Ex E25PXC Es
Ex E25PXC Es
TEMA GENERAL:
LA PREPARACIÓN DE LA NOVIA
Mensaje uno
La novia: la meta del recobro del Señor
Lectura bíblica: Ap. 19:7-9; Jn. 1:29; 3:29; Cnt. 1:2-3; 8:14
Ap. 19:7-9—7Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero,
y Su esposa se ha preparado. 8Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, resplandeciente y
limpio; porque el lino fino es las acciones justas de los santos. 9Y me dijo: Escribe: Bienaventurados
los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Éstas son palabras verdaderas de
Dios.
Jn. 1:29—El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: ¡He aquí el Cordero de Dios, que
quita el pecado del mundo!
Jn. 3:29—El que tiene la novia, es el novio; mas el amigo del novio, que está [allí] y le oye, se goza
grandemente de la voz del novio; así pues, éste mi gozo se ha colmado.
Cnt. 1:2-3—2¡Que me bese con los besos de su boca! / Porque mejores son tus amores que el vino.
3
Tus óleos de unción tienen fragancia agradable; / tu nombre es como ungüento derramado; / por eso
las vírgenes te aman.
Cnt. 8:14—Apresúrate, amado mío, / y sé semejante a la gacela o al cervatillo / sobre los montes de
especias.
I. La Biblia es un romance, en el sentido más puro y más santo, de una pareja
universal: Dios en Cristo como Novio y el pueblo redimido de Dios como novia—
Jn. 3:29; Mt. 25:6; Ap. 19:7; 21:2; 22:17:
Jn. 3:29—El que tiene la novia, es el novio; mas el amigo del novio, que está allí y le oye,
se goza grandemente de la voz del novio; así pues, éste mi gozo se ha colmado.
Mt. 25:6—Y a la medianoche se oyó un grito: ¡He aquí el novio! ¡Salid a su encuentro!
Ap. 19:7—Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del
Cordero, y Su esposa se ha preparado.
Ap. 21:2—Y vi la santa ciudad, la Nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta
como una novia ataviada para su marido.
Ap. 22:17—Y el Espíritu y la novia dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed,
venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.
A. A lo largo de los siglos Dios ha tenido un romance con el hombre; Él creó al hombre con
el propósito de tener un complemento—Gn. 1:26.
Gn. 1:26—Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a Nuestra imagen, conforme a
Nuestra semejanza; y ejerzan dominio sobre los peces del mar, sobre las aves de los
cielos, sobre el ganado, sobre toda la tierra y sobre todo lo que se arrastra sobre la
tierra.
B. Dios es uno que ama, y Él creó al hombre a la imagen de Sí mismo como Aquel que
ama; esto significa que Él nos creó para que lo amemos—Mr. 12:30; Ef. 3:14-19.
Mr. 12:30—Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con
toda tu mente y con todas tus fuerzas”.
Ef. 3:14-19—14Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre, 15de quien toma nombre
toda familia en los cielos y en la tierra, 16para que os dé, conforme a las riquezas de Su
gloria, el ser fortalecidos con poder *en el hombre interior por Su Espíritu; 17para que
Cristo haga Su hogar en vuestros corazones por medio de la fe, a fin de que, arraigados y
cimentados en amor, 18seáis plenamente capaces de aprehender con todos los santos cuál
sea la anchura, la longitud, la altura y la profundidad, 19y de conocer el amor de Cristo,
que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos hasta la medida de toda la plenitud
de Dios.
C. Toda la Biblia es un romance divino, y El Cantar de los Cantares es una forma
abreviada de ese romance—1:2-3; 8:14:
Cnt. 1:2-3—2¡Que me bese con los besos de su boca! / Porque mejores son tus amores
que el vino. 3Tus óleos de unción tienen fragancia agradable; / tu nombre es como
ungüento derramado; / por eso las vírgenes te aman.
Cnt. 8:14—Apresúrate, amado mío, / y sé semejante a la gacela o al cervatillo / sobre
los montes de especias.
1. La Biblia es un libro romántico, y nuestra relación con el Señor debería llegar a ser
más y más romántica.
2. Si no hay romance entre nosotros y el Señor Jesús, entonces somos cristianos
religiosos, y no cristianos románticos—Cnt. 1:2-3.
Cnt. 1:2-3—2¡Que me bese con los besos de su boca! / Porque mejores son tus
amores que el vino. 3Tus óleos de unción tienen fragancia agradable; / tu nombre es
como ungüento derramado; / por eso las vírgenes te aman.
3. Romance es una palabra del cortejo divino; en la Biblia vemos que Dios busca
nuestro amor—2 Co. 11:2.
2 Co. 11:2—Porque os celo con celo de Dios; pues os he desposado con un solo
esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo.
4. El Cantar de los Cantares es más que un romance; es un romance magnífico.
D. Lo que amamos es aquello en lo cual todo nuestro corazón, incluso todo nuestro ser,
está puesto y es aquello que ocupa nuestro corazón y lo posee—1 Ti. 6:10-11; 2 Ti. 3:2-4;
4:8, 10a; Tit. 1:8:
1 Ti. 6:10-11—10porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual persi-
guiendo algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores. 11Mas
tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor,
la perseverancia, la mansedumbre.
2 Ti. 3:2-4—2Porque los hombres serán amadores de sí mismos, amadores del dinero,
vanagloriosos, soberbios, injuriadores, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, 3sin
afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, salvajes, aborrecedores del
bien, 4traidores, impetuosos, cegados por el orgullo, amadores de los deleites más que
de Dios,
2 Ti. 4:8—Y desde ahora me está guardada la corona de justicia, con la cual me
recompensará el Señor, Juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los
que hayan amado Su manifestación.
2 Ti. 4:10—porque Demas me ha abandonado, amando este siglo, y se ha ido a
Tesalónica; Crescente a Galacia, y Tito a Dalmacia.
Tit. 1:8—sino hospedador, amador del bien, sensato, justo, santo, dueño de sí mismo,
1. “Amar a Dios significa centrar todo nuestro ser —espíritu, alma y cuerpo, junto con
nuestro corazón, alma, mente y todas nuestras fuerzas (Mr. 12:30)— totalmente en
Él, es decir, dejar que todo nuestro ser sea ocupado por Él y se pierda en Él” (nota 3
de 1 Co. 2:9).
Mr. 12:30—Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y
con toda tu mente y con todas tus fuerzas.
1 Co. 2:9—Antes bien, como está escrito: “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han
subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman”.
2. Amar al Señor Jesús consiste en apreciarlo, dirigir nuestro ser hacia Él, abrirnos a
Él, disfrutarlo, darle el primer lugar, ser uno con Él, vivirlo y llegar a ser Él—Mt.
26:6-13; 2 Co. 3:16; Mr. 12:30; Col. 1:18; 1 Co. 6:17; Fil. 1:20-21; Hymns, #477,
estrofa 2.
Mt. 26:6-13—6Y estando Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso, 7se acercó a
Él una mujer, con un frasco de alabastro de ungüento de gran precio, y lo derramó
sobre la cabeza de Él, mientras estaba reclinado a la mesa. 8Al ver esto, los discípulos
se indignaron, diciendo: ¿Para qué este desperdicio? 9Porque esto podía haberse
vendido a gran precio, y haberse dado a los pobres. 10Y conociéndolo Jesús, les dijo:
¿Por qué molestáis a esta mujer? pues ha hecho conmigo una buena obra. 11Porque a
los pobres siempre los tenéis con vosotros, pero a Mí no siempre me tendréis.
12
Porque al derramar este ungüento sobre Mi cuerpo, lo ha hecho para Mi sepultura.
13
De cierto os digo: Dondequiera que se proclame este evangelio, en todo el mundo,
también se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella.
