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Que Hacemos Con Valentina

Valentina, una niña muy tierna, se transforma en diferentes animales como un puma, un ñandú y un quirquincho cuando no obtiene lo que quiere, causando preocupación en sus padres. A través de estas transformaciones, los padres aprenden a interactuar con ella de manera más comprensiva y divertida. Finalmente, logran establecer una relación más armoniosa con Valentina, quien sigue siendo una niña juguetona y llena de vida.

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Que Hacemos Con Valentina

Valentina, una niña muy tierna, se transforma en diferentes animales como un puma, un ñandú y un quirquincho cuando no obtiene lo que quiere, causando preocupación en sus padres. A través de estas transformaciones, los padres aprenden a interactuar con ella de manera más comprensiva y divertida. Finalmente, logran establecer una relación más armoniosa con Valentina, quien sigue siendo una niña juguetona y llena de vida.

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1- Papá y Mamá estaban muy, pero muy complicados.

Tanto que tenían los pelos de punta,


unas ojeras gigantes y caminaban tan temblorosos que parecían hechos de jalea de
limón Todo por su tierna y regalona hija Valentina.
2- Valentina era la niña más tiernucha del mundo. Cuando las abuelas del barrio la veían
pasar, todas corrían a apretarle los cachetes rosados o a halagar sus grandes ojos. Si
tenían que elegir entre la ternura de Valentina y la del adorable gato bebé del vecino,
ella ganaba por lejos. Aunque Valentina no era solo tierna.
3- Todo comenzó una mañana en que pasaron por fuera del negocio del señor Delgado,
que vendía completos, churrascos y pollos asados en el barrio. Valentina pidió que le
compraran un «churrascón», pero Papá y Mamá dijeron que debía esperar la hora de
almuerzo.
A Valentina esa respuesta no le gustó nada y, aunque los miró con los tiernos ojos que
tenía, ellos no cedieron.
4- Entonces Valentina comenzó a gritar por su churrascón y a patalear muy fuerte, Papá
se puso firme y le advirtió que si seguía gritando no comería postre, Pero ...IOh nol Al
decir eso hizo estallar una bomba.
5- De pronto, el chillido de Valentina se escuchó como un gran rugido. Las orejas se le
pusieron en punta y le aparecieron largos y blancos bigotes. Su piel quedó cubierta por
un brillante pelaje que terminaba en una cola muy inquieta.
Papá y Mamá no lo podían creer: ¡su hija se había transformado en un temible puma!
Valentina dio un gran salto hasta el negocio del señor delgado del que salió corriendo
con un apetitoso trozo de carne.
6- Papá y mamá buscaron a valentina por todo el barrio, pero aun les faltaba revisar un
lugar. Corrieron hasta su casa y ahí estaba, durmiendo a pata suelta sobre el sofá.
Había vuelto a ser la valentina que ellos conocían, pero con un trozo de carne a un lado
y el gato del vecino al otro.
7- Cuando llegó el sábado, Papá y Mamá llevaron a Valentina a jugar al parque. Comenzó
por el balancín, luego pasó al resbalín y ahí estuvo por mucho rato.
Nunca se había divertido tanto jugando y, cuando comenzó a atardecer, no quiso volver
a casa. Entonces Papá la tomó de la mano, pero Valentina se soltó bruscamente.
8- Corrió tan, pero tan rápido, que sus piernas comenzaron a alargarse, también su cuello,
y le aparecieron plumas por todo el cuerpo.
Cuando Papá se detuvo, vio que su hija era un inquieto ñandú, y uno tan rápido que, de
unas grandes zancadas, ya se había alejado.
9- Se perdió por una calle y, aunque Papá y Mamá tomaron un taxi para alcanzarla, no
pudieron llegar ni cerca de ella.
10-Apareció unas horas más tarde como si nada hubiera pesado. Cuando Papá y Mamá
intentaron retarla por haberse escapado Valentina se agachó y se hizo bolita, se puso
amarilla y le creció un caparazón en la espalda.
Ahora Valentina era un pequeño quirquincho, y no quería ser molestada por nadie, Se
mantuvo enroscada hasta que estuvo segura de que no la iban a retar y, solo entonces,
se estiró y volvió a ser la tierna niña de siempre.
11- Papá y Mamá no sabían qué hacer Si Valentina se enojaba porque no la dejaban ver tele
hasta tarde, se transformaba en un pequeño puma y rugía tan fuerte que hasta el perro
Chorombolo salía corriendo.
Si tenía ganas de jugar, la pequeña ñandú aparecía y podía correr y aletear por horas y
horas sin cansarse.
Y cada vez que la iban a retar o cuando no quería hablar con nadie, la pequeña
quirquincho se enrollaba en sí misma.
El pobre Chorombolo no entendía nada.
12-Valentina, puma, ñandú, quirquincho, ñandú, Valentina, puma. Papá y Mamá ya no
sabían qué hacer con la tierna Valentina ¿La retaban más? ¿le daban de comer un
churrascón más grande?
Querían que estuviera contenta, pero también que aprendiera a hacerles caso.
13-Una mañana, Papá y Mamá estaban sentados en el sofá pensando que hacer para poder
llevar a su hija a la ducha, cuando valentina llego rugiendo como un puma porque no
quería bañarse.
14-Papá, ya sin energía, vi cuando el pequeño gato del vecino entró por la puerta y, muy
curioso, se acercó a Valentina para acariciarle el lomo. Muy asustada, Mamá quiso
tomar al pequeño gato para evitar que fuera devorado, pero, para sorpresa de todos,
Valentina empezó a ronronear.
Papá y Mamá no entendían nada, menos cuando vieron que Valentina se acomodaba
para que el pequeño gato le rascara la barriga. Entonces quisieron intentar lo mismo y
se acercaron a Valentina, muy tímidos, para hacerle cariño.
15-Valentina estaba tan feliz que, cuando se fue a bañar ya era la Valentina de siempre que
jugaba con el agua y las burbujas en la tina. Papá y Mamá tampoco pudieron disimular
su felicidad y se pusieron a bailar un ritmo muy gracioso.
16-Así, cuando Valentina no quería dejar de jugar y el ñandú aparecía, en vez de correr tras
ella, Papá y Mamá jugaban al corre que te pillo de camino a casa, y la niña de ojos
grandes y rulos locos estaba de vuelta.
Y si la quirquincho se enroscaba, acariciaban su caparazón y le decían que les gustaría
conversar con ella cuando estuviera lista.
Y al poco rato Valentina llegaba con ganas de conversar.
17-Papá y Mamá estaban muy contentos, aunque preocupados por el viejo Chorombolo,
que seguía asustándose cada vez que aparecía el puma. Pero en cambio, se había
hecho muy amigo del ñandú, con quien jugaba los sábados hasta tarde, y del
quirquincho, con quien se recostaba a descansar de vez en cuando.

EL AUTOR Fabián Rivas Nació en Santiago de Chile 1986 Es ilustrador y autor de libros
infantiles Como ilustrador, ha colaborado para medios escritos nacionales e
internacionales. Como autor, ha publicado los libros infantiles ¿Dónde está mí tuto?
(2016), Mi extraño vecino (2018), Gato travieso (2019) y Tren Animal (2019) Ha obtenido
dos medallas Colibrí Mejor libro para bebés, por ¿Dónde está mi tuto? (2017) y Mejor
libro álbum, por Mi extraño vecino (2019).

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