Capítulo 1: La tormenta
Cappy, una joven y ágil gaviota del Ártico, se ve atrapada en una feroz tormenta
mientras migraba con su bandada hacia el norte, rumbo a su lugar de anidación
en el Ártico. Separado repentinamente de sus compañeros por los intensos
vientos, Cappy lucha por mantenerse en el aire mientras la tormenta lo arrastra
hacia el Golfo de Alaska. El hielo se acumula en sus alas, dificultando el vuelo
y debilitándolo cada vez más.
El texto también relata su extenso viaje migratorio: partió desde la isla Elefante,
en la Antártida, cruzó América del Sur y Central, y descansó en las aguas del
sur de California antes de llegar a Alaska. Durante esta travesía de siete
semanas, millones de aves también emprendieron su migración. Se menciona
que Cappy ha realizado cuatro migraciones, acumulando más de 130 mil
kilómetros de vuelo, y que perdió a su compañera el año anterior, quien
desapareció probablemente comida por un zorro.
A pesar de ser fuerte y experimentado, Cappy se encuentra solo, exhausto y
cubierto de hielo, mientras sus compañeros hallan refugio en la costa. Sin
descanso ni orientación, sigue luchando contra la tormenta, cada vez más lejos
de tierra firme.
Capítulo 2: El rescate.
Durante una feroz tormenta en el océano, Cappy, agotado y cubierto de hielo,
comienza a descender hacia el mar embravecido. Justo antes de caer, ve un
kayak con un niño esquimal a bordo. Cappy aterriza débilmente sobre la
embarcación, y aunque casi es arrastrado por las olas, el niño lo rescata y lo
guarda bajo su abrigo para protegerlo del frío.
El joven esquimal, también atrapado por la tormenta, lucha por llegar a la costa
remando con fuerza. Su kayak, hecho a mano con madera y piel de foca, resiste
las olas mientras el niño guía hábilmente la embarcación. Tras horas de
esfuerzo, logran llegar a un fiordo en la península de Alaska, donde finalmente
desembarcan.
En la orilla, el niño enciende un fuego, calienta sus manos y luego saca a Cappy
de su abrigo. Lo acomoda con cuidado sobre un tronco para que se recupere. El
ave y el niño se observan mutuamente en silencio, reconociéndose y
respetándose. Aunque el niño es un cazador, ha salvado la vida de Cappy,
demostrando nobleza y compasión.
Capítulo 3: Al fin en casa.
Cappy continuó su viaje hacia el norte por la costa de Alaska, debilitado pero
decidido a encontrar alimento y llegar a su hogar. A lo largo del camino, observó
cómo miles de aves migratorias llenaban el cielo rumbo al Ártico. Algunas
venían desde lugares tan lejanos como Nueva Zelanda y China. Aunque volaba
solo, pronto se unió a otras gaviotas árticas.
Al llegar a Norton Sound, encontró el paisaje cambiado por la fiebre del oro en
Nome, donde el ruido y el caos lo espantaron. Siguió volando hasta hallar
tranquilidad y comida, compartiendo un festín de arenques con otras gaviotas.
Cappy finalmente alcanzó el canal Tuksuk y la villa esquimal de Brevig
Mission, donde buscó a sus compañeros de viaje. Para su alegría, los encontró
descansando en un banco de grava. Se reunieron felices, saludándose con
entusiasmo. Tras un largo viaje de más de 22.500 kilómetros en tres meses,
Cappy estaba finalmente en casa, rodeado de sus amigos, lleno de alegría y
gratitud.
Capítulo 4: Tara
Durante días soleados y ventosos, el hielo del río comenzó a romperse, y los
esquimales de Brevig Mission esperaban ansiosos para pescar. Cappy,
hambriento, sobrevoló el hielo en busca de alimento, encontrando gusanos de
hielo con los que logró saciarse. Luego, comenzó a buscar una compañera y se
interesó en Tara, una joven gaviota.
Para impresionarla, intentó regalarle un pez, pero tras varios intentos fallidos,
logró atrapar un eulacón. Se lo ofreció a Tara, y juntos comenzaron un juego
aéreo donde se pasaban el pez, demostrando sus habilidades. Ambos volaban
con destreza y entusiasmo, mientras Cappy se sentía cada vez más atraído por
ella.