2 Co. 3:16—Pero cuando su corazón se vuelve al Señor, el velo es quitado.
Mr. 12:30—Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y
con toda tu mente y con todas tus fuerzas”.
Col. 1:18—y Él es la Cabeza del Cuerpo que es la iglesia; Él es el principio, el
Primogénito de entre los muertos, para que en todo Él tenga la preeminencia;
1 Co. 6:17—Pero el que se une al Señor, es un solo espíritu con Él.
Fil. 1:20-21—20conforme a mi anhelo y esperanza de que en nada seré avergonzado;
antes bien con toda confianza, como siempre, ahora también será magnificado
Cristo en mi cuerpo, o por vida o por muerte. 21Porque para mí el vivir es Cristo, y el
morir es ganancia.
II. Apocalipsis 19:7-9 devela a Cristo como Novio:
Ap. 19:7-9—7Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del
Cordero, y Su esposa se ha preparado. 8Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino,
resplandeciente y limpio; porque el lino fino es las acciones justas de los santos. 9Y me dijo:
Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me
dijo: Éstas son palabras verdaderas de Dios.
A. Las bodas del Cordero son el resultado de la compleción de la economía neotestamen-
taria de Dios, la cual consiste en obtener para Cristo una novia, la iglesia, por medio de
Su redención jurídica y por la salvación orgánica efectuada en Su vida divina—Gn.
2:22; Ro. 5:10; Ap. 19:7-9; 21:2, 9-11.
Gn. 2:22—De la costilla que Jehová Dios había tomado del hombre, edificó una mujer y
la trajo al hombre.
Ro. 5:10—Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de
Su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos en Su vida.
Ap. 19:7-9—7Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas
del Cordero, y Su esposa se ha preparado. 8Y a ella se le ha concedido que se vista de
lino fino, resplandeciente y limpio; porque el lino fino es las acciones justas de los santos.
9
Y me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del
Cordero. Y me dijo: Éstas son palabras verdaderas de Dios.
Ap. 21:2—Y vi la santa ciudad, la Nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios,
dispuesta como una novia ataviada para su marido.
Ap. 21:9-11—9Vino entonces a mí uno de los siete ángeles que tenían las siete copas
llenas de las siete plagas postreras, y habló conmigo, diciendo: Ven acá, yo te mostraré
la desposada, la esposa del Cordero. 10Y me llevó en espíritu a un monte grande y alto,
y me mostró la ciudad santa, Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, 11teniendo la
gloria de Dios. Y su resplandor era semejante al de una piedra preciosísima, como
piedra de jaspe, diáfana como el cristal.
B. La novia de Cristo mencionada en Apocalipsis 19 está compuesta de todos los
vencedores—vs. 7-9; cfr. Gn. 2:22; Mt. 16:18.
Ap. 19:7-9—7Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas
del Cordero, y Su esposa se ha preparado. 8Y a ella se le ha concedido que se vista de
lino fino, resplandeciente y limpio; porque el lino fino es las acciones justas de los santos.
9
Y me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del
Cordero. Y me dijo: Éstas son palabras verdaderas de Dios.
Gn. 2:22—De la costilla que Jehová Dios había tomado del hombre, edificó una mujer y
la trajo al hombre.
Mt. 16:18—Y Yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré Mi
iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.
C. Todos los vencedores serán la Nueva Jerusalén como novia de Cristo por mil años en su
etapa inicial y fresca—Ap. 19:7.
Ap. 19:7—Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del
Cordero, y Su esposa se ha preparado.
D. Finalmente, todos los creyentes se unirán a los vencedores para llevar la Nueva
Jerusalén a su consumación y completarla en plenitud como esposa de Cristo en el cielo
nuevo y la tierra nueva por la eternidad—21:2, 9-11.
Ap. 21:2—Y vi la santa ciudad, la Nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios,
dispuesta como una novia ataviada para su marido.
Ap. 21:9-11—9Vino entonces a mí uno de los siete ángeles que tenían las siete copas
llenas de las siete plagas postreras, y habló conmigo, diciendo: Ven acá, yo te mostraré
la desposada, la esposa del Cordero. 10Y me llevó en espíritu a un monte grande y alto,
y me mostró la ciudad santa, Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, 11teniendo la
gloria de Dios. Y su resplandor era semejante al de una piedra preciosísima, como
piedra de jaspe, diáfana como el cristal.
III. La novia es la meta del recobro del Señor—19:7-9:
Ap. 19:7-9—7Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del
Cordero, y Su esposa se ha preparado. 8Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino,
resplandeciente y limpio; porque el lino fino es las acciones justas de los santos. 9Y me dijo:
Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me
dijo: Éstas son palabras verdaderas de Dios.
A. “Han llegado las bodas del Cordero”—v. 7b:
Ap. 19:7—Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del
Cordero, y Su esposa se ha preparado.
1. Al comienzo de su Evangelio, Juan habla sobre el Cordero y el Novio, y en
Apocalipsis él dice que han llegado las bodas del Cordero—Jn. 1:29; 3:29.
Jn. 1:29—El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: ¡He aquí el
Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!
Jn. 3:29—El que tiene la novia, es el novio; mas el amigo del novio, que está allí y le
oye, se goza grandemente de la voz del novio; así pues, éste mi gozo se ha colmado.
2. Después del arrebatamiento de la mayoría de los santos (Ap. 14:16; 1 Ts. 4:15-16) y
del juicio en el tribunal de Cristo para la entrega de la recompensa (Ap. 11:18; 2 Co.
5:10), los eventos que acontecen inmediatamente después deberían incluir las bodas
del Cordero (Ap. 19:7b):
Ap. 14:16—Y el que estaba sentado sobre la nube arrojó Su hoz en la tierra, y la
tierra fue segada.
1 Ts. 4:15-16—15Por lo cual os decimos esto en virtud de la palabra del Señor: que
nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no prece-
deremos a los que durmieron. 16Porque el Señor mismo con exclamación de mando,
con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en
Cristo resucitarán primero.
Ap. 11:18—Y se airaron las naciones, y Tu ira ha venido, y el tiempo de juzgar a los
muertos, y de dar el galardón a Tus esclavos los profetas, y a los santos, y a los que
temen Tu nombre, a los pequeños y a los grandes, y de destruir a los que destruyen
la tierra.
2 Co. 5:10—Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal
de Cristo, para que cada uno reciba por las cosas hechas por medio del cuerpo,
según lo que haya practicado, sea bueno o sea malo.
Ap. 19:7—Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas
del Cordero, y Su esposa se ha preparado.
a. Si somos recompensados en el tribunal de Cristo, participaremos en la fiesta de
bodas.
b. Si no somos recompensados, sino desaprobados por el Señor, no pereceremos,
pero sufriremos pérdida como la que está descrita en 1 Corintios 3:15.
1 Co. 3:15—Si la obra de alguno es consumida, él sufrirá pérdida, pero él mismo
será salvo, aunque así como pasado por fuego.
B. “Su esposa se ha preparado”—Ap. 19:7c:
Ap. 19:7—Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del
Cordero, y Su esposa se ha preparado.
1. Su esposa se refiere a la iglesia (Ef. 5:24-25, 31-32), la novia de Cristo (Jn. 3:29).
Ef. 5:24-25—24Mas, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo
estén a sus maridos en todo. 25Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo
amó a la iglesia, y se entregó a Sí mismo por ella,
Ef. 5:31-32—31Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su
mujer, y los dos serán una sola carne. 32Grande es este misterio; mas yo digo esto
respecto de Cristo y de la iglesia.
Jn. 3:29—El que tiene la novia, es el novio; mas el amigo del novio, que está allí y le
oye, se goza grandemente de la voz del novio; así pues, éste mi gozo se ha colmado.
2. Según Apocalipsis 19:8-9, la esposa, la novia de Cristo, durante el milenio está
formada solamente por los creyentes vencedores, mientras que en 21:2, después del
milenio y por la eternidad, la novia, la esposa, está compuesta de todos los santos
que fueron salvos.
