which are part of the concept of mutuality (Meira, 2009).
The figure of the cooperative surplus arises from this mutualistic scope and
is not to be confused with corporate profit, despite some similarities between
the two figures being identifiable. Therefore, this study aims to reflect on the
distinction between cooperative surplus and corporate profit and, based on
this distinction, to highlight the non-profit purpose of cooperatives.
This study presents a case study since we will use the “Portuguese
Cooperative Code” (PCC), approved by Law No. 119/2015, of 31 August, in
our analysis. Nevertheless, there is a proximity throughout the world of the
Cooperatives’ legal frameworks in this issue. Thus, we consider our framework
helpful and applicable to other legal systems besides the Portuguese.

2. THE CONCEPT OF COOPERATIVE SURPLUS

The cooperative surplus is the difference between the income and


the costs of the activity carried out by the cooperative with its members. It
is the amount provisionally overpaid by the members to the cooperative or
underpaid by the cooperative to the members in return for their participation
in the cooperative transactions (Fajardo &Meira, 2017).
The cooperative’s surplus, therefore, results from the cooperative’s
transactions with its members and is generated at their expense, constituting
“the result of a tacit waiver on the part of the members of immediate
cooperative benefits” (Namorado, 2005: 183).
Article 2(1) of the PCC states that cooperatives aim to “meet the economic,
social or cultural needs and aspirations” of their members. Therefore, the
The distinction between cooperative surplus and corporate profit 97

cooperative’s activity must necessarily be oriented towards its members, who


are the main beneficiaries of its economic and social activities. This is the
aforementioned mutualistic scope of cooperatives.
The pursuit of this objective shall be based on the development of
an economic activity in which the cooperative members participate. This
participation shall take the form of a reciprocal exchange of goods and
services between the cooperative and the cooperators, which are proper to the
objective of the cooperative (Vasserot, 2006; Fici, 2017).
Therefore, the cooperator shall not only be obliged to contribute to the
share capital of the cooperative, but also to participate in the cooperative
activity. In this regard, Article 22(2)(c) of PCC stipulates that cooperators
must “generally participate in the activities of the cooperative and provide the
work or service which is assigned to them”.
The fulfilment of the object of the cooperative will therefore imply
that the cooperators deliver goods to the cooperative (this is the case of an
agricultural cooperative), produce or manufacture goods or provide services
within the cooperative (this is the case of work cooperatives); or pay the
cooperative for the goods or services they receive from it (this is the case of
consumer cooperatives or housing cooperatives).
It should be noted, however, that the teleological connection between the
cooperative and its members should not be understood in an absolute way, i.e.
the cooperative should not be considered a closed organisation centred only
on its members.
In fact, the mutualistic scope of a cooperative does not imply that it
operates exclusively with its members (so-called pure or internal mutuality, in
Italian terminology) but that it may also operate with non-members (impure
or external mutuality) (Bassi, 1979).
This “external mutuality” means, from the outset, the affirmation of the
sociability claimed by the cooperative enterprise. The cooperative will, first
of all, meet the needs of its members and, at the same time, spread outwards,
spreading its services to those who, although they are not members, have
the same needs as the latter. On the other hand, this concept of mutuality
will allow cooperatives to become more sustainable, as they will compete in
the market with other business entities, offering goods and services to non-
members (Meira, 2018).
That is why today there is a consensus, both in doctrine and in cooperative
legislation, that, despite its mutualistic scope, the cooperative may not limit
its activity to economic relations with its members, i.e., that for the normal
98 Deolinda Meira

development of the cooperative activity with the cooperators, the cooperative


may establish contractual relations with ‘non-members’(terceiros) which,
logically, will vary according to the type of cooperative (Meira, 2010).
Although the law does not define what is meant by ‘non-members’, it
seems to be agreed in the literature that in the wake of the teachings of Rui
Namorado, ‘from the cooperative point of view, ‘non-members’are those who
have a business relationship that is directly related to the performance of the
cooperative’s primary objective as if they were members, although, in fact,
they are not (Namorado, 2005: 184-185).
As a result, the Cooperative Code, in its article 2(2), established that
“cooperatives, in the pursuit of their objectives, may conduct operations with non-
members, without prejudice to any limits set by the laws specific to each branch”.
The above shows that cooperatives may have “a prevalently, but not
exclusively, mutualistic scope” (Campobasso, 2003) and may develop
operations with non-members. However, the results from operations with
non-members are not surpluses but profits. For this reason, the legislator has
prevented these results from being shared among the cooperative members,
either during the life of the cooperative or at the time of its dissolution
(articles 99, 100(1) and 114 of the PCC), being fully transferred to indivisible
reserves (Meira, 2010).

3. THE COOPERATIVE REFUND

The cooperative surplus may be returned to members in the manner


established by article 100(1) of the PCC, which provides that: ‘with the
exception of that resulting from transactions with non-members, and after
payment of interest on capital contributions and appropriation to any legal
or statutory reserve, the annual net surplus may be returned to the members.’
This precept states unequivocally that only cooperative surpluses resulting
from transactions between the cooperative and its members can be returned to
members. Conversely, economic results from transactions with non-members
may not be distributed to members. The basis for this legal regime lies in the
fact that, in cooperatives, income from business with non-members is legally
regarded as profit and not as a true cooperative surplus, since it does not fall
within the scope of the mutualist activity.
Cooperative refunds, which are understood here as the technical means
whereby surpluses are assigned to members, are actually a deferred distribution
of these same surpluses. This means that, after balancing and calculating net
The distinction between cooperative surplus and corporate profit 99

income, members of a cooperative are given back something to which they have
been entitled since the beginning of the financial year. Cooperative refunds
operate as a retrospective correction by which surpluses - the difference between
prices charged and costs, or the difference between net income and advances
paid for labour, accurately calculated at the end of each financial year - are
returned to those who generated them (Fajardo & Meira, 2017).

4. SIMILARITIES OF REGIME BETWEEN COOPERATIVE SURPLUS


AND CORPORATE PROFIT

4.1. Basis of similarities


In the legal regime of the cooperative surplus, similarities with the legal
regime of corporate profit can be identified, which are based mainly on the
fact that Article 9 of the PCC, on the subsidiary law applicable to situations
not provided for in the Cooperative Code, establishes the possibility of
recourse -as long as the cooperative principles are not disregarded, to the
Commercial Company Code (CSC), in particular to the provisions applicable
to public limited companies-. This reference to the CSC must, however, meet
two conditions: on the one hand, the solution reached cannot disrespect the
cooperative principles, and, on the other hand, within the space provided
by the Commercial Company Code, priority must be given to the provisions
applicable to public limited companies (Frada & Gonçalves, 2009).

4.2. The required distribution resolution


As in commercial companies concerning corporate profits (articles 31,
250(3) and 386(1) of the CSC), the rules do not determine an automatic
distribution of the surplus and, therefore, the distribution shall not take place
without a resolution of the general meeting to that effect. If the bylaws are
silent, such a distribution resolution must be passed by a majority of votes
cast since this is the rule for the approval of most resolutions (article 40(2) of
the PCC; and article 386 of the CSC, applicable under article 9 of the PCC)
(Domingues, 2009).
Therefore, the cooperative refund shall designate the part of the
distributable surplus that the general meeting decides to distribute among
the cooperators. It is essential for its payment that there be a resolution to
promote the respective distribution, which the previous approval of the
accounts shall precede (Meira, 2009).
100 Deolinda Meira

It is only with the resolution of the cooperative to distribute that the surplus
shall be converted into a right of cooperative refund, and the cooperative
member shall become the holder of a credit right on the cooperative. As it
is true that the right to a cooperative refund only exists from the resolution
of the general meeting approving the distribution of the surplus, this means
that, after such approval, any resolution of the general meeting to condition,
restrict or revoke the said distribution shall be deemed null and void. In line
with what Paulo de Tarso Domingues argues about the right to dividends in
commercial companies (Domingues, 2009), we also consider that the right to
a cooperative refund, originating from the cooperator status, is autonomous
from it, taking on the nature of an extra-corporate right, and therefore cannot
be affected against the will of the cooperator (Meira, 2009).

4.3. Limitations

However, the right to the cooperative refund shall be a sui generis extra-
corporate right, just like the right to corporate profits, and may be subject to
limitations (Santos, 2003). This happens when the cooperator has not fully
paid their contribution to the share capital and is in default. In this situation,
the cooperative refund shall not be paid back. However, there may be
compensation for the capital debt (article 27(4) and (5) of the CSC, applicable
subsidiarily to cooperatives under article 9 of the PCC) (Meira, 2009).

4.4. The absence of a subjective right to a cooperative refund

As in company law, which places special emphasis on the lack of a subjective


right to the actual distribution of profits, in cooperative law it must also be
said that inclusion among a cooperative members’ rights of the right to a
cooperative refund (article 100 (1) of the PCC) does not imply recognition of an
(actual) right to have part of the cooperative surplus allocated to a cooperative
refund in favour of the cooperator. The use of the words ‘may be returned to
the cooperators’ by the legislator highlights the possibility that the right to
cooperative refunds may be waived by a resolution of the General Meeting.
It should be noted first and foremost that in the case of cooperatives, a
percentage of the cooperative surplus for a financial year will revert to the
legal reserve (article. 96 (2)(b) of the PCC) and to the reserve for education
and training (article. 97(2)(b) of the PCC), as well as for the payment of
interest on shares (article 100 (1) of the PCC). Only after these allocations
and payments have been made is it possible to calculate the cooperative
refund (article 100 (1) of the PCC).
The distinction between cooperative surplus and corporate profit 101

Moreover, partners in commercial companies may not receive any monies


or goods in the form of profit where there are reserves to be created or rebuilt
(articles 32 and 33, CSC). In the same way, it is not possible to distribute
surpluses in cooperatives ‘before the deduction of any losses from previous
financial years or, if the legal reserve to compensate for these losses has been
used up, before the reserve has been rebuilt to the level prior to its use’ (article
100 (2) of the PCC). In other words, the legislator prevents the distribution of
surpluses when and insofar as it is necessary to cover losses carried over or to
rebuild the legal reserve. In this way, the law consecrates a mandatory regime
of coverage of losses under which the surplus for a financial year is allocated
primarily for this purpose (Meira, 2009).
As in commercial companies, with regard to corporate profit (articles
31, 250 (3), and 386 (1), CSC), in the case of cooperatives the rules do not
establish the automatic distribution of surpluses as a return (cooperative
refund), and distribution can therefore not take place without a resolution
of the General Meeting. When not provided for in the statutes, resolutions
to allocate surpluses must be passed by a majority vote, given that this is the
regulation for the approval of most resolutions (article 40 (2) of the PCC and
article 386 CSC, applicable pursuant to article 9 of the PCC).
Thus, where results for a financial year are positive, the discretionary
power of the General Meeting to decide how to allocate surplus becomes clear.
On the one hand, the General Meeting may decide freely between distribution
among members and the formation of reserves: the General Meeting may
have the opinion that the policy of constituting reserves as a means to finance
the cooperative (the major obstacle to distribution) is much more convenient
from the point of view of the members and the cooperative. On the other
hand, the General Meeting may decide on the temporary retention of a part
of cooperative refunds (‘deferred return’), to remedy issues of limited equity
(Costa, 1981). This deferment is in the form of a loan by the member to the
cooperative, and the member must therefore provide his or her consent
(article 294 (2) CSC, applicable by a remission of article 9 of the PCC).
This is in line with the princip le of the member economic participation
(article 3 of the PCC), which lists three possible destinations for surpluses: (i)
‘the development of cooperatives’; (ii) ‘support for other activities approved
by membership’; and (iii) ‘the distribution of surpluses for the benefit of the
members in proportion to their transactions with the cooperative.’ It follows
from this that a return is one of three destinations accepted by the legislator
when there is a surplus to be returned, and there is also the possibility of
combining either all three destinations or just two of them (Cracogna, 2018).
102 Deolinda Meira

The right to a cooperative refund is, therefore, a derogable right on the


part of a member of a cooperative; however, the nature of this right is limited
by the general principle of the abuse of rights. Members cannot be refused a
cooperative refund without further justification, and refusal cannot be based on
extra-social grounds. Were this to happen, the members of the Board of Directors
might be subject to actions for liability. The General Meeting, in compliance with
general contractual principles - namely the principle of good faith - must justify its
decision not to distribute a surplus in the form of cooperative refunds. Thus, the
decision to retain cooperative surpluses as assets of the cooperative must be based
on ‘social interest’, particularly on the self-funding needs of the cooperative. It
follows that a resolution of this type will be invalid if the majority of cooperative
members use their vote to pursue extra-social interests and simultaneously harm
the interests of the cooperative (Meira, 2009).
This lack of a subjective right to the cooperative refund has consequences
of a tax nature. In fact, given the above considerations, the decision of the
Portuguese tax legislator to consider the surplus as part of the assets and
results of cooperatives seems logical. As long as a resolution for the payment of
the surplus to the cooperative members is not formalised, the cooperative may
use these surpluses by allocating them to new investments or other purposes
(Aguiar & Meira, 2017).
However, while it is true that the cooperative law does not require
cooperatives to return the surplus to the cooperative members, nor does it
allow if there are losses carried forward from previous years, it is equally true
that the same law leaves a very large margin for the cooperative bylaws to
regulate this matter. In effect, Article 16(2)(e) of the PCC provides that “the
bylaws may also include: (...) the rules for distribution of surpluses (...)”.
Therefore, although the law does not establish any obligation for the
cooperative refund, nothing prevents the bylaws from establishing such an
obligation, provided that the limitations on the establishment of legal and
education and training reserves, as well as on the coverage of losses under the
terms mentioned above, are complied with.

5. DIFFERENCES BETWEEN COOPERATIVE SURPLUS AND


CORPORATE PROFIT

In order to understand the specificities of the right to cooperative refunds


clearly, it is necessary to distinguish between cooperative surpluses and profits,
or between cooperative refunds and dividends.
The distinction between cooperative surplus and corporate profit 103

Indeed, even though cooperative refunds and dividends share the


common feature of being sums that are periodically distributed among
members/shareholders, they are not equivalent, and have significant
differences.
While dividends are a portion of the profits that is distributed among
shareholders, cooperative refunds are not distributable profits, but
cooperative surpluses: that is, mutual benefits generated by management of
the cooperative.

5.1. Different criteria for distribution

One of the primary distinguishing features between cooperative surpluses


and profits relates to the criteria for their distribution.
In commercial companies, dividends must be paid in proportion to the
shares held by each shareholder. In a cooperative, the surplus generated by
each member is a result of the business done with the cooperative and is in
proportion to a mutualist exchange whereby each member is due a return (a
cooperative refund) in proportion to this exchange.
Profits are intended to remunerate a shareholder’s investment, and are
therefore distributed in proportion to that member’s share of the capital,
whereas a cooperative surplus is not intended to remunerate capital, but only
to compensate members to the same extent as they have contributed to the
generation of the cooperative surpluses.
Distribution of cooperative refunds among members is proportional to
the business concluded by each of them with or for the cooperative during
a given financial year. Since the surplus results from business between the
cooperative and its members, and is thus generated by cooperative members,
it is understandable that when a return (a cooperative refund) arises, it is
made in proportion to the volume of this business, and not to the number of
shares each member holds.
The distribution of surpluses in proportion to the business carried out with
the cooperative, and not on the basis of participation in share capital, owes its
raison d’être to the fact that these surpluses represent the cooperative benefits
that a member has obtained in precise proportion to the services provided by
the cooperative that he or she has used: that is to say, the proportion of the
returns allocated to him or her will be in direct relation to the use of these
services (Cracogna, 2018).
104 Deolinda Meira

Apart from the general guidelines enshrined in article 3 regarding a


distribution of surpluses ‘benefiting members in proportion to their business
with the cooperative’, we find no substantial explicit criteria in the PCC
governing the distribution of cooperative surpluses. When referring to the
distribution of surpluses, article 100 of the PCC, merely states that they ‘may
be returned to the members’, and in the legislation applicable to the various
types of cooperative, we find only general guidelines, and no explicit criterion
for the distribution of surpluses. In relation to cultural cooperatives, Decree-
Law no. 313/81 of 19 November 1981, states (in article 8) that distribution will
be ‘proportional to the work of each member’ and that it must comply with
‘the criteria defined in the cooperative’s statutes or internal regulations.’ In
the case of worker cooperatives, Decree-Law no. 309/81 of 16 November 1981
stipulates (in article 9) that after calculation of surpluses, ‘payments made
in advance to members’ should be deducted before the distribution of any
surplus. Finally, article 9 of the Law governing service cooperatives (Decree-
Law no. 323/81 of 4 December 1981) states that in service cooperatives,
surpluses will be distributed in proportion to each member’s work, according
to criteria defined in the statutes and/or internal regulations of the
cooperative. In accordance with article 100 of the PCC, after the calculation
of surpluses, payments made in advance to members must be deducted before
distribution of the surplus.
This means that the legislator has merely outlined general guidelines
regarding the allocation of surpluses, and has given cooperatives and their
members the task of defining the criteria for allocating surpluses through
their bylaws, in internal regulations, or at general meetings of the cooperatives
(Meira, 2009).

5.2. Cooperative surpluses are generated from transactions


with members

Unlike cooperatives, commercial companies are not created to do


business with partners but to obtain benefits through the establishment of
business relations with parties from outside the companies. In commercial
companies, therefore, profits are obtained in the market, in transactions with
customers, and outside the universe of their members.
Conversely, in cooperatives, as Hans-H. Münkner recalls: ‘any surplus
accrued from transactions with member-customers at the end of a financial
year is not the result of efforts to accumulate profit in the cooperative
enterprise at the expense of the member-customers who ( ) would then try to
make profit out of themselves.’ (Münkner, 1986: 75). The example of worker
The distinction between cooperative surplus and corporate profit 105

cooperatives serves as a paradigm for surpluses which are the result of the
work of members and are distributed in proportion to the work performed. In
the same way, the assertion is fully valid for other types of cooperative: if there
is a surplus, it means that the member paid or received an amount above or
below market price, thus abdicating any immediate mutual advantage.
To sum up, in commercial companies, economic advantage is generated
at the expense of others, while in cooperatives it is generated at the expense of
their own members.

5.3. The indivisibility of assets in the cooperative VERSUS the


right of partners to share in final or liquidation profits
in commercial companies

In a cooperative, we cannot speak of final or liquidation profits (those


which result from the excess of assets over liabilities at the end of the
liquidation of the company), as in commercial companies (in the latter, the
right to share in profits includes the right of members to share in final or
liquidation profits). Considering that one day the commercial company may
have an end, the right to distribute profits (Article 21(1) (a) of the CSC)
includes the right of the partners to participate in the final or liquidation
profits.
One of the specific features of the economic regime of cooperatives is
the distinction in the cooperative assets between divisible and indivisible.
The distributable part of the assets shall consist of the part of the assets
corresponding to the share capital which each member has brought into the
cooperative and, subject to certain conditions, the part which may correspond
to the member of the voluntary reserves which the cooperative may establish.
The indivisible assets shall include the assets corresponding to the legal reserve
and the cooperative education and training reserve, the reserves provided for
in the complementary legislation applicable to the different branches of the
cooperative sector and the reserves established with results from operations
with non-members (Meira, 2009; Cracogna, 2018). These reserves cannot be
distributed among the members (Article 99 of the PCC).
The regime of indivisibility of such reserves shall apply both during the
life of the cooperative, when the cooperative member leaves the cooperative,
by resignation or otherwise (Article 89(2) of the PCC) and when the
cooperative assets are liquidated (Article 114 of the PCC). Thus, a part of
the cooperative assets can never be appropriated individually, and it shall
maintain its cooperative nature, even if the cooperative disappears, without
106 Deolinda Meira

any new cooperative entity succeeding it. In this sense, doctrine speaks of the
existence, in the cooperative, of a “collective” asset (Vicent Chuliá, 1994: 7).
One of the reasons for this regime stems from the principle of
disinterested distribution, which is based on the fact that the main purpose
of a cooperative is not to make a profit by increasing capital to be distributed
among members but to build up a collective asset which will benefit current
and future members of the cooperative and, in the event of its dissolution, the
cooperative movement.
Upon liquidation of the cooperative’s assets, article 114 (2) of the PCC
stipulates that any amount of the legal reserve that is unaffected by the need to
cover losses for the financial year and cannot be used for a different application
‘can move, with the same purpose, to a new cooperative entity to be formed
following the merger or division of the cooperative in liquidation’. Article
114 (3) of the PCC has established, however, that ‘where the cooperative in
liquidation is not succeeded by a new cooperative entity, the application of the
balance of the mandatory reserves will be allocated to another cooperative,
preferably from the same city, to be selected by a federation or confederation
that represents the main activity of the cooperative.’ Article 114 (4) goes
even further, providing that ‘the provisions of numbers 2 and 3 of this article
will apply to the reserves established, pursuant to article 98 of this Code, to
liquidation if the statutes say nothing,’, which means that this regime may also
cover voluntary reserves if the statutes are silent (Meira, 2009).
Another reason is the need to comply with the principle of voluntary and
open membership (Article 3 of the PCC). Any distribution of the mandatory
reserves among the cooperative members would be incompatible with this
principle, which could only be observed if all the cooperative members
renounced a part of the net surplus of the assets, given that these reserves
mainly comprise a percentage of the surplus. Otherwise, the members who
remained in the cooperative until the time of liquidation would be the only
ones to benefit from the mandatory reserves established with the surpluses
generated by members who had left the cooperative in the meantime. Even
on the assumption that no cooperator had resigned from the cooperative
until it was liquidated, any distribution of these mandatory reserves
among the cooperators, in the absence of analytical accounts showing the
contribution of each of them to the establishment of these reserves, would
cause losses to the founding cooperators to those who joined the cooperative
later. Therefore, when resigning from the cooperative, cooperative members
shall not have the right to receive a part of the mandatory reserves (Article
89(2) of the PCC). When the cooperative is dissolved, the net assets of the
cooperative corresponding to those reserves shall not be distributed among
The distinction between cooperative surplus and corporate profit 107

cooperative members (Article 114(2) and (3) of the PCC). This regime will
avoid speculative resignations (Llobregat Hurtado, 1990: 376).
Another argument against the possibility of distribution is based on the
particular nature of these reserves (Articles 96 and 97 of the PCC) and the
fact that results from transactions with non-members may also integrate them.
Now, as we have seen, the results from operations with non-members are
profits and, therefore, the Portuguese cooperative legislator prevented these
results from being shared among the cooperative members, either during the
life of the cooperative or at the time of its dissolution (articles 99, 100 (1), and
114 of the PCC) (Meira, 2018).

6. CONCLUSIONS

As their main purpose, cooperatives do not have a profit-making scope


but a mutualistic one.
The social object of a cooperative is closely linked to the satisfaction of
its members’ economic, social and cultural needs. Cooperatives do not have
an objective of their own or autonomous concerning their members. Still,
they are an instrument for satisfying the individual needs of the cooperative
members, who work, consume, sell and provide services within the cooperative
and through it.
The aim of the cooperative is not to make profits and distribute them.
The aim of the cooperative is to maximise the advantage that members obtain
from the operations they carry out with or through the cooperative.
In other words, cooperatives do not distribute direct economic or
financial gains to their members, but surpluses, which are nothing more than
returns made to the cooperator of what is already his, a priori.
So, the cooperative surplus arises from the mutualistic scope of
cooperatives. It is the amount provisionally overpaid by the members to the
cooperative or underpaid by the cooperative to the members in return for
their participation in cooperative transactions.
Profits are obtained in the market, in transactions with customers, and
outside the universe of the members. They are intended to remunerate a
shareholder’s investment and are, therefore, distributed in proportion to that
member’s share of the capital.
The cooperative surplus is not intended to remunerate capital, but only
to compensate members to the same extent as they have contributed to
108 Deolinda Meira

the generation of the cooperative surpluses. So, distribution of cooperative


refunds among members is proportional to the business concluded by each of
them with or for the cooperative during a given financial year.
The Portuguese cooperative law forbids the main purpose of profit
but not the carrying out of profitable operations. This is the case when the
cooperative carries out operations with non-members. However, in order to
preserve the mutualistic purpose, it shall be prevented that the profit derived
from such operations be shared among the cooperative members, either
during the life of the cooperative or on its dissolution, and transferred in full
to indivisible reserves.
The existence of indivisible assets in the cooperative, as a projection of
the principle of disinterested distribution, is also evidence of the non-profit
purpose of cooperatives.

7. BIBLIOGRAFIA

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Revista de Derecho Privado / Editoriales de Derecho Reunidas.
CAPÍTULO 6
Enseñanzas del maestro Cracogna
y sus efectos inspiradores

Juan Enrique Santana Félix


Abogado-Notario
Presidente Comisión de Derecho Cooperativo
del Colegio de Abogados y Abogadas de Puerto Rico

Sumario: 1. En reconocimiento al Dr. Dante Cracogna. 2. Congresos de Derecho


cooperativo. 3. Cartas de Mérida y San Juan.

1. EN RECONOCIMIENTO AL DR. DANTE CRACOGNA

Este trabajo pretende resaltar la importancia de la intervención atinada


y precisa del amigo y colega, Prof. Dante Cracogna quien sin querer ha pro-
vocado incentivar a jóvenes y adultos en el quehacer y estudio del derecho
cooperativo, así como resaltar su figura como uno de los tratadistas contem-
poráneos que sin dudas ha dejado una huella imborrable en el desarrollo del
Derecho Cooperativo no solo en su país de origen Argentina sino en muchos
países de Latinoamérica y del Caribe.
Destacamos, además, la obra realizada y sus intervenciones en los distin-
tos Congresos de Derecho Cooperativo celebrados en variados países durante
los pasados 53 años y cómo ese trabajo arduo y constante ha impactado posi-
tivamente la figura del acto cooperativo que ha ido perfilándose como una
noción que cualquiera persona vinculada al cooperativismo debe conocer.
112 Juan Enrique Santana Félix

Obviamente, el articulo persigue además destacar la figura del amigo,


profesor, colega, gran ser humano como un ente motivador e inspirador de
la filosofía cooperativista como alternativa a las crisis sociales, culturales, polí-
ticas y económicas y sus importantes y reconocidos vínculos con nuestra isla,
Puerto Rico, a quien profesamos nuestra admiración y respetos.
Conocí al maestro Cracogna en un viaje, que por invitación, realizó a Puerto
Rico en el año 2013, una pequeña isla caribeña muy distante a su tierra natal en
Argentina, persona muy inteligente, íntegra, cordial, humilde, amistoso y sobre
todo muy audaz, visita que realizó en ocasión del sexagésimo aniversario del
Instituto de Cooperativismo de la Universidad de Puerto Rico, lugar donde me
han concedido el privilegio de impartir cursos de Derecho Cooperativo. Para
esa época también presidía la Comisión de Derecho Cooperativo del Colegio
de Abogados y Abogadas de Puerto Rico, extendiéndole una invitación para re-
cibir una interesante charla sobre Derecho Cooperativo. Recuerdo que no me
perdí ninguna de sus presentaciones en los distintos foros a los que fue invitado
para ofrecer conversatorios sobre los temas cooperativos entre los cuales recuer-
do los siguientes: (a) Proyecto de Ley Marco para las cooperativas de América
Latina; Conferencia «El derecho cooperativo“ y Conferencia «Autonomía coo-
perativa y régimen tributario de las cooperativas», todas estas actividades aus-
piciadas por la Comisión de Derecho Cooperativo del Colegio de Abogados y
Abogadas de Puerto Rico conjuntamente con el Instituto de Cooperativismo
de la Universidad de Puerto Rico, la Liga de Cooperativas de Puerto Rico y la
Cooperativa de Seguros Múltiples de Puerto Rico.
Nuestro interés en la Comisión de Derecho Cooperativo era escuchar
de primera mano al elocuente invitado sobre distintos temas relacionados
al Derecho Cooperativo quien, de entrada, nos advertía que estos temas no
eran nuevos en el continente americano y que desde hacía muchos años se
habían estado realizando Congresos Continentales de Derecho Cooperativo
para lograr impactar el desarrollo de la legislación cooperativa en la región,
esfuerzo que había comenzado en Costa Rica y México. Esa fue una de las ins-
piraciones que nos legó el maestro Cracogna quien sin quererlo nos motivó a
profundizar en el estudio de las distintas vertientes y ramas del derecho coo-
perativo, así como profundizar en sus temáticas y controversias, lo que no era
extraño en nuestra Isla como tampoco en muchos países de Latinoamérica
considerando que las políticas públicas producto de las distintas normas ju-
rídicas aprobadas por los Parlamentos de cada país no son similares y natu-
ralmente tampoco lo son las controversias existentes, lo que representa una
diversidad de análisis y un reto para aquellos que nos interesa esta materia y
que tratando de emular al maestro no perdemos la oportunidad de aportar
a la discusión y análisis de los temas mediante la presentación de artículos
jurídicos y la participación en los distintos Congreso de Derecho Cooperativo
Enseñanzas del maestro Cracogna y sus efectos inspiradores 113

celebrados a través del tiempo, como por ejemplo, en Paraguay, Costa Rica,
Uruguay, Panamá, entre otros.
La participación del maestro ante las variadas audiencias, particularmen-
te la que lo esperó en la sede del Colegio de Abogados y Abogadas giró sobre
la Ley Marco y sus efectos en las legislaciones aprobadas por una cantidad
significativa de países que demostraban su interés por la filosofía enraizada
en el sistema cooperativo y en el desarrollo de las economías de los países de
la región. Estas actividades fueron objeto de criticas positivas como la del pe-
riódico Diálogo editado por la Universidad de Puerto Rico quien por medio
de la periodista Verónica Fonseca, graduada de en Periodismo y Sociología de
dicha Universidad quien en su Artículo de fecha 18 de abril de 2013, titula-
do “Movimiento Cooperativista frente a la legislatura” 1 expuso que Cracogna
explicó la importancia que tenía establecer una perspectiva jurídica del coo-
perativismo basado en la máxima que postula que “[e]l derecho sigue a la
realidad. Si las cooperativas son una realidad, tienen que tener sus propios
derechos. (Si no tiene derechos) esto pone su naturaleza en una desventaja”.

2. CONGRESOS DE DERECHO COOPERATIVO

El primer Congreso de Derecho Cooperativo fue celebrado en el año 1969


en Mérida, Venezuela 2 y en el reciente celebrado en la ciudad de Asunción,
Paraguay, comentaba el maestro sobre su intervención cuando apenas era un
joven abogado lleno de ilusiones y convencido de los efectos positivos de la
filosofía cooperativa. Desde allá hasta este último Congreso han transcurrido
53 años de entrega total al desarrollo y a la filosofía del cooperativismo, no
solamente a la realización de un trabajo que ha dejado una huella imborra-
ble sino que ha arrastrado tras de sí a compañeros abogados/as que sentimos
admiración por el trabajo realizado por el maestro, sus conocimientos y su

1
https://dialogo.upr.edu/movimiento-cooperativista-frente-a-la-legislatura/
2
Nos indica el propio Cracogna que en ese Congreso surgió la “Carta de Mérida”
-que fue el documento final- aparece por primera vez mencionado el Acto Cooperativo, qué
alcanzó consagración porque se lo fundamentó, México fue un precursor. Trascendió en forma
inmediata, fue acogido en una Ley de Brasil que lo incorpora y la Argentina después hizo lo
mismo.” Añade que “[h]oy son aproximadamente 20 los países que incluyen el Acto Cooperativo
en su legislación, y hay una posición doctrinaria muy importante a su favor. Se fue profundizando
la noción del Acto Cooperativo en los siguientes Congresos que se desarrollaron en San Juan de
Puerto Rico en 1976; en Rosario- Argentina- en 1986; en Brasilia en 1992; en Guarujá -Brasil- en
2013 y en Montevideo -Uruguay- en 2016 y el Acto Cooperativo se fue capitalizando.¨ PRIMERA
MENCIÓN DEL ACTO COOPERATIVO - Dr. Dante Cracogna - Social y Solidaria. https://www.
socialysolidaria.com/primera-mencion-del-acto-cooperativo-dr-dante-cracogna/
114 Juan Enrique Santana Félix

indudable aportación al avance del derecho cooperativo particularmente de-


fendiendo, divulgando y tratando de ilustrar sobre la importancia del ¨acto
cooperativo¨, al que nos referiremos más adelante en este trabajo.
Los inicios de Cracogna, en la celebración de los Congresos de Derecho
Cooperativo, se remontan en ocasión de intervenir en los organismos coope-
rativos internacionales como la Organización de la Cooperativas de América-
OCA. Pero destaco que producto de la investigación que realizamos para
este artículo encontramos que la semilla que germinó y que dio frutos para
el éxito de estos Congresos fue a través de la Comisión jurídica de la OCA
donde asistieron 11 países, actividad que sirvió de inicio para la elaboración y
posterior publicación de la “Carta de Mérida” producto del Primer Congreso
Continental de Derecho Cooperativo celebrado en el año 1969, evento que
fue patrocinado por la Universidad de los Andes, en la Ciudad de Mérida,
República de Venezuela, donde se hizo mención por primera vez al Acto
Cooperativo, y cuyo documento ha servido de fuente de información o fuente
documental o soporte para encontrar información o de respuestas a dudas,
para responder a distintos planteamientos jurídicos, controversias jurídicas,
inquietudes y de uso tanto para la academia como para el respaldo y amplia-
ción de la doctrina cooperativa recayendo en México, país latinoamericano al
que sin duda alguna se le reconoce como precursor del llamado acto coopera-
tivo. 3 Posteriormente se adopta la Ley de Brasil que incorpora el acto coope-
rativo y posteriormente el país de la Argentina, de donde es oriundo el colega
Cracogna. Gracias a la iniciativa de Mérida en Venezuela, el acto cooperativo
sigue desarrollándose aunque reconocemos que falta mucho trabajo por rea-
lizar para que todos los cooperativistas conozcan y adopten el acto cooperati-
vo como uno de los principales mandamientos obligatorios para todo aquel
que forme parte de una cooperativa convirtiéndose en norma de conducta
obligada, creando así el camino para mejorar el derecho cooperativo en todos
sus niveles y ante todos los sectores de Gobierno incluyendo el Poder Judicial.
Recuerdo que, en el Congreso celebrado en Uruguay, el maestro nos
planteaba que nos correspondía a nosotros, los que ejercemos la profesión le-
gal, realizar aquellas iniciativas incluyendo reclamos ante los Foros Judiciales
para hacer valer el acto cooperativo y que dicho acto fuera conocido por las

3
García Müller indica que construcción este concepto que hoy es una figura jurídica
propia, es uno netamente latinoamericano iniciada por el maestro Salinas en 1954. El acto
cooperativo (studylib.es), añade que el primer antecedente del concepto de acto cooperativo
es de Salinas Puente (México -1954), seguido de Daly Guevara (Venezuela-1964), Cracogna
(Argentina-1986), Torres y Torres (Perú-1990), Pastorino y Corbella (Argentina1993), así como
los Congresos Continentales de Derecho Cooperativo realizados de 1969 a 1992 en Venezuela,
Puerto Rico, Argentina, Brasil, y el proyecto de Ley Marco para las Cooperativas de América
Latina, iniciado en 1987 y replanteado en 2009.
Enseñanzas del maestro Cracogna y sus efectos inspiradores 115

autoridades especialmente por aquellos que están obligados a poner en prác-


tica la política pública en materia del cooperativismo y a convertirse en los
últimos intérpretes de esas políticas públicas. Pues concluido dicho Congreso,
llegamos a nuestro país, inspirados por las palabras del Maestro e hicimos pro-
cediendo a cuestionar en una controversia jurídica el alcance y significado del
acto cooperativo, logrando sentar un precedente en la historia jurídico-coo-
perativa puertorriqueña donde se mencionó en esa decisión judicial el acto
cooperativo por vez primera, evento que si no es por la oportunidad concedi-
da de participar de este Homenaje a Cracogna no divulgaríamos y él tampoco
se enteraría y por eso hay que honrar al Maestro por ser fuente de inspiración
y reconocer que su aportación al desarrollo del Derecho Cooperativo a ni-
vel Latinoamericano y Caribeño, trasciende lo mares haciendo viable que hoy
más de una veintena de países hayan incluido en sus respectivas legislaciones
el concepto del Acto Cooperativo, ello sin mencionar la cantidad de escritos,
artículos, ensayos, tesis, etc. que han enriquecido en forma abundante y pa-
tente la doctrina cooperativa a nivel internacional.

3. CARTAS DE MÉRIDA Y SAN JUAN

Puerto Rico, país de donde escribimos y aportamos a este reconoci-


miento, no ha sido la excepción ya que uno de los Congresos de Derecho
Cooperativo celebrado allá para el 1976, entre otros que se llevaron a cabo
en Rosario, Argentina, en 1986; en Brasilia en 1992; en Guarujá, Brasil- en
2013 y en Montevideo -Uruguay- en 2016, se discutió apasionadamente este
concepto y el alcance del Acto Cooperativo surgiendo una pieza de gran im-
portancia como lo fue la Carta Jurídica San Juan, evento significativo donde
también el Maestro tuvo amplia participación junto al extinto colega aboga-
do, Luis Miranda Correa, quien ocupó la posición de presidente de la Junta
de Directores de la Liga de Cooperativas de Puerto Rico, asesor legal de coo-
perativas, aguerrido y astuto líder que dominaba igualmente sus conocimien-
tos en el Derecho Cooperativo y que a juicio de otro de nuestros principales
educadores cooperativista, Jesús Andrés Aranda, “fue el jurista más capacitado
de la época en lo que a Legislación Cooperativa se refiere…” 4.
Este educador con mucho atino le atribuye al licenciado Miranda Correa,
quien colaboró junto al maestro Cracogna en la preparación de la Carta
Jurídica de San Juan, lo siguiente: “El derecho cooperativo necesita de un

4
ANECDOTARIO COOPERATIVISTA. En memoria del Licdo. Luis Miranda
Correa (Q.E.P.D.) | Facebook, https://www.facebook.com/notes/anecdotario-arandistico/
anecdotario.
116 Juan Enrique Santana Félix

Código. Las leyes que lo componen deben legislarse con una perfección tal
que gocen de la mayor claridad y longevidad posible, pero al mismo tiempo
deben estar constantemente sujetas a observación y análisis, evitando anacro-
nismos que pueden acarrear problemas de distinta naturaleza.”
Y de eso se trata el acto cooperativo que forma parte de un derecho so-
cial que incide directamente en el quehacer diario de cada cooperativa y de
sus asociados y que necesita estar constantemente observado y evaluado para
conocer su desarrollo doctrinario, jurisprudencial y positivo, lo que es uno de
los reconocimientos que le debemos al maestro Cracogna en su peregrinar en
el campo del Derecho Cooperativo además de la Academia donde igualmente
ha sido figura destacada.
Por tanto, las visitas que Dante Cracogna ha realizado a Puerto Rico, así
como sus intervenciones con organizaciones puertorriqueñas, como lo ha sido
con el Colegio de Abogados y Abogadas de Puerto Rico, ha dejado marcadas
huellas y ha hecho posible que se destaquen las aportaciones de los puertorri-
queños al Desarrollo del Movimiento Cooperativo consideradas como oportu-
nas, marcando un antes y un después siendo la última de ellas (físicamente)
en el mes de mayo del año 2013.
Sobre la Carta Jurídica de San Juan, la Revista Idelcoop (1967) la ha desta-
cado como una pieza de alto valor para los hombres y mujeres que componen
el Movimiento Cooperativo particularmente en el quehacer diario de las coo-
perativas. Es sin dudas, una de las aportaciones más significativas que al pre-
sente incide y continuará incidiendo en las cuestiones y controversias jurídicas
que surgen diariamente en las cooperativas mencionando que “[f]ue la Comisión
Jurídica de OCA una de las primeras en quedar constituida como consultora de los
organismos directivos para los asuntos relacionados no sólo con la institución misma,
sino también con aquellos que en su propio ámbito pudieran presentarse a los orga-
nismos afiliados, y en general, a los movimientos cooperativos de nuestro hemisferio.”
Por tanto, considero que la intervención del colega Cracogna y su misión de
lograr que los juristas cooperativos latinoamericanos y caribeños nos acerquemos
al derecho cooperativo, ha tenido éxitos palpables y a través de ellos el destaque,
promoción y defensa del derecho cooperativo en todas sus vertientes, gracias a
esas iniciativas que produjeron las dos cartas más importantes en ese desarrollo
como lo son la Carta de Mérida y la Carta Jurídica San Juan que constituyó el
producto final del Segundo Congreso de Derecho Cooperativo organizado por
la Organización de Cooperativas de América y que fuera celebrado en nuestra
ciudad capital, San Juan, de Puerto Rico, que sin dudas nos hace sentir muy orgu-
llosos de tan magnifica aportación al desarrollo del derecho cooperativo.
Desde entonces, hace más de cincuenta años, el maestro Cracogna ha im-
pregnado con su huella ofreciendo cátedra en materia cooperativa, interven-
Enseñanzas del maestro Cracogna y sus efectos inspiradores 117

ción que humildemente desde nuestra Patria le reconocemos y expresamos


nuestra admiración ya que no se trata de una aportación en el vacío sino que
los efectos y las consecuencias de tal aportación es visible y continua retándo-
nos en busca de un mejor y más avanzado derecho positivo en materia coope-
rativa, particularmente en aspectos de legislación, academia, doctrina, juris-
prudencia y la aportación asociativa del Estado.
No es casualidad que le hayamos llamado a este artículo en homenaje al.
Dr. Dante Cracogna, “Enseñanzas del Maestro y sus Efectos Inspiradores” y es
que cuando se aprende algo de una persona que con su sabiduría transmite
sus experiencias y conocimientos a través del arte de la enseñanza tiene el
potencial de cambiar vidas, promover e incentivar el goce del conocimiento
para que a su vez se le pueda transmitir a otros, servir como docente para la
formación tanto académica como profesional lo han convertido no solamente
en un verdadero referente en materia de derecho cooperativo sino una perso-
na apreciada por aquellos que vemos en esa figura el motor que aviva nuestras
aspiraciones para lograr un mejor porvenir para los millones de socios que
forman parte del Movimiento Cooperativo y llamarlo, ¿por qué no?, un gran
tratadista en materia relacionada al derecho cooperativo, distinción que a po-
cos le puede ser reconocida.
Por eso, las Cartas Jurídicas de Mérida y San Juan, sin dudas, son parte de
esa aportación intelectual que el Maestro junto a otros colegas promovieron
para un mejor bienestar del derecho cooperativo provocando un acercamien-
to objetivo pero también científico a esta materia que poco a poco ha ido ga-
nando adeptos y abriéndose como uno de los cursos que las escuelas de dere-
cho deberían adoptar en toda Latinoamérica y el Caribe, ya que como bien lo
ha afirmado el Maestro, se debe distinguir el derecho cooperativo del derecho
corporativo y por ello la importancia de la discusión que en tales Congresos
de Derecho Cooperativo ha cobrado la discusión sobre el tema de acto coope-
rativo, tema que sin dudas ha ayudado a la madurez de un derecho distinto al
que existía en el 1976 cuando el tema fue discutido en el Congreso celebrado
en San Juan y patrocinado por el Ilustre Colegio de Abogados y Abogadas de
Puerto Rico, la Liga de Cooperativas de Puerto Rico, la Universidad de Puerto
Rico y por el propio Movimiento Cooperativo, por lo tanto, negar o pasar por
alto la figura del Maestro es ignorar su trayectoria histórica y los efectos que su
participación ha tenido en países tan distantes al suyo.
Precisamente en un recorte de periódico del periódico El Mundo 5 de
17 de agosto de 1976, producto de ese Segundo Congreso Continental de
Derecho Cooperativo celebrado en San Juan, Puerto Rico, el entonces presi-

5
http://dspace.cai.sg.inter.edu/xmlui/bitstream/handle/123456789/15141/
B62c014d001.pdf?sequence=1
118 Juan Enrique Santana Félix

dente de la Universidad Nacional de Puerto Rico, Dr. Arturo Morales Carrión


quien pronunció el discurso inaugural dirigiéndose a los asistentes y persona-
lidades de la América de habla española, entre los que se encontraban figuras
de Argentina, Bolivia, Brasil, Canadá, Colombia, Costa Rica, Curazao, Chile,
Ecuador, Estados Unidos, Guatemala, Honduras, Jamaica, México, Nicaragua,
Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay, Venezuela, España
y Francia, estando presente el Dr. Manuel R. Damper, Presidente de la OCA
declaraba que en Puerto Rico se estaban recogiendo los primeros frutos de
las organizaciones cooperativas y que dicho Congreso tenía como propósito
fundamental generar un intercambio positivo fundamental donde se estaría
discutiendo el Acto Cooperativo.
Afirmar que tales enseñanzas son suficientes tampoco sería justo ya que
con su intervención a través de los tantos años que ha estado inmerso en este
histórico caminar ha provocado e incentivado que juristas como el autor ha-
yan decidido seguir sus postulados para intentar mejorar el derecho coope-
rativo que como cualquier norma legal de derecho positivo tiene que seguir
desarrollándose y adaptándose a los tiempos, precisamente porque considera-
mos que el derecho cooperativo es un derecho vivo que para su sobrevivencia
se tiene que adaptar a los cambios sociales, políticos, culturales y económicos
que surgen en cualquier sociedad y por tanto esa aportación educativa e inte-
lectual del Maestro seguirá siendo objeto de estudios y análisis considerando
sus efectos y consecuencias en los diversos campos del cooperativismo y su
doctrina.
Sin embargo, es mi percepción y así lo atrevo a afirmar que la interven-
ción atinada de este hombre “propiedad del cooperativismo jurídico” ha
permitido la elaboración de doctrinas con referentes a los temas relaciona-
dos al acto cooperativo y sus consecuencias jurídicas que han podido formar
parte de cuerpos legales en proceso de cambios continuos que muy bien ha-
yan podido ser producto de las intervenciones que ha tenido nuestro insigne
maestro en los Congresos de Derecho Cooperativo auspiciados por la Alianza
Cooperativa Internacional. En otras palabras, me permito yo mismo pregun-
tarme qué, si no se hubiera discutido y traído a la atención del Movimiento
Cooperativo el tema del acto cooperativo en los Congresos de Mérida y San
Juan, entre otros. Por eso sus enseñanzas han sido fuentes de inspiración que
estoy convencido que han motivado a cientos de juristas aceptar el reto de sus
planteamientos y buscar la manera o forma de desarrollar un mejor derecho
cooperativo desarrollado dentro de este concepto doctrinario y conceptual y
que sigue su desarrollo.
Gracias Maestro.
Enseñanzas del maestro Cracogna y sus efectos inspiradores 119

4. BIBLIOGRAFÍA

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Cracogna, D.: “Primera Mención del Acto Cooperativo”, Social y Solidaria: https://www.so-
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Fonseca, V. “Movimiento Cooperativista frente a la legislatura”, San Juan, Puerto Rico.
García Müller, A. (2015). El acto cooperativo, construcción latinoamericana, Idelcoop.
CAPÍTULO 7
Sociedad posmoderna y crisis de valor:
la utopia axiológica del cooperativismo como fuente
de inspiración para la (re) construcción del
fraternae et socialis hominis

José Eduardo de Miranda


Doctor en Derecho
UNIALFA - Centro Universitario Alves Farias

Sumario: 1. Como primeras palabras. 2. Sobre la posmodernidad: 2.1. Características


de la sociedad posmoderna. 2.2. El hombre posmoderno. 2.3. ¿Qué es válido
en la posmodernidad? 2.4. La realidad posmoderna de la sociedad brasile-
ña. 3. La utopíaaxiológica del cooperativismo: 3.1. ¿Hay una axiología del
Cooperativismo? 3.2. Valores cooperativos: un ‘código de conducta’ para los
hombres. 4. A título de conclusión: entre la dimensión de la fraternidad y de
la sociabilidad humana en la posmodernidad, y la plataforma axiológica del
Cooperativismo como fuente de inspiración para la (re) construcción del fra-
ternae et socialis hominis; 5. Bibliografía

1. COMO PRIMERAS PALABRAS

La modernidad introdujo cambios significativos en el seno de la sociedad


antigua, provocando una ruptura relacional del hombre con el cosmos, di-
mensionando el universo de percepción de cada individuo. Con el cambio del
sentido de finitud, el protagonismo de Dios es sustituido por la Ciencia, y la
vida humana pasa a ser conducida por los ‘sentidos’ de la razón.
122 José Eduardo de Miranda

Es verdad que problemas demarcaron la existencia del hombre moderno,


pero es indiscutible que a lo largo de la modernidad las personas conocieron
una indescriptible sensación de estabilidad.
Las relaciones interpersonales, y mismo las relaciones de negocio, tenían
como pilastra valores éticos y humanos que producían sentimientos de orden,
de progreso, de verdad, de emancipación universal, de uniformización per-
ceptiva sobre el significado de la realidad, del sentido de las jerarquías, de la
especificidad bipartida de los poderes públicos y privados, y, especialmente,
de la importancia de la colectividad y de la solidaridad.
Sin exageración, es posible decir que en la sociedad moderna los hom-
bres estaban más cercanos unos de los otros, manteniendo una mirada ha-
cia el externo, preservando una preocupación efectiva con las condiciones de
vida del ajeno.
Hoy por hoy las cosas cambiaron…
La humanidad atraviesa un período de cambios globales. La configu-
ración sociológica de los cambios, explica que el hombre atraviesa una fase
diferente de su escalada evolutiva, definida como posmodernidad. Con ello,
toda la trayectoria del desarrollo social quita las instituciones del escenario de
valores de la modernidad, sometiendo el hombre hacia un nuevo modelo de
orden social.
La sociedad posmoderna, por tanto, sumerge en la era de las tecnologías
de información y comunicación, generando una hecatombe de valores supre-
mos que provoca la transmutación en la actitud de las personas.
El hombre transita por los pasillos de la vida, dominado por una ceguera
colectiva que le impide de mirar a los lados. Mientras el espirito de sociabi-
lidad, ahogase en el sentimiento de individualidad, la solidaridad, y la preo-
cupación recíproca, de los individuos entre ellos, es mortificada por el aisla-
miento existencial que sitúa cada persona en el centro de su propio universo.
El hombre de hoy es él, por él mismo…
Las personas están, como nunca, individuales. Bajo esta característica
existencial, es necesario observar que “el auge de la individualidad marcó el
debilitamiento (desmoronamiento o desgarramiento) progresivo de la densa
malla de lazos sociales que envolvía con firmeza la totalidad de las actividades
de la vida” (Bauman, 2005). Los vínculos personales, más digitales, que físicos,
son superficiales y de corta duración.
La sociedad posmoderna presenta una crisis de valor que reposiciona
la condición innata de los hombres, en cuanto fraternae et socialis hominis. El
hombre social y fraterno perece de manera acelerada, ante la edición del ho-
Sociedad posmoderna y crisis de valor 123

mo-individualis, el hombre líquido de la sociedad posmoderna, que vive inmer-


so en un ambiente social que sostiene valores volátiles.
Indiferente a las necesidades de sus semejantes, el hombre posmoderno
es egoísta y hedonista, y preocupado únicamente con lo suyo, con sus place-
res, y con sus deseos, el individuo posmoderno perdió la sensibilidad de la
vida.
Sumergido en su contexto intra-subjetivo, y limitado en su capacidad de
interpretar los fenómenos socio-políticos-culturales-económicos, el hombre
posmoderno recibe las novedades como buenas noticias, la precariedad como
un valor, la inestabilidad como un imperativo, y la hibridez, como verdadera
riqueza.
La posmodernidad dejó el hombre vacío, inmediato, superficial.
Por esto, y lejos del interés de frenar los avances tecnológicos, pero con-
victo de la necesidad de restablecimiento de la sociabilidad human, y de la
fraternidad de los hombres, entiéndese que la axiología del Cooperativismo
pude servir de base para la reconfiguración actitudinal del hombre, en la vida.
De este modo, el presente trabajo tiene el objetivo de delinear que, de la
misma forma como en tiempos pasados el Cooperativismo tuvo la responsabi-
lidad de promover una transformación completa del hombre, modificándo-
le desde una perspectiva socioeconómica-moral-espiritual, hodiernamente el
propio Cooperativismo, a través de su palanca de valores, puede restablecer la
relación del hombre con el mundo, promoviendo el despertar de la esencia
fraterna y sociable de los individuos.

2. SOBRE LA POSMODERNIDAD

Los tiempos de hoy difieren, rotundamente, de la época descrita por los


intelectuales como modernidad. A despecho de las catástrofes, y de las gue-
rras que demarcaron el período moderno, no se puede negar que la humani-
dad apreció los frutos del progreso de las ciencias y avance de las tecnologías.
Asimismo, movimientos políticos internacionales exaltaron el valor de la
condición humana, y glorificaron la importancia del medio ambiente para
las condiciones de dignidad del hombre. Con ello, no se puede negar que
la sociedad humana experimentó un tiempo de exaltación de los derechos
humanos, y una época en que la solidaridad estuvo presente en la vida de las
personas, que, inmersas en sus colectividades, tenían una preocupación reci-
proca, unas por las otras.
124 José Eduardo de Miranda

Sin embargo, actualmente, los cambios evolutivos de la sociedad globali-


zada sitúan la humanidad dentro de un período polémico, identificado como
una fase de transición, que modifica la actitud, la filosofía y el estilo de vida de
los hombres.
La posmodernidad, así denominada la actual fase de la humanidad, surge
como un ‘movimiento’ de cambio de los paradigmas y redimensionamiento
de los valores, que transforma considerablemente la existencia del hombre,
transmutando la génesis de su realidad.

2.1. Características de la sociedad posmoderna

Inserida en el contexto de la sociedad humana en el siglo XX, a partir de


los años 80, la posmodernidad provoca una metamorfosis en la manera del
hombre ver y sentir los fenómenos. El sentido de precisión, solidez, peren-
nidad, verdad, perece delante de la percepción nueva, que relativiza el en-
volvimiento del hombre con los hechos de la existencia, dejándole dividido,
polivalente, fluido.
El hombre, que otrora vivía en el escenario colectivo de su familia, y de su
comunidad, pasa a transitar por la vida como un ser individualista, que perdió
el atributo de la colectividad.
De una manera muy peculiar, la sociedad posmoderna revela que las
personas, preocupadas con sus cuestiones particulares, reniegan situaciones
esenciales de la vida en colectividad, como la solidaridad, la fraternidad y la
dignidad. En la medida que los conflictos entre grupos ideológicos distintos
alzan discursos que dividen la sociedad en categorías de unos, y otros, el hom-
bre minimiza la importancia de sus objetivos, disminuye la tenacidad de sus
relacionamientos, y reorganiza el tiempo de su vida.
La sociedad posmoderna, de acuerdo con Bauman, es una sociedad liqui-
da, que provoca la fluidez de la postura del hombre en la vida, dejando su exis-
tencia absolutamente fluida. La expectativa de eternidad, o de larga duración,
fue sustituida por la idea de ‘corto’ plazo, de manera que la instantaneidad es
el gran logro de la sociedad posmoderna (Bauman, 2000).
Uma vez que a infinidade de possibilidades esvaziou a infinitude do tem-
po de seu poder sedutor, a durabilidade perde sua atração e passa de um re-
curso a um risco. Talvez seja mais adequado observar que a própria linha de
demarcação entre o “durável” e o “transitório’: outrora foco de disputa e en-
genharia, foi substituída pela polícia de fronteiras e por batalhões de cons-
trutores. A desvalorização da imortalidade não pode senão anunciar uma re-
belião cultural, defensavelmente o marco mais decisivo na história cultural
Sociedad posmoderna y crisis de valor 125

humana. A passagem do capitalismo pesado ao leve, da modernidade sólida


à fluida, pode vir a ser um ponto de inflexão mais radical e rico que o adven-
to mesmo do capitalismo e da modernidade, vistos anteriormente como os
marcos cruciais da história humana, pelo menos desde a revolução neolítica
(Bauman, 2000: 113).
El alto grado de individualización presente en el núcleo de la sociedad
posmoderna transforma la característica gregaria de las personas, provocando
un alejamiento ‘natural’ que les impide de mirar hacia las condiciones exis-
tenciales de cada una. Lamentablemente, las vidas son conducidas en una vía
única, sobre la cual cada persona busca, incansablemente, la satisfacción de
sus propios intereses.
La sociedad posmoderna irrumpe en el contexto de la historia del hom-
bre provocando un hiato interpretativo, que deja el ‘científico’ bajo la duda si
la crisis que la humanidad enfrenta es ética, o moral. Bauman, de su manera
espectacular, sostiene que las asociaciones sobre la posmodernidad de la mo-
ral son, muchas de las veces, la ‘celebración de la muerte de lo que es ético’, o
la sustitución de la ‘ética por la estética’ (Bauman, 997).
Sobre este aspecto, es importante observar que la “ética é denegrida e
escarnecida como uma das constrições tipicamente modernas agora que-
bradas e destinadas ao cesto de lixo da história; grilhões uma vez conside-
rados necessários, agora estimados claramente supérfluos: outra ilusão que
homens e mulheres pós-modernos podem muito bem dispensar” (Bauman,
997: 5).
Por infelicidad, en “la contemporaneidad, bienes y personas son factores
efémeros y vanos para uno. La cultura del vacío, del tener por tener, del con-
sumo insostenible, impulsa las manifestaciones inconsecuentes de placer y del
poder. En cuanto las infinitas novedades ocupan diferentes espacios del mun-
do, las transformaciones en el seno de la existencia humana se desarrollan en
velocidades indescriptibles, azuzando los individuos a querer más, a consumir
sin límites, y pensar única y exclusivamente en sus deseos, en sus sentimientos
y emociones.” (Miranda &Correa Lima, 2016).
Lo cierto es que la posmodernidad tiene la herida del individualismo, que
se desarrolla en el corazón de los hombres con “un corte narcisista, hedonista
y seductor propio de la época de consumo de masas, con el consecuente aflo-
jamiento de los lazos sociales y los vínculos familiares y de pareja, así como el
desplazamiento de ciudadanos a consumidores y el vaciamiento de sentido de
muchas instituciones” (Miranda &Correa Lima, 2016).
126 José Eduardo de Miranda

2.2. El hombre posmoderno

El fenómeno más marcante en la posmodernidad es la transmutación del


sentimiento de sociabilidad del hombre. Mientras Aristóteles enseño que el
hombre es un ser social, y político (Aristóteles, 1991), la posmodernidad en-
cierra el hombre en su propia individualidad.
Rehén de la tecnología, y víctima de su adicción a los smartphones, el
hombre posmoderno se envuelve, cada día más, justo con las cosas que pue-
dan resultar en maximización de sus intereses, em realización de sus deseos.
Absorto exclusivamente en lo suyo, el hombre posmoderno renuncia “los pa-
trones que orientan la vida personal y social, y pierden la esencia de la refe-
rencia del valor del humano, pasando a establecer un existir de superficiali-
dad, de apariencia y futilidad” (Miranda & Correa Lima, 2016: 90).
Como consecuencia de la relación imparable con el consumo, y resulta-
do del deseo delirante por la condición de bien estar personal, el hombre
posmoderno suele atribuir valor solamente a lo suyo. Sumergido dentro de
su mundo individual, el hombre de hoy cerrase para los demás, poniéndose li-
teralmente de espaladas a todas las necesidades socio-humanas de su entorno
de existencia.
Desnudo del sentimiento de fraternidad y solidaridad, el hombre de
nuestros días poco, o casi nada se preocupa por cuestiones sociales, por la
supresión de las necesidades del colectivo, o dar la mano a quien la necesita.
Increíblemente, la ética actual se muestra como la ética del individualismo, y
hoy, más que en otros tiempos, “para el humano el bien general solamente le
parece ser bien en cuanto posible comprensivo, por extensión, de su propio
bien” (Divar, 1985).
Não é a esmagadora pressão de um ideal, com o qual não podem viver de
acordo, que atormenta os homens e mulheres contemporâneos, mas a falta de
ideais: a ausência das necessárias receitas eindeutig* para uma vida decente, dos
pontos de orientação firmemente fixados e estáveis, do destino previsível para o
itinerário da vida. A depressão - o sentimento da própria impotência, da incapa-
cidade de atuar e particularmente da incapacidade de atuar de maneira racional-,
para ser adequado às tarefas da vida - torna-se a malaise emblemática de nossos
tempos modernos tardios ou pós-modernos (Bauman, 2008: 60)
El hombre posmoderno es un ciervo de sus propios deseos…
Abstraído en objetivos personales, y vinculado demasiadamente con las
tecnologías de información y comunicación, - que deja su vida automatizada,
es ahogado diuturnamente por los comandos virtuales, perdiendo, día des-
pués de día, el sueño del porvenir. “Lejano del vínculo social, y distante de
Sociedad posmoderna y crisis de valor 127

las cuestiones humanitarias, el hombre postmoderno se encuentra delante de


una gran paradoja existencial: mientras conoce el más alto eslabón del desa-
rrollo científico y tecnológico, es impotente de hacer lo que sea para cambiar
situaciones de instabilidad y de indignidad existencial que antaño preocupa-
ban a todos” (Miranda &Correa Lima, 2016: 94).
Los hombres de hoy “circulan en las proximidades de la cumbre de la
pirámide de poder global, individuos para quienes el espacio importa poco y
la distancia no supone molestia alguna; son personas que se sienten como en
casa en muchos sitios, pero en ninguno en particular. Son tan ligeras, ágiles
y volátiles como el comercio y las finanzas cada vez más globalizadas que las
ayudaron a nacer y que sostienen su existencia nómada” (Bauman, 2005: 14).
El egoísmo es un golpe en la personalidad del hombre postmoderno.
“Cuando no sufre solo, el hombre busca alguien para solidarizarse con su su-
frimiento, y no para trabajar en el sentido de evitar un sufrimiento futuro,
pues ya no tienen más los hombres una causa común, un deseo colectivo, o un
valor que sea de todos, y para todos. El hombre postmoderno, víctima de su
tiempo, y rehén de sus conquistas, es un ser solitario en el medio de la muche-
dumbre. Mártir del desprecio de la condición humana, y, necio de sí mismo,
el hombre de hoy es incapaz de comprender el valor que las gentes poseen
para su propia felicidad” (Miranda & Correa Lima, 2016: 94).

2.3. ¿Qué es válido en la posmodernidad?

La posmodernidad cambió el sentido de valor…


Todo que antes era imprescindible para los hombres, que volatilidad,
pierde el protagonismo cambiando el estado natural de las cosas. La despreo-
cupación ante el futuro, el hedonismo y el egoísmo, alimentan la escala de va-
lores de la posmodernidad. Los valores humanos, y la preocupación con la fa-
milia, es olvidada en el apogeo de la posmodernidad, puesto que el valor que
se destaca es el del placer máximo, de limites cuestionados, o incuestionables.
La disciplina, el esfuerzo y la perennidad son desechados en beneficio
de los arreglos inmediatos. La realización propia, independientemente de la
forma, y de las consecuencias, es prioridad de las personas, cada vez más cen-
tradas en lo suyo. Lo ajeno, las dificultades de los otros, la historia, los mártires
y los héroes no tienen espacio en la sociedad posmoderna, una vez que es una
sociedad que machaca, damnifica y agrede los valores que enaltecen la soli-
daridad, la fraternidad y la preocupación de unos por los otros. Mientras de-
rrumba valores humanos, la sociedad posmoderna, fluida y volátil, “se mues-
tra militantemente contraria a que se sacrifiquen satisfacciones presentes para
128 José Eduardo de Miranda

lograr objetivos lejanos y, por consiguiente, también se opone a que se acepte


un sufrimiento prolongado a cambio de salvación en la otra vida (algo cuya
versión laica sería algo así como retrasar la gratificación en el momento pre-
sente a fin de obtener mayores beneficios en el futuro)” (Bauman, 2005: 49).
La individualidad, y el provecho personal, no puede ser alejado en prove-
cho del bienestar colectivo, o en beneficio de una causa. En estes tiempos, la
sociedad posmoderna, que recorre los pasillos de la volatilidad y de la fluidez,
desecha todos los valores que provocan una vinculación de largo plazo y de
totalidad.
Como describe Bauman, “la sociedad moderna líquida de consumo con-
vierte las hazañas de los mártires, los héroes y todas las versiones híbridas de
unos y otros en hechos sencillamente incomprensibles e irracionales y, por
consiguiente, atroces y repulsivos. Esa sociedad promete la felicidad fácil, al-
canzable por medios nada heroicos y que, por tanto, debería estar -tentadora
y gratificadora- al alcance de todo el mundo (o, mejor dicho, de todos los con-
sumidores)” (Bauman, 2005: 52).
La promesa de felicidad suplanta el fenómeno natural de la vida, que de-
bería resguardar el ejercicio de la felicidad como algo normal en la vida de los
hombres, en la existencia de todas las gentes. Por esto, quizás, Bauman señala
que la felicidad fácil está asociada a la sencilla satisfacción de necesidades tri-
viales de la vida. Pasa, de este modo, la felicidad a representar más un meca-
nismo de gratificación, una compensación, accesible a todos, y no un proceso,
que necesita esfuerzo, dedicación y donación.

2.4. La realidad posmoderna de la sociedad brasileña

En los días actuales, el epíteto de la ‘brasilidad’ feneció delante del pro-


tagonismo de concepciones políticos-partidarias que simpatizan con propósi-
tos temerarios que fragilizan el relacionamiento con la patria, mortificando
el sentimiento de nacionalidad. Rehén de la lingüística astuciosa, y victima
de un sistema que malgastó la educación en Brasil, limitando la capacidad
de interpretación de una parcela considerable de la población, los brasileños
fueron contaminados por el discurso que fue construido para resignificar el
valor del humano.
De forma gradual, los brasileños perderán el sustrato identitario de vin-
culo axiológico con la nación, para delimitar su relacionamiento con grupos
específicos, que se han fortalecido por la elocución que deturpa el sentido
del mundo, corrompiendo el significado de la sociabilidad. En este sentido,
“a linguagem é pensada em sua prática, atribuindo valor ao trabalho com o
Sociedad posmoderna y crisis de valor 129

simbólico, com a divisão política dos sentidos, visto que o sentido é movente e
instável” (Brasil, 2011).
Para resguardar el protagonismo de lo que piensan, de las banderillas
que sostienen, personas de lados opuestos son dominadas por una ceguera
semi-colectiva que las impide de mirar hacia lo real, dimensionando la causa y
el efecto de sus actitudes.
De esta forma, teniendo en cuenta que las relaciones interpersonales den-
tro de la sociedad posmoderna están oxigenadas por la noción, a veces dis-
torsionada, de un individuo libre y autónomo, guiado por la supremacía de
valores afines a sus convicciones, tenemos que la disociación entre la ética y
la política provoca una ruptura con la noción primaria de sociabilidad, con el
sublime sentido del respeto a la condición humana de cada uno.
En este contexto, cada grupo es responsable por difundir un ‘odio’, ya no
velado, que entierra la condición humana, de ser persona, en favor de deter-
minadas actitudes y juicios que salvaguardan intereses delimitados y espurios.
En consecuencia, en la medida que desvanece el respeto por las opiniones
opuestas, caduca la deferencia a la diversidad.
Por eso, la posmodernidad, en Brasil, provocó la casi muerte del principio
de la igualdad, haciendo con que la vida real, y las gentes del mundo, sean lite-
ralmente tragadas por el interés de grupos específicos, en detrimento de otros
grupos o de otras personas.
La verdad, es que la igualdad entre las personas es desechada en benefi-
cio de la defensa exclusiva de derechos o necesidades de un, u otro grupo. Si
hubiera la aceptación y el respeto al universo de los desiguales, seria posible
comprender con más justeza que, independientemente de la condición so-
cial, del credo y de la raza, todos somos iguales en cuanto seres genuinamente
humanos.

3. LA UTOPÍA AXIOLÓGICA DEL COOPERATIVISMO

Una vez que la palabra utopía quiere decir idea, sueño o imaginación, y
axiología refiere a la naturaleza de los valores, o juicios de valor en el seno de
la sociedad, la utopía axiológica del Cooperativismo traduce, o debería tradu-
cir, el contexto de los valores en el universo de la cooperación, teniendo en
cuenta su grado de importancia y representatividad en el escenario social.
En este sentido, y considerando la Declaración sobre la Identidad
Cooperativa, de la Alianza Cooperativa Internacional, promulgada en el año
130 José Eduardo de Miranda

de 1995, en Manchester, es necesario entender si efectivamente hay una axio-


logía en el ambiente del Cooperativismo, y cuál es la representatividad de es-
tos valores para las cooperativas y para los cooperativistas.
La situación es más peculiar, y requiere la comprensión del fenómeno
axiológico del Cooperativismo, para que se pueda utilizar los valores coopera-
tivos como una herramienta de transformación actitudinal de las personas en
el mundo, hoy.
Es decir, no es suficiente la inserción de los valores cooperativos en la or-
ganización de los estatutos de las sociedades cooperativas, pero es necesario
que los actores del Cooperativismo háganlos suyos, incorporando el matiz
axiológico indispensable a la superación del requisito formal de elaboración
de un documento, para la puesta en práctica de un quehacer que pone el
hombre como el inicio y el fin del propio hombre.

3.1. ¿Hay una axiología del Cooperativismo?

Una vez que la axiología es la esencia en si misma del estudio socio-filo-


sófico de los valores, no hay duda de que hubo, en un período histórico muy
significativo, una axiología del Cooperativismo, correlacionada con el sentido
en si mismo de los valores cooperativos. Sobre ello, es necesario recordar que
los valores cooperativos fueron inseridos en la Declaración sobre la Identidad
Cooperativa de la Alianza Cooperativa Internacional de 1995, a partir de un
trabajo iniciado por Lars Marcus y concluido por Sven Ake Böök.
Böök, a través de un rigoroso estudio, identificó la esencia y la naturaleza
de los valores que ha sustentado la Cooperación moderna, los cuales se mues-
tran presentes en el ejercicio cooperativo de la Sociedad Cooperativa de los
Probos Pioneros de Rochdale.
Dentro de este contexto, y en el ámbito de la Declaración sobre la
Identidad Cooperativa, los valores cooperativos son presentados en dos gru-
pos distintos: el primero, que incluye la autoayuda, la autorresponsabilidad,
la democracia, la igualdad, la equidad y la solidaridad; y el segundo, que con-
tiene la honestidad, la transparencia, la responsabilidad y la vocación social
(Miranda, 2012: 52).
Teniendo en cuenta el hecho identitario, y la iniciativa de utilizar los valo-
res para enaltecer el valor de la persona, es necesario comprender que “los va-
lores enumerados a lo largo de la Declaración sobre la Identidad Cooperativa
reflejan los ideales trazados por los precursores, a través de las iniciativas que
han apuntado a una cooperación que, además de solucionar las necesidades
Sociedad posmoderna y crisis de valor 131

materiales del hombre, se ha preocupado de colaborar con su transformación


moral” (Miranda, 2012: 62).
Mientras en el marco del Congreso de Manchester, de la Alianza
Cooperativa Internacional, realizado en el año de 1995, los cooperativistas del
mundo plantearon como fundamental el desarrollo de un detallado estudio
sobre los valores que sostenían la acción ‘cooperacionista’, describiendo que
su tenacidad estaba asociado a la preservación de la identidad de las coope-
rativas y del propio Cooperativismo, presentemente, la axiología cooperativa
es una vertiente científica que representa el apego ideológico de un pequeño
número de científicos que sigue creyendo que el hombre es la esencia del
Cooperativismo, más que el objetivo económico, y todavía superior a la propia
empresa cooperativa.

3.2. Valores cooperativos: un ‘código de conducta’ para los


hombres

Mientras existe en el mundo como un ser de valor, el hombre es distinto


de los otros animales por cuenta de ser, el mismo, su fin en si mismo. Dentro
de esta perspectiva. Kant delineó que “no reino dos fins tudo tem ou um preço
ou uma dignidade. Quando uma coisa tem um preço, pode-se pôr em vez dela
qualquer outra como equivalente; mas quando uma coisa está acima de todo o
preço, e, portanto, não permite equivalente, então tem ela dignidade” (Kant,
2004: 77).
Es importante decir que:
“O que se relaciona com as inclinações e necessidades gerais do homem
tem um preço venal; aquilo que, mesmo sem pressupor uma necessidade, é
conforme a um certo gosto, isto é a uma satisfação no jogo livre e sem fina-
lidade das nossas faculdades anímicas, tem um preço de afeição ou de sen-
timento (Affektionspreis); aquilo porém que constitui a condição só graças
à qual, qualquer coisa pode ser um fim em si mesma, não tem somente um
valor relativo, isto é um preço, mas um valor íntimo, isto é dignidade” (Kant,
2004: 77).
Sobre el valor, y el humano, no se puede olvidar que los valores están
presentes, desde siempre, en el comportamiento de los hombres. “Todo ser
humano en su manera de pensar, sentir y actuar está bajo la influencia de
determinados valores. A partir de esta idea, se puede percibir que, cuando el
hombre determina sus preferencias, o define lo que le parece más importan-
te, es cuando está delante de un valor propiamente dicho. Estructurados bajo
una jerarquía de preferencias, los valores son objetivos y a su vez tienen sub-
132 José Eduardo de Miranda

jetividad. Es decir, una misma opinión puede ser interesante para unos y ser
despreciada por otros, pues no todos dan la misma importancia a lo mismo”
(Miranda, 2012: 63).
Los valores cooperativos, a su vez, e independientemente de su categoría,
tienen un aspecto únicamente objetivo, de manera que el conjunto de todos
ellos, sean éticos o fundamentales, tienen un grado idéntico de significado e
importancia.
Si en el Cooperativismo los valores cooperativos representan la identidad,
o el patrón actitudinal de los cooperativistas y de las cooperativas actuaren en
el mundo de los negocios, sin herir derechos o pretensiones, en el mundo de
la vida, o en el contexto de las relaciones sociales, pueden servir como forma
de orientación del comportamiento de las personas, mientras desarrollen re-
lacionamientos comunes, unas con las otras.
Los valores cooperativos, empleados en el proceso de relacionamiento in-
tersubjetivo, sirven de norte para el desarrollo de una visión ética y humaniza-
dora que los individuos necesitan preservar en sociedad.
Bajo esta condición, los valores pasan a guiar el ejercicio humano en la
vida, permitiendo que nada, y nadie, suplante el sentido de valor sublime que
las personas tienen, o deberían tener unas para las otras. Apenas de este modo
el hombre encontrará el sentido de vivir colectivamente en el seno de una so-
ciedad justa, solidaria y fraterna.

4. A TÍTULO DE CONCLUSIÓN: ENTRE LA DIMENSIÓN DE


LA FRATERNIDAD Y DE LA SOCIABILIDAD HUMANA EN LA
POSMODERNIDAD, Y LA PLATAFORMA AXIOLÓGICA DEL
COOPERATIVISMO COMO FUENTE DE INSPIRACIÓN PARA LA
(RE) CONSTRUCCIÓN DEL FRATERNAE ET SOCIALIS HOMINIS

La posmodernidad sufoca la facultad perceptiva de las personas, impi-


diendo que sientan el estado de vida sus semejantes. Si el hombre posmoder-
no no perdió la capacidad de amar, y de ser solidario, disminuyó la potencia-
lidad de perennizar sus relacionamientos, ampliando el vínculo de afinidad
con las gentes de la vida.
Si el hombre no dejó de amar, en la posmodernidad el hombre ‘ama’ con
superficialidad, por tiempo definido, pus su vida es líquida y la existencia es
volátil.
Sociedad posmoderna y crisis de valor 133

En esta proyección, mientras tiente disminuido el amor, o el vínculo de


afinidad, la solidaridad, como un valor humano, de preocupación con el otro,
pasa a ocupar un grado de importancia menor en la escala de valores, de idea-
les, de juicios…
Lejos de la divagación literaria, pero centrado en el interés de rescate
‘axiológico’, es necesario decir que en la posmodernidad el hombre transita
por un pasillo estrecho, inmerso en la profundidad de un océano lúgubre,
que o coloca a merced de las adversidades morales que enaltecen un valor de
orden material. Independientemente de sus orígenes, y de su formación, el
hombre posmoderno establece un relacionamiento superficial con el mundo
y con las gentes de la existencia.
Lamentablemente, hoy, el hombre posmoderno celebra relaciones alea-
torias para alcanzar provechos personales, muchas veces temerarios.
La posmodernidad provocó un cambio actitudinal que el hombre trans-
muto su génesis solidaria, y, en los días actuales, las personas oprimen actitu-
des y valores esenciales para la vida en sociedad, y la existencia colectiva.
A pesar de la certidumbre de que el mundo está entre las personas, y las
personas viven interpuestas en el propio mundo, la superficialidad de los re-
lacionamientos provoca la muerte del comprometimiento reciproco de los
hombres entre sí, y de ellos con el mundo.
Bajo esta realidad, no se puede olvidar que Sartre dijo que “a aparência
remete à série total das aparências e não a uma realidade oculta que drenasse
para si todo o ser do existente. E a aparência, por sua vez, não é uma manifes-
tação inconsistente deste ser. Enquanto foi possível acreditar nas realidades
numênicas, a aparência se mostrou puro negativo. Era ‘aquilo que não é o
ser’; não possuía outro ser, salvo o da ilusão e do erro” (Sartre, 2011).
Proporcionalmente al período en que la vida ganó el sentido por el sig-
nificado del ser hombre-exteriorizante, o de todo que el individuo sea capaz
de exhibir, enalteciendo la sencilla apariencia del ser, y del tener, hubo una
degradación del significado del valor por el humano.
Por ello, de la misma forma como lo hizo Sartre, también aquí se niega el
dualismo de la apariencia y de la esencia. “A aparência não esconde a essên-
cia, mas a revela: ela é a essência. A essência de um existente já não é mais
uma virtude embutida no seio deste existente: é a lei manifesta que preside a
sucessão de suas aparições, é a razão da série” Sartre, 2011: 16).
Entre apariencia y esencia, es imposible negar que en la vida del hom-
bre posmodernidad, la moral y la ética transforman la vida en incertidumbres
interminables, construidas con “com tijolos de dúvidas cimentados com a ar-
134 José Eduardo de Miranda

gamassa da autorrecriminação. Uma vez que as fronteiras do bem e do mal


não estão de antemão traçadas, vão-se desenhando durante o curso da ação,
e esta maneira de tentar desenhá-las faz com que se pareçam mais com uma
sucessão de pegadas do que com um mapa das estradas” (Bauman, 1995: 15).
Por esto, la fraternidad y la solidaridad en la posmodernidad fallece to-
dos los días, mientras crece la individualidad y la materialidad. Es así, que los
valores éticos y fundamentales del Cooperativismo surgen como elemento de
inspiración para el rescate del hombre social y fraterno, el fraternae et socialis
hominis.
La autoayuda, la autorresponsabilidad, la democracia, la igualdad, la
equidad, la solidaridad, la honestidad, la transparencia, la responsabilidad y la
vocación social, en cuanto plataforma axiológica del Cooperativismo, son fer-
tilizantes que someten, o podrían someter las personas hacia un envolvimien-
to continuo de devoción a la acción humana, derivada de una creencia en una
fuerza superior que evangeliza los hombres a persiguieren una práctica del
bien, sin limites y excepciones.
Los valores cooperativos modifican la percepción, de forma que los hom-
bres pasan a entender la importancia del otro para su propia vida, tendiendo
en cuenta la condición humana de sociabilidad, de existencia y realización
colectiva.
La axiología del Cooperativismo es la medicina adecuada para que el
hombre posmoderno modifique su actitud en la vida, de manera que pase
a comprender que el bien es el significado más sublime de su existencia, y el
amor es verdadera la razón de su vida.
Vivir distante del bien, y apartado del amor, no es vivir, es actuar de hom-
bre no humano. Esto, es cierto, está lejano del sentido del Cooperativismo, y,
por supuesto, de los cooperativistas.
Así dice la teoría…

5. BIBLIOGRAFÍA

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Dykinson.
Sartre, J. P. (2011). O ser e o nada: ensaio de ontologia fenomenológica. 20 ed. Vozes.
CAPÍTULO 8
La función social como principal justificación
de un régimen fiscal adecuado para las cooperativas 1

Marina Aguilar Rubio


Profesora Titular de Derecho Financiero y Tributario
Universidad de Almería

Sumario. 1. La cooperativa como forma societaria con valores. 2. Argumentos para el


reconocimiento de un régimen fiscal específico a las sociedades cooperativas.
2. 1. La cuestión del ánimo de lucro. 2.2. Argumentos que tradicionalmente
sustentan la existencia de un régimen fiscal especial de las cooperativas. 3.
La función social de las cooperativas como justificación de un sistema fiscal
particular. 4. Conclusión. 5. Bibliografía.

1. LA COOPERATIVA COMO FORMA SOCIETARIA CON VALORES

Un tema que resulta clave para el futuro de cualquier empresa es la de-


finición de su forma jurídica, es decir, la figura bajo la cual se tomarán las
principales decisiones del negocio. Esta elección está generalmente asociada
a una serie de factores como: el tipo de actividad; el número y grado de impli-
cación y de responsabilidad de los promotores; la simplicidad de los trámites

1
Estudio realizado en el marco del Proyecto de I+D+i de generación de conocimiento
«frontera» del Plan Andaluz de Investigación, Desarrollo e Innovación (PAIDI 2020), que
tiene por título “La reformulación de los principios cooperativos y su adaptación estatutaria
para satisfacer las actuales demandas sociales, económicas y medioambientales” (PY20_01278,
IUSCOOP) y se desarrolla en el seno del Centro de Investigación CIDES de la Universidad de
Almería.
138 Marina Aguilar Rubio

de constitución y la capacidad de gestión; o las propias necesidades económi-


cas del proyecto.
No obstante, quiero incidir en otros aspectos que también considero de
gran relevancia en la toma de esta decisión: la imagen que se proyecta hacia el
exterior, que es algo que está muy de actualidad; y, por supuesto, la fiscalidad.
Un aspecto decisivo a tener en cuenta son los impuestos que se relacio-
nan con cada forma jurídica. Los regímenes fiscales de tributación pueden ser
distintos para las diferentes formas de empresa y las cooperativas, justamente,
deben tener un régimen tributario propio, acorde con su régimen económico
y con los fines que cumple. Para el profesor Cracogna, “la cuestión de fondo
consiste en que se le otorgue a las cooperativas el tratamiento fiscal que co-
rresponde a su naturaleza; es decir que no se las confunda con empresas de
capital lucrativo y por esa vía se pretenda gravarlas de igual modo que a éstas.
No se trata de brindarles un trato preferencial sino de considerarlas según sus
propias características y de no tratar igual a empresas diferentes” (Cracogna,
2015: 28). También se ha defendido la clasificación de las propias cooperativas
de modo que algunas puedan ser acreedoras de una especial protección fiscal
por la condición de sus socios o por la escasez de sus recursos (Sanz Jarque,
1994: 272). Es un hecho que la fiscalidad constituye uno de los elementos con-
dicionantes de las decisiones de los agentes económicos que provocan la apa-
rición de economías de opción a nivel internacional (Alguacil Marí, 2010: 2).
Por lo que respecta a la imagen, estamos viviendo un auge de las socieda-
des que, además de su propio beneficio, buscan y proyectan hacia el exterior
fines de carácter social en las comunidades en las que se insertan, o de protec-
ción del medioambiente, o de impacto positivo para sus empleados. Esto, que
parece una fórmula muy innovadora, que ha traído, incluso, un nuevo tipo de
empresa –las denominadas B-corps o benefit corporations, en su denominación
en inglés, o empresas con propósito, como se conocen más ampliamente en
el ámbito latino–, es algo que ya estaba inventado, es la naturaleza propia de
las cooperativas. El cooperativismo, es una forma diferente de entender la em-
presa, haciéndola pivotar sobre la persona antes que sobre el capital. Así, los
ordenamientos jurídicos de muchos países, como veremos, caracterizan a las
cooperativas como entidades que incorporan intereses distintos a los de los
socios o que realizan de actividades de interés general.
De hecho, el séptimo de los principios cooperativos instaurado en el
Congreso Centenario de la Alianza Cooperativa Internacional de 1995 es el
principio de preocupación por la comunidad. Según la ACI, “la misión prin-
cipal de las cooperativas es satisfacer las necesidades y aspiraciones socioeco-
nómicas de sus miembros y de las comunidades a las que sirven, mediante una
empresa de propiedad conjunta y gestionada democráticamente” (ACI, 2020:
La función social como principal justificación... 139

3, la cursiva es mía). Esto es, existen principalmente para el beneficio de sus


socios pero, en la medida en que éstos están unidos a un espacio geográfico,
no pueden quedar al margen de las comunidades de sus socios y este prin-
cipio aparece también vinculado a los deseos que los pioneros de Rochdale
expresaban entre sus objetivos y planes en los primitivos Estatutos, en los que
además de distribuir los artículos para la vida corriente en un almacén, la
cooperativa de consumidores que se pone en marcha se propone construir
viviendas, fabricar bienes para facilitar el trabajo a los socios desempleados
o cultivar tierras con la misma finalidad (Chaterina, 2015: 39). Pero, incluso
antes de que surgiera la cooperativa de Rochdale, los precursores del coope-
rativismo moderno (Owen, Fourier y otros) mostraban ya una preocupación
por la promoción de la sociedad en su conjunto (Hernéndez Cáceres, 2021:
3-6). Y ello conduce necesariamente a una responsabilidad de la cooperativa
en lo que se refiere al desarrollo económico, social y medioambiental (ACI,
2016: 94-100).
El profesor Cracogna reflexionó sobre el sentido y ámbito principio de
preocupación por la comunidad afirmando que las cooperativas responden
a las necesidades de sus socios cuando lo hacen de forma coherente con el
desarrollo de sus comunidades, entendido ese desarrollo como sostenible, es
decir, en armonía con el medio ambiente y en beneficio también de las futu-
ras generaciones. Además, la comunidad de referencia no es únicamente la
comunidad local, sino también la internacional, “ya que el desarrollo local
no puede lograrse sin preservarse la sostenibilidad mundial o, lo que es peor,
a costa de ella”. Así, señaló que la sostenibilidad presenta diversas formas y
aunque se trate de dar preferencia a la sostenibilidad económica, esto es, el
mantenimiento y desarrollo de la propia empresa en el tiempo, ésta carece de
sentido y finalidad desde el punto de vista cooperativo sin la sostenibilidad so-
cial. Incluso va más allá, al considerar que ambas, la económica y la social, de-
penden de la sostenibilidad ambiental, sin la que no podrían existir ni sobrevi-
vir (Cracogna, 2014, 16-19). Más recientemente ha señalado que este Séptimo
principio es el más viejo puesto que “se halla contenido en la entraña misma
de las cooperativas, aun cuando no estuviera expresamente enunciado” ni
incorporado al elenco de los principios cooperativos hasta 1995 (Cracogna,
2022: 21).
Sirvan también estas ideas previas para poner en contexto la defensa de
una fiscalidad propia para las cooperativas, porque muchos países de nuestro
entorno están regulando las B-corps y otras empresas sociales, y están intro-
duciendo medidas de incentivo fiscal para las empresas que puedan ser así
consideradas. En mi opinión, en la medida en que este fenómeno se extienda,
puede servir para mejorar también el régimen fiscal de las cooperativas, que
ya goza de algunos beneficios fiscales, pero que, en la medida en que cumplen
140 Marina Aguilar Rubio

fines que pueden ser considerados de interés general, podrían y deberían ver-
se favorecidas por esta corriente.
En todo caso, hay que recordar aquí que, como se encarga de mostrar la
ACI, las cooperativas se basan en los valores de autoayuda, autorresponsabili-
dad, democracia, igualdad, equidad y solidaridad y que, al igual que sus fun-
dadores, los miembros cooperativos creen en los valores éticos de honestidad,
actitud receptiva, responsabilidad social y respeto hacia los demás, lo que ha-
cen a esta forma social merecedora de un trato singular 2. No obstante, parece
oportuno recordar que los principios cooperativos de la ACI no son normas
jurídicas propiamente dichas y, por sí mismos, carecen de fuerza normativa,
hasta que no se produzca su incorporación en la legislación cooperativa co-
rrespondiente (Vargas Vasserot et al: 2017: 26).

2. ARGUMENTOS PARA EL RECONOCIMIENTO DE UN RÉGIMEN


FISCAL ESPECÍFICO A LAS SOCIEDADES COOPERATIVAS

Evidentemente, me cuento entre los partidarios del reconocimiento de


una fiscalidad especial para las cooperativas, pero considero que si ésta quiere
ser efectiva, debe estar basada en fundamentos que reúnan dos características:
por un lado, deben ser fundamentos constatables en la realidad, es decir, ra-
zones que no sean fruto de planteamientos teóricos o de las apariencias, sino
de los hechos, esto será lo que les dote de fuerza; y, por otro lado, deben ser
argumentos con la trascendencia suficiente como para que el resto del grupo
social, y en especial el resto de empresas, tolere la existencia de unos sujetos
concretos (cooperativas y sociedades laborales) que no paguen tantos impues-
tos como los demás o que los paguen de otra manera. De no justificarse el
trato fiscal diferenciado con unos argumentos suficientemente sólidos, siem-
pre se le acusará de favorecer una posición de competencia desleal para estas
entidades frente al resto de sociedades que actúan en el mercado 3.

2
ACI (1995). Declaración sobre la identidad cooperativa. Contexto histórico y relevancia
mundial para hoy. https://www.ica.coop/sites/default/files/news-item-attachments/25-
anniversary-concept-note-final-draft-es-854566612.pdf.
3
Podemos tomar como ejemplo la ley española de régimen fiscal de las cooperativas
(Ley 2071990). En su exposición de motivos plantea diversos argumentos para justificar
el régimen fiscal especial que prevé y lo hace en los siguientes términos: «las sociedades
cooperativas han sido siempre objeto de especial atención por parte del legislador quien,
consciente de sus características especiales como entes asociativos y de su función social, les
ha reconocido desde antiguo, determinados beneficios fiscales […] en atención a su función
social, actividades y características […]». Y también «en cuanto que facilitan el acceso de
los trabajadores a los medios de producción y promueven la adecuación y formación de las
La función social como principal justificación... 141

2.1. La cuestión del ánimo de lucro

A lo largo de la vida del cooperativismo se ha defendido a menudo que la


cooperativa es una entidad sin ánimo de lucro convirtiéndose esta idea en uno
de los argumentos principales para defender la ausencia de gravamen sobre
la cooperativa porque es la forma de justificar el trato fiscal favorable y porque
se exige para que pueda acceder a ciertos beneficios fiscales. Con base en la
idea del mutualismo cooperativo surgió el concepto de acto cooperativo para
identificar la actividad de la cooperativa con sus socios, concepto definido por
Salinas Puente como «un acto colectivo, patrimonial y no oneroso» (1954:
150). A partir de esta primera utilización del concepto, éste fue ampliamente
recogido por la doctrina e introducido normas cooperativas latinoamericanas
(Brasil, Argentina, Uruguay, Honduras, Colombia, México, Paraguay, entre
otros) 4. Sin embargo, parece que en la actualidad la cuestión de la concurren-
cia o no de ánimo de lucro en la cooperativa se considera bastante superada
al entenderse mayoritariamente que el beneficio es normal en la existencia y
pervivencia de cualquier sociedad actuante en el mercado y la justificación del
régimen fiscal diferenciado hay que buscarla en otros argumentos.
Además, a efectos tributarios, esta discusión en torno a la concurrencia
o no de ánimo de lucro en la cooperativa parece estéril, pues en la decisión
sobre el gravamen de los excedentes cooperativos, no se debe atender a vo-
luntades sino a realidades; la cuestión que interesa es si efectivamente una
cooperativa obtiene o no un beneficio como fruto de su funcionamiento, in-
dependientemente de si era tal o no su voluntad, y de existir realmente ese
beneficio, ver cuál debe ser el trato tributario aplicable al mismo.

2.2. Argumentos que tradicionalmente sustentan la existen-


cia de un régimen fiscal especial de las cooperativas

Las principales justificaciones para la existencia de un tratamiento fiscal


propio para las cooperativas encontrados en las diferentes legislaciones y en

personas de los socios a través de las dotaciones efectuadas con esta finalidad […], por su
actuación en estos sectores, por la capacidad económica de sus socios y el mayor acercamiento
al principio mutualista, disfruten de unos beneficios adicional».
4
Sobre la doctrina del acto cooperativo se puede ver Cracogna, 1986. Sus notas
características podrían resumirse en éstas: los sujetos del acto cooperativo son necesariamente
una cooperativa y sus miembros; debe formar parte del cumplimiento del objeto de la
cooperativa; se celebra en el interior de la cooperativa, no es una operación de mercado; su
función económica es la ayuda mutua y no tiene naturaleza contractual; por último, se celebra
en cumplimiento de un acuerdo asociativo, no es una operación aislada.
142 Marina Aguilar Rubio

los análisis doctrinales se pueden sintetizar en las cinco que siguen (Aguilar
Rubio, 2021: 197-2016).
1.º La actividad que desarrollan:
Existe un elevado porcentaje de cooperativas que trabajan en el marco
de actividades de gran necesidad y no siempre suficientemente defendidas,
como serían todas las relacionadas con el sector primario (la agricultura, la
minería, la ganadería, la silvicultura, la apicultura, la acuicultura, la caza y la
pesca, etc.).
Este argumento parece fácilmente rebatible acudiendo a un razonamien-
to bien simple: si la necesidad de apoyo tributario viene justificada por la ac-
tividad que se desarrolla, la protección se debería conceder a todas las en-
tidades que actúen en ese sector de actividad, independientemente de cuál
sea la forma jurídica que adopten (sociedad cooperativa, sociedad anónima,
sociedad limitada u otra) (Alonso Rodrigo, 2001: 43).
2.º La operativa mutualista que las caracteriza:
El requisito de actuación mutualista de la cooperativa y la limitación le-
gal de sus operaciones con terceros constituye una especialidad de funciona-
miento cooperativo en tanto en cuanto es una limitación que puede no existir
para otras sociedades, y en consecuencia, puede tenerse en cuenta al elaborar
un régimen fiscal que se acomode a sus especialidades.
Sin embargo, debemos ser cautos a la hora de esgrimir este argumento
para un trato fiscal favorable, porque la tendencia actual en el mundo coope-
rativo, tanto en lo que respecta a su actuación en el mercado como a su regu-
lación, se dibuja precisamente hacia una cada vez mayor permisibilidad en el
volumen de operaciones con terceros que, de estar totalmente prohibidas en
la primitiva ortodoxia cooperativa, han pasado a amplios niveles de apertura.
En términos generales, se reconoce que la limitación en la operatividad con
terceros para estas sociedades fue una exigencia introducida por las socieda-
des no cooperativas para asegurar que los beneficios fiscales reconocidos a las
cooperativas no les iban a servir para colocarse en una posición de competen-
cia ventajosa en el mercado. Para un sector doctrinal, esta exigencia carece de
sentido en un mercado tan globalizado como el actual, donde la aspiración de
las empresas, sea cual sea su fórmula jurídica, es la de ampliar mercados, en
ocasiones no sólo para crecer, sino simplemente para mantenerse (Paniagua
Zurera, 1997: 204-205).
En cualquier caso, la cuestión que aquí se plantea es: si la ley deja de limi-
tar las posibilidades de la cooperativa para operar con terceros, ¿qué suerte
correrá la fiscalidad especial justificada por esta vía?
La función social como principal justificación... 143

3.º Su menor capacidad económica:


Parte de la presunción de que las personas que forman cooperativas son
por definición personas con recursos económicos escasos, por lo que las coo-
perativas también poseerían una capacidad económica reducida. Ello justifica
un régimen fiscal más ventajoso en aplicación de un principio básico de justi-
cia tributaria, que obliga a los contribuyentes a colaborar en el sostenimiento
de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica. Pero esto no
siempre es así, es un planteamiento puramente teórico. Y pongo un ejemplo:
numerosos ordenamientos jurídicos, entre los que se encuentra el español,
permiten incluso que sociedades capitalistas sean socios de las cooperativas.
4.º Las especiales reglas de funcionamiento a las que están sometidas:
Las cooperativas poseen unas características especiales de funcionamien-
to que justifican plenamente su tributación especial, como la configuración
de su capital, la doble condición de socio y trabajador que concurre en sus
miembros, sus reservas obligatorias específicas, etc. Como es un sujeto pasi-
vo diferente no se puede hablar de discriminación positiva frente al resto de
entidades 5.
5.º La función social que cumplen
Junto al anterior, éste se perfila como el argumento fundamental para
justificar la fiscalidad especial de sociedades cooperativas. La función social
que las cooperativas realizan no sólo en beneficio de sus socios, sino también
del grupo social en general, constituye uno de los argumentos más claros a
favor de una fiscalidad favorable para éstas. De hecho, son muchas las normas
tributarias que aducen precisamente esta función social a la hora de justificar
el trato diferenciado que en ellas se prevé para las cooperativas. Ahondaremos
en esta idea en el siguiente apartado.

3. LA FUNCIÓN SOCIAL DE LAS COOPERATIVAS COMO


JUSTIFICACIÓN DE UN SISTEMA FISCAL PARTICULAR

La función social se manifiesta en que las cooperativas son instrumentos


básicos de creación de empleo, tanto en su modalidad de reflotamiento de
empresas en crisis, como en el de creación de empresas nuevas. Esto es algo
que muestran las cifras y que ha reconocido diversos informes y documen-

5
Gran parte de la doctrina fiscalista española defiende una fiscalidad específica que
mitigue las cargas parafiscales que supone su régimen jurídico sustantivo. Entre otros muchos,
Calvo Ortega, 2005; Tejerizo López, 2010 o yo misma en Aguilar Rubio, 2015, entre otros.
144 Marina Aguilar Rubio

tos tanto internos de los distintos países como de la propia Unión Europea 6.
También es fundamental la aportación del cooperativismo al desarrollo. Es
algo más que una mera afirmación teórica desde el momento en que la ONU
reconoció el importante papel que juega el movimiento cooperativo en varios
sectores sociales y económicos 7.
También numerosas constituciones en todo el mundo reconocen esta
función social como razón que justifica la especial tributación de las coope-
rativas. Así, en España, el art. 129.2 CE impone a los poderes públicos la obli-
gación de promover eficazmente las diversas formas de participación en la
empresa y fomentar las sociedades cooperativas mediante una legislación ade-
cuada. Las Constituciones de Italia de 1947 (art. 45), Grecia de 1978 (art. 12.5
y 6) y Portugal de 1976 (art. 61, 80.f) y 85) también incluyen un mandato de
fomento del cooperativismo, sin determinar, a priori, los medios para ello. El
art. 19.4 de la Constitución búlgara de 1991 dice que «la ley establecerá las
condiciones que conduzcan al establecimiento de cooperativas y otras formas
de asociación de los ciudadanos y entidades corporativas en beneficio de la
prosperidad económica y social». Fuera de esos casos, solo la Constitución de
Serbia de 2006 garantiza la propiedad cooperativa en el art. 86. Y las leyes
cooperativas de Francia o Alemania contienen referencias a la necesidad de
satisfacción de necesidades sociales 8.
Por su parte, en América, la Constitución Federal de Brasil de 1988 que
en su art. 146.III.c) establece que corresponde a la Ley complementar “el
adecuado tratamiento del acto cooperativo”. La Constitución de Paraguay de

6
Desde el Documento de consulta de la Comisión Europea Las cooperativas en la
Europa de las empresas, de 7 de diciembre de 2001; la Comunicación de la Comisión al Consejo,
al Parlamento Europeo, al Comité Económico y Social Europeo y al Comité de las Regiones
sobre El fomento de las cooperativas en Europa, de 23 de febrero de 2004 (COM/2004/0018 final);
el Dictamen sobre distintos tipos de empresa de 1 de diciembre de 2009 (2009/C 318/05)
y el Dictamen sobre Cooperativas y reestructuración de 25 de abril de 2012 (CCMI/093-CESE
1049/2012), ambos del Consejo Económico y Social Europeo. También del CESE; el Informe
sobre La contribución de las cooperativas a la salida de la crisis del Parlamento Europeo de 12 de
junio de 2013 (2012/2321/ (INI)); el Informe sobre La evolución reciente de la Economía Social en
la Unión Europea de 2016 (CES/CSS/12/2016/23406); hasta el reciente Informe sobre El futuro
de las políticas europeas para la Economía Social: Hacia un Plan de Acción de 2018 de Social Economy
Europe.
7
Ya la Resolución de la Asamblea General de la Naciones Unidas de diciembre de 1968:
El papel del movimiento cooperativo en el desarrollo económico y social, reconoce «el importante papel
del movimiento cooperativo en el desarrollo de varios campos de la producción y distribución,
incluyendo agricultura, ganadería y pesca, manufacturas, vivienda, crédito, educación y
sanidad». Así también la Resolución de la Asamblea General de la Naciones Unidas 74/119, de
18 de diciembre de 2019, Las cooperativas en el desarrollo social, entre otras.
8
Ley nº 47-1775, de 10 de septiembre de 1947, sobre el Estatuto de la cooperación
(art.1) de Francia y la Ley de Adquisiciones y Cooperativas Empresariales (§1 GenG) alemana.
La función social como principal justificación... 145

1992, en su art. 113, bajo la rúbrica “Del fomento de las cooperativas” estable-
ce que “el Estado fomentará la empresa cooperativa y otras formas asociativas
de producción de bienes y de servicios, basadas en la solidaridad y la rentabi-
lidad social, a las cuales garantizará su libre organización y su autonomía. Los
principios del cooperativismo, como instrumento del desarrollo económico
nacional, serán defendidos a través del sistema educativo”. La Constitución
Política de la República de Guatemala, en su art. 119. e), establece dentro
de otras obligaciones del Estado “fomentar y proteger la creación y funciona-
miento de las cooperativas proporcionándoles la ayuda técnica y financiera
necesaria”. La Constitución Política de Perú de 1993 contiene una sola refe-
rencia al tema cooperativo en su art. 17, con referencia al ámbito educativo,
en tanto que la anterior, de 1979, era un caso paradigmático por la referen-
cia al cooperativismo en numerosos artículos (arts. 18, 30, 112, 116, 157, 159,
162 y 15ª Disposición general y transitoria). La Constitución Bolivariana de
la República de Venezuela de 1999 dispone de un conjunto de artículos el
70, 118, 184 y 308, que propician el fortalecimiento y desarrollo de expre-
siones asociativas y la consolidación de una economía de participación. La
Constitución Política de la República de Costa Rica, en su art. 64 dispone que
“el Estado fomentará la creación de cooperativas como medio para facilitar
las mejores condiciones de vida de los trabajadores”. La Constitución de la
República de Nicaragua, en el párrafo séptimo de su art. 5, 99 y 103 (reforma-
dos por la Ley Nº 854) garantiza y promueve la forma de propiedad coopera-
tiva sin discriminación respecto de las demás. La Constitución de Honduras
de 1982 establece que la ley «fomentará la organización de cooperativas de
cualquier clase» en el art. 338. La Constitución de El Salvador de1983 también
reconoce el fomento de las cooperativas en su art. 114, al igual de hace la
constitución de Bolivia de 2009 en el art. 55 y la de Ecuador en el 277.6. Como
colofón, la Constitución de la República de Cuba reconoce la forma de pro-
piedad privada cooperativa en su art. 22.b).
Por todo ello, desde el punto de vista de la justificación de un régimen
fiscal favorable para estas entidades, el argumento que resulta más interesante
es el de la identidad de fines que existe entre el Estado y este tipo de empre-
sas, presentándose el beneficio fiscal como una compensación por el desarro-
llo de una labor tendente a realizar el interés general 9. A mi parecer, el interés

9
De hecho, de los documentos citados en las notas anteriores se deduce que las
diferencias del modelo cooperativo podrían justificar un tratamiento fiscal específico, siempre
y cuando, en todos los aspectos relativos a la legislación sobre cooperativas, se respetase
el principio según el cual cualquier protección o beneficio concedidos a un tipo específico
de entidad debe ser proporcional a las limitaciones jurídicas, al valor social añadido o a las
limitaciones inherentes a dicha fórmula societaria y no debe ser, en ningún caso, una fuente de
competencia desleal.
146 Marina Aguilar Rubio

de este último argumento radica en que no sólo justifica la plena existencia


de los beneficios fiscales para estas sociedades, sino que viene a exigir su exis-
tencia en cumplimiento del más básico principio de justicia conmutativa y
distributiva, pues la aportación en especie que, sobre todo las cooperativas,
realizan, debe computarse para reducir su aportación económica vía impues-
tos, pues de lo contrario, estará siendo gravada en mayor cuantía que la que le
corresponde.
Partiendo de la función social que desarrollan las cooperativas se debe
reconocer a estas entidades un régimen fiscal que tenga en cuenta, por lo me-
nos, las dos siguientes características: primera, deberá ser un régimen fiscal
coherente con las especialidades que implica el funcionamiento de la socie-
dad cooperativa; y segunda, deberá ser un modelo incentivador que incluya
un sistema de beneficios fiscales que, de un lado, compense el interés social
que existe en la defensa de estas entidades en atención a su labor y, de otro,
favorezca su desarrollo.
Insisto en que esta función o interés social de las cooperativas no es algo
abstracto y carente de contenido, sino que, como acertadamente señala el pro-
fesor Cracogna, engloba los tres conceptos o ideas básicas que pueden iden-
tificarse en el breve enunciado que explicita el séptimo principio. En primer
lugar, desarrollo sostenible: “las cooperativas no han de trabajar por cualquier
desarrollo o por un desarrollo a cualquier precio, sino que deben hacerlo por
un desarrollo capaz de servir a las generaciones futuras, además de satisfa-
cer las necesidades actuales, tanto en los aspectos económicos como sociales
y ambientales” 10. En segundo lugar, el desarrollo de sus comunidades: las coo-
perativas se comprometen con un desarrollo que, además de sus asociados,
involucre a la comunidad en su conjunto, esto es, que “al servir a sus asociados
está implícitamente sirviendo a la comunidad de la que ellos forman parte
y, por ende, contribuyendo a su desarrollo”. En tercer lugar, todo lo harán
mediante políticas aprobadas por los asociados: implica que son los propios
asociados quienes toman las decisiones y no terceros ajenos a la cooperativa
y que, “cuando los asociados deciden acerca de la gestión de la cooperativa
están, correlativamente, decidiendo acerca de su contribución al desarrollo
de sus comunidades puesto que una y otra cosa están inescindiblemente li-
gadas” (Cracogna, 2022: 27 y 28). Y que, aunque tiene su manifestación más
concreta en el conocido como Fondo de Educación y Promoción -reconocido

10
Como también apunta, esta idea del desarrollo sostenible es superadora de la noción
de desarrollo vigente hace algunas décadas que se identificaba con el crecimiento económico.
Los Objetivos para el Desarrollo Sostenible (ODS) proclamados por la ONU en 2015 especifican
contenidos y acciones que confieren significado tangible y de alcance universal a esta noción y
la ACI se ha adherido a ellos y los ha incorporado a su agenda.
La función social como principal justificación... 147

en leyes cooperativas de Europa y de Latinoamérica 11-, la función social de


las cooperativas va más allá de la existencia de ese fondo y de la formulación
del séptimo principio cooperativo, siendo algo intrínseco a la forma societaria
cooperativa como entidad de la economía social y solidaria.
Por tanto, partiendo de la función social que desarrollan las cooperativas
se debe reconocer a estas entidades un régimen fiscal que atienda al menos a
dos finalidades. La primera, incluir medidas de ajuste técnico, coherentes con
las especialidades del régimen económico de las cooperativas. Y la segunda,
incentivar el modelo en el sentido de contener un sistema de beneficios fis-
cales que sirva tanto para compensar la labor social que cumplen como para
favorecer su desarrollo.
Así, para diseñar un régimen tributario adecuado para las cooperativas
serían necesarias dos tipos de normas. Las normas de ajuste serían las que
aseguran la adecuación técnica de los diversos impuestos por los que tribu-
tan las cooperativas a las características específicas de su régimen económi-
co, estableciendo así para ellas un régimen tributario propio. Mientras que
las normas de incentivo establecerían una serie de beneficios fiscales para las
cooperativas en atención a su función social.

4. CONCLUSIÓN

La cuestión tributaria constituye una de las preocupaciones más acucian-


tes para las cooperativas en todo el mundo y ha adquirido perfiles de impor-
tancia adicional tanto porque se ha generalizado el fomento de los procesos
de integración entre las cooperativas para apuntalar su fortalecimiento, como
porque el nivel de competitividad de las cooperativas frente a las demás em-
presas se halla fuertemente condicionado por el tratamiento tributario de que
sean objeto. Por ello, se hace imprescindible el estudio de la situación tributa-

11
Es cierto que en Europa solo lo regulan los países del sur. En España, tanto las diecisiete
leyes autonómicas como la ley estatal lo regulan, aunque con diferentes denominaciones.
Tomando como ejemplo mi ámbito territorial, en la Ley 14/2011, de 23 de diciembre, de
Sociedades Cooperativas Andaluzas se denomina Fondo de Formación y Sostenibilidad y su
dotación se dirige, entre otras cosas, a incentivar actividades orientadas a fomentar la sensibilidad
por la protección del medio ambiente y el desarrollo sostenible o las políticas efectivas de igualdad de
género (art. 71). Las cooperativas italianas, por su parte, deben dotar el denominado «fondo
mutualista para la promoción y desarrollo de la cooperación» (art. 2545-quater del Código Civil,
Real Decreto de 16 marzo 1942, n. 262). En Portugal, las cooperativas deben dotar la reserva
para un fondo para la educación y formación cooperativas que se dirige a cooperativistas, a
los trabajadores de la cooperativa y a la comunidad (art. 97 del Código cooperativo, Ley nº
119/2015, de 31 de agosto).
148 Marina Aguilar Rubio

ria de las cooperativas en Derecho comparado para intentar adecuar la legis-


lación tributaria a la naturaleza de las cooperativas, por una parte, y procurar
el fomento del modelo, por otro. El profesor Cracogna se ha encargado de
poner de manifiesto las aportaciones que las cooperativas hacen a las comuni-
dades, indicando que llevan a cabo sus actividades con apoyo en los principios
y valores que han sido aprobados por la ACI como la autoayuda, la autorres-
ponsabilidad, la democracia, la igualdad, la equidad, la solidaridad, la ética, la
honestidad, la transparencia, la responsabilidad y la vocación social de sus so-
cios, son fundamentales en la gestión cooperativa (Cracogna, 2004: 167-180).
Como se ha expuesto la tradición de protección a las cooperativas desde
la perspectiva fiscal no son hechos aislados sino que se insertan en la tradición
jurídica de muchos países, en algunos de los cuales es un mandato constitu-
cional. Esta protección fiscal debería ir más allá de la mera adaptación de las
normas tributarias a la forma societaria de la cooperativa, en línea con las
propias tradiciones jurídicas de estos países en sus regulaciones sustantivas de
las cooperativas.
Se suele considerar, a estos efectos, que en Europa existen dos tendencias
en el desarrollo del cooperativismo que se han identificado con la distinción
entre los países del norte, que tienen una visión más economicista del modelo
cooperativo, y los países del sur, con un modelo más social (Paniagua Zurera,
2013: 159 y Vargas Vasserot et al, 2017: 48 y ss). Este desarrollo diferenciado se
ha manifestado tanto en la regulación de su régimen económico como en su
tratamiento tributario.
Así, en los países del norte de Europa, las cooperativas operan en el mer-
cado de una forma más similar al resto de empresas, con una mayor flexi-
bilidad en la aplicación de algunos principios cooperativos, que se traduce
en un régimen económico menos exigente. Ello se traduciría en un régimen
tributario dirigido a mantener la neutralidad respecto del tráfico mercantil.
En cambio, en los países del sur, que inciden más en los fines y objetivos de ca-
rácter social que persiguen. Ello conlleva que la protección de los principios
cooperativos sea más estricta, lo que motivaría la necesidad de proteger a las
cooperativas en el ámbito fiscal, para evitar los perjuicios derivados de tener
que operar en una economía de mercado por un lado, y por otro, para incen-
tivar el movimiento cooperativo puesto que cumple fines de interés general
(Alguacil Marí, 2010: 47) 12.

12
Aunque estas diferencias cada vez están más diluidas, en países como España o
Portugal tradicionalmente se ha limitado la posibilidad de realizar operaciones con terceros
no socios, así como la distribución a los socios de los beneficios derivados de esas operaciones,
mediante su destino, total o parcial, a reservas irrepartibles; junto a la obligación de dotar
algunas reservas o fondos, asimismo no distribuibles generalmente. En cambio, en países como
La función social como principal justificación... 149

En América Latina, encontramos cabida a tesis que van más allá del mero
beneficio fiscal para adentrarse en la no sujeción a imposición de las coope-
rativas o a la exención de tributación de sus rendimientos. No obstante, el
profesor Cracogna señaló hace ya algún tiempo que «parece haberse desata-
do una suerte de persecución fiscal contra las cooperativas que no reconoce
precedentes, la cual tiene lugar aun en países en los cuales tradicionalmente
se les reconocía un tratamiento impositivo favorable» (Cracogna, 2006: 1).
La primera tesis sostiene que, como consecuencia de las peculiaridades
de funcionamiento que caracterizan a la cooperativa, las operaciones que ésta
realiza y las relaciones económicas que desarrolla no integran los hechos im-
ponibles previstos por la norma y, por tanto, son hechos no sujetos al tributo,
y así se recoge, por ejemplo, en el ordenamiento jurídico costarricense. Esta
situación se produce como consecuencia de que la norma fiscal tipifica en
muchas ocasiones los hechos imponibles de los tributos pensando en el régi-
men de funcionamiento de la sociedad convencional, sin tener en cuenta las
peculiaridades de funcionamiento cooperativo 13.
No resulta justificado defender sin más la no sujeción de la cooperativa a
todos los impuestos que pueden afectarla, sino que la sujeción o no de habrá
de determinarse para cada tributo en concreto, mediante la comprobación de
si la cooperativa ha realizado o no el hecho imponible previsto por la norma.
Sólo si esto no es así, podremos decir que nos encontramos ante un caso de
no sujeción.
El propio profesor Cracogna (2006: 5-6) nos ha ilustrado sobre la lógica
que subyace en esta consideración. En cuanto a los tributos que gravan los
patrimonios, por lo general la legislación cooperativa establece la irreparti-
bilidad de las reservas y su destino desinteresado en caso de disolución de la
cooperativa. Consiguientemente, se trata de un patrimonio de carácter social,
no perteneciente a los socios individualmente. Además, el capital aportado
por los socios es la condición para poder utilizar los servicios de las coopera-
tivas, esto es, tiene un carácter meramente instrumental y sólo da derecho a
percibir un interés limitado y no a apropiarse del resultado de la gestión social
como sucede en las sociedades comerciales. Con respecto a los impuestos so-

Alemania u Holanda, el funcionamiento de las cooperativas se rige principalmente por la


libertad de pactos, se permite la operativa con terceros y no se establece un destino obligatorio
para los beneficios. Estas diferencias son las que determinan que en los primeros se prevea
un régimen fiscal favorable, que intenta compensar las limitaciones que su régimen jurídico
produce en la competitividad de las cooperativas; mientras que en los segundos se considere
que el régimen tributario de estas sociedades no deba ir más allá de su ajuste o adecuación
técnica de los impuestos a sus características particulares.
13
Es España se ha pronunciado en este sentido, Rosembuj (1982: 119). Pero sobre todo
es una postura defendida en Argentina. Por todos, CUESTA, 1987: 747.
150 Marina Aguilar Rubio

bre las rentas, señala que las cooperativas devuelven a sus socios el excedente
que arroja el ejercicio anual en proporción a las operaciones realizadas por
cada uno de ellos. De manera que, en principio, corresponde a cada uno de
los socios individualmente tributar por los excedentes que perciba. En el caso
de que exista un impuesto que grave los resultados de las cooperativas, deben
establecerse mecanismos para evitar una doble imposición. Por otra parte, ha
de tenerse presente que en las cooperativas el excedente anual es simplemen-
te un ajuste en el precio de los servicios utilizados por los socios durante el
ejercicio, en tanto que en una sociedad comercial la ganancia es el resultado
de una actividad lucrativa realizada con terceros. Lógicamente, los resultados
que deriven de la prestación de servicios a no socios han de tener un trata-
miento diferente, aun cuando no sean distribuibles. Por último, en cuanto a
los impuestos sobre las transacciones opina que debe tenerse en cuenta que la
operatoria de las cooperativas con sus socios es de una naturaleza singular; no
puede hablarse estrictamente de una transacción entre el socio y la cooperati-
va, sino que hay un acto interno (Cracogna, 1986: passim) 14. De igual manera,
cuando la cooperativa primaria realiza operaciones con su organización de
segundo grado tampoco puede decirse que exista una transacción puesto que
se trata de un acto interno entre ellas. Y considera que si no se analiza adecua-
damente esta cadena de operaciones puede incurrirse en duplicación de los
gravámenes con la consiguiente discriminación en perjuicio de los socios de
las cooperativas que terminarían pagando un impuesto mayor que quienes no
lo son.
La tesis favorable a la exención parcial de impuestos para las cooperativas
parte fundamentalmente de la función social que las mismas cumplen sobre
la base de esta lógica: si los impuestos se recaudan para atender necesidades

14
Defiende aquí que el acto de comercio es la adquisición de bienes muebles para
revenderlos con propósito de lucro, hecha en forma habitual; esa es la actividad comercial,
mientras que el acto cooperativo, en cambio, es el que realiza la cooperativa con sus asociados
para el cumplimiento de sus fines institucionales, es decir, animada por un propósito de servicio.
Si el acto cooperativo posee una naturaleza jurídica determinada conforme con su realidad
económica, no puede ser tratado desde el punto de vista fiscal igual que el acto de comercio,
que es una realidad jurídica distinta, con un trasfondo económico también diferenciado. Por
eso es que los impuestos que gravan las transacciones, llamados impuestos al valor añadido o
agregado, impuestos a las actividades económicas, a los ingresos brutos, a las ventas, etc., en el
ámbito interno a las cooperativas no tienen cabida, porque son diferentes de los actos de un
tercero que compra y vende. Aquí nadie compra y vende, todos compran en común y todos
venden en común -según la clase de cooperativa- pero no hay quien intermedie. Por su propia
naturaleza, la cooperativa no puede intermediar, puesto que está imposibilitada de hacerlo. Si
le quedará una diferencia, como se vio antes, esa diferencia va a parar a los asociados por vía
del retorno, con lo cual nunca la cooperativa, aunque se lo propusiera, podría lucrar con las
transacciones que realiza con sus asociados.
La función social como principal justificación... 151

sociales como pueden ser la educación o la sanidad no debemos cobrar im-


puestos a aquellos grupos de usuarios que a través de la cooperativa, o bien se
satisfacen a sí mismos estas necesidades sin exigir actividad pública por parte
de la Administración, o bien colaboran en la cobertura de estas necesidades
con el sector público (Alonso Rodrigo, 2001: 121-122) 15.
El argumento es especialmente válido para aquellos países donde un im-
portante sector del cooperativismo se dedica a este tipo de funciones, procu-
rando a sus socios servicios imprescindibles (vivienda, sanidad, educación...)
supliendo, en la medida de lo posible, la incapacidad o inactividad del Estado.
No obstante, en los países donde estos servicios básicos son atendidos sufi-
cientemente por el Estado, precisamente por esto, suponen un costo para el
erario público, que se evita a través de la actuación de la cooperativa. Además,
la prestación de estos servicios por la cooperativa y su posterior exención de
impuestos resulta mucho más barata para el Estado que lo que significaría
que él mismo recaudara las cantidades necesarias para hacer frente a ellos, a
continuación organizara el gasto, y finalmente dedicara parte de sus fondos a
estos fines. El ejemplo más claro son las conocidas genéricamente como coo-
perativas sociales 16, que combinan el fin mutualista típico de la cooperativa
junto con el interés general de toda la comunidad o de un grupo objetivo
específico, por lo que sirven a intereses más amplios que los de sus miembros.
En cualquier caso, en términos generales, las cooperativas representan
una forma societaria responsable en la medida en que realizan funciones pú-
blicas y que, haciéndolo, coadyuvan al sostenimiento de los gastos públicos.
Además, están sometidas a un régimen económico estricto que les orienta a la
consecución de esos mismos fines sociales de interés general. La introducción
de beneficios fiscales diseñados para fomentar los valores éticos de la empresa
-sociales y laborales fundamentalmente- no solo es una necesidad política y so-
cial sino que, a su vez, puede abrir el camino hacia una solución para evitar la
pérdida de competitividad de las cooperativas en el mercado. Las cooperativas
han tenido y siguen teniendo en muchos otros países un régimen fiscal espe-
cífico y pretendidamente beneficioso respecto de otras empresas. La justifica-
ción de su existencia se ha basado en múltiples razones, vinculadas bien a las
limitaciones que su propio régimen jurídico y económico han supuesto a su

15
Señala también la autora que no faltan detractores de esta tesis, que argumentan que
un excesivo proteccionismo estatal del fenómeno cooperativo a través de normas tributarias
favorables conduciría a una excesiva dependencia del Estado por parte del sector, traducida
irremediablemente en un estancamiento crónico en su desarrollo y una permanente ineficacia
empresarial en su gestión y funcionamiento.
16
En las leyes cooperativas adoptan diferentes nombres, como cooperativas de
integración social, de interés social, cooperativas de servicios públicos o también de iniciativa
social.
152 Marina Aguilar Rubio

desarrollo o a sus posibilidades de expansión; bien a que permiten el acceso


de los trabajadores a los medios de producción (autoempleo); pero, funda-
mentalmente, al papel de estas entidades en sectores productivos de especial
valor social.
La existencia de regímenes fiscales de protección o favorables a las coo-
perativas se insertan, pues, en una tradición jurídica compartida entre dis-
tintos países y constituye un principio general de su ordenamiento jurídico.
Convenimos con Alguacil Marí (2010: 48) que, en la medida en que los tribu-
tos deben dirigirse necesariamente a la consecución de los fines generales del
ordenamiento jurídico, las medidas de incentivo deben considerarse justifica-
das cuando resulten necesarias de acuerdo con la lógica del sistema, como es
el caso de un tratamiento tributario especial para las cooperativas.

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CAPÍTULO 9
La naturaleza jurídica de la cooperativa

Orestes Rodríguez Musa


Profesor Titular de Derecho Cooperativo
Universidad de Pinar del Río
Orestes Rodríguez Musa / Orisel Hernández Aguilar
Profesora Titular de Derecho Romano
Universidad de Pinar del Río

Sumario: 1. Introducción. 2. A propósito de la naturaleza jurídica: precisiones sobre su


significado. 3. Antecedentes históricos de la naturaleza jurídica de la coope-
rativa. 4. Reflexiones en torno a la naturaleza jurídica de la cooperativa en la
contemporaneidad. 5. Conclusiones. 6. Bibliografía.

1. INTRODUCCIÓN

La conocida Declaración sobre la Identidad Cooperativa (ACI, 1995),


así como otros instrumentos utilizados por el movimiento cooperativo a ni-
vel mundial, regional y local, han conseguido una delimitación cada vez más
exacta de la cooperativa, resultante de una ininterrumpida labor de consenso
por más de un sigo. Pero, si bien “es difícil encerrar en fórmulas de tipo socio-
lógico, nociones de una riqueza y complejidad tan vastas como las del hecho
cooperativo, reunirlas clara y totalmente en un texto legal es la cuadratura del
círculo” (Lavergne, 1971: 116).
La complejidad de la labor legislativa se acentúa con el carácter instru-
mental del Derecho, al servicio de los intereses políticos prevalecientes en
156 Orestes Rodríguez Musa / Orisel Hernández Aguilar

cada contexto, todo lo cual explica que no siempre han conseguido, o no


siempre han querido conseguir, sus hacedores y operadores en general, ade-
cuar la cooperativa a los patrones teóricos y técnicos que exige su esencia. Por
consiguiente, no pocas veces se ha encuadrado a la figura dentro de formas ju-
rídicas asociativas que no alcanzan a tipificar su dimensión empresarial o, por
el contrario, se le ha regulado asumiendo posturas excesivamente mercantilis-
tas, limitándose así el desarrollo de sus potencialidades socioeconómicas.
Esta problemática, nos conduce al necesario abordaje de la naturaleza
jurídica de la cooperativa, teniendo en cuenta que su correcta delimitación
redunda en asuntos de alta trascendencia jurídico-práctica, entre los que po-
demos mencionar la determinación de su régimen registral, que contempla
no solo la precisión del Registro correspondiente, sino además el de los actos
de interés registral; la determinación de la jurisdicción competente, que debe
operar con unas reglas de solución de conflictos ajustadas a las características
de la figura; el régimen tributario, que debe avenirse a las verdaderas mani-
festaciones de capacidad económica y gravar solo el lucro, no la actividad que
desarrolla; y su relación con otros sujetos, como la Administración Pública,
que puede incidir en su fomento o en su involucramiento en dinámicas de
compromiso social.
Sobre esta base, el objetivo de este trabajo es valorar la naturaleza jurídica
de la cooperativa. Para ello, se comienza ofreciendo una aproximación teóri-
ca general al significado de “naturaleza jurídica”. Seguidamente, se explican
los antecedentes históricos de la naturaleza jurídica de la cooperativa desde
un enfoque romanista. Por último, se sistematizan las diferentes concepciones
contemporáneas sobre la naturaleza jurídica de la institución objeto de estu-
dio, antes de tomar partido en este debate.

2. A PROPÓSITO DE LA NATURALEZA JURÍDICA: PRECISIONES


SOBRE SU SIGNIFICADO

De conformidad con el propósito de este trabajo, resulta imprescindible


una aproximación general a la noción de “naturaleza jurídica”, a fin de fijar
el sentido y alcance que a ella se atribuye y, por ende, el hilo conductor de las
reflexiones que a continuación se ofrecen. Está lógica procura apartarse de la
tendencia de los juristas identificada por Estévez (1956) de estar “continua-
mente intentando desentrañar la naturaleza de multitud instituciones antes
de haber resuelto qué hay que entender por naturaleza jurídica y de qué for-
ma puede ésta ser adecuadamente descifrada” (159-160).
La naturaleza jurídica de la cooperativa 157

Lo primero que se percibe al examinar las concepciones de quienes han


estudiado el asunto es la notable diversidad de enfoques que conduce a una
multiplicidad de criterios.
En una síntesis interesante Cornejo Guerrero (1997) apunta la existencia
de dos perspectivas al respecto. Una de ellas asume a la naturaleza jurídica
como esencia inmutable, un valor absoluto, que se mantiene en el tiempo.
Esta esencia “operaría de manera autónoma, aunque en conexión con los
contextos históricos en los que se da el Derecho” (119). De tal forma, “al apre-
ciar cualquier institución jurídica, tendríamos cierta tendencia «innata» a al-
canzar la esencia de dicha institución y así evitar toda solución injusta” (120).
También Estévez (1956) reconoce la existencia de esta opinión cuando
sostiene: “Una gran parte de los autores que han reflexionado algo sobre esta
cuestión, parecen apadrinar la creencia de que los términos «esencia» y «na-
turaleza» son enteramente sinónimos. Una opinión tal, va muy de acuerdo
con la tradición de las Escuelas medievales y modernas que fraguaron el albo-
rear de la Ciencia jurídica. Tiene también cierta raigambre clásica, que le da
sabor y valimiento” (161).
Dentro de esa misma corriente se inscriben planteamientos diversos, pero
que mantienen la unidad en torno a la presencia de una “esencia” en las figu-
ras. Así Pérez Contreras (2010) define a la naturaleza jurídica como aquella
que “se refiere a las características, connotación, elementos esenciales y de
existencia, así como al estado de la cuestión de un concepto, figura o institu-
ción, en este caso jurídicas” (254). Por su parte, Güitrón Fuentevilla (2017)
sostiene que se trata de “lo primordial de cada institución. Lo que no requiere
artificios ni mezclas en su integridad. Es la esencia de cada figura” (267).
La idea que subyacente en esta postura ius-filosófica se corresponde con
lo que Cornejo Guerrero (1997) llama aspecto psicológico del asunto, a saber:
“el individuo y especialmente el hombre de derecho, siempre tiende a relacio-
nar la institución estudiada con su personal concepto de lo que debería ser
dicha institución. En otras palabras, busca por todos los medios posibles unir
el plano del ser con el plano del deber ser, y para ello no interviene tanto su
formación como jurista u hombre de derecho, sino que simplemente su lado
humano y su propia cosmovisión (…), por lo cual sentirá la inclinación a en-
contrar la esencia de la institución estudiada como algo que deba equipararse
a una verdad absoluta” (120).
Este discurso implica cuestionamientos a la falta de inmutabilidad de la
naturaleza jurídica, en la complejidad de la noción de “esencia” y en la falta
de certeza sobre su determinación.
Por consiguiente, se sostiene otra concepción, continúa explicando
Cornejo Guerrero (1997), que tiene en cuenta a las instituciones jurídicas
158 Orestes Rodríguez Musa / Orisel Hernández Aguilar

como una construcción resultante de una sociedad dada, ajustadas a sus rea-
lidades y necesidades, por lo que no sería posible atribuirle ni un valor ideal,
ni tampoco inmutable, “sino más bien entender y situar dichas instituciones
dentro de los procesos sociales que se desarrollan, para así poder apreciar su
verdadero carácter” (120).
Sin embargo, el riesgo que entraña esta posición pasa por asumir que la
naturaleza jurídica, en tanto resulta de lo que existe materialmente, se cons-
truye a partir de la estructura del instituto en la forma en que el Derecho
reconozca tal realidad (Maschi, 1937: 73). Esto podría derivar en una subor-
dinación de la naturaleza de las cosas a la voluntad del legislador, que podría
socavar la estabilidad y seguridad de la ciencia jurídica.
En una tercera posición podría ubicarse al grupo de concepciones que,
según Estévez (1956: 166), equiparan la naturaleza jurídica a la “categoría”,
“tipo” o “género”. En ella entran una pluralidad de autores que ven, detrás de
la naturaleza jurídica, el género próximo de una institución o el género supre-
mo, según sea el caso (166).
Para ilustrar se puede tomar el criterio del Consejo de la Magistratura de
la Ciudad de Buenos Aires (s/f), que en su Glosario Ijudicial afirma, respecto a
la naturaleza jurídica: “Calificación que corresponde a las relaciones o institu-
ciones jurídicas conforme a los conceptos utilizados por determinado sistema
normativo. Así, por ejemplo, la naturaleza jurídica de la sociedad será la de un
contrato plurilateral, desde la perspectiva de su constitución, y la de una per-
sona jurídica, desde el ángulo de su existencia como organización”.
En esta misma línea de pensamiento, Sergio Le Pera considera que la na-
turaleza jurídica consiste en “establecer un tipo específico de relación entre el
conjunto de preceptos en que este concepto consiste, y otro concepto (con-
junto de preceptos) considerado «superior» o «genérico»” (citado en Cornejo
Guerrero, 1997: 121).
Esta perspectiva tiene utilidad para el encuadre de la polémica, en tanto
permite “en cualquier rama del Derecho y respecto a sus instituciones, ubicar-
las con precisión en el campo jurídico correspondiente” (Güitrón Fuentevilla,
2017: 265). Sin embargo, tropieza con el inconveniente de someter la deter-
minación de la naturaleza de las instituciones jurídicas, a la precisión de dicha
naturaleza en otras categorías también controvertidas y abstractas.
La disparidad de posiciones expuesta y las claras insuficiencias de unas
y otras, han dado lugar a posturas contrarias al empleo del término natura-
leza jurídica. En tal sentido Haba Müller (2007) rechaza su empleo al decir:
“…tiene connotaciones que llevan a alejar el discurso de los carriles científi-
co-empíricos: todo ese lenguaje, el hablar para estas cuestiones de una «natu-
La naturaleza jurídica de la cooperativa 159

raleza», arrastra implícitamente hacia trasfondos metafísicos y en general aca-


rrea implicaciones emotivizantes, tiende a inmiscuir la cuestión del «derecho
natural» (...). Por lo habitual, quienes invocan alguna «naturaleza jurídica»,
no argumentan en forma que esté al alcance de una razón relativamente des-
prejuiciada y armonizable con los discursos científicos en general, y que sea
susceptible, así, también de abrir las puertas del discurso jurídico a la transdis-
ciplinariedad…” (61-62).
Pese esta y otras críticas que se puedan formular, la naturaleza jurídica
es una construcción consustancial al Derecho Moderno, el cual se distingue
por el proceso de diferenciación y generalización sobre el objeto de estudio,
hasta ubicarlo en una determinada categoría. Como apunta Munné (2004),
en la necesaria labor de racionalización: “…se crearon «conceptos» en torno
a nociones (…) respecto de las cuales la jurisprudencia antigua carecía de de-
signación unitaria. Las categorías puramente sistemáticas, que habían faltado
al analítico pensamiento jurídico romano, fueron creadas entonces. Cobró
especial importancia el principio según el cual lo que el jurista no puede con-
cebir tampoco existe jurídicamente” (107).
Consecuentemente, la naturaleza jurídica hace parte de ese proceso ra-
cionalizador, mediante el cual “…de un lado se buscan elementos sustancial-
mente distintos entre las instituciones (para diferenciarlas y no confundir una
con otra) y de otro se trata de encontrar los elementos comunes (…) para
agruparlos en una sola categoría” (Cornejo Guerrero, 1997: 105).
Partiendo de las reflexiones anteriores, en este trabajo se toma partido
por una posición ecléctica que procura ponderar los aciertos de las posturas
examinadas y conciliar sus desacuerdos. Si bien es cierto que el Derecho y sus
instituciones están influidos por las particularidades de cada contexto, ello no
desdice la existencia de regularidades que las distinguen a lo largo del tiempo
y/o en un momento dado, sobre todo en el mundo moderno, en tanto resulta
progresivamente homogenizante.
Esas regularidades, configuran los elementos que determinan lo invaria-
ble de la institución, aquello que pudiera describirse como su “esencia”, por
cuanto permiten distinguirla e identificarla, haciéndola parte de un género.
De ahí surge, adicionalmente, la posibilidad de que se puedan agrupar en
clasificaciones categoriales más generales, incluso encuadrarlas por ramas del
Derecho, lo cual incide en el régimen jurídico que les resulta aplicable.
Todo lo anterior repercute en una comprensión de la naturaleza jurídica,
según la cual, las normas no son en exclusiva las encargadas de perfilar lo
esencial de una institución. Estas deben procurar coherencia con la dimen-
sión fáctica del Derecho, acorde a los requerimientos de su época y de su so-
160 Orestes Rodríguez Musa / Orisel Hernández Aguilar

ciedad. Para ello se debe asumir, además, que en el ejercicio intelectual que
conlleva su ordenación, intervienen la doctrina y la jurisprudencia como ac-
tividades con capacidad para generar una mejor comprensión de la realidad.

3. ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LA NATURALEZA JURÍDICA


DE LA COOPERATIVA

La integración de esfuerzos colectivos a un fin común ha existido siempre


y, aunque pudieran relacionarse antecedentes diversos (de Miranda, 2012: 65-
69), no es menos cierto que esta gana carta de presentación en el orden jurídi-
co con la institución de la societas como figura legalmente ordenada.
El Derecho Romano concibe a la societas como un contrato consensual,
plurilateral, sin reflejo de la posición de los contrayentes en frente a terceros,
con el fin de poner en común bienes y/o actividades en función de un benefi-
cio colectivo que se revierte en uno particular con arreglo a las reglas adopta-
das por los contrayentes, siempre que estas no resulten leoninas.
El animus societas es un elemento cardinal en esta figura, de ahí su perte-
nencia a la categoría de contratos consensuales (Gai. 3, 135). En consecuen-
cia, este no solo debe manifestarse en la constitución del negocio jurídico,
sino que debe reiterarse de forma continuada. Esa necesaria reiteración de la
voluntad societaria supone la participación constante, consciente y activa de
sus miembros.
La dinámica democrática antes apuntada es aplicable en exclusiva hacia
lo interno, puesto que solo vincula a los asociados, “sin reflejo de la posición
de los contrayentes en frente de terceros” 1 (Arangio Ruiz, 1982: 60). Se pue-
de entender esta peculiar circunstancia a partir del carácter plurilateral del
vínculo, toda vez que las partes adquieren derechos y obligaciones respecto
a todas las demás y el beneficio se obtiene de la colaboración organizada en-
tre ellas (Ojeda Rodríguez, 2006: 106-108). En concordancia, se recurre al
mandato como medio para exteriorizar la voluntad colectiva y para recibir los
efectos resultantes de esta.
Según Arangio Ruiz (1982), como regla, aun cuando un socio desarrolle
una actividad contractual con un tercero como parte del ejercicio social, no
se crea una relación del resto de los socios (de la sociedad) con esa tercera
persona, es decir: “esto no tiene trascendencia en cuanto a la titularidad activa
o pasiva de las obligaciones contraídas, o la propiedad de los bienes: de he-

1
Traducción al español del original en italiano de los autores.
La naturaleza jurídica de la cooperativa 161

cho, debido al principio del derecho romano que excluye la representación


directa, aunque actúe por cuenta ajena, ese accionista actuará exclusivamente
en nombre suyo, con efectos inmediatos sólo en su propio favor, y será en un
tiempo posterior que, mediante la realización de los actos oportunos, transfe-
rirá a los demás lo que les corresponda en los beneficios y recibirán qué parte
de las pérdidas les corresponde a ellos. En definitiva, ocurrirá todo lo que
ocurriría si, en lugar de actuar bajo el contrato de sociedad, ese contratista
hubiera actuado como mandatario o como gestor de negocios” (85) 2.
La figura en comento también es flexible respecto a los objetos sociales
posibles a asumir, toda vez que la única objeción establecida para ello es la
ilicitud (D. 17, 2, 3, § 3). Así pueden encontrarse referencias a “societas totorum
(od omnium) bonorum”, que pueden identificarse con una sociedad universal;
“societas unius alicuius negotii” (Gai. 3, 148), que serían las dedicadas a una ac-
tividad industrial o comercial determinada, aunque eventualmente compleja
(Arangio Ruiz, 1982: 120); y sociedades para fines de culto, asistencia (mutua
o con terceros), ocio (Guarino, 1998: 67-68).
De lo expuesto se colige que la actividad de la sociedad depende del apor-
te de los socios en la consecución del objeto social. Este puede ser distinto en
cantidad y calidad (Gai. 3, 149). En este mismo orden no resulta relevante que
las aportaciones tengan un valor desigual, pues quienes aportan menos pue-
den compensar la deficiencia patrimonial con su trabajo. Con respecto a la
distribución de pérdidas y ganancias, cuando nada se haya convenido por los
socios, opera a partes iguales. Sin embargo, existe posibilidad de establecer
otras reglas al respecto, siempre que no dieran lugar a un criterio leonino (D.
17, 2, 29, § 2).
Un último elemento a considerar de la “societas” es la centralidad del ele-
mento humano en ella, toda vez que no se precisa de la presencia de un patri-
monio separado (Wieacker citado en Guarino, 1998: 38). Lo más relevante de
la agrupación constituida es la finalidad de satisfacción común que moviliza y
hace perdurar la voluntad de los socios. Ese fin común se ha identificado con
“alcanzar tanto al repartimiento de los beneficios, cuando estos existieran,
como al enfrentamiento de las pérdidas, si estas se producían” (Fernández
Bulté, Carreras Cuevas & Yánez, 2004: 149). El carácter del beneficio y la pér-
dida, de conformidad con lo que se ha venido exponiendo, debe considerarse
en el más amplio sentido, y no equipararlo solo al lucro.
Esta concepción, que visualizaba a la colectividad y, para asegurar sus inte-
reses, disponía reglas que aseguraran la participación de los socios y la respon-
sabilidad de los mandatarios, prevaleció hasta la configuración del Derecho

2
Traducción al español de los autores, del original en italiano.
162 Orestes Rodríguez Musa / Orisel Hernández Aguilar

Moderno. Cuando este último emerge, “los vislumbres ocasionalmente muy


certeros de los juristas romanos fueron arrancados de su conexión con el caso
concreto (…) para ser elevados a la categoría de últimos principios jurídicos,
sobre la base de los cuales se argumentaba luego deductivamente” (Munné,
2004: 107). Sin embargo, en este proceso se atisba la recepción del Derecho
Romano en documentos legales que atestiguan la pervivencia de la institución
de la “societas” y que pueden ofrecer referentes para el rescate de la peculiar
visión que en ella se hace de la dinámica societaria.
En Las Siete Partidas, se encuentra presente la “compañía” (Partida
Quinta, Título X). Bajo esa denominación, se ordena un contrato de sociedad
en el que persiste el animus societa, la plurilateralidad y consensualidad del
contrato, la licitud y flexibilidad del objeto social, la heterogeneidad en los
aportes de los socios y la gestión democrática.
Siglos después, el Código Napoleónico asume una definición (artículos
1832 y 1833) y características (V. gr. artículos 1833, 1853 y 1855) del contrato
de sociedad también semejantes a las del Derecho Romano. No obstante, ya se
atisba en esta norma la ruptura con la tradición jurídica precedente. Esto vie-
ne dado por la emergencia de las ramas del Derecho, en las cuales las figuras
de orígenes comunes, serán sometidas a regímenes particulares como parte
del proceso de abstracción y clasificación. Nótese que en este cuerpo legal se
admite la existencia de otro tipo de sociedades a las cuales le son aplicables
algunas reglas generales de la sociedad (artículo 1873), pero a las que ya se les
reconoce especialidad.
A la par de las transformaciones en el Derecho surgidas con la consolida-
ción de la sociedad burguesa, va ganando credencial de identidad la coopera-
tiva. Consecuentemente, ella se verá afectada por las divisiones y clasificacio-
nes que experimenta la noción de sociedad. En Inglaterra, donde termina por
adoptar la cooperativa su primera configuración como tal, bajo los principios
de los Pioneros de Rochdale, los primeros encuadres jurídicos de la figura
discurrieron bajo la Friendly Societies Act, próximas a una identidad mutualis-
ta, hasta que en el año 1852 fueran amparadas por la Industrial and Provident
Societies Act (Lambourne, 2008).
De manera semejante, en Francia, la Loi sur les societés en Commandite par
Actions, Anonymes et Coopératives de 1867, incluyó a la cooperativa dentro de
sus preceptos, asignándole un carácter mercantil bajo la forma de sociedad
de capital variable (Bédarride, 1871: 237-304). Mientras, en España, las socie-
dades cooperativas que se dedicaban a actos de comercio se ordenaron por
el Código de Comercio de 1885 (artículo 24) y las que asumieron actividad
mutualista o de otro tipo se ampararon en la Ley de Asociaciones de 1887
(artículo 1).
La naturaleza jurídica de la cooperativa 163

Por consiguiente, la novedad y complejidad de la identidad coopera-


tiva, que por demás fragua en un contexto de cambios importantes para el
Derecho, dieron lugar a una pluralidad de concepciones respecto a la natura-
leza jurídica de la institución, las cuales se examinan seguidamente.