Sin embargo, un peligro se acercaba: un págalo o skúa, un ave más grande y
agresiva, los atacó desde el aire. Cappy soltó el pez para distraer al cazador y
proteger a Tara. El skúa, como era habitual en su especie, robó el alimento.
Estas aves grandes siguen a los gaviotines para robarles el alimento, huevos, e
incluso a sus crías, mostrando su naturaleza oportunista y depredadora.
Capítulo 5: El amontonamiento de hielo
Una nueva ventisca mantuvo a Cappy y a los demás gaviotines en tierra por
varios días. Cuando el clima mejoró, volaban al mar a pescar, pero los skúas,
quienes eran un tipo de gaviota muy grande y agresivas, los acosaban
constantemente y les robaban la comida. Esto hacía que Cappy y sus
compañeros tuvieran cada vez más dificultades para alimentarse. Cappy,
desanimado y debilitado, ya ni intentaba cortejar a Tara.
Un día, mientras descansaba, un sonido perturbador despertó a Cappy y a miles
de aves. Una gran masa de hielo y barro arrastrada por el río causó caos, pero
también limpió el río, dejándolo finalmente libre. Gracias a esto, los gaviotines
pudieron pescar nuevamente. Cappy recuperó fuerzas y volvió a buscar a Tara,
aunque aún no tenía un regalo atractivo para ofrecerle.
Explorando el río y sus alrededores, encontró la laguna donde había nacido.
Recordó a su primera compañera, quien desapareció tras poner huevos que
nunca nacieron. El año anterior, tampoco había formado pareja. Esta vez, halló
un lugar para anidar, construyó su nido y pensó en Tara, esperanzado.
Más tarde, fue a su laguna secreta, comió varios eulacones y eligió el más gordo
para llevarle a Tara. La encontró cansada y hambrienta, pero ella aceptó el
regalo y lo siguió. Cappy la llevó al lugar secreto, donde ambos comieron. Sin
embargo, cuando Cappy intentó regalarle otro pez, dos skúas descendieron
desde lo alto, amenazando otra vez su bienestar.
Capítulo 6: Skúas al ataque
Mientras Tara pescaba despreocupadamente, dos skúas la atacaron: una le robó
el pez y la empujó al agua. Cappy, furioso, se lanzó contra el skúa para
protegerla, obligándolo a retirarse. Luego ayudó a Tara a ponerse a salvo, y tras
descansar un poco, la llevó a su zona de anidación. Tara inspeccionó
cuidadosamente el sitio, pero de pronto voló lejos sin dar señales de si lo
aceptaba o no. Cappy, desilusionado, esperó largamente su regreso.
Finalmente, Tara volvió con dos ramitas en el pico: un claro símbolo de que
aceptaba ser su pareja. Juntos comenzaron a construir el nido. Felices, volaron
en círculos por el cielo del Ártico y luego descendieron al mar de Bering, donde
pescaron sin ser molestados. Regresaron al banco de grava, rodeados por otras
parejas felices que también se preparaban para ser padres.
Sin embargo, la paz duró poco. Más skúas llegaron, robaron peces e incluso
destruyeron huevos de gaviotines. Tara y Cappy luchaban por alimentarse, pero
sus esfuerzos eran insuficientes. Aunque a veces escapaban a su laguna secreta
para pescar eulacones, no lograban reunir la energía necesaria para anidar.
Estaban comenzando a perder la esperanza.
Capítulo 7: Leminos
Una mañana, Cappy y Tara notan que no hay skúas siguiéndolos mientras
pescan tranquilamente. Al volar hacia el río, se encuentran con una masa de
leminos que se desplazan rápidamente por la tundra en busca de comida. Este
fenómeno atrae a diversos depredadores, como zorros, búhos y osos, que se
alimentan de los leminos. Estos pequeños animales, son pequeños roedores que
viven en colonias subterráneas, han comenzado a migrar debido a la escasez de
comida. La masa de leminos llega hasta el río, donde algunos son atrapados por
las skúas. Cappy observa este evento desde lo alto, maravillado por la magnitud
de la migración y el caos que causa en la tundra.