Ap. 19:8-9—8Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, resplandeciente y
limpio; porque el lino fino es las acciones justas de los santos. 9Y me dijo: Escribe:
Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo:
Éstas son palabras verdaderas de Dios.
Ap. 21:2—Y vi la santa ciudad, la Nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios,
dispuesta como una novia ataviada para su marido.
3. La preparación de la novia depende de la madurez en vida de los vencedores—19:7;
He. 6:1; Fil. 3:12-15; Ef. 4:13.
Ap. 19:7—Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas
del Cordero, y Su esposa se ha preparado.
He. 6:1—Por tanto, dejando ya la palabra de los comienzos de Cristo, vayamos
adelante a la madurez; no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de
obras muertas y de la fe en Dios,
Fil. 3:12-15—12No que lo haya alcanzado ya, ni que ya haya sido perfeccionado; sino
que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo
Jesús. 13Hermanos, yo mismo no considero haberlo ya asido; pero una cosa hago:
olvidando lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, 14prosigo a la
meta para alcanzar el premio del llamamiento a lo alto, que Dios hace en Cristo
Jesús. 15Así que, todos los que hemos alcanzado madurez, pensemos de este modo; y
si en algo tenéis un sentir diverso, esto también os lo revelará Dios.
Ef. 4:13—hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del pleno conocimiento
del Hijo de Dios, a un hombre de plena madurez, a la medida de la estatura de la
plenitud de Cristo;
4. Necesitamos ataviar la Nueva Jerusalén, la novia de Cristo, y llevarla a su
consumación con Dios el Padre como oro, Dios el Hijo como perla y Dios el Espíritu
como piedras preciosas—Ap. 21:2, 19a; 1 Co. 3:12; Cnt. 1:10-11.
Ap. 21:2—Y vi la santa ciudad, la Nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios,
dispuesta como una novia ataviada para su marido.
Ap. 21:19—y los cimientos del muro de la ciudad estaban adornados con toda piedra
preciosa. El primer cimiento era jaspe; el segundo, zafiro; el tercero, calcedonia; el
cuarto, esmeralda;
1 Co. 3:12—Y si sobre este fundamento alguno edifica oro, plata, piedras preciosas,
madera, hierba, hojarasca,
Cnt. 1:10-11—10Bellas son tus mejillas con adornos de trenzas, / tu cuello con
collares de joyas. 11Te haremos trenzas de oro / con tachones de plata.
5. Los vencedores no son individuos separados, sino una novia corporativa.
6. Los vencedores no solamente han madurado en vida, sino que también han sido
edificados conjuntamente para formar una sola novia.
C. “A ella se le ha concedido que se vista de lino fino, resplandeciente y limpio; porque el
lino fino es las acciones justas de los santos”—Ap. 19:8:
1. Limpio se refiere a la naturaleza, y resplandeciente se refiere a la expresión.
2. La palabra griega traducida “acciones justas” también puede ser traducida “justicias”.
3. Las acciones justas no se refieren a la justicia que recibimos para nuestra
salvación—1 Co. 1:30.
1 Co. 1:30—Mas por Él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho de
parte de Dios sabiduría: justicia y santificación y redención;
4. La justicia que recibimos para nuestra salvación es objetiva y nos hace aptos para
satisfacer los requisitos del Dios justo, mientras que en Apocalipsis 19:8 las acciones
justas de los santos vencedores son subjetivas (Fil. 3:9) y los hace aptos para
satisfacer los requisitos del Cristo vencedor.
Ap. 19:8—Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, resplandeciente y
limpio; porque el lino fino es las acciones justas de los santos.
Fil. 3:9—y ser hallado en Él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino
la que es por medio de la fe en Cristo, la justicia procedente de Dios basada en la fe;
5. Por tanto, el lino fino indica nuestra vida vencedora, nuestro vivir vencedor; es el
Cristo a quien expresamos desde nuestro ser en nuestro vivir.
D. “Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero […] Éstas
son palabras verdaderas de Dios”—Ap. 19:9:
Ap. 19:9—Y me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las
bodas del Cordero. Y me dijo: Éstas son palabras verdaderas de Dios.
1. La cena de las bodas del Cordero es la fiesta de bodas, el reino de mil años, el cual
es un solo día a los ojos de Dios, como recompensa para los creyentes vencedores—
v. 9; Mt. 22:2, 11-14; 2 P. 3:8.
Ap. 19:9—Y me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las
bodas del Cordero. Y me dijo: Éstas son palabras verdaderas de Dios.
Mt. 22:2—El reino de los cielos ha venido a ser semejante a un rey que hizo fiesta
de bodas para su hijo;
Mt. 22:11-14—11Y entró el rey para ver a los convidados, y vio allí a un hombre que
no estaba vestido con traje de boda, 12y le dijo: Amigo, ¿cómo entraste aquí sin tener
traje de boda? Mas él enmudeció. 13Entonces el rey dijo a los servidores: Atadle de
pies y manos, y echadle a las tinieblas de afuera; allí será el llanto y el crujir de
dientes. 14Porque muchos son llamados, pero pocos escogidos.
2 P. 3:8—Mas, oh amados, no escape de vuestra atención que para con el Señor un
día es como mil años, y mil años como un día.
2. Ser llamados a la cena de las bodas de Cristo, la cual introducirá a los creyentes
vencedores en el disfrute del milenio, equivale a ser bendecidos—Ap. 19:9.
Ap. 19:9—Y me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las
bodas del Cordero. Y me dijo: Éstas son palabras verdaderas de Dios.
3. La cena de las bodas del Cordero mencionada en Apocalipsis 19:9 es la fiesta de
bodas mencionada en Mateo 22:2; ésta será una recompensa para los creyentes
vencedores:
Ap. 19:9—Y me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las
bodas del Cordero. Y me dijo: Éstas son palabras verdaderas de Dios.
Mt. 22:2—El reino de los cielos ha venido a ser semejante a un rey que hizo fiesta
de bodas para su hijo;
a. Ser llamados equivale a recibir la salvación (Ro. 1:7; 1 Co. 1:2; Ef. 4:1), mientras
que ser escogidos equivale a recibir una recompensa.
Ro. 1:7—a todos los que estáis en Roma, amados de Dios, los santos llamados:
Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.
1 Co. 1:2—a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo
Jesús, los santos llamados, con todos los que en cualquier lugar invocan el
nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro:
Ef. 4:1—Yo pues, prisionero en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la
vocación con que fuisteis llamados,
b. Solamente los vencedores serán llamados a la cena de las bodas, la cual será
una recompensa para ellos; no todos los salvos participarán en ella.
c. Los creyentes vencedores, quienes serán llamados a la cena de las bodas del
Cordero, también serán la novia del Cordero—Ap. 19:8-9.
Ap. 19:8-9—8Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, resplandeciente
y limpio; porque el lino fino es las acciones justas de los santos. 9Y me dijo:
Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del
Cordero. Y me dijo: Éstas son palabras verdaderas de Dios.
Lectura bíblica: Ro. 6:19, 22; Ef. 5:25-27; Ap. 19:7-9; 1 Ts. 5:23; Cnt. 8:13-14
Ro. 6:19—Hablo en términos humanos, por la debilidad de vuestra carne; que así como
presentasteis vuestros miembros como esclavos a la inmundicia y a la iniquidad para iniquidad,
así ahora presentad vuestros miembros como esclavos a la justicia para santificación.
Ro. 6:22—Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos esclavos de Dios, tenéis
vuestro fruto para santificación, y como fin, la vida eterna.
Ef. 5:25-27—25Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a
Sí mismo por ella, 26para santificarla, purificándola por el lavamiento del agua en la palabra, 27a
fin de presentársela a Sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa
semejante, sino que fuese santa y sin defecto.