4. REFLEXIONES EN TORNO A LA NATURALEZA JURÍDICA DE LA


COOPERATIVA EN LA CONTEMPORANEIDAD

El asunto de la naturaleza jurídica de la cooperativa ha sido muy debatido,


en tanto la flexibilidad con que la ACI delimita la identidad de la institución
propicia que tanto el legislador como la doctrina y la jurisprudencia realicen
una tipificación partidista del hecho socioeconómico que significa.
En tal sentido, se advierten tres posturas principales: la que la considera
una asociación; aquella que la concibe como sociedad mercantil y una última
que la tipifica como una institución sui géneris, con identidad jurídica propia
(Gadea Soler; Sacristán Bergia & Vargas Vasserot, 2009: 70-83).
Como punto de partida para este análisis, vale recordar que «la circuns-
tancia de que la sociedad mercantil sea una especie del amplio género que es
la asociación, no permite identificar ambas figuras…» (Uría González, 1969:
166), pese a que tanto las primeras como las segundas existen gracias a una
fusión de voluntades en torno a un fin común. Hasta hace algunos años, era
aceptado como elemento más seguro para lograr una distinción entre socie-
dades y asociaciones (en sentido estricto) el fin lucrativo que acompañaba a
las primeras (como requisito sine qua non) y no a las segundas. Sin embargo, la
creciente flexibilización de categorías jurídicas como las de “sociedad” y “áni-
mo de lucro”, han hecho aún más compleja la tipificación de las cooperativas.
La postura que las considera como asociaciones, seguida por Castán
Tobeñas (1985) y Díez-Picaso & Guillón (1999), proviene en mayor medida
de los seguidores de un cooperativismo ortodoxo, noción que fue mayoritaria
hasta hace algunas décadas y cuyo principal sustento descansa en el hecho
-poco discutido hasta entonces- de que estas entidades carecen de ánimo de
lucro. En consecuencia, si en las cooperativas falta uno de los elementos esen-
ciales del concepto de sociedades, no pueden ser más que parte del concepto
genérico de asociaciones. A este argumento se suma que la cooperativa, como
las asociaciones, cuentan con un interés social que justifica el mandato legal
comúnmente presente de su fomento por la Administración Pública.
La concepción anterior alberga un importante trasfondo ideológico que
sacrifica el reconocimiento jurídico de la dimensión empresarial de la coope-
164 Orestes Rodríguez Musa / Orisel Hernández Aguilar

rativa (Gadea Soler, 1999). De esta forma, se mutila su esencia y, por tanto, se
reduce la protección jurídica de su actividad comercial, como si esta no fuera
imprescindible para el despliegue de la vocación social de la figura.
Contra esta posición, y en defensa del carácter societario de la institución,
han ganado terreno las tesis revisionistas. Desde esta perspectiva, se distin-
guen tres vertientes para justificarlo: a- la interpretación amplia del ánimo
de lucro, para la que es suficiente con que los socios obtengan una ventaja
de carácter patrimonial, no solo con un incremento positivo de la riqueza,
sino también permitiendo el ahorro o evitando pérdidas (Uría González,
1969; Vérgez Sánchez, 1973; Bercovitz Rodríguez-Cano & Broseta Pont, 1986;
Menéndez, 1995); b- la interpretación amplia del concepto de sociedad, en
virtud de la cual se niega que el ánimo de lucro sea un elemento de impres-
cindible presencia en todas las sociedades, sino solo en una categoría especí-
fica, la sociedad con causa lucrativa (Sánchez Calero & Olivencia, 1964; Girón
Tena, 1976; Llobregat Hurtado, 1990; Pantaleón Prieto, 1993); y c- la existen-
cia de cooperativas lucrativas, que parte de considerar una falacia que estas no
tengan la finalidad de obtener ganancias, para después considerarlas socieda-
des lucrativas, lo cual se fundamenta en la tendencia del Derecho positivo de
omitir el fin no lucrativo de las cooperativas en sus definiciones (Gadea Soler,
1999; Paniagua Zurera, 2005).
El gradual acercamiento de la cooperativa a los dominios societario-mer-
cantiles, se aprecia también en el reconocimiento legal de socios puramente
de capital; en la posibilidad de participación de la cooperativa en sociedades
capitalistas; en las fusiones especiales con sociedades de este tipo; en la am-
pliación de los límites para operar con terceros y de los márgenes para la dis-
tribución de los resultados extra-cooperativos entre los socios; entre otros as-
pectos (Gadea Soler; Sacristán Bergia & Vargas Vasserot, 2009: 81).
Desde esta perspectiva, sería ingenuo no percatarse de que estas postu-
ras son expresión de la dinámica absorbente del capital. A fin de cuentas,
el Derecho posee un carácter instrumental al servicio de los intereses eco-
nómico-políticos prevalecientes en cada contexto. No obstante, la natura-
leza de las instituciones jurídicas la determinan sus rasgos intrínsecos, cu-
yas cualidades sociales, en el caso de la cooperativa, desborda los contornos
societario-mercantiles.
En tal sentido resalta la vertiente doctrinal que considera a la cooperativa
como una institución sui géneris. En ella no se acepta el carácter societario de
la cooperativa, por cuanto carece de ánimo de lucro, requisito imprescindible
para considerársele como tal. A su vez, se niega que sean asociaciones propia-
mente dichas, pues estas no alcanzan a englobar su contenido empresarial y,
además, por tener una serie de rasgos diferenciadores que delimitan su iden-
La naturaleza jurídica de la cooperativa 165

tidad jurídica propia. Por tanto, es mérito fundamental de esta postura el de


conciliar, en una misma fórmula jurídica, las dimensiones económica y social
de la cooperativa.
Destaca en su defensa Vicent Chuliá (1991: 1019-1021), para quién esta es
una institución que se diferencia de la sociedad, entre otros aspectos, en la es-
tructura del patrimonio, puesto que, si en esta es todo repartible, en la coopera-
tiva existe una parte irrepartible. También se diferencian en los derechos de sus
miembros, que en la cooperativa solo pueden exigir la liquidación de sus apor-
taciones, cuando en la sociedad podría liquidarse todo el capital social; unido
a que tienen derechos políticos equivalentes a los del socio, pero ejercidos con
absoluta igualdad. Además, soportan deberes de asistir y votar en Asamblea,
aceptar y ejercer los cargos (salvo justa causa de excusa) y de utilizar los servicios
de la cooperativa (Montenegro De Siquot & De Gregorio, s/f).
Sin minimizar la importancia de los aspectos antes señalados, el hecho de
que la cooperativa se presente como una nueva categoría descansa fundamen-
talmente en su finalidad, lo cual determina lo esencial, es decir, la misión que
le corresponde en el sistema socioeconómico en que se desenvuelve.
Para explicar lo anterior se ha estructurado la teoría del “acto cooperati-
vo”, de factura latinoamericana y que tiene entre sus principales exponentes
a Salinas Puente en México, Bulgarelli en Brasil y Cracogna en Argentina,
además de que se ha concretado en la Ley Marco para las Cooperativas de
América Latina (ACI, 2009: artículo 7) y en la legislación de al menos 14 paí-
ses de la región (García Müller, 2019; Torres Morales, s/f).
Este acto constituye el medio o instrumento principal para la realización
práctica de la razón de ser de la cooperativa. Salinas Puente se refiere a él
como “el supuesto jurídico, ausente de lucro y de intermediación, que realiza
la cooperativa en cumplimiento de un fin preponderantemente económico y
de utilidad social” (Salinas Puente, 1954: 2).
En la misma dirección explica Cracogna (1986) las notas esenciales y con-
sustanciales a estos actos que permiten afirmar que no tienen una naturaleza
civil ni comercial ni otra cualquiera, sino una que les es propia y que los dis-
tingue dada la propia finalidad de la institución: a- intervención de socio y
cooperativa; b- objeto del acto idéntico al objeto de la cooperativa; y c- espíritu
de servicio, donde hay un corpus (el objeto material o inmaterial sobre el que
versa) y un animus (la voluntad de servicio que informa la relación).
Por consiguiente, advierte Naranjo Mena (2014) que en la cooperativa:
“…el fin no es el lucro, sino el servicio al socio; no es la ganancia, sino la sa-
tisfacción de sus necesidades, pues, esas necesidades son las que unieron a
los socios para formar la cooperativa y mediante el aporte y esfuerzo mutuo,
166 Orestes Rodríguez Musa / Orisel Hernández Aguilar

auto-proveerse de su fuente de trabajo, de servicios, de abastecimiento o co-


mercialización de sus productos, según el tipo de cooperativa”.
Por ejemplo, en una cooperativa de trabajo, la actividad económica que
se desarrolla (V. gr.: gastronomía, trasporte, gestoría de alojamiento, etc.) es
solo un medio que sirve al propósito superior de satisfacer la necesidad de un
empleo digno y óptimamente retribuido a sus asociados. La actividad empre-
sarial no es un fin en sí mismo, sino un medio para la consecución de determi-
nado objetivo social. El capital sirve al hombre y no a la inversa.
Si la cooperativa surge y se organiza en atención a otros propósitos diferen-
tes a los de servir a sus asociados, entonces estaremos ante una falsa cooperativa,
cuyo fin quizás no sea ilegítimo en sí mismo, pero sí por la forma jurídica que
asume. Esta desnaturalización que, por lo general aparta a la institución de su
carácter social, puede llegar hasta la concepción jurídica de la figura, que mu-
chas veces la entiende y la proyecta no hacia dentro, sino hacia afuera, buscan-
do insertarla en la lógica del mercado, en lugar de oponerla a ella.
Por tanto, es el acto cooperativo la piedra angular para sostener la natura-
leza peculiar de las relaciones sociales que resultan al interior de lo que llamó
Bulgarelli (1967: 107) el “círculo cerrado” de estas formas asociativas, es decir,
entre ella y sus asociados, y también en el ámbito cooperativo, o sea, entre en-
tidades de este tipo que colaboran unas con las otras en cumplimiento de su
objetivo social (ACI, 2009: artículo 7).
Sin embargo, lo anterior no desconoce que, de forma creciente, las coo-
perativas pueden prestar servicios propios de su objeto social a no socios, en
cuyo caso estas relaciones se regirán no ya por la norma estatutaria y las nor-
mas cooperativas especiales, sino por el Derecho común (V gr.: laboral, mer-
cantil o civil, según sea el caso). En estos supuestos, so pena de desnaturali-
zarse la figura, también los actos jurídicos que realice deben contener animus
social. La naturaleza especial de estos actos sería solo salvable si los beneficios
que generan se revierten hacia los no socios sujetos de tales, por ejemplo, a
través de la creación de un fondo especial para este propósito (ACI, 2009:
artículo 8).
Aceptar como válida la teoría del acto cooperativo, no solo implicará re-
conocer la diferente naturaleza de la institución, sino que además exigirá de-
fender un Derecho Cooperativo como rama autónoma, imprescindible para
estudiar y regular relaciones sociales diferentes a las que constituyen el objeto
de las otras ramas conocidas. Si bien nos declaramos partidarios de esta postu-
ra, cierto es que no siempre existen las condiciones objetivas y subjetivas para
ser asumida eficazmente por los ordenamientos jurídicos sin que ello suponga
generar mayor fraccionamiento e incongruencias, puesto que la especializa-
La naturaleza jurídica de la cooperativa 167

ción ha de ser sistémica y con el único propósito de que no se desvirtúe la


esencia de las instituciones.
El Derecho Cooperativo es un fenómeno apenas en surgimiento. Hasta
tanto no se consolide, difícil será concretar con armonía los principios, las
normas, la jurisprudencia y la práctica jurídica basados en la identidad coo-
perativa, tal como se requiere para que otras ramas del Derecho, arraigadas y
con tradición, no suplan el lugar que a este corresponde.

5. CONCLUSIONES

La naturaleza jurídica puede ser asumida como una construcción inte-


lectual de los operadores del Derecho -legisladores, juristas y estudiosos- por
medio de un ejercicio de generalización y abstracción a partir de la expresión
fáctica y contextualizada de una institución. Ello permite el encuadre de la
figura dentro de un género, rama del Derecho y la asignación del régimen
jurídico apropiado a la misma. La antes aludida comprensión de la naturaleza
jurídica repercute, para las cooperativas, en la asignación de una responsabili-
dad relativa al legislador en la confirmación de la identidad de la figura, toda
vez que ha de verla por la correspondencia entre esta y los efectos que en el
orden jurídico-práctico le corresponden.
La naturaleza jurídica societaria, de raigambre romanista, subsumió por
largo tiempo a las distintas formas de cooperación, tal y como lo demuestran
las fuentes del Derecho Romano y las normas posteriores que lo recepcionan.
Sin embargo, para cuando alcanza configuración singular la figura coopera-
tiva se está operando en el Derecho Moderno un proceso de transformación
que provoca la atribución a esta figura de naturalezas diversas, lo cual aún
tiene repercusión en nuestros días.
La naturaleza jurídica de la cooperativa sigue siendo debatida. Al respec-
to, se advierten tres concepciones principales: la que la considera una aso-
ciación; aquella que la concibe como sociedad mercantil y una última que
la tipifica como una institución sui géneris, con identidad jurídica propia. La
finalidad de servicio de la cooperativa, junto a la teoría del acto cooperativo,
fungen como sustento fundamental para esta última postura.

6. BIBLIOGRAFÍA

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CAPÍTULO 10
Adopción y evolución del principio de interés
por la comunidad en el seno
de la alianza cooperativa internacional 1

Daniel Hernández Cáceres


Doctor en Derecho
Universidad de Almería

Sumario: 1. El interés por la comunidad en el origen de la ACI. 2. La ausencia de re-


ferencia al interés por la comunidad en la primera versión de los principios
cooperativos (1937). 3. La alusión al servicio de los intereses de la comuni-
dad en la segunda versión de los principios cooperativos (1966). 4. Etapa de
sensibilización ante nuevos problemas sociales (1976-1992). 4.1. Nuevos pro-
blemas globales. 4.2. La búsqueda de la identidad cooperativa. 5. El reconoci-
miento como principio cooperativo autónomo del interés por la comunidad
en la Declaración sobre la identidad cooperativa (1995). 6. La interpretación
vigente del principio de interés por la comunidad tras las Notas de orienta-
ción para los principios cooperativos (2015). 7. Bibliografía.

1
Este trabajo es uno de los resultados de la estancia de investigación realizada en
la Universidad de Roma Tor Vergata bajo la dirección del Profesor Antonio Fici en 2022,
financiada por las ayudas complementarias para beneficiarios de ayudas FPU: Estancias Breves
y Traslados Temporales 2021 (EST22/00327). Asimismo, se trata de un trabajo realizado en
el marco del proyecto de I+D+i PID2020-119473GB-I00 orientado a Retos de la Sociedad,
financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación y la Agencia Estatal de Investigación,
titulado “Las empresas sociales. Identidad, reconocimiento de su estatuto legal en Europa y
propuestas para su regulación en España”, concedido al Centro de Investigación CIDES de la
Universidad de Almería y que dirige el profesor Vargas Vasserot.
172 Daniel Hernández Cáceres

1. EL INTERÉS POR LA COMUNIDAD EN EL ORIGEN DE LA ACI

La Alianza Cooperativa Internacional (ACI), a través de la Declaración


sobre la Identidad Cooperativa de 1995 realizó la última revisión de los princi-
pios cooperativos, actuación que produjo por primera vez en esta centenaria
entidad el reconocimiento del principio cooperativo de interés por la comu-
nidad. Cracogna (2022:21) alude al mismo diciendo que “el séptimo principio
cooperativo es, al mismo tiempo, el más nuevo y el más antiguo de los principios for-
mulados por la ACI”. Y esto es debido a que, aunque su reconocimiento no se
produjera hasta 1995, en realidad, el interés por la comunidad se encuentra
presente en el movimiento cooperativo desde su inicio, incluso mucho antes
de que surgiera la cooperativa de Rochdale 2.
La ACI en una etapa temprana también dio muestra de la preocupación
que debía mostrar el movimiento cooperativo por unos intereses mucho más
amplios que los de sus socios. Así, en su primeros años de vida, incluyó en el
artículo 1 de sus estatutos, entre los objetivos de la cooperación, la aceleración
de la participación de toda clase de personal en los beneficios de las coopera-
tivas, independientemente del tipo de cooperativa que sea 3. La incorpración
de esta cláusula en el estatuto se debe a la mayor influencia que ejercieron los
partidarios de las cooperativas obreras de producción sobre los defensores de
las cooperativas de consumo 4.
Como se puede deducir de los debates llevados a cabo en los dos primeros
congresos, los primeros años de la ACI son años convulsos 5. Aunque inicial-

2
Se observa como los precursores que sentaron las bases del cooperativismo moderno,
Owen, Fourier, King, Buchez, etc. mostraban una gran preocupación por la promoción de
la sociedad en su conjunto. Tras ellos, las primeras experiencias cooperativas continuaron
orientando parte de sus actuaciones a los intereses de la comunidad, trabajando por el bien
general de la comunidad (Hernández Cáceres, 2021:23).
3
El contenido de dicho artículo decía textualmente: “Apresurar, por todos los medios
de propaganda a su alcance, - la participación del personal en los beneficios siendo el propio
de cualquier cooperación, - el momento donde todas las Asociaciones que lleven el nombre de
Cooperativas, ya sean industriales, agrícolas, de consumo, de crédito o de construcción, habrán
organizado, en favor del trabajo, la participación en los beneficios extendida a todo su personal
sin excepción y habrán incluido en sus estatutos la obligación de practicar dicha participación
en los beneficios” (art. 1.3º Estatutos de la ACI) (ACI, 1897:152).
4
En el anterior Congreso de 1895 ya se había producido el primer enfrentamiento entre
los defensores de ambas posturas, llegando a debatir intensamente a causa de la inclusión de la
participación en los beneficios entre los principios de la cooperación (ACI, 1895). Finalmente,
consiguieron que se incluyera dicha postura en los estatutos, aunque sin llegar a exigir para la
admisión en la ACI que dicha participación estuviera incluida en los estatutos, lo que hubiera
provocado la salida de las cooperativas inglesas de consumo de la ACI (Mladenatz, 1969).
5
La historia de la ACI durante estos primeros años de creación ha sido dividida por
diversos autores en tres etapas, aunque cada uno de ellos ha establecido diferentes periodos.
Adopción y evolución del principio de interés por la comunidad 173

mente la ACI adopta una tendencia cercana a la promoción de las cooperati-


vas de producción, esta situación varía a partir del Congreso de Manchester
de 1902 en el que se elimina la posibilidad de adhesión a la ACI a personas
físicas. Esta decisión, con una clara intención de apartar de la Alianza a los
miembros individuales franceses e ingleses 6, consigue desplazar a la corrien-
te partidaria de la participación en beneficios e instaurar el dominio de las
cooperativas de consumo, el cual se verá aún más fortalecido tras el siguiente
Congreso, el de Budapest de 1904, en el que se evidencian ciertos desacuer-
dos entre los miembros de la ACI, e incluso se produce la salida de algunas or-
ganizaciones cooperativas 7. De forma que, tras este Congreso de 1904, puede
decirse que la ACI pasa a estar dominada por las cooperativas de consumo 8.
Esta asunción de poder por el movimiento de consumo provocó altera-
ciones en las escasas referencias a la preocupación por intereses distintos a los
de los socios. Así, en la declaración de principios presentada por Hans Müller
en el Congreso de Hamburgo de 1910 y que fue adoptada por la ACI, las as-
piraciones del movimiento cooperativo cambian, pasando de intentar hacer
partícipes a todos los trabajadores de los beneficios, a un objetivo casi utópico:
la transformación del sistema capitalista a través de la organización de todos
los consumidores en cooperativas de consumo 9. Esto es lo que se ha venido a

Así Gide sitúa en primer lugar la etapa burguesa, la cual se desarrolla entre los Congresos de
1897 y 1902 y se caracteriza por el dominio de la participación en beneficios. La siguiente etapa
que se desarrolla entre los Congresos de 1904 y 1907 la denomina como la etapa socialista. Y
finamente la etapa autónoma o de la neutralidad es la que se produce a partir del Congreso de
1910, en la que se declara la neutralidad política de la ACI. En cambio, Mladenatz, coincide con
Gide en la primera etapa, pero divide las siguientes en periodos diferentes, situando la segunda
etapa entre los Congresos de 1902 y 1924 y caracterizada por la dominación de las cooperativas
de consumo, y la tercera etapa a partir de 1924 caracterizada por la expansión de la concepción
cooperativa, abarcando también a pequeños productores independientes (Mladenatz, 1969).
6
A esta conclusión llega Mladenatz (1969:129).
7
En dicho congreso, por un lado, chocaron las ideas de las cooperativas de consumo,
que pretendían una reforma económico-social con tendencias anticapitalistas, con las
ideas de las cooperativas de crédito de los sistemas de Schultze-Delitzsch y Raiffeisen, que
eran partidarias del mantenimiento del sistema existente; mientras que por otro lado entró
en conflicto la tesis que admitía la ayuda estatal, con las que la rechazaban por miedo a ver
peligrar la autonomía de la cooperativa, posición defendida por las cooperativas de crédito.
Finalmente prevalecieron las primeras posturas expuestas, lo que provocó la salida de la ACI
de las cooperativas del tipo Schultze-Delitzsch y Raiffeisen y de las organizaciones cooperativas
agrícolas, que posteriormente fundarían su propia asociación internacional bajo el impulso de
Haas y von Störk.
8
En el interior de la ACI comienzan a su vez a dominar las ideas de los socialistas
cristianos ingleses, de Gide y de la Escuela de Nimes (Monzón Campos, 1989)
9
En dicha declaración se fija un programa cooperativo para alcanzar la sustitución
del sistema capitalista. Este se iniciaría mediante organización de las cooperativas de consumo,
lo cual permitiría, gracias a las rentas obtenidas de esa organización, pasar a organizar la
174 Daniel Hernández Cáceres

denominar la doctrina cooperativa de la soberanía del consumidor, la cual entiende


que el interés de todos los consumidores asociados se confunde con el inte-
rés de toda la comunidad, es decir, con el interés general, y en la que Gide
fue uno de sus máximos exponentes 10. Por último, también hay que indicar
que en esta misma declaración la ACI no descuida los intereses de los traba-
jadores no socios, ya que reconoce que las cooperativas, como empleadoras,
siguen teniendo el deber de “acordar a sus empleados y obreros condiciones
de trabajo y salarios modelo y reconocerles también su derecho de asociarse”
(Mladenatz, 1969:137). Con esta declaración se pone de manifiesto el nuevo
dominio de las cooperativas de consumo en la ACI.
Esas mismas ideas de sustitución del sistema capitalista son mantenidas
durante los años posteriores, tal y como se evidencia de la modificación reali-
zada en el artículo 1 de los estatutos de la ACI durante el Congreso de Basilea
de 1921, en el que se establece que la ACI persigue “la sustitución del régimen
de empresas privadas con fines de lucro por un régimen cooperativo organi-
zado en interés del conjunto de la comunidad y basado sobre la ayuda mu-
tua”(ACI, 1921:72). En ese mismo congreso, Serwy propone un proyecto de
resolución en el cual se les pide a los sindicatos que consideren a las coopera-
tivas “como de carácter anticapitalista y de lucha en favor de la comunidad”
y vuelve a incidir en la preocupación de las cooperativas por las condiciones
laborales de los trabajadores al afirmar que las cooperativas “se esfuerzan para

producción sobre la base cooperativa. En ella se establece que la cooperación “tiene por fin la
salvaguarda de los intereses del trabajo” y “todas las formas de cooperación tienden hacia una
distribución más equitativa de la riqueza social en favor de las clases laboriosas”. Sin embargo,
“las sociedades cooperativas de consumo constituyen la categoría más importante, no sólo
porque ellas representan los intereses más amplios y más generales del pueblo trabajador,
sino [..] sobre todo, por los principios económicos que se hallan en su base, principios que,
para su aplicación y extensión en la realidad, no tienden sino a una trasformación del sistema
capitalista”.[..] “En la medida en que los consumidores se agrupen en las cooperativas de
consumo, están creando, por ese hecho, una organización con la fuerza de compra de la renta
del trabajo, organización que coloca a las clases laboriosas en condiciones de organizar, cada vez
con mayor amplitud, el propio trabajo sobre la base cooperativa”. (Mladenatz, 1969:134-136)
10
Esta doctrina tiene su origen en las ideas de King y Derrion, las cuales fueron
posteriormente desarrolladas con una mayor amplitud en Alemania e Inglaterra, con autores
como Pfeiffer, Mitchell o Potter. Sin embargo, fue Gide, en Francia, el que la expuso de una
manera más brillante (Lambert, 1961). Es imposible abarcar aquí toda la doctrina desarrollada
por Gide y exponer el importante papel desempeñado por sus ideas en el cooperativismo
de consumo. De una manera muy resumida, cabría señalar su programa de transformación
pacífica de la sociedad hasta alcanzar, lo que él llamó, la República cooperativa, en la que
los consumidores, asociados en cooperativas, organizarían todas las actividades económicas,
complacerían todas sus necesidades y conseguirían eliminar el lucro. Para ello establece un plan
de tres etapas: en la primera se conquistaría el comercio a través de cooperativas de consumo,
en la segunda, con los capitales conseguidos en la primera, el movimiento cooperativo
conquistaría la industria y en la tercera, se conquistaría la agricultura.
Adopción y evolución del principio de interés por la comunidad 175

acordar a su personal las mejores condiciones de trabajo posibles, que acep-


tan los contratos colectivos de trabajo” (Mladenatz, 1969:140).

2. LA AUSENCIA DE REFERENCIA AL INTERÉS POR LA


COMUNIDAD EN LA PRIMERA VERSIÓN DE LOS PRINCIPIOS
COOPERATIVOS (1937)

A pesar de que los estatutos de la ACI adoptados en 1896, en su artículo


1, ya fijaban entre los objetivos de la organización la difusión de los verdade-
ros principios cooperativos (ACI, 1897), hay que esperar hasta el Congreso
de Estocolmo de 1927 para encontrar la primera referencia a la necesidad
de establecer formalmente unos principios comunes para todas las cooperati-
vas. En este congreso fue presentado el informe de Albin Johansson, director
de la Unión de Cooperativas Suecas, titulado Problems of Modern Co-operation,
en el que mostró las dificultades que encontraban las cooperativas a la hora
de aplicar e interpretar el programa de Rochdale, debido a que algunas
de esas reglas no se adaptaban a los tiempos cambiantes ni a la expansión
del movimiento cooperativo del momento y provocando que las cooperati-
vas las incumplieran (Johansson, 1927). A esta postura se adhirió, tres años
después, en el Congreso de Viena de 1930, la Federación Nacional Francesa
de Cooperativas de Consumo con su memorándum titulado Los Principios de
Rochdale, que exponía que “en la práctica, según las circunstancias y los luga-
res, los principios de Rochdale se han interpretado de manera muy diversa”,
por lo que solicitaron la designación de un Comité Especial para “investigar
las condiciones en las que se aplican los principios de Rochdale en varios paí-
ses y, si es necesario, definirlos” (ACI, 1930:156). Esta propuesta fue adoptada
tras un debate en el que se enfrentaron 3 posturas diferentes 11, dentro de las
cuales, por su relación con el interés por la comunidad, nos interesa destacar
la de los soviéticos. Estos propusieron eliminar el principio de distribución
de beneficios en proporción a las compras, al considerarlo un principio pu-
ramente capitalista, y, en su lugar, destinar los beneficios a “la consolidación
de la posición financiera de las Sociedades de Consumidores, la construcción

11
Entre las otras posturas que aparecieron en el debate se encontraban los que
afirmaban que era inviable aplicar unas reglas que tienen cien años de antigüedad para tratar
de resolver necesidades socioeconómicas actuales y abogaban por alcanzar un acuerdo sobre la
interpretación actual de los mismos, representados por Cleuet; y los que consideraban que los
principios se encuentran definidos en el artículo 8 de los estatutos de la ACI y no era necesario
revisarlos, representados por Worley (ACI, 1930).
176 Daniel Hernández Cáceres

de nuevos edificios, la labor cultural y educativa para elevar el nivel de vida,


respetando el principio de clase” (ACI, 1930:159).
Cuatro años después se celebró el Congreso de Londres de 1934, donde
el Comité especial presentó por primera vez una lista de “siete puntos que re-
presentan los Principios esenciales de Rochdale, para cada uno de los cuales
la justificación se encuentra en la constitución, reglas y práctica de la Sociedad
original” (ACI, 1934:134). Esos primeros siete principios eran: la adhesión li-
bre, el control democrático, los dividendos sobre las compras, el interés limi-
tado sobre el capital, la neutralidad política y religiosa, las ventas al contado
y la promoción de la educación 12. Como puede observarse, varios de estos
principios están referidos exclusivamente a cooperativas de consumo 13, esto
es consecuencia, entre otras razones 14, de la composición de la ACI, con una
mayoría de miembros pertenecientes a este tipo de cooperativas 15. Tras un de-
bate agitado no consiguió aprobarse el informe con la propuesta, por lo que
se acordó seguir estudiando el asunto y posponer el acuerdo para el siguiente
congreso. De forma que en el Congreso de París de 1937, tras realizar unas
nuevas encuestas adaptadas a los grupos de cooperativas que no pertenecían a
las cooperativas de consumo, se presentó un informe casi idéntico al de 1934,
con los mismos siete principios, el cual fue finalmente aprobado casi por una-
nimidad, votando a favor todos los representantes excepto dos (ACI, 1938).

12
Estos principios, a su vez, fueron divididos en dos categorías, los cuatro primeros
conforman el grupo de los que son identificados como obligatorios y, según menciona el
Secretario General de la ACI durante el debate sobre el informe, conforman la base económica
de la cooperación y representan un nuevo régimen económico que es capaz de reemplazar el
orden capitalista existente; mientras que los tres últimos son considerados como métodos de
acción y de organización (ACI, 1934).
13
En este mismo sentido se pronuncia Mateo Blanco (1985).
14
La propuesta de 1934 presentó varias deficiencias en su elaboración. En primer
lugar, para la confección de la encuesta solo se analizaron los primeros estatutos de los
Pioneros de 1844, obviando las posteriores modificaciones, por lo que dejaron fuera algunas
incorporaciones posteriores como las reglas de la división del activo en caso de disolución de la
sociedad y la referencia al comercio con los no socios (en este mismo sentido Lambert (1961).
Y en segundo lugar, resulta extraña la forma en que se realizaron las encuestas. Y es que de las
47 organizaciones a las que se les envió la encuesta, 28 eran cooperativas de consumo, más
de la mitad. Así lo llega a reconocer la ACI en el posterior Congreso de 1937, diciendo que
el informe presentado en 1934 investigaba la aplicación actual de dichos principios por las
cooperativas de consumo (ACI, 1938).
15
Aunque este hecho se ha puesto de manifiesto en el epígrafe anterior al hablar del
dominio de las cooperativas de consumo, hay que señalar que la ACI llega a reconocerlo
expresamente en el informe de la Comisión sobre los Principios cooperativos de 1966, al
admitir que “el Comité especial de la ACI pudo haber estado influenciado por la composición
de la Alianza en aquella época” (ACI, 1975:32), con una mayoría formada por cooperativas de
consumo.
Adopción y evolución del principio de interés por la comunidad 177

Debemos destacar que en esta primera versión de los principios coopera-


tivos no hay ninguna referencia expresa a un principio independiente que re-
conozca el interés por la comunidad, a pesar de ser una de las actitudes que sí
tomaban en consideración sus predecesores y, en concreto, la cooperativa de
Rochdale había llegado a incluir algunas de esas actuaciones en sus estatutos.
Tampoco se tuvo en cuenta la propuesta realizada por los soviéticos de desti-
nar los beneficios a causas sociales, ya que finalmente entre los principios se
incluyó la regla de los dividendos sobre las compras. Incluso llama la atención
que a lo largo del informe no se realice ninguna apreciación acerca de la me-
jora de las condiciones laborales de los trabajadores no socios, cuando el tema
había sido abordado en varios de los congresos precedentes.
Lo más cercano a un posible reconocimiento oficial de dicho interés lo
encontramos en parte del contenido de los informes de 1934 y 1937. En ellos,
además de la propuesta de principios cooperativos, se indicaba que, a partir
de las encuestas enviadas a las organizaciones cooperativas, se habían detecta-
do cuatro prácticas que habitualmente realizaban las cooperativas, pero que
su categorización como principio era controvertido 16. Precisamente es en una
de esas prácticas que no alcanzan la categoría de principio donde encontra-
mos una muestra de la preocupación de las cooperativas por los intereses de
la comunidad, al adjudicar, en caso de liquidación, el fondo de reserva in-
alienable a otra cooperativa o “a alguna otra organización desinteresada de
utilidad pública” (ACI, 1934:156), “para ayudar a las cooperativas que luchan
contra las dificultades o para que se utilice para obras de bienestar social, edu-
cativas o de utilidad pública” (ACI, 1938:183) en lugar de distribuirlo entre los
socios 17. Hay que señalar que esta conducta ya había sido identificada previa-
mente en el Congreso de Gante de 1924 por Albert Thomas como una de las
8 características que definen y distinguen a las cooperativas 18. Pero volviendo

16
Estas prácticas eran el comercio exclusivo con miembros, la voluntariedad en la
cooperación, la venta al precio corriente o de mercado y la indivisibilidad del activo neto y
la adjudicación del fondo de reserva inalienable. Según el informe de 1934, las dos primeras
prácticas podrían alcanzar la misma importancia que los principios cooperativos, mientras
que de las otras dos no podía decirse que fuesen esenciales para la definición del sistema
rochdaliano (ACI, 1934).
17
Como se vio anteriormente, esta conducta fue incluida en los estatutos de Rochdale
tras la modificación de 1854, pero al elaborar las encuestas basándose exclusivamente en los
estatutos de 1844 obviaron su incorporación.
18
En dicho congreso Thomas presentó un informe elaborado junto con Fauquet,
titulado The Relation between the Different Forms of Co-operation, en el que dedica el primer apartado
al establecimiento de las características comunes y distintivas de las cooperativas. Una de las
8 características que definen a las cooperativas, hace referencia a la distribución del activo
sobrante en los casos de disolución de las cooperativas. En ella señala que había observado que
este se distribuía según tres métodos diferentes: se reparte en partes iguales; se distribuye según
178 Daniel Hernández Cáceres

a los informes, para el Comité especial esta práctica ni siquiera era esencial
para la definición del sistema rochdaliano, por lo que únicamente recomien-
da que sea considerada favorablemente por los movimientos nacionales con
vistas a su incorporación en las diferentes legislaciones cooperativas estatales
(ACI, 1934) 19. Esta misma postura es la que adopta Fauquet en el debate pos-
terior, haciendo un llamamiento a las organizaciones cooperativas a que pre-
sionen para que sus legislaciones incorporen dicha cláusula 20 y defendiendo
la obligación que tienen las cooperativas de aplicar desinteresadamente estas
reservas.
También se aprecian en estos informes otras prácticas que denotan cierta
preocupación por la comunidad, como era la devolución de la mitad de los
beneficios sobre las compras a los no miembros, aunque se señala que dicha
práctica era realizada por muy pocas de las organizaciones encuestadas (ACI,
1934); o la alusión a que la gran reivindicación del movimiento cooperati-
vo era instaurar un nuevo régimen económico basado en los principios bási-
cos, “capaz de reemplazar el sistema capitalista competitivo existente” (ACI,
1934:160).
A pesar de estas breves referencias, no puede decirse que la ACI en estos
primeros principios tenga presente la defensa de unos intereses distintos a los
de los socios.

3. LA ALUSIÓN AL SERVICIO DE LOS INTERESES DE LA COMUNI-


DAD EN LA SEGUNDA VERSIÓN DE LOS PRINCIPIOS COOPERA-
TIVOS (1966)

A los pocos años de la celebración del Congreso de París, estalla la segun-


da guerra mundial, un suceso que provocó grandes alteraciones políticas y

la misma regla que se sigue en la distribución de los beneficios; “o mejor aún, se transfieren
a otra organización cooperativa o a una institución pública” (Thomas, 1924:100). Con esta
última referencia Thomas mostraba una clara preferencia por la última opción.
19
Kaplan de Drimer & Drimer (1975:148) consideran que esta norma no fue adoptada
como principio ni en 1937 ni en 1966 debido a “razones prácticas impuestas por la diversidad
de posiciones existentes”.
20
Tal y como dice Fauquet, en Francia ya habían conseguido que dicha obligación
fuese exigida por la legislación cooperativa tras una petición realizada por las distintas
organizaciones cooperativas y su federación, por lo que proponía que, en aquellos países en
los que la legislación impusiese un fin diferente a la aplicación desinteresada del activo, las
organizaciones cooperativas de esos países hiciesen el esfuerzo necesario para aproximar la
legislación en este sentido (ACI, 1934).
Adopción y evolución del principio de interés por la comunidad 179

económicas en todo el planeta. Como es obvio, el movimiento cooperativista


también se vio afectado por todos esos cambios 21, aunque en el marco de la
ACI se mantuvo el dominio del cooperativismo de consumo. Sin embargo,
uno de los hechos reseñables con respecto al principio de preocupación por
la comunidad, se enmarca precisamente fuera de las actuaciones de la ACI.
En 1959 se publica la obra de Lambert titulada La doctrina cooperativa, uno de
los primeros estudios en los que se le reconoce al interés por la comunidad
la categoría de principio cooperativo. En ella Lambert realiza la siguiente de-
finición de la sociedad cooperativa, de la que nos interesa especialmente la
última parte: “Una sociedad cooperativa es una empresa constituida y dirigida
por una asociación de usuarios, que aplica en su seno la regla de la demo-
cracia y que tiende directamente al servicio tanto de sus miembros como del
conjunto de la comunidad” (Lambert, 1961:261). Para este autor, la coope-
rativa debe estar al servicio de sus miembros pero “sólo en la medida en que
es legítimo y compatible con el interés general” (Lambert, 1961:266), y nie-
ga que este interés por el conjunto de la comunidad sea un principio nuevo
para las cooperativas, sino que también estaba incluido en las cooperativas de
King, Buchez, Raiffeissen e incluso en Rochdale. Con respecto a esta última,
Lambert identifica el interés por la comunidad en el capítulo segundo de su
obra 22, tras realizar un nuevo análisis de los estatutos originales de Rochdale y
sus posteriores modificaciones, concluye que él añadiría tres principios más,
de los cuales nos interesa especialmente uno de ellos 23, el que establece que
la actividad de las cooperativas es una “actividad dirigida a servir al interés de

21
Entre los efectos provocados en el cooperativismo podría destacarse la expansión del
mismo. En este sentido, algunos de los países que habían sido devastados por la guerra, como
fue el caso de Japón, recurrieron al cooperativismo para reactivar su economía. Además, la
descolonización acontecida en países africanos y asiáticos también propició la expansión del
cooperativismo a países como India. Por otro lado, la segunda guerra mundial también ocasionó
la asunción por Rusia del poder sobre un variado número de países europeos de tradición
cooperativa, con la consecuente influencia del sistema político y económico comunista sobre
las cooperativas existentes. En estos países terminó imponiéndose la cooperación agrícola y
provocando a su vez la salida de esos países de dirigentes y expertos cooperativistas, y la censura
y persecución de algunas de sus obras, como le ocurrió a Mladenatz. Sobre las consecuencias
generadas en el movimiento cooperativo por la segunda guerra mundial puede verse a Mateo
Blanco (1985).
22
Lambert lo titula “Nuevo análisis de los principios de Rochdale y, en general, de los principios
cooperativos”.
23
Los otros dos principios que añade Lambert también tienen que ver con la
preocupación por la comunidad, sin embargo, el que recogemos en el texto es el principio
por la comunidad tal y como es entendido en la actualidad. Los otros dos principios, de los
cuales Lambert indica que incluso se encuentran explícitamente contenidos en los estatutos
de los Pioneros, eran la devolución desinteresada del activo neto en caso de disolución de la
sociedad; y la aspiración a conquistar y cooperativizar la organización económica y social del
mundo (Lambert, 1961).
180 Daniel Hernández Cáceres

los miembros, pero sólo en la medida en que este interés se juzga conforme
al interés general de la comunidad (espíritu de servicio)” (Lambert, 1961:57),
un interés general que identifica “con el interés de la inmensa mayoría de los
ciudadanos” (Lambert, 1961:82). Así pues, en esta obra Lambert reconoce el
carácter de interés por la comunidad entre las prácticas cooperativas, al cual
él llama espíritu de servicio, analiza la importancia de dicho carácter dentro de
los elementos que definen a las cooperativas, le otorga inicialmente 24 la consi-
deración de principio propio e independiente, e incluso decide incluirlo den-
tro de la definición que propone de cooperativa. Todo ello en 1959, treinta y
seis años antes de que lo hiciera la ACI.
Durante estos años, en los congresos internacionales de la ACI se adoptan
algunas resoluciones que muestran la preocupación del movimiento coopera-
tivo por el futuro del planeta y sus comunidades. Esto se evidencia en algunas
de las resoluciones del Comité Central, como la del Congreso de 1963, en la
que se expresa que uno de los mayores problemas actuales es el mantenimien-
to de la paz y la seguridad, la prevención de una guerra termonuclear y el
desarme de todos los países (ACI, 1963). Asimismo, las políticas de asistencia
a países en desarrollo efectuadas por la ACI durante estos años 25, revelan la
preocupación del movimiento cooperativo por otras comunidades, a la vez
que favorecen la expansión del cooperativismo.
Resulta incuestionable que los hechos acontecidos en los veinticinco años
que habían transcurrido desde el Congreso de París tuvieron efectos tanto
en las políticas y economías mundiales, como en la forma de actuar de las
cooperativas, provocando que, de nuevo, los principios cooperativos perdie-
ran parte de su eficacia. Este hecho fue puesto en evidencia en el Congreso
de Bournemouth de 1963 por Klimov, cooperativista ruso representante de
Centrosoyuz, el cual propuso llevar a cabo la revisión de los principios coope-
rativos tras exponer algunas de las prácticas que había observado en las coo-
perativas relacionadas con el cumplimiento de los principios 26, entendiendo,

24
Sin embargo, posteriormente Lambert realiza una reagrupación de todos los
principios y termina introduciéndolo dentro de las reglas relativas a la formación y reparto de
los beneficios y a la suerte que correrá el activo (Lambert, 1961).
25
Tras el Congreso de París de 1954, a la vista del trabajo elaborado por Watkins sobre
el desarrollo cooperativo en los países subdesarrollados, la ACI decidió crear un fondo de
desarrollo para esos países. En el siguiente Congreso celebrado en Lausana en 1960, se continuó
con esta labor, adoptando un programa de asistencia técnica a largo plazo para promover el
comercio entre organizaciones cooperativas de países industrializados y en vías de desarrollo.
Estas actuaciones influyeron en la posterior cristalización del principio de cooperación entre
cooperativas en 1966.
26
Entre las prácticas habituales de algunas cooperativas que identifica la delegación
soviética se encontraban la venta por debajo del precio del mercado, el abandono de la venta al
contado y la inexistencia de la neutralidad política y religiosa en general (Lambert, 1984).
Adopción y evolución del principio de interés por la comunidad 181

además, que los principios ya no eran universales, sino que únicamente se


adecuaban al cooperativismo capitalista 27 (Miranda, 2014). Esta propuesta
fue acogida de formas diferentes entre los asambleístas 28, pero finalmente se
adoptó la resolución por la cual se constituía una Comisión 29 para analizar
si las cooperativas respetaban en la práctica los principios de 1937 y, ante los
resultados de dicho análisis, considerar si los principios debían de mantenerse
o ser reformulados 30.
El informe que presenta la Comisión en el Congreso de Viena de 1966 31,
recomienda que los principios se reconfiguren en seis, actualizando algunos
de ellos e incluyendo otros que no fueron recogidos en la anterior declara-
ción. De forma que los nuevos principios serían: la adhesión libre, el control

27
Esta petición se realiza en un contexto difícil para la ACI. Tal y como se ha comentado
previamente, Rusia impuso su poder en varios estados europeos, suprimiendo libertades
de dichos países y ocasionando, a su vez como efecto colateral de esto, la expulsión de sus
organizaciones como miembros de la ACI. Estos fueron los casos de Polonia, Albania, Hungría
y Alemania del este. Ante esta delicada situación y para evitar el peligro de que la ACI terminara
dividiéndose en bloques antagónicos, se decide realizar una revisión de los principios
cooperativos dictados en 1937 que los readapte en lo posible para procurar la reincorporación
de los estados expulsados (Lambert, 1984).
28
Un grupo creía que era preciso realizar dicha revisión; otro grupo se mostró en contra
de la misma, pero sí que creía necesario realizar una encuesta para controlar el cumplimiento
de los principios; y un tercer grupo que creía que únicamente era necesario modificar las
formulaciones de los principios del 37 (Mateo Blanco, 1985).
29
Dicha Comisión estuvo conformada por cinco miembros: A. Bonner, Profesor del
Colegio Cooperativo de la Unión Cooperativa de Gran Bretaña e Irlanda; Howard A. Cowden,
miembro del Consejo de Administración de la Liga Cooperativa de los Estados Unidos; Profesor
R. Henzler, Director del Instituto de la Cooperación de la Universidad de Hamburgo; Profesor
D. G. Karve, Presidente del Consejo Consultivo de la ACI para el sudeste asiático; Profesor I.
Kistanov, Cátedra de Economía y Cooperativismo
del Instituto de Economía Popular de Moscú. Asimismo, W.P. Watkins, exdirector de la
ACI, actuó como relator elaborando los distintos borradores (ACI, 1975).
30
En concreto la resolución dictaba que la Comisión tenía la tarea de “determinar en
qué medida los Principios de Rochdale tal como fueron definidos en el Congreso de París
de 1937 se observan en nuestros días y las razones, en su caso, en que no puede hacerse” y
“considerar, a la luz de los resultados del estudio citado, si los principios responden a la
necesidad del movimiento, teniendo en cuenta la situación económica, social y política actual,
o si algunos de ellos deben ser reformulados con el fin de contribuir mejor a la realización de
los objetivos y de las tareas del movimiento en sus diferentes sectores” (ACI, 1975:27-28).
31
Dicho informe difiere bastante del que se presentó en 1937. En esta ocasión las
encuestas se realizan a más de cien entidades de carácter variado, entre las que se encuentran
organizaciones afiliadas a la ACI, no afiliadas y personas de reconocido prestigio en el ámbito
cooperativo, además de incluir en la Comisión a miembros de muy distintas opiniones,
comprendiendo así un mayor número de puntos de vista diferentes. Todas estas circunstancias
propiciaron que en su elaboración se alcanzara la unanimidad de todos los miembros de la
comisión y que estos recomendaran que el trabajo fuese aprobado sin modificaciones.
182 Daniel Hernández Cáceres

democrático, el interés limitado sobre el capital, la distribución de los resul-


tados positivos evitando que un socio obtenga ganancias a expensas de otros,
educación y cooperación entre cooperativas 32.
Tal y como se observa en este informe, no se le llega a otorgar de ma-
nera expresa a la preocupación por la comunidad la categoría de principio
independiente. En cambio, sí que encontramos una referencia a la defensa
de los intereses de la comunidad dentro del sexto principio cuyo texto dice
“las cooperativas, para servir mejor a los intereses de sus miembros y sus co-
munidades, deben colaborar por todos los medios con otras cooperativas a
los niveles local, nacional e internacional” (ACI, 1975:82). Al expresar que las
cooperativas tienen que servir tanto a sus miembros como a sus comunidades,
se entiende que las cooperativas tienen el deber de satisfacer los intereses de
ambos. Como formuló Lambert, debe existir una coincidencia entre los in-
tereses cooperativos y los de la comunidad, o, al menos, la satisfacción de los
intereses de los miembros no debería causar ningún perjuicio a la comunidad
ni menoscabar sus intereses. Por ello, podemos decir que estamos ante la pri-
mera referencia en una declaración de principios de la ACI, a la especial pre-
ocupación por la comunidad que han de mostrar las cooperativas en su toma
de decisiones.
La inclusión de esta nueva preocupación por los intereses de la comuni-
dad dentro de este principio tiene su fundamento en el cambio de paradigma
que se produjo durante los años previos en el seno de la ACI, al abandonar
la doctrina de la soberanía del consumidor y de la búsqueda de la comuni-
dad integral, y en su lugar, adoptar la idea de sector cooperativo formulada
años antes por Fauquet 33. La Comisión reconoce que “en todos los tiempos,

32
A diferencia de la anterior declaración en la que se realiza una división de los
principios en función de su importancia, en el informe se establece que los principios son
elementos esenciales de igual importancia pertenecientes a un mismo sistema, y necesitan
observarse integralmente (ACI, 1975). Además, esta declaración, a diferencia de la anterior,
no realiza una formulación breve de los principios, sino que desarrolla cada uno de ellos,
tratando de plasmar con una mayor exhaustividad todas las ideas que conforman cada uno de
los principios enunciados.
33
Fauquet, siguiendo a otros teóricos como Walras, Raiffeisen, Schultze-Delitzsch,
Luzzatti o Haas, mostró sus dudas ante la consecución del sueño de la cooperación integral
de la economía. En este sentido, Fauquet consideró más realista la implantación de un sector
cooperativo que complementara a los sectores públicos y privados de la economía. Esto se
evidencia en su obra de 1935 al postular que “ateniéndonos a una visión positiva de la realidad,
se ve claramente que ni la cooperación de consumo por sí sola, ni todo el conjunto de formas de
la cooperación, pueden invadir el campo todo de la economía. Es bastante con que pretendan
ocupar un sector, cuya extensión podrá de otro lado variar según la naturaleza de las fuerzas
económicas y políticas del medio circulante y las cualidades de los cooperadores mismos”
(Fauquet, 1973:21).
Adopción y evolución del principio de interés por la comunidad 183

el elemento común ha sido el hecho de que los mejores propósitos de la coo-


peración van más allá de promover simplemente los intereses de sus socios in-
dividuales. Su finalidad es más bien promover el progreso y el bienestar de la
humanidad” (ACI, 1975:34), es decir, el elemento común de ambas doctrinas
cooperativas y del movimiento cooperativo a lo largo de su historia ha sido la
búsqueda de una mejora para la comunidad en su conjunto. Y en este camino
para alcanzar “la meta más importante del Movimiento Cooperativo” como es
“la promoción de los derechos económicos y sociales del pueblo” se requieren
“esfuerzos concertados y activos hacia la realización de la paz mundial” (ACI,
1975:86). Por esta razón la Comisión decide situar el interés por la comuni-
dad comprendido en el principio de intercooperación.
En el debate del Congreso se propusieron varias enmiendas a los princi-
pios propuestos, pero ninguna que afectara directamente a la formulación del
principio de cooperación entre cooperativas, de forma que la breve referen-
cia al interés de la comunidad no se vio alterada 34. Por lo que finalmente se
decidió la aprobación de los seis principios propuestos 35.

4. ETAPA DE SENSIBILIZACIÓN ANTE NUEVOS PROBLEMAS SOCIA-


LES (1976-1992)

Antes de comenzar con la siguiente etapa en la centenaria vida de la ACI,


resulta de interés destacar la obra de Kaplan de Drimer & Drimer titulada Las
Cooperativas: fundamentos, historia, doctrina. En dicho trabajo hacen referen-
cia a la coincidencia con los intereses generales de la comunidad en algunas
actuaciones de los Pioneros de Rochdale, así como la inclusión de esa coin-
cidencia de intereses en la reformulación de los principios cooperativos de
1966 en los que “si bien la ACI no llegó a consagrar dicha norma en un prin-
cipio específico, la señaló en relación al sexto principio” (Kaplan de Drimer

Esta tesis del sector cooperativo fue recogida por la propia ACI, de forma que cuando
formula el principio de colaboración cooperativa en 1966, alude a la misma en los términos
siguientes: “La idea de un sector cooperativo en la economía es con demasiada frecuencia un
concepto intelectual, sin la correspondiente realidad material, simplemente a causa de la falta
de unidad y cohesión entre las diferentes ramas del Movimiento” (ACI, 1975:84).
34
De entre esas enmiendas, cabría nombrar las presentadas por la Société Générale
Coopérative belga, representada precisamente por Lambert, y la Lega Nazionale delle Cooperative
de Italia, que propusieron la introducción de un párrafo que incluyera la irrepartibilidad de
las reservas y que en caso de disolución de la cooperativa, “sus activos fuesen entregados a otra
sociedad o a alguna organización desinteresada que trabaje por el bien común” (ACI, 1966:184),
sin embargo, dichas enmiendas resultan denegadas por una amplia mayoría.
35
Únicamente se introdujo la palabra racial entre las discriminaciones indeseables.
184 Daniel Hernández Cáceres

& Drimer, 1975:577). Y de una manera casi premonitoria, recogieron que este
interés por la comunidad terminaría siendo reconocido finalmente por la ACI
en términos más explícitos y generales.
Retomando el tratamiento de dicho principio por la ACI, puede decirse
que tras el Congreso de París de 1966 ya se habían colocado los cimientos para
que se le reconociera a la preocupación de las cooperativas por los intereses
de la comunidad la categoría de principio. Sin embargo, este hecho no tendrá
lugar hasta el congreso de 1995. En el lapso de tiempo entre ambos eventos,
las reuniones y congresos de la ACI se centraron principalmente en dos temas
relacionados tanto con los intereses de la comunidad, como con los principios
y la identidad cooperativa. Dos temas que marcaron las políticas de la ACI de
estas décadas y que jugaron un papel esencial en el posterior reconocimiento
del principio de interés por la comunidad.

4.1. Nuevos problemas globales

El primero de estos temas fue la identificación constante por parte del


movimiento cooperativo de nuevos y emergentes problemas globales vincu-
lados a la sociedad y al entorno que les rodea. Unos problemas a los que los
organismos internacionales y diferentes movimientos sociales ya les habían
otorgado relevancia 36, pero sobre los que las cooperativas todavía no habían
tomado partido en la búsqueda de soluciones. Esta situación varía a partir del
Congreso de París de 1976, en el cual el movimiento cooperativo comienza
una labor de identificación y de propuesta de soluciones apropiadas. En di-
cho congreso se aprueba la resolución de la Asamblea General en la que se
fijan los primeros cuatro problemas globales a los que debe enfrentarse el
cooperativismo, estos son: el medioambiente; la energía y el consumo exce-
sivo de recursos no renovables; el aumento de población y el agotamiento de
los recursos; y la escasez de comida (ACI, 1978).
En el siguiente congreso de la ACI, el celebrado en Moscú en 1980, se pre-
senta el informe de Laidlaw (1981) titulado Las cooperativas en el año 2000, un
trabajo encargado para coordinar los pronósticos de los posibles cambios que
tendrían lugar durante los siguientes 20 años y determinar cuáles serían las con-
diciones en las que operarían las cooperativas. En dicho informe, Laidlaw iden-
tifica inicialmente 10 problemas a los que se enfrenta el mundo de la época,

36
Por ejemplo, el problema medioambiental fue de especial trascendencia en los años
previos. La ONU celebró en 1972 la Conferencia sobre el medio ambiente en Estocolmo que
condujo al establecimiento del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, a la
vez que otros muchos movimientos sociales se habían organizado para presionar a los gobiernos
tratando de conseguir actuaciones tendentes a su protección.
Adopción y evolución del principio de interés por la comunidad 185

entre los que se encuentran los problemas sociales, energéticos y de recursos,


poblacionales y de alimentos, laborales, medioambientales 37. Aunque finalmen-
te, el autor indica que la labor de las cooperativas se ha de concentrar en cua-
tro prioridades: alimentación, empleo, distribución de los bienes de consumo y
el contexto de la comunidad, estableciendo además los diferentes papeles que
pueden desarrollar las cooperativas en cada una de ellas (Laidlaw, 1981).
En el Congreso de Hamburgo de 1984 se presenta el informe sobre Las
cooperativas y los problemas globales de nuestro tiempo de Trunov (1984), en el que,
tras realizar una encuesta a varias organizaciones cooperativas, consigue iden-
tificar los problemas mundiales que las cooperativas consideran primordiales
y establece el orden de prioridad que le otorgan a cada uno de ellos. Trunov
concluye que para las cooperativas los principales problemas globales en orden
de prioridad son: la paz, la alimentación, el problema energético, la protección
medioambiental y el atraso de los países en desarrollo 38 (Trunov, 1984).
Como puede observarse, a lo largo de estos Congresos hay temáticas que
se repiten como son el medioambiente, los alimentos, la energía, los recursos
no renovables, el empleo... La creciente preocupación por todos estos temas,
junto con la aparición del fenómeno del desarrollo sostenible en 1987 39, ejer-
cieron una influencia fundamental en la posterior manifestación del princi-
pio de interés por la comunidad.

4.2. La búsqueda de la identidad cooperativa

Mientras que el segundo tema que acaparó los congresos de la ACI fue
el problema de la continua pérdida de identidad cooperativa. Esto se puso

37
Con respecto a este último, Laidlaw sentencia que: “sea lo que fuere lo que se diga
acerca del siglo que está llegando a su fin, debe ser recordado como el período en el cual la
humanidad más ha hecho para envenenar y destruir el medio ambiente, más que en todas las
épocas previas de la historia” (Laidlaw, 1981:21).
38
Aunque Trunov advierte de que el único en el que hay unanimidad en el orden
de prioridad es el problema relativo a la paz, existiendo diferencias a la hora de asignar los
siguientes puestos. Además, indica que los representantes de los movimientos cooperativos
también mencionaron otros problemas que a su parecer tenían un carácter global, entre los
que se encontraban la democratización de la sociedad, los derechos humanos, la situación
de las minorías religiosas y de las minorías raciales, problemas de la manera de economizar y
racionalizar la energía, las materias primas y otros materiales, la erradicación de enfermedades
virulentas, la provisión de agua potable, etc. (Trunov, 1984).
39
El concepto de desarrollo sostenible surgió del informe titulado Our Common Future, más
conocido como Informe Brundtland, presentado en la ONU en 1987, en el que se define por
primera vez dicho término como aquel que “satisface las necesidades de la presente generación sin
comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer las suyas”.
186 Daniel Hernández Cáceres

en evidencia en primer lugar en el informe realizado por Laidlaw en el que


hablaba de la tendencia actual de los socios y los dirigentes de cooperativas
de priorizar el “ir bien con los negocios” en lugar de atender a la teoría e
ideología cooperativa (Laidlaw, 1981:28). En dicho informe establece que las
cooperativas, en base a su identidad, han de cumplir con un doble propósi-
to, tanto la satisfacción de objetivos sociales como económicos, tratando de
encontrar el equilibrio en la satisfacción de ambos. Las cooperativas al an-
teponer la eficiencia económica a la eficiencia social, traicionan uno de los
pilares fundamentales de la filosofía cooperativa como es ese doble propósito.
Además de la identificación de esta desviación, Laidlaw también presentó al-
gunas incertidumbres que provocaba la actual declaración de principios. En
este sentido, consideraba que se habían elevado las prácticas del momento al
nivel de principios y, en su lugar, se debería de haber identificado el principio
mismo, es decir, sostenía que en la declaración se había reconocido el aspecto
exterior y no la esencia de Rochdale (Laidlaw, 1981).
Ante las inquietudes surgidas a lo largo de la década de los 80 con respec-
to a la identidad cooperativa, se suman dos influyentes publicaciones, el libro
Co-operative Principles Today and Tomorrow publicado por Watkins (1986) 40 y el
informe presentado por Lars Marcus en el Congreso de Estocolmo de 1988,
bajo el encargo del Comité ejecutivo de la ACI, titulado Co-operatives and Basic
Values. En él, Marcus vuelve a llamar la atención sobre el acercamiento de
las cooperativas a objetivos exclusivamente económicos, actitud que es con-
secuencia de la malinterpretación que están haciendo estas del concepto de
eficiencia en los negocios cooperativos 41 y causando, a su vez, un desgaste de
la identidad cooperativa. En relación a la identidad cooperativa, Marcus de-
fiende que la filosofía cooperativa no está formada exclusivamente por prin-
cipios, en este sentido observa que los principios no indican cómo han de ac-
tuar las cooperativas cuando cambian las condiciones del entorno, por lo que
establece que los principios y la ACI están construidos sobre unos cimientos
que son los valores básicos que los guían 42. Los valores que Marcus identifica
son: participación de los socios, democracia, honestidad y preocupación por
los demás, señalando, además, que del estudio de los valores puede surgir la

40
Se trata del mismo Watkins que había elaborado el informe de la comisión sobre los
Principios Cooperativos del Congreso de Viena de 1966.
41
Marcus manifiesta que es muy difícil ver dónde empiezan o acaban los asuntos
económicos, pero “el objetivo final de un miembro de una cooperativa no debería ser sólo el beneficio
económico sino algo más: una vida más rica, una vida más segura, una vida más digna, paz y
derechos humanos, defensa de la democracia y solidaridad con los no afortunados, dondequiera que se
encuentren”(Marcus, 1988:99).
42
Expresa Marcus (1988:96) que son “unos valores básicos de los que se viene hablando
durante prácticamente los 28 Congresos anteriores”.
Adopción y evolución del principio de interés por la comunidad 187

necesidad de reformular los principios cooperativos. Es precisamente el últi-


mo de los valores identificados por Marcus, la preocupación por los demás, el
que presenta una mayor afinidad con los problemas de eficiencia social que
sufrían las cooperativas y con el principio de interés por la comunidad. Sobre
este valor Marcus dice que “preocuparse de los demás es un valor básico que
proviene de nuestra naturaleza como organización de autoayuda y no es algo
calculado para atraer clientes. Eso es lo que marca la diferencia entre nosotros
y las actividades puramente orientadas al beneficio” (Marcus, 1988:101). El
contenido de este informe fue adoptado por unanimidad por la ACI, recono-
ciendo el valor básico de preocupación por los demás entre los valores que
guían al movimiento cooperativo. A su vez, se exteriorizó la inquietud existen-
te por el debilitamiento de la identidad cooperativa, por lo que el Congreso
encargó a Böök la elaboración de un trabajo sobre cooperación y valores fun-
damentales que permitiera encontrar las bases, los valores básicos, del sistema
cooperativo futuro.
En el Congreso de 1992 de Tokio, Böök presenta su informe titulado
Valores cooperativos para un mundo en cambio donde se delimitan los valores que
han de guiar el funcionamiento de las cooperativas y la aplicación de sus prin-
cipios 43. Tras analizar las ideas, la ética y las prácticas del cooperativismo tra-
dicional 44, finaliza el estudio con la identificación de cinco valores básicos glo-
bales para el futuro de las cooperativas, valores que “son la esencia del sistema
cooperativo, de su base organizativa, de sus propósitos y de sus relaciones co-
munitarias” (Böök, 1992:15) 45. Así Böök recomienda que, a modo de valores,
las cooperativas apliquen: actividades económicas para satisfacer necesidades;
democracia participativa; movilización de los recursos humanos; responsabili-
dad social; y cooperación nacional e internacional.

43
Böök resume los acontecimientos sucedidos en los Congresos precedentes mediante
un enunciado extraordinario: “Alguien dijo una vez que el sector cooperativo mundial
identificó sus principales áreas para el futuro en Moscú, sus principales perspectivas en
Hamburgo y su “alma” en Estocolmo. Ahora en Tokio es tiempo de juntar todo y comenzar a
moldearlo en guías instrumentales básicas para el futuro” (Böök, 1992:195).
44
El autor comienza el estudio identificando y clasificando los valores tradicionales
cooperativos en tres categorías principales: ideas básicas, éticas básicas y principios básicos.
Examinando cada una de estas categorías se observa que, en el interior de todas ellas, el
autor sitúa valores tradicionales que han ostentado las cooperativas durante toda su historia
y que reflejan su preocupación por los intereses de la sociedad. Así, dentro de las ideas
básicas establece que las cooperativas deberían caracterizarse por su responsabilidad ante
toda la comunidad; entre las éticas básicas indica que los cooperativistas deben interesarse
y preocuparse por otras personas y responsabilizarse por el impacto de su actividad en la
sociedad; mientras que en los principios básicos habla del carácter dual de las cooperativas.
45
Para Cracogna (1993:90) este movimiento de identificación de los valores
cooperativos “constituyó un positivo catalizador orientado a la búsqueda de la raíz común de la
identidad cooperativa”.
188 Daniel Hernández Cáceres

De esos cinco valores globales cabría destacar, por su relación con los in-
tereses de la comunidad, la responsabilidad social 46. Böök le otorga una espe-
cial relevancia a este valor al decir que desde la perspectiva de justicia econó-
mica y social “todos los valores cooperativos básicos están impregnados por
la responsabilidad con la comunidad en general” (Böök, 1992:205). Esto se
debe a que el objetivo de la creación de las cooperativas, tanto en el pasado
como en el presente, es contribuir a la sociedad y mejorar las condiciones
de la gente y, para ello, las cooperativas actúan adoptando una organización
dual 47. Por un lado, son organizaciones económicas, y cuando operan como
tal en el mercado no pueden actuar con el único objetivo de lograr el máxi-
mo beneficio económico para los socios, ni convertirse en explotadoras, sino
que han de ser vistas como una opción de mercado en la que la gente pue-
de confiar al ofrecer alternativas buenas, abiertas y honestas, actuando como
correctoras del mercado cuando este falle en satisfacer necesidades esencia-
les. Y por otro lado, también son organizaciones sociales y, como tales, tienen
que corregir los fallos sociales. En este sentido, el informe reconoce que exis-
te un problema de identidad en las cooperativas, la cuales tienden cada vez
más a asimilarse a sociedades de capital, priorizando la eficiencia económica
sobre la ideología cooperativa, es decir, obviando la responsabilidad social.
Para Böök las cooperativas, a través de decisiones tomadas democráticamente
por los socios 48, siempre han realizado políticas sociales que van más allá de
satisfacer exclusivamente las necesidades de los socios, ya sea a través de la
efectiva multiplicación de la democracia, la participación y la movilización, o
promoviendo el valor de la responsabilidad social en las actividades normales

46
Cuando Böök (1992) analiza en el informe cómo han de implementar las cooperativas
cada uno de estos valores, se observa como en algunos de ellos también se encuentran
referencias a actitudes que propugnan la inclusión de intereses sociales, ajenos a los socios,
entre las prácticas que han de realizar las cooperativas. Así lo vemos cuando hace referencia
a la protección del medio ambiente dentro del valor de economía para las necesidades,
o la referencia a la participación de los empleados en la toma de decisiones en el valor de
democracia participativa.
47
Este carácter dual de la cooperativa tiene su origen en la teoría que fue elaborada por
Fauquet, el cual identifica a las cooperativas como entidades duales formadas por 2 elementos
constitutivos, la asociación de personas que constituyen la sociedad, que se corresponde con el
aspecto humano y social de la cooperación; y la empresa común por medio de la cual alcanza
la satisfacción de las necesidades de sus miembros. Este carácter dual de las cooperativas había
sido cuestionado en los últimos años por una parte del movimiento cooperativo que defendía
la necesidad de priorizar la eficiencia económica sobre la social (Fauquet, 1973).
48
Böok hace hincapié en que las políticas y qué hacer con los recursos de la cooperativa
es decisión exclusiva de los socios, sin que se pueda permitir la interferencia de un gobierno,
ya que esta actitud dañaría la responsabilidad social y sus caracteres básicos como son la
democracia y la autoayuda (Böök, 1992:182). Es reseñable esta postura ya que cuando se
apruebe en 1995 el principio de interés por la comunidad, se dejará total libertad a los socios
para establecer las medidas y políticas orientadas a la satisfacción del mismo.
Adopción y evolución del principio de interés por la comunidad 189

de la cooperativa o en el uso de excedentes e ingresos, por lo que debía reco-


nocerse el valor de la responsabilidad social como parte fundamental de la
identidad cooperativa. Además, a esta pérdida de identidad han contribuido
unos principios cooperativos no actualizados, no universales y que, tal y como
expresaba Laidlaw, están demasiado orientados a la práctica y poco hacia los
valores esenciales, por lo que aboga claramente por una seria revisión de los
valores y principios cooperativos 49.
Como ha podido verse, la preocupación por la pérdida de identidad coo-
perativa y el acercamiento hacia objetivos exclusivamente económicos es una
constante en todos estos informes. Además, todos ellos reconocen la existen-
cia de una actitud o valor en la tradicional forma de actuar de las cooperati-
vas que muestra un interés especial por la sociedad que la rodea, Marcus lo
denomina como el valor de preocupación por los demás, mientras que Böök
lo llama el valor de responsabilidad social, término que adopta la ACI como
valor en 1992. La conjunción de ambas cuestiones influirán en gran medida
en el posterior reconocimiento del principio de interés por la comunidad 50.

5. EL RECONOCIMIENTO COMO PRINCIPIO COOPERATI-


VO AUTÓNOMO DEL INTERÉS POR LA COMUNIDAD EN LA
DECLARACIÓN SOBRE LA IDENTIDAD COOPERATIVA (1995)

La ACI finaliza el Congreso de 1992 por un lado, mostrándose realmente


preocupada por problemas globales como el medioambiente 51, el problema

49
Sobre la revisión de los principios, Böök (1992) plantea dos modalidades de reforma.
La primera es una reforma modesta consistente en la reformulación de los principios existentes
y en la que se centra en aspectos como el interés limitado, el origen del capital, la autonomía
y la participación de los trabajadores en la toma de decisiones. En esta modalidad de reforma
no incluye un tratamiento especial para la responsabilidad social, solamente el último de los
aspectos señalados puede influir al hablar de que en la toma de decisiones se consideren otras
posturas diferentes a los de los socios. Mientras que la segunda modalidad consiste en una
reforma más ambiciosa, en la que la ACI desarrolle dos categorías de principios, los Principios
Cooperativos Básicos y Prácticas Cooperativas Básicas. No habla de cuáles serían los principios a
introducir en cada una de esas categorías, pero, a la vista de la importancia otorgada a lo largo
del informe a la responsabilidad social de la cooperativa, se puede presumir que dicho carácter
tendría una presencia notable entre los Principios Cooperativos Básicos.
50
Cracogna (2022:23) indica que “quedaba de esa manera pavimentado el camino para
la introducción del tema en la nueva formulación de los principios cooperativos”.
51
Además del reconocimiento del problema medioambiental realizado en los informes
de los congresos precedentes, cabría señalar que el Congreso de Tokio planteó como tema
principal del debate el problema del desarrollo sostenible y el medioambiente, aprobando al
finalizar el mismo la Declaración sobre el Medioambiente y el Desarrollo sostenible. Además,
190 Daniel Hernández Cáceres

de alimentos, el aumento de población, etc. tal y como se había escenificado


en los congresos celebrados a lo largo de los quince años previos, a la vez que
observa como estos problemas han adquirido una elevada relevancia tanto
para la sociedad, como para otros organismos internacionales como la ONU,
cuyos últimos congresos han llevado como temáticas principales esos mismos
problemas 52. Y por otro lado, encontramos una ACI en la que se ha hecho
patente la necesidad de actualizar los principios cooperativos a otros más uni-
versales, y que estén en concordancia con los valores adoptados en 1992, entre
los que se encuentra la responsabilidad social. Estas circunstancias propicia-
ron, sin ninguna duda, la aparición en el Congreso de Manchester de 1995
del principio de interés por la comunidad 53.
A raíz de todos estos hechos, se le encarga a MacPherson la remodela-
ción de los principios cooperativos. Durante la elaboración del borrador del
documento final, la cuestión de introducir un principio que recogiera la pre-
ocupación por la comunidad de las cooperativas no supuso ninguna contro-
versia, siendo este un punto ampliamente aceptado 54. Finalmente, el trabajo
definitivo fue presentado en el Congreso centenario de la ACI celebrado en
Manchester en 1995, donde fue aprobada la Declaración de la ACI sobre la iden-

en el año 90 por el Día Internacional de la Cooperación, la ACI realiza un manifiesto dedicado


al medioambiente. En ese mismo año, en la reunión del Comité Central de la ACI celebrada en
Madrid se adoptó una resolución en la que expresaba su preocupación por el estado crítico del
medio ambiente y cuestiones del desarrollo.
52
En el marco de la ONU, además del reconocimiento del concepto de desarrollo
sostenible realizado en 1987 a través del informe Brundtland, se celebró la Conferencia sobre
Medio ambiente y Desarrollo en 1992, denominada la Cumbre de la Tierra, en la que se adoptó
la Agenda 21 y la Declaración de Río con la presentación de una serie de principios relacionados
con el desarrollo sostenible, la vida saludable y productiva en armonía con la naturaleza, etc.
Posteriormente, se celebró la Cumbre Mundial de la ONU sobre Desarrollo Social en 1995,
en la que se hizo referencia a la importancia de las cooperativas para lograr algunos objetivos
primordiales del desarrollo sostenible como son la erradicación de la pobreza, la meta del
pleno empleo y el fomento de la integración social, debido al gran número de personas que
involucran a su alrededor.
53
La ACI reconoce el vínculo existente entre la Conferencia de la ONU denominada
Cumbre de la Tierra de 1992 y el reconocimiento del principio de interés por la comunidad en
1995 (ACI, 2016). Asimismo, Paz Canalejo (1995) reconoce que este el principio proviene del
Congreso de Tokio donde se recogió la prioridad de los problemas medioambientales y, como
trasfondo de dicha prioridad, la idea de responsabilidad social.
54
MacPherson reconoce que en los intercambios de opinión entre expertos
cooperativistas llevada a cabo durante la elaboración del borrador de los principios, “la
“preocupación por la comunidad” era un tema común, un principio ampliamente aceptado
que se creía que el movimiento internacional debía reconocer y aplicar en su labor. Al final
del proceso de consulta no había duda de que las asociaciones comunitarias de cooperativas
y el movimiento cooperativo eran de vital importancia en la mente de los cooperadores
comprometidos” (MacPherson, 2012:5)
Adopción y evolución del principio de interés por la comunidad 191

tidad cooperativa 55. En esta declaración, la ACI le otorga una autonomía propia
e independiente a la preocupación de las cooperativas por la comunidad y
vuelve a reconocer, aunque con un mayor énfasis, lo que ya hizo en la anterior
declaración de principios de 1966, que las cooperativas buscan el beneficio
tanto de sus socios como de las comunidades en las que se insertan. Este reco-
nocimiento se materializa en el actual séptimo principio de interés por la co-
munidad 56 cuyo contenido es: „Las cooperativas trabajan para conseguir el de-
sarrollo sostenible de sus comunidades mediante políticas aprobadas por sus
socios“(ACI, 1995:19). A través de este principio, se manifiestan tanto los valo-
res cooperativos de responsabilidad social, proveniente del trabajo de Böök,
como el de preocupación o cuidado por los demás, el cual recogía Marcus en
su trabajo. El Comité también destacó la trascendencia de este principio debi-
do a la importante influencia que ejercen los lazos comunitarios sobre todos
los valores cooperativos 57 (MacPherson, 2012).
En la definición del principio se encuentran algunas palabras y expresio-
nes cuya elección fue explicada años después por MacPherson (2012) 58. Así,
según su autor, la palabra sostenible tiene su base en las iniciativas de coope-
rativistas de zonas rurales y urbanas en declive, donde se desarrollaron coo-
perativas para fortalecer las comunidades, aunque también reconoce que in-
fluyó la unanimidad con respecto al significado de la idea de sostenibilidad y
cómo podía lograrse, como consecuencia de la difusión realizada del informe
Brundtland por parte de la ONU. Por otro lado, en la última expresión me-
diante políticas aprobadas por sus socios, se aprecia una continuidad con las ideas
expuestas por Böök cuando se refería al valor cooperativo de responsabilidad
social. Sobre esta expresión MacPherson indica que se incluyó para asegurar
la autonomía e independencia de las cooperativas, evitando que grupos exter-

55
Lo interesante de este documento no es únicamente la modificación de los principios,
sino que esta se lleva a cabo dentro de una Declaración de identidad en la que, a la vez, se
incluye la primera definición en la historia de la ACI de qué es una cooperativa, junto con los
valores cooperativos. De forma que todo lo que contiene este documento ayuda a comprender
la filosofía cooperativa en su conjunto, a diferencia de lo que ocurría con las anteriores aisladas
declaraciones de principios. En este mismo sentido opina MacPherson (1995).
56
El enunciado del principio es redactado por la ACI en inglés, estableciéndolo como
“Concern for Community”. Como indica Cracogna (2022:21), el término “concern” “parecería que
se trata de interés por la co-munidad pero también preocupación y hasta podría ligarse con compromiso,
derivado de esa preocupación”.
57
En este sentido, MacPherson (2012) hace una recopilación de la influencia de
los lazos comunitarios sobre cada uno de los valores cooperativos aprobados en esa misma
Declaración de identidad.
58
Unas explicaciones parecidas a las realizadas por MacPherson sobre cómo se han de
interpretar estas palabras y frases se recogen también en las Notas de orientación para los principios
cooperativos (ACI, 2016) que fueron publicadas en 2016 y de las que hablaremos más adelante.
192 Daniel Hernández Cáceres

nos trataran de manipularla para sus propios intereses. A la vez, se declaraba


el deber que tienen los consejos rectores de conseguir que se aprueben inicia-
tivas comunitarias y de alentar al debate entre los socios sobre cómo debía su
cooperativa relacionarse con sus comunidades, buscando un equilibrio entre
el interés propio y el interés de la comunidad.
La Declaración va acompañada de un informe en el que se define con una
mayor concreción el contenido y significado de cada uno de los principios. En
dicho documento se aclara que las cooperativas tienen una responsabilidad
para asegurar el desarrollo de sus comunidades en los ámbitos económico, so-
cial y cultural y una responsabilidad para la protección medioambiental, sien-
do los socios los únicos competentes para decidir en qué profundidad y de
qué forma debe hacer la cooperativa las aportaciones a la comunidad (ACI,
1995) 59. Pero uno de los aspectos más sorprendentes de este informe es que
apenas le dedica un párrafo a la ampliación y clarificación del principio de
interés por la comunidad, mientras que al resto de principios le dedica como
mínimo una página completa 60.

6. LA INTERPRETACIÓN VIGENTE DEL PRINCIPIO DE INTERÉS


POR LA COMUNIDAD TRAS LAS NOTAS DE ORIENTACIÓN PARA
LOS PRINCIPIOS COOPERATIVOS (2015)

Tras algunos acontecimientos relevantes que provocaron la acelera-


ción del cambio climático y aumentaron el daño medioambiental 61, la ACI
Américas se preocupó especialmente del tema en las reuniones celebradas
a partir de 2008, llegando incluso a proponer la formulación de un octavo
principio específicamente referido a la preservación del medioambiente
(Cracogna, 2022).

59
En este mismo Congreso se presenta el informe titulado Las cooperativas y el desarrollo
humano sostenible que armoniza a la perfección con este principio, así lo reconoce el propio
MacPherson (1995). Dicho informe, fue elaborado a raíz de la resolución de la Asamblea
General de la ONU de 1994 que reconoce la contribución de las cooperativas al desarrollo
humano sostenible, e incluye algunas referencias a la importancia de tomar en consideración
las cuestiones ambientales y la propuesta de la Agenda Cooperativa 21, la cual contiene propuestas
de actuaciones en materia ambiental que pueden realizar cada uno de los sectores cooperativos
(ACI, 1995b).
60
Cracogna (2022:22) hace una referencia similar al analizar la propia Declaración,
indicando que se trata del principio más escueto de todos “pues se expresa en un solo renglón”.
61
Se había producido la renuncia de algunos países al cumplimiento de los acuerdos
de la Cumbre de la Tierra, el Protocolo de Kyoto, los Objetivos de Desarrollo del Milenio y las
recomendaciones formuladas por diversos foros mundiales.
Adopción y evolución del principio de interés por la comunidad 193

Esta corriente llegó a la Asamblea general extraordinaria de la ACI, cele-


brada en Cancún en 2011. En ella, la Asamblea planteó, ya no la inclusión de
un nuevo principio, sino una enmienda al séptimo principio que reconociera
la importancia de la sostenibilidad ambiental y la necesidad de una gestión
responsable de los recursos naturales, la riqueza, la conservación de la biodi-
versidad y la mitigación de los cambios climáticos. Por ello propuso, en primer
lugar, modificar el nombre del 7º principio, pasándose a llamar “Preocupación
por la comunidad y la sostenibilidad ambiental”; y en segundo lugar, modificar
su contenido por la siguiente redacción: “Las cooperativas trabajan para el
desarrollo sostenible de sus comunidades, incluida la protección del medio
ambiente, mediante políticas aprobadas por sus miembros, promoviendo la
gestión responsable de los recursos naturales para garantizar el equilibrio eco-
lógico” (ACI, 2011:13).
La resolución sobre la propuesta de enmienda fue expuesta para su
aprobación ante la Asamblea General extraordinaria de la ACI celebrada en
Manchester en 2012, sin embargo no se aprobó, sino que se acordó transmitir
de nuevo dicha petición a la Junta de la ACI. Finalmente, todo este debate
provocó, por un lado, la aprobación de un protocolo para la modificación
de los principios cooperativos y por otro, la posterior creación del Comité de
Principios, al cual se le encargó la tarea de elaborar unas notas orientativas
sobre el tercer, quinto y séptimo principio (ACI, 2012). Dicho comité debía
establecer una orientación para los principios cooperativos tal y como estaban
redactados en el momento, así como delimitar el núcleo irreductible de cada
principio, y por lo tanto, de la identidad cooperativa.
En el año 2013 se presentó el borrador de dicho trabajo, el cual inclu-
ye unas notas de orientación sobre el séptimo principio 62. Este trabajo hacía
alusión a las mismas dimensiones que había de implicar la sostenibilidad y
que habían sido señaladas en el informe que acompañaba a la Declaración
de 1995, pero eliminaba de ellas la dimensión cultural. De forma que las
dimensiones de la sostenibilidad resultaban ser la económica, la social y la
medioambiental. Además, siguiendo la línea marcada desde el 2011, se subra-
yó la preponderancia de la sostenibilidad medioambiental sobre las demás
dimensiones 63 (ACI, 2013).

62
Dante Cracogna fue el encargado de elaborar el borrador inicial sobre las notas de
orientación del séptimo principio.
63
Aunque en un primer momento indica que las tres dimensiones se han de
complementar entre sí, más adelante señala la primacía de la sostenibilidad medioambiental
debido a los fenómenos producidos en los últimos años de degradación del medio ambiente y
de aumento de la población mundial. Igualmente, concluye el borrador advirtiendo de nuevo
de la gravedad del problema medioambiental y la importancia de la aplicación eficaz de este
séptimo principio para tratar de solucionarlo (ACI, 2013).
194 Daniel Hernández Cáceres

Finalmente, en el año 2015 el Comité de Principios presentó el documen-


to final titulado Notas de orientación para los principios cooperativos (ACI, 2015), el
cual incluía unas guías de interpretación de los siete principios cooperativos
que dejaban constancia de cómo han de aplicarse los principios en términos
adaptados al siglo XXI. De manera que en este documento se encuentra la
indicación más reciente de cómo ha de interpretarse en la actualidad el prin-
cipio de interés por la comunidad. En este sentido, el informe señala que el
desarrollo sostenible de sus comunidades al que se refiere dicho principio, engloba
por igual a las tres dimensiones: el equilibrio ecológico, la justicia social y la
seguridad económica y añade que “al ser interdependientes y de regeneración mutua
deberán perseguirse de manera concomitante” (ACI, 2015:94). Así pues, a diferencia
del borrador previo, ninguna de las tres dimensiones del desarrollo sostenible
se sobrepone a las demás, sino que todas deben tener la misma importancia y
complementarse mutuamente.
Además, para facilitar aún más la interpretación de estos términos, las
guías de orientación contienen una explicación de los ámbitos que deben
abarcar cada una de esas tres dimensiones, así como una serie de actitudes
observadas en algunas cooperativas que sirven de ejemplo para entender a
qué se refiere o qué conductas incluyen cada una de ellas. Así, la ACI, con res-
pecto al desarrollo económico sostenible, establece que no consiste en intentar
obtener el máximo índice de rentabilidad en los negocios, sino en tratar de sa-
tisfacer las necesidades de sus socios a la vez que se aplican valores éticos a las
operaciones comerciales y se realizan actuaciones encaminadas a reducir la
pobreza, las desigualdades de renta, a conseguir el pleno empleo y la integra-
ción social. Por otro lado, en cuanto a la sostenibilidad ambiental, el informe
indica que las cooperativas, además de reducir el impacto medioambiental en
sus actividades, deben contribuir activamente a sensibilizar a otros colectivos,
ya que la magnitud del problema exige abordarlo de manera conjunta y coor-
dinada desde distintos sectores.
Sin embargo, al que más atención dedica es al apartado destinado al desa-
rrollo social sostenible. En él, la ACI engloba una amalgama muy variada de ac-
tuaciones, llegando a configurar una especie de cajón de sastre de conductas que
en general favorecen a la comunidad, pero que, por su contenido, no es posible
encuadrarlas dentro de las actuaciones de desarrollo económico y medioam-
biental. Incluso llega a encuadrar actuaciones que presentan una relación más
estrecha con otros principios como el de intercooperación o el de educación,
pero que, al generar una influencia positiva en la comunidad, decide recogerlas
también como actuaciones pertenecientes a este séptimo principio.
Así, la ACI entiende que para favorecer el desarrollo social sostenible, las
cooperativas deberán dar respuesta a necesidades y aspiraciones intangibles
Adopción y evolución del principio de interés por la comunidad 195

de la comunidad como “la cultura y las artes, la espiritualidad y los derechos


religiosos, la educación, la historia y el patrimonio, los festivales comunitarios
y culturales, así como las artes visuales”. A su vez, también señala el historial
que tienen las cooperativas en satisfacer otras necesidades sociales “mediante
la prestación de servicios sanitarios, de vivienda, educativos, sociales, de inte-
gración en el mercado laboral de personas socialmente desfavorecidas, y de
ayudar al desarrollo de la comunidad” 64 (ACI, 2015:94).
Dentro del desarrollo social, la ACI también encuadra la asistencia a coo-
perativas en países en desarrollo, actuación que podría estar más relaciona-
da con el sexto principio de intercooperación, pero que, sin duda, influye
de manera positiva en el desarrollo social de la comunidad desfavorecida.
También sitúa dentro de este ámbito otros aspectos más generales y en los que
la cooperación lleva años comprometida como es el trabajo por la paz y la jus-
ticia social, así como la promoción y el apoyo a los jóvenes, promoviendo, por
ejemplo, el acceso de estos a los consejos rectores, fomentando actividades de
jóvenes y organizaciones de juventud cooperativa, e impulsando la educación
cooperativa en colegios, institutos y universidades 65.
Por último, también se incluye dentro del desarrollo social, como ámbito
de especial interés a adoptar por las cooperativas, la preocupación y la mejora
de las condiciones laborales y el bienestar de sus empleados y sus familias. En
este sentido, el texto hace referencia a la adopción por parte de la ACI de la
Recomendación 193 de la Organización Internacional del Trabajo de 2002
sobre la Promoción de las Cooperativas y a la obligación que tienen las coope-
rativas de respetar los convenios, recomendaciones y normas laborales de la
OIT, las cuales deben ser “el punto de partida para las políticas de empleo de
una cooperativa” (ACI, 2016:96). Suponemos que al hablar de punto de par-
tida se refiere a que las cooperativas no deben conformarse con lo estipulado
en esas normativas sino que deben aspirar a mejorar las condiciones laborales
de los trabajadores más allá de lo recogido en la legislación. De lo contrario,
cumplir con lo establecido en un convenio laboral no puede decirse que sea
mostrar un especial interés por la comunidad, sino cumplir con la legalidad,
actitud que deben mostrar todos los empleadores.

64
La ACI destaca en este sentido como referente a las cooperativas sociales italianas,
cuyo objeto social es una misión de interés general, a través de la producción de bienes o
servicios de interés general y donde los beneficiarios son sus miembros y la comunidad en
general (ACI, 2015).
65
Al igual que ocurría anteriormente, estas últimas actuaciones parecen más
relacionadas con otro principio, el de educación, aunque no cabe duda del beneficio para la
comunidad que pueden generar este tipo de intervenciones.
196 Daniel Hernández Cáceres

7. BIBLIOGRAFÍA

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CAPÍTULO 11
Los enredos jurídicos del derecho cooperativo
y el derecho de la economía social y solidaria

Willy Tadjudje
Catedrático de Derecho Mercantil - Universidad de Yaundé (Camerún)
Investigador en el CRIDES - Universidad Católica de Lovaina (Bélgica)

Sumario: 1. Introducción. 2. La naturaleza jurídica del derecho de la economía social


y solidaria: una ley marco: 2.1. La noción de ley marco. 2.2. La autonomía de
los marcos jurídicos que regulan las formas jurídicas afines frente al derecho
de la economía social y solidaria: el caso de la ley de sociedades coopera-
tivas. 3. La invasión progresiva del derecho cooperativo por el derecho de
la economía social y solidaria: 3.1. Una visión general de la realidad de esta
usurpación: análisis de los planteamientos conceptuales de las leyes marco de
la ESS. 3.2. Las consecuencias de la invasión progresiva del derecho coopera-
tivo por el derecho de la economía social y solidaria. 4. Bibliografía.

1. INTRODUCCIÓN

Desde hace varias décadas, los investigadores se ocupan de la cuestión de


la economía social y solidaria (ESS), que está cobrando un auge considerable
a escala internacional, sobre todo en el ámbito jurídico (Caire & Tadjudje,
2019: 74-88). Durante la 110ª edición de la Conferencia Internacional del
Trabajo (10 de junio de 2022), se adoptó una Resolución relativa al trabajo
decente y la economía social y solidaria 1. Según esta Resolución, “(...) la eco-

1
La Resolución está disponible en línea: https://www.ilo.org/wcmsp5/groups/
public/---ed_norm/---relconf/documents/meetingdocument/wcms_848645.pdf
200 Willy Tadjudje

nomía social y solidaria incluye, en función de las circunstancias nacionales,


las cooperativas, asociaciones, mutualidades, fundaciones, empresas sociales,
grupos de autoayuda y otras entidades que operan de acuerdo con sus valores
y principios”.
De esta definición, que se repite in fine, se desprende que la economía so-
cial y solidaria (ESS) incluye a las cooperativas. Partiendo de esta afirmación,
¿debemos deducir que el derecho cooperativo forma parte integrante (está
incluido en) del derecho de la ESS? Esta pregunta nos lleva a considerar los
objetivos de una ley de ESS: ¿deroga una ley de este tipo las disposiciones de
las formas jurídicas que engloba para prever todo por sí misma?
La respuesta es no. La inclusión de las cooperativas en el ámbito de la ESS
no pretende quitarle su esencia o sustancia, sino construir un sector. El obje-
tivo de la legislación sobre la ESS no es sustituir la legislación sobre coopera-
tivas, sino establecer normas que reflejen los objetivos de la ESS. En cuanto al
análisis, “en la mayoría de los casos, las leyes son leyes marco. Estas leyes son
muy generales e indican una clara intención de los parlamentos en cuestión
de enmarcar las acciones de todo el gobierno en favor del sector. Estas leyes
pretenden ser concisas: sólo una veintena de artículos. Es el caso de Camerún,
Uruguay y Túnez, por citar sólo algunos ejemplos” (Hiez, 2021: 86).
Sin embargo, cada vez es mayor la incursión de la legislación sobre ESS
en el ámbito del derecho cooperativo. Esto implica, en concreto, que las leyes
sobre la ESS incluyan disposiciones pertinentes específicas del derecho coo-
perativo. “En realidad, estas leyes aparentemente más detalladas tienen dos
partes: una parte de marco clásico, más una parte con muchos detalles, pero
sin un enfoque global ” (Hiez, 2021: 86).
Esta no es la tarea de la ley de ESS. Aunque el modelo de leyes de ESS que
integra una parte marco y una parte detallada parece mucho más ambicioso,
hay que señalar que aún no se ha aplicado. “Probablemente sólo pueda con-
templarse en países que puedan contar con una economía social y solidaria
que ya esté lo suficientemente madura como para diseñar un régimen jurí-
dico común para todas sus empresas, más allá de la diferencia en las formas
jurídicas que adopten” (Hiez, 2021: 86).
Esta incursión da lugar a solapamientos entre el derecho cooperativo y el
derecho de la ESS ¿Qué puede explicar tal tendencia legislativa y cuáles po-
drían ser sus consecuencias?
Esta cuestión nos lleva a recordar que el derecho de la ESS es un derecho
marco, y que la invasión progresiva del derecho cooperativo por el derecho de
la ESS no carece de consecuencias jurídicas.
Los enredos jurídicos del derecho cooperativo 201

2. LA NATURALEZA JURÍDICA DEL DERECHO DE LA ECONOMÍA


SOCIAL: UNA LEY MARCO

Si la ley sobre la ESS es una ley marco, ello implica que no debe crear in-
cursiones en el derecho de las formas jurídicas que engloba.

2.1. La noción deley marco

Una ley que regule la ESS debe tener necesariamente una apariencia es-
pecial en la medida en que se superpone a otras leyes aplicables a formas jurí-
dicas de organización o a sectores de actividad. Si la ley de la ESS no sustituye
ni deroga las leyes que engloba, entonces es un tipo especial de ley.
Debido al enfoque federativo que subyace en la elaboración de las le-
yes sobre ESS, estos textos se presentan a menudo en forma de ley marco u
orientativa.
En derecho francés, según Gérard Cornu (2020), una ley marco es una
ley que, bajo la IV República, se limitaba a establecer sucintamente las nor-
mas generales para toda una materia e invitaba al poder reglamentario (au-
torizándole a ello) a fijar o modificar las disposiciones necesarias dentro del
marco muy amplio que establecía. El mismo autor define la ley orientativa
como aquella que, para una materia determinada en su conjunto, establece
una política global que debe aplicarse durante un período de tiempo más o
menos largo y adopta las disposiciones legislativas necesarias para ello a partir
de ese momento.
Ambas nociones parecen definir la misma realidad. A estos dos conceptos
se añade el de ley paraguas. El término “vértice” es bien conocido en el voca-
bulario de las organizaciones y empresas de la ESS. Expresa la superposición
jerárquica y rigurosa de entidades independientes, siguiendo el principio de
subsidiariedad. En concreto, las entidades de base crean una organización
paraguas para hacer, a este nivel, lo que no pueden lograr con eficacia y efi-
ciencia en la base. En el derecho cooperativo, las leyes mencionan a veces las
uniones, federaciones y confederaciones.
La ley marco sobre la ESS sigue la misma lógica. Los sectores de actividad
y los estatutos jurídicos se organizan para crear su organización paraguas, que
es la ESS. Este último no pretende sustituir a los sectores ni a los estatutos ju-
rídicos, sino simplemente constituir un nivel superior para la acción conjunta
y concertada, en términos de identidad, reconocimiento y pertenencia a un
sector específico. La ley sobre la ESS, como ley marco o paraguas, engloba así
otras leyes o reglamentos, al tiempo que ejerce cierta influencia.
202 Willy Tadjudje

En general, a nivel internacional, el concepto de ley marco es el más utiliza-


do. Por ejemplo, Camerún no duda en definir su ley sobre la ESS como una ley
marco (ley n° 2019/004 de 25 de abril de 2019, ley marco que regula la econo-
mía social). En la práctica, la ley marco se refiere a una técnica legislativa utili-
zada para tratar cuestiones intersectoriales y/o transestatutarias: una ley marco
define principios y obligaciones generales sin arrogarse el derecho de fijar las
normas aplicables en diferentes sectores o estatutos jurídicos (FAO, 2010).
Una ley marco sobre la ESS puede definir con precisión el alcance y el
contenido del sector, fijar las obligaciones de las autoridades públicas y del
sector privado, establecer los mecanismos institucionales necesarios y propor-
cionar una base jurídica para las leyes o decretos subsidiarios y otras medidas
que adopten las autoridades competentes (FAO, 2010).
En la práctica, la ley marco establece un marco político general. Establece
principios y obligaciones generales, pero deja en manos de los textos específi-
cos (relativos a estatutos o sectores de actividad) y de las autoridades compe-
tentes la determinación de las medidas concretas que deben adoptarse para
hacer efectivas estas obligaciones. La redacción de los textos específicos, in-
cluidas las decisiones administrativas, debe ser coherente con los principios y
condiciones establecidos en la ley marco (FAO, 2010).
Desde esta perspectiva, la ley marco se convierte en la norma de referen-
cia para las cuestiones de ESS a escala nacional. Su objetivo es esbozar, de
manera estable y estructural, elementos comunes y principios fundamentales,
establecer los mecanismos institucionales necesarios y proporcionar informa-
ción sobre las orientaciones estratégicas de las autoridades públicas compe-
tentes. Por lo tanto, en la jerarquía de las fuentes del Derecho, tiene fuerza
de ley, al menos de ley de carácter específico, debido a su interacción con las
leyes sectoriales y estatutarias que influyen en el sector de la ESS (FAO, 2010).

2.2. La autonomía de los marcos jurídicos que regulan las


formas jurídicas afines frente al derecho de la economía
social: el caso de la ley de sociedades cooperativas

Si la ley de ESS es una ley marco, esto implica que la ley de cooperativas
sigue siendo autónoma, al menos con respecto a la ley de ESS. Esta autonomía
es importante para garantizar la coherencia de la producción legislativa. De
hecho, existen leyes cooperativas en todos los países del mundo y a menudo
se han diseñado con objetivos propios (FAO, 2010). En contraste con la más
abundante ley de cooperativas, menos de treinta países en el mundo cuentan
actualmente con una ley de ESS (FAO, 2010).
Los enredos jurídicos del derecho cooperativo 203

Además de este argumento basado en la tradición la riqueza del derecho


cooperativo en comparación con el derecho de la ESS, cabe destacar que la
forma jurídica cooperativa no es la única que se refiere al sector de la ESS.
En efecto, como recuerda in fine la definición de la OIT, “la economía social
y solidaria incluye, según las circunstancias nacionales, cooperativas, asocia-
ciones, mutualidades, fundaciones, empresas sociales, grupos de autoayuda y
otras entidades que operan según sus valores y principios”.
En la mayoría de los países existen cooperativas, mutuas, asociaciones,
fundaciones y empresas sociales, con sus propias leyes y con objetivos espe-
cíficos. Es el caso de Francia y Bélgica, por citar sólo dos ejemplos. En estos
dos países, plantearse una ley integral de ESS puede parecer ambicioso 2. En
efecto, esto sólo puede “contemplarse en países que puedan apoyarse en una
economía social y solidaria que ya esté lo suficientemente madura como para
concebir un régimen jurídico común para todas sus empresas, más allá de la
diferencia de las formas jurídicas que adopten” (Hiez, 2021).
En cualquier caso, si bien la ley sobre la ESS es, por su naturaleza, una ley
marco, se ha observado que, en algunos países, esta naturaleza jurídica se rela-
tiviza. Esto se observa en la tendencia de algunas leyes de ESS a prever disposi-
ciones específicas para el derecho cooperativo, lo que conduce a una dispersión
del derecho cooperativo, así como a una incoherencia en la política legislativa.

3. LA INVASIÓN PROGRESIVA DEL DERECHO COOPERATIVO POR


EL DERECHO DE LA ECONOMÍA SOCIAL

La invasión del derecho cooperativo por el derecho de la economía social


no carece de consecuencias. Tras una presentación de los tipos de derecho
marco en el ámbito de la ESS, se señalarán algunas consecuencias, en lo que
respecta al derecho cooperativo.

3.1. Una visión general de la realidad de esta usurpación:


análisis de los planteamientos conceptuales de las leyes
marco de la ESS
La comparación internacional de las leyes sobre ESS permite identificar
varios tipos de ley marco sobre ESS en términos de configuración, enfoque y
contenido. En nuestro análisis nos limitaremos a cinco enfoques conceptuales.

2
Sin embargo, en Francia, un autor ha recopilado en un código no oficial todas
las leyes y reglamentos relativos a la legislación sobre ESS. Véase Meynet, W. (2012). Code de
l’économie sociale et solidaire en France. Larcier.
204 Willy Tadjudje

La primera es la ley paraguas general. Se trata de leyes que incluyen for-


mas jurídicas de empresa y/u organización ya reguladas (por ejemplo, coope-
rativas, mutuas, asociaciones, etc.). La ley paraguas general no modifica nin-
guna disposición de las leyes específicas de cada forma jurídica de empresa u
organización. De este modo, la ley sobre la ESS conserva su naturaleza de ley
paraguas, sin ninguna incursión en las leyes que engloba. Un ejemplo de ley
general es la ley de Quebec (Ley de Economía Social, 10 de octubre de 2013).
Su sección 3, in fine, establece que “ una empresa de economía social es una
empresa cuyas actividades consisten, en particular, en la venta o el intercam-
bio de bienes o servicios y que está gestionada, de conformidad con los princi-
pios establecidos en el primer párrafo, por una cooperativa, una mutualidad o
una asociación con personalidad jurídica ”.
La segunda es la ley paraguas que establece distinciones. Al igual que la
anterior (ley paraguas general), son leyes que incluye formas jurídicas ya re-
guladas y no modifican ninguna de las disposiciones de las leyes que regulan
cada una de ellas. No obstante, distinguen para una o varias formas jurídi-
cas, las entidades que pueden acogerse al estatuto de empresa u organización
de ESS por ley, de las que pueden acogerse en determinadas condiciones. Al
igual que la ley paraguas general, la ley conserva su naturaleza de ley marco,
sin ninguna incursión en las leyes que abarca. Un ejemplo de ley paraguas
que hace distinciones es la de España (ley 5/2011, de 29 de marzo, de econo-
mía social). El artículo 5 de esta ley establece que “ 1) las cooperativas, mu-
tualidades, fundaciones y asociaciones que ejerzan una actividad económica
(...) forman parte de la economía social. (2) También podrán formar parte
de la economía social las entidades que desarrollen una actividad económica
y comercial y cuyas normas de funcionamiento se ajusten a los principios es-
tablecidos en el artículo anterior y que estén incluidas en la lista de entidades
establecida en el artículo 6 de la presente ley ”.
La tercera es la ley paraguas con ampliaciones. Se trata de leyes que com-
prenden formas jurídicas ya reguladas, que no modifican ninguna disposición
de las leyes que rigen cada forma jurídica, y que incorporan una nueva forma
jurídica (por ejemplo, la empresa social, o las instituciones privadas de solida-
ridad social, por citar el caso específico de Cabo Verde, como se verá más ade-
lante). Las normas específicas de la nueva forma jurídica pueden integrarse
en la ley marco, eventualmente con una remisión a un decreto para los deta-
lles, o dar lugar a la elaboración posterior de una ley específica. En este caso,
la ley conserva su carácter de ley marco, si remite a una ley que se elaborará
posteriormente para definir las normas aplicables a la nueva forma jurídica. Si
es así, la ley contribuye a enriquecer el derecho de las organizaciones. Sin em-
bargo, añadir una nueva forma jurídica distorsionaría la ley marco. Lo ideal
habría sido regular primero la forma jurídica antes de elaborar la ley marco,
Los enredos jurídicos del derecho cooperativo 205

o bien elaborar posteriormente una ley específica. Un ejemplo de ley marco


que incluye ampliaciones es la de Cabo Verde (Lei n.º122/VIII /2016 estabe-
lece o regime jurídico da economia social). El artículo 6 trata del desarrollo
legislativo. Su apartado 2 establece que “ la reforma legislativa a que se refiere
el apartado anterior implica, entre otras cosas, a) la definición del régimen
jurídico de las instituciones privadas de solidaridad social (...) ”.
La cuarta es la ley paraguas que introduce enmiendas. Se trata de leyes
que agrupan formas jurídicas ya reguladas y que incorporan modificaciones
a determinadas disposiciones de las leyes específicas de cada una de ellas.
Existen tres posibles razones para ello: adecuar las disposiciones de las leyes
que regulan las formas jurídicas a la Ley sobre ESS (tipo 1), crear una nueva
variación de una forma jurídica existente (tipo 2) o modernizar disposiciones
específicas de una forma jurídica (tipo 3). La ventaja de la ley marco modifi-
cativa puede ser que contribuye a la adaptación de la ley a los cambios de la
sociedad, lo que corresponde a la alineación de la ley marco con el derecho
de las organizaciones. No obstante, la modificación de las leyes que regulan
las formas jurídicas por la ley marco plantea un problema de coherencia de la
política legislativa. Lo ideal habría sido adaptar primero las leyes a englobar,
antes de redactar la ley marco, para que esta última conservara su especifici-
dad. Como ejemplo de ley paraguas que introduce cambios, podemos citar,
para el tipo 1, la ley de Ecuador (Ley orgánica de economía popular y solida-
ria y del sistema financiero popular y solidario, Registro Oficial 444 de 10 de
mayo de 2011). La parte final de la ley incorpora diversas disposiciones que
introducen reformas en otras leyes, con el objetivo de adaptarlas, para crear
cierta coherencia con la ley de ESS. Para el tipo 2, un ejemplo es Francia (ley
de 31 de julio de 2014 sobre la economía social y solidaria). Los artículos 47 y
siguientes están relacionados con la cooperativa de actividades y empleo, por
modificación de la ley de cooperativas de 1947. Por último, en cuanto al tipo
3, Bélgica (Región Valona) es un ejemplo (Decreto de 20 de noviembre de
2008 sobre la economía social). El capítulo 4 trata de las disposiciones de mo-
dificación, en particular la sección 1 sobre “ Modificación de las disposiciones
del decreto de 18 de diciembre de 2003 relativo a las condiciones de autoriza-
ción y subvención de las empresas de inserción ”.
El quinto y último enfoque conceptual se refiere a la ley paraguas que esta-
blece una etiqueta. Se trata de leyes que establecen una etiqueta u homologa-
ción de ESS, lo que implica que las entidades interesadas, independientemente
de su forma jurídica, tienen que llevar a cabo un procedimiento específico para
garantizar que su actividad y funcionamiento cumplen las normas prescritas.
Un ejemplo de ley paraguas que instituye el etiquetado es la de Luxemburgo
(ley de 12 de diciembre de 2016 que crea empresas de impacto social). El artí-
culo 3 establece que cualquier sociedad anónima, sociedad de responsabilidad
206 Willy Tadjudje

limitada o sociedad cooperativa que respete los principios de la economía social


y solidaria podrá ser autorizada como empresa de impacto social (...).

3.2. Las consecuencias de la invasión progresiva del derecho


cooperativo por el derecho de la economía social y soli-
daria

El análisis de los cinco tipos de leyes sobre ESS muestra que la primera y
la segunda no son problemáticas y constituyen los enfoques ideales para el di-
seño de una ley sobre ESS, al menos en lo que respecta a la política legislativa:
mantener la ley sobre ESS en su condición de ley paraguas. En realidad, la ley
paraguas general no modifica ninguna disposición de las leyes específicas de
cada forma jurídica de empresa u organización. De este modo, la Ley sobre la
ESS conserva su carácter de ley marco, sin ninguna incursión en las leyes que
incluye. Del mismo modo, la ley marco que hace distinciones conserva su na-
turaleza de ley marco, sin incursionar en las leyes que engloba.
El segundo enfoque (ley vértice que establece distinciones) es similar al
quinto enfoque, es decir, la ley vértice que establece una etiqueta. En este
caso, las entidades interesadas solicitan una etiqueta para convertirse en em-
presa u organización de ESS. Dicha etiqueta sigue siendo facultativa y la Ley
sobre la ESS no hace ninguna incursión en el ámbito de las leyes que engloba.
Al igual que las anteriores, en el marco de la ley paraguas que incluye las
ampliaciones, la ley mantiene su naturaleza de ley marco, si bien remite a una
ley que se elaborará posteriormente para definir las normas aplicables a la
nueva forma jurídica.
A diferencia de los enfoques conceptuales primero, segundo, tercero y
quinto, el cuarto puede resultar especialmente problemático. Incluye tres va-
riantes. Esta es la ley paraguas que introduce cambios. En este enfoque, el
legislador interviene con objetivos nobles, pero las consecuencias para la po-
lítica legislativa y la coherencia de la producción normativa pueden ser im-
portantes. En algunos países, como Francia, la legislación cooperativa ya está
fragmentada y dispersa. Si la ley sobre la ESS debe seguir incluyéndose entre
las fuentes del derecho cooperativo, huelga decir que la ley sobre la ESS no
conserva su estatus de ley marco, sino que hace incursiones en el ámbito del
derecho cooperativo 3.

3
Tadjudje, W. y Douvitsa, I. (2022). Conclusion: Current Prospects of Cooperative Law.
in Tadjudje, W. y Douvitsa, I. (dir.). Perspectives on cooperative Law, Festschrift in honor of Professor
Hagen Henrÿ. Springer. 103-116.
Los enredos jurídicos del derecho cooperativo 207

De hecho, una ley marco debe respetar su espectro y no provocar incur-


siones en el derecho de las formas jurídicas que engloba. Hacerlo puede con-
tribuir a la confusión en cuanto a la ley aplicable, así como en la interpreta-
ción de las normas jurídicas. Esto sucedería, por ejemplo, si la ley de ESS, que
añade disposiciones específicas al derecho cooperativo, por ejemplo, contie-
ne disposiciones contrarias.
En conclusión, el elemento clave que debe guiar al legislador de la ESS
debe ser el de la subsidiariedad. Esto implica, por ejemplo, que una coope-
rativa debe seguir siendo primero una cooperativa, antes de convertirse en
una entidad de ESS en segundo lugar. A nivel político y administrativo, esto
implica que se mantienen las responsabilidades de los ministerios encargados
de las distintas formas jurídicas (incluida la cooperativa). Por lo tanto, a través
de una ley de ESS no se trata de crear un nuevo estatuto de organización o
empresa de ESS. El papel de la ley marco sobre la ESS es promover el recono-
cimiento adicional de estas estructuras como entidades de ESS, además de su
estatuto jurídico básico. Este reconocimiento debe permitirles ser represen-
tados como tales ante las autoridades competentes y ser tenidos en cuenta en
las estrategias políticas para beneficiarse de disposiciones públicas comunes
favorables.

4. BIBLIOGRAFÍA

Caire, G. y Tadjudje, W. (2019). Vers une culture juridique mondiale de l’ESS? Une
approche comparative internationale des législations ESS, RECMA, 353(7),
74-88.
Cornu, G. (2020). Vocabulaire juridique. PUF.
FAO (2010). Guide pour légiférer sur le droit à l’alimentation, FAO, passim.
Henrÿ, H. (2013). Guide de législation coopérative, Organisation internationale du travail.
Hiez, D. (2021). Guide pour la rédaction d’un droit de l’économie sociale et solidaire, ESS
Forum International. 86.
Hiez, D. (2022). Are cooperatives part of social and solidarity economy, in Tadjudje,
W. y Douvitsa, I. (dir.), Perspectives on cooperative Law, Festschrift in honor of Professor
Hagen Henrÿ, Springer. 103-116.
Meynet, W. (2012). Code de l’économie sociale et solidaire en France. Larcier.
Tadjudje, W. y Douvitsa, I. (2022). Conclusion: Current Prospects of Cooperative Law.
in Tadjudje, W. y Douvitsa, I. (dir.). Perspectives on cooperative Law, Festschrift in
honor of Professor Hagen Henrÿ. Springer. 103-116.
CAPÍTULO 12
La autoayuda y la ayuda mutua, un doble valor cooperativo 1

Antonio José Macías Ruano


Acreditado PCDO
Universidad de Almería

Sumario: 1. Introducción. 2. La proyección de la autoayuda en el tiempo. 3. La proyec-


ción de la ayuda mutua en el tiempo. 4. El primero de los valores cooperati-
vos. 4.1. El valor cooperativo de la autoayuda. 4.2 El valor cooperativo de la
ayuda mutua. 5. Bibliografía.

1. INTRODUCCIÓN

Ha señalado la Alianza Cooperativa Internacional (ACI) en su Declaración


de la Identidad Cooperativa que las cooperativas se basan en una serie de va-
lores, y que los principios cooperativos son las directrices mediante las que las
cooperativas ponen en práctica sus valores. Con estas premisas, la ACI pone el
foco de atención en los valores cooperativos para la comprensión de qué debe
ser una sociedad cooperativa, y cómo debe diseñar el legislador competente
el marco legal de este tipo de sociedades para su identificación como tal.
Los valores cooperativos que señala la ACI en la traducción española de
la declaración de identidad 2 son la autoayuda, la autorresponsabilidad, la de-

1
Este trabajo es uno de los resultados del proyecto de I+D+i PID2020-119473GB-I00
orientado a Retos de la Sociedad, financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación y la
Agencia Estatal de Investigación, titulado “Las empresas sociales. Identidad, reconocimiento de
su estatuto legal en Europa y propuestas para su regulación en España”, concedido al Centro de
Investigación CIDES de la Universidad de Almería y que dirige el profesor Carlos Vargas Vasserot.
2
Vid. https://www.ica.coop/es/cooperativas/identidad-alianza-cooperativa-internacional
210 Antonio José Macías Ruano

mocracia, la igualdad, la equidad y la solidaridad. A continuación, hace una


mención a los valores éticos en los que creen los miembros cooperativos: la
honestidad, actitud receptiva, responsabilidad social y respeto hacia los de-
más, aunque no los eleva a categoría de valores identitarios puesto que pue-
den ser compartidos por cualquier integrante de otro operador económico
que no sea del tipo de sociedad cooperativa.
Todos los valores cooperativos fijados por la ACI tienen un variado y plural
contenido y alcance, pero dos de ellos resultan singularmente diversos: la au-
toayuda y la autorresponsabilidad, porque partiendo de sus respectivas raíces
-ayuda y responsabilidad- en función de que se incorpore, o no, el prefijo “auto”
a cualquiera de los dos términos su contenido y alcance es distinto, y si, además,
se le añade un término como “mutua” para el primero de ellos, su contenido
será distinto. La cuestión que se plantea se deriva de las distintas traducciones
que la ACI ha hecho de cuáles son los valores en los que se basan las sociedades
cooperativas. Nos vamos a centrar en el primero de ellos, el de la autoayuda
en la traducción española del valor, o en el de la ayuda mutua en la traducción
francesa de la declaración de identidad -l’entraide-. En función del término que
usemos para determinar “el” valor cooperativo, el alcance, la puesta en práctica
y proyección legislativa del mismo será distinta, por lo que habrá que concretar
uno y otro vocablo para ajustar, en su caso, el régimen jurídico a su contenido.
La premisa para el análisis que desarrollamos es que el primero de los
valores cooperativos que ha enunciado la ACI en su Declaración de Identidad
Cooperativa del Congreso de Manchester de 1995, ni institucionalmente, ni
por parte de la doctrina, existe unanimidad en la fijación del término.
En las versiones en inglés y en español de la Declaración de identidad
cooperativa de la ACI, los términos empleados son el de self-help 3, y autoayu-
da 4, respectivamente y con el mismo significado. Sin embargo, en la versión
en francés de la Declaración de identidad, la palabra utilizada para el valor
es la de l’entraide 5 -ayuda mutua-. Los términos, pudiendo parecer similares,
suponen una visión diferente del valor.
El eje vertebrador de la sociedad cooperativa es la persona. Todo está pen-
sado para darle protagonismo y ser su finalidad. La cooperativa es una asocia-
ción autónoma de personas que se han unido voluntariamente para hacer frente
a sus necesidades y aspiraciones económicas, sociales y culturales por medio de
una empresa de propiedad conjunta y democráticamente controlada 6. Por tanto, si

3
https://www.ica.coop/en/cooperatives/cooperative-identity
4
https://www.ica.coop/es/cooperativas/identidad-alianza-cooperativa-internacional
5
https://www.ica.coop/fr/coop%C3%A9ratives/identite-cooperative.
6
Definición de la ACI en la Declaración de Identidad Cooperativa de 1995.
La autoayuda y la ayuda mutua, un doble valor cooperativo 211

nos centramos en el término “autoayuda”, dado que lo principal es la perso-


na, la visión del objetivo que se busca y pretende, es la del sujeto, para que la
estructura le sirva de instrumento en la consecución de su propia promoción,
siendo él mismo, el motor y el fin que persigue con su actividad cooperativa.
Pero si nos enfocamos en el término de “ayuda mutua”, se trata de colaborar
en busca del auxilio de todos para cubrir las necesidades y aspiraciones comu-
nes. Sería una autoayuda colectiva, del grupo y para el grupo. Se trataría de la
búsqueda de la satisfacción de los intereses conjuntos.
Es decir, que la cooperativa podría ser entendida como una asociación
autónoma de personas que se han unido voluntariamente para hacer frente
a sus necesidades y aspiraciones, entendiendo por tales, las de cada uno de los
miembros para ser alcanzadas por sí mismos; o para la satisfacción de las pre-
tensiones comunes, consideradas como una unidad, de todos los que se han
integrado para lograrlas, con la colaboración de todos.
En cualquiera de los presupuestos, la cooperativa tiene un claro carácter
instrumental que se manifiesta en el valor de la autoayuda, que tiene un com-
ponente de individualidad: valerse por sí mismo para desarrollar cualquier
actividad; y para la ayuda mutua, que tiene un componente de colectividad:
la acción conjunta, que puede ser más poderosa que el esfuerzo individual
(Wilson et al, 2021: 12).
La doctrina también ha utilizado en sus análisis el concepto de autoayuda
tanto en su sentido individual (Vargas Sánchez, 1995 o Gadea, 2015), como en
el colectivo de ayuda mutua (Moreno Fontela, 2014, o Fici, 2014), o incluso,
en algunos casos, identificando los términos (Ispizua, 2002: 30).
Aunque teleológicamente el valor cooperativo debería comprender am-
bas acepciones, lo cierto es que la extensión del valor es distinta en función
del término que se use. Vamos a fijar el alcance del valor cooperativo en fun-
ción de que se trate de la autoayuda, en su sentido individual -el que se usa en
las versiones de la Declaración de identidad de la ACI en español y en inglés-,
como en su sentido colectivo de ayuda mutua -l’entraide usado en la traducción
francesa de la Declaración de identidad-.

2. LA PROYECCIÓN DE LA AUTOAYUDA EN EL TIEMPO

La autoayuda entendida de forma individual, como la búsqueda por el


sujeto de la consecución de la promoción propia, parte del planteamiento de
la concepción individualista del comportamiento del hombre, que se vale a sí
mismo, y que mira por él, de tal forma que cuando actúa, lo que busca es su
212 Antonio José Macías Ruano

interés, y si colabora con los demás es por puro egoísmo, para alcanzar lo que
él sólo no puede.
En el plano ideológico, el individualismo nació, por un lado, del pensa-
miento protestante, que, aunque centrado en el ámbito religioso, espiritual y
teológico, contribuyó “a acentuar y fortalecer el caudal del pensamiento libe-
ral” (De León Barbero, 2007: 18) con el desarrollo del principio de la libertad
individual; y, por otro lado, de “la nueva era mercantil” que eclosiona en la
época moderna, origen del capitalismo. Desde su inicio, el individualismo ha
mantenido dos líneas de desarrollo, la primera es la que “asocia individuo y
apropiación y somete el desarrollo de la individualidad a un proceso selec-
tivo y excluyente determinado por el orden espontáneo del mercado. Es el
individualismo capitalista del «laissez faire» que triunfó desde los inicios del
industrialismo y supuso el sometimiento de la clase obrera a los intereses eco-
nómicos de la burguesía y de los terratenientes” (De Julios, 1995: 240). La se-
gunda línea de desarrollo del individualismo coincide, como hemos señalado,
con el nacimiento de la modernidad, directamente relacionado con el sistema
de producción capitalista, donde lo esencial es la defensa del mercado. En
esta línea, “el individualismo liberal […] postula la libertad como condición
del desarrollo de la individualidad y deriva de la igual dignidad humana [ge-
nerando] un haz de derechos que están sustraídos a la concesión graciosa
del poder”, lo que supuso la conquista de las “primeras declaraciones de de-
rechos que luego se extenderían a todos los sistemas constitucionales” (De
Julios, 1995: 240-241). Con esta proyección ideológica se puso límites al poder
absoluto del Estado, exigiendo la protección de los derechos individuales. La
persona se convierte en individuo, con derechos y obligaciones propias, pu-
diendo realizarse por sí, y para sí, con abstracción de los demás sujetos.
La manifestación jurídico-política y económica del individualismo es el
liberalismo (Herrera Mena, 1995: 1051), lo que presupone que cada hombre
puede construir su mundo, desarrollando y desplegando todas sus aspiracio-
nes y capacidades sin limitación externa. Con el liberalismo, el Estado queda
reducido a un ente “mínimo”, guardián exclusivo de las garantías individuales
(Herrera Mena, 1995: 1047). Para ello se parte del prius de que “todo” hom-
bre es sujeto de derechos inviolables e inalienables. El Estado es un posterius o
una creación de los individuos y que su función será la de reconocer y garan-
tizar el respeto a las libertades y pluralidades humanas (Herrera Mena, 1995:
1048). De esta concepción de la persona y del papel del Estado, surge el cons-
titucionalismo moderno. La Constitución es una estructura pensada para el
reconocimiento y proyección de los derechos individuales, y que se caracteri-
za por la limitación del poder estatal en pro de las libertades individuales, con
división de poderes, y sus mecanismos de control, para limitarlo o restringirlo
(Paoloantonio 1987: 201).
La autoayuda y la ayuda mutua, un doble valor cooperativo 213

Toda la estructura y organización jurídico-política debe estar predispues-


ta para que el sujeto pueda conseguir sus aspiraciones, exigiendo este su espa-
cio, y hasta el límite de sus capacidades. La persona podrá desarrollarse, a su
interés, utilizando los instrumentos y herramientas que crea que puede usar
o construir. En el ámbito económico, la persona puede desarrollar su propia
empresa, o asociarse para conseguirla. En el planteamiento liberal, la búsque-
da del bien individual es la que, a la postre, proporcionará el bien global. Y en
la consecución del interés individual, la persona es quien debe procurarse la
autoayuda, para su propia promoción. La riqueza de las naciones se mide por
la que consiga sus ciudadanos.
No obstante, el Estado del laissez faire, laissez passer para el desarrollo del
individuo conforme a sus capacidades rápidamente dejó de ser una premisa
obligada. La intervención del Estado en las relaciones económicas pronto se
reveló como una necesidad. La falta de regulación provocaba distorsiones en
el mercado. La ley primer ley intervencionista se dio en el país liberal por
excelencia, EE.UU. Con la denominada Ley Sherman Antitrust, publicada en
1890, se pretendía el juego limpio en la concurrencia de los operadores eco-
nómicos al mercado, con una labor de vigilancia y de intervención pública di-
recta ante cualquier combinación en forma de trust o acuerdo colusorio que
restrinja la libre competencia. Este primer paso intervencionista o regulatorio
se extendió y expandió tras el crack de 1929. La gran depresión que generó
la falta de control de la economía especulativa puso de manifiesto la necesi-
dad de la intervención pública en las relaciones económicas privadas. De ahí,
desde el constitucionalismo, se proyectó la necesidad del control, incluso, in-
tervención de la propia administración pública como un posible agente más
concurrente al mercado. El neoliberalismo que surge a partir del segundo ter-
cio del siglo XX, con la inclusión de normas reguladoras del mercado procuró
un modelo del estado del bienestar para cubrir derechos sociales de los ciu-
dadanos con ayuda de las políticas económicas en fiscalidad, endeudamiento,
gasto en empleo y en obra pública, y la política monetaria (Keynes, 1936: 51,
63, 99 y 132). Todas estas medidas no venían a desplazar el planteamiento
liberal del principio de libertad del sujeto, que podrá desarrollarse como es-
time oportuno y hasta el límite de sus capacidades, sino a hacer soportable al
sistema capitalista.
A partir de la década de los años 70 del siglo pasado, potenciado con el
desarrollo inmediato de los nuevos medios de conexión informáticos y tele-
máticos, en el ámbito liberal se provoca una vuelta a la liberalización y desre-
gulación económica al presentarse el fenómeno de la globalización, que, al
margen de provocar restricciones al estado del bienestar, incrementando la
desigualdad (Dreher & Gaston, 2008: 517-518, 531), vuelve sobre el concepto
de individualidad.
214 Antonio José Macías Ruano

3. LA PROYECCIÓN DE LA AYUDA MUTUA EN EL TIEMPO

La organización social en la búsqueda de la ayuda entendida de forma co-


lectiva -la ayuda mutua-, es decir, como régimen de prestaciones mutuas que
sirve de base a determinadas asociaciones (RAE), puede ser tan antigua como
la propia existencia del ser humano.
Se afirma que, “desde Aristóteles, la historia del pensamiento ha hecho
depender de ello la distinción entre hombre y animal, como pivotando tam-
bién sobre la cuestión de la sociabilidad” (Cortés, 2011: 91). La sociabilidad
exige de algo más que la pertenencia a un grupo. Exige de la interacción y
colaboración con el resto de miembros del grupo para la consecución de un
fin común. A finales del siglo XIX, pensadores como Kropotkin, siguiendo a
Kessler, entendía que, en la evolución de las especies, además de la lucha por
la supervivencia del más apto que propugnaba Darwin, había otra ley en la
evolución, la de la ayuda mutua -el apoyo mutuo- entre los miembros de una
misma especie, haciendo de esta última ley el fundamento de cada sociedad
animal y también de la humana, dado que, dejado a su albedrío y según su
propia voluntad, el hombre ayudaría naturalmente a sus semejantes, afirman-
do que el progreso histórico es el progreso en la mutua ayuda sin necesidad
de coacción. El “verdadero principio de la moralidad” es dar a los semejantes
más de lo que se espera recibir de ellos. Este sería un principio inclusive supe-
rior a la justicia (Kropotkin, 1906: 122-128).
La decisión de estructurar la prestación de ayuda entre miembros de un
colectivo concreto tiene referentes como en El-Lahun -Kahun-, una localidad
de Egipto, donde se encontró una inscripción que da cuenta de la existencia,
hace más de 4.500 años, de una asociación de albañiles de cementerios de-
dicada a prestar servicios funerarios a sus miembros (Moirano, 2012: 2). En
Babilonia, en el Código de Hammurabi -2250 a.C.- ya se contemplaba algo
parecido a una asociación de seguros mutuos para compartir las pérdidas de
saqueos y asaltos entre todos los viajantes y propietarios de mercancías que
se trasladaban por caravanas (Mancini Romero, 1967: 64). En la Grecia clá-
sica, existían las hetairiai (Moreno Ruiz, 2000: 202) -clubes aristocráticos para
apoyar el acceso a puestos políticos relevantes de sus miembros-. También en
Roma, durante los siglos II aC y IV de nuestra era, existieron asociaciones de
carácter gremial para el control y ayuda de sus integrantes como los collegia.
En el siglo X surgieron las denominadas gildas de artesanos en el ámbito de
los pueblos germánicos, posiblemente antecedente de las cofradías medie-
vales europeas. Y en la Europa occidental, a partir del siglo XI los gremios
(Hernández García & González Arce, 2015: 8).
Tras la caída del Antiguo Régimen y la llegada del Estado liberal se pro-
vocó la desaparición de los gremios como organismos de protección y con-
La autoayuda y la ayuda mutua, un doble valor cooperativo 215

trol sociolaboral. En España, con el Decreto de 8 de junio de 1813 y el Real


Decreto de 20 de enero de 1834, se prohibieron las ordenanzas gremiales,
desarrollándose las Sociedades de socorro, las instituciones benéfico-asisten-
ciales, y los montes de piedad 7, aunque estos ya habían surgido con la deno-
minación de cajas de socorros. También aparecen las cajas de ahorros, siendo
la más antigua, de las que se tiene noticia, la de Madrid, fundada en 1838. A
partir de entonces se inició una escalada en la creación de este tipo de enti-
dades, vinculándose, cada vez más, los montes de piedad a las cajas de ahorro
(Carnero Lorenzo, 2011: 180).
Como se ha señalado, es en el siglo XIX cuando surgen las sociedades de
socorros mutuos, que son reconocidas por la Real Orden de 28 de febrero de
1839, donde se define a las mutuas como “las corporaciones cuyo instituto sea
el auxiliarse mutuamente en sus desgracias, enfermedades, etc., y el reunir en
común el producto de sus economías con el fin de ocurrir a sus necesidades
futuras”.
Los sindicatos corporativos, como asociaciones duraderas de asalariados,
surgen con el nacimiento del Estado liberal -siglo XIX- como instituciones de
ayuda mutua de sus integrantes, la clase obrera.
A finales del siglo XIX, en Alemania se establece el sistema de “Cajas de
Enfermedad” en la industria para la mejora del bienestar de los trabajado-
res, introduciendo un “seguro de los trabajadores en caso de accidentes de
trabajo”, así como la contemplación de la situación de “quienes por edad o
invalidez resulten incapacitados para trabajar”, lo cual se materializaría “en
forma de cooperativa bajo la protección y promoción estatal”. Estas medidas
se pusieron en marcha en 1883 con el seguro de enfermedad; en 1884 con
el seguro de accidentes de trabajo; y en 1889 con el seguro de invalidez-vejez
(Goerlich Peset, 2022: 44-45). El modelo se extendió por toda Europa y fue el
origen de la actual Seguridad Social, principal institucionalización pública de
la ayuda mutua de los trabajadores 8.
A partir del constitucionalismo europeo, con la implementación del
Estado Social, las medidas de ayuda mutua se han ido ampliando. En la España
constitucional, se define al Estado como “social y democrático de Derecho”
(art. 1 CE). En el desarrollo del primer calificativo, se ha ido extendiendo el

7
Liberalizada su constitución, en España, por Real Decreto Circular, de 28 de febrero
de 1839.
8
Y ello, pese a que la contribución de los trabajadores a a los fondos de la Seguridad
Social no sean los más relevantes. De hecho, la financiación de la Seguridad Social proviene,
básicamente, de las aportaciones de las empresas sobre las bases de cotización que se establecen,
resultando a cargo del empleador el 23,6 por ciento de aquella, y a cargo del trabajador el 4,7
por ciento de la misma (art. 4 Orden PCM/244/2022, de 30 de marzo).
216 Antonio José Macías Ruano

reconocimiento de la ayuda mutua más allá de la universalidad del sistema


sanitario y la previsión social por accidentes laborales o por jubilación, otor-
gando a la ciudadanía el derecho a la atención ante situaciones de dependen-
cia con la Ley 39/2006, de 14 de diciembre, de Promoción de la Autonomía
Personal y Atención a las personas en situación de dependencia.
En definitiva, fundaciones de beneficencia, cofradías, gremios, hospitales,
“montepíos”, casas de socorro, sindicatos y la propia concepción del Estado
social, con la institución de la Seguridad Social, el sistema sanitario o el marco
de atención ante la dependencia, pusieron, y ponen en práctica, de forma ins-
titucionalizada, la ayuda mutua (Solà I Gussinyer, 2003: 178).
En el mundo de las ideas siempre se ha representado la articulación de
organizaciones sociales que persiguieran el bien común a impulsos de todos
sus integrantes. Idealistas como Tomás Moro en su Nova Insula Utopia (1516);
Tommaso Campanella en su Ciudad del sol (1602); o Charles Fourier con su
idea de los falansterios (1822), no pretendían sino dar una visión ideal de la
mejora de las comunidades, donde todos colaboran con todos, todos ayudan a
todos, y todos consiguen sus objetivos, en comunión.
También en el plano conceptual, el socialismo utópico, representado por
aquel último pensador, Fourier, así como por Saint-Simon, o por Owen, entre
otros muchos, supuso, pese a sus respectivas visiones heterogéneas, un cambio
en el planteamiento de cómo han de organizarse las comunidades en busca
de “instaurar el reino de la razón y de la justicia eterna” (Engels, 2006: 44)
para satisfacer los intereses comunes de todos sus integrantes.
Con el socialismo científico, básicamente representado por Marx y
Engels, y la concepción de la igualdad real, que exige el dar a cada uno según
sus necesidades (Marx, 1977: 12) y no según sus capacidades o aportaciones,
la ayuda mutua en la colectividad se extiende fuera de límites cuantitativos. Se
ha de ayudar hasta donde cada uno de los integrantes necesite.
En este contexto, y con esos antecedentes, en la primera mitad del siglo
XIX 9, en Europa surge el movimiento cooperativo (Aranzadi, 1976: 39-41).
Y desde las primeras manifestaciones de organización cooperativa su funda-
mento fue la “instrumentalización para ayudar a resolver” la situación de in-
justica y pobreza en que se encontraban las clases trabajadoras frente al capita-
lismo salvaje (Sanz Jarque, 1994: 244).

9
No obstante, las primeras experiencias cooperativas se dieron, desde el inicio de la
Primera Revolución Industrial, como la “Sociedad de las Hilanderas de Fenwick” (1761), la
“Cooperativa de obreros sastres de Birmingham” (1777), o la del “Molino Harinero de Hull”
(1795).
La autoayuda y la ayuda mutua, un doble valor cooperativo 217

En definitiva, la ayuda mutua institucionalizada siempre ha estado pre-


sente, con mayor o menor intensidad, en la actividad económica. Pero su ge-
neralización se ha materializado a partir del siglo XIX, apoyado por ideólogos
y experiencias reactivas al sistema capitalista, que se materializan con las me-
didas provenientes del concepto de Estado Social y que se concentran, en el
ámbito público, con el sistema de previsión social de la Seguridad Social, el
carácter universal de la sanidad pública, el reconocimiento del derecho a la
atención en caso de dependencia, y, en el ámbito privado, con las mutualida-
des profesionales y las cooperativas.
Con estos antecedentes y contextos ideológicos, políticos, económicos y
sociales, en el sistema liberal, con el nacimiento de las cooperativas, se fusiona
la idea de la concepción de la ayuda mutua con la de la autoayuda. Se buscan
soluciones para compartir esfuerzos en la búsqueda de intereses comunes, y
para que el individuo pueda conseguir sus aspiraciones económicas y socia-
les instrumentalizando una estructura soportada por muchos de ellos, que
le ayudará a mejorar personalmente en función del esfuerzo y actividad que
desarrolle.

4. EL PRIMERO DE LOS VALORES COOPERATIVOS

Como ya hemos señalado, en la relación de valores que la ACI ha fijado


como identitarios de las sociedades cooperativas, el primero de los valores es
la autoayuda, o la ayuda mutua, según la traducción del texto de la identidad
cooperativa. Ambos términos y conceptos, aunque se refieren a visiones y ob-
jetivos distintos y diferenciados, en realidad son extensiones para una misma
finalidad, la de procurar el interés de sus integrantes. La autoayuda exige la
instrumentalización de la sociedad cooperativa para que el socio pueda con-
seguir sus intereses. Y la ayuda mutua también exige de esa instrumentaliza-
ción, pero para la consecución de los intereses comunes trabajando todos los
socios, y la cooperativa, por y para ellos.
Además, para el movimiento cooperativo, el objetivo de satisfacer la socie-
dad cooperativa los intereses de cada uno de sus miembros en la promoción
individual -autoayuda-, o los intereses de todos los integrantes colaborando
en la consecución del objetivo común -ayuda mutua-, se ve trascendido para
la consecución del progreso y bienestar de la humanidad, ya que “es este obje-
tivo el que diferencia una cooperativa de una empresa común, y que justifica
que sea puesta a prueba no solamente desde el punto de vista de su eficiencia
comercial, sino también de su contribución a los valores sociales y morales
218 Antonio José Macías Ruano

que elevan la vida humana sobre aquello que es puramente material y animal”
(Schujman, 1985: 2).
Así, la ayuda que ha de prestar la cooperativa en sentido colectivo tras-
ciende la satisfacción de los intereses comunes de los miembros -la ayuda mu-
tua- y puede alcanzar la búsqueda del interés general de toda la colectividad 10.
No obstante, además de la existencia de una clase de sociedades coope-
rativas con proyección en el interés general como son las cooperativas de ini-
ciativa social, las de servicios sociales, o las de integración social (Hernández
Cáceres, 2023: 5-7), hay que tener presente que para el común o generalidad
de todas las clases de cooperativas, también hay que apreciar el valor coope-
rativo de la solidaridad, cuya principal puesta en práctica se hace por medio
del séptimo de los principios cooperativos, el de interés por la comunidad.
Complementando el valor de la ayuda colectiva con la solidaridad con el en-
torno extramuros de la propia sociedad, toda cooperativa se puede proyectar
de forma directa o indirecta hacia el interés general, dado que pretender el
aumento de la calidad de vida del socio, resultaría incompleto si no se fomen-
tara, a la vez, el de su entorno. Resultaría contrario al espíritu y compromiso
cooperativo de la mejora individual del socio y de sus integrantes, si no se
extendiera a la colectiva de la comunidad. Se perdería la finalidad ideológica
transformadora del movimiento cooperativo, y se confundiría con la concep-
ción absolutamente insolidaria y contraria a la sostenibilidad que no atende-
ría a las personas (Macías, 2023: 121).
Nos centraremos en el alcance del valor intramuros de la sociedad coo-
perativa, pero dado su distinto alcance dependiendo de si el valor es el de la
autoayuda o el de la ayuda muta, han de apuntarse los efectos del valor sobre
cada uno de sus proyecciones.

4.1. El valor cooperativo de la autoayuda

A los efectos que ahora nos traen, en la definición que la ACI ha hecho
en su Declaración sobre la Identidad de 1995 sobre qué es una cooperativa, se
fijan unos rasgos de carácter mínimo que han de darse en esta estructura jurí-
dica, pero que resultan esenciales. Así, cuando señala que una cooperativa es
“una asociación autónoma de personas unidas voluntariamente para satisfacer

10
Aunque la búsqueda del interés general no es, tampoco, una opción exclusiva del
movimiento cooperativo. Las fundaciones tienen que perseguir, necesariamente, un interés
general (art. 2.1. L.50/2002), y las asociaciones pueden constituirse para actividades de interés
general (art. 4.1 LO 1/2002).
La autoayuda y la ayuda mutua, un doble valor cooperativo 219

sus necesidades y aspiraciones económicas, sociales y culturales 11 en común a


través de una empresa de propiedad conjunta y de control democrático”, lo
primero que destaca, además del carácter contractual y voluntario que supo-
ne la propia estructura jurídica que conlleva el concepto de asociación -con-
trato asociativo-, es que se trata de una organización autónoma, dependiente
nada más que de sí misma, que se crea y gestiona por sí y para sí. Es decir, que
se orquesta como un “método o sistema de ayuda que uno puede prestarse a sí
mismo para mejorar algún aspecto de su conducta o de su personalidad”, que
es la definición de autoayuda que hace la RAE 12.
La materialización del valor de la autoayuda de los socios se manifiesta en
el carácter instrumental de la estructura jurídica, al crear una entidad con el
fin inicial de servir de mecanismo para el mejor y más beneficioso provecho
de sus integrantes. Además, en la propia definición de cooperativa que da la
ACI, refuerza ese rasgo mínimo esencial al sentenciar que la cooperativa es
una entidad formada por personas “para satisfacer sus necesidades y aspiraciones
económicas”. Es una entidad que existe, y se justifica, para servir a sus miembros.
Sin embargo, la instrumentalización de una estructura jurídica para el lo-
gro de metas o aspiraciones de carácter económico o de cualquier otra nece-
sidad de sus integrantes no es una característica exclusiva de las cooperativas.
Sin entrar en los matices de las sociedades unipersonales, en nuestro ré-
gimen jurídico la sociedad se define, con carácter general, como un contrato
“por el cual dos o más personas se obligan a poner en común dinero, bienes
o industria, con ánimo de partir entre sí las ganancias” (art. 1665 Cc), o aquel
“por el cual dos o más personas se obligan a poner en fondo común bienes,
industria o alguna de estas cosas, para obtener lucro 13” (art. 116 CCom). La
ganancia, o el lucro, es el fin del contrato de cualquier clase de sociedad, sea
cooperativa, o sea cualquier otra: capitalista, personalista, civil o de la econo-
mía social. Por tanto, pues, las cooperativas, como sociedades que son, resul-
tan instrumentos para satisfacción de intereses de sus socios.
Sentado que el mecanismo para la consecución de la autoayuda del socio
es un elemento común para toda sociedad, ha de destacarse que el carácter
instrumental de las cooperativas hacia la actividad del socio es mucho más
relevante que en cualquier sociedad capitalista, puesto que afecta directamen-

11
La ACI, desde la declaración de identidad cooperativa en 1995, parece haber
incorporado una nueva necesidad a satisfacer: la medioambiental. Así se afirma que “las
cooperativas en su búsqueda por satisfacer las necesidades económicas, sociales, culturales y
medioambientales de los miembros” (ACI, 2015: 3).
12
https://dle.rae.es/autoayuda.
13
Entendiendo por lucro, ahora, el contenido de la definición de la RAE: “Ganancia o
provecho que se saca de algo”.
220 Antonio José Macías Ruano

te a la propia actividad societaria, que es la de los socios. Así, la normativa


nacional ha definido a la cooperativa, aunque centrada esta vez en los meros
aspectos contables, como “la unión de personas físicas o jurídicas cuyo objeto
es realizar actividades de interés común entre todos los socios, siendo ellos
mismos parte del proceso económico, lo cual implicará que el socio pueda ser
considerado como suministrador de bienes o servicios o como cliente, intervi-
niendo por tanto de manera decisiva en la configuración del excedente de la
entidad” (punto 16 del apartado I de la introducción de las normas sobre los
aspectos contables de las sociedades cooperativas aprobadas por la Orden OH
/3366/2010, de 21 de diciembre). Cuando el socio cooperativista pretende
convertirse en suministrador o en cliente de una estructura que le comprará
o le venderá productos o servicios en mejores condiciones que si lo hiciera en
solitario, está buscando la autopromoción propia, la autoayuda, por medio
del instrumento de mejora, la sociedad cooperativa.
En el ámbito cooperativo, la autoayuda hacia el socio se manifiesta fun-
damentalmente en el tercero de los principios cooperativos, el de participa-
ción económica, dado que la titularidad de la empresa pertenece a sus miem-
bros, y su finalidad es servir de instrumento para ellos; así como en la forma
de repartir los excedentes, en proporción a la participación de cada socio en
la actividad, esto es, de forma proporcional a la ganancia que cada uno ha
contribuido a que consiga la sociedad, retribuyendo el esfuerzo individual de
cada miembro que se ha servido de la estructura común para potenciarse en
su actividad.
En cuanto a la titularidad de la empresa, como sucede con cualquier tipo
de sociedad, solo cuando esté formado su capital por quienes van a desarro-
llar la actividad societaria -lo que sucede siempre, y de manera mayoritaria 14,
en las cooperativas-, podrá apreciarse el concepto de autoayuda, puesto que el
socio utiliza un instrumento propio, del que es titular, para realizar su propia
actividad económica. Si la herramienta para la autoayuda no fuera propia de
quien pretende usarla, la actitud del socio deja de serlo para depender de una
ayuda ajena.
Y, por otro lado, la forma singular y característica de repartir las ganancias
que la sociedad obtiene en sus socios, por medio de los retornos de exceden-
tes, es la expresión más nítida del valor de la autoayuda individual. El socio,
en función de la intensidad o calidad de la actividad cooperativa que desarro-
lle, recibirá, proporcionalmente a esta, la retribución societaria, como deriva-
da del elemento definitorio y esencial de la cooperativa (Vargas, et al, 2017:
162). El cooperativista trabaja para sí y obtiene su propia ganancia.

14
Mayoritaria y no absoluta dada la posible variedad de socios que pueden tener las
cooperativas, como los colaboradores, los asociados o los inactivos (Vargas, et al, 2015: 209).
La autoayuda y la ayuda mutua, un doble valor cooperativo 221

Por otro lado, si, como parece obvio, la formación, la capacitación y la


cualificación son medios para la mejora profesional del sujeto, y con el pro-
greso en las habilidades profesionales de los miembros, a nivel individual es-
tas resultan la mejor herramienta para la materialización del valor de la au-
toayuda por sujeto. De hecho, como ha destacado la ACI, la educación de los
miembros de la sociedad cooperativa “les permite adquirir conocimientos y
aptitudes que son aplicables a otros aspectos de la vida. Les ayuda a convertir-
se en autosuficientes. Iniciar o retomar la educación en una cooperativa ha re-
sultado ser a menudo un trampolín para que los miembros aprovechen otras
oportunidades de aprendizaje durante su vida y les ha conferido la confianza
para hacerlo” (ACI, 2015: 66). A través de la educación el sujeto progresa en
su propio desarrollo, mejorando sus capacidades como socio y como persona
(Martínez Charterina, 2020: 143). Con estas premisas, el valor cooperativo de
la autoayuda se pone en práctica con el quinto principio cooperativo de edu-
cación, formación e información.
Y con la integración económica y representativa, sexto principio coopera-
tivo, el cooperativista mejora y amplía sus posibilidades de actuación al perte-
necer a una estructura económica o de representación más grande y relevante
que su original sociedad, con lo que la integración resulta un instrumento de
autoayuda para la mejora individual reforzando el medio del que se va a valer
el socio para desarrollarse profesionalmente.

4.2. El valor cooperativo de la ayuda mutua

Todo lo que se ha comentado sobre la definición que la ACI ha hecho


en su Declaración sobre la Identidad de 1995 sobre qué es una cooperativa
y sus rasgos esenciales que hemos referido en el análisis del alcance del valor
cooperativo de la autoayuda es la premisa para asumir la trascendencia del
valor de la ayuda mutua. En efecto, si para la ACI una sociedad cooperativa es
“una asociación autónoma de personas unidas voluntariamente para satisfa-
cer sus necesidades y aspiraciones económicas, sociales y culturales en común
a través de una empresa de propiedad conjunta y de control democrático”,
haciendo hincapié en el posesivo “sus” y en el término “en común”, puesto
que el carácter instrumental de la sociedad cooperativa para la satisfacción de
las necesidades y aspiraciones de sus miembros puede ser referida, no ya a la
cooperación de todos para la consecución de los logros individuales de cada
uno, sino a que el objetivo final es la satisfacción de intereses y necesidades de
todos, no las propias de cada cual. Con esta lectura del concepto de sociedad
cooperativa, lo que ha de buscar la estructura jurídica es fijar, primero, los in-
222 Antonio José Macías Ruano

tereses comunes de todos sus integrantes, y después colaborar, todos, para su


consecución.
La ayuda mutua como valor cooperativo, al igual que en su sentido indi-
vidual de la autoayuda, se pone en práctica por medio del tercer principio
cooperativo, el de participación económica de los miembros. Ha indicado la
ACI en el desarrollo del principio en su declaración de identidad que “[…]
Los miembros destinan los excedentes de capital a cualesquiera o a todos los
siguientes fines: al desarrollo de la cooperativa, posiblemente mediante la
creación de reservas, al menos una parte de las cuales sería de carácter indi-
visible […] y a sufragar otras actividades aprobadas por los miembros” (ACI,
2015: 31). Si parte de los excedentes que se obtienen se destinan a reservas
indivisibles -irrepartibles- que procurarán la fortaleza económica de la socie-
dad, siendo la cooperativas el instrumento para la satisfacción de los intereses
comunes, cuanto más solvente pueda resultar, más garantías de éxito y con
mayor alcance podrá dar cumplimiento a tales objetivos, procurando el man-
tenimiento, y aumento, de los servicios que presta a todos sus miembros. De
hecho, “cuanto mayor es el FRO, en relación a las deudas de la empresa, ésta es
más sólida lo que va en beneficio de los socios que lo han constituido” (Iturroz
y Martín, 2010: 193). El Fondo de Reserva Obligatorio (FRO) 15, junto con el
de Educación y Promoción (FEP), aunque con distintas finalidades, procuran
la puesta en práctica del valor de la ayuda mutua. Y, en cuanto al destino de las
ganancias para sufragar otras actividades aprobadas por sus miembros, cuan-
do los cooperativistas fijan, de forma democrática, unas acciones a financiar,
es porque han detectado un interés común -al menos mayoritario- nuevo, al
que la cooperativa destinará recursos para su consecución, lo que también
resulta una manifestación del valor de la ayuda mutua.
Por otro lado, una derivada del propio pensamiento liberal ha sido, y es,
que el cambio hacia un mundo más justo pasa por la autosuficiencia, por la
mejora propia y colaborativa de los interesados, trabajando juntos, en régi-
men de cooperación con los demás. Con esta concepción de la realidad, las
cooperativas se presentaron como un modelo de gestión democrático, auto-
suficiente y sin la intervención de la administración pública -impensable en
pleno auge del liberalismo económico 16-, ni de los inversores que solo procu-

15
El FRO de las cooperativas es el equivalente, al menos en cuanto a las funciones, a la
reserva legal de las sociedades de capital, aunque, al contrario que se prevé para estas, en las
cooperativas el reforzamiento económico del fondo es permanente. Cada ejercicio económico
que cierre la cooperativa con ganancias, habrá de destinar un porcentaje variable, según la
normativa de aplicación (Macías, 2023: 139).
16
Como afirma Cracogna, desde el inicio del cooperativismo, respecto a los poderes
públicos, la asunción de “la independencia se hallaba presupuesta, y nadie habría postulado la
necesidad afirmarla mediante un principio o pauta para la acción” (Cracogna, 2019: 23).
La autoayuda y la ayuda mutua, un doble valor cooperativo 223

rarían la rentabilidad de su capital. De ahí que, desde el inicio del movimien-


to cooperativo, las sociedades cooperativas se han autoconsiderado como
organizaciones autónomas y de ayuda mutua controladas por sus miembros,
de lo que es expresión el cuarto principio cooperativo de autonomía e inde-
pendencia. Cualquier interrelación que la cooperativa tenga con la adminis-
tración pública o con otros operadores económicos privados debe preservar
su independencia y autonomía para que siga siendo un instrumento de ayuda
mutua de sus socios.
El valor de la ayuda mutua también se pone en práctica con el quinto prin-
cipio de educación, formación e información. El instrumento para la puesta
en práctica del principio de educación y formación es el FEP. Su dotación
procura la formación de los integrantes de la sociedad cooperativa, quienes
realizan la actividad cooperativizada que genera las ganancias de la sociedad.
Si los integrantes de la cooperativa mejoran sus habilidades profesionales y la
propia formación personal, serán más eficientes en su actividad económica, lo
que redundará en la mayor competitividad de la propia sociedad cooperativa,
que es el instrumento que servirá para satisfacer durante más tiempo, y de me-
jor forma y alcance, los intereses comunes de sus integrantes.
Y, finalmente, el valor cooperativo de la ayuda mutua se pone en prác-
tica con el desarrollo del sexto principio cooperativo de cooperación entre
cooperativas, dado que, como ha formulado la ACI, el principio supone que
“Las cooperativas sirven de forma más efectiva a sus miembros y fortalecen el
movimiento cooperativo trabajando con estructuras locales, nacionales, regio-
nales e internacionales”. El principio pretende crear una red de desarrollo de
las cooperativas más allá del ámbito territorial que abarcara su capacidad de
acción económica y representativa. Como ha señalado la propia ACI, “la au-
toayuda a través de la cooperación entre cooperativas es una parte crucial de
la extensión del sector empresarial cooperativo de la economía, tanto a nivel
nacional como mundial” (ACI, 2015: 79). La autoayuda que plantea la ACI
en este principio comprende tanto la de carácter individual de cada una de
las cooperativas que se integran en la colaboración y, por extensión, la de sus
miembros, así como, la ayuda mutua de todas las cooperativas que colaboran
con las demás para el fortalecimiento económico o representativo de la unión
de fuerzas.
Con la colaboración o integración económica la cooperativa consigue
participar de una entidad de mayor tamaño 17 y presencia que actúa en el mer-

17
Las cooperativas pueden conseguir cooperar con cooperativas, además de con las
fórmulas previstas expresamente en la norma, formando grupos de empresas heterogéneos, así
como participando en agrupaciones de interés económico, o en uniones temporales de empresas,
o formalizando acuerdos de colaboración empresarial. Todo instrumento que redimensione a la
224 Antonio José Macías Ruano

cado, con lo que la actividad de la cooperativa, o resulta más eficiente en pura


teoría de costes en la economía de escala, o puede optar a mercados que ante-
riormente, por tamaño y capacidad, no tenía al alcance, con lo que la instru-
mentalización de la herramienta para la puesta en práctica del valor de la ayu-
da mutua que los cooperativistas buscan en la cooperativa para la satisfacción
de los intereses y necesidades comunes, cuando participan en una estructura
económicamente más potente, con mayor eficiencia y alcance lograrán sus
objetivos.
Y respecto a la integración representativa, las figuras que la ley nacional
ha previsto son las Uniones, Federaciones y Confederaciones de cooperativas,
aunque sin excluir ninguna “otra fórmula asociativa conforme al derecho de
asociación” 18 (art. 117 LCoop). Esta forma de integración o relación inter-
cooperativa no busca directamente la gestión empresarial y la obtención de
réditos inmediatos de sus miembros, sino una unión de sujetos con fines y
problemas comunes (de las cooperativas, de las uniones o de las federaciones
de cooperativas) para su visibilidad externa y la defensa de sus intereses en las
instituciones y foros representativos, así como los otros fines previstos en el
art. 120.1 LCoop 19, que, básicamente, son instrumentos de solución y promo-
ción para hacer frente a las necesidades y aspiraciones económicas, sociales y

cooperativa participante, en el actual sistema económico liberal, incrementa la eficiencia en la


búsqueda y consolidación de la cuota de mercado, con lo que se garantiza la potenciación de
la actividad y la pervivencia de la empresa, y con ello, los intereses de los cooperativistas que las
integran. El riesgo es la posible pérdida de la identidad y, por ende, el de su valor instrumental
para autoayuda y la ayuda mutua.
18
No obstante la mención al “derecho de asociación”, si se entiende referido al régimen
jurídico que regula este derecho contenido en la Ley Orgánica 1/2002, de 22 de marzo,
reguladora del Derecho de Asociación, solo será como mero referente por analogía, no como
estructura legalmente exigible, puesto en que en su artículo 1º, donde la norma fija su objeto
y ámbito de aplicación, en sus apartados 2º y 4º excluye a las estructuras que estén sometidas a
un régimen asociativo específico, y de forma particular a las cooperativas y las que se rijan por
disposiciones relativas al contrato de sociedad. Las uniones, federaciones y confederaciones
de cooperativas, se traten o no de sociedades cooperativas, lo cierto es que, por un lado tienen
un régimen jurídico específico tanto a nivel nacional como autonómico, y por otro lado todas
las fórmulas de asociacionismo representativo previstas en la legislación cooperativa adquieren
personalidad jurídica propia con estructura orgánica, incorporación de estatutos, e inscripción
en el Registro de Cooperativas, estructura propia de cualquier sociedad y, en particular, de las
cooperativas.
19
Señala el art. 120.1 LCoop que son objetivos de las uniones, federaciones y
confederaciones de cooperativas «a) Representar y defender los intereses generales de
las cooperativas y de sus socios ante las Administraciones públicas y ante cualesquiera otras
personas físicas o jurídicas y ejercer, en su caso, las acciones legales pertinentes. b) Fomentar
la promoción y formación cooperativa. c) Ejercer la conciliación en los conflictos surgidos
entre las sociedades cooperativas que asocien o entre estas y sus socios. d) Organizar servicios
de asesoramiento, auditorías, asistencia jurídica o técnica y cuantos sean convenientes a los
La autoayuda y la ayuda mutua, un doble valor cooperativo 225

culturales comunes, esto es, servir de herramienta para la puesta en práctica


del valor de la ayuda mutua de sus integrantes.
No obstante, tanto la previsión legal, como el contenido del principio,
versan sobre la cooperación entre cooperativas, pero la práctica, o la nece-
sidad, supera el marco legal. Así, en el ámbito de la colaboración o integra-
ción representativa no hay dos planos de representación de los intereses de
los operadores económicos: el que es exclusivo y cerrado para las cooperativas
y otro para el resto de empresas en las que estarían excluidas las sociedades
cooperativas, sino que, siendo el mercado el mismo para todos los oferentes
de productos o servicios, cuando se trata de visibilizar y defender posturas en
cada sector económico, los agentes afectados se unen para la defensa de sus
intereses comunes, buscando la autoayuda y procurando la ayuda muta de
todos sus integrantes, de tal forma que se producen interrelaciones entre las
sociedades cooperativas y cualquier otro tipo de sociedades 20. El valor de la
ayuda mutua para las cooperativas y sus socios trasciende el marco legal y la
concepción institucionalizada de la cooperación entre cooperativas.