Capítulo 8: La anidación
Cappy y Tara disfrutan de un tiempo tranquilo sin la amenaza de los skúas.
Pescan juntos, alimentándose de krill y fortaleciendo sus alas, mientras
disfrutan de su amor en los cielos del Ártico. Con el verano en su apogeo,
comienzan a preparar su nido. Tara pone tres huevos que empieza a empollar,
mientras Cappy le trae alimento. Sin embargo, los skúas regresan y atacan a los
gaviotines, destruyendo los huevos y comiendo el contenido de los nidos. A
pesar de la amenaza constante, Tara permanece en el nido, decidiendo entre
proteger sus huevos o morir de hambre. Un día, dos niños de la villa Brevig
Mission, Ory y Em, llegan en kayak a la zona y recogen huevos de skúa. Aunque
roban algunos, los nidos de los skúas no son completamente destruidos, lo que
deja a los gaviotines vulnerables. Cappy y Tara temen que no puedan criar a sus
pichones si los ataques de los skúas continúan. Es por esto que a Cappy se le
ocurre la idea de guiar a Ory y Em a los nidos de las skúas para que sacaran sus
huevos.
Capítulo 9: El ataque del oso pardo.
Cappy había formado una bonita amistad con Ory y Em, los niños esquimales,
y se reunían cada día después de su pesca para ayudarlos en la recolección de
huevos. Durante más de una semana, los tres trabajaron juntos mientras los
skúas se alejaban, desanimados. El campamento de los esquimales se
encontraba en un banco de grava cerca del río, y vivían en tiendas de campaña
cubiertas de piel de morsa. Aprovechaban la llegada de los salmones para
pescar, pero los osos pardos empezaban a acercarse al río, representando una
amenaza para los niños.
Un día, mientras Tara estaba cuidando a sus tres pichones en el nido, Cappy
estaba cerca descansando. De repente, un oso pardo apareció en la tundra,
buscando comida. El oso, tras haber sido ahuyentado por otros osos en el río, se
acercó a los nidos de los gaviotines, y aunque los gaviotines intentaron defender
sus hogares, el oso avanzaba cada vez más cerca de Tara y sus pichones.
Desesperada por proteger a sus crías, Tara voló hacia los ojos del oso, pero este
la atrapó con su zarpa y la lanzó lejos, dejándola herida.
Cappy, al ver lo que había sucedido, voló rápidamente hacia Tara, pero ella
estaba demasiado herida para moverse. A pesar de su dolor, Tara logró llegar al
nido y cubrir a los pichones, aunque estaba demasiado débil para alimentarse o
cuidar de ellos. Cappy intentó ayudarla, pero no podía hacer mucho, ya que
tenía que cuidar de los pichones también. En su desesperación, Cappy encontró
una sanguijuela cerca del lago y trató de dársela a Tara, pero ella estaba
demasiado débil para comer. Finalmente, Cappy dio la sanguijuela a los
pichones, quienes seguían llorando de hambre.
Cappy se encontraba atrapado entre el dilema de cuidar a Tara, que no podría
volar ni alimentarse, y cuidar a los pichones, quienes también necesitaban su
atención. El futuro de su familia era incierto, ya que Cappy no podía ir a pescar
y dejar a los bebés expuestos al frío, mientras Tara se encontraba al borde de la
muerte.
Capítulo 10: Rescatada.
Dos niños esquimales, Ory y su hermana pequeña Em, pasan el día buscando
frutos del bosque en la tundra, cerca de su hogar, un entorno natural lleno de
sonidos de aves y peces. Mientras exploran, se encuentran con Cappy, un
gaviotín que actúa de manera extraña, volando cerca de ellos y guiándolos hacia
su nido. Los niños siguen al pájaro hasta encontrar un nido con tres pichones y
una gaviota herida, Tara.
Ory decide llevar a Tara a su madre para que la cure, mientras Em se queda con
la ave. La madre de los niños, al ver el estado de Tara, la atiende con cuidado,
fijando su ala rota y cuidándola junto al fuego. Ory, preocupado por los
pichones, va al campamento a buscar salmón para alimentarlos y vuelve al nido
para dejar la comida cerca de los pichones, observando cómo Cappy alimenta a
sus crías.