Ap. 19:7-9—7Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del
Cordero, y Su esposa se ha preparado. 8Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, res-
plandeciente y limpio; porque el lino fino es las acciones justas de los santos. 9Y me dijo: Escribe:
Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Éstas son
palabras verdaderas de Dios.
1 Ts. 5:23—Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y vuestro espíritu y vuestra alma
y vuestro cuerpo sean guardados perfectos e irreprensibles para la venida de nuestro Señor
Jesucristo.
Cnt. 8:13-14—13Oh tú que habitas en los huertos, / mis compañeros están pendientes de tu voz; /
házmela oír. 14Apresúrate, amado mío, / y sé semejante a la gacela o al cervatillo / sobre los
montes de especias.
I. El proceso de santificación en cuanto a nuestra manera de ser es el proceso de
nuestra salvación orgánica como nuestro embellecimiento a fin de llegar a ser
la novia hermosa, santa y gloriosa para Cristo—1 Ts. 4:3a; 1 P. 1:15-16; Ef. 1:4-5;
5:25-27; 1 Ts. 5:23-24; Ro. 6:19, 22:
1 Ts. 4:3—pues ésta es la voluntad de Dios: vuestra santificación, que os abstengáis de
fornicación;
1 P. 1:15-16—15sino, así como el Santo, quien os llamó, sed también vosotros santos en
toda vuestra manera de vivir; 16porque escrito está: “Sed santos, porque Yo soy santo”.
Ef. 1:4-5—4según nos escogió en Él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos
santos y sin mancha delante de Él en amor, 5predestinándonos para filiación por medio
de Jesucristo para Sí mismo, según el beneplácito de Su voluntad,
Ef. 5:25-27—25Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se
entregó a Sí mismo por ella, 26para santificarla, purificándola por el lavamiento del agua
en la palabra, 27a fin de presentársela a Sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese
mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin defecto.
1 Ts. 5:23-24—23Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y vuestro espíritu y
vuestra alma y vuestro cuerpo sean guardados perfectos e irreprensibles para la venida
de nuestro Señor Jesucristo. 24Fiel es el que os llama, el cual también lo hará.
Ro. 6:19—Hablo en términos humanos, por la debilidad de vuestra carne; que así como
presentasteis vuestros miembros como esclavos a la inmundicia y a la iniquidad para
iniquidad, así ahora presentad vuestros miembros como esclavos a la justicia para san-
tificación.
Ro. 6:22—Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos esclavos de Dios,
tenéis vuestro fruto para santificación, y como fin, la vida eterna.
A. Efesios 5:25-27 revela la totalidad de la salvación completa que Dios efectúa al pre-
sentar a Cristo a nosotros en tres etapas:
Ef. 5:25-27—25Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y
se entregó a Sí mismo por ella, 26para santificarla, purificándola por el lavamiento
del agua en la palabra, 27a fin de presentársela a Sí mismo, una iglesia gloriosa, que
no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin defecto.
1. En el pasado, Cristo como Redentor se entregó a Sí mismo por la iglesia para
nuestra redención jurídica: “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo
amó a la iglesia, y se entregó a Sí mismo por ella”—v. 25.
2. En el presente, Cristo como Espíritu vivificante santifica a la iglesia en cuanto a
su manera de ser al saturarla con Su elemento para que ella pueda ser Su com-
plemento; en esto consiste la salvación orgánica como embellecimiento de la
novia y preparación de la novia: “Para santificarla, purificándola por el lava-
miento del agua en la palabra”—v. 26.
3. En el futuro, Cristo como Novio se presentará a la iglesia a Sí mismo como Su
complemento para Su satisfacción: “A fin de presentársela a Sí mismo, una
iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que
fuese santa y sin defecto”; en esto consiste nuestra glorificación para la
presentación de la novia—v. 27.
4. En el pasado, Cristo se entregó a Sí mismo por la iglesia; en el presente, Él san-
tifica a la iglesia; y en el futuro, Él se presentará a la iglesia a Sí mismo como Su
complemento para Su satisfacción; por tanto, el hecho de que Él ama a la iglesia
tiene por finalidad santificarla, y el hecho de que Él santifica a la iglesia tiene
por finalidad presentársela a Sí mismo gloriosa.
B. La hermosura de la novia procede del propio Cristo quien es forjado en la iglesia y res-
plandece desde la iglesia para expresarse por medio de la iglesia—Is. 43:7; Ef. 3:21.
Is. 43:7—a todo el que es llamado por Mi nombre, / a quien he creado, formado y
hecho para gloria Mía.
Ef. 3:21—a Él sea gloria en la iglesia y en Cristo Jesús, en todas las generaciones
por los siglos de los siglos. Amén.
C. Cristo es corona de gloria y diadema de hermosura al remanente de Su pueblo—Is.
28:5:
Is. 28:5—En aquel día Jehová de los ejércitos / será por corona de gloria y diadema
de hermosura al remanente de Su pueblo,
1. Una corona es como un sombrero o turbante, mientras que una diadema es la
cinta que ciñe la cabeza, la parte más hermosa y gloriosa de la corona—Éx.
28:36-39; 29:6; Is. 62:3.
Éx. 28:36-39—36Harás además una lámina de oro puro y, como grabaduras de
sello, grabarás en ella: SANTIDAD A JEHOVÁ. 37La sujetarás con un cordón de
hilos azules, y estará en el turbante; por la parte delantera del turbante estará.
38
Estará sobre la frente de Aarón, y llevará Aarón la iniquidad de las cosas san-
tas, que los hijos de Israel santifican para todas sus dádivas santas; y sobre su
frente estará siempre, para que sean aceptadas ante Jehová. 39Tejerás la túnica
de lino fino, y harás un turbante de lino fino; harás también una banda, obra de
bordador.
Éx. 29:6—pondrás el turbante sobre su cabeza, y sobre el turbante pondrás la
corona santa.
Is. 62:3—También serás corona de hermosura en la mano de Jehová, / y turbante
real en la palma de tu Dios.
2. Necesitamos contemplar continuamente la hermosura del Señor en la iglesia
como casa de Su hermosura para que seamos transformados de gloria en gloria,
embellecidos por el Señor, a fin de llegar a ser Su novia hermosa con Él mismo
como nuestra diadema de hermosura—2 Co. 3:18; Ap. 19:7-9; Is. 28:5; Sal. 27:4;
Is. 60:1, 7, 9, 13, 19; 62:3; Ap. 21:11.
2 Co. 3:18—Mas, nosotros todos, a cara descubierta mirando y reflejando como
un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la
misma imagen, como por el Señor Espíritu.
Ap. 19:7-9—7Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las
bodas del Cordero, y Su esposa se ha preparado. 8Y a ella se le ha concedido que
se vista de lino fino, resplandeciente y limpio; porque el lino fino es las acciones
justas de los santos. 9Y me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a
la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Éstas son palabras verdaderas de Dios.
Is. 28:5—En aquel día Jehová de los ejércitos / será por corona de gloria y
diadema de hermosura al remanente de Su pueblo,
Sal. 27:4—Una cosa he pedido a Jehová; / ésta buscaré: / morar en la casa de
Jehová / todos los días de mi vida, / para contemplar la hermosura de Jehová / y
para inquirir en Su templo.
Is. 60:1—¡Levántate! ¡Resplandece! Porque ha venido tu luz; / y la gloria de
Jehová ha amanecido sobre ti.
Is. 60:7—Todos los rebaños de Cedar serán reunidos para ti; / los carneros de
Nebaiot te ministrarán; / subirán como ofrendas aceptas sobre Mi altar, / y
embelleceré la casa de Mi hermosura.