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intereses de sus socios. e) Actuar como interlocutores y representantes ante las entidades y
organismos públicos. f) Ejercer cualquier otra actividad de naturaleza análoga.»
20
Muestra de tales hechos es la “Asociación de Organizaciones de Productores de
Frutas y Hortalizas de Almería” (COEXPHAL), que “agrupa a 83 empresas hortofrutícolas y
representa el 70 por ciento en exportación y el 65 por ciento en producción hortofrutícola, así
como el 67 por ciento en producción ornamental, de la provincia de Almería, siendo diecisiete
de ellas cooperativas, y veintiséis sociedades agrarias de transformación. El resto son sociedades
capitalistas, empresarios individuales y comunidades de bienes. Vid. https://www.coexphal.
es/wp-content/uploads/2018/05/associados-52018.pdf, aunque en la relación de asociados
aparecen un total de noventa y tres miembros.
226 Antonio José Macías Ruano

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Bloque II
Derecho comparado e internacional
CAPÍTULO 13
La empresa social en la legislación
y en las políticas de la UE 1

Antonio Fici
Profesor Asociado de Derecho Privado
Universidad de Roma “Tor Vergata”
Director Científico de Terzjus

Sumario: 1. Introducción: Las empresas sociales en el marco del Derecho de las formas
sociales de la Unión Europea. 2. Origen y desarrollo del Derecho de las em-
presas sociales en Europa (1991-2011): El modelo de cooperativa social. 3.
Empresas sociales en la “Iniciativa en favor del emprendimiento social” de la
Comisión de 2011. 4. El impacto de la Comunicación SBI en la legislación na-
cional (2011-2022): la empresa social como estatus jurídico y la pluralidad de
formas jurídicas. 5. Conclusiones: El Plan de Acción para la Economía Social
de la Comisión como nueva frontera. 6. Bibliografía.

1. INTRODUCCIÓN: LAS EMPRESAS SOCIALES EN EL MARCO DEL


DERECHO DE LAS FORMAS SOCIALES DE LA UNIÓN EUROPEA

Las empresas sociales son muy conocidas en Europa, tanto a nivel nacio-
nal como de la Unión Europea (UE). Actualmente, más de dos tercios de los
Estados miembros (EM) de la UE cuentan con leyes específicas sobre esta ma-

1
Este trabajo también se publicará en inglés en Brakman Reiser, D. et al. (Eds.), Social
Enterprise Law: A Multijurisdictional Comparative Review, Intersentia,y ha sido objeto de una
revisión lingüistica a cargo de Daniel Hernández Cáceres y es uno de los resultados del proyecto
de I+D+i PID2020-119473GB-I00 orientado a Retos de la Sociedad, financiado por el Ministerio
de Ciencia e Innovación y la Agencia Estatal de Investigación del gobierno de España, titulado
“Las empresas sociales. Identidad, reconocimiento de su estatuto legal en Europa y propuestas
para su regulación”, concedido al Centro de Investigación CIDES de la Universidad de Almería.
232 Antonio Fici

teria, siendo este el resultado de un proceso legislativo que comenzó en la


década de 1990 y que hoy en día sigue en curso. En cambio, a nivel de la UE, a
pesar de que el Parlamento Europeo (PE) realizó una petición específica para
su introducción en 2018 2, no existe una regulación específica sobre empresas
sociales,. Aun así, la contribución de las empresas sociales a los objetivos de la
Unión las ha convertido en un objetivo político específico de la UE.
A grandes rasgos, como se detallará más adelante 3, el concepto de em-
presa social que se desprende de los textos y documentos más relevantes de
la UE abarca diversos tipos de entidades jurídicas con una gobernanza de-
mocrática o participativa que llevan a cabo actividades económicas de interés
general, sin ánimo de lucro y en interés de las personas desfavorecidas, la co-
munidad o la sociedad en su conjunto. Este concepto general está en conso-
nancia con la idea de empresa social que ha inspirado a los marcos jurídicos
nacionales existentes.
Para delimitar y comprender mejor en este particular contexto suprana-
cional el tema de la empresa social, conviene comenzar con un análisis del
enfoque y las pautas que ha adoptado la legislación de la UE con respecto a las
entidades privadas y las formas sociales.
En el Tratado de la Unión Europea (TUE) 4, la única referencia a las
formas sociales privadas se encuentra en el art. 11, que obliga a las institucio-
nes de la UE a dar a los ciudadanos y a sus “asociaciones representativas” la
posibilidad de expresar sus opiniones en todos los ámbitos de actuación de la
Unión, así como a mantener un diálogo abierto, transparente y regular con
estas asociaciones y la sociedad civil. Aunque es significativo que el TUE se re-
fiera a las “asociaciones” en estrecha relación con los “ciudadanos” y la “socie-
dad civil”, no parece que el TUE pretenda aquí referirse a una forma jurídica
precisa, la de la asociación, y, en cualquier caso, la disposición no es relevante
para nuestros fines específicos ya que el art. 11 no regula a las asociaciones (ni
les confiere derechos exigibles) sino la actividad de las instituciones de la UE
(que están obligadas a establecer un diálogo con la sociedad civil).
Por lo que respecta al Derecho primario de la UE, en este ámbito jurídico
es de suma importancia el art. 54 del Tratado de Funcionamiento de la Unión
Europea (TFUE) 5, donde se mencionan tipos específicos de organizaciones
privadas, concretamente: sociedades, sociedades cooperativas y personas ju-

2
Para más detalles, véase, infra, apartado 3.
3
Véase, infra, apartado 4.
4
https://eur-lex.europa.eu/legal-content/ES/TXT/PDF/?uri=CELEX:12016M/
TXT&from=EN
5
https://eur-lex.europa.eu/LexUriServ/LexUriServ.do?uri=CELEX:12012E/
TXT:es:PDF
La empresa social en la legislación y en las políticas de la UE 233

rídicas privadas “sin ánimo de lucro”. La función de esta disposición es de-


terminar el alcance de la libertad de establecimiento en la UE, con especial
atención a la libertad de “constitución y gestión”.
En concreto:
r El art. 49(1) TFUE prohíbe las restricciones a la libertad de estable-
cimiento de los nacionales de un Estado miembro en el territorio de
otro Estado miembro;
r Otras restricciones prohibidas -conforme al art. 49(2)- son las re-
lativas a la constitución y gestión de “empresas y, especialmente, de
sociedades”;
r El art. 54(1) precisa que “las sociedades constituidas de conformidad
con la legislación de un Estado miembro y cuya sede social, adminis-
tración central o centro de actividad principal se encuentre dentro de
la Unión quedarán equiparadas [ ] a las personas físicas nacionales de
los Estados miembros”, por lo que disfrutan de la misma libertad de
establecimiento que los ciudadanos de la UE;
r El art. 54(2) aclara qué son “sociedades” a dichos efectos, establecien-
do que “por sociedades se entiende las sociedades de Derecho civil o
mercantil, incluso las sociedades cooperativas, y las demás personas
jurídicas de Derecho público o privado, con excepción de las que no
persigan un fin lucrativo”.
Con el fin de salvaguardar y garantizar la eficacia de este aspecto particu-
lar de la libertad de establecimiento, estas disposiciones del TFUE han estimu-
lado el desarrollo del Derecho de las formas sociales de la UE.
Concretamente, lo que ha ocurrido es que -teniendo la libertad de esta-
blecimiento como principal objetivo y favorecida por la atención de las insti-
tuciones de la UE al mercado interior y a sus virtudes inherentes- a partir de
los años sesenta y durante varias décadas, en la UE se han elaborado varias
normas para las sociedades (y cooperativas) 6. Este corpus jurídico comprende
tanto reglamentos como directivas de la UE 7 con objetivos y fines diferentes,
entre ellas la armonización y uniformización de los ordenamientos jurídicos

6
A raíz del “Programa general para la supresión de las restricciones a la libertad de
establecimiento”, adoptado por el Consejo de la Comunidad Económica Europea (como se
denominaba entonces a la Unión Europea, que sólo contaba con seis Estados miembros) el
18 de diciembre de 1961, en 1968 se aprobó la Primera Directiva 68/151/CEE del Consejo en
materia de derecho de sociedades.
7
Entre los actos jurídicos de la UE, un reglamento es de aplicación general, obligatorio
en todos sus elementos y directamente aplicable en cada Estado miembro, mientras que una
directiva obliga al Estado miembro destinatario en cuanto al resultado que deba conseguirse,
234 Antonio Fici

nacionales en materia de sociedades 8 en determinados aspectos que se consi-


deraron necesarios para garantizar y promover la libertad de establecimiento;
así como la creación de formas jurídicas supranacionales que se han pues-
to a disposición de los ciudadanos y organizaciones de la UE como tipos de
entidades opcionales y adicionales 9, paneuropeas (aunque no totalmente) 10
y dotadas de plena movilidad por toda la UE 11. Estas formas jurídicas euro-
peas son la Agrupación Europea de Interés Económico (AEIE), 12, la Sociedad
Anónima Europea (Societas Europaea o SE) 13 la Sociedad Cooperativa Europea
(Societas Cooperativa Europaea o SCE) 14.
El Derecho de Sociedades europeo 15 no sólo comprende el Derecho po-
sitivo, sino también la jurisprudencia del Tribunal de Justicia de la Unión
Europea (TJUE), que ha contribuido significativamente a su formación, en
particular aclarando el contenido y los límites de la libertad de establecimien-
to de una sociedad 16.

dejando, sin embargo, a las autoridades nacionales la elección de la forma y de los medios (art.
288 TFUE).
8
En concreto, las leyes sobre sociedades de responsabilidad limitada (públicas y
privadas).
9
“Opcionales” y “adicionales” en relación con los equivalentes de Derecho nacional.
Por ello, la Sociedad Anónima Europea (así como la Sociedad Cooperativa Europea) también
se entiende como el “28º tipo” de sociedad disponible en la UE. De hecho, la equivalencia no
es plena, ya que la Sociedad Anónima Europea (así como la Sociedad Cooperativa Europea)
requiere un elemento supranacional para establecerse (de hecho, fácil de cumplir). Véase art.
2 Reglamento 2157/2001 y art. 2 Reglamento 1435/2003.
10
“No totalmente” porque las Sociedades Anónimas Europeas (y las Sociedades Cooperativas
Europeas, incluso en mayor medida) también están reguladas por la legislación nacional del Estado
miembro en el que la Sociedad Anónima Europea (o la Sociedad Cooperativa Europea) tiene su
domicilio social. Véase art. 9 Reglamento 2157/2001 y art. 8 Reglamento 1435/2003.
11
Las Sociedades Anónimas Europeas y las Sociedades Cooperativas Europeas deben
establecer su domicilio social en el mismo Estado miembro que su sede social (véanse el art.
7 Reglamento 2157/2001 y el art. 6 Reglamento 1435/2003), pero su domicilio social puede
trasladarse libremente a otro Estado miembro (véanse el art. 8(1) Reglamento 2157/2001, y
el art. 6 Reglamento 1435/2003). Esto significa que la persona jurídica continúa en el Estado
miembro de llegada, no se produce ninguna liquidación y no hay necesidad de reincorporar la
persona jurídica en el país de destino.
12
Reglamento (CEE) no. 2137/85 del Consejo de 25 de julio de 1985 https://eur-lex.
europa.eu/legal-content/ES/TXT/PDF/?uri=CELEX:31985R2137&from=EN
13
Reglamento (CE) no. 2157/2001 de Consejo de 8 de octubre de 2001 https://eur-
lex.europa.eu/legal-content/ES/TXT/PDF/?uri=CELEX:02001R2157-20130701&from=ES
14
Reglamento (CE) no. 1435/2003 del Consejo de 22 de julio de 2003 https://eur-lex.
europa.eu/legal-content/ES/TXT/PDF/?uri=CELEX:02003R1435-20030821&from=ES
15
Una introducción muy útil a este asunto es realizada por De Luca (2021).
16
Esta larga lista de sentencias incluye, al menos, Daily Mail (C-81/87), Centros (C-
212/97), Überseering (C-208/00), Inspire Art (C-167/01), Sevic (C-411/03), Cartesio (C-210/06),
Vale (C-378/10), y Polbud (C-106/16).
La empresa social en la legislación y en las políticas de la UE 235

El Derecho de sociedades (y cooperativas) de la UE es relevante para las


empresas sociales por dos razones. La primera es que, a nivel nacional (como
se explicará con más detalle a continuación), las empresas sociales pueden
constituirse como sociedades o cooperativas. Mientras que la segunda es que,
en principio, las empresas sociales también pueden constituirse como so-
ciedades o cooperativas europeas de acuerdo con la normativa comunitaria
pertinente 17.
En cambio, las organizaciones sin ánimo de lucro (OSAL), como aso-
ciaciones, fundaciones y mutualidades, no han recibido el mismo grado de
atención por parte del legislador de la UE. No se ha llevado a cabo ninguna
medida de armonización o uniformización que abordara el derecho de las
organizaciones sin ánimo de lucro 18, ni tampoco existen formas jurídicas eu-
ropeas para las OSAL. La ausencia de armonización y uniformización de las
legislaciones nacionales se debe, fundamentalmente, al insuficiente conoci-
miento de las organizaciones sin ánimo de lucro 19 y a la equívoca referencia
a las personas jurídicas “sin ánimo de lucro” en el art. 54(2) 20. También han

17
Esta opción, por supuesto, requiere la verificación de la posibilidad concreta de
adaptar la Sociedad Anónima Europea y la Sociedad Cooperativa Europea a las necesidades
específicas de una empresa social. Este análisis excede los límites del presente trabajo.
18
A En 2007 se emitió una recomendación, que sin embargo es un instrumento jurídico
no vinculante de la UE (véase el art. 288 del TFUE), en relación con las organizaciones no
gubernamentales u ONG. Se trata de un Convenio Europeo de 1986 sobre el Reconocimiento
de la Personalidad Jurídica de las ONG Internacionales, ratificado únicamente por ocho
Estados miembros de la UE.
19
No siempre está claro, por ejemplo, que el carácter no lucrativo se refiera a la
finalidad de la entidad, en sentido puramente negativo (como no distribución de beneficios),
y no a la actividad de la entidad. Por lo tanto, las OSAL pueden, en principio, llevar a cabo
actividades económicas que generen beneficios (siempre que éstos no se distribuyan, sino que
se reinviertan en la actividad).
20
Una interpretación global y sistemática del Derecho de la UE no permite concluir
que el art. 54(2) TFUE se refiere a las organizaciones sin ánimo de lucro, porque es un
principio del Derecho de la UE que las empresas que llevan a cabo actividades económicas
deben recibir el mismo trato cualquiera que sea su forma jurídica, incluida la forma sin ánimo
de lucro (cf. Höfner and Elser (C-41/90), párr. 21; Poucet and Pistre (C-159/91 y 160/91), párr.
17; Fédération Française des Sociétés d’Assurance and others (C-244/94), párr. 22; Albany (C-67/96),
párr. 85, y varias decisiones posteriores). Por lo tanto, el art. 54(2) debe referirse propiamente
a las actividades gratuitas no económicas y a las entidades que realizan exclusivamente este
tipo de actividades. Las OSAL no son per se organizaciones que sólo puedan realizar actividades
no económicas. Esto está claro no sólo en la legislación nacional, sino también en la de la UE,
como demuestra el hecho de que las organizaciones sin ánimo de lucro sean contribuyentes
potenciales del IVA (aunque el art. 132(1)(l)(m) de la Directiva nº. 112/2006, prevé algunas
excepciones). Con arreglo a la legislación de la UE en materia de contratación pública, las
OSAL se consideran explícitamente “empresas que realizan actividades económicas” (véase,
entre otras muchas, Pavlov (C-180/98 to 184/98), Ambulanz Glöckner (C-475/99); Conisma (C-
305/08) y Parsec (C-219/19).
236 Antonio Fici

contribuido a este resultado las diferentes raíces culturales e históricas de las


legislaciones nacionales sobre OSAL y su consiguiente variedad.
En lo que respecta a las formas jurídicas supranacionales, la ausencia de
formas europeas se debe principalmente a la falta de consenso político. De
hecho, la creación de formas jurídicas supranacionales de OSAL mediante
reglamentos de la UE, equivalentes a los que establecen la Sociedad Anónima
Europea y la Sociedad Cooperativa Europea, ha sido objeto de debate durante
varios años. Así, la primera propuesta oficial sobre la Asociación Europea data
de 1991 21; en 2012 se formuló una propuesta de Fundación Europea 22; mien-
tras que la primera propuesta sobre las mutualidades se presentó en 1992 de-
batiéndose posteriormente un proyecto de propuesta sobre el mismo tema 23.
Sin embargo, a pesar de los considerables esfuerzos de las instituciones de la
UE y de las presiones de las partes interesadas, todas estas propuestas han sido
infructuosas.
Tras una resolución del PE de febrero de 2022 24, se ha reanudado el de-
bate sobre la introducción de un estatuto europeo de asociaciones y OSAL. El
nuevo clima político, del que el “Plan de Acción sobre la Economía Social” es
una clara manifestación 25, podría arrojar en esta ocasión un resultado distin-

21
En el “Informe sobre las asociaciones sin ánimo de lucro en la Comunidad Europea”
de Nicole Fontaine, de 8 de enero de 1997, se recomendaba por primera vez un estatuto
comunitario de las asociaciones, al que siguió ese mismo año una Resolución del PE. La
primera propuesta oficial fue presentada por la Comisión Europea el 18 de diciembre de 1991.
En 1993 se presentó una segunda propuesta modificada. Algunos Estados miembros, como
Alemania, Dinamarca y el Reino Unido, la criticaron. La Comisión Europea retiró oficialmente
la propuesta en 2005. Tras las protestas públicas contra esta decisión, tanto el CESE en 2006
como el PE en 2011 impulsaron la adopción de un estatuto europeo de las asociaciones. La
retirada en 2015 de la propuesta de Estatuto de la Fundación Europea llevó a la CE a sostener
que la aprobación de una iniciativa de este tipo por el Consejo parecía poco probable en aquel
momento. El CESE ha vuelto a examinar este punto, instando una vez más a la Comisión a
tomar medidas al respecto.
22
La Comisión Europea retiró oficialmente la propuesta de Estatuto de la Fundación
Europea en 2015 después de que ocho EM (Austria, Dinamarca, Estonia, Alemania, Países
Bajos, Portugal, Eslovaquia y Reino Unido) la rechazaran.
23
La primera propuesta se retiró oficialmente en 2006. Las actividades sobre el tema
se reanudaron en 2010. Entonces se encargaron dos estudios sobre las mutualidades. La
Comisión Europea lanzó una consulta pública en 2013. Desde entonces, no ha habido noticias
en el sitio web de la CE. AMICE -la asociación de mutuas y cooperativas de seguros de Europa-
hace referencia en su sitio web a un proyecto de reglamento enviado a consulta interservicios
en abril de 2014.
24
Cf. Resolución del Parlamento Europeo, de 17 de febrero de 2022, con
recomendaciones destinadas a la Comisión sobre un estatuto para las asociaciones y
organizaciones sin ánimo de lucro transfronterizas europeas (2020/2026(INL) https://www.
europarl.europa.eu/doceo/document/TA-9-2022-0044_ES.pdf
25
Véase, infra, apartado 5.
La empresa social en la legislación y en las políticas de la UE 237

to. Ello pondría a las OSAL en pie de igualdad con las sociedades (y cooperati-
vas) y acabaría por fin con una disparidad de trato irrazonable que ha durado
varios años, lo que beneficiaría tanto al mercado interior europeo (ya que las
OSAL que emprenden actividades económicas, debido a su orientación no
lucrativa, pueden resolver varios fallos del mercado 26) como a la sociedad civil
europea en general (que puede encontrar en las OSAL las formas jurídicas
adecuadas para llevar a cabo actividades de interés general).
A falta de legislación secundaria de la UE sobre las OSAL, el TJUE ha des-
empeñado un papel importante en su favor. El TJUE ha elaborado un prin-
cipio de no discriminación en el marco del Derecho fiscal que puede ser útil
cuando se debata de forma más general la igualdad de trato de las OSAL con
respecto a las sociedades y cooperativas. En concreto, el TJUE ha sostenido
que las entidades extranjeras de utilidad pública (que son un tipo particular
de OSAL, caracterizadas por un fin social específico y otros rasgos distinti-
vos relacionados con el destino de los beneficios, las actividades que pueden
desarrollar y los requisitos de gobernanza) (Fici, 2021) no pueden ser discri-
minadas en favor de las entidades nacionales de utilidad pública a las que las
primeras son “comparables” 27. Así, por ejemplo, en una jurisdicción determi-

26
Es inevitable referirse aquí a la obra del profesor Hansmann (1980: 835 y ss).
27
La lista de sentencias pertinentes incluye al menos las siguientes:
- Laboratoires Fournier (C-39/04): El artículo 49 TCE se opone a una normativa de un
Estado miembro que restringe el beneficio de un crédito fiscal a la investigación únicamente a
la investigación realizada en dicho Estado miembro.
- Centro di musicologia Walter Stauffer (C-386/04): El artículo 73 B del Tratado CE, en
relación con el artículo 73 D del Tratado CE, debe interpretarse en el sentido de que se opone
a que un Estado miembro que exime del impuesto de sociedades los rendimientos del alquiler
percibidos en su territorio por fundaciones de Derecho privado que, en principio, tienen una
sujeción fiscal ilimitada si están establecidas en dicho Estado miembro, deniegue la concesión
de la misma exención respecto de rendimientos similares a una fundación de Derecho privado
por el único motivo de que, al estar establecida en otro Estado miembro, dicha fundación sólo
tiene una sujeción fiscal limitada en su territorio.
- Hein Persche (C-318/07): Cuando un contribuyente solicita, en un Estado miembro, la
deducción fiscal de donaciones a organismos establecidos y reconocidos como de utilidad
pública en otro Estado miembro, tales donaciones están comprendidas en el ámbito de
aplicación de las disposiciones del Tratado CE relativas a la libre circulación de capitales,
aun cuando se realicen en especie en forma de bienes de consumo corriente. El artículo
56 TCE se opone a la normativa de un Estado miembro en virtud de la cual, por lo que se
refiere a las donaciones efectuadas a organismos de utilidad pública reconocida, el beneficio
de la deducción fiscal sólo se concede respecto de las donaciones efectuadas a organismos
establecidos en dicho Estado miembro, sin que el contribuyente pueda demostrar que una
donación efectuada a un organismo establecido en otro Estado miembro cumple los requisitos
exigidos por dicha normativa para la concesión de tal beneficio.
- Missionswerk (C-25/10) El artículo 63 TFUE se opone a la normativa de un Estado
miembro que reserva la aplicación del impuesto de sucesiones al tipo reducido a las entidades
238 Antonio Fici

nada, las donaciones a entidades extranjeras de utilidad pública deben gozar


de los mismos privilegios fiscales que las donaciones a entidades nacionales de
utilidad pública, en la medida en que las entidades extranjeras sean “compa-
rables” a las nacionales.
La situación actual de la legislación sobre OSAL a nivel de la UE no es
ciertamente favorable para las empresas sociales, que pueden constituirse, y
de hecho en algunos países lo hacen, principalmente como asociaciones y en
general pertenecen al sector no lucrativo, o más bien al tercer sector o al sec-
tor de la economía social, en los que el carácter no lucrativo de la entidad es
un rasgo distintivo (aunque no el único).
Debido a la escasa atención prestada inicialmente por las instituciones
de la UE a las OSAL y a las formas no convencionales de organización empre-
sarial, la legislación sobre empresas sociales comenzó a desarrollarse a nivel
nacional. Más tarde, como veremos, se invirtió el proceso, de forma que las
políticas europeas comenzaron a influir en la legislación nacional.

2. ORIGEN Y DESARROLLO DEL DERECHO DE LAS EMPRESAS


SOCIALES EN EUROPA (1991-2011): EL MODELO DE
COOPERATIVA SOCIAL

La Ley italiana nº 381 de 8 de noviembre de 1991 sobre cooperativas so-


ciales es ampliamente reconocida como la piedra angular de la legislación so-
bre empresas sociales en Europa 28. De hecho, ha dado lugar a una oleada de

sin ánimo de lucro que tengan su centro de operaciones en dicho Estado miembro o en el
Estado miembro en el que, en el momento del fallecimiento, el causante tuviera su residencia
efectiva o su lugar de trabajo, o en el que anteriormente hubiera tenido su residencia efectiva o
su lugar de trabajo.
- Comisión Europea vs Austria (C-10/10): La República de Austria ha incumplido las
obligaciones que le incumben en virtud del artículo 56 TCE al autorizar la deducción fiscal
de las donaciones a instituciones de investigación y enseñanza exclusivamente cuando dichas
instituciones están establecidas en Austria.
28
En este sentido, cf., entre otros, Galera & Borzaga (2009: 210 y ss.), Defourny &
Nyssens (2012), Crama, (2014). Sin embargo, aunque no se puede negar que la Ley italiana
nº 381/1991 inició un proceso en el que participaron varios Estados miembros de la UE y que,
por lo tanto, tuvo un fuerte impacto cultural incluso fuera de las fronteras de su aplicación, hay
que reconocer que la Ley de Sociedades Industriales y de Previsión (IPSA) del Reino Unido de
1965 ya preveía la creación de una “Community Benefit Society”, es decir, una sociedad cuya
actividad “se lleva a cabo, o se pretende que se lleve a cabo, en beneficio de la comunidad”
(véase la secc. 1(2)(b) IP-SA 1965, y ahora secc. 2(2)(a)(ii) de laCo-operative and Community
Benefit Societies Act of 2014).
La empresa social en la legislación y en las políticas de la UE 239

leyes similares en toda Europa (y no sólo en Europa). Sólo en la UE hay nue-


ve EM que cuentan con leyes específicas sobre cooperativas sociales. Además
de Italia, este grupo de EM incluye a Croacia 29, República Checa 30, Francia 31,
Grecia 32, Hungría 33, Polonia 34, Portugal 35 y España 36. Las cooperativas sociales
se denominan y regulan de forma diferente en cada legislación. En algunos
países, la ley sólo reconoce explícitamente las cooperativas sociales de inser-
ción laboral 37. En otros EM, como Alemania, aunque no estén explícitamente
previstas por la ley, pueden crearse cooperativas con las características sustan-
ciales de las cooperativas sociales 38. Las cooperativas de “finalidad social” tam-
bién existen en Bélgica tras la reforma de la Ley de sociedades y asociaciones
de 2019, pero se reconocen legalmente de forma diferente como se describirá
más adelante.
Las cooperativas sociales italianas son un subtipo de cooperativas con una
función particular (diferente de la de las cooperativas “ordinarias”) 39, que es
“perseguir el interés general de la comunidad en la promoción humana y la
integración social de los ciudadanos”, ya sea mediante la gestión de servicios
sociosanitarios o educativos (comúnmente denominadas cooperativas socia-
les de tipo A) o mediante la realización de cualquier actividad económica en

29
Cf. art. 66 sobre cooperativas sociales (socijalne zadruga), de la Ley de 11 de marzo de
2011, nº. 764 de cooperativas.
30
Cf. sección 758 y ss., sobre cooperativas sociales (sociální družstvo), de la Ley no.
90/2012 de sociedades mercantiles y cooperativas.
31
Cf. art. 19-quinquies y ss., sobre sociedades cooperativas de interés colectivo (sociétés
coopérative d’intérêt collectif), de la Ley no. 47-1775 de 10 de septiembre de 1947 de cooperativas.
32
Cf. Leyes no. 2716/1999 u no. 4019/2011 de cooperativas sociales (
 ).
33
Cf. arts. 8, 10(4), 51(4), 59(3), 60(1), 68(2)(e), sobre cooperativas sociales (szociális
szövetkezetnek), de la Ley no. X-2006 de cooperativas.
34
Cf. Ley de 27 de Abril 2006 de cooperativas sociales (spółdzielni´ socjalnà).
35
Cf. Decreto Ley no. 7/98 de 15 de enero 1998 de cooperativas de solidaridad social
(cooperativas de solidariedade social).
36
Cf. art. 106, sobre cooperativas de iniciativa social, de la Ley no. 27/1999 de 16 de
Julio de 1999 de cooperativas.
37
En Hungría y Polonia.
38
Asimismo, gracias al hecho de que las cooperativas alemanas también pueden
constituirse para perseguir no sólo los intereses económicos, sino también los “intereses
sociales y culturales” de sus socios (véase el art. 1, párr. 1. de la Ley alemana de cooperativas de
1889, modificada en 2006).
39
El “fin mutualista” (como se denomina en algunas legislaciones) que caracteriza
en general a las cooperativas es actuar en interés de los socios como consumidores/usuarios,
proveedores o trabajadores de la empresa cooperativa. Por el contrario, las cooperativas
sociales persiguen un fin “no mutualista”, ya que actúan principalmente en interés general.
Por lo tanto, los socios de una cooperativa social no cooperan para servirse a sí mismos (como
ocurre en las cooperativas ordinarias), sino para servir a los demás.
240 Antonio Fici

el que se emplee a personas desfavorecidas (comúnmente denominadas coo-


perativas sociales de tipo B o cooperativas sociales de inserción laboral), de-
biendo ser estos al menos el 30% de los trabajadores de la cooperativa social.
Ambos tipos de cooperativas sociales pueden tener socios voluntarios, pero
no más del 50% del total de socios. En las cooperativas sociales de “tipo B”,
las personas desfavorecidas deben ser socios de la cooperativa social si ésta
es compatible con su situación subjetiva. Ambos tipos de cooperativas socia-
les pueden distribuir beneficios a sus socios en forma de dividendos sobre el
capital desembolsado, pero sólo hasta un límite preciso, que es de 2,5 puntos
más que el interés máximo de los bonos postales. Las cooperativas sociales
italianas disfrutan de varias exenciones fiscales y son beneficiarias de diversas
medidas de apoyo por parte del Estado, en virtud de su condición de organi-
zaciones del tercer sector 40.
Los rasgos específicos de la forma jurídica de cooperativa son los que im-
pulsan este tipo de legislación sobre la empresa social. El legislador italiano, y
los demás legisladores nacionales que siguieron el ejemplo italiano, conside-
raron evidentemente que la cooperativa era la forma jurídica más adecuada
para acoger a las empresas sociales. De hecho, ésta fue la forma jurídica elegi-
da en Italia por los primeros creadores de cooperativas sociales, incluso antes
de la promulgación de la relevante ley de 1991 (Borzaga, et al., 1988).
En primer lugar, las cooperativas están reconocidas por la Constitución
italiana, así como por muchas otras Constituciones nacionales de Europa,
como empresas con una función social, lo que justifica la obligación consti-
tucional del legislador de apoyarlas 41. Por ello, nada parecía más adecuado
para quienes querían constituir una sociedad mercantil con fines sociales ex-
plícitos, que utilizar esta forma jurídica a la que la ley fundamental del Estado
atribuía una función social y preveía su promoción por el Estado.
En segundo lugar, las cooperativas tienen una estructura de gobierno que
es inmediata y directamente coherente con la naturaleza y los fines de una
empresa social. Esto se debe principalmente al hecho de que, según la legisla-
ción aplicable, las cooperativas son organizaciones democráticas en las que los
miembros de la asamblea general (el “órgano supremo” de una cooperativa)
tienen un voto cada uno, independientemente de la cantidad de capital que
posean. El control y la participación de los socios son principios adicionales
que normalmente promulgan y fomentan las leyes cooperativas pertinentes

40
Tras la “gran” reforma del tercer sector que tuvo lugar en 2017 en Italia, las
cooperativas sociales son empresas sociales de iure y, por tanto, también organizaciones del
tercer sector ope legis: véase Fici (2022: 77 y ss.).
41
La lista de países es muy extensa: Incluye Italia, España, Portugal y muchos otros.
Véase también Fici (2015: 77 y ss.) y Douvitsa (2022: 57 y ss.).
La empresa social en la legislación y en las políticas de la UE 241

(por ejemplo, estipulando como obligatorio que la mayoría de los miembros


del consejo rector sean socios de la cooperativa). Otras características como
el “capital variable”, el “número variable de socios” y la “puerta abierta”, así
como la asignación obligatoria de porcentajes mínimos de beneficios a reser-
vas indivisibles entre los socios, también contribuyen a esta conclusión.
Lo anterior conduce a una preferencia por la empresa social en forma
de cooperativa que se da incluso en países, como Italia, que se adhieren al
modelo de legislación sobre empresa social que se describe más adelante, en
el apartado 4 de este trabajo, y en los que, por tanto, las empresas sociales pue-
den adoptar diferentes formas jurídicas, no sólo la de cooperativa. De hecho,
en estas legislaciones, las cooperativas sociales reciben un mejor tratamiento
jurídico (en virtud de la legislación fiscal, por ejemplo) que las empresas so-
ciales establecidas bajo otras formas jurídicas.
La preferencia por la forma cooperativa de empresa social es aún más evi-
dente en el caso de Bélgica, que ha pasado de un modelo de legislación sobre
empresas sociales basado en la forma societaria, a otro basado en la forma coo-
perativa. En este EM, la ley preveía anteriormente una forma específica de so-
ciedad con finalidad social (société à finalité sociale o SFS), pero tras la reforma
que en 2019 supuso la aprobación del Código de Sociedades y Asociaciones
(que en realidad regula también otras formas, entre ellas las cooperativas),
la SFS fue derogada y en la actualidad se establece que solo las cooperativas
pueden acreditarse como empresas sociales. Las cooperativas podrán obtener
este estatus si su “objetivo principal no es proporcionar a sus accionistas una
ventaja económica o social, con el fin de satisfacer sus necesidades profesiona-
les o privadas”, sino “generar un impacto social positivo para el ser humano, el
medio ambiente o la sociedad” (art. 8:5) 42.
Como muestra el análisis realizado hasta ahora, las “empresas sociales
como cooperativas sociales” caracterizan la primera generación de leyes sobre
empresas sociales en los EM de la UE. Los ejemplos belga e italiano demues-
tran que la actitud positiva de los EM hacia la forma cooperativa de empresa
social sigue presente.
Por el contrario, en las dos primeras décadas de legislación específica
sobre la empresa social en la UE, los legisladores nacionales muy raramente
adoptaron soluciones de empresa social centradas en la forma de sociedad de
capital. Una sociedad de “finalidad social”, como subtipo o tipo modificado

42
Traducción del autor. El texto original francés es el siguiente: su “but principal ne
consiste pas à procurer à ses actionnaires un avantage économique ou social, pour la satisfaction de leurs
besoins professionnels ou privés”, but “de générer un impact sociétal positif pour l’homme, l’environnement
ou la société”.
242 Antonio Fici

de sociedad de capital con una función particular (no repartir beneficios a


los accionistas o maximizar su valor, sino perseguir el interés general, el inte-
rés de la comunidad o, si se prefiere, el “valor social”), sólo existía en Bélgica
antes de la reforma de 2019. Por supuesto, antes del Brexit, la “community in-
terest company” o CIC británica era el ejemplo más destacado de este tipo de
legislación a nivel de la UE, también en virtud del enorme éxito de esta forma
de empresa social 43, mayor incluso que el de la primera forma aparecida en
Europa, es decir, la cooperativa social italiana 44.
El uso limitado, o la no utilización de la forma de sociedad de capital para
las empresas sociales por parte de los EM en la primera fase de la legislación
de las empresas sociales, no sólo se debió a la amplia difusión del modelo coo-
perativo, sino también a las preocupaciones que rodeaban a esta alternativa.
Las sociedades de capital se utilizan normalmente para obtener y distribuir
beneficios entre sus accionistas y tienen una estructura de gobierno basada en
el capital, con la posibilidad de que un solo socio, incluso con ánimo de lucro,
controle la entidad. Esto aumenta el riesgo de que una empresa social que
adopte la forma de sociedad de capital se desvíe de sus fines sociales. En otras
palabras, se consideró que los riesgos de abusos eran mayores con la forma de
sociedad de capital que con otras, especialmente con la forma cooperativa.
Esta preocupación se desprende de la legislación pertinente. En Bélgica,
donde las empresas sociales en forma de sociedades estaban permitidas antes
de la reforma de 2019, en una sociedad de finalidad social (société à finalité
sociale) ningún accionista podía tener más de una décima parte de los votos
en la junta general 45. Esta línea de pensamiento impregna también otras le-
gislaciones. En Italia, por ejemplo, las empresas calificadas como empresas
sociales no pueden estar formadas por un único socio que sea una persona
física o jurídica con ánimo de lucro, ni tampoco una empresa social puede
quedar bajo el dominio (mediante participación mayoritaria u otros medios)
de una persona jurídica con ánimo de lucro 46. En Eslovenia, las empresas con

43
26,000 CICs a 31 de marzo de 2022, según el Informe Anual 2021/2022 del Regulador de
las Sociedades de Interés Comunitario. Sobre este tema en concreto, cf. Liptrap (2021: 595 y ss.).
44
El número actual de cooperativas sociales italianas activas oscila entre 15.000 y 17.000.
45
Cf. art. derogado. 661, párr. 1, no. 4, del Código de sociedades belga. Este porcentaje
máximo era incluso inferior (es decir, igual a la vigésima parte), si el accionista era un ‘membre du
personnel engagé par la société’ (miembro del personal contratado por la empresa). Véase también
el art. 23 de la Ley eslovena n.º 20/2011, que impone a las empresas sociales la obligación de
tratar a los miembros por igual en los procesos de toma de decisiones y, en particular, prescribe
un voto único para todos los miembros, independientemente de la ley particular de aplicación
a la entidad.
46
Cf. art. 4, párr. 3, del Decreto Legislativo italiano n. 112/2017, así como el art. 7,
apartado 2, de la misma ley. Aún más estricta es la solución de la Ley española n.º 44/2007,
La empresa social en la legislación y en las políticas de la UE 243

ánimo de lucro sólo pueden crear empresas sociales con el fin de crear nuevos
puestos de trabajo para los trabajadores despedidos, pero no con el objetivo
exclusivo de transferir sus negocios o activos a la empresa social 47.
No obstante, cabe señalar que en algunos países como Alemania e Irlanda,
la forma societaria se utiliza frecuentemente para obtener la calificación de
utilidad pública o de beneficencia 48. Aunque no están reconocidas formal-
mente como tales, estas empresas sin ánimo de lucro y de utilidad pública en-
cajan perfectamente en el concepto de empresa social. Son empresas sociales
de facto.
Con una reglamentación adecuada que trate de reducir el riesgo de abu-
sos, que ordene y salvaguarde la primacía de la finalidad social (lo que puede
implicar normas específicas sobre la naturaleza y la composición del acciona-
riado, sobre el uso de los beneficios y sobre la gobernanza), incluso la forma
de sociedad de capital puede resultar útil para dar forma a una empresa social.
La empresa social en forma de sociedad de capital también puede tener
algunas ventajas alternativas sobre las cooperativas. Entre otras cosas, una
empresa social con forma de sociedad de capital puede atraer más capital de
riesgo y financiación cuando sea necesario para determinadas operaciones co-
merciales, puede utilizarse para organizar relaciones para las que la estructura
democrática de una cooperativa sería inadecuada y puede ser empleada por
otras organizaciones sin ánimo de lucro para llevar a cabo una actividad co-
mercial por separado. Estas funciones también pueden ser desempeñadas por
otros tipos jurídicos de entidades, incluidas las fundaciones. Las especificida-
des de esta forma social pueden servir para estructurar una actividad empresa-
rial de manera diferente 49.
Estas son algunas de las principales razones por las que, tras dos décadas
dominadas por el modelo cooperativo de empresa social, se produjo un cam-
bio en el planteamiento de la legislación, favorecido por el enfoque pluralista
y más profundo de la Comisión Europea sobre el tema.

ya que solo las entidades, asociaciones y fundaciones sin ánimo de lucro pueden promover la
creación de empresas de inserción (véanse los artículos 5, a) y 6).
47
Cf. art. 9, párr. 1, de la Ley eslovena nº 20/2011. Además, cabe mencionar que el
segundo párrafo del mismo artículo de esta ley nacional sugiere que una entidad no puede
adquirir la calificación de empresa social si está sujeta a la influencia dominante de una o más
empresas con ánimo de lucro.
48
En Alemania, según la secc. 51 y siguientes del Código Fiscal; en Irlanda, según la Ley
de organizaciones benéficas de 2009. La relación entre la empresa social y las organizaciones de
utilidad pública es un tema que sería muy útil explorar. Contribuiría a una mejor comprensión
de ambas categorías organizativas.
49
Cf. Por ejemplo, Hansmann & Thomsen (2021: 172 y ss.).
244 Antonio Fici

3. EMPRESAS SOCIALES EN LA “INICIATIVA EN FAVOR DEL


EMPRENDIMIENTO SOCIAL” DE LA COMISIÓN DE 2011

Como ya se ha dicho, las empresas sociales no están reguladas específica-


mente a nivel de la UE, pero se han contemplado en documentos políticos. La
más importante de ellas es la Comunicación nº 682 de la Comisión Europea,
de 25 de octubre de 2011, titulada “Iniciativa en favor del emprendimiento
social Construir un ecosistema para promover las empresas sociales en el cen-
tro de la economía y la innovación sociales” (SBI) 50. Partiendo de la base de
que las empresas sociales generan diversos efectos socioeconómicos positivos,
la SBI contempló una serie de acciones clave para favorecerlas (Haarich, et
al., 2021), algunas de ellas relacionadas con la “mejora del entorno jurídico”
de las empresas sociales. En concreto, la medida clave nº 9 de la SBI incluía:
el lanzamiento de una propuesta de simplificación de la normativa existente
sobre la Sociedad Cooperativa Europea (a fin de reforzar su autonomía con
respecto a las legislaciones nacionales y facilitar su utilización para la creación
de cooperativas sociales); la presentación de una propuesta para la introduc-
ción de un Estatuto de la Fundación Europea (en la misma línea que los de
la Sociedad Anónima Europea y la Sociedad Cooperativa Europea); y la rea-
lización de un estudio sobre la situación de las mutuas en todos los Estados
miembros 51.
Ninguna de estas acciones específicas finalmente se llevó a cabo, pero la
Comunicación de la Comisión sobre la SBI, al proporcionar una definición de
empresa social, ha promovido e influido significativamente en la legislación
sobre empresas sociales de los Estados miembros de la UE 52. Tras su promul-
gación, varios EM adoptaron leyes específicas sobre las empresas sociales en
las que se regulaba a éstas según la definición que contenía la SBI. Esto tam-
bién ha generado el desarrollo de un modelo particular de legislación sobre
la empresa social, en el que la empresa social no se concibe como un tipo
(o subtipo) particular de entidad jurídica, es decir, como una forma jurídica
específica de constitución de una entidad, sino más bien como un “estatus”
jurídico particular (o “calificación”, “acreditación”, “etiqueta”, etc.) que pue-
den adquirir las entidades que cumplen determinados requisitos, indepen-

50
https://eur-lex.europa.eu/legal-content/ES/TXT/PDF/?uri=CELEX:5
2011DC0682&from=ES
51
Curiosamente, en la SBI no se preveía ninguna acción específica sobre la regulación
de las empresas sociales a nivel de la UE. También es curioso que, a este respecto, la SBI no
hiciera referencia a las asociaciones y a su Estatuto Europeo.
52
De hecho, no sólo la definición en sí, sino también las acciones posteriores basadas
en ella, como el estudio sobre la empresa social en Europa, contribuyeron a este resultado
(Comisión Europea, 2020).
La empresa social en la legislación y en las políticas de la UE 245

dientemente de su forma jurídica (asociación, fundación, sociedad de capital


o cooperativa).
La Comunicación SBI estuvo muy influida por el enfoque de la Red de
Investigación EMES sobre las empresas sociales. EMES ha adoptado la postura
de que las empresas sociales no deben definirse con precisión, sino que han
de ser identificadas a través de criterios sustanciales (o indicadores) relacio-
nados con tres dimensiones diferentes: la dimensión empresarial (las empre-
sas sociales se dedican, al menos principalmente, a actividades económicas),
la dimensión social (las empresas sociales dan prioridad a un fin social) y la
dimensión organizativa (las empresas sociales tienen una gobernanza demo-
crática o inclusiva, que garantiza la participación de sus diferentes partes in-
teresadas) 53. Siguiendo este enfoque teórico y con el objetivo de respetar la
diversidad nacional, la Comunicación de la SBI definió una empresa social
como: “agente de la economía social, es una empresa cuyo principal objetivo
es tener una incidencia social, más que generar beneficios para sus propieta-
rios o sus socios. Funciona en el mercado proporcionando bienes y servicios
de manera empresarial e innovadora y utiliza sus excedentes principalmente
para fines sociales. Está sometida a una gestión responsable y transparente,
en concreto mediante la asociación de sus empleados, sus clientes y las partes
interesadas de que se trate en su actividad económica” 54. De esta definición se

53
Más específicamente, estos indicadores son: 1) dimensión económica y empresarial
de las empresas sociales, que comprende: a) una actividad continua de producción de bienes
y/o venta de servicios; b) un nivel significativo de riesgo económico; c) una cantidad mínima
de trabajo remunerado; 2) dimensión social de las empresas sociales, que comprende: d) un
objetivo explícito de beneficiar a la comunidad; e) una iniciativa lanzada por un grupo de
ciudadanos u organizaciones de la sociedad civil; f) una distribución limitada de los beneficios;
3) gobernanza participativa de las empresas sociales, que comprende: g) un alto grado de
autonomía; h) un poder de decisión no basado en la propiedad del capital; i) un carácter
participativo, que implica a varias partes afectadas por la actividad (Defourny & Nyssens,
2012) EMES es una asociación sin ánimo de lucro de derecho belga compuesta por centros
de investigación e investigadores individuales. Su concepción de la empresa social se ha ido
reconfigurando con el tiempo (Defourny, 2001: 1 y ss.).
54
Cf. COM(2011) 682 final, de 25 de octubre 2011, p. 2. A continuación, la Comisión
especifica que, por “empresa social” entiende las empresas:
“- para las cuales el objetivo social de interés común es la razón de ser de la acción
comercial, que se traduce a menudo en un alto nivel de innovación social,
- cuyos beneficios se reinvierten principalmente en la realización de este objetivo social;
- y cuyo modo de organización o régimen de propiedad, basados en principios
democráticos o participativos u orientados a la justicia social, son reflejo de su misión.
Así, pueden ser:
rFNQSFTBTRVFQSFTUBOTFSWJDJPTTPDJBMFTPTVNJOJTUSBOCJFOFTZTFSWJDJPTEFTUJOBEPTBVO
público vulnerable (acceso a la vivienda, acceso a los cuidados, ayuda a las personas de edad o
con discapacidad, inclusión de grupos vulnerables, guardería infantil, acceso al empleo y a la
formación, gestión de la dependencia, etc.); y/o
246 Antonio Fici

desprende claramente que la empresa social no se considera una forma jurídi-


ca específica, sino un concepto general.
La definición operativa de la SBI fue empleada posteriormente por el le-
gislador de la UE en normas que regulan aspectos relacionados con la finan-
ciación. En el art. 2.1 del Reglamento nº 1296/2013 “EaSI” 55, se entendía por
empresa social (a los efectos del mismo Reglamento) “una empresa que, inde-
pendientemente de su forma jurídica, presenta las siguientes características:
(a) de conformidad con su escritura de constitución, sus estatutos o cual-
quier otro documento constitutivo de la empresa, tiene como obje-
tivo primordial la consecución de impactos sociales mensurables y
positivos en lugar de generar beneficios para sus propietarios, socios
y accionistas, y que:
(i) ofrece servicios o bienes con un elevado rendimiento social, y/o
(ii) emplea un método de producción de bienes o servicios que
represente su objetivo social;
(b) utiliza sus beneficios, en primer lugar, para la consecución de su ob-
jetivo primordial, y ha implantado procedimientos y normas prede-
finidos que regulan cualquier reparto de beneficios a los accionistas
y propietarios, con el fin de garantizar que dicho reparto no vaya en
detrimento de su objetivo primordial; y
(c) está gestionada de forma empresarial, transparente y sujeta a rendición
de cuentas, en especial, fomentando la participación de los empleados,
los clientes o los interesados afectados por su actividad empresarial”.
Una noción similar de empresa social aparece en el art. 3(1)(d) del
Reglamento (UE) n.º 346/2013 ‘FESE’ 56, en concreto, la empresa social es
una empresa que

rFNQSFTBTDVZPNPEPEFQSPEVDDJÓOEFMPTCJFOFTPTFSWJDJPTQFSTJHVFVOPCKFUJWPEFUJQP
social (integración social y profesional mediante el acceso al trabajo de personas desfavorecidas,
sobre todo por razón de su escasa cualificación o de problemas sociales o profesionales que
provocan exclusión y marginación), pero cuya actividad puede incluir bienes o servicios que no
sean sociales”.
55
‘EaSI’ corresponde a “Programa de la Unión Europea para el Empleo y la Innovación
Social”. El programa se desarrolló entre el 1 de enero de 2014 y el 31 de diciembre de 2020,
con el objetivo de “contribuir a la aplicación de Europa 2020, incluidos sus objetivos globales,
las Directrices Integradas y las iniciativas emblemáticas, proporcionando apoyo financiero a
los objetivos de la Unión en cuanto a la promoción de un elevado nivel de empleo de calidad y
sostenible, la garantía de una protección social adecuada y digna, la lucha contra la exclusión
social y la pobreza, y la mejora de las condiciones de trabajo” (art. 1, Reg. no. 1296/2013).
56
“FESE” corresponde a “fondos europeos para el emprendimiento social”. El
Reglamento “establece un conjunto de requisitos y condiciones uniformes aplicables a los
La empresa social en la legislación y en las políticas de la UE 247

“(ii) tenga como objetivo primordial la consecución de un impacto social


positivo y medible, de conformidad con su escritura de constitución,
sus estatutos o cualquier otro reglamento o documento constitutivo
de la empresa, siempre que esta:
- proporcione servicios o bienes a personas vulnerables, margi-
nadas, desfavorecidas o excluidas,
- emplee un método de producción de bienes o servicios que
represente su objetivo social, o
- proporcione ayuda financiera exclusivamente a las empresas
sociales tal como se definen en los dos primeros guiones,
(iii) utilice sus beneficios principalmente para la consecución de su obje-
tivo social primordial, de conformidad con su escritura de constitu-
ción, sus estatutos o cualquier otro reglamento o documento consti-
tutivo de la empresa. Estos reglamentos o documentos constitutivos
habrán implantado procedimientos y normas predefinidos que re-
gulen todas las circunstancias en las cuales se repartan beneficios a
los accionistas y propietarios, garantizándose que dicho reparto de
beneficios no socave su objetivo primordial, así como
(iv) sea objeto de una gestión responsable y transparente, en especial in-
volucrando a los empleados, los clientes y los interesados afectados
por su actividad”.
Estos Reglamentos fueron sustituidos posteriormente por el Reglamento
nº 1057/2021 por el que se crea el Fondo Social Europeo Plus (FES+) 57, en
el que la definición de empresa social se encuentra en el art. 2(1) n. 13, que
dice: “toda empresa, independientemente de su forma jurídica, incluidas las
empresas de economía social, o toda persona física que:
(a) de conformidad con su escritura de constitución, sus estatutos o cual-
quier otro documento legal que pueda vincularla jurídicamente con

gestores de organismos de inversión colectiva que deseen utilizar la designación «FESE» en


relación con la comercialización de fondos de emprendimiento social europeos admisibles
en la Unión, contribuyendo así al buen funcionamiento del mercado interior. Asimismo, el
presente Reglamento establece un conjunto de normas uniformes sobre la comercialización
de fondos de emprendimiento social europeos entre inversores admisibles en toda la Unión, la
composición de la cartera de los fondos de emprendimiento social europeos, los instrumentos
y técnicas de inversión admisibles y la organización, comportamiento y transparencia de los
gestores que comercialicen fondos de emprendimiento social europeos admisibles en toda la
Unión” (art. 1, Reg. no. 346/2013).
57
https://eur-lex.europa.eu/legal-content/ES/TXT/PDF/?uri=CELEX:32021
R1057&from=ES
248 Antonio Fici

arreglo a las normas del Estado miembro en que la empresa social


esté situada, tenga como objetivo social primordial la consecución
de impactos sociales mensurables y positivos, incluyendo en su caso
los medioambientales, más que generar beneficios para otros fines, y
que ofrezca servicios o bienes que generen un rendimiento social o
emplee métodos de producción de bienes o servicios que represen-
ten objetivos sociales;
(b) utilice sus beneficios, ante todo, para la consecución de su objetivo
social primordial y haya implantado procedimientos y normas prede-
finidos que garanticen que la distribución de beneficios no vaya en
detrimento de su objetivo social primordial;
(c) esté gestionada de manera empresarial, participativa, transparente y
sujeta a rendición de cuentas, en particular fomentando la participa-
ción de los empleados, los clientes o los interesados a los que afecte
su actividad empresarial”.
Esta nueva definición coincide sustancialmente con la que ofrecían ante-
riormente los reglamentos derogados, salvo por la (sorprendente) referencia
a las “personas físicas” 58 como posibles empresarios sociales, y a las “empresas
de economía social”, que es una categoría más general de organizaciones que
últimamente se han convertido en el nuevo centro de atención de las políticas
de la UE.

4. EL IMPACTO DE LA COMUNICACIÓN SBI EN LA LEGISLACIÓN


NACIONAL (2011-2022): LA EMPRESA SOCIAL COMO ESTATUS
JURÍDICO Y LA PLURALIDAD DE FORMAS JURÍDICAS

La SBI y algunas acciones basadas en ella, entre las que se incluye el estu-
dio titulado “Social Enterprises and their Ecosystems in Europe” (Comisión
Europea, 2020) concluido en 2020 59, desencadenaron una nueva ola de leyes

58
Sólo en unas pocas jurisdicciones de la UE, los legisladores permiten que incluso
un empresario individual adquiera la calificación de empresa social. Esto sucede en
Finlandia, donde la Ley nº 1351/2003 permite el registro como empresas sociales de todos los
comerciantes, incluidos los particulares, registrados con arreglo al art. 3 de la Ley nº 129/1979,
y en Eslovaquia, donde el art. 50b, párr. 1, de la Ley nº 5/2004, se refiere, al definir una
empresa social, tanto a personas jurídicas como físicas. Lo mismo ocurre en la Ley nº 112/2018
de Eslovaquia, con respecto a la definición de los sujetos de la economía social, entre los que se
encuentran las empresas sociales.
59
https://ec.europa.eu/social/main.jsp?catId=738&langId=en&pubId=8274
La empresa social en la legislación y en las políticas de la UE 249

nacionales sobre empresas sociales en Europa. Varios EM introdujeron leyes


específicas sobre la empresa social en sus ordenamientos jurídicos naciona-
les inspiradas en el concepto de empresa social adoptado por la Comisión
Europea en la SBI, una tendencia que continúa hasta la fecha 60. Estas leyes
de segunda generación 61 fueron adoptadas incluso por EM como Francia y
Eslovaquia, que ya contaban con leyes de empresa social basadas en el mode-
lo cooperativo social analizado anteriormente en este trabajo. De forma que
ahora hay algunos EM que tienen más de una ley que aborda la empresa so-
cial. Así mismo, estas acciones de la UE también han influido en el debate
sobre la empresa social en aquellos Estados miembros que siguen careciendo
de legislación específica sobre esta materia 62.
La principal característica de las leyes nacionales de segunda generación
es que consideran a la empresa social como un estatus legal basado en algunos
requisitos relacionados con el fin perseguido (un fin social, un fin de interés
general o de beneficio público, etc.), la actividad desarrollada (una empresa
de utilidad social o de interés general, así como la integración laboral de per-
sonas desfavorecidas) y el gobierno de la organización, adoptando las tres di-
mensiones necesarias para identificar a las empresas sociales según el trabajo
de la Red de Investigación EMES y la SBI. En principio, la forma jurídica de
constitución de la entidad no es relevante para la adquisición del estatus, de
modo que estas leyes permiten que asociaciones, fundaciones, sociedades de
capital y cooperativas puedan calificarse como “empresas sociales”.
Una entidad tampoco se constituye como empresa social, sino que ad-
quiere este estatus por decisión propia, siempre y cuando pueda cumplir los
requisitos legales necesarios. Además, una entidad puede perder la condición
de empresa social sin dejar de estar legalmente constituida, si así lo decide o
si no mantiene los requisitos legales para ser calificada como empresa social.
El impacto de este modelo de legislación basado en el estatus en las le-
gislaciones nacionales ha sido tan intenso que en algunos países se aplicó in-
cluso a una forma jurídica específica. En lugar de prever la creación de una
cooperativa social como subtipo de cooperativa o de una sociedad con fines
sociales como subtipo de sociedad de capital, Bélgica y Letonia introdujeron
un sistema de acreditación limitado a un único tipo de entidad. En Bélgica,
sólo las cooperativas pueden calificarse como empresas sociales 63, mientras

60
Véanse recientemente la Ley chipriota sobre la empresa social de 2020 y la Ley
maltesa sobre la empresa social nº. IX de 2022.
61
Sin embargo, en algunos Estados miembros, como Finlandia e Italia, se adoptaron
leyes como las descritas en el texto principal antes de la Comunicación del SBI.
62
Como por ejemplo Irlanda (Lalor & Doyle, 2021).
63
Cf. art. 8:5 del Código de empresas y asociaciones de 2019.
250 Antonio Fici

que en Letonia, únicamente la sociedad de responsabilidad limitada puede


obtener dicha calificación 64. También hay EM, como Luxemburgo, que limi-
tan el estatus a algunas formas jurídicas 65. Pero la mayoría de los EM, como ya
se ha señalado, ofrecen el estatus o la calificación jurídica de empresa social a
cualquier organización, independientemente de su forma jurídica 66.
Este modelo de legislación sobre la empresa social ha sido ampliamente
elogiado. Ha sido recomendado por académicos del Derecho (Sørensen &
Neville, 2014: 267 y ss.; y más recientemente Laviius, et al., 2020: 276 y ss.) y re-
forzado por la Resolución del Parlamento Europeo de 5 de julio de 2018 67. En
este documento se pedía a la Comisión Europea que introdujera a escala de
la Unión una “Etiqueta europea de Economía Social” que se concedería a las
empresas que cumplieran determinados criterios, pero que se establecieran
en cualquier forma disponible en la legislación de los EM y de la UE (Vargas
Vasserot, 2021: 63 y ss. y 2022: 293 y ss.; Liptrap, 2021:193 y ss.).
Este modelo de legislación sobre las empresas sociales basado en el esta-
tus presenta una serie de ventajas en comparación con los modelos basados
en formas jurídicas específicas. La primera ventaja es práctica. Un modelo ba-
sado en la calificación permite a las entidades existentes convertirse en em-
presas sociales sin tener que volver a constituirse utilizando formas alterna-
tivas y permite que las empresas sociales existentes puedan desprenderse de
esta calificación sin tener que disolverse, transformarse o volver a constituirse.
Al reducir el coste de la calificación como empresa social, el modelo basado

64
Cf. Ley de empresas sociales de 12 de octubre de 2017.
65
Cf. Ley de 12 de diciembre de 2016 sobre sociedades de impacto social. En la misma
línea, la calificación como “empresa de inserción” según la Ley española nº 44/2007 se limita a
las empresas con forma jurídica de sociedad mercantil o cooperativa (art. 4, párr. 1).
66
Como se establece claramente en el art. 1, párr. 1, del Decreto Legislativo italiano
n. 112/2017 sobre la empresa social, que dice: ”todas las entidades privadas, incluidas las
constituidas en las formas del Libro quinto del Código Civil, pueden adquirir la calificación
de empresa social”. Las formas jurídicas del Libro quinto son las sociedades de capital y las
cooperativas. Véase también la Ley búlgara n.º 240/2018 sobre empresas sociales y solidarias;
la Ley danesa n.º 711, de 25 de junio de 2014, sobre empresas sociales registradas; la Ley
finlandesa n.º 711, de 25 de junio de 2014, sobre empresas sociales registradas; el art. L3332-
17-1 del Código del Trabajo francés sobre la empresa solidaria de utilidad social; Ley griega n.º
4430/2016 sobre la economía social y solidaria; Ley lituana n.º IX-2251 de 1 de junio de 2004;
art. 8 y ss. de la Ley rumana n.º 219/2015, de 23 de julio de 2015, sobre economía social; Ley
eslovaca n.º 112/2018, de 13 de marzo de 2018, sobre economía social y empresas sociales; Ley
eslovena n.º 20, de 2011, sobre emprendimiento social; Ley española n.º 44/2007, de 13 de
diciembre, de empresas de inserción, y art. 43 y siguientes del Real Decreto Legislativo español
núm. 1/2013, de 29 de noviembre de 2013, sobre centros especiales de empleo.
67
https://eur-lex.europa.eu/legal-content/ES/TXT/
PDF/?uri=CELEX:52018IP0317&from=ES Esta resolución se basaba en las recomendaciones
finales presentadas en Fici (2017).
La empresa social en la legislación y en las políticas de la UE 251

en el estatus facilita el acceso (y la salida) del ámbito de las empresas sociales


(Sørensen & Neville, 2014).
En lugar de imponer una forma jurídica específica para tal fin, el modelo
de legislación de la empresa social basado en la calificación o estatus (Cafaggi
& Iamiceli, 2009) 68 promueve también el pluralismo de formas jurídicas me-
diante la multiplicación de las opciones disponibles para quienes deseen crear
una empresa social. La forma jurídica más adecuada para la gestión de una
empresa social puede variar en función de las circunstancias y de la naturaleza
de una empresa concreta o de los vínculos jurídicos y culturales específicos.
Permitir a las entidades que adoptan diversas formas jurídicas acceder al es-
tatuto de empresa social, reconoce estas necesidades y contextos específicos.
Esta apertura favorece especialmente a las asociaciones y fundaciones, cuya
capacidad para dirigir una empresa no ha sido abordada por muchos EM ni a
nivel de la UE. También legitima a las empresas sociales que adoptan la forma
de sociedad de capital lo cual, como se ha explicado anteriormente, puede
presentar ventajas particulares en algunas circunstancias. Asimismo, este mo-
delo de legislación permite a los legisladores organizar y combinar los requi-
sitos legales para la calificación de empresa social de diferentes maneras en
función de la forma jurídica de constitución, flexibilizando así la obtención
de dicha calificación 69.
Un modelo basado en la calificación o “estatus” puede resolver el dilema
entre la forma de sociedad de capital y la forma cooperativa, que el otro mo-
delo de legislación sobre empresas sociales plantea inevitablemente, 70 sin de-
jar de imponer exigencias coherentes y rigurosas. La imposición de estrictos
requisitos a todas las empresas sociales (o, mejor dicho, a todas las entidades
que deseen calificarse de empresas sociales), independientemente de su for-
ma jurídica de constitución, garantiza que todas las empresas sociales com-
partan una identidad común 71. Por último, con este modelo de legislación, la

68
Este modelo de legislación se denomina modelo de “forma abierta”.
69
Por ejemplo, el carácter democrático y participativo de una SE en forma de
cooperativa permite relajar el requisito de no distribución de beneficios, mientras que el
carácter no democrático de una SE en forma de sociedad de capital impone rigidez en cuanto
a la distribución de beneficios, así como medidas específicas para garantizar la participación de
las partes interesadas.
70
Esto no significa, sin embargo, que la SE en forma de sociedad de capital no requiera
normas específicas también bajo este modelo de legislación, para hacerla (más) coherente con
la identidad de una SE, como hemos aclarado supra en el texto principal.
71
Además, nada impide a los legisladores dar un trato diferente a las empresas sociales
constituidas bajo formas diferentes; por ejemplo, favorecer, en virtud de la legislación fiscal o
de las medidas políticas, a una empresa social en forma de cooperativa, teniendo en cuenta
su naturaleza democrática en comparación con una empresa social en forma de sociedad de
capital.
252 Antonio Fici

imposición de sanciones puede resultar más sencilla para la autoridad pública


encargada de velar por el cumplimiento de la calificación de empresa social
(y menos onerosa para la misma organización). En caso de incumplimiento,
puede bastar con revocar la calificación (o amenazar con revocarla si no se
eliminan las irregularidades), en lugar de exigir a la entidad jurídica que se
disuelva o se transforme en otra forma jurídica (Sørensen & Neville, 2014).

5. CONCLUSIONES: EL PLAN DE ACCIÓN PARA LA ECONOMÍA


SOCIAL DE LA COMISIÓN COMO NUEVA FRONTERA

Las formas “no convencionales” de empresa, como las empresas sociales y,


más en general, las organizaciones sin ánimo de lucro, incluyendo las asocia-
ciones, fundaciones y mutualidades, no han atraído la atención del legislador
de la UE durante bastantes años. La integración europea se centraba en el
mercado interior y en los que se consideraban sus actores “tradicionales”, es
decir, las sociedades con ánimo de lucro. Las directivas y reglamentos euro-
peos favorecieron el desarrollo de un marco jurídico habilitante limitado a las
sociedades (y cooperativas), que incluían forma jurídicas europeas opcionales
como la Sociedad Anónima Europea (y la Sociedad Cooperativa Europea), y
normas que permitían y simplificaban la actividad transfronteriza y la movili-
dad de las empresas nacionales. En cambio, las organizaciones sin ánimo de
lucro no podían contar con formas europeas equivalentes, ni con legislación
secundaria que fomentara su actividad y movilidad transfronterizas en toda la
UE. Con respecto a esto último, sólo algunas sentencias importantes del TJUE
se pronunciaron a favor de las organizaciones sin ánimo de lucro, intentan-
do resolver los obstáculos de la legislación fiscal nacional a sus operaciones
transfronterizas.
Únicamente a partir de la crisis de 2008, una vez que fue necesario iden-
tificar complementos al “Estado del Bienestar”, aumentó el interés de las ins-
tituciones de la UE por modelos “alternativos” de empresa no basados en la
maximización del beneficio, sino en otros valores. La Comunicación sobre la
SBI fue el resultado de esta nueva actitud. Sin embargo, lamentablemente,
el programa decenal previsto en la SBI no ha dado lugar a ningún cambio a
nivel de la Unión del entorno jurídico relativo a las empresas sociales (aparte
de los reglamentos que prevén medidas de financiación). Sólo se produjeron
efectos positivos a nivel nacional, siendo muchos los Estados miembros que,
animados por las acciones de la Comisión, adoptaron leyes específicas sobre
las empresas sociales. Inspiradas en el concepto de empresa social que figura
en la SBI, estas leyes nacionales concibieron la “empresa social” como un es-
La empresa social en la legislación y en las políticas de la UE 253

tatus jurídico abierto a entidades constituidas bajo distintas formas jurídicas y


que cumplieran los requisitos necesarios para su calificación. Este modelo de
legislación ofrece muchas ventajas potenciales, como se ha destacado ante-
riormente en este trabajo.
No obstante, la acción de las instituciones europeas ha empezado a re-
surgir, aunque con una orientación algo cambiada. En diciembre de 2021
la Comisión Europea lanzó un nuevo programa decenal que esta vez no
abordaba directamente las empresas sociales, sino la “economía social”. La
Comunicación de la CE relativa al “Plan de acción para la economía social” no
tiene un alcance mayor ni un objetivo más exhaustivo y ambicioso que la SBI,
puesto que pretende construir una economía diferente que funcione para
las personas. Tras destacar los beneficios de la economía social (en términos
de creación de empleo de calidad, contribución a las transiciones ecológica y
digital, complemento de los sistemas del Estado del bienestar, aplicación de
los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas a escala de la
Unión y mundial, etc.), la Comunicación identifica a sus destinatarios, es de-
cir, las “entidades de la economía social” 72. Según la Comisión, estas entida-
des comparten algunos principios y características comunes:
r “la primacía de las personas y de la finalidad social o medioambiental
sobre el beneficio,
r la reinversión de la mayoría de las ganancias y los excedentes para
realizar actividades en favor de los miembros/usuarios («interés co-
lectivo») o de la sociedad en general («interés general»)
r y una gobernanza democrática o participativa”.
La Comisión prosigue explicando que “tradicionalmente, el término
«economía social» se refiere a cuatro tipos principales de entidades que su-
ministran bienes y servicios a sus miembros o a la sociedad en general: las
cooperativas, las mutualidades, las asociaciones (incluidas las organizaciones
benéficas) y las fundaciones. Son entidades privadas, independientes de las
autoridades públicas y con una forma jurídica determinada”.
La Comisión menciona a las “empresas sociales” como parte de la econo-
mía social, e indica que “las empresas sociales operan proporcionando bienes
y servicios para el mercado de manera emprendedora y a menudo innovado-
ra, con objetivos sociales o medioambientales como motor de su actividad co-
mercial. Los beneficios se reinvierten principalmente para alcanzar su objeti-

72
La influencia de la legislación nacional de algunos EM que prevé la categoría de
entidades de la economía social es evidente: cf., sobre todo, la Ley española nº 5/2011; la Ley
portuguesa nº 30/2013; y la Ley francesa nº 2014-856.
254 Antonio Fici

vo social. Su forma de organización y propiedad también se basa en principios


democráticos o participativos o se centra en el progreso social. Las empresas
sociales adoptan diversas formas jurídicas en función del contexto nacional”.
El Plan de Acción de 2021 aspira a crear el marco adecuado, también
jurídico, para que prospere la economía social, crear oportunidades de desa-
rrollo para las entidades de la economía social y aumentar el reconocimiento
de la economía social y su potencial. Se prevén muchas acciones para cumplir
estos objetivos generales. Lamentablemente, en lo que respecta al marco ju-
rídico de las entidades de la economía social, el Plan de Acción no identifica
como puntos de acción la creación de formas o estatus jurídicos europeos, ni
medidas de armonización o uniformización necesarias para garantizar el desa-
rrollo de las empresas sociales a nivel de la Unión. La única acción ya prevista
es una Recomendación a los Estados miembros para que adapten mejor los
marcos políticos y jurídicos a las necesidades de las entidades de la economía
social.
El Plan de Acción hace referencia a una próxima iniciativa del PE sobre
asociaciones y organizaciones sin ánimo de lucro. De hecho, como ya se ha
mencionado en este trabajo, en febrero de 2022, tras la adopción del Plan de
Acción por parte de la CE, el PE emitió una resolución con recomendaciones
a la Comisión sobre la adopción de un Reglamento europeo por el que se es-
tablece la Asociación Europea (en la misma línea que las formas jurídicas exis-
tentes en la UE de la Sociedad Anónima Europea y la Sociedad Cooperativa
Europea, mencionadas anteriormente en este trabajo) y de una Directiva eu-
ropea sobre normas mínimas comunes para las organizaciones sin ánimo de
lucro. En el momento de redactar este documento, la Comisión Europea está
evaluando si reaccionará a la petición del PE y cómo lo hará.
La elección de la Comisión de desplazar la atención de las empresas socia-
les a las entidades de la economía social presenta el riesgo clásico de todos los
proyectos grandes y ambiciosos: quedarse “sobre el papel” sin producir nin-
gún resultado concreto. En efecto, si las dificultades para tratar los aspectos
jurídicos de las empresas sociales a nivel de la Unión ya eran grandes, aún más
complejo será tratar el universo aún más amplio y diversificado de las “entida-
des de la economía social”. La complejidad afecta a una cuestión preliminar
como es la identificación de estas organizaciones. No en vano, en el Plan de
Acción de 2021, la Comisión fluctúa entre varios criterios de identificación. Se
refiere tanto a formas jurídicas precisas (asociaciones, fundaciones, coopera-
tivas, etc.) como a estatus jurídicos otorgados en función de los requisitos sus-
tanciales que deben cumplir las entidades (primacía de las personas, reinver-
sión de los beneficios, etc.). Queda por saber cómo combinar ambos criterios.
La empresa social en la legislación y en las políticas de la UE 255

La esperanza es que este enfoque ampliado de la economía social no


desoriente a la Comisión y que ésta pueda retomar el camino interrumpido
en varias ocasiones y presentar propuestas concretas para abordar las empre-
sas sociales. Entre ellas, la introducción de formas jurídicas europeas para
las organizaciones sin ánimo de lucro (la Asociación Europea, la Fundación
Europea y la Mutualidad Europea), así como de una etiqueta jurídica europea
para las empresas sociales o para las organizaciones de utilidad pública en
general.

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256 Antonio Fici

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CAPÍTULO 14
Asian co-operative laws from developmental
state and norm locarization perspectives

Akira Kurimoto
Senior Fellow
Japan Co-operative Alliance

Summary: 1. Introduction. 2. Developmental state perspective. 3. Evolution of asian


co-operative laws: five cases: 3.1. Japan. 3.2. South korea. 3.3 singapore. 3.4.
China. 3.5. India. 4. Norm localization of asian co-operatives. 5. Conclusion:
need to wake the co-operative potential in the asian century. 6. Bibliography.

1. INTRODUCTION

When we analyze the characteristics of Asian co-operatives, the East-


West discourse is often used. From the West, Asia is often seen as static and
less-developed area plagued by the despotism and the traditional culture as
Edward Said put it ‘orientalism’. On the other hand, some political leaders like
Singapore’s Lee Kuan Yew and Malaysia’s Mohamad Mahathir propagated the
Asian values preferring social harmony, community well-being and loyalty to
figures of authority as against the individualistic Western values to justify their
authoritarian regime. The latter lost its currency in the wake of financial crisis
in the late 1990s, while it seems to revive in tandem with the rise of China after
the 2000s. We have noticed the limitation of Western-based categories such as
coordinated market economy (Germany, France etc.) versus liberal market
economy (USA, UK etc.) in applying to the Asian economies (Kurimoto,
2020).
258 Akira Kurimoto

We have observed a gradual shift of Asian countries from agrarian


economy to export-driven industrial economy, from the authoritarian rule
to more democratic regime since the 1980s although we witness serious
setbacks in Myanmar and other countries. There is a growing concern about
the international tension related with the rise of China. Asia covers a huge
area and population, characterized by a sheer diversity in the political system,
level of development, culture and religion while their political economy can
be generally explained by a notion of developmental state. We are concerned
about Asia is converging to a new world order or diverging from the West. We
are also questioning whether Asian co-operatives are going to converge to a
single model represented in the Western co-operatives or diverge as specific
entities. (Kurimoto, 2005).
This chapter examines the nature of the Asian co-operative laws based
on the perspectives of developmental state and norm localization that
characterize the Asia political economy including the legal aspects. From this
perspective, it describes the evolution of co-operative laws in Japan, South
Korea, Singapore, China and India belonging to the different legal traditions
of civil law, common law and socialist law. Then it compares these cases from
the norm localization perspective. Finally, it considers how to enhance the
positioning of Asian co-operatives in the projected Asian Century.

2. DEVELOPMENTAL STATE PERSPECTIVE

Developmental state is a term used by international political economy


scholars to refer to the phenomenon of state-led macroeconomic planning
in East Asia in the late 20th century. In this model of capitalism, the state has
more independent political power, as well as more control over the economy.
A developmental state is characterized by having strong state intervention,
as well as extensive regulation and planning. The term has subsequently
been used to describe countries outside East Asia that satisfy the criteria of a
developmental state.
The first person to seriously conceptualize the developmental state was
Chalmers Johnson who defined the developmental state as a state that is
focused on economic development and takes necessary policy measures to
accomplish that objective. He argued that Japan’s economic development
had much to do with a wide range of intervention for the industrialization
by bureaucrats, particularly those in the Ministry of International Trade and
Industry (MITI).
Asian co-operative laws from developmentalstate 259

The developmental state pursues industrial policies, intervenes directly


in the economy through a variety of means to promote the growth of new
industries and to reduce the dislocations caused by shifts in investment and
profits from old to new industries. Governments in developmental states
invest and mobilize the majority of capital into the most promising industrial
sector that will have the maximum spillover effect for the society. Co-
operation between state and major industries is crucial for maintaining stable
macroeconomy. the intervention of state in the market system such as grant
of subsidy to improve competitiveness of firm, control of exchange rate, wage
level and manipulation of inflation to lowered production cost for industries
caused economic growth. As in the case of Japan, there is little government
ownership of industry, but the private sector is rigidly guided and restricted
by bureaucrats. These bureaucratic government elites are not elected officials
and are thus less subject to influence by either the classes through the political
process. The argument from this perspective is that a government ministry
can have the freedom to plan the economy and look to long-term national
interests.
The notion of developmental states was originally presented to explain
rapid industrialization in the East Asia, namely Japan, South Korea and Taiwan
but it was extended to the Southeast Asia or the ASEAN countries including
Singapore, Malaysia, Indonesia and Vietnam and later to China and India.
It seems to be valid but the evolution in the last decades has demonstrated
the shift from “flying geese (FG) pattern of development model” of catch-up
growth to “leapfrogging model” of development. The phase “flying geese”
was coined originally by Kaname Akamatsu in the 1930s and presented to
world academia in early 1960s in English. This model intends to explain the
catching-up process of industrialization of latecomer economies from the
following three aspects: Intra-industry aspect of product development within
a particular developing country, with a single industry growing over import,
production, and export; Inter-industry aspect of sequential appearance and
development of industries in a particular developing country, with industries
being diversified and upgraded from simple to more sophisticated products;
and International aspect of subsequent relocation process of industries from
advanced to developing countries during the latter’s catching-up process.
Saburo Okita (1914-1993), well-known Japanese economist and a foreign
minister in the 1980s, greatly contributed to introducing the FG pattern of
development to the wider audiences including the political and business
world. Thus, the regional transmission of FG industrialization, driven by the
catching-up process through diversification /rationalization of industries, has
become famous as an engine of Asian economic growth.
260 Akira Kurimoto

However, this model seems to be replaced by leapfrogging pattern of


development model with Japan’s decline since the 1990’s. Leapfrogging occurs
when a nation bypasses traditional stages of development to either jump directly
to the latest technologies (stage-skipping) or explore an alternative path of
technological development involving emerging technologies with new benefits
and new opportunities (path-creating). The former happened in the mobile
revolution, allowing developing nations to skip directly to mobile phones without
the need to invest in landline infrastructure, while the latter is exemplified by the
explosion of mobile payment systems and digital banking apps in the developing
world. China surpassed Japan in 2011 in term of GDP and now grows threefold,
while South Korea exceeds Japan in term of GDP per capita, PPP.
Is the developmental or state-led capitalism is still valid? Does capitalist
or socialist orientation still matter? These questions can be answered by
examining country by country since the political economies and historical
trajectories greatly differ from one country to the other. This chapter will
not discuss these questions that need to be analyzed by the international and
interdisciplinary studies.

3. EVOLUTION OF ASIAN CO-OPERATIVE LAWS: FIVE CASES

The ideas and norms often transform when they are transplanted in the
different places. The idea of modern co-operation originated in Europe was
introduced to Asia since the late 19th century through colonial governments,
immigrants and indigenous people. In many cases, it could succeed in rooting
in the new soil if it was localized to meet the prevailing socio-economic
environment and government policy. Generally speaking, Asia had the
hard states in which the governments made a wide range of interventions in
promoting or hampering co-operatives. Whether they took the positive or
negative attitude to co-operatives depend on sectors and periods. Herewith, a
comparative review of the political economy and Asian co-operatives in Japan,
South Korea, Singapore, China and India is presented.

3.1. Japan

Japan happened to escape from the colonization due to complex


reasons. Meiji Restoration of 1868 was a nationalist revolution in which
new government rushed to modernize the country through introducing
the Western political and industrial institutions seeking to build wealth and
Asian co-operative laws from developmentalstate 261

military strength. Japan became a new imperialist power colonizing Korea


and Taiwan while it set up a puppet state called Manchukuo in the north-
eastern China and entered into the Second World War. After its surrender,
Japan was transformed by the US-led occupation in all aspects of society,
including the drastic economic reforms introducing the Anti-monopoly
Act and thorough agrarian reform to dismantle Zaibatsu conglomerates
and landlord system, that were seen as roots of militarism. Japan started
rehabilitating industries and accomplished a high-speed economic growth
since the late 1950s, putting it as the second largest economy in 1968. In
this process, government ministries have pursued the industrial policies
protecting from foreign competition and inducing investments in the
promising areas. Under the dominant Liberal Democratic Party (LDP)
government, they formed the industrial triangles or coalition with members
of parliament and trade associations as Masahiko Aoki put it ‘bureau-
pluralism’. Japan-style management consisting of lifelong employment,
seniority system and enterprise unions was highly praised while main bank
system was a key in providing a typical governance mechanism. However,
Japan could not adapt to the new environment caused by the end of cold
war and globalization/ICT revolution, resulting in ‘lost decades’ since the
1990’s.
The notion of modern co-operation arrived in Japan in the late 19th
century. In 1900, the Industrial Co-operative Act was enacted to promote
rural development by high-ranking bureaucrats who studied the Raiffeisen-
style rural credit system. This Act was characterized by strong government
intervention including dismissal of elected officers and liquidation of co-ops.
It provided for four types of co-operatives i.e., credit, supply, marketing, and
production (later replaced by service) targeting mainly rural population but
also enabled urban population to set up credit unions, consumer co-ops and
medical co-ops. The multi-purpose co-ops were allowed to conduct several
functions since 1912. Rural co-ops were set up as voluntary organizations but
integrated with compulsory nokai (farm guidance societies) to form nogyokai
(agrarian societies) to mobilize resources for the war in 1943 while left-wing
consumer co-ops were oppressed by the government. After the Second World
War, the Agricultural Co-operative Act (ACA) was enacted separately in 1947
to cement the effect of the agrarian reform that created millions of small
independent farmers owning tiny lots of less than one hectare. Agricultural
co-operatives were formed by transferring nogyokai’s property and staff
overnight. Then other co-operative laws were enacted in line with industrial
policies (on agriculture, fisheries, forestry, SMEs, banking etc.) since 1948.
Consumer Co-operative Act (CCA) of 1948 was an exception in that it targeted
to serve consumer’s interests rather than the industry-specific interests but the
262 Akira Kurimoto

rigid regulation including complete ban of non-member trade and limited


operating areas within prefectures was installed. Thereafter, more than 10 co-
operative laws exist to regulate specific types of co-ops regulated by different
competent ministries. Such fragmented legislation has hampered a shared co-
operative identity and collaboration among co-ops.
The industry-specific co-operative legal system gave an enduring
impact to the evolution of co-operatives. Agricultural co-operatives have
implemented the public policy aiming at increasing food production to feed
starving nation until the 1960s and then restraining overproduction to cope
with piling surplus rice since 1970. Governments have often assisted co-ops
directly to solve financial problems in the 1950s and to promote mergers since
the 1960s through special legislations and subsidies. The amended ACA in
1954 introduced provisions on the central unions such as national JA Zenchu
and prefectural JA Kenchu as coordinating bodies of JAs. 1 They have been
exclusively designated by competent national/prefectural governments and
have compulsory membership of co-ops and federations. JA Zenchu could
publish model bylaws that bound outsiders as well and conduct compulsory
auditing of JAs. Kenchu could make territorial coordination within a
prefecture when new co-ops were established. Such special functions were
abandoned by the amended ACA in 2015.
In contrast, consumer co-operatives (Seikyo) have grown from grass-root
consumer groups since the 1960s. Housewives organized buying clubs to buy
unadulterated milk and produce from reliable producers. These groups
have evolved to consumer co-ops, often assisted by university co-op managers
and employees. Being hampered by provisions of CCA and government’s
protectionist policy on commerce 2 associated with small retailers’ campaigns
requesting compliance of the regulation of complete banning of non-member
trade, they often involved themselves in consumer and ecological movement,
even peace campaigns. They are federated from the bottom, resulting in the
existence of some competing national federations with different strategies such
as Seikatsu Club Federation and Pal-System Federation (Kurimoto, 2017).

3.2. South Korea

Korea had been colonized by Japan during 1910-1945 while it has suffered
from the Korean War in 1950-1953 and ensuing confrontation with DPRK

1
JA stands for Japan Agricultural co-operative.
2
Large-scale Retail Stores Act of 1973 modelled French Loi Royer dealing with
commercial regulations.
Asian co-operative laws from developmentalstate 263

to date. It followed Japan’s pattern of economic growth since the 1960’s


under the developmental dictatorship by President Park Chung Hee. After
the bloody rules of military-based governments, South Korea accomplished
the democratization in 1987. The Asian financial crisis affected to its export-
driven economy and put South Kore under the strict surveillance of the IMF
in 1997, but it could resume economic growth led by Chaebol conglomerates
while the resulting social cleavage prompted the governments to promote co-
operatives and social enterprises since 2000. The political scene is divided into
competitive camps, namely conservatives and progressives, that experienced
democratic changes of government over time.
Under such political economy, President Park’s mobilization campaign
for Saemaeul (new village) brought about the rural modernization from top
down since 1971. Saemaeul banks were set up to finance rural development
projects. On the other hand, the agricultural co-operatives (Nonghyup)
were created by merging marketing/supply co-ops with agricultural banks
under the Agricultural Co-operatives Act of 1961 while their chairmen had
been appointed by the competent governments until 1989. In 2000, the
National Agricultural Co-operative Federation (NACF) was merged with the
National Livestock Co-operative Federation (NLCF) and the Korean Ginseng
Co-operative Federation despite strong resistance of the NLCF. NACF was
restructured into the financial holding company and the marketing holding
company through revised Agricultural Co-operative Act in 2012. Such
reorganizations were made by the strong government initiatives.
In contrast with such a top-down institutionalization, there were the efforts
of organizing bottom-up such as credit unions and consumer co-operatives.
The first credit union was set up by an American nun in 1960, federated in
1964 and founded the Asian Confederation of Credit Unions (ACCU) in
1971 while Hansalim co-op started a grocery shop to establish the alternative
economy by promoting environmentally friendly, organic products and fair
trade in 1986. iCoop was set up in 1998 and became the largest consumer co-
op. They were often supported by labor and student union leaders while they
had not been assisted by the government. The Consumer Co-operative Act is
among the most restrictive legislation.
Thus, South Korea has the divided legislation with competent ministries
according to the different industrial policies that has hampered the co-
operative identity and collaboration. This is why some co-operatives were
eager to enact the Framework Act of Co-operatives while other co-ops were
rather reluctant.
264 Akira Kurimoto

3.3 Singapore

Singapore became an independent state in 1965 separating from Malaysia,


and started the rapid economic development mainly in trade, transportation
and financial sectors under the guidance of President Lee Kuan Yew. It is now
the 5th largest financial centers in the world and one of two largest ports in
term of handling freight. Singapore became to be known as one of 4 dragons
or NIES. It joined the ASEAN in 1967 and TPP11 in 2018 as the founding
members. Singapore’s GDP per capita reached nearly USD 59,000 in 2020
that ranked the 8th position. The People’s Action Party (PAP) has been the
ruling party while its votes slightly decreased from 70% to 62% in the 2020
General Election. Singapore has single Co-operative Societies Act of 1979 and
the enabling public policy called tripartite system.
The NTUC (National Trade Union Congress) was created in 1961 backing
the PAP in its successful drive for self-government. The government passed
the Industrial Relations (Amendment) Act of 1968, which severely limited
workers’ rights to strike. From 1969, the NTUC adopted, in its own words,
“a co-operative, rather than a confrontational policy towards employers.”
Relations between the PAP and NTUC are very close, and have often resulted
in members holding office in both organizations at the same time.
NTUC Income was established in 1970 with the objective of providing
insurance protection to the masses. At that time, life insurance was something
only the higher income group could afford. (Today, Income serves over two
million customers. It is the top composite insurer in Singapore and one of
the largest general insurers and health insurance providers. Income is also
the largest motor insurer in Singapore, covering about one in four vehicles
in Singapore. (NTUC FairPrice was first established on 22 July 1973 as NTUC
Welcome Supermarket in Toa Payoh, to solve the rising oil and daily prices
then due to inflation. Then prime minister Lee Kuan Yew opened the first
supermarket. In 1983, NTUC Welcome and the other union-based Singapore
Employees Co-operative merged to form a larger co-operative which was
known as NTUC FairPrice Co-Operative Limited. NTUC FairPrice has grown
rapidly to become the largest retailer with more than 100 hypermarkets /
supermarkets across the island and over 160 outlets of Cheers convenience
stores island-wide. It enjoyed the best location such as the ground floor of
public condominiums (HDB) and nearby metro stations (MRT/LRT). NTUC
further developed co-operatives to meet pressing social needs in areas like
health and eldercare, childcare, daily essentials, cooked food and financial
services. They are called NTUC Social Enterprises, whose aim is to help
stabilize prices of basic commodities and services, protect the purchasing
power of workers and to allow union leaders to gain management experience.
Asian co-operative laws from developmentalstate 265

3.4. China

After the Xinhai Revolution in 1911, the Kuomintang government had


suffered from the pressure from the West and Japan while a large part of
territories was half-colonized. After the Second World War, the Communist
government began drafting its own co-operative law, which was completed
in 1950. However, as the Chinese Communist Party had chosen the road of
constructing a socialist planned economy, the co-operative law was set aside
and was not enacted. Mao Tse-tung tried to spur the country into rapid growth
and transformation but the Great Leap Forward campaign and the Cultural
Revolution resulted in the destructive outcomes in the national economy and
people’s life. Den Xiaoping’s reform and open-up policy since 1978 brought
immediate economic development in rural and urban areas. China’s affiliation
with the WTO in 2001 accelerated its export-driven growth and put it a world
factory. Although China’s position in the world has risen to the second largest
economy in term of the GDP, its ‘socialist market economy’ faces multiple
socio-economic problems of widening imbalance and disparity, declining
population and aging, delayed reform of government-owned companies,
confrontation with the US and so on.
Co-operatives have undergone drastic changes caused by the government
policies in the Peoples Republic of China (Kawahara, 2008). The
collectivization of agricultural production modelling Soviet’s Kolkhoz started
from the mutual help groups of farmers, the primary level co-operatives to
higher level co-operatives depending on the level of common ownership
of production means. The supply and marketing co-operatives (SMC) were
organized to trade non-staple food in both urban and rural areas but were
compelled to merge with state-owned enterprises in which member’s share was
absorbed in the state property. They were forced to become the commercial
agents in rural area while their business in urban area was taken over by state-
owned firms by a decree, following the precedence of the USSR in 1935. All
these co-operatives were turned by decree into People’s Communes as all-
inclusive agents of political and economic functions in the rural areas since
the 1950’s. However, the latter resulted in the catastrophic famines killing
millions of people and was finally abandoned in 1983. In tandem with the
introduction of farm household’s responsibility system in which farmers were
endowed with land usage rights to operate independently. SMCs revived under
the control of the Department of Commerce. Farmer co-operatives emerged
in the mid-1980s after the reform and opening up. In 2006, the Farmer
Specialized Co-operative (FSC) Act was enacted as the first co-operative
legislation that enabled setting up FSC as autonomous co-operatives owned by
266 Akira Kurimoto

farmers in accordance with the Co-operative Principles. However, this Act has
no provision to establish federations for scale-up and coordination.

3.5. India

The development of India’s economy was based on socialist-inspired


policies after independence in 1947. It included state-ownership of various
sectors, regulation and red tape which was known as ‘License Raj’ and
protection from the world markets. The political economy of India has
rapidly changed with the liberalization of the economy in the 1990s. The
end of the Cold War and an acute balance of payments crisis in 1991 led to
the adoption of a broad economic liberalization in India. The traditional
import substitution policy to reduce its foreign dependency through the
local production of industrial products was replaced by export-driven policy
for products and services in the global market. Since the start of the 21st
century, annual average GDP growth has been 6% to 7%,and from 2013
to 2018, India was the world’s fastest growing major economy, surpassing
China. It is expected that India will become the 3rd largest economy in 2029.
The Indian Co-operative Credit Societies Act was enacted in 1904 by the British
colonial government to support Raiffeisen-style agricultural credit co-ops. The
second act in 1912 extended to all types of co-ops, introduced limited liability
and allowed the formation of federations. Because there was no indigenous
support of the idea of modern co-operation, had to be promoted at first by
the specialized government agency, headed by a registrar whose powers and
duties went well beyond those of Registrar of Friendly Societies in Britain.
Thus, classic ‘British-Indian pattern of co-operation’ started and influenced
co-operative development throughout the British empire. (Birchall, 1997)
After independence, Premier Nehru promoted co-operatives as an engine
of socio-economic development of India while the top-down pattern of co-
operative regulations was inherited. Co-operatives of all types received a
tremendous boost: the government decided to contributing share capital and
setting up powerful development agencies. All rural areas were covered by
primary supply and marketing co-ops, each with its own vertical structure of
regional and national level apex organizations. In addition, India has a federal
system in which co-operatives are regulated by the State co-operative laws that
give the strong influence to State government officers and politicians who are
often co-operative leaders.
On the other hand, grass-root co-operatives emerged in some sectors.
The dairy co-operative at Anand, Gujarat State, was set up to protect small
farmers from exploitation of local dairies and exercise countervailing power
Asian co-operative laws from developmentalstate 267

by building its own plant. This co-op provided the model for the program
which began in 1965 and termed the ‘white revolution’. National Dairy
Development Board promoted a three-tier structure of village-level milk
producers’ co-op, district unions and a state federation at the apex. Highly
integrated, and under the control of members, it has proved the worth of a
system which offers every service necessary, from supply inputs to processing
and marketing, but also demonstrated that a government agency can do co-
operative development without institutionalizing its own power (Birchall,
p.173). Co-operative sugar factories and fertilizer production co-operatives
are other examples of bottom-up co-operatives.

4. NORM LOCALIZATION OF ASIAN CO-OPERATIVES

Alex Laidlaw pointed out the ideological difference of co-operatives


(Laidlaw, 2000, p.43).
Like other institutions, co-operatives take their character and features
from the general environment in which they exist. They have the chameleon
power of matching or imitating the colour and hue of the milieu in which
they are located and have to live. Thus, every co-operative is in some way
and another a reflection of a certain cultural or political background, and
indeed must fit into its own society in order to survive. This accounts for the
considerable difference in co-operatives, from one country to another, and
seen from a global perspective the variation is great.
He also wrote “Much of the controversy about whether co-operatives are
socialistic or capitalistic is futile, for the simple reason that the co-operative
system need not justify or explain itself by relation to something else.” These
statements were made in 1980 before the end of Cold War but seems to be
valid even today. The great differences still exist in the world co-operatives,
and it is not realistic to forecast they will converge to a single model. The
analysis of the Asian co-operatives with immense diversity seems to add values
for comparative co-operative studies.
Amitav Acharya’s constructivist International Relations theory is the
concepts of norm localization and norm subsidiarity (Acharya, 2004).
Constructivism has traditionally accorded more importance to the role of
ideas and norms in international politics. However, Acharya points out that
most constructivists conceive of ideas as spreading outward from the West (or
the Global North) to the “Rest” (or the Global South). Acharya challenges
this story of unidirectional norm diffusion by showing how “local” beliefs and
268 Akira Kurimoto

practices also matter. This theory can be applied to Asian co-operatives to help
understand how they have evolved in the pattern of development different
from Western counterparts.
The original idea of modern co-operation has been transferred and
localized in the recipient countries to a greater or lesser extent. For instance,
Raiffeisen and Schulze’s idea of credit co-operatives was accepted as that
of credit unions and caisse populaire in Canada that was transferred to the
UK and Ireland. As such, the idea travelled around the world with some
modifications. Raiffeisen model was adapted to the political economy of Japan
and India to fit to the authoritarian rule of the time. Japan had built in the
model to facilitate rural development while it was imposed to India to serve
the British Empire. Thus, the idea was localized to fit to the existent political
economy.
Before the introduction of the idea through colonial governments and
immigrants, a variety of indigenous co-operation existed in many parts of Asia.
In Japan for instance, the rotating credit societies called mujinkoh or tanomosi
for mutual help were popular during the Edo era while tea processing societies
and sericultural societies were formed to help market those important export
items at that time. The former was integrated in the credit co-operatives while
the latter was transformed to the marketing co-operatives in line with the
Industrial Co-operative Act of 1900 enacted following the German Raiffeisen
model. Japanese co-operatives have been localized in the political economy
of state-led capitalism and grown to be world-class co-operation with strong
Japan-style traits.
Different types of co-operatives have developed heterogeneous organizational
cultures and political orientations that have been intensified in the course of
organizational evolution due to the historical path dependency. Co-operatives
have strengthened their identities in their respective industries, and this situation
has hindered the establishment of a cross-sectoral co-operative identity, combined
with the lack of general co-operative policies and contact points on the part of the
government. Japan’s JA group, the largest entity in terms of business turnover and
political influence to the government, has been institutionalized as an agent for
implementing agricultural policy pursued by the MAFF (Ministry of Agriculture,
Forestry and Fisheries) that has heavily supported JAs with public policy measures
and subsidies. It has established itself as a strongest pressure protectionists group
against trade liberalization and rendered votes for the LDP. Thus, so-called
agricultural policy triangle was formed by the MAFF, LDP’s agricultural lobby and
JA Zenchu. JA group is generally seen as a combination of three dimensions of
the agent for implementing public policy, the pressure group to protect industry’s
interest and co-operatives per se. When the government imposed the structural
Asian co-operative laws from developmentalstate 269

reform by amending the ACA in 2015, this coalition was partially marred but
looks like survived. In contrast, Seikyo or consumer co-operatives have been
politically “contained” by the protectionist commercial policy backed by the
anti-co-operative campaigns of small retailers. They have been often seen as anti-
government organizations because of their social movement dimension. They
have little political influence to the government although they have exercised
some influence in enacting pro-consumer legislation such as the Product
Liabilities Act (1994) and the Food Safety Basic Act (2003).
Korea’s co-operatives followed the pattern of the Japanese counterpart
under the similar political economy and fragmented legal/administrative
system. However, they could succeed to enact the Framework Act of Co-
operatives in 2011 to enable small number of people to set up co-operatives of
any kind irrespective of industries (except for financial ones) by lobbying both
ruling and opposition parties. This Act brought a breakthrough in setting up
general and social co-operatives and brought about the explosive expansion
of co-operatives.
Singapore’s political economy is characterized by the tripartism that
refers to the collaboration among unions, employers and the government.
It is seen to provide a key competitive advantage for Singapore since it has
helped boost economic competitiveness, promoted harmonious labor-
management relations and contributed to country’s overall progress. The
tripartite partners are the Ministry of Manpower, the NTUC and the Singapore
National Employers Federation (SNEF). This labor-employer co-operative
arrangement can be referred as neo corporatism. The notion was coined to
explain the Scandinavian welfare states but seems to wane in the advent of
globalization and shift in industrial structure. SNCF co-ops operate as a part of
the tripartism, that give them a range of advantages compared with domestic
and foreign competitors.
China’s SMCs are by and large state-owned/controlled bodies emerged
in the socialist transformation process under the auspice of the Ministry of
Commerce. On the other hand, FSCs have potential to develop as autonomous
organizations but some observers found co-operatives were not controlled by
farmers but food processors or farming inputs dealers who sought to enclose
farmers for the forward or backward integration.
India’s co-operatives reflect the mosaic society with multiple ethnicities,
religions, languages and levels of development. They are divided into two
groups depending on states and sectors, one dominated by bureaucrats and
politicians and the other grown from grassroots. Co-operative Principles
are generally well understood but often compromised by many leaders. A
favorable legal environment that ensures autonomy as well as accountability
270 Akira Kurimoto

is needed. Co-operation is a state subject and there are a lot of variations in


the State Co-operative Societies Act of different states. In certain states, the
law is very liberal whereas in some states it is very rigid. It is in this context
the Indian government introduced the 97th constitutional amendment Act
in 2011. However, it could not be implemented, as the litigation is pending
in the Supreme Court of India. There are a few states which introduced the
Self-reliant Act applicable to the societies which do not receive government
assistance.

5. CONCLUSION: NEED TO WAKE THE CO-OPERATIVE POTENTIAL


IN THE ASIAN CENTURY

How to evaluate the norm localization in Asian co-operatives from the


Co-operative Identity? These examined co-operatives except for China’s
FSCs are legitimate members of the ICA as a custodian of Co-operative values
and principles. A large part of Asian co-ops is still sponsored or controlled
by the state, and this is why the ICA Asia Pacific have convened the biennial
Co-operative Ministerial Conferences to strengthen the 4th Co-operative
Principle of Autonomy and Independence since 1990 until 2014, but the shift
of co-operatives to implement recommendations thereof has been very slow.
There seems exist some reasons, including the resistance of bureaucrats and
politicians on one hand, the organizational inertia and dependent culture on
the other.
The ICA Statement on the Co-operative Identity was adopted to respond to
changes brought by the globalization of socio-economy and the deregulations
based on neoliberal policies that have given grave impacts to the localized co-
operatives in Asian countries since the 1980s. Co-operatives have made efforts
to cope with the new competitive environment, but their responses largely
differ from one country to another, from established sectors to emerging
sectors. Some co-ops have faded out while the others have survived through
reorienting and restructuring. The new co-ops are emerging in the non-
traditional sectors such as health and social care, education, utilities and
platforms. Asian co-ops are expected to contribute to the democratic political
economy and sustainable development.
The Asian Century is the notion of projected 21st-century dominance
of Asian politics and culture, assuming certain demographic and economic
trends persist, after the 19th century as Britain’s Imperial Century, and the
20th century as the American Century. The ADB’s 2011 study found that 3
billion Asians could enjoy living standards similar to those in Europe, and
Asian co-operative laws from developmentalstate 271

the region could account for over half of global output by the middle of this
century with some reservations. What position the Asian co-operatives would
occupy in the Asian Century is to be questioned. They need to strengthen the
autonomy and independence while encouraging the Asian models that have
emerged to meet unmet needs in a variety of fields. That is what we meant
waking the Asian co-operative potential.

6. BIBLIOGRAPHY

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Institutional Change in Asian Regionalism”. International Organization. 58 (2):
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Professor Hagen Henrÿ, Springer.
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the Korean Developmental State, DIIPER Research Series Working Paper No. 5,
Department of History, International and Social Studies, Aalborg University.
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Asia and Pacific.
Woo-Cumings, M. ed. (1999) The Developmental State, Cornel University Press.
CAPÍTULO 15
La legislación cooperativa enfocada en abordar
los retos globales en torno a la Agenda 2030
de las Naciones Unidas (ODS)

Graciela Fernández Quintas


Presidenta de Cooperativa de las Américas

Sumario: 1. Presentación del reconocimiento. 2. Introduccion al tema. 3. Una legisla-


ción cooperativa del siglo XXI. 4. Reivindicar el acto cooperativo en el marco
de un derecho cooperativo internacional. 5. Estudio de los marcos legales
cooperativos comparados. iniciativa del partenariado ACI-UE. 6. Conclusión.
Bibliografía

1. PRESENTACIÓN DEL RECONOCIMIENTO

Al Dr. Dante Cracogna el reconocimiento que logran aquellos seres huma-


nos que nos hacen disfrutar con admiración el conocimiento que derraman
con alegría y sencillez en aquellos que nos dedicamos a escucharlo. Comparto
con ustedes que en la edición del IV Centenario de Don Quijote de La Mancha
de la Real Academia Española, el prólogo está a cargo del galardonado por el
Premio Nobel, Vargas Llosa, quien resalta el canto de esta obra a la libertad
que logró Cervantes con esta iconicidad y en donde Vargas Llosa realiza una
reflexión que viene como anillo al dedo: «La libertad es la soberanía de un in-
dividuo para decidir su vida sin presiones ni condicionamientos en exclusiva
función de su inteligencia y voluntad». Gracias, Profesor.
El Dr. Dante Cracogna, distorsionó el tiempo con sus conceptos y pro-
puestas sobre una forma de organización jurídica de la economía. Él repre-
274 Graciela Fernández Quintas

senta a un sector de letrados que insistieron en sus características peculiares


y defendieron una estructura jurídica propia. Nos referimos a ese concepto
de identidad cooperativa, al esfuerzo recorrido marcando intelectualmente,
aportando con trabajos específicos a la materia y generando doctrina sobre la
forma diferenciada de esta organización económica. Suman a sus destacados
aportes doctrinarios sobre la autonomía del Derecho Cooperativo el analizar
en cada coyuntura sus desafíos, su inserción en el concepto y desarrollo de la
regulación de la legislación latinoamericana que se refleja con orgullo en la
mayoría de nuestras leyes.

2. INTRODUCCIÓN AL TEMA

El tema elegido para homenajear al profesor no es casualidad. Proviene


de la evolución del derecho cooperativo. Nuestro querido derecho, tal como
ha sido estudiado y se desarrolla en este breve resumen introductorio cuenta
con varias etapas. Para arribar al estadio actual, han sido necesarios más de
cincuenta años de doctrina.

2.1. Orígenes (1889)

Rápidamente encontramos los orígenes del derecho cooperativo latinoa-


mericano apareciendo en los códigos de Argentina y de México, quienes lo
tomaban de la legislación francesa 1.

2.2. Etapa de legislación específica

En el periodo de entreguerras, los diferentes países de América crearon


a su tiempo la gran mayoría de la legislación especifica sobre el tema. En
Uruguay, en 1935 se promulga la ley 9.526 que crea la Cooperativa Nacional
de Productores de Leche. Fíjense qué extraño que nos resultaría en la actuali-
dad la realización de una ley con ese único fin.

2.3. Promoción

Luego de la segunda guerra mundial, desde diferentes organismos ame-


ricanos surgió una fuerte etapa de promoción del cooperativismo. Esta etapa

1
La ley planteaba que una sociedad cooperativa era «aquella que por su propósito
natural es formada por miembros cuyo capital y socios es variable». (Cracogna, 2020: 17).
La legislación cooperativa enfocada en abordar los retos globales 275

viene acompañada de la creación de ONG dedicadas al asesoramiento técni-


co. Un ejemplo de esto es la fundación del Centro Cooperativista Uruguayo
en 1961, lugar del que provengo. También en estos tiempos comienzan las
cooperativas a tener un rol protagónico en distintas áreas de la vida económi-
ca de los distintos estados, desde lo rural hasta la vivienda.

2.4. Consolidación (1969)

En la cuarta etapa ubicamos su lanzamiento hace más de cincuenta años


en el Primer Congreso Continental de Derecho Cooperativo, realizado en
Mérida (Venezuela). A partir de este congreso existió una profundización de
los conceptos teóricos del derecho cooperativo, consolidando sus principios y
diferenciándose de otras ramas del derecho mediante el acto cooperativo 2.

2.5. Estado actual. La internacionalización del derecho coo-


perativo

Al referirme sobre el estado actual, es oportuno analizar sin perder la


perspectiva histórica. Como observo, el crecimiento cooperativo viene acom-
pañado de políticas públicas y marco normativo. Estas fueron las característi-
cas de los tres estados iniciales estudiados y que propiciaron un buen desarro-
llo del cooperativismo en la región. Pero las soluciones del siglo XX generan
nuevas necesidades en el siglo XXI. No porque fueran insuficientes, sino
porque es necesario profundizar. El proyecto de ley marco para las coope-
rativas fue una correcta introducción al siglo actual (Cracogna, 1990:45). El
siglo XXI es eso, es el siglo de la integración, intercooperación y los bloques
económicos-sociales. La etapa posterior que continúa en la actualidad la legis-
lación existente experimentó procesos de modernización lográndose impor-
tantes avances en la misma como por ejemplo el Estatuto de Cooperativas del
Mercosur. Durante el transcurso de estos años, la legislación cooperativa tiene
un importante papel a cumplir en favor del desarrollo de la actividad coopera-
tiva. En este estado de internacionalización del derecho cooperativo existe la
necesidad de una legislación que no solo traduzca la identidad cooperativa, sino
que la proteja como patrimonio inmaterial de la humanidad. En esta com-
pleja coyuntura es imperioso ubicarnos con el significado del tiempo como
fuente de valor. Es decir, que todo aquello que forma parte de nuestro acervo
como patrimonio inmaterial y cultural de la humanidad sea tenido en cuenta.

2
Así lo plantea el Dr. Dante Cracogna en su aporte al libro en homenaje del Dr. Hagen
Henry (2020).
276 Graciela Fernández Quintas

2.6. ¿Cuáles son las necesidades de la legislación cooperativa


en este contexto?

Tantos han sido los cambios: el fenómeno de la globalización, la pan-


demia, la presencia de la digitalización, de nuevas tecnologías, desempleo,
pobreza e incluso futuros que me cuesta imaginar como la inteligencia
artificial y el fenómeno de los algoritmos; que pensar en el cooperativismo,
en clave de futuro, no resulta una tarea sencilla ni usual. Desde Alianza
Cooperativa Internacional no existe tema más importante para la agenda
que el compromiso asumido a nivel internacional de nuestras organizacio-
nes. Es por ello que debemos reflexionar sobre el rol del cooperativismo
con los objetivos del desarrollo sostenible. Si observamos el punteado de
desafíos, en nuestro continente no hay duda alguna que durante todo el si-
glo XX y en el actual siglo XXI, la desigualdad ha sido uno de nuestros fo-
cos. El desarrollo sostenible es la defensa contra la desigualdad que traerá
aparejado el modelo económico predominante del siglo XX y establecido
en el siglo XXI con sus cambios tecnológicos y ecológicos profundizará la
brecha de desigualdad.

3. UNA LEGISLACIÓN COOPERATIVA DEL SIGLO XXI

3.1. La legislación específica

En el proceso histórico de estos cincuenta años de construcción doctrina-


ria surge que la legislación específica asegura condiciones adecuadas para que
las cooperativas concurran con otros tipos de iniciativas económicas. Sirve
además de defensa contra los detractores de las cooperativas, incluso oposito-
res institucionales. Estas son algunas de las importantes funciones de una le-
gislación (Gaudio, 2018: 116). Y continúa el colega brasilero citando a Henry
Hagen (2005): «La importancia de una legislación científicamente coherente
e internacionalmente alineada tiene, por tanto, otras relevancias como la pro-
pia necesidad de un tratamiento isonómico (igualdad ante la ley) entre com-
petidores de propósito lucrativo y cooperativistas, justificando la importancia
de la nivelación internacional de una legislación cooperativa que asegure su
identidad previniendo su descaracterización». Aún continúan los esfuerzos,
debatiéndose para preservar su identidad y lograr la sustentabilidad de las
mismas.
La legislación cooperativa enfocada en abordar los retos globales 277

3.2. La tradición legislativa

En materia cooperativa, goza de reconocido asentamiento en el continente


latinoamericano, donde el Prof. Dante Cracogna ha sido destacado exponente
en su creación y desarrollo del pensamiento traducido en el Proyecto de Ley
Marco para las Cooperativas de América Latina. Este aporte marca el inicio de
una destacada doctrina y el empuje para nuevas generaciones de estudiosos del
Derecho Cooperativo sobre un texto legal básico que sirviera de modelo para
las distintas jurisdicciones del continente. Esto fue posible gracias a la influen-
cia que tuvieron como antecedentes del Proyecto Ley Marco los trabajos reali-
zados por los Congresos Continentales de Derecho Cooperativo que tuvieron
lugar en Mérida (Venezuela) en 1969, San Juan (Puerto Rico) en 1976 y Rosario
(Argentina) en 1986. En el año 1988 varios países de latinoamericana habían
utilizado el Proyecto aprobado por la Asamblea del movimiento cooperativo de
las Américas, como marco que sirviera de orientación para sus textos normativos.
La cursiva anterior no es casual, es para destacar lo señalado por el Prof. Dante
Cracogna en aquel momento: se trata de orientar no de normativizar de forma
positivista, ya que la riqueza del cooperativismo se encuentra en la fuerza del
movimiento. Al respecto señala: «El Proyecto no ha de considerarse como un
logro definitivo, sino como una primera, aunque fundamental, aproximación a
un tema que por su naturaleza es complejo y delicado».

3.3. Sobre la paradoja de la ley sin sujeto

“Una cuestión aparentemente paradójica que acicateó las tareas de la ela-


boración fue la observación de que las legislaciones de la región en general -y
aún las constituciones de varios países- se manifiestan francamente favorables
a las cooperativas y, sin embargo, el desarrollo de estas organizaciones en al-
guno de ellos alcanza un nivel limitado. Se trató pues de determinar en qué
medida tales legislaciones -a pesar de su declarado objetivo de favorecer a las
cooperativas- se convierten en verdaderos obstáculos prácticos a su desarrollo”
(Cracogna, 1992). Para Alexy, en efecto, la racionalidad del discurso jurídico
de aplicación no presupone leyes racionales, sino tan solo leyes válidas. Sin em-
bargo, dado que las normas aisladas pierden su carácter jurídico y, con ello, su
validez jurídica cuando son extremadamente injustas, podría decirse que hay
en la argumentación jurídica una condición de racionalidad de las leyes, en el
sentido de que no pueden ser radicalmente irracionales o injustas en una me-
dida insoportable. Pero para determinar si una ley es injusta, o inaplicable, es
necesario la tarea del doctrino, esa tarea de la que luego se nutre el movimiento
social y lo lleva a traducirlo en modificaciones normativas. Este fue el rol de los
lineamientos esenciales y así derruimos finalmente los discursos contrarios a la
278 Graciela Fernández Quintas

oportunidad de este tipo de trabajo. En algunos países donde sus movimientos


cooperativos han logrado aprovechar las leyes cooperativas repercutieron en un
robustecimiento del movimiento y un aumento del ecosistema cooperativo. En
otros países de nuestro continente, lejos de ser leyes sin sujetos, se encuentran
en estado de ir preparando el futuro para nuevas generaciones de cooperativis-
tas y de abogados especializados en el derecho cooperativo.

3.4. Las fortalezas del proyecto marco

Los lineamientos esenciales trataron de traducir un esfuerzo para evitar


las desviaciones en que suelen encontrarse en el esquema de desarrollo del
Derecho Cooperativo comparado, dejando de lado en la actividad diaria de
las cooperativas el reconocimiento a su especial identidad y especificidad. El
proyecto marca claramente la caracterización de la cooperativa como un tipo
jurídico societario diferenciado y se incorporan los principios cooperativos
establecidos por la Alianza Cooperativa Internacional con lo cual se garantiza
que la denominación cooperativa se corresponde exactamente desde el punto
de vista jurídico con la naturaleza propia de estas entidades según su caracte-
rización universal. Este proyecto ha aportado elementos básicos en el terreno
de la normativa que permiten el desarrollo económico de las cooperativas.
Inauguró un nuevo enfoque que renovó la concepción legislativa permitien-
do superar las limitaciones existentes en distintos países. Creó conceptos mo-
dernos tales como la permisión de operaciones con no socios (art. 51), fa-
cultar a la asociación de las cooperativas con otras personas jurídicas con la
condición de que sea conveniente para el objeto social de la cooperativa y que
no desvirtúen su propósito de servicio ni transfieran beneficios fiscales que les
fueron propios (art. 12), la posibilidad de construir reservas facultativas para
consolidar su patrimonio social, la revaluación de los activos para posibilitar
hacer frente a las consecuencias de la inflación (art. 39). Se faculta a las coo-
perativas para asumir todas las formas de pasivo y emitir obligaciones a suscri-
bir por sus socios o terceros (art. 45) con lo que se abrió un nuevo campo de
posibilidades de financiamiento el cual suele constituir un cuello de botella
para estas entidades. Se pone acento en consolidar el principio democrático
en las cooperativas haciendo realidad el mismo en el ejercicio de sus órganos.

3.5. Necesidad de adecuación legislativa en conjunto con el


movimiento cooperativo

Se ha realizado en forma posterior a la década mencionada un gran esfuer-


zo para sustituir legislaciones obsoletas o que simplemente no se adecuaban a
La legislación cooperativa enfocada en abordar los retos globales 279

los cambios en el tiempo y en las circunstancias concretas históricas para encon-


trar el marco legal al cual deben someter su actividad las organizaciones coope-
rativas. Teniendo siempre presente que la ley debe traducir en su aprobación,
cambio o modificación la opinión de los integrantes del movimiento cooperati-
vo, ya que ellos son los protagonistas, los agentes principales de ese cambio. Es
el concepto que se debería implementar en las sociedades democráticas moder-
nas, los actores deben estar involucrados como agentes y protagonistas princi-
pales de las decisiones que en el conjunto de la comunidad se produce. El Dr.
León Schujman (2015: 49) manifiesta que: «El acierto del legislador reside en
interpretar adecuadamente las necesidades de la sociedad, de regular el juego
de los intereses en el marco de una economía y una cultura determinada, con
vistas al progreso social y a la materialización ideal de la justicia. [… ] Normas
legales que faciliten las diferentes formas de integración y colaboración inter-
cooperativa, las vinculaciones operativas con otras formas asociativas de gestión
económica, independiente de su naturaleza, la apertura de la ortodoxia mutual,
las asociaciones con el Estado, las reglas institucionales que autorizan los meca-
nismos de la democracia representativa para las membresías multitudinarias, la
incorporación de metodologías perfeccionadas y el adelanto tecnológico en los
registros contables para un eficaz control, la obligación de la auditoría externa
son entre otros importantes dispositivos encaminados al crecimiento y funcio-
nalidad de las Cooperativas». Entre estos elementos existen preocupaciones del
autor en los momentos preconstitutivos y constitutivos de la forma social que
entiende como la más perfecta de las economías sociales.

4. REIVINDICAR EL ACTO COOPERATIVO EN EL MARCO DE UN


DERECHO COOPERATIVO INTERNACIONAL

4.1. Los orígenes del acto cooperativo

El acto cooperativo tiene un gran reconocimiento desde aquella ponen-


cia presentada por nuestro homenajeado junto a Ricardo José Giustozzi y Juan
Carlos Basañez en 1969 y que habrían de ejercer una marcada influencia en la
redacción de las conclusiones del Congreso. En dicha Carta se afirma que la
actividad cooperativa general involucra ciertos actos que por su naturaleza ju-
rídica encuadran en las categorías tradicionales del derecho; empero existen
además otros actos y situaciones que no son susceptibles de subsumirse dentro
de las que el derecho común reconoce, sino que son específicamente coope-
rativos. «Como elementos esenciales de los actos específicamente cooperati-
vos, diferenciadores frente a toda clase de otros actos jurídicos se enuncian: a)
280 Graciela Fernández Quintas

Sujeto: el cooperador en cuanto a su condición de tal y la cooperativa en cuan-


to está constituida y funciona de acuerdo con los principios universalmente
aceptados; b) Objeto de acuerdo a los fines de la cooperativa; C) Servicios sin
ánimo de lucro. Vale decir que para el Congreso de Mérida el acto coopera-
tivo es el celebrado entre la cooperativa y su asociado en cumplimiento del
objeto social de aquella, con causa no lucrativa. En 1971 el concepto de acto
cooperativo es recibido en la ley brasileña n.º 5764 en su artículo 79. Aún hoy
continúa el debate respecto de la utilidad del concepto de acto cooperativo y su
no inclusión en algunas de las legislaciones del continente» (Shujman, 2015).

4.2. Dos orillas del Atlántico, dos modelos cooperativos

El modelo latinoamericano cuenta con una propuesta de legislación que


es el proyecto de Ley Marco para las Cooperativas de América Latina. Por su
parte, el modelo europeo tiene como punto de referencia el Estatuto de la
Sociedad Cooperativa Europea -SCE- aprobado en 2003. Mientras el proyecto
de Ley Marco de América Latina es defendido y aceptado por los diferentes
países de la región, el modelo de la Unión Europea tiene muchos críticos por-
que consideran que es apropiado para algunos sistemas jurídicos de Europa,
pero no lo es para otros.
El acto Cooperativo es reconocido por parte de la doctrina especializa-
da como una especie de negocio jurídico típico y un elemento central del
Derecho Cooperativo. Es posible suponer que la recepción del instituto en las
diferentes legislaciones de los países latinoamericanos influenciará de forma
relevante en la generación de un ambiente institucional más favorable para la
expansión del sector 3.

5. ESTUDIO DE LOS MARCOS LEGALES COOPERATIVOS


COMPARADOS. INICIATIVA DEL PARTENARIADO ACI-UE

5.1. Introducción

Como presidenta de ACI América y como abogada he encontrado que


la legislación debe responder a las necesidades de la gente. Por tanto, como

3
“La comprensión del acto cooperativo constituye una llave para reconocer
ontológicamente el régimen jurídico adecuado para las actividades principales de las
cooperativas, en el campo de la tributación, del trabajo de la concurrencia, del consumo
previsional o regulatorio” (Gaudio, 2018: 115).
La legislación cooperativa enfocada en abordar los retos globales 281

movimiento primero necesitamos recabar las necesidades mediante el trabajo


de los expertos y con esa información y el trabajo de los doctrinos es que es
posible construir las nuevas legislaciones. Es por esto que entiendo importan-
te sistematizar esta información de forma de dar respuesta a las preguntas que
nos convocan.

5.2. ¿Qué es el estudio de los marcos legales?

En el Congreso Continental de Derecho Cooperativo realizado en San José de Costa


Rica entre el 20 y 22 de noviembre del 2019 se analizó el Estudio de los Marcos Legales
Cooperativos comparados, en el marco del Partenariado ACI-UE. Comprende varias de las
investigaciones globales que proporcionan información relevante para la implementación
y fortalecimiento de las actividades internacionales. El análisis de los marcos legales es una
de estas iniciativas. De esta forma se ha generado el intercambio de conocimientos, la eva-
luación y la mejora de marcos jurídicos cooperativos para responder a las necesidades de
los miembros y apoyar los esfuerzos de la promoción 4.

5.3. Puntos comunes en los países latinoamericanos

Entre las preguntas a los expertos de cada país y que fueron trasladadas al
Movimiento Cooperativo de cada era: ¿Cómo había influido la legislación en
el desarrollo cooperativo en el país? y ¿cuáles serían las necesidades a contem-
plar en un cambio legislativo en el caso de ser necesario?

5.4. Los casos particulares de estudio 5

a. En el caso de Perú consideran «que la legislación no ha venido ayudan-


do a la consolidación de las cooperativas en Perú. En ese sentido urge dotar
al Sector Cooperativo de una legislación moderna e integral que le brinde
seguridad jurídica para desarrollarse sin contingencias. [ ] Dificulta el desa-

4
La metodología de la investigación fue construida con el apoyo del Instituto Europeo
de Investigación sobre empresas Cooperativas y Sociales (Euricse). Los expertos nacionales
redactan los informes respondiendo una serie de preguntas que se plantean y de los resultados
de la encuesta a miembros.
Los resultados de los informes y las conclusiones planteadas por los expertos nacionales
otorgan una información a Cooperativa de las Américas, para la incidencia del sector en los
cambios legislativos coincidentes con lo señalado hasta la fecha por la mayoría de los estudiosos
del Derecho Cooperativo.
5
Información extraída del sitio web: coops4dev.coop.
282 Graciela Fernández Quintas

rrollo de las cooperativas el no contar en la actualidad con un Texto Único


Ordenado de la LGC que recoja en un solo documento las normas que se
mantienen vigentes. Debido a ello existen incluso autoridades que formulan
observaciones a determinados actos practicados por las Cooperativas ampa-
rándose en una normatividad derogada. [ ] El no reconocimiento constitucio-
nal y el no adecuado tratamiento fiscal del acto cooperativo».
b. En cuanto a Ecuador en las recomendaciones para el Marco legal na-
cional vigente plantean «pugnar porque las cooperativas tengan su propia ley
que las separe de otras organizaciones sociales, que no se apegan a los prin-
cipios cooperativos. Lograr que se dé una supervisión diferente a las coope-
rativas de ahorro y crédito, en virtud del giro de su negocio. Lograr que se
establezcan y respeten los principios cooperativos universales en la norma y se
fomente la aplicación de los mismos en las organizaciones. Armonizar a la rea-
lidad de las cooperativas otras normas generales tales como la Ley Orgánica
de Régimen Tributario, Código Orgánico General de los Procesos, Código
Orgánico Monetario y Financiero». Desde el Salvador señalamos las siguien-
tes recomendaciones: “Que se reconozca el acto cooperativo procesalmente, a
fin de tener una jurisdicción especial. Que se compilen todos los decretos y le-
yes relativas a regular la actividad de las cooperativas las cuales se encuentran
dispersas. Que se respete en las leyes normativas y cualquier otro documento
la naturaleza jurídica de las cooperativas a fin de que estas no sean considera-
das y tratadas como entes financieros con fines de lucro».
c. La legislación cooperativa en Guatemala evidencia serias deficiencias e
insuficiencias y para ello informan la necesidad de las siguientes recomenda-
ciones: «separar de la legislación cooperativa, que regula con exclusividad a
las cooperativas, de las normas que crean y regulan a los organismos públicos
encargados de las mismas, en virtud de que técnicamente resulta inadecuado
las subsistencia en un mismo cuerpo legal de normas de derecho público y
privado, estas últimas de pertenencia cooperativa. Necesidad de una legisla-
ción que identifique con precisión jurídica a las cooperativas como personas
jurídicas especiales y de naturaleza privada. Establecer fundamentos claros so-
bre inscripción de las cooperativas y consiguiente reconocimiento de la perso-
nería jurídica, desarrollando procedimientos simplificados y expeditos sobre
el tema».
d. Desde República Dominicana las recomendaciones son las siguientes:
«La adopción de un nuevo marco jurídico denominado Código Cooperativo
de la República Dominicana que procure asegurar fortaleza de los Valores y
Principios Cooperativos y la Identidad Cooperativa como modelo de transpa-
rencia que desde la SuperCoop coadyuven a ejes de Supervisión y Regulación
de las Cooperativas para consolidar un mejor ejercicio para sus actividades,
La legislación cooperativa enfocada en abordar los retos globales 283

servicios financieros y cumplir con los objetivos de su responsabilidad social.


Reconocimiento del acto cooperativo como el eje para el tratamiento de las
cooperativas en materia fiscal». Y entre las conclusiones me permito señalar
lo siguiente planteados por República Dominicana porque marca la realidad
del continente en este tema: «Armonizar a la luz del Derecho Cooperativo el
marco constitucional cooperativo para articular políticas jurídicas propositi-
vas al interior del Estado para diluir amenazas latentes derivadas del Proyecto
de Modificación de la Ley Monetaria y Financiera n.º 183/02 y del acoso de
la Autoridad Monetaria y Financiera que propician medidas que ponen en
riesgos de desaparecer a algunas de las cooperativas existentes porque no es-
tán en condiciones de soportar dicho impacto financiero». Desde Colombia
rescato lo siguiente: «Avanzar hacia la modernización de la normatividad,
reconociendo la naturaleza del Sector como factor de inclusión, transforma-
ción productiva y cambio social que garantice seguridad y estabilidad jurídi-
ca, tomando como referencia la Resolución 56/114 de la Asamblea General
de la ONU de 2001 y la Recomendación n.º 193 del 2002 de la OIT sobre la
Promoción de Cooperativas. Crear el Fondo de Promoción y Fomento como
un mecanismo parafiscal, administrado por el gremio, con el objeto de pro-
mover la creación, funcionamiento, asistencia técnica y consolidación de las
Cooperativas».
e. Desde Paraguay creemos oportuno señalar la siguiente recomendación:
«Debería promulgarse una Ley que promocione y ampare las Cooperativas de
Trabajo, estableciendo incentivos a la contratación de sus servicios permitién-
doles participar dentro de un esquema de equidad en las licitaciones públicas
y haciendo respetar el derecho cooperativo y evitando la confusión reinante
sobre la inexistencia de la relación de dependencia y subordinación».
f. En cuanto a Chile las recomendaciones para mejorar el marco legal
nacional son «evitar el trato desigual que existe entre las cooperativas y las
sociedades anónimas. Incorporar y reconocer en la Constitución Política de
la República la función social que cumplen las Cooperativas. Se deben hacer
ciertos ajustes a la actual ley de cooperativas para simplificar ciertas normas
allí contenidas, por ejemplo, la norma de género, la norma de devolución de
capitales de las cooperativas de ahorro y crédito».
g. Desde Argentina, se señala «reconocimiento expreso de la diferencia
cooperativa en la legislación referida a distintos servicios evitando el trato
igualitario cuando existen diferencias objetivas con las empresas lucrativas.
Simplificación de los trámites administrativos para la constitución legal y re-
formas de los estatutos cooperativos. Modernización del régimen de reunio-
nes de los órganos sociales permitiendo reuniones a distancia y registraciones
contables y certificados de aportes por medios digitales. Reconocimiento de
284 Graciela Fernández Quintas

las cooperativas como no sujetas al impuesto a las ganancias en lugar de con-


siderarlas exentas. Reconocimiento al Acto Cooperativo como el eje para el
tratamiento de las Cooperativas en materia fiscal».
h. Bolivia señala la necesidad de la creación de legislación específica en
materia de Cooperativas de Trabajo asociado. Legislación especial para los trá-
mites administrativos, la inserción de incentivos impositivos, el sector no es
considerado en estos aspectos.
i. Panamá señala entre las recomendaciones «que se debiera establecer
por la vía legal un organismo integrado por asociados del sector público y
asociados del cooperativismo, que sirva de asesor al gobierno nacional en
la fijación de las políticas cooperativas. El Instituto Panameño Autónomo
Cooperativo debe ejecutar planes que promuevan la constitución de coopera-
tivas juveniles».
j. Entre las recomendaciones señaladas por Puerto Rico es de destacar:
«Mejorar la definición de conceptos claves como el Acto Cooperativo, el
Derecho Cooperativo y el Interés limitado al capital».
k. En cuanto a Costa Rica señala que es importante lograr que en la le-
gislación cooperativa y en el resto del ordenamiento positivo del país se re-
conozca el acto cooperativo con sus características fundamentales y de ahí se
derive la actualización de la Ley de Asociaciones Cooperativas. Se requiere
una nueva regulación que permita esquemas novedosos para la capitalización
de las organizaciones. También es necesario normar sobre las Cooperativas de
Consumo y Vivienda.
l. Desde México, se señala «permitir la operación de actividades o servi-
cios financieros que actualmente están reservados a grupos financieros con
enfoque mercantilista. Establecer la responsabilidad de un órgano del estado
mexicano de llevar el registro de cooperativas para mantener el padrón actua-
lizado que permita la integración, control y desarrollo de propuestas, así como
la interlocución con las diferentes entidades del sector público. Definir con
toda claridad el concepto de Acto Cooperativo, así como sus alcances, conse-
cuencias y la competencia de los tribunales y órganos del Estado encargados
de su aplicación. Establecer mecanismos obligatorios para dar cumplimiento
a lo que actualmente ordena la Ley General de Sociedades Cooperativas».
m. Desde Uruguay se recomienda el reconocimiento del acto coopera-
tivo como el eje para el tratamiento de las cooperativas en materia fiscal. En
una reforma constitucional incorporar el reconocimiento y apoyo al coope-
rativismo y la Economía Social. Estudiar la forma de estimular legalmente la
Cooperación entre Cooperativas.
La legislación cooperativa enfocada en abordar los retos globales 285

6. CONCLUSIÓN

Explicitados los aportes de los distintos países no tenemos duda de la ne-


cesidad de marcos normativos que traduzcan claramente la identidad cooperati-
va. La legislación cooperativa debe traducir un contenido claro en cuanto a la
inclusión de los principios cooperativos y su contenido no debe ser otro que
los que se encuentran definidos a nivel del cooperativismo internacional. Así
serán fuentes de derecho cooperativo como principios generales y aportarán
un criterio de interpretación del derecho cooperativo. No hay duda que el
lograr que la legislación de cada país traduzca la identidad cooperativa significa
una ardua tarea de posicionar mejor a las cooperativas frente a los gobier-
nos de la Región y Parlamentarios, debiendo fortalecer las organizaciones de
representación.
La necesidad de una construcción dogmática del Acto Cooperativo y
como Cracogna (1986) señalaba en la Argentina «la noción de acto coopera-
tivo constituye el logro más destacable que la moderna doctrina del derecho
ha logrado». La vigencia de este concepto jurídico y la interpretación deben
lograr un resultado en su aplicación práctica y no solo como una construc-
ción teórica. Para ello estimo que estamos en una etapa diferente en cuanto al
conocimiento y manejo del acto cooperativo por parte de las representaciones
gremiales y que forma parte de la reivindicación en este momento más senti-
da por parte del movimiento cooperativo para marcar las asimetrías existentes
con otro tipo de organizaciones o sociedades existentes.
Espero que sea materia de revisión legal las reclamaciones que desde lar-
ga data realizan las cooperativas sobre los procesos de constitución y obten-
ción de la Personería Jurídica e Inscripción Registral. Es necesario que los
Registros Nacionales de Cooperativas se limiten a efectuar un control de le-
galidad sobre el Estatuto Social. Se descarta todo posible control de mérito,
oportunidad o conveniencia. Pero a pesar de ser reiterado este planteo, en los
hechos las formalidades continúan impidiendo el desarrollo de nuestras or-
ganizaciones y abriendo el camino a otro tipo de figuras jurídicas con menos
requisitos formales. Jurídicamente las cooperativas debemos hacer primar la
libertad de asociación, derecho constitucional que es pilar del sistema demo-
crático y republicano de gobierno.
El control o supervisión, es complejo en aquellos países en que no existe
una legislación clara y específica cooperativa. Aquí se ha observado una forta-
leza de la ley, limitando el actuar estatal en su rol de supervisión, ya que como
establecen la mayoría de las constituciones, el Estado no puede apartarse de la
ley (principio de legalidad). Al respecto invito a leer mi trabajo publicado en
O pensamento feminino na construcao do direito cooperativo (2017: 155). Pero, en
286 Graciela Fernández Quintas

definitiva, tal como expresé «es necesario mayor simplicidad en la formaliza-


ción y contralor» (Fernández, 2017: 164).

6.1. El rol de las políticas publicas

Ha quedado demostrado a lo largo de la historia, tanto a nivel regional


como mundial que el marco de políticas públicas de cada país es un factor cla-
ve para explicar la potencia o la inhibición del desarrollo cooperativo. Resulta
cada vez más evidente y urgente el posicionamiento de la voz de las cooperati-
vas como expresiones democráticas de la economía en los ámbitos de gober-
nanza global aportando su punto de vista específico a las reglas de juego de
carácter internacional.
Habrá que tener presente que las políticas públicas representan las diver-
sas formas (leyes, programas públicos, institucionalidad) a partir de las cuales
todo gobierno procura resolver las problemáticas identificadas como priori-
tarias, objetivos, acciones y resultados que varían en función de la perspectiva
y comunicación entre la administración del Estado en diálogo con los ciuda-
danos por tanto siempre sometida a tensiones en intereses, de las cuales las
cooperativas son parte.
No hay desarrollo sostenible, ni será posible un avance sustantivo hacia los
ODS en el continente sin un cambio importante en el protagonismo de los
actores que impulsan los procesos económicos de nuestra región, donde el
papel de las cooperativas está llamado a ser central. Las cooperativas son el
modelo empresarial que mejor reúne eficacia y eficiencia económica, con in-
clusión social, construcción de equidad e igualdad, sobre bases de solidaridad
y responsabilidad social, involucrando de forma plena el cuidado de nuestro
ambiente.
Tampoco habrá desarrollo sostenible en nuestra región sin una profundi-
zación democrática que favorezca la paz, que involucre todas las miradas, para
lo cual el Movimiento cooperativo regional debe jugar un papel imprescindi-
ble como el interlocutor social estratégico, en alianzas con los gobiernos, con
otras expresiones de la sociedad civil, y en particular con las organizaciones
intergubernamentales de las Américas.

6.2. El rol de la recomendación 193 de la OIT

Para comprender el rol de la recomendación basta con leer el cap. II.6


«los gobiernos deberían establecer una política y un marco jurídico favorables
a las cooperativas y compatibles con su naturaleza y función inspirados en los
La legislación cooperativa enfocada en abordar los retos globales 287

valores y principios cooperativos». A veinte años de su aprobación, aún no


han sido plenamente incorporados en las normativas e instrumentos de polí-
tica pública de una parte sustantiva de los países de la región, y que, aun cuan-
do pueden señalarse avances, muchas modalidades cooperativas encuentran
frenos o son ignoradas, como palancas de desarrollo y sustentabilidad.
Finalmente, la dimensión de desarrollo sostenible ha orientado a
Cooperativas de las Américas a la vanguardia del compromiso de aportar a la
Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, con sus 17 objetivos y 169 metas,
que se convirtió en un Plan de Acción para la comunidad mundial. Representa
una brújula, un horizonte y una guía para que los diferentes modelos de de-
sarrollo corrijan los efectos de las crisis en términos de derecho a la salud, al
trabajo, eliminar el hambre y la pobreza, asegurar el cuidado del ambiente.
Cooperativas de las Américas, incorporó este objetivo de desarrollo sostenible
en su Plan Estratégico, con el propósito de «fortalecer su capacidad regional
para promover y defender a las cooperativas como constructoras de sosteni-
bilidad económica, social y ambiental de forma coherente con su identidad».
En definitiva, muchos han sido los avances, pero también muchos los de-
safíos y temas pendientes que deben ser prioridades en los próximos años.
Es necesario avanzar en la adecuación de marcos normativos no solo en los
países donde están quedando obsoletos en una mirada comparada del dere-
cho cooperativo regional, sino en general con una mirada internacional, pro-
tectora de la sostenibilidad y que provenga con la fuerte voz del movimiento
cooperativo. Además, debemos redoblar el noble esfuerzo e inculcar en los
mas jóvenes lo grato y valiente que es dedicar nuestras vidas a estudiar y a
ayudar al prójimo, no por el hecho del trabajo o riqueza, o del mero reconoci-
miento por vanidad, sino por el hecho mismo de Ser. Es que debemos ser mas
Kantianos o en este caso más Cracognanos y «siendo un fin en sí mismo cada
ser humano es único y no puede ser sustituido por nada ni por nadie porque
carece de equivalente. No posee un valor relativo, un precio, sino un valor in-
trínseco llamado “dignidad”».

7. BIBLIOGRAFÍA

Amorín, M. y Algorta, P. (2010). Sociedades cooperativas: sistema y derecho cooperativo.


Montevideo: La Ley.
Chaves Gaudio, R. (2018). «La vanguardia latinoamericana y la insuficiente incor-
poración legislativa del acto cooperativo». Derecho cooperativo latinoamericano.
Schujman y Chaves (Coord.). Curitiba: Juruá.
288 Graciela Fernández Quintas

Cracogna, D. (1986). Estudios de Derecho Cooperativo. Buenos aires: InterCoop Editora


Cooperativa Ltda.
Cracogna, D. (3 y 4 de agosto de 1990). El proyecto de ley marco para las cooperativas de
América Latina, sentido y alcances. Seminario Iberoamericano de actualización,
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Cracogna, D. (1992) Problemas actuales del Derecho Cooperativo. Buenos Aires: InterCoop
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Editorial Crítica.
Schujman, M. S., y Chaves Gaudio, R. (Eds.). (2015). Derecho cooperativo latinoame-
ricano (Vol. 1). Curitiba: Juruá Editora.
Tadjudje, W. y Douvitsa, I. (Eds). (2020). Perspectives on Cooperative Law. Singapur:
Springer.
CAPÍTULO 16
Una mirada comparada a las instituciones públicas
para el desarrollo cooperativo en Hispanoamérica 1

Jaime Alcalde Silva


Profesor Asociado de Derecho Privado
Pontificia Universidad Católica de Chile

Sumario: 1. Introducción. 2. Una mirada a la cartografía jurídica de Hispanoamérica


respecto del fomento cooperativo. 2.1. Argentina. 2.2. Brasil. 2.3. Chile. 2.4.
Colombia. 2.5. Costa Rica. 2.6. Ecuador. 2.7. México. 2.8. Paraguay. 2.9. Perú.
2.10. Uruguay. 3. Conclusiones. 4. Bibliografía.

1. INTRODUCCIÓN

Antes de explicar la materia de esta colaboración, conviene evocar un re-


cuerdo que da sentido a las palabras que siguen. Este texto se ofrece en ho-
menaje al profesor Dante Cracogna al cumplirse su octagésimo cumpleaños
y versa sobre un aspecto que forma parte de su legado. A él se debe la pro-
fundización de los estudios de derecho cooperativo en Hispanoamérica, espe-
cialmente gracias a la realización de los Congresos Continentales de Derecho

1
Este trabajo es parte del proyecto intitulado “Innovación social corporativa desde el
Derecho y la Economía”, de la Convocatoria 2020 del procedimiento de concesión de ayudas
a proyectos de investigación I+D+I en el marco de este Programa Operativo FEDER Andalucía
2014-2020, Universidad de Almería y Secretaría General de Universidades, Investigación y
Tecnología de la Comunidad Autónoma de Andalucía, ID núm. R&D&I UAL2020-SEJ-C2085,
que dirige el profesor Carlos Vargas Vasserot.
290 Jaime Alcalde Silva

Cooperativo que han cumplido ya cinco decenios (Cracogna, 2022) 2 y la Ley


Marco de Cooperativas para América Latina (1988), sin contar con el apor-
te comparatista de alcance universal que efectuó al coordinar hace una dé-
cada, junto con otras dos prominentes figuras vinculadas a la disciplina, el
International Handbook of Cooperative Law, publicado por la Editorial Springer
(Cracogna, Fici y Henrÿ, 2013).
Vaya ese recuerdo personal. Conocí al profesor Cracogna una mañana
de invierno en un antiguo campus universitario chileno. La ocasión provino
del “Seminario sobre experiencias internacionales de marco jurídico para el
sector cooperativo”, celebrado el 21 de julio de 2021 en la Universidad de
Santiago de Chile, donde estaba invitada también Gemma Fajardo García,
de quien había sido alumno en la asignatura sobre de principios cooperati-
vos impartida en el programa de doctorado del Departamento de Derecho
Mercantil de la Universidad de Valencia durante el curso 2008-2009 (Alcalde
Silva, 2009). El artífice del encuentro fue Mario Radrigán Rubio, común
amigo, a quien Chile debe la visibilidad de la economía social y cooperativa
como disciplina de estudio gracias a la creación del Centro Internacional de
Economía Social y Cooperativa (CIESCOOP) creado al alero de la Facultad
de Administración y Economía de universidad anfitriona y a su cargo como
primer jefe de la División de Asociatividad y Economía Social (DAES) depen-
diente del Ministerio de Economía, Fomento y Turismo entre 2014 y 2015.
Además de compartir en el panel dedicado a los marcos jurídicos para el coo-
perativismo, donde me correspondió exponer la situación y desafíos del caso
chileno (Alcalde Silva, 2011), tuve la oportunidad de acompañar al profesor
Cracogna en la visita que los tres ponentes provenientes del campo del dere-
cho hicimos al Departamento de Cooperativas. Fue una grata experiencia y
mi primer contacto con la institucionalidad pública chilena en la materia.
Pronto volví a tener noticias del profesor Cracogna. En octubre de 2011,
me envió un correo electrónico para invitarme a escribir el capítulo sobre
Chile en el atlas de derecho cooperativo que dirigía junto a Hagen Henrÿ y
Antonio Fici, ambas prominentes figuras en la materia. Aunque quedé des-
concertado por la invitación debido a la poca dedicación que había prestado
a ese tema, decidí aceptar por el desafío que significaba resumir el régimen
aplicable a las cooperativas en mi país en quince páginas (Alcalde Silva, 2013a;

2
El Primer Congreso Continental de Derecho Cooperativo se celebró en noviembre de
1969 en la Universidad de los Andes (Mérida, Venezuela). La segunda versión fue en agosto de
1976, en San José de Puerto Rico. La tercera edición se realizó en Rosario (Argentina), en julio
de 1986. El cuarto congreso tuvo lugar en Brasilia, en agosto de 1992. La quinta edición se llevó
a cabo en Guarujá (Brasil), en octubre de 2013. La séptima edición se celebró en noviembre
de 2019, en San José de Costa Rica. El octavo congreso fue realizado en Asunción (Paraguay)
durante el mes de octubre de 2022.
Una mirada comparada a las instituciones públicas 291

con algo más de desarrollo, Alcalde Silva, 2013b). El libro apareció en 2013 y
ese año nuestro homenajeado, en unión con Cooperativas para las Américas,
capítulo regional de la Alianza Cooperativa Internacional (ACI), decidió orga-
nizar una quinta versión del Congreso Continental de Derecho Cooperativo
tras dos décadas de interrupciones. El congreso se desarrolló durante los días
8, 9 y 10 de octubre de ese año, en la localidad brasileña de Guarujá. Además
de volver a ver al profesor Cracogna, en ese encuentro pude conocer perso-
nalmente a Antonio Fici, Hagen Henrÿ y Carlos Vargas Vasserot, además de
tantos otros autores que se han dedicado con particular esmero al estudio del
derecho cooperativo y de la economía social (Alcalde Silva, 2014).
En los dos años siguientes me correspondió devolver la invitación y fue así
como el profesor Cracogna visitó Santiago de Chile para participar en el semi-
nario “Cooperativas: Un nuevo impulso de crecimiento para Chile”, celebra-
do en la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Chile
el 30 de septiembre de 2014, y en el congreso internacional “150 años del
Código de Comercio. Pasado, presente y futuro de la codificación mercantil”,
que tuvo lugar en el 23 de noviembre de 2015 en el Salón de honor del edifi-
cio histórico del Congreso Nacional chileno. En esta última actividad, nuestro
invitado se refirió a las novedades y problemas del Código Civil y Comercial de
la Nación, que había entrado en vigor el 1 de agosto de ese año en sustitución
del Código de Civil de 1867 y del Código de Comercio de 1862 (Cracogna,
2018). Por esos años tuvimos también la ocasión de encontrarnos en Buenos
Aires, donde conocí a su mujer.
En 2016 volvimos a coincidir con ocasión del VI Congreso Continental
de Derecho Cooperativo, celebrado en Montevideo entre los días 16 y 18 de
octubre. En esa oportunidad me pidió que asumiera una de las conferencias
relativas a los ejes temáticos del congreso. Me correspondió la supervisión
de las cooperativas en la región. Lamentablemente, la revuelta social inicia-
da en Chile el 18 de octubre de 2019 me impidió participar en la versión si-
guiente del congreso continental (la VII), que tuvo lugar en San José de Costa
Rica durante los días 20, 21 y 22 de noviembre de ese año. Poco antes ha-
bíamos coincidido en el XIV Congreso Argentino de Derecho Societario y X
Congreso Iberoamericano de Derecho Societario y de la Empresa, celebrado
en Rosario (Argentina) entre el 4 y 6 de octubre de ese año, donde el profesor
Cracogna presidió el panel dedicado a las sociedades de beneficio e interés
colectivo (Cracogna, 2023). Tras dos años de confinamiento más o menos es-
tricto impuesto por la pandemia de COVID-19, donde el correo electrónico
sustituyó la relación personal, tuve la oportunidad de volver a ver al profesor
Cracogna en el VIII Congreso Continental de Derecho Cooperativo, celebra-
do en Asunción entre el 27 y el 29 de octubre de 2022 (Alcalde Silva, 2022).
Ahí nació la idea de rendirle un homenaje mediante una obra colectiva, a la
292 Jaime Alcalde Silva

que me sumé presto y con gran alegría. Dedico este texto a la trayectoria de
un maestro de generaciones en el ámbito del derecho cooperativo.
El tema elegido para este trabajo pretende dar una vuelta de tuerca
a aquel que el mismo profesor Cracogna me pidió desarrollar en 2016. Esa
vez se trataba de explicar el modo en que los Estados supervisan el actuar
de las cooperativas. Con matices, la mayoría de los ordenamientos jurídicos
tienen algún sistema de control público para las cooperativas (García Müller,
2022: 2055-2137), aunque sea para fines de registro (Henrÿ, 2013: 76-80).
Sin embargo, no todos contemplan estructuras de fomento del sector, asu-
mido que se trata de un área que, por sus valores y principios, requiere ser
promovida e impulsada, como recuerda la Recomendación núm. 193 de la
Organización Internacional del Trabajo (OIT) aprobada en 2002 (núm. 3).
De ahí que el propósito de esta contribución consista en revisar el marco jurí-
dico aplicable a los organismos público de fomento del sector cooperativo en
Hispanoamérica. El enfoque es de corte descriptivo: después de algunas ideas
generales sobre la convivencia de separar el fomento de la supervisión fun-
dadas en el deber de injerencia y en el impacto positivo que aportan las coo-
perativas, se analiza la situación de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa
Rica, Ecuador, México, Paraguay, Perú y Uruguay. Cumple advertir que algu-
nos de esos países se encuentran tratados en el estudio intitulado Instituciones
y políticas públicas para el desarrollo cooperativo en América Latina y preparado por
encargo de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL)
y Cooperativas para las Américas, que fue publicado en abril de 2022 (Correa
Mautz, 2022b).
Como fuere, y pese a la orientación que se ha dado a esta colaboración,
ello no impide que, como cierre de la revisión de las normativas locales para el
fomento cooperativo, se incluya una valoración de las tendencias que se observa
en la materia. Ella busca servir de acicate a nuevos desarrollos en la materia.