Después de asegurarse de que los pichones están bien alimentados y protegidos,
Ory regresa, enfrentándose a los peligros de la tundra, como los osos que pescan
salmón, y finalmente regresa a su kayak para regresar al campamento.
Capítulo 11: Al fin sana.
En este capítulo, la pequeña gaviota Tara se recupera bajo el cuidado de Em,
quien la cuida y alimenta con salmón mientras la mantiene cerca del fuego.
Durante dos días, Tara va ganando fuerza y confianza. Em la lleva al sol todos
los días para que se recupere completamente, mientras Ory continúa su rutina
de llevar salmón seco a Cappy y sus pichones. Los niños apenas tienen tiempo
para pasar con Tara y los pichones, ya que la familia se encuentra ocupada
recolectando salmón y frutos del bosque para el invierno. Los osos también se
alejan, ya que se están alimentando de bayas.
Un día, la madre de Ory le dice a Em que es hora de probar si Tara puede volar,
pues ya no podía seguir siendo una carga para la familia. Em, con mucho
cuidado, coloca a Tara sobre una piedra y la observa intentar volar. Tara, aunque
débil, empieza a batir sus alas y, poco a poco, gana fuerza, hasta que finalmente
vuela sobre la cabeza de Em.
Al día siguiente, cuando Ory y Em visitan el nido de Cappy, se dan cuenta de
que tanto Cappy como Tara han desaparecido, dejando a los pichones solos. Sin
embargo, pronto ven a Tara y Cappy volando juntos en el cielo, felices y libres.
Los dos pájaros regresan al nido y alimentan a los pichones con peces.
Los pichones se fortalecen rápidamente, practicando su vuelo, y Cappy y Tara
les enseñan a pescar en el océano. La historia termina en una atmósfera de
felicidad y armonía, con la familia de gaviotines enseñando a los jóvenes a
sobrevivir y prosperar en el cielo.
Capítulo 12: En familia otra vez.
Con la llegada del otoño, el clima se volvió más frío y la naturaleza de la tundra
comenzó a cambiar. El hielo comenzó a formarse a lo largo de la costa del río,
y las plantas se tornaron de un color carmesí. Los animales, como zorros y
conejos, comenzaban a cambiar su pelaje a blanco, y los búhos blancos nivales
regresaban desde el norte, señalando que el invierno se acercaba. La familia de
Ory y Em estaba muy ocupada preparando todo para el invierno, recolectando
pescado y bayas, mientras que los niños seguían preocupados por Cappy, Tara
y los pichones.
Aunque los nidos de las aves ya estaban vacíos, los niños a menudo veían a los
gaviotines volando cerca del campamento. Cappy, Tara y los pichones habían
migrado a las playas, donde los nuevos pichones aprendían a pescar. Los padres
les enseñaban a volar y pescar, una habilidad crucial para su largo viaje al sur
hacia la Antártida. El krill y las ballenas también migraban hacia aguas más
profundas, preparándose para el invierno.
Una mañana nublada, un viento frío sopló desde el norte, y miles de gaviotines
comenzaron a volar hacia el sur, uniéndose a otras bandadas en el camino.
Aunque volaban junto a millones de otras aves, solo los gaviotines árticos se
dirigían hacia la Antártida, un viaje de más de 22.500 kilómetros. Durante el
viaje, los pichones, al volar por primera vez sobre árboles, jugaban y se
lanzaban entre ellos.
Cuando llegaron a una bahía familiar para Cappy, él se desvió de la bandada
para volar hacia un campamento donde había sido rescatado en su juventud por
un niño esquimal. Al llegar, vio que el campamento estaba vacío, pero quiso
mostrarle a su familia el lugar donde había sido salvado. Después de un tiempo,
Cappy regresó con su familia y les ofreció como regalo algunos piojos de mar.
Aunque su viaje estaba lleno de aventuras, Cappy sabía que, algún día, otro niño
podría ayudarlo de nuevo en el futuro.