Is. 60:9—Ciertamente a Mí me esperarán las costas; / y las naves de Tarsis
vendrán primero, / para traer a tus hijos de lejos, / su plata y su oro con ellos, / al
nombre de Jehová tu Dios, / y al Santo de Israel, porque Él te ha embellecido.
Is. 60:13—La gloria del Líbano vendrá a ti, / el abeto, el pino y el boj juntamente, /
para embellecer el lugar de Mi santuario; / y Yo haré glorioso el lugar de Mis pies.
Is. 60:19—El sol nunca más te servirá de luz para el día / ni el resplandor de la
luna te alumbrará, / sino que Jehová te será por luz eterna, / y el Dios tuyo será
tu hermosura.
Is. 62:3—También serás corona de hermosura en la mano de Jehová, / y turbante
real en la palma de tu Dios.
Ap. 21:11—teniendo la gloria de Dios. Y su resplandor era semejante al de una
piedra preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el cristal.
II. La obra principal del Señor en el recobro es Su obra genuina de prepararnos
para ser Su novia gloriosa; sin la santificación continua en cuanto a nuestra
manera de ser mencionada en Efesios 5:26, no hay manera de que la novia sea
preparada y, por tanto, no hay manera de que Apocalipsis 19:7-9 sea cumplido:
Ef. 5:26—para santificarla, purificándola por el lavamiento del agua en la palabra,
Ap. 19:7-9—7Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas
del Cordero, y Su esposa se ha preparado. 8Y a ella se le ha concedido que se vista de
lino fino, resplandeciente y limpio; porque el lino fino es las acciones justas de los
santos. 9Y me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas
del Cordero. Y me dijo: Éstas son palabras verdaderas de Dios.
A. La iglesia es embellecida mediante el proceso de santificación al purificarnos Cristo,
como Espíritu vivificante, por el lavamiento del agua en Su palabra—Ef. 5:26-27:
Ef. 5:26-27—26para santificarla, purificándola por el lavamiento del agua en la
palabra, 27a fin de presentársela a Sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese
mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin defecto.
1. Esto indica que en las palabras de Cristo está el Espíritu como agua de vida; las
palabras que Él nos habla son espíritu y vida—Jn. 6:63.
Jn. 6:63—El Espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las
palabras que Yo os he hablado son espíritu y son vida.
2. Como Espíritu vivificante, Cristo es el Espíritu que habla; todo lo que Él hable es
la palabra que nos lava; esto no se refiere al lógos —la palabra constante—, sino
al réma, que denota una palabra hablada para el momento, es decir, la palabra
que el Señor nos habla en la actualidad—Mt. 4:4; Jn. 6:63; Ap. 2:7; 22:17a; cfr. Is.
6:9-10; Mt. 13:14-15; Hch. 28:25-31.
Mt. 4:4—Mas Él respondió y dijo: Escrito está: “No sólo de pan vivirá el hombre,
sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”.
Jn. 6:63—El Espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las
palabras que Yo os he hablado son espíritu y son vida.
Ap. 2:7—El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que
venza, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en el Paraíso de Dios.
Ap. 22:17—Y el Espíritu y la novia dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que
tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.
Is. 6:9-10—9Y dijo: Anda, y di a este pueblo: Oíd bien, pero no percibáis; / y ved
por cierto, mas no entendáis. 10Haz insensible el corazón de este pueblo; / embota
sus oídos, / y sella sus ojos, / no sea que vea con sus ojos, oiga con sus oídos, / y su
corazón perciba y se convierta, y sea sanado.
Mt. 13:14-15—14Y se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice: “De oído
oiréis, y no entenderéis; y viendo veréis, y no percibiréis. 15Porque el corazón de
este pueblo se ha engrosado, y con los oídos han oído pesadamente, y han cerrado
sus ojos, no sea que vean con los ojos, y oigan con los oídos, y con el corazón
entiendan, y se conviertan, y Yo los sane”.
Hch. 28:25-31—25Y como no estuviesen de acuerdo entre sí, al retirarse, les dijo
Pablo esta palabra: Bien habló el Espíritu Santo por medio del profeta Isaías a
vuestros padres, 26diciendo: “Ve a este pueblo, y diles: De oído oiréis, y no
entenderéis; y viendo veréis, y no percibiréis; 27porque el corazón de este pueblo
se ha engrosado, y con los oídos oyeron pesadamente, y han cerrado sus ojos,
para que no vean con los ojos, y oigan con los oídos, y con el corazón entiendan, y
se conviertan, y Yo los sane”. 28Sabed, pues, que a los gentiles es enviada esta
salvación de Dios; y ellos oirán. 29Y cuando hubo dicho esto, los judíos se fueron,
teniendo gran discusión entre sí. 30Y Pablo permaneció dos años enteros en su
propia habitación, una casa alquilada, y recibía a todos los que a él venían,
31
proclamando el reino de Dios y enseñando acerca del Señor Jesucristo, con toda
confianza y sin impedimento.
3. El hablar de Cristo es el Espíritu; Su hablar es la presencia misma del Espíritu
vivificante—Jn. 6:63; Ef. 6:17.
Jn. 6:63—El Espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las
palabras que Yo os he hablado son espíritu y son vida.
Ef. 6:17—Y recibid el yelmo de la salvación y la espada del Espíritu, el cual es la
palabra de Dios,
4. El Cristo que mora como Espíritu vivificante en los creyentes siempre habla una
palabra instantánea, actual y viviente para purificarlos metabólicamente quitando
lo viejo y reemplazándolo con lo nuevo, lo cual causa una transformación interna.
B. Por medio de tal proceso de lavamiento somos saturados de Cristo y embellecidos por
Cristo para ser Su novia santa, hermosa y que expresa a Dios, una novia sin defecto
ni imperfección—Ap. 19:7; cfr. Cnt. 6:13; 8:13-14.
Ap. 19:7—Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas
del Cordero, y Su esposa se ha preparado.
Cnt. 6:13—Vuelve, vuelve, oh Sulamita; / vuelve, vuelve, para que te contemplemos. /
¿Por qué habéis de contemplar a la Sulamita, / como a la danza de dos campamentos?
Cnt. 8:13-14—13Oh tú que habitas en los huertos, / mis compañeros están pendien-
tes de tu voz; / házmela oír. 14Apresúrate, amado mío, / y sé semejante a la gacela o
al cervatillo / sobre los montes de especias.
C. Cristo como Espíritu vivificante santifica a la iglesia, purificándola conforme al lava-
miento del agua en la palabra; según el concepto divino, aquí agua se refiere a la
vida de Dios que fluye, la cual es tipificada por el agua que fluye (Éx. 17:6; 1 Co.
10:4; Jn. 7:37-39; Ap. 7:17; 21:6; 22:1, 17); ahora estamos en tal proceso de lava-
miento a fin de que la iglesia sea santa y sin defecto.
Éx. 17:6—Allí estaré Yo delante de ti sobre la roca en Horeb; golpearás la roca, y
saldrán de ella aguas para que beba el pueblo. Y Moisés lo hizo así ante los ojos de
los ancianos de Israel.
1 Co. 10:4—y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca
espiritual que los seguía, y la roca era Cristo.
Jn. 7:37-39—37En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz,
diciendo: Si alguno tiene sed, venga a Mí y beba. 38El que cree en Mí, como dice la
Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. 39Esto dijo del Espíritu que
habían de recibir los que creyesen en Él; pues aún no había el Espíritu, porque Jesús
no había sido aún glorificado.
Ap. 7:17—porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará
a manantiales de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos.
Ap. 21:6—Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin. Al
que tenga sed, Yo le daré gratuitamente del manantial del agua de la vida.
Ap. 22:1—Y me mostró un río de agua de vida, resplandeciente como cristal, que
salía del trono de Dios y del Cordero, en medio de la calle.
Ap. 22:17—Y el Espíritu y la novia dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que
tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.