2. UNA MIRADA A LA CARTOGRAFÍA JURÍDICA DE


HISPANOAMÉRICA RESPECTO DEL FOMENTO COOPERATIVO

El análisis de la institucionalidad pública relativa al fomento del sector


cooperativo en Hispanoamérica es una materia que cuenta ya con presenta-
ciones comparadas, tanto con una mirada general de la región como parti-
cular de algunos ordenamientos relevantes. Destacada entre ellos el recién
mencionado informe elaborado al alero de la CEPAL y Cooperativas para las
Américas por Felipe Correa (Correa Mautz, 2022b), quien coordinó un pro-
yecto de investigación que examinó la situación del sector cooperativo, su ins-
Una mirada comparada a las instituciones públicas 293

titucionalidad y las políticas públicas en la materia en ocho países de la región.


Se trata de Argentina (Schujman, 2022), Brasil (Pereira Morais, 2022), Chile
(Radrigán Rubio, 2022), Colombia (Bucheli Fabián y Salazar Villano, 2022),
Costa Rica (Borge Marín, 2022), Ecuador (Jácome Estrella, 2022), México
(Rojas Herrera, 2022) y Uruguay (Martí, 2022).
El informe final evacuado por el editor (Correa Mautz, 2000a) consta-
ta que en la última década se ha producido un importante fortalecimiento
de la institucionalidad pública cooperativa en el continente. Sobre la base de
estadísticas oficiales, se observa que a partir de 2008 se triplica la tasa de cre-
cimiento de las organizaciones cooperativas, lo que permite conjeturar que
se trata del resultado tanto de un importante proceso de fortalecimiento ins-
titucional y político, como de la inclusión de planes y programas de políticas
públicas especialmente dirigidos a este sector. El estudio muestra cómo los
países que tienen un mayor desarrollo cooperativo (medido de acuerdo con
el porcentaje de la población nacional que es socia de alguna cooperativa) tie-
nen también una institucionalidad de fomento especializada con una elevada
dotación de funcionarios y de recursos públicos. De ahí que la lección sea que
el fortalecimiento de estos organismos públicos (que suelen abarcan también
el campo más amplio de la economía social y solidaria) o su creación compor-
ta un camino prometedor para promover el sector cooperativo en la región.
Desde este insumo se puede comenzar a reflexionar. Por cierto, no corres-
ponde ahora abordar si es o no conveniente que el Estado controle y supervise
a las cooperativas, sobre todo cuando no existe un régimen paralelo aplicable
a las demás sociedades, por mucho que ese trato diferenciado suponga una
discriminación arbitraria y provoque externalidades negativas. Basta con cen-
trarse en la necesidad de que ellas, así como otras entidades de la economía
social, reciban de parte del Estado fomento y promoción. Esto abre un doble
derrotero. El primer camino se refiere al principio de subsidiariedad, que es
uno de los pilares basales que configura el orden social y que muchas veces ha
resultado desvirtuado por una aproximación reduccionista y de corte neoli-
beral (por ejemplo, la crítica que hace Cristi (2021: 171-194); un estudio aca-
bado del principio en Delsol, 2021). Bien mirado, este principio supone una
conjunción de libertad y solidaridad, que se puede expresar con la siguiente
fórmula: “Todo lo que pertenece a una sociedad o grupo inferior debe ser
ejecutado por el grupo en cuestión, a menos que éste no pueda hacer. En tal
caso, la sociedad inferior precisa la ayuda de la sociedad inmediatamente su-
perior a ella” (Wilhelmsen, 2021: 159).
Este concepto admite un desglose entre un aspecto negativo (o principio
de prescindencia) y otro positivo (o deber de injerencia), pero que se recla-
man entre sí de manera inescindibles. El aspecto negativo expresa la libertad,
294 Jaime Alcalde Silva

vale decir, el respeto a la autonomía de los cuerpos intermedios para desarro-


llar sus fines que son propios en la medida que ellos se encuadren dentro de
los límites que fija el respectivo ordenamiento jurídico. El aspecto positivo
es reflejo de la solidaridad como expresión de un compromiso efectivo con
el bien común. En las relaciones entre el Estado y las sociedades inferiores,
aquel tiene una función mucho más amplia que la escuálida y simple “no in-
tervención”: su función no se agota en sólo dejar hacer a los grupos, respe-
tándoles el ámbito de acción donde son soberanos. Su papel es mucho más
exigente y exige un compromiso del poder público por fomentar, estimular,
ordenar, suplir y completar a los cuerpos intermedios en todo aquello que sea
necesario para que cumplan los fines que su naturaleza contempla. En otras
palabras, la sociedad superior apoya o auxilia a la inferior con el objeto de
que ésta se afirme en lo que le es propio, admitiendo la especificidad y auto-
nomía de aquélla (Widow Antoncich, 1984: 122). De aquí nace la solidaridad
y las preocupaciones (con las respectivas atribuciones de competencias) de
aquello que se denomina “Estado social”, que se encuentra ante el deber de
velar por las necesidades sociales ante el retiro, desidia o desinterés de los
particulares. El Estado debe apoyar a las organizaciones inferiores para que
ellas dispongan de lo que necesitan de acuerdo con su nivel de competencia
y, cuando se requiera, ha de suplirlas en el defecto que tenga para que no se
vea afectado el bien común (Widow Antoncich, 1984: 123). En suma, una ade-
cuada “conjunción entre subsidiariedad y solidaridad justifica las políticas de
bienestar social” por parte del Estado (Alvear Téllez, 2015: 341).
Pero hay un segundo sendero que debe ser tenido en cuenta y que se co-
necta con el anterior. Se trata de la pregunta sobre por qué ha de fomentarse
la economía social, en especial las cooperativas, como forma de organización
dentro de una comunidad. Al respecto, las dos justificaciones principales ha
sido la existencia de un mandato público (principalmente, el reconocimien-
to constitucional del sector o de alguna de sus figuras) y la generación de
utilidad social (Chávez, Gallego y Savall, 2020: 50-51). Esta segunda razón es
la de mayor importancia, puesto que permite explicar la necesidad de una
acción estatal de fomento incluso en ordenamientos que no contienen una
norma superior que ordene la existencia de políticas públicas en tal sentido 3.

3
Por cierto, hay dos formas de consagrar un mandato público respecto de la
economía social o alguno de sus actores. Uno es expreso y el otro, tácito. Chile cuenta en su
historia constitucional con ejemplos de ambos casos. Había un reconocimiento expreso a las
cooperativas en la garantía de participación ciudadana introducida por la Ley 17.398 como art.
10, núm. 17 de la Constitución Política de 1925. Algo similar sucedía con el art. de la Propuesta
de Constitución Política elaborada por la Convención Constitucional y que fue rechazada en el
plebiscito de 4 de septiembre de 2022 (arts. 59, núm. 5 y 73). En cambio, el mandato es tácito en
los arts. 1° (promoción del bien común y subsidiaridad) y 3° (desarrollo equitativo y solidario
Una mirada comparada a las instituciones públicas 295

Las entidades de economía social en general y las cooperativas en particu-


lar son organizaciones que aportan valor añadido para el logro del bien co-
mún. Esto ha sido constatado de forma unánime en diversas instancias. Se
puede señalar, entre los muchos reconocimientos que ha habido al respecto,
la Recomendación núm. 193 de la Organización Internacional del Trabajo
(OIT) aprobada en 2002 y el Documento de posición del Grupo de Trabajo
Interinstitucional de las Naciones Unidas sobre Economía Social y Solidaria
intitulado “Avanzar en la Agenda 2030 a través de la economía social y solida-
ria” y publicado en 2022.
Efectuado este exordio sobre el deber del Estado de propender al fomen-
to cooperativo, incluso en ausencia de un mandato constitucional específico,
cumple abordar el tratamiento particular de los diez ordenamientos seleccio-
nados, que se disponen en orden alfabético, para intentar un diagnóstico de
conjunto como corolario.

2.1. Argentina

La República Argentina tiene una larga historia en fomento del sector


cooperativo. Esta clase de asociaciones se encuentran reguladas por la Ley
20.337 4. En ella se disponía la creación del Instituto Nacional de Acción
Cooperativa (INAC) como la autoridad de aplicación del régimen legal de las
cooperativas y cuya finalidad principal consistía en concurrir a su promoción
y desarrollo (art. 105). Su configuración era la de un organismo descentrali-
zado del Ministerio de Bienestar Social, que funcionaba en todo el territorio
del país (art. 105). Además de las funciones específicas que explicitaban este
cometido (art. 106), el instituto debía prestar apoyo técnico y financiero a
los sectores menos desarrollados del movimiento cooperativo, considerando
prioritariamente las limitaciones socioeconómicas de los asociados, las necesi-
dades regionales a que respondan los proyectos cooperativos y la gravitación
sectorial de éstos (art. 107).
El INAC era conducido y administrado por un directorio formado por
un presidente y cuatro vocales designados por el Poder Ejecutivo a propues-
ta del Ministerio de Bienestar Social, que durarán cuatro años en sus cargos
(art. 109). Contaba además con un consejo consultivo honorario en el que es-
tarán representados los ministerios y otros organismos oficiales relacionados
con las actividades que realizan las cooperativas, así como las organizaciones

entre las regiones, provincias y comunas del territorio nacional) de la actual Constitución
Política.
4
Publicada en el Boletín Oficial el 15 de mayo de 1973.
296 Jaime Alcalde Silva

más representativas del movimiento cooperativo, de conformidad con la re-


glamentación respectiva (art. 111). Ese consejo debía ser convocado para el
tratamiento de todos aquellos asuntos que por su trascendencia requieran su
opinión y, en especial, cuando hubiese que deliberar sobre los proyectos de
reforma del régimen legal de las cooperativas, la distribución de los recursos
del INAC que se destinen a préstamos de fomento o subsidios, y la determina-
ción de planes de acción generales, regionales o sectoriales (art. 112).
El INAC se financiaba con las sumas que fijaba el presupuesto general
de la Nación y las que se le acuerden por leyes especiales; los créditos que
le asignen organismos nacionales, provinciales y municipales; las donaciones,
legados, subsidios y subvenciones que recibiese; el reintegro de los préstamos
y sus intereses; los saldos no usados de ejercicios anteriores; el importe de las
multas aplicadas conforme con las disposiciones de esta ley; las sumas prove-
nientes del sobrante de la liquidación y de los importes no reclamados; y los
depósitos previstos para la constitución de una cooperativa (el 5% del capital
suscrito) transcurrido un año desde la última actuación (art. 113).
En paralelo existía un Instituto Nacional de Acción Mutual (INAM), crea-
do por la Ley 19.331 como autoridad de aplicación del régimen legal de las
asociaciones mutuales y cuyo fin principal era concurrir a la promoción y de-
sarrollo de las mutualidades, bajo la dependencia del Ministerio de Bienestar
Social (arts. 1° y 2°) 5. También se había creado un fondo para la promoción
cooperativa (Ley 23.427 6).
La situación comenzó a cambiar hacia mediados de la década de 1990.
Mediante el Decreto núm. 420/1996 fue creado el Instituto Nacional de
Acción Cooperativa y Mutual (INACYM). Poco tiempo después, éste fue
sustituido por el Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social
(INAES) merced al Decreto núm. 721/2000, que dependía originalmente del
Ministerio de Desarrollo Social y Medio Ambiente y que más tarde pasó a la
órbita del Ministerio de Desarrollo Productivo 7. En los últimos años, la enti-
dad ha tenido una función crucial para el posicionamiento y visibilidad de la
economía social en Argentina (Muñoz y Zamora, 2021).
La conducción y administración del INAES está a cargo de un directo-
rio integrado por un presidente, dos vocales en representación del Poder
Ejecutivo nacional, un vocal en representación de las asociaciones mutuales

5
Publicada en el Boletín Oficial el 3 de noviembre de 1971. Poco después, la Ley
20.321, Ley Orgánica de Mutuales (publicada en el Boletín Oficial el 27 de abril de 1973),
reemplazó el régimen de estas entidades.
6
Publicada en el Boletín Oficial el 3 de diciembre de 1986.
7
https://www.argentina.gob.ar/inaes [fecha de consulta: 1 de marzo de 2023].
Una mirada comparada a las instituciones públicas 297

y un vocal en representación de las cooperativas (art. 2° del Decreto núm.


721/2000). Cuenta además con un consejo consultivo honorario que es pre-
sidido por el presidente del Instituto y compuesto por dos consejeros en re-
presentación del Poder Ejecutivo nacional, tres consejeros en representación
de las asociaciones mutuales, tres consejeros en representación de las coope-
rativas, un consejero en representación de los profesionales especialistas en
cooperativismo y un consejero en representación de los profesionales especia-
listas en mutualismo (art. 4° del Decreto núm. 721/2000).
El gasto del INAES es atendido con cargo a los créditos de las partidas
específicas del presupuesto nacional que le corresponda (art. 13 del Decreto
núm. 721/2000), lo que supone atender a los recursos ya mencionados en la
Ley de cooperativas.
Con carácter más general, existe también una Secretaría de Economía
Social dentro del Ministerio de Desarrollo Social, que articula los distintos
programas y acciones orientadas a potenciar el trabajo de los actores de la
economía social y solidaria (Decreto núm. 50/2019) 8. Aunque no existe una
ley federal sobre la materia, ella sí está presente en los ordenamientos provin-
ciales y gana fuerza en el país (Torres, 2019).

2.2. Brasil

En Brasil la Ley núm. 5764, de 16 de diciembre de 1971, define la política


nacional de cooperativismo y establece el régimen jurídico de las sociedades
cooperativas. En ella se entregaba la orientación general de política coopera-
tivista al Consejo Nacional de Cooperativismo (art. 95), que fue suprimido en
1990. La institucionalidad actual del cooperativismo se articula en torno a la
Secretaría de Agricultura Familiar y Cooperativismo (SAF), que fue creada por
el Decreto núm. 9667, de 2 de enero de 2019, con la transferencia de compe-
tencias de la Secretaría Especial de Agricultura Familiar y Desarrollo Agrario
(SEAD), hasta entonces de la Casa Civil del Presidencia de la República, a
favor del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Abastecimiento (MAPA) 9.
De acuerdo con el Decreto núm. 10.253, de 20 de febrero de 2020, me-
diante el cual se aprueba el régimen estructural del MAPA, la SAF incluye
dentro de su organización el Departamento de Desarrollo Comunitario
(DDC), el Departamento de Cooperativismo y Acceso al Mercado (DECAM),

8
https://www.argentina.gob.ar/desarrollosocial/economiasocial [fecha de consulta:
1 de marzo de 2023].
9
https://www.gov.br/agricultura/pt-br/assuntos/agricultura-familiar/secretaria-de-
agricultura-familiar-e-cooperativismo [fecha de consulta: 1 de marzo de 2023].
298 Jaime Alcalde Silva

el Departamento de Estructuración Productiva (DEP) y el Departamento de


Gestión del Crédito para Acceso a la Tierra (DGCF).
Corresponde a la SAF proponer, normatizar, planificar, fomentar, orien-
tar, coordinar, supervisar y evaluar, en el ámbito del MAPA, las actividades re-
lacionadas con la agricultura familiar y los asentamientos de reforma agraria,
cooperativismo y asociativismo rural, agricultura urbana y periurbana, agroex-
tractivismo e infraestructura para áreas rurales en el contexto de proyectos
productivos. Le corresponde también elaborar las directrices de acción guber-
namental para la integración de los beneficiarios de la reforma agraria en la
agricultura familiar, así como para el desarrollo de cooperativismo y asociati-
vismo y para la asistencia técnica y la extensión rural. Otras responsabilidades
de esta Secretaría son la promoción y coordinación la política de crédito para
acceso a la tierra; el fortalecimiento de las las redes de comercialización; la
formulación de propuestas y la ayuda en la negociación de acuerdos, tratados
o pactos internacionales; y la gestión del registro de agricultores familiares.
En fin, la SAF debe contribuir a la reducción de la pobreza en las zonas rura-
les, a través de acciones para apoyar la generación y expansión de la capacidad
productiva en el campo y para mejorar los ingresos de los agricultores.

2.3. Chile

En Chile las cooperativas se encuentran reguladas por la Ley general de


cooperativas, contenida en el Decreto con fuerza de ley núm. 5, de 25 de sep-
tiembre de 2003, del Ministerio de Economía, Fomento y Reconstrucción. En
cumplimiento del mandato dado por el art. 2° de la Ley 19.832, el objetivo
de este cuerpo legal fue fijar el texto refundido, concordado y sistematizado
de la Ley general de cooperativas, que por entonces se recogía en el Decreto
Supremo núm. 502, de 1 de setiembre de 1978, del Ministerio de Economía,
Fomento y Reconstrucción, con aquel contenido en el Reglamento de Reforma
Agraria núm. 20, de 5 de abril de 1963, con las modificaciones efectuadas por la
propia Ley 19.832 y con los demás textos legales que se refiriesen a las coopera-
tivas. En suma, el objetivo era que toda la legislación cooperativa estuviese dis-
puesta en una única ley, sin perjuicio del desarrollo reglamentario pertinente 10.
Dicha ley confía al Departamento de Cooperativas (DECOOP) el fomen-
to del sector cooperativo, mediante la promoción de programas destinados al
desarrollo de la gestión y capacidad empresarial en las cooperativas, así como

10
Existe asimismo un Reglamento de la Ley general de cooperativas, sancionado por
el Decreto Supremo núm. 101, de 7 de abril de 2004, del Ministerio de Economía, Fomento y
Reconstrucción.
Una mirada comparada a las instituciones públicas 299

la dictación de normas que contribuyan al perfeccionamiento de su funciona-


miento, la gestión de un registro de las cooperativas vigentes, la supervisión y
fiscalización de las cooperativas, la elaboración de las estadísticas del sector y
la difusión de la información de que disponga, relativa al funcionamiento de
las entidades supervisadas, mediante los mecanismos que para tales efectos
establezca (art. 108) 11. Corresponde asimismo a dicho Departamento la su-
pervisión del cumplimiento de las leyes aplicables a esta clase de asociaciones
y de sus normas reglamentarias y, especialmente, fiscalizar el funcionamiento
societario, administrativo, contable y financiero de las cooperativas de impor-
tancia económica, con excepción de aquellas cuya fiscalización, sobre las mis-
mas materias, se encuentre encomendada por la ley a otros organismos, como
sucede con algunas cooperativas de ahorro y crédito que se encuentran bajo
la supervisión de la Comisión para el Mercado Financiero por disposición de
la Ley general de cooperativas y la Ley general de bancos (art. 109) 12.
Sin embargo, la ley permite que, para un mejor desempeño de sus funcio-
nes fiscalizadoras, el Departamento encargue la revisión del funcionamiento
administrativo, contable, financiero y societario de las cooperativas sometidas
a su fiscalización a entidades revisoras o de supervisión auxiliar, de carácter
privado, las cuales pueden ser empresas clasificadoras de riesgo, empresas au-
ditoras especializadas, institutos auxiliares de cooperativas y federaciones o
confederaciones de cooperativas (art. 111).
Mediante la Resolución exenta núm. 1774, de 4 de agosto de 2014, la
Subsecretaría de Economía y Empresas de Menor Tamaño creó con carác-
ter funcional la División de Asociatividad y Economía Social (DAES), con la
misión de ocuparse de la fiscalización y la promoción de las cooperativas y
las asociaciones gremiales 13. Ahí se radicaron las competencias que corres-
pondían al mencionado Departamento de Cooperativas y a la Unidad de
Fiscalización de Asociaciones Gremiales, creada merced a la potestad que con-
fiere al Ministerio de Economía, Fomento y Turismo el art. 21 del Decreto ley
núm. 2757, de 4 de julio de 1979, relativo a esta clase de entidades. Durante
el gobierno de Sebastián Piñera (2018-2022), ella acortó su nombre a División
de Asociatividad. A partir de 2022 ha sido designada como División de
Asociatividad y Cooperativas, manteniendo su sigla.

11
El art. 108 desarrolla a continuación las funciones específicas que corresponden al
Departamento de Cooperativas.
12
El art. 109 señala que constituyen cooperativas de importancia económica las
cooperativas de ahorro y crédito, las cooperativas abiertas de vivienda y además todas aquellas
cuyos activos sean iguales o superiores a 50.000 unidades de fomento. La misma norma
menciona enseguida cuáles son las potestades con que cuenta el Departamento de Cooperativas
para cumplir su cometido.
13
https://asociatividad.economia.cl/ [fecha de consulta: 1 de marzo de 2023].
300 Jaime Alcalde Silva

A través del Decreto Supremo núm. 221, de 5 de octubre de 2014, del


Ministerio de Economía, Fomento y Turismo, fue creado el Consejo Consultivo
Público Privado de Desarrollo Cooperativo y de la Economía Social, con el
objetivo de proponer políticas de fomento y desarrollo de las cooperativas y
de la economía social en el país, así como medidas y acciones que permitan
el seguimiento y monitoreo de ellas (art. 1°). Estaba presidido por el subse-
cretario de Economía y Empresas de Menor Tamaño y lo integraban siete re-
presentantes provenientes de organismos públicos, ocho representantes del
sector cooperativos, dos vinculados a otros sectores de la economía social y un
secretario designado de entre los funcionarios de la División de Asociatividad
y Economía Social (arts. 3° y 6°). Después de un tiempo de funcionamiento
normal, el Consejo estuvo en receso entre 2018 y 2022. En el mes de agosto de
ese último año fue reactivado, con una nueva integración.
Pronto debiera haber novedades también en lo que atañe a la promoción
de las cooperativas 14. Para el primer semestre de 2023 está prevista la presen-
tación del proyecto de ley que crea el Instituto Nacional de Asociatividad y
Cooperativismo (INAC), que figura como uno de los compromisos del pro-
grama de gobierno del presidente Gabriel Boric y que fue ratificado en su
primera cuenta pública ante el Congreso Nacional el 1 de junio de 2022. En el
programa sólo se señala el deseo de contribuir a una nueva institucionalidad
que tenga por objetivo principal de mediano plazo la consolidación del mo-
delo de cooperativas dentro de la economía nacional. Como parte de ella se
prevé la creación del Instituto Nacional de Cooperativismo, el cual se concibe
como un “[o]rganismo que podrá definir una estrategia de mediano plazo de
promoción del sector cooperativista, al funcionar con un gobierno mixto con
participación del poder ejecutivo, las organizaciones del sector y el mundo
académico” (Boric Font, 2021: 106). Se contempla también que el instituto
tenga “presencia local a través de la articulación con los gobiernos regionales
y municipales” (Boric Font, 2021: 106), cumpliendo así el mandato constitu-
cional de promover el fortalecimiento de la regionalización (art. 3°, inciso se-
gundo de la Constitución Política). Al cierre de la redacción de este capítulo,
todavía no era público el proyecto o sus lineamientos.
Cabe señalar que la idea de crear una institución de promoción del sec-
tor cooperativo estaba rondando desde hacía tiempo. Durante el gobierno de
la presidente Michelle Bachelet (2014-2018) se preparó un anteproyecto de
ley para regular las empresas sociales, que no llegó a presentarse al Congreso
(Alcalde Silva, 2016: 368-371). El Título IV de ese anteproyecto preveía dos ins-

14
https://www.economia.gob.cl/2022/08/29/ministerio-de-economia-da-el-vamos-al-
consejo-consultivo-de-cooperativas-una-de-sus-primeras-tareas-sera-la-creacion-de-un-instituto-
nacional-para-el-desarrollo-del-sector.htm [fecha de consulta: 1 de marzo de 2023].
Una mirada comparada a las instituciones públicas 301

tituciones separadas relacionadas con la economía social: una dedicada a la fis-


calización (el Departamento de Fiscalización, Registro y Control de Empresas
Sociales) y otra al fomento (la División de Fomento de la Asociatividad y la
Economía Social) del sector. El proyecto fue preparado por el Ministerio de
Economía, Fomento y Turismo en cumplimiento de la “Agenda de productivi-
dad, innovación y crecimiento” presentada por el gobierno el 16 de mayo de
2014, donde se incluía la promesa de enviar al Congreso Nacional un proyec-
to de ley destinado a crear un marco jurídico para las empresas sociales, esta-
bleciendo sus derechos y obligaciones y otorgándoles la certeza que requieren
para operar, incluido su registro formal unificado (medida núm. 42) 15. El an-
teproyecto se hizo público en marzo de 2015, siendo enseguida socializado y
sometido a la consulta de Sistema B y del Consejo consultivo antes menciona-
do, sin avances posteriores. Las iniciativas existentes, ambas provenientes del
Congreso Nacional, se han referido al reconocimiento de las sociedades de
beneficio e interés colectivo (Alcalde Silva, 2023).

2.4. Colombia

En Colombia las cooperativas se encuentran reguladas por la Ley 79 de


1988, que se reglamenta por el Decreto Nacional 468 de 1990. Ahí se señala
que el gobierno nacional tiene la obligación de adoptar los políticas, normas
y procedimientos adecuados para asegurar el acceso de las cooperativas a los
programas y recursos financieros de fomento, necesarios para promover el
desarrollo del sector cooperativo, particularmente las que se orienten a incre-
mentar la producción y el empleo, además de garantizar el acceso de ellas a
las fuentes de distribución de bienes y servicios, en condiciones de libre com-
petencia y determinación equitativa de cantidades, calidades y precios (art.
133). Por su parte, la inspección y vigilancia permanente de estas entidades
se confiaba al Departamento Administrativo Nacional de Cooperativas (art.
151), y se creaba un Consejo Nacional Cooperativo, como un organismo ase-
sor y consultivo del gobierno nacional, en cuanto a la orientación de la po-
lítica cooperativista del Estado, la expedición de normas que propicien un
adecuado desarrollo del sector cooperativo, y la adopción de fórmulas sobre
la participación del cooperativismo en los planes y programas de desarrollo
nacionales y de medidas y políticas para el sector cooperativo en materia fis-
cal, monetaria, de salud, de educación, de vivienda, de empleo, de crédito, de
transporte y de seguridad social (arts. 139 y 140).

15
En el programa de gobierno de la Nueva Mayoría sólo se hacía referencia a las
cooperativas, sin una mención específica a las empresas sociales (Bachelet Jeria, 2013, pp. 61,
64 y 81).
302 Jaime Alcalde Silva

El panorama cambió con la Ley 458 de 1998, por la cual se regula el


marco conceptual que regula la economía solidaria en Colombia. En ella
se creó el Departamento Administrativo Nacional de la Economía Solidaria
(DANSOCIAL), originalmente dependiente de la Presidencia de la República,
en reemplazo del Departamento Administrativo Nacional de Cooperativas
(art. 29), cuyos objetivos son dirigir y coordinar la política estatal para la pro-
moción, planeación, protección, fortalecimiento y desarrollo empresarial de
las organizaciones de la economía solidaria, y para dar cumplimiento a las
disposiciones establecidas en la Constitución Política de Colombia (art. 30) 16.
Asumió además las obligaciones y funciones del Departamento Administrativo
Nacional de Cooperativa (art. 31). Se prevé que el ejercicio de sus potestades
se desarrollará de acuerdo con las políticas de descentralización, para per-
mitir que se fortalezca y amplíe la labor de fomento y promoción en todo el
territorio nacional (art. 32). El Decreto 1798 de 2003 modificó la estructu-
ra del Departamento y el Decreto 4122 de 2011 lo transformó en la Unidad
Administrativa Especial de Organizaciones Solidarias (UAEOS), localizándola
como una estructura administrativa adscrita al Ministerio de Trabajo, que ha-
bía recibido de parte de la Ley 1444 de 2011 las competencias relativas a la
protección social (art. 9°) 17.
También se restructura en dicha ley el Consejo Nacional de Economía
Solidaria (CONES) como el organismo que formula y coordina, a nivel na-
cional, las políticas, estrategias, planes, programas y proyectos generales per-
tinentes al sistema de la economía solidaria, el cual había sido establecido por
el Decreto Ley 2536 de 1986 18, y se crea el Fondo de Fomento de la Economía
Solidaria (FONES), con personería jurídica, patrimonio propio y naturale-
za solidaria vinculado al Departamento Nacional de la Economía Solidaria
y sometido al control, inspección y vigilancia de la Superintendencia de la
Economía Solidaria (art. 23), cuyas funciones son otorgar créditos para los
proyectos de desarrollo de las entidades de economía solidaria inscritas, admi-
nistrar los recursos a su disposición, fomentar las organizaciones solidarias de
producción y trabajo asociado, y otorgar créditos solidarios para fortalecer las
organizaciones de la economía solidaria más pequeñas (art. 25).
Por último, la Ley 458 de 1998 crea la Superintendencia de la Economía
Solidaria como un organismo de carácter técnico, adscrito al Ministerio de
Hacienda y Crédito Público, con personería jurídica, autonomía administra-

16
El mismo artículo señala los objetivos específicos del DANSOCIAL.
17
https://www.uaeos.gov.co/ [fecha de consulta: 1 de marzo de 2023].
18
El art. 22 señalas las funciones específicas del CONES. El Decreto 1714 de 2012
reglamenta la Ley 454 de 1998 en lo referente a dicho Consejo.
Una mirada comparada a las instituciones públicas 303

tiva y financiera (art. 33) 19, que tiene el carácter de una autoridad técnica de
supervisión en relación con las entidades de economía social (art. 35) 20.
Mediante la Ley 1955 de 2019 se adoptó el Plan Nacional de Desarrollo
2018-2022 “Pacto por Colombia, Pacto por la Equidad”. En él se prevé un for-
talecimiento empresarial de las organizaciones de la economía solidaria, co-
rrespondiendo al gobierno nacional el diseño, la formulación y la implemen-
tación de la política pública integral estatal para la promoción, planeación,
protección, fortalecimiento y desarrollo empresarial de las organizaciones
de la economía solidaria, con especial énfasis en la economía solidaria rural
campesina (art. 164). Con ese fin, se crea la Comisión Intersectorial para la
Economía Solidaria, donde confluyen e interactúan las diversas entidades del
orden nacional de la rama ejecutiva con el objetivo de coordinar y armonizar
las políticas, planes, programas y acciones necesarias para la ejecución trans-
versal e integral de la política pública de la economía solidaria y su articu-
lación con otras políticas de desarrollo económico y empresarial (art. 164).
Dicha comisión se encuentra regulada en el Decreto 1340 de 2020.
Cabe mencionar igualmente la existencia del Fondo de Garantía de las
Entidades Cooperativas (FOGACOOP), creado por el Decreto 2206 de 1998,
entre cuyas funciones se encuentra la de servir de instrumento para el for-
talecimiento patrimonial de las entidades inscritas mediante la participación
transitoria en su patrimonio por el monto que considere adecuado y la de de-
sarrollar operaciones de apoyo a las entidades inscritas (art. 8°) 21.

2.5. Costa Rica

En Costa Rica las asociaciones cooperativas están reguladas en la Ley núm.


4179, de 22 de agosto de 1968. Ella crea una institución de desarrollo coopera-
tivo denominada Instituto Nacional de Fomento Cooperativo (INFOCOOP),
en funcionamiento desde el 20 de febrero de 1973, que tiene personalidad
jurídica propia y autonomía administrativa y funcional (arts. 154 y 156) 22. Su
finalidad es fomentar, promover, financiar, divulgar y apoyar el cooperativis-
mo en todos los niveles, propiciando las condiciones requeridas y los elemen-
tos indispensables, a una mayor y efectiva participación de la población del
país, en el desenvolvimiento de la actividad económico y social que simultá-
neamente contribuya a crear mejores condiciones de vida para los habitantes

19
https://www.supersolidaria.gov.co/[fecha de consulta: 1 de marzo de 2023].
20
Ese art. 35 enumera las funciones específicas de la Superintendencia.
21
https://www.fogacoop.gov.co/ [fecha de consulta: 1 de marzo de 2023].
22
https://www.infocoop.go.cr/ [fecha de consulta: 1 de marzo de 2023].
304 Jaime Alcalde Silva

de escasos recursos, realizar una verdadera promoción de los costarricenses y


fortalecer la cultura democrática nacional (art. 155) 23. Su financiamiento pro-
viene de ciertos aportes fiscales directos, de la recaudación de determinados
impuestos, de las liberalidades recibidas, de las multas, impuestos y recauda-
ciones provenientes de la aplicación de la Ley de asociaciones cooperativas, y
de las utilidades netas provenientes de las liquidaciones anuales del Instituto
(arts. 178 y 179).
El INFOCOOP está regido por una junta directiva integrada por un re-
presentante de la Junta Directiva del Banco Nacional de Costa Rica, un re-
presentante del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, un representante
del Ministerio de Agricultura y Ganadería, y cuatro representantes de las coo-
perativas provenientes de las ternas preparadas por cada uno de los sectores
representados en el Consejo Nacional de Cooperativas (art. 160). La adminis-
tración general del Instituto está a cargo de un director ejecutivo, nombrado
por la Junta Directiva por un período de cuatro años, debiendo recaer el nom-
bramiento en una persona de reconocida capacidad y probada experiencia en
asuntos cooperativos (arts. 166 y 167).
Asimismo, en Costa Rica existe una Dirección de Economía Social
Solidaria (DESS) dependiente del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social,
que fue creada mediante el Decreto núm. 38.874, de 31 de enero de 2015 24.
Su objetivo es impulsar y articular distintas políticas públicas para fortalecer
el sector privado de la economía social y solidaria que existe en el país con
miras a la generación de trabajo decente y combatir la pobreza y la desigual-
dad. Entre sus acciones se encuentra el desarrollo de una Política Pública de
Economía Social Solidaria (se encuentra en actual implementación la que
comprende el período 2021-2025) y el Programa Nacional de Apoyo a la
Microempresa y la Movilidad Social (PRONAMYPE), cuya ejecución encuen-
tra fundamento en la Ley 5662 de desarrollo social y asignaciones familiares.

2.6. Ecuador

Desde 2011, Ecuador cuenta con una Ley orgánica de la economía po-
pular y solidaria y del sector financiero popular y solidario, donde están re-
guladas, entre otras figuras, las cooperativas 25. Ella se complementa con un
Reglamento aprobado por el Decreto núm. 1061 26. Dicha ley declara que es

23
El art. 157 enumera las funciones específicas del Instituto.
24
https://www.mtss.go.cr/elministerio/estructura/direccion-economia-social-
solidaria/direccion-economia-social-solidaria.html [fecha de consulta: 1 de marzo de 2023].
25
Registro Oficial núm. 444, 10 de mayo del 2011.
26
Registro Oficial Suplemento núm. 648, de 27 de febrero de 2012.
Una mirada comparada a las instituciones públicas 305

deber del Estado fomentar, promover y otorgar incentivos a las personas y


organizaciones que pertenezcan al sector, con el objetivo de fomentar e im-
pulsar su desarrollo y el cumplimiento de sus objetivos en el marco del sistema
económico social y solidario (art. 128). Esto implica adoptar mediadas de ac-
ción afirmativa (art. 129) y establecer los mecanismos de coordinación entre
los distintos organismos públicos involucrados (art. 130) 27.
De acuerdo con la Ley orgánica, el ente rector de la economía po-
pular y solidaria y del sector financiero popular y solidario es el Comité
Interinstitucional, que se integra por los ministros de Estado que se relacionen
con este sector, según lo determine el presidente de la República (art. 142). Se
prevé asimismo un Consejo Consultivo a través del cual los gobiernos autóno-
mos descentralizados, en el ámbito de sus competencias, y las personas y que
conforman el sector de la economía social y solidaria, participar en la gestión
del Comité mediante mecanismos de información y de consulta no vinculante
(art. 143). Este Consejo está integrado por nueve miembros, elegidos de la
siguiente forma: uno en representación de la Asociación de Municipalidades
del Ecuador; uno en representación del Consorcio de Gobiernos Provinciales;
uno en representación del Consejo Nacional de Gobiernos Parroquiales del
Ecuador; y seis en representación de las organizaciones de la economía social
y solidaria, nombrados así: uno en representación de las federaciones de las
unidades económicas populares, tres en representación de las federaciones
de los sectores comunitario, asociativo y cooperativista; y dos en representa-
ción del sector financiero popular y solidario (art. 142 del Reglamento).
La regulación de la economía popular y solidaria y del financiero popular
y solidario es potestad de la función ejecutiva, que la ejerce de la siguiente ma-
nera: la regulación de la economía popular y solidaria a través del Ministerio
de Coordinación de Desarrollo Social, y la regulación del sector financiero
popular y solidario a cargo de la Junta de Regulación (arts. 144 de la Ley y 148
del Reglamento).
Mediante el Decreto Ejecutivo núm. 1668, de 7 de abril de 2009, el presiden-
te Rafael Correa (2007-2017) creó el Instituto Nacional de Economía Popular y
Solidaria (IEPS), adscrito al Ministerio de Inclusión Económica y Social, con ju-
risdicción nacional, personalidad jurídica propia e independencia técnica, ad-
ministrativa y financiera 28. Su cometido es fomentar y promover a las personas y
organizaciones sujetas a la Ley Orgánica de la Economía Popular y Solidaria, en
el contexto del sistema económico social y solidario previsto en la Constitución
de la República y consistente con el Plan Nacional de Desarrollo, con sujeción a

27
El Título V de la ley desglosa en qué consiste el fomento (capítulo I), la promoción
(capítulo II) y los incentivos (capítulo III) del sector.
28
https://www.economiasolidaria.gob.ec/ [fecha de consulta: 1 de marzo de 2023].
306 Jaime Alcalde Silva

las políticas dictadas por el Comité Interinstitucional. Por su parte, el control de


la economía popular y solidaria y del sector financiero popular y solidario está
a cargo de la Superintendencia de Economía Popular y Solidaria, que se crea
como organismo técnico, con jurisdicción nacional, personalidad jurídica de
derecho público, patrimonio propio y autonomía administrativa y financiera y
con jurisdicción coactiva (art. 146 de la Ley).

2.7. México

Las cooperativas se encuentran reguladas en México por la Ley general


de sociedades cooperativas 29. Sin embargo, ellas son parte asimismo de las for-
mas de organización comprendidas en el sector social de la economía (art. 4°)
al que se refiere el párrafo 8° del artículo 25 de la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos, que se encuentra regulado por la Ley de la econo-
mía social y solidaria 30. Dicha ley ordena la creación del Instituto Nacional de
la Economía Social (INAES) como un órgano desconcentrado de la Secretaría
de Bienestar (art. 13) 31. Su regulación se complementa con el Acuerdo de or-
ganización y funcionamiento del Instituto Nacional de la Economía Social,
expedido por dicha Secretaría el 18 de mayo de 2018 32.
El INAES tiene como objeto instrumentar las políticas públicas de fomen-
to y desarrollo del sector social de la economía, con el fin de fortalecerlo y
consolidarlo como uno de los pilares de desarrollo económico y social del
país, a través de la participación, capacitación, investigación, difusión y apoyo
a los proyectos productivos que dentro de él se promuevan (art. 13) 33. Su es-
tructura se compone de un consejo consultivo; un director general, designa-
do y removido libremente por el presidente de la Federación a propuesta del
titular de la Secretaría, y las instancias, unidades administrativas y servidores
públicos necesarios para la consecución de su objeto (art. 16). Su financia-
miento depende de los recursos que se le asignen a través de la Secretaría
en el presupuesto nacional en consideración de las prioridades señaladas en
el Plan Nacional de Desarrollo, y de los subsidios, donaciones y legados que
reciba a través de la Secretaría de personas físicas o morales, públicas o priva-
das, nacionales o extranjeras, los cuales de ninguna manera pueden implicar
condiciones contrarias a su objeto (art. 15). Finalmente, y con miras a una
efectiva descentralización, se prevé que el Instituto cuente con delegaciones

29
Publica en el Diario Oficial de la Federación el 3 de agosto de 1994.
30
Publicada en el Diario Oficial de la Federación el 23 de mayo de 2012.
31
https://www.gob.mx/inaes/ [fecha de consulta: 1 de marzo de 2023].
32
Publicada en el Diario Oficial de la Federación el 31 de mayo de 2018.
33
El art. 14 desarrollo cuáles son las funciones del INAES.
Una mirada comparada a las instituciones públicas 307

en el país y que los delegados tengan las potestades necesarias para llevar a
cabo su misión (art. 19).
El Consejo Consultivo es un órgano de participación ciudadana y confor-
mación plural, cuyo objetivo es el análisis y propuesta de acciones que incidan
en el cumplimiento del Programa de Fomento a la Economía Social (art. 21).
Se rige por los términos del Acuerdo antes mencionado y por su normativa
interna (art. 22). Debe sesionar por lo menos cada seis meses y adoptar sus
acuerdos, recomendaciones y resoluciones por voto de mayoría (art. 23). Está
integrado por (i) un presidente, cargo que corresponde al director general
del INAE; (ii) un secretario ejecutivo que designará éste, y (iii) los consejeros
invitados por el Instituto (entre 15 y 30), que deberán ser personas reconoci-
das por sus aportaciones al sector de la economía social, pudiendo recaer el
nombramiento en representantes de organismos del sector, del ámbito acadé-
mico, científico, profesional, empresarial, del poder legislativo o de organis-
mos internacionales vinculados con el tema (art. 25).

2.8. Paraguay

Las cooperativas están tratadas en la Ley 438/94, que se reglamenta por


el Decreto 14.052/96. El art. 109 declara a las cooperativas como entidades
de interés social, necesarias para el desarrollo económico y social del país,
encomendando al Estado que fomente su difusión y proteja su funcionamien-
to. Entre otras medidas, esto se traduce en la obligación del Ministerio de
Educación y Culto, en coordinación con la autoridad de aplicación y el sector
cooperativo, de elaborar los programas curriculares de nivel primario y secun-
dario en que incorporen progresivamente la enseñanza y la práctica del coo-
perativismo (art. 110), y en que el Estado ha de procurar la asistencia técnica,
crediticia y exenciones tributarias que la ley señale (art. 111).
La autoridad de aplicación de la legislación cooperativa es el Instituto
Nacional de Cooperativismo (INCOOP), como organismo especializado del
Ministerio de Agricultura y Ganadería y alcance nacional 34. Sus facultades son
de supervisión y fomento, y se encuentran establecidas en la Ley 2157/03, que
regula el funcionamiento del Instituto Nacional de Cooperativismo y estable-
ce su Carta Orgánica (arts. 4° y 5°). De manera encarecida, el Instituto debe
prestar apoyo técnico a los sectores menos desarrollados del sector coopera-
tivo, considerando prioritariamente las limitaciones socioeconómicas de los
socios, las necesidades de la región a que responden los respectivos proyectos,
así como la gravitación sectorial de éstos (art. 119 de la Ley 438/94).

34
http://www.incoop.gov.py/ [fecha de consulta: 1 de marzo de 2023].
308 Jaime Alcalde Silva

La estructura interna del INCOOP contempla consejo directivo con un


presidente, cuatro miembros titulares y cuatro suplentes. El presidente es ele-
gido por el Poder Ejecutivo de una terna elaborada en la Asamblea General de
Cooperativas, mientras que los miembros titulares con sus respectivos suplen-
tes son designados por las asambleas sectoriales de las cooperativas, uno por
cada sector o actividades siguientes: por las confederaciones legalmente reco-
nocidas, por las cooperativas agropecuarias, por las cooperativas de ahorro y
crédito y por los demás tipos de cooperativas (art. 6° de la Ley 2157/03) 35.
El patrimonio del INCOOP está compuesto de los bienes que a la fecha
de publicación de la Ley 2157/03 tenía en posesión y de los recursos que su-
ministran las asignaciones previstas en el presupuesto general de la nación; de
aquellas contempladas en leyes especiales; de los legados, donaciones y otras
liberalidades que reciba; de las recaudaciones derivadas de la prestación de
sus servicios; de las recaudaciones anuales obligatorias a ser percibidas de las
cooperativas; de los fondos provenientes de convenios, acuerdos o contratos
celebrados con entidades nacionales o internacionales, públicas o privadas,
y de las multas por infracciones a la legislación cooperativa (arts. 24 y 25 de
dicha ley).

2.9. Perú

La Ley general de cooperativas del Perú fue aprobada por el Decreto


Legislativo núm. 85, de 20 de mayo de 1981, cuya versión actual se recoge en
el Texto Único Ordenado aprobado por Decreto Supremo núm. 074-90-TR,
de 14 de diciembre de 1990.
En dicha ley se señalaba que el órgano estatal de promoción y supervi-
sión nacional del sector cooperativo era el Instituto Nacional de Cooperativas
(INCOOP), una institución pública descentralizada del Ministerio de Trabajo
Promoción Social, con personería jurídica de derecho público y con autono-
mía técnica y administrativa, que tenía el deber de proponer la política coope-
rativista del Estado y normar la fiscalización del sector, así como de fiscalizar
las organizaciones cooperativas de nivel nacional, con las atribuciones que
le eran inherentes según la ley (art. 86). Sin embargo, el Decreto ley núm.
25.879, de 24 de noviembre de 1992, declaró en disolución y liquidación al
INCOOP, sin que haya sido reemplazado por otro organismo público, con ex-

35
La Ley 438/94 preveía también un consejo consultivo ad honorem en el que estaban
representados los ministerios y otros organismos oficiales vinculados con las actividades que
realizan las cooperativas, así como las organizaciones más representativas del movimiento
cooperativo de conformidad con la reglamentación respectiva (art. 123, hoy derogado). La Ley
2157/03 no contempla su existencia.
Una mirada comparada a las instituciones públicas 309

cepción de la supervisión relativa a las cooperativas de ahorro y crédito que se


referirá a continuación y las competencias conferidas a los gobiernos regiona-
les sobre las cooperativas que desarrollen actividad económica y sobre las de
cualquier otro tipo empresarial, para supervisarlas, controlarlas y asesorarlas
en cuanto se refiere a sus actividades de producción o de servicios, con suje-
ción a las normas generales aplicables a otras empresas de fines similares (art.
96 de la Ley general de cooperativas).
La situación de las cooperativas de ahorro y crédito fue compleja y se ex-
plica por la estatización de la banca y la grave crisis económica que atraviesa
el Perú entre fines de la década de 1980 y comienzos de la década siguiente
(Campos Bustamante y Campos García, 2008: 229). En su origen, la Ley ge-
neral de cooperativas confería a la Superintendencia de Banca y Seguros la
supervisión de las cooperativas de ahorro y crédito que, además de servir a sus
socios, operasen con fondos del público, así como sobre las centrales coope-
rativas y el Instituto Nacional de Financiamiento Cooperativo (INFICOOP)
(art. 96) 36. Esta competencia no llegó a hacerse efectiva, porque el Decreto
ley núm. 26.091, de 26 de diciembre de 1992, dejó en suspenso el párrafo
segundo del art. 96 de la Ley general de cooperativas por el lapso de un año
(art. 1°), ordenó la creación del Registro Oficial de Cooperativas de Ahorro y
Crédito a cargo de la Superintendencia de Banca y Seguros (art. 6°) y confió
a la Federación Nacional de Cooperativas de Ahorro y Crédito del Perú la
supervisión de esta clase de entidades (art. 12), la cual a su vez quedó bajo la
supervisión y control de la referida Superintendencia (art. 13) 37. Esta super-
visión concluyó con la Ley 30.822, de 19 de julio de 2018, a través de la cual
se modificó la Ley 26.702, Ley General del Sistema Financiero y del sistema
de seguros y orgánica de la Superintendencia de Banca y Seguros, y otras nor-
mas concordantes, respecto de la regulación y supervisión de las cooperativas
de ahorro y crédito, que quedó confiada a la Superintendencia Adjunta de
Cooperativas dependiente de dicha Superintendencia (nueva vigésimo cuarta
disposición final y complementaria de la Ley 26.702) 38.

36
El Estatuto del Instituto Nacional de Financiamiento Cooperativo fue aprobado por
la Resolución ministerial 027-91-TR, de 13 de febrero de 1991.
37
La Federación Nacional de Cooperativas de Ahorro y Crédito del Perú (FENACREP)
es una organización sin fines de lucro, fundada el 10 de abril de 1959, que agrupa a las
principales cooperativas de ahorro y crédito del país. Véase https://fenacrep.org/ [fecha de
consulta: 1 de marzo de 2023].
38
Ley 27.328, de 24 de julio de 2000, incorporó a las Administradoras Privadas de
Fondos de Pensiones (AFP) al control y supervisión de la Superintendencia de Banca y Seguros,
que cambió su nombre para incluirlas. Véase https://www.sbs.gob.pe/ [fecha de consulta: 1 de
marzo de 2023].
310 Jaime Alcalde Silva

La Ley 29.271, de 21 de octubre de 2008, estableció que el Ministerio de la


Producción (PRODUCE) es el sector competente en materia de promoción y
desarrollo de cooperativas. Esto significa que dicho ministerio formula, aprue-
ba y ejecuta las políticas de alcance nacional para el fomento y promoción de
las cooperativas como empresas que promueven el desarrollo económico y
social, pudiendo con ese fin dictar normas de alcance nacional y supervisar su
cumplimiento (art. 2°) 39.

2.10. Uruguay

La regulación general de funcionamiento del sistema cooperativo uru-


guayo se encuentra en la Ley 18.407 40, que se encuentra reglamentada por
el Decreto núm. 183/018 41. Conforme a ella, es tarea primordial del Estado
la aprobación de políticas públicas orientadas al sector cooperativo y de la
economía social en general, facilitar el acceso a fuentes de financiamiento
públicas y privadas y brindar el apoyo de sus diferentes Ministerios y áreas en
todo programa que sea compatible con los contenidos en los planes de desa-
rrollo cooperativo (art. 185). La proposición, asesoramiento y ejecución de
la política nacional del cooperativismo está confiada al Instituto Nacional del
Cooperativismo (INACOOP), que tiene el carácter de una persona jurídica
de derecho público no estatal y se vincula con el Poder Ejecutivo a través del
Ministerio del Trabajo y Seguridad Social (arts. 186 y 189) 42. Su cometido es la
promoción del desarrollo económico, social y cultural del sector cooperativo
y su inserción en el desarrollo del país (art. 187) 43. El INACOOP está someti-
do al control de la Auditoría Interna de la Nación y del Tribunal de Cuentas
(art. 190). En paralelo se contempla que la fiscalización de las cooperativas
está a cargo de la misma Auditoría Interna de la Nación, excepto respecto de
las cooperativas sociales que son controladas por el Ministerio de Desarrollo
Social y de las cooperativas de vivienda confiadas al control del Ministerio de
Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente (art. 211).
Los órganos del INACOOP son el Directorio, la Dirección Ejecutiva,
el Consejo Consultivo del Cooperativismo y la Junta Directiva del FONDES
INACOOP (art. 193). El Directorio está integrado por tres delegados del
Poder Ejecutivo, uno de los cuales actúa en calidad de presidente y otro en ca-

39
https://www.gob.pe/produce [fecha de consulta: 1 de marzo de 2023].
40
Publicada en el Diario Oficial el 14 de diciembre de 2008.
41
Publicada en el Diario Oficial el 27 de junio de 2018.
42
https://www.inacoop.org.uy/ [fecha de consulta: 1 de marzo de 2023].
43
El art. 187 señala a continuación las funciones concretas mediante las cuales se
concreta esta finalidad.
Una mirada comparada a las instituciones públicas 311

lidad de vicepresidente, y dos delegados del sector cooperativo a propuesta de


la Confederación Uruguaya de Entidades Cooperativas (CUDECOOP) (art.
194). La Dirección Ejecutiva se encarga de ejecutar los planes, programas y re-
soluciones aprobados por el Directorio; de realizar todas las tareas inherentes
a la administración del personal y a la organización interna del INACOOP; de
promover el establecimiento de relaciones con entidades nacionales e inter-
nacionales, a fin de facilitar el cumplimiento de los cometidos del Instituto,
y de promover el fortalecimiento de la cooperación técnica internacional
(art. 199). El Consejo Consultivo del Cooperativismo estará integrado por re-
presentantes, de carácter honorario, de cada una de las clases de coopera-
tivas previstas en la ley, además de dos representantes de la Universidad de
la República y dos de la Administración Nacional de Educación Pública (art.
200) 44. Su función es asesorar en la elaboración del Reglamento General del
Instituto, de los planes y programas y en todo aquello que el Directorio le soli-
cite, así como opinar en toda otra cuestión relacionada con el cooperativismo
y la economía social cuando lo estime conveniente y en la reglamentación de
su propio funcionamiento (art. 201).
El INACOOP se financia con recursos provenientes de los ingresos prove-
nientes de la prestación coactiva anual destinada a la promoción, desarrollo
y educación cooperativa; las partidas presupuestales que se le asignen en las
leyes correspondientes; los provenientes de la cooperación internacional; las
donaciones, legados u otros recursos análogos que se reciban; la totalidad de
ingresos que obtenga por la prestación de sus servicios y cualquier otro finan-
ciamiento que reciba para cumplir con los programas de su competencia, y el
remanente de la liquidación de entidades cooperativas (art. 202). El Instituto
administra también el Fondo Rotatorio Especial (FRECOOP), que está des-
tinado al apoyo financiero para el desarrollo de cooperativas, cualquiera sea
su clase y grado, mediante la asistencia directa, la cofinanciación con otras
instituciones o la participación en el desarrollo de instrumentos financiero
(art. 209), y el Fondo de Fomento del Cooperativismo (FOMCOOP), cuya
finalidad es el financiamiento de proyectos de actividades de formación, capa-
citación, promoción y difusión de los principios y valores del cooperativismo
y de gestión de entidades cooperativas (art. 210). Le corresponde igualmente
una de las partes en que se divide el Fondo de Desarrollo (FONDES) creado
por la Ley 19.337 45 y reglamentado por el Decreto núm. 159/016 46, que está
destinado a promover los proyectos de gestión empresarial vinculados a la sos-
tenibilidad y la responsabilidad social empresarial.

44
Fundada en 1849, la Universidad de la República es la única de carácter estatal en el
país.
45
Publicada en el Diario Oficial el 1 de otubre de 2015.
46
Publicada en el Diario Oficial el 8 de junio de 2016.
312 Jaime Alcalde Silva

Cabe agregar que Uruguay cuenta asimismo con una Ley de economía
social y solidaria (Ley 19.848 47), que declara de interés general a las diversas
expresiones de la economía social y solidaria por su contribución al desarro-
llo sustentable, la participación democrática, la equitativa distribución de la
riqueza y la inclusión económica y social, siendo tarea del Estado garantizar el
desarrollo, el fortalecimiento y la autonomía de todas las formas organizativas
de dicho sector (art. 5°). En ese sentido, el Estado debe garantizar y promover
la constitución, el libre desarrollo, el fortalecimiento y la autonomía de las en-
tidades de la economía social y solidaria, en todas sus expresiones económicas
y sociales (art. 7°). Entre esas entidades se incluyen las cooperativas (art. 6°), y
se confiere al INACOOP la calidad de organismo impulsor de las políticas pú-
blicas relacionadas con la promoción, formación, acompañamiento y finan-
ciamiento de los proyectos de economía social y solidaria (art. 11) 48. Se crea el
Consejo Consultivo de la Economía Social y Solidaria (CESyS), que tiene inte-
gración pública y de miembros provenientes del sector (art. 13), como un ór-
gano de consulta del INACOOP en todas aquellas materias que digan relación
con las políticas, estrategias, planes, programas y proyectos de promoción y
fortalecimiento de dicha área del quehacer económico (art. 14).

2.11. Colofón: una valoración comparativa

La revisión de los diez ordenamientos que se vienen de analizar mues-


tra un panorama heterogéneo respecto del fomento del sector cooperativo
dentro del contexto hispanoamericano. En algunos de ellos existe un trata-
miento general de la economía social y solidaria, mientras que en otros sólo
se abordan las cooperativas. También hay disparidad en cuanto a la densidad
normativa, pues hay países donde la institucionalidad pública se encuentra
apenas referida, en tanto otros tienen textos separados para regular el régi-
men de las cooperativas y los organismos públicos y los fondos disponibles
para su incentivo. Se observa asimismo dos tipos de modelos: uno que reú-
ne en un solo organismo el control y la promoción y otro que separa ambas
funciones en entidades distintas. Donde parece haber una coincidencia casi
general es en la presencia de consejos, sea como órganos de gobierno del
respectivo instituto, sea con finalidades consultivas para guiar las políticas en
torno al sector. Además, si se recurre al estudio empírico dirigido por Felipe
Correa, que concluye que la presencia cooperativa aumenta ahí donde existe
una institucionalidad de fomento robusta, el mensaje es claro: se ha de tender
hacia la creación de organismos colegiados de fomento, que no comprendan

47
Publicada en el Diario Oficial el 8 de enero de 2020.
48
Las competencias y cometidos específicos están enumerados en el art. 12.
Una mirada comparada a las instituciones públicas 313

la supervisión, y que asuman que el desarrollo cooperativo, por sus valores y


principios, es un asunto de primera prioridad, incluso si no existe mandato
constitucional o legal expreso.

3. CONCLUSIONES

El propósito de estas notas escritas en homenaje del profesor Dante


Cracogna, insigne maestro del derecho cooperativo hispanoamericano, ha
sido revisar la situación de la institucionalidad pública de fomento para dicho
sector en diez países del continente. Sobre la materia ya existía trabajo adelan-
tado gracias a la investigación coordinada por Felipe Correa para la CEPAL y
Cooperativas para las Américas. Ahí se había analizado el estado de la materia
en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, México y Uruguay.
Aquí se ha agregado Paraguay y Perú como ordenamientos de comparación.
La impronta que se ha dado a la exposición de los países seleccionados ha
sido descriptiva, lo que no ha impedido esbozar como cierre una valoración
de las líneas orientadoras que subyacen en los sistemas jurídicos considerados.
Por cierto, el fomento de la economía social y solidaria en general o del
sector cooperativo en particular encuentra su fundamento en el valor aña-
dido que ellos aportan a la sociedad, de suerte que no es necesario que exis-
ta un mandato constitucional o legal explícito. Basta con tener en cuenta el
principio de subsidiaridad, correctamente entendido de acuerdo con sus dos
dimensiones, para sostener que el Estado tiene el deber de promover y fomen-
tar esta clase de organizaciones. Esto supone contar con una institucionalidad
adecuada, además de disponer de recursos que permitan que las entidades
puedan por sí alcanzar sus fines propios.
La institucionalidad de fomento del sector cooperativo debe comprender
un órgano público encargado, de preferencia separado de aquel que se encar-
ga del control y supervisión de dichas entidades, que bien puede no existir.
Su estructura debe considerar la existencia de un consejo que incorpore par-
ticipación pública y privada, donde se decidan los lineamientos para el sector
y se examinen las reformas legales. En paralelo han existir fondos fácilmente
asequibles y políticas públicas destinadas a visibilizar las cooperativas y promo-
ver su empleo.
314 Jaime Alcalde Silva

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CAPÍTULO 17
La realización de cooperativas transfronterizas en el
Mercosur: el siguiente paso en un legado

Leonardo Rafael de Souza


Candidato a Doctor
Pontificia Universidad Católica de Paraná

Sumario: 1. Introducción. 2. El legado de Dante Cracogna en la integración del


Derecho Cooperativo en América Latina. 3. Historia y contextualización de
la integración del Derecho Cooperativo en el Mercosur. 4. Del Estatuto de las
Cooperativas del Mercosur al siguiente paso: la implementación efectiva de
las cooperativas transfronterizas. 5. Conclusión. 6. Bibliografía.

1. INTRODUCCIÓN

En nuestra vida académica, creo que uno de los mayores honores que po-
demos tener es vivir y compartir la amistad de nuestros Maestros. Esto ocurre
porque las afinidades teóricas no son más que la consecuencia natural de una
afinidad afectiva, en general porque compartimos valores, cosmovisiones, for-
mas de vida, etc. Digo esto porque es esta afinidad la que me acerca al Profesor
Dante Cracogna y algunos otros Maestros como Hagen Henrÿ y Carlos Vargas
Vasserot, organizadores de este trabajo.
La primera vez que estuve personalmente con el profesor Dante Cracogna,
en 2015, en Río de Janeiro, recuerdo haber pensado en la alegría de escuchar
y ver a ese profesor con el que tanto conversaba en la soledad de mis reflexio-
nes académicas. Sus palabras parecían dirigidas a mí. Al final del evento, una
breve presentación y agradecimiento por las enseñanzas.
318 Leonardo Rafael de Souza

Al año siguiente, me atreví a enviarle un correo electrónico para invitar-


lo a dar la conferencia magistral de lanzamiento de la Comisión de Derecho
Cooperativo del Colegio de Abogados de Santa Catarina (Brasil). Consciente
de la importancia de esta iniciativa, la respuesta no solo fue inmediatamente
positiva, sino que se mostró dispuesto a disfrutar con nosotros en Florianópolis.
Desde entonces, lo que me ha dado la amistad y la proximidad con el
profesor Dante Cracogna en tantos lugares de nuestro continente y en tan
poco tiempo fue la comprensión de que su legado no es más que la justa
respuesta de una vida dedicada a la construcción del Derecho Cooperativo,
pensada siempre a través de la generosa integración de investigadores y de
su fuerte conciencia colectiva e institucional acerca del movimiento coope-
rativo latinoamericano. Por ello, al ser invitado a participar de este trabajo
colectivo en honor al profesor Dante Cracogna, no pude hacer otra cosa
que repasar sus importantes aportes jurídicos y teóricos a América Latina
sin dejar de proponer un siguiente paso, como nuestro conductor en sus
interacciones.
Por ello, el presente trabajo descriptivo, por el método bibliográfico y
documental, se inicia con una importante y justa revisión histórica del lega-
do del profesor Dante Cracogna en la integración del Derecho Cooperativo
en América Latina. Repasando algunos de sus textos y los documentos oficia-
les disponibles, nos proponemos demostrar cómo el desarrollo del Derecho
Cooperativo Latinoamericano está íntimamente ligado a las ideas e iniciativas
del profesor Dante desde el Congreso de Mérida de 1969 hasta la revisión de
la Ley Marco para las Cooperativas de América Latina. En un segundo paso,
nos dedicamos a mostrar cómo su experiencia y su espíritu de cooperación e
integración regional fueron fundamentales en la construcción de un Derecho
Cooperativo en el Mercosur aún vigente y necesario para la integración so-
cioeconómica del Bloque.
Al final, el trabajo se dedica a comprender las razones por las cuales la
efectividad del Estatuto de las Cooperativas del Mercosur ha fracasado en los úl-
timos años dentro del contexto político de los Estados Parte, proponiendo
entonces -y desde las mismas premisas inicialmente reflejadas por el profesor
Dante Cracogna- la integración del citado Estatuto a las nuevas demandas so-
ciales y económicas de las regiones fronterizas del Mercosur. Para nosotros,
será a través de la acción jurídico-cooperativa, como enseña el profesor Dante
Cracogna, que llegaremos a la verdadera Ciudadanía del Mercosur, como pro-
pone el más reciente documento del Bloque.
La realización de cooperativas transfronterizas en el Mercosur 319

2. EL LEGADO DE DANTE CRACOGNA EN LA INTEGRACIÓN DEL


DERECHO COOPERATIVO EN AMÉRICA LATINA

Como acertadamente señala Henrÿ (2013: 9-10), la evolución del Derecho


Cooperativo se puede dividir en dos fases diferenciadas que tienen su punto
de inflexión en la década de 1970. Tras la fase inicial de afirmación de las es-
pecificidades de las cooperativas en relación con otras sociedades de capital,
iniciada a mediados del siglo XIX tras el surgimiento de las primeras iniciati-
vas cooperativas, la segunda fase está marcada por un proceso inverso de revi-
sión y adecuación de sus estructurales económicas y legales, proceso que tam-
bién consideró la elaboración de una Ley de Cooperativas armonizada por las
distintas organizaciones regionales.
A pesar de las particularidades regionales y de la realidad del movimien-
to cooperativo en diferentes contextos históricos, es incuestionable que el
Derecho Cooperativo contemporáneo pasa por los aportes teóricos, prácticos
e institucionales de Dante Cracogna, profesor y abogado argentino que, cons-
ciente de su latinidad, siempre ha atravesado fronteras de su país para cons-
truir un cooperativismo con rostro propio y cuya evolución jurídica no esté
desvinculada de las raíces étnicas y culturales de América Latina y de lo que
estoy de acuerdo en llamar cooperativismo de habla hispana.
En este sentido, las producciones académicas y las actividades profesio-
nales del profesor Dante Cracogna a lo largo de casi sesenta años no sólo son
testigos de importantes hitos históricos para el movimiento cooperativo mun-
dial, sino también y principalmente son parte fundante, integrante e influ-
yente hasta el día de hoy del Derecho Cooperativo aún en desarrollo, pero ac-
tualmente en tensión entre la confirmación de la identidad cooperativa en los
diferentes contextos legales y las presiones del mercado que desnaturalizan el
hacer cooperativo y su regulación.
Es por esto por lo que, en la realidad de casi todos los países de América
Latina, y en consecuencia del Mercosur, la presencia del profesor Dante
Cracogna está íntimamente ligada a la evolución normativa del cooperativis-
mo en la región, en ocasiones a partir de la profundización de los estudios
sobre el acto cooperativo y su inserción en sus diversas legislaciones, en otras
actuando en la integración de una ley marco que entendiera las peculiarida-
des de América Latina.
Como el propio profesor Dante destaca en una reciente reseña históri-
ca, tras una regulación inicialmente basada en las experiencias asociativas y
cooperativas traídas, en esencia, por los inmigrantes europeos y cuya caracte-
rística era una teoría jurídica que no se ocupaba específicamente de la natu-
raleza de las cooperativas, el Derecho Cooperativo Latinoamericano comenzó
320 Leonardo Rafael de Souza

a construir su propia y genuina teoría jurídica de la cooperación a partir de


la década de 1950, notablemente con el surgimiento de institutos y cátedras
universitarias e importantes autores como Salinas Puente, de México, y Jaime
Daly Guevara, de Venezuela, quienes discutieron inicialmente el tema del acto
cooperativo, y Waldírio Bulgarelli, en Brasil, quien abordó la naturaleza ju-
rídica de las sociedades cooperativas, entre muchos otros (Cracogna, 2019:
56-57).
En la contemporaneidad de estos precursores latinoamericanos, el le-
gado de Dante Cracogna comienza con su participación activa en lo que el
propio profesor llamó “[u]n acontecimiento que marcó en forma decisiva el
desarrollo del Derecho Cooperativo en América Latina”: el Primer Congreso
Continental, realizado en noviembre de 1969 en la Universidad de Los Andes,
Mérida, Venezuela. Con ponencias y debates centrados en la naturaleza mis-
ma del derecho cooperativo y del acto cooperativo, las conclusiones del con-
greso dieron como resultado la Carta de Mérida, documento “que sentó las
bases de la teoría del acto cooperativo (...). Es decir, comienza por afirmar la
naturaleza original de la cooperación como hecho social diferente de otros
y, por lo tanto, acreedor a un tratamiento jurídico propio.” (Cracogna, 2019:
58).
Pero además de sentar las bases fundamentales de un Derecho Cooperativo
Latinoamericano que tenga en los estudios del acto cooperativo su identidad
teórica y de integración académica e institucional de la región, el Primer
Congreso Continental de Derecho Cooperativo también estuvo marcado por
iniciar marcos jurídicos que reconocía el régimen jurídico propio de las coo-
perativas, acercándolo definitivamente a los preceptos de Rochdale entonces
recién revisados por el Congreso de la Alianza Cooperativa Internacional en
Viena, en 1966 (Bulgarelli, 1973: 133-165). En la práctica, por tanto, lo que el
profesor Dante Cracogna presenció en Mérida fue el nacimiento de las nue-
vas bases teóricas del Derecho Cooperativo vigente y que, con su intensa parti-
cipación, se plasmaron en la legislación cooperativa del Continente.
Sin menospreciar también su importante aporte académico a la Teoría
del Derecho 1, lo que se ha visto desde Mérida hasta hoy es la participación
siempre técnica, calificada y orientadora del profesor Dante Cracogna en los
procesos cíclicos de desarrollo de los marcos legales del movimiento coope-
rativo en América Latina. Es decir, ya sea por sus actividades institucionales
desde la Organización de Cooperativas de América (OCA) hasta la Alianza
Cooperativa Internacional (ACI) en sus niveles regional y global; ya sea or-
ganizando y presidiendo los demás Congresos Continentales de Derecho

1
Por ejemplo: Cracogna 1986, Cracogna 1996, Cracogna, 1998.
La realización de cooperativas transfronterizas en el Mercosur 321

Cooperativo que ya se han realizado, o simplemente participando en los di-


versos eventos jurídicos que se realizan en el Continente; ya sea impartiendo
clases en la Universidad de Buenos Aires y en otras universidades, lo concreto
es que el Derecho Cooperativo en la región, en los últimos 50 años, considera
necesariamente las enseñanzas de Dante Cracogna.
Sin embargo, este artículo se centra en su legado normativo, consecuen-
cia de su insistente debate entre la teoría y la aplicabilidad práctica a través
de una legislación que reconoce la virtud jurídica de la actividad cooperativa.
Pero más allá de los aportes de Dante Cracogna a los marcos normativos de
los más diversos países latinoamericanos, este homenaje considera y analiza
propositivamente el legado de su efectiva y decisiva participación en proyectos
de integración encaminados “al progreso del Derecho Cooperativo regional,
facilitando a la vez la tarea de los legisladores nacionales, sin la pretensión de
imponer una receta de carácter general” (Cracogna, 2019: 65).
Esto se debe a que, como destaca Hagen Henrÿ (2013: 46-47), además
de que el desarrollo de la legislación cooperativa en cada país es fundamental
para que una política cooperativa funcione de manera efectiva, su coopera-
ción e integración internacional es igualmente importante para un proceso
constante de información y comunicación que integre a estos países en torno
a un proyecto común y cooperativo, aun a riesgo de la estandarización jurídi-
ca. Y en este sentido, el propio Dante Cracogna (2019: 65) reconoce que la
integración internacional pasa por el proceso de la información y la comu-
nicación cuando dice que se traduce no solo en el desarrollo de la doctrina
cooperativa, sino también en las revisiones y estudios posteriores en los países
integrados.
Dentro de lo que Hagen Henrÿ acordó denominar Derecho Público
Internacional Cooperativo -que también considera la construcción de un
derecho cooperativo unificado a través de una legislación uniforme, o Leyes
Marco-, el legado de integración internacional de Dante Cracogna radica en
su desempeño histórico, desde los organismos internacionales regionales de
representación y organización del movimiento cooperativo latinoamericano
(OCA y ACI Américas), a la construcción de normas de integración regional
que aún inspiran y desafían la legislación de la región.
Luego de las primeras legislaciones que siguieron a los aportes direc-
tos del Congreso de Mérida - con especial énfasis en las leyes cooperativas
de Brasil (Ley N.º 5.764/1971), Argentina (Ley N.º 20.337/1973) y Uruguay
(Ley N.º 15.645/1984) -, la segunda mitad de la década de 1980 estuvo marca-
da por un proceso de análisis de la situación de la legislación cooperativa en
América Latina, que aún no se había desarrollado plenamente en muchos de
sus países.
322 Leonardo Rafael de Souza

Es importante subrayar aquí que muchas de estas demandas fueron iden-


tificadas por las conclusiones de los Congresos Continentales de Derecho
Cooperativo de 1976 (Puerto Rico) y 1986 (Argentina) (Cracogna, 2009a:
4). Aún en 1986, con el apoyo fundamental de Dante Cracogna, la OCA y el
Instituto de Cooperación Iberoamericana (ICI) iniciaron un debate especiali-
zado entre expertos de diferentes países latinoamericanos y de España, reuni-
dos en Bolivia, no sólo para evaluar el desarrollo de la legislación cooperativa
en el continente, sino también para definir las bases para mejorar el Derecho
Cooperativo en la región. Como estrategia de trabajo se decidió redactar un
documento guía para la legislación cooperativa en la región, denominado
Bases para la elaboración de un Proyecto de Ley Marco para las cooperativas de América
Latina (Cracogna, 2009a: 3; Cracogna, 2013a: 167; Cracogna, 2019: 65).
Una consecuencia de la aprobación final del documento por el Congreso
de la OCA en 1988 (Bogotá, Colombia) fue su decisiva influencia en las nue-
vas leyes cooperativas en países como Colombia, Honduras, Paraguay, Puerto
Rico, México, Uruguay, Panamá, Nicaragua y Venezuela, además de repre-
sentar un nuevo impulso para el desarrollo de nuevos estudios de Derecho
Cooperativo en el Continente (Cracogna, 2013a: 167).
Sin embargo, con el avance del Derecho Cooperativo también a nivel
mundial, se hizo natural la necesidad de actualizar esta Ley Marco. La base
inicial de esta reflexión fue la aprobación de la Declaración sobre la Identidad
Cooperativa de la ACI en 1995, cuyas nuevas reflexiones acerca de los valores
y principios cooperativos llevaron a una revisión general de las bases jurídicas
del movimiento cooperativo. Además, las directrices de las Naciones Unidas
de 2001, destinadas a crear un entorno propicio para el desarrollo de las coo-
perativas 2, sumado a la Recomendación N.º 193/2002, de la Organización
Internacional del Trabajo (OIT), trajeron un nuevo marco normativo inter-
nacional que necesitaba de estudios e incorporación por la América Latina
(Cracogna, 2009a: 5; Hagen, 2013: 53-58).
Una vez más, la labor e influencia del profesor Dante Cracogna fue deci-
siva para coordinar, por designación del ICA Américas en 2007, una comisión
de especialistas 3 con el objetivo de actualizar la Ley Marco de 1988. Esta coor-
dinación consideró un nuevo ciclo de debates y trabajo con el movimiento
cooperativo latinoamericano, que culminó con la aprobación del nuevo docu-
mento Ley Marco para las Cooperativas de América Latina por parte del directorio

2
Ver documentos A/RES/54/123 y A/RES/56/114 (A/56/73-E/2001/68; Res/56).
3
Tal como lo explica ICA Américas (2009), el comité designado estuvo conformado
por “expertos de América Central y el Caribe (Roxana Sánchez Boza), Área Andina (Belisario
Guarín Torres) y Cono Sur (Dante Cracogna, quien actuó como coordinador), la cual trabajó
con la colaboración del Jefe del Servicio de Cooperativas de la OIT (Hagen Henry).”
La realización de cooperativas transfronterizas en el Mercosur 323

de ICA Américas en 2008 (Cracogna, 2019: 66). El reconocimiento definitivo


a esta labor se produjo en noviembre de 2012, con la aprobación por parte
del Parlamento Latinoamericano y Caribeño (Parlatino), de la Ley Modelo de
Cooperativas de América Latina y Caribe. En su Exposición de Motivos, se destacó
una vez más la coordinación del profesor Dante Cracogna (Parlatino, 2023).
Como se ve, los trabajos realizados durante décadas por el profesor Dante
Cracogna, que fueron decisivos para la integración del Derecho Cooperativo
latinoamericano, estuvieron marcados por repetidos debates con expertos de
otros países y regiones. Debido a este espíritu de colaboración, de compren-
sión de la complejidad y de los riesgos de uniformar los marcos legales, las
propuestas coordinadas por él siempre consideraron las complejidades de
América Latina, trayendo normas que realmente se preocuparon por com-
prender las diferentes realidades y madurez en relación con la actividad
cooperativa.
Prueba de ello se encuentra en la Exposición de Motivos de la Ley Modelo
para Cooperativas de América Latina y Caribe, en la que se aclara que esta ley no
pretende ser un modelo de imposición de normas jurídicas, sino una “orien-
tación acerca de los lineamientos e institutos fundamentales de la legislación
cooperativa, tal como surgen de la doctrina, de los estudios académicos y de la
experiencia más acreditada del derecho comparado (Parlatino, 2023, 2).
Esta propuesta de integración en la práctica demuestra que el objetivo del
trabajo realizado era “servir de orientación en la renovación de la legislación
cooperativa regional; (...) a disposición de los movimientos cooperativos y de
los legisladores nacionales como herramienta de trabajo” (Cracogna, 2009a:
7).

3. HISTORIA Y CONTEXTUALIZACIÓN DE LA INTEGRACIÓN DEL


DERECHO COOPERATIVO EN EL MERCOSUR

Sin perjuicio de todo el desarrollo del Derecho Cooperativo propuesto


en América Latina, la creación del Mercado Común del Sur (Mercosur) entre
Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, a través del Tratado de Asunción de
1991, trajo también al movimiento cooperativo de estos países nuevas pers-
pectivas para una amplia integración regional propia. Esto se debe a que,
como pondera Almeida (2011: 108), el establecimiento de un mercado co-
mún dependía de otras medidas antecedentes como el establecimiento de
tarifas y políticas comerciales comunes, además de la coordinación de políti-
cas macroeconómicas y sectoriales. Así, es natural que la integración de este
324 Leonardo Rafael de Souza

mercado común considere la estructuración de un movimiento cooperativo


transnacional.
Una de las primeras iniciativas del movimiento cooperativo para este nue-
vo escenario fue el Foro de Cooperativas del Mercosur, realizado en Santa
Fe, Argentina, en 1993, y cuyo tema central fue El proceso de integración y su
importancia para el Cooperativismo (Fontenla, 2017: 4). En este proceso no se
olvidó el art. 1 del Tratado de Asunción, que, entre otras disposiciones, pre-
veía el compromiso de los Estados Parte con la armonización de leyes en áreas
estratégicas para el fortalecimiento del proceso de integración. Esta percep-
ción también guio las perspectivas del Derecho Cooperativo, que nuevamente
encontró en el liderazgo e influencia del profesor Dante Cracogna el eje del
pensamiento cooperativo para el Mercosur. Un ejemplo de ello fue la reali-
zación del Primer Congreso de Legislación Cooperativa del Mercosur, en
Buenos Aires (1994), en el que se discutieron los fundamentos teóricos y las
posibles formas de integración normativa de una legislación cooperativa para
ese nuevo mercado común. (Cracogna, 2009b: 21).
Pero fue con el Protocolo de Ouro Preto, también en 1994, que el mo-
vimiento cooperativo de los Estados Partes empezó a ocupar efectivamente
espacios en las discusiones sobre el tema, según explica el propio profesor
Dante Cracogna. (2009b):
El Protocolo de Ouro Preto creó, juntamente con otros, un órgano de
consulta que es el único no formado por funcionarios de los gobiernos ni
por parlamentarios de los Estados Parte: el Foro Consultivo Económico y
Social. Se trata de un órgano de asesoramiento integrado por representantes
de la sociedad civil - en igual número por cada Estado Parte - que solamente
puede expedir recomendaciones dirigidas al órgano ejecutivo del Mercosur
(el Grupo Mercado Común).
El movimiento cooperativo de los diferentes países, consciente de la im-
portancia del proceso de integración regional y de la necesidad de tomar
parte activa en su desarrollo, procuró de inmediato su participación en este
órgano que estuvo inicialmente formado por representantes de organizacio-
nes sindicales de trabajadores y empleadores. Desde allí las cooperativas co-
menzaron a tener presencia activa en la estructura de integración y empezó
asimismo a ser reconocida su importancia en este terreno por los demás sec-
tores participantes y los gobiernos. (p. 19)
Una consecuencia de estos movimientos fue la recomendación, por par-
te del Foro Consultivo Económico y Social (FCES), para la creación de una
Reunión Especializada de Cooperativas (RECM), la cual fue formalizada
por el órgano superior del bloque, el Grupo Mercado Común (GMC), por
Resolución N.º 35/2001. Según el considerando de la propia Resolución,
La realización de cooperativas transfronterizas en el Mercosur 325

la creación de este Foro fue “destinado al análisis y al desarrollo de las


Cooperativas em el ámbito del MERCOSUR” (Mercosur, 2001).
Desde su formación hasta hoy, la RECM trabaja para promover el recono-
cimiento del cooperativismo como un sector diferenciado y decisivo para la
integración del Mercosur, haciéndolo a través de la interacción de los órganos
gubernamentales de los Estados Parte con las entidades privadas y de carácter
nacional del sector cooperativo de estos respectivos países. Mediante reunio-
nes semestrales y una Presidencia Pro-Témpore rotatoria, la RECM aún man-
tiene su objetivo inicial de desarrollar proyectos relacionados con la armo-
nización de aspectos legislativos y políticas públicas del Sector Cooperativo,
todo para la promoción y libertad de circulación e instalación de cooperativas
en la región (RECM, 2023).
También en la RECM, el desarrollo de sus objetivos pasa por la históri-
ca colaboración de Dante Cracogna como Responsable de Asuntos Legales de la
Secretaría Técnica del Foro y coordinador del grupo de trabajo que elaboró
el Estatuto de las Cooperativas del Mercosur. Además, como lo demuestran
los documentos históricos de la RECM (2023), sus aportes técnicos y su pro-
moción del debate entre expertos de los Estados Parte con los de otras partes
del mundo hicieron que el Foro actuara con eficacia en distintas demandas,
como las Declaraciones de la RECM sobre el Reconocimiento del Rol de las
Cooperativas en el Mercosur, sobre Cooperativas, Empleo y Trabajo Decente
y sobre el cumplimiento de la Recomendación N.º 193 de la OIT, entre otros.
Sin embargo, dentro de una perspectiva histórica, es importante enten-
der aquí que la creación de la RECM y otras iniciativas de integración fueron
parte de un período de consolidación de las estructuras del Mercosur estable-
cidas por el Protocolo de Ouro Preto.
En este período, entre 1991 y 2002, el objetivo políticamente pactado fue
incorporar a la agenda del Mercosur nuevos temas que surgían de acuerdo
con los contextos y presiones existentes, como los propuestos por el movi-
miento cooperativo. Pero esta elección estratégica derivó en una caracterís-
tica fundamental del Mercosur, que lo distingue, por ejemplo, de la Unión
Europea y que perdura hasta hoy: la opción por una institucionalidad mera-
mente intergubernamental (y no supranacional) que garantice la autonomía
de los gobiernos en relación con decisiones en Bloque, en la práctica esencial-
mente consultivas para la incorporación de demandas de los diversos sectores
de la comunidad regional (Mariano & Menezes, 2021: 156).
Para la RECM y la realidad de las cooperativas en el Mercosur, lo que se vio
fue que importantes iniciativas históricas para la integración del movimien-
to cooperativo de los Estados Parte no fueron más que simples sugerencias
326 Leonardo Rafael de Souza

institucionales que no siempre fueron absorbidas por la voluntad política de


sus respectivos gobiernos. Así, para el movimiento cooperativo, las respuestas
efectivas a las propuestas del Bloque también pasaron a depender de consen-
sos ligados primordialmente a los intereses particulares de sus presidentes, los
cuales, añaden Mariano & Menezes (2021: 159), estaban casi siempre sujetos a
las dinámicas políticas internas de sus países 4.
Esta característica del Mercosur, de dependencia exclusiva de la voluntad
política, incluso resultó contradictoria. Si, por un lado, fortaleció el dinamis-
mo de los procesos de apertura comercial nacional entre países, por otro, dejó
excesivamente dependientes las iniciativas sectoriales de unos pocos mecanis-
mos de cooperación, lo que llevó al Mercosur a una insistente sensibilidad
ante las crisis políticas y económicas que experimentan los países a lo largo de
tu historia reciente (Almeida, 2011: 109).
Por representar una clara ausencia de un proyecto supranacional común,
en sus poco más de 30 años el Mercosur ha estado dominado por expectativas
negativas que poco a poco debilitaron los incentivos para enfrentar proble-
mas estructurales. Sin embargo, la importancia de los beneficios comerciales
reales presentados a la región, y que verdaderamente fueron puestos en prác-
tica, ha justificado la continuidad del proyecto regional (Mariano & Menezes,
2021: 162), condición, por cierto, que quizás explique la continuidad de la
RECM incluso ante momentos coyunturales de crisis.
Comprender esta particular y contradictoria característica del Mercosur
no hace más que reforzar la importancia del profesor Dante Cracogna para el
Bloque porque su pragmatismo histórico, sumado a un insistente espíritu de
cooperación e integración, fue fundamental para la afirmación de una capaci-
dad regional de Derecho Cooperativo capaz de vivir con estas peculiaridades
sin dejar de proponer con firmeza las estructuras necesarias para la integra-
ción del mercado común también sobre una base cooperativa.
Demostración de esta capacidad fue su papel fundamental como coor-
dinador del grupo técnico que propuso, en abril de 2007, el Anteproyecto
de Estatuto Cooperativo del Mercosur. Cuando leímos la justificación de ese
documento, notamos las huellas digitales 5 de Dante Cracogna en un texto

4
Para demostrar esta afirmación, los mismos autores citan un estudio que establece
que sólo entre marzo de 1991 y febrero de 2004 se emitieron en el Mercosur 1.484 normas,
de las cuales 1.152 requirieron su internalización por los ordenamientos jurídicos nacionales.
Sin embargo, en el mismo período, solo se interiorizaron 558 normas, condición que aún hoy
dificulta la implementación de decisiones tomadas hace décadas a nivel regional.
5
Diz-se digitais porque a justificação apresentada em muito se alinha com as descrições
apresentadas pelo Professor Dante Cracogna em seus textos sobre o tema, como por exemplo
no Capítulo 5 (The Statute of Mercosul Cooperatives) do livro Internacional Handbook of
La realización de cooperativas transfronterizas en el Mercosur 327

que, además de describir bien la realidad jurídica de los Estados miembros,


subraya en sus respectivos contextos normativos los caminos posibles para la
integración del bloque. Y esto es tan cierto que la propuesta presentada fue
“procurar un marco legislativo común que posibilite el desarrollo integrado
de las cooperativas dentro del MERCOSUR viabilizando iniciativas transfron-
terizas que potencien el crecimiento cooperativo regional en beneficio de la
población de los Estados parte” (RECM, 2023).
Como se ve, la comprensión histórica del bloque y la sensibilidad de
Dante Cracogna con relación a las diversas demandas socioeconómicas comu-
nes surgidas de las distintas perspectivas vividas por el Mercosur llevaron a la
construcción de una regla capaz de promover una posibilidad realista de in-
tegración del cooperativismo en la región: el Estatuto de las Cooperativas del
Mercosur. Sin embargo, la insistencia de las contradicciones del Bloque aún
exige acciones prácticas que difundan integralmente un Derecho Cooperativo
regional pleno.

4. DEL ESTATUTO DE LAS COOPERATIVAS DEL MERCOSUR AL


SIGUIENTE PASO: LA IMPLEMENTACIÓN EFECTIVA DE LAS
COOPERATIVAS TRANSFRONTERIZAS

Sin olvidar las importantes recomendaciones y temas que enfrentó la


RECM a lo largo de su historia, nos parece claro que el mayor aporte de este
Foro en el proceso de integración regional del cooperativismo fue la cons-
trucción de las bases teóricas y consensos que llevaron a la aprobación de la
primera norma aprobada por el Parlasur: el Estatuto de las Cooperativas del
Mercosur.
Como ya se mencionó, esta iniciativa también contó con la participación
del profesor Dante Cracogna, quien integró y coordinó un grupo de parla-
mentarios y expertos en legislación cooperativa cuya tarea fue lograr la in-
tegración cooperativa del Mercosur a través de una norma común que re-
conociera la respectiva normativa vigente en cada país. Además, esta norma
tampoco tendría el propósito de crear parámetros y lineamientos para las revi-
siones y mejoras de las leyes vigentes en el Mercado Común, como se propone
en la Ley Marco para las cooperativas en América Latina. Su propuesta fue innova-
dora: crear un marco normativo “previsto para ser incorporado a cada una de
las legislaciones nacionales sobre cooperativas de los Estados Partes; es decir a

Cooperative Law (ver Cracogna, 2013b: 156-158), no qual descreve o processo de integração
que levou à construção do citado Estatuto.
328 Leonardo Rafael de Souza

la Ley 20.337 (1973) de Argentina; a la Ley 5764 (1971) de Brasil; a la Ley 438
(1994) de Paraguay y a la Ley 18.407 (2008) de Uruguay”, es decir, “habrá de
integrarse como una suerte de capítulo especial dentro de cada ley nacional
formando parte de ella” (Cracogna, 2009b: 22-24).
La solución encontrada y aprobada en 2009, después de casi tres años
de trabajo, fue proponer a las normas legales la caracterización de las
Cooperativas del Mercosur, cuya estructura también fue muy bien explicada
por Dante Cracogna (2009b):
[E]l Estatuto sólo contiene un reducido número de normas - las indis-
pensables para caracterizar a las Cooperativas del Mercosur - puesto que es-
tas cooperativas se regirán de manera integral por las disposiciones de las
respectivas leyes de cooperativas de cada Estado Parte. No se diferenciarán
del resto de las cooperativas argentinas, brasileñas, paraguayas o uruguayas
sino por su denominación social (en la que debe incorporarse la expresión
«Cooperativa del Mercosur») y las normas que sus estatutos deben incluir
para adecuarse a tal condición.
De tal suerte, no existirá sujeción a normativa comunitaria ni a un cuer-
po diferenciado de normas sino que todo el régimen estará contenido en la
misma ley nacional de cooperativas (p. 23-24).
Lo que se hizo para dar forma a la propuesta fue demostrar que la razón
que justifica la existencia de las Cooperativas del Mercosur es socioeconómica:
permitir que las cooperativas en cada Estado Parte puedan, desde el concepto
de cooperativas 6, prestar servicios no solo a los meros usuarios, sino también
para miembros nacionales de otros Estados. En la práctica, dice el Estatuto, es-
tas cooperativas deben estar domiciliadas en un Estado Parte, constituyéndose
así con base en la respectiva legislación local sobre cooperativas. La diferencia
entre las Cooperativas del Mercosur estaría únicamente en la disposición es-
tatutaria de permitir la incorporación de socios domiciliados en otros país del
Bloque (Cracogna, 2013b: 159).
Como se puede apreciar, el virtuosismo jurídico del Estatuto de las
Cooperativas del Mercosur radica en la capacidad de la norma para establecer
una forma común de integración que no sólo garantice la reciprocidad, sino
que respete jurídicamente las iniciativas cooperativas de cada país, garantizán-
dolas, sin embargo, la posibilidad de expansión social y comercial dentro del
bloque - la razón de ser de un mercado común capaz de promover también

6
Admitimos aqui o conceito de Cooperativa posto na Declaração Sobre a Identidade
Cooperativa da ACI, que é próximo dos conceitos legais apresentados nas leis dos Estados
Partes do Mercosul.
La realización de cooperativas transfronterizas en el Mercosur 329

una nueva ciudadanía del Mercosur. Así, se garantizó el posible y necesario


consenso político para la promulgación del Estatuto.
Resulta que a pesar de este importante avance para el cooperativismo y
para el Derecho Cooperativo en el Mercosur, el Estatuto de las Cooperativas
del Mercosur tampoco fue ajeno a la dinámica política de sus países miembros.
Aunque rápidamente aprobado por el Parlasur y difundido entre los mo-
vimientos cooperativos de la región, lo concreto es su inaplicabilidad hasta
aquí. Esto porque, luego de la aprobación por el Parlamento del Mercosur,
la tarea de cada Estado Parte sería incorporar las disposiciones del Estatuto
a la legislación cooperativa del país respectivo a través de su parlamento na-
cional, incluyendo un nuevo capítulo sobre Cooperativas del Mercosur. Sólo
Uruguay 7 cumplió esta tarea, sin embargo (Cracogna, 2013b: 164).
Es en este momento que el legado del Profesor Dante Cracogna para el
Derecho Cooperativo del Mercosur encuentra una encrucijada aún sin solu-
ción aparente: ¿cómo llevar a la práctica tan importante e integradora inicia-
tiva cooperativa si la estructuración jurídico-institucional de las Cooperativas
del Mercosur aún no se ha completado? Una primera respuesta obvia y co-
rrecta sería establecer el entorno político necesario en cada Estado Parte para
promover la plena incorporación del Estatuto en las leyes cooperativas en
vigor.
Sin embargo, más allá de comprender las razones del ambiente político
inadecuado, la propia historia del cooperativismo muestra que la evolución
del Derecho Cooperativo es también el resultado de acontecimientos e inicia-
tivas sociales de una determinada sociedad. Esto quiere decir que la realiza-
ción de las Cooperativas del Mercosur implica la correcta comprensión y con-
frontación de las realidades que podrán justificar, en la práctica, la creación
de cooperativas cuyos servicios respondan a las necesidades económicas, so-
ciales y culturales comunes de los ciudadanos de los diferentes Estados Parte.
El camino hacia esta comprensión ya ha sido señalado por el profesor
Dante Cracogna, que es enfrentar científica y empíricamente los problemas
compartidos por diferentes ciudadanos nacionales y que justifican una so-
lución transnacional cooperativa, como en las zonas fronterizas (Cracogna,
2013b: 159). Y en este caso, regiones totalmente integradas como las fronte-

7
Es importante reconocer que Brasil, a través de la Ordenanza del Ministerio de
Agricultura, Ganadería y Abastecimiento (MAPA) N° 1.395, de 21 de junio de 2017, entiende
que ha incorporado el Estatuto de las Cooperativas del Mercosur a su ordenamiento jurídico.
Sin embargo, entendemos que este acto delegado al Poder Ejecutivo no exime la importancia
de la incorporación de las Cooperativas del Mercosur a la Ley nº 5.764/1971, propuesta por la
RECM e igualmente defendida por el Profesor Dante Cracogna.
330 Leonardo Rafael de Souza

ras de Argentina con Uruguay, la intensa integración comercial entre Brasil y


Paraguay o las similitudes culturales de la pampa gaucha en el Cono Sur son
importantes unidades de análisis.
En otras palabras, fortalecer las Cooperativas del Mercosur no significa
sólo pensar en nuevos mercados comunes para las grandes cooperativas exis-
tentes, como ya se discutió, por ejemplo, en importantes cooperativas agrope-
cuarias de los países del Bloque. El tratamiento de los temas fronterizos desde
una perspectiva político-legislativa debe considerar que la integración en estas
regiones comienza, ante todo, con un proceso político, económico y social ca-
paz de fortalecer las relaciones de cooperación en las regiones contiguas. En
la práctica, dicen Oliveira Pessoa & Silveira de Souza (2021: 225), las fronteras
deben ser vistas esencialmente como espacios para la formación de nuevas de-
mandas comunes y la consecuente experimentación de soluciones.
Hay que reconocer que ya en 2005, en Comunicación para el Desarrollo
de Áreas o regiones de Frontera, la RECM presentó 9 propuestas para la for-
mulación de estrategias de desarrollo cooperativo en regiones fronterizas. Sin
embargo, lo concreto es que estas iniciativas no avanzaron a medidas prácticas
que se tradujeran en iniciativas reales de procesos de cooperación transfron-
teriza a través de cooperativas. Y esto sucedió quizás porque la misma RECM
reconoció en el referido documento que esta proposición tenía como uno de
sus fundamentos el cumplimiento de demandas de las cooperativas existentes
en el sentido de remover “las trabas legales y burocráticas para poder comer-
cializar o brindar servicios entre cooperativas o de éstas con agentes privados
del otro lado de la frontera” (REMC, 2005).
En todo caso, restablecer una verdadera e interesada política pública de
integración cooperativa encaminada a construir nuevos procesos de coope-
ración parece ser la nueva necesidad socioeconómica y, en consecuencia, el
desafío actual del Derecho Cooperativo en el Mercosur. Y como punto de par-
tida de esta proposición, dos justificaciones factibles indican este necesario
restablecimiento.
La primera, aunque inestable y efímera, está en el no menos importante en-
torno político actual del Bloque. Considerando la histórica visión interguberna-
mental del Mercosur, las posiciones más recientes de los gobiernos nacionales
que ratifican logros históricos anteriores, a pesar de tensiones ocasionales, han
reforzado la necesidad de un nuevo ciclo de integración regional más fuerte y
capaz de superar las crisis económicas, políticas e institucionales que afectan a
los dos países más grandes del Mercado Común: Brasil y Argentina.
La segunda justificación, eminentemente jurídica, encuentra apoyo en el
aún reciente Estatuto de la Ciudadanía del Mercosur (ECM), de 2021. En este
La realización de cooperativas transfronterizas en el Mercosur 331

nuevo documento, su Eje II brinda especial énfasis a la integración fronteriza


a partir de nuevas actividades e iniciativas multidimensionales que atienden
a la cotidianidad fronteriza. En ese sentido, dice el Estatuto, existe un com-
promiso político de adoptar medidas que garanticen el trabajo digno y per-
mitan ampliar el acceso a los servicios públicos y mercados transnacionales
al facilitar la circulación de personas y mercancías sin estar sujetos a registros
de declaración de importación y exportación o pago de derechos de aduana
(Mercosur, 2021: 11).
Por todo ello, hay razones para creer que la actividad cooperativa en el
Mercosur se restablecerá sobre la base de una nueva estructura socioeconómi-
ca transfronteriza, después de todo, como destacan Oliveira Pessoa y Silveira
de Souza (2021: 228), la percepción frontera-separación comienza a coexistir
con la díada frontera-integración. En este nuevo paradigma, las interacciones
sociales y los consiguientes procesos de cooperación considerarán no solo los
sistemas legales de cada lado de la frontera, sino que también permitirán una
zona mutua donde se potenciarán las dinámicas sociales.
Al observar esta nueva perspectiva, tenemos que considerar que el
Estatuto de Cooperativas del Mercosur nunca ha estado tan actualizado y pre-
parado para este momento.

5. CONCLUSIÓN

Como se muestra a lo largo de este estudio, el legado del profesor


Dante Cracogna está en la propia conformación del Derecho Cooperativo
en América Latina y el Mercosur durante los últimos sesenta años. En to-
dos los procesos de armonización legislativa de las normas cooperativas en
el Continente, sus huellas son perceptibles a través de la acción técnica, el
profundo espíritu cooperativo y la conciencia de la complejidad de nuestra
latinidad. Y como también se ha visto, tanto la Ley Marco para las Cooperativas de
América Latina como el Estatuto de las Cooperativas del Mercosur son consecuen-
cias de un proceso de integración regional digno de los presupuestos teóricos
del Derecho Internacional Público. Por lo tanto, podemos decir que el profe-
sor Dante Cracogna es nuestro embajador del Derecho Cooperativo latinoa-
mericano en el escenario mundial.
Hoy también surgen nuevas generaciones de investigadores y expertos
gracias al impulso e influencia del profesor Dante Cracogna, profundizan-
do sus reflexiones y proponiendo nuevas iniciativas para la integración del
Continente. Y aquí, querido lector, pido permiso para hablar en primera per-
332 Leonardo Rafael de Souza

sona: la mejor manera que encontré para homenajear a este maestro y gran
amigo fue proponer, de manera humilde, un paso adelante con su legado.
En mi opinión, de todos los aportes importantes de Dante Cracogna al
Derecho Cooperativo Latinoamericano, el Estatuto de las Cooperativas del
Mercosur merece renovada atención por parte de una generación que sigue
su obra. Ello porque, a pesar de ser una construcción jurídica actual y funda-
mental para el futuro de nuestra región, es necesario que nos propongamos
su redescubrimiento a través de iniciativas que hagan efectivos los objetivos
tan bien trazados por nuestro maestro. Y aquí, la acción no es sólo política,
sino también sociológica y jurídica a partir de los nuevos contextos de fronte-
ra que emergen de manera tan significativa en el Mercosur, como lo demues-
tra su reciente Estatuto de la Ciudadanía del Mercosur.
En otras palabras, el siguiente camino es pensar la lógica de las
Cooperativas Transfronterizas, proponiendo a las Cooperativas del Mercosur
una acción específica como ya pensó Dante Cracogna al justificar el Estatuto
de las Cooperativas del Mercosur. Para ello, es fundamental que repasemos
y no olvidemos su legado para la proposición de un nuevo proceso de inte-
gración y cooperación del Derecho Cooperativo en el Cono Sur. Vivimos una
nueva dinámica de integración regional que nos llama a volcarnos, de manera
efectiva, hacia las regiones fronterizas consolidadas, proponiendo una aplica-
ción efectiva del Estatuto de las Cooperativas del Mercosur a nuevas deman-
das fronterizas, como su integración socioeconómica.
Afortunadamente, aún contamos con el conocimiento, la experiencia, la
salud y la disposición del profesor Dante Cracogna para comprender y enfren-
tar esta nueva demanda.

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CAPÍTULO 18
El impuesto sobre la renta y las cooperativas: observaciones
preliminares sobre el regimen fiscal de 50 países

Ifigeneia Douvitsa
Universidad Abierta Helénica
Hagen Henrÿ
Universidad de Helsinki

Sumario: 1. Introducción. 2. Los impuestos sobre la renta de sociedades: una introduc-


ción. 3. Impuestos sobre la renta y las cooperativas: 3.1 Los impuestos sobre la
renta y las cooperativas: Una perspectiva de lege ferenda. 3.2 Los impuestos
sobre la renta de sociedades y las cooperativas: Perspectiva de lege lata. 3.3 El
mutualismo de las cooperativas reflejando en la legislación fiscal: Una varie-
dad de soluciones jurídicas 4. Conclusiones. 5. Bibliografia.

1. INTRODUCCIÓN

El Profesor Dante Cracogna es una persona emblemática de nuestro


campo. Como ciudadano del mundo, la influencia de la obra del Profesor
Cracogna ha sobrepasado las fronteras geográficas de la región de las
Américas. Sus escritos proveen una brújula teórica no sólo para los “newco-
mers”, sino también para los juristas experimentados en este exótico campo
científico, que llamamos derecho cooperativo.
Por todo ello y por mucho más, no podemos sino sentirnos privilegiados
de conocerle a él e igualmente agradecidos por su incansable contribución a
la investigación y la enseñanza del derecho cooperativo.
336 Ifigeneia Douvitsa / Hagen Henrÿ

En cuanto a la fiscalidad de las cooperativas, el Profesor Cracogna subra-


yó durante su carrera en numerosas ocasiones la necesidad de un marco jurí-
dico que no fuera preferencial, sino que fuera adaptado a las particularidades
de las cooperativas, señalando la dirección que debería tomar la futura legis-
lación fiscal.
Esa perspectiva es la columna vertebral de nuestra argumentación, sir-
viendo de lente a través de la cuál comparamos y contrastamos el régimen
fiscal de la renta 1 de las cooperativas de 50 países de África, Américas, Asia -
Pacífico y Europa.
En particular, el presente artículo reflexiona sobre cómo el legislador fis-
cal debería gravar las rentas de las cooperativas (perspectiva de lege ferenda),
y sobre cómo las rentas se gravan realmente en diferentes jurisdicciones (pers-
pectiva de lege lata). El estudio concluye con algunos resultados preliminares
basados en nuestro estudio comparativo, que confirman el punto de vista del
Profesor Cracogna con respecto al futuro de la legislación fiscal: “el reconoci-
miento que la ley brinda a través del marco jurídico específico también tiene que estar
presente en materia tributaria, porque el tratamiento que se dé en cuanto al régimen
fiscal debe adecuarse a la naturaleza de la cooperativa” (Cracogna, s.f.: 2).

2. LOS IMPUESTOS SOBRE LA RENTA DE SOCIEDADES: UNA


INTRODUCCIÓN

Según Samson (2002: 21), la fiscalidad se considera una marca de civi-


lización, ya que gravar y recaudar impuestos requiere un nivel de madurez
de la organización de la sociedad y de las instituciones gubernamentales. De
hecho, las raíces de la fiscalidad pueden rastrearse hasta la antigüedad, don-
de los historiadores descubrieron que los grandes imperios antiguos (como
por ejemplo el Egipto y la Mesopotamia) imponían impuestos a sus súbditos
para cubrir los gastos de la guerra y de las otras funciones gubernamentales
(Samson, 2002).
La revolución industrial, la intensificación de las actividades económicas y
la aparición de las empresas con ánimo de lucro provocaron profundos cam-
bios en los regímenes fiscales. Los regímenes fiscales evolucionaron en con-
tenido y complejidad, imponiendo una variedad de impuestos no sólo para
cubrir los crecientes gastos públicos sino también para obtener objetivos no

1
El presente estudio se centra exclusivamente en las normas del impuesto sobre la
renta de las cooperativas.
El impuesto sobre la renta y las cooperativas 337

recaudatorios, como la regulación del mercado (Kornhauser, 1990). La proli-


feración de dichas empresas que comercializaban productos y servicios en el
mercado y el aumento de los ingresos que obtenían abrió la cuestión de si sus
ingresos deberían gravarse y cómo, una cuestión que se convirtió en muchos
casos un punto de debate público y de conflicto de clases.
En la actualidad, los impuestos sobre la renta de las empresas, definidos
como las reglas fiscales que gravan su beneficio neto, es una práctica univer-
sal, adoptada por la gran mayoría de los sistemas jurídicos, aunque con gran-
des variaciones entre ellos. A pesar de este rico pluralismo, hay una tendencia
fuerte a moldear los regímenes fiscales según los objetivos y rasgos del modelo
tradicional de la empresa con ánimo de lucro.
Esta tendencia parece estar en contrasto con la existencia de las socieda-
des cuyo ánimo principal no es él de lucro (not-for-profit enterprises), como
las cooperativas, con la emergencia de nuevos tipos de empresas, como las em-
presas sociales, y con las organizaciones sin ánimo de lucro (NPOs - non-pro-
fit-organizations) que emprenden actividades económicas - comerciales para
servir mejor a sus objetivos sociales. Aunque estas formas híbridas pueden es-
tar reconocidas en las leyes organizativas, las leyes fiscales rara vez reflejan este
pluralismo de actores económicos, debido que las leyes fiscales suelen cam-
biar en un paso más lento o sólo lo hacen parcialmente (Garroy, 2022; Kwon,
2019: 815).
En cuanto al impacto del régimen fiscal en la sociedad y la economía,
cabe señalar que todas las empresas en su calidad de contribuyentes fiscales
deben pagar sus impuestos, incluidos los impuestos sobre su renta y de este
modo ellas contribuyen al presupuesto público y la mejora y expansión de
los servicios públicos. La recaudación de impuestos permite a los estados mo-
dernos financiar los servicios sociales y cubrir los crecientes gastos públicos.
Aunque esto es verdad hasta un cierto punto, existe una idea errónea de que
reducir los impuestos, disminuir la tasa impositiva o introducir una deducción
o exención fiscal para determinados tipos de empresas, repercutirá en la can-
tidad y calidad de los servicios públicos prestados.
Otro parámetro que suele pasar desapercibido en el discurso público es
el impacto de los impuestos sobre el sector privado y el empleo. En particu-
lar, varios estudios han destacado que un aumento de la tasa impositiva suele
provocar una disminución del número de empresas y de puestos de trabajo,
así como su abandono del sector formal y su conversión en informal. Además,
se ha observado que tasas impositivas elevadas desalientan las inversiones pri-
vadas y, combinadas con un sistema fiscal complicado, fomentan las evasiones
fiscales y la corrupción (Djankov et al., 2010; World Bank Group & PwC, 2020).
Además, los costes fiscales no afectan de la misma manera a todos los tipos de
338 Ifigeneia Douvitsa / Hagen Henrÿ

empresas. Los estudios demuestran que las empresas pequeñas y medianas


(“SMEs - small and medium-sized enterprises”) pagan costes fiscales más ele-
vados que las grandes empresas (Slemrod & Venkatesh 2002; Weichenrieder,
2007, Hibbs & Piculescu. 2010; World Bank Group & PwC, 2020).
Por eso, es necesario reexaminar el régimen fiscal moderno de las coo-
perativas a la luz de los diferentes tipos, rasgos y necesidades de las personas
jurídicas, investigar su impacto a ellas y a la sociedad en general, así como re-
flexionar sobre cómo puede mejorarse en el contexto actual, de modo que el
pluralismo jurídico no sólo se refleje en el derecho organizativo, sino también
en el derecho fiscal.

3. IMPUESTOS SOBRE LA RENTA Y LAS COOPERATIVAS

Las cooperativas y la fiscalidad son un tema de gran controversia en el dis-


curso público. Existe la creencia popular de que las cooperativas son “los hijos
favoritos” del legislador fiscal debido a las diversas ventajas y beneficios fiscales
de los que se considera que disfrutan, incluidas las medidas especiales sobre
los impuestos de su renta. Por esta razón, se acusa a las cooperativas de pagar
menos impuestos al estado, en comparación con otras empresas, y, por lo tan-
to, de contribuir menos a los ingresos públicos que podrían haberse invertido
en servicios públicos y en la cobertura de otros gastos públicos urgentes.
Esa creencia no toma en cuenta que no hay una relación automática o
directa entre el aumento de los impuestos sobre la renta y la mejora de los ser-
vicios públicos. Además, aunque las cooperativas solían disfrutar en el pasado
de beneficios y ventajas fiscales, estos tienden a suprimirse o reducirse con el
paso de los años (Cracogna, s.f.). Incluso en los países en los que las coope-
rativas siguen disfrutando de un trato fiscal especial que refleja su identidad
distinta, en la realidad se dibuja un panorama diferente y mucho más comple-
jo. En particular, una investigación realizada en Italia, donde las cooperativas
disfrutan de un trato fiscal especial, indicó que cuando examinamos solo el
impuesto sobre la renta de una empresa, las empresas con ánimo de lucro
contribuyen un porcentaje ligeramente superior de su valor de producción,
comparado con él que contribuyen las cooperativas. Si tenemos en cuenta no
sólo el impuesto sobre la renta, sino también las contribuciones sobre la se-
guridad social de los trabajadores, se concluye que las cooperativas aportaron
a las finanzas públicas un porcentaje mayor del valor que generaron que las
empresas con ánimo de lucro. Además, el estudio mostró que la contribución
de las cooperativas a largo plazo “ha crecido significativamente en estos años
como resultado de la función anticíclica desempeñada por estas empresas du-
El impuesto sobre la renta y las cooperativas 339

rante la crisis económica, mientras que la contribución de las empresas con


ánimo de lucro ha disminuido” (Fontanary & Borzaga, 2015: 2-3). Aunque no
puede generalizarse los resultados anteriores, ellos apuntan la necesidad de
arrojar luz sobre la fiscalidad de las cooperativas como una cuestión multidi-
mensional y examinada desde varios ángulos.
A la luz del anterior y para poner a prueba la creencia popular sobre el
trato fiscal preferente de las cooperativas, el análisis que sigue tiene dos obje-
tivos: En primer lugar, se examinará cómo debería tratar el régimen fiscal la
renta de las cooperativas (perspectiva de lege ferenda) y, en segundo lugar,
cómo se trata la renta de las cooperativas actualmente por jurisdicciones dife-
rentes (perspectiva de lege lata).

3.1. Los impuestos sobre la renta y las cooperativas: Una pers-


pectiva de lege ferenda

Actualmente, en el debate público no hay una gran claridad sobre la fis-


calidad de las cooperativas. Esto demuestra la necesidad de la construcción
de una teoría jurídica que va a responder sobre cómo las cooperativas deben
gravarse y cómo se deben gravar sus ingresos de forma sistemática, ayudando
así al legislador a introducir o reajustar el régimen fiscal. La construcción de
dicha teoría excede el objetivo y la extensión del presente artículo. Sin embar-
go, el presente artículo debido a la relevancia jurídica de la Recomendación
193/2002 (“R. 193/2002”) de la Organización Internacional del Trabajo, se
esforzará por identificar los conceptos clave integrados en dicha recomenda-
ción que pueden servir como bloques de construcción para el desarrollo de
una teoría jurídica (Henrÿ, 2012: 47).

3.1.1. La llamada a los gobiernos y los legisladores para proveer un mar-


co jurídico de acuerdo con la identidad cooperativa

La R. 193/2002 en su par. 6 estipula que “los gobiernos deberían proveer una


política de apoyo y un marco jurídico coherentes con la naturaleza y la función de las
cooperativas y guiados por los valores y principios cooperativos […]”.
Esa disposición llama a los gobiernos y a los legisladores para crear un
entorno jurídico relativo a las cooperativas. Este marco tiene que adaptarse
a rasgos particulares, tal y como están cristalizados en la Declaración de la
identidad cooperativa de la Alianza Cooperativa Internacional (“ACI”). La
noción del “marco jurídico” no debe limitarse a la de la ley organizativa de
cooperativas, que regula el establecimiento, la operación y la disolución de las
340 Ifigeneia Douvitsa / Hagen Henrÿ

cooperativas. Debe interpretarse en términos lato sensu para incluir cualquier


campo de derecho que pueda afectar, en forma directa o indirecta, el modus
operandi de las cooperativas, como es el caso del derecho fiscal.
El par. 6 de la R. 193/2002 exige pues que el derecho fiscal también refle-
je la identidad cooperativa.

3.1.2 El principio del trato igual de las cooperativas

De nuestro punto de vista, cualquier intento de construcción de una teo-


ría jurídica para la fiscalidad de las cooperativas debería tener como coluna
vertebral el principio de igualdad. De hecho, la R.193/2002 concede una
gran importancia en este principio En su par. 7(2) dice que “las cooperativas de-
ben beneficiarse de condiciones conformes con la legislación y la práctica nacionales que
no sean menos favorables que las que se concedan a otras formas de empresa y de orga-
nización social. Los gobiernos deberían adoptar, cuando proceda, medidas apropiadas
de apoyo a las actividades de las cooperativas que respondan a determinados objetivos
de política social y pública, como la promoción del empleo o el desarrollo de actividades
en beneficio de los grupos o regiones desfavorecidos. Estas medidas de apoyo podrían in-
cluir, entre otras y en la medida de lo posible, ventajas fiscales […]..”.
“La interpretación de ese párrafo lleva con frecuencia a dos malenten-
didos: En primer lugar, que su 1ª frase permitiría un trato “más favorable”
de las cooperativas; y, en segundo lugar, que la 3ª frase permitiría “beneficios
fiscales” para las cooperativas. A pesar de su redacción, la 1ª frase no permite
un trato más favorable. Eso violaría la ley de competencia y/o la ley sobre la
prohibición de ayudas estatales a las empresas. Las palabras “beneficios fisca-
les” de la 3ª frase de este apartado no se refieren a la fiscalidad de las coope-
rativas sino, como se desprende de la frase anterior -a la que hace referencia-,
a determinadas actividades o resultados. El principio que rige el impuesto de
sociedades de las cooperativas debe derivarse del principio general de igual-
dad de trato de las cooperativas consagrado en la 1ª frase de este apartado.
Este principio, al igual que el principio jurídico universalmente reconocido
de igualdad de trato en general, exige un trato idéntico al de otras formas de
empresa cuando las circunstancias así lo exijan y, a la inversa, un trato especí-
fico cuando las circunstancias así lo exijan. En el caso de las cooperativas, un
tratamiento específico de sus ingresos en comparación con el aplicable a las
empresas con ánimo de lucro, se deriva de las particularidades de las coopera-
tivas” (Henrÿ, 2022).
El impuesto sobre la renta y las cooperativas 341

A partir de la disposición anterior y de su interpretación, surgen una serie


de conceptos clave como pautas a tener en cuenta por el legislador tributario
y elementos básicos para la construcción de una teoría jurídica:
- la aplicación equivalente de cualesquiera medidas fiscales favorables
que sean aplicables a otros tipos de empresas,
- la supresión de cualquier medida fiscal discriminatoria basada en la
identidad cooperativa y que perjudique a las cooperativas,
- la introducción de disposiciones fiscales sobre los ingresos de las coo-
perativas de acuerdo con sus particularidades.

3.1.3 Particularidades de las cooperativas: Objetivo, fuente de ingresos y


su distribución

En cuanto a las particularidades de las cooperativas, la R. 193/2002 esti-


pula en su par. 2 que: “A los fines de esta Recomendación, el término «cooperativa»
designa una asociación autónoma de personas unidas voluntariamente para satisfacer
sus necesidades y aspiraciones económicas, sociales y culturales en común a través de
una empresa de propiedad conjunta, y de gestión democrática”.
Y en su par. 3 prescribe que:
“Debería alentarse el desarrollo y el fortalecimiento de la identidad de las coope-
rativas basándose en: a) los valores cooperativos […] y b) los principios cooperativos
elaborados por el movimiento cooperativo internacional, […]”.
Esas disposiciones de la R. 193/2002 incorporan la identidad cooperativa,
que consiste de elementos de gran relevancia para el impuesto sobre la renta.
Estos son la finalidad particular de las cooperativas, la fuente de ingresos y su
particular sistema de asignación, que las diferencian de las empresas con áni-
mo de lucro.
Al contrario de las empresas con ánimo de lucro, las cooperativas persi-
guen un objetivo mutuo (v. su definición: “para satisfacer sus necesidades y
aspiraciones económicas (: de sus miembros)”). La definición también indica
que dicho objetivo se realizará “a través de una empresa de propiedad conjunta
y controlada democráticamente”, lo que explica además en el primer principio
cooperativo (“Las cooperativas están [...] abiertas a todas las personas que puedan
utilizar sus servicios [...]”). A diferencia de las empresas con ánimo de lucro
que realizan transacciones en el mercado con terceros para obtener benefi-
cios y distribuirlos entre sus accionistas, las cooperativas tienen como objetivo
cubrir las necesidades de sus miembros a través de la empresa cooperativa.
La empresa cooperativa es el vehículo que permite las transacciones entre la
342 Ifigeneia Douvitsa / Hagen Henrÿ

cooperativa y sus miembros. Estas transacciones tienen como objetivo la pres-


tación de servicios (o productos) entre la cooperativa y sus miembros, reali-
zando de esta manera, el propósito mutuo de la cooperativa y no la obtención
de beneficios como ocurre con las transacciones de las empresas con ánimo
de lucro, que cumplen de esta manera su objetivo orientado al beneficio. Por
otro lado, una cooperativa también puede realizar transacciones con terce-
ros que no sean miembros de la cooperativa. En ese caso, puede aplicarse el
concepto de actos mercantiles, ya que estos últimos son actos que tienen por
objeto la transferencia de riqueza (de terceros a la cooperativa).
Sobre la base de lo anterior, surge una serie de conceptos clave que son
los siguientes:
- la necesidad de una definición y diferenciación clara entre los actos
cooperativos y los actos mercantiles,
- la introducción de normas fiscales especiales para los actos
cooperativos,
- la aplicación equivalente del régimen fiscal general de los actos co-
merciales a los actos no cooperativos.
Otro punto de interés desde la perspectiva del impuesto sobre la renta
es el de la distribución de la renta. El tercer principio cooperativo introduce
un sistema particular de reparto de excedentes que es el siguiente: “[...] Los
socios destinan los excedentes a alguno o a todos los siguientes fines: desarrollo de su
cooperativa, posiblemente mediante la constitución de reservas, parte de las cuales al
menos serían indivisibles; beneficio de los socios en proporción a sus transacciones con la
cooperativa; y apoyo a otras actividades aprobadas por los socios”. Otras actividades
pueden perseguir objetivos educativos (quinto principio cooperativo), obje-
tivos centrados a fomentar la solidaridad y la cooperación entre cooperativas
(sexto principio cooperativo) y objetivos centrados a servir a la comunidad
(séptimo principio cooperativo).
A diferencia de las empresas con ánimo de lucro que distribuyen los be-
neficios obtenidos entre sus accionistas, según dicte su finalidad, se espera
que las cooperativas tengan un sistema diferente de asignación de beneficios
con la formación de reservas indivisibles y creando, así, una propiedad común
intergeneracional, las devoluciones de excedentes a los miembros proporcio-
nalmente a sus actos cooperativos (“patronage refunds - pagos de retornos”),
que se consideran ajustes de precios de los actos cooperativos y en otras acti-
vidades que promueven sus principios cooperativos. Por otro lado, cualquier
asignación de beneficios a los miembros basada en su contribución al capital
(“dividends - dividendos”) debe estar limitada y sujeta a las reglas generales,
El impuesto sobre la renta y las cooperativas 343

como ocurre con los dividendos distribuidos a los accionistas de una empresa
con ánimo de lucro.
En resumen, del tercer principio cooperativo se derivan los siguientes
conceptos clave:
- la introducción de un régimen particular de atribución de beneficios,
- la definición y diferenciación entre dividendos y pagos de retorno y
la sujeción de los primeros al régimen fiscal general aplicable a los
dividendos de las empresas con ánimo lucro y de los segundos a nor-
mas fiscales especiales,
- la previsión de incentivos fiscales para la asignación de beneficios a
reservas indivisibles o a fondos o actividades que reflejen los princi-
pios cooperativos (por ejemplo, educación, cooperación, interés por
la comunidad).
En base a lo anterior, un tratamiento fiscal adecuado de las cooperati-
vas no debería proporcionar ningún privilegio o beneficio, sino introducir
normas fiscales específicas para las cooperativas que reflejen su objetivo mu-
tuo, diferencien los ingresos en función de su origen (actos cooperativos y
actos comerciales) y fomenten la asignación de ingresos en línea con el ter-
cer principio cooperativo y respondiendo al quinto, sexto y séptimo principio
cooperativo.
Con las observaciones anteriores hemos intentado identificar los elemen-
tos clave para un régimen fiscal adecuado para las cooperativas. Un régimen
fiscal que trataría la renta de las cooperativas de la misma manera que la de las
empresas con ánimo de lucro violaría todos los principios antes mencionados
y especialmente el principio de trato igualitario. Según el Profesor Cracogna
(s.f.: 2): “No se puede tratar igual a quienes son diferentes: si a una empresa de servicio
como es la cooperativa se le pretende aplicar los mismos cánones tributarios que a una
empresa lucrativa como es la comercial, se está dando un tratamiento igual a entida-
des diferentes, y esto constituye una discriminación tan nociva como si se le diera un
tratamiento diferente a los que son iguales”. Además, tal discriminación invita o
incluso obliga a las cooperativas a comportarse como si fueran empresas con
ánimo de lucro. En consecuencia, el rico pluralismo de las formas jurídicas se
ve mermado a disminuir sus diferencias intermedias (Henrÿ, 2012:21). Esto
compromete la capacidad de abordar las múltiples necesidades de la sociedad
mediante la participación de diversos actores. También afecta la resiliencia de
la economía, que pide un sector público, privado y cooperativo fuerte 2.

2
R. 193/2002, par. 6: “Una sociedad equilibrada precisa la existencia de sectores públicos
y privados fuertes y de un fuerte sector cooperativo, mutualista y otras organizaciones sociales y no
344 Ifigeneia Douvitsa / Hagen Henrÿ

3.2. Los impuestos sobre la renta de sociedades y las coopera-


tivas: Perspectiva de lege lata

Una vez reflexionado sobre cómo debe tratarse fiscalmente la renta de


las cooperativas, podemos pasar a examinar cómo se trata actualmente la ren-
ta de las cooperativas en las leyes fiscales de 50 países de África, Américas,
Asia - Pacífico y Europa (ICA, s.f.; Cracogna et al., 2013) 3. En particular, es-
tudiaremos el origen y la naturaleza del régimen fiscal aplicable a la renta
de las cooperativas. Asimismo, dividiremos los países en tres categorías prin-
cipales, asociándolas con diferentes escuelas de pensamiento jurídico. Por
fin, mapearemos las soluciones jurídicas que reflejan el objetivo mutuo de las
cooperativas.

3.2.1 Observaciones generales sobre la comparación entre países: Fuen-


te y naturaleza de las normas fiscales sobre la renta de las coopera-
tivas

En cuanto a la suprema fuente jurídica, la constitución, se ha observado


que existen disposiciones constitucionales generales que pueden influir di-
recta o indirectamente en la elaboración, aplicación e interpretación de las
normas fiscales sobre las rentas de las cooperativas (por ejemplo, el principio
de igualdad).
Hay unos pocos casos en los que las constituciones se refieren explícita-
mente a las cooperativas, reconociendo su legitimidad, sus objetivos mutuos y
sus particularidades, así como prescribiendo su promoción y protección por
parte del Estado 4. Una referencia explícita a la cuestión de la fiscalidad de
las cooperativas es un elemento muy poco común de encontrar en una cons-

gubernamentales”. Stiglitz, J. (2009: 356) explica que “Success, broadly defined, requires a more
balanced economy, a plural economic system with several pillars to it. There must be a traditional private
sector of the economy, but the two other pillars have not received the attention which they deserve: the public
sector, and the social cooperative economy, including mutual societies and not-for-profit”.
3
África: Etiopía, Costa de Marfil, Kenia, Lesoto, Marruecos, Mozambique, Nigeria,
Sudáfrica, Tanzania, Túnez, Uganda y Zambia; Américas: Argentina, Brasil, Canadá, Chile,
Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Perú, Estados Unidos de
América; Asia: Bangladesh, China, Indonesia, Japón, República de Corea, Kirguistán, Nepal,
Filipinas, Sri Lanka; Europa: Alemania, Bélgica, Bulgaria, España, Francia, Grecia, Italia, Malta,
Noruega, Países Bajos, Polonia, Portugal, Reino Unido, Rusia y Suiza; Asia - Pacífico: Fiji, Nueva
Zelanda.
4
Por ejemplo, África: Mozambique. Américas: México, Honduras, Guatemala, Panamá,
Costa Rica; Asia: Bangladesh, China, Filipinas, Nepal; Europa: Italia, Portugal, Bulgaria, Malta,
España.
El impuesto sobre la renta y las cooperativas 345

titución 5 debido a la naturaleza de la constitución como ley suprema de un


país, que suele incluir normas y disposiciones generales que el legislador debe
especificar más adelante.
El reconocimiento, protección y promoción de las cooperativas por parte
de la constitución plantea la cuestión del impacto de dichas normas constitu-
cionales en el régimen fiscal de las cooperativas. Una primera observación es
que el reconocimiento constitucional de las cooperativas tiende a funcionar
como una base de justificación para introducir normas fiscales especiales o
políticas de apoyo para las cooperativas y como un obstáculo a la abolición
total de todas estas normas, especialmente cuando la constitución prescribe
la promoción y protección de las cooperativas 6. En muy pocos países que re-
conocen las cooperativas en la constitución, no se ha creado o mantenido un
régimen fiscal especial para las cooperativas 7. Por otra parte, la ausencia de

5
Art. 146 de la Constitución Política de la Republica Federativa del Brasil, 1988: “La
ley complementaria puede: […] III. establecer normas generales en materia de legislación tributaria,
especialmente sobre: […]c) adecuado tratamiento tributario de la actuación cooperativa, realizada por las
sociedades cooperativas”. Article 97. de la Constitución de Etiopia (State Power of Taxation): “3. States
shall levy and collect taxes on the incomes of private farmers and farmers incorporated in cooperative
associations.”Ar. 85.2 de la Constitución portuguesa: “la ley definirá los beneficios fiscales y financieros
de que gozarán las cooperativas, así como las condiciones preferenciales para la obtención de créditos y
asistencia técnica”.
6
Por ejemplo, en el caso de Portugal, el artículo 85.2 de la Constitución estipula que
la ley definirá los beneficios fiscales y financieros de que gozarán las cooperativas, así como
las condiciones preferentes para la obtención de créditos y asistencia técnica. Por lo tanto, el
legislador ordinario puede definir qué tipo de beneficios se concederán a las cooperativas,
pero no está autorizado constitucionalmente a no conceder ningún beneficio. Esto se refleja en
la reforma de 2011 de la fiscalidad cooperativa. A pesar de que el ar. 148 de la ley n. 64-B/2011
derogó el Estatuto Fiscal Cooperativo, preservó unos pocos pero significativos beneficios en
el ar. 66 de la ley n. 64-B/2011, como la exención del impuesto de sociedades (Meira, 2014).
En el caso de Italia, la Constitución de 1948 incluye una referencia directa al cooperativismo,
preservando su objetivo mutual y su función social, así como promoviendo su crecimiento. Su ar.
45 establece específicamente que -la República reconoce la función social de la cooperación en
beneficio mutuo libre de especulación privada - y a continuación prescribe que -la ley ayudará
y promoverá su desarrollo por los medios más adecuados y asegurará, mediante controles
apropiados, su naturaleza y fines. El ar. 45 prescribe la promoción de las cooperativas por ley
con medidas adecuadas, como las excepciones fiscales. Por lo tanto, los beneficios fiscales que
la legislación italiana otorga a las cooperativas prevalentemente mutualistas están justificados
por la Constitución italiana y su ar. 45, que no solo autoriza sino que obliga al legislador a
promover las cooperativas con diversas medidas (Fici, 2013).
7
Por ejemplo, en el caso de Grecia, aunque las cooperativas sean reconocidas y
protegidas por el art. 12.4 de la Constitución, el tratamiento fiscal de las cooperativas en la
mayoría de los tipos de cooperativas no difiere de el de las empresas con ánimo de lucro. Una
observación similar puede hacerse para Bulgaria, cuya constitución en el art. 19.4 reconoce a
las cooperativas y promueve su establecimiento. No obstante, las cooperativas no son sujetas a
un régimen fiscal especial, con la única excepción de los dividendos de los consumidores.
346 Ifigeneia Douvitsa / Hagen Henrÿ

disposiciones constitucionales sobre las cooperativas no conlleva necesaria-


mente la ausencia de disposiciones fiscales especiales sobre las cooperativas.
De hecho, la mayoría de los países examinados introducen este tipo de nor-
mas fiscales, aunque una minoría de ellos hace referencia en su constitución
a las cooperativas.
Por lo tanto, el reconocimiento constitucional puede desempeñar un pa-
pel crucial para la fiscalidad de las cooperativas. Sin embargo, esto último es
una cuestión abierta que debe examinarse caso por caso, ya que depende en
gran medida de las condiciones del país y del impacto real de la constitución
en la elaboración, interpretación y aplicación de las leyes.
Pasando de la constitución a las fuentes inferiores del derecho, como la
legislación ordinaria, una primera observación que se hizo es que las normas
fiscales aplicables a las rentas de las cooperativas no suelen encontrarse en
una ley específica o bajo una forma codificada. Por el contrario, tienden a
estar dispersas en diferentes actos jurídicos (por ejemplo, en la legislación ge-
neral de cooperativas, en leyes especiales de cooperativas, en leyes generales
aplicadas a empresas y otras personas jurídicas, como el derecho de socieda-
des o el código civil, en la legislación fiscal general) y suelen encontrarse rara
vez en leyes fiscales especiales explícitamente aplicables a las cooperativas. En
consecuencia, la interpretación sistemática y el estudio de las normas fiscales
sobre cooperativas dificultan el trabajo del jurista.

3.2.2 La naturaleza de las normas fiscales sobre las rentas de las coopera-
tivas

Una tendencia dominante entre los países estudiados es la existencia de


normas especiales aplicables a tipos especiales de cooperativas, bajo condi-
ciones o con respecto a actividades particulares, cuyo examen más detallado
excede los objetivos del presente estudio. Estas leyes o normas pueden existir
como complemento o en ausencia de normas generales aplicables a todas las
cooperativas.

3.2.3 La categorización de los países según el contenido de las normas


fiscales sobre la renta de las cooperativas

El pluralismo y la complejidad de las soluciones jurídicas hacen que el


tema de los impuestos sobre la renta de las cooperativas sea abrumador. Sin
embargo, en un intento de domesticar dicha complejidad y comprender me-
El impuesto sobre la renta y las cooperativas 347

jor el tema, sin evitar caer en la trampa de la simplificación, dividimos las dife-
rentes soluciones fiscales en las siguientes categorías:

3.2.3.1 Primera categoría: el proteccionismo estatal de las cooperativas

En la primera categoría hemos incluido a los países cuya legislación intro-


duce medidas fiscales (por ejemplo, deducciones, exenciones fiscales) para
todos los ingresos obtenidos por las cooperativas, independientemente de su
origen (transacciones entre la cooperativa y sus miembros o transacciones con
terceros) y del destino de los ingresos obtenidos (por ejemplo, asignación a
los miembros como pagos de retorno o como dividendos o a la reserva legal
o a otras reservas) 8. En algunos casos, estas medidas pueden aplicarse sólo
durante un corto período de tiempo, para ayudar a las cooperativas en la fase
inicial de su actividad 9.
Esta categoría de países refleja la escuela de pensamiento proteccionista,
que reclama un trato preferente para las cooperativas en comparación con
otros tipos de empresas. Esta escuela, más prominente en el pasado, percibía
a las cooperativas como actores que necesitaban la protección del Estado para
prosperar. La aplicación de este modelo en la práctica llevó a un elevado nú-
mero de iniciativas empresariales a adoptar la forma cooperativa por el mero
hecho de acceder a dichos privilegios, sin operar en consonancia con la iden-
tidad cooperativa (fenómeno conocido también como “falsas o pseudo-coo-
perativas 10”) (Münkner, 1991:4; Münkner, 2015: 124).

3.2.3.2 Segunda categoría: el isomorfismo entre las cooperativas y las empre-


sas con ánimo de lucro

En la segunda categoría encontramos países en los que las cooperativas


son sujetas al régimen fiscal general como cualquier otro tipo de empresa, sin
tener en cuenta su identidad cooperativa 11.

8
Como es en el caso de: Malta, Zambia; Fiji (por orden ministerial), Sri Lanka, Etiopía.
9
Por ejemplo, en Fiji, tras la emisión de una orden ministerial, los ingresos de la
cooperativa pueden son exentos del impuesto sobre la renta durante un período de 8 años
desde el registro de la cooperativa (Apps, 2020: 13).
10
Las falsas o pseudo-cooperativas son “entidades registradas como cooperativas no dirigidas
por ningún ideal cooperativo [entities registered as co-operatives not governed by any co-operative ideal]”.
Bouchard M.J, Rousselière, D. (2017: 13).
11
Encontramos ejemplos de este tipo de países principalmente en Europa: Suiza,
Polonia, Bulgaria, con la única excepción de los dividendos para los consumidores, Reino
Unido, salvo las disposiciones generales aplicables a todas las personas jurídicas en materia de
348 Ifigeneia Douvitsa / Hagen Henrÿ

Este último enfoque jurídico puede asociarse con la escuela de pensa-


miento del “mercado abierto” (“open-market”) que aboga por el mismo trata-
miento de las cooperativas con los otros tipos de empresas, especialmente con
las empresas con ánimo de lucro. Se centra en la competencia del mercado
evitando cualquier práctica que pueda distorsionarla. Por lo tanto, las coope-
rativas, para ser más competitivas y seguir creciendo, son sujetas a los mismos
impuestos sobre la renta que los demás tipos de empresas, en particular, ellas
con ánimo de lucro.

3.2.3.3 Tercera categoría: el trato igual entre las cooperativas y las empresas
con ánimo de lucro

En la tercera categoría hemos incluido a los países cuya legislación fiscal


tiene en cuenta la identidad de las cooperativas y refleja total o parcialmente
su mutualidad. En este último caso, el legislador tiende a tener en cuenta el
origen de los ingresos y/o su destino con la introducción de normas fisca-
les especiales para las cooperativas. Esta categoría refleja la escuela de pen-
samiento, que cuenta con el apoyo de organizaciones internacionales (por
ejemplo ͓͍͗) y juristas (Henrÿ, 2021:9), aboga por la igualdad de trato fiscal
de las cooperativas con otros tipos de empresas, especialmente con las empre-
sas con ánimo de lucro.

3.2.3.4 Tendencias comunes entre las diferentes categorías

La mayoría de los países estudiados introducen un enfoque jurídico mixto


entre la segunda y la tercera categoría, inclinándose algunos más hacia la se-
gunda categoría, mientras que otros hacia la tercera. Esto último indica que el
modelo más común de la imposición sobre la renta de las cooperativas es una
mezcla de enfoques, en la que las cooperativas son sujetas en principio al régi-
men fiscal general de las sociedades con una serie de disposiciones especiales
que reflejan en parte sus particularidades. De esta forma, el legislador intenta
mantener un frágil equilibrio entre evitar cualquier práctica que distorsione
la competencia y, por otro lado, preservar la identidad de las cooperativas.
Por otra parte, los países que pertenecen a la primera categoría de protec-
cionismo de las cooperativas sólo representan una escasa minoría de los paí-

comercio mutuo, Grecia (con muy pocas excepciones en determinados tipos de cooperativas),
muy pocos en África (por ejemplo, Lesotho), así como en Asia (por ejemplo, Indonesia) y
ninguno de los países estudiados en las Américas.
El impuesto sobre la renta y las cooperativas 349

ses estudiados, lo que indica que este enfoque no es una tendencia frecuente
actualmente.

3.3. El mutualismo de las cooperativas reflejando en la legis-


lación fiscal: Una variedad de soluciones jurídicas

3.3.1 Las cooperativas sujetas a un régimen fiscal de protección especial

En algunos de los países estudiados, el legislador introduce un régimen


especial de protección fiscal para las cooperativas. Dicho régimen consiste en
un nexo de normas que estipulan cuándo y cómo se atribuye dicho régimen,
así como las consecuencias jurídicas de su atribución. La promulgación de
un régimen fiscal especial para las cooperativas puede considerarse como un
intento de enfoque más sistemático y coherente del tratamiento fiscal de las
cooperativas en relación con sus ingresos, aunque no exclusivamente. A pesar
de posiblemente no abordar todos los aspectos potenciales de las cuestiones
relacionadas con la fiscalidad de las cooperativas, su existencia implica una
clara diferenciación de las cooperativas (con un objetivo mutuo) de las em-
presas con ánimo de lucro, lo que puede preparar el terreno para el desarro-
llo de otras normas que reflejen dicha diferenciación.
El régimen fiscal especial puede adoptar la forma de un estatuto jurídico
(cooperativas con mutualidad prevalente en Italia, cooperativas fiscalmente
protegidas y especialmente protegidas en España) o de una acreditación (coo-
perativas acreditadas en Bélgica). Dicho régimen puede reconocerse de jure
a todas las cooperativas desde su establecimiento (por ejemplo, las cooperati-
vas protegidas en España y las cooperativas especialmente protegidas) o sólo
a aquellas cooperativas que cumplan unas condiciones específicas durante
su establecimiento o después de haberse establecido (como por ejemplo en
Italia y en Bélgica).
Este régimen fiscal especial suele ir acompañado de condiciones para su
adquisición y mantenimiento (cuando no se reconoce de jure) o de causas
de su pérdida (cuando se reconoce de jure). En caso de que una cooperativa
deje de cumplir dichas condiciones o presente causas de pérdida del régimen
especial, entonces la cooperativa será sujeta a las normas generales aplicables
a otros tipos de empresas u organizaciones. Las condiciones para adquirir y
mantener un régimen fiscal especial suelen reflejar la mutualidad de la coope-
350 Ifigeneia Douvitsa / Hagen Henrÿ

rativa 12 13. Dicho régimen desempeña un papel diferente, dependiendo de


la naturaleza de las disposiciones de la ley organizativa de cooperativas. En
particular, para los países que establecen la identidad cooperativa en su ley
cooperativo, el régimen fiscal especial opera como un mecanismo de incen-
tivo y control de las disposiciones de la ley de cooperativas. En este aspecto,
la ley de cooperativas y la ley tributaria presentan una fuerte conexión, que
termina por reforzar la identidad cooperativa mediante la aplicación com-
binada de sus disposiciones. Por otro lado, para los países cuya ley de coope-
rativas establece el cooperativismo bajo normas flexibles y no obligatorias, el
régimen fiscal puede funcionar como factor de contrapartida y mecanismo
corrector de la excesiva flexibilidad de la ley de cooperativas y del recono-
cimiento ficticio del cooperativismo. En este último caso, la mera existencia
de un régimen fiscal especial sin normas obligatorias, pero dependiente de
que las partes interesadas opten por su atribución, no parece ser un factor
suficiente para salvaguardar la identidad cooperativa de forma eficiente y
eficaz.
Además, las ventajas que las cooperativas obtienen del régimen fiscal es-
pecial suelen estar en consonancia con las condiciones mencionadas y, en
general, reflejan su identidad cooperativa o promueven aún más sus rasgos
cooperativos. Sin embargo, destaca el caso de Bélgica, ya que los beneficios
reconocidos no reflejan la identidad de la cooperativa, sino que se centran
más en el flujo de capital de la cooperativa, sin tener en cuenta la identidad de
la misma. Cabe señalar que el país mencionado somete muchos de los rasgos
particulares de las cooperativas a normas por defecto (por ejemplo, los esta-
tutos permiten estipular el lucro como objetivo principal de la cooperativa,
transacciones con terceros sin limitaciones, derechos de voto plurales basados
en la aportación de capital de los miembros). Esto último indica el papel im-
portante que el derecho cooperativo puede desempeñar en la configuración
de un régimen fiscal de protección especial para las cooperativas, incluso en
forma de acreditación. De este modo, la identidad cooperativa, la cual se esta-
blece con normas no obligatorias, no se toma en cuenta al establecer impues-
tos sobre la renta de las cooperativas.

12
Por ejemplo, en el caso de Italia, las cooperativas que realizan principalmente
transacciones con sus miembros pueden ser reconocidas como cooperativas con mutualidad
prevalente y recibir beneficios fiscales especiales. En Bélgica, las condiciones para la
acreditación de una sociedad cooperativa son, entre otras, la persecución de un objetivo
mutuo.
13
Por ejemplo, en España, si la cooperativa que disfruta de un régimen de protección
fiscal realiza transacciones con no socios cuyo volumen supere el 50% de las transacciones
totales de la cooperativa, ésta perderá su régimen de protección.
El impuesto sobre la renta y las cooperativas 351

3.3.2 Tratamiento fiscal especial de la renta de las cooperativas según su


fuente

Una característica común entre las normas del impuesto sobre la renta
de muchos de los países estudiados es el hecho de que la fuente de ingresos
es un factor decisivo para la tributación de las cooperativas. En particular,
los ingresos procedentes de la transacción entre la cooperativa y sus miem-
bros suelen ser sujetos a una deducción o exención fiscal parcial o total. En
cambio, los ingresos procedentes de transacciones con terceros suelen ser
sujetos a las mismas normas que los ingresos de las empresas con ánimo de
lucro.
Cabe señalar que en varios países, especialmente de América del Sur, la
ley de cooperativas parece desempeñar un papel clave en la cuestión ante-
rior, ya que define las transacciones entre la cooperativa y sus miembros como
actos cooperativos y los diferencia de las transacciones con terceros. El de-
sarrollo de este concepto también se refleja en la fiscalidad, permitiendo y
justificando un tratamiento fiscal diferenciado entre los ingresos generados
por actos cooperativos y no cooperativos. Esto último es indicativo de la armo-
nización de las disposiciones de la ley organizativa con las disposiciones de la
ley fiscal de ese contexto regional.
Diferenciar las rentas derivadas de las transacciones entre la cooperativa
y sus miembros y someterlas a disposiciones especiales en comparación con
las aplicables a las rentas derivadas de otras fuentes, supone un incentivo para
que la cooperativa realice transacciones con sus socios, tal y como dicta su
objetivo mutuo. De lo anterior se desprende que las normas fiscales pueden
incentivar a las cooperativas a promover su objetivo mutuo.

3.3.3 Tratamiento fiscal especial de la renta de las cooperativas en fun-


ción de su destino

Una tendencia dominante entre los países estudiados que hemos obser-
vado es que el destino del resultado financiero anual de las cooperativas es
un factor irrelevante para la definición de la base imponible de sus rentas o
el tipo impositivo de las mismas o la aplicación de medidas fiscales especiales.
En algunos casos, lo anterior puede incluso provocar el fenómeno de la doble
imposición, ya que tanto la cooperativa como su socio al recibir el resultado
financiero son contribuyentes por el mismo resultado financiero 14.

14
Como por ejemplo en el caso de Indonesia.
352 Ifigeneia Douvitsa / Hagen Henrÿ

Sin embargo, en unos pocos países, el legislador fiscal adopta una postura
diferente y considera la forma en que dichos resultados son distribuidos por la
cooperativa. Esto último puede adoptar la forma de que los pagos de retorno
reciben un tratamiento diferente de él de los dividendos 15.
En consecuencia, son sujetos a deducción o exención fiscal, al menos
para la cooperativa, y los ingresos percibidos por los socios como pagos de re-
torno suelen ser sujetos al impuesto sobre la renta de las personas físicas 16 o,
con menos frecuencia, a deducción fiscal adicional para el socio -receptor 17.
En este caso, los dividendos se gravan con arreglo a las mismas disposiciones
aplicables a los dividendos de las empresas con ánimo de lucro.
También se observó que en un número aún menor de países existen nor-
mas fiscales especiales para los ingresos asignados a la reserva legal, o a otras
reservas (divisibles o indivisibles, obligatorias o voluntarias), como los fondos
mutuos o los fondos constituidos con fines educativos y de formación 18.
La ausencia de tales normas en la mayoría de los países estudiados puede
explicarse por la tendencia a asociar la exención fiscal o la deducción de reser-
vas con el favoritismo de las cooperativas. Así, dicho favoritismo es condena-
ble por alterar potencialmente la competencia en el mercado abierto (Garroy,
2022). Sin embargo, la perspectiva anterior no evalúa ninguna medida fiscal
especial para las reservas de las cooperativas desde la óptica del principio de
igualdad, ya que su diferente tratamiento fiscal puede justificarse sobre la base
de reflejar y promover su objetivo mutuo. Además, ese favoritismo no conside-
ra la función social que las cooperativas realizan, creando puestos de trabajo,
promoviendo la educación y el desarrollo de áreas desventajosas y centrando
en el individuo y no en el capital (Aguilar Rubio, 2022: 125).

15
Por ejemplo: Américas: EE.UU., Canadá, Brasil, Chile; Asia - Pacífico: Japón, Nueva
Zelanda; Europa: Italia, Alemania, Francia, Bélgica, Países Bajos, Noruega, España, Reino
Unido (para las cooperativas que se apoyan mutuamente).
16
Por ejemplo Italia, Alemania, Nepal, Japón.
17
Por ejemplo, en Bulgaria en el caso de los dividendos de los consumidores.
18
A título indicativo: Américas: Colombia: se grava la asignación de ingresos a fondos
de reserva. Sin embargo, dicha asignación (por ejemplo, a diversas reservas, incluida la
reserva legal, el fondo de educación y el fondo de solidaridad) es un requisito para que los
ingresos totales de las cooperativas estén sujetos a un tipo impositivo especial (20%), inferior
al de las sociedades comerciales (35%); Asia - Pacífico: Corea: deducción fiscal de los ingresos
destinados a fondos mutuales (disposición de las pequeñas y medianas empresas aplicable a las
cooperativas), Nepal: los ingresos asignados al fondo de reserva, al fondo de amortización de
capital garantizado y al fondo de promoción de las cooperativas están exentos de impuestos;
Europa: España: deducción fiscal de los ingresos destinados a la reserva obligatoria de las
cooperativas protegidas, Italia (exención fiscal parcial de las reservas indivisibles, incluida la
reserva legal, deducción fiscal de los fondos de inversión), Portugal: deducción fiscal de los
ingresos destinados a la educación.
El impuesto sobre la renta y las cooperativas 353

A este respecto, Italia presenta un caso interesante, ya que las recientes re-
formas fiscales parecen haber sido dictadas por el restablecimiento de la com-
petencia y la sustitución de la exención fiscal total de las reservas indivisibles
por una exención fiscal parcial. Cabe señalar que la Constitución italiana, que
protege el objetivo mutualista de las cooperativas y prescribe la promoción es-
tatal de las cooperativas, puede haber impedido la abolición total de la dispo-
sición anterior, en la que todos los ingresos asignados a las reservas indivisibles
pueden haber ser sujetos a las disposiciones generales del impuesto sobre la
renta. Esto último es indicativo de cómo la constitución, al regular el sector de
las cooperativas y su identidad, por un lado, sirve de brújula legislativa para el
legislador, así como de garantía para evitar la dilución de la identidad coope-
rativa a lo largo de los años (Grau Ruiz, 2022).

4. CONCLUCIONES

En este estudio hemos investigado los impuestos sobre los ingresos de las
cooperativas en 50 países de África, de las Américas, de Asia - Pacífico, de las
Américas y del Europa. A partir de la comparación entre estes países, nuestros
resultados preliminares no han confirmado la creencia popular de que las
cooperativas son “los hijos favorables” del legislador.
In particular, la mayoría de los países estudiados han seguido un enfoque
jurídico mixto, en el que las cooperativas son sujetas, en principio, al régimen
fiscal general de las sociedades, con una serie de disposiciones especiales que
reflejan en parte sus particularidades. De lo anterior parece que el legislador
intenta mantener un frágil equilibrio entre evitar cualquier práctica que dis-
torsione la competencia y, por otro lado, preservar la identidad cooperativa.
En cuanto al contenido de las leyes fiscales estudiadas, observamos que
una característica común entre ellas es el hecho de que la fuente de ingresos
es un factor decisivo para la tributación de las cooperativas. En particular, los
ingresos procedentes de las transacciones entre la cooperativa y sus miembros
suelen ser sujetos a una deducción o exención fiscal parcial o total. En cam-
bio, los ingresos procedentes de transacciones con terceros suelen ser sujetos
a las mismas normas que los ingresos de las sociedades.
Otra tendencia dominante entre los países estudiados es la falta de consi-
deración del destino del resultado económico anual de las cooperativas como
factor decisivo para la definición de la tasa imponible de sus rentas o del tipo
impositivo de las mismas o la aplicación de medidas fiscales especiales. En los
pocos casos en los que el legislador tributario sí tiene en cuenta el destino de
354 Ifigeneia Douvitsa / Hagen Henrÿ

dicho resultado, suele manifestarse en una diferenciación entre los pagos de


retorno, sometiéndolos a reglas fiscales especiales, y los dividendos, sometién-
dolos al régimen fiscal general de las empresas con ánimo de lucro. En un
número aún menor de países hemos observado medidas fiscales especiales
para la asignación de beneficios a reservas legales o a cualquier otro tipo de
reservas (divisibles o indivisibles) por razones de solidez educativa u otras ra-
zones sociales y societarias.
En general, aunque el legislador fiscal tiene en cuenta, en menor o ma-
yor grado, el origen de los ingresos de las cooperativas, tiende a permanecer
indiferente sobre cómo se asignan dentro de la cooperativa. En consecuencia,
la mayoría de los países estudiados han introducido normas fiscales especiales
para las cooperativas, pero éstas no reflejan la identidad cooperativa de mane-
ra satisfactoria.
Por eso es muy necesario un cambio de paradigma en el ámbito de la le-
gislación fiscal (Garroy, 2022). Esto último implicaría un cambio de enfoque
del legislador fiscal, que pasaría de la actividad (generación de beneficios) a
tener en cuenta la fuente y la finalidad de beneficios. Este cambio de paradig-
ma no sólo es pertinente y necesario para el tratamiento fiscal adecuado de las
cooperativas, sino también para las empresas sociales, otras organizaciones sin
ánimo de lucro y otras entidades híbridas que realizan actividades económi-
co-comerciales para perseguir su objetivo social general. De hecho, la marca-
da dicotomía entre el modelo tradicional de empresa que realiza actividades
económico-comerciales, generando beneficios que son imponibles, ya se ha
quedado obsoleta. Por eso, es necesario reflexionar sobre los conceptos clave
que contribuyen a una teoría jurídica sobre el trato adecuado de las rentas de
las cooperativas de acuerdo con la identidad cooperativa.

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CAPÍTULO 19
Aproximaciones al derecho cooperativo comparado:
un enfoque empirico del séptimo principio cooperativo
y su presencia en la legislación latinoamericana

Carlos Naranjo Mena


Universidad Andina Simón Bolívar
Sede Ecuador

Sumario: 1. Introducción. 2. Los principios cooperativos. 2.1. De dónde vienen. 2.2.


Qué son. 2.3. Para qué sirven. 3. El principio de interés por la comunidad:
3.1. Antecedentes. 3.2. La ACI y sus tres diferentes enunciados del principio.
3.3. Desarrollo teórico. 4. El principio de compromiso con la comuidad: de
la teoría a la práctica: 4.1. Confusión impropia con la responsabilidad social.
4.2. Relacion tormentosa con la identidad. 4.3 Relación cuasi conyugal con
el valor compartido. 5. El principio de compromiso con la comunidad en la
legislacion cooperativa latinoamericana. 6. Conclusiones. 7. Bibliografía

1. INTRODUCCION

Históricamente se han sostenido y respetado los Principios Cooperativos,


aprobados por la Alianza Cooperativa Internacional, como características
identitarias de las cooperativas y, en 1995, en la Declaración sobre la Identidad
Cooperativa, el organismo cúpula del cooperativismo mundial, incluyó en la
actual versión de los Principios, el denominado “Interés por la comunidad”.
Por alguna razón, no explicada aún, la teorización, análisis e investigación
de la praxis de este Principio, no se ha desarrollado con la misma intensidad
358 Carlos Naranjo Mena

de los restantes principios. Igualmente, es también escasa la exigencia legisla-


tiva de acreditar su cumplimiento, como parte de la actividad de las cooperati-
vas, mientras que, otros principios, expresa o tácitamente, son condiciones de
su reconocimiento legal.
Adicionalmente, en estos tiempos se habla de responsabilidad social y,
más actualmente, de valor compartido, como expresiones de la indispensable
vinculación que debe existir entre la empresa y la comunidad, donde desarro-
lla su actividad.
De estas dos realidades: la escasa información, exigencia legal y estudios
sobre el principio de compromiso con la comunidad; y, el interés de la empre-
sa privada por la comunidad, como nuevo factor de su crecimiento y ganan-
cias, surge la necesidad de profundizar en el análisis y difusión de este princi-
pio, otorgándole, al menos, similar importancia al de control democrático o
al de educación e información. El presente trabajo, pretende dar un pequeño
paso en ese camino.

2. LOS PRINCIPIOS COOPERATIVOS

La Declaración de la Alianza Cooperativa Internacional sobre la Identidad


Cooperativa, aprobada en el Congreso del año 1.995, en Manchester,
Inglaterra, reformula los principios cooperativos, precisando que son los
siguientes:
1) Adhesión Libre y Voluntaria
2) Control Democrático por los miembros
3) Participación Económica de los socios
4) Autonomía e Independencia de las Cooperativas
5) Educación, Formación e Información
6) Cooperación entre Cooperativas
7) Interés por la Comunidad
Un paréntesis obligado, para referirnos a las 3 distintas denominaciones
dadas al VII principio, por la misma ACI, que terminan confundiendo al lec-
tor, aunque, aparentemente, se usa términos sinónimos, pero vistos en detalle,
no son tales. Estas 3 denominaciones, serán enfocadas, más adelante, cuando
se hable específicamente del enunciado del principio.
Aproximaciones al derecho cooperativo comparado 359

2.1. De dónde vienen

Los principios cooperativos incluidos en la Declaración de Identidad, son


el resultado de 150 años de experiencia práctica de las normas estatutarias de
la Cooperativa de los Pioneros de Rochdale que, terminaron siendo aceptadas
por los cooperativistas y fueron consolidándose como características exclusivas
de la empresa cooperativa, para diferenciarlas de otras formas empresariales.
Su formulación y reformulación en los Congresos de Alianza Cooperativa
Internacional (ACI) de 1937, 1966 y 1995, demuestra que son resultado de
la experiencia práctica y de procesos de consulta a nivel mundial, comisio-
nes, talleres, etc., sin olvidar el extraordinario aporte de autores como George
Laserre, Paul Lambert, ...
Fueron tres dirigentes de ACI, los encargados de analizar la aplicación
práctica de los principios, coordinar centenas de opiniones de todas las regio-
nes del mundo y presentar sus informes ante la ACI, para la formulación final
de los principios. En el Congreso de ACI celebrado en Estocolmo, en 1988,
informó Lars Marcus; en el de Tokio lo hizo Sven Ake Book y, finalmente, en
Manchester, Ian McPherson. De esta tarea vieron la luz dos grandes trabajos
sobre la moderna doctrina cooperativa: “Las cooperativas en el año 2000” y
“Valores y Principios Cooperativos, para un mundo en cambio”.
Los principios, entonces, no son creación de la mente de un pensador,
sino de la reducción a escrito como normas doctrinarias, de las prácticas per-
manentes de los cooperativistas de todo el planeta, consensuadas por ellos en
sendos congresos mundiales.
La actualización de los principios, no puso en tela de duda, ni afectó la
esencia misma de las cooperativas, a contrario sensu, la profundizó en su fun-
damental papel en la formación de un nuevo ser humano, convencido que el
objetivo vital no es únicamente el éxito económico, o la mera satisfacción de
necesidades comunes, sino también la justicia social, la conservación y protec-
ción de la naturaleza, de suerte que, la cooperativa, se ha convertido, no solo
en una empresa económica con fin social, sino en una empresa humana, en
una forma de conducta, en una filosofía de vida.

2.2. Qué son

Según Laserre (citado por Calero, 2016), los principios no sólo afectan a
la cooperativa como empresa económica, sino que deben ser cualidades dis-
tintivas y practicadas en la vida diaria por los cooperativistas, porque el ob-
jetivo final, debemos entender, no es únicamente la superación del “homus
360 Carlos Naranjo Mena

economicus”, mediante la cooperación, sino la formación del un nuevo ser


humano: el “hombre cooperativo”.
Se dirá que las empresas privadas también se regulan por normas de con-
ducta, como las de competencia, de cumplimiento de obligaciones laborales,
de responsabilidad social, etc, pero, nadie puede negar que las cooperati-
vas son la única forma de empresa que ha elevado a categoría de norma de
Derecho Internacional, un conjunto de valores y principios acordados en con-
gresos mundiales por sus miembros.
En todo caso, respondiendo al epígrafe, diremos que, los Principios
Cooperativos, son el resultado de un largo proceso histórico internacio-
nal de maduración doctrinaria, que, elevados a reglas de conducta, cuyo
cumplimiento obligatorio, permite ostentar la denominación de coopera-
tiva a las empresas que los practican y sirve como sustento del Derecho
Cooperativo.
Este ensayo de interpretación sobre el ser de los principios, nos lleva a
sostener que, las cooperativas que no cumplen con ellos en sus operaciones
económicas, no deben ostentar esta denominación, sino la de cualquiera otra
organización empresarial, dejando en el tapete, la posibilidad cierta de que,
otras empresas que cumplan con dichos principios deben ser consideradas
cooperativas, aunque no tengan esa denominación.

2.3. Para qué sirven

Cerrando esta breve referencia a los Principios, podríamos afirmar que


su utilidad radica, primero, en que permiten identificar y diferenciar a una
cooperativa de otros tipos de empresa; segundo, se constituyen en un insumo
para la creación de normas jurídicas que regulen la organización y funcio-
namiento de las cooperativas, es decir, se constituyen en fuente del Derecho
Cooperativo, como rama autónoma del derecho.
En tercer lugar y, nos atrevemos a sostener que, en primer lugar, en orden
de importancia, está en que sirven no solo para formar cooperativas, sino para
formar cooperativistas. Así es y así debe ser. Los principios son para forjar nue-
vos seres humanos, convencidos que esta filosofía engendra una nueva forma
de vida, no egoísta, si solidaria; no individualista, si colectiva.
Aproximaciones al derecho cooperativo comparado 361

3. EL PRINCIPIO DE INTERES POR LA COMUNIDAD

3.1. Antecedentes

Es en la versión de los principios de la ACI, aprobados en 1966, en Viena,


donde se incorpora por primera vez, la obligación de las cooperativas, de ser-
vir a la comunidad, tanto como a sus miembros, pues, el sexto principio, reza:
“las cooperativas, para servir mejor a los intereses de sus miembros y sus co-
munidades, deben colaborar por todos los medios con otras cooperativas a los
niveles local, nacional e internacional”.
Es bueno notar que, la mención a “los intereses de las comunidades”, está
incorporada dentro del principio de Integración o Cooperación entre coope-
rativas, ergo, no se considera todavía como un principio independiente.
Fue necesaria la aparición y debate de los conceptos de cuidado del am-
biente, desarrollo sostenible y aún el de responsabilidad social corporativa, para
que la ACI reconozca al interés por la comunidad como principio cooperativo,
esto es, cuando la globalización, condujo al debilitamiento de la conexión entre
las comunidades y las empresas asentadas en ellas. (Hernández, 2021).
Entre los estudiosos y forjadores de la Doctrina Cooperativa, destaca Paul
Lambert quien, en la obra del mismo nombre, define a la cooperativa como
“… una empresa constituida y dirigida por una asociación de usuarios, que
aplica en su seno la regla de la democracia y que tiende directamente al ser-
vicio tanto de sus miembros como del conjunto de la comunidad” (Lambert,
1961, citado por Hernández, 2021).
Como el lector puede percibir, este postulado es anterior a la formulación
de los Principios efectuada en Viena, en 1966, por tanto, se podría afirmar
que, fueron teóricos del cooperativismo, quienes, impulsaron este reconoci-
miento, aunque, según Hernández (2021) el mismo Lambert niega la nove-
dad del interés por la comunidad como principio, afirmando que estaba en
las cooperativas de King, Buchez, Raiffeissen y en Rochdale.
Esta última afirmación parece muy acertada, puesto que, una lectura de las
3 formulaciones de los principios, nos lleva a concluir que, en ellos, se encuen-
tra inmersa la preocupación por la comunidad, por eso, el destino de los rema-
nentes de la liquidación, la distribución de excedentes y, especialmente, el afán
de transformar la sociedad, pues, al fin y al cabo, ella es la comunidad mayor.
Al Congreso de la ACI, de Manchester, 1995, le cabe la incorporación del
interés por la comunidad, como un principio independiente, con su propio
362 Carlos Naranjo Mena

enunciado y desarrollo, aunque, con una triple forma de mencionarlo, como


se verá a continuación.

3.2. La ACI y sus tres diferentes enunciados del principio

A estas alturas del presente trabajo, el tema se torna escabroso o ambiguo,


según la visión del lector, pues, la ACI, por alguna humana equivocación, nos
regala con tres enunciados diferentes del séptimo principio, así:
En la Declaración sobe la Identidad Cooperativa, vista en la página web
de la ACI, https://www.ica.coop/es/cooperativas/identidad-alianza-coope-
rativa-internacional, dice:
Los principios cooperativos son las directrices mediante las que las coo-
perativas ponen en práctica sus valores. A continuación enumera los princi-
pios, así:
7. Interés por la comunidad
Las cooperativas trabajan para el desarrollo sostenible de sus comunida-
des a través de políticas aprobadas por sus miembros.
En el texto denominado “Notas de orientación para los Principios
Cooperativos”, constante en la web de ACI: https://ica.coop/sites/default/
files/2021-11/Guidance%20Notes%20ES.pdf, dice:
Los principios de las cooperativas son pautas mediante las cuales las
cooperativas llevan a la práctica sus valores.
7. Preocupación por la comunidad
Las cooperativas trabajan en favor del desarrollo sostenible de sus co-
munidades mediante políticas aprobadas por los miembros.
Por fin, en la página web de Cooperativas de las Américas:
https://www.aciamericas.coop/Principios-y-Valores-Cooperativos-4456,
dice:
Séptimo Principio: Compromiso con la comunidad
La cooperativa trabaja para el desarrollo sostenible de su comunidad
por medio de políticas aceptadas por sus miembros
Estos diferentes en enunciados para un mismo principio, podrían esti-
marse como intrascendentes, pero, no pueden ser así estimadas, especialmen-
te, cuando se enfocan los términos, desde la perspectiva doctrinaria, donde el
significado de las palabras, rebasa los conceptos comunes y busca desentrañar
y marcar diferencias en el uso de sinónimos, cuya significación, parece igual,
pero en doctrina, deja de serlo.
Aproximaciones al derecho cooperativo comparado 363

En efecto, interés, preocupación y compromiso, tienen, no solo simples


definiciones diferentes, sino, a partir de ellas, tiene connotaciones diferentes
en el análisis doctrinario, no únicamente semántico. Veámoslo a continuación.
Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, fuente
de consulta primaria e imprescindible, para entender el significado de las pa-
labras en español, encontramos el término interés, así:
Interés.- Del lat. Interess “importar”
1. m. Provecho, utilidad, ganancia.
2. m. Valor de algo.
3. m. Lucro producido por el capital.
4. m. Inclinación del ánimo hacia un objeto, una persona, una narra-
ción, etc.
El interés tiene, entonces, al menos, tres acepciones: económica, como
ganancia sobre el capital (tasa de interés); una segunda: como atracción hacia
algo o alguien; y, una tercera, como conveniencia o búsqueda de provecho en
alguna conducta o relación.
Preocupación: Del lat. praeocupare
1. tr. Ocupar antes o anticipadamente algo.
2. tr. Prevenir a alguien en la adquisición de algo.
3. tr. Dicho de algo que ha ocurrido o va a ocurrir: Producir intranquili-
dad, temor, angustia o inquietud. U. t. c. prnl.
Especulando con la terminología y acudiendo al prefijo “pre” que, cono-
cemos, significa “antes”, podríamos decir que, es “ocuparse antes de …” pre
- ocupación de algo que genera nerviosismo y concentración mental en ese
algo, esperando un resultado que le ponga fin. En Ecuador, estamos preocu-
pados por el resultado de las elecciones.
Compromiso.- Del lat. compromissum
1. m. Obligación contraída.
2. m. Palabra dada.
3. m. Dificultad, embarazo, empeño. Estoy en un compromiso.
5. m. Promesa de matrimonio.
De la lectura del Diccionario de la RAE, deviene con claridad meridiana
que la palabra compromiso, lleva implícita a obligación de cumplir con algo o
con alguien, conlleva la aceptación de un acuerdo para hacer o dejar de hacer
364 Carlos Naranjo Mena

algo. Cuando alguien está comprometido con algo, se auto impone la realiza-
ción de esfuerzos para cumplir con el compromiso adquirido.
Lo cierto es que, más allá del equívoco semántico, parece que, el enuncia-
do más adecuado para este principio, es el de compromiso con la comunidad,
por ser más cercano al objetivo que persigue, por estar en mayor sintonía con
la prédica cooperativa, por llevar al cooperativismo a su propia raíz, que está
mucho más allá de la simple responsabilidad social, como lo veremos en lí-
neas posteriores.
Por lo expuesto y en guarda de la posición asumida por el autor, sobre el
enunciado del séptimo principio, queda la certeza que la ACI unificará ese
enunciado en sus documentos oficiales, enderezando el entuerto.

3.3. Desarrollo teórico

Sentemos como premisa la afinidad entre las cooperativas y las localida-


des donde ellas nacen, más, cuando no se han expandido a territorios ajenos
al de su constitución, mediante sucursales, agencias, etc, que, siendo saluda-
bles para su crecimiento, terminan distanciándolas de sus socios, quienes, se
miran a sí mismos, como clientes, no como propietarios.
Esa identificación es cierta, pues, las primeras son constituidas por veci-
nos de un territorito, con idénticas necesidades por satisfacer (abastecimien-
to, comercialización, producción, acceso a crédito), siendo, instrumentos de
desarrollo territorial (ACI, s/f).
En otras palabras, esa vinculación directa entre las cooperativas y la comu-
nidad, ámbito de su acción, implican relaciones especiales que, van más allá
de la mera relación económica y comercial (Hernández, 2021).
Esta identidad cooperativa-comunidad, marca también una diferencia
con las sociedades de capital, pues, éstas, por su naturaleza, no responden a
un territorio determinado, ni tienden a una vinculación estrecha con la co-
munidad, como ocurre con las cooperativas, cuya incidencia en el desarrollo
del territorio donde sus socios residen, es tan importante que hay quien afir-
ma que, “el desarrollo de esas comunidades, se refleja directamente entre los
cooperadores” (Cardoso y Hamahn, 2004, citados por García, 2019).
Pero la vinculación no es, ni debe ser, únicamente de la cooperativa, como
empresa, con la comunidad, sino también de sus socios con su propia comu-
nidad, quienes, como praxis de esta vinculación, “deben orientar su labor al
aumento del bienestar social, haciendo de la proyección y la acción a la comu-
nidad, característica cooperativa” (Vargas et Al, 2015, citado por García, 2019).
Aproximaciones al derecho cooperativo comparado 365

Si asumimos que una comunidad desarrollada, abriga empresas genera-


doras de empleo y es también una buena consumidora de productos, tenemos
que, el desarrollo de la empresa y de la comunidad de su ámbito de accionar,
van tomados de la mano.
Resta destacar que, el desarrollo de la comunidad, no es únicamente
el desarrollo económico, sino también el social y el medioambiental, mejor
entendido como desarrollo sostenible y que se incluye en la Declaración de
Identidad de la ACI.
Lo dicho guarda armonía con la posición de la ACI, respecto al desarrollo
sostenible como parte del ser de las cooperativas, pues, “el desarrollo social
sostenible exige el mantenimiento de una relación armoniosa entre el creci-
miento tangible y la respuesta a las necesidades intangibles y las aspiraciones
de la comunidad”, lo cual incluye la cultura, la espiritualidad, la educación, la
historia y el patrimonio (ACI,2016).
La vinculación entre cooperativa y comunidad y la importancia dada por
la ACI, a esta vinculación, al elevarla a principio, contrasta con la escasa litera-
tura existente sobre el mismo, más aún, cuando su equivalente en la empresa
privada, conocido como responsabilidad social corporativa, ha sido amplia-
mente desarrollado, aunque, en opinión de este autor, como un acto de con-
trición, antes que como ética empresarial.
Daniel Hernández (2021), confirma la escasa dedicación al séptimo prin-
cipio, en publicaciones dedicadas al análisis de los principios, Cita un libro
de Macías Ruano (Las sociedades cooperativas y la adaptación de sus princi-
pios al mercado, 2013) señalando que, “…al principio de interés por la comu-
nidad únicamente le dedica 2 de las casi 250 páginas que tiene el libro”. El
mismo autor, menciona la obra de Martínez Charterina, “La cooperativa y su
identidad”, “…el cual contiene una página y media destinada a la explicación
de dicho principio de las 104 páginas que tiene el libro”.
Esta escasa importancia, se refleja también en el No 27 (2015) de la
Revista jurídica de CIRIEC que, siendo una edición dedicada a los Principios
Cooperativos en la legislación, en ninguno de los textos insertos, se habla del
séptimo principio.

4. EL PRINCIPIO DE COMPROMISO CON LA COMUNIDAD: DE LA


TEORIA A LA PRACTICA

Visto ya el antecedente de la escasa teorización sobre el séptimo principio,


con el mismo desaliento, encontramos como escasa, no la aplicación práctica
366 Carlos Naranjo Mena

propiamente dicha, si, la visibilización de esa praxis, debido a la falta de infor-


mación, por la no aplicación del denominado balance social, herramienta de-
mostrativa del cumplimiento de este principio, por parte de las cooperativas.
Desde luego que, algunos dirigentes cooperativistas sostendrán que sus
cooperativas, si cumplen con el principio y mantienen activa la vinculación
o compromiso con la comunidad, pero, difícilmente podrán demostrarlo o,
caso contrario, lo harán, como, de hecho, un gran número de cooperativas
hoy lo hace, esto es, confundiendo el principio de compromiso con la comu-
nidad con la responsabilidad social corporativa.
Efectivamente, es saludable enfocar las desviaciones del séptimo principio.

4.1. Confusión impropia con la responsabilidad social

La historia del cooperativismo, tiene algunos hitos de creación de meca-


nismos de desarrollo empresarial con visión social, que terminan siendo adop-
tados por la empresa privada y luego readoptados por las cooperativas. Los
servicios de medicina prepagada y los grupos o clubes de adquisición de ve-
hículos mediante cuotas únicas en un mismo plazo, son dos de algunos ejem-
plos que podrían citarse.
Lo cierto es que, esas creaciones de cooperativistas, terminan siendo
ejecutadas por la empresa privada y luego, aparecen las cooperativas, como
imitadoras de los mecanismos que ellas crearon. Algo parecido ocurre con el
séptimo principio y el balance social, entendido como constancia de cumpli-
miento de ese principio, puesto que, la responsabilidad social, está inmersa
en la filosofía cooperativa, porque está en su esencia, porque es su razón de
ser, porque no puede llamarse cooperativa, ninguna empresa que no tenga
responsabilidad social.
Hace algunos años, los creadores de la Doctrina Cooperativa, hablaban
ya de la vinculación cooperativas - comunidad; se hablaba de la contabilidad
social y de auditoría social, lo que, en los últimos años, la empresa privada de-
nominó responsabilidad social.
Arizmendiarrieta (2013) ya nos decía que, para las sociedades de capital,
el balance social no pasa de ser más que el resultado de ciertas buenas inten-
ciones y, añadiríamos por nuestra cuenta, ciertas buenas obras de caridad, en
cambio, para las cooperativas, “en donde la gestión social es su razón de ser, la
responsabilidad social y el balance social no pueden ser sólo un complemen-
to. Para el cooperativismo, el balance social es el resultado tangible de toda su
gestión empresarial, ya que debe manifestar el cumplimiento de su propósito
social”.
Aproximaciones al derecho cooperativo comparado 367

La ACI en sus “Notas para la aplicación de los Principios” (ACI, 2016) nos
recuerda que, el desempeño de una cooperativa, no puede evaluarse única-
mente, desde el punto de vista financiero o de rentabilidad, sino de su papel
como promotor social, como gestor del desarrollo comunitario, aunque, im-
propiamente también habla de la “responsabilidad social corporativa” y añade
que, “muchas cooperativas ofrecen hoy en día informes de responsabilidad
social a sus miembros” (ACI, 2016), en lugar de hablar simplemente del cum-
plimiento del Principio de Compromiso con la Comunidad.

4.2. Relacion tormentosa con la identidad

Entonces, la responsabilidad social en las cooperativas, no debe asimilarse


a la conducta filantrópica adoptada por la empresa privada, sin afectar a sus
ganancias. Sin embargo, no es menos cierto que, en las cooperativas, es más
complejo el cumplimiento del séptimo principio, por la dualidad de su natu-
raleza, pues, deben mantener el equilibrio, entre la sostenibilidad financiera,
la eficiencia económica y la eficacia social.
La tentación del pecado o herejía de la “compañización” o bancarización
(en las de ahorro y crédito), no deja de ser un obstáculo para mantener la
identidad cooperativa, pero, precisamente, en ello, radica la hermosura de
esta filosofía, como nueva alternativa empresarial social y económica, en bus-
ca de la anhelada y esquiva justicia social, en busca de incorporar la hoy inexis-
tente palabra “solidaridad” en los diccionarios de economía.

4.3. Relación cuasi conyugal con el valor compartido

La empresa privada, nunca perderá su objetivo natural de maximizar ga-


nancias, sobre cualquier otra conducta que, incluso, suponga, un acercamien-
to con la comunidad. Por ello, o mejor, a pesar de la responsabilidad social,
como práctica empresarial, no ha cambiado su imagen ante la sociedad, pues,
sigue siendo la forma empresarial a la que no le importan sus trabajadores, ni
la comunidad donde ejerce sus actividades, ni la naturaleza, ni los consumido-
res. Importa solo el aprovechamiento de todos ellos, en su favor, le importan
como generadores de utilidades.
Esta imagen es la que pretende cambiar uno de los gurús del “manage-
ment” empresarial: Michael Porter, quien propone a las empresas privadas,
retribuir al entorno social una parte de los beneficios que obtienen en sus ac-
tividades económicas y crea el “valor compartido”, como una nueva conducta
empresarial que busca involucrar en la actividad económica a la comunidad,
368 Carlos Naranjo Mena

dejando atrás la responsabilidad social corporativa, sustituyéndola con el valor


compartido, como forma de tener un mejor desempeño económico estratégi-
co, con un impacto positivo en la sociedad (Calero, 2013).
Según Porter (citado por Calero, 2013), el valor compartido, “no es la res-
ponsabilidad social, la filantropía o incluso la sostenibilidad, sino una nueva
manera de lograr el éxito económico”, de donde deviene que, la esencia de la
empresa capitalista es la ganancia, disfrazada, incluso de preocupación por la
comunidad. Esta deducción se sustenta en afirmaciones del mismo Porter, al
mencionar entre las características del valor compartido, algunas que consti-
tuyen una simple utilización o manipulación de la comunidad o sociedad en
beneficio del empresario.
En efecto, entre las 10 características del valor compartido, Porter incluye:
1. Hoy en día, capitalismo es casi una mala palabra. Tenemos que usar
el capitalismo para crear impacto social.
2. Siendo honestos, la RSE no ha llevado los beneficios del capitalismo
a la sociedad.
3. La eficiencia en la economía y el progreso social no son opuestos.
Los negocios deben reconectar el éxito de la compañía con el progre-
so social.
4. Valor compartido no es responsabilidad social, filantropía, ni soste-
nibilidad. Es una nueva forma de alcanzar éxito económico.
5. Valor compartido es crear valor económico a partir de la generación
de beneficios sociales 1.
Por lo expuesto, Porter no solo ratifica que la responsabilidad social, ha
sido algo complementario, sino también una línea más de trabajo de comu-
nicación para mejorar la reputación corporativa (Arizmendiarrieta, 2013),
aunque, King (2020), algo santifica el valor compartido al decir que: “consis-
te, fundamentalmente, en alinear el éxito de nuestra empresa con el éxito de nuestra
comunidad, al reconocer que tenemos la responsabilidad -además de la oportunidad
económica- de mejorar el entorno empresarial y la salud fundamental de la estructura
comunitaria que lo sustenta”.
Esta última definición del valor compartido, resulta extremadamente
afortunada, pues, identifica a la cooperativa, teniendo en cuenta que, precisa-

1
Calro, en su tesis de maestría desarrolla este concepto, citando a Torres, Antolín,
“Antecedentes y orígenes del valor compartido” (México D.F.: Instituto tecnológico de Orizaba,
2011), 3 44 García, Apolinar, “Estrategias empresariales: Una visión holística”, (Bogotá,
Bilineata Publishing, 2013), 21 (Calero 2013).
Aproximaciones al derecho cooperativo comparado 369

mente, esta empresa ha venido buscando históricamente, el equilibrio entre


la eficiencia económica y la eficacia social. Como se dijo en líneas anteriores,
la naturaleza de la cooperativa radica en ser una empresa económica con ob-
jetivo social, por ello, es fundamental para mantener su identidad natural, el
cumplimiento del séptimo principio y así lo miran muchos países, al haberlo
incluido en su legislación, como se observa en el siguiente tema.

5. EL PRINCIPIO DE COMPROMISO CON LA COMUNIDAD EN LA


LEGISLACION COOPERATIVA LATINOAMERICANA 2

Coincidiendo con García Muller (2019), debemos señalar que, la presen-


cia del séptimo principio en la legislación de cooperativas en América Latina,
es variada, es decir, hay países que lo incorporan expresamente, otros lo ha-
cen en forma tácita o tangencial y otros lo adoptan como uno de los principios
cooperativos, cuando la ley incorpora a éstos, como parte de su legislación.
En el análisis de las leyes latinoamericanas, encontramos el caso de
Argentina, Brasil y Paraguay, en cuyas leyes, no existe ninguna referencia al
séptimo principio; en cambio tenemos la Ley Marco y las leyes de Panamá,
Uruguay y Venezuela que incorporan textualmente los principios de ACI, en
sus leyes, con la diferencia que, de las 4 normas, solo la Ley Marco, habla de
“preocupación por la comunidad”, mientras las 3 restantes, mencionan “com-
promiso con la comunidad”. Recuerde el lector que, varios párrafos antes, se
habla de los diferentes enunciados de este principio.
Las leyes de Bolivia, Cuba, Ecuador y México, incorporan como parte de
la naturaleza de las cooperativas, el cuidado del medio ambiente y la ley boli-
viana, se convierte en la única de las analizadas que menciona la responsabili-
dad social.
Colombia y Cuba, hacen referencia a las cooperativas como organizacio-
nes de interés social que, como tales, deben orientar sus actividades en fun-
ción del interés común y Ecuador, es el único país, cuya ley incorpora como
obligación de las cooperativas, la presentación del Balance Social, como ins-
trumento que acredita el cumplimiento de los principios, las tareas comunita-
rias y el cuidado del medio ambiente.

2
Las leyes analizadas y cuyas normas pertinentes al presente trabajo se transcriben,
han sido tomadas de la página web http://www.aciamericas.coop), durante el mes de enero
del2023 y se incorpora únicamente el texto del articulado que dice relación con el tema en
tratamiento.
370 Carlos Naranjo Mena

Finalmente, es importante destacar que, sin hacer referencia específica a


los principios cooperativos, sino como parte de la actividad propia de las coo-
perativas, señalan a la comunidad, como beneficiaria de la actividad de esas
organizaciones, las leyes de Bolivia, Chile, Colombia, Honduras, Nicaragua,
Panamá y Puerto Rico, constituyendo el mecanismo mayoritario de aplicación
legislativa del séptimo principio.
A continuación, se transcriben las normas legislativas en las que se hace
mención en cualquiera de las formas señaladas en los párrafos anteriores a
la vinculación o compromiso de las cooperativas con la comunidad, dejando
constancia que, para una mejor impresión visual, se destacan con negrilla, las
referencias al compromiso con la comunidad o con el medio ambiente, que
interesan al lector.

5.1. Bolivia 2013

Artículo 6. (PRINCIPIOS COOPERATIVOS). I. El sistema cooperativo en


el marco de la Constitución Política del Estado, se sustenta en los principios
de:
1. Solidaridad. Es el interés por la colectividad, que permite desarrollar y
promover prácticas de ayuda mutua y cooperación entre sus asociadas y aso-
ciados y de éstos con la comunidad.
3. Reciprocidad. Prestación mutua de bienes, servicios y trabajo para be-
neficio común, desarrollados entre asociadas y asociados, entre cooperativas y
de éstas con su entorno, en armonía con el medio ambiente.
II. Adicionalmente, las cooperativas se regirán por los siguientes princi-
pios del movimiento cooperativo internacional:
5. Educación, Capacitación e Información. Las cooperativas promoverán
la educación cooperativa, capacitación e información sobre los valores, prin-
cipios, naturaleza y beneficios del cooperativismo a sus asociadas y asociados,
consejeras y consejeros, empleadas y empleados y población en general.
7. Interés por la Colectividad. Las cooperativas trabajan en el desarrollo
sostenible de su entorno, mediante políticas de responsabilidad social, acepta-
das por sus asociadas y asociados.
Artículo 45. (Fondo de Previsión Social y Apoyo a la Colectividad). El
Fondo de Previsión Social y Apoyo a la Colectividad tendrá por objeto pro-
porcionar el mayor bienestar social a las asociadas y los asociados, sus benefi-
ciarios y la colectividad, en el marco de la presente Ley, el Decreto Supremo
reglamentario y el estatuto orgánico de cada cooperativa.
Aproximaciones al derecho cooperativo comparado 371

5.2. Chile 2004

Artículo 68: Son cooperativas de servicio las que tengan por objeto distri-
buir los bienes y proporcionar servicios de toda índole, preferentemente a sus
socios, con el propósito de mejorar sus condiciones ambientales y económicas y
de satisfacer sus necesidades familiares, sociales, ocupacionales o culturales. Sin
que la enumeración siguiente sea taxativa, las cooperativas de esta clase podrán
tener el carácter de escolares, de abastecimiento y distribución de energía eléc-
trica y de agua potable, de vivienda, de aprovisionamiento, de ahorro y crédito y
también de beneficio para las actividades del hogar y de la comunidad.
Artículo 69: Son cooperativas escolares las que se constituyen en los esta-
blecimientos de educación básica, media, especial o superior, con el objeto
de propender al mejoramiento de las escuelas en las cuales se fundan y de la
comunidad en que éstas funcionan. El propósito principal de las cooperativas
escolares es educativo y secundariamente económico.

5.3. Colombia 1988

Artículo 2.- Declárese de interés común la promoción, la protección y el


ejercicio del cooperativismo como un sistema eficaz para contribuir al desa-
rrollo económico, al fortalecimiento de la democracia, a la equitativa distribu-
ción de la propiedad y de ingreso, a la racionalización de todas las actividades
económicas y a la regulación de tarifas, tasas, costos y precios, en favor de la
comunidad y en especial de las clases populares.
Artículo 4.- Es cooperativa la empresa asociativa sin ánimo de lucro en la
cual los trabajadores o los usuarios, según el caso, son simultáneamente los
aportantes de los gestores de la empresa, creada con el objeto de producir o
distribuir conjunta y eficientemente bienes o servicios para satisfacer las nece-
sidades de sus asociados y de la comunidad en general.
Artículo 10.- Las cooperativas prestarán preferencialmente sus servicios al
personal asociado. Sin embargo, de acuerdo con sus estatutos podrán exten-
derlos al público no afiliado, siempre en razón del interés social o del bienes-
tar colectivo. En tales casos, los excedentes que se obtengan serán llevados a
un fondo social no susceptible de repartición.

5.4. Cuba 2012

Artículo 2.1.- La cooperativa es una organización con fines económicos y


sociales, que se constituye voluntariamente sobre la base del aporte de bienes
372 Carlos Naranjo Mena

y derechos y se sustenta en el trabajo de sus socios, cuyo objetivo general es la


producción de bienes y la prestación de servicios mediante la gestión colecti-
va, para la satisfacción del interés social y el de los socios.
Artículo 4.- Las cooperativas se sustentan en los principios siguientes:
f) Los planes de las cooperativas tienen como objetivo contribuir al desa-
rrollo económico y social sostenible de la nación, proteger el medio ambien-
te, desarrollar sus actividades sin ánimo especulativo y garantizar el cumpli-
miento disciplinado de las obligaciones fiscales y otras. …...

5.5. Ecuador 2011

Art. 21.- Sector Cooperativo.- Es el conjunto de cooperativas entendidas


como sociedades de personas que se han unido en forma voluntaria para sa-
tisfacer sus necesidades económicas, sociales y culturales en común, mediante
una empresa de propiedad conjunta y de gestión democrática, con personali-
dad jurídica de derecho privado e interés social.
Las cooperativas, en su actividad y relaciones, se sujetarán a los principios
establecidos en esta Ley y a los valores y principios universales del cooperativis-
mo y a las prácticas de Buen Gobierno Corporativo.
|DISPOSICIONES GENERALES
SEGUNDA.- Las organizaciones sujetas a esta Ley incorporarán en sus in-
formes de gestión, el balance social que acreditará el nivel de cumplimiento
de los principios y sus objetivos sociales, en cuanto a la preservación de su
identidad, su incidencia en el desarrollo social y comunitario, impacto am-
biental, educativo y cultural.

5.6. Honduras 1987

Artículo 6 Las cooperativas son organizaciones privadas, voluntariamente


integradas por personas que, constituidas conforme a esta Ley e inspirados en
el esfuerzo propio y la ayuda mutua, realizan actividades económico-sociales,
a fin de prestar a sí mismas y a la comunidad, bienes y servicios para la satisfac-
ción de necesidades colectivas e individuales.
Artículo 8.- Son objetivos de las cooperativas:
a) Mejorar la condición económica, social y cultural de los cooperativistas
y de la comunidad en que actúan;
Aproximaciones al derecho cooperativo comparado 373

ch) Estimular la iniciativa individual y colectiva, la solidaridad, la auto-ayu-


da y el espíritu de responsabilidad en todos los estratos de la población, para
la solución de sus problemas económicos y sociales en particular y los del país
en general;

5.7. Ley Marco para las cooperativas de America Latina

Artículo 4. Deben observar los siguientes principios:


1. Adhesión voluntaria y abierta;
2. Gestión democrática por los socios;
3. Participación económica de los socios;
4. Autonomía e independencia;
5. Educación, capacitación e información;
6. Cooperación entre cooperativas;
7. Preocupación por la comunidad.
Los principios enunciados tendrán el sentido y los alcances universalmen-
te reconocidos.
Artículo 48. A la fecha de cierre del ejercicio el consejo de administración
redactará una memoria sobre la gestión realizada la cual, juntamente con los
estados contables y un balance que demuestre el desempeño de la cooperativa
en el campo social, será sometida a la asamblea con informes de la junta de
vigilancia y del auditor

5.8. México 2001

Artículo 6 Las sociedades cooperativas deberán observar en su funciona-


miento los siguientes principios:
VIII.- Promoción de la cultura ecológica.

5.9. Nicaraagua 2005

Artículo 3.- Es deber del Estado garantizar y fomentar la libre promoción,


el desarrollo, la educación y la autonomía de las cooperativas y sus organiza-
ciones y el esfuerzo mutuo para realizar actividades socio económicas y cultu-
374 Carlos Naranjo Mena

rales, con el propósito de satisfacer necesidades individuales y colectivas de


sus asociados y de la comunidad.

5.10. Panamá 1977

Artículo 2. Las Cooperativas constituyen asociaciones de utilidad pública,


de interés social y de derecho privado; y el ejercicio del cooperativismo se
considera un sistema eficaz para contribuir al desarrollo económico. Al for-
talecimiento de la democracia a la equitativa distribución de la riqueza y del
ingreso a la racionalización de las actividades económicas ya facilitar, tarifas,
tasas costos y precios en favor de la comunidad en general.
Artículo 7. Las cooperativas deben cumplir los siguientes principios:
1. Membresía abierta y voluntaria
2. Control democrático de los miembros
3. Participación económica de los miembros
4. Autonomía e independencia
5. Educación, entrenamiento e información
6. Colaboración entre las cooperativas
7. Compromiso con la comunidad

5.11. Perú 1998

Articulo 3o.- Toda organización cooperativa debe constituirse sin propósi-


to de lucro, y procurará, mediante el esfuerzo propio y la ayuda mutua de sus
miembros, el servicio inmediato de éstos y el mediato de la comunidad.

5.12. Puerto Rico 2002

Artículo 2.01 - Fines y Propósitos.- Las cooperativas de ahorro y crédito


tienen como fin primordial proveer, a través del cooperativismo, acceso pleno
a servicios financieros, ….para el fortalecimiento del cooperativismo y de las
comunidades.

5.13. Uruguay 2008

Artículo 2º. (Declaración de interés y autonomía).- Declárase a las coope-


rativas de interés general e instrumentos eficaces para contribuir al desarro-
Aproximaciones al derecho cooperativo comparado 375

llo económico y social, al fortalecimiento de la democracia y a una más justa


distribución de la riqueza. El Estado garantizará y promoverá la constitución,
el libre desarrollo, el fortalecimiento y la autonomía de las cooperativas, en
todas sus expresiones económicas y sociales.
Artículo 7º. (Principios).- Las cooperativas deben observar los siguientes
principios:
1) Libre adhesión y retiro voluntario de los socios.
2) Control y gestión democrática por los socios.
3) Participación económica de los socios.
4) Autonomía e independencia.
5) Educación, capacitación e información cooperativa.
6) Cooperación entre cooperativas.
7) Compromiso con la comunidad.

5.14. Venezuela 2001

Artículo 4°. Los principios cooperativos son lineamientos por medio de


los cuales las cooperativas ponen en práctica sus valores son:
1°) asociación abierta y voluntaria;
2°) gestión democrática de los asociados;
3°) participación económica igualitario de los asociados;
4°) autonomía e independencia;
5°) educación, entrenamiento e información;
6°) cooperación entre cooperativas;
7°) compromiso con la comunidad.

6. CONCLUSIONES

La lectura de este artículo, podría dejar algo desconcertado al lector.


Igual sensación tuvo el autor, al percibir que, un excelente enunciado, como
el del séptimo principio, parece haberse quedado en eso: un enunciado. Así
lo demuestra no solo la mínima producción teórica existente sobre el mismo,
376 Carlos Naranjo Mena

sino el triple enunciado del principio de marras, efectuado por parte de la


ACI, su guardiana.
Esta falta de impulso a la aplicación del principio, llevó al cooperativis-
mo, a pasar de creador de la llamada responsabilidad social a imitador de la
empresa privada en esa práctica y, más aún, a mirar de lejos, como el capitalis-
mo va desarrollando el valor compartido, como una nueva forma de obtener
ganancias, vinculando a la comunidad en el proceso productivo, algo que, es
propio de la naturaleza cooperativa.
Poca es la importancia dada al séptimo principio, de ahí su tangencial
enfoque en la ley o, simplemente, su mención como tarea de las cooperativas,
mientras el control democrático o la educación, son vistos como norma, prin-
cipio y característica.
Si queremos hacer de este principio una realidad, hay que preparar a los
cooperativistas en el diseño de la contabilidad, balance y auditoría sociales,
como instrumentos de acreditación de su cumplimiento, bajo pena de su paso
como letra muerta. Grave responsabilidad de los cooperativistas del mundo,
la de evitar que, el capitalismo escamotee otra creación cooperativa y la difun-
da como suya.

7. BIBLIOGRAFIA

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CAPÍTULO 20
Cooperatives & public international law:
causes and consequences

Santosh Kumar Padmanabhan


Director of Legislation at International Cooperative Alliance (ICA)

Summary: 1. Introduction. 2. Exploring the meaning and scope of Law within the
context of the chapter. 3. Relevance of International Law to Cooperatives.
4. From practice to customary international law. 4.1. Fundamentals. 4.2.
Specific case of cooperatives. 5. Practices and principles of social movements
that have become international law. 6. Legal basis for the creation of COPAC.
7. Two legally binding essential instruments that impact our freedoms of asso-
ciation. 8. Conclusion. 9. Bibliography

1. INTRODUCTION

International law is a set of rules that nations agree upon to govern their
behaviour towards each other. Much of the international law we see today is
a set of highly sophisticated expressions that convey the need to safeguard
human rights, principles of self-determination and sovereignty, and freedoms
related to a secure future through sustainable development, which in
particular is rapidly growing as an inseparable aspect of the foundations of
international law as it has become today. The chapter attempts to present
some of the main points of intersection between cooperatives, as represented
by the International Cooperative Alliance, and public international law, and
aims to be an introduction to the subject rather than an expert account.
380 Santosh Kumar Padmanabhan

This chapter, like others in this book, is written on the occasion of the
80th birthday of the highly respected and much-loved Prof. Dante Cracogna,
who continues to inspire not only people like the authors of this book, but
also institutions like the Cooperatives of the Americas, and through them the
International Cooperative Alliance, which benefit immensely from his vision,
thinking and actions. The beginning of the 21st century was remarkable for
cooperatives because of the high-level political support that the international
community offered at that time. The United Nations Resolution A/
RES/56/114 of 2001 containing draft guidelines on creating a supportive
environment for cooperatives (Guidelines) and the ILO Recommendation on
the Promotion of Cooperatives (No. 193) of 2002 can be seen as watershed
moments that marked a decisive shift in the understanding of cooperatives
in the field of international law. In particular, the ILO Recommendation, as
part of the International Labour Standards, is the international law which,
through its influence on national legislation, its incorporation into national
legal systems and its role in guiding and shaping laws, policies and practices
at the national level, aims to ensure the highest level of protection and
opportunities for the development of all types and forms of cooperatives
worldwide. It is an honour for me to contribute to this book with thoughts
on cooperatives and international law, to celebrate the work and life of Prof.
Cracogna, who on several occasions advised experts and representatives of
international organisations that coordinated the drafting and adoption of
the Guidelines and Recommendation, providing a solid basis for cooperative
lawyers to strive for international research and action, for which we all remain
eternally grateful.
There are different schools of thought and theoretical frameworks when
it comes to the recognition and validation among nations of the substance and
processes involved in the construction and implementation of international
law. Notable among these are the Third World Approaches to International
Law, a critical theoretical framework that emerged in the late twentieth century
to challenge dominant perspectives on international law that are considered
Eurocentric. With its roots in the decolonisation movement, TWAIL seeks to
analyse and critique the ways in which international law has historically served
the interests of the Global North, often to the detriment of the Global South.
This academic discourse emphasises the need to address the power imbalances
and structural inequalities inherent in the international legal order. At its core,
TWAIL aims to give a voice to marginalised states and peoples by offering
alternative perspectives on international law that reflect their unique historical,
political and economic experiences. It emphasises the interconnectedness
of different systems of oppression, such as colonialism, imperialism and
economic exploitation, in shaping international legal norms and practices.
Cooperatives & public international law 381

TWAIL scholars argue that Eurocentric perspectives have long dominated the
discourse, perpetuating a hierarchy that favours the interests of Western states
and multinational corporations. TWAIL challenges the notion of universality in
international law, arguing that legal principles and norms should be understood
and applied contextually. It highlights the ways in which international
institutions and legal frameworks have been complicit in maintaining the
status quo, often disregarding the needs and aspirations of the Global South.
By foregrounding the experiences of marginalised communities, TWAIL
seeks to bring about transformative change in international legal scholarship
and practice. TWAIL also advocates for a more inclusive and participatory
approach to international law, engaging with grassroots movements, civil society
organisations and indigenous communities. It emphasises the importance of
empowering marginalised actors to shape and contest the norms and rules
that govern their lives. This perspective challenges the traditional boundaries
between domestic and international law and recognises the ways in which global
forces affect local realities.

2. EXPLORING THE MEANING AND SCOPE OF LAW IN THE


CONTEXT OF THE CHAPTER

“Law is used in two main senses -> abstract and concrete. In its abstract
sense, the term law means the legal system such as the law of a sovereign nation,
law of defamation, law & justice, etc. and is denoted by the Latin word jus or
the law, while in its concrete sense, the term law means a statute, regulation,
ordinance or any other exercise of legislative authority and is denoted by the
Latin word lex or a law. Law is often thought of as the rules of human action,
and as William Blackstone, the famous English jurist, put it, “Law is a rule
of action, whether animate or inanimate, rational or irrational,” and thus
helped to qualify the use of the term when talking about the laws of motion,
mechanics and, if we may take a sporting example, the laws of cricket! John
Salmond, another legal scholar of English origin who later became a famous
judge in New Zealand, classified laws into 8 main categories: Imperative
Law, Physical or Scientific Law, Natural or Moral Law, Conventional Law,
Customary Law, Practice or Technical Law, International Law and Civil Law.
He further explained that common law was a rule or system of rules agreed
upon by people to regulate their behaviour towards each other, and applied
to voluntary organisations such as clubs or cooperatives. Several legal scholars
after Salmond agreed with this definition of customary law and added that
this customary law included international law because its principles had been
explicitly or implicitly agreed upon by member states. Another important
382 Santosh Kumar Padmanabhan

class of law is customary law, which is so called because it has always existed in
the community, even before the existence of states, and has acquired the force
of law over time.
International law is the law of nations and is said to have been coined
by the philosopher, lawyer and social reformer Jeremy Bentham, who is
widely regarded as the founder of modern utilitarianism. International law
consists of rules that govern relations between states. Lassa Francis Lawrence
Oppenheim, the eminent German jurist and father of the modern discipline
of international law, defined international law as the body of customary and
conventional rules regarded as binding by civilised States in their relations
with each other. The Permanent Court of International Justice, the forerunner
of the International Court of Justice, had in 1927 defined international law
as principles in force between all independent nations. The defender of the
idea of the aforementioned similarity between conventional law (e.g. through
the laws of cooperatives) and international law, John Salmond, believed that
international law was a kind of conventional law and that the former had its
source in international agreements. He added that international law consists
of rules that states have agreed to observe in their dealings with each other.
International agreements are usually of two kinds: express agreements, as
contained in treaties and conventions, and implied agreements, as found in
the customary practices of States. Scholarly writings and judicial decisions of
national and even lower courts are also sources of international law, as long as
they are mutually accepted by nations.

3. RELEVANCE OF INTERNATIONAL LAW FOR COOPERATIVES

Public International law is relevant to the laws governing cooperatives,


starting with the recognition and protection it provides through a framework
that recognises cooperative enterprises as a form of economic and social
organisation. It establishes principles and norms that guide states in recognising
the importance of cooperatives and in enacting laws and regulations to support
their establishment and operation. Human rights instruments emphasise the
right of individuals to freely associate and participate in economic activities.
This includes the right to organise and operate cooperative enterprises as a
means of promoting economic and social interests. Human rights principles,
as enshrined in international legal instruments, can inform and influence
the legal framework for cooperatives. International law has a role to play in
facilitating cross-border cooperation between cooperative enterprises. It can
address issues related to international trade, investment and cooperation,
Cooperatives & public international law 383

including the establishment of cooperative networks, partnerships and


joint ventures across national borders. International legal frameworks, such
as regional trade agreements and international investment agreements,
can provide a basis for promoting cooperation and ensuring a supportive
environment for cross-border cooperative activities. Where disputes arise
between cooperative enterprises or between cooperatives and other parties,
international law provides mechanisms for dispute resolution. These include
international arbitration, mediation and other means of peaceful settlement
that can be used to resolve conflicts in accordance with internationally
recognised legal principles. International law, as reflected in the UN
Sustainable Development Goals (SDGs), recognises the role of cooperatives in
achieving sustainable development goals. Cooperatives are seen as vehicles for
promoting inclusive economic growth, poverty reduction, social cohesion and
environmental sustainability. International legal frameworks and initiatives
support the integration of cooperative enterprises into national and global
sustainable development strategies.
Both the UN Agenda 2030 and ILO-193 are considered part of
international law because, although many experts, including the ICJ, stress
their “non-binding” nature, such resolutions and recommendations often
lead to the development of international law through their practice by states
and their incorporation into customary law. Therefore, both Agenda 2030
and ILO-193 can be considered as sources of international law. It is expected
that the statement of identity and its inclusion in full in the statutes of the ICA,
whose members are legally bound to adhere to the cooperative identity, and
in full or in part in various national legislations, as well as the inclusion of the
idea and practice of organising common interests in cooperatives in the list
of UNESCO’s intangible cultural heritage, will be indicators of the cooperative
definition, values and principles becoming part of international law.
Legal relevance of UNGA resolutions: UNGA resolutions are not
legally binding in the strict sense of creating legally enforceable obligations
on Member States. However, they carry considerable political weight and
have legal implications in a number of ways. General Assembly resolutions
reflect the political will and consensus of Member States on specific issues.
They represent collective statements and commitments by the international
community, signalling shared goals and aspirations.
Soft law: While resolutions are not legally binding, they can contribute to
the development of customary international law or establish soft law principles.
Over time, consistent state practice and compliance with resolutions can shape
the expectations and behaviour of states and gradually influence customary
international law. Resolutions provide normative guidance and standards
384 Santosh Kumar Padmanabhan

for Member States to follow. They may recommend specific actions, policies
or measures to address global challenges, promote human rights or foster
cooperation in various fields. Resolutions often serve as reference points for
states in formulating national legislation or policies. They can play a role in
the negotiation and interpretation of treaties and agreements. They may be
cited as evidence of the understanding or intent of States, help shape the legal
interpretation of treaty provisions, or guide the subsequent implementation of
agreements. Resolutions can establish or modify the mandates of UN bodies,
specialised agencies and programmes. They provide legal authority and direction
to these entities and define their roles, functions and responsibilities within the
UN system. General Assembly resolutions can influence state behaviour through
diplomatic, political and moral pressure. Although resolutions are not legally
binding, they can help shape the practices and policies of Member States by
encouraging them to take certain actions or modify their behaviour in line with
the objectives of the resolutions. Although General Assembly resolutions have
no direct legal force, they have significant normative, political and practical
implications. They reflect the collective will of the international community and
provide a framework for addressing global challenges, promoting cooperation
and advancing international law and norms. Member States are generally
expected to consider and take appropriate action in light of these resolutions,
although the specific legal implications will depend on the context and subject
matter of each resolution.
Two reflective questions that arise from the title of this chapter are,
first, whether the principles of the Declaration on Cooperative Identity are
becoming customary international law? And second, whether the ICA plays
or can potentially play a role in the construction of international law on
cooperatives. The international legal framework governing international
organisations plays a crucial role in maintaining global order and
cooperation. However, there remains ambiguity regarding the scope of this
framework and whether it encompasses non-state actors such as international
non-governmental organisations (INGOs) and international civil society
movements. This paper seeks to shed light on this issue by examining the
provisions of Article 38(1)(c) of the ICJ Statute and analysing the significant
role played by the International Cooperative Alliance (ICA) in promoting and
upholding international law. Article 38(1)(c) of the ICJ Statute states that in
deciding disputes the Court shall apply ‘international custom as evidence of
a general practice recognised as law’. This provision indicates that customary
international law, which includes the conduct and practices of both States and
other actors in the international arena, can be a source of legal obligations.
Consequently, this provision can be interpreted to include INGOs and civil
society movements as participants in the creation and implementation of
Cooperatives & public international law 385

customary international law. While INGOs and civil society movements


are not typically considered subjects of international law, their increasing
participation in global affairs has raised questions about their legal status.
Despite their lack of formal statehood, these entities exert influence through
their advocacy, expertise and engagement in transnational activities. As such,
their activities can contribute to the formation of customary international law.
The ICA, with its Category A consultative status with the UN ECOSOC, serves
as an exemplary case to demonstrate the important role of INGOs in shaping
and promoting international law. By actively participating in the development
of policies, standards and guidelines related to cooperative enterprises, ICA
has significantly influenced the development of international law in this area.

4. FROM PRACTICE TO CUSTOMARY INTERNATIONAL LAW

4.1. Basic principles

A practice becomes customary international law through a gradual


process of consistent State practice and acceptance of that practice as legally
binding (opinio juris). The essential elements in the formation of customary
international law are based on the actual behaviour of states. It requires a
consistent and widespread pattern of behaviour by States that demonstrates
their adherence to a particular practice. State practice may include acts, policies
or omissions in relation to a particular matter. In addition to state practice,
opinio juris, or the belief that a particular practice is required by law, is an
essential element. States must engage in the practice out of a sense of legal
obligation and not merely as a matter of convenience or courtesy. Opinio juris
distinguishes customary law from mere habit or voluntary action. Customary
international law usually requires a certain duration and generality of State practice.
The practice must have been followed consistently over a significant period
of time and by a significant number of States. The precise time frame and
number of states involved may vary depending on the specific circumstances
and subject matter. Furthermore, other states, international organisations and
legal scholars should acknowledge and accept the existence of the customary
rule. This recognition and acceptance may take the form of diplomatic
statements, judicial decisions, treaty provisions or scholarly consensus. Lastly,
the so called persistent objector rule which lays down a state may object to the
formation of a customary rule if it consistently and explicitly objects to the
practice during its development. This “persistent objector” rule allows a state
386 Santosh Kumar Padmanabhan

to maintain a different position and not be bound by the customary norm if it


has consistently objected to it.

4.2. The specific case of cooperatives

The 2003 UNESCO Convention for the Safeguarding of the Intangible


Cultural Heritage provides a framework for the safeguarding of intangible
cultural heritage, including elements included in the Representative List of
the Intangible Cultural Heritage of Humanity. The Convention establishes
mechanisms and guidelines for the identification, documentation,
preservation and promotion of these elements. The inclusion of the “idea
and practice of organising common interests in cooperatives” in UNESCO’s
Representative List of Intangible Cultural Heritage has several legal
implications, such as recognition and preservation: by including the idea and
practice of organising common interests in cooperatives in the List, UNESCO
recognises the cultural significance and value of cooperatives as a form of
intangible heritage. This recognition helps to raise awareness and promotes
the preservation, safeguarding and transmission of cooperative traditions,
knowledge and practices across generations. The inclusion of cooperatives in
the list can encourage international cooperation and support for cooperative
movements. UNESCO recognition can contribute to increased visibility,
networking and exchange of experiences among cooperatives worldwide. It
can also attract international support and funding for initiatives that promote
and strengthen cooperative enterprises. The inclusion of cooperative practices
as intangible cultural heritage highlights the importance of cultural rights and
the diversity of cultural expressions. It reinforces the notion that cooperatives
are not only economic entities but also cultural institutions that embody
shared values, social cohesion and community participation. This recognition
can contribute to the protection and promotion of cultural rights related to
cooperatives. UNESCO inscription can influence national and international
policy frameworks related to cooperatives. It can provide a reference point
and inspiration for policy makers to integrate cooperative principles into
legal, economic and social policies. Inclusion can help governments create
an enabling environment for cooperatives, support their development and
align policies with the cultural significance of cooperative practices. Inclusion
can encourage countries to adopt legal measures to protect and promote
cooperative practices. This may include the adoption or revision of laws,
regulations and policies to protect and support cooperative enterprises and
ensure their viability and sustainability. Listing can facilitate education and
awareness-raising initiatives to promote cooperative values and principles. It
can encourage the integration of cooperative knowledge and practices into
Cooperatives & public international law 387

formal and non-formal education systems and cultural heritage programmes.


This can contribute to the transmission of cooperative traditions and the
cultivation of cooperative values among future generations.

5. PRACTICES AND PRINCIPLES OF SOCIAL MOVEMENTS THAT


HAVE BECOME INTERNATIONAL LAW

Social movements play a crucial role in shaping legal norms and influencing
the development of international law. The global anti-apartheid movement,
which campaigned against racially discriminatory policies in South Africa, had
a significant impact on international law. The movement led to the adoption
of several UN General Assembly resolutions and the imposition of economic
and diplomatic sanctions against the apartheid regime. The principles of non-
discrimination, equality and human rights promoted by the movement were
subsequently incorporated into international legal instruments, including
the International Convention on the Elimination of All Forms of Racial
Discrimination. The women’s rights movement has been instrumental in
advancing gender equality and women’s rights worldwide. It has influenced the
development of international law through advocacy, lobbying and mobilisation.
The movement’s efforts contributed to the adoption of the Convention on the
Elimination of All Forms of Discrimination Against Women (CEDAW) and
other international instruments that protect and promote women’s rights. The
movement’s principles of gender equality and non-discrimination are now
recognised as fundamental principles of international human rights law. The
indigenous rights movement has played a significant role in raising awareness
of the rights and issues facing indigenous peoples around the world. The
movement’s efforts contributed to the adoption in 2007 of the UN Declaration
on the Rights of Indigenous Peoples (UNDRIP), which recognises the rights
of indigenous peoples to self-determination, land, resources and cultural
preservation. Principles advocated by the indigenous rights movement, such as
the right to free, prior and informed consent, have become an integral part of
international legal discussions and norms. Various environmental movements
have influenced the development of international environmental law. For
example, the movement against whaling and for the conservation of marine
species led to the adoption of the International Convention for the Regulation
of Whaling and subsequent measures to protect endangered species. The
environmental movement’s advocacy of sustainable development, climate
change mitigation and biodiversity conservation has influenced the formulation
of international agreements such as the Paris Agreement and the Convention
on Biological Diversity.
388 Santosh Kumar Padmanabhan

6. LEGAL BASIS FOR THE ESTABLISHMENT OF COPAC

The committees established by the United Nations, such as the Main


Committees as per Rule 98 of the Rules of Procedure of the UNGA, or the other
committees set up er Rule 96, such as is the likely case with the Committee
on the Promotion and Advancement of Cooperatives (COPAC), derive their
legality and potential influence from the general legal framework of public
international law. The legal basis for such committees can be found, inter
alia, in the Charter of the United Nations, which serves as the fundamental
legal instrument establishing the United Nations and outlining its functions
and powers. Article 22 of the Charter empowers the UN Economic and Social
Council (ECOSOC) to establish subsidiary bodies, such as committees, to
carry out specific tasks within the mandate of ECOSOC. Secondly, ECOSOC,
as one of the principal organs of the United Nations, has the authority to
establish and mandate committees to address specific issues within its purview.
ECOSOC resolutions serve as the legal instruments by which committees are
established, their mandates defined, and their functions prescribed. The legal
basis of a committee is defined by its mandate and functions, as established
by the relevant governing body, such as ECOSOC. The committee’s mandate
outlines the specific purpose for its establishment, while its functions describe
the tasks and responsibilities assigned to it. COPAC, for example, is mandated
to promote and develop cooperatives as important economic and social actors.
Committees established by the United Nations, including COPAC, operate
within the framework of international law. This means that their actions,
decisions and recommendations must be consistent with international legal
norms, principles and obligations. The legal basis for their existence does
not exempt them from compliance with the broader legal framework of
international law. Committees are often required to submit periodic reports,
directly or through their members, to the relevant governing body assessing
their activities, progress and compliance with their mandates. This reporting
mechanism ensures transparency, accountability and evaluation of their legal
functioning in accordance with the applicable legal framework.

7. TWO KEY LEGALLY BINDING INSTRUMENTS AFFECTING OUR


FREEDOM OF ASSOCIATION

The International Covenant on Civil and Political Rights (ICCPR) and the
International Covenant on Economic, Social and Cultural Rights (ICESCR)
both recognise freedom of association as a fundamental human right. While
Cooperatives & public international law 389

the ICCPR focuses primarily on civil and political rights and the ICESCR
on economic, social and cultural rights, both covenants uphold the right to
freedom of association, which includes the right of individuals to organise
themselves into cooperatives. Article 22 of the ICCPR specifically addresses
the right to freedom of association. It states that everyone has the right to
freedom of association with others, including the right to form and to join
trade unions for the protection of his interests. While cooperatives are not
explicitly mentioned in the text of the ICCPR, the broad language of Article
22 includes the right of individuals to form and join cooperatives as voluntary
associations for the promotion of their economic and social interests. The
ICESCR recognises the right to freedom of association in the context of
economic and social rights. Article 8 of the ICESCR recognises the right of
individuals to form and join trade unions, which may include cooperatives in
certain contexts. Cooperatives are seen as a form of association that enables
individuals to engage in economic activities collectively, to protect their
economic interests and to improve their working conditions. Furthermore,
Article 6 of the ICESCR recognises the right to work, which includes the right
to free choice of employment, to just and favourable conditions of work and
to protection against unfair treatment. Cooperatives can provide individuals
with opportunities for self-employment, democratic decision-making and
economic empowerment, thereby supporting the realisation of these rights.

8. CONCLUSION

Although this chapter was conceived as an attempt to provide an


introductory analysis of the causes and consequences of the direct and
indirect intersection between cooperatives and international law, it has ended
up as a series of disjointed reflections on some aspects of international law
that may be directly or indirectly relevant to cooperatives. The development
of international law has emphasised the protection of human rights, self-
determination, sovereignty and sustainable development as integral aspects
of the international legal order. In particular, the recognition and support
of cooperatives has made significant progress within this framework. The
21st century has been a pivotal moment for cooperatives, with high-level
political support from the international community. Resolutions such as
UN A/RES/56/114 and ILO Recommendation No. 193 on the Promotion
of Cooperatives marked a decisive shift in the understanding of the role
of cooperatives in public international law. The intersection between
cooperatives and public international law has significant implications for
the promotion of cooperative principles, human rights and sustainable
390 Santosh Kumar Padmanabhan

development worldwide. As cooperatives continue to gain recognition and


support within the international legal framework, it is crucial to further
explore their potential contributions and challenges. Future research and
action in this area can build on the foundations laid by Prof. Dante Cracogna
and contribute to the continued development of cooperatives within public
international law.

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org/en/hrbodies/crc/pages/crcindex.aspx
Bloque III
Parte especial
CAPÍTULO 21
Las empresas sociales con forma mercantil
como parte de la economía social. Propuestas de regulación
en España y análisis crítico del anteproyecto de
Ley Integral de Impulso de la Economía Social 1

Carlos Vargas Vasserot


Catedrático de Derecho Mercantil
Director del Centro de Investigación CIDES
Universidad de Almería

A Dante, al que considero uno de mis maestros


y no sólo por su profundo conocimiento del Derecho

Sumario: 1. Empresas de la economía social versus empresas sociales 2. Modelos de re-


gulación legal de las empresas sociales en Europa. 2.1. Regulación de las em-
presas sociales como cooperativas sociales. 2.2. Regulación de las empresas
sociales por una ley especial. 2.3. Regulación de las empresas sociales dentro
de una ley de economía social. 3. Las empresas sociales en la ley española
de la economía social. 4. Opciones legislativas para el reconocimiento de las
empresas sociales como entidades de la economía social por el ordenamiento
español. 5. El fallido intento de regular a las empresas sociales a través de
la ley integral de impulso de la economía social: 5.1. Requisitos impuestos a

1
Este trabajo es uno de los resultados del proyecto de I+D+i PID2020 -119473GB-I00
orientado a Retos de la Sociedad, financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación y la
Agencia Estatal de Investigación, titulado “Las empresas sociales. Identidad, reconocimiento de
su estatuto legal en Europa y propuestas para su regulación en España”, concedido al Centro de
Investigación CIDES de la Universidad de Almería que dirige el propio autor.
396 Carlos Vargas Vasserot

las entidades de la economía social reconocidas como tales. 5.2. Requisitos


impuestos a las entidades que no sean reconocidas de la economía social. 6.
Bibliografía.

1. EMPRESAS DE LA ECONOMÍA SOCIAL VERSUS EMPRESAS


SOCIALES

A finales de 2021 la Comisión Europea presentó la Comunicación


Construir una economía que funcione para las personas: un plan de acción para la
economía social 2 (se cita PAES), con la que quiere aplicar una serie de medidas
para aprovechar el potencial económico de la economía social europea con
el objetivo de crear empleo, acometer una recuperación económica justa e
inclusiva y para lograr a transición ecológica y digital. Para cumplir estos obje-
tivos se quiere a actuar en tres campos diferentes: creación de las condiciones
adecuadas para que la economía social prospere; generar oportunidades para
el desarrollo de las entidades de la economía social; y mejorar el reconoci-
miento de la economía social y su potencial.
En el primero de estos campos de acción (Crear el marco adecuado para el
desarrollo de la economía social), uno de los elementos claves es el desarrollo de los
marcos políticos y jurídicos de la economía social, a los que el plan le dedica el
epígrafe 3.1 3. Como el PAES reconoce, la adaptación de los marcos legales a
las necesidades de la economía social no es una tarea nada sencilla, dado, por
ejemplo, el hecho de que ésta abarque diferentes tipos de entidades o a las

2
Comunicación de la Comisión al Parlamento Europeo, al Consejo, al Comité
Económico y Social Europeo y al Comité de las Regiones de 9 de diciembre de 2021
{COM(2021) 778 final}.
3
Para facilitar a los Estados miembros esta tarea, en 2022 la Comisión, junto con la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), ha publicado unas
directrices para el diseño de los marcos legales apropiados para las empresas sociales: OCDE,
Designing Legal Frameworks for Social Enterprises. Practical Guidance for Policy Makers: disponible
en https://www.oecd-ilibrary.org/urban-rural-and-regional-development/designing-legal-
frameworks-for-social-enterprises172b60b2-en. En junio de 2023 [13.6.2023 COM(2023) 316
final],la Comisión Europea presentó al Consejo la Recomendación para el fomento de la Economía
Social, con el propósito, de un lado, de invitar a los responsables políticos a adaptar mejor los
marcos normativos y jurídicos a las necesidades de las entidades de la economía social; y de
otro, de realizar una serie recomendaciones en relación con determinadas políticas concretas
(empleo, ayuda estatal, contratación pública, fiscalidad, investigación, educación, etc.).
Ejemplos de estos son tanto el estudio sobre las etiquetas nacionales de certificación de la
economía social e identificación de buenas prácticas en la materia, como la publicación de
guías sobre los marcos fiscales adecuados para las entidades de la economía social y de las
donaciones transfronterizas de beneficio público.
Las empresas sociales con forma mercantil como parte de la economía social 397

dificultades que suelen tener este tipo de entidades para elegir una forma jurí-
dica concreta entre las diversas opciones que existen que además no están to-
talmente adaptadas a sus necesidades. En concreto, el PAES, tras señalar que
tradicionalmente el término economía social se refiere a cuatro tipos principa-
les de entidades (las cooperativas, las mutualidades, las asociaciones y las fun-
daciones), dice expresamente que, “en general, en la actualidad se considera
que las empresas sociales forman parte de la economía social”. Evidentemente a
las empresas sociales a las que se refiere este importante documento europeo
no son las que tienen la vestidura jurídica de las formas sociales típicas de la
economía social, porque esas, por la forma, ya formarían parte de la econo-
mía social. Pensemos, por ejemplo, en una cooperativa social, en una empresa
de inserción o en un centro especial de empleo.
En la misma línea aperturista del concepto de la economía social que
contiene el PAES, incluyendo específicamente a las denominadas empresas
sociales, se alinean muchos documentos oficiales de carácter europeo e inter-
nacional, algunos bastante recientes. Por ejemplo, el Reglamento 2021/1057
del Parlamento Europeo y del Consejo, por el que se establece el Fondo Social
Europeo Plus (FSE+), en su artículo 2.1.13.ª define a la empresa social como
“toda empresa, independientemente de su forma jurídica, incluidas las em-
presas de economía social”, que cumpla una serie de requisitos. A nivel inter-
nacional cabe señalar la importante Resolución relativa al trabajo decente y la eco-
nomía social y solidaria de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) de
junio de 2022 4, que establece que “en función de las circunstancias nacionales
la ESS comprende cooperativas, asociaciones, mutuales, fundaciones, empresas
sociales, grupos de autoayuda y otras entidades que operan según sus valores
y principios” (II.5). De manera casi coetánea se publicó la Recomendación del
Consejo sobre la Economía Social y Solidaria y la Innovación Social de la OCDE de
junio de 2022, que recomienda a sus miembros y adherentes el diseño de mar-
cos legales y regulatorios propicios para la ESS y, en particular, “reconocer
y promover, cuando sea oportuno, diferentes formas legales para las organi-
zaciones de la economía social, especialmente los nuevos tipos de ellas, como las
empresas sociales” (3.c).
La mención de las empresas sociales de manera separadas a los tipos tradi-
cionales de las entidades o empresa de la economía social merece una acla-
ración terminológica previa. Como señala el PAES (epígrafe 2), en ocasiones
para referirse a las entidades de la economía social se utilizan indistintamente
los términos de empresas de la economía social o de empresas sociales y solidarias, por
lo que si consideramos estas expresiones como sinónimas a la de entidades de

4
Disponible en https://www.ilo.org/ilc/ILCSessions/110/reports/texts-adopted/
WCMS_848664/lang--es/index.htm.
398 Carlos Vargas Vasserot

la economía social, todas las empresas que se hayan configurado jurídicamente


como uno de los tipos societarios típicos de la economía social son empresas
sociales. Sin embargo, en rigor esto no es así, porque sólo unas pocas entida-
des de la economía social pueden ser calificadas como empresas sociales por
cumplir una serie de características, casi siempre relacionadas con los objeti-
vos sociales que pretende y su no ánimo de lucro. Evidentemente, las empre-
sas de la economía social son, en principio, más sociales que las que no lo son,
dada su orientación de prestación de servicios a favor de sus socios, es decir,
por su naturaleza mutualista, y por las externalidades positivas que generan
en sus entornos más cercanos (trabajo y empleo, reparto de los benefició en
función de la actividad desarrollada por los socios, reparto de los medios de
producción, etc.).
Los principios de la economía social, como ocurre con los cooperativos
en su ámbito, sirven para describir un tipo ideal de empresa de la economía
social, pero ni representan las condiciones estrictas que una organización ne-
cesariamente debe cumplir para ser calificada como tales ni con ellos se quie-
re dar un concepto estructurado de entidades de la economía social, sino más
bien sirven para indicar una horquilla donde se pueden mover las organiza-
ciones para ser calificadas como tales. Lo que han hecho las leyes sobre la eco-
nomía social de todo el mundo (que por cierto, sólo hay en unos pocos paí-
ses de Europa --España, Francia, Portugal, Rumanía, Grecia- y otros tantos de
Latinoamérica --México, Colombia, Ecuador, Honduras, Bolivia- 5) es utilizar
un criterio formalista por el que se incluyen en la misma determinados tipos
de entidades por la forma jurídica que tienen, sin tener en cuenta el fondo y
si se cumplen o no sus principios inspiradores en cada caso. Entiendo que se
haya escogido esta técnica legislativa porque es una vía asentada y mucho más
fácil que comprobar si cada entidad en particular cumple con los principios
orientadores de la economía social. Frente a este criterio formalista de qué
entidades forman parte de la economía social, desde hace un tiempo existe
un debate abierto de si otros tipos de empresas, aunque no tengan la vestidura
jurídica de las formas canónicas de la economía social, deberían ser reconoci-
das de la economía social por cumplir con sus principios orientadores, como
ocurre con las empresas sociales con forma de sociedades mercantiles o de
capital.
Volviendo al PAES, obviamente cuando tras mencionar que tradicional-
mente el termino de economía social se refiere a cuatro tipos principales de

5
En Hiez, 2021: 46 y 47, se puede consultar un mapa con los países de Europa que han
promulgado una ley de economía social y solidaria y los que tiene un proyecto de ley; y en págs.
30 y 31 el mapa mundial, en el que se observan un crecimiento de ordenamientos con ley y
proyectos de ley de economía social en Latinoamérica y en África.
Las empresas sociales con forma mercantil como parte de la economía social 399

entidades que suministran bienes y servicios a sus miembros o la sociedad en


general, y cita expresamente a las a las cooperativas, las mutualidades, las aso-
ciaciones y las fundaciones, señala que actualmente, y en general, también las
empresas sociales forman parte de la misma, volvemos a insistir se está refirién-
dose aquí a las empresas sociales que no revistan la forma de las clásicas enti-
dades de la economía social, porque si no haría falta hacer dicha aclaración ya
que por la forma jurídica automáticamente formarían parte de la misma. ¿Y
cuáles son estas empresas sociales ajenas al catálogo canónico de las entidades
de la economía social? Pues las empresas con forma de sociedad de capital,
también denominadas mercantiles o comerciales. Esto lo corrobora el docu-
mento de trabajo de los servicios de la Comisión sobre el PAES que se publicó como
anexo del mismo, tras decir que la mayoría de las empresas sociales que ope-
ran en Europa tienen sus raíces en una de las formas típicas de la economía
social, comenta que “también pueden adoptar otras formas jurídicas que no
han sido diseñadas específicamente para ellas, por ejemplo, empresas convencio-
nales” (epígrafe 2.1).
Comparemos los principios y características que el PAES (epígrafe 2) atri-
buye a las entidades de la economía social y a las empresas sociales y se com-
prenderá mejor esta distinción. Según el PAES, la economía social engloba un
abanico de entidades con diferentes modelos empresariales y organizativos,
que comparten los siguientes principios y características:
a) La primacía de las personas y de la finalidad social o medioambiental
sobre el beneficio.
b) La reinversión de la mayoría de las ganancias y los excedentes para
realizar actividades en favor de los miembros/usuarios (interés colecti-
vo) o de la sociedad en general (interés general).
c) Y una gobernanza democrática y/o participativa.
En cambio, los elementos que el PAES considera necesarios que concu-
rran en las empresas sociales son los siguientes:
a) Operan proporcionando bienes y servicios para el mercado de ma-
nera emprendedora y a menudo innovadora, con objetivos sociales o
medioambientales como motor de su actividad comercial.
b) Los beneficios se reinvierten principalmente para alcanzar su objeti-
vo social.
c) Su forma de organización y propiedad también se basa en principios
democráticos o participativos o se centra en el progreso social.
De esta comparación podemos señalar que son dos las principales dife-
rencias existentes entre las empresas sociales y las de la economía social:
400 Carlos Vargas Vasserot

r en las empresas sociales el logro de los objetivos sociales y/o medioam-


bientales son la razón principal de la actividad comercial de la empre-
sa, mientras que en las de la economía social sólo se exige la primacía
de las personas y del fin social/medioambiental sobre el beneficio;
r en las empresas sociales los beneficios se reinvierten principalmen-
te en la realización de los objetivos sociales y/o medioambientales,
mientras que las de la economía social pueden destinarlos a realizar
actividades a favor de sus miembros/usuarios.
Como reconoce el propio PAES 6, en la descripción de las características
comunes de las empresas sociales se tuvo muy en cuenta el contenido de la
Iniciativa en favor del emprendimiento social de 2011 (conocida como SBI) 7, por
lo que se comprende que ambos documentos en este punto no difieran mu-
cho 8. Pero lo que aquí interesa destacar es que el PAES dice expresamente
que las empresas sociales (es decir, que tengan las características mencionadas
anteriormente), aunque no tengan la vestidura jurídica tradicional o típica
de las entidades de la economía social, se consideran parte de esta economía.
(epígrafe 2). En particular hay que tener en cuenta el mandato específico que
contiene el PAES (epígrafe 3.1) de desarrollar los marcos políticos y jurídicos
de la economía social, que obliga a que las autoridades públicas tengan en
cuenta la diversidad de formas jurídicas que puede adoptar la economía so-
cial, entre las que se nombra junto a las clásicas (cooperativas, mutualidades,
fundaciones y asociaciones) a las empresas sociales.
Esto choca con lo previsto en algunos ordenamientos europeos, como es
el español, que excluye del ámbito de la economía social a cualquier empresa
o entidad que no se constituya con la forma jurídica de las entidades recono-
cidas expresamente de la economía social. Pero antes de abordar las opcio-
nes que tiene el legislador español para incorporar a las empresas sociales
con forma de sociedad de capital o mercantil en el ámbito de la economía
social, y realizar una dura crítica al contenido del reciente Anteproyecto de
Ley Integral de Impulso de la Economía Social aprobado por el Gobierno de
España (abril de 2023) relativo a la reforma de la Ley 5/2011 de la Economía
Social para admitir a las empresas sociales dentro del catálogo de entidades

6
Nota pie de página 16.
7
COM (2011) 682 final, 25.10.2011.
8
Sobre esta influencia del SBI en el PAES en este punto hemos tratado recientemente:
Vargas Vasserot, 2022: 310-312. No obstante, recordamos que la SBI proponía una descripción
de las empresas sociales basada en las siguientes características comunes: a) El objetivo social
de interés común es la razón de ser de la acción comercial; b) Los beneficios se reinvierten
principalmente en la realización de este objetivo social; c) El modo de organización o régimen
de propiedad, basados en principios democráticos o participativos u orientados a la justicia
social, son reflejo de su misión.
Las empresas sociales con forma mercantil como parte de la economía social 401

de la economía social, nos ha parecido interesante exponer los distintos mo-


delos de regulación de las empresas sociales que hemos podido identificar
en Derecho comparado europeo 9 donde actualmente son mayoritarios los
países que regulan el estatuto jurídico de las empresas sociales y permiten que
sean calificadas como tales las sociedades mercantiles o de capital que cum-
plan una serie de condicionantes.

2. MODELOS DE REGULACIÓN LEGAL DE LAS EMPRESAS


SOCIALES EN EUROPA

Aunque todavía hay países que no han dictado normas específicas para
las empresas sociales (Alemania, Austria, Países Bajos, Suecia, etc.), la mayoría
de ordenamientos de la Unión Europea han creado fórmulas específicas para
las empresas sociales, pudiendo distinguirse tres modelos de regulación: los
ordenamientos que han reconocido como prototipos de las empresas sociales
a las cooperativas sociales; los que han dictado una ley especial para regular
las empresas sociales; y los que han integrado a las empresas sociales dentro
de sus leyes de la economía social.

2.1. Regulación de las empresas sociales como cooperativas


sociales

El primer modelo de regulación de las empresas sociales en Europa es el


que corresponde con los países que las han regulado a través de la creación de
una forma especial de cooperativa, la llamada cooperativa social. Este modelo,
además, fue el que cronológicamente surgió antes en Europa con la promul-
gación en 1991 en Italia de la ley de Disciplina delle cooperative sociali (1991),
norma pionera en el mundo en adaptar la forma jurídica de cooperativa a las
características de las empresas sociales. La iniciativa italiana fue imitada, con
mayor y menor intensidad, por otros países europeos, por ejemplo, Portugal
con las cooperativas de solidariedade social (1997), España con las cooperativas de
iniciativa social (1999), Francia con las société coopérative d’intérêt collectif (2001)

9
Con más detalle de lo que aquí voy a exponer, Vargas Vasserot, 2023: 27-45. Sobre esta
diversidad de enfoques de la forma de regular legalmente a las empresas sociales en Europa,
puede consultarse Borzaga et al., 2020; y Fici, 2015 y 2020.
402 Carlos Vargas Vasserot

y posteriormente Polonia (2006), Hungría (2006), Croacia (2011), Grecia


(2011) y República Checa (2012) 10.
Este modelo actualmente está en decadencia, ya que se está imponiendo
perspectivas más flexibles de las empresas sociales en cuanto a las distintas
formas jurídicas que pueden ser reconocidas como tales. No obstante, sor-
prendentemente en el Code des sociétés et des associations de Bélgica de 2019 sólo
las cooperativas pueden ser reconocidas legalmente como empresas sociales.
Cabe recordar que este país fue uno de los primeros países del mundo que
reconoció legalmente a las empresas sociales a través de la promulgación en
1995 de una ley que modificó su ley de sociedades comerciales insertando una
sección titulada sociétés à finalité sociale y que en 1999 pasó a formar parte del
Codes des Societés 11. Con el nuevo código la figura de la sociedad con finalidad
social ha sido sustituida por la de la entreprise sociale, siendo lo más llamativo,
como digo, que sólo las sociedades cooperativas pueden ser calificadas como
tales y, por ello, se estableció que en un plazo máximo de cinco años (hasta
2024) las sociedades con finalidad social existentes que quieran ser reconoci-
das como empresas sociales debían transformarse en cooperativas.

2.2. Regulación de las empresas sociales por una ley especial

El segundo modelo en Derecho comparado europeo de regulación de las


empresas sociales, en claro crecimiento desde la publicación de la iniciativa,
corresponde a los países de la Unión Europea que las han regulado a través
de una ley especial o específica. Aunque existen grandes diferencias en los
requisitos que cada ley exige a una entidad para poder ser una empresa social,
todas tienen una cosa en común: no se crean nuevos tipos de sociedades, sino
que son sociedades de la forma jurídica que sea, incluidas las sociedades mer-
cantiles o comerciales, que si reúnen una serie de condiciones y lo solicitan
formalmente pueden obtener el reconocimiento oficial de empresa social a
través de la inscripción en el correspondiente registro. Las entidades con el
status de empresa social suelen obtener un trato fiscal privilegiado y ser bene-
ficiarias de determinados paquetes de ayudas por parte de la administración
pública.
En el grupo de países europeos que han dictado una ley especial para las
empresas sociales, se incluyen los siguientes: Finlandia (2003), Reino Unido

10
Sobre las empresas sociales en forma cooperativa, Fici, 2016: 31-53. En nuestra
doctrina realiza un original estudio de Derecho comparado Hernández Cáceres, 2022: 79-98; y
2023: 173-191.
11
Con más detalle sobre la regulación belga, Thierry et al., 2020: 98-121.
Las empresas sociales con forma mercantil como parte de la economía social 403

(2005), Eslovenia (2011), Dinamarca (2014), Luxembugo (2016), Italia


(2017) Letonia (2017), Eslovaquia (2018) y Lituania (2019). Como se obse-
va algunos de estos países son de una relativa importancia económica, pero
otros, como el Reino Unido e Italia tienen una gran dimensión económica
y política. Veamos brevemente algunos aspectos del régimen legal de estos
dos países para confrontar dos formas distintas de regular a las empresas so-
ciales en su contenido, pero no en su forma ya que as dos promulgaron leyes
especiales.
El Reino Unido fue uno de los primeros ordenamientos europeos que re-
gularon las empresas sociales y lo hizo en 2005 a través de la Community Interest
Company Regulations 2005. Esta fórmula jurídica, conocida por su abreviatura
CIC, fue diseñada ad hoc para que las sociedades limited liability s pudieran
llevar a cabo actividades en beneficio de la comunidad 12. Sin entrar en detalle
en su regulación, la entidad, en la llamada community interest statement debe
manifestar que llevará a cabo sus actividades en beneficio de la comunidad o
de un sector de la misma e indicar cómo se propone hacerlo, siendo bastantes
livianos en comparación con otros ordenamientos las exigencias que impone
la ley a este tipo de entidades. En particular son esencialmente dos los requisi-
tos financieros que han de cumplir las CIC para garantizar que la comunidad
se va a beneficiar del propósito comunitario principal de la CIC: existencia
de determinados activos bloqueados (asset lock), que si se transfieren a terce-
ros han de ser a valor de mercado y en caso de disolución se destinan a otra
entidad del mismo tipo; y un límite máximo en el reparto de beneficios a los
socios. El número de CIC en la actualidad (cerca de 19.000) y su espectacular
crecimiento en los últimos años 13, son muestra del indudable el éxito de este
modelo de empresa social.
Por su parte Italia en 2017 aprobó el Codice del Terzo settore, con el objetivo
de sistematizar y reorganizar las distintas entidades que integran el tercer sec-
tor en Italia, en las que junto a otras entidades (organización de voluntarios,
asociación de promoción social, ente filantrópico, sociedad de ayuda mutua
y red asociativa) se incluyen a las empresas sociales. Con la misma fecha del
Codice se aprobó un Decreto Legislativo de Revisione della disciplina in materia di
impresa sociale, que deroga la anterior ley de 2006 sobre las empresas sociales,

12
La historia del origen de la figura legal está recogida de manera muy amena por uno
de los promotores de la iniciativa, Lloyd, 2011: 31-43; donde explica que el nombre inicial que
había pensado era el de Public Interest Company (PIC) con idea de poner de manifiesto que el
interés de las compañías no era privado pero que con esas mismas iniciales por esa época había
un proyecto ministerial en marcha y por eso tuvieron que cambiar la denominación a CIC.
13
Que ha sido espectacular en 2020 con un incremento del 20% respecto al año anterior
con la aprobación de unas 5.000 nuevas CIC Datos obtenidos de The Office of the Regulator of
Community Interest Companies annual report de ese año.
404 Carlos Vargas Vasserot

con el intento de flexibilizar su régimen y regular incentivos fiscales para con-


tribuir al despegue de la empresa social en forma de sociedad de capital 14. El
principal requisito para obtener el estatus jurídico de empresa social en Italia
con la nueva norma es que la entidad realice de una actividad empresarial o
comercial de interés general, término que es desarrollado en la propia ley con
un extenso elenco de actividades empresariales que se presumen que son de
este tipo.
Respecto a las condiciones que se exige para que una entidad sea califi-
cada de empresas sociales, la principal es que no tenga ánimo de lucro y, por
ello, como ocurría en la anterior ley, se prohíbe la distribución de beneficios
y el reparto de excedentes entre socios, trabajadores y directivos. No obstante,
este principio sufre una importante excepción con respecto a las empresas so-
ciales en forma de sociedades, y esta es una gran novedad. En estos casos, a di-
ferencia de lo que ocurre con las asociaciones o fundaciones empresas socia-
les, se permite repartir dividendos hasta el 50% de los beneficios y excedentes
anuales 15. Además, la ley italiana establece otras limitaciones o condiciones
para las empresas sociales, como son, entre otras, que los estatutos sociales
deben prever formas de participación en la gestión de trabajadores, usuarios y
otras partes interesadas, que van desde simples mecanismos de consultas hasta
la participación de los trabajadores y usuarios en las juntas e incluso, para las
entidades de cierto tamaño, el nombramiento de un miembro del órgano de
administración.

2.3. Regulación de las empresas sociales dentro de una ley de


economía social

Por último, el otro modelo legislativo de regulación de la empresa social


en la Unión Europea lo integran los países que han regulado el estatuto legal
de este tipo de entidades en el marco de una ley general de economía social
y/o solidaria. Evidentemente, para que esto ocurra, es requisito que exista o
se promulgue una ley de este tipo y esto en la Unión Europea no es, ni mucho
menos, lo común y sólo ocurre, con carácter general en el sur de Europa,
aunque también es cierto que al final la propia Unión Europea ha adoptado
a la economía social como clave para el desarrollo sostenible en los próximos
años, culminado en la promulgación del PAES. España fue pionera en dar
reconocimiento legal a la economía social y promover su fomento a través de
la Ley 5/2011 de la Economía Social (se cita LES), a la que siguieron Grecia

14
Fici, 2020: 191.
15
Como apunta FICI. (2020: 191), ésta es una importante novedad respecto al régimen
anterior.
Las empresas sociales con forma mercantil como parte de la economía social 405

(2011), Portugal (2013), Francia (2014), Rumania (2015) y de nuevo Grecia


(2016), aparte de algunos países que la han regulado por normas regiona-
les (Bélgica e Italia). De los cinco ordenamientos europeos con ley estatal de
economía social, tres de ellos han regulado la figura de la empresa social en
dicha norma: Francia, Grecia y Rumania. Vamos a detallar la regulación de
las empresas sociales en la ley de economía social de estos tres países para
después compararla con la modificación de la LES española propuesta en el
anteproyecto de ley integral de impulso de la economía social de 2023 para la
inclusión de las empresas sociales
En Francia según la Loi relative à l’économie sociale et solidaire de 2014, los
sujetos de la economía social y solidaria son tanto las tradicionales figuras de
la economía social (art.1.II.1º: cooperativas, mutuas, fundaciones y asociacio-
nes) como las sociedades mercantiles (sociétés comercial) que estatutariamente
cumplan con los principios de la economía social y solidaria que establece di-
cha ley, persigan una utilidad social en los términos legales establecidos (art.2)
y apliquen adicionales principios de gestión consistentes en la obligación de
dotar determinados fondos y reservas obligatorias (un fondo de desarrollo
con un mínimo del 20% de los beneficios y una reserva obligatoria para sufra-
gar pérdidas dotada con un mínimo del 50% de los beneficios), un límite de
reparto de dividendo del 49%) y la prohibición de amortización y reducción
de capital social) (art. 1.II.2.º).
Estas entidades pueden calificarse además como entreprise de l’économie so-
ciale et solidaire, conocidas también como empresas ESS, y beneficiarse de los
derechos que le son inherentes, en particular, facilidad de acceso a la finan-
ciación, beneficios fiscales y de contratación pública y obtener la visibilidad
como empresa incluida en los listados oficiales de empresas de ese tipo. La
propia ley posibilita a su vez que una “empresa de la economía social y solida-
ria” pudiera ser aprobada como una entreprise solidaire d’utilité sociale, conoci-
das con las siglas ESUS, cuando cumpliera de manera acumulativa una serie
de requisitos adicionales (que la utilidad social sea el principal objetivo de la
entidad, demostrar que su objetivo social tiene un impacto significativo sobre
la cuenta de resultados, tener una política salarial limitada, etc.), obteniendo
así determinadas ventajas financieras 16.

16
Cabe señalar que en 2019 se promulgó en Francia la Ley n.º 486 relativa al crecimiento
y transformación de empresa, más conocida como Ley Pacte, que modificó el Código de
comercio y el Código civil francés para facilitar la admisión de que las sociedades comerciales
incluyan en el objeto social la consideración de aspectos sociales y medioambientales, y la ley
sobre la economía social y solidaria para flexibilizar el concepto de utilidad social de dicha ley
y facilitar así la consecución del estatus de empresa solidaria de utilidad social por las empresas.
Sobre todo esto, con más detalle: Vargas Vasserot, 2021: 150.
406 Carlos Vargas Vasserot

Rumania regula las empresas sociales bajo la Ley 219/2015 sobre la eco-
nomía social (Legea economia social). Tal como establece el artículo 1, la ley
tiene por objeto, además de regular la economía social y establecer medidas
para promoverla y apoyarla, regular los requisitos para la certificación de las
empresas sociales y las empresas de inserción social. La ley define la empresa
social (întreprinderilor sociale) como toda persona jurídica de derecho privado
que realice actividades en el ámbito de la economía social, que cuente con
un certificado de empresa social y que respete los principios previstos de la
economía social (art. 6.1.d) y cumpla además con los siguientes requisitos adi-
cionales (arts. 8 y 9): realizar actos con fines sociales y/o de interés general de
la comunidad; destinar al menos el 90% de los beneficios obtenidos al desa-
rrollo del objeto social o reservas; y aplicar el principio de equidad social a los
empleados, garantizando niveles salariales justos.
En Grecia, en 2016 la ley de economía social y solidaria derogó la ante-
rior ley de 2011 de economía social y emprendimiento social, que sólo reconocía
como empresas sociales a las cooperativas sociales. Sin embargo, la reforma
legal, no ha significado un cambio de orientación general respecto a la an-
terior ley sino un intento poco ambicioso de dar entrada a nuevos sujetos en
la economía social 17. En concreto, en el listado de entidades de la economía
social y solidaria que contiene ley griega, junto a la empresa cooperativa social
que estaba antes, incluyen de manera novedosa otros tipos de cooperativas y
cualquier otra persona jurídica que ha adquirido personalidad jurídica y que
cumplan una serie de condiciones. Pero si se observan, las condiciones que la
ley griega impone a las entidades que quieran ser reconocidas como empresas
sociales son muy exigentes (esencialmente la toma de decisiones según la re-
gla de un socio un voto, la prohibición a la distribución de beneficios e impor-
tantes limites salariales a los trabajadores), que tendrán más fácil de cumplir
las cooperativas sociales porque esos requisitos son intrínsecos a dicha forma
societaria.

3. LAS EMPRESAS SOCIALES EN LA LEY ESPAÑOLA DE LA


ECONOMÍA SOCIAL

Después de comprobar el intenso movimiento legislativo existente desde


hace más de una década e incentivado por la Unión Europea a partir de la
iniciativa SBI de 2011 por otorgar un específico marco legal a las empresas
sociales, independientemente de su forma jurídica, sorprende la pasividad de

17
Fajardo & Frantzeskaki, 2017: 50 y s.
Las empresas sociales con forma mercantil como parte de la economía social 407

España al respecto, en particular cuando este país fue pionero en el mundo


en promulgar una ley de la economía social. La LES en su artículo 5.1 da un
listado de entidades que forman parte de ella (“las cooperativas, las mutuali-
dades, las fundaciones y las asociaciones que lleven a cabo actividad económi-
ca, las sociedades laborales, las empresas de inserción, los centros especiales
de empleo, las cofradías de pescadores, las sociedades agrarias de transfor-
mación”) y termina incluyendo además a las entidades singulares creadas por
normas específicas que se rijan por los principios orientadores de la economía
social, como ha ocurrido con Caritas, la Cruz Roja o la ONCE. La LES en nin-
gún momento menciona a las empresas sociales, por lo que éstas, siempre que
no tengan la forma jurídica de las entidades de la economía social menciona-
das expresamente en la ley, quedan fuera de su ámbito 18. Esto mismo ha ocu-
rrido, con diferencias de matiz en las pocas leyes autonómicas de la economía
social que se han promulgado en España (Ley 6/2016 de la Economía Social
de Galicia, Ley 3/2022 de Economía Social de Canarias; y Ley 9/2022 sobre
Economía social y Solidaria de La Rioja), que aunque algunas son muy recien-
tes ninguna de ellas incluye a las empresas sociales dentro de sus respectivos
catálogos de entidades de la economía social.
En realidad, del listado de entidades de la economía social que establece
la LES y las leyes autonómicas de economía social, sólo dos de ellas, por el
contenido de sus normas reguladoras, cumplen con los requisitos que según
el PAES deben tener las empresas sociales de la economía social (principales
objetivos sociales o medioambientales; reinversión de beneficios; y forma de
organización y propiedad democrática): las empresas de inserción 19 y los centros
especiales de empleo 20. No obstante, también hay que incluir como empresas
sociales a las cooperativas sociales, en particular, las de iniciativa social 21 y las de in-

18
Altzelai, 2020: 129-130; Vargas Vasserot, 2022: 318.
19
Las empresas de inserción primeras, como se definen en la Ley 44/2007 que las
regulas, son sociedades mercantil o cooperativas que realicen cualquier actividad económica
de producción de bienes y servicios, cuyo objeto social tienen por como fin la integración y
formación socio-laboral de personas en situación de exclusión social como tránsito al empleo
ordinario (art. 4). Sobre la naturaleza de empresa social de las empresas de inserción: Quintao,
2007: 35-59.
20
Los centros especiales de empleo, tal como establece el Real Decreto Legislativo
1/2013 por el que se aprueba el Texto Refundido de la Ley General de derechos de las personas
con discapacidad y de su inclusión social, tienen como objetivo principal de realizar una
actividad productiva de bienes o de servicios, participando regularmente en las operaciones
del mercado, y tienen como finalidad el asegurar un empleo remunerado para las personas con
discapacidad; a la vez que son un medio de inclusión del mayor número de estas personas en el
régimen de empleo ordinario(art. 43.1). Sobre su régimen legal Sánchez Pachón, 2020: 55-91.
Acerca de su naturaleza de empresa social Monzón & Herrero, 2016: 295-326.
21
Las cooperativas de iniciativa social han sido reguladas por la Ley 27/1999 de cooperativas
y por todas las leyes autonómicas de cooperativas. Tomando la definición dada por la ley estatal de
408 Carlos Vargas Vasserot

tegración social 22, por exigir también sus normas reguladoras el cumplimiento
de los citados elementos característicos de las empresas sociales 23.
Esta exclusión de las empresas sociales sin la vestidura jurídica de las tí-
picas entidades de la economía social, va en contra del concepto amplio de
economía social que contienen el PAES del que ya hemos tratado y, en espe-
cial va en contra del mandato que el propio plan contiene (epígrafe 3.1) de
desarrollar los marcos políticos y jurídicos de la economía social, que obliga
a que las autoridades públicas tengan en cuenta la diversidad de formas jurí-
dicas que puede adoptar la economía social. Además, recordemos la reciente
Recomendación del Consejo sobre la Economía Social y Solidaria y la Innovación Social
de la OCDE (junio de 2022) a favor del reconocimiento y promoción de las
diferentes formas legales para las organizaciones de la economía social, “espe-
cialmente los nuevos tipos de ellas, como las empresas sociales” (3.c).
Pero esta inclusión de las empresas sociales en el ámbito de la economía
social no es baladí, entre otras cosas porque significaría que estas entidades
podrían beneficiarse de los fondos y ayudas destinados a la economía social,
tanto los que se materializarán a través del PAES, como los de ámbito nacio-
nal y autonómico. Cabe recordar la reciente la aprobación por el Consejo
de Ministros del Gobierno de España (31 de mayo de 2022) de un Proyecto
Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica (PERTE 24) de la
Economía Social y de los Cuidados, que tiene tres objetivos generales, siendo el

cooperativas, éstas son cooperativas que “sin ánimo de lucro y con independencia de su clase, tienen por
objeto social, bien la prestación de servicios asistenciales mediante la realización de actividades sanitarias,
educativas, culturales u otras de naturaleza social, o bien el desarrollo de cualquier actividad económica
que tenga por finalidad la integración laboral de personas que sufran cualquier clase de exclusión social y,
en general, la satisfacción de necesidades sociales no atendidas por el mercado” (art. 106 Ley 27/1999P).
Sobre su régimen: Bretos, Díaz-Foncea y Marcuello, 2020: 71-80.
22
Este tipo de cooperativas, que se regulan en varias leyes de cooperativas autonómicas
(País Vasco, Andalucía, Castilla-La Mancha, Comunidad Valenciana, Galicia, Extremadura,
Madrid, etc.), pero no por la Ley 27/1999 de Cooperativas, se pueden definir como cooperativas
están conformadas mayoritariamente por personas afectadas por discapacidad física, psíquica y/o
sensorial, así como por personas en situación de exclusión social, y que tratan fundamentalmente
de procurar a sus socios atención o facilitarles su integración social y profesional.
23
Sobre detalles de su régimen legal en España, por todos, Hernández Cáceres, 2022:
79-83.
24
Los PERTE son proyectos de carácter estratégico con gran capacidad de arrastre para
el crecimiento económico, el empleo y la competitividad de la economía española, con un alto
componente de colaboración público privada y transversales a las diferentes administraciones.
Son una nueva figura, creadas en el marco del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia
del Gobierno de España (estrategia española para canalizar los fondos destinados por Europa
a reparar los daños provocados por la crisis del COVID-19 y, a través de reformas e inversiones,
construir un futuro más sostenible) concebidos como un mecanismo de impulso y coordinación
de proyectos muy prioritarios, especialmente complejos o en los que exista un claro fallo de
Las empresas sociales con forma mercantil como parte de la economía social 409

primero de ellos el impulso y desarrollo de la economía social española y su potencial


transformador 25. Dado el dinero que se invertirá en este PERTE (aproximada-
mente 800 millones de euros desde 2022 a 2028), tiene gran importancia la
concreción de qué entidades se consideran de la economía social y, en par-
ticular si las empresas sociales con formas de sociedades de capital lo están y
con qué condiciones.

4. OPCIONES LEGISLATIVAS PARA EL RECONOCIMIENTO DE LAS


EMPRESAS SOCIALES COMO ENTIDADES DE LA ECONOMÍA
SOCIAL POR EL ORDENAMIENTO ESPAÑOL

Ante el movimiento imparable en nuestro contexto político y económico a


favor de la inclusión de las empresas sociales, independientemente de la forma
jurídica, en la tipología de entidades de la economía social, el ordenamiento
jurídico español tiene principalmente tres vías u opciones legislativas para ha-
cerlo 26. Una sería la promulgación de una ley especial y específica para las em-
presas sociales, algo que como hemos expuesto supra ha sido la opción elegida
por varios ordenamientos europeos, como el italiano por destacar uno de ellos.
No obstante, dado que en nuestro ordenamiento contamos con una ley de la
economía social (sin contar con las tres autonómicas ya promulgadas), no pare-
ce la vía lógica, aunque ha sido una postura defendida por parte de la doctrina.
Una segunda opción legislativa es desarrollar la LES vigente, aprovechando
algunas de las vías de extensión del ámbito de la economía social previstas en la
propia norma y que hasta ahora no han sido utilizadas. Me refiero, en particular,
al apartado 2 del artículo 5 y al artículo 6 LES. El primero de estos artículos po-
sibilita la ampliación de tipos de entidades de la economía social al señalar que
“asimismo, podrán formar parte de la economía social aquellas entidades que rea-
licen actividad económica y empresarial, cuyas reglas de funcionamiento respon-
dan a los principios enumerados en el artículo anterior, y que sean incluidas en el
catálogo de entidades establecido en el artículo 6 de esta Ley” (art. 5.2).
Por su parte, el siguiente artículo de la ley, titulado catálogo de entidades de
economía social, establece que “el Ministerio de Trabajo e Inmigración, previo

mercado, externalidades importantes o una insuficiente iniciativa o capacidad de inversión por


parte del sector privado. Actualmente se han aprobado once PERTE.
25
Disponible en https://www.lamoncloa.gob.es/consejodeministros/resumenes/
Documents/2022/210622-perte-economia-social-y-de-los-cuidados-memoria-completa.pdf
26
Planteadas por Vargas Vasserot, 2021: 138-139 y 2022a: 327-329; y Macias, 2022:
270-271.
410 Carlos Vargas Vasserot

informe del Consejo para el Fomento de la Economía Social, y en coordina-


ción con las Comunidades Autónomas, elaborará y mantendrá actualizado
un catálogo de los diferentes tipos de entidades integrantes de la economía
social, teniendo en cuenta los principios establecidos en la presente ley y de
forma coordinada con los catálogos existentes en el ámbito autonómico” (art.
6 LES). Han pasado más de doce años desde que se promulgó la LES y todavía
no se ha elaborado ese catálogo de los diferentes tipos o categorías de las enti-
dades de la economía social del que depende la efectividad tanto del artículo
6 como del 5.2 de la ley 27 y que podría servir para el encaje en la economía so-
cial de empresas sociales no reconocidas expresamente por la propia LES. No
obstante, no me parece una solución ni sencilla ni jurídicamente adecuada,
en el sentido de que el reconocimiento de una nueva figura societaria, aun-
que sea un subtipo social, debe venir de manos de una ley específica y propia y
no de un desarrollo reglamentario por parte de un Ministerio.
La otra opción sería reformar la LES para superar la concepción for-
malista de la economía social de la que parte dicha norma y por la que, en
principio, quedan fuera de la misma las personas jurídicas que no se hayan
constituido utilizando una de las fórmulas canónicas de la economía social.
Esta opción, ya se barajó en cuando se elaboró la Propuesta de la Ley de la
Economía Social elaborada en 2009 por un grupo de expertos académicos 28,
incluía en la relación de entidades de la economía social, entre otras, “a las
empresas sociales”, que finalmente fue excluida de la ley por la falta de madu-
rez en esa época de su concepto y delimitación 29.
Más recientemente, la Estrategia Española de la Economía Social 2017-
2020 30, contenía una interesante medida número 14 que establecía lo siguien-
te: “Estudio del concepto de empresa social en el marco español y análisis de
su posible relación con los conceptos de empresa social en el ámbito europeo.
Se analizarán las posibles implicaciones del reconocimiento de la figura de
empresa social definida por la Social Business Initiative (Iniciativa a favor del
Emprendimiento Social) y su encuadre, en su caso, en el marco de la Ley
5/2011, de Economía Social”.
En la reciente Estrategia Española de la Economía Social 2021-2027, aun-
que no se menciona a las empresa sociales de manera particular, señala como

27
Sobre qué contenido e inscripciones puede o debe tener este catálogo, Fajardo, 2018:
112-116.
28
Disponible en un anexo al final del Informe para la elaboración de una Ley de
Fomento de la Economía Social elaborado por Monzón et al., 2009.
29
Fajardo, 2018:119 y ss.
30
Aprobada por Resolución de 15 de marzo de 2018 de la Secretaría de Estado de
Empleo.
Las empresas sociales con forma mercantil como parte de la economía social 411

una de sus línea de actuación la de reforzar el marco normativo de la econo-


mía social (Eje 1, Línea de Actuación 1, Acción 1.2), estableciendo entre su
objetivos la necesidad de “revisar y mejorar el marco jurídico y normativo exis-
tente” de la economía social, y entre sus actuaciones concretas para el periodo
2022-2026 incluye “el desarrollo normativo de legislación relacionada con la
Economía Social y sus diferentes entidades con el objetivo de fortalecer las
empresas y actualizar la normativa”.
En mi opinión, para cumplir lo que nos impone la Unión Europea a través
del PAES, bastaría con incluir un segundo párrafo en el apartado 1º del artículo
5 LES, tras el listado actual de entidades de la economía social, admitiendo en
su ámbito a las empresas sociales con forma de sociedades de capital cuando
estatutariamente cumplan con las características con las que el PAES identifica
a las empresas sociales. A saber, deben perseguir principalmente fines sociales
o medioambientales; que los beneficios se reinvierten principalmente para al-
canzar su objetivo social (lo que se puede materializar a través de la limitación
de repartos de beneficios o la obligación de dotar un determinado fondo desti-
nado a la consecución del fin social); y la forma de organización y propiedad se
basen en principios democráticos (que no significa exigir la regla de un socio,
un voto 31) o participativos (lo que se puede lograr limitando la cuantía del capi-
tal social de lo que pueden ser titulares los socios 32).
Pero al establecer estos criterios adicionales estructurales y de organiza-
ción para las empresas sociales que quieran ser calificada de la economía so-
cial, el legislador debe ser comedido y no abusar de las mismas para que no
se conviertan en verdaderas barreras de entrada en cuanto a cargas y obliga-
ciones justificándose que es la manera de evitar el intrusismo en el sector. Sin
embargo, esto precisamente es lo que ha ocurrido en la reciente propuesta de
reforma de la LES, de la que vamos a tratar en el siguiente y último epígrafe
de este capítulo.

31
Actualmente está generalizada por las leyes cooperativas españolas la admisión del
voto plural en las cooperativas de servicios, y en concreto en las agrarias, aunque siempre
se estable un límite máximo de votos respecto al total y el voto se pondera en función de la
actividad cooperativa realizada por cada socio. En otro tipo de entidades de la economía social,
el principio democrático se logra a través de un límite del al porcentaje de capital social que
pueden suscribir cada uno de ellos, con lo que se trata de dar primacía a las personas y del fin
social sobre el capital y que no existan grandes desigualdades entre los derechos políticos de los
socios (sobre todo esto, Vargas Vasserot, 2022b: 90-93).
32
La regla en el ordenamiento español para varias de las entidades de la economía
social es que ningún socio, salvo excepciones, pueda ostentar más de 1/3 del total del capital
social: para las sociedades laborales el artículo 1.2.b) Ley 44/2015; para las sociedades agrarias
de transformación el artículo 8.5. Real Decreto 1776/1981; y para las cooperativas, en el ámbito
estatal, artículo 45.5 Ley 27/1999.
412 Carlos Vargas Vasserot

5. EL FALLIDO INTENTO DE REGULAR A LAS EMPRESAS SOCIALES


A TRAVÉS DE LA LEY INTEGRAL DE IMPULSO DE LA ECONOMÍA
SOCIAL

El 11 de abril de 2023 el Consejo de Ministros del Gobierno de España, a


propuesta del Ministerio de Trabajo y Economía Social, aprobó el Anteproyecto
de Ley Integral de Impulso de la Economía Social (se cita ALIIES) 33. El ALIIES
tenía como objetivo mejorar y actualizar algunas de las principales leyes que
conforman el ecosistema legal de la Economía Social como son la Ley 27/1999
de Cooperativas, la Ley 44/2007 para la Regulación del Régimen de las
Empresas de Inserción y la Ley 5/2011 de Economía Social. Y digo tenía porque
con la convocatoria anticipadas de elecciones generales a finales de mayo de
2023 en España se disolvió el Congreso y el Senado lo que ha significado que,
salvo excepciones, todas las iniciativas legislativas que había en tramitación han
caducado. Por tanto, habrá que esperar a los resultados de las elecciones que se
celebrarán el próximo 23 de junio para saber si el ALIIES sigue adelante o no.
Pero el adjetivo de fallido con que el que inicio el título de este epígrafe
no sólo se refiere a que el ALIIES no ha seguido su natural proceso de conver-
sión en proyecto de ley y después en ley por el comentado adelanto electoral,
sino a que la regulación propuesta, en mi opinión, no es ni la adecuada ni
está hecha con la debida técnica legislativa. Sé, por experiencia, que la labor
de legislar es muy difícil, que a veces, en especial en el ámbito de la economía
social, se legisla más cómo un instrumento de marketing legislativo que otra
cosa y que a veces las presiones de los lobbies y las decisiones políticas hacen
que las normas tomen uno u otro sentido 34. Y está claro que en este punto el
sector de la economía social, que en España es muy fuerte en comparación

33
Disponible en http://ciriec.es/wp-content/uploads/2023/04/Anteproyecto_Ley_
Integral_Economia_Social.pdf
34
En 2022 formé parte del equipo que se conformó en la Escuela de Especialización
Profesional en Economía Social, Cooperativas y Otras Organizaciones de Participación
(EESCOOP) de la Universidad Complutense de Madrid, que es el nuevo nombre de la antigua
Escuela de Estudios Cooperativos, para realizar unos informes a instancia de la Dirección
General del Trabajo Autónomo, de la Economía Social y de la Responsabilidad Social de las
Empresas del Ministerio de Trabajo y Economía Social del Gobierno de España para proponer
la reforma de determinados artículos de la Ley 27/1999 de Cooperativas. Pues bien, en los
informes propusimos reformar de 45 artículos de la LCOOP (que, por cierto, sólo afectaban a
las materias específicas y muy concreta sobre las que se nos solicitaba la consulta) y el ALIIES
plantea la reforma de 30 preceptos y de éstos, sólo 13 artículos son sobre los que el equipo de
la EESCOOP propusimos cambios. Y de esos 13 artículos el anteproyecto sólo mantiene las
sugerencias que hicimos en 6 de ellos y en 7 cambia significativamente la redacción propuesta
por nosotros. Eso significa que, para lo bueno y para lo malo, menos del 20% del contenido del
ALIIES sobre la reforma de la LCOOP es de nuestra autoría.
Las empresas sociales con forma mercantil como parte de la economía social 413

con otros países, ha trabajado para que la inclusión de las empresas sociales
con forma de sociedad mercantil dentro del ámbito de la economía social ten-
ga muy poco desarrollo práctico.
En la exposición de motivos del ALIIES, al trata de los problemas que se
pretenden solucionar con la ley (epígrafe I), se señala en relación a la LES, “el
avance y desarrollo de la actividad de la Economía Social ha llevado a la nece-
sidad de ahondar en la clasificación de las entidades que componen el sector”
y “en este ámbito resulta necesario incorporar algunas fórmulas empresariales
ya reconocidas a nivel europeo”, y que “la nueva realidad obliga a realizar un
esfuerzo por definir un nuevo marco regulador que permita identificar estas
nuevas entidades que operan en el sector de la economía social”. En la misma
exposición de motivos más adelante, al tratar de los objetivos de la nueva ley
(epígrafe II), empieza diciendo “a este respecto, la norma se propone clarifi-
car las tipologías y el catálogo de entidades que integran el sector con el áni-
mo de incorporar las nuevas fórmulas asociativas hoy presentes en el ámbito
de la economía social”. Aunque no se diga expresamente --seguramente para
no herir sensibilidades políticas--, está claro que la principal fórmula empre-
sarial en la que el prelegislador está pensando incluir en la LES de manera
novedosa son las empresas sociales con forma de sociedades mercantiles o co-
merciales, porque repito, las que tienen como forma jurídica algunas de las
típicas de la economía social (cooperativas, sociedades laborales, empresas de
inserción o centros especiales de empleo), ya están integradas en el ámbito de
la LES por aplicación del artículo 5.1.
Entrando ya en la propuesta de reforma de la LES que contiene el ar-
tículo 3 del ALIIES (arts. 5, 5 bis, 6 y 8), aquí nos interesa especialmente la
reforma de los apartados 1 y 4 del artículo 5 de la LES. La gran novedad del
apartado primero del artículo 5 de la LES pue propone el ALIIES es que en el
listado de entidades que forman parte de la economía social que contiene este
precepto, además de las que se prevén actualmente, se incluyen expresamen-
te a las empresas sociales 35, aunque esto no casa bien con los requisitos que en el
apartado 4 se establecen para que una entidad sea reconocida como empresa
social. En mi opinión, en ese listado, de manera parecida a lo que establece la
ley de economía social francesa de 2014 (art. 1.II.2), no debería hablarse de

35
Art. 5.1 ALIIES: “Forman parte de la economía social, siempre que se rijan por los
principios establecidos en el artículo anterior, las cooperativas, las mutualidades, las fundaciones
y las asociaciones que lleven a cabo actividad económica, las sociedades laborales, las empresas
de inserción, los centros especiales de empleo de iniciativa social, las cofradías de pescadores, las
sociedades agrarias de transformación, las empresas sociales y las entidades singulares creadas por
normas específicas”. La cursiva es mía y sirve para destacar las novedades de la ley respecto al
contenido actual de la LES.
414 Carlos Vargas Vasserot

empresas sociales sino de sociedades mercantiles que cumplan las condicio-


nes que establezca la ley 36.
Pero el meollo de la reforma en cuanto a la regulación de las empresas
sociales viene contenido en el complejo y totalmente novedoso artículo 5.4
LES que propone el ALIIES y que pasamos a desgranar diferenciando, como
hace la propuesta, el régimen para las empresas sociales que tengan la forma
de entidades de la economía social y las que no.

5.1. Requisitos impuestos a las entidades de la economía social


reconocidas como tales

Según el ALIIES, tendrán la consideración de empresas sociales, además de


los centros especiales de empleo de iniciativa social, las empresas de inserción
y cooperativas de iniciativa social (que como hemos visto supra son los tipos
sociales que tradicionalmente en España se han considerado empresas socia-
les), “el resto de las entidades de la economía social referidas en el apartado
1”, “cuando, además de seguir los principios recogidos en el artículo 4 de la
presente Ley, reúnan los dos siguientes requisitos:
a) “Que contemplen con precisión y concreción en sus estatutos los fi-
nes sociales y/o medioambientales perseguidos por el desarrollo efectivo de
sus actividades económicas, cuando se desarrollen en al menos uno de los
siguientes ámbitos”:
1.º “La integración en el mercado laboral y la generación de oportunida-
des de trabajo de personas con discapacidad y/o en situación de vulnerabili-
dad y/o exclusión social, cualquiera que sea el sector de actividad”.
2.º “La realización de actividades que, mediante la prestación de bienes o
servicios, satisfagan necesidades no atendidas por el mercado y contribuyan al
bienestar de las personas afectadas por algún factor de vulnerabilidad y/o exclu-
sión social, tales como la discapacidad, la ausencia de ingresos suficientes para el
mantenimiento de sí mismo y/o de sus familias, así como otros que sean objeto
de especial protección social por el ordenamiento jurídico, en ámbitos como el
sanitario, el educativo, el habitacional, la economía de los cuidados, entre otros”.
3.º “El desarrollo local de zonas desfavorecidas con especial atención a la
realización de actividades en las zonas en declive demográfico”.

36
Art. II. 2° “Par les sociétés commerciales qui, aux termes de leurs statuts, remplissent
les conditions suivantes: a) Elles respectent les conditions fixées au I du présent article;
b) Elles recherchent une utilité sociale au sens de l’article 2 de la présente loi;
c) Elles appliquent les principes de gestion suivants”.
Las empresas sociales con forma mercantil como parte de la economía social 415

b) “Que apliquen, al menos, el 95 % de los resultados, excedentes o bene-


ficios obtenidos en cada ejercicio al desarrollo de los fines sociales recogidos
en sus estatutos en los términos referidos en el apartado anterior”.
Llama la atención que según la regulación propuesta por el ALIIES, cual-
quier entidad de la economía social de las contenidas en el artículo 5.1, pueden
tener la consideración de empresas sociales, olvidando que en el nuevo listado de
entidades de la economía social (vid. supra) se incluye expresamente a las empre-
sas sociales, por lo que la norma no parece tener mucho sentido en este caso (las
empresas sociales tendrán “la consideración de empresas sociales” cuando…).
En cuanto a los requisitos se exigen a las entidades de la economía social
para ser calificadas empresas sociales son, de un lado, que en los estatutos
sociales se recojan los fines sociales y/o medioambientales y éstos encajen en
alguno de los ámbitos previstos en la norma y, de otro, que el 95% de los be-
neficios obtenidos se apliquen al desarrollo de los fines sociales. Veamos cada
uno de ellos.

5.1.1. Persecución de fines sociales y/o medioambientales en determina-


dos ámbitos

La norma propuesta en el ALIIES establece tres obligaciones respecto a


los fines sociales que deben tener las empresas sociales:
r Deben estar contemplados expresamente y de manera concreta en los
estatutos sociales.
r La consecución de los mismos debe lograrse a través de la actividad
empresarial que desarrolle la empresa.
r Deben enmarcarse en unos ámbitos concretos de actividad.
En particular, los campos concretos en los que según el ALIIES las em-
presas sociales deben desarrollar su actividad empresarial son la integración
laboral y satisfacción de necesidades no atendidas por el mercado de personas
con discapacidad o riegos de exclusión social y el desarrollo local de zonas
desfavorecidas. Si comparamos estos ámbitos de actuación de las empresas
sociales con los que contienen otras normas de Derecho comparado, vemos
como la propuesta de la norma española es muy limitada.
Por ejemplo, en Italia, el Decreto Legislativo 112/2017 de Revisione della
disciplina in materia di impresa sociale, para obtener el estatus jurídico de empre-
sa social se exige que la entidad realice una actividad empresarial o comercial
de interesse generale, término que es desarrollado en el artículo 2.1 de la norma
con un extenso elenco de actividades, más de veinte, que pueden desarrollar
416 Carlos Vargas Vasserot

las empresas sociales: el desarrollo de servicios sociales, sanitarios, de educa-


ción, de protección del medioambiente, gestión de residuos, de formación
universitaria, de investigación científica, actividades culturales, rehabilitación
de edificios, cooperación internacional, microcréditos, etc. En Francia, por
poner otro ejemplo señero, la Loi relative à l’economie sociale et solidaire de 2014
para que una entidad, incluidas las sociedades comerciales, sea considera de
utilidad social, exige la persecución de una utilité sociale, valga la redundancia,
término que viene precisado en el artículo 2 de la norma (que fue modificado
en 2019 por la ley PACTE para flexibilizar su contenido) y que consiste en
tener como objetivos sociales uno de los siguientes: proporcionar, a través de
su actividad, apoyo a personas en situación de vulnerabilidad; contribuir a la
preservación y desarrollo de los vínculos sociales o al mantenimiento y forta-
lecimiento de la cohesión territorial; contribuir a la educación ciudadana,;
o contribuir al desarrollo sostenible, la transición energética, la promoción
cultural o la solidaridad internacional.
En el caso de España, de aprobarse la norma propuesta por el ALIIES no
podría calificarse a una cooperativa o a una sociedad laboral como empresa
social cuando desarrolle, por ejemplo, actividades culturales o educacionales
o cuando busque la protección medioambiental o lucha contra el cambio cli-
mático, a menos que estas actividades se desarrollen en zonas desfavorecidas,
como ocurre en zonas en declive demográfico.

5.1.2. Aplicación, como mínimo, del 95% de beneficios al desarrollo de


los fines sociales

Según la redacción propuesta del artículo 5.4 LES por el ALIIES, las em-
presas sociales deben aplicar, al menos, el 95 % de los resultados, excedentes
o beneficios obtenidos en cada ejercicio al desarrollo de los fines sociales re-
cogidos en sus estatutos de los que hemos hablado antes. Este porcentaje, en
comparación de lo que establecen otras normas de Derecho comparado, es
muy alto, lo que, sin duda le va a quitar atractivo a la figura. Recordemos que
el PAES sólo señalaba simplemente que en las empresas sociales los beneficios se
reinvierten principalmente para alcanzar sus objetivos sociales.
A continuación en una tabla de elaboración propia vienen los requisitos
que se establecen en catorce ordenamientos europeos que han regulado las
empresas sociales analizados incluida la regulación propuesta en España en el
ALIIES y como se observa sólo en tres de ellos (Eslovenia, Letonia y Grecia) se
impone un límite de distribución de beneficios parecidos al que establece el
ALIIES, siendo mayoritaria la limitación de dividendos entre los socios de la
empresa social del 50% o menos del total de beneficios obtenidos.
NormaFecha Formas jurídi- Tipo societario  
País Abrev. casposibles más usual Gobernanza Trabaj. Dividen.

Fin. Ley esp.2003 SY Cualquiera S. Capital WISE ---------- 30% pers. vul- ------
nerab.
Salarios habi-
tualesdel sector

R.U. Ley esp.2005 CIC S. Capital S. Capital     - Control remu- -------- Lim. 35%
munidad ne-ración benef.
administrador

Eslov. Ley esp.2011 SP Cualquiera Cooperativ. Efectos sociales 1 socio, 1 voto --------
Par ti ci paci ón Prohibido
trabajadores y
otros interes.
órgano admón

Esp. 2023 ALIIES Cualquier WISE -------- Lím. 95%


Des. Local benef.

Dina. Ley esp.2014 RSV Cualquiera S. Capital Propósitosocial Par ti ci paci ón -------- Lím. 35%
tra- bajadores benef.
y otros interes.
órgano admón

Franc. LE ESUS Cualquiera S. Capital Coo- Utilidadsocial --------- Salarios justos Lím. 50%
perativ benef.

Rum. LES 2015 IS Cualquiera Cooperativ. Fines socia- les ---------- Salarios justos Lím. 10%
e interésgeneral benef.

Grec. LESS2016 Cualquiera Cooperativ.     - - 1 socio, 1 voto Salarios simi- Prohibido
Las empresas sociales con forma mercantil como parte de la economía social

tivo ysocial lares


417
Lux. Ley esp.2016 SIS S. Capital Coo- S. Capital Coo- WISE y/o obje- ---------- -------- Lím. 10%
418

perativa perativ. tivos sociales o benef.


medioamb.

Italia Ley esp.2017 IS Cualquiera S. Capital Coo- Interésgeneral ---------- Salarios simi- Lím. 50%
perativ. lares benef.

Leton. Ley esp.2017 SU S. Capital S. Capital Impacto social Par ti ci paci ón -------- Prohibido
posi-tivo tra- bajadores
y otros interes.
órgano admón

Eslova. Ley esp.2018 SP Cualquiera Cooperativ. Impacto social 1 socio, 1 voto -------- Lím. 50%
posi-tivo Participa- benef.
c i ó n trabaja-
dores y otros
interes. en
juntas

Bulg. LESS2018 S. Capital Valor social Par ti ci paci ón - 30% pers.vul- Lím. 30 o
agregado trabajadores y nerab. 50% benef.
otros interes. en
órgano admón
Carlos Vargas Vasserot

Litua. Ley esp.2019 Cualquiera S. Capital WISE ---------- %pers. vulne- ------
rab.
Salariosjustos

Bélgic. Cod.Soc.2019 ES Cooperativ. Cooperativ Impacto social Lim. votos por -------- Después de re-
posi-tivo socio servas
o destinos
  
Las empresas sociales con forma mercantil como parte de la economía social 419

5.2. Requisitos impuestos a las entidades que no sean reconoci-


das de la economía social

Pero si el régimen para que las entidades de la economía social tipificadas


en la LES como tales sean reconocidas como empresas sociales es de por sí
muy severo, mucho más grave son las condiciones que se le imponen al resto
de entidades en la propuesta de reforma del artículo 5.4 in fine: “Asimismo,
podrán considerarse empresas sociales, otras entidades que, independiente-
mente de su forma de personificación jurídica, además de cumplir los prin-
cipios orientadores descritos en el artículo 4 de esta Ley y los requisitos es-
tablecidos en las letras a) y b), cumplan las condiciones siguientes: 1º estén
promovidas, constituidas o participadas íntegramente por una o varias entida-
des de la economía social; o bien; 2º estén promovidas o participadas en hasta
un 25% por administraciones públicas de ámbito estatal, autonómico o local,
u otras entidades de titularidad pública siendo el resto promovido o partici-
pado por otras entidades de la economía social. Reglamentariamente se desa-
rrollarán, al menos, los criterios, mecanismos y cuantos aspectos sean precisos
para la verificación y control del cumplimiento de los requisitos establecidos
en este apartado”.
Como se observa, a las empresas sociales que no tengan la forma de las
clásicas entidades de la economía social, como pueden ser las sociedades mer-
cantiles, además de cumplir con los principios orientadores de la economía
social y con los requisitos anteriores (objetivos sociales y/o medioambientales
en unos campos específicos y obligación de reinversión del 95% de los bene-
ficios), se les obliga a estar promovidas o participadas 100% por una o varias
entidades de la economía social (cooperativas, sociedades laborales, etc.) o en
un 75% si el otro 25% del capital social lo ostentan administraciones públicas
u otras entidades de titularidad pública 37.
Este segundo requisito es totalmente original en Derecho comparado
y no tiene justificación alguna. Según la redacción propuesta por el ALIIES
para que una sociedad mercantil sea calificada de empresa social y, por ende,

37
Art. 5.4 ALIIES: … “Asimismo, podrán considerarse empresas sociales, otras entidades
que, independientemente de su forma de personificación jurídica, además de cumplir los
principios orientadores descritos en el artículo 4 de esta Ley y los requisitos establecidos en
las letras a) y b), cumplan las condiciones siguientes: 1º estén promovidas, constituidas o
participadas íntegramente por una o varias entidades de la economía social; o bien; 2º estén
promovidas o participadas en hasta un 25% por administraciones públicas de ámbito estatal,
autonómico o local, u otras entidades de titularidad pública siendo el resto promovido o
participado por otras entidades de la economía social. Reglamentariamente se desarrollarán, al
menos, los criterios, mecanismos y cuantos aspectos sean precisos para la verificación y control
del cumplimiento de los requisitos establecidos en este apartado”.
420 Carlos Vargas Vasserot

como entidad de la economía social, además de perseguir objetivos sociales


y/o medioambientales a través de su actividad empresarial y sólo ser repar-
tibles entre los socios el 5% de los beneficios, debe ser de titularidad de una
entidad de la economía social, es decir, una cooperativa, sociedad laboral, so-
ciedad agraria de transformación, fundación, asociación, etc.
De aprobarse en un futuro una ley con este contenido, no creo que en
España ninguna sociedad limitada o anónimas que no sea titularidad de una
entidad típica de la economía social o sea calificadas como sociedad laboral,
por mucho que tengan como objetivo la loable realización de fines sociales
y/o medioambientales, vaya a tener la consideración de empresa social y, por
tanto, formar parte de la economía social.
Al final las barreras de entrada a la economía social del ALIIES son tantas
para las empresas sociales con forma de sociedades convencionales que de
aprobarse en un futuro esta norma, las cosa seguirían igual que están en la ac-
tualidad. El contrasentido es el de incluir expresamente a las empresas socia-
les en el listado de entidades de la economía social, hablar de la posibilidad de
que puedan ser calificadas de empresas sociales a entidades independiente-
mente de la forma jurídica adoptada (que es lo que se entiende con la rebus-
cada expresión de “que, independientemente de su forma de personificación
jurídica”),, para terminar diciendo que deben ser promovidas, constituidas o
participadas íntegramente por una o varias entidades de la economía social.
Está claro que el prelegislador español no tenía intención alguna de facilitar
la entrada de nuevas entidades al ámbito de la economía social

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book/10.1007/978-3-031-14216-1
CAPÍTULO 22
Los clubes de barrio como entidades
de economía social y solidaria

Alberto García Muller


Profesor Emérito de Derecho Cooperativo
Universidad de los Andes (Venezuela)

Sumario: 1. Definición; 2. Naturaleza; 3. Objeto/finalidad; 4. Importancia; 5. Tipos;


6. Fuentes; 7. Asociados; 8. Estructura organizativa; 9. Recursos económicos;
10. Voluntariado; 11. Aspectos administrativos; 12. Apoyo del Estado; 13.
Fiscalidad; 14. Los clubes de barrio como entidades de economía social y soli-
daria; 15. Conclusiones. 16. Bibliografía

1. DEFINICIÓN

Tomando la definición de una cooperativa, se puede decir que: un club es


una asociación autónoma de personas que se unen voluntariamente para satis-
facer sus expectativas deportivas, sociales y culturales a través de un emprendi-
miento democráticamente controlado, en el que es necesario prever una orga-
nización que resuelva, eficazmente, la cuestión económica (Bragulat, 2019:2)

2. NATURALEZA

Los clubes son asociaciones civiles de bien público, pero de carácter priva-
do, sin fines de lucro, con personalidad juridica, patrimonio propio y domici-
424 Alberto García Muller

lio legal en la República Argentina, con no menos de 50 ni más de 2.000 aso-


ciados al momento de su inscripción administrativa, aunque también pueden
tener la forma jurídica de fundaciones, mutuales o cooperativas, organizadas
como entidades de primer grado (Argentina, Ley 27.098, Art.2).
Según Dávila (2022:2) los clubes deportivos, sociales y culturales de ba-
rrio ejercen efectivamente una función pública. La verdad es que facilitan
al Estado su deber de garantizar y respetar los Derechos Humanos, actuan-
do como organizaciones que posibilitan a las personas el ejercicio de estos
mismos derechos en aquellos lugares donde el Estado muchas veces no logra
llegar. En particular, el derecho a la educación por medio de la formación
valórica, deportiva y democrática. El derecho a la salud, a través de actividades
recreativas y saludables -tanto mental como físicamente- que se practica en
ellos. Los derechos a la libre asociación y a la participación ciudadana pues
en los mismos prima la participación y la organización para perseguir un fin
común que es, en muchas ocasiones, incluso más social que deportivo.

3. OBJETO/FINALIDAD (OJEA, 2022:4)

La finalidad que persiguen los clubes no es el lucro, sino fomentar la prác-


tica deportiva, las actividades culturales, el fortalecimiento de los lazos socia-
les, contribuir a la identidad de la institución partiendo de la idea de que los
dueños de ella son los socios y a través de su participación democrática en
asambleas y otras instancias toman las decisiones-.
Tienen por objeto el desarrollo de actividades deportivas no profesiona-
les en todas sus modalidades y que facilitan sus instalaciones para la educación
no formal, el fomento cultural de todos sus asociados y la comunidad a la que
pertenecen, actividades sociales y educativas, así como el respeto del ambien-
te, promoviendo los mecanismos de socialización que garanticen su cuidado y
favorezcan su sustentabilidad.
Deberán adaptar sus instalaciones a las necesidades y accesibilidad de las
personas con discapacidad, y realizar actividades deportivas, culturales, de es-
parcimiento y demás actividades que estén dentro de la esfera societaria, con
el objeto de incluir a las personas con discapacidad.

4. IMPORTANCIA

En Latinoamérica, los clubes deportivos cumplen un rol político y social


fundamental cuando entendemos las organizaciones de base como una ac-
Los clubes de barrio como entidades de economía social y solidaria 425

ción cívica que fortalece la democracia. Todo club de barrio está ligado a un
territorio, población, villa o cerro, levantándose como un espacio para arti-
cular la solidaridad, la cultura, la identidad, la pertenencia y, por supuesto,
la pasión. He ahí la gran diferencia con el fútbol profesional, pues los clubes
de barrios nacen al alero del cooperativismo y la asociatividad, como ejercicio
que deriva en prácticas de intervención en los procesos formativos de niños,
niñas y adolescentes (Andrade, 2020: 2).
Al ser instituciones de base, arraigadas en los territorios y que son expre-
sión de la organización de vecinas y vecinos, de amistades y de familia, van
rescatando los elementos que están presentes en el entorno, en el lenguaje,
en la cultura”.
Los clubes de barrio son un elemento central en los primeros años de
sociabilidad de las personas y que éstas principalmente asociadas a la práctica
deportiva (Dávila, 2022: 2). En este sentido, se ha evidenciado el valor social
que adquiere el club cuando se logra permanecer dentro de él varios años,
generando un impacto favorable en la vida emocional de los niños (Aguiriano
y Luzzi, 2018:5).
Se trata de instituciones con un fuerte vínculo con la comunidad y con
cada persona que pasa por sus instalaciones. Pero un club no es solo una en-
tidad deportiva, un lugar de ocio. Generan identidad, pertenencia, inciden
en la formación integral y permiten ser un lugar de convivencia entre perso-
nas diferentes. recreación o un ámbito de socialización. Suelen generar un
programa cultural y de espectáculos como suelen vincular sus instalaciones
con los colegios o centros educativos de la zona. Son espacios predispuestos
a realizar actos benéficos y actividades ‘abiertas’ a toda iniciativa comunitaria.
También convertirse en un centro de acopio de bienes o alojamiento de vícti-
mas en momentos de crisis o catástrofes naturales (Ojea, 2022:5).

5. TIPOS

El proyecto de ley de la ciudad de Buenos Aires (Williams, 2017:2) esta-


blece dos tipos de clubes, según el monto de sus ingresos calculados en base
a sus cuotas sociales: Clubes de Barrio Tipo 1 y Clubes de Barrio Tipo 2. Los
clubes de Barrio Tipo 1 además son considerados instituciones de interés de
Buenos Aires y con ello puedan gozar, por ejemplo, de determinados bene-
ficios financieros y tributarios, acceso preferente a subsidios y programas de
capacitación.
426 Alberto García Muller

6. FUENTES

6.1. Ley

En Argentina están regulados por la Ley 27.098. Régimen de Promoción


de los Clubes de Barrio y de Pueblo, de 20/01/2015, En los demás países, la
ley del Deporte, las disposiciones sobre asociaciones o sociedades civiles del
Código Civil o la ley especial de asociaciones.

6.2. El Estatuto

Los clubes funcionan con un estatuto social donde se detallan las maneras
de llevar a cabo los eventos formales tales como la elección de los dirigentes
(quiénes votan, cómo deben hacerlo, cuáles son los requisitos para presentar-
se como candidatos o electores), la constitución de las asambleas de socios o
las reuniones de la comisión directiva (Moreira, 2018:6).

6.3. Decálogo (normas de conducta)

Un importante grupo de clubes deportivos del Deporte Social adoptaron


el siguiente decálogo que puede servir como normas de conducta de los clu-
bes (Fundación, 2013: 2-17).
a. Trabajar por administrar nuestro club de forma transparente y abierta
a nuestra comunidad, fomentando la participación de todas y todos.
b. Competir dentro de la cancha, pero afuera promover la amistad
con los demás clubes y trabajar para estar unidos, organizados y
apoyándonos.
c. Asumir como primer objetivo para cada niño y niña que venga a nues-
tro club, entretenerse a través del deporte.
d. Entender que perder es parte del juego y es una gran oportunidad
para aprender. La mejor victoria que festejaremos, será cuando cada
persona se sienta integrada y querida en nuestro club.
e. Enseñar a nuestros niños y niñas que los logros deportivos solo son
posibles con compromiso colectivo.
f. Trabajar con compromiso para involucrar a nuestro barrio en las acti-
vidades del club. Que nuestro club sea un lugar de encuentro para la
comunidad.
Los clubes de barrio como entidades de economía social y solidaria 427

g. Organizarnos como club para ayudar a las demás personas de


nuestro barrio, brindando nuestro apoyo de forma organizada y
comprometida.
h. Extender la invitación para vestir nuestros colores y participar del
club, a niños, niñas, adolescentes, hombres y mujeres, brindando las
oportunidades para hacerlo con dignidad y sin exclusiones.
i. Abrirnos a nuevas maneras de participación considerando a todos
quienes componen el club, empujando la erradicación de la violencia
de género y trabajando por brindar espacios seguros para las mujeres
integrantes del club.
j. Inculcar entre nuestros integrantes la permanente promoción del res-
peto al medioambiente y la defensa de nuestros recursos naturales.

7. ASOCIADOS (MANUAL, SF: 16-18)

7.1. Activos

Son aquellas personas que, dentro de una institución, toman las decisio-
nes más importantes. Tienen capacidad para elegir y ser elegidos para inte-
grar los órganos internos, participar con voz y voto en la asamblea, disfrutar
de los beneficios sociales que brinda el club, presentar proyectos o propuestas
y peticionar actos ante las autoridades del club. Deben ser mayores de edad,
haber participado activamente en el club por un lapso establecido en el esta-
tuto y que su incorporación sea aceptada por la comisión directiva.

7.2. Otras categorías de asociados

Asociado Característica central Elegido por Derechos y obligaciones.

Honorario Destacado aporte al club. Asamblea         


Participar de las asambleas.

Cadete Menores de 18 años autoriza- Comisión direc- Abonar las cuotas sociales.
dos por los padres tiva        
Participar de los eventos socia-
les.
428 Alberto García Muller

Benefactor Realiza aportes económicos Comision direc- Abonar las cuotas sociales y
tiva contribuciones especiales.
        

Vitalicio Haber sido miembro Comisión direc-         


activo por más de 20 años tiva o asamblea Participar de las asambleas.
No abonan cuotas sociales

Adherente No cumplen el lapso para in- Comisión direc- Abonar cuotas sociales.
gresar tiva        -
No desean participar de modo les.
activo Participar de las asambleas con
voz, pero sin voto.

Fuente: Manual (spi: 18)

7.3. Socios abonados

Los dirigentes del fútbol brasileño inventaron la figura del “socio abona-
do”, es decir, el socio que paga para asistir a los partidos. Dicha construcción
se dio pensando en los servicios que el estadio podía ofrecer al ahora socio
convertido en “consumidor”. A diferencia de Argentina, los “socios abonados”
no tienen derecho a votar (Moreira, 2018: 6).

8. ESTRUCTURA ORGANIZATIVA

Los clubes de barrio tienen los siguientes órganos (Manual, sf: 19-24).

8.1. Asamblea de asociados

Espacio integrado por todos los asociados activos con derecho a voto, pre-
viamente inscriptos/as y aprobados/as por la comisión directiva, y son quie-
nes detentan la totalidad de los derechos políticos. Las sesiones pueden ser
ordinarias o extraordinarias. La asamblea ordinaria se reúne al menos una vez
por año (dentro de los 4 meses del cierre del ejercicio) previa convocatoria
con 15 días hábiles de anticipación, lo que puede hacerse por e-mail, remi-
tiendo el orden del día y los documentos a ser aprobados (balances, memo-
rias, proyectos)
Para su validez requiere el quorum básico o especial según las materias,
permitiéndose reuniones de manera virtual. Tiene por funciones la elección
Los clubes de barrio como entidades de economía social y solidaria 429

de los directicos (por períodos de 2 a 4 años) aprobar su gestión, establecer


las cuotas sociales, aprobar los balances y memorias de los órganos internos.