D. La palabra griega traducida “lavamiento” en Efesios 5:26 literalmente significa
“lavacro”; en el Antiguo Testamento los sacerdotes usaban el lavacro para lavarse de
su contaminación terrenal (Éx. 30:18-21); día tras día, mañana y tarde, necesitamos
acudir a la Biblia y ser purificados por el lavacro del agua en la palabra.
Ef. 5:26—para santificarla, purificándola por el lavamiento del agua en la palabra,
Éx. 30:18-21—18Harás también un lavacro de bronce, con su base de bronce, para
lavarse. Lo colocarás entre la Tienda de Reunión y el altar, y en él pondrás agua,
19
con la cual Aarón y sus hijos se lavarán las manos y los pies. 20Cuando entren en la
Tienda de Reunión, se lavarán con agua, para que no mueran; o cuando se acerquen
al altar para ministrar, para quemar una ofrenda presentada por fuego a Jehová,
21
se lavarán las manos y los pies, para que no mueran. Esto será estatuto perpetuo
para ellos, para él y su descendencia, por todas sus generaciones.
E. Pablo usa la palabra griega réma cuando habla de la palabra con su proceso de lava-
miento (Ef. 5:26); lógos es la Palabra de Dios relatada objetivamente en la Biblia;
réma es la palabra de Dios hablada a nosotros en una ocasión específica (Mr. 14:72;
Lc. 1:35-38; 5:5; 24:1-8).
Ef. 5:26—para santificarla, purificándola por el lavamiento del agua en la palabra,
Mr. 14:72—Y al instante el gallo cantó la segunda vez. Entonces Pedro se acordó de
la palabra que Jesús le había dicho: Antes que el gallo cante dos veces, me negarás
tres veces. Y pensando en esto, comenzó a llorar.
Lc. 1:35-38—35Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el
poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso también lo santo que nacerá,
será llamado Hijo de Dios. 36Y he aquí tu parienta Elisabet, ella también ha
concebido hijo en su vejez; y éste es el sexto mes para ella, la que llamaban estéril;
37
porque ninguna palabra será imposible para Dios. 38Y María dijo: He aquí la
esclava del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de ella.
Lc. 5:5—Respondiendo Simón, le dijo: Maestro, toda la noche hemos estado
trabajando, y nada hemos pescado; mas confiado en Tu palabra echaré las redes.
Lc. 24:1-8—1El primer día de la semana, al rayar el alba, vinieron al sepulcro,
trayendo las especias aromáticas que habían preparado. 2Y hallaron rodada la
piedra del sepulcro; 3y entrando, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. 4Aconteció
que estando ellas perplejas con esto, he aquí se pararon junto a ellas dos varones con
vestiduras resplandecientes. 5Ellas quedaron asustadas y bajaron el rostro a tierra,
y los varones les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? 6No está
aquí, sino que ha resucitado. Acordaos de lo que os habló, cuando aún estaba en
Galilea, 7diciendo que era necesario que el Hijo del Hombre fuese entregado en
manos de hombres pecadores, y que fuese crucificado, y resucitase al tercer día.
8
Entonces ellas se acordaron de Sus palabras,
F. El réma nos revela algo de manera personal y directa; nos muestra aquello con lo
cual necesitamos tomar medidas y aquello de lo cual necesitamos ser purificados (el
lavacro de bronce era un espejo capaz de reflejar y poner al descubierto, Éx. 38:8); lo
importante para cada uno de nosotros es esto: ¿Me está hablando Dios Su palabra
hoy?
Éx. 38:8—También hizo el lavacro de bronce y su base de bronce, con los espejos de
las mujeres que servían a la entrada de la Tienda de Reunión.
G. Algo que siempre valoramos es que el Señor todavía nos hable de manera personal y
directa hoy en día; el verdadero crecimiento en vida depende de que recibamos la
palabra directamente de parte de Dios; sólo Su hablar en nosotros tiene verdadero
valor espiritual—He. 3:7-11, 15; 4:7; Sal. 95:7-8.
He. 3:7-11—7Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: “Si oís hoy Su voz, 8no
endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación, en el día de la prueba en el
desierto, 9donde vuestros padres me pusieron a prueba, y vieron Mis obras cuarenta
años. 10A causa de lo cual me disgusté contra esa generación, y dije: Siempre andan
extraviados en su corazón, y no han conocido Mis caminos. 11Como juré en Mi ira:
¡No entrarán en Mi reposo!”.
He. 3:15—entre tanto que se dice: “Si oís hoy Su voz, no endurezcáis vuestros
corazones, como en la provocación”.
He. 4:7—otra vez el Espíritu Santo determina un día: hoy, diciendo después de tanto
tiempo, en David, como se dijo antes: “Si oís hoy Su voz, no endurezcáis vuestros
corazones”.
Sal. 95:7-8—7Porque Él es nuestro Dios, / y nosotros el pueblo de Sus pastos / y el
rebaño de Su mano. / Si oís hoy Su voz, 8no endurezcáis vuestro corazón como en
Meriba, / como en el día de Masah en el desierto,
H. El punto central de nuestras oraciones debería ser nuestro anhelo por el hablar del
Señor, lo cual nos capacita para cumplir la meta de Su economía eterna conforme al
deseo de Su corazón, que es tener una novia como Su complemento—Ap. 2:7; cfr. 1 S.
3:1, 21; Am. 3:7.
Ap. 2:7—El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venza, le
daré a comer del árbol de la vida, el cual está en el Paraíso de Dios.
1 S. 3:1—El niño Samuel ministraba a Jehová delante de Elí. En aquellos días,
escaseaba la palabra de Jehová, y no eran frecuentes las visiones.
1 S. 3:21—Y Jehová continuó apareciéndose en Silo; porque Jehová se manifestó a
Samuel en Silo por la palabra de Jehová.
Am. 3:7—Ciertamente no hará nada el Señor Jehová a menos que revele Su secreto
a Sus siervos, los profetas.
I. En un sentido muy práctico, la presencia del Señor es uno con Su hablar; siempre
que Él habla, Su presencia es real para nosotros en nuestro interior; el hablar de
Cristo es la presencia misma del Espíritu vivificante.
J. El hablar del Cristo que mora como Espíritu vivificante en nosotros es el agua que
purifica, la cual deposita un elemento nuevo en nosotros para reemplazar el ele-
mento viejo en nuestra naturaleza y manera de ser; esta purificación metabólica
causa un genuino cambio interior en vida, lo cual es la realidad de la santificación en
cuanto a nuestra manera de ser y la realidad de la transformación.
K. Debemos ser embellecidos por Cristo como Espíritu vivificante que habla en nuestro
espíritu; por medio del hablar del Señor como Espíritu vivificante en nuestro interior
estamos llegando a ser Su iglesia gloriosa—Ef. 5:26-27; Ap. 2:7.
Ef. 5:26-27—26para santificarla, purificándola por el lavamiento del agua en la
palabra, 27a fin de presentársela a Sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese
mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin defecto.
Ap. 2:7—El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venza, le
daré a comer del árbol de la vida, el cual está en el Paraíso de Dios.
III. Efesios 5:27 revela que la iglesia como novia de Cristo finalmente llegará a ser
una iglesia gloriosa —una iglesia que expresa a Dios—, “que no tuviese man-
cha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin defecto”:
Ef. 5:27—a fin de presentársela a Sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha
ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin defecto.
A. Nuestra única hermosura es el resplandor de Cristo desde nuestro interior; lo que
Cristo aprecia en nuestro interior es la expresión de Sí mismo—Sal. 50:2; 2 Co.
3:15-18; cfr. Éx. 28:2:
Sal. 50:2—Desde Sion, perfección de la hermosura, / resplandece Dios.