8.2. Comisión directiva

Formada por tres miembros: presidente, secretario y tesorero. Se reúne al


menos cada tres meses. Tiene por funciones dirigir el club, velar por la buena
marcha de la administración, las finanzas y las acciones a favor del objeto so-
cial. Convocar las asambleas. Componer los balances y memorias, y elevarlos
a la asamblea. Aceptar nuevos asociados, Sancionar asociados, dictar las regla-
mentaciones, Contratar empleados. Firmar convenios.

8.3. Comisión revisora de cuentas (comisión fiscalizadora)

Está integrada al menos por un miembro como mínimo, que puede no


ser asociado. Tiene por funciones fiscalizar el funcionamiento del club en ge-
neral, controlar el accionar de la comisión directiva, velar por la legalidad
administrativa y financiera, Convocar a asamblea en caso de necesidad o ur-
gencia, asumir la dirección de la asociación en casos extremos. Debe emitir
un informe sobre los estados contables anuales.

9. RECURSOS ECONÓMICOS

Es de advertir que los clubes no tienen capital, entendido como aportes


económicos de los socios, sino patrimonio, como el conjunto de activos y de
pasivos que posea.

9.1. Ingresos (Bragulat, en Cáceres, 2021:5).

Provenientes de:
a) Cuotas sociales. El aspecto más visible para la conformación del capi-
tal han sido las cuotas sociales. Para establecer s monto, lo tradicio-
nal sería dividir el presupuesto por la cantidad de asociados y saldría
la cuota media a pagar. Sin embargo, la forma de entender y aplicar
la solidaridad es que el que menos tiene, aporte lo que puede y los
que más pueden hagan el esfuerzo proporcional. Si se logra el obje-
430 Alberto García Muller

tivo presupuestario todos alcanzarían a disfrutar de las actividades


programadas.” O se consigue el objetivo para todos o para ninguno”.
b) Y en menor medida, el dinero recaudado por los buffets, la venta de
indumentaria con los colores y el escudo del club, los aportes de pa-
trocinadores y los subsidios otorgados por el Estado. Existen ciertos
mecanismos que, si bien suelen ser utilizados, en Argentina están
formalmente prohibidos entre ellos: Rifas, Festivales (peñas, bailes,
kermeses) y Juegos de azar (bingos, etc.).
c) Donaciones, legados recibidos.
Por un lado, están los clubes que tienen grandes infraestructuras, muchos
socios y se sostienen con la cuota y las actividades que son rentadas como piletas,
cancha de tenis y más. Por el otro, existen los que son más de la periferia, donde
no existe cuota o es mínima, donde se generan ingresos con el buffet en las jor-
nadas y los profesores y delegados se encargan de la economía. A veces alquilan
para alguna fiesta si hay saloncito, pero principalmente lo que recaudan es del
buffet”, A veces, rifas, recitales, comidas de fin de semana (Cáceres, 2021:4).

9.2. Gastos (Cáceres, 2021:5).

a) El mantenimiento de las instalaciones son los gastos que más pesan


en los clubes.
b) Los gastos fijos por mes, como son la luz, el seguro médico para los
niños y jóvenes que practican deporte y otras actividades culturales,
emergencias médicas, las ligas, pintura para marcar la cancha cada
jornada y mantenimiento”.
c) Los profesores deportivos que se contratan mediante un acuerdo y
cobran una cuota mensual accesible.
d) Honorarios del Contador (a) y de la Auditoría anual.
e) Mantenimiento del sistema computarizado, conexión a Internet, etc.

10. VOLUNTARIADO

Ahora bien, gran parte de los arreglos (arcos, alambrados, baños, etc.) los
hacen los padres, esto es, mediante voluntariado. El trabajo ad honorem de
las conducciones y de los asociados en general hace que las cuotas sociales no
se incrementen lo necesario para pagar esa cantidad de salarios o de honora-
Los clubes de barrio como entidades de economía social y solidaria 431

rios si no fuesen ad honorem. Y también el trabajo voluntario capitalizable en


obras, construcciones desde el inicio de las mismas por no cobrar las tramita-
ciones, contratos, los diseños, planos, además del trabajo concreto en la obra y
mantenimiento (Cáceres, 2021:6).
De un proyecto de investigación de la Universidad Nacional de Rosario,
Argentina (Vito et al 2017: 1) se determinó que los clubes barriales sobreviven
gracias al trabajo abnegado de cientos de personas que con mucho esfuerzo,
amor y dedicación (y muchas veces con pocos recursos económicos y financie-
ros) mantienen estos espacios sociales tan necesarios.

11. ASPECTOS ADMINISTRATIVOS

Los clubes deben cumplir, entre otros, los siguientes aspectos (Manual, sf:
28, 41-46)
a) Libros. Llevar libros de actas de asamblea, de registro de asistencia a
la asamblea y de la comisión directiva, de inventaros y balances, dia-
rio, y de asociados.
b) Facturación. Mantener al día la facturación (que debe ser electróni-
ca) y conservar todos los comprobantes de gastos, convenios, contra-
tos correspondientes a las gestiones administrativas.
c) Contabilidad. Llevar al día y ordenadamente la contabilidad, confec-
cionar los balances, auditarlos y certificarlos, para lo cual requieren
contratar a contador público.
d) Levantar los Estados contables (mensuales y balance anual).
Comprende los siguientes documentos: Carátula, Memoria, Estado
de situación patrimonial, Estado de recursos y gastos, Estado de
evolución del patrimonio neto, Estado de flujo de efectivo, Anexos,
Notas, Informe del auditor, Informe de la comisión revisora de cuen-
tas e Inventario.
e) Presentar sus estados contables a los organismos de control, audita-
dos por un contador público externo, quien confecciona un informe
en donde emite su opinión profesional sobre los estados contables
revisados. Además, presentar el informe de la comisión fiscalizadora.
Caso de no hacerlo, pueden ser objeto de multas.
f) Renovar los directivos a los que se les haya vencido el término de su
mandato.
g) Mantener actualizado el padrón de asociados.
432 Alberto García Muller

12. APOYO DEL ESTADO

12.1. Políticas públicas

Para Indicky (en Cáceres, 2021: 7) en general hay una triple mirada en
los municipios: una muy política donde quieren tener una penetración en
las conducciones de los clubes. En otros casos, hay una tendencia a que el
municipio absorba actividades de los clubes, lo que implica un mayor gasto
público y lo tercero es lo que nosotros alegamos, que es que ellos subsidien a
los clubes apoyando a potenciarlos, ya que saldría más barato que pagarle a un
empleado público”.
Resulta fundamental definir una política pública que, a través del depor-
te, le otorgue un rol protagónico a los clubes barriales, que les permita aten-
der mejoras sociales y culturales, para lograr una mejora en las condiciones de
vida de la población (Zambaglione et al, 2013:40).

12.2. Beneficios

De acuerdo al Manual de clubes (sf:10) los clubes de Argentina se ins-


criben en la Secretaría de Deportes del Ministerio de Desarrollo Social para
poder:
1. Solicitar ante la autoridad competente el otorgamiento de la perso-
nería jurídica y la aprobación de sus estatutos sociales.
2. Gozar de exenciones tributarias.
3. Obtener ayudas económicas del Estado en función de sus necesida-
des específicas, para destinarla exclusivamente en:
a) Mejorar las condiciones edilicias del club de barrio y de
pueblo;
b) Adquirir insumos o materiales para desarrollar o potenciar ac-
tividades deportivas o culturales;
c) Contratar servicios para mejorar o facilitar el acceso de los so-
cios a eventos deportivos o culturales;
d) Contratar recursos humanos para la instrucción de deportes o
en actividades artísticas;
Los clubes de barrio como entidades de economía social y solidaria 433

e) Capacitar a los directivos y trabajadores que desempeñen ta-


reas en las entidades;
f) Organizar actividades culturales o deportivas;
g) Promover la difusión de las actividades que se realicen en las
entidades;
h) Promover programas de medicina preventiva garantizando el
acceso a la información en salud;
i) Establecer programas y estrategias de prevención primaria en
materia de adicciones;
j) Medidas de seguridad de infraestructura y/o edilicias.
4. Recibir subsidios de organismos públicos.
5. Ser objeto de inspección, auditoría y control periódico de que los
fondos asignados al club sean utilizados con los fines para lo que fue-
ron otorgados.
6. Participar en la elaboración de una parte del presupuesto anual asig-
nado a la Autoridad pública competente en materia de clubes.
7. Ser beneficiario de una tarifa social básica de servicios públicos.
8. Asegurar el derecho de propiedad de su sede construida en terrenos
fiscales.
9. En ocasiones reciben donaciones de equipamiento deportivo de los
municipios, pero de nada sirve cuando no hay agua en los baños o
luz para alumbrar las canchas.
El proyecto de ley de Buenos Aires (2017: 3) crea un fondo concursable
para la Ciudad Autónoma. Éste está destinado exclusivamente a la asistencia
del deporte amateur, sea a través de los clubes o directamente a los deportistas
amateurs. El 55% de los recursos serán destinados a clubes de Tipo 1 y el 10%
a los de Tipo 2.

13. FISCALIDAD

En Argentina los clubes están exentos del pago del Impuesto a las ganancias
(pero deben hacer el trámite administrativo correspondiente) y del Impuesto
al Valor Agregado. Como los clubes son organizaciones sin fines de lucro, ma-
nejan facturas con IVA y facturas exentas de impuesto, como aquellas que co-
434 Alberto García Muller

rresponden al pago de las cuotas sociales, donaciones, subsidios y/o proyectos.


Cabe destacar que las actividades que corresponden al objeto social del club
son exentas del impuesto IVA. En cambio, si el club lleva a cabo actividades no
contempladas en su objeto social, como por ejemplo alquileres, debe tributarse
el impuesto, que implicará una carga impositiva (Manual (sf: 50-64).

14. LOS CLUBES DE BARRIO COMO ENTIDADES DE ECONOMÍA


SOCIAL Y SOLIDARIA (ESS)

El punto central a dilucidar en este trabajo es si los clubes de barrio y


pueblo pueden ser considerados como organizaciones que forman parte de
la ESS. Ello tiene que ver con la concepción misma de la ESS: si abarca o
no actividades de entretenimiento, ocio, cultura y deporte, o sólo actividades
económicas.
La mayor parte de la poca doctrina sobre el particular considera que los
clubes de barrio forman parte de la ESS. Sin embargo, para Zabala (2022:1)
“… en ninguno de los casos tienen un propósito socioeconómico ni sus iniciativas tienes
estos fines, aunque en algunas partes colaboran con las actividades educativas de las
cooperativas. Para mí, solo son expresiones de organización e integración social, a veces
vinculados a propósitos políticos de izquierda”.
Los argumentos que sostienen la naturaleza social y solidaria de los clubes
de barrio, son:

14.1. Si lo son por la semejanza de los principios (Bragulat,


2019: 2-6)

El punto de referencia y de unión de las Cooperativas, Mutuales y Clubes,


lo constituyen sus principios doctrinarios que son guías en cuanto a su funcio-
namiento y dan razón de ser a esas entidades. Los principios cooperativos y los
principios mutuales son perfectamente conocidos y es posible demostrar que
esos mismos principios, con pequeñas adaptabilidades, se los pueden aplicar
íntegramente a los clubes.
Por lo tanto, en la práctica, si los principios en esencia son los mismos;
esto termina siendo la demostración que son entidades similares en su organi-
zación, funcionamiento, objetivos sociales que tienen impacto cultural y, ade-
más, que todas ellas deben resolver la cuestión económica como garantía para
la continuidad de su existencia.
Los clubes de barrio como entidades de economía social y solidaria 435

Los clubes de barrio y de pueblos forman parte de la ESS porque compar-


ten los mismos principios de las cooperativas, aunque ajustados a sus particu-
laridades operativas, a saber:
a) Adhesión voluntaria y abierta
Los clubes han nacido teniendo una identidad geográfica, del barrio o
del pueblo donde las personas, de forma voluntaria, se agruparon. Nadie
de forma coercitiva formó parte de un club; han sido fundamentalmente de
puertas abiertas para aquellas personas que, cumpliendo con los requisitos
que establecen sus estatutos, se pueden asociar. Cuantos más asociados tengan
mayores posibilidades de crecimiento existirá;
b) Gestión democrática por los asociados
Los clubes son organizaciones democráticas, controladas por sus asocia-
dos, quienes participan activamente en la toma de decisiones para conseguir
sus objetivos. Cada asociado tiene un voto, independientemente de su anti-
güedad, del cargo que ostenta en la comisión directiva o de los aportes econó-
micos voluntarios que haya realizado.
c) Participación Económica de los asociados
Los asociados contribuyen de manera equitativa a la formación del capital
de su club. En las entidades que no tienen fines de lucro lo que se busca es un
excedente y ese excedente no es distribuido en proporción al capital. En los
clubes el excedente obligatoriamente tiene que capitalizarse para la ampliación
de las actividades que hacen al objeto social. Y ese capital acumulado nunca po-
drá distribuirse a los asociados, a tal punto que si un club se disuelve sus bienes
pasarán al Estado o a otra entidad sin fines de lucro si así lo dicen sus estatutos.
d) Autonomía e Independencia
Los clubes son organizaciones autónomas de ayuda mutua. Pueden ha-
cer acuerdos, incluidos con los gobiernos, o captar fondos de terceros, pero
deben hacerlo en términos que aseguren el control democrático por parte de
los asociados. Es decir que esos acuerdos no condicionen el futuro del club.
e) Educación, Capacitación e Información
Los clubes brindan educación asociativa, capacitación e información a sus
asociados, representantes elegidos, administradores y empleados de manera
que puedan contribuir efectivamente al desarrollo de sus entidades.
f) Integración
Los clubes sirven más eficientemente a sus asociados y fortalecen las ac-
tividades del conjunto coordinando actividades a través de la integración de
estructuras locales, regionales, nacionales e internacionales.
436 Alberto García Muller

g) Preocupación por la Comunidad


Los clubes trabajar en favor del desarrollo sostenible de sus comunidades
mediante estrategias y actividades aprobadas por la asamblea de asociados. El
club tiene una raigambre geográfica clara que es donde nació y donde habi-
tan sus dueños: los asociados. Ellos pretenden no solo que su club crezca, sino
que lo mismo se produzca en su comunidad ya que es allí donde viven.

14.2. Por tener un fin social y no de lucro

Para Bragulat (2019: 1) las entidades que componen la Economía Social


tradicional son aquellas que no tienen fines de lucro, lo que no quiere decir
que no deban ser eficientes y que no les interese el resultado económico a lo-
grar, sino lo que se busca es generar un excedente. Y ese excedente no es dis-
tribuido. Y allí se incluyen a las Cooperativas, las Mutuales y a los Clubes como
entidades más representativas, ya sea por la cantidad de asociados que poseen
y/o por el volumen económico que todas ellas manejan.
De manera que los clubes forman parte de la economía social ya que son
entidades sin fines de lucro y de gestión democrática con un fin social y para
cumplirlo son necesarios objetivos económicos. Si eso no sucede, ese fin social
se diluye o no se cumple.

14.3. Por ajustarse a la definición de ESS de la OIT, 2022

Los clubes sociales ajustan su conducta a la definición de la ESS aprobada


por la 110.ª reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo (OIT), en la
Resolución relativa al trabajo decente y la economía social y solidaria (10 de
junio de 2022) que establece: La ESS engloba a empresas, organizaciones y otras
entidades que realizan actividades económicas, sociales y medioambientales de interés co-
lectivo o general, que se basan en los principios de la cooperación voluntaria y la ayuda
mutua, la gobernanza democrática o participativa, la autonomía y la independencia, y
la primacía de las personas y el fin social sobre el capital en la distribución y el uso de los
excedentes o los beneficios, así como de los activos (OIT, 2022).

14.4. Por reunir los elementos esenciales que caracterizan a


las entidades solidarias

Para abordar el asunto se fijó en una tabla los elementos fundamentales


que determinan si una entidad puede ser catalogada como de ESS, de ma-
Los clubes de barrio como entidades de economía social y solidaria 437

nera que aquella entidad que los cumpla, sería de naturaleza solidaria. Para
ello, se hizo una revisión exhaustiva de los criterios doctrinales al respecto,
así como un análisis comparativo de la legislación existente sobre la materia.
Así, se puede considerar que pertenece a la ESS aquella entidad que cumpla
un cúmulo de requisitos para serlo (no necesariamente todos, aunque si una
mayoría de ellos) presentados en el cuadro siguiente (García, 2012: 44-45):
Cuadro de elementos esenciales de las entidades de ESS y su cumplimiento por los clubes sociales y
deportivos de barrio y de pueblo

Elementos esenciales de la empresa solidaria Cumple

Está compuesta por un razonable número de personas que se adhieren voluntariamente, si


              

Tiene una base económica común aportada por sus miembros, al menos una parte de si
propiedad común.

Dispone de una organización mínima de índole democrática-participativa que puede ser, si


al menos una asamblea en la que participen todos los miembros, un órgano directivo y un
órgano de control interno.

Su objeto es la prestación de servicios económicos, sociales y culturales a sus miembros si


y no la consecución del lucro como objetivo sino como medio.

     ! "        !    si


a los que establece la legislación laboral, y la diferencia de remuneración entre todos los
trabajadores es razonable.

Las decisiones las toman los miembros, sin importar la cuantía de los derechos económi- si
cos que tuvieren en ella.

Promueve actividades compartidas de información y de capacitación, de formación o en- si


trenamiento para sus miembros y sus familiares.

Se realizan periódicamente asambleas a las que asisten la mayoría de los miembros, quie- si
nes eligen a los directivos, los que se alternan en el ejercicio de sus cargos

Los resultados económicos que obtiene se imputan preferentemente a fondos comunes si


irrepartibles

# $                  - si


to de su objeto social y generar economías de escala

Realiza actividades para la protección y preservación del medio ambiente. si

&     '   "          si

Tiene autonomía de acción tanto respecto del gobierno como del sector privado; es decir, si
deciden por sí mismas las actividades a desarrollar.

#        *     "       - si
nidad, o para colectivos desfavorecidos o en situación de peligro.

Fuente: García, 2012:44-45)


438 Alberto García Muller

15. CONCLUSIONES

1. Los clubes de barrio y de pueblo pueden ser considerados como inte-


grantes de la ESS porque:
a) Se orientan por los mismos principios de la ESS, con adapta-
ciones menores;
b) Las actividades sociales, deportivas y culturales que realizan
son acciones no lucrativas de protección y de promoción so-
cial, que los asemejan a las mutuales;
c) Ajustan su conducta a la definición de ESS aprobada por la
OIT en 2022; y
d) Cumplen con los elementos esenciales que caracterizan a las
organizaciones de la ESS.
2. Y si no llegan a ser considerados como entidades plenas de ESS por
no realizar directamente actividades económicas con sus asociados,
al menos podrían incluirse dentro del denominado tercer sector.
3. Pero, lo que sí parece cierto, es que salvo que sea desnaturalizado (o
mercantilizado, esto es, convertido -de hecho y, o de derecho- en so-
ciedad comercial) un club social y deportivo de barrio o de pueblo,
no forma parte ni del sector público ni del sector privado lucrativo.

16. BIBLIOGRAFIA

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Los clubes de barrio como entidades de economía social y solidaria 439

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la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Biblioteca del Congreso Nacional de
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Zambaglione, D. et al (2013). Los clubes de barrio: deporte social y recreación en un
espacio de inclusión social. Revista Ímpetus, Villavicencio, Vol.7 N° 9.
CAPÍTULO 23
Quel modèle de cooperatives comme support
des plateformes cooperatives?

David Hiez
Professeur de Droit Privé
Université du Luxembourg

Sumario: 1. Introduction. 2. Les potentialites du modèles cooperatifs proprietaires.


3. Les controverses autour de modèles cooperatifs non proprietaires. 4.
Bibliographie.

1. INTRODUCTION

Le développement des plateformes est bien connu et constitue un


aspect important de l'économie dans de nombreux secteurs, encore que
son extension soit discutable selon qu'on retient une notion étroite ou large
des plateformes 1. Le phénomène a donné lieu à des recherches juridiques
dans des branches particulières 2. Il est en revanche un phénomène de
plateformes qui a retenu moins d'attention: les coopératives de plateformes.
Celles-ci ont donné lieu à des publications hors du droit mais les juristes
s'y sont montrés très peu attentifs. A notre connaissance, aucun texte

1
Pour une conception extensive des coopératives de plateformes: M. Mannan,
Everything Old is New Again: Evaluating the Legal and Governance Structures of Shared-
Services Platform Cooperatives.
2
B. Gomes, Le droit du travail à l’épreuve des plateformes numériques, thèse Paris
10,2018. R. Bouzid, Le contrat B to C à l’épreuve des nouvelles technologies d’information et
de communication, thèse Angers, 2019.
442 David Hiez

francophone n'en traite et nous n'avons trouvé qu'un article espagnol qui
s'y concentre exclusivement 3. Or ces formes innovantes de plateformes
se développent comme une alternative aux plateformes capitalistes,
avec pour objectif principal de proposer une structure plus protectrice
des travailleurs des plateformes. La résolution du Parlement européen
de septembre 2021 4 se réfère expressément aux coopératives avec deux
fonctions: instrument important d'organisation ascendante du travail via
une plateforme et encourager la concurrence entre les plateformes, et en
appelle à la Commission pour promouvoir «l'innovation, la création de
nouveaux modèles économiques», au premier rang desquels il cite «les
coopératives» 5. Le rapport mentionne encore «que la forme juridique de
la coopérative peut «avoir une incidence positive sur la démocratie interne
et l'autonomisation des travailleurs» 6. La Commission n'y semble pas
sensible. En effet, sa proposition de décembre 2021 7 pour l'amélioration les
conditions de travail des personnes travaillant via une plateforme de travail
numérique appréhende la question des algorithmes sous le seul angle de la
transparence et de la possible contestation des décisions automatisées. Il n'y
a en revanche rien sur une implication des travailleurs dans la configuration
de l'algorithme.
Il est utile d'étudier ce phénomène, tout à la fois pour apprécier la façon
dont le moule coopératif s'applique dans ce contexte particulier et pour
apprécier sa pertinence au regard des enjeux posés par les plateformes.
Mais il est difficile d'avoir une approche unitaire, dans la mesure où il existe
différents modèles coopératifs, différentes familles de coopératives, et que
plusieurs d'entre eux peuvent et sont utilisés. C'est cet aspect particulier qui
sera approfondi dans cet article.
Cette étude se base principalement sur le modèle français, sans s'interdire
de faire appel à des exemples d'autres pays. La concentration sur le modèle
français s'explique certainement par la meilleure connaissance de l'auteur
de ce système juridique, mais elle se justifie également par la diversité des
modèles coopératifs utilisés ou proposés pour encadrer les coopératives de
plateformes.

3
A. Villalba Sanchez, “Las cooperativas de trabajo asociado en la economía de
plataformas”, CIRIEC-España, Revista Jurídica de Economía Social y Cooperativa, no 38, 2021,
pp. 93-125, pp. 93-125.
4
Résolution du Parlement européen du 16 septembre 2021 sur des conditions de
travail, des droits et une protection sociale justes pour les travailleurs de plateformes - nouvelles
formes d’emploi liées au développement numérique (2019/2186(INI), considérant aa).
5
ibid., pgr4.
6
ibid., pgr19
7
Commission Européenne, Bruxelles, 9 décembre 2021.
Quel modèle de cooperatives comme support des plateformes cooperatives? 443

En tout état de cause, la concentration sur un droit national est largement


justifiée par l'ancrage des coopératives dans un appareillage institutionnel et
politique spécifique 8.
Le problème le plus épineux dans le phénomène des plateformes est la
relation entre la plateforme et le travailleur, traité comme un indépendant
alors qu'il se trouve dans la dépendance au moins économique de la plateforme
et souvent juridique. La jurisprudence française a, à plusieurs reprises, admis
la requalification de travailleurs indépendants en salariés 9, dans la mesure où
l'absence de contrat de travail ne fait naître qu'une présomption de travail
indépendant. Les juges administratifs ont toutefois sur la base des mêmes
notions refusé une telle requalification à propos d'une plateforme en ligne
d'enseignement de la conduite 10. Le droit comparé européen manifeste
une orientation globalement comparable, dans des contextes juridiques
nationaux très variés 11. Quant à la cour de Justice de l'Union Européenne, elle
ne peut être aussi directe compte tenu de sa fonction dans la procédure de
question préjudicielle, mais elle s'est montrée sensible à la préoccupation 12.
Le Parlement européen a adopté une position plus nette, en faveur d'une
présomption simple de relation de travail 13. Cette orientation n'a pourtant pas
donné lieu à un contentieux généralisé en vue de la requalification et tous les
juges du fond n'ont pas fait droit aux demandes qui leur ont été adressées 14.
Il n’est d’ailleurs pas certain que les travailleurs des plateformes souhaitent
majoritairement se voir attribuer ce statut.
Derrière la variété des formes coopératives, une classification est aisément
repérable. D'un côté, la coopérative peut être l'organisation porteuse de la
plateforme, autrement dit propriétaire; c'est le cas le plus fréquent. Mais
d'autres configurations sont possibles, ou du moins pour la France ont été
envisagées, dans lesquelles une coopérative rassemblerait les travailleurs

8
J. Pentzien, (2020), The Politics of Platform Cooperativism Understanding Political
and Legislative Drivers and Obstacles For Platform Cooperativism In the United States,
Germany, and France.
9
Cass.com., 12 janv. 2022,n 20-11139,FS-B. Cass. soc., 4 mars 2020, 19-13.316, Bull. civ.
Cass. 2e civ., 28 nov. 2019, n° 18-15.333 et 18-15.348, FS-P+B: JurisData n° 2019-021026. Cass.
com., 28 nov. 2018, n° 17-20.079: JurisData n° 2018-021271; Act. proc. coll. 2019, comm. 4.
10
CAA Lyon, 1er oct. 2020, n° 19LY00254.
11
J. Brockmann, B. Gomes, F. Jault-Seseke, j. Kenner, A. Lyon-Caen, Th. Pasquier,.
Perulli, D. Perez del Prado T. Sachs & S. Vernac, «Quel(s) droit(s) du travail pour les travailleurs
des plateformes numériques?», rev.dr.trav., 2021, 339.
12
CJUE, ord. 22 avr. 2020, aff. C-692/19.
13
Parlement européen, résolution 16 septembre 2021; G. Loiseau, «Les travailleurs de
plateformes au Parlement européen», BJT oct. 2021, n° 200, p. 1.
14
Fr. Champeaux, «Les travailleurs des plateformes au milieu du gué», Semaine sociale
Lamy, 17 mai 2021, n°1954.
444 David Hiez

sans toutefois se substituer à la société propriétaire de la plateforme. Ces


deux hypothèses sont très différentes et méritent une étude distincte. En
effet, les premières sont mises en avant et valorisées tandis que les secondes
sont contestées par le mouvement coopératif et il est donc particulièrement
opportun d'apprécier la pertinence du modèle. Après avoir démontré les
potentialités du modèle propriétaire, il conviendra donc de vérifier si le
modèle non-propriétaire est bien porteur de tous les vices qui lui sont prêtés.

2. LES POTENTIALITES DU MODÈLES COOPERATIFS


PROPRIETAIRES

Le modèle propriétaire signifie que la coopérative est propriétaire de la


plateforme, mais il ne dit rien de la forme que revêt la coopérative. Compte tenu
du focus mis sur les travailleurs des plateformes, il n'est pas surprenant que le
modèle spontanément envisagé soit celui des coopératives de travailleurs, soit
en droit français la société coopérative ouvrière de production (A). Pourtant,
d'autres modèles sont envisageables et effectivement expérimentés, en France
principalement à travers la société coopérative d'intérêt collectif (B).

2.1. La coopérative de travailleurs

L'économie de plateformes a des incidences multiples sur de nombreuses


personnes. Si on met en avant l'exploitation des travailleurs et la captation
du profit par le propriétaire de la plateforme, il serait parfaitement exact
d'en conclure que le consommateur est lui-même exploité puisque c'est
le prix qu'il paie qui enrichit le propriétaire de plateforme. Tout se passe
comme si la production de valeur devait légitimement enrichir celui qu'on
présente comme le producteur. Il n'est pas nécessaire d'aller plus loin dans
la discussion mais cette observation préalable permet de constater que des
expériences de coopératives de consommateurs seraient tout aussi légitimes
que les coopératives de production. De telles expériences semblent toutefois
inexistantes en pratique.
La coopérative de travailleurs est certainement la solution la plus naturelle
et donc la plus courante pour répondre aux défis posés par l'économie de
plateforme. Dès lors que la conséquence la plus évidente du montage en
plateforme est la fragilisation de la situation des travailleurs, il est naturel
de s'orienter vers une reprise en main de l'outil de travail par ceux-ci. C'est
pour ainsi dire l'ADN de la coopération de travail et elle peut rendre dans ce
Quel modèle de cooperatives comme support des plateformes cooperatives? 445

nouveau contexte les mêmes services qu'elle a déjà rendu dans le passé 15. La
coopération de travail peut se prévaloir de deux caractéristiques principales
à cet égard: la propriété collective de l'entreprise par les travailleurs et donc
leur contrôle sur leur outil de production 16, le fonctionnement démocratique
qui garantit le redoublement du contrôle collectif par une implication
individuelle 17.
Cette coopérative prend en droit français la forme de SCOP, société
coopérative ouvrière de production, aujourd'hui également nommée
société coopérative et participative 18. Elle garantit effectivement le
contrôle des employés qui doivent disposer des deux tiers des sièges dans
les organes de direction 19. Elle est gérée sur le modèle une personne une
voix, sans exception 20. Au regard d'autres droits, le droit français présente
deux originalités. D'une part, les SCOP mettent en place des réserves
impartageables, gage de leur indépendance et de leur durabilité. Mais,
surtout, les employés de la SCOP sont titulaires d'un contrat de travail et
sont donc les salariés de l'entreprise dont ils sont aussi les propriétaires 21. Le
modèle français a adossé le développement des coopératives ouvrières sur le
statut protecteur de salarié, en abandonnant la remise en cause juridique du
statut salarial.
La prédominance du transport de courte distance dans la nouvelle
économie de plateforme a un écho particulier dans le monde coopératif
français, dans la mesure où la coopération ouvrière a développé un modèle
coopératif florissant dans le réseau de taxis parisiens depuis des décennies:
GESCOP 22, plus connu sous le nom du central radio Alpha Taxi 23. Par le
nombre de taxis impliqués et la force du collectif, l'entreprise a su se renouveler

15
S. Zeller, THE FUTURE OF WORK: WHERE DO INDUSTRIAL AND SERVICE
COOPERATIVES STAND?, CICOPA strategic paper, 2018, p.5.
16
Notamment à travers une impartageabilité renforcée des réserves: P. Le Vey, «Sociétés
coopératives ouvrières de production», JurisClasseur, Sociétés, 1998, fasc. 170-10, n°67.
17
En plus du principe de droit commun une personne une voix, un contrôle est opéré
sur le nombre des procurations qu’un coopérateur peut détenir: L. n°78-763,19 juill. 1978, art.
14 al. 2.
18
L. n°78-763,19 juill. 1978, art. 1 al. 3.
19
L. n°78-763,19 juill. 1978, art. 15 al. 2.
20
Nous laissons de côté le cas particulier et très encadré des SCOP d’amorçage, rares en
pratique: L. n°78-763,19 juill. 1978, arts. 49 s.
21
D. Hiez, «Le coopérateur ouvrier ou la signification du principe de double qualité
dans les Scop», RECMA, 2006, (N° 299).
22
L. Lasne, Taxis paris solidaires. Une histoire coopérative du taxi parisien et du groupement
Gescop, Le Tiers Livre, 2007.
23
S. L’Hénoret, «Comment une coopérative de taxis parisiens fait face à Uber, G7 ou
Heetch», Le Monde, 27 mai 2017.
446 David Hiez

et s'adapter aux nouveaux concurrents plus facilement que d'autres. Ce n'est


toutefois pas dans le transport de personnes que les coopératives ont investi
le système des plateformes mais celui de la livraison à vélos 24. Des expériences
similaires se rencontrent dans de nombreux pays. On peut en prendre
pour exemple by-expressen, au Danemark 25. La forme juridique exacte de
l'entreprise peut varier en fonction des systèmes juridiques, et By-Expressen
constitue un bon exemple, dans la mesure où la législation danoise n'offre pas
la forme juridique de coopérative de production mais l'entreprise en reproduit
les principes et affiche son ancrage coopératif 26. Une coopérative a même été
créée à New-York pour concurrencer plus directement Uber et autres réseaux de
véhicules de transport sans chauffeur: The Drivers Copperative 27. On y retrouve
exactement les mêmes caractéristiques que dans les coopératives de livraison
sus-évoquées: profit redistribué aux chauffeurs et non à la plateforme présentée
comme un investisseur vautour et contrôle démocratique et effectif des mêmes
chauffeurs. On est ici dans une posture très défensive des chauffeurs, quoique
des considérations de développement durable soient également mentionnées
comme objectifs, dans un second temps.
L'exploitation des travailleurs et leur précarisation constituant un
des reproches principaux adressés aux entreprises de plateformes, les
préoccupations affichées par les coopératives de plateforme sont parfaitement
cohérentes et donc légitimes. Il n'y a pas lieu de les discuter, mais il convient
de mettre en avant un impensé, externe au droit coopératif. Le contrôle des
travailleurs est assuré par le fait que l'entreprise soit la leur, qu'ils en aient
donc le contrôle et qu'ils puissent profiter des ressources qu'elle produit. A
travers la coopérative, les coopérateurs (travailleurs) sont propriétaires de
l'outil de travail, qui ne consiste pas en l'espèce dans les véhicules servant au
transport, mais dans la plateforme de mise en relation entre demandeurs et
offreurs de transport. La constante dans cette présentation est que richesse et
pouvoir sont indissolublement attachés à la propriété; pour avoir le profit et
le pouvoir sur une chose, fût-elle complexe, il faudrait en être propriétaire.
Or cet impensé doit absolument être élucidé car il induit une opposition
binaire entre le propriétaire et le non-propriétaire alors que les solutions sont
beaucoup plus nuancées.
Sans égard pour cette question de la propriété qui sera examinée plus
tard, il faut relever, au gré des contextes nationaux, un modèle différent utilisé

24
Par exemple, les coursiers bordelais: https://coursiersbordelais.fr
25
F. Martinelli, Lights on Worker and social cooperatives tackling undeclared work, CECOP,
2021, pp.61-63. Pour d’autres exemples: S. Zeller, op. cit., p.7.
26
https://by-expressen.dk/?lang=en
27
https://drivers.coop/about-us
Quel modèle de cooperatives comme support des plateformes cooperatives? 447

pour constituer l'entreprise de plateforme: la société coopérative d'intérêt


collectif en France.

2.2. La société coopérative d’intérêt collectif

La société coopérative d'intérêt collectif est une coopérative de forme


nouvelle, créée en 2001 28 pour partie sur le modèle de la coopérative
sociale italienne et avec pour but de fournir un pont entre association et
coopérative 29. Elle présente plusieurs originalités dans le paysage coopératif
mais la caractéristique qui importe le plus au regard du présent sujet est
son multisociétariat. Contrairement aux coopératives traditionnelles qui
regroupent des personnes qui ont les mêmes besoins et se rassemblent pour
les mieux satisfaire, la société coopérative d'intérêt collectif se compose,
comme une association, de personnes différentes qui contribuent toutes à
leur manière à l'objet commun, à savoir «la production et la fourniture de
biens et de services d'intérêt collectif» 30. Cette diversité des associés est même
une caractéristique ontologique de la SCIC, puisque sa constitution suppose la
réunion d'au moins trois catégories de personnes 31: salariés (ou producteurs
si la SCIC ne comprend aucun salarié), usagers, plus une troisième catégorie
au libre choix des fondateurs: par exemple des collectivités territoriales, des
investisseurs, des bénévoles.
Le recours à la SCIC pour accueillir une coopérative de plateforme
peut constituer un changement radical de point de vue, puisqu'il détache
la plateforme stricto sensu, l'algorithme, des seuls travailleurs puisque
l'entreprise ne les comptabilise que comme une catégorie d'associés parmi
d'autres. Autrement dit, la plateforme devient comme un commun, ce qui
peut se justifier en ce qu'elle a précisément pour but de mettre en relation
des personnes occupant des fonctions différentes 32 et que ses modalités de
fonctionnement influent plus largement sur la communauté, ce qui requière
que celle-ci soit impliquée sous une forme ou sous une autre. C'est exactement
ce que cherche à faire la SCIC à travers son multi-sociétariat. Cette voie ne
peut toutefois être empruntée que si les travailleurs ne considèrent pas que
la plateforme est leur propriété et qu'ils acceptent de la partager. Et ceci a

28
L. n°2001-624, 17 juil. 2001, art. 36, JORF 18 juil. 2001.
29
A. Margado, «La Scic, une coopérative encore en devenir», RECMA, 2005, n°295,
pp.38-45.
30
L. n°47-1775, 10 sept.1947, art. 19 quinquies.
31
L. n°47-1775, 10 sept. 1947, art. 19 septies al. 2.
32
Principalement les entreprises ayant des produits à livrer et les personnes ayant
besoin de se faire livrer des produits.
448 David Hiez

des conséquences extrêmement pratiques, principalement en termes de


répartition des excédents: tandis que dans les SCOP la répartition s'opère
sous la triple forme de mise en réserve (plus de 15%), de ristournes (au
minimum 25%, également attribuées aux salariés non-coopérateurs) et de
rémunération des parts sociales (qui ne peut excéder ni le montant mis en
réserve ni le montant versé sous forme de ristournes) 33, elle s'opère dans
les SCIC uniquement sous forme de mise en réserve (au moins 57,5%) 34
et éventuellement de rémunération des parts sociales 35 dans la limite fixée
par le droit coopératif commun 36. Ce taux est fixé par référence à un taux
réglementaire; actuellement, la rémunération maximum est aux alentours de
4% de la valeur de la part sociale. Les travailleurs ne peuvent donc plus profiter
du fruit de leur travail par le versement de ristournes 37 et la rémunération de
leur contribution au capital est beaucoup plus réduite. Un certain nombre
de SCIC font d'ailleurs le choix de ne pas rémunérer le capital, ce qui les
rapproche grandement d'organisations à but strictement non-lucratif. Il va de
soi que ceci ne pose aucun obstacle à une juste rémunération du travail fourni
et que les travailleurs trouvent donc un intérêt évident à cette coopérative de
plateforme comparée aux plateformes capitalistes.
Si on revient à la double préoccupation manifestée par les coopératives de
plateforme de travailleurs, un autre aspect doit être envisagé: le contrôle de la
coopérative. Dès lors que la SCIC n'est pas mono-sociétaire, il est clair qu'elle
n'a pas vocation à garantir le contrôle par les travailleurs. Le fonctionnement
de la SCIC est basé sur le principe une personne et une voix 38; or il n'est pas
certain du tout que les travailleurs soient les associés les plus nombreux,
ceci dépendra beaucoup de la configuration de chaque entreprise. La loi
autorise toutefois la SCIC à mettre en place des collèges de vote au sein de
l'assemblée générale et, si chaque associé a une voix égale au sein de chaque
collège, il appartient aux statuts de définir la pondération des voix de chaque
collège 39. Cette pondération est libre, excluant seulement qu'elle se fonde
sur la participation au capital. Puisque la composition des collèges est elle-
même libre, il est parfaitement envisageable qu'un collège soit constitué des
travailleurs (addition des salariés et des producteurs indépendants) et que
les statuts attribuent à ce collège 50% des voix à l'assemblée générale. Cette
solution présente des avantages, il faut aussi mettre en lumière les risques

33
L. n°78-763, 19 juill. 1978, art. 33.
34
L. N°47-1775, 10 sept.1947, art. 19 nonies al. 1.
35
L. N°47-1775, 10 sept.1947, art. 19 nonies al. 2.
36
L. N°47-1775, 10 sept.1947, art. 19 14.
37
L. N°47-1775, 10 sept.1947, art. 19 nonies al. 4.
38
L. N°47-1775, 10 sept.1947, art. 19 octies al.1.
39
L. N°47-1775, 10 sept.1947, art. 19 octies al. 3.
Quel modèle de cooperatives comme support des plateformes cooperatives? 449

qu'elle recèle: la constitution de collège de votes peut exacerber les intérêts


individuels de chaque catégorie et mettre en péril le projet commun.
Il faut mentionner un autre usage possible de la SCIC dans ce contexte:
elle peut constituer la forme du regroupement des coopératives locales,
qui elles-mêmes revêtiraient la forme de SCOP; c'est la configuration de
Toutenvélo 40. C'est également l'une des possibilités envisagées par Coopcycle,
fédération la plus importante de livraison en vélo 41. Le caractère international
de la fédération n'est toutefois pas propice au choix de la SCIC et la société
coopérative européenne est également envisagée. En attendant, la fédération
a simplement la forme d'association de la loi de 1901. Tout ce qui a été dit
à propos de la SCIC comme structure de base est toutefois transposable au
niveau d'une fédération, particulièrement le caractère multi-sociétaire.
Toutes ces formes de coopératives de plateformes ont en commun
l'attention à la propriété de la plateforme et elles peuvent faire valoir des
succès continus, quoique limités au plan quantitatif. D'autres modèles sont
toutefois envisageables, non propriétaires. Ils présentent d'importants défauts
par ce caractère même, ce qui précisément appelle un examen approfondi.

3. LES CONTROVERSES AUTOUR DE MODÈLES COOPERATIFS


NON PROPRIETAIRES

Il y a des hypothèses dans lesquelles la coopérative fait le choix délibéré


de ne pas investir dans la plateforme (ou l'algorithme), parce que cet
investissement correspond mal à son projet économique. C'est le cas par
exemple pour la coopérative Toutenvélo dont la clientèle consiste dans des
entreprises et qui n'a donc pas besoin d'investir dans une appli de mise en
relations pour les particuliers 42. Ce n'est pas cette configuration originale qui
sera discutée ici, parce qu'elle correspond à une configuration particulière
sur le marché et qu'elle ne correspond pas à l'hypothèse controversée d'une
coopérative interface. L'hypothèse qui sera étudiée en profondeur est
celle dans laquelle la plateforme occupe une place centrale dans le modèle
économique mais n'est pas la propriété de la coopérative. Ce système a été
défendu à plusieurs reprises en France avec appel à la coopérative d'activité
et d'emploi (A) et il peut se prévaloir de certains exemples étrangers. Il a

40
http://www.toutenvelo.fr
41
https://coopcycle.org/fr/
42
Entretien avec Olivier Giraud, directeur de la SCIC Toutenvélo, mai 2022.
450 David Hiez

toutefois suscité un fort rejet des organisations coopératives et ce rejet mérite


d'être questionné (B).

3.1. Les propositions du recours au modèle de la coopérative


d’activité et d’emploi

Il existe un certain nombre de coopératives de plateformes qui ont adopté


la forme de coopératives d'activité et d'emploi: à notre connaissance Rider
social club 43 et Lille Bike 44 avec la particularité que cette dernière structure
est un groupe de la CAE Optéos 45. Il s'agit de coopératives dont on ne peut
pas dire qu'elles soient des interfaces. Elles sont propriétaires de la plateforme
ou n'utilisent pas de plateforme, et ne sont donc pas dans la situation de la
configuration controversée.
Outre les expériences d'entreprises créées sous la forme de coopératives
de plateformes, la pertinence de la jonction du modèle coopératif et des
plateformes a été soulignée dans plusieurs rapports publics 46. Or rapidement
le statut d'entrepreneur salarié 47, créé par la loi de 2014 sur l'économie sociale
et solidaire, a été mis en avant pour son adaptation à la situation des travailleurs
de plateforme et ceci a conduit à recommander le recours à la coopérative
d'activité et d'emploi (CAE) 48, support organisationnel des entrepreneurs
salariés. Avant d'examiner les arguments avancés pour justifier le recours aux
entrepreneurs salariés et de la CAE, il convient d'en présenter les contours.
La CAE est une forme nouvelle de coopérative imaginée pour répondre à
la précarisation qui a accompagné le développement des auto-entrepreneurs,
forme de micro-entreprises à la limite du formel et de l'informel 49. La base
du dispositif consiste dans la conservation du statut protecteur de salarié
au sein de la coopérative tout en consacrant une liberté comparable à celle
d'un entrepreneur 50: constitution de sa clientèle, organisation de son temps
de travail La coopérative lui apporte un cadre juridique sécurisant ainsi que
des services mutualisés et une aide / accompagnement dans son activité;

43
https://www.riders-socialclub.com/coop
44
https://lille.bike
45
https://www.opteos.fr
46
Pour un résumé: J. Giusti et Th.Thévenoud, Pour travailler à l’âge du numérique,
défendons la coopérative, 2020, Rapport de la fondation Jean Jaurès, pp.12 s.
47
C.trav., arts. L.7331-1 à L.7332-7.
48
L. n°47-1775, 10 sept. 1947, art. 26-41.
49
E. Boste, Aux entrepreneurs associés: la coopérative d’activité et d’emploi, éditions Repas. B.
Poncin, Salarié sans patron, éditions du Croquant.
50
D. Hiez, «Coopératives d’activité et d’emploi», Encycl. Dalloz, Rép. Sociétés.
Quel modèle de cooperatives comme support des plateformes cooperatives? 451

elle est aussi le cocontractant des clients de chaque entrepreneur salarié.


Le montage a soulevé un problème juridique majeur car le statut de salarié
ne correspond à aucun lien de subordination effectif 51 et les juges saisis ont
constaté à plusieurs reprises l'absence d'un contrat de travail. C'est la raison
pour laquelle le législateur est intervenu en 2014 pour sécuriser le dispositif 52
en indiquant que l'entrepreneur salarié était soumis au code du travail et
couvert par la sécurité sociale.
La proximité de situation entre les travailleurs des plateformes et les
entrepreneurs salariés est facile à percevoir: l'un et l'autre fournissent une
prestation au bénéfice d'un client (le passager dans le cas d'une plateforme
de transport), avec l'intervention d'une entreprise tierce (la plateforme ou la
CAE), avec le souhait de conserver sa liberté et le risque accepté d'un salaire
dépendant de l'importance de l'activité déployée. Ces arguments peuvent être
contestés, principalement la liberté du travailleur de plateforme, la raison
précise pour laquelle la jurisprudence a déjà requalifié sa relation avec la
plateforme en contrat de travail. Malgré cela, il n'est pas inutile d'apprécier
l'adéquation du statut d'entrepreneur salarié pour les travailleurs des
plateformes.
Le premier exposé des intérêts du modèle se trouve dans le rapport
précité de la fondation Jean Jaurès 53, et les avantages seraient tout à la fois
pour les travailleurs, les centrales de réservation et les pouvoirs publics. Les
avantages du statut d'entrepreneur salarié associé pour les travailleurs, plus
précisément les conducteurs puisque ce sont eux qui sont visés seraient
principalement: la perception d’un salaire et le bénéfice de la couverture
sociale d’un salarié classique - la maîtrise des conditions d’organisation
de l’activité, du temps de travail, du choix du véhicule et des modalités
d’acquisition - le contrôle des conditions économiques de l’activité, que le
travailleur contribuerait à déterminer avec le collectif des autres conducteurs
regroupés dans la structure de mutualisation et de représentation de leurs
intérêts - la CAE 54. Les avantages pour les centrales de réservation seraient la
fidélisation et la professionnalisation des chauffeurs, le transfert de certaines
obligations à la CAE 55. Quant à l'Etat et les collectivités territoriales elles y

51
G. Auzero, «Le statut d’entrepreneur salarié associé d’une coopérative d’activité et
d’emploi», rev.Dr.trav., 2014, 681.
52
J.-Y. Kerbourc’h, «Le travailleur d’une coopérative d’activité et d’emploi: l’autonomie
d’un entrepreneur, la protection du salariat», Bull. Joly Travail, 2021, n°115A2, p.53. S.
Tournaux, «Chronique d’actualité du régime juridique du contrat de travail», 2015, 206.
53
J. Giusti et Th.Thévenoud, Pour travailler à l’âge du numérique, défendons la coopérative,
op. cit.
54
Ibid., pp. 13-14.
55
Ibid., p.16.
452 David Hiez

gagneraient la structuration du secteur, la résolution du problème plateforme


par la négociation du modèle économique, la réduction des risques de fraude
et de travail dissimulé. En substance, ces arguments sont repris par le rapport
Frouin 56.
Pour être efficace, le modèle exige une adhésion obligatoire des
travailleurs à une CAE, par exemple pour les chauffeurs exerçant un certain
nombre d'heures hebdomadaires) et la limitation du nombre de CAE afin de
leur garantir une taille suffisante pour peser dans les négociations et réduire
les coûts par la mutualisation 57. Le rapport Frouin détaille la mise en oeuvre
de ce caractère obligatoire: obligation progressive d'affiliation, c'est-à-dire
après un an ou six mois selon le secteur d'activité, et 20.000 euros de chiffre
d'affaire annuel 58. Une tentative de mise en oeuvre de ce modèle semble à
l'oeuvre avec l'initiative JUMP, qui mêle CAE et société de portage 59, mais
évidemment sans adhésion obligatoire faute de disposition légale.
La présentation des CAE et du statut d'entrepreneur salarié associé
comme une panacée et la réponse idéale pour tous les acteurs du secteur est
certainement abusive et des critiques fortes peuvent être adressées à propos
de la soutenabilité du modèle économique. Tel n'est toutefois pas l'objet de
cette étude, basée sur les aspects strictement juridiques. Faute de réalisation
de telles coopératives interface en France, des exemples peuvent être pris
à l'étranger. Naturellement, ces expériences ne recourent pas au modèle
de la CAE, typiquement français. Ces exemples présentent toutefois des
coopératives regroupant les travailleurs de plateformes, sans qu'elles ne soient
propriétaires de la plateforme. Seront rapidement évoqués à cet égard les cas
de la Belgique et de la Corée du sud.
En Belgique, une expérience a été faite par Smart dans un partenariat
avec Deliveroo 60 ainsi qu'avec Takeiteasy. Ce dernier montage s'est achevé
avec la faillite de Takeiteasy, dont Smart a amorti les conséquences pour les
livreurs qui s'étaient salariés auprès d'elle. Pour reprendre la présentation
qu'elle fait d'elle-même, «Smart est l'émanation de travailleurs autonomes
de tous horizons qui s'associent, au travers d'une société coopérative, pour
se doter des moyens de développer en toute autonomie leurs propres

56
J.-Y. Frouin, avec le concours de J.-B. Barfety, Réguler les plateformes numériques de travail,
rapport au premier Ministre, 1 déc. 2020, pp. 48 s.
57
J. Giusti et Th.Thévenoud, op. cit., p.17
58
J.-Y. Frouin, avec le concours de J.-B. Barfety, op.cit., p.51.
59
https://www.join-jump.com
60
J. Drahakoupil & A. Piasma, Work in the platform economy: Deliveroo riders in
Belgium and the Smart arrangement, 2019, European trade union institute, working paper
2019.01.
Quel modèle de cooperatives comme support des plateformes cooperatives? 453

activités économiques et de se procurer des revenus socialisés et fiscalisés» 61.


Le partenariat avec Deliveroo a débuté en 2016 et a consisté en ce que les
chauffeurs Deliveroo, sur la base du volontariat, acquéraient la qualité de
salarié de Smart avec plusieurs avantages: une rémunération horaire minimum
garantie, une prime de rendement, une compensation de certains frais, la
garantie de postes de trois heures minimum Après quelques difficultés de
mise en place, le système s'est développé et après un an Smart comptait près
de 4.000 salariés à ce titre et Deliveroo indiquait que 90% de ses chauffeurs
passaient par Smart. Cet accord n'a toutefois pas duré longtemps: lorsque les
contraintes fiscales qui avaient conduit Deliveroo à passer par Smart pour
recruter des étudiants ont disparu, Deliveroo a invoqué la volonté de rendre
le système plus flexible pour les chauffeurs et mis fin aux relations avec Smart.
La généralité des chauffeurs a regretté cette situation, voyant dans Smart une
protection contre les abus et l'exploitation de la plateforme.
La République de Corée fournit un autre exemple, avec une plus grande
longévité. Des coopératives de plateformes ont été développés dans le domaine
du travail domestique 62, mais elles ne seront pas présentées ici, dans la mesure
où elles sont propriétaires de l'application de mise en relation. La Corée a
connu assez tôt l'émergence de chauffeurs suppléants (alternate drivers) en
lien avec la lutte contre l'alcool au volant, prolongé par la réponse aux lacunes
des transports publics pour les travailleurs à horaire décalé, et comme partout
le phénomène s'est considérablement amplifié avec les plateformes. Or il est
apparu que les syndicats peinaient à intégrer ces nouveaux travailleurs et à les
défendre. Des réseaux informels de chauffeurs suppléants s'étaient toutefois
formés, concentrés sur les échanges entre chauffeurs. Le climat politique
mettait un accent sur l'économie sociale comme vecteur de développement
et l'adoption en 2012 d'une loi coopérative 63 a déclenché l'initiative d'une
coopérative de plateforme: la première coopérative créée après l'entrée
en vigueur de la loi. La coopérative comptait plus de 3.000 membres en
2019 et offraient surtout des services de soutien de négociation: obtention
d'ouverture de centres de repos financés par les municipalités, négociation
avec la plus grosse plateforme d'une réduction des frais et l'inclusion d'une
assurance. Elle a toutefois également créé des modules de formation sur la
sécurité au travail, les droits des travailleurs, la santé physique et mentale La
coopérative a également été le support à la création de micro-groupes de
chauffeurs, qui ont pu mettre en place un soutien financier aux chauffeurs. La
configuration est assez originale car les chauffeurs demeurent indépendants,

61
https://smartbe.be/fr/a-propos/
62
M. Gi, «Platform Worker Organizing: Labor Unions and Platform Cooperative
Innovations in Korea’s Gig Economy», Institute for cooperative digital economy pp.20 s.
63
Framework act on cooperatives, 26.01.2012.
454 David Hiez

ne sont pas salariés de la coopérative, et les services rendus par la coopérative


sont plus diffus que dans les pratiques européennes. La définition coréenne
de la coopérative n'y est pas insensible: «a business organization that intends
to enhance its partners' rights and interests and so contribute to local
communities by being engaged in the cooperative purchasing, production,
sales, and provision of goods or services» 64.
La proposition française et les configurations coréenne et belge montrent
au moins que les montages dans lesquels la coopérative de plateforme
n'est pas propriétaire de la plateforme sont diverses. Elles s'inscrivent dans
des contextes particuliers et ne correspondent parfois qu'à des situations
d'opportunité contingentes, auquel cas leur pérennité n'est pas assurée. Là où
elles existent, il semble que les coopérateurs sont globalement satisfaits de leur
existence et des services qu'elle leur rend. Pourtant, le cas français atteste que
les organisations coopératives elles-mêmes peuvent exprimer une très forte
réticence à la mise en place de telles coopératives de plateformes; il convient
d'apprécier les raisons qu'elles invoquent à l'appui de leur opposition.

3.2. Appréciation des critiques formulées par les


organisations coopératives

La critique la plus commune a porté sur le montage économique opaque


de l'opération, le coût de la CAE et de l'assurance sociale des travailleurs des
plateformes n'étant pas à la charge des plateformes elles-mêmes 65. Il en résulte
que la proposition a finalement suscité une méfiance assez générale, alors que
les initiatives de plateformes coopératives plus abouties se multiplient 66.
De son côté, la confédération générale des SCOP, qui a intégré la
représentation des CAE, a également officiellement critiqué les propositions du
rapport Frouin 67. Elle plaide logiquement pour le soutien au développement
des plateformes coopératives pleines et entières, ce qui s'entend comme
coopératives propriétaires de la plateforme. Elle déploie deux critiques à

64
Framework act on cooperatives, 26.01.2012, art. 2 line 1. Traduction personnelle:
une entreprise commerciale qui projet l’amélioration des droits et des intérêts de ses associés
et contribue ainsi aux communautés locales par l’engagement dans des activités coopératives
d’achat, de production, de vente et de fourniture de biens ou de services.
65
C. Mouzon, «Portage salarial et coopératives d’activité: de bonnes solutions pour les
«ubérisés»?», Alternatives économiques, 16 décembre 2020.
66
C. Lefaucheux, «Travailleurs des plates-formes numériques: la coopération
s’organise», Miroirt social, 9 avril 2021.
67
CGSCOP, «Plateformes coopératives Optons pour la solution coopérative... pleine et
entière !», communiqué de presse, 8 décembre 2020.
Quel modèle de cooperatives comme support des plateformes cooperatives? 455

l'encontre des coopératives comme interface: les travailleurs du numérique


«resteront tout autant soumis aux conditions de travail et de rémunération
inacceptables imposées par les donneurs d’ordre. Les CAE considérées comme
des tiers auront à gérer ces dérives sans disposer d’aucun moyen d’y remédier.».
Autrement dit, le montage ferait deux victimes: d'une part les travailleurs qui ne
seraient que très modestement protégés (par le statut salarial), d'autre part les
CAE qui ne pourraient remplir leur véritable mission.
Dans les lignes qui suivent, il s'agira de reprendre les critiques adressées
à la solution d'une coopérative interface pour vérifier leur pertinence. Il ne
s'agit pas de défendre le rapport Frouin pour lui-même, et encore moins
de prendre position sur le rejet officiellement énoncé par la CGSCOP,
principalement parce que cette position s'inscrit dans un rapport de force
et qu'elle ne peut s'analyser du seul point de vue théorique. Cette analyse
théorique est toutefois pertinente pour éclairer les choix et peut-être ouvrir
de nouvelles perspectives. Ne seront donc pas étudiées dans le détail les
critiques qui se fondent sur l'inadéquation du dispositif législatif des CAE et
les conditions d'application proposées dans le montage coopératives interface
de plateformes 68, tel que l'impossibilité pour le travailleur d'avoir un lien de
subordination avec la CAE ou avec la plateforme. En effet, aussi convaincante
que soit la démonstration, elle ne fait pas obstacle à des exceptions législatives
expresses en cas de consécration; les CAE sont bien placées pour le savoir
puisqu'elles reposent sur une dérogation légale à l'exigence d'un lien de
subordination pour fonder le statut de salarié.
L'opposition la plus apparente avec les principes coopératifs consiste
sans doute dans le caractère obligatoire de l'adhésion des travailleurs de
plateformes, ou de certains d'entre eux, à la coopérative d'activité et d'emploi.
En effet, on sait que la libre adhésion est le premier principe énoncé
par l'alliance coopérative internationale 69. Ce principe est aussi ancien
que la coopération, ce qui ne l'a pas empêché de toujours connaître des
dérogations 70. Cette libre adhésion correspond plus généralement à la liberté
de s'associer, dont on sait qu'elle se décline aussi en liberté de ne pas s'associer,
notamment sur le fondement de la Convention européenne des droits de
l'homme 71. Pourtant, des dérogations légales sont possibles mais elles sont
strictement encadrées et la Cour a eu l'occasion d'invalider une telle adhésion

68
B. Betinas, N. De Grenier et C. Malaterre, «Travailleurs des plateformes: la parole des
organisations professionnelles», Bull. Joly Travail, mars 2021, pp. 65-68.
69
ACI, Déclaration sur l’identité coopérative, 1995.
70
D. Hiez, «VOLUNTARY MEMBERSHIP: UP TO WHICH POINT DO COOPERATIVES
SUPPORT LIBERALISM?», International Journal of Cooperative Law, 2019, pp. 8-25
71
Convention européenne des droits de l’homme, art. 11.
456 David Hiez

légalement impérative à propos d'une coopérative grecque 72. Il est donc


pertinent d'apprécier si l'adhésion obligatoire en matière de plateforme serait
valide ou non. Dès lors que la règle proviendrait de la loi, elle remplirait la
première condition posée par la jurisprudence. La protection des travailleurs
et la création d'un éco-système équilibré pourraient probablement s'analyser
en une justification d'intérêt général, ce qui remplit la deuxième condition.
La troisième condition est toujours plus délicate à vérifier: il faut que l'atteinte
à la liberté de ne pas s'associer soit proportionnée à l'importance de l'intérêt
général poursuivi. Le caractère problématique unanimement reconnu
du phénomène des plates-formes est peut-être en faveur d'une relative
compréhension des juges à l'égard des tentatives pour y trouver une solution.
Cette appréciation est toutefois très incertaine. Il est toutefois permis, pour
pouvoir poursuivre l'analyse du montage, de considérer que soit l'adhésion
obligatoire serait valide, soit le dispositif serait viable sans cette obligation.
Les coopératives interface entre les plateformes et leurs travailleurs sont
moins abouties, elles réalisent une émancipation et une protection moindres
de ces travailleurs, c'est incontestable. Mais les coopératives interface sont-
elles, condamnées à être les complices des plateformes et l'instrument
du maintien de leur exploitation des travailleurs, c'est ce qui mérite d'être
questionné. Tout apparaît comme si les concepts juridiques en jeu étaient figés
et univoques. La plateforme demeure propriétaire de l'algorithme de mise en
relation et, à ce titre, dispose du plein pouvoir sur sa conception et donc sur les
travailleurs qui y recourent. Pareillement, la plateforme est la propriété d'une
société capitaliste, au sein de laquelle les investisseurs ont tous pouvoirs sur le
fondement de la gouvernance capitaliste des sociétés. Ces deux dimensions
reposent sur des bases solides dans le droit positif français, à commencer par
les presque mythiques articles 544 et 1832 du code civil, définitions respectives
de la propriété et de la société. Pourtant, ces deux concepts sont discutés et
dans leur contenu et leur présentation n'est pas nécessairement identique
dans tous les systèmes juridiques. On sait que le droit allemand connaît la
cogestion dans les grandes entreprises et la disputatio contrat / institution
montre dans tous les systèmes l'équivocité de l'organisation de la société 73.
Quant à la propriété, elle n'est pas nécessairement le pouvoir absolu et

72
Cour EDH, 3 déc. 2015, AFFAIRE MYTILINAIOS ET KOSTAKIS c. GRÈCE, (Requête
no 29389/11). D. Kassavetis & I. Douvitsa, «THE MYTILINAIOS AND KOSTAKIS V GREECE
CASE OF THE EUROPEAN COURT OF HUMAN RIGHTS: THE BEGINNING OF THE END
FOR THE MANDATORY COOPERATIVES IN GREECE», International Journal of Cooperative
Law, 2019, issue II, pp. 140-152.
73
I. Corbisier, La société: contrat ou institution? - Droits étasunien, français, belge, néerlandais,
allemand et luxembourgeois, Larcier, 2011.
Quel modèle de cooperatives comme support des plateformes cooperatives? 457

exclusif d'une personne (ou d'un groupe de personnes) sur une chose 74. Dans
ces conditions, il est permis de se demander si une configuration originale
ne pourrait pas être élaborée, qui utiliserait la latitude laissée par le régime
juridique de la propriété ou de la société pour mitiger les défauts les plus
criants de la proposition de coopérative comme interface.
Selon l'extension plus ou moins grande de la coopérative interface (selon
le nombre des coopérateurs par rapport au nombre total des travailleurs),
elle se trouvera dans une situation très différente à l'égard de la société
propriétaire de la plateforme et pourra ou non instaurer un rapport de force,
selon qu'elle peut ou non s'appuyer sur l'impossibilité pour la plateforme de
fonctionner sans recourir aux services d'intermédiation de ladite coopérative.
Dans ces conditions, la coopérative pourrait par voie contractuelle imposer
à la propriétaire de la plateforme un certain nombre d'éléments favorables
aux travailleurs. Les conséquences de la propriété de l'algorithme par la
société capitaliste ne fait pas obstacle à ce que des droits importants soient
négociés au profit des travailleurs: par exemple le versement d'une partie
des produits de la plateforme à la CAE en vue d'une redistribution aux
travailleurs, la subordination de la définition des conditions de l'algorithme
à l'accord de la CAE ou plus modestement à une obligation de négocier, une
clause d'incessibilité de l'algorithme Sous ces divers aspects, c'est le pouvoir
de disposer de la XXX ou de profiter des fruits, normalement attachés à la
propriété, qui se trouvent aménagés. Et les mêmes atteintes sont concevables
à propos du fonctionnement de la société capitaliste elle-même, au sein de
laquelle rien ne prohibe que des modalités particulières de gouvernement
soient mis en place, à commencer par une représentation accrue, et pourquoi
pas délibérative, des travailleurs ou de la coopérative au sein des organes de
direction.
Mais pourquoi s'ingénier à de tels arrangements soumis à l'aléa des
rapports de force alors qu'il existe des modèles coopératifs pleins et entiers?
La raison en est que, avec le soutien des pouvoirs publics, notamment via
une obligation d'adhésion, le nombre des travailleurs concernés serait sans
commune mesure avec celui des coopérateurs actuels. En dépit du succès
croissant des authentiques coopératives de plateformes, leur poids est sans
comparaison avec les géants des plateformes, et force est de constater que
les plus fragiles des travailleurs ne se retrouvent pas dans ces coopératives et
ne bénéficient donc pas de leur vertu émancipatrice. Autrement dit, les plus
fragiles des travailleurs (étudiants, précaires, travailleurs clandestins ) sont
condamnés à demeurer sous le joug des sociétés prédatrices, ne remplissant
pas les conditions pour intégrer une coopérative pleine et entière et se

74
P. Crétois, La part commune; S. Vanuxem, La propriété de la terre.
458 David Hiez

voyant refuser la possibilité d'intégrer une coopérative interface. Or il est peu


probable que cette situation se modifie de façon significative dans un avenir
proche. Il faut alors se demander si la perspective d'une forme coopérative
renouvelée n'est pas à favoriser pour toucher le plus grand nombre.
Naturellement, plusieurs précautions seraient requises pour ne pas
fragiliser le modèle coopératif plus abouti. Ceci passerait par la négociation
avec les pouvoirs publics d'un soutien parallèle accru à ces coopératives déjà
existantes et qui, à leur niveau, font leur preuve. Il serait aussi nécessaire de
faire acter que la CAE, si elle sert d'inspiration à la coopérative interface,
n'est pas son double et faire reconnaître l'originalité de la nouvelle forme
coopérative afin de ne pas fagociter son aînée. Une alliance des mouvements
coopératifs et syndicaux serait probablement un gage de succès de cette
initiative.
CAPÍTULO 24
El régimen disciplinario en las cooperativas
en relacion con el procedimiento sancionatorio

Ligia Roxana Sánchez Boza


Catedrática Universidad de Costa Rica
Miembro Comisión Derecho Cooperativo del Colegio de Abogados y Abogadas

Sumario. 1.Introducción. 2. Concepto del procedimiento sancionatorio. 3. La apli-


cación del procedimiento sancionatorio en las cooperativas. Leyes coope-
rativas, estatutos y otros reglamentos. 4. Del procedimiento sancionatorio.
Normativa constitucional: Principios del Debido Proceso y Legitima Defensa.
Influencia del Derecho Penal y el Derecho Administrativo. 5. Recursos contra
la imposición de la sanción. 6. Las vías internas del proceso disciplinario en
las cooperativas. Competencia de los órganos sociales. 7. Las etapas del proce-
dimiento sancionatorio. 8. Extinción de la acción disciplinaria. Prescripción.
Computo. 9. Conclusiones. 10. Bibliografía

1. INTRODUCCIÓN

El tema del Procedimiento Sancionatorio en cooperativas ha sido poco


analizado por los expertos en Derecho Cooperativo, al menos esa es la impre-
sión de la revisión bibliográfica realizada. Es un aspecto que se da al interior
de las organizaciones, aplicado por miembros de las mismas, o a veces por
empleados de alto rango de las mismas con poco conocimiento de la Doctrina
y Filosofía del Cooperativismo.
El estudio no se agota en este ensayo porque hay muchos aspectos del
Procedimiento sobre los cuales se debe profundizar y comunicar la experien-
460 Ligia Roxana Sánchez Boza

cia en cada país, por ejemplo, aspectos de la disciplina en cooperativas de tra-


bajo asociado o autogestión, o bien, sobre nulidades en muchos países decla-
radas por violación a los Principios de Debido Proceso y Legítima Defensa 1.
Gracias al apoyo de los algunos expertos que respondieron un cuestiona-
rio base de este estudio se pudo tener el resultado que se presenta, se citan sus
países y nombres como reconocimiento y agradecimiento a su contribución:
Brasil Dr. Daniel Francisco Nagao Menezes, Cuba Orestes Rodríguez Musa,
Ecuador Lic. Santiago Naranjo Mendoza, España Dr. Manuel García Jiménez,
México Dra. Tatiana Vanessa González Rivera y Venezuela Dr. Alberto García
Müller.
Gracias a los doctores Carlos Vargas Vasserot y Hagen Henry por la opor-
tunidad de ser parte del Homenaje al destacado jurista Dr. Dante Cracogna.

2. CONCEPTO DEL PROCEDIMIENTO SANCIONATORIO

El procedimiento sancionatorio está ligado a la disciplina que deben


cumplir sus miembros tanto en organizaciones públicas como privadas. En
un Estado de Derecho, el Principio de Legalidad es la base del procedimiento
administrativo disciplinario aplicado en una organización pública. En cada
organización rige un orden de cumplimiento de directrices que deben se-
guir los subalternos y la falta de cumplimiento generalmente lleva a abrir un
Procedimiento disciplinario cuyo objetivo final será imponer una sanción.
En las organizaciones privadas también puede existir un procedimien-
to sancionatorio como el caso de las cooperativas, regulado en sus estatutos
junto con los deberes de sus socios, de forzoso cumplimiento para éstos, por
el hecho de ser parte de ese tipo de organizaciones. En forma coercitiva se
establecen sanciones-penas- como dice Fernández, Albor, p 1 citado por Dr.
García Müller (2022) que permiten constreñir a éstas -personas físicas- por sus
conductas en relación con el objeto social.
El mencionado autor (1999: 1) 2 ha desarrollado la Teoría del poder dis-
ciplinario de las personas jurídicas, a partir de la consideración de la natura-
leza de entidad de trabajo de las cooperativas: “La comunidad de trabajo en
que se traduce la cooperativa, hace que para su mejor funcionamiento deban

1
Se sugiere la consulta del Código Disciplinario Único de Colombia como instrumento
interesante y completo sobre el objeto de este ensayo, tomando en cuenta sus límites de
Derecho Público.
2
Régimen disciplinario en Enciclopedia de Derecho Cooperativo, Mutual y de
Economía Social y Solidaria.
El régimen disciplinario en las cooperativas 461

existir determinadas normas de disciplina que velen por el correcto desenvol-


vimiento de la actividad de sus miembros”.
En Costa Rica resalta la posición de la Sala Constitucional, este máximo
tribunal ha establecido que cualquier proceso de tipo sancionatorio se debe
regir por los principios del derecho disciplinario- Voto N°2021-012156.

3. LA APLICACIÓN DEL PROCEDIMIENTO SANCIONATORIO EN


LAS COOPERATIVAS. LEYES COOPERATIVAS, ESTATUTOS Y
OTROS REGLAMENTOS

La aplicación del proceso disciplinario en las cooperativas forma parte


del ciclo de vida en que participan los socios (Sánchez, s. p.). La normativa
está basada esencialmente en la ley de cada país que remite a los estatutos
que contienen los deberes de los socios, la gradación de las faltas a los mis-
mos y las sanciones aplicables. Puede ser que un país establezca la obligación
para las cooperativas de seguir un modelo de estatuto donde esté incluido el
Régimen disciplinario (INFOCOOP) o un régimen de libertad, la conocida
“autorregulación” que permite elegir la normativa correspondiente, como se-
ría la emisión de un Código de Ética, Código disciplinario o Reglamento de
Procedimiento Sancionatorio. Sobre este aspecto se formuló la siguiente pre-
gunta a los profesores participantes: 1-.La ley cooperativa de su país, o leyes
especiales según giro comercial de las cooperativas, ¿contemplan normativa
especial sobre régimen disciplinario para socios(a)? Podría citar los números
de la ley o leyes.
En el caso de América Latina existe la propuesta de la Ley marco para
cooperativas de América Latina.(2019, 18)que establece el contenido del es-
tatuto según artículo 16 inciso 7 sobre régimen disciplinario causales y pro-
cedimiento para la sanción y exclusión de socios, sin perjuicio de las demás
establecidas en esta ley.
En Costa Rica, el artículo 34 inciso g) se refiere en forma genérica a las
correcciones disciplinarias aplicables a los asociados, lo cual encuentra corres-
pondencia en el modelo de estatuto, por ejemplo, para las cooperativas tradi-
cionales que remite en al Capítulo III. Correcciones y sanciones disciplinarias,
a partir de las causales de amonestación, de suspensión y expulsión con sus
respectivos procedimientos -artículos 21 a 26-. El procedimiento disciplinario
inicia bajo la condición indispensable que el asociado haya incurrido en algu-
na de las faltas previstas en el Estatuto Social e indica el tipo de mayoría que se
requiere sea en sede del Comité de Vigilancia o el Consejo de Administración.
462 Ligia Roxana Sánchez Boza

En caso de expulsión la Asamblea extraordinaria dicta la sanción, con un


acuerdo de no menos de dos terceras partes de los asociados presentes.- -artí-
culo 33 inciso e) del modelo.
El Instituto Nacional de Fomento Cooperativo, según Castillo y Ríos
(2021,76) ha dictado diferentes resoluciones a consultas de las cooperativas, y
ha sostenido reiteradamente que el estatuto de una cooperativa es la normati-
va interna de más alto rango en la cooperativa, solamente supeditada a la nor-
mativa externa, entendiéndose como tal la Constitución Política, Convenios
Internacionales, Leyes (en especial la Ley de Asociaciones Cooperativas vigen-
te) y normativa externa de menos nivel, como decretos, reglamentos y direc-
trices… (INFOCOOP, SC-064-85-2015) y en cuanto a su jerarquía dentro de
las normas de una cooperativa tanto la LAC como el Estatuto Social indica el
Instituto que están por encima de los Reglamentos de la Cooperativa, por lo
cual estos últimos no deben contradecir los principios expresados tanto en la
Ley como en el Estatuto. (INFOCOOP MGS-942-15-2005).
Según respondió el Dr. Menezes, en Brasil, las sociedades cooperativas es-
tán reguladas por la Ley Ordinaria 5764 de 1971. No existe un artículo especí-
fico en la ley cooperativa brasileña sobre el régimen disciplinario. Sin embar-
go, el artículo 33 determina que las infracciones que dan lugar a la expulsión
del asociado deben estar previstas en el estatuto. Así efectivamente los artícu-
los 21 y 33 de la ley 5.764/71 hacen referencia indirecta al Estatuto. En caso de
expulsión que se refiere a la “eliminação” del asociado, el artículo 33 dispone
que las condiciones deben estar previstas en el estatuto inscrito en el “no Livro
de Matrícula”. Normas en correspondencia con el artículo 21 que establece la
obligación de incluir en los estatutos aspectos relativos a derechos y deberes
y de tipo disciplinario: II -“ os direitos e deveres dos associados, natureza de
suas responsabilidades e as condições de admissão, demissão, eliminação e
exclusão e as normas para sua representação nas assembléias gerais;...”.
En Cuba, Rodríguez Musa refiere que existen varios tipos de cooperati-
vas: A-Cooperativas Agropecuarias (CA), reguladas mediante el Decreto-Ley
No. 365, que pueden ser a su vez de tres tipos en atención al régimen jurídi-
co sobre la tierra: Cooperativas de Créditos y Servicios (CCS), Cooperativas
de Producción Agropecuaria (CPA) y Unidades Básicas de Producción
Cooperativa (UBPC). B-Cooperativas no Agropecuarias (CNA), reguladas me-
diante el Decreto-Ley No. 47 (2021). En cuanto el régimen disciplinario para
socios cita fundamentalmente la siguiente normativa: DL 365: Capítulo X Del
régimen disciplinario, D354: Capítulo VIII De la disciplina cooperativista y
laboral y DL47: Capítulo III De los socios.
Según la clasificación mencionada, Rodríguez Musa explica que, en el
caso de las CA, el régimen legal es abarcador, rígido, con matices adminis-
El régimen disciplinario en las cooperativas 463

trativos, influido -probablemente- por el régimen legal de la empresa estatal


socialista. Estas cooperativas no usan Estatutos. La Ley exige un Reglamento
Interno al que queda poco espacio para su realización. Además, en la prácti-
ca se observa el uso de proformas para su elaboración. Respecto a las CNA,
se aprecia una tendencia a potenciar la autorregulación de las cooperativas.
Al respecto, téngase en cuenta que el DL47 no se hace acompañar de un
Reglamento, como sucede en el régimen legal de las CA; además, su artículo
18, faculta a la CNA para aprobar, junto a los Estatutos, “cuantos reglamentos
considere para el ordenamiento de su vida interna 3.
En Ecuador, Naranjo refiere que, en la Ley de cooperativas las sanciones
no están contempladas en forma específica y ni hay régimen disciplinario,
porque las establece la normativa interna de cada institución. No obstante, a
manera general indica que existe el COA (Código Orgánico Administrativo)
que expresa, parcialmente, infracciones y sanciones, en el nivel del adminis-
trador más que del administrado. La Asamblea General está facultada para
aprobar su reglamento interno, en el cual se establecerá el régimen de sancio-
nes, tales como multas por no comparecer a asambleas, reuniones o la destitu-
ción de directivos y exclusión de socios.
En España refiere García Jiménez que es difícil contestar a la consulta de
la autora de una manera unívoca, por la pluralidad territorial del derecho
cooperativo, pues hay 17 Leyes Autonómicas y 1a Ley Estatal, con una aplica-
ción muy limitada. 4. La ley estatal N. 27/1999, de 16 de julio de Cooperativas,
se aplica a aquellas cooperativas que: a. Desarrollen su actividad cooperativi-
zada en el territorio de varias Comunidades Autónomas, excepto cuando en
una de ellas se desarrolle con carácter principal. b. Realicen principalmente
su actividad cooperativizada en las ciudades de Ceuta y Melilla. Y concluye,
García Jiménez que en general, la legislación sustantiva contiene un apartado
específico dedicado al Régimen disciplinario de los socios. Obligaciones de
los socios, Régimen sancionador, procedimiento y órganos internos compe-
tentes. Recursos externos a la jurisdicción ordinaria o laboral, según la na-
turaleza de la falta. Para su concreción la Ley remite a los Estatutos de cada
Cooperativa, donde se deben enumerar las faltas, graduadas en leves, graves y
muy graves, fijar el procedimiento, generalmente, sobre todo en las faltas gra-
ves y muy graves, con la incoación de un expediente disciplinario, con todas
las garantías procesales habituales (plazos, audiencia, recursos, etc.).

3
Al respecto se remite al lector al ensayo de Orisel Hernández Aguilar et al. (2019,
8,,24 y 28 sobre el régimen disciplinario en este tipo de empresas.
4
Las referencias ofrecidas por el profesor español sobre la legislación autonómica se
pueden encontrar en la bibliografía propia de la autora y están a disposición de quien las solicite.
464 Ligia Roxana Sánchez Boza

Precisan Gadea y Sacristán (2014: 2) que, en la normativa española re-


lacionada con las normas de disciplina social, cumplidas las pautas o míni-
mos legales en los estatutos queda confiada a la capacidad autorreguladora
de cada cooperativa. En ese cuerpo normativo se deben determinar con pre-
cisión los tipos de faltas en que pueden incurrir los socios, su graduación y
prescripción, así como las sanciones que les sean aplicables y los trámites del
procedimiento sancionador, con indicación de los posibles recursos [así, por
todos, art. 11, letra m) LCOOP]. La redacción de ese tipo de normas debe ser
de forma clara y precisa.
En la legislación mexicana, explica González Rivera se aplica la Ley
General de Sociedades Cooperativas (LGSC) de 1994, el artículo 36 de su
fracción IX estipula que la Asamblea General de la cooperativa resolverá lo
relacionado a la aplicación de sanciones disciplinarias a los socios. Aunque
no hay mayor normativa vigente al respecto. Como dato adicional, la cita-
da experta apunta que esa ley contempla que al socio que se sujetará a un
proceso de exclusión (lo que ella entendería como una falta muy grave), se
le notificará por escrito en forma personal, explicando los motivos y funda-
mentos de esta determinación, concediéndole el término de 20 días naturales
para que manifieste por escrito lo que a su derecho convenga ante el Consejo
de Administración o ante la Comisión de Conciliación y Arbitraje si existie-
re (aclara que las cooperativas pequeñas no suelen contar con esta comisión
pues no entienden cómo operarla), de conformidad con las disposiciones de
las bases constitutivas o del reglamento interno de la sociedad cooperativa
(parte in fine del artículo 38 de la LGSC).
Sobre el contenido preciso del régimen disciplinario, González Rivera re-
fiere al capítulo V “De los socios” de la LGSC mexicana -artículo 64- que esta-
blece que en las bases constitutivas de cada sociedad cooperativa se determi-
narán deberes, derechos, aportaciones, graduación de las faltas y sanciones,
causas de exclusión de socios y demás requisitos. En ese sentido, enumera una
serie de disposiciones que deben observase, destacando las fracciones III y IV:
III.- Las sanciones a los socios de las sociedades cooperativas cuando
no concurran a las asambleas generales, juntas o reuniones que establece la
presente Ley; éstas deberán considerar las responsabilidades y actividades
propias de la mujer;
IV.- Las sanciones contra la falta de honestidad de socios y dirigentes en
su conducta o en el manejo de fondos que se les hayan encomendado;
Entiende González Rivera que estas bases constitutivas y los reglamentos
habrán de tipificar las faltas de conducta en función del tipo de cooperativa
(en México se reconocen las cooperativas de consumo, de producción y de
Ahorro y Préstamo). En las cooperativas de trabajo asociado suelen existir dos
El régimen disciplinario en las cooperativas 465

regímenes disciplinarios: uno societario regulado estatutariamente, y otro so-


bre incumplimientos de carácter laboral, regulado en un reglamento de tra-
bajo o de régimen interno.
En Venezuela García Müller comunica que ese tipo de normas están en la
Ley Especial de Asociaciones Cooperativas del 18/09) /2001, artículos 61, 65
y 66. Se reserva la regulación de la disciplina social a los estatutos. Ofrece los
siguientes ejemplos: a) impugnación de actos de los órganos internos (los lla-
ma “instancias”) contra los asociados; b) Reclamaciones de los asociados con
motivo del trabajo prestado a la cooperativa; c) Establecer el régimen discipli-
nario interno y señalar los órganos competentes.

4. DEL PROCEDIMIENTO SANCIONATORIO. NORMATIVA


CONSTITUCIONAL: PRINCIPIOS DEL DEBIDO PROCESO Y
LEGITIMA DEFENSA. INFLUENCIA DEL DERECHO PENAL Y EL
DERECHO ADMINISTRATIVO.

El procedimiento sancionatorio consiste en la serie de etapas que se debe


cumplir para imponer una sanción ante una conducta contraria a la ley. En el
tema de estudio sería un comportamiento contrario a la ley cooperativa según
los deberes establecidos, o en los estatutos.
En los estatutos de la cooperativa multiactiva Los Fundadores
(COOFUNDADORES), en Colombia se define el procedimiento sancionato-
rio a partir de las disposiciones procesales, en el primer párrafo (2022: 26):
Artículo 127.- Disposiciones Procesales. - Todo hecho susceptible de
constituir falta disciplinaria, origina acción que podrá iniciarse de oficio o
en virtud de queja, información de asociado o de un tercero, sin perjuicio a
las acciones de otra naturaleza a que hubiere lugar 5.
Ese procedimiento está muy unido a los Principios constitucionales del
debido proceso y legítima defensa. En opinión de Romero (2021) citado por
García (2022: 2) se aplican los Principios del Derecho Penal como son: non
bis in idem, guardar la debida graduación entre la infracción cometida y la

5
En otras cooperativas de Colombia se encuentra muy bien regulado el Capítulo
relacionado con las sanciones y el procedimiento a aplicar, por ejemplo, la Cooperativa
nacional del sector de las comunicaciones y entidades afines y relacionadas Ltda. (2018) tiene
un Reglamento disciplinario; ACTIVACOOP (2012) un Reglamento de sanciones; en Bolivia
se encuentra la Cooperativa educacional FEDERICO FROEBEL R.L. con un Reglamento de
Procesos Disciplinarios dictado en el 2018,Costa Rica tiene cooperativas que pertenecen al
sector financiero con sus Códigos de Ética y Conducta como es Coopejudicial R.L.(2007).
466 Ligia Roxana Sánchez Boza

sanción procedente, en estricto apego al principio de legalidad y proporcio-


nalidad. A esa posición agrega García (2022:3) que las causales sancionato-
rias -por su propia naturaleza- son de interpretación restrictiva (in dubio pro
asociado) y no extensiva, siendo de carácter taxativo y nunca podrían serlo
meramente indicativas. Como lo sostiene la jurisprudencia en referencia de
García: “…la interpretación de las normas sobre disciplina social habrá de ser
restrictiva, porque debe rechazarse toda interpretación extensiva del derecho
sancionador, y las dudas se resolverán en sentido favorable al socio afectado”
(STS 28.12.2000, en: Paniagua, 2005).
Los procesos disciplinarios pueden ser establecidos en forma libre por
cada cooperativa, en Costa Rica dentro del marco de la norma constitucional
-artículo 28- que establece el límite de la autonomía de los sujetos privados en
el ejercicio de sus derechos en el respeto y la ausencia de daño de la moral o
el orden públicos, o que no perjudiquen a tercero. Unida a la norma constitu-
cional y normativa interna de cada cooperativa, la Sala Constitucional ha deja-
do claro que se debe respetar el Principio del Debido Proceso en la aplicación
cotidiana de las normas -Voto N. 1739-92- con base en las siguientes pautas:
1) Notificación a la persona del carácter y fines del proceso;
2) Derecho a no declarar ni presentar prueba en contra de sí mismo;
3) Derecho a ser oído libremente, sin coacciones y oportunidad de pre-
sentar los argumentos y las pruebas que estime necesarios incluido el
interrogatorio de testigos y peritos;
4) Derecho a ser representado por un abogado, técnicos u otras perso-
nas calificadas;
5) Garantía del principio de inocencia;
6) Derecho a notificaciones y audiencias de cada resolución que se dice
en el proceso;
7) Derecho a una resolución dentro de un plazo razonable;
8) Derecho a no ser sancionado por hechos no acusados formalmente
dentro del proceso;
9) Derecho de recurrir la resolución final 6.

6
El INFOCOOP hace referencia en varias resoluciones en que evacua consultas de las
cooperativas sobre la importancia de seguir las pautas establecidas por la Sala Constitucional
en este campo del procedimiento sancionatorio, se sugiere revisar SC-106-82-2012 del 27 de
enero del 2012 y SC- 0326-89-2012 del 16 de marzo del 2012, en https://www.infocoop.go.cr/
buscador-de-jurisprudencia
El régimen disciplinario en las cooperativas 467

En cuanto al respeto tales Derechos Fundamentales en el procedimiento


sancionatorio, Menezes indica que en Brasil forman parte de la legislación,
y existen cientos de sentencias que obligan a la observancia de los principios
constitucionales que anulan las penas que no los respetan.
El Proceso de Amparo de los Derechos Constitucionales apenas se está
implementando en Cuba, refiere Rodríguez Musa, por ello no se conocen ex-
periencias prácticas ni jurisprudencia en este sentido. En Ecuador se garan-
tiza el debido proceso y en forma general existen sentencias judiciales que
han revocado actos de la administración pública en cuanto a sanciones, según
respuesta del Naranjo. En Venezuela García Müller indica que solo se habla
de “garantía del debido proceso”.
Gadea y Sacristán opinan sobre la relevancia de los Principios básicos, en
España (2014:12) como garantías aplicables a todo tipo de sanciones. Los au-
tores parten de la libertad estatutaria existente en la ley cooperativa de su país
y los agregan como complemento a los límites de la autonomía privada: legali-
dad, irretroactividad, proporcionalidad entre la conducta y la sanción, equiva-
lencia entre la conducta y la determinación del tipo de infracción, presunción
de inocencia y derecho de defensa. Ya en la práctica el García Jiménez consi-
dera que en términos generales tales principios se aplican.
En México, González Rivera manifiesta que la protección de los Derechos
Fundamentales del Debido Proceso y Legítima Defensa tienen su fundamento
en su máxima norma, en respuesta a una reciente reforma en esa materia en
2011, que modificó:
… sobre todo el artículo primero de la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos, en teoría existe una observancia y salvaguarda
de estos derechos fundamentales; no obstante, varias cooperativas sobre
todo las pequeñas que guardan un mayor vínculo con la comunidad pueden
desconocer el alcance de estas prerrogativas y este tipo de procedimientos
sancionatorios los atienden de forma intuitiva.

5. RECURSOS CONTRA LA IMPOSICIÓN DE LA SANCION

En principio, los acuerdos de los órganos sociales competentes para impo-


ner la sanción deberían tener acceso a los recursos de revocatoria y apelación.
Si el órgano social que actuó es la Asamblea de socios, la apelación no estará
prevista, por esa razón también interesa conocer si la legislación de los países
incorporados en esta contribución, contempla la posibilidad de recurrir a los
tribunales de justicia para revisar la decisión de la cooperativa.
468 Ligia Roxana Sánchez Boza

En Brasil, Meneses informó que no existe la posibilidad de recurrir la


resolución final que se impone una sanción al socio, porque es la Asamblea
General, como máxima instancia de la cooperativa, la que actúa. Y aclara que
el asociado puede acudir a los tribunales de justicia, que sólo analizarán las
cuestiones formales del proceso disciplinario, no analizan el fondo.
En Costa Rica no hay disposición expresa sobre los recursos contra deci-
siones en el procedimiento sancionatorio, en algunas cooperativas niegan la
posibilidad de apelación ante la Asamblea de asociados.
En el ordenamiento cooperativo cubano corresponde a diferentes órga-
nos sociales según detalla Rodríguez Musa, de acuerdo con la directiva a apli-
car y las enuncia en la siguiente forma: DL365: La Junta Directiva y Asamblea
General cuando la medida sea separación definitiva; D L47: La Asamblea
(cuando se trate de la pérdida de la condición de socio). Se admiten otras
regulaciones internas de la cooperativa.
En el régimen cooperativo ecuatoriano, Naranjo manifestó que, en un
proceso determinado, el socio puede interponer los recursos en estudio. Y
que: Si, existen sentencias judiciales que han revocado actos de la administración pú-
blica en cuanto a sanciones.
En España, García Jiménez manifestó que Todo puede ser revisado en los tri-
bunales, en todas sus instancias y se pueden esgrimir los recursos de revocatoria y
apelación. Gadea y Sacristán (2014, p. 9 y 10) explican que el procedimiento
sancionador y los recursos que procedan deberán establecerse en los estatu-
tos, respetando las siguientes normas en cuanto el primero:
a) Competencia. La facultad sancionadora es competencia indelegable
de los administradores (art. 18.3, letra a) LCOOP y concordantes
autonómicos)… Existe una numerosa jurisprudencia que declara la
nulidad de los acuerdos disciplinarios por infracción de esta compe-
tencia, por ejemplo, por la imposición de la sanción por la propia
AG.
b) Audiencia previa. En todo caso, con independencia de la gravedad de
la sanción, es preceptiva la audiencia previa de los interesados [art.
18.3, letra b) LCOOP y concordantes autonómicos]. La LCOOP
[art. 18.1, letra c)34], que debería ser el modelo generalizable en el
deseable proceso de uniformización legislativa.
Y con respecto de los recursos, la LCOOP tiene las siguientes premisas:
1.ª Sin distinguir el tipo o clase de falta, se prevé que el acuerdo de san-
ción podrá ser impugnado en el plazo de un mes, a contar desde su
El régimen disciplinario en las cooperativas 469

notificación. Plazo que no se suspende por conciliación previa en


caso de expulsión de un socio trabajador por ser ésta innecesaria.
2.ª La impugnación se realizará ante el Comité de Recursos, si lo hu-
biera, que deberá resolver en el plazo de dos meses o, en su defecto,
ante la AG que resolverá en la primera reunión que se celebre.
3.ª Agotados los recursos societarios, algo que por Ley se impone nece-
sariamente, si la impugnación no ha sido admitida o si ha sido deses-
timada, podrá recurrirse en el plazo de un mes desde su no admisión
o notificación al socio ante el Juez de Primera Instancia del domi-
cilio social (Juez de lo Mercantil) por los trámites de impugnación
de acuerdos de la AG y también cabe recurrir a la vía arbitral (disp.
adicional 10.ª LCOOP) (2014:11).
En la legislación mexicana en palabras de González Rivera, se deben rela-
cionar los artículos 9 y 38 porque en el caso de las sanciones resulta viable que
el socio también pueda activar el órgano jurisdiccional. Es importante tam-
bién tomar en cuenta lo que se señale en las bases constitutivas y reglamentos
de la cooperativa a efectos de aplicar y seguir un procedimiento correspon-
diente con el régimen disciplinario. El artículo 9 LGSC detalla …para el cono-
cimiento y resolución de las controversias que se susciten con motivo de la aplicación de
la presente ley, serán competentes los tribunales civiles, tanto los federales como los del
fuero común…Vale decir también que hay muchas propuestas de reformas a
la actual LGSC en la que se pugna por regular adecuadamente lo referido al
régimen disciplinario.
La situación de Venezuela, según García Müller, respecto de los recursos
en estudio, se pueden ejercer primero ante la asamblea y luego, ante el tribu-
nal del domicilio.
Por la naturaleza del Derecho disciplinario, se consideró de interés co-
nocer si en los países en estudio, tal régimen se equipara al régimen penal
en cuanto las garantías procesales del asociado ofensor. Pues en Costa Rica
existen posiciones que unen los derechos derivados de los Principios del
Debido Proceso y Legítima Defensa al artículo 8, párrafo 1º, de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos, porque en opinión del Magistrado
Jorge Olasso, esos principios no solo se aplican en materia penal, sino tam-
bién a toda materia sancionatoria o que pueda traer como consecuencia lími-
tes a los derechos subjetivos (Sánchez, inédito).
En Brasil, en forma afirmativa Menezes indicó que en la Constitución
Federal existe el principio de la amplia defensa y la contradicción. El Supremo
Tribunal Federal, en varias decisiones, consideró que esos principios consti-
tucionales se aplican tanto a los procedimientos judiciales como a todos los
470 Ligia Roxana Sánchez Boza

demás procesos, como procedimientos administrativos, investigaciones, in-


vestigaciones policiales. Agrega que hay cientos de sentencias que obligan a
la observancia de los principios constitucionales, y anulan las penas que no
respetan estos principios. Por ejemplo, cita el caso de expulsión de socio y la
exigencia del respeto del debido proceso 7.
En el artículo 123 del Estatuto de Coofundadores, en Colombia, se esta-
blecen las causales de impedimento y recusación contempladas en el Código
de Procedimiento Penal para los investigadores, quienes tienen el deber de
declarar si están impedidos por alguna de ellas, so pena de verse inmersos en
falta disciplinaria.
En Cuba, Rodríguez Musa explicó que no es conocida ninguna referencia
expresa en este sentido en la legislación cooperativa nacional. No obstante, la
Constitución de 2019 vigente, en su artículo 94, dispone las pautas de un de-
bido proceso como garantía a su seguridad jurídica para toda persona, tanto
en el ámbito judicial como en el administrativo. En relación con casos que se
hayan revisado en ese país, apunta que:
En Cuba, la incomprensión sobre la naturaleza de los actos jurídicos coo-
perativos, ha dado lugar a que tanto la legislación como la práctica judicial
en esta materia, terminen contribuyendo a distorsionar la práctica coopera-
tiva. En tal sentido, se pronunció el Tribunal Supremo Popular mediante la
Instrucción 255/2020, cuyo contenido fuera consultado a este colaborador. Esta
Instrucción, que ofreció un “remedio provisional” a la situación, pudo haber
sido superada por las regulaciones cooperativas posteriores (DL47) y procesales
(Ley 141/2021, Código de Procesos). Sin embargo, se continúa sin reconocer la
especial naturaleza de la figura y, por consiguiente, no existe en el país una Ley
General de Cooperativas, ni un cauce institucional suficiente para consolidarla.
En Ecuador, el Lic. Naranjo explicó que no se equipara el procedimiento
sancionatorio al régimen penal en cuanto las garantías procesales del socio
ofensor, porque la sanción es más leve. Si la infracción es grave, la cooperativa
tiene la libertad de iniciar un proceso penal de forma independiente.
En España, García Jiménez informa que se equipara con todos los requi-
sitos de tipificación, irretroactividad, prescripción y caducidad, instrucción
de expediente, audiencia del posible infractos, aportación de pruebas, testi-
fical, recursos, etc., que se exigen. Igual sucede en México según opinión de
González Rivera quien considera que sí se equipara, a partir de la reforma
2008 en materia penal y con base en principio de presunción de inocencia. En
Venezuela no se equipara.

7
https://jurisprudencia.stf.jus.br/pages/search/sjur119404/false
El régimen disciplinario en las cooperativas 471

También como parte de la labor investigativa de la autora, se solici-


tó respuesta sobre la existencia de alguna aplicación de la normativa de la
Administración Pública al interno de las cooperativas. Explico, en Costa Rica
algunas cooperativas han confundido la naturaleza privada de esas organi-
zaciones y en caso de lagunas legales o reglamentarias, remiten a la Ley de
Administración Pública como norma supletoria en cuanto al proceso a seguir.
Al punto, que aplican el Principio de Derecho Público que todo lo no está
permitido está prohibido.
En Brasil no existe tal aplicación, porque la Constitución brasileña incluso
prohíbe cualquier injerencia del Estado en asociaciones y cooperativas, según
refiere Menezes. En Cuba, según Rodríguez Musa no se conoce de esa con-
fusión, o por lo menos no explícitamente, lo que no quita que subyace a la hora
de legislar y de adoptar regulaciones internas. Y aclara que sí sucede que, al ser de
trabajo las cooperativas en Cuba, suele utilizarse el régimen laboral (Código
de Trabajo) como supletorio para regular asuntos cooperativos o para solucio-
nar conflictos entre socios, o entre estos y la cooperativa. En Ecuador, aporta
Naranjo, existe un “estatuto modelo” que es obligatorio e impuesto a todas las
cooperativas, dentro del cual, de forma textual, se copia las facultades de la
asamblea general y los órganos directivos, aplicando, directamente, la ley. Ni
en España ni en Venezuela existen ese tipo de confusiones, según refieren los
mencionados colaboradores de cada país.
En México, respondió González Rivera, que las cooperativas siguen sien-
do consideradas como sociedades anónimas y a partir de ese formalismo legal,
totalmente desacertado, la norma supletoria aplicable es la Ley General de
Sociedades Mercantiles, el Código de Comercio y en su caso el Código Civil
Federal. Cabe indicar, sin embargo, que la legislación mercantil será aplicable
solo en aquello que no se oponga a la naturaleza, organización y funciona-
miento de la sociedad cooperativa (Ver artículo 10 LGSC in fine).

6. LAS VÍAS INTERNAS DEL PROCESO DISCIPLINARIO EN LAS


COOPERATIVAS. COMPETENCIA DE LOS ORGANOS SOCIALES

En relación con el objeto de la acción disciplinaria en primer lugar se


encuentra su gradación, refiere García (2022: 4) que”lo natural es que la tipi-
ficación de las faltas sea remitida por la ley a las normas internas, aunque pue-
den estar determinados en el texto legal. En España la ley las ha clasificado en
leves, graves y muy graves”. Agrega que (p. 5) que de acuerdo con el tipo de
cooperativa se establecen sanciones específicas, como el caso de las coopera-
472 Ligia Roxana Sánchez Boza

tivas de transportistas en que existe la suspensión del miembro infractor de


determinados turnos de carga.
La competencia para conocer de las faltas y aplicar las sanciones varia de ór-
gano social en cada cooperativa. Por ejemplo, en Colombia, el artículo 124 del
Estatuto de Coofundadores la otorga a la Asamblea como máxima autoridad
disciplinaria, la cual debe señalar los criterios correspondientes, y adoptar las
determinaciones que considere con el fin de preservar y mantener la disciplina
y la ética de los asociados. Le corresponde conocer de las apelaciones como se-
gunda instancia de las sanciones impuestas por el Consejo de Administración;
fallar en única instancia los procesos disciplinarios contra los integrantes del
Consejo de Administración y la Junta de Vigilancia y fallar en única instancia los
procesos disciplinarios adelantados contra los asociados por faltas gravísimas.
La Junta de Vigilancia entre otras funciones realiza las investigaciones por con-
ductas que puedan ser constitutivas de falta disciplinaria leve, grave o gravísima,
por parte de los asociados y formular acusación si a ello hubiere lugar.
En Brasil no hay disposición en la ley, de tal forma que se debe incluir en
los estatutos, explica Menezes. Agrega respecto de los órganos competentes,
la regla general es que el Consejo de Administración abre el proceso sancio-
nador y el juicio tiene lugar en la Junta General. No obstante, existe la posi-
bilidad de constituir un consejo disciplinario permanente o ad hoc. El juicio y
aplicación de la pena está reservado a la Asamblea General.
En Costa Rica la competencia para dictar Reglamentos la tiene el Consejo
de Administración de cada cooperativa, y puede dictar tal normativa o dele-
garla en Comisiones de Ética o Comité de Vigilancia.
Rodríguez Musa explica que las instancias están previstas en la normativa
cooperativa cubana; para la aplicación del régimen sancionatorio se estable-
cen en los siguientes cuerpos normativos: DL 365 (artículo 54) en el siguiente
orden: 1ra. Junta Directiva y 2da. Asamblea General. En la DL47 regula en la
siguiente forma: 1.El Órgano de Administración propone a la Asamblea la
adopción de las medidas disciplinarias que correspondan de acuerdo con lo
dispuesto en los Estatutos y reglamentos internos de la cooperativa (artículo
47, k). 2. La Asamblea decide sobre la pérdida de la condición de socio de la
cooperativa y determinación de si procede o no la devolución del aporte dine-
rario inicial al socio que pierde esa condición (artículo 39 g). Los órganos que
pueden tramitar el proceso sancionatorio son según las directivas: DL 365: La
Junta Directiva y la Asamblea General cuando la medida sea separación defini-
tiva. Y la DL47: presidente, Órgano de Administración y Asamblea.
En Ecuador, refiere Naranjo que actualmente, las instancias internas son:
la Comisión de Solución de Conflictos, el Consejo de Vigilancia, la Asamblea
El régimen disciplinario en las cooperativas 473

General y en algunos casos, el Comité de Ética. También son los órganos socia-
les que inician y siguen el procedimiento sancionatorio, incluida la gerencia,
lo anterior, en forma referencial, pues, todo se remite a la normativa inter-
na. Los órganos sociales competentes para aplicar la sanción son el Consejo
de Administración y la Asamblea General, según resolución del órgano, tam-
bién podría hacerlo la Comisión de Resolución de Conflictos. En relación
con ejemplos de procedimientos disciplinarios Sanción interna de Prohibición
de participación de un socio en el proceso electoral de una cooperativa, que fue apelado
ante la Superintendencia de Economía Popular y Solidaria del Ecuador que, revocó la
resolución del tribunal electoral de la cooperativa y permitió la candidatura del socio.
García Jiménez indica que la legislación española distingue según el ta-
maño de las cooperativas y en cuanto a los recursos la propia legislación coo-
perativa regula la posibilidad que un asociado puede acudir a los tribunales
de justicia:
En las cooperativas pequeñas, el Consejo Rector, con la designación de
un instructor en las faltas graves y muy graves. Los recursos se resuelven por
la asamblea general. En las cooperativas medianas o grandes cabe la posibi-
lidad de que estatutariamente se regule un Comité de Recursos. Superada la
fase interna, queda abierta la vía judicial. Los conflictos de tipo laboral son
competencia de la jurisdicción especial de lo social.
En México, las instancias previstas en la legislación sobre el régimen san-
cionatorio, indica González Rivera no se encuentran previstas legalmente, y
se deja la posibilidad de establecerlo en las bases constitutivas y en todo caso conoce la
Asamblea General como autoridad suprema según el artículo 36 ya citada de la LGSC,
tópico que correspondería a los estatutos. En todo caso, la misma ley dispone que la
Asamblea General puede designar las comisiones y comités que considere, de
modo que en la práctica es posible encontrar comités encargados del régimen
disciplinario (artículo 34 LGSC).
García Müller refiere que en la legislación cooperativa venezolana existen
dos vías: a) Lo decide libremente la cooperativa en su estatuto o reglamen-
tos internos, con recurso ante la asamblea. b) El organismo de integración
(Federación o Central Cooperativa Regional) al que se encuentre afiliada la
cooperativa puede constituir un sistema de conciliación y arbitraje, en cuyo
caso adopta las decisiones (laudo arbitral) inapelable y de ejecución obliga-
toria. García Müller considera que ante un impedimento para someter una
apelación al conocimiento de la Asamblea de socios, el asociado sancionado
podría acudir a los tribunales de justicia. Aunque no existe normativa coope-
rativa al efecto, por principios constitucionales de acceso a la justicia, si po-
dría acudir. En forma general García (2022:8) señala las condiciones según
las cual los recursos deben apegarse: 1. El denunciado podrá, dentro del plazo
474 Ligia Roxana Sánchez Boza

fijado, interponer recurso con efecto suspensivo, ante la primera asamblea,


que le recibirá y juzgará. 2. El recurso es obligatorio en caso de eliminación
del cooperado. 3. Debe garantizarse la defensa oral por el denunciado o su
representante.

7. LAS ETAPAS DEL PROCEDIMIENTO SANCIONATORIO

García (2022: 6) cita a Sciavicco (2018) el cual refiere que normalmente,


un proceso sancionatorio debería desarrollarse en cuatro fases: instauración,
inquisición administrativa, juzgamiento y recurso. En la Instauración del proce-
dimiento, la denuncia Puede ocurrir de forma nominada o anónima, presentada for-
malmente o de oficio, no debiendo aceptarse una acusación apenas verbal, por lo menos
en las empresas solidarias formales, más quizás no así, en las organizaciones solidarias
simplificadas e informales. Afirma que se deben tomar en cuenta los siguientes
aspectos: el Derecho a la contradicción y a la amplia defensa. Y suma el respeto
de otros tres derechos inherentes: derecho de información, derecho de mani-
festación y derecho a que sus razones sean consideradas. La siguiente fase refie-
re el autor citado a la Inquisición administrativa, que considera la más voluminosa
del proceso, donde: 1. Los instructores deben solicitar eventuales informaciones
complementarias a la cooperativa. 2.El denunciado debe ser convocado formal-
mente para tomar conocimiento de la denuncia y prestar sus aclaraciones.3.El
denunciado podrá solicitar la realización de prueba pericial, testimonial y de-
más admitida en derecho, todo ello a su cargo. 4. Podrá hacerse acompañar
de abogado …lo que no le exime de comparecer personalmente cuando fuese
requerido. La tercera fase corresponde al Juzgamiento donde el grupo designado
para decidir delibera sobre la penalidad a ser aplicada, o por el archivo del pro-
ceso. Y la cuarta fase es la interposición y resolución de los recursos.
En Coofundadores se prevé la reserva de la actuación disciplinaria -artículo
129 del Estatuto- en relación con todas las actuaciones y los documentos e infor-
mación relacionada. Sólo pueden ser consultadas por el investigado o su apode-
rado, hasta la formulación y notificación en debida forma del pliego de cargos.

8. EXTINCION DE LA ACCION DISCIPLINARIA. PRESCRIPCION.


COMPUTO

La extinción de la acción disciplinaria puede suceder por prescripción o


bien por fallecimiento del denunciado. Hay países con leyes cooperativas que
El régimen disciplinario en las cooperativas 475

contienen las normas específicas en relación este tema. En otros se integra la


normativa general relativa a la extinción de derechos, cuyo plazo puede variar.
Por ejemplo, en Costa Rica la extinción de esa acción no está contemplada en
la Ley de asociaciones cooperativas y conforme la disposición de integración
jurídica contenida en el artículo 131 y la naturaleza jurídica de las coopera-
tivas como entes de derecho privado, la prescripción aplicable es de un año.
Gadea y Sacristán (2014: 5) resaltan la importancia de la regulación de la
prescripción de las faltas sociales dado que, con la fijación de los plazos de prescrip-
ción, se introduce un factor de seguridad jurídica y se obliga al CR a resolver y notificar
el acuerdo recaído en los procedimientos sancionadores en un plazo breve.
En la regulación de esta materia, deben tomarse en consideración tres
cuestiones fundamentales: los plazos de prescripción, la fecha de inicio del
cómputo de esos plazos y la interrupción del plazo de prescripción. …Como
regla general, la fecha para el cómputo es la del conocimiento por los admi-
nistradores y no la de la comisión de la infracción, con lo que se defiende a
la cooperativa de las maniobras de ocultación del infractor para conseguir la
impunidad.(pp. 6 y 10).
El Estatuto de Coofundadores -artículo 130-las causales de extinción de la
acción disciplinaria son la muerte del investigado y por prescripción de la ac-
ción, en el término de 4 años contados a partir de la ocurrencia de los hechos
o conductas calificadas como causales de sanción en Estatuto; si son de carác-
ter permanente se cuenta a partir de la ocurrencia del último hecho.

9. CONCLUSIONES

La diversidad de caminos tomados por las cooperativas, es un estudio no


terminado, pues existen muchos insumos que pueden ser aprovechados por
las cooperativas del mundo para dar certeza jurídica a las situaciones aquí
tratadas.
Sobre la aplicación del procedimiento sancionatorio en las cooperativas
y de las respuestas obtenidas se puede observar que priva la tendencia a la re-
gulación general en las Leyes cooperativas sobre faltas y sanciones y se deja a
los estatutos y otros reglamentos su amplio tratamiento. Como excepción está
Brasil sin inclusión en la ley cooperativa y el caso de Cuba que toma diferentes
vías hasta la libertad por medio de la autorregulación en las CNA.
En cuanto la normativa constitucional y la aplicación Principios del
Debido Proceso y Legitima Defensa el resultado ha sido que desde el ámbi-
476 Ligia Roxana Sánchez Boza

to constitucional se detalle las etapas del Procedimiento Sancionatorio como


garantía de respeto a esos Principios y derechos derivados. Algunos autores
apuntan por la importancia de las pautas dadas por el Derecho Penal y en
cuanto la influencia del Derecho Administrativo, sólo en Costa Rica se en-
cuentra tal confusión, no generalizada. En Cuba, es incipiente el Amparo por
Derechos Fundamentales.
Sobre la viabilidad de interponer los recursos de revocatoria y apelación
contra la imposición de una sanción, en los países estudiados es factible re-
currir esa decisión. Varía según la competencia de los órganos sociales en-
cargados y se puede llegar hasta los tribunales. En cuanto la posibilidad de
interponer una apelación en Brasil ante el Superior, no es factible porque
las sanciones las impone la Asamblea de socios. En Costa Rica no es claro el
panorama.
Las vías internas del proceso disciplinario en las cooperativas varían des-
de establecer la competencia la Asamblea como máxima autoridad disciplina-
ria o en el Consejo Rector, según lo decida la legislación cooperativa de cada
país, excepción es Brasil donde hay ausencia de regulación legal y se deja a
los estatutos. En tales cuerpos normativos se establecen las etapas del proce-
dimiento sancionatorio y si fueren completos, aspectos de la extinción de la
acción disciplinaria como sería el plazo para su prescripción.
En síntesis, sobre el objeto de este ensayo, se puede concluir que las solu-
ciones normativas en el tema disciplinario se ha dejado, en la mayor parte de
los países estudiados, al ámbito interno de cada cooperativa.

10. BIBLIOGRAFÍA

Castillo. J. y Ríos, C. (2021). Ley de Asociaciones Cooperativas y creación del Instituto de


Fomento Cooperativo - 1ª. ed. Instituto de Fomento Cooperativo. Costa Rica.
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perativas. Deusto Estudios Cooperativos Núm. 4, Bilbao, pp. 111-124.
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El régimen disciplinario en las cooperativas 477

Sala Constitucional. Voto n. 1739-92 https://www.ucipfg.com › MAF › PTASS › Sente...


y Voto n. 2021-012156 de las 8 horas del 28 de mayo de 2021 https://salaconsti-
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Salazar, D. (2021). Aplicación del Nuevo Código General Disciplinario en el sector
central del Distrito Capital. Ed. Secretaría Jurídica. www.secretariajuridica.gov.
co
Sánchez, L. (sin publicar) La Declaración de la Identidad Cooperativa como guía a
los aspectos disciplinarios de las cooperativas. El caso de sanciones a asociados.
Ponencia presentada en el III Congreso Internacional de Derecho Cooperativo,
Colegio de Abogados y Abogadas de Costa Rica, 8 y 9 de agosto de 2022, En vías
de publicación.
CAPÍTULO 25
Las cooperativas, los sindicatos
y la negociacion colectiva en Uruguay

Sergio Reyes Lavega


Profesor de Economía Solidaria, Cooperativismo y Relaciones Laborales
Universidad de la República - Uruguay

Sumario. 1. Un preámbulo necesario: el gran aporte del Dr. Dante Cracogna. 2.


Descripción del contenido de este artículo. 3. Orígenes y evolución del coo-
perativismo y del sindicalismo. 4. El desarrollo paralelo de los sindicatos y de
las cooperativas en Uruguay. 5. Las semejanzas y las diferencias de cooperati-
vas y sindicatos. 6. El marco de la negociación colectiva. 7. Las cooperativas,
las relaciones laborales y la negociación colectiva: cooperativas de consumi-
dores o usuarios. 8. Las cooperativas, las relaciones laborales y la negociación
colectiva: cooperativa de trabajo. 9. Bibliografía.

1. UN PREÁMBULO NECESARIO: EL GRAN APORTE DEL DR.


DANTE CRACOGNA

Es con mucho placer que escribo estas líneas para el libro en home-
naje al Dr. Dante Cracogna. Conocí personalmente al Dr. Cracogna en el
año 1992, en momentos en que aún no estaba tan estrechamente vincu-
lado al cooperativismo por mis actividades técnicas jurídicas (Abogado y
Escribano), sino por ser dirigente de dos importantes cooperativas de nues-
tro país: la “Cooperativa de Ahorro y Crédito ACAC” (era su Secretario) y la
“Compañía Cooperativa de Seguros SURCO” (era su Presidente). Por cierto
que ya conocía la trayectoria del Dr. Cracogna y había leído algunos de sus
480 Sergio Reyes Lavega

excelentes trabajos. En aquella oportunidad él dio una conferencia en la


sede del Banco Central del Uruguay (BCU), sobre los valores y principios
cooperativos. Por aquellos tiempos estaban en análisis y discusión -en todo
el mundo- los cambios que se llevarían a cabo en el Congreso de la ACI
de Manchester de 1995 (en el que tuve el privilegio de participar). Aquella
conferencia en el BCU fue brillante, yo quedé impactado por la solvencia,
profundidad y claridad con que expuso sobre la temática. En los años si-
guientes mantuvimos alguna relación, aún en mi calidad de presidente de
SURCO, por cuanto el Dr. Dante Cracogna era uno de los asesores jurídicos
(conjuntamente con el Dr. Luis Armando Carello) que en ocasiones con-
formaba la delegación de “LA SEGUNDA COOPERATIVA DE SEGUROS
GENERALES” durante las negociaciones que en los años 90 y principio de
los 2000 culminaron con la integración de dicha cooperativa argentina a
SURCO. Y desde los primeros años del siglo en curso mi relación con el Dr.
Cracogna ha sido sobre todo en el campo jurídico, dado mi retiro de la acti-
vidad dirigencial y mi plena dedicación al ejercicio profesional y a la docen-
cia, sobre todo en el área del Derecho Cooperativo.
El aporte realizado por el Dr. Dante Cracogna al reconocimiento y for-
talecimiento de las particularidades jurídicas del cooperativismo es extraor-
dinario. No hay duda que su actividad docente, su gran cantidad de trabajos
escritos en libros y revistas, su integración en diversos consejos científicos, su
actividad en la Alianza Cooperativa Internacional, su accionar en la dirección
de la Editorial InterCoop y su participación en eventos diversos, han confor-
mado un cúmulo de elementos de fundamental importancia para la reafir-
mación de las instituciones jurídicas cooperativas y, por ende, del Derecho
Cooperativo en su conjunto. Y esto obedece tanto a la diversidad de temas
y aspectos que ha abordado, como a la precisión con que los ha analizado y
expuesto.
Personalmente también siento un profundo agradecimiento hacia Dante
por la ayuda que me ha brindado cuando he tenido que pedirle algún consejo
o le he realizado alguna consulta, como así también por la posibilidad que
me ha dado de participar en prestigiosas publicaciones del mundo cooperati-
vo. Merece especial destaque el apoyo que nos brindó durante el proceso de
aprobación de la ley general de cooperativas en Uruguay (2004-2008) y al ser
publicado nuestro Manual de Derecho Cooperativo (2011).
Así pues, considero muy merecido este homenaje al Dr. Dante Cracogna,
al amigo Dante, y por cierto que mi colaboración para este libro será muy hu-
milde en comparación con los elaborados trabajos suyos.
Las cooperativas, los sindicatos y la negociacion colectiva en Uruguay 481

2. DESCRIPCIÓN DEL CONTENIDO DE ESTE ARTÍCULO

En este artículo en primer lugar se realiza un repaso del origen y la evo-


lución que han tenido las cooperativas y los sindicatos, con una referencia
más detallada sobre la situación en Uruguay, para luego analizar, a la luz de
lo estudiado por prestigiosos autores, cuáles son sus principales diferencias y
semejanzas. Y, finalmente, se pasará revista al concepto de “negociación colec-
tiva” y al instrumento legal denominado “Consejos de Salarios”, mecanismo
este que integrando el “Derecho Colectivo del Trabajo” desde el año 1944,
ha caracterizado las relaciones laborales en nuestro país - en particular la ne-
gociación entre empresas y sindicatos- hasta el día de hoy; y específicamente
se analizará como se han insertado las cooperativas de las diversas clases (en
tanto empresas) en ese marco.

3. ORÍGENES Y EVOLUCIÓN DEL COOPERATIVISMO Y DEL


SINDICALISMO

Es sabido que los orígenes del cooperativismo y del sindicalismo se en-


cuentran más que nada en Europa en el periodo que podemos llamar como
el de la doble revolución: la Revolución Francesa (1789) y la Revolución
Industrial (1780/90-1840), esto es, en los finales del siglo XVIII y especial-
mente durante el siglo XIX. Con estos procesos revolucionarios se consolida
el sistema de producción capitalista, pero más que nada es con la Revolución
Industrial que se produce un profundo cambio en lo económico y en lo so-
cial. En lo social se puede afirmar que se consolida la clase social denominada
burguesía (como poseedora del capital) y, por otro lado, se configura la cla-
se social denominada clase obrera o proletariado (poseedora exclusivamen-
te de la fuerza de trabajo); esta realidad de clases sociales tiene un correlato
en lo económico en cuanto la burguesía será la propietaria de los medios de
producción y, en general, del capital, y la clase obrera deberá someterse a las
condiciones de trabajo que se le imponen, las cuales en definitiva llevan a una
situación de pauperización social.
En este contexto la burguesía defendía el poder político que había logra-
do (la Revolución Francesa es el hito más significativo en este sentido), por
medio de un conjunto de leyes que protegían sus intereses, y los trabajadores
(la clase obrera) veían como su salario y su situación en general se deterioraba
progresivamente. En esa realidad y en la búsqueda por alternativas diferentes,
los obreros encontraban la unión, el asociacionismo, como forma de reaccio-
nar con el fin de lograr mejores condiciones de vida. O, como dice Paniagua
482 Sergio Reyes Lavega

Zurera (2005: 30), “La culminación de este proceso histórico estuvo marcada
por dos hechos: el triunfo de las revoluciones burguesas, que eliminaron los
obstáculos a la implantación del nuevo modo de producción, y la intensifica-
ción de las técnicas productivas. Aparecen nuevas formas de organización del
trabajo asalariado presididas por la división del trabajo y el desarrollo del siste-
ma fabril. Las nuevas técnicas productivas exigen tal concentración de capital
que pocos obreros podrían, seriamente, pensar en el ejercicio individual de la
libertad de empresa”.
El asociacionismo obrero encuentra, en sus primeros tiempos, barreras
legales para su desarrollo (directamente se le prohíbe), y las asociaciones
con un mayor componente político son aun más reprimidas. Por otro lado,
y sin perjuicio de algunos desarrollos primigenios sobre emprendimientos
con multiplicidad de propósitos (recuérdese, por ejemplo, las comunidades
autosuficientes de Owen o los falansterios de Fourier), se van conformando
las cooperativas de consumo (en Inglaterra), de ahorro y crédito y agrarias
(en Alemania) y de producción (en Francia), todas las cuales se van diferen-
ciando de los sindicatos por el ejercicio de una actividad económica en forma
empresarial.
El reconocido autor francés Paul Lambert ha descripto esta “comunidad
de origen” del siguiente modo: “se trata de la misma tentativa del proleta-
riado para librarse de la opresión a comienzo del siglo XIX, cuando estaba
abandonado de todo el mundo. Incluso antes de que aparecieran los Pioneros
de Rochdale, y después, alrededor de 1848, empiezan a constituirse en Gran
Bretaña, en Francia y en Bélgica, asociaciones que son, unas, sindicatos, pese
a la prohibición legal de entonces, y otras, cooperativas. La naturaleza de estas
asociaciones es claramente proletaria; tanto de un lado como de otro, son los
propios trabajadores los que crean estos medios de lucha y de emancipación”
(Lambert, 1975: 223).
Por su parte otro reconocido autor, Antoine Antoni, unificaba la causa
ideológica de la situación y explicaba los movimientos sociales del siguiente
modo: “el liberalismo económico, soporte ideológico del capitalismo nacien-
te, consideraba que producción y consumo se ajustan por sí mismo para el
bien de todos, si ninguna intervención viene a alterar el supuesto libre juego
natural de leyes espontáneas y en consecuencia excelentes”, entonces -agrega-
ba- “la acción política, la reivindicación salarial, la creación de una economía
popular, la organización de la ayuda mutua (son parte de) .una sola lucha
contra la misma miseria, un solo combate contra la misma injusticia, tal fue la
ley de los primeros años” (Antoni, 1980: 245).
Ese origen común de los sindicatos y las cooperativas no necesariamen-
te indica que haya habido luego un tránsito unido y parejo con el correr de
Las cooperativas, los sindicatos y la negociacion colectiva en Uruguay 483

los años. Incluso el hecho de que en la interna del cooperativismo ya tem-


pranamente hubo una separación entre una tendencia que veía con mejores
ojos e impulsaba el desarrollo del cooperativismo de consumo, antes que el
cooperativismo de producción o trabajo (“soberanía del consumidor versus
emancipación del productor”), también dividía la visión que se le tenía desde
el movimiento sindical. De hecho, cuando se forma la Alianza Cooperativa
Internacional (ACI) en 1895, es precisamente aquella primera tendencia la
que claramente predomina.
También en el ámbito del sindicalismo se conformó -incluso antes- una
asociación que intentaba nuclear a las organizaciones y sindicalistas de va-
rios países. En efecto, en 1864 se formó la Asociación Internacional de
Trabajadores (denominada más adelante la Primera Internacional), la cual
perduraría hasta 1876 (dando paso luego a otras asociaciones).
Y es muy importante tener en cuenta la mencionada división entre coope-
rativas de consumidores y cooperativas de trabajadores 1, a los efectos de ana-
lizar la relación con los sindicatos, por cuanto, como veremos, es en las coope-
rativas de consumidores donde encontramos la mayor cantidad de personas
bajo relaciones laborales (personas asalariadas) y, por ende, donde habrá una
mayor vinculación con los sindicatos.

4. EL DESARROLLO PARALELO DE LOS SINDICATOS Y DE LAS


COOPERATIVAS EN URUGUAY

En Uruguay también el cooperativismo y el sindicalismo han tenido oríge-


nes similares y una evolución que mucho se asemeja al campo internacional.
En las últimas décadas del siglo XIX se constata la existencia de las primeras
organizaciones asociativas (sociedades de socorros mutuos, sociedades de re-
sistencia, pre cooperativas, etc.), por lo cual se puede afirmar que en esa épo-
ca hubo tanto un periodo “pre-sindical” como un periodo “pre-cooperativo”.
De acuerdo al Informe Relasur, la sindicalización en Uruguay está vinculada
al “tránsito hacia el modo de producción capitalista, denominado como pro-

1
Esta clasificación indica que las cooperativas de consumidores en sentido amplio (también
denominadas cooperativas de usuarios) son todas aquellas que la gente las constituye o integra
con la finalidad de acceder a determinados bienes o servicios que de otra forma no podrían o
les resultarían más caros (un bien de primera necesidad, un servicio de vivienda, de ahorro y
crédito, de seguros, etc.), y las cooperativas de trabajo -o en forma más amplia de trabajadores- son todas
aquellas que le brindan a las personas que las integran un puesto de trabajo en determinada
rama o sector de actividad, y al igual que las anteriores la finalidad es dar trabajo a personas que
de otra forma no lo obtendrían o que lo obtendrían pero en peores condiciones.
484 Sergio Reyes Lavega

ceso de modernización”, que tiene sus inicios en la década de 1870 y que trae
consigo bajas remuneraciones (y a destajo), un rígido sistema de sanciones
pecuniarias (multas o suspensiones), una extensión de la jornada de trabajo,
el trabajo infantil, etc. (Informe Relasur, 1995: 18).
El historiador Rodolfo Porrini ha destacado también el año 1870 como
punto de partida de los orígenes del movimiento obrero uruguayo, “al cons-
tituirse en forma permanente una organización formada exclusivamente por
trabajadores y para su defensa, como fue el caso de la Sociedad Tipográfica
Montevideana. Desde entonces se formaron sociedades de socorros mutuos
vinculadas a diferentes oficios o actividades y orígenes nacionales o regiona-
les. Algunas de estas terminaron constituyendo verdaderas organizaciones de
clase. También hubo cooperativas de producción, como la de los tipógrafos
entre 1889 y 1892. Y existieron múltiples experiencias de clase a través de re-
clamos, situaciones de conflicto y hasta huelgas que ambientaron, en algunos
casos, la génesis de “sociedades de resistencia” (Porrini, 2011: 1).
En lo atinente a las organizaciones de segundo y/o tercer grado el mo-
vimiento sindical luego de transitar diversas instancias en las que las ideolo-
gías jugaban un rol divisor, logró su unidad. En efecto, las tendencia católicas,
anarquistas, comunistas y socialistas, dieron lugar a diversas organizaciones
de mayor o menor duración; proceso luego del cual se llegó, en el año 1966,
a la unidad por medio de la Convención Nacional de Trabajadores (CNT),
devenida en 1984 en el Plenario Intersindical de Trabajadores - Convención
Nacional de Trabajadores (PIT-CNT), organización que hasta el día hoy cons-
tituye la central de trabajadores de amplísimo reconocimiento en la sociedad
y a nivel de los poderes públicos de Uruguay (Porrini, 2012: 3-4).
Por su parte, en el ámbito del cooperativismo uruguayo se fueron forman-
do ya en la segunda mitad del siglo XX federaciones por cada una de las ra-
mas de cooperativas que se iban desarrollando: consumo, producción y traba-
jo, vivienda, agrarias, ahorro y crédito, etc., todas las cuales constituyeron, en
1988, la Confederación Uruguaya de Entidades Cooperativas (CUDECOOP).
Estas organizaciones sindicales y cooperativas han tenido puntos de con-
tacto, en algunos casos vinculados a colaboraciones recíprocas para el desa-
rrollo de actividades concretas, y en otros casos en alianzas más o menos dura-
deras para realizar y defender planteamientos de índole programática. Pero
en alguna mediada las relaciones de las cooperativas con los sindicatos se ha
ido forjando en el marco de la negociación colectiva que se verá más adelante,
sobre todo a través del mecanismo de los consejos de salarios.
Asimismo, la historia nos indica que desde lo sindicatos se han gestado
o se han apoyado muchos emprendimientos cooperativos. En importantes
Las cooperativas, los sindicatos y la negociacion colectiva en Uruguay 485

centros de trabajo se formaron varias cooperativas de consumo, varias de las


cuales subsisten al día de hoy, algunas cooperativas de ahorro y crédito y mu-
chas cooperativas de vivienda. También en el ámbito rural algunos sindicatos
rurales dieron lugar a cooperativas agrarias.
En lo concerniente a las cooperativas de trabajo en muchas ocasiones la
causa de su constitución lo ha sido el impulso de los trabajadores de empresas
privadas en situación de quiebra, con el fin de mantener los puestos de traba-
jo. Eso ha ocurrido sobre todo en épocas de crisis económicas. Y en muchos
de estos casos ha tenido un rol importante el apoyo de los sindicatos para
la negociación con autoridades públicas o para favorecer la cohesión de los
grupos, entre otros elementos. Como ha dicho Juan Pablo Marti, “En algunos
casos brindan apoyos varios -local para el funcionamiento de la cooperativa,
asesoramiento, préstamos, etc.-; en otros casos avalan la creación de la coope-
rativa.”. También, acertadamente, este autor ha señalado que para los sindica-
tos implica un gran desafío “la aparición de una nueva lógica de acción social
por parte de los trabajadores basada en una nueva identidad y autonomía”
(Martí, 2006: 219-236).
Finalmente, es de destacar que existen, actualmente, algunos casos en
que los sindicatos han auspiciado la creación de cooperativas de trabajo para
llevar a cabo algunos servicios que aquellos brindan a sus afiliados.

5. LAS SEMEJANZAS Y LAS DIFERENCIAS DE COOPERATIVAS Y


SINDICATOS

De acuerdo a la obra de Kaplan de Drimer y Drimer, tenemos que los sindi-


catos son entidades que “agrupan a personas que tienen un mismo trabajo u otra
actividad económica común, o bien las personas que son asalariadas de una mis-
ma empresa, o aquellas que desarrollan trabajo o actividades afines, etc.;” “pro-
curan la defensa de los intereses profesionales de sus asociados”; “se proponen,
principalmente, conseguir para los asociados remuneraciones o retribuciones ra-
zonables y mejorar las demás condiciones de sus respectivos trabajo o actividad”;
y “a tal efecto, suelen representar a sus asociados frente al gobierno, las organiza-
ciones patronales u otras entidades; suscriben convenios colectivos u otros com-
promisos; realizan eventualmente huelgas u otras medidas de fuerza en apoyo de
sus reclamaciones; proporcionan servicios complementarios de carácter cultural,
sanitario, asistencial, etc.” (Kaplan de Drimer y Drimer, 2017: 388).
Los autores mencionados sostienen que, del mismo modo que las coope-
rativas, los sindicatos basan su accionar “en la fuerza que resulta de la unión y
486 Sergio Reyes Lavega

del apoyo mutuo de sus asociados”. Dichas entidades tienen también algunas
reglas similares, tales como: el ingreso libre de asociados, la elección democrá-
tica de sus dirigentes, la igualdad de los miembros y la prestación de servicios
con exclusión de todo propósito de lucro.
En cuanto a los recursos económicos los sindicatos se diferencian de las
cooperativas, en el sentido de que no cuentan con capital accionario (en el
caso de las cooperativas este se denomina “capital social” y se representa en
“partes sociales”), y reciben cuotas periódicas de sus asociados (por lo general
cuotas mensuales), sin lugar a distribución de excedentes, dado que todos los
recursos se destinan fundamentalmente a solventar los gastos del desarrollo
de sus actividades.
Y finalmente destacan los citados autores que, desde el punto de vista
doctrinario, los puntos de contacto entre cooperativismo y sindicalismo son
varios: ambos “se proponen conseguir o consolidar el bienestar de grandes
masas de la población” y procuran, por diversos medios, “la humanización
de la economía, la dignificación del trabajo, una distribución más justa de los
ingresos, la elevación del nivel de vida, la difusión del sentido de responsabili-
dad y la educación popular” (Kaplan de Drimer y Drimer, 2017: 389).
Por su parte, el autor Antoni et al. nos dice que sindicalismo y cooperati-
vismo “son agrupaciones populares de carácter espontaneo”, y que en ambos
se aplica el principio de libre adhesión y de libre renuncia, reina el principio
de “un hombre, un voto”.
En cuanto a las diferencias Antoni nos dice que, en el campo de las respon-
sabilidades, el fracaso del sindicato podría acarrear más que nada la renuncia
de los adherentes, en cambio, el fracaso de la cooperativa puede implicar para
sus miembros la pérdida de su capital, y consecuencias judiciales y pecuniarias
que pueden ser graves. Y agrega: una acción sindical “mal preparada o inopor-
tunamente lanzada” puede ser atemperada luego con una conquista o logro
relevante, y, en cambio, “la acción cooperativa no tolera bruscas alternativas.
Es fruto de una larga paciencia al servicio de una marcha progresiva regular.
Todo error puede hacer perder los frutos de años de trabajo y exigirá otros
tantos para reponerlos” (Antoni, 1980: 248).
En orden a los objetivos Antoni nos dice que “el sindicato es esencial-
mente reivindicativo. Defiende los intereses de los trabajadores contra los de
las empresas, que le son extraños. Lucha por mejores salarios y condiciones
de trabajo y no comparte las responsabilidades del patrón.” Por su lado, “los
trabajadores unidos en una cooperativa de consumo para mejorar la calidad
y el precio de los productos de primera necesidad, o en una cooperativa de
producción para abolir el asalariado, o en una cooperativa de vivienda para
Las cooperativas, los sindicatos y la negociacion colectiva en Uruguay 487

alojarse mejor y con mayor economía, no se conforma con una afirmación


de voluntad que triunfará o fracasará, según sea la relación de fuerzas y su
evolución. Tratan de aportar directamente y por sí mismos la solución de sus
propios problemas, por medio de empresas de las que ellos son a la vez pro-
pietarios y gestores” (Antoni, 1980: 250, 251, 252).

6. EL MARCO DE LA NEGOCIACIÓN COLECTIVA

Ahora bien, en cuanto al instrumento jurídico de la “negociación colec-


tiva” corresponde decir, en primer lugar, que se ubica dentro del Derecho
Laboral o Derecho del Trabajo; y de algún modo esta rama del Derecho ha
ido avanzando en gran medida por la lucha y reivindicaciones de los traba-
jadores. Como decía el Dr. Plá Rodríguez: “La unión de los trabajadores está
en el comienzo del fenómeno laboral y fue la respuesta natural a la injusticia
y a la explotación realizada por los empresarios. Al principio, la unión de los
trabajadores engendró la atención pública sobre el fenómeno laboral. De esa
atención por el fenómeno laboral derivó la legislación del trabajo. La legisla-
ción del trabajo fue reconociendo la realidad social y sindical, lo que significó
suprimir trabas para la unión y, en un segundo momento crear estímulos para
la unión de los trabajadores. En la medida en que se formaron asociaciones
profesionales, surgió una nueva forma de creación del derecho del trabajo:
la de origen profesional y extraetático que tuvo en los convenios colectivos su
máxima expresión” (Plá Rodríguez, 1989: 43).
Ese nuevo derecho se fue consolidando como el Derecho del Trabajo o
Derecho Laboral que hoy en día conocemos, y que contiene las regulaciones
del llamado derecho individual del trabajo (siendo su figura típica el contrato
de trabajo) y del derecho colectivo del trabajo (dentro del cual hallamos a la
libertad sindical, el derecho de huelga, y particularmente la negociación colecti-
va y los convenios colectivos).
Uno de los instrumentos fundamentales contenido en el Derecho
Colectivo del Trabajo es de los Consejos de Salarios, creado por ley 10.449
del año 1943, que funcionan en todas las ramas de las actividades laborales y
tiene “por cometido fijar el monto mínimo de los salarios por categoría labo-
ral y actualizar las remuneraciones de todos los trabajadores de la actividad
privada” (art. 5, ley 10.449). Esta ley fue complementada 18.566 del año 2009,
en la cual se reguló en forma más exhaustiva la negociación colectiva en el
ámbito de la actividad privada y se introdujeron algunas modificaciones (tal
como la creación del Consejo Superior Tripartito). Cabe aclarar que los con-
sejos de salarios constituyen ámbitos de negociación tripartitos (empresarios,
488 Sergio Reyes Lavega

trabajadores y representantes del Estado) y sin duda contribuyen en mucho


a la estabilidad de las relaciones laborales (en la actualidad existen 25 grupos
que obedecen a otras tantas ramas de actividad, y por lo regular cada uno de
ellos tienen, a su vez, internamente de 5 a 20 subgrupos). También existe, y
está regulada de mejor forma hoy en día en la última ley citada, la negociación
colectiva bipartita.
Cabe decir a esta altura que las empresas cooperativas no están contem-
pladas expresa y específicamente en el marco legislativo antes relacionado,
por lo cual, el movimiento cooperativo sostiene desde hace unos años la nece-
sidad del “cuatripartismo”, es decir, la incorporación en ese marco en forma
diferenciada de las cooperativas, de manera tal que sus particularidades y dife-
rencias con las empresas de capital puedan ser tenidas en cuenta.

7. LAS COOPERATIVAS, LAS RELACIONES LABORALES


Y LA NEGOCIACIÓN COLECTIVA: COOPERATIVAS DE
CONSUMIDORES O USUARIOS

Ahora bien, estando a la clasificación de las cooperativas antes menciona-


da (cooperativas de consumidores o usuarios y cooperativas de trabajadores),
es sabido que las que predominaron en el siglo XIX y primera mitad del siglo
XX fueron las de consumidores o usuarios, y como explica Cracogna: esa épo-
ca “resultó en una significativa afirmación del cooperativismo de consumo,
asentado no ya en la búsqueda de mejoramiento de la situación del proleta-
riado industrial, sino en el designio de lograr el progreso de los consumidores
en general; es decir, de toda la población, puesto que la condición de consu-
midor tiene carácter universal.” (Cracogna, 2011: 51). Por su parte, el coope-
rativismo de trabajo, como lo decía Laidlaw en 1980, tuvo un repunte desde
la segunda mitad del siglo XX (sobre todo desde la década de 1960 en ade-
lante), y lo explicaba de esta forma: “la rehabilitación del concepto global de
las cooperativas de trabajo; de una posición de negligencia benévola durante
75 o más años, han recuperado un lugar de alta estima en el pensamiento
de muchos cooperativistas” (Laidlaw, 1980:126). Hoy en día se puede afirmar
que existe una cierta paridad en el desarrollo de ambas clases de cooperativas.
Corresponde ahora describir de qué forma se insertan las cooperativas en
ese esquema de negociación colectiva que, estrictamente, no fue pensado ni
diseñado para ellas. Al igual que en casi todo el mundo, en Uruguay las coo-
perativas de consumidores o usuarios tuvieron un desarrollo más temprano y
más potente que las cooperativas de trabajadores. Y en general en aquella cla-
se de cooperativas quienes realizan las operaciones (manuales, operativas, lo-
Las cooperativas, los sindicatos y la negociacion colectiva en Uruguay 489

gísticas, financieras, administrativas, etc.) tendientes a dar cumplimiento a las


actividades propias del objeto social de la cooperativa, son personas contrata-
das bajo el régimen de relación laboral (es decir, empleados/as); quiere decir,
pues, que en este caso las cooperativas actúan como empleadoras. En cambio,
como se verá mayormente en el siguiente apartado, en la clase de cooperativas
de trabajadores (cooperativas de trabajo, cooperativas sociales, cooperativas
de artistas y oficios conexos) la situación es toda la contraria: esencialmen-
te quienes llevan a cabo las tareas, actividades y operaciones tendientes a la
producción de los bienes y servicios y su comercialización en el mercado son,
precisamente, los propios socios. Incluso esto se verifica a partir de la defini-
ción de cooperativa de trabajo que establece el art. 99 de la Ley General de
Cooperativas N° 18.407: “Son cooperativas de trabajo las que tienen por obje-
to proporcionar a sus socios puestos de trabajo mediante su esfuerzo personal
y directo “ Y las cooperativas sociales (art. 172, Ley 18.407) y las de artistas y
oficios conexos (art. 180, Ley 18.407) son subtipos de las cooperativas de tra-
bajo, por ende, se les aplica la misma definición.
A esta altura es pertinente hacer dos salvedades:
(1) Si bien en la mayoría de las cooperativas de consumidores o usuarios
quienes realizan las actividades operativas son personas bajo el régimen labo-
ral (empleadas), no significa que no haya cooperativas de ese tipo en las cua-
les sean sus socios quienes lleven a cabo las actividades tendientes a cumplir
con el objeto de la cooperativa. Esto por lo regular ocurre cuando se trata de
cooperativas pequeñas 2.
Por cierto que las personas empleadas de las cooperativas también pueden
ser socias de ellas, pero en tal caso habrá dos regímenes jurídicos diferentes que
se superponen: por un lado, la relación laboral se regirá por el estatuto jurídico
laboral (legislación del trabajo en general), y, por otro lado, la relación coo-
perativa se regirá por el estatuto jurídico cooperativo (legislación cooperativa,
estatuto y reglamentos de cada cooperativa). Esta doble calidad es admitida por
lo general en casi todas las legislaciones cooperativas, pero en el caso uruguayo
el art. 22 literal H) de la Ley 18,407 establece una limitación en los derechos de
los socios: “Cuando la naturaleza de la cooperativa lo permita, los empleados
podrán ser socios de ella pero no podrán votar cuestiones relativas a su condi-

2
En Uruguay han existido en épocas de crisis “clubes de compra”, los cuales tienen
un funcionamiento similar al de las cooperativas de consumo, y todas sus operaciones las
realizan los propios integrantes de esos clubes. Hoy en día existe una entidad denominada
“Mercado Popular de Subsistencia” (MPS) que funciona como un gran club de compras, con
varias regionales y su administración y demás operaciones se realizan por medio de comisiones
de trabajo con la coordinación de una mesa coordinadora, todas formadas por los propios
integrantes del MPS.
490 Sergio Reyes Lavega

ción en las Asambleas ni formar parte de los otros órganos sociales, sin perjuicio
de otras estipulaciones que se establezcan en el estatuto. En todo caso gozarán
de un tratamiento no inferior al que la legislación otorga a los trabajadores de
la misma actividad.” Es así que las personas que son empleadas y socias a la vez,
no podrán integrar los órganos sociales (consejo directivo, comisión fiscal) y no
podrán votar en las asambleas en las cuestiones atinentes a su calidad de em-
pleadas, tales como salarios, horarios de trabajo, etc.
(2) Y la segunda salvedad es que en la legislación uruguaya (art. 102, Ley
18.407) las cooperativas de trabajo pueden contratar personal bajo el régimen
laboral (empleadas) dentro de determinados límites (no más del 20% de so-
cios de las cooperativas y otras situaciones excepcionales).
Ahora bien, en nuestro ordenamiento jurídico -y tal como lo dijimos ya en
este capítulo- es indudable que a las relaciones laborales (relaciones de depen-
dencia) que se generan en las cooperativas le son aplicables, en su totalidad,
las normas del Derecho del Trabajo, tanto las del Derecho Individual como
las del Derecho Colectivo, y dentro de este todo lo atinente a la “negociación
colectiva”. Es así, pues, que las cooperativas en este caso operan como emplea-
doras y -como tales- tienen el derecho-obligación de entablar negociaciones
dentro del marco regulatorio antes mencionado. Como ya se dijo, dentro de
dicho marco no están expresamente reconocidas las empresas cooperativas
y sus particularidades. No obstante, no está prohibido el funcionamiento de
subgrupos especiales dentro de cada grupo de actividad. Por ejemplo, dentro
del grupo 10 correspondiente a “Comercio en general” funcionan 24 subgru-
pos, siendo uno de ellos el de “cooperativas de consumo”; también en el en
Grupo 14 de “Intermediación financiera, seguros y pensiones” funcionan 22
subgrupos correspondiendo dos de ellos a las cooperativas de ahorro y crédito
(“cooperativas de capitalización” y “cooperativas de operativa restringida”).
La creación de estos subgrupos se ha basado en la significación, volumen de
operaciones y cantidad de empleados de estas cooperativas, y también en el
impulso de las propias cooperativas y de sus sindicatos.
Así pues, en Uruguay en todas aquellas cooperativas de consumidores o
usuarios (agrarias, de consumo, de vivienda, de ahorro y crédito, de seguros,
etc.) y cooperativas de trabajadores (cooperativas de trabajo) en las cuales
haya personas bajo el régimen de relaciones laborales, a pesar de no estar
reconocido el “cuatripartismo” las cooperativas quedan insertas en el régimen
de negociación colectiva en el esquema de los denominados “consejos de sala-
rios” (empresarios, trabajadores, Estado) 3.

3
Como se dijo ut supra también está regulada legalmente (y en la práctica en algunas
empresas se practica) la negociación colectiva bipartita (empresarios y trabajadores). Hoy en
Las cooperativas, los sindicatos y la negociacion colectiva en Uruguay 491

8. LAS COOPERATIVAS, LAS RELACIONES LABORALES Y LA


NEGOCIACIÓN COLECTIVA: COOPERATIVAS DE TRABAJO

En cuanto a las cooperativas de trabajadores (de trabajo, sociales, de artis-


tas y oficios conexos) cabe resaltar que las relaciones entre los socios y sus coo-
perativas por más que, en apariencia, puedan parecer relaciones laborales,
estrictamente son relaciones de carácter asociativo (también se les denomina
societarias). En términos del art. 9 la Ley 18.407 se trata de actos cooperativos. En
el capítulo específico este concepto se refuerza en tanto se establece (art. 100)
que “La relación de los socios con la cooperativa es societaria”.
Como ya se dijo, en esta clase de cooperativas son los socios los que llevan
a cabo las tareas para cumplir con el objeto social; dicho de otro modo: el ob-
jeto social de la cooperativa es dar puestos de trabajo a sus socios. Y también se
comentó que estas cooperativas pueden tener empleados (por lo menos en la
legislación uruguaya). Pues bien, en este último caso no hay duda alguna de
que existen relaciones laborales clásicas (son personas asalariadas de las coo-
perativas) y tienen el derecho de crear sindicatos o afiliarse al sindicato de la
rama y participar en las negociaciones colectivas.
Ahora bien, en relación con los socios de estas cooperativas en principio
se debe afirmar que estas tienen total autonomía e independencia para fijar
su régimen de trabajo, remuneraciones, régimen disciplinario, etc., pero ocu-
rre que la legislación uruguaya ha establecido ciertos límites a esa autonomía
desde el momento que en el art. 101 de la ley 18.407 se ha establecido que
“Las remuneraciones mensuales de los socios de la cooperativa . no podrán
ser inferiores al laudo y demás beneficios sociales que correspondan según
la ley o el convenio colectivo aplicable a la actividad económica donde gire
la cooperativa, con todos los beneficios sociales que legalmente correspon-
dan.” Y, a su vez, el art. 102 ha consignado que: “Serán aplicables a todos los
trabajadores, tengan o no la calidad de socios, las normas de protección de la
legislación laboral y la previsión social, excepto la indemnización por despido
a los socios excluidos”.
Así entonces, aun en el caso de los socios de estas cooperativas el régimen
de remuneraciones y otros beneficios sociales son similares a los trabajadores
no socios (o sea, a los empleados), lo cual podría llevar a confundir acerca
de la naturaleza jurídica de su relación. Aunque puede sostenerse con fun-
damento en otras disposiciones de la ley (por ejemplo, el ya citado art. 100) y
por el solo hecho de que al haberse establecido expresamente que se le deben

día en caso de arribarse a convenios colectivos en el marco de una negociación bipartita, se


suelen luego incorporar y homologar esos acuerdos en los consejos de salarios.
492 Sergio Reyes Lavega

aplicar a los socios las mismas remuneraciones y demás beneficios sociales que
los empleados, es porque se trata de una naturaleza diferente a la de una rela-
ción laboral.
Se puede esgrimir en favor de la existencia de estas normas protectoras
de los socios de las cooperativas de trabajo (las de los artículos 101 y 102), la
decisión de que los socios de las cooperativas no queden por debajo de las
condiciones de los demás trabajadores de su rama o sector, y también podrían
justificarse en la necesidad de prevenir la creación de falsas cooperativas de
trabajo, es decir, aquellas que estén formadas con intenciones de encubrir ver-
daderas relaciones de dependencia laboral.
Así pues, es muy claro que rige para los socios de las cooperativas de traba-
jo lo que emerja de las negociaciones colectivas, fundamentalmente los acuer-
dos pactados en los consejos de salarios correspondientes a la rama o sector
de actividad en el cual se ubique cada cooperativa. Pero, es de señalar, una vez
más, que, en rigor, estas cooperativas (o estos cooperativistas) recepcionarían
estas condiciones en forma pasiva, por cuanto al no existir un cuatripartismo
los socios de esta clase de cooperativas no integran las delegaciones ni de los
empresarios ni de los trabajadores.
Dicho esto, cabe decir que en Uruguay en algunos muy pocos casos (el
sector cooperativo del transporte de Montevideo es el más notorio), los so-
cios cooperativistas se integran en sindicatos y participan en los consejos de
salarios, como así también han logrado integrar la delegación de los empre-
sarios. Por cierto que esto mercería un estudio particular, pero, por ahora, se
podía decir que estas cooperativas han encontrado una vía oblicua de llegar al
cuatripartismo.