2 Co. 3:15-18—15Y aun hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo está
puesto sobre el corazón de ellos. 16Pero cuando [su][ corazón] se vuelve al Señor, el
velo es quitado. 17Y el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí
hay libertad. 18Mas, nosotros todos, a cara descubierta mirando y reflejando como un
espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma
imagen, como por el Señor Espíritu.
Éx. 28:2—Harás vestiduras santas a Aarón, tu hermano, para gloria y hermosura.
1. “Tus ojos verán al Rey en Su hermosura” (Is. 33:17a); “el Rey deseará tu belleza”
(Sal. 45:11a).
Is. 33:17—Tus ojos verán al Rey en Su hermosura; / contemplarán una tierra que
está muy lejos.
Sal. 45:11—así, el Rey deseará tu belleza. / Ya que Él es tu Señor, / adórale.
2. “Hermosa eres tú, amor mío, como Tirsa, / bella como Jerusalén, / terrible como
ejército con estandartes”—Cnt. 6:4.
B. Que la novia esté preparada significa que está vestida de “lino fino, resplandeciente
y limpio”, lo cual es “las acciones justas de los santos” (Ap. 19:8); este lino fino es la
hermosura de la novia.
Ap. 19:8—Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, resplandeciente y
limpio; porque el lino fino es las acciones justas de los santos.
C. En el día de su boda, a un novio le interesa mucho más la hermosura de su novia
que la habilidad de ella; al Señor Jesús, nuestro Dios, principalmente le interesa Su
propia hermosura expresada por medio de nuestra humanidad; necesitamos ser
embellecidos por Cristo día tras día a fin de que seamos preparados para poder ser
presentados a Él como Su amada novia.
D. Siempre que dedicamos tiempo para contemplar la hermosura del Señor en Su pala-
bra al orar-leer y reflexionar sobre Su palabra (Ef. 6:17-18; Sal. 119:15), Él llega a
ser nuestra hermosura, y nosotros somos embellecidos por Él a fin de que lleguemos
a ser la casa de Su hermosura para que Él también pueda ser embellecido (27:4;
2 Co. 3:18; Is. 60:7b, 9b, 13b, 19b, 21b).
Ef. 6:17-18—17Y recibid el yelmo de la salvación y la espada del Espíritu, el cual es
la palabra de Dios, 18con toda oración y petición orando en todo tiempo en el espíritu,
y para ello velando con toda perseverancia y petición por todos los santos,
Sal. 119:15—Reflexionaré sobre Tus preceptos / y consideraré Tus caminos.
Sal. 27:4—Una cosa he pedido a Jehová; / ésta buscaré: / morar en la casa de Jehová
/ todos los días de mi vida, / para contemplar la hermosura de Jehová / y para
inquirir en Su templo.
2 Co. 3:18—Mas, nosotros todos, a cara descubierta mirando y reflejando como un
espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma
imagen, como por el Señor Espíritu.
Is. 60:7—Todos los rebaños de Cedar serán reunidos para ti; / los carneros de
Nebaiot te ministrarán; / subirán como ofrendas aceptas sobre Mi altar, / y
embelleceré la casa de Mi hermosura.
Is. 60:9—Ciertamente a Mí me esperarán las costas; / y las naves de Tarsis vendrán
primero, / para traer a tus hijos de lejos, / su plata y su oro con ellos, / al nombre de
Jehová tu Dios, / y al Santo de Israel, porque Él te ha embellecido.
Is. 60:13—La gloria del Líbano vendrá a ti, / el abeto, el pino y el boj juntamente, /
para embellecer el lugar de Mi santuario; / y Yo haré glorioso el lugar de Mis pies.
Is. 60:19—El sol nunca más te servirá de luz para el día / ni el resplandor de la luna
te alumbrará, / sino que Jehová te será por luz eterna, / y el Dios tuyo será tu
hermosura.
Is. 60:21—Luego tu pueblo, todos ellos serán justos; / para siempre poseerán la
tierra, / vástago de Mi plantío, / obra de Mis manos, / para que Yo sea embellecido.
E. El lavamiento del agua en la palabra mencionado en Efesios 5:26 trata princi-
palmente con las manchas y las arrugas; las manchas se refieren a algo de la vida
natural, y las arrugas están relacionadas con la vejez; sólo el agua de vida puede
lavarnos metabólicamente de tales defectos por la transformación de vida.
Ef. 5:26—para santificarla, purificándola por el lavamiento del agua en la palabra,
F. Ser santos equivale a ser saturados de Cristo y ser transformados por Cristo, y no
tener defectos equivale a no tener manchas ni arrugas, nada de la vida natural de
nuestro viejo hombre—cfr. Cnt. 4:7.
Cnt. 4:7—Toda tú eres hermosa, amor mío, / y en ti no hay mancha.
G. Además, la iglesia no tendrá “cosa semejante”, lo cual significa que ella no tendrá
“esta o aquella clase de defecto”; Dios conducirá a la iglesia al punto en que nada
podrá ser dicho en contra de ella en ningún sentido—Ef. 5:27.
Ef. 5:27—a fin de presentársela a Sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese
mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin defecto.
IV. Efesios 5:26-27 corresponde con El Cantar de los Cantares 8:13-14; ambos
revelan que el hablar del Señor a nosotros es lo que nos prepara para ser Su
novia gloriosa, quien desea Su segunda venida: “Oh tú que habitas en los huer-
tos, / mis compañeros están pendientes de tu voz; / házmela oír. / Apresúrate,
amado mío, / y sé semejante a la gacela o al cervatillo / sobre los montes de
especias”:
Ef. 5:26-27—26para santificarla, purificándola por el lavamiento del agua en la palabra,
27
a fin de presentársela a Sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni
arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin defecto.
Cnt. 8:13-14—13Oh tú que habitas en los huertos, / mis compañeros están pendientes de
tu voz; / házmela oír. 14Apresúrate, amado mío, / y sé semejante a la gacela o al
cervatillo / sobre los montes de especias.
A. En El Cantar de los Cantares la buscadora que ama a Cristo le pide a Aquel que
mora en los creyentes, Sus huertos, que le haga oír Su voz mientras sus compañeros
están pendientes de Su voz—8:13; cfr. 4:13-16; 5:1; 6:2:
Cnt. 8:13—Oh tú que habitas en los huertos, / mis compañeros están pendientes de
tu voz; / házmela oír.
Cnt. 4:13-16—13Tus renuevos son vergel de granados / con frutas escogidas; / alheña
con nardo, 14/ nardo y azafrán; / cálamo y canela, / con todos los árboles de olíbano; /
mirra y áloes, / con todas las principales especias. 15Fuente de huertos, / pozo de
aguas vivas / y corrientes que fluyen del Líbano. 16¡Despiértate, oh viento del norte; /
y ven, oh viento del sur! / Soplad en mi huerto: / despréndase el aroma de sus
especias; / entre mi amado a su huerto / y coma de sus frutas escogidas.
Cnt. 5:1—Yo he entrado a mi huerto, hermana mía, novia mía; / he recogido mi
mirra con mis especias; / he comido mi panal con mi miel; / he bebido mi vino con mi
leche. / ¡Comed, oh amigos! / ¡Bebed, y bebed profundamente, oh amados!
Cnt. 6:2—Mi amado ha descendido a su huerto, / a las eras de especias, / para comer
en los huertos / y para recoger los lirios.
1. Esto indica que en la obra que nosotros, los que amamos a Cristo, realizamos
para Él, nuestro Amado, necesitamos mantener nuestra comunión con Él, siem-
pre escuchándolo—Lc. 10:38-42.