9. BREVÍSIMA REFLEXIÓN FINAL

Se ha desarrollado la temática de las cooperativas, los sindicatos y la nego-


ciación colectiva en Uruguay, como forma de despertar o reafirmar el interés
en el sentido de que los Estados nacionales debieran prestar mayor atención a
la adecuación de sus marcos legales, con la finalidad de atender a las caracte-
rísticas especiales de las cooperativas.

10. BIBLIOGRÁFÍA

Antoni, A., Mondini, E., Graham, F. (1980). Cooperativas de trabajo, B. As., Intercoop.
Las cooperativas, los sindicatos y la negociacion colectiva en Uruguay 493

Cracogna, D. (2011). ”La legislación de defensa del consumidor y las cooperativas”.


Boletín de la Asociación Internacional de Derecho Cooperativo, núm. 45.
Kaplan de Drimer, A. y Drimer, B. (2017). Las Cooperativas. Fundamentos, Historia.
Doctrina, Bs. As., Intercoop.
Laidlaw, A. (1980). Las cooperativas en el año 2000, ACI.
Lambert, P., (1975), La doctrina cooperativa, Bs. As., Intercoop.
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y Uruguay, Unircoop Américas, Red universitaria de las Américas en estudios
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Paniagua Zurera, M. (2005). Tratado de Derecho Mercantil. La sociedad cooperativa y las
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trabajo inédito.
Relasur, Informe (1995), Las Relaciones Laborales en Uruguay, Mvdeo., FCU.
CAPÍTULO 26
Las cooperativas sociales de servicios para trabajadores
y la necesidad de un marco legal adecuado para su
funcionamiento

Antonio José Sarmiento Reyes


Vicepresidente Colegio de abogados de Derecho Cooperativo y solidario “coolegas”
Colombia

Sumario: 1. Introducción. 2. Las cooperativas de servicios para trabajadores: 2.1.


Asistencialismo y mutualismo: las dos caras de la solidaridad. 2.2. Las coo-
perativas como empresas sociales. 2.3. Las cooperativas de servicios y las
cooperativas de trabajo asociado. 2.3.1 Cooperativas de trabajo asociado (o
trabajadores asociados). 2.3.2 Cooperativas de servicios a los asociados (o de
consumidores o usuarios).2.3.3. La problemática de las cooperativas de tra-
bajo asociado en Colombia. 2.3.4. Las cooperativas de servicios para trabaja-
dores como posible solución a la crisis. 2.3.5. Problemas legales que plantean
las cooperativas de servicios para trabajadores. 2.3.6. Problemas económi-
cos de las cooperativas de servicios para trabajadores. 3. Conclusiones. 4.
Bibliografía.

1. INTRODUCCIÓN

La crisis de los emigrantes venezolanos, en pleno siglo XXI, es sin lugar a


duda una de las más grandes que haya sufrido pueblo alguno en la historia de
la humanidad. Está llena de contrastes y de absurdos que hacen inexplicable
que uno de los países más ricos del mundo en recursos naturales, con reservas
de petróleo incalculables, tenga que ver cómo sus jóvenes y personas mayores,
abandonan el país en la pobreza absoluta, para empezar una nueva vida en
otros países vecinos, sobre todo en Colombia.
496 Antonio José Sarmiento Reyes

El mundo ha visto la dramática situación de miles de venezolanos y colom-


bianos que residían en Venezuela, quienes han tenido que emigrar de dicho
país hacia otras naciones de Suramérica, especialmente a Colombia, por ser el
país fronterizo que les ofrece mayores posibilidades de trabajo y de permane-
cer cerca de sus familias radicadas en Venezuela. Se calcula que, a finales del
año 2022, más de 2.480.000 venezolanos habían ingresado legal o ilegalmente
a Colombia y deseaban permanecer allí.
Las cifras económicas son escalofriantes y ni siquiera se encuentran por-
centajes parecidos en textos de economía que traigan ejemplos de lo que se-
ría una hiperinflación o una gran recesión. Los datos oficiales del gobierno
venezolano no son, desde luego, confiables. Es necesario acudir a expertos
internacionales que han calculado esta debacle económica.
Esas cifras explican por sí solas, la diáspora venezolana hacia sus vecinos
latinoamericanos, en especial, a Colombia, por ser el país fronterizo más pare-
cido en su idiosincrasia, costumbres, cultura y hasta geografía con Venezuela.
La mayoría de los emigrantes prefieren no estar tan lejos de las familias que
han abandonado en su país natal. El idioma es el mismo (español) y mu-
chos venezolanos son hijos de colombianos que en otras épocas emigraron a
Venezuela, cuando este país tenía la mejor economía de Latinoamérica.
La extensión de Venezuela es de 912.050 KM2, Su población es de
31.977.065 habitantes. La población de Colombia es de aproximadamente 50
millones de habitantes y su extensión es de 1.141.748 KM2. Esto significa que
en Colombia caben España, Francia y Portugal sumados. Santander, uno de
los 32 departamentos en que se divide Colombia y al que llega el mayor nú-
mero de venezolanos por su cercanía, tiene una extensión de 30.537 Km2, es
decir, casi la misma extensión de Bélgica, que es de 30.528 Km2.
A pesar de esas grandes dimensiones territoriales, los venezolanos cami-
nan días y meses desde sus ciudades de origen hasta las ciudades colombianas
y van más allá, hasta Ecuador, Perú y Chile. Las distancias son enormes en
Suramérica, pero la falta de recursos económicos hacen que los emigrantes
no puedan costearse el transporte terrestre ni muchos menos el aéreo.
Aunque Colombia tiene también problemas económicos y sociales, las
cifras macroeconómicas contrastan con las de Venezuela en este momento
y la hacen ver como si fuera la “nueva tierra de las oportunidades” para los
inmigrantes.
Todo este panorama desolador hace pensar en múltiples soluciones para
mitigar el dolor y la pobreza de los inmigrantes venezolanos en Colombia.
Miles de colombianos han ayudado directamente a los inmigrantes con sus
propios recursos o a través de fundaciones. La Iglesia católica y otras iglesias,
también han colaborado con alimentación, albergues, etc. Desde luego, la-
Las cooperativas sociales de servicios para trabajadores 497

mentablemente, también ha habido actitudes de rechazo a tantos inmigrantes


y ciertos brotes de xenofobia por parte de algunos nacionales colombianos
que preferirían que se prohibiera el ingreso de más inmigrantes porque con-
sideran que con los bajos salarios por los cuales se ofrecen para trabajar, les
quitan empleos a los colombianos, lo cual ha sucedido en la realidad.
El Gobierno Nacional ha facilitado permisos para que los venezolanos
puedan permanecer en Colombia a pesar de no haber podido ingresar en
forma legal, ya que la expedición de pasaportes en Venezuela se ha vuelto un
gran obstáculo. Los hospitales y escuelas públicas están saturados y la deman-
da de servicios excede su capacidad y presupuesto.
Colombia ha solicitado la ayuda de organismos internacionales para finan-
ciar la crisis. Si hubiera una gran solidaridad de la comunidad internacional
se podría aprovechar la mano de obra venezolana para construir, por ejemplo,
carreteras, hospitales y escuelas; es decir, para mejorar la infraestructura, lo que
beneficiaría a Colombia y daría trabajo a miles de venezolanos y a colombianos.
Se trata de un incremento inusitado de uno de los factores de produc-
ción: la fuerza de trabajo. Es imposible contener la inmigración.
Uno de los muchos problemas que se plantean ante esta coyuntura socio-eco-
nómica es la generación de puestos de trabajo para estos inmigrantes y para los
colombianos que ya estaban desempleados antes que empezara la inmigración.
En este artículo nos proponemos mostrar una solución práctica que esta-
ría al alcance de los propios afectados venezolanos y de los colombianos que
desean ayudarlos o que también necesitan ayuda para procurarse un puesto
de trabajo: las cooperativas de servicios para trabajadores. Esto implica un reto le-
gal y empresarial, pues la legislación colombiana no contempla esta figura,
pero tampoco la prohíbe. No se conocen modelos en los países vecinos de
este tipo de cooperativas, pero ya se ha empezado su constitución por los pro-
pios inmigrantes y ciudadanos colombianos, como se analizará en este escrito.

2. LAS COOPERATIVAS DE SERVICIOS PARA TRABAJADORES

2.1. Asistencialismo y mutualismo: las dos caras de la solidari-


dad

La solidaridad, que se puede definir como: “hacer propia la causa del


otro”. Tiene dos manifestaciones que son como las dos caras de una misma
moneda: el asistencialismo y el mutualismo.
498 Antonio José Sarmiento Reyes

En el asistencialismo, una persona o grupo de personas hacen propia la


causa de otros sin esperar ninguna contraprestación a cambio. Bien puede
ser bajo la figura de una asociación (grupo de personas unidas por un interés
común) o destinando un patrimonio en forma específica para tal fin (funda-
ción). Es decir, en el primer caso se trata de un conjunto de personas que ayu-
da a otros. En el segundo caso se trata de un conjunto de bienes (patrimonio)
que se destina por una o varias personas para ayudar a otros. Ambos tipos de
organizaciones se enmarcan dentro de las llamadas organizaciones no guber-
namentales (ONG´s).
Por su parte, en el mutualismo, un grupo de personas hacen propia
la causa de otros, pero esperan que estos últimos también hagan propia
su causa. Estamos ante la auto- ayuda (self-help) solidaria, ante la recipro-
cidad. Ya no se trata de ONG´s, se trata de cooperativas y otras organi-
zaciones semejantes (precooperativas, asociaciones mutuales, fondos de
empleados), con las que se busca satisfacer las necesidades y aspiraciones
económicas, sociales, culturales y ambientales, del grupo, mediante el es-
fuerzo propio, la autoayuda solidaria y a través de una empresa de manejo
común y de propiedad colectiva. Esta empresa es autogestionada por sus
propios asociados.

2.2. Las cooperativas como empresas sociales

La Alianza Cooperativa Internacional (ACI), máximo organismo rector


en el mundo del cooperativismo, en su congreso de Manchester 1995, for-
muló la siguiente definición denominada “declaración de identidad de las
cooperativas”:
Una cooperativa es una asociación autónoma de personas que se han
unido voluntariamente para hacer frente a sus necesidades y aspiraciones
económicas, sociales y culturales comunes por medio de una empresa de
propiedad conjunta y democráticamente controlada.
El criterio de identidad sirve para diferenciar a las cooperativas de las
sociedades comerciales. Mientras en las sociedades comerciales unos son los
dueños (por ejemplo, accionistas) y otros son los usuarios de los bienes y ser-
vicios que produce la empresa comercial; en una cooperativa los asociados
son simultáneamente los dueños, gestores y usuarios de los bienes y servicios
que produce la cooperativa. De allí que en la legislación colombiana se con-
sidere a las cooperativas como asociaciones sin ánimo de lucro (non profit
asociations); mientras que a las sociedades comerciales se les considera como
asociaciones con ánimo de lucro.
Las cooperativas sociales de servicios para trabajadores 499

2.3. Las cooperativas de servicios y las cooperativas de traba-


jo asociado
Las cooperativas pueden ser clasificadas desde muchas perspectivas. Una
de las clasificaciones más importantes es según su finalidad. Según este criterio,
las cooperativas se clasifican en cooperativas de trabajo asociado (o de trabaja-
dores asociados) y de servicios a los asociados (o de consumidores o usuarios).
Otra clasificación puede ser según su objeto. En esta clasificación la pre-
gunta que se responde es ¿le presta la cooperativa a sus asociados uno o varios
servicios y en este último caso, semejantes o diferentes? Dependiendo de la
respuesta se clasifican en especializadas o multiactivas.
Además de las clasificaciones ya señaladas, las cooperativas pueden ser
agrupadas de muy diversas maneras. Por ejemplo: según la amplitud de sus
operaciones, del orden nacional o local; según su actividad económica (de
producción, consumo, comercialización, ahorro y crédito, vivienda, etc.
Según su grado de integración: cooperativas de base (conformadas por per-
sonas naturales) o cooperativas de segundo o más grados (conformadas por
personas jurídicas de naturaleza cooperativa), y otras muchas clasificaciones.
Para efectos de este artículo, solo tomamos la clasificación más importan-
te quizás, que es según su finalidad. Aquí se está respondiendo a la pregunta
¿para qué han constituido la cooperativa los asociados? La respuesta puede
ser, entonces: para que la cooperativa les brinde un puesto de trabajo (coopera-
tivas de trabajo asociado). O puede ser, para que les preste unos servicios deter-
minados, como ahorro y crédito, consumo, comercialización u otros (coopera-
tivas de servicios a los asociados).
El criterio o principio de identidad a que ya se ha hecho referencia en este
escrito, resulta relevante en esta clasificación como se observa a continuación.

2.3.1. Cooperativas de trabajo asociado (o trabajadores asociados)


En las cooperativas de trabajo asociado los empleadores o patronos son
los propios asociados; quienes a la vez, son los trabajadores de la empresa. De
allí que no se pueda hablar de contrato de trabajo dependiente, ni de salario,
sino de trabajo asociado y compensaciones.

2.3.2. Cooperativas de servicios a los asociados (o de consumidores o


usuarios)
En las cooperativas de servicios a los asociados, los asociados son simultá-
neamente los aportantes (propietarios) y gestores de la empresa que presta
los servicios de los cuales son ellos usuarios o consumidores.
500 Antonio José Sarmiento Reyes

Un ejemplo nos puede ilustrar mejor la diferencia entre las dos clases de
cooperativas: de trabajo asociado y de servicios a los asociados.
Un grupo de maestros pueden constituir una cooperativa de trabajo
asociado para prestar servicios de educación a terceros. En este caso los
asociados (maestros) son dueños y gestores del colegio. Además, son si-
multáneamente los trabajadores del mismo. Al ser dueños y trabajadores,
se confunde la identidad entre empleadores y empleados, pues son las mis-
mas personas. Los usuarios serían terceros que matricularían a sus hijos en
dicho colegio.
Ahora bien, desde el punto de vista de los usuarios de los servicios, tam-
bién se podría constituir una cooperativa de educación. En este caso no se tra-
taría de una cooperativa de trabajadores asociados (maestros), sino de usua-
rios de servicios.
Así, si en un municipio determinado no existen suficientes estableci-
mientos educativos públicos ni privados, los padres de familia pueden aso-
ciarse y constituir un colegio cooperativo. Los dueños del colegio son los
padres de familia y sus hijos; los usuarios de los servicios son esas mismas
personas. El objeto de la cooperativa no es obtener rentabilidad sino satis-
facer las necesidades del servicio de educación de sus dueños (asociados
usuarios).
Por lo tanto, si se establecen las matrículas a precios muy altos para obte-
ner una gran rentabilidad en ese colegio, los excedentes generados se obten-
drían a costa de los propios padres de familia y no tendría sentido. Lo que se
pretende es obtener un servicio educativo no excedentes. Aquí es perfecta-
mente claro que ese colegio cooperativo es sin ánimo de lucro.
Igualmente, si los padres de familia pretendieran que los costos de las
pensiones fueran los más bajos posibles, no se contaría con recursos suficien-
tes para una buena calidad de educación de sus propios hijos. Tampoco po-
dría ser, entonces, este el objetivo perseguido con el colegio cooperativo.
El principio de identidad, diferencia en forma esencial, como se observa,
a las cooperativas de servicios a los asociados de las entidades con ánimo de
lucro, como sería, por ejemplo, un colegio privado en el cual los propieta-
rios del colegio son personas diferentes a los padres usuarios de los servicios
educativos.
Así mismo, este principio de identidad diferencia a las cooperativas de tra-
bajo asociado de las demás empresas en donde unos son los dueños o emplea-
dores y otros los trabajadores, generando los conocidos conflictos de intereses
entre los mismos.
Las cooperativas sociales de servicios para trabajadores 501

A su turno, el fin que persiguen los asociados diferencia entre las dos cla-
ses de cooperativas. En una (las de maestros, en nuestro ejemplo) el objetivo
es crear y mantener puestos de trabajo para sus asociados. Son las cooperativas
de trabajo asociado. En el segundo caso, esto es, en las cooperativas de usua-
rios de servicios, el objetivo es satisfacer necesidades de educación para los
asociados.

2.3.3. La problemática de las cooperativas de trabajo asociado en Colom-


bia

Una solución lógica para la problemática de inmigración y desempleo


planteada, sería la conformación de cooperativas de trabajo asociado (CTA),
modelo reconocido a nivel mundial por la Organización Internacional del
Trabajo (OIT); pero el abuso de esta forma jurídica en años anteriores ha
hecho que la legislación colombiana sea demasiado drástica con este tipo de
cooperativas. Como consecuencia de los riesgos legales inmersos, actualmen-
te, las compañías colombianas evitan contratar con las cooperativas de trabajo
asociado.
En la práctica, la mayoría de los inmigrantes venezolanos no logran con-
seguir un empleo formal y no es fácil para ellos constituir empresas, bien
sea comerciales o bajo la forma de cooperativas de trabajo asociado, que les
puedan brindar puestos de trabajo. Igualmente, muchos colombianos están
desempleados y buscan como solución el trabajo informal, sea como vende-
dores ambulantes o mediante la prestación de servicios a terceros, en forma
individual.
Adicionalmente, las cooperativas de trabajo asociado requieren de una
mínima infraestructura, de unos bienes de capital (maquinaria especialmen-
te) para poder producir bienes o servicios y en esta forma darles trabajo a sus
propios asociados. Con personas que no tienen ningún tipo de recursos, que
vienen desplazadas de su país, en la pobreza absoluta, no es posible constituir
una empresa propiamente dicha (cooperativa de trabajo asociado) que pro-
duzca bienes o servicios para ofrecerlos a terceros.
La solución no parece, por lo tanto, encontrarse en las cooperativas de
trabajo asociado, aunque en la teoría tienen muchas ventajas, pues contribu-
yen a la democratización de la propiedad privada, a la equitativa distribución
del ingreso, a la disminución del desempleo y, además, generan muchos bene-
ficios para sus propios asociados al crear un patrimonio de propiedad colecti-
va, una propiedad solidaria, que pueden usufructuar muchas personas sin que
sea viable su repartición entre los asociados.
502 Antonio José Sarmiento Reyes

2.3.4. Las cooperativas de servicios para trabajadores como posible solu-


ción a la crisis

Ante esta situación ha surgido la idea de crear cooperativas de servicios para


trabajadores, es decir, que presten servicios a los desempleados (venezolanos y
colombianos) para que puedan desempeñar diferentes oficios en forma inde-
pendiente: por ejemplo, vender comidas en las calles, como vendedores am-
bulantes. Igualmente, estas cooperativas pueden apoyar a muchas personas
que han logrado conseguir puestos de trabajo en restaurantes, lavaderos de
carros u otros oficios, pero necesitan de créditos y de la satisfacción de otras
necesidades y aspiraciones que no pueden lograr por sí solos.
La legislación colombiana no tiene reguladas las cooperativas sociales,
como en Uruguay, Brasil, España, Italia o Canadá, entre otros países. Sin
embargo, dentro del marco legal general existente en Colombia (Ley 79 de
1988) nada impide que por vía de los estatutos se vayan generando las normas
jurídicas adecuadas para este tipo de cooperativas. En un paso posterior se po-
dría abstraer ese tipo de normatividad y elevarla a rango legal en los aspectos
generales que sean necesarios.
El objeto de las cooperativas de servicios para trabajadores sería ayudar a satis-
facer las necesidades y aspiraciones de crédito, vivienda, alimentación, recrea-
ción, salud y demás a personas que trabajan de manera independiente o que
tienen contratos de trabajo laborales, pero cuyos ingresos son muy bajos.
A diferencia de las cooperativas de trabajo asociado, en las que todos los
asociados trabajan de manera colectiva en la misma empresa para producir
bienes y servicios que ofrecen a terceros; en las cooperativas de servicios para
trabajadores no hay una unidad de empresa; los trabajadores producen sus
propios bienes y servicios en forma independiente, Lo que requieren de la
cooperativa es el apoyo para poder producirlos; para comprar insumos, para
poder pagar el arriendo de los bienes de capital con los que los producen
(por ejemplo, un carrito para vender comidas rápidas) o para obtener un cré-
dito para adquirirlos en propiedad.
En este sentido, ya se tienen algunos avances prácticos en Bogotá D.C.
(la capital de Colombia). A manera de ejemplo, en una primera etapa, un
grupo de cooperativistas han constituido una fundación: FUNDACIÓN PARA
LA PROMOCIÓN DE LAS COOPERATIVAS SOCIALES: COLVENCOOP
(Colombia-Venezuela-Cooperativa), como una forma de “ayuda para la au-
toayuda.” Es decir, con cierto carácter asistencialista, pues quienes llegan a
Colombia no tienen recursos ni trabajo. Se les ayuda con donaciones o prés-
tamos para que compren sus herramientas de trabajo, como carros ambulan-
Las cooperativas sociales de servicios para trabajadores 503

tes para hacer perros calientes, bicicletas para trabajar como domiciliarios u
otros.
En una segunda instancia, con la ayuda de la arquidiócesis de Bogotá,
de la Iglesia Católica, se logró conformar la PRECOOPERATIVA SOCIAL
COLVENCOOP para que quienes ya han logrado empezar a trabajar y reci-
ben algunos ingresos puedan maximizarlos a través de la forma cooperativa,
en un trabajo mancomunado con otras personas en circunstancias semejan-
tes. Igualmente, para otorgar créditos para emprendimiento, para que los aso-
ciados puedan comprar bienes de capital y empezar a trabajar.
Las precooperativas, según la legislación colombiana, son cooperativas
más pequeñas, que se pueden conformar con solo 5 asociados y que en un
lapso de 5 años deben convertirse en cooperativas. Deben contar con una en-
tidad promotora (en el caso expuesto la FUNDACIÓN COLVENCOOP) que
los apoye dándoles asistencia técnica, administrativa, jurídica y económica.
Tuvieron sentido hasta la expedición reciente de la Ley 2069 de 2020, ya que
con el régimen legal anterior las cooperativas se debían conformar con un
mínimo de 10 asociados (si eran cooperativas de trabajo asociado) o de 20
asociados (si eran cooperativas de servicios). A partir de la Ley 2069 se puede
constituir una cooperativa en Colombia con solo tres asociados, personas na-
turales o jurídicas. Por lo tanto, han perdido su razón de ser las precooperati-
vas como una etapa preliminar para constituir una cooperativa.
Los obstáculos han sido numerosos. La fundación COLVENCOOP, ini-
cialmente, se denominó FUNDACIÓN COLOMBO VENEZOLANA PARA LA
PROMOCIÓN DE LAS COOPERIVAS SOCIALES. Pero en ningún banco co-
lombiano le autorizaron abrir una cuenta corriente ni de ahorros, por cuanto
por el nombre parecía que fuera una empresa venezolana con inversionistas
de dicho país y las empresas venezolanas están reportadas en listas vinculantes
por lavado de activos y financiación del terrorismo.
Por lo tanto, fue necesario suprimir las palabras COLOMBO-
VENEZOLANA y dejar el nombre de la entidad como FUNDACIÓN PARA LA
PROMOCIÓN DE LAS COOPERATIVAS SOCIALES (COLVENCOOP).
Por el lado de la PRECOOPERATIVA SOCIAL COLVENCOOP, los vene-
zolanos que tomaron el curso de educación básica en cooperativismo y que
asistieron a la asamblea de constitución no tenían permiso legal para trabajar
en Colombia. Por lo tanto, fue necesario que la constituyeran los nacionales
colombianos y que posteriormente, una vez registrada legalmente la organi-
zación, fueran admitidos los venezolanos como asociados, dándoseles, igual-
mente, el carácter honorífico de asociados fundadores.
504 Antonio José Sarmiento Reyes

2.3.5. Problemas legales que plantean las cooperativas de servicios para


trabajadores

Desde el punto de vista del derecho cooperativo surgen varios retos:


- ¿Cuál es el marco legal adecuado para este tipo de cooperativas de
servicios para trabajadores?
- ¿Qué características legales las deben diferenciar de otras cooperati-
vas, incluyendo las cooperativas sociales en general?
- ¿Qué innovaciones jurídicas se pueden desarrollar con base en las
necesidades de los asociados de estas cooperativas de servicios para
trabajadores y la coyuntura socio-económica que ha originado su
creación?
- La mayoría de los inmigrantes son personas muy jóvenes; esto im-
plica pensar en un marco jurídico para las cooperativas de servicios
para trabajadores que satisfaga las necesidades y aspiraciones de las
nuevas generaciones y que haga que la administración de las coope-
rativas y la realización de eventos como las asambleas se modernicen
y adecúen al cambio generacional.
Los anteriores son algunos de los múltiples problemas que constituyen un
nuevo reto para el derecho cooperativo y la legislación cooperativa.

2.3.6. Problemas económicos de las cooperativas de servicios para traba-


jadores

El aspecto que mayores dificultades ofrece, desde luego, es el capital de


la cooperativa de servicios para trabajadores. Normalmente las cooperativas
tienen un patrimonio que está conformado por dos clases de recursos:
a) Los aportes económicos de los asociados.
b) Los fondos y reservas patrimoniales que se van creando con los exce-
dentes que se generan o con las donaciones que se reciben.
En el caso de las cooperativas de servicios para trabajadores conformadas
por inmigrantes o desempleados residentes en el país, es necesaria una “ayuda
para la autoayuda”. Para iniciar la cooperativa, se requiere de donaciones que
permitan conforman un capital mínimo y de los aportes de algunas personas
que desean apoyar a los asociados de la cooperativa y que no tienen interés en
beneficiarse realmente de los servicios de la misma, pero quieren formar par-
Las cooperativas sociales de servicios para trabajadores 505

te de los órganos de administración. Esta es otra forma de colaboración muy


importante.
Una vez creada la cooperativa con estos recursos, es posible otorgar unos
primeros créditos, con bajos intereses para los asociados, con miras a que pue-
dan adquirir bienes de capital para empezar a trabajar. En esta forma, cuando
logran empezar a producir bienes o servicios, obtienen ingresos con los cuales
pueden pagar dichos créditos blandos y esos recursos aumentan el capital de
la cooperativa, lo que a su turno permite prestar servicios de crédito a nuevos
asociados.
Para un inmigrante venezolano o un desempleado colombiano, no hay
salida. Tiene que endeudarse para poder empezar a trabajar; para poder em-
pezar a comprar sus herramientas de trabajo. Pero no puede acceder a crédi-
tos porque no tiene con qué garantizar el cumplimiento de sus obligaciones.
El estudio de crédito no le da una buena calificación para que los bancos le
presten dinero. Entonces, acuden a los usureros y tiene que pagar intereses
altísimos.
Por esta razón, al entrar como asociados de la cooperativa de servicios
para trabajadores, los intereses que pagan son más favorables y además van a
aumentar el capital de la cooperativa de la cual son dueños y a la vez usuarios.
Con esos mismos recursos la cooperativa les podrá prestar mejores beneficios,
otorgar mayores créditos. Es un círculo virtuoso que genera beneficio para los
propios usuarios de los servicios de crédito.
Adicionalmente, por la legislación colombiana de cooperativas, parte de
los excedentes se deben destinar a un fondo de educación (el 20%) y a un
fondo de solidaridad (el 10%) como mínimo, para el caso de que los asocia-
dos sufran calamidades domésticas. En este mismo orden de ideas, es viable
crear otros fondos agotables a través de los cuales se pueden otorgar auxilios
económicos de diversa índole a los asociados: recreación, salud, deportes, etc.
Todo lo que pagan los asociados en intereses, todos los excedentes que
genera la cooperativa, aumentan bien sea el patrimonio irrepartible de la coo-
perativa o los fondos agotables (pasivos) y benefician a los asociados, no a
terceras personas como los usureros o los bancos.
Muchas personas en Colombia y en el exterior han mostrado su interés
en colaborar con los inmigrantes que sufren tan grave crisis, pero no saben
cómo canalizar los recursos. Al encontrar que existen fundaciones (asistencia-
listas) o cooperativas (mutualistas) que ayudan a solucionar al menos la crisis
individual de un buen número de inmigrantes y sus familias, han mostrado su
interés en hacer donaciones.
506 Antonio José Sarmiento Reyes

Tanto el Gobierno como las empresas comerciales y otras cooperativas


grandes que existen en el país, pueden colaborar con estas cooperativas so-
ciales de servicios para los trabajadores, por ejemplo, contratando bienes y
servicios a través de las mismas.
Para un inmigrante es muy difícil tener sus documentos en regla. Por lo
mismo, es casi imposible conseguir contratos laborales. Pero a través de una
empresa cooperativa legalmente constituida se facilitan estas contrataciones.
Es más, estas cooperativas sociales pueden ayudarles de diversas maneras
a solucionar sus necesidades básicas. Por ejemplo, no es fácil que les alquilen
unidades de vivienda, porque el arrendador no tiene garantías, no conoce a
los arrendatarios ni confía en ellos. Pero si la cooperativa respalda a sus asocia-
dos, se facilita esta consecución de vivienda.
Igualmente, en una etapa posterior, cuando la cooperativa llegue a tener
un patrimonio considerable, puede empezar a financiar planes de vivienda
social, de bajo costo, para sus asociados.
Hay aspectos que no son solo económicos sino sociales y hasta psicológi-
cos. El inmigrante se siente solo y discriminado en un país extranjero. Pero al
ingresar a un grupo de personas que tienen intereses y necesidades comunes,
en las cuales se encuentran nacionales colombianos, se establecen lazos de
amistad y solidaridad que ayudan mucho a sentirse acogidos.
En grupo se puede colaborar con los inmigrantes para que se respeten sus
derechos humanos, se les puede asesorar en campos como la asistencia jurídi-
ca, pues sufren diferentes situaciones que se les presentan como extranjeros
sin documentación ni permiso para residir ni trabajar en el país receptor.

3. CONCLUSIONES

Ante una de las crisis económica y social más grandes que ha visto la hu-
manidad, como ha sido la emigración de venezolanos a otros países, en espe-
cial a Colombia, se hace necesario encontrar soluciones inmediatas y de bajo
costo para ayudar a los inmigrantes.
Las ayudas internacionales, del Gobierno de Colombia y de fundaciones
y otras organizaciones no gubernamentales, son indispensables para mitigar
problemas críticos como alimentación, alojamiento y salud.
Pero la solución no puede ser solo asistencialista, se requiere del mutua-
lismo, de la ayuda para la autoayuda. Antes esta problemática, una de las me-
jores soluciones parece ser la constitución de cooperativas de servicios para
trabajadores, que permite apoyar a personas que requieren bienes de capital
Las cooperativas sociales de servicios para trabajadores 507

de bajo costo para poder trabajar, para poder producir bienes y servicios a ter-
ceros, y satisfacer sus necesidades básicas por sí mismos.
Esta clase de cooperativas no está regulada en la legislación colombiana,
pero la ley general de cooperativas permite que acudiendo a las normas genera-
les y contemplando las disposiciones adecuadas en los estatutos de las coopera-
tivas, se puedan constituir esta clase de empresas asociativas sin ánimo de lucro.
Los créditos que pueden otorgar esas cooperativas a sus asociados son
mucho más beneficioso en tasas de interés y condiciones que los de los bancos
y desde luego, que los créditos de los usureros. Además, los excedentes que se
generan al pagar estos intereses ingresan a las empresas de las cuales son pro-
pietarios los mismos usuarios de los servicios.
Estas cooperativas ayudan a generar trabajo independiente para inmi-
grantes venezolanos y desempleados colombianos, lo que va creando lazos de
amistad y ayuda recíproca que permite, especialmente a los inmigrantes, sen-
tirse acogidos en el país receptor.
La ayuda internacional podría canalizarse a este tipo de cooperativas en
una buena parte; pues crear grandes empresas comerciales o grandes coope-
rativas para generar puestos de trabajo formales es más difícil y solo alcanzaría
a beneficiar a un número relativamente reducido de personas.
Por el contrario, las cooperativas de servicios para trabajadores ponen en las
manos de cada ser humano que requiere ayuda unas herramientas y recursos
mínimos para solucionar sus problemas. Se trabaja de manera independiente,
pero se establecen vínculos importantes con otras personas (asociados) que
comparten las mismas necesidades y aspiraciones.
Con el tiempo, estas cooperativas pueden llegar a solucionar necesidades
de mayor envergadura a sus asociados, como el caso de la adquisición de vi-
vienda. Se trata de la creación de propiedad solidaria, colectiva, que genera
riqueza y una mayor equidad social en la distribución del ingreso. Es dar un
paso adelante, del asistencialismo al mutualismo.
Como diría la Madre Teresa de Calcuta, las cooperativas de servicios para
los trabajadores son gotas de agua en un mar de necesidades; pero si no se
crean les van a faltar esas gotas de agua al mar.

4. BIBLIOGRAFÍA

Cracogna, D. Fici A., Henrÿ H. (2014). International Handbook of Cooperative Law.)


Springer.
508 Antonio José Sarmiento Reyes

Guarin Torres, B. y Sarmiento Reyes, A. (2000). Aspectos Legales de la Gestión Cooperativa.


Pontificia Universidad Javeriana.
Pineda Suárez, Carlos Julio (1992). Cómo Organizar Empresas Solidarias Eficientes.
Ediciones Antropos Ltda.
Sarmiento Reyes, A. J. (2009). Curso de Derecho de la Economía Solidaria Universidad
Cooperativa de Colombia.
Schujman, M, y Chaves, R. (2018). Derecho Cooperativo Latinoamericano Jurúa
Editora Ltda.
Uribe Garzón, C. (1994). De Trabajadores a Empresarios. Cooperativas de Trabajo Asociado
para el siglo XXI. Instituto de Estudios Sociales Juan Pablo II.
Uribe Garzón, C. (2003). Bases del Cooperativismo Cooperativa de Profesores de la
Universidad Nacional.
CAPÍTULO 27
Las cooperativas de utilidad pública e iniciativa social

Vega María Arnáez Arce


Profesora Contratada Doctora de Derecho Administrativo
Vega María Arnáez Arce / Alberto Atxabal Rada
Catedrático de Derecho Financiero y Tributario
Universidad de Deusto

Sumario: 1. Contextualización. 2. La externalización de la actividad prestacional de las


Administraciones Públicas. 2.1. Significado y alcance. 2.2. La participación
del cooperativismo en la prestación de servicios públicos. 3. Las sociedades
cooperativas y su contribución a la promoción del interés general. 3.1. Las
cooperativas sin ánimo de lucro y de iniciativa social en la legislación esta-
tal. 3.2. Las cooperativas, el interés social, la utilidad pública y la iniciativa
social en Euskadi. 3.2.1. Régimen jurídico, concepto y características de las
cooperativas de utilidad pública. 3.2.2. Régimen jurídico, concepto y carac-
terísticas de las cooperativas de iniciativa social. 4. Régimen fiscal especial de
las cooperativas de utilidad pública e iniciativa social fiscal. 4.1. La aplicación
del régimen fiscal de las entidades sin fines lucrativos. 4.2. Beneficios fiscales
para las cooperativas de utilidad pública e iniciativa social. 4.2.1. El Impuesto
sobre Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados. 4.2.2. El
Impuesto sobre Sociedades. 4.2.3. Los donativos recibidos. 4.2.4. Los tributos
locales. 5. Conclusiones. 6. Bibliografía.

1. CONTEXTUALIZACIÓN

En septiembre de 2015, la Asamblea General de las Naciones Unidas


adoptó la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Se trata de un plan de
510 Vega María Arnáez Arce / Alberto Atxabal Rada

acción a favor de las personas, el planeta y la prosperidad, que también tiene


entre sus objetivos los de fortalecer la paz universal y el acceso a la Justicia 1.
La Agenda 2030 de las Naciones Unidas para el desarrollo sostenible, se
presenta, ante todo, como un nuevo contrato social global y local que obliga a
todos los actores sociales y a todas las Administraciones públicas a trabajar de
forma coordinada.
Este nuevo contrato social requiere partir de una visión integradora e in-
tegral que aglutine las políticas públicas internas y que dote de coherencia a
las políticas con el desarrollo sostenible en un esfuerzo colectivo conjunto.
Para ello, es necesario generar mecanismos que permitan cooperar y avan-
zar en la consecución de los que se han denominado Objetivos de Desarrollo
Sostenible (ODS), y a dichos efectos resulta preciso subrayar la importancia de
la contratación pública como instrumento para alcanzarlos 2.
Por una parte, por cuanto que la contratación socialmente responsable
exige la incorporación de criterios sociales, medioambientales y de innova-
ción, así como de condiciones especiales de ejecución en la contratación pú-
blica, facilitar el acceso a las pequeñas y medianas empresas y a las empre-
sas de economía social. Se trata, en definitiva, de contribuir a construir una
sociedad mejor a través de la contratación pública, vista como un elemento
estratégico para la ejecución de las políticas públicas en general y, las políticas
sociales, en particular 3.
Por otra parte, la contratación pública debe procurar que el diseño de
los criterios de adjudicación y las condiciones de ejecución permitan obte-
ner obras, suministros y servicios de gran calidad, concretamente mediante la
inclusión de aspectos cualitativos, medioambientales, sociales e innovadores
vinculados al objeto del contrato, persiguiendo en todo momento la eficien-
cia en el gasto público y el respeto a los principios de igualdad de trato, no
discriminación, transparencia, proporcionalidad e integridad 4.
Habida cuenta de todo ello, el presente trabajo aborda el estudio de uno
de los retos actuales para el Movimiento Cooperativo, en particular, a partir
del análisis de la relación entre la contratación pública estratégica y el fomen-

1
Véase en https://www.un.org/sustainabledevelopment/es/development-agenda/
(Última consulta, 12 de enero de 2023).
2
Véase en https://www.un.org/sustainabledevelopment/es/objetivos-de-desarrollo-
sostenible/ (Última consulta, 12 de enero de 2023).
3
Véase en https://concepcioncampos.org/como-alcanzar-los-ods-a-traves-de-la-
contratacion-publica-en-3-ejes/ (última consulta, 12 de enero de 2023).
4
Véase en https://concepcioncampos.org/como-alcanzar-los-ods-a-traves-de-la-
contratacion-publica-en-3-ejes/ (última consulta, 12 de enero de 2023).
Las cooperativas de utilidad pública e iniciativa social 511

to del cooperativismo como consecuencia de su peculiar compromiso social y


de su contribución, desde su origen a la promoción del desarrollo del interés
general en ámbitos tales como la educación, la vivienda, la asistencia socio-sa-
nitaria y la protección y defensa del medioambiente, de acuerdo con los tér-
minos del séptimo principio cooperativo, que aboga por que sus entidades
trabajen en pro del desarrollo sostenible de sus comunidades con arreglo a las
políticas adoptadas por sus socios (Arnáez Arce, 2023: 56).

2. LA EXTERNALIZACIÓN DE LA ACTUACIÓN DE LAS


ADMINISTRACIONES PÚBLICAS

2.1. Significado y alcance

En la actualidad, se puede afirmar que la simplificación o desburocra-


tización de las organización y del funcionamiento de las Administraciones
Públicas constituye el reto más importante y el objetivo más inmediato del
Derecho administrativo, esencial para la construcción de un nuevo modelo
de Administración Pública que garantice el servicio objetivo a los intereses
generales y la realización efectiva - en cuanto eficaz y eficiente - de los servicios
públicos, acorde con los principios constitucionales de la organización y la
actuación administrativas proclamados en el artículo 103 de nuestra Norma
Fundamental (Palomar Olmeda, 2010: 338-345).
En este sentido, merecen significarse las reflexiones del profesor Sebastián
Martín - Retortillo calificando la simplificación administrativa como una nece-
sidad inmediata de nuestras Administraciones Públicas que “[…] se enuncia
siempre con un significado dinámico y operativo; en definitiva, como tarea
a realizar que, según se verá, se proyecta en ámbitos muy distintos. En todo
caso, y como punto de partida, parece obligado reconocer la necesidad de
llevarla a cabo. Es algo que no cabe cuestionar; tampoco que haya que hacer-
lo en términos rigurosos y que no admiten demora […]” (Martín-Retortillo
Baquer, 1998: 7).
Así pues, el fenómeno de la externalización o gestión de los servicios pú-
blicos a través de personas jurídicas de base privada se configura en el Derecho
administrativo actual como una tendencia imparable de transformación de las
Administraciones Públicas que, impulsada por las corrientes doctrinales de la
denominada Nueva Gestión Pública, facilita y favorece la incorporación de los
conocimientos técnicos, así como de las destrezas y habilidades materiales,
512 Vega María Arnáez Arce / Alberto Atxabal Rada

imprescindibles para garantizar una gestión y una prestación eficaz y eficiente


de los servicios públicos.
En definitiva, el fenómeno de la externalización de la gestión de los servi-
cios públicos se ha convertido en un elemento clave de la transformación de
la organización y el funcionamiento de las Administraciones Públicas de nues-
tros días, dirigido a materializar y consagrar la realización del Principio cons-
titucional de eficacia de la actuación administrativa (Sosa Wagner, 2008: 62).
La externalización de la actuación de las Administraciones Públicas ha
provocado la pérdida del carácter orgánico del concepto de servicio público
que pasa a configurarse y definirse a partir su elemento sustantivo o material,
relativo a los aspectos o a las técnicas jurídicas propias del Derecho Privado y
que son gestionadas tanto por los Poderes Públicos como por los particulares
(Sosa Wagner, 2008: 74).
Desde los primeros años del siglo XXI, vivimos inmersos en un entorno
cada vez más cambiante, en el que se vienen sucediendo importantes transfor-
maciones económicas, sociales y también políticas, que llevan implícitas una
necesidad inminente y creciente de reconfiguración de las Administraciones
Públicas, de su organización y de su funcionamiento (Mir Puig, 2004: 19).
En este sentido, existe en la actualidad una estrategia clara, a nivel inter-
nacional, europeo, estatal y autonómico, que trabaja por la innovación de las
Administraciones Públicas como elemento clave para potenciar su competiti-
vidad, eficacia y eficiencia y que apuesta por la interacción con los ciudadanos
que demandan, cada vez más, un papel activo y mayor participación en la pla-
nificación, la ejecución y la evaluación de las políticas públicas.

2.2. La participación del cooperativismo en la prestación de


servicios públicos

Como ejemplo de participación y gestión democrática, destaca el fenóme-


no cooperativista, basado en los valores de solidaridad, democracia, igualdad,
equidad, autoayuda y autorresponsabilidad, hasta el punto de poderse afir-
mar que lo que singulariza a las entidades cooperativas no es su objeto social
o la concreta actividad que desarrollan, sino su esencia y principios rectores e
inspiradores básicos. Concretamente, los siguientes: la adhesión voluntaria y
abierta de sus miembros, su gestión democrática y la participación económica
de sus socios, su autonomía e independencia, la educación, formación e infor-
mación y, finalmente, la cooperación entre cooperativas junto con el interés
por la comunidad que les sirve de base (Gadea Soler, 2009: 177-183).
Las cooperativas de utilidad pública e iniciativa social 513

Una cooperativa se puede definir, por lo tanto, más que como una empre-
sa, como una empresa en la que se participa. Se trata de una fórmula organiza-
tiva que tiene como rasgo diferencial la participación democrática y económi-
ca de sus miembros, cuyo estudio y análisis en profundidad permite explicar
muchos otros fenómenos participativos 5.
En este contexto, debe significarse el protagonismo o, cuando menos la
importancia creciente, de las sociedades cooperativas en el ámbito de la acti-
vidad prestacional, a las personas y a la Comunidad, derivado de su vocación
social y comunitaria 6.

3. LAS SOCIEDADES COOPERATIVAS Y SU CONTRIBUCIÓN A LA


PROMOCIÓN DEL INTERÉS GENERAL

Tanto la Ley estatal de Cooperativas como la práctica totalidad de la le-


gislación autonómica vigente regula las cooperativas de iniciativa social bajo
diferentes denominaciones, tales como cooperativas “de bienestar social”, “de
interés social”, “de integración social”, entre otras 7.

5
Véanse en este sentido, las reflexiones de Coque Martínez, J. (2005: 18-21) en
cuanto afirma que tal conceptualización del cooperativismo “[ ] permite distinguir entre
cooperativas-empresas donde se participa y no cooperativas-empresas donde no se hace o se
hace deficientemente.
6
En palabras de Argudo Périz (2007: 182) “[ ] las cooperativas se encontraron
de nuevo en una zona intermedia, en la que no se valoraba su posible intervención por su
consideración empresarial y no pertenecer al grupo de las entidades sin fines lucrativos de
tipología legal, pero también por los recelos de no pertenecer a las sociedades mercantiles de
capitales, paradigma tradicional de la eficiencia empresarial. La vocación social y comunitaria
de la economía social y el desarrollo del cooperativismo en el sector servicios, determinaba
necesariamente una confluencia en el campo de los servicios a las personas y a la comunidad,
que se atendieron a través de cooperativas de trabajo y servicio sin ninguna especialidad salvo la
que facilitaba la adaptación estatutaria [ ]”.
7
Véanse el artículo 106 de la Ley 27/1999, de 16 de julio, de Cooperativas del Estado,
artículo 156 de la nueva Ley 11/2’019, de 20 de diciembre, de Cooperativas de Euskadi,
artículo 94 de la Ley de Cooperativas de Andalucía, artículo 77 del Texto Refundido de la Ley
de Cooperativas de Aragón, artículos 125 y 126 de la Ley de Cooperativas de Galicia, artículos
77 y 78 de la Ley Foral 14/2006, de 11 de diciembre de Cooperativas de Navarra, artículo 77
del Decreto-legislativo 2/2014, de 29 de agosto, del Gobierno de Aragón, por el que se aprueba
el Texto Refundido de la Ley de Cooperativas de Aragón, artículos 130, 131 y 132 de la Ley
8/2006, de 16 de noviembre, de Sociedades Cooperativas de la Región de Murcia, artículos 98
y 99 del Decreto legislativo 2/2015, de 15 de mayo, del Consell, por el que se aprueba el Texto
Refundido de la Ley de Cooperativas de la Comunitat Valenciana, artículos 168, 169 y 170 de la
Ley 9/2018, de 30 de octubre, de Sociedades Cooperativas de Extremadura, artículos 148, 149
y 150 de la Ley 11/2010, de 4 de noviembre, de Cooperativas de Castilla La Mancha, artículo
514 Vega María Arnáez Arce / Alberto Atxabal Rada

3.1. Las cooperativas sin ánimo de lucro y de iniciativa social


en la legislación estatal

La Ley estatal de cooperativas regula las cooperativas de iniciativa social


e interés general al amparo de su calificación formal como “cooperativas sin
ánimo de lucro” (Díaz de la Rosa, 2006: 206).
El artículo 106 de la precitada ley estatal se refiere expresamente a las
denominadas cooperativas de iniciativa social y las define como aquellas que
tienen por objeto social, bien la prestación de servicios asistenciales mediante
la realización de actividades sanitarias, educativas, culturales u otras de natu-
raleza, o bien el desarrollo de cualquier actividad económica que tenga por
finalidad la integración laboral de personas que sufran cualquier clase de ex-
clusión social y, en general, la satisfacción de necesidades sociales que no son
atendidas ni por el mercado ni por la Administración Pública.
A continuación, en su Disposición Adicional Sexta, la referida norma le-
gal establece que tendrán naturaleza de cooperativas “sin ánimo de lucro”
cualquier clase de sociedad cooperativa que tenga por objeto la gestión de ser-
vicios de interés general o de titularidad pública, así como de las que realicen
actividades económicas que procuren la integración laboral de las personas
que sufran cualquier clase de exclusión social.
Por lo tanto, para que una sociedad cooperativa sea calificada como “sin
ánimo de lucro”, en los términos establecidos en la Disposición Adicional
Sexta de la Ley estatal de cooperativas, es necesario que sus Estatutos recojan
expresamente lo siguiente (Montero Simó, 2010: 168):
a) Los resultados positivos que se produzcan en un ejercicio económico
no podrán ser distribuidos entre sus socios.
b) Las aportaciones de los socios al capital social, tanto obligatorias
como voluntarias no podrán devengar un interés superior al inte-
rés legal del dinero, sin perjuicio de la posible actualización de los
mismos.
c) El carácter gratuito del desempeño de los cargos del consejo rector,
sin perjuicio de las compensaciones económicas procedentes de los
gastos en que puedan incurrir los consejeros en el desempeño de sus
funciones.

124 de la Ley 4/2002, de 11 de abril, de Cooperativas de la Comunidad de Castilla y León,


artículo 107 de la Ley 4/1999, de 30 de marzo, de Cooperativas de Madrid, artículo 138 de la
Ley 1/2003, de 20 de marzo, de Cooperativas de las Illes Balears y el artículo 134 de la reciente
Ley 4/2022, de 31 de octubre, de Sociedades Cooperativas de Canarias.
Las cooperativas de utilidad pública e iniciativa social 515

d) Las retribuciones de los socios trabajadores o en su caso, de los socios


de trabajo y de los trabajadores por cuenta ajena no podrán superar
el 50% de las retribuciones que, en función de la actividad y la cate-
goría profesional, establezca el convenio colectivo aplicable al perso-
nal asalariado del sector.
En definitiva, de acuerdo con la legislación estatal vigente, se puede con-
cluir que las cooperativas sin ánimo de lucro, cuyo referente más destacado
son las calificadas como de iniciativa social, no constituyen una nueva clase
de sociedades cooperativas sino una especificidad o especialidad que pueden
adoptar cualquier tipo de cooperativa, como consecuencia de la especialidad
del objeto al que se dedican (Argudo Périz, 2007: 183).

3.2. Las cooperativas, el interés social, la utilidad pública y


la iniciativa social en Euskadi

La anterior Ley 4/1993, de 24 de junio, de Cooperativas del País Vasco 8


fue la primera que reguló en su artículo 137.2 el reconocimiento o la posible
calificación de las sociedades cooperativas como de “utilidad pública” cuando
promuevan mediante su actividad el desarrollo y la realización de fines de
interés general.
En idéntico sentido, la vigente Ley 11/2019, de 20 de diciembre establece
en su artículo 156 el compromiso de los poderes públicos de la Comunidad
Autónoma del País Vasco para la promoción, estímulo y desarrollo de las so-
ciedades cooperativas, reconociendo como sociedades cooperativas de utilidad
pública a las que contribuyan a la promoción del interés general Euskadi me-
diante el desarrollo de sus funciones (artículo 156.2).
A tal efecto, se considera que sirven al interés general todas aquellas en
cuyo objeto social sean prioritarios fines tales como, entre otros, la asistencia
social, cívicos, educativos, culturales, científicos y de investigación, deportivos,
sanitarios, de cooperación al desarrollo, de defensa del medio ambiente, de
fomento de la economía social, de promoción y protección de la paz social y
ciudadana (Montero Simó, 2010: 167).
Por otra parte, y de acuerdo con lo dispuesto en el apartado tercero del
precitado artículo 156 de la Ley de Cooperativas de Euskadi, las entidades
cooperativas que, sin ánimo de lucro y con independencia de su clase, tengan
por objeto social, bien la prestación de servicios asistenciales mediante la rea-
lización de actividades sanitarias, educativas, culturales u otras de naturaleza

8
B.O.P.V. núm. 135, de 19 de julio de 1993.
516 Vega María Arnáez Arce / Alberto Atxabal Rada

social bien el desarrollo de cualquier actividad económica que tenga por fina-
lidad la integración laboral de personas que sufran cualquier clase de exclu-
sión social y, en general, la satisfacción de necesidades sociales no atendidas
por el mercado, se calificarán como cooperativas de iniciativa social.
En todo lo relativo al procedimiento, régimen jurídico y requisitos para la
calificación de las cooperativas como de utilidad pública o de iniciativa social, los
apartados 2 y 3 del articulo 156 de la vigente Ley de Cooperativas de Euskadi
se remiten a lo dispuesto, a tal efecto, en los Decretos 64/1999, de 2 de febre-
ro y 61/2000, de 4 de abril por los que se establece el régimen jurídico de las
cooperativas de utilidad pública y de iniciativa social respectivamente y que
analizamos a continuación.

3.2.1. Régimen jurídico, concepto y características de las cooperativas de


utilidad pública

El punto de partida de la regulación de las cooperativas de utilidad pú-


blica en el País Vasco se encuentra en el Título III, artículo 137 de la Ley
Cooperativas del País Vasco, en el que se prevé tal reconocimiento o clasifi-
cación para todas aquellas sociedades cooperativas que, como hemos dicho,
contribuyan a la promoción del interés general de Euskadi.
En desarrollo de tal previsión legislativa, el Departamento de Justicia,
Trabajo y Seguridad del Gobierno Vasco dictó el Decreto núm. 64/1999, de
2 de febrero, por el que se aprobó el Reglamento de sociedades cooperativas
de utilidad pública del País Vasco 9, en cuyo artículo 3 se las define como
todas “aquellas en cuyo objeto social sean primordiales los siguientes fines:
asistencia social, cívicos, educativos, culturales, científicos y de investigación,
deportivos, sanitarios, de cooperación para el desarrollo, defensa del medio
ambiente, fomento de la economía social, fomento de la paz social y ciudada-
na, o cualesquiera otros fines de naturaleza análoga”.
Debe significarse a tal efecto, el importante papel desarrollado por el mo-
vimiento cooperativo vasco en sectores socioeconómicos tales como la indus-
tria, la enseñanza, la vivienda, la asistencia y, en definitiva, su más que notable
contribución a la realización de fines públicos y de servicio a la sociedad.
De acuerdo con lo dispuesto en el artículo 4 del precitado Reglamento,
las sociedades cooperativas que obtengan la declaración de utilidad pública
tendrán derecho a utilizar, a continuación del nombre de la entidad, la men-
ción “declarada de utilidad pública”.

9
B.O.P.V. núm. 33, de 17 de febrero de 1999.
Las cooperativas de utilidad pública e iniciativa social 517

Asimismo, serán oídas, a través de las Federaciones o Confederaciones


correspondientes, en la elaboración de disposiciones generales relacionadas
directamente con las materias de su actividad, así como en la elaboración de
programas de transcendencia para las mismas y gozarán de las exenciones,
bonificaciones, subvenciones y demás beneficios de carácter económico, fiscal
y administrativo que encada caso se acuerden.
Para que una cooperativa pueda ser declarada de utilidad pública
debe cumplir cuatro requisitos siguientes, regulados en el artículo 5 del
Reglamento:
1. Que sus fines estatutarios sean alguno de los citados en el artículo 3
del reglamento.
2. Que carezcan de ánimo de lucro. A estos efectos serán considera-
das como Sociedades Cooperativas sin ánimo de lucro las que en sus
Estatutos recojan expresamente:
- Que los resultados positivos que se produzcan en un ejercicio
económico no podrán ser distribuidos entre sus socios
- Que las aportaciones de los socios al capital social, tanto las
obligatorias como las voluntarias, no podrán devengar un inte-
rés superior al interés legal del dinero, sin perjuicio de la posi-
ble actualización de las mismas
- El carácter gratuito del desempeño de los cargos del Consejo
Rector, sin perjuicio de las compensaciones económicas proce-
dentes por los gastos en los que puedan incurrir los consejeros
en el desempeño de sus funciones
- Que las retribuciones de los socios trabajadores, o, en su caso,
de los socios de trabajo y de los trabajadores por cuenta ajena
no podrán superar el 150% de las retribuciones que, en fun-
ción de la actividad y categoría profesional, establezca el con-
venio colectivo aplicable al personal asalariado del sector
3. Que se encuentren constituidas, debidamente inscritas en el Registro
de Cooperativas de Euskadi, en funcionamiento y dando cumpli-
miento efectivo a sus fines estatutarios, de forma ininterrumpida
durante al menos dos años inmediatamente anteriores a la fecha de
presentación de la solicitud de declaración de utilidad pública.
4. Que, en el caso de ser titulares, directa o indirectamente, de partici-
paciones mayoritarias en sociedades mercantiles, acrediten ante el
Departamento de Justicia, Trabajo y Seguridad Social, la existencia
de dichas participaciones, así como que la titularidad de las mismas
518 Vega María Arnáez Arce / Alberto Atxabal Rada

coadyuva al mejor cumplimiento de los fines expresados en el artícu-


lo 3 del reglamento.
Para la obtención de la declaración de utilidad pública, las Sociedades
Cooperativas interesadas deberán presentar su solicitud ante la Dirección de
Economía Social del Departamento de Justicia, Trabajo y Seguridad Social del
Gobierno Vasco.
Una vez presentada la solicitud y previa tramitación del procedimiento
administrativo regulado en los artículos 7 a 12 del Reglamento, se produci-
rá la declaración de utilidad pública, o la denegación en su caso, mediante
Orden del consejero de Justicia, Trabajo y Seguridad Social, que se publicará
en el Boletín Oficial del País Vasco y producirá efectos a partir del día al de su
publicación.
Finalmente, el artículo 13 del Reglamento de cooperativas de utilidad
pública del país vasco establece diferentes supuestos de revocación y pérdida
de tal condición, como consecuencia del incumplimiento o la pérdida de los
requisitos exigidos para ellos, la disolución de la sociedad, su descalificación
como cooperativa o su transformación en sociedad de otra naturaleza, la fu-
sión de dos más cooperativas preexistentes o su segregación.

3.2.2. Régimen jurídico, concepto y características de las cooperativas de


iniciativa social

El régimen jurídico de las cooperativas de iniciativa social en el País


Vasco está regulado en el Decreto 61/2000, de 4 de abril, de Cooperativas de
Iniciativa Social, completado por lo dispuesto en el artículo 127 de la Ley de
Cooperativas del País Vasco, relativo a las denominadas cooperativas de “inte-
gración social”.
De acuerdo con lo dispuesto en el artículo 1 del referido Decreto, las
cooperativas de iniciativa social son aquellas que, sin ánimo de lucro y con
independencia de clase, tienen por objeto social tanto la prestación de servi-
cios asistenciales, mediante la realización de actividades sanitarias, educativas,
culturales u otras de naturaleza social, o bien el desarrollo de cualquier activi-
dad económica que tenga por finalidad la integración de personas que sufran
cualquier clase de exclusión social y, en general, la satisfacción de necesidades
sociales no atendidas por el mercado 10.

10
Del mismo modo que ocurría respecto de las cooperativas de utilidad pública, el
artículo 2 del Decreto 61/2000, regulador de las cooperativas de iniciativa social establece
Las cooperativas de utilidad pública e iniciativa social 519

Por lo que se refiere a la normativa aplicable, las cooperativas de iniciativa


social se rigen por las normas propias y características de la concreta clase de
cooperativa en la que, en cada caso, esté encuadrada la actividad de interés
general a la que se dediquen.
En relación con las cooperativas de iniciativa social, debe ponerse de
manifiesto no sólo el gran desarrollo social y empresarial del cooperativismo
vasco, sino la variedad de sus formas y ámbitos de actuación sectorial y su cre-
ciente aportación a la satisfacción de necesidades colectivas diversas de toda
índole en relación con la educación, la defensa y la protección del medio am-
biente, la vivienda, la sanidad y la asistencia, entre otras.

4. RÉGIMEN FISCAL ESPECIAL DE LAS COOPERATIVAS DE


UTILIDAD PÚBLICA E INICIATIVA SOCIAL

Las normativas fiscales alavesa, guipuzcoana y vizcaína establecen un ré-


gimen tributario especial para las cooperativas de utilidad pública e iniciativa
social. Este régimen especial no coincide con el establecido para las socieda-
des cooperativas con carácter general, sino que es incluso más beneficioso. En
realidad, las normas forales de los tres Territorios Históricos que regulan el
régimen fiscal de las cooperativas se remiten en bloque al régimen fiscal pre-
visto para las entidades sin fines lucrativos y se lo aplican a las cooperativas de
utilidad pública e iniciativa social.
Fuera de los territorios forales vascos, en territorio común, la normativa
fiscal no realiza esta equiparación, sino que obliga a aplicar el régimen fiscal
previsto para todas las cooperativas. Así, la Ley 27/1999, de 16 de julio, de

que tendrán la consideración de cooperativas sin ánimo de lucro, todas aquellas en las que sus
Estatutos recojan expresamente lo siguientes:
“a) Que los resultados positivos de que se produzcan en un ejercicio económico no podrán
ser distribuidos entre sus socios
b) Que las aportaciones de los socios al capital social, tanto obligatorias como voluntarias,
no podrán devengar un interés superior al interés legal del dinero, sin perjuicio de la posible
actualización de las mismas
c) El carácter gratuito del desempeño de los cargos del Consejo Rector, sin perjuicio de
las compensaciones económicas procedentes por los gastos en los que puedan incurrir los
consejeros en el desempeño de sus funciones
d) Que las retribuciones de los socios trabajadores, o, en su caso, de los socios de trabajo
y de los trabajadores por cuenta ajena no podrán superar el ciento cincuenta por ciento de las
retribuciones que, en función de la actividad y categoría profesional, establezca el Convenio
colectivo aplicable al personal asalariado del sector”.
520 Vega María Arnáez Arce / Alberto Atxabal Rada

Cooperativas 11 determina su régimen fiscal y les remite a la normativa fiscal


de las cooperativas 12. Y todo ello sin perjuicio de que alguna Comunidad
Autónoma regule o pueda regular las cooperativas sin ánimo de lucro u otra
categoría similar como las de utilidad pública o de iniciativa social. En este
caso, sin embargo, como las Comunidades Autónomas de territorio común
no tienen competencias legislativas en materia tributaria 13 para aprobar o
modificar la normativa fiscal de las cooperativas, deberán aplicar, directa-
mente o por vía analógica, la remisión a la Ley 20/1990, de 19 de diciembre,
sobre Régimen Fiscal de las Cooperativas 14, ley que no recoge ninguna espe-
cificidad para las cooperativas de iniciativa social.
En palabras de Montero Simó (2010: 164), la aplicación de la Ley 20/1990
a las cooperativas sin ánimo de lucro no está exenta de problemas por tratarse
de un régimen fiscal pensado para otro tipo de entidades que no ha introduci-
do ninguna adaptación para las cooperativas sin ánimo de lucro. A lo anterior
se une el hecho de la penalización fiscal de los donativos, donaciones y apor-
taciones que la cooperativa pueda obtener mediante la acción altruista de
terceros. Se propone de lege ferenda (Montero Simó, 2010: 189; Aguilar Rubio
& Vargas Vasserot, 2012: 425-429) la aplicación de la normativa fiscal previs-
ta para las entidades sin fines lucrativos e incentivos fiscales al mecenazgo,
esto es, la solución que adoptan las regulaciones fiscales de los tres Territorios
Históricos.

4.1. La aplicación del régimen fiscal de las entidades sin fines


lucrativos

Como afirma Argudo Períz (2007: 191), las normas fiscales vascas reto-
man la posibilidad de considerar las cooperativas de utilidad pública e inicia-
tiva social como entidades sin fines lucrativos también a efectos fiscales, otor-
gándoles, en uso de sus competencias, los beneficios fiscales de las entidades
sin fines lucrativos.

11
BOE, núm. 170, de 17 de julio.
12
Véase la Disposición adicional novena de la Ley 27/1999.
13
Es cierto que algunas leyes autonómicas de algunas Comunidades Autónomas
como la catalana, la madrileña o la valenciana, prevén la equiparación fiscal de las
cooperativas sin ánimo de lucro con las entidades sin fines lucrativos, pero no es menos
cierto que esa previsión legal carece de contenido puesto que dichas Comunidades no
tienen competencias normativas en materia tributaria (Montero Simó, 2010: 170-171;
Argudo Períz, 2007: 200).
14
BOE, núm. 304, de 20 de diciembre de 1990.
Las cooperativas de utilidad pública e iniciativa social 521

Así, en la normativa fiscal de los tres Territorios Históricos vascos se con-


templan las cooperativas de utilidad pública 15 y de iniciativa social 16, y para
obtener los beneficios fiscales previstos se exigen los requisitos de irrepar-
tibilidad de los resultados económicos positivos, la gratuidad de cargos del
Consejo Rector, y la limitación de retribuciones a las personas socias y traba-
jadoras. En la normativa fiscal no se menciona el requisito contemplado en
los Decretos 94/1999 y 61/2000 de limitación del interés de las aportaciones
de los socios, pero se agrega otro requisito (Argudo Périz, 2007: 190) con-

15
Artículo 51 de la Norma Foral 6/2018 de Bizkaia. Definición de las cooperativas de
utilidad pública.
A efectos tributarios se considerarán cooperativas de utilidad pública aquellas que,
habiendo obtenido tal calificación de conformidad con el Reglamento sobre procedimiento y
requisitos de las sociedades cooperativas de utilidad pública aprobado por el Decreto 64/1999,
de 2 de febrero, cumplan con los siguientes requisitos:
a) Que los resultados positivos que eventualmente se produzcan no puedan ser distribuidos
entre sus socios, debiendo destinarse a la realización de sus fines.
b) Que el desempeño de los cargos del Consejo Rector tenga carácter gratuito.
c) Que los socios o personas y entidades que tengan con los mismos una relación de
vinculación que, en su caso, pudiera encuadrarse en el artículo 42.3 de la Norma Foral del
Impuesto sobre Sociedades, no sean los destinatarios principales de las actividades realizadas,
ni gocen de prestaciones o condiciones especiales para beneficiarse en la obtención de
los servicios. El requisito establecido en esta letra no resultará exigible a las cooperativas de
enseñanza que asocien a los padres y madres del alumnado, a sus representantes legales o al
propio alumnado.
16
Artículo 52 de la Norma Foral 6/2018 de Bizkaia. Definición de las Cooperativas de
Iniciativa Social.
1. A efectos tributarios, se considerarán cooperativas de iniciativa social aquéllas que, sin
ánimo de lucro y con independencia de su clase, tengan por objeto social, bien la prestación de
servicios asistenciales mediante la realización de actividades sanitarias, educativas, culturales u
otras de naturaleza social, o bien el desarrollo de cualquier actividad económica que tenga por
finalidad la integración laboral de personas que sufran cualquier clase de exclusión social y, en
general, la satisfacción de necesidades sociales no atendidas por el mercado.
2. A los efectos previstos en el apartado anterior se considerarán que las Sociedades
Cooperativas carecen de ánimo de lucro cuando cumplan los siguientes requisitos:
a) Que los resultados positivos que eventualmente se produzcan no puedan ser distribuidos
entre sus socios, debiendo aquéllos destinarse a la realización de sus fines.
b) Que el desempeño de los cargos del Consejo Rector tenga el carácter de gratuitos.
c) Que las retribuciones de las personas socias trabajadoras, o en su caso de las personas
socias de trabajo, y de las personas trabajadoras por cuenta ajena no superen el 150 por 100 de
las retribuciones que en función de la actividad y categoría profesional, establezca el Convenio
colectivo aplicable al personal asalariado del sector.
d) Que los socios, socias o personas y entidades que tengan con los mismos una relación
de vinculación que, en su caso, pudiera encuadrarse en el artículo 42.3 de la Norma Foral del
Impuesto sobre Sociedades, no sean las personas destinatarias principales de las actividades
realizadas, ni gocen de prestaciones o condiciones especiales para beneficiarse en la obtención
de los servicios.
522 Vega María Arnáez Arce / Alberto Atxabal Rada

sistente en que los socios, socias, personas o entidades vinculadas a la coo-


perativa no sean los destinatarios principales de las actividades realizadas,
ni gocen de prestaciones o condiciones especiales para beneficiarse en la
obtención de los servicios.

4.2. Beneficios fiscales para las cooperativas de utilidad pú-


blica e iniciativa social

Las normas tributarias de Álava, Bizkaia y Gipuzkoa recogen una serie de


beneficios fiscales en favor de las cooperativas de utilidad pública y de las coo-
perativas de iniciativa social. Estos beneficios fiscales suponen, en la práctica,
la aplicación del régimen fiscal especial previsto para las entidades sin fines
lucrativos a estas cooperativas 17. Ahora bien, en el caso de las cooperativas
de utilidad pública y las cooperativas de iniciativa social no deben cumplir los
requisitos de las entidades sin fines lucrativos para que se les aplique dicho
régimen especial. En otras palabras, la aplicación del régimen fiscal especial
a las entidades sin fines lucrativos exige de éstas el cumplimiento de una serie
de requisitos establecidos por la norma fiscal y, en caso de incumplimiento,
impide su aplicación por lo que a aquellas entidades sin ánimo de lucro que
no cumplan los requisitos se les aplica el régimen fiscal especial del Impuesto
sobre Sociedades para las entidades parcialmente exentas, que resulta algo
más gravoso.
Pues bien, a las cooperativas de utilidad pública y de iniciativa social se
les aplica directamente el régimen fiscal especial sin que sea necesario conva-
lidar el cumplimiento de los requisitos previstos en la norma fiscal, y en nin-
gún caso se les aplicará el régimen fiscal especial previsto para las entidades
parcialmente exentas. No obstante, la pérdida de la calificación de utilidad
pública o el incumplimiento de alguno de los requisitos exigidos para el reco-
nocimiento de la condición de cooperativa de utilidad pública o iniciativa so-
cial, respectivamente, determinará la privación de dichos beneficios fiscales,
sin perjuicio de la posible comisión de infracciones e imposición de sanciones
tributarias e intereses de demora, en su caso.

17
Se les aplican los artículos 7 a 17 de la Norma Foral 4/2019, de 20 de marzo, de
régimen fiscal de las entidades sin fines lucrativos e incentivos fiscales al mecenazgo (Boletín
Oficial de Bizkaia, núm. 66, de 4 de abril); y sus equivalentes en Álava (Norma Foral 35/2021,
de 23 de diciembre, BOTHA núm. 146 de 29 de diciembre) y Gipuzkoa (Norma Foral 3/2004,
de 7 de abril, BOG núm. 71, de 19 de abril).
Las cooperativas de utilidad pública e iniciativa social 523

4.2.1. El Impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos


Documentados

Se declara la exención del Impuesto por cualquiera de sus modalidades,


salvo la cuota fija de los Documentos Notariales en la modalidad de Actos
Jurídicos Documentados, respecto de los actos, contratos y operaciones
siguientes:
a) Los actos de constitución, ampliación de capital, fusión y escisión.
b) La constitución y cancelación de préstamos y créditos, incluso los re-
presentados por obligaciones.
c) Las adquisiciones de bienes y derechos a que se destine la contri-
bución para la educación y promoción cooperativa y otros fines de
interés público para el cumplimiento de las finalidades previstas en
el artículo 72 de la Ley 11/2019 de Cooperativas de Euskadi (Atxabal
Rada, 2022).
d) Las adquisiciones de bienes y derechos destinados directamente al
cumplimiento de sus fines sociales y estatutarios.
Serán los supuestos contemplados en tercer y cuarto lugar los que resul-
ten más provechosos para las cooperativas de utilidad pública y de iniciativa
social, puesto que el primer supuesto es una exención hoy día generalizada
para este tipo de operaciones societarias, sea cual sea la forma jurídica que
adopte la sociedad que se constituye o cuyo capital se amplia, y el segundo su-
puesto es de escasa aplicación práctica puesto que los préstamos suelen estar
sujetos al IVA y no a este impuesto.

4.2.2. El Impuesto sobre Sociedades

En este impuesto, la mayoría de las rentas obtenidas por las cooperativas


de utilidad pública y las cooperativas de iniciativa social están exentas. Así se
declara la exención de los donativos y donaciones recibidos para colaborar en
los fines de la entidad, las cuotas satisfechas por las personas socias cooperati-
vistas, las subvenciones, salvo las destinadas a financiar la realización de explo-
taciones económicas no exentas. También se declara la exención de las rentas
procedentes del patrimonio mobiliario e inmobiliario de la entidad, como
son los dividendos y participaciones en beneficios de sociedades, intereses,
cánones y alquileres; las rentas derivadas de adquisiciones o de transmisiones,
por cualquier título, de bienes o derechos, incluidas las obtenidas con ocasión
de la disolución y liquidación de la entidad. E incluso están exentas las rentas
524 Vega María Arnáez Arce / Alberto Atxabal Rada

obtenidas en el ejercicio de algunas explotaciones económicas 18, siempre que


estén subordinadas a la finalidad de la cooperativa o sean de carácter auxiliar
o complementario 19.
Las demás rentas no exentas que pueda obtener la cooperativa de utilidad
pública o la cooperativa de iniciativa social se someterán a un tipo de grava-
men del 9% (en Gipuzkoa, el 10%).

4.2.3. Los donativos recibidos

La aportación a favor de una cooperativa de utilidad pública o una coo-


perativa de iniciativa social tiene efectos favorables para dicha organización,
como es evidente. Pero, al mismo tiempo, se regulan una serie de beneficios
fiscales que podrá aplicar quien realiza el donativo en su impuesto personal
sobre la renta. Estos beneficios fiscales consisten básicamente en dos incen-
tivos: la aplicación de deducciones y la exención en la renta aflorada por la
transmisión del bien aportado.
En el caso de las cooperativas de utilidad pública y las cooperativas de
iniciativa social sólo se prevén los beneficios fiscales para los donativos y apor-

18
1.º Las que procedan de las explotaciones económicas que se desarrollen en
cumplimiento de su objeto o finalidad específica.
2.º Las que procedan de las explotaciones económicas que tengan un carácter meramente
auxiliar o complementario de las explotaciones económicas exentas o de las actividades
encaminadas a cumplir los fines estatutarios o el objeto de la cooperativa de utilidad pública o
de iniciativa social.
No se considerará que las explotaciones económicas tengan un carácter meramente
auxiliar o complementario cuando el volumen de operaciones del ejercicio correspondiente al
conjunto de ellas exceda del 30 por 100 del volumen de operaciones total de la entidad (25%
en Gipuzkoa).
3.º Las que procedan de las explotaciones económicas de escasa relevancia. Se consideran
como tales aquéllas cuyo volumen de operaciones del ejercicio no supere en conjunto 50.000
euros (en Gipuzkoa, 30.000 euros).
19
Véase la consulta de 16 de diciembre de 2008 de la Hacienda Foral de Bizkaia. En este
supuesto una cooperativa de utilidad pública del ámbito de la enseñanza realizaba actividades
auxiliares de la explotación económica principal. La Hacienda considera exentas las rentas que
se obtengan de las explotaciones económicas que desarrolle en cumplimiento de su finalidad
específica (enseñanza), así como las derivadas de las explotaciones económicas, distintas de las
anteriores, pero que tengan un carácter auxiliar o complementario de las mismas (comedor,
transporte escolar, actividades deportivas, extraescolares, etc.). Incluso, las explotaciones que
no se encuentran dentro de su objeto social o finalidad específica, como la venta de material
escolar o de ropa deportiva para actividades extraescolares, también se encuentra exenta si su
volumen de operaciones conjunto no supera el 25% del volumen de operaciones total de la
entidad, al tratarse, en todo caso, de explotaciones que coadyuvan, facilitan o complementan la
realización de la actividad que constituye el objeto social.
Las cooperativas de utilidad pública e iniciativa social 525

taciones efectuadas por personas jurídicas 20, quedando al margen las aporta-
ciones realizadas por personas físicas que, en consecuencia, carecen de incen-
tivo fiscal alguno.
Por tanto, las personas jurídicas aportantes podrán, a efectos de la deter-
minación de su cuota del Impuesto sobre Sociedades, considerar como dedu-
cible el 30% de los donativos, donaciones, aportaciones y prestaciones gratui-
tas de servicios. En Gipuzkoa, en lugar de regularse como una deducción de
la cuota, se admite el importe de los donativos como gasto deducible para el
cálculo de la base imponible.
Y además, estarán exentas del Impuesto sobre Sociedades que grave la
renta del donante o aportante, las ganancias patrimoniales y las rentas positi-
vas que se pongan de manifiesto con ocasión de los donativos, donaciones y
aportaciones a favor de las cooperativas de utilidad pública e iniciativa social.
También las cantidades satisfechas o los gastos realizados en el marco de
los convenios de colaboración empresarial realizados a favor de las cooperati-
vas de utilidad pública y las cooperativas de iniciativa social tendrán la conside-
ración de gastos deducibles para determinar la base imponible del Impuesto
sobre Sociedades de la entidad colaboradora.

4.2.4. Los tributos locales

Se declara la exención en varios impuestos municipales 21. Por ejemplo,


estarán exentos del Impuesto sobre Bienes Inmuebles los bienes de los que
sean titulares estas cooperativas, excepto los afectos a explotaciones eco-
nómicas no exentas del Impuesto sobre Sociedades. Las cooperativas de
utilidad pública y de iniciativa social también están exentas en el Impuesto
sobre Actividades Económicas por las explotaciones económicas. Por úl-
timo, estarán exentos del Impuesto sobre el Incremento de Valor de los
Terrenos de Naturaleza Urbana los incrementos correspondientes cuando
la obligación legal de satisfacer dicho Impuesto recaiga sobre una de estas
cooperativas.

20
Véanse la consulta vinculante 2005-6, de 28 de febrero de 2005, del Órgano de
Coordinación Tributaria de Euskadi y la consulta de 15 de abril de 2005 de la Hacienda Foral
de Bizkaia.
21
La aplicación de las exenciones previstas en estos impuestos estará condicionada a que
las entidades sin fines lucrativos comuniquen a la Administración tributaria correspondiente,
Ayuntamiento competente o Departamento de Hacienda y Finanzas de la Diputación Foral, el
ejercicio de la opción por el régimen fiscal especial y al cumplimiento de los requisitos de dicho
régimen.
526 Vega María Arnáez Arce / Alberto Atxabal Rada

5. CONCLUSIONES

Primera. En el contexto actual, en el que se pone en cuestión el funciona-


miento y la validez del Estado del Bienestar, las Administraciones y Entidades
del Sector Público necesitan, cada vez con más intensidad, la intervención y
participación activa en la gestión de los servicios públicos de todos los agentes
económicos y sociales de innovación, que tengan entre sus retos y objetivos la
satisfacción eficaz, eficiente y sostenible de las necesidades sociales asistencia-
les, que no se expresan en términos meramente económicos o monetarios.
En este contexto, el proceso de reestructuración, reforma e innovación
del sector público, en el sentido de potenciar su competitividad, eficacia y
eficiencia, apuesta por una mayor y más real interacción con los ciudadanos
quienes, a su vez, demandan un papel cada vez más activo en la planificación,
ejecución y evaluación de las políticas públicas que tienen por objeto la pres-
tación de servicios asistenciales a la población.
Segunda. El Movimiento Cooperativo y las organizaciones que lo integran,
basan su actuación en los valores de solidaridad, democracia, equidad, igual-
dad, autoayuda y autorresponsabilidad y ha destacado desde su origen por
su contribución a la promoción del desarrollo y a la realización de fines de
interés general, de tal forma y manera que, resulta incuestionable que todas
aquellas cooperativas que integren en su objeto social fines prioritarios tales
como la asistencia socio-sanitaria, la educación, la vivienda, la protección y
defensa del medio ambiente, el fomento de la economía social y la protección
de la paz social y ciudadana, entre otros, gozan de una presunción de servicio
al interés general.
Tercera. La principal ventaja que representan las sociedades cooperativas
como coadyuvantes de los poderes públicos en la gestión y prestación de los
servicios públicos consiste en su régimen particular de propiedad y de distri-
bución de ganancias, así como el carácter democrático que debe ostentar su
gestión. Características, todas ellas que las separan de las estructuras de poder
capitalistas y justifican su intenso arraigo social, su tendencia a la creación de
empleo estable y de calidad, su flexibilidad para adaptarse a cambios y afron-
tar crisis y, a fin de cuentas, su potencialidad para conformar una alternativa
sólida que impulse un verdadero desarrollo local sostenible.
Cuarta. El Derecho administrativo actual trata de introducir un nuevo mo-
delo de gestión pública que se nutra de unas instituciones y represente unas
prácticas más abiertas y accesibles, con una creciente implicación de los admi-
nistrados en ellas. O lo que es lo mismo, que fomente una ciudadanía infor-
mada, dinámica y corresponsable para con la actividad de la Administración,
Las cooperativas de utilidad pública e iniciativa social 527

en la que la prestación coparticipada de servicios públicos goce de mayor


protagonismo.
Se destaca en este trabajo la importancia de la colaboración del mundo
cooperativo en la prestación de servicios públicos, como oportunidad para
concretar y materializar el nuevo rol de los ciudadanos en sus relaciones con
los poderes públicos, como una ciudadanía cada vez más exigente a la hora de
conocer, influir y formar parte de cuantas decisiones afectan al funcionamien-
to de unos servicios públicos a cuyo mantenimiento contribuyen con el pago
de sus impuestos.
Quinta. La colaboración con cooperativas se manifiesta, no sólo como la
opción preferente para dar respuesta a las necesidades sociales no suficiente-
mente cubiertas por el Estado, sino también como la forma idea para que los
ciudadanos participen más y mejor en los asuntos públicos. Para que, toda vez
que se respeten los valores y principios cooperativos, los usuarios de los servi-
cios públicos sean tomados en cuenta para su diseño, planificación y presta-
ción, en aras de su accesibilidad e integridad y, por ende, su calidad.
Sexta. La normativa fiscal de los Territorios Históricos de Álava, Bizkaia y
Gipuzkoa contempla un régimen tributario especial para las cooperativas de
utilidad pública y las cooperativas de iniciativa social, a diferencia de lo que
ocurre en territorio común donde la Ley fiscal estatal les aplica a las coopera-
tivas sin ánimo de lucro el régimen fiscal previsto para cualquier cooperativa.
Séptima. El régimen fiscal especial consiste en la aplicación del régimen
fiscal previsto para las entidades sin fines lucrativos a las cooperativas de utili-
dad pública e iniciativa social, con la ventaja que ello supone por tratarse de
un régimen menos oneroso que el previsto para las cooperativas con carácter
general.
Este régimen fiscal especial supone, en la práctica, la exención de las ope-
raciones societarias habituales y de las transmisiones de bienes afectos a los
fines de las cooperativas en el Impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales y
Actos Jurídicos Documentados, la exención en el Impuesto sobre Sociedades
de la mayor parte de los ingresos o rentas que obtienen estas cooperativas y
la tributación a un 10% del resto de las rentas no exentas, la aplicación de
deducciones para los donativos realizados a las cooperativas de utilidad pú-
blica e iniciativa social en el impuesto personal del aportante, la exención de
varios impuestos municipales, y por último, la no sujeción o la exención del
IVA en la mayoría de los casos por coincidir las finalidades perseguidas por las
cooperativas de utilidad pública e iniciativa social con las entregas de bienes y
prestaciones de servicios no sujetas o exentas.
528 Vega María Arnáez Arce / Alberto Atxabal Rada

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CAPÍTULO 28
Las cooperativas de múltiples partes asociadas
con finalidad social y las cooperativas multiactivas.
Expresiones de un nuevo y viejo cooperativismo en Argentina

Patricia A. Fernández Andreani


Profesora del Programa Doctorado UMSA
Docente de Universidad Nacional de Buenos Aires

Sumario: 1. Introducción. 2. Cooperativas de múltiples partes asociadas y con finalidad


social. Noción y encuadramiento: 2.1. ¿Qué son las cooperativas de múltiples
partes asociadas con finalidad comunitaria o social, a la luz de la Resolución
2366/22 del INAES. 2.2 Características de este modelo cooperativo. 2.3. Acto
cooperativo en este modelo. 2.4. Funcionabilidad del modelo. 3. Las coo-
perativas prestadoras de servicios públicos, como expresión de un modelo
multiactivo: 3.1. ¿Qué son las cooperativas prestadoras de servicios públicos?
3.2. Desarrollo del cooperativismo de servicio público en Argentina y función
social. 3.3. Principales desafíos que enfrenta este modelo de gestión en la
posmodernidad.

1. INTRODUCCIÓN

Me gratifica ser parte de esta obra homenaje a un gran maestro del de-
recho cooperativo. Dante Cracogna es, indiscutiblemente, un gran referente
del derecho cooperativo argentino y mundial, profesor en varias universida-
des, miembro de la comisión redactora de la Ley de Cooperativas de argen-
tina y coordinador de la comisión que elaboró el proyecto de la ley marco
para las cooperativas de América Latina designada por ACI, miembro del gru-
532 Patricia A. Fernández Andreani

po asesor jurídico de la Alianza Cooperativa Internacional, entre tantos otros


antecedentes. Un hombre que hace honor a los valores cooperativos en su
propia vida, un hombre de una gran humildad, generosidad y de una palabra
siempre cuidada. Sus gestos y sus palabras hablan de ese profundo compromi-
so con el movimiento humanista que importa el cooperativismo. En este libro
homenaje a su persona y a su excepcional categoría científica, y como repre-
sentante de su tierra en esta obra, quiero agradecerle todos los aportes hechos
a lo largo de su vida para fortalecer el movimiento cooperativo, sus principios
y su desarrollo en esta sociedad argentina atravesada por grandes índices de
desigualdad.
En las últimas tres décadas, nuestro país ha generado grandes bolsones
de personas en situación de vulnerabilidad debido a las sucesivas crisis econó-
micas que ha atravesado nuestra sociedad. Allí, el cooperativismo ha sido una
gran herramienta para atravesar las crisis. En la actualidad, a los tradiciona-
les modelos utilizados se suman las cooperativas de múltiples partes asociadas
con finalidad comunitaria o social; pero no debemos dejar de tener en cuenta
el importante rol que ha tenido a través de más de un siglo el cooperativismo
de servicio público. Sin embargo, las normas del tercer sector y todas las po-
líticas de fomento son instrumentos diseñados hace muchísimos años y que
no responden a los nuevos paradigmas de estas organizaciones. Quizás, para
visibilizarlo necesitemos seguir sensibilizando para que se reconozca a la eco-
nomía social en las plataformas y programas políticos y electorales.
En este contexto nos decidimos a abordar el tema de las cooperativas de
múltiples partes asociadas con finalidad social, y de las cooperativas multiacti-
vas, para específicamente reducir nuestro análisis a dos expresiones de éstas:
las cooperativas sociales, que recientemente han tenido acogida a través de
resoluciones administrativas del órgano de contralor (INAES), y de las coope-
rativas prestadoras de servicios públicos, como especie de cooperativas mul-
tiactivas. Decimos que son nuevos y viejos modelos porque las cooperativas de
múltiples partes asociadas con interés comunitario o social han sido reciente-
mente acogidas y podrían dar respuesta a diversas necesidades insatisfechas
de la comunidad, mientras que, por su parte, las cooperativas prestadoras de
servicios públicos (y de otros tantos servicios que no encuadran en la defini-
ción de servicio público) tiene un gran desarrollo en nuestra tierra, siendo
baluarte del sistema cooperativo en el interior de argentina.
Veremos en lo sucesivo el primer antecedente de cooperativa de múltiples
partes asociadas con finalidad social que se corresponde con “Cooperativa de
trabajo para la integración sociolaboral La Huella Ltda” y seguiremos luego
con el análisis de las cooperativas prestadoras de servicios públicos como ex-
presión del cooperativismo multiactivo.
Las cooperativas de múltiples partes asociadas con finalidad social 533

2. COOPERATIVAS DE MÚLTIPLES PARTES ASOCIADAS Y CON


FINALIDAD SOCIAL. NOCIÓN Y ENCUADRAMIENTO

Las cooperativas de múltiples partes asociadas se encuadran en el concep-


to general de cooperativas, conforme a la definición aprobada por la Alianza
Cooperativa Internacional (ACI); esto es, “una asociación autónoma de perso-
nas que se han unido de forma voluntaria para satisfacer sus necesidades y as-
piraciones económicas, sociales y culturales en común mediante una empresa
de propiedad conjunta y gestión democrática”.
Este tipo de cooperativas pueden ser integradas por cualquier tipo de
persona visible o ideal y también, en el caso de que las leyes que los rigen lo
permitan, por el Estado nacional, las provincias, los municipios, los entes des-
centralizados y las empresas del Estado.
De tal modo, las cooperativas en análisis son organizaciones de perso-
nas que se asocian para satisfacer distintos tipos de intereses, mediante una
empresa.
Destacada doctrina nacional (Cuesta, 1987: 169) ha repasado la sistema-
tización de las entidades cooperativas teniendo en cuenta para su encuadra-
miento los siguientes criterios: a) lugar donde desarrollan la actividad; b) seg-
mento de la economía; c) naturaleza que presenta la actividad, y d) los grados
necesarios de integración.
Sin embargo, teniendo en cuenta la legislación argentina en la materia
compartimos con autorizada doctrina española (Fajardo, 1997: 77) que las
cooperativas “derivan de dos modelos clásicos: cooperativas de producción y
cooperativas de consumo”.
En las cooperativas de producción los socios se agrupan con el fin de au-
mentar sus rentas por medio del ejercicio en común de una actividad econó-
mica. En este grupo se podría incluir a las cooperativas que comercialicen
la producción o los servicios prestados por sus socios (por ejemplo, las coo-
perativas del campo o de trabajo asociado). En cambio, en las cooperativas
de consumo los socios se reúnen generalmente con el fin de obtener “más
económicamente” unos bienes o servicios, aunque en muchos casos pueden
reunirse simplemente para obtener ese servicio o para conseguirlo a mejor
calidad, aunque sea más caro.
Estas cooperativas son las que atienden necesidades de demandas de los
socios de los bienes o servicios que adquiere la entidad. En este grupo se pue-
den incluir las cooperativas de vivienda, crédito, seguro y servicios, entre otras.
Por ello, la doctrina que seguimos (Fajardo, 1997: 77) indica que “podríamos
534 Patricia A. Fernández Andreani

concluir diciendo que todas las demás clases de cooperativas, por la actividad
a la que se dedican, pueden encuadrarse en uno de estos dos modelos”.
Ahora bien, las cooperativas de múltiples partes asociadas o integrales serían
aquellas que reúnen una o varias actividades económicas para atender necesida-
des de dos o más colectivos de socios. Ejemplo de ello sería una cooperativa de
consumo y producción, o sea que integre socios productores con socios consumi-
dores. Es decir, en este último ejemplo el tipo de cooperativas podría fusionar en
un mismo modelo, tanto la finalidad del consumo como la de producción.
Como se advierte, en el caso de la “Cooperativa de trabajo para la inte-
gración sociolaboral La Huella Ltda” se trata de un conjunto heterogéneo de
asociados donde los usuarios o ex usuarios del servicio de salud mental/aso-
ciados buscan satisfacer sus propias necesidades, mientras que el resto de so-
cios buscan solo alcanzar el objetivo de la organización mediante el aporte de
capital o distintos tipos de aportes, pero con el objetivo de que la organización
alcance sus fines y pueda contribuir con la sociedad en general. De allí que
encuadramos a este modelo en una cooperativa de múltiples partes asociadas
con finalidad de satisfacer el interés comunitario o social.
Este modelo aprobado por el INAES da cuenta de que la organización
cooperativa puede dar respuesta y satisfacer necesidades particulares y múl-
tiples de las personas, por lo que cualquier persona interesada en ello debe
tener la posibilidad de acceso a la cooperativa. Como bien enseña Fajardo
(Fajardo, 2021: 124 ss.), esta característica se describe como principio de puer-
tas abiertas y refleja el carácter solidario de la cooperativa con su entorno.
Por ello, compartimos con la mencionada autora que las tipologías no de-
ben suponer un freno al desarrollo de cooperativas ya que, si bien pueden no
estar comprendidas en las clasificaciones clásicas, no obstante pueden aten-
der nuevas necesidades que se gestan en la sociedad y que el legislador no
haya contemplado (Fajardo, 2022: 124).

2.1. ¿Qué son las cooperativas de múltiples partes asociadas


con finalidad comunitaria o social, a la luz de la Resolu-
ción 2366/22 del INAES?

Este tipo de cooperativismo ha ingresado a través de la Resolución


1366/22 del INAES. En los antecedentes de la mencionada Resolución sur-
ge que “el origen de estas cooperativas lo podemos encontrar en la década
de 1970 en Italia, con el inicio del proceso de desmanicomialización llevado
adelante en la ciudad de Trieste, aprobándose en el año 1991 la Ley italiana
de Cooperativas Sociales, la cual caracteriza a estas entidades como aquellas
Las cooperativas de múltiples partes asociadas con finalidad social 535

que tienen como objetivo “perseguir el interés general de la comunidad en la


promoción humana y la integración social de los ciudadanos a través de: a) La
gestión de servicios sociosanitarios y educativos; b) El desarrollo de distintas
actividades (agrícolas, industriales, comerciales y de servicios), con el fin de
generar la inserción laboral de personas vulnerables-desfavorecidas”.
Se indica que estas cooperativas se fueron desarrollando en otros países
de Europa, América y demás continentes, lo que fue dando lugar al reconoci-
miento normativo de las mismas, pudiendo destacarse en nuestro continente
los casos de Canadá, Brasil y Uruguay, cada uno de ellos con sus distinciones.
A su vez, se informa que la Organización Internacional de las Cooperativas
en la Industria y los Servicios -CICOPA-, organización sectorial de la Alianza
Cooperativa Internacional (ACI), define a las cooperativas sociales como
aquellas que están “especializadas en el suministro de servicios sociales o en la
reinserción de personas desfavorecidas y marginadas (personas minusválidas,
parados de larga duración, ex prisioneros, personas que sufren de adicciones,
etc.)”. Así, en el año 2011 la CICOPA aprobó los “Estándares Mundiales de las
Cooperativas Sociales”, en los cuales se definen los rasgos que caracterizan a
estas entidades, entre ellas la de tener una misión explícita de interés general,
su naturaleza no estatal, su estructura de gobernanza con múltiples grupos de
interés y la representación sustancial de los socios trabajadores.
Adicionalmente, se agrega que “la propia Organización Internacional del
Trabajo (OIT) caracteriza a las cooperativas de servicios asistenciales como
aquellas ‘destinadas a atender las necesidades físicas, psicológicas, emocio-
nales y de desarrollo de una o más personas, concretamente niños, ancia-
nos o personas con discapacidad o afectados por una enfermedad física y/o
mental’”.
Para sostener las fortalezas de este tipo cooperativo la resolución conside-
ró que, pese a no contar con un marco regulatorio específico, en Argentina el
cooperativismo social ha mostrado en los últimos años un desarrollo territo-
rial creciente, existiendo experiencias de cooperativas sociales que hoy resuel-
ven positivamente necesidades del sistema sociosanitario público y privado, así
como la inserción, inclusión o integración sociolaboral y el acompañamiento
integral de personas integrantes de sectores vulnerables y/o discriminados de
nuestra sociedad, sin dejar de reconocer también el creciente desarrollo de
cooperativas de cuidados de personas.
De este modo, se considera que “en nuestro país las actividades producti-
vas más frecuentes que realizan los dispositivos sociolaborales son la produc-
ción de bienes y servicios, entre ellos elaboración de artesanías, carpintería,
gastronomía, panadería, textil, huerta, vivero, hilandería, diseño multimedial,
536 Patricia A. Fernández Andreani

parquización y jardinería, organización y realización de eventos culturales,


mantenimiento, reciclado, etc.”.
En la indicada resolución se especifica que “no sólo deben contemplarse
objetos sociales acordes a las necesidades y mecanismos de trabajo específi-
cos de estas cooperativas sino también debe atenderse la diversidad existente
en la integración de las mismas, en línea con lo reafirmado en la Resolución
INAES N.° 478/20, en cuanto a la existencia de “la posibilidad de constituir
entidades cooperativas cuyos asociados sean actores que cumplen diferentes
roles en la cadena de producción y consumo”.
Sin embargo, en la resolución referida esta especie ha sido circunscripta a
las personas pertenecientes al servicio de salud mental y vinculada al estatuto
aprobado en el caso de la “Cooperativa de trabajo para la integración sociola-
boral La Huella Ltda.”, que se relaciona con los pacientes del Hospital psicoa-
sistencial “José Borda”, donde los asociados pueden ser los propios usuarios
de salud mental o que lo hayan sido, sus familias y el servicio de salud mental,
en carácter de socios de apoyo y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, a los
efectos de facilitar la articulación de la cooperativa con el servicio de salud
mental, pero claramente este tipo puede ser replicado para dar respuestas a
otras problemáticas sociales, tal como se infiere de la propia Resolución N.°
478/20.

2.2. Características de este modelo cooperativo

Una de las características de este modelo es la multiplicidad de socios


que responden a distintos intereses. En especial, en el caso de “La Huella”
encontramos:
a) Los pacientes del ámbito del neuropsiquiátrico
b) Los familiares
c) Los médicos o personal de la salud
d) El Estado
Claramente, este tipo cooperativo reúne las características de una coope-
rativa de trabajo, donde los pacientes o ex pacientes/asociados son quienes
pondrían su fuerza de trabajo al servicio de la entidad para que esta venda en
el mercado los productos y luego se repartan deducidos los gastos, los exce-
dentes vía retorno entre los socios trabajadores. Los demás asociados a esta
cooperativa son socios de apoyo.
Las cooperativas de múltiples partes asociadas con finalidad social 537

Los socios de apoyo, también llamados socios colaboradores, no están


previstos en la legislación argentina. En el derecho comparado 1 estos se carac-
terizan por a) Ser personas físicas o jurídicas que aportan capital sin partici-
par en la actividad económica con miras de recibir una retribución a cambio;
b) Personas físicas o jurídicas que, sin poder realizar plenamente la actividad
económica cooperativa, pueden contribuir o colaborar en su contribución.
En este supuesto bastaría con prestaciones discontinuas de trabajo o servi-
cio, o la prestación de ayudas económicas a la cooperativa (Paniagua Zurera,
2005: 169).
En el caso de la “Cooperativa de trabajo para la integración sociolaboral
La Huella Ltda” los médicos, las familias y el Estado reúnen la condición de
socios de apoyo, destacándose por no realizar de forma plena la actividad eco-
nómica, sino que prestan servicios, trabajo o ayudas económicas para el logro
del objeto de la cooperativa.

2.3. Acto cooperativo en este modelo

Con relación a la actividad cooperativizada huelga aclarar que en el caso


de la “Cooperativa de trabajo para la integración sociolaboral La Huella Ltda”
los socios plenos son trabajadores que ponen su servicio, la fuerza de trabajo,
al servicio de la entidad.
Las notas esenciales de este modelo es que la organización empresarial
se encamina principalmente hacia la búsqueda de oportunidades de trabajo
para los asociados, con la finalidad de generar riquezas que puedan benefi-
ciarlos (Tevez, 2010: 119) y, en el caso particular, de buscar espacios de inclu-
sión social de personas que son pacientes neuropsiquiátricos.
En consecuencia, siendo una cooperativa de trabajo una empresa que
brinda el servicio de trabajo a sus asociados y donde los productos que tienen
origen en la actividad se venden en el mercado para beneficio de los asocia-
dos que la administran y gobiernan de manera democrática, la relación que
tienen los asociados con la cooperativa no es de subordinación técnica ni eco-
nómica (Cracogna, 2007: y sigs.) sino que se trata de una relación asociativa.
Así, la “Cooperativa de trabajo para la integración sociolaboral La Huella”
es una organización donde confluyen, por un lado, “pacientes asociados”, que
resultan ser socios plenos porque ponen su trabajo personal al servicio de la
entidad y, por otro lado, socios de apoyo. Estos últimos ponen a disposición

1
Ejemplo de ello es España, cuya legislación estatal (art. 14) así lo contempla, al igual
que algunas leyes autonómicas, como es el caso de Andalucía (arts. 33 a 35).
538 Patricia A. Fernández Andreani

su servicio, conocimiento e incluso asistencia económica para que se pueda


lograr el objeto de la entidad, que no es más que la integración sociolaboral
de los pacientes psiquiátricos y en consecuencia contribuir con la comunidad.
El vínculo que se establece entre la cooperativa y sus asociados es asocia-
tivo que da lugar a una actividad encaminada a cumplir uno o más objetivos
determinados con un propósito de servicio. Esto se llama actividad cooperati-
vizada, donde intervienen los asociados y la cooperativa. Esta relación comple-
ja, en la que se funden las relaciones asociativas y las operaciones concretas, se
llama acto cooperativo.
Vale aclarar que los socios de apoyo solo colaboran con prestaciones dis-
continuas de trabajo, apoyo o servicio, o con la prestación de ayudas económi-
cas a la cooperativa. Estas conclusiones se derivan de la propia naturaleza de
la organización.

2.4. Funcionabilidad del modelo

Este tipo cooperativo puede dar respuestas a múltiples necesidades; dare-


mos solo algunos ejemplos, a saber:
a) Modelo que permite universalizar las tareas de cuidado de las niñeces. El cui-
dado y la crianza son las razones por las cuales las mujeres son discri-
minadas y, a su vez, excluidas de muchos ámbitos, en especial de los
laborales y económicos. Si se pretende solo abordar el problema del
acceso a lo público no será posible igualar las posiciones, pues si bien
se estaría avanzando en igualdad formal, no se estarían generando
condiciones materiales necesarias para que el acceso se produzca de
manera equitativa.
El estereotipo, entendido por las pautas de conducta que el sistema
sexo-género asigna a cada sexo, impone a la mujer casi de forma ex-
clusiva las tareas de la crianza, cuidado y domésticas. Ello da lugar a
que, en gran parte, las mujeres tengan ocupaciones de baja produc-
tividad, inestables y con escasa o nula protección social para poder
conciliar ambas tareas.
Ciertamente, la solución no está en promover la compatibilización
de las obligaciones laborales con las tareas domésticas para las mu-
jeres, ya que son medidas que en sí mismas perpetúan la división se-
xual del trabajo y promueven la consolidación de estereotipos intole-
rables, a la luz de las convenciones internacionales.
Las cooperativas de múltiples partes asociadas con finalidad social 539

Las políticas públicas deben tender a promover la asunción de res-


ponsabilidades en el ámbito doméstico de manera igualitaria entre
varones y mujeres. El camino hacia la universalización de los cuida-
dos se corresponde con una sociedad democrática y justa. Mantener
los cuidados y las tareas domésticas en cabeza de la mujer se corres-
ponde con una sociedad injusta.
Este tipo de cooperativas sociales no solo pueden dar solución laboral
a muchas personas, en especial mujeres, sino también permitirían ha-
cer realidad la universalización de los cuidados a través de la satisfac-
ción de múltiples intereses y donde el propio Estado puede participar.
Es sabido que el rol de la mujer resulta objeto actual de cambio y
estamos transitando un camino en donde no se reconoce económi-
camente en la sociedad la labor doméstica, de crianza y de cuidado.
Ello da lugar a que las mujeres, en gran parte, tengan ocupaciones
de baja productividad, inestables y con escasa o nula protección so-
cial para poder conciliar ambas tareas.
El Estado argentino viene llevando adelante fuertes políticas públi-
cas de concientización en la temática, pero pensamos que la herra-
mienta que nos propone el INAES a través de la conformación de
cooperativas de múltiples partes asociadas para dar soluciones a los
problemas sociales y cuyos socios sean los padres y las madres, los
cuidadores/as y el Estado como socio de apoyo puede ser una herra-
mienta idónea en la búsqueda de la universalización de los cuidados.
b) Modelo apto para desarrollar objetivos educativos. El costo de la educación
privada en argentina se ha tornado muy difícil de sostener para las
familias; una alternativa a la educación pública y a la educación pri-
vada son las escuelas cooperativas, en las cuales los docentes, padres/
madres garanticen una educación de calidad, con costos accesibles
y compromiso social, incluso incorporando como socio de apoyo al
Estado. A través de este tipo cooperativo de múltiples partes asocia-
das se podrían lograr tales objetivos.
c) Modelo que puede dar respuesta a las tareas de cuidado de personas mayores.
Una de las situaciones de mayor vulnerabilidad está expresada en las
personas adultas mayores. En muchos casos las familias no pueden
sostener el cuidado en sus propias casas y mucho menos sostener el
pago de un lugar especializado en cuidado de personas en situacio-
nes de hipervulnerabilidad, como transitan en muchos casos las per-
sonas de edad avanzada. Este tipo de múltiples partes asociadas con
finalidad comunitaria también puede servir para ejercer un cuidado
apropiado, a un valor también accesible.
540 Patricia A. Fernández Andreani

3. LAS COOPERATIVAS PRESTADORAS DE SERVICIOS PÚBLICOS,


COMO EXPRESIÓN DE UN MODELO MULTIACTIVO

3.1. ¿Qué son las cooperativas prestadoras de servicios públi-


cos?

Las Cooperativas prestadoras de servicios públicos son organizaciones de


usuarios que se agrupan para auto prestarse un servicio de interés general y au-
tosatisfacerse una necesidad colectivamente sentida en el seno de una comu-
nidad, mediante una empresa de propiedad conjunta y gestión democrática.
Las cooperativas objeto de estudio tuvieron lugar en Argentina por las
necesidades que tenían los pobladores de las zonas periféricas de resolver los
problemas comunes que afectaban las condiciones de vida. Así, los vecinos se
agruparon a través de este tipo de organización para autogestionarse los servi-
cios y, de ese modo, logar una mejora en la condición de vida de los ciudada-
nos y bajar los costos de acceso a la prestación.
Estas cooperativas encuadran en la clasificación de cooperativas de consumo
donde los asociados se aglutinan con el objeto de obtener una mejor condición
del servicio y a menor precio. Sin embargo, la característica de este modelo coo-
perativo está dada por el tipo de servicio que prestan a sus propios asociados: los
llamados servicios públicos. Encuadran dentro de la noción de servicio público
en Argentina 2 (Pérez Hualde, 2005: 12), la distribución domiciliaria de agua, gas,
energía y el servicio de telefonía fija. Igualmente, estas cooperativas prestan en
Argentina otros servicios que no encuadran en la noción de servicios públicos
pero que son prestaciones de interés general tales como servicios fúnebres, farma-
cia, enfermería, biblioteca, internet, televisión por cable, entre otros.
Son empresas pertenecientes a la economía social en tanto su actividad
productiva se basa en técnicas de organización específica que se fundamenta
en los principios de solidaridad y participación, así como en los valores de la
autonomía y de la ciudadanía 3.

2
La noción de servicio público varía de acuerdo a los contextos históricos. Hoy en
Argentina mayormente los autores comparten que el servicio público es un régimen exorbitante
impuesto por el legislador, y garantizado por las autoridades, a una actividad económica
determinada, que tiene como finalidad el interés general y procura satisfacer necesidades
individuales de importancia colectiva, cuyas características de prestación se destacan por ser de
contenido económico. En especie, de manera periódica y sistemática, la prestación de servicios
por parte de las cooperativas, tales como educación, enfermería, funeraria, préstamos, vivienda,
entre otros, no son encuadrables dentro del paraguas de la noción de servicio público.
3
Conf. Definición de la Comisión de las Comunidades Europeas, en su Comunicación
al Consejo de 18 de diciembre de 1989, titulado: “Las empresas de la Economía Social y la
construcción de un mercado único sin fronteras”.
Las cooperativas de múltiples partes asociadas con finalidad social 541

De allí que podamos concluir que las cooperativas prestadoras de servi-


cios públicos son organizaciones nacidas al amparo de las necesidades insa-
tisfechas de los vecinos que el Estado no concurría a satisfacer y a las que el
mercado no le interesaba y son empresas pertenecientes a la economía social
por las siguientes características particulares, a saber: a) Primacía del hombre
sobre el objeto; b) Adhesión voluntaria y abierta y control democrático; c)
Autonomía e independencia de gestión en relación con entes públicos, como
privados; d) Aplicación de los excedentes al objeto, a través de reinversión o
distribución mediante retorno, previa reserva legal obligatoria; e) Presencia y
preocupación por el tejido social.
Veamos entonces, en el punto siguiente como se explica el gran desarro-
llo en Argentina.

3.2. Desarrollo del cooperativismo de servicio público en Ar-


gentina y función social

El destacado desarrollo en Argentina del cooperativismo de servicios pú-


blicos tiene origen en el año 1926, en la ciudad de Punta Alta, provincia de
Buenos Aires. Actualmente, funcionan 800 cooperativas prestadoras de servi-
cios públicos, que brindan electricidad, gas, teléfono y agua corriente, entre
otros, a más de 600 ciudades del interior del país. La gran mayoría son mul-
tiactivas por brindar varios servicios.
La experiencia internacional sobre constitución de este tipo cooperativo,
en especial en servicios eléctricos, tiene antecedentes en los Estados Unidos
de Norteamérica, principalmente en las zonas rurales. En Latinoamérica en-
contramos un importante desarrollo en Bolivia, Costa Rica, entre otros 4.
Las cooperativas de servicios son organizaciones que han sido pilares fun-
damentales sobre los que se sustenta la economía regional y la sustentabilidad
de nuestros pueblos.
La contribución social no se ciñe solo a la prestación del servicio a un pre-
cio más económico, ya que son agentes de la cohesión social y expresiones de
una solidaridad más cercana.

4
En el marco de la XVII Conferencia Regional de la ACI-Américas se decidió la
conformación de una red de cooperativas de servicios públicos con el objetivo de fortalecer
las relaciones entre las cooperativas de América, mediante el intercambio de información y
acciones, para potenciar el desarrollo y crecimiento del sector cooperativo en sí mismo y en
nuevos emprendimientos. Dicha red está conformada por representantes de Reino Unido,
USA, Bélgica, Costa Rica, Argentina, México, Bolivia, Paraguay, Canadá. Mayor información se
puede encontrar en http://www.aciamericas.coop/Red-de-cooperativas-de-servicios
542 Patricia A. Fernández Andreani

Las cooperativas prestadoras de servicios públicos han cumplido y siguen


cumpliendo una importante función social. Por ser espacios democráticos de
participación, han contribuido a la organización de los territorios donde es-
tán insertas, esto es: en la distribución espacial de las actividades urbanas y
rurales, en las fuentes de energía utilizadas, las cadenas de valor prioritarias, la
constitución del entramado productivo, la organización del hábitat, su impac-
to en el medio ambiente y los mecanismos para garantizar el acceso de toda la
población a los bienes y servicios que permitan un buen vivir (Guarco, 2014:
112).
Esta matriz alternativa de prestación de servicios públicos, que tuvo origen
en poblaciones o ciudades embrionarias o de poco desarrollo en Argentina,
ha logrado sobrevivir hasta nuestros días. Depende de la adaptación de estas
organizaciones a los nuevos retos que la tecnología y la vida posmoderna im-
ponga que puedan seguir siendo una realidad eficaz para resolver las necesi-
dades de los vecinos.

3.3. Principales desafíos que enfrenta este modelo de gestión


en la posmodernidad

3.3.1. Adaptarse y adelantarse a los cambios tecnológicos

La sobrevivencia de estas organizaciones dependerá de la habilidad de


quienes lideran y gestiones el movimiento cooperativo para adaptarse y ade-
lantarse a los nuevos paradigmas que la sociedad posmoderna nos impone,
entre ellos el cambio tecnológico.
Veamos entonces especialmente la situación de algunos servicios:
a) La telefonía fija. La necesidad de adaptación de las cooperativas pres-
tadoras de servicios públicos a las nuevas tecnologías es un hecho ineludible
para garantizar la subsistencia de estas. Quizás, el mayor exponente de esta
problemática y quien refleja la imperiosa necesidad de aggiornarse al mundo
actual son las cooperativas prestadoras del servicio de telefonía fija.
Si bien es cierto que en aquellas ciudades argentinas con mayor cantidad
de habitantes la telefonía fija se encuentra en manos de empresas privadas de
capital, numerosas son las localidades que, aun hoy en día, suministran este
tipo de servicios a sus usuarios a través del sistema cooperativo.
Ahora bien, las grandes empresas prestadoras del servicio, con una lógica
mayor capacidad de inversión, han sabido reinventarse y extender su servicio
Las cooperativas de múltiples partes asociadas con finalidad social 543

hacia otras necesidades propias de los tiempos que corren, como el servicio
de internet y de telefonía móvil.
Esta reinvención, en su gran mayoría, no se ha visto reflejado en las
Cooperativas de Telefonía fija. No obstante, existen algunos supuestos que lle-
van una luz esperanzadora para la supervivencia de estas sociedades de cara al
futuro.
Ejemplo de ello es la iniciativa presentada por la Cámara de Cooperativas
de Telecomunicaciones (CATEL), quien presentó la marca Imowi con la que
brindará servicio de telefonía móvil a los socios integrantes de las cooperativas
que nuclean este organismo que, en su totalidad, pertenecen a medianas y
pequeñas localidades donde solo se brindaba el servicio de telefonía fija o, en
algunos casos, sumado internet y tv por cable 5.
Para materializar esta adaptación a las nuevas tecnologías, es necesario
generar grandes inversiones y en muchos casos desarrollar acuerdos con las
empresas privadas de telecomunicaciones, quienes son mayormente las que
poseen la infraestructura tecnológica y las redes para que las cooperativas
puedan brindar nuevos servicios.
b) La energía y la necesidad de generar nuevas fuentes sustentables. La necesidad
de generar fuentes de energía sustentables que produzcan el menor impacto
posible al medio ambiente ante el agotamiento de otras fuentes es un desa-
fío para las cooperativas prestadoras de servicios de energía que han tenido y
tienen que adaptarse a nuevas tecnologías para brindar de manera eficiente
el suministro de energía y, a su vez, poder solventar los gastos que conlleva
adquirir energía proveniente de este tipo de fuentes para poder distribuirla
entre sus asociados sin generar un impacto considerable en las tarifas.
Con el objetivo marcado, haciendo eco de los valores cooperativos de res-
ponsabilidad social y el principio de compromiso con la comunidad para el
cuidado del medio ambiente, es necesario que se promuevan, por ejemplo,
redes inteligentes que permitan que los consumidores generen parte de su
propia energía (p.e. a través de paneles solares) y así enviar cualquier exce-
dente de vuelta al sistema para que otros la usen. Este circuito no solo permi-
tiría que la distribución se haga de manera más eficiente al no derramar ener-
gía eléctrica, sino también reduciría las tarifas a los usuarios domiciliarios,
concentrando la energía para destinarla a la producción. Esto, que es una
realidad en muchos países, todavía no es posible en Argentina, pero también
en ese contexto hay que diseñar cómo se reestructurara la organización em-
presarial actual, muchas veces sobre dimensionada, para dar respuesta a estos

5
https://catel.org.ar/imowi-sera-la-marca-del-cuarto-operador-de-telefonia-movil-en-
el-pais/
544 Patricia A. Fernández Andreani

nuevos paradigmas. ¿Será factible acaso que sean las propias cooperativas las
que ofrezcan e instalen los paneles solares a los asociados/usuarios? No hay
respuesta certera, hay que hacer camino al andar.
La Federación Argentina de Cooperativas Eléctricas (FACE) ha tomado
cartas en el asunto entendiendo la problemática a la que se enfrentan hoy en
día y ha impulsado el programa GECI (Generación Eléctrica de Cooperativas
Integradas) que busca desarrollar centrales de generación de energía eléctri-
ca que posibiliten el abastecimiento de los importantes incrementos de de-
manda que experimentan las cooperativas, con la utilización preferencial de
recursos energéticos regionales, renovables y no contaminantes.
En síntesis, iniciativas como la mencionada en el párrafo anterior son sin
dudas el camino a seguir para contrarrestar los efectos de los conflictos que
enfrentan las cooperativas de servicios eléctricos como el agotamiento de los
recursos energéticos no renovables, la baja eficiencia en las modalidades de
consumo, los altos niveles de contaminación que contribuyen al calentamien-
to global, el impacto económico en las tarifas a los socios/usuarios y, conse-
cuentemente, hacer frente a los costos de distribución de la manera más efi-
ciente posible.
c) El servicio de agua potable y cloacas. El agua es un servicio público domici-
liario básico y esencial para la vida de las personas y, por lo tanto, su suminis-
tro no puede ser interrumpido aun cuando exista falta de pago por parte de
los usuarios, lo cierto es que esta última situación genera un grave problema
para la subsistencia de las cooperativas prestadoras del servicio de agua.
Sabido es que para la supervivencia de este tipo de organizaciones socia-
les resulta fundamental el aporte que los socios puedan realizar en carácter de
usuarios. De ello depende no solo la continuación de la cooperativa, sino tam-
bién la capacidad de invertir para brindar un mejor y más eficiente servicio sin
vulnerar los derechos de los usuarios/asociados.
Otro problema que las cooperativas prestadoras del servicio de agua iden-
tifican es la falta de actualización de las tarifas por parte de las autoridades
provinciales, lo que repercute en una merma en la recaudación que luego se
ve reflejada en las economías cooperativas. Huelga decir que, en la mayoría
de los casos, este déficit debe ser soportado por las propias cooperativas al no
recibir ningún tipo de ayuda o subsidio por parte del Estado 6.

6
https://www.gestarcoop.com/novedades/noticias/34-mundo-cooperativo/609-
cooperativas-de-agua-y-saneamiento-de-la-provincia-analizaron-su-situacion.html - https://
www.elmiercolesdigital.com.ar/las-cooperativas-de-agua-tienen-complicaciones-por-la-falta-de-
actualizacion-tarifaria/
Las cooperativas de múltiples partes asociadas con finalidad social 545

Así pues, de un lado encontramos la obligación inalterable de las coope-


rativas de no suspender el suministro de agua 7; del otro, la situación de falta
de pago de los socios/usuarios que se suscita en numerosos casos y a ello se le
suma también que muchos gobiernos locales son los encargados de regular
las tarifas, que en muchas oportunidades resulta insuficiente para solventar
los gastos por no mantenerse adecuadamente actualizadas. Hoy esta combina-
ción es el mayor escollo que enfrentan este tipo de cooperativas y que ponen
en peligro su subsistencia.
Sin embargo, el mayor desafío se concentra en encontrar y diseñar méto-
dos más eficientes y menos costos de generación y distribución del agua pota-
ble, mantenimiento de redes y tratamiento de efluentes.

3.3.2. Generar políticas de integración asociativa y ampliar los horizontes


de participación de los asociados

El modelo de gobierno democrático asegura que los intereses de sus so-


cios impriman el funcionamiento y la trayectoria de las entidades, de modo
que la composición y regulación de los órganos de gobierno y administración
constituyen, en sí mismos, elementos fundamentales.
De allí la importancia de fortalecer el sistema democrático de gobierno
que es pilar en este tipo de entidades.
Recordemos que la participación democrática aparece como el logro de
la integración asociativa, compuesta por la adhesión a las normas y valores de
la comunidad constituida, mientras la debilidad democrática afecta directa-
mente la integración misma de esta comunidad.
La baja participación de los asociados mediante el ejercicio de los dere-
chos políticos y la aún más baja participación en la gestión, que se experimen-
ta hoy en Argentina, genera un vacío de legitimidad. Sumado a ello la parti-
cipación de las mujeres es muy reducida en los órganos de administración de
estas organizaciones. De este modo, resulta un desafío para los nuevos lideraz-
gos ampliar los horizontes e incorporar la participación de los asociados y ex-
tender los desafíos de la democracia paritaria a los órganos de administración
de las cooperativas bajo estudio.
Ello se lograría con dirigentes formados en las bondades de la economía
solidaria y con normas que promuevan mayor participación, en especial con

7
DNU del Poder Ejecutivo Nacional 311/20 - Abstención de corte de Servicios en caso
de mora o falta de pago.
546 Patricia A. Fernández Andreani

normas positivas imperativas que obliguen a integrar la administración de las


sociedades en paridad.
Por ello, consideramos que hay que poner foco en la problemática del
gobierno corporativo. Las empresas sociales prestadoras de servicios públicos
deben responder a un nuevo entorno económico, desarrollando innovacio-
nes institucionales más adecuadas al momento que se vive y profundizando el
modelo democrático.
En nuestra opinión, la incorporación del buen gobierno corporativo vía
legislativa o autorregulación debe integrar, al menos, los tópicos que se indi-
can seguidamente:
1. Los mandatos de los administradores, síndicos y delegados deberían
tener un límite de reelegilibilidad de dos períodos consecutivos, de
tal manera que permita una mayor renovación de los cargos y, con
ello, una mayor participación de la base asociativa en la dirección de
estas entidades 8.
2. Tanto la normativa cooperativa como los estatutos sociales deben
incorporar la obligación de integrar el órgano de administración,
de gobierno y de fiscalización paritariamente, de conformidad con
lo regulado por la Inspección General de Justicia de la Nación para
ciertas sociedades y personas jurídicas, a través de la Res. 34/2020 9.
3. Como forma de promover los procesos de control se podrían imple-
mentar auditorias sociales y foros (aunque sea virtuales) que unan a
los gerentes con los asociados y delegados.
4. La obligación de incorporación de las minorías debe ser la regla en
el caso de las cooperativas bajo análisis.
5. Los socios que pretendan postularse como candidatos a cubrir car-
gos en los órganos sociales de una cooperativa prestadora de servi-
cios públicos no deberían formar parte de organismos estatales que
tuvieran a su cargo la regulación y/o el poder de policía sobre la
actividad que desarrolla la propia entidad.

8
El anteproyecto de Ley Federal de la Economía Solidaria significa un adelanto sobre
el régimen vigente al señalar en el art. 67 que “los consejeros son reeligibles por tres períodos
consecutivos o cinco alternados”.
9
La mencionada resolución tiene alcance para las sociedades del Estado, sociedades
de participación estatal mayoritaria, de economía mixta, sociedades que recurren al ahorro
público, sociedades que son concesionarias del Estado y sus controlantes y controladas y las
Asociaciones Civiles, Simples Asociaciones y Fundaciones con excepciones.
Las cooperativas de múltiples partes asociadas con finalidad social 547

3.3.3. Sensibilizar sobre la necesidad de contar con nuevas herramientas


para el financiamiento y la capitalización de estas entidades

La actividad de las cooperativas prestadoras de servicios públicos exi-


ge continua inversión. Las cooperativas bajo la normativa reinante cuentan
con muy pocos mecanismos para hacer frente a la necesidad de capital y
financiamiento.
Además, en la medida que los marcos regulatorios y las leyes protectoras
de los consumidores no permiten reflejar en las facturas del servicio ítems
ajenos a la prestación, hasta el aporte de capitalización se torna de difícil
implementación.
El movimiento cooperativo de servicios públicos debe sensibilizar sobre la
necesidad de modificar la ley de cooperativas para permitir incluir en el texto
nuevas formas de financiamiento y capitalización. A esos efectos se debe traba-
jar en pos de incorporar: a) El aporte voluntario independiente del uso de los
servicios y que tengan el carácter de permanencia en el capital; b) La incor-
poración de socios que no participen de la actividad cooperativizada pero que
colaboren con la consecución del objeto, a través del aporte de capital. Esta
categoría de socio no se encuentra prevista en la actual legislación de coope-
rativas, aunque creemos que es un instrumento interesante para capitalizar y
financiar a las cooperativas. En esta categoría el legislador debería incorporar
a toda persona física o jurídica que tenga interés en participar y recibir a cam-
bio una remuneración por el aporte voluntario al capital; c) Que el interés
que se le reconozca tanto a socios plenos como a aquellos que no reúnen
tal condición (llámese socios de apoyo o socios colaboradores), como con-
traprestación por el capital voluntario aportado sea acorde con el interés que
pagan los bancos en el mercado. A nuestro modo de ver, la remuneración de
los aportes voluntarios debe ser mixta, es decir, compuesta por un interés que
no debería ser inferior al que pagan los bancos por depósitos a plazo, como
así también una participación en los resultados económicos de la actividad.
Así, se obtendría una retribución por interés fijo y otra sujeta al desarrollo de
la actividad, debiéndose imponer como límite una retribución del doble de
la tasa de interés indicado como mínimo (Fajardo, 1993). Creemos que ello
respeta el principio cooperativo del interés limitado y convierte a estas apor-
taciones en instrumentos atractivos, tanto para los socios plenos, como para
los socios que no reúnen tal calidad pero que colaboran con el aporte de capi-
tal; d) Incorporar como otro mecanismo de financiamiento las llamadas cuo-
tas periódicas, que no son capital y que no son reintegrables. Éstas tienen en
miras atender los gastos sociales o soportar inversiones que exige la entidad,
que pueden ser de lo más variados. Aun cuando se puedan implementar sin
548 Patricia A. Fernández Andreani

necesidad de que la ley lo regule, sería conveniente que así sea; e) Extender
el financiamiento a través de obligaciones negociables a las cooperativas de
consumo, en sintonía con lo que viene desarrollando la Comisión Nacional
de Valores a través de la Resolución General 870/2020 del 19 de noviembre
de 2020, que resuelve incorporar como Sección X del Capítulo V del Título
II de las NORMAS (N.T. 2013 y mod.) la posibilidad de que las cooperativas
de producción puedan solicitar a la Comisión autorización para la emisión de
obligaciones negociables en forma individual o bajo la forma de programas
globales. Esta es una gran herramienta para el desarrollo cooperativo y para
promover un mercado de capitales federal, inclusivo, que permita canalizar
el ahorro local hacia proyectos e inversiones con alto impacto en la economía
real.

4. CONCLUSIONES

La economía social juega un importante papel dentro del sistema socioe-


conómico, destacando las funciones económicas, sociales y políticas que des-
empeña. Este modelo gravita en muchos casos cuando el sector público y el
privado no dan respuesta, ya que tienen una posición económica única para
satisfacer determinadas demandas insatisfechas a las que los demás sectores
no pueden responder.
Es necesario el reconocimiento de la economía social en las plataformas y
programas políticos y electorales. Las normas del tercer sector y todas las polí-
ticas de fomento son instrumentos diseñados hace muchísimos años y que no
responden a los nuevos paradigmas de estas organizaciones.
Por lo tanto, se valora que desde el INAES se consolide la idea de que este
modelo de múltiples partes asociados y con finalidad social puede servir para
todo tipo de integración asociativa y para responder a distintas necesidades,
más allá de las tipologías.
No tenemos dudas de que el antecedente de la “Cooperativa de traba-
jo para la integración sociolaboral La Huella Ltda” abrirá nuevos caminos e
inspirará a otras formas organizativas para dar respuestas a las más diversas
necesidades.
En otro andarivel, las cooperativas prestadoras de servicios públicos han
marcado la historia de los pueblos y ciudades del interior de la República
Argentina en el último siglo, su condición de pilar del desarrollo del interior
de la Argentina en la posmodernidad dependerá de cómo enfrentan los desa-
fíos que se le presentan. La innovación tecnológica, los cambios de servicios,
Las cooperativas de múltiples partes asociadas con finalidad social 549

las nuevas demandas sociales, la falta de financiamiento y de capital, el desin-


terés del Estado en fortalecer este modelo, la indiferencia de los vecinos en la
gestión y la falta de integración asociativa son temas centrales que exigen de
sus líderes mayor formación y disposición emprendedora.
En suma, nuevos y viejos modelos cooperativos exigen creatividad y una
legislación que acompañe en los nuevos desafíos que se enfrenta.

5. BIBLIOGRAFÍA

Cracogna, Dante (2007). Acerca de la cooperativa de trabajo y la relación con sus aso-
ciados, RDCO, 429 y ss.
Cuesta, Elsa (1987-989). Derecho cooperativo, T. I., Ábaco.
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Tevez, Alejandra (2010). Empresas Recuperadas y Cooperativas de trabajo, Astrea.
CAPÍTULO 29
Las políticas públicas para las cooperativas
en el Paraguay

Hernando Esteban Raichakowski González


Miembro de la Comisión Jurídica de Cooperativas de las Américas, en representación de
la Confederación de Cooperativas Rurales del Paraguay (CONCOPAR) Ltda.

Sumario: 1. Contextualización. 2. La constitución nacional. 3. El impuesto municipal.


4. La ley 2157/03 y el ente regulador de las cooperativas. 5. El impuesto al
valor agregado. 6. La intervención de la justicia electoral en las asambleas de
cooperativas. 7. Las cooperativas de seguridad privada. 8. Las cooperativas de
trabajo asociado. 9. Conclusión. 10. bibliografía.

1. CONTEXTUALIZACIÓN

Para ponernos en contexto, debemos precisar que el Paraguay es el 5° país


más pequeño de América del Sur, con una superficie de 406.752 km2, com-
puesto por dos regiones -Oriental y Occidental- separadas por el Río Paraguay,
con una división política en 1 capital autónoma y 17 departamentos -la capital
y 14 departamentos en la Región Oriental, y los 3 departamentos restantes en
la Región Occidental-. Esa geografía alberga a una población aproximada de
7.000.000 de habitantes, distribuidos -según datos de la Dirección General de
Estadística, Encuestas y Censos- en un 97,4% en la Región Oriental y un 2,6%
en la Región Occidental -a pesar de que esta última representa el 60% de la
superficie del país-.
La población económicamente activa -entendida como aquella que rea-
liza por lo menos 1 hora de actividad económica en la semana, o tiene tra-
552 Hernando Esteban Raichakowski González

bajo, o se encuentra buscando activamente empleo- es de unos aproximada-


mente 3.500.000 habitantes -según datos de la DGEEC, del mes de mayo de
2018-. Cabe mencionar que, conforme a estadísticas del Instituto Nacional de
Cooperativismo (INCOOP), instituido por Ley 2.157/03 como Autoridad de
Aplicación de la Legislación Cooperativa y Autoridad de Control de los Entes
Cooperativos, poco más de 1.500.000 habitantes se encuentran asociados a,
cuando menos, 1 Cooperativa. Es decir, aproximadamente el 42,8% de esa
población económicamente activa.
Para analizar las POLÍTICAS PÚBLICAS PARA LAS COOPERATIVAS
EN EL PARAGUAY, debemos primeramente puntualizar qué entendemos por
POLÍTICAS PÚBLICAS. En tal sentido, podríamos coincidir, palabras más,
palabras menos, que las políticas públicas son aquellas acciones de gobierno, que
buscan dar respuestas a las diversas demandas de la sociedad, de manera organiza-
da. Estas acciones, a su vez, deben presentar, cuando menos, las fases de (i)
identificación y definición de los problemas, (ii) la formulación de políticas,
(iii) la adopción de las decisiones, (iv) la implantación, y (v) la evaluación.
Finalmente, conforme a la CEPAL, las políticas públicas cuentan entre sus
instrumentos a (i) los incentivos económicos -subsidios, impuestos-, (ii) la re-
gulación directa, (iii) la desregulación, creación o simulación de mercados,
privatización, (iv) la provisión directa o indirecta de servicios y bienes, y, (v)
los seguros frente a la adversidad -seguridad social, ayuda de emergencia, de-
sastres-, entre otros.

2. LA CONSTITUCIÓN NACIONAL

Como punto de partida para el análisis situacional del Paraguay, en tor-


no a las políticas públicas para las Cooperativas, podemos traer a colación lo
que la Constitución Nacional de 1992 -actualmente vigente- expresa acerca de
éstas:
“Artículo 113 - DEL FOMENTO DE LAS COOPERATIVAS. El Estado fomen-
tará la empresa cooperativa y otras formas asociativas de producción de bienes y de ser-
vicios, basadas en la solidaridad y la rentabilidad social, a las cuales garantizará su
libre organización y su autonomía. Los principios del cooperativismo como instrumen-
to del desarrollo económico nacional, serán difundidos a través del sistema educativo”.
“Artículo 114 - DE LOS OBJETIVOS DE LA REFORMA AGRARIA. La refor-
ma agraria es uno de los factores fundamentales para lograr el bienestar rural. Ella
consiste en la incorporación efectiva de la población campesina al desarrollo económico
y social de la Nación. Se adoptarán sistemas equitativos de distribución, propiedad y
tenencia de la tierra; se organizarán el crédito y la asistencia técnica, educacional y
Las políticas públicas para las cooperativasen el Paraguay 553

sanitaria; se fomentará la creación de cooperativas agrícolas y de otras asociaciones


similares, y se promoverá la producción, la industrialización y la racionalización del
mercado para el desarrollo integral del agro”.
En el marco de ese fomento constitucional a las Cooperativas en gene-
ral, así como a las Cooperativas Agrícolas en particular, en el año 1994 la Ley
349/72 pasa a ser reemplazada por la Ley 438/94, convirtiendo la Dirección
General de Cooperativismo (DGC) del Ministerio de Agricultura y Ganadería
(MAG), en Instituto Nacional de Cooperativismo (INCOOP); si bien aún
con subordinación a la mencionada Cartera de Estado, no obstante ya con
cierto grado de autonomía para dictar resoluciones, en pos del fomento al
Cooperativismo a través de la constitución de Cooperativas. Claramente, el
INCOOP se confirmaba como una Entidad de Fomento, más que de regula-
ción y control.
En cuanto al fomento a las Cooperativas, pregonado por la Constitución
Nacional y reglamentado por aquella novel Ley de Cooperativas (438/94), es
de destacarse a las exenciones tributarias estipuladas en su artículo 113, con el
siguiente alcance:
“Artículo 113°. Exenciones Tributarias. Cualquiera fuera la clase o grado de la
cooperativa, queda exenta de los siguientes tributos: a) Todo impuesto que grave su
constitución, reconocimiento y registro, incluyendo los actos de transferencia de bienes
en concepto de capital; b) El Impuesto a los Actos y Documentos que graven los actos
de los socios con su cooperativa; c) El Impuesto al Valor Agregado que grave los actos
de los socios con su cooperativa, con exclusión de las adquisiciones y enajenaciones
realizadas por la cooperativa con terceros; d) El Impuesto a la renta sobre los excedentes
de las entidades cooperativas que se destinen al cumplimiento de lo dispuesto en los
literales a), b) y f) del Art. 42 y sobre los excedentes de las entidades cooperativas que
sean créditos de los socios por sumas pagadas de más o cobradas de menos originadas
en prestaciones de servicios o de bienes del socio con su cooperativa o de esta con aquel;
y, e) Aranceles aduaneros, adicionales y recargos por la importación de bienes de capi-
tal destinados al cumplimiento del objeto social, los que no podrán ser transferidos sino
después de cinco años de ingresados al país”.
Como acción legislativa coherente, en términos de políticas públicas, po-
demos destacar el reconocimiento constitucional a las Cooperativas como em-
presas basadas en la solidaridad y la rentabilidad social -sin fines de lucro-.
Asimismo, el entendimiento del Código Civil Paraguayo -promulgado en
1985 y vigente desde 1987- de que, desde el punto de vista jurídico-societa-
rio, las Cooperativas merecen un tratamiento legal distinto al de los demás
tipos societarios regulados por dicha Ley -comúnmente conocida como
“Código Civil”-. Sin embargo, tan siquiera como una especie de “desliz legisla-
tivo” dentro de ese intento de “política pública” propiciado por la mismísima
Constitución Nacional, debemos mencionar la imprevisión del artículo 113
554 Hernando Esteban Raichakowski González

de la Ley 438/94, respecto del Impuesto de “Patente Comercial” vigente des-


de el año 1976 en virtud de la Ley 620.

3. EL IMPUESTO MUNICIPAL

Con la Ley 620/76 se estableció el régimen tributario para las munici-


palidades del interior del país -unos 254 municipios-, descontando solo a la
Capital del país -Asunción- regida por la Ley 881/81. A diferencia de la Ley
que rige al municipio de Asunción, la de las “del interior del país” -como alu-
de el acápite de la Ley 620- no distingue, a efecto del cobro de la “Patente
Municipal” -o “patente comercial”-, entre personas jurídicas con y sin fines de
lucro, como se puede apreciar a continuación:
Ley 881/81: “Artículo 2°. Las personas y entidades que ejercen comercios, in-
dustrias, profesiones u oficios en actividades con fines lucrativos dentro del municipio
de Asunción, pagarán el impuesto de patente anual establecido en esta Ley”.
Ley 620/76: “Art. 2º. Las personas y entidades que dentro del municipio ejercen
industria, comercio o profesión, pagarán el impuesto de patente anual que se establece
en esta Ley”.
Un motivo de fuerte controversia fue, hasta la promulgación de la Ley
5501/15, el requerimiento de varias municipalidades a las Cooperativas, res-
pecto de sus supuestas deudas por el mencionado Impuesto de Patente. Al
respecto, deviene necesario un análisis exhaustivo a la naturaleza, texto y con-
texto de la cuestionada Ley:
Ante todo, podríamos señalar que la mera construcción gramatical del
artículo 2° de la Ley “de los municipios del interior del país” constituye el
verdadero quid de la controversia. Ambos cuerpos normativos -Ley 620/76
y Ley 881/81- son, en general, prácticamente idénticos; salvo algunas desa-
fortunadas excepciones, como constituyen justamente sus artículos 2°. Así,
encontramos que la construcción gramatical de la norma, en la versión con-
tenida en la Ley para “la Capital”, claramente y sin dar lugar a entredichos,
precisa su alcance al referir explícitamente que nos encontramos ante un
tributo impuesto a quienes ejercen tales actividades con fines lucrativos.
No obstante el infortunio de encontrarse sometidos a una norma redacta-
da de modo impropio y ambiguo -entiéndase, el artículo 2° de la Ley 620/76-;
cabe aclarar que, en virtud de principios universales vigentes en Derecho y,
entre ellos, especialmente el Principio de Legalidad -que rige los actos de las
Personas de Derecho Público, como son las Municipalidades-, este tipo de
normas que imponen obligaciones a particulares, en una relación de subor-
Las políticas públicas para las cooperativasen el Paraguay 555

dinación frente a una Institución del Estado, no pueden ser interpretadas de


modo caprichoso o aislado de su contexto legal y su naturaleza jurídica.
Conforme con lo aclarado en el apartado precedente, además de la alu-
sión a la correcta redacción del artículo 2° de la Ley 881/81, cabe destacar
que, de la lectura íntegra y contextual del Capítulo I de la Ley 620/76 en
cuestión, se colige inequívocamente el verdadero espíritu del tributo por él
impuesto, que claramente y sin lugar a dudas apunta al ejercicio de activida-
des comerciales, industriales y profesionales CON FINES LUCRATIVOS, al
igual que su par vigente en el Municipio de Asunción. Para reforzar aún más
tal aseveración, es pertinente traer a colación, a modo de ejemplo, algunas de
las disposiciones de la cuestionada Ley 620/76, que lo evidencian:
a) Para la cuantificación del tributo adeudado, el artículo 3° de la Ley
620/76 toma como principal referencia al balance visado por la
Dirección de Impuesto a la Renta.
b) Se prevé -en el artículo 7°- el pago de la patente, incluso con de-
ducciones, para las emisoras radiales y de televisión, imprentas y de
publicaciones diarias o periódicas, EXPLOTADAS CON FINES DE
LUCRO. Es decir, a contrario sensu, tales actividades no están gravadas
cuando se las realiza SIN FINES DE LUCRO.
c) El artículo 12°, a su turno, impone el pago del tributo municipal de
referencia, a quienes EXPLOTEN playas de estacionamiento de au-
tovehículos CON FINES DE LUCRO. Nuevamente se evidencia lo
expuesto en el apartado precedente.
Con lo brevemente analizado, resulta elocuente e indiscutible la natura-
leza del impuesto en cuestión que, analizado contextualmente y más allá de
la pobreza gramatical de un solo artículo aislado, claramente apunta al hecho
generador constituido por EL LUCRO, como manifestación de la capacidad
contributiva de las personas físicas y jurídicas. Así, quedando manifiesto y cla-
ro el objeto perseguido por la Ley 620/76 en su Capítulo I, de cuyo contexto
forma parte integrante el cuestionado artículo 2°, cae igualmente de maduro
reconocer que las Cooperativas no pueden, por su propia naturaleza jurídi-
co-legal, constituirse en contribuyentes del Impuesto de Patente -o Impuesto
de Patente a Comercios, Industrias, Profesiones y Oficios, como lo denomina
la Ley 881/81-, ya que, conforme con las expresiones del artículo 3° de la Ley
438/94: “Cooperativa es la asociación voluntaria de personas, que se asocian sobre la
base del esfuerzo propio y la ayuda mutua, para organizar una empresa económica y social
sin fines de lucro, con el propósito de satisfacer necesidades individuales y colectivas”.
Huelga subrayar el esfuerzo propio y la ayuda mutua, la naturaleza social y sin
fines de lucro, como el propósito de servicio de las Cooperativas. Así las reconocen
556 Hernando Esteban Raichakowski González

y fomentan -incluso en el aspecto tributario- desde la mismísima Constitución


Nacional -en sus artículos 113, 114 y 115-, la Ley 438/94 -en sus artículos
3°, 4°, 5°, 6°, 7°, 8°, 12, 13, 25, 41, 42, 44, 46, 109, 110 y 113- y su Decreto
Reglamentario, hasta las leyes 125/91 y 2.421/04, y, dentro de esa Política de
Estado -con rango constitucional- mal podría concebirse al Capítulo I de la Ley
620/76 como una excepción.
En última instancia -y conforme con otro principio fundamental
del Derecho heredado de los romanos-, si el Estado, en su carácter de
Administrador, dicta una ley de Derecho Público que le concede atribuciones
-o derechos- que, a su vez, constituyen obligaciones para quienes en esa rela-
ción se convierten en sujetos Administrados, y, dicha ley, aún después de su
lectura e interpretaciones -gramatical, restrictiva y analógica- sigue generando
dudas razonables; entonces, EN CASO DE DUDA DEBE ESTARSE A FAVOR
DEL ADMINISTRADO -en el planteamiento que nos ocupa, las Cooperativas
que fijan asiento de sus actividades en el interior del país-.
Finalmente, los elementos fácticos y jurídicos minuciosamente analizados
más arriba, plenamente consonantes con el universal Principio de Legalidad
Tributaria, nos permiten concluir indubitablemente que las Cooperativas
JAMÁS PUDIERON HABERSE ENCONTRADO comprendidas entre las per-
sonas jurídicas OBLIGADAS AL PAGO DEL IMPUESTO DE PATENTE, refe-
rido por el Capítulo I de la Ley 620/76. Por otro lado, en cuanto a los demás
tributos previstos en dicha Ley y sus modificatorias, así como otros impuestos
en general, debe atenderse tanto si su exención para las Cooperativas se en-
cuentra expresamente prevista en la Ley 438/94 -o las respectivas normativas
que regulan tales gravámenes-, como si su hecho motivador lo constituye EL
LUCRO o EL FIN LUCRATIVO -de las personas jurídicas, sus bienes y activi-
dades- AJENO A LA NATURALEZA COOPERATIVISTA.

4. LA LEY 2157/03 Y EL ENTE REGULADOR DE LAS COOPERATIVAS

Entre las acciones desplegadas por los agentes de los sucesivos gobier-
nos, es común el intento por someter a las Cooperativas a la autoridad del
Banco Central del Paraguay (BCP), a través de la Superintendencia de Bancos
y Financieras, o de alguna Superintendencia a crearse para ese efecto. Es
por ello que, en el 2003, tras la movilización del Sector Cooperativo, surge
la Ley 2.157, constituyendo al INCOOP en Entidad Autónoma y Autárquica,
encargada de ser la Autoridad de Aplicación de la Legislación Cooperativa y
Autoridad de Control de los Entes Cooperativos, despojándola de aquella an-
tigua función de fomento al cooperativismo y la constitución de cooperativas.
Las políticas públicas para las cooperativasen el Paraguay 557

Actualmente sigue latente la aludida pretensión, a través de un borrador


de anteproyecto que modificaría la Ley 2157/03.

5. EL IMPUESTO AL VALOR AGREGADO

Tras veinte años de vigencia del texto original de la Ley de Cooperativas


(438/94), el Movimiento Cooperativo presentó un anteproyecto en cuyo
marco, entre unos treinta artículos, proponía consolidar aquellos aspectos re-
lacionados con la tributación y las exenciones fiscales del artículo 113, cuya
comprensión y reivindicación han logrado, con el transcurso de los años y
controversias judiciales mediante, algunas de las entidades del sector. Éstos
eran, puntualmente, (i) la exención del impuesto municipal de patente a las
actividades comerciales, industriales y profesionales -dado que el “acto coo-
perativo” no es, propiamente, “acto de comercio”-, y, (ii) la exención del im-
puesto a la renta sobre el rendimiento financiero del depósito de capitales
en bancos, financieras y otras cooperativas -en el entendido de que, en pu-
ridad, responden a un “acto cooperativo” derivado del objeto social de las
Cooperativas-. Tal derecho a esas exenciones, varias veces reconocidas por
resolución de Tribunales Contencioso-administrativos, e, incluso, la propia
Corte Suprema de Justicia.
Sin embargo, ya con media sanción de la H. Cámara de Senadores, el
proyecto sufrió una modificación en sesión plenaria de la H. Cámara de
Diputados, que, previos los trámites constitucionales de rigor, derivó en la san-
ción y promulgación de la Ley 5501/15, con la mayoría de sus artículos redac-
tados conforme al anteproyecto planteado por el Sector Cooperativo, empero
con un duro revés en cuanto respecta a los artículos 51 -donde se impuso la
utilización del Sistema D’Hont, de listas cerradas bloqueadas, para la elección
de autoridades para el Consejo de Administración, la Junta de Vigilancia y el
Tribunal Electoral Independiente de toda Cooperativa-, y, en cuanto al tema
que nos aboca, el artículo 113 -donde se eliminó arbitrariamente la exención
del Impuesto al Valor Agregado (IVA) sobre los actos cooperativos de cada
entidad con sus socios y viceversa.
No es exagerado expresar la arbitrariedad e inconstitucionalidad del “IVA
a los Actos Cooperativos”, dado que, a pesar de lo advertido en sendas notas,
reuniones y audiencias públicas en sedes del Ministerio de Hacienda y del
Congreso Nacional, se ha impuesto un gravamen injusto al quehacer autoges-
tionario, solidario y sin fines de lucro de los ciudadanos cooperativizados, no
habiendo importado, incluso, la violación que ese “IVA a los socios” significa
para los artículos 46, 47, 113 y 178 de la Constitución Nacional de la República
558 Hernando Esteban Raichakowski González

del Paraguay (1992), así como los artículos 77 y 78 de la Ley 125/91 -que crea
y define al IVA-. Además de desalentar a las “empresas cooperativas” -al de-
cir del artículo 113 de la Carta Magna- y a los ciudadanos cooperativizados,
desoyendo así el mandato constitucional de fomentarlos, el “IVA a los Actos
Cooperativos” gravó, por fuera de la Ley Tributaria, imponiéndose sobre ac-
tos y operaciones que no son “servicio” ni “hecho imponible”, al no ser una
“prestación… que, sin configurar enajenación, proporcione a la otra parte una ventaja
o provecho…” (Ley 125/91, artículo 78, numeral 2).
Afortunadamente, tras la presentación de tres expedientes, un primer
grupo de setenta y seis Cooperativas, y un segundo grupo de otras siete en-
tidades del sector, han obtenido la declaración de Inconstitucionalidad e
Inaplicabilidad de dicho gravamen fiscal, mediante Acuerdo y Sentencia de
la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, que por unanimidad
entendió conforme a los argumentos y artículos constitucionales y legales, en
el sentido defendido por las Cooperativas de Primer, Segundo y Tercer grados
accionantes. Finalmente, por la promulgación de la Ley 6178/18 y estando
aún pendiente de resolución el expediente del tercer grupo de accionantes
(compuesto por cincuenta y dos Cooperativas), se reincorporó al IVA entre
los impuestos de cuyo pago están exentas las Cooperativas de todo tipo, en el
cumplimiento de su objeto social mediante el Acto Cooperativo.

6. LA INTERVENCIÓN DE LA JUSTICIA ELECTORAL EN LAS


ASAMBLEAS DE COOPERATIVAS

A pesar de su propósito expreso por garantizar la libre organización y au-


tonomía de las Cooperativas, conforme a lo consagrado por la Constitución
Nacional, la legislación cooperativa -puntualmente, la ley 438/94, su Decreto
Reglamentario 14.052/96 y la ley 2157/03- ha dejado entreabierta una venta-
na a la intromisión de la Justicia Electoral en el marco de las elecciones asam-
blearias de no pocas Cooperativas, incluso en varios casos llegando al punto
de suspender la asamblea toda -solo por la parte electoral, judicializada por
candidatos disconformes-.
La cuestión es que, conforme al artículo 60 de la Ley 438/94, las resolu-
ciones asamblearias pueden ser impugnadas ante el INCOOP, para que ésta,
en un proceso sumario bilateral -donde son partes el socio impugnante, ver-
sus el Consejo de Administración o el órgano electoral de la Cooperativa-, de-
cida por la validez -o no- del punto impugnado, a la luz de la legislación coo-
perativa y el estatuto social de la Cooperativa en cuestión. A su vez, de acuerdo
con el artículo 28 de la Ley 2157/03, las decisiones del INCOOP en torno a
Las políticas públicas para las cooperativasen el Paraguay 559

las impugnaciones de resoluciones asamblearias pueden ser apeladas ante el


Tribunal Electoral -de la Justicia Electoral- de la circunscripción judicial co-
rrespondiente al domicilio de la Cooperativa. Es esta aparente incoherencia
legal respecto de las políticas públicas hacia la libre organización y autonomía
de las Cooperativas -según el artículo 113 de la Constitución Nacional, la Ley
438/94 y la propia Ley 2157/03- la que, sumada a la doctrina adoptada por los
electoralistas sobre “las organizaciones intermedias” -las cuales, según sostie-
nen los sociólogos, son “todo lo que se encuentra entre la familia y el Estado”,
y entre ellas las Cooperativas (Dendia, 2001)-. Sin embargo, la cuestión es am-
pliamente controvertible, desde el punto de vista constitucional y legal, con-
forme al siguiente análisis propuesto:
En el Capítulo X “DE LOS DERECHOS Y DE LOS DEBERES
POLÍTICOS”, la Constitución Nacional dedica sus artículos 118 y 119 al
instituto jurídico del “SUFRAGIO” y a éste “EN LAS ORGANIZACIONES
INTERMEDIAS”; ambos artículos, en el contexto del derecho otorgado por
el artículo 117 a “los ciudadanos, sin distinción de sexo… a participar en los
asuntos públicos”. Y cuando describe e instituye al sufragio como “la base del
régimen democrático y representativo”, lo funda en el voto universal, libre,
directo, igual y secreto, en el escrutinio público y fiscalizado, y en el siste-
ma de representación proporcional”. A su turno, el artículo 1° del Código
Electoral Paraguayo, vigente por Ley 834/96 dicta que el sufragio “es un
derecho, deber y función pública que habilita al elector a participar en la
constitución de las autoridades electivas y en los referendos, por interme-
dio de los partidos, movimientos políticos o alianzas, de conformidad con la
ley”. Por otra parte, el artículo 258 del mismo cuerpo legal subraya que: “Los
convencionales constituyentes, senadores, diputados, miembros de las Junta
Departamentales y Municipales serán elegidos en comicios directos por
medio del sistema de listas cerradas y de representación proporcional (…)
Para la distribución de escaños en los cuerpos colegiados se aplicará el sis-
tema D’Hont…”. Finalmente, en su Capítulo III “DEL PODER JUDICIAL”,
Sección V, la Constitución Nacional crea la JUSTICIA ELECTORAL y define,
en su artículo 273, la competencia de dicha repartición jurisdiccional, en los
siguientes términos puntuales y taxativos: “La convocatoria, el juzgamiento,
la organización, la dirección, la supervisión y la vigilancia de los actos y de las
cuestiones derivados de las elecciones generales, departamentales y munici-
pales, así como de los derechos y de los títulos de quienes resulten elegidos,
corresponden exclusivamente a la Justicia Electoral (…) Son igualmente de
su competencia las cuestiones provenientes de todo tipo de consulta popu-
lar, como asimismo lo relativo a las elecciones y al funcionamiento de los
partidos y de los movimientos políticos”.
El Derecho Público es la rama jurídica que regula la actividad del Estado,
en el ejercicio de sus funciones soberanas y en sus relaciones con los particu-
560 Hernando Esteban Raichakowski González

lares, en su calidad de Poder Público. Se caracteriza por la especial situación


de privilegio o poder del Estado, frente a los ciudadanos; sin embargo, en ga-
rantía de la seguridad jurídica, el Derecho Público está sometido al Principio
de Legalidad (como Principio Fundamental del Derecho Público), confor-
me al cual todo ejercicio de potestades (atribuciones y competencias) debe
sustentarse en normas jurídicas que determinen un órgano competente y un
conjunto de materias que caen bajo su jurisdicción. Así, pues, el Principio de
Legalidad es la prevalencia de la Ley sobre cualquier actividad o función del
Poder Público. Este Principio de Legalidad, que rige al Derecho Público y
por el cual a los órganos del Estado “está permitido sólo cuanto esté expre-
samente autorizado por ley”, es opuesto al Principio de Licitud, que rige a
las Personas Físicas y Jurídicas de Derecho Privado, a quienes “está permiti-
do todo lo que no esté legalmente prohibido”. A su turno, al Principio de
Legalidad que rige al Derecho Público lo complementa el Orden Jurídico
(orden de prelación de las normas, o “Pirámide de Kelsen”), definido por
el artículo 137 de la Constitución Nacional que reza: “La ley suprema de la
República es la Constitución. Esta, los tratados, convenios y acuerdos inter-
nacionales aprobados y ratificados, las leyes dictadas por el Congreso y otras
disposiciones jurídicas de inferior jerarquía, sancionadas en consecuencia,
integran el derecho positivo nacional en el orden de prelación enunciado”.
Por cuanto, a modo de resumen, podemos sostener: Al Método D’hont -o “sis-
tema” D’Hont-, al Código Electoral Paraguayo y a la Justicia Electoral, como
componentes del Derecho Público vigente en nuestro país, corresponden es-
trictamente las competencias y los alcances que, respectivamente, les confie-
ren la Constitución Nacional y la Ley 834/96, en ese orden de prelación y
de conformidad con sus respectivos artículos enunciados precedentemente
-enmarcados, a su vez, los legales a los constitucionales-.
En contrapartida, las Cooperativas son identificadas y reconocidas por la
Constitución Nacional y la Ley como Cooperativas (con nombre propio), per-
sonas jurídicas de Derecho Privado, empresas sin fines de lucro, instrumen-
to del desarrollo económico nacional, a las cuales el Estado debe fomentar y
garantizar su libre organización y autonomía. Por cuanto, podemos sostener
que:
a) Las Cooperativas son Personas Jurídicas de Derecho Privado; empresas
privadas, no públicas ni “intermedias”.
b) Las Cooperativas son “cooperativas”, no “organizaciones inter-
medias”, y se encuentran definidas y regidas por la Constitución
Nacional (artículo 113) y Legislación Cooperativa (Ley 438/94,
Decreto 14.052/96, Ley 5.501/15, Ley 6.178/18 y regulaciones del
Instituto Nacional de Cooperativismo -INCOOP-).
Las políticas públicas para las cooperativasen el Paraguay 561

c) Las Cooperativas se diferencian de las demás empresas privadas


regidas por el Código Civil, en que las Cooperativas se basan en
Principios, Valores y Doctrina Cooperativa, a nivel mundial (y desde
los Pioneros de Rochdale en el año 1844).
d) Diferencia también a las Cooperativas, de entre las demás empresas
privadas (que se rigen por el Código Civil), en que (las Cooperativas)
son SIN FINES DE LUCRO; son empresas de los socios, con los so-
cios y para los socios (sociedades de personas, no de capitales), so-
bre la base de la autogestión (el esfuerzo propio y la ayuda mutua)
para satisfacer las necesidades comunes de los mismos (Ley 438/94 y
5.501/15, artículo 3°).
e) Por sus principios y valores, la rentabilidad social sin fines de lucro y
su aporte al desarrollo económico nacional, la Constitución Nacional
reconoce a las Cooperativas; y manda al Estado promoverlas, garan-
tizar su autonomía y libre organización, y difundir sus principios a
través del sistema educativo.
f) La Constitución Nacional dedica su artículo 113 a las Cooperativas,
llamándolas por nombre propio (Cooperativas), en su Capítulo
abocado a los Derechos Económicos; sin embargo, la mención a las
tales “organizaciones intermedias” se da dentro del Capítulo de los
Derechos Políticos y, principalmente, del Sufragio como vía de ejer-
cicio de la democracia en la elección de las autoridades nacionales,
departamentales y municipales (como parte del Derecho Público, no
del Derecho Privado).
g) No existe en la Constitución Nacional, en el Código Electoral
Paraguayo ni en ley alguna, definición jurídica de las “organizacio-
nes intermedias” aludidas confusa y ambiguamente, sobre la base
de una poco clara definición sociológica (no jurídica); tampoco la
Constitución Nacional, al crear la Justicia Electoral y definir sus com-
petencias, hace alusión alguna a atribuirle potestad de injerencia en
los asuntos electorales de las “organizaciones intermedias” ni de las
Cooperativas (con nombre propio, conforme al artículo 113).
h) El Código Electoral ni la Justicia Electoral rigen sobre las Cooperativas;
ello, de conformidad con las competencias constitucionales de la
Justicia Electoral, la reglamentación vigente por imperio del Código
Electoral, así como las disposiciones de la Ley 438/94 y su modificato-
ria Ley 5.501/15 (especialmente, en sus artículos 2° y 3°).
i) A diferencia de los órganos colegiados de los Poderes del Estado
(Cámara de Diputados y Senadores, Juntas Departamentales y
562 Hernando Esteban Raichakowski González

Municipales), que son integrados por representantes de Partidos y


Movimientos Políticos (cada uno, con su visión y filosofía política y
económica particular); en las Cooperativas no existen “mayorías” ni
“minorías” a representar, ya que todos los socios son iguales, tienen
iguales derechos y obligaciones, y todos ellos se encuentras represen-
tados por sus pares (socios todos) en el Consejo de Administración,
la Junta de Vigilancia y el Tribunal Electoral Independiente.
j) Aun cuando el texto original de la Ley 438/94 tenía previstos los sis-
temas “nominal” y “por listas”, las Cooperativas y los Cooperativistas
han optado por el sistema “nominal”, como método más directo y
democrático de elegir, uno a uno, a los candidatos que merecen la
confianza mayoritaria.
k) Las Cooperativas son esencialmente democráticas, universalmente y
desde sus orígenes en Rochdale (1844); no por imposición legal, del
Código Electoral ni de la Justicia Electoral. Esa esencia democráti-
ca se refleja en la autonomía y libre organización garantizada por la
Constitución Nacional, en virtud de la cual cada Cooperativa puede
optar en sus Estatutos Sociales (aprobados por mayoría de 2/3) el
método por el cual elegirán a sus directivos.
No obstantes las idas y venidas, es de esperarse que la controversia quede
zanjada en adelante, con las incorporaciones de la Ley 5501/15 en dicha ma-
teria, complementadas con los ajustes de la Ley 6608/20.

7. LAS COOPERATIVAS DE SEGURIDAD PRIVADA

La Constitución Nacional de 1.992, en su artículo 113 “DEL FOMENTO


DE LAS COOPERATIVAS”, consagra: “El Estado fomentará la empresa coope-
rativa… Los principios del cooperativismo como instrumento del desarrollo
económico nacional…”. A su turno, la Ley 438/94 dispone en su artículo 11
que “las cooperativas pueden realizar toda clase de actividades…”. Y, en su
parte pertinente, el Decreto Reglamentario 14.052/96, acota que “son coope-
rativas de trabajo las que tengan por objeto dar empleo a sus socios”.
Por otro lado, la “Ley de Cooperativas” dispone en su artículo 6° que
“las cooperativas, luego de su reconocimiento por el Instituto Nacional de
Cooperativismo, tienen la calidad de personas jurídicas privadas, de interés
social” y, a reglón seguido, en el artículo 7°, distingue que “las cooperativas
se regirán, en general, por el Derecho Cooperativo, y, subsidiariamente, se
les aplicarán las normas del Derecho Común, en cuanto fueran compatibles
Las políticas públicas para las cooperativasen el Paraguay 563

con su naturaleza”. Finalmente, la Ley 2.157/03, en su artículo 1° instituye


al INCOOP, como persona jurídica de Derecho Público, en “Autoridad de
Aplicación de la Legislación Cooperativa y Autoridad de Control de los Entes
Cooperativos”, encargándole, ya desde su artículo 4°, “cumplir y hacer cum-
plir el precepto contenido en el Artículo 113 de la Constitución Nacional”. Y a
su turno, en el artículo 5°, lo faculta a:
a. “dictar resoluciones… que guarden relación con la autorización para
funcionar… solvencia, respaldo patrimonial… y todas aquellas rela-
cionadas con la actividad económica-financiera de las cooperativas”,
b. “autorizar el funcionamiento de las cooperativas… e inscribirlas
en el Registro de Cooperativas a su cargo, con arreglo a la Ley y sus
reglamentaciones”,
c. “ejercer la fiscalización y control administrativo, económico-financie-
ro, social y los servicios de las cooperativas”,
d. “ejercer igualmente la fiscalización de las cooperativas con miras a de-
terminar el cumplimiento de la Ley, los reglamentos administrativos,
el Estatuto Social… y las demás disposiciones aplicables”, entre otras
funciones,
e. acotando que “los órganos de fiscalización pública, en el ámbito de su
competencia, deberán coordinar y canalizar a través de la Dirección
de Supervisión y Fiscalización del INCOOP, el cumplimiento de la
Ley…”.
Sin embargo, no obstantes las disposiciones constitucionales y legales ple-
namente vigentes a favor de la autonomía de las Cooperativas, de su natura-
leza sin fines de lucro, así como de su legitimación para realizar toda clase de
actividades lícitas; existe la necesidad de compatibilizar los términos -más en
la forma, que en el fondo- de la Ley N° 5424/15, a la naturaleza jurídica y la
legislación que rige a las Cooperativas y sus actividades, a efecto de superar las
lagunas e interpretaciones que menoscaben, de algún modo, tanto la garantía
y el fomento a su constitución, organización y funcionamiento, así como su
autonomía y el régimen legal especial que les corresponde.
Es por todo ello que, en conclusión, deviene necesario:
a. modificar el artículo 7° de la Ley 5424/15, a fin de adecuar las “formas”
documentales exigidas, a las vigentes por Ley para las Cooperativas,
b. canalizar adecuadamente las exigencias del artículo 8° de la Ley
5424/2015, para su definición, aplicación y supervisión, en el caso de
las Cooperativas de Trabajo, a cargo de su Autoridad de Aplicación y
Control: el Instituto Nacional de Cooperativismo; y, finalmente,
564 Hernando Esteban Raichakowski González

c. conceder a las Cooperativas un plazo razonable, para su adecuación


al régimen legal de referencia, a fin de seguir operando en el rubro
de la prestación de servicios de vigilancia y seguridad de las personas
y bienes patrimoniales en el ámbito de seguridad privada, ofertando
legítimamente al público tales servicios y, de ese modo, seguir dando
el sustento digno a sus socios y sus respectivas familias.

8. LAS COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO

Son sabidas las altas tasas de desempleo, subempleo y trabajo infor-


mal que afectan a nuestros conciudadanos, y, en especial, a jóvenes y muje-
res. Conforme a datos anunciados por la Titular del Ministerio del Trabajo,
Empleo y Seguridad Social (MTESS), a través del medio periodístico Radio
Ñandutí: “Podemos decir que un poco más de 200 mil personas hoy están desempleadas
en Paraguay, y también otras 200 mil subocupadas; pero lo que más nos preocupa es que
tenemos más de 1.861.000 personas trabajando de manera informal en Paraguay. Es
decir, no solamente el desempleo y la desocupación, sino también la informalidad del tra-
bajo… El desempleo y la desocupación, al igual que la informalidad, atacan en mayor
grado a los jóvenes y las mujeres… 9 de cada 10 jóvenes, y 7 de cada 10 mujeres, hoy en
Paraguay trabajan de manera informal”.
La Cooperativa es “una asociación de personas, que se han unido voluntaria-
mente para hacer frente a sus necesidades y aspiraciones económicas, sociales y cultura-
les comunes, por medio de una empresa de propiedad conjunta, democráticamente con-
trolada y sin fines de lucro”. Y en el caso de las Cooperativas de Trabajo Asociado,
éstas tienen por objeto dar empleo a sus socios, en su condición de copropie-
tarios de la Cooperativa.
La Organización Internacional de las Cooperativas en la Industria y los
Servicios (CICOPA), una organización sectorial de la Alianza Cooperativa
Internacional (ACI) desde 1947, está integrada por entidades de representa-
ción de Cooperativas en sectores de la construcción, producción industrial,
servicios de interés general, transporte, servicios intelectuales, artesanía, en-
tre otros. Según publica CICOPA: “…las cooperativas de trabajo asociado, las coo-
perativas sociales y las cooperativas de productores autónomos en los sectores de la indus-
tria y los servicios en su conjunto emplean 20 millones de personas en todo el mundo:
11.5 millones de trabajadores asociados y 6 millones de socios productores autónomos
activos en la industria y los servicios”. Entre las 13 organizaciones presentes en
10 países del continente americano, la regional CICOPA-Américas nuclea, a
través de su subregional CICOPA Mercosur, a organizaciones cooperativas de
Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay.
Las políticas públicas para las cooperativasen el Paraguay 565

En el Paraguay, las Entidades Cooperativas son reconocidas por el artícu-


lo 113 de la Constitución Nacional del año 1992, como instrumentos del desa-
rrollo económico nacional, gracias a su basamento en la solidaridad y la renta-
bilidad social. Estas entidades que sustentan su quehacer en la autogestión y la
ayuda mutua de sus socios, para satisfacer sus necesidades y aspiraciones en co-
mún, además de promover el desarrollo de sus familias y respectivas comuni-
dades, se encuentran regidas por la Ley 438/94 y sus modificatorias, así como
el Decreto Reglamentario 14.052/96, las regulaciones del Instituto Nacional
de Cooperativismo (INCOOP), y, en general, por el Derecho Cooperativo;
sin embargo, el segmento de las Cooperativas de Trabajo Asociado, hasta la
reciente promulgación de la Ley N° 6.841/2021 10, se encontraban amparadas,
a su vez, tan sólo por unas breves referencias del artículo 8° de la Ley y el artí-
culo 109 de su Decreto Reglamentario.
Así el estado fáctico-jurídico, deviene imperioso que el Estado Paraguayo,
en coherencia con las prescripciones del artículo 113 de nuestra Carta Magna
y como importante respuesta a las necesidades reconocidas por el mismísimo
Ministerio del Trabajo, Empleo y Seguridad Social; brinde a las Cooperativas
de Trabajo Asociado, como segmento particular dentro del Movimiento
Cooperativo Nacional -de innegable valor para el desarrollo económico, social,
cultural y moral de nuestros jóvenes y adultos, mujeres y varones-, el marco le-
gal específico, detallado, suficiente y acorde a sus particulares naturales como
empresas económicas y sociales, que dan oportunidades de trabajo autogestio-
nado, formal y digno a quienes decidan constituirlas o asociarse a ellas. De ese
modo, se propiciará su necesario reconocimiento y fortalecimiento como enti-
dades formales y de naturaleza legítima, socialmente deseables y positivas, dig-
nificadoras de la autogestión solidaria de conciudadanos hoy afectados y des-
alentados por el desempleo, la subocupación y el trabajo informal.

9. CONCLUSIÓN

Bastante distante a la vigencia real y coherente de POLÍTICAS PÚBLICAS


PARA LAS COOPERATIVAS, en el Paraguay existen una constante puja del
Movimiento Cooperativo para obtener su reivindicación, más allá de las im-
portantes palabras del artículo 113 de la Constitución Nacional.
Claramente, no existe una acción orientada a dar respuestas a las deman-
das de la sociedad, a través de las Cooperativas. O, al menos, no se evidencia a

10
Actualmente, aún en fase de anteproyecto de reglamentación por la vía de Decreto
del Poder Ejecutivo de la nación.
566 Hernando Esteban Raichakowski González

la luz de las controvertidas legislaciones que las afectan, las cuales, claramen-
te, no identifican los problemas del sector, y mucho menos formulan políticas
en tal sentido.
Si bien con la Ley 438/94 se han concedido exenciones tributarias, el mis-
mo Estado se las ha arrebatado con la Ley 5501/15, y se las ha devuelto sólo
tras tres largos años de lucha gremial, ante el gobierno administrador y el
Poder Judicial, persistiendo aún en la conciencia de mucha gente la duda so-
bre la legitimidad de esa forma de fomento al acto cooperativo.
Existe claramente, desde los actores de los sucesivos gobiernos, un desco-
nocimiento importante y una consecuente incomprensión acerca de la verda-
dera relevancia de las Cooperativas, detrás del enunciado constitucional mu-
chas veces casi retórico. Y tras ese desconocimiento y esa incomprensión, no
pocas veces se ocultan intereses mezquinos de quienes ven con malos ojos la
autogestión solidaria del esfuerzo propio y la ayuda mutua pregonado por las
Cooperativas, claramente traducidos en una competencia para sectores con
fines pura y hasta desmedidamente lucrativos.
En fin, es largo aun el camino por recorrer, desde el Fomento a la
Educación Cooperativa 11, para permear los sectores y las conciencias, tanto de
quienes conforman el “sector privado” como de aquellos a quienes, a través de
las urnas, encomendamos generar políticas públicas y administrar las múlti-
ples y complejas demandas de una sociedad profundamente desigual en cuan-
to a derechos y oportunidades.

10. BIBLIOGRAFÍA

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dariamente-blindadas-1484238.html
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to-nacional-de-cooperativismo-y-establece-su-carta-organica

11
Especialmente, con grandes expectativas puestas en la Ley 6.999/2022 “QUE
INCORPORA LA EDUCACIÓN COOPERATIVA, A LA MALLA CURRICULAR DE LA
EDUCACIÓN PÚBLICA Y PRIVADA DESDE EL PRIMER GRADO DE LA EDUCACIÓN
ESCOLAR BÁSICA HASTA EL TERCER CURSO DE LA EDUCACIÓN MEDIA”.
Las políticas públicas para las cooperativasen el Paraguay 567

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rio-y-de-otros-recursos-para-la-municipalidad-de-asuncion
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bacn.gov.py/leyes-paraguayas/9008/ley-n-6178-modifica-el-articulo-113-de-la-ley-n-
550115-que-modifica-varios-articulos-de-la-ley-n-43894-de-cooperativas-
bacn.gov.py/leyes-paraguayas/9375/ley-n-6608-modifica-los-articulos-51-y-59-de-la-
ley-n-43894-de-cooperativas-modificado-por-la-ley-n-550115
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Dendia, Rafael (2001). Organizaciones intermedias: Principios y normas del sufragio, alcan-
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Ley 1183/85.
Ley 438/94, artículos 115 al 119 y 130.
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www.dgeec.gov.py
www.incoop.gov.py
CAPÍTULO 30
Análisis legal de la figura
de las empresas de inserción en España 1

Ana Montiel Vargas


Contratada Predoctoral Derecho Mercantil
Universidad de Almería

Sumario: 1. Introducción al concepto de empresa de inserción. 2. Antecedentes y legis-


lación autonómica sobre empresas de inserción anterior a la Ley 44/2007. 3.
Promulgación de la Ley 44/2007. 3.1. La compleja convivencia entre las com-
petencias normativas estatales y autonómicas sobre las empresas de inserción:
contenidos y efectos de la Sentencia del Tribunal Constitucional 228/2012.
4. Consideraciones finales: la legislación sobre empresas de inserción en la
actualidad. 5. Bibliografía.

1. INTRODUCCIÓN AL CONCEPTO DE EMPRESA DE INSERCIÓN

El contenido de este estudio sobre el régimen jurídico de las empresas de


inserción en España, en adelante EI, pretende realizar una exposición jurídi-
ca de una figura que legalmente está rodeada de numerosos interrogantes.
Las EI, son entidades dedicadas a la inserción socio-laboral de personas en

1
Este trabajo es uno de los resultados del proyecto de I+D+i PID2020 -119473GB-I00
orientado a Retos de la Sociedad, financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación y la
Agencia Estatal de Investigación, titulado “Las empresas sociales. Identidad, reconocimiento de
su estatuto legal en Europa y propuestas para su regulación en España”, concedido al Centro
de Investigación CIDES de la Universidad de Almería que dirige el profesor Carlos Vargas
Vasserot.
570 Ana Montiel Vargas

riesgo de exclusión. El estudio de esta figura cobra especial relevancia por la


situación generada tras la crisis socio sanitaria ligada a la pandemia del Covid,
que a corto plazo propició numerosos problemas macroeconómicos (Ruesga
& Viñas, 2022: 166) 2. Algunas de estas situaciones, tres años más tarde, pre-
sentan datos más positivos, como son la tasa de paro que en 2021-2022 recupe-
ró la tendencia negativa disminuyendo hasta los doce puntos y medio actuales
(finales del 2022) 3; o la recuperación del PIB en un 14,82%. Aunque, otros
indicadores siguen aún pendientes de mejorarse, como por ejemplo la deuda
pública (116,00% del PIB) o el incremento hasta el 27,8% de la población
española en pobreza severa.
Ante esta situación de incertidumbre económica, y de aumento de la po-
breza en España, las EI se han consolidado como una herramienta de éxito en
la inserción social. Según el informe Impacto social y Económico, publicado
como memoria 2021 de la Federación Española de Empresas de Inserción,
(en adelante FAEDEI), tanto los resultados en inserción (Faedei, 2021:10) 4
como los económicos (Faedei, 2021:10) 5 permiten calificar de eficientes y
eficaces a las EI entre los más vulnerables.
Las EI, aunque son un recurso desconocido para muchas personas, cum-
plen con una función social imprescindible con la formación, orientación
profesional e inserción socio laboral de las personas en riesgo de exclusión
social. Recordemos, que según la Constitución española todas las personas
tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo (art. 35 CE), y los poderes

2
Entre ellos el aumento del paro, desde diciembre de 2019 se vuelve ascendente (por
primera vez desde 2013), incrementando en poco menos de un año 2,48 %, presentado datos
en el penúltimo trimestre de 2020 de un 16,26% (INE); así como la estrepitosa caída de -11,3%
del PIB español a finales de 2020, el récord de deuda pública en su mayor cuota de la historia
al 120,4% del PIB o el ascenso de personas en exclusión social hasta los 11 millones, lo que
representaba un 27% de la población española y de ellos, casi la mitad en situación de pobreza
severa.
3
A primera vista, el dato de la tasa de paro presenta una de las mejores cifras históricas
que no se veían en España desde junio/julio de 2008. Yendo más al detalle, tras la reforma
laboral de 2022, habría que valorar si la inclusión de los demandantes de empleo con relación
laboral (en concreto la figura de los contratos fijos discontinuos), así como la desaparición de
los contratos de obra y servicio (priorizando el contrato indefinido), o la simplificación de los
procedimientos para acogerse a los ERTEs o Mecanismos RED de Flexibilidad y Estabilización,
modifica o distorsiona esa comparativa real respecto a años anteriores.
4
“De las 1.127 personas trabajadoras en inserción (PTI) que ha finalizado sus itinerarios
personalizados en 2021, (…) el 67,17% (757) han conseguido incorporarse al mercado laboral
normalizado”.
5
“En cuanto a su retorno económico, en el año 2021, la contratación por parte de las
EI de un total de 1.799 PTI, que anteriormente recibían Renta Mínima de Inserción, supuso un
ahorro total de 10.570.132,44€ para las administraciones públicas. Las EI también retornaron
un total de 8.412.509,69 € a las administraciones públicas vía impuestos”.
Análisis legal de la figura de las empresas de inserción en España 571

públicos tienen así mismo la obligación de realizar una política orientada al


pleno empleo y de fomentar la formación y readaptación profesional. Por tan-
to, es bajo la conocida premisa del filósofo y economista Karl Marx, “el traba-
jo dignifica al hombre”, por lo que se crean estas empresas de inserción con
vocación de lograr integrar o reinsertar a una persona en la sociedad a través
del empleo. Así, se puede afirmar que el empleo es la mejor solución y de ma-
yor protección frente a la exclusión social, ya que, si el individuo es capaz de
trabajar, querrá decir que está insertado efectivamente en la sociedad y estará
obteniendo a la vez relaciones sociales e ingresos que le permitan ser un ciu-
dadano más (Aguilera, 2009:25) 6.
Los poderes públicos tienen la obligación de luchar contra la pobreza y
la exclusión social en sus territorios. Desde los organismos internacionales 7,
la Unión Europea 8 y/o España 9, son numerosos los documentos que desta-
can esta preocupación común por el desarrollo sostenible, la erradicación de
la pobreza y la exclusión social desde los años 90 hasta nuestros días. Sin em-
bargo, pese a las constantes declaraciones institucionales, la exclusión social
sigue siendo un problema lejos de resolverse.
Ante todos estos retos, comienzan a tomar una importancia inusitada
las empresas de integración social-laboral, conocidas en Europa como Work

6
Quién además destaca el riesgo de que los programas de asistencia social condenen a
los beneficiarios a la pobreza o a depender indefinidamente de ellos.
7
Desde la ONU la lucha contra la pobreza y la desigualdad ha estado presente desde el
1972 con la Conferencia sobre el Medio Humano, celebrada en Estocolmo. Desde entonces se han
repetido numerosas Cumbres Mundiales con la exclusión social y la pobreza como preocupación
principal (1992, 1995, 2000, 2002). En estas se crearon ocho ODM que fueron el germen tras
numerosas revisiones de los 17 ODS que se originaron en la Cumbre de Río (2012) y se aprobaron
definitivamente en la Cumbre de Nueva York (2015). Véase las páginas oficiales ONU https://
www.un.org/es/conferences/environment y/o https://www.un.org/es/conferences/social-
development/geneva2000 para más contenido.
8
En Europa ambos temas han estado presentes casi desde sus inicios con la creación
del CESE en 1957. En 1999 con la promulgación del Tratado de Ámsterdam, quedó reforzada
y sirvió de impulso para crear al año siguiente el Comité de Protección Social en la Unión Europea.
Además, estas preocupaciones se repitieron en casi todos los Consejos Europeos, como por
ejemplo el celebrado el 23 y 24 de marzo del 2000 en Lisboa en el que acordaron convertir
la lucha contra la pobreza y la exclusión social en uno de los elementos centrales de la
modernización del modelo social europeo. En 2008 la Comisión en su Recomendación 307,
destacó el objetivo de priorizar la inclusión social y erradicación de la pobreza en sus territorios
lo cual desencadenó la creación de varias estrategias en los años siguientes (2010 y 2013). En los
últimos años estas iniciativas se reconvirtieron en pilares de actuación, creándose uno centrado
en la protección e inclusión social. Para un mayor estudio véase https://www.europarl.europa.
eu/factsheets/es/sheet/60/la-lucha-contra-la-pobreza-la-exclusion-social-y-la-discriminacion.
9
Preocupación que también estaba presente a nivel nacional y que posteriormente
desarrollaremos en el apartado del origen de las EI en España al que nos remitimos.
572 Ana Montiel Vargas

Integration Social Enterprise (WISE). Y entre estas, en España toman una espe-
cial relevancia las EI que han sido definidas como empresas creadas para la
inserción socio laboral de personas con grandes dificultades de empleabilidad
(López-Aranguren, 2002:157). Estas empresas, a parte de su actividad típica
industrial, mercantil o de prestación de servicios, ofrecen puestos de trabajo
para personas cuya situación personal, social o familiar les dificulta la capaci-
dad de conseguir o conservar un empleo. El objetivo de este tipo de empre-
sas es poder formar a sus empleados en inserción con los conocimientos ade-
cuados, a la vez que les aportan unos hábitos laborales, sociales y personales
que les permitan a largo plazo introducirse con normalidad en el mercado de
trabajo.
La pretensión de este trabajo, como su título indica, es realizar un estudio
del estatuto legal de las EI en España. Como reflexión previa al análisis de
este, cabe destacar que se establece sobre un dudoso reparto de competen-
cias entre el Estado y las Comunidades Autónomas, que ni ahora, ni en los 16
años de vida que cumple la Ley 44/2007, ha respondido adecuadamente a las
demandas del sector. Fruto de las controversias que ello genera, considera-
mos oportuno analizar con detenimiento los antecedentes legales existentes
al reparto que establece la normativa estatal del 2007, la posterior distribución
que esta realiza que ha desencadenado una “controvertida situación” entre
realidad legal y real de normativa estatal vs autonómicas.

2. ANTECEDENTES Y LEGISLACIÓN AUTONÓMICA SOBRE


EMPRESAS DE INSERCIÓN ANTERIOR A LA LEY 44/2007

El fin de las empresas de inserción es poder reintegrar en la sociedad a


personas que por causas sociales están excluidas, usando como medio vehi-
cular el trabajo. Esta acción social no ha de ser confundida con la labor de
formación profesional u ocupacional originaria en el Sistema de Formación
Profesional para el Empleo o Plan de Inserción Profesional (en adelante,
Plan FIP), aunque si naciesen de la mano 10. Parece ser, que los primeros in-
dicios de EI aparecen en España a finales de los años setenta en los llama-
dos talleres de empleo o talleres ocupacionales, que se impartían por empresas u
organismos colaboradores homologados por el INEM a raíz del mencionado
Plan FIP. Estos eran cursos de alfabetización o cualificación profesional que

10
El primer documento normativo donde se hablaba de inserción en el mercado
laboral español fue la Orden de Bases del Plan Nacional FIP, de 7 de agosto de 1985, con la que
se pretendía potenciar las acciones dirigidas a los jóvenes y parados de larga duración que no
dispusieran de cualificación adecuada para acceder a un puesto de trabajo.
Análisis legal de la figura de las empresas de inserción en España 573

permitían adquirir el graduado escolar a adultos, adolescentes sin estudios,


presos y drogodependientes. Para potenciar la asistencia y el cumplimiento
efectivo durante varios meses, los alumnos que acudían a la formación reci-
bían una subvención y al completarla obtenían un diploma de finalización,
el cual garantizaba una compensación económica durante varios meses a la
empresa que los contrataba posteriormente. Aunque las diferencias con las EI
son notables (no se les contrata como asalariados, ni se realiza un itinerario
de inserción), las similitudes como pueden ser los destinatarios y el objeto
de inserción nos hace pensar que podemos estar ante un germen de las EI
en España (López-Aranguren, 2009:15). Ejemplo de estos centros pueden ser
los Traperos de Emaús 11 (1972), el Centro CODEF de Zaragoza 12 (1975), la
Fundación Engrunes 13 (1982), la Fundación Tomillo 14 (1984) y la Fundación
Deixalles 15 (1986).
En los años 80 se promulgó la Ley 13/1982, de 7 de abril, de Integración
Social de los Minusválidos 16 que creaba dos figuras. Por un lado, en el artículo
41 se regulaban los centros especiales de empleo para “minusválidos con una capaci-
dad que les permita realizar una actividad laboral en condiciones habituales”,
desarrollados legalmente en el Real Decreto 2273/1985, de 4 de diciembre. Y,
por otro lado, sigue en el artículo 41, “las personas que a consecuencia de sus
minusvalías no puedan ejercer una activad laboral en condiciones habituales,

11
El Movimiento Emaús de origen francés (1949) fue impulsado por un cura católico
que revendía objetos usados para ayudar a personas desfavorecidas. En 1972, los Traperos de
Emaús iniciaron su primera recogida organizando un rastro navideño, cuyo éxito permitió
la construcción de dos edificaciones donde impartieron su primer taller ocupacional. Más
información: https://www.emausnavarra.org/index.html.
12
Codef se creó en una iglesia de barrio reuniendo a voluntarios para formar a
personas marginadas. En el año 1982 se constituyeron como asociación, y continuaron
desarrollando labores de formación, alfabetización, y talleres ocupacionales. En el año 2000
crearon la fundación Adunare, con la que actualmente desarrollan la mayoría de las iniciativas
de inclusión. Más información: https://adunare.org.
13
Engrunes es una fundación sin ánimo de lucro constituida en 1986 aunque
históricamente su labor comienza cuatro años cuando un grupo eclesiástico empieza a dar
formación a personas sin techo en gestión y aprovechamiento de residuos. Más información en:
https://engrunes.org/es/.
14
La fundación Tomillo de origen no confesional, empieza a desarrollar su labor en
barrios donde la crisis industrial provocó elevadas tasas de desempleo. Su objetivo era formar
en emprendimiento y autoempleo para impulsar nuevos negocios en la zona. Más información
en: https://tomillo.org
15
La fundación Deixalles empezó en el Seminario Balear recogiendo y tratando los
residuos selectivos y ayudando a personas con dificultades. Posteriormente continuó su
labor social desarrollando talleres de formación, orientación, e inserción profesional. Más
información en: https://www.deixalles.org/es/
16
Esta legislación está derogada por la disposición derogatoria única a) del Real
Decreto Legislativo 1/2013, de 29 de noviembre.
574 Ana Montiel Vargas

deberán ser empleados en centros ocupacionales para minusválidos, desarrollados


legalmente en el Real Decreto 2274/1985, de 4 de diciembre”. De esta mane-
ra en los años ochenta encontramos tres figuras dedicadas a la integración
social: los talleres ocupacionales en los que se impartía formación profesional,
los centros especiales de empleo, dónde las personas minusválidas son trabaja-
dores asalariados que aprendían un oficio para posteriormente integrarse en
el mercado ordinario de trabajo y los centros ocupacionales, dónde personas
con un alto grado de discapacidad desarrollaban también un oficio, sin estar
contratados laboralmente aunque si cobrando algún tipo de bonificación. Lo
ideal, es que, de un centro ocupacional para minusválidos, una vez que ob-
tengan un informe favorable para ello, puedan pasar a un centro especial de
empleo con el objetivo de terminar su formación y aspirar al objetivo último
de acceso al mercado ordinario de trabajo cuando sea posible.

Tabla 1.
Normativa española de inserción e integración profesional en los años 80

Talleres de empleo u Centros especiales de Centros ocupacionales


ocupacionales empleo para minusválidos

Real decreto 2273/1985, Real decreto 2274/1985,


Orden de bases del plan
de 4 de diciembre, por el de 4 de diciembre, por el
nacional de formación e
Regulación que se aprueba el regla- que se regulan los centros
inserción profesional, de 7
mento de los centros es- ocupacionales para mi-
de agosto de 1985
peciales de empleo nusválidos

Formación, actividades o
Actividad Formación profesional Trabajador
labores

Asalariado No Sí No

Minusválidos que por ra-


Minusválidos que no
zón de la naturaleza o de
alcancen el porcentaje
las consecuencias de sus
mínimo de capacidad de
Personas a las que va Jóvenes y parados de larga minusvalías no puedan,
trabajo necesario para un
dirigido duración      -
centro especial de empleo
mente, ejercer una activi-
podrán acceder a un cen-
dad laboral en las condi-
tro ocupacional.
ciones habituales.

Fuente: Elaboración propia.

La integración laboral es el nexo común entre estas tres herramientas, y


dejando a un lado los centros ocupacionales de minusválidos 17, tanto los talle-
res de empleo u ocupacionales cómo los centros especiales de empleo la per-

17
Poniendo el foco en el objetivo de integración laboral, consideramos que es preciso
dejar fuera de nuestro análisis a los Centros ocupacionales para minusválidos, puesto que,
Análisis legal de la figura de las empresas de inserción en España 575

siguen, aunque desarrollándola desde una perspectiva diferente. Los talleres


de empleo u ocupacionales se dedican a impartir formación dirigida a colec-
tivos de exclusión (que con los años se fueron ampliando) 18, mientras que los
centros especiales de empleo se ocupan del “empleo con apoyo o protegido”,
aportando al trabajador con discapacidad un conjunto de herramientas nece-
sarias para que pueda acceder a un puesto de trabajo ordinario y mantenerse
en él. Siguiendo este modelo de “empleo con apoyo” de los centros especia-
les de empleo, aparece el germen de las empresas de inserción cambiando
el binomio “empleo con apoyo - discapacidad”, por “empleo con apoyo-dis-
capacidad social”. Y aquí, de nuevo, vuelve a adelantarse la realidad social a
la legal, creando fundaciones que realizaban un seguimiento personalizado
(itinerario de inserción), que permitía a la persona excluida reinsertarse en
la sociedad, antes que la propia aparición siquiera del concepto legal de “dis-
capacidad social” que se retrasó diez años más, con la “Proposición de Ley
sobre las Empresas de Economía Solidaria y Alternativa de 1995” en la que nos
detendremos posteriormente. Es por todo ello, esta evolución paulatina des-
de las primeras iniciativas de formación profesional con los primeros talleres
ocupacionales mencionados, la que dio pie a buscar un modelo de enseñanza
menos teórico que realmente permitiese la inserción de los colectivos margi-
nados, poniendo el foco en la ayuda específica que necesitaban y no tanto en
los títulos formativos que iban completando que en muchos de los casos los
seguía dejando fuera del sistema (Marcuello et al, 2008:16).
A raíz de este movimiento social de apoyo a las personas marginadas, con
iniciativas concretas que desarrollaban tareas híbridas entre la formación pro-
fesional y el apoyo personalizado, y gracias al impulso que en Europa también
se estaba realizando, se sucedieron varios intentos normativos fallidos que fi-
nalmente dieron lugar a la promulgación de la Ley 44/2007 de 13 de diciem-
bre, para la regulación del régimen de las empresas de inserción, en adelante
LEI. El primero de ellos, se produjo en el año 1995, con la Proposición de
Ley sobre las Empresas de Economía Solidaria y Alternativa que planteaba
una regulación parecida a las WISE europeas que finalmente no se tramitó
por caducar la proposición tras la disolución del Congreso por el fin de la V

para que una persona de este centro complete su integración tendrá que pasar por un centro
especial de empleo para alcanzar su integración.
18
Estos colectivos, a finales de los años 80, y principios de los 90 se fueron ampliando
en distintas normativas, cómo por ejemplo el Real Decreto 1618/1990, de 14 de diciembre, por
el que se regula el Plan Nacional de Formación e Inserción Profesional, agrupando también
a mujeres (artículo 14), inmigrantes (artículo 17), marginados sociales y minorías étnicas
(artículo 19).
576 Ana Montiel Vargas

Legislatura 19. En el mismo mes en el que se propuso la anterior proposición,


el partido socialista presentó una proposición no de ley, esta vez centrada ex-
clusivamente en la regulación de las empresas de inserción, la cual fue admi-
tida a debate en el Pleno y tras mínimas enmiendas en las que se dotaba de
más protagonismo la opinión del sector, se votó favorablemente a instar al
Gobierno a elaborar tal Proyecto de Ley centrado exclusivamente en la regu-
lación de las empresas se inserción que también quedó en el olvido tras el fin
de la legislatura 20. Posteriormente, el debate de la regulación de las empresas
de inserción continúo con presencia tanto en el Parlamento, con varias pre-
guntas orales al gobierno por los demás partidos políticos 21, como en otros
agentes sociales que demandaban una regulación específica para una figura
que estaba funcionando especialmente bien en Cataluña 22. Fruto de ello, el
Plan Acción para el Empleo del Reino de España (1998), en el que conver-

19
La proposición de ley, 122/000120 del 11 de septiembre de 1995 fue presentada en el
Congreso de los Diputados por el Grupo Parlamentario Federal de Izquierda Unida-Iniciativa
per-Catalunya pretendiendo que se homologasen en España las entidades de inserción laboral
de discapacitados sociales con sus homónimas europeas, refiriéndose a las empresas de inserción
en Francia y a las cooperativas sociales en Italia. En su artículo 4 se establecían las personas
socialmente discapacitadas, agrupando en la misma normativa tanto personas con algún grado
de discapacidad (colectivo más propio en la actualidad de los centros especiales de empleo),
así como a personas socialmente excluidas (actividad propia de las empresas de inserción);
lo cual podría asemejarse más a la figura europea de las WISE ya comentada en los apartados
anteriores de este estudio. Además, curiosamente en esta temprana proposición de ley, ya se
incluían algunos de los requisitos que posteriormente se regularán por la LEI, como son los
socios voluntarios (art. 5), la duración mínima de un año del itinerario de inserción (art. 8), o
la obligatoriedad de inscribirse en un Registro (art. 9), entre otros.
20
Nos referimos a la Proposición no de Ley relativa a la regulación de las empresas
de inserción (162/000238) presentada por el Grupo Socialista el 29 de septiembre de 1995 y
aprobada con varias enmiendas el 07 de noviembre de 1995. En esta proposición, motivada por
la necesidad de dar un marco legal a iniciativas “que de forma embrionaria y sin reconocimiento
legal han empezado a desarrollarse en nuestro país combinando la lógica empresarial con la
inserción social”, ya se contaba con un listado de personas en situación de exclusión social
muy parecido al posterior de la LEI (cómo son las personas procedentes de instituciones
penitenciarias, personas de escasa formación profesional o académica, ex alcohólicos o ex
drogadictos, o inmigrantes).
21
Por ejemplo, destacamos la pregunta sobre las “Actuaciones en relación con las
conclusiones del año 1996 de lucha contra la exclusión y la pobreza” en la que el Grupo
Socialista preguntaba por la situación de las empresas de inserción y la Secretaria General de
Asuntos Sociales indicaba el gran reto en materia de empleo de cara al año 1998, van a ser las
empresas de inserción.
22
Destáquese, entro otros actores sociales que demandaban una regulación para las EI,
a la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), los cuales entregaron al Ministro
de Trabajo, el documento “Una alternativa desde el mundo local a la lucha contra el desempleo,
mediante políticas activas de empleo” en el que se reconocía el papel de las entidades locales
como entidades promotoras de las EI.
Análisis legal de la figura de las empresas de inserción en España 577

gían objetivos económicos y laborales, contenía en su Directriz Décima, un


compromiso expreso de “Regulación de Empresas de Inserción Social para fa-
cilitar la integración sociolaboral de grupos afectados por la exclusión social,
la cual se confeccionará a lo largo de 1998”. Además, esta demanda se repitió
un mes más tarde, en el Debate del Estado de la Nación cuando el Congreso
de los Diputados instó al Gobierno a que elaborase un Plan Integral de lucha
contra la Exclusión Social 23.
Fruto de todo ello, en mayo de 1999 se produjo el segundo intento norma-
tivo fallido de regulación de las EI. El origen de esta iniciativa se encuentra en
la Proposición no de Ley ante la Comisión de Política Social y Empelo Público
presentada por el Grupo Parlamentario Catalán (Convergència i Unió) por la
que se insta al Gobierno a que establezca el marco legal regulador de las em-
presas de inserción socio-laboral 24. Tras su aprobación, se elaboraron distintos
borradores que dieron lugar al Anteproyecto de Ley de 23 de junio de 1999 so-
bre Medidas para la Inserción Socio-laboral, que finalmente no se tramitó de nuevo
por coincidir con el tramo final de la legislatura. Pese a ello, si que se incluyó en
los presupuestos generales del 2000 alguna medida legal específica como por
ejemplo la bonificación de la Seguridad Social de las personas en inserción 25.
Normativa en la que por primera vez, en su artículo 28 se recogían expresamen-
te los colectivos que podían ser considerados en exclusión social: perceptores
de rentas mínimas, o aquellos que no puedan acceder a ella por falta de periodo
de residencia o empadronamiento, jóvenes 18-30 años que provengan de insti-
tuciones de protección de menores, personas con problemas de drogadicción
o alcoholismo, así como presos y ex reclusos que cumpliesen ciertos requisitos.
Aspecto que fue criticado por el Consejo Económico y Social en el Dictamen
13/1999, sobre el anteproyecto de Ley de medidas fiscales, administrativas y de

23
Propuesta de Resolución que fue finalmente Aprobada (BOCG. Congreso de los
Diputados Núm. D-287 de 27/05/1998, p. 56).
24
Insistían en la importancia de crear un marco legal, laboral y fiscal que fuese en
línea con las propuestas que se estaban realizando en la Unión Europea. Además, señalaban
que el Proyecto de Ley tendría que contener: un marco definidor de requisitos para las EI,
determinación de los colectivos de exclusión y procedimiento de acceso, marco laboral de los
trabajadores (ante lo que Izquierda Unida se oponía pero finalmente se aprueba), reducciones
en costes laborales, tratamiento fiscal favorable y formas de cooperación entre el sector público
y privado. Véase Boletín Oficial de las Cortes Generales-Congreso de 3 de junio de 1998, Serie
D, número 291 y la Resolución de Aprobado con modificaciones en el Diario de Sesiones del
Congreso de los Diputados Núm. 500 de 24/06/1998 Pág.: 14412 - Comisión de Política Social
y Empleo.
25
La Ley 55/1999, de 29 de diciembre, de Medidas fiscales, administrativas y del
orden social, introducía una línea de bonificaciones a la Seguridad Social para “empresas y
las entidades sin ánimo de lucro que contraten indefinida o temporalmente trabajadores
desempleados en situación de exclusión social”.
578 Ana Montiel Vargas

orden social, aprobado en la sesión ordinaria del Pleno de 29 de septiembre de


1999), al considerar que “la introducción de un programa nuevo para personas
en situación de exclusión social, debería formularse en el marco de la futura
Ley de Inserción Sociolaboral, al objeto de ofrecer una consideración global de
la problemática del empleo de este colectivo”.
Un año más tarde, ya en la VII Legislatura se produjo un tercer inten-
to normativo con la Proposición de ley 122/000071 de Regulación de las
Empresas de Inserción, presentada por el Grupo Parlamentario Catalán
(Convergència i Unió) el 1 de septiembre del 2000, que aunque también fue
rechazado, por la votación en contra del Partido Popular que volvía a pedir
prudencia y proponía una Mesa de Negociación con el sector, presentaba un
articulado muy parecido al que posteriormente contendría la normativa de
2007 26. Y de nuevo, aunque se rechazase el debate seguía estando presente in-
troduciendo casi un año más tarde por el Real Decreto-ley 5/2001, de 2 mar-
zo, de Medidas Urgentes de Reforma del Mercado de Trabajo para el incre-
mento del empleo y la mejora de su calidad, una tipología de contrato exnovo,
el contrato de inserción. Lo cual, parce dar a entrever que efectivamente la
regulación de las EI estaba sobre la mesa ya que sería inconsecuente “regular
la existencia de un contrato de inserción, sin que, legalmente, en un corto plazo,
existiesen las empresas de inserción”(Pérez, 2000:34). Esta regulación, meses
más tarde se completó con la aprobación de la Ley 12/2001, de 9 de julio, de
medidas urgentes de reforma del mercado de trabajo para el incremento del
empleo y la mejora de su calidad, en cuya disposición adicional novena se esta-
blecía una primera definición legal de las EI (Calvo, 2005:96) 27. Por último, se
produjo un cuarto intento normativo, de nuevo por el Grupo Parlamentario

26
En esta propuesta se establecía un concepto de EI parecido al de la futura legislación:
“tendrá la consideración de Empresa de Inserción aquella que, debidamente calificada, realice
cualquier actividad económica lícita de producción de bienes o prestación de servicios, y cuyo
objeto social tenga como fin primordial la integración sociolaboral de personas en situación o
grave riego de exclusión social” (artículo 3). Así como unos requisitos algo menos restrictivos
pero también parecidos en cierta medida, como eran la exigencia de un itinerario de inserción,
la obligatoriedad de estar participada en un 40% por una entidad promotora, o de mantener
un 51% trabajadores en proceso de inserción (teniendo un mínimo absoluto de de 3 personas),
vincular balance y cuenta de resultados a su objeto social, permitir exclusivamente un reparto
del 40% de los beneficios y estar inscritas registro correspondiente (artículo 4).
27
En esta definición se contienen algunas características concretas que tenían que tener
las EI de las distintas CCAA para poder recibir ayudas y subvenciones: “Se considerarán empresas
de promoción e inserción laboral de personas en situación de exclusión social, cualquiera que
sea su forma jurídica y actividad económica, aquéllas que dediquen habitualmente no menos
del 30% de sus puestos de trabajo al empleo de personas que estén en alguno de los supuestos
a los que se refiere el párrafo anterior, para formarles y adiestrarles en el ejercicio normalizado
de una actividad laboral; tendrán como fin primordial de su objeto social la plena integración
laboral y el acceso al empleo ordinario de las indicadas personas”.
Análisis legal de la figura de las empresas de inserción en España 579

Catalán (Convergència i Unió) el cual el 23 de abril de 2004 presentó de nue-


vo la Proposición de Ley de Regulación de las Empresas de Inserción, con
un contenido idéntico a la anterior que exclusivamente variaba el mínimo de
trabajadores en inserción rebajándolo a un 30% (artículo 4.c) que caducó al
finalizar la legislatura sin debatirse.
Ante el fracaso de la regulación de las EI a nivel estatal, algunas CCAA fue-
ron pioneras promulgando leyes reguladoras en las que identificaban presta-
ciones, requisitos y formalidades que estas empresas tenían que reunir en sus
territorios. Las primeras CCAA que regulaban aspectos de inserción social ex-
clusivamente contenían ayudas de las que se podían beneficiar empresas dedi-
cadas a garantizar la inserción social de forma individualizada. En estos térmi-
nos, se promulgó la Ley 5/1995, de 23 de marzo, de solidaridad en Castilla-La
Mancha 28 y el Decreto Foral 130/1999, de 26 de abril, por el que se regulan las
ayudas económicas para el desarrollo de los programas de incorporación so-
cio-laboral destinados a personas en situación de exclusión social 29.
No obstante, en realidad, la primera legislación sustantiva de las empre-
sas de inserción fue el actualmente derogado Decreto 305/2000, de 26 de
diciembre, por el que se regula la calificación de las empresas de inserción,
se establece el procedimiento de acceso a las mismas y se crea el registro de
empresas de inserción del País Vasco (Álvarez, 2017:198) 30. Al que siguió dos
años más tarde Cataluña con la promulgación de Ley 27/2002, de 20 de di-
ciembre, de medidas legislativas para regular las empresas de inserción socio-
laborales en Cataluña. Parece ser, que esta temprana regulación se debe a los
flujos migratorios que se produjeron en ambos territorios a finales de los años
noventa, siendo el País Vasco y Cataluña los lugares de España en los que más
nacionalidades diferentes convivían (ARETXABALA & CARO, 2013:15). Lo
curioso, es que el papel dominante que empezaron ejerciendo ambas comu-

28
En cuyo Título II se regulaba la situación de exclusión de sus ciudadanos a través
de la creación del Plan Regional de Integración Social y en concreto, establecía en su artículo
47, punto c), el apoyo económico a empresas de inserción que faciliten esa incorporación al
mercado laboral.
29
El Decreto Foral regulaba en su artículo 7 las ayudas económicas que las empresas
dedicadas a la inserción podían adquirir para subvencionar puestos de trabajo, actividades
complementarias de promoción y contratación de personal de apoyo o la realización de
actividades formativas (artículos 9 y ss.).
30
A pesar de que esta normativa esté actualmente derogada, las premisas o instituciones
que contenían están aún vigentes, véase por ejemplo la figura de la entidad promotora como
un ente de carácter no lucrativo especializado en el empleo y la inclusión social (artículo 5),
su objetivo primordial de mejorar a la empleabilidad y el logro de inserción sociolaboral de
personas desempleadas en situación o riesgo de exclusión social (artículo 3.2 c), el itinerario
personalizado de inserción (artículo 3.2 e), el acompañamiento social, técnico y formativo del
sujeto a reinsertar (artículo 3.2 e), entre otros ejemplos.
580 Ana Montiel Vargas

nidades autónomas lo han mantenido a lo largo de los años, e incluso en la


actualidad donde entre los dos acumulan el 42,57 % de todas las EI (Montiel,
2022:257-278). Fruto de ello, algunos académicos afirman que ambas legisla-
ciones crearon un modelo que se fue repitiendo posteriormente en otras co-
munidades autónomas, así como, en ciertos aspectos por la normativa estatal
(Melián & Campos, 2010:46; Aguilera, 2009:27 y Salinas, 2022:11).
A estas, les siguieron entre los años 2000 a 2003 las legislaciones de cuatro
comunidades autónomas, que fueron: las Islas Canarias (Decreto 32/2003, de
10 de marzo, por el que se regula la inserción sociolaboral en empresas de in-
serción y la Orden 1352/2004, de 13 de septiembre de 2004, por la que se desa-
rrolla el Decreto 32/2003); la Comunidad de Madrid (Decreto 32/2003, de 13
de marzo, del Consejo de Gobierno, por el que se regula la colaboración de las
empresas de promoción e inserción laboral de personas en situación de exclu-
sión social con la Comunidad de Madrid y se establecen medidas de fomento de
su actividad y la Orden 2580/2003, de 6 de junio, del Consejero de Trabajo, por
la que se regula la organización y funcionamiento del Registro Administrativo
de Empresas de Promoción e Inserción Laboral de Personas en Situación de
Exclusión Social subvencionables por la Comunidad de Madrid); La Rioja (Ley
7/2003, de 26 de marzo, de Inserción Sociolaboral (Capítulo IV) y el Decreto
2/2006, de 13 de enero, por el que se crea el Registro de Empresas de Inserción
Sociolaborales de La Rioja y regula los requisitos de cualificación e inscripción
en dicho Registro) y las Islas Baleares (Decreto 60/2003, de 13 de junio, por el
que se regula la calificación de las iniciativas empresariales de inserción y se crea
el Registro de Iniciativas Empresariales de Inserción de las Illes Balears).
Posteriormente, hay un parón legislativo de casi tres años, que se retoma
a principios de 2006 con las regulaciones de las comunidades autónomas de:
Aragón (Decreto 37/2006, de 7 de febrero, del Gobierno de Aragón, por el
que se regulan las Empresas de Inserción Laboral y se aprueba el Programa
ARINSER de ayudas económicas para la integración socio-laboral de colec-
tivos en situación o riesgo de exclusión); la Comunidad Valenciana (Ley
1/2007, de 5 de febrero, de la Generalitat, por la que se regulan las empresas
de inserción para fomentar la inclusión social en la C. Valenciana); Castilla y
León (Decreto 34/2007, de 12 de abril, por el que se regula el procedimien-
to de calificación de las empresas de inserción laboral y se crea su registro
administrativo); la Región de Murcia (Orden de 20 de junio de 2007, de la
Presidenta del Servicio Regional de Empleo y Formación, por la que se aprue-
ban las bases reguladoras de los programas de subvenciones para el fomen-
to de las empresas de inserción de la Región de Murcia) y Galicia (Decreto
156/2007, de 19 de julio, por el que se regula el procedimiento para la califi-
cación de las empresas de inserción laboral, se crea su registro administrativo
y se establecen las medidas para el fomento de la inserción sociolaboral).
Análisis legal de la figura de las empresas de inserción en España 581

Tabla 2.
Normativa autonómica promulgada antes de la LEI

Territorio Normativa
Castilla - La Mancha Ley 5/1995, de 23 de marzo, de solidaridad en Castilla - La Mancha
Decreto foral 130/1999, de 26 de abril, por el que se regulan las ayudas económicas para el
Navarra desarrollo de los programas de incorporación socio-laboral destinados a personas en situa-
ción de exclusión social.
 <=>?===Q  ?X  Q    Z     *    
País Vasco de inserción, se establece el procedimiento de acceso a las mismas y se crea el registro de
empresas de inserción del País Vasco
Ley 27/2002, de 20 de diciembre, de medidas legislativas para regular las empresas de inser-
Cataluña
ción sociolaborales en Cataluña.
Decreto 32/2003, de 10 de marzo, por el que se regula la inserción sociolaboral en empresas
de inserción
Islas Canarias
Orden 1352/2004, de 13 de septiembre de 2004, por la que se desarrolla el Decreto 32/2003,
de 10 de marzo, que regula la inserción sociolaboral en empresas de inserción.
Decreto 32/2003, de 13 de marzo, del Consejo de Gobierno, por el que se regula la colabora-
ción de las empresas de promoción e inserción laboral de personas en situación de exclusión
social con la Comunidad de Madrid y se establecen medidas de fomento de su actividad.
Comunidad de Madrid Orden 2580/2003, de 6 de junio, del Consejero de Trabajo, por la que se regula la organiza-
ción y funcionamiento del Registro Administrativo de Empresas de Promoción e Inserción
Laboral de Personas en Situación de Exclusión Social subvencionables por la Comunidad de
Madrid.
Ley 7/2003, de 26 de marzo, de Inserción Sociolaboral (Capítulo IV).

La Rioja Decreto 2/2006, de 13 de enero, por el que se crea el Registro de Empresas de Inserción
[      \ ! "   Z    *   *  ] \-
gistro.
 X=?==<Q  ^<  !  Q    Z     *     -
Islas Baleares presariales de inserción y se crea el Registro de Iniciativas Empresariales de Inserción de
las Illes Balears.
Decreto 37/2006, de 7 de febrero, del Gobierno de Aragón, por el que se regulan las Empre-
Aragón sas de Inserción Laboral y se aprueba el Programa ARINSER de ayudas económicas para la
integración socio-laboral de colectivos en situación o riesgo de exclusión.
Ley 1/2007, de 5 de febrero, de la Generalitat, por la que se regulan las empresas de inserción
C. Valenciana
para fomentar la inclusión social en la C. Valenciana.
 <_?==`Q  ^?  Q    Z         *  
Castilla y León
empresas de inserción laboral y se crea su registro administrativo
Orden de 20 de junio de 2007, de la Presidenta del Servicio Regional de Empleo y Formación,
Región de Murcia por la que se aprueban las bases reguladoras de los programas de subvenciones para el fo-
mento de las empresas de inserción de la Región de Murcia
 ^>X?==`Q  ^{  ! Q    Z          *
Galicia de las empresas de inserción laboral, se crea su registro administrativo y se establecen las
medidas para el fomento de la inserción sociolaboral.
Fuente: Elaboración propia.
582 Ana Montiel Vargas

3. PROMULGACIÓN DE LA LEY 44/2007

Ante la dispersión normativa (García & Esteve, 2007:157; Garrido, 2009:


274) que se estaba generando por los distintos intentos fallidos desde los años
noventa de promulgar un marco normativo estatal de las EI, y el incremento
en el número de comunidades autónomas que promulgaban una normativa
autonómica en la materia, la idea de aprobar una ley estatal que armonizase la
situación en los distintos territorios se hacía cada vez más necesaria (Sevillano,
2018:131- 144) 31.
Esta demanda tuvo un primer reflejo en el Programa Nacional de Reformas
de España de 13 de octubre de 2005, en cuyo eje sexto se recogía como medi-
da para favorecer la integración laboral de colectivos en riesgo de exclusión
social la “promoción de la regulación legal de las EI”. Posteriormente, se repi-
tió en la Ley 43/2006, para la mejora del crecimiento y del empleo, que en su
disposición adicional 5ª impuso un plazo de seis meses al Gobierno de España
para que aprobara una normativa estatal que armonizase el régimen legal de
las empresas de inserción (García, 2007:7-32). Lo cual se llevó a cabo con la
aprobación del Proyecto de Ley de la Regulación de EI del 29 de junio de
2007, cuya tramitación parlamentaria se realizó de forma urgente plasmándo-
se definitivamente el texto legal publicado el 13 de diciembre de 2007, la Ley
44/2007 para la regulación del régimen de las empresas de inserción, que ya
hemos indicado que citamos como LEI (Salinas, 2022:8).
Posteriormente, se promulgó el Real Decreto 49/2010 por el que se crea
el Registro Administrativo de Empresas de Inserción del Ministerio de Trabajo
e Inmigración, que, entre otros aspectos, se le encomienda la creación de un
Libro de Inscripción de Empresas de Inserción.

3.1. La compleja convivencia entre las competencias normati-


vas estatales y autonómicas sobre las empresas de inser-
ción: contenidos y efectos de la Sentencia del Tribunal
Constitucional 228/2012

En el preámbulo de la LEI se indica que los principios que la inspiran se


fundamentan en el artículo 9.2 CE en el que se ordena a los poderes públicos
“facilitar la participación de todos los ciudadanos en la vida política, económi-

31
La dispersión normativa existente, en la práctica resultó ser inoperativa, téngase en
cuenta que una EI que operase en varias CCAA con legislaciones desarrolladas tendría que
cumplir a la vez distintos requisitos y obligaciones frente a los mismos procesos de inserción en
estructuras empresariales idénticas, aunque con localización geográfica distinta.
Análisis legal de la figura de las empresas de inserción en España 583

ca, cultural y social de nuestro país”, clausula constitucional de España como


Estado social y democrático (artículo 1.1 CE) (Paniagua, 2008:12). Además,
añade que las EI dan respuesta al mandato constitucional del artículo 35 CE,
que establece que todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho
al trabajo. La LEI, se promulgó en el marco de la competencia normativa ex-
clusiva en materia de legislación laboral que se le atribuye al Estado según nues-
tra Carta Magna (art. 149.1.7ºCE) (Garrido, 2009:271; Aguilera, 2009:33) la
legislación laboral es el medio que se utiliza para lograr el fin, que es la efecti-
va asistencia social, cuestión que compete a las Comunidades Autónomas a par-
tir de la distribución normativa del artículo 148.1.20ºCE. Por tanto, la regula-
ción legal de las EI afecta a dos materias, la laboral y la asistencia social, siendo
la primera competencia estatal y la segunda autonómica, planteándose dudas
de quienes tienen competencias para dictar normas sobre la materia, máxime
cuando previo a la promulgación de la LEI las leyes reguladoras de las empre-
sas de inserción eran todas de carácter autonómico (Cámara, 2007:621).
En este punto debemos partir de la existencia de varias sentencias del
Tribunal Constitucional que favorecen la interpretación de que como el fin
que persigue la promulgación de la LEI, ya sea desde el punto de vista de faci-
litar el empleo, cubrir el vacío normativo al carecer de una norma con rango
de ley, o bien, conseguir empleo a personas socialmente excluidas, está en
todo momento intrínsecamente relacionado con materia laboral, la legisla-
ción sobre las empresas de inserción es competencia estatal. Así, por ejemplo,
siguiendo la STC 190/2002, al igual que la “FP es materia laboral al ser el vehí-
culo que permite entrar a distintos colectivos en el mercado ordinario de tra-
bajo”, también el itinerario de inserción podría considerarse materia laboral.
Además, es de interés la STC 195/1996 en la cual se indica que “el Estado en
materia laboral tiene competencia normativa plena de modo que nada resta
a las CCAA salvo la mera ejecución”. Por su parte, la STC 18/1982, determina
que los aspectos en los que se aborda legislación laboral han de estar siempre
regulados por la normativa estatal, mientras que los aspectos de organización,
tales como la sede, dependencia y composición orgánica, o los aspectos for-
males, forman parte de la ejecución que le corresponde a las CCAA.
En concreto sobre las competencias autonómicas para legislar sobre las
empresas de inserción, la STC 360/1993 declaró inconstitucional el artícu-
lo 11 del Decreto 202/1988 del País Vasco sobre las medidas de reinserción
de los toxicómanos ya que la normativa vasca imponía mayores requisitos en
la contratación de los toxicómanos en reinserción que los planteados a nivel
estatal, eran “auténtica norma jurídica y fuente del Derecho ( ) y por consi-
guiente nos encontramos con un precepto normativo de carácter laboral so-
bre el que las Comunidades Autónomas no tienen competencia” (Cámara,
1994).
584 Ana Montiel Vargas

Pero en esta materia, sin duda, la sentencia de referencia es la STC


228/2012, dictada a partir del recurso de inconstitucionalidad nº 2136/2008
planteado por el Consell de la Generalitat Valenciana ante la promulgación de la
LEI por, en su opinión, desbordar las competencias autonómicas. En concre-
to, se argumentaba que meses antes de que se publicase la legislación estatal
(13 de diciembre), se promulgó sin oposición alguna por parte del estado
la normativa autonómica “ni hizo uso de la facultad prevista en el artículo
33.2 LOTC, ni interpuso recurso de inconstitucional frente a ella”. Además,
incluían una relación de preceptos de la LEI que el TC tenía que declarar in-
constitucionales e inaplicables en la Comunidad Valenciana 32.
Como contestación a las pretensiones de la Generalitat Valenciana el
Abogado del Estado solicitó la desestimación total del recurso de inconstituciona-
lidad, utilizando una serie de argumentos entre los que destacamos los siguientes:
1. En el recurso en varias ocasiones se trata de justificar la inconstitu-
cionalidad de los preceptos de la Ley 44/2007 impugnados, “exclu-
sivamente en el hecho de su eventual contradicción con lo dispuesto
en aquella ley autonómica”. Pues bien, el Abogado del Estado consi-
deraba preciso recordar que nada procedería decir sobre la consti-
tucionalidad o inconstitucionalidad de una ley estatal usando como
base una autonómica.
2. Respecto a la LEI “no cabe ninguna duda de que la Ley Autonómica
1/2007 no puede servir de parámetro para enjuiciar su constitucio-
nalidad (art. 28 LOTC), y que lo único que debe decidirse es si el legislador
estatal se ha excedido en el ejercicio de su competencia sobre legislación laboral
al dictar los preceptos impugnados. Si así fuera, tales artículos serían in-
constitucionales, no por vulnerar la Ley valenciana (…), sino por ha-
berse invadido competencias autonómicas sobre servicios sociales”.
Además, el Abogado del Estado realizaba un examen de los preceptos se-
ñalados, indicando y argumentando uno por uno la falta del exceso compe-
tencial denunciado. El TC falló casi en su totalidad a favor del Estado, puesto
que, salvo la declaración de inconstitucionalidad de algunos apartados de las
disposiciones transitorias, el resto de la ley la declaró conforme con la CE. La
argumentación del TC se fundamentó en tres ideas principales que pasamos
a exponer:

32
En concreto los artículos: 1.1. Objeto y fines de la Ley, 2.1. Trabajadores de las
empresas de inserción, 3. Itinerarios de inserción laboral, 4. Concepto de empresa de inserción,
5. Requisitos, 6. Entidades promotoras, 7. Calificación, 8. Pérdida de la calificación de empresa
de inserción, 9.3 Registros e información sujeta a constancia registral, 10. Actuaciones
administrativas y la Disposición adicional quinta de informes de los servicios sociales públicos.
Análisis legal de la figura de las empresas de inserción en España 585

1. Las EI se encuadran dentro de la distribución competencial esta-


tal en materia laboral del artículo 147.1. 17º CE. “La Constitución
atribuye al Estado la ordenación general en material laboral, siendo
las Cortes Generales y no las Asambleas Legislativas de las Comunidades
Autónomas las que ostentan la potestad legislativa en el ámbito laboral y la
expresión legislación que define la competencia exclusiva del Estado
en materia laboral ha de ser entendida en sentido material, sea cual
fuere el rango formal de las normas”.
2. A las CCAA se les reconocía exclusivamente las competencias de eje-
cución de la normativa estatal. “La competencia autonómica en esta
materia es sólo de ejecución, e incluye la emanación de reglamentos
internos de organización de los servicios necesarios y de regulación
de la propia competencia funcional de ejecución.
3. La declaración de inconstitucionalidad de las disposiciones transito-
rias primera apartado segundo y tercero de la LEI. El Tribunal realizó
estas dos excepciones declarándolas inconstitucionales por remitir a
las Comunidades Autónomas competencias que no les son propias.
Esta interesante sentencia falla a favor del Estado declarando constitucio-
nal la normativa estatal sobre las EI, salvo la disposición transitoria primera
apartado segundo y tercero de la LEI, con lo que se restringen aún más las
competencias de las CCAA en la materia. Aunque, fruto de la diversidad de
perspectivas que pueden tener cabida en esta materia, en la STC una de las
Magistradas emitió un voto particular opuesto a favor de las peticiones de la
Comunidad Autónoma Valenciana 33.

4. CONSIDERACIONES FINALES: LA LEGISLACIÓN SOBRE


EMPRESAS DE INSERCIÓN EN LA ACTUALIDAD

Las consecuencias de la promulgación de la LEI y, en concreto, de esta


decisión jurisprudencial que aborda las competencias en la materia, son

33
La Magistrada Dña. Adela Asusa Batarrita formuló voto particular donde declaraba
que las EI nacen para resolver una cuestión social a través del empleo, con lo cual la intervención
del Estado no se fundamentaba en la materia laboral del 147.1.7ºCE, sino en la competencia
exclusiva de bases y coordinación de la planificación general de la actividad económica de
artículo 149.1. 13º CE. Siguiendo su argumentación, indicaba que “se efectúa una desmesurada
extensión del título estatal previsto en el artículo 149.1.7ºCE al incluir aspectos que no
pertenecen stricto sensu al ámbito de la relación laboral”. Por último, argumentaba que la STC
incurre en una incongruencia extra petita al restringir aún más las competencias de las CCAA.
586 Ana Montiel Vargas

enormemente importantes legislativamente hablando, ya que significa que la


normativa de las CCAA sobre las EI debe adecuarse al contenido de la Ley
44/2007, sin posibilidad, en teoría, de desarrollar aspectos, características o
requisitos y debe limitarse a facilitar el ejercicio de las competencias de eje-
cución de la ley estatal. Ante esto, algunas CCAA mantuvieron las normativas
anteriores a la LEI, aunque en ciertos casos contengan preceptos contrarios
a las exigencias de la LEI (Cataluña, la Comunidad de Madrid, la Rioja, Islas
Baleares, Comunidad Valenciana y Castilla y León), otras han promulgado
por primera vez normas para la cualificación de las empresas de inserción y
los Registros autonómicos (como ha ocurrido en el Principado de Asturias,
Extremadura, Andalucía, Cantabria) y otras han dictado nuevas normas que
deroga las anteriores sobre la materia (siendo ejemplos de ello el País Vasco,
Aragón, Islas Canarias, Castilla-La Mancha, Galicia, Región de Murcia y la
Comunidad Foral de Navarra).

Tabla 3.
Normativa autonómica actual de las Empresas de inserción

Territorio Normativa

Ley 27/2002, de 20 de diciembre, de medidas legislativas para regular las em-


Cataluña
presas de inserción sociolaborales en Cataluña.

Decreto 32/2003, de 13 de marzo, del Consejo de Gobierno, por el que se regula


la colaboración de las empresas de promoción e inserción laboral de personas
en situación de exclusión social con la Comunidad de Madrid y se establecen
medidas de fomento de su actividad.
Comunidad de Madrid
Orden 2580/2003, de 6 de junio, del Consejero de Trabajo, por la que se regula la or-
ganización y funcionamiento del Registro Administrativo de Empresas de Promoción e
Inserción Laboral de Personas en Situación de Exclusión Social subvencionables por la
Comunidad de Madrid.

Ley 7/2003, de 26 de marzo, de Inserción Sociolaboral (Capítulo IV).

La Rioja Decreto 2/2006, de 13 de enero, por el que se crea el Registro de Empresas de Inserción
[      \ ! "   Z    *   *  ]
Registro.

 X=?==<Q  ^<  !  Q    Z     *    


Islas Baleares empresariales de inserción y se crea el Registro de Iniciativas Empresariales de Inserción
de las Illes Balears.

Ley 1/2007, de 5 de febrero, de la Generalitat, por la que se regulan las empresas de inser-
C. Valenciana
ción para fomentar la inclusión social en la C. Valenciana.

 <_?==`Q  ^?  Q    Z         * 


Castilla y León
las empresas de inserción laboral y se crea su registro administrativo.
Análisis legal de la figura de las empresas de inserción en España 587

#  ^|??==|Q  ^^  Q Z    *   -


País Vasco presas de inserción, establece el procedimiento para acceder a ellas y su registro
en Euskadi.

Resolución de 22 de diciembre de 2008, de la Consejería de Industria y Empleo,


P. de Asturias por la que se establece el Registro de Empresas de Inserción del Principado de
Asturias.

Decreto 128/2009, de 21 de julio, del Gobierno de Aragón por el que se regula el


Aragón '       * "        * "
registro en la Comunidad Autónoma de Aragón.

 ^<`?=={Q  ?=  Q    Z     *  


Islas Canarias empresas de inserción, el procedimiento de acceso a ellas y el Registro de Socie-
dades de Inserción de las Islas Canarias.

Decreto 78/2010, de 18 de marzo, por el que se regula el procedimiento para


Extremadura   *       *   "  *  \  
Empresas de Inserción de la Comunidad Autónoma de Extremadura.

 ^{<?=^=Q  ?=  Q    Z     * "   


Andalucía
Registro de Empresas de Inserción en Andalucía.

Decreto 22/2010, de 20 de abril, por el que se dictan normas de desarrollo para


Castilla-La Mancha   *      * "         
estas empresas.

Decreto 14/2013, de 11 de abril, por el que se crea y regula el Registro de Empre-


Cantabria
sas de Inserción de Cantabria.

Galicia Ley 10/2013, de 27 de noviembre, de inclusión social de Galicia.

Decreto 109 /2016, de 5 de octubre, por el que se crea y regula el Registro Ad-
Región de Murcia ministrativo de Empresas de Inserción de la Región de Murcia (REIN) y se dictan
        *      *  

Decreto Foral 94/2016, de 26 de octubre, por el que se regula el régimen de cali-


C. F. de Navarra
* Q   " "       *     

Tras hacer las pertinentes consultas en varios Registros autonómicos de


EI de Comunidades donde siguen formalmente vigente la normativa ante-
rior a la promulgación de la LEI, nos han informado que en algunos casos
no se aplican determinados preceptos de sus normas autonómicas por con-
siderar que contradicen el contenido de la LEI, como ocurre, según pare-
ce, en la Comunidad de Madrid, la Rioja o las Islas Baleares. En cambio, en
otras Comunidades Autónomas, como por ejemplo en Cataluña, Valencia 34 o

34
Aunque desde LABORA, el Servicio Público de Empleo de la Comunidad Valenciana
nos indican que en caso de que exista contradicción entre la normativa autonómica y la estatal,
prevalece lo que disponga la estatal (la LEI). La autora ha preferido incluirlo en esta categoría
al entender que, en realidad, tal y como señalan en su página web, los requisitos que exigen
en la calificación de las EI en Valencia son los de su normativa autonómica. Si se acude a la
588 Ana Montiel Vargas

Castilla y León se aplican las normas autonómicas anteriores a la LEI en toda


su extensión, aunque algunos de sus preceptos podrían considerarse que con-
tradicen la norma estatal al desarrollar aspectos esenciales del régimen sus-
tantivo de las EI 35. Además, algunas de las normas autonómicas dictadas tras
la entrada en vigor de la LEI, regulan materias que según la STC 228/2012
antes comentada, son de competencia estatal, por lo que en teoría parte de su
contenido podría considerarse inconstitucional, aunque en la práctica como
nadie, que se sepa, se ha opuesto a su aplicación se siguen utilizando 36. A par-
tir de todo lo expuesto, creemos que la inseguridad jurídica que rodea el es-
tatuto legal de las EI es la consecuencia directa de que el número de EI no
termine de ser considerable en comparación con otros tipos de empresas, y
por tanto un aspecto pendiente a mejorar por el legislador español para apos-
tar por las empresas de inserción como herramienta de reinserción social en
nuestra sociedad.

5. BIBLIOGRAFÍA

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promotoras como ejemplo de buenas prácticas en la integración sociolaboral
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página oficial en la que LABORA enumera las características de las EI, observamos son los de
la LEICV, los cuales coinciden casi en su totalidad con los de la LEI, aunque presentan algunas
diferencias como la exigibilidad del no reparto de beneficios (artículo 3.2.h LEICV).
35
Nos estamos refiriendo, por ejemplo, a los preceptos que en la normativa catalana
regulan el ratio máximo de trabajadores en inserción en las EI (artículo 4.1.c), aspecto que
en la LEI no se limita; o la posibilidad de que las cooperativas de iniciativa social no requieran
de una entidad promotora (artículo 4.1.b), aspecto que se imita en la regulación castellano
leonesa (artículo 4.1.e DEICL). En Valencia podríamos volver a indicar el reparto del 100% en
la aplicación de los resultados o excedentes (artículo 3.2.h), cuestión que restringe aún más el
80% señalado en la LEI, así como el porcentaje de trabajadores en inserción que se impone el
30% (artículo 3.2.d), sin ampliar al 50% a partir del cuarto año que señala la LEI.
36
Por ejemplo, en la normativa del País Vasco se establece una ratio máxima del 75%
de trabajadores en inserción (artículo 10.h), la aplicación del 100% de los resultados (artículo
10.k), o la obligación de realizar una auditoría en las empresas que facturen más de 60.000€/
año o cuenten con más de cincuenta trabajadores en plantilla (artículo 10.m). Así mismo,
otro ejemplo podemos encontrarlo en la normativa de la Comunidad Foral de Navarra, en
cuyo artículo 23.3 se establece como regla general un periodo mínimo de contratación a una
persona de inserción de 6 meses, aspecto que en la LEI se establece en 12 meses.
Análisis legal de la figura de las empresas de inserción en España 589

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Listado de publicaciones del Profesor Dante Cracogna
ordenadas por materias

I. SOBRE DERECHO COOPERATIVO Y DE LA ECONOMÍA SOCIAL Y


SOLIDARIA

a) Monografías

Manual de legislación cooperativa, 2.ª. edición actualizada, Intercoop, Buenos Aires,


2016, 25l págs.
Comentarios a la Ley de Cooperativas, 3.ª. edición actualizada, Intercoop, Buenos Aires,
2006, 204 págs.
Problemas actuales del derecho cooperativo, Intercoop, Buenos Aires, 1992, 251 págs.
Mutuales. Comentario de las leyes 20.321 y 19.331, Intercoop, Buenos Aires, 1992, 125
págs.
Estudios de derecho cooperativo, Intercoop, Buenos Aires, 1986, 283 págs.
Cooperativismo agrario argentino, Intercoop, Buenos Aires, 1968, 231 págs.
Régimen jurídico de las cooperativas, Federación Argentina de Colegios de Abogados,
Buenos Aires, 1991, 320 págs.

b) Libros colectivos coordinados

Congreso Continental de Derecho Cooperativo, San José de Costa Rica, 20-22 de noviembre 2019,
Intercoop, Buenos Aires, 2020, 456 págs.
Congreso Continental de Derecho Cooperativo. Montevideo, 16-18 de noviembre de 2016,
Intercoop, Buenos Aires, 2018, 578 págs.
Congreso Continental de Derecho Cooperativo. Guarujá, San Pablo, 8-10 de octubre de 2013,
Intercoop, Buenos Aires, 2014, 251 págs.
592 Listado de publicaciones del Profesor Dante Cracogna

International Handbook of Cooperative Law (Editor with Antonio Fici and Hagen Henrÿ),
Springer, Berlin-Heidelberg, 2013, 823 págs.
El desafío de la educación cooperativa en la hora actual, Intercoop, Buenos Aires, 2010, 294 págs.
Régimen legal de las cooperativas en los países del Mercosur, 3ª. edición actualizada y amplia-
da, INAES, Buenos Aires, 2009, 376 págs.
La legislación cooperativa en México, Centro América y el Caribe, ACI Américas, San José de
Costa Rica, 2008, 183 págs.
La tributación cooperativa en México, Centro América y el Caribe, ACI Américas, San José de
Costa Rica, 2008, 172 págs.
La legislación cooperativa en los países andinos, ACI Américas, San José de Costa Rica,
2008, 235 págs.
La tributación cooperativa en los países andinos, ACI Américas, San José de Costa Rica,
2008, 218 págs.
Políticas públicas en materia de cooperativas, Intercoop, Buenos Aires, 2007, 351 págs.
Las cooperativas y los impuestos en el Mercosur, Intercoop, Buenos Aires, 2004, 303 págs.
Buen gobierno cooperativo. Hacia un código de mejores prácticas, CONFECOOP, Bogotá,
2003, 76 págs.
La economía social en la Argentina y el mundo (en colaboración con Peter Herstenberg),
Intercoop, Buenos Aires, 1988, 266 págs.
Introducción al cooperativismo (en colaboración con Nidia Balbi de Gonzalo), Intercoop,
Buenos Aires, 1985, 75 págs.
La tributación cooperativa en los países andinos, ACI Américas, San José de Costa Rica,
2008, 218 págs.
Políticas públicas en materia de cooperativas (en colaboración con Claudia De Lisio),
Intercoop, Buenos Aires, 2007, 351 págs.
Las cooperativas y los impuestos en el Mercosur, Intercoop, Buenos Aires, 2004, 303 págs.
Buen gobierno cooperativo. Hacia un código de mejores prácticas (en colaboración con Carlos
Uribe Garzón), CONFECOOP, Bogotá, 2003, 76 págs.
Régimen jurídico de las cooperativas, Federación Argentina de Colegios de Abogados,
Buenos Aires, 1991, 320 págs.
La economía social en la Argentina y el mundo (en colaboración con Peter Herstenberg),
Intercoop, Buenos Aires, 1988, 266 págs.
Introducción al cooperativismo (en colaboración con Nidia Balbi de Gonzalo), Intercoop,
Buenos Aires, 1985, 75 págs.

c) Artículos y capítulos de libros

“El acto cooperativo y la identidad cooperativa en la hora actual” en VIII Congreso


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“El cincuentenario de la ley de cooperativas 11.388”, Revista de la Cooperación, N° 202,
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“La educación cooperativa en la Argentina”, Revista de la Cooperación, N° 200, Buenos
Aires, octubre 1980, p. 25-45.
“Algunas reflexiones en torno a la empresa cooperativa”, Revista de la Cooperación, N°
189, Buenos Aires, julio 1980, p. 89-101.
“El movimiento cooperativo internacional”, Cuadernos de Economía Social, Instituto
Argentino de Investigaciones de Economia Social, N° 6, Buenos Aires, septiem-
bre-diciembre 1980, p. 43-59.
“El balance social de la empresa”, Administración de Empresas, N° 124, Buenos Aires,
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“Legislación cooperativa”, Intercoop, Buenos Aires, 1979, 35 págs.
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“El cooperativismo en América Latina: realidad y perspectivas” en AAVV, América
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“Integración cooperativa en América Latina”, Revista de la Cooperación Internacional, N°
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“Las cooperativas en América Latina”, Revista de la Cooperación Internacional, N° 191,
ACI-Intercoop, Buenos Aires, octubre 1977, p. 39-46.
“El cooperativismo en Argentina”, Intercoop, Buenos Aires, 1977, 40 págs.
“Alcances y fronteras del acto cooperativo. El caso argentino”, Revista del Instituto de la
Cooperación, N° 1-2, Rosario, 1977, p. 71-81.
“Cooperativismo agrario en Argentina”, Realidad Económica, N° 22, Instituto Argentino
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“La nueva ley argentina de cooperativas”, Revista de la Cooperación Internacional, N°
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“Estado actual del movimiento cooperativo agrario argentino”, Estudios Cooperativos,
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“Legislación cooperativa”, Revista del Instituto de Estudios Cooperativos de la Universidad
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“El cooperativismo agrario argentino”, Revista de la Cooperación Internacional, N° 4,
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“Agricultural Cooperation in Argentina” in AAVV, Yearbook of Agricultural Cooperation
1968, The Plunkett Foundation for Cooperative Studies, Basil Blackwell,
Oxford, 1968, p. 259-262.

2. SOBRE TEORÍA GENERAL DEL DERECHO

a) Monografías

Cossio y la Teoría Egológica del Derecho, Universidad del Externado de Colombia, Bogotá,
2006, 183 págs.
Cuestiones fundamentales de Teoría Pura del Derecho, Fontamara, México, 1998, 106 págs.
Teoría y realidad del derecho, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1996, 146 págs.
Teoría General del Derecho. Sus problemas actuales. Estudios en homenaje a Julio C. Cueto Rúa
(Coordinador con Martín Laclau), Heliasta, Buenos Aires, 1986, 231 págs.

b) Artículos y capítulos de libros

“La voluntad en el derecho privado”, Anuario de Filosofía Jurídica y Social, N° 38,


Abeledo-Perrot, Buenos Aries, 2018, p. 41-54.
Listado de publicaciones del Profesor Dante Cracogna 607

“La teoría de la norma fundamental “ en Gonzalo Ramírez Cleves, Editor, Ecos de


Kelsen: vida, obra y controversias, Universidad del Externado de Colombia, Bogotá
2012, p. 245-258.
“La noción de sistema jurídico en Kelsen”, Anuario de Filosofía Jurídica y Social, N° 30,
Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 2010, p. 25-37.
“La soberanía en la teoría de Kelsen”, Anuario de Filosofía Jurídica y Social, N°29,
Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 2009, p. 145-156.
“La costumbre en la Teoría Pura del Derecho”, Anuario de Filosofía Jurídica y Social, N°
27, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 2007, p. 93-104.
“Estado y Derecho en la Teoría Pura del Derecho”, Anuario de Filosofía Jurídica y Social,
N° 24, Lexis Nexis, Buenos Aires, 2004, p. 47-60.
“Cossio y la filosofía de la cultura. La ontología jurídica”, Anuario de Filosofía Jurídica
y Social, N° 23, Lexis Nexis, Buenos Aires, 2003, p. 129-140.
“Norberto Bobbio. Testigo del siglo”, Abogados. Revista del Colegio Público de Abogados
de la Capital Federal, N° 85, Buenos Aires, julio-agosto 2005, p. 54-56 y N° 86,
Buenos Aires, septiembre-octubre 2005, p. 92-94.
“El derecho subjetivo en la Teoría Pura del Derecho”, Anuario de Filosofía Jurídica y
Social, N° 22, Lexis-Nexis, Buenos Aires, 2002, p. 31-43.
“Vida y obra de Carlos Cossio”, Abogados. Revista del Colegio Público de Abogados de la
Capital Federal, N° 65, Buenos Aires, abril 2003, p. 52-54 y N° 66, Buenos -Aires,
mayo-junio 2003,p. 52-53.
“El problema de la validez en Hart”, Anuario de Filosofía Jurídica y Social, N° 21, Abeledo-
Perrot, Buenos Aires, 2001, p. 59-72.
“El legado de Carlos Cossio”, Isonomia. Revista de Teoría y Filosofía del Derecho, N° 12,
ITAM, México, abril 2000, p. 197-209.
“Carlos Cossio y la Teoría Egológica del Derecho”, Anuario de Filosofía Jurídica y Social,
Sociedad Chilena de Filosofía Jurídica y Social, N° 18, Valparaíso, 2000, p.
213-226.
“Los valores en la Teoría Pura del Derecho”, Anuario de Filosofía Jurídica y Social, N° 19,
Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1999, p. 113-125.
“El concepto de ciencia jurídica en Kelsen”, Anuario de Filosofía Jurídica y Social, N° 18,
Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1998, p. 77-92.
“La norma jurídica en la Teoría Egológica del Derecho”, Estudios de Derecho, T. 130,
Facultad de Derecho y Ciencias Políticas, Universidad de Antioquia, Medellín,
diciembre 1998, p. 233-243.
“La norma fundamental. Entre la autocontradicción y la futilidad”, Doxa. Cuadernos
de Filosofía del Derecho, N° 21, Vol II, Universidad de Alicante, 1998, p. 105-110.
“Posner y el Análisis Económico del Derecho”, Anuario de Filosofía Jurídica y Social, N°
17, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1997, p. 53-66.
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“La axiología jurídica”, Anuario de Filosofía Jurídica y Social, N° 17, Abeledo-Perrot,


Buenos Aires, 1997, p. 101-110.
“La teoría de la norma fundamental”, Anuario de Filosofía Jurídica y Social, N° 16,
Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1996, p. 51-65.
“La crítica egológica del derecho natural”, Revista de Ciencias Sociales, N° 41,
Universidad de Valparaíso, 1996, 407-418.
“Norma básica”, Enciclopedia Jurídica OMEBA, Apéndice VII, Buenos Aries, 1986, p.
722-728.
“Bobbio y el futuro de la democracia”, Estudios de Derecho, N° 127, Facultad de
Derecho y Ciencias Políticas, Universidad de Antioquia, Medellín, marzo 1997,
p. 175-188.
“El lenguaje prescriptivo en Kelsen”, Anuario de Filosofía Jurídica y Social, N° 14,
Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1994, p. 103-113.
“En torno a la norma básica”, Anuario de Filosofía Jurídica y Social, N° 13, Abeledo-
Perrot, Buenos Aires, 1993, p. 193-207.
“La función política del derecho: otra lectura de Kelsen”, Estudios de Derecho, N°
119-124, Facultad de Derecho y Ciencias Políticas, Universidad de Antioquia,
Medellín, marzo -septiembre 1995, p. 233-239.
“La negación del derecho como sistema normativo en Dworkin”, Revista de Ciencias
Sociales, N° 38, Universidad de Valparaíso, 1993, p. 101-114.
“Aproximación al Análisis Económico del Derecho”, Anuario de Filosofía Jurídica y
Social, N° 12, Abeledo-Perrot, Buenos Aries, 1992, p. 253-269.
“La interpretación en el derecho privado contemporáneo. Vigencia del aporte kelse-
niano” en AAVV, Derecho Civil, Universidad de Lima, 1992, p. 183-194.
“Derecho y moral en la Teoría Egológica del Derecho”, Anuario de Filosofía Jurídica y
Social, N° 11, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1991, p. 125-139.
“La interpretación en el derecho privado contemporáneo”, Estudios de Derecho, N°
115-116, Facultad de Derecho y Ciencias Políticas, Universidad de Antioquia,
Medellín, marzo-septiembre 1990, p. 53-68.
“El tema de la moral y el derecho en Kelsen”, Anuario de Filosofía Jurídica y Social, N° 10,
Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1990, p. 37-54.
“Regla de reconocimiento”, Enciclopedia Jurídica OMEBA, T. VI, Apéndice, Buenos
Aires, 1990, p. 65-69.
“Poder y norma en el pensamiento de Bobbio”, Revista de Ciencias Sociales, N° 30,
Universidad de Valparaíso, 1er. semestre 1987, p. 249-259.
“Acerca de la norma fundamental en Cossio”, Anuario de Filosofía Jurídica y Social, N°7,
Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1987, p. 137-150.
“Sistema jurídico, validez y norma fundamental en Al Ross”, Revista de Ciencias Sociales,
N° 25, Universidad de Valparaíso, 2° semestre 1984, p. 227-237 y Revista Jurídica
del Perú, N° 111, Lima, julio-septiembre 1986, p. 337-345.
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“Raíces medievales de la moderna filosofía del Derecho y del Estado”, Revista Jurídica
del Perú, Lima, abril-julio 1986, p. 163-182.
“La fundamentación normativa del derecho en Kelsen y Hart” en AAVV, Martín
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actuales. Estudios en homenaje a Julio C. Cueto Rúa, Heliasta, Buenos Aires, 1986,
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“La costumbre como fuente del derecho en el nuevo Código Civil peruano” en AAVV,
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1986, p. 77-86.
“Regla de reconocimiento y norma básica”, Revista de Ciencias Sociales, N° 28,
Universidad de Valparaíso, 1er. semestre 1986, p. 369-387.
“Acerca del concepto jurídico de revolución”, Estudios de Derecho, N° 109-110, Facultad
de Derecho y Ciencias Políticas, Universidad de Antioquia, Medellín, mar-
zo-septiembre 1986, p. 55-72.
“Valor actual de la costumbre como fuente del derecho en los países de tradición
romanista”, Anuario de Filosofía Jurídica y Social, N°5, Abeledo-Perrot, Buenos
Aires, 1985, p. 259-278.
“Revolución y resistencia a la opresión en la doctrina de la Iglesia”, Revista de la
Facultad de Derecho y Ciencias Políticas, N° 64, Universidad Pontificia Bolivariana,
Medellín, enero-marzo 1984, p. 165-190.
“Norma fundamental y valor”, Ius et Praxis, Vol. III N° 3, Programa Académico de
Derecho y Ciencias Políticas, Lima, febrero 1984, p. 93-101.
“Kelsen y el problema de las fuentes del derecho”, Anuario de Filosofía Jurídica y Social,
N°4, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1984, p. 41-53.
“La presencia de Kelsen a cien años de su nacimiento”, La Ley, T. 1983-A, Buenos
Aires, p. 947-953.
“Acerca del concepto de constitución en Carl Schmitt y Hans Kelsen”, Revista de
Ciencias Sociales, N° 23, Universidad de Valparaíso, segundo semestre 1983, p.
153-177.
“El principio de subsidiaridad. Concepto e interpretaciones”, La Ley, Buenos Aires, T.
1981-D, Buenos Aires, p. 1029-1035.

3. SOBRE DERECHO DE SEGUROS

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“La liquidación de las aseguradoras”, El Derecho, Buenos Aires, boletín del 13.03.14.
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“Aproximación al régimen de las asociaciones en el Proyecto de Código Civil y


Comercial”, Doctrina Societaria y Concursal, N° 315, Buenos Aires, febrero
2014, p. 141-157.
“El seguro y la defensa del consumidor. Necesidad de superar la controversia” (en
colaboración con Fernando Cracogna), Revista de Derecho Comercial y de las
Obligaciones, T. 2009-2, Buenos Aires y Seguros y defensa del consumidor, Felipe
Aguirre, Coordinador, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 2012, p.85-102.
“Medicina prepaga y seguro”, El Derecho, Buenos Aires, boletín del 27.11.12.
“El seguro de vida colectivo por saldos deudores”, Libro de Ponencias. XIII Congreso
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“La diligencia en el cumplimiento de las cargas del asegurado”, La Ley, Buenos Aires,
boletín del 08.06.09.
“De nuevo sobre la franquicia en seguros de responsabilidad civil del transporte auto-
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“Acerca de la franquicia en el seguro de responsabilidad civil del transporte público
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Buenos Aires, julio 2007, p. 44-52.
“La evolución del derecho de seguros en el último medio siglo en Argentina y la
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Fondazione Assicurazioni Generali, Roma, 2006, p. 13-38.
“Descalificación judicial de la cláusula claims made en el seguro de responsabilidad
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“La mediación y el seguro”, Mercado Asegurador, N° 319, Buenos Aires, septiembre
2006, p. 74-81.
“Los medios no judiciales de resolución de conflictos en materia de seguros”,
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“Alcances y fronteras del control de la actividad aseguradora”, Revista de Derecho de
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y Legislación Argentina, N° 31, Buenos Aires, marzo 2016, p. 7-13.
“La mediación y el seguro en la experiencia argentina”, Annais VIII Congreso
Iberolatinoamericano de Direito de Seguros, AIDA Brasil, 2003, p. 584-598.
“La buena fe en el contrato de seguro y la dificultad de la prueba del dolo”, El Derecho,
Buenos Aires, boletín del 14.03.03.
Listado de publicaciones del Profesor Dante Cracogna 611

“El seguro de salud y la medicina prepaga”, El Derecho, Buenos Aires, boletín del
23.09.02.
“Las mutuales y la intermediación financiera”, Jurisprudencia Argentina, Suplemento
del Fasc. N° 6, Buenos Aires, boletín del 08.05.02.
“La nueva ley de mutuales”, El Derecho, Buenos Aires, boletín del 01.10.01.
“La defensa del consumidor y el seguro” en Nicolás H. Barbato, Director, Homenaje al
Prof. Dr. Juan Carlos F. Morandi, Hanmurabi, Buenos Aires, 2001, p. 689-699.
“Algunos problemas actuales del seguro de salud” en Eduardo Mangialardi,
Coordinador, Derecho de Seguros. VII Congreso Iberolatinoamericano de Derecho de
Seguros, Juris, Rosario, 2001, p. 590-599.
“Actuación y responsabilidad del productor de seguros y de la empresa de seguros”, El
Derecho, Buenos Aires, boletín del 23.09.99.
“Libertad de establecimiento y acceso a los mercados de la actividad aseguradora en el
Mercosur”, SIDEMA, N° 143, Buenos Aires, agosto 1999, p. 55-58.
“Perspectivas de la reforma de la legislación sobre mutuales”, Revista de Derecho
Comercial y de las Obligaciones, Buenos Aires, T. 1998.
“Los seguros en el Mercosur”, Revista Jurídica Argentina del Seguro, la Empresa y la
Responsabilidad, N° 32, Buenos Aires, abril 1999, p. 3-14.
“El seguro y la protección del consumidor”, SIDEMA, N° 140, Buenos Aires, enero
1999, p. 54-58.
“Derechos previsionales, emergencia social y equidad” en Renato Rabbi-Baldi
Cabanillas, Coordinador, Los derechos individuales ante el interés general, Abaco,
Buenos Aires, 1998, p. 232-237.
“La reforma de la legislación sobre mutuales”, Carta de IESCOM, N° 33, Córdoba, ju-
lio-septiembre 1998, p. 3-11.
“Naturaleza jurídica del contrato de medicina prepaga”, SIDEMA, N° 132, Buenos
Aires, septiembre 1997, p. 66-70.
“El contrato de medicina prepaga”, El Derecho, Buenos Aires, boletín del 05.09.97.
“Realidad y perspectivas del Mercoseguros”, SIDEMA, N° 129, Buenos Aires, marzo
1997, p. 34-38.
“Mutuales” en Enciclopedia Jurídica OMEBA, Apéndice, T. VII, Buenos Aires, 1996, p.
674-685.
“Las empresas de seguros en el Mercosur”, SIDEMA, N° 126, Buenos Aires, septiembre
1996, p. 48-51.
“Prueba del contrato de seguro”, El Derecho, Buenos Aires, boletín del 20.10.95.
“Seguridad social y equidad”, La Ley, Buenos Aires, T. 1995-A, p. 20-25.
“Seguro” en Raúl A. Etcheverry, Director, Derecho comercial y económico. Contratos. Parte
Especial, T. 2, Astrea, Buenos Aires, 1994, p. 345-387.
“La fiscalización pública de las mutuales”, La Información, N° 778 T. 70, Buenos Aires,
octubre 1994, p. 945-953.
612 Listado de publicaciones del Profesor Dante Cracogna

“Responsabilidad del productor asesor de seguros”, El Derecho, Buenos Aires, boletín


del 04.08.94.
“La regulación legal de las entidades aseguradoras y su posible conflicto con el régi-
men societario: el caso de las cooperativas” en Jornadas sobre Política de Legislación
de Seguros y Reaseguros, H. Cámara de Diputados, Comisión de Economía,
Buenos Aires, 1993, p. 104-121.
“Conflicto de leyes en materia de entidades aseguradoras”, Revista Jurídica Argentina
del Seguro, la Empresa y la Responsabilidad, N°13/16, Buenos Aires, p.80-97.
“El régimen legal de los productores de seguros y las cooperativas, Jurisprudencia
Argentina, Buenos Aires, boletín del 29.06.83.

4. SOBRE OTROS TEMAS DE DERECHO SOCIETARIO Y DERECHO


COMERCIAL

“Las atribuciones disciplinarias de las asociaciones en la óptica de la Corte Suprema


de Justicia”, El Derecho, Buenos Aires, boletín del 24.08.21.
“Las reuniones a distancia en las asociaciones, Doctrina Societaria y Concursal, N° 404,
Buenos Aires, Julio 2021, p. 676-680.
“Transformaciones en el derecho societario. Las sociedades de beneficio e interés
colectivo”, en Ricardo Olivera García, Director, Estudios de Derecho Comercial.
Homenaje al Dr. José A. Ferro Astray, T. I, La Ley Uruguay, Montevideo, 2020, p.
191-218.
“La noción de sociedad en el Proyecto de Reforma de la Ley General de Sociedades”,
en Gabriela Calcaterra-Liuba Lencova Besheba (Coordinadoras), Proyecto de
Reformas de la Ley General de Sociedades, Jurisprudencia Argentina, Número
Especial, Fasc. 12, Buenos Aires, 2020.
“Libertad de asociación, derechos humanos y judicialización”, Jurisprudencia Argentina,
2020-II, Fasc. 11, Buenos Aires, 10.06.20, p. 44-50.
“Reuniones a distancia. Emergencia y permanencia”, El Derecho, Buenos Aires, boletín
del 14.05.20.
“Gobierno corporativo vs. Gobierno cooperativo” en Congreso Continental de Derecho
Cooperativo. San José de Costa Rica, 20-22 de noviembre de 2019, Cooperativas de las
Américas, San José de Costa Rica, 2020, p. 341-348.
“Límites de la potestad disciplinaria de las asociaciones”, El Derecho, Buenos Aires, bo-
letín del 02.03.20.
“Novedad en la constitución de asociaciones”, Revista de Derecho Comercial y de las
Obligaciones, N° 301, Buenos Aires, marzo-abril 2020, p. 125-132.
“Hacia un nuevo concepto de sociedad”, Hacia un nuevo derecho societario. XIV Congreso
Argentino de Derecho Societario, T. I, Rosario, 2019, p. 137-144.
Listado de publicaciones del Profesor Dante Cracogna 613

“El derecho mercantil en el nuevo Código Civil y Comercial argentino” en Jaime


Alcalde Silva-José-Miguel Embid Irujo, Directores, La modernización del dere-
cho comercial. Estudios en ocasión del sesquicentenario del Código de Comercio de la
República de Chile (1865-2015), Marcial Pons, Madrid, 2019, p. 261-276.
“Hacia un nuevo paradigma societario en el derecho argentino” en Héctor Alegría,
Director, Temas de Derecho Mercantil, Academia Nacional de Derecho y Ciencias
Sociales, Buenos Aires, 2018, p. 83-98.
“Revisión del laudo arbitral en instancia judicial”, La Ley, Buenos Aires, boletín del
20.03.19.
“Evolución y perspectivas del arbitraje en el Argentina”, Revista de Derecho Comercial y
de las Obligaciones, N° 292, Buenos Aires, septiembre-octubre 2018, p. 503-512.
“Prueba de los contratos comerciales. Prueba de libros”, Revista de derecho privado y
comunitario, Buenos Aires, 2017-3, p. 11-37.
“El contrato de arbitraje en el Código Civil y Comercial”, El Derecho, Buenos Aires,
boletín del 23.11.17.
“Importante novedad en el campo societario: la sociedad por acciones simplificada
(SAS)”, Revista de Derecho Comercial y de las Obligaciones, N° 285, Buenos Aires,
julio-agosto 2017, p. 848-857.
“El valor probatorio de los libros de comercio. Un fallo esclarecedor”, Jurisprudencia
Argentina, Buenos Aires, boletín del 24.05.17.
“Aspectos de la regulación de las personas jurídicas en el Código Civil y Comercial”,
La Ley, Buenos Aires, boletín del 21.04.16.
“El Registro Público de Comercio y las inscripciones societarias en el Proyecto de
Código Civil y Comercial” en Héctor Alegría, Director, Sociedades y asociaciones
en el Código Civil y Comercial, Instituto de Derecho Empresarial de la Academia
Nacional de Derecho y Ciencias Sociales, Buenos Aires, 2015, p.47-66.
“Contratos por adhesión”, Revista de Derecho Comercial, del Consumidor y de la Empresa,
Año III N° 5, Buenos Aires, octubre 2012, p. 232-238.
“La sociedad comercial en la ahora actual (a la luz del Anteproyecto de Modificación
de la Ley de Sociedades)”, Doctrina Societaria y Concursal, N° 211, Buenos Aires,
www.errepar.com, junio 2005.
“Corporate Governance, importación de normas y desajustes legales: el caso del decreto
677/01”, IX Congreso Argentino de Derecho Societario. San Miguel de Tucumán 22 al
25 de septiembre de 2004, T. II, p. 237-244.
“La sociedad comercial en los tiempos actuales (Reflexiones a propósito del
Anteproyecto de Modificación de la Ley de Sociedades Comerciales)”, IX
Congreso Argentino de Derecho Societario. San Miguel de Tucumán 22 al 25 de septiem-
bre de 2004, T. I, p 209-216.
“El capital y el objeto social en las sociedades comerciales”, Doctrina Societaria y
Concursal, N° 202, Buenos Aires, septiembre 2004, p. 1050-1057.
614 Listado de publicaciones del Profesor Dante Cracogna

“La mediación obligatoria y el criterio judicial”, La Ley, Buenos Aires, boletín del
07.03.03.
“Una controvertida facultad de la fiscalización pública de las sociedades comerciales”
en AAVV, Derechos Patrimoniales. Estudios en homenaje al profesor emérito Dr. Efraín
Hugo Richard, T. I, Ad Hoc, Buenos Aires, 2001, p. 399-408.
“Underwriting”, en Raúl Etcheverry, Derecho Comercial y Económico. Contratos. Parte espe-
cial, Tomo 3, Astrea, Buenos Aires, 2000, p. 65-71.
“La experiencia de la mediación”, SIDEMA, N° 142, Buenos Aires, junio 1999, p. 69-73.
“Las personas jurídicas como integrantes del directorio”, Jurisprudencia Argentina,
Buenos Aires, boletín del 15.10.97.
“Las asociaciones bajo forma de sociedad: polémica no resuelta”, Jurisprudencia
Argentina, Buenos Aires, boletín del 29.05.96.
“La función del síndico como integrador del directorio”, Derecho Societario Argentino e
Iberoamericano. VI Congreso de Derecho Societario Argentino e Iberoamericano. Mar del
Plata 2-4 noviembre 1995, T. I, p. 201-204.
“The Argentine Federal System”, Revista de la Asociación Argentina de Derecho Comparado,
N° 9, Buenos Aires, 1993, p. 69-74.
“Acerca de la naturaleza jurídica del contrato de auditoría”, La Información, N° 757,
Buenos Aires, enero 1993, p. 123-127.
“Alcances del monopolio postal”, El Derecho, Buenos Aries, T. 144, 1992, p. 487-490.
“Ámbito de aplicación de la ley de defensa de la competencia”, Revista de Direito
Mercantil, N° 61, Sao Paulo, enero-marzo 1986, p. 89-94.
“Ámbito de aplicación de la ley de defensa de la competencia”, Jurisprudencia Argentina,
Buenos Aires, boletín del 18.09.85.
“El concepto jurídico económico de empresa”, Revista Peruana de Derecho de la Empresa,
N° 11, Lima, marzo-abril 1985, p. 69-86 y Cuadernos de Economía Social, N° 18,
Instituto Argentino de Investigaciones de Economía Social, Buenos Aires, sep-
tiembre-diciembre 1985, p.23-36.
“El mito del mercado y las consecuencias antisociales de su pretendida defensa en
la aplicación de la ley 22.262”, Revista de Derecho Comercial y de las Obligaciones,
N°92, Buenos Aires, abril 1983, p. 157-174 y Revista de Cooperación, N° 210,
Buenos Aires, junio, 1984, p. 7-27.
Índice general

Índice ........................................................................................................... VII

Prólogo ........................................................................................................ 1

Foreword ..................................................................................................... 5

Semblanza académica y profesional


del Profesor Dante Cracogna ..................................................................... 7

Professor Dante Cracogna’s


personal and professional curriculum vitae .............................................. 11

Bloque I
Parte general

Capítulo 1. Quel droit cooperatif? Un assemblage d’idees,


reçues d’ailleurs .................................................................... 17
Hagen Henrÿ

1. EN GUISE D’INTRODUCTION .................................................................. 17


2. QUEL DROIT COOPERATIF?..................................................................... 19
3. EN GUISE DE CONCLUSION: L’INTERJURIDIQUE COMME
EPREUVE DU NŒUD OU L’ARTICULATION DES DROITS .................. 31
4. BIBLIOGRAPHIE ......................................................................................... 33
616 Índice

Capítulo 2. La renovación democrática y el límite del mandato........... 37


Carlos Torres Morales

1. INTRODUCCIÓN......................................................................................... 38
2. LA RENOVACIÓN DEMOCRÁTICA Y LOS LÍMITES DEL
MANDATO SEGÚN LA ACI ......................................................................... 39
3. LA RENOVACIÓN DEMOCRÁTICA Y LOS LÍMITES DEL
MANDATO EN LA LEY PERUANA.............................................................. 40
3.1. Los órganos de gobierno ................................................................... 40
3.2. La representación a través de Delegados ......................................... 41
3.3. La renovación anual por tercios ........................................................ 42
3.4. La reelección ...................................................................................... 43
3.5. La Continuidad en el Cargo .............................................................. 44
4. LA RENOVACIÓN DEMOCRÁTICA Y LOS LÍMITES DEL
MANDATO EN LA LEGISLACIÓN COMPARADA .................................... 48
4.1. Argentina ............................................................................................... 48
4.2. Colombia ............................................................................................ 49
4.3. Brasil ................................................................................................... 49
4.4. Chile ................................................................................................... 49
4.5. Ecuador ............................................................................................. 49
4.6. Venezuela............................................................................................ 49
4.7. Uruguay .............................................................................................. 50
4.8. Paraguay ............................................................................................. 50
4.9. Costa Rica........................................................................................... 50
4.10. Panamá ............................................................................................... 50
4.11. México ............................................................................................... 50
4.12. España ................................................................................................ 51
5. CONCLUSIÓN ............................................................................................. 51
6. BIBLIOGRAFÍA ........................................................................................... 51
Índice 617

Capítulo 3. Consideraciones para la regulación de un tipo societario


moderno de sociedad cooperativa: los valores y principios
cooperativos como límite del principio de la autonomía
de la voluntad de los socios ................................................. 53
Enrique Gadea Soler

1. INTRODUCCIÓN......................................................................................... 53
2. SOBRE LOS ORÍGENES Y LA EVOLUCIÓN DEL MOVIMIENTO
COOPERATIVO MODERNO ...................................................................... 55
3. LOS MODELOS COOPERATIVOS Y LA NECESIDAD REGULAR
UN MODELO FLEXIBLE A TRAVÉS DE LA AUTORREGULACIÓN
ESTATUTARIA.............................................................................................. 57
4. LOS VALORES Y PRINCIPIOS COOPERATIVOS COMO LÍMITE DEL
PRINCIPIO DE LA AUTONOMÍA DE LA VOLUNTAD DE LOS SOCIOS .... 60
5. BIBLIOGRAFÍA ............................................................................................ 72

Capítulo 4. La realización de valores de uso como elemento


identitario del modelo empresarial cooperativo ................ 75
Rubén Colón Morales

1. LA MEMBRESÍA COMO EFECTIVIZADORA DE VALORES DE USO..... 75


2. PAPEL DEL CAPITAL EN LAS COOPERATIVAS ...................................... 79
3. VALOR DE USO Y GOBERNANZA DEMOCRÁTICA ................................ 85
4. PERTINENCIA DEL LOS VALORES COOPERATIVOS A LA
NATURALEZA DE LAS COOPERATIVAS COMO PORTADORAS DE
VALORES DE USO PARA SU MEMEBRESÍA ............................................. 87
5. LA INTENCIONALIDAD JURÍDICA DE LOS ACTOS COOPERATIVOS 88
6. BIBLIOGRAFÍA ............................................................................................ 93

Capítulo 5. The distinction between cooperative surplus and


corporate profit as an evidence of the non-profit
purpose of cooperatives....................................................... 95
Deolinda Meira

1. DELIMITATION OF THE PROBLEM......................................................... 95


618 Índice

2. THE CONCEPT OF COOPERATIVE SURPLUS ........................................ 96


3. THE COOPERATIVE REFUND ................................................................... 98
4. SIMILARITIES OF REGIME BETWEEN COOPERATIVE SURPLUS
AND CORPORATE PROFIT ........................................................................ 99
4.1. Basis of similarities ............................................................................ 99
4.2. The required distribution resolution ................................................ 99
4.3. Limitations ......................................................................................... 100
4.4. The absence of a subjective right to a cooperative refund .............. 100
5. DIFFERENCES BETWEEN COOPERATIVE SURPLUS AND
CORPORATE PROFIT ................................................................................. 102
5.1. Different criteria for distribution ..................................................... 103
5.2. Cooperative surpluses are generated from transactions with
members ............................................................................................. 104
5.3. The indivisibility of assets in the cooperative versus the right of
partners to share in final or liquidation profits in commercial
companies .......................................................................................... 105
6. CONCLUSIONS ........................................................................................... 107
7. BIBLIOGRAFÍA ............................................................................................ 108

Capítulo 6. Enseñanzas del maestro Cracogna y sus efectos


inspiradores .......................................................................... 111
Juan Enrique Santana Félix

1. EN RECONOCIMIENTO AL DR. DANTE CRACOGNA ........................... 111


2. CONGRESOS DE DERECHO COOPERATIVO ......................................... 113
3. CARTAS DE MÉRIDA Y SAN JUAN ............................................................. 115
4. BIBLIOGRAFÍA ............................................................................................ 119

Capítulo 7. Sociedad posmoderna y crisis de valor: la utopia


axiológica del cooperativismo como fuente de inspiración
para la (re) construcción del fraternae et socialis hominis.... 121
José Eduardo de Miranda

1. COMO PRIMERAS PALABRAS ................................................................... 121


Índice 619

2. SOBRE LA POSMODERNIDAD .................................................................. 123


2.1. Características de la sociedad posmoderna ..................................... 124
2.2. El hombre posmoderno..................................................................... 126
2.3. ¿Qué es válido en la posmodernidad? .............................................. 127
2.4. La realidad posmoderna de la sociedad brasileña ........................... 128
3. LA UTOPÍA AXIOLÓGICA DEL COOPERATIVISMO ............................. 129
3.1. ¿Hay una axiología del Cooperativismo? .......................................... 130
3.2. Valores cooperativos: un ‘código de conducta’ para los hombres... 131
4. A TÍTULO DE CONCLUSIÓN: ENTRE LA DIMENSIÓN DE
LA FRATERNIDAD Y DE LA SOCIABILIDAD HUMANA EN LA
POSMODERNIDAD, Y LA PLATAFORMA AXIOLÓGICA DEL
COOPERATIVISMO COMO FUENTE DE INSPIRACIÓN PARA LA
(RE) CONSTRUCCIÓN DEL FRATERNAE ET SOCIALIS HOMINIS ......... 132
5. BIBLIOGRAFÍA ............................................................................................ 134

Capítulo 8. La función social como principal justificación


de un régimen fiscal adecuado para las cooperativas ........ 137
Marina Aguilar Rubio

1. LA COOPERATIVA COMO FORMA SOCIETARIA CON VALORES ....... 137


2. ARGUMENTOS PARA EL RECONOCIMIENTO DE UN RÉGIMEN
FISCAL ESPECÍFICO A LAS SOCIEDADES COOPERATIVAS ................. 140
2.1. La cuestión del ánimo de lucro ........................................................ 141
2.2. Argumentos que tradicionalmente sustentan la existencia de
un régimen fiscal especial de las cooperativas ................................. 141
3. LA FUNCIÓN SOCIAL DE LAS COOPERATIVAS COMO
JUSTIFICACIÓN DE UN SISTEMA FISCAL PARTICULAR ...................... 143
4. CONCLUSIÓN ............................................................................................. 147
5. BIBLIOGRAFÍA ............................................................................................ 152

Capítulo 9. La naturaleza jurídica de la cooperativa ............................. 155


Orestes Rodríguez Musa / Orisel Hernández Aguilar

1. INTRODUCCIÓN......................................................................................... 155
620 Índice

2. A PROPÓSITO DE LA NATURALEZA JURÍDICA: PRECISIONES


SOBRE SU SIGNIFICADO ........................................................................... 156
3. ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LA NATURALEZA JURÍDICA
DE LA COOPERATIVA ................................................................................ 160
4. REFLEXIONES EN TORNO A LA NATURALEZA JURÍDICA DE LA
COOPERATIVA EN LA CONTEMPORANEIDAD .................................... 163
5. CONCLUSIONES ......................................................................................... 167
6. BIBLIOGRAFÍA ............................................................................................ 167

Capítulo 10. Adopción y evolución del principio de interés


por la comunidad en el seno de la alianza cooperativa
internacional ......................................................................... 171
Daniel Hernández Cáceres

1. EL INTERÉS POR LA COMUNIDAD EN EL ORIGEN DE LA ACI .......... 172


2. LA AUSENCIA DE REFERENCIA AL INTERÉS POR LA
COMUNIDAD EN LA PRIMERA VERSIÓN DE LOS PRINCIPIOS
COOPERATIVOS (1937) ............................................................................. 175
3. LA ALUSIÓN AL SERVICIO DE LOS INTERESES DE LA COMUNI-
DAD EN LA SEGUNDA VERSIÓN DE LOS PRINCIPIOS COOPERA-
TIVOS (1966) ................................................................................................ 178
4. ETAPA DE SENSIBILIZACIÓN ANTE NUEVOS PROBLEMAS SO-
CIALES (1976-1992) ..................................................................................... 183
4.1. Nuevos problemas globales ............................................................... 184
4.2. La búsqueda de la identidad cooperativa ......................................... 185
5. EL RECONOCIMIENTO COMO PRINCIPIO COOPERATIVO
AUTÓNOMO DEL INTERÉS POR LA COMUNIDAD EN LA
DECLARACIÓN SOBRE LA IDENTIDAD COOPERATIVA (1995).......... 189
6. LA INTERPRETACIÓN VIGENTE DEL PRINCIPIO DE INTERÉS
POR LA COMUNIDAD TRAS LAS NOTAS DE ORIENTACIÓN
PARA LOS PRINCIPIOS COOPERATIVOS (2015) .................................... 192
7. BIBLIOGRAFÍA ............................................................................................ 196
Índice 621

Capítulo 11. Los enredos jurídicos del derecho cooperativo


y el derecho de la economía social y solidaria .................... 199
Willy Tadjudje

1. INTRODUCCIÓN ........................................................................................ 199


2. LA NATURALEZA JURÍDICA DEL DERECHO DE LA ECONOMÍA
SOCIAL: UNA LEY MARCO ........................................................................ 201
2.1. La noción deley marco ...................................................................... 201
2.2. La autonomía de los marcos jurídicos que regulan las formas
jurídicas afines frente al derecho de la economía social: el
caso de la ley de sociedades cooperativas ........................................ 202
3. LA INVASIÓN PROGRESIVA DEL DERECHO COOPERATIVO POR
EL DERECHO DE LA ECONOMÍA SOCIAL ............................................. 203
3.1. Una visión general de la realidad de esta usurpación: análisis
de los planteamientos conceptuales de las leyes marco de la ESS .. 203
3.2. Las consecuencias de la invasión progresiva del derecho coo-
perativo por el derecho de la economía social y solidaria ............... 206
4. BIBLIOGRAFÍA ............................................................................................ 207

Capítulo 12. La autoayuda y la ayuda mutua, un doble valor


cooperativo ........................................................................... 209
Antonio José Macías Ruano

1. INTRODUCCIÓN ........................................................................................ 209


2. LA PROYECCIÓN DE LA AUTOAYUDA EN EL TIEMPO ........................ 211
3. LA PROYECCIÓN DE LA AYUDA MUTUA EN EL TIEMPO .................... 214
4. EL PRIMERO DE LOS VALORES COOPERATIVOS ................................. 217
4.1. El valor cooperativo de la autoayuda ................................................ 218
4.2. El valor cooperativo de la ayuda mutua ............................................ 221
5. BIBLIOGRAFÍA ............................................................................................ 225
622 Índice

Bloque II
Derecho comparado e internacional

Capítulo 13. La empresa social en la legislación y en las políticas


de la UE ................................................................................ 231
Antonio Fici

1. INTRODUCCIÓN: LAS EMPRESAS SOCIALES EN EL MARCO DEL


DERECHO DE LAS FORMAS SOCIALES DE LA UNIÓN EUROPEA ..... 231
2. ORIGEN Y DESARROLLO DEL DERECHO DE LAS EMPRESAS
SOCIALES EN EUROPA (1991-2011): EL MODELO DE
COOPERATIVA SOCIAL ............................................................................. 238
3. EMPRESAS SOCIALES EN LA “INICIATIVA EN FAVOR DEL
EMPRENDIMIENTO SOCIAL” DE LA COMISIÓN DE 2011 ................... 244
4. EL IMPACTO DE LA COMUNICACIÓN SBI EN LA LEGISLACIÓN
NACIONAL (2011-2022): LA EMPRESA SOCIAL COMO ESTATUS
JURÍDICO Y LA PLURALIDAD DE FORMAS JURÍDICAS ........................ 248
5. CONCLUSIONES: EL PLAN DE ACCIÓN PARA LA ECONOMÍA
SOCIAL DE LA COMISIÓN COMO NUEVA FRONTERA ........................ 252
6. BIBLIOGRAFÍA ............................................................................................ 255

Capítulo 14. Asian co-operative laws from developmental


state and norm locarization perspectives............................ 257
Akira Kurimoto

1. INTRODUCTION ......................................................................................... 257


2. DEVELOPMENTAL STATE PERSPECTIVE ............................................... 258
3. EVOLUTION OF ASIAN CO-OPERATIVE LAWS: FIVE CASES .............. 260
3.1. Japan .................................................................................................. 260
3.2. South Korea ........................................................................................ 262
3.3 Singapore ........................................................................................... 264
3.4. China .................................................................................................. 265
3.5. India.................................................................................................... 266
4. NORM LOCALIZATION OF ASIAN CO-OPERATIVES ............................ 267
Índice 623

5. CONCLUSION: NEED TO WAKE THE CO-OPERATIVE


POTENTIAL IN THE ASIAN CENTURY ................................................... 270
6. BIBLIOGRAPHY ........................................................................................... 271

Capítulo 15. La legislación cooperativa enfocada en abordar


los retos globales en torno a la Agenda 2030
de las Naciones Unidas (ODS) ............................................ 273
Graciela Fernández Quintas

1. PRESENTACIÓN DEL RECONOCIMIENTO ............................................ 273


2. INTRODUCCIÓN AL TEMA ....................................................................... 274
2.1. Orígenes (1889) ................................................................................. 274
2.2. Etapa de legislación específica .......................................................... 274
2.3. Promoción .......................................................................................... 274
2.4. Consolidación (1969) ........................................................................ 275
2.5. Estado actual. La internacionalización del derecho cooperativo .... 275
2.6. ¿Cuáles son las necesidades de la legislación cooperativa en
este contexto?..................................................................................... 276
3. UNA LEGISLACIÓN COOPERATIVA DEL SIGLO XXI ........................... 276
3.1. La legislación específica .................................................................... 276
3.2. La tradición legislativa ...................................................................... 277
3.3. Sobre la paradoja de la ley sin sujeto ................................................ 277
3.4. Las fortalezas del proyecto marco .................................................... 278
3.5. Necesidad de adecuación legislativa en conjunto con el movi-
miento cooperativo ............................................................................ 278
4. REIVINDICAR EL ACTO COOPERATIVO EN EL MARCO DE UN
DERECHO COOPERATIVO INTERNACIONAL ....................................... 279
4.1. Los orígenes del acto cooperativo .................................................... 279
4.2. Dos orillas del Atlántico, dos modelos cooperativos ....................... 280
5. ESTUDIO DE LOS MARCOS LEGALES COOPERATIVOS
COMPARADOS. INICIATIVA DEL PARTENARIADO ACI-UE ................. 280
5.1. Introducción....................................................................................... 280
5.2. ¿Qué es el estudio de los marcos legales? ......................................... 281
624 Índice

5.3. Puntos comunes en los países latinoamericanos .............................. 281


5.4. Los casos particulares de estudio...................................................... 281
6. CONCLUSIÓN ............................................................................................. 285
6.1. El rol de las políticas publicas ........................................................... 286
6.2. El rol de la recomendación 193 de la OIT ........................................ 286
7. BIBLIOGRAFÍA ............................................................................................ 287

Capítulo 16. Una mirada comparada a las instituciones públicas


para el desarrollo cooperativo en Hispanoamérica ........... 289
Jaime Alcalde Silva

1. INTRODUCCIÓN ........................................................................................ 289


2. UNA MIRADA A LA CARTOGRAFÍA JURÍDICA DE
HISPANOAMÉRICA RESPECTO DEL FOMENTO COOPERATIVO ..... 292
2.1. Argentina ............................................................................................ 295
2.2. Brasil ................................................................................................... 297
2.3. Chile ................................................................................................... 298
2.4. Colombia ............................................................................................ 301
2.5. Costa Rica........................................................................................... 303
2.6. Ecuador .............................................................................................. 304
2.7. México ................................................................................................ 306
2.8. Paraguay ............................................................................................. 307
2.9. Perú .................................................................................................... 308
2.10. Uruguay .............................................................................................. 310
2.11. Colofón: una valoración comparativa............................................... 312
3. CONCLUSIONES ........................................................................................ 313
4. BIBLIOGRAFÍA ........................................................................................... 314

CAPÍTULO 17. La realización de cooperativas transfronterizas


en el Mercosur: el siguiente paso en un legado ............ 317
Leonardo Rafael de Souza

1. INTRODUCCIÓN......................................................................................... 317
Índice 625

2. EL LEGADO DE DANTE CRACOGNA EN LA INTEGRACIÓN DEL


DERECHO COOPERATIVO EN AMÉRICA LATINA ................................ 319
3. HISTORIA Y CONTEXTUALIZACIÓN DE LA INTEGRACIÓN DEL
DERECHO COOPERATIVO EN EL MERCOSUR ..................................... 323
4. DEL ESTATUTO DE LAS COOPERATIVAS DEL MERCOSUR AL
SIGUIENTE PASO: LA IMPLEMENTACIÓN EFECTIVA DE LAS
COOPERATIVAS TRANSFRONTERIZAS ................................................... 327
5. CONCLUSIÓN ............................................................................................. 331
6. BIBLIOGRAFÍA ........................................................................................... 332

Capítulo 18. El impuesto sobre la renta y las cooperativas:


observaciones preliminares sobre el regimen fiscal
de 50 países ........................................................................... 335
Ifigeneia Douvitsa / Hagen Henrÿ

1. INTRODUCCIÓN ....................................................................................... 335


2. LOS IMPUESTOS SOBRE LA RENTA DE SOCIEDADES: UNA
INTRODUCCIÓN......................................................................................... 336
3. IMPUESTOS SOBRE LA RENTA Y LAS COOPERATIVAS ........................ 338
3.1. Los impuestos sobre la renta y las cooperativas: Una perspecti-
va de lege ferenda .............................................................................. 339
3.2. Los impuestos sobre la renta de sociedades y las cooperativas:
Perspectiva de lege lata ..................................................................... 344
3.3. El mutualismo de las cooperativas reflejando en la legislación
fiscal: Una variedad de soluciones jurídicas .................................... 349
4. CONCLUCIONES ........................................................................................ 353
5. BIBLIOGRAFÍA ............................................................................................ 354

Capítulo 19. Aproximaciones al derecho cooperativo comparado:


un enfoque empirico del séptimo principio cooperativo
y su presencia en la legislación latinoamericana ............... 357
Carlos Naranjo Mena

1. INTRODUCCION......................................................................................... 357
2. LOS PRINCIPIOS COOPERATIVOS .......................................................... 358
626 Índice

2.1. De dónde vienen ................................................................................ 359


2.2. Qué son ............................................................................................. 359
2.3. Para qué sirven .................................................................................. 360
3. EL PRINCIPIO DE INTERES POR LA COMUNIDAD ............................... 361
3.1. Antecedentes ..................................................................................... 361
3.2. La ACI y sus tres diferentes enunciados del principio .................... 362
3.3. Desarrollo teórico ............................................................................. 364
4. EL PRINCIPIO DE COMPROMISO CON LA COMUNIDAD: DE LA
TEORIA A LA PRACTICA ............................................................................ 365
4.1. Confusión impropia con la responsabilidad social .......................... 366
4.2. Relacion tormentosa con la identidad ............................................. 367
4.3. Relación cuasi conyugal con el valor compartido ........................... 367
5. EL PRINCIPIO DE COMPROMISO CON LA COMUNIDAD EN LA
LEGISLACION COOPERATIVA LATINOAMERICANA ........................... 369
5.1. Bolivia 2013 ........................................................................................ 370
5.2. Chile 2004........................................................................................... 371
5.3. Colombia 1988 ................................................................................... 371
5.4. Cuba 2012........................................................................................... 371
5.5. Ecuador 2011 ..................................................................................... 372
5.6. Honduras 1987 ................................................................................... 372
5.7. Ley Marco para las cooperativas de America Latina ........................ 373
5.8. México 2001 ....................................................................................... 373
5.9. Nicaraagua 2005................................................................................. 373
5.10. Panamá 1977 ...................................................................................... 374
5.11. Perú 1998 ........................................................................................... 374
5.12. Puerto Rico 2002 ............................................................................... 374
5.13. Uruguay 2008 ..................................................................................... 374
5.14. Venezuela 2001 ................................................................................... 375
6. CONCLUSIONES ......................................................................................... 375
7. BIBLIOGRAFIA ............................................................................................ 376
Índice 627

Capítulo 20. Cooperatives & public international law:


causes and consequences ..................................................... 379
Santosh Kumar Padmanabhan

1. INTRODUCTION ........................................................................................ 379


2. EXPLORING THE MEANING AND SCOPE OF LAW IN THE
CONTEXT OF THE CHAPTER................................................................... 381
3. RELEVANCE OF INTERNATIONAL LAW FOR COOPERATIVES .......... 382
4. FROM PRACTICE TO CUSTOMARY INTERNATIONAL LAW ................ 385
4.1. Basic principles ................................................................................. 385
4.2. The specific case of cooperatives ..................................................... 386
5. PRACTICES AND PRINCIPLES OF SOCIAL MOVEMENTS THAT
HAVE BECOME INTERNATIONAL LAW .................................................. 387
6. LEGAL BASIS FOR THE ESTABLISHMENT OF COPAC ......................... 388
7. TWO KEY LEGALLY BINDING INSTRUMENTS AFFECTING OUR
FREEDOM OF ASSOCIATION .................................................................... 388
8. CONCLUSION ............................................................................................. 389
9. BIBLIOGRAPHY ........................................................................................... 390

Bloque III
Parte especial

Capítulo 21. Las empresas sociales con forma mercantil como parte
de la economía social. Propuestas de regulación
en España y análisis crítico del anteproyecto de
Ley Integral de Impulso de la Economía Social ................. 395
Carlos Vargas Vasserot

1. EMPRESAS DE LA ECONOMÍA SOCIAL VERSUS EMPRESAS


SOCIALES ..................................................................................................... 396
2. MODELOS DE REGULACIÓN LEGAL DE LAS EMPRESAS
SOCIALES EN EUROPA .............................................................................. 401
2.1. Regulación de las empresas sociales como cooperativas sociales .. 401
2.2. Regulación de las empresas sociales por una ley especial ............... 402
628 Índice

2.3. Regulación de las empresas sociales dentro de una ley de eco-


nomía social ....................................................................................... 404
3. LAS EMPRESAS SOCIALES EN LA LEY ESPAÑOLA DE LA
ECONOMÍA SOCIAL ................................................................................... 406
4. OPCIONES LEGISLATIVAS PARA EL RECONOCIMIENTO DE LAS
EMPRESAS SOCIALES COMO ENTIDADES DE LA ECONOMÍA
SOCIAL POR EL ORDENAMIENTO ESPAÑOL ........................................ 409
5. EL FALLIDO INTENTO DE REGULAR A LAS EMPRESAS
SOCIALES A TRAVÉS DE LA LEY INTEGRAL DE IMPULSO DE LA
ECONOMÍA SOCIAL ................................................................................... 412
5.1. Requisitos impuestos a las entidades de la economía social
reconocidas como tales...................................................................... 414
5.2. Requisitos impuestos a las entidades que no sean reconocidas
de la economía social ........................................................................ 419
6. BIBLIOGRAFÍA ........................................................................................... 420

Capítulo 22. Los clubes de barrio como entidades de economía


social y solidaria.................................................................... 423
Alberto García Muller

1. DEFINICIÓN ................................................................................................ 423


2. NATURALEZA ............................................................................................. 423
3. OBJETO/FINALIDAD (OJEA, 2022:4) ....................................................... 424
4. IMPORTANCIA ............................................................................................. 424
5. TIPOS ............................................................................................................ 425
6. FUENTES ..................................................................................................... 426
6.1. Ley ..................................................................................................... 426
6.2. El Estatuto .......................................................................................... 426
6.3. Decálogo (normas de conducta) ...................................................... 426
7. ASOCIADOS (MANUAL, SF: 16-18) ............................................................ 427
7.1. Activos ............................................................................................... 427
7.2. Otras categorías de asociados ........................................................... 427
7.3. Socios abonados................................................................................. 428
Índice 629

8. ESTRUCTURA ORGANIZATIVA ................................................................ 428


8.1. Asamblea de asociados ...................................................................... 428
8.2. Comisión directiva ............................................................................. 429
8.3. Comisión revisora de cuentas (comisión fiscalizadora) ................. 429
9. RECURSOS ECONÓMICOS ....................................................................... 429
9.1. Ingresos (Bragulat, en Cáceres, 2021:5). ........................................ 429
9.2. Gastos (Cáceres, 2021:5). .................................................................. 430
10. VOLUNTARIADO ....................................................................................... 430
11. ASPECTOS ADMINISTRATIVOS ............................................................... 431
12. APOYO DEL ESTADO .................................................................................. 432
12.1. Políticas públicas ............................................................................... 432
12.2. Beneficios .......................................................................................... 432
13. FISCALIDAD ................................................................................................ 433
14. LOS CLUBES DE BARRIO COMO ENTIDADES DE ECONOMÍA
SOCIAL Y SOLIDARIA (ESS) ...................................................................... 434
14.1. Si lo son por la semejanza de los principios (Bragulat, 2019: 2-6) .. 434
14.2. Por tener un fin social y no de lucro ................................................. 436
14.3. Por ajustarse a la definición de ESS de la OIT, 2022 ....................... 436
14.4. Por reunir los elementos esenciales que caracterizan a las enti-
dades solidarias .................................................................................. 436
15. CONCLUSIONES ......................................................................................... 438
16. BIBLIOGRAFIA ............................................................................................ 438

Capítulo 23. Quel modèle de cooperatives comme support


des plateformes cooperatives? ............................................ 441
David Hiez

1. INTRODUCTION ........................................................................................ 441


2. LES POTENTIALITES DU MODÈLES COOPERATIFS
PROPRIETAIRES ......................................................................................... 444
2.1. La coopérative de travailleurs ........................................................... 444
2.2. La société coopérative d’intérêt collectif ......................................... 447
630 Índice

3. LES CONTROVERSES AUTOUR DE MODÈLES COOPERATIFS


NON PROPRIETAIRES ................................................................................ 449
3.1. Les propositions du recours au modèle de la coopérative d’ac-
tivité et d’emploi ................................................................................ 450
3.2. Appréciation des critiques formulées par les organisations
coopératives ....................................................................................... 454

Capítulo 24. El régimen disciplinario en las cooperativas


en relacion con el procedimiento sancionatorio ................ 459
Ligia Roxana Sánchez Boza

1. INTRODUCCIÓN......................................................................................... 459
2. CONCEPTO DEL PROCEDIMIENTO SANCIONATORIO ...................... 460
3. LA APLICACIÓN DEL PROCEDIMIENTO SANCIONATORIO EN
LAS COOPERATIVAS. LEYES COOPERATIVAS, ESTATUTOS Y
OTROS REGLAMENTOS ........................................................................... 461
4. DEL PROCEDIMIENTO SANCIONATORIO. NORMATIVA
CONSTITUCIONAL: PRINCIPIOS DEL DEBIDO PROCESO Y
LEGITIMA DEFENSA. INFLUENCIA DEL DERECHO PENAL Y EL
DERECHO ADMINISTRATIVO. ................................................................. 465
5. RECURSOS CONTRA LA IMPOSICIÓN DE LA SANCION ..................... 467
6. LAS VÍAS INTERNAS DEL PROCESO DISCIPLINARIO EN LAS
COOPERATIVAS. COMPETENCIA DE LOS ORGANOS SOCIALES ...... 471
7. LAS ETAPAS DEL PROCEDIMIENTO SANCIONATORIO ...................... 474
8. EXTINCION DE LA ACCION DISCIPLINARIA. PRESCRIPCION.
COMPUTO ................................................................................................... 474
9. CONCLUSIONES ......................................................................................... 475
10. BIBLIOGRAFÍA ............................................................................................ 476

Capítulo 25. Las cooperativas, los sindicatos y la negociacion


colectiva en Uruguay ............................................................ 479
Sergio Reyes Lavega

1. UN PREÁMBULO NECESARIO: EL GRAN APORTE DEL DR.


DANTE CRACOGNA .................................................................................... 479
Índice 631

2. DESCRIPCIÓN DEL CONTENIDO DE ESTE ARTÍCULO ....................... 481


3. ORÍGENES Y EVOLUCIÓN DEL COOPERATIVISMO Y DEL
SINDICALISMO ........................................................................................... 481
4. EL DESARROLLO PARALELO DE LOS SINDICATOS Y DE LAS
COOPERATIVAS EN URUGUAY ................................................................. 483
5. LAS SEMEJANZAS Y LAS DIFERENCIAS DE COOPERATIVAS Y
SINDICATOS ................................................................................................ 485
6. EL MARCO DE LA NEGOCIACIÓN COLECTIVA .................................... 487
7. LAS COOPERATIVAS, LAS RELACIONES LABORALES
Y LA NEGOCIACIÓN COLECTIVA: COOPERATIVAS DE
CONSUMIDORES O USUARIOS ................................................................ 488
8. LAS COOPERATIVAS, LAS RELACIONES LABORALES Y LA
NEGOCIACIÓN COLECTIVA: COOPERATIVAS DE TRABAJO .............. 491
9. BREVÍSIMA REFLEXIÓN FINAL ................................................................ 492
10. BIBLIOGRÁFÍA ............................................................................................ 492

Capítulo 26. Las cooperativas sociales de servicios para trabajadores


y la necesidad de un marco legal adecuado para su
funcionamiento .................................................................... 495
Antonio José Sarmiento Reyes

1. INTRODUCCIÓN......................................................................................... 495
2. LAS COOPERATIVAS DE SERVICIOS PARA TRABAJADORES ............... 497
2.1. Asistencialismo y mutualismo: las dos caras de la solidaridad ........ 497
2.2. Las cooperativas como empresas sociales ........................................ 498
2.3. Las cooperativas de servicios y las cooperativas de trabajo
asociado .............................................................................................. 499
3. CONCLUSIONES ......................................................................................... 506
4. BIBLIOGRAFÍA ............................................................................................ 507

Capítulo 27. Las cooperativas de utilidad pública e iniciativa social...... 509


Vega María Arnáez Arce / Alberto Atxabal Rada

1. CONTEXTUALIZACIÓN............................................................................. 509
632 Índice

2. LA EXTERNALIZACIÓN DE LA ACTUACIÓN DE LAS


ADMINISTRACIONES PÚBLICAS ............................................................. 511
2.1. Significado y alcance.......................................................................... 511
2.2. La participación del cooperativismo en la prestación de servi-
cios públicos ....................................................................................... 512
3. LAS SOCIEDADES COOPERATIVAS Y SU CONTRIBUCIÓN A LA
PROMOCIÓN DEL INTERÉS GENERAL................................................... 513
3.1. Las cooperativas sin ánimo de lucro y de iniciativa social en la
legislación estatal .............................................................................. 514
3.2. Las cooperativas, el interés social, la utilidad pública y la ini-
ciativa social en Euskadi .................................................................... 515
4. RÉGIMEN FISCAL ESPECIAL DE LAS COOPERATIVAS DE
UTILIDAD PÚBLICA E INICIATIVA SOCIAL ........................................... 519
4.1. La aplicación del régimen fiscal de las entidades sin fines
lucrativos ............................................................................................ 520
4.2. Beneficios fiscales para las cooperativas de utilidad pública e
iniciativa social ................................................................................... 522
5. CONCLUSIONES ......................................................................................... 526
6. BIBLIOGRAFÍA ............................................................................................ 528

Capítulo 28. Las cooperativas de múltiples partes asociadas con


finalidad social y las cooperativas multiactivas.
Expresiones de un nuevo y viejo cooperativismo
en Argentina ............................................................................. 531
Patricia A. Fernández Andreani

1. INTRODUCCIÓN......................................................................................... 531
2. COOPERATIVAS DE MÚLTIPLES PARTES ASOCIADAS Y CON
FINALIDAD SOCIAL. NOCIÓN Y ENCUADRAMIENTO ......................... 533
2.1. ¿Qué son las cooperativas de múltiples partes asociadas con fi-
nalidad comunitaria o social, a la luz de la Resolución 2366/22
del INAES? ......................................................................................... 534
2.2. Características de este modelo cooperativo ..................................... 536
2.3. Acto cooperativo en este modelo ...................................................... 537
2.4. Funcionabilidad del modelo ............................................................. 538
Índice 633

3. LAS COOPERATIVAS PRESTADORAS DE SERVICIOS PÚBLICOS,


COMO EXPRESIÓN DE UN MODELO MULTIACTIVO.......................... 540
3.1. ¿Qué son las cooperativas prestadoras de servicios públicos? ........ 540
3.2. Desarrollo del cooperativismo de servicio público en
Argentina y función social ................................................................ 541
3.3. Principales desafíos que enfrenta este modelo de gestión en la
posmodernidad .................................................................................. 542
4. CONCLUSIONES ......................................................................................... 548
5. BIBLIOGRAFÍA ............................................................................................ 549

Capítulo 29. Las políticas públicas para las cooperativasen el


Paraguay ................................................................................ 551
Hernando Esteban Raichakowski González

1. CONTEXTUALIZACIÓN............................................................................. 551
2. LA CONSTITUCIÓN NACIONAL .............................................................. 552
3. EL IMPUESTO MUNICIPAL ....................................................................... 554
4. LA LEY 2157/03 Y EL ENTE REGULADOR DE LAS COOPERATIVAS ... 556
5. EL IMPUESTO AL VALOR AGREGADO .................................................... 557
6. LA INTERVENCIÓN DE LA JUSTICIA ELECTORAL EN LAS
ASAMBLEAS DE COOPERATIVAS ............................................................. 558
7. LAS COOPERATIVAS DE SEGURIDAD PRIVADA. ................................... 562
8. LAS COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO ..................................... 564
9. CONCLUSIÓN ............................................................................................. 565
10. BIBLIOGRAFÍA ............................................................................................ 566

CAPÍTULO 30. Análisis legal de la figura de las empresas de


inserción en España ........................................................ 569
Ana Montiel Vargas

1. INTRODUCCIÓN AL CONCEPTO DE EMPRESA DE INSERCIÓN........ 569


2. ANTECEDENTES Y LEGISLACIÓN AUTONÓMICA SOBRE
EMPRESAS DE INSERCIÓN ANTERIOR A LA LEY 44/2007 ................... 572
3. PROMULGACIÓN DE LA LEY 44/2007 ..................................................... 582
634 Índice

3.1. La compleja convivencia entre las competencias normativas


estatales y autonómicas sobre las empresas de inserción: con-
tenidos y efectos de la Sentencia del Tribunal Constitucional
228/2012 ............................................................................................ 582
4. CONSIDERACIONES FINALES: LA LEGISLACIÓN SOBRE
EMPRESAS DE INSERCIÓN EN LA ACTUALIDAD ................................. 585
5. BIBLIOGRAFÍA ............................................................................................ 588

Listado de publicaciones del Profesor Dante Cracogna


ordenadas por materias .............................................................................. 591
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