Lc. 10:38-42—38Aconteció que yendo de camino, entró en una aldea; y una mujer
llamada Marta le recibió en su casa. 39Ésta tenía una hermana que se llamaba
María, la cual, sentándose a los pies del Señor, escuchaba Su palabra. 40Pero
Marta era llevada de acá para allá con muchos quehaceres, y acercándose, dijo:
Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que
también haga su parte. 41Respondiendo el Señor, le dijo: Marta, Marta, afanada y
turbada estás con muchas cosas, 42pero sólo una cosa es necesaria. María, pues,
ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada.
2. Nuestras vidas dependen de las palabras del Señor, y nuestra obra depende de
Sus mandatos (Ap. 2:7; 1 S. 3:9-10; cfr. Is. 50:4-5; Éx. 21:6); sin las palabras del
Señor, no recibiremos ninguna revelación, luz o conocimiento personal de Cristo
como nuestro Rey (Is. 6:1, 5), nuestro Señor (2 Co. 5:14-15), nuestra Cabeza (Col.
2:19) y nuestro Marido (2 Co. 11:2); la vida de los creyentes depende totalmente
del hablar del Señor (Ef. 5:26-27).
Ap. 2:7—El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que
venza, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en el Paraíso de Dios.
1 S. 3:9-10—9Y dijo Elí a Samuel: Ve y acuéstate, y si te llama, dirás: Habla, oh
Jehová; porque Tu siervo escucha. Así se fue Samuel y se acostó en su lugar.
10
Entonces vino Jehová, se le presentó y llamó como las otras veces: ¡Samuel,
Samuel! Y respondió Samuel: Habla, porque Tu siervo escucha.
Is. 50:4-5—4El Señor Jehová me ha dado / lengua de discípulo, / para que sepa
sostener con una palabra al cansado. / Mañana tras mañana me despierta; /
despierta mi oído / para que escuche como discípulo. 5El Señor Jehová me abrió el
oído; / y yo no fui rebelde, / ni me volví atrás.
Éx. 21:6—entonces su amo lo llevará ante Dios y lo llevará a la puerta o al poste
de la puerta, y su amo le horadará la oreja con lezna; y él le servirá para siempre.
Is. 6:1—El año en que murió el rey Uzías, vi yo al Señor sentado sobre un trono
alto y sublime, y la cola de Su manto llenaba el templo.
Is. 6:5—Entonces dije: ¡Ay de mí, porque soy muerto! / Pues soy hombre de labios
inmundos, / y habito en medio de un pueblo de labios inmundos; / mas han visto
mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos.
2 Co. 5:14-15—14Porque el amor de Cristo nos constriñe, habiendo juzgado así:
que uno murió por todos, por consiguiente todos murieron; 15y por todos murió,
para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para Aquel que murió por ellos y
resucitó.
Col. 2:19—y no asiéndose de la Cabeza, en virtud de quien todo el Cuerpo,
recibiendo el rico suministro y siendo entrelazado por medio de las coyunturas y
ligamentos, crece con el crecimiento de Dios.
2 Co. 11:2—Porque os celo con celo de Dios; pues os he desposado con un solo
esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo.
Ef. 5:26-27—26para santificarla, purificándola por el lavamiento del agua en la
palabra, 27a fin de presentársela a Sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese
mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin defecto.
B. En su oración de conclusión a este libro poético, El Cantar de los Cantares, la que
ama a Cristo ora pidiendo que su Amado se apresure a regresar en el poder de Su
resurrección (la gacela o el cervatillo) a fin de establecer Su dulce y hermoso reino
(los montes de especias) que llenará toda la tierra—8:14; Ap. 11:15; Dn. 2:35:
Cnt. 8:14—Apresúrate, amado mío, / y sé semejante a la gacela o al cervatillo / sobre
los montes de especias.
Ap. 11:15—El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que
decían: El reinado sobre el mundo ha pasado a nuestro Señor y a Su Cristo; y Él
reinará por los siglos de los siglos.
Dn. 2:35—Luego fueron desmenuzados, todos a la vez, el hierro, el barro cocido, el
bronce, la plata y el oro, y quedaron como tamo de las eras del verano; y se los llevó
el viento sin que se hallara rastro alguno de ellos. Y la piedra que hirió a la imagen
se hizo un gran monte que llenó toda la tierra.
1. Tal oración presenta la unión y la comunión que existe entre Cristo —el Novio—
y aquellos que lo aman —la novia— en su amor nupcial, del mismo modo en que
la oración de Juan, uno que amaba a Cristo, como palabra de conclusión de las
Santas Escrituras, revela la economía eterna de Dios respecto a Cristo y la
iglesia en Su amor divino—Ap. 22:20.
Ap. 22:20—El que da testimonio de estas cosas dice: Sí, vengo pronto. Amén.
¡Ven, Señor Jesús!
2. “¡Ven, Señor Jesús!” es la última oración que aparece en la Biblia (v. 20); toda la
Biblia concluye con el deseo de que el Señor regrese, el cual es expresado como
oración.
Ap. 22:20—El que da testimonio de estas cosas dice: Sí, vengo pronto. Amén.
¡Ven, Señor Jesús!
Lectura bíblica: Ap. 19:7-9; Mt. 5:20; 6:33; 22:2; 2 Co. 5:21; 1 Jn. 1:7, 9; Ap. 15:3
Ap. 19:7-9—7Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del
Cordero, y Su esposa se ha preparado. 8Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, res-
plandeciente y limpio; porque el lino fino es las acciones justas de los santos. 9Y me dijo: Escribe:
Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Éstas son
palabras verdaderas de Dios.
Mt. 5:20—Porque os digo que si vuestra justicia no supera a la de los escribas y fariseos, no
entraréis en el reino de los cielos.
Mt. 6:33—Mas buscad primeramente Su reino y Su justicia, y todas estas cosas os serán
añadidas.
Mt. 22:2—El reino de los cielos ha venido a ser semejante a un rey que hizo fiesta de bodas para
su hijo;
2 Co. 5:21—Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros viniésemos a
ser justicia de Dios en Él.
1 Jn. 1:7—pero si andamos en luz, como Él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la
sangre de Jesús Su Hijo nos limpia de todo pecado.
1 Jn. 1:9—Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados,
y limpiarnos de toda injusticia.
Ap. 15:3—Y cantan el cántico de Moisés, esclavo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo:
Grandes y maravillosas son Tus obras, Señor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son Tus
caminos, Rey de las naciones.
I. La justicia de Dios es lo que Dios es en Sus acciones con respecto a la equidad
y la justicia—Ap. 15:3; Ro. 1:16b-17a; Jn. 3:16; 1 Jn. 1:9:
Ap. 15:3—Y cantan el cántico de Moisés, esclavo de Dios, y el cántico del Cordero,
diciendo: Grandes y maravillosas son Tus obras, Señor Dios Todopoderoso; justos y
verdaderos son Tus caminos, Rey de las naciones.
Ro. 1:16-17—16Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para
salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego. 17Porque en
el [evangelio] la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: “Mas el
justo por la fe tendrá vida y vivirá”.
Jn. 3:16—Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo unigénito,
para que todo aquel que en Él cree, no perezca, mas tenga vida eterna.
1 Jn. 1:9—Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos nuestros
pecados, y limpiarnos de toda injusticia.
A. Nuestra experiencia de Cristo reposa sobre el cimiento de la justicia de Dios.
B. El cimiento es la justicia de Dios, el cimiento inconmovible del trono de Dios—Sal.
89:14.
Sal. 89:14—La justicia y la equidad son el cimiento de Tu trono; / la benevolencia
amorosa y la verdad van delante de Tu rostro.
II. Hay cuatro aspectos referentes a la definición de la justicia:
A. La justicia consiste en estar bien con las personas, cosas y asuntos delante de Dios
conforme a Sus justos y estrictos requisitos—Mt. 5:20.
Mt. 5:20—Porque os digo que si vuestra justicia no supera a la de los escribas y
fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.
B. La justicia es la expresión externa del Cristo que vive como Espíritu en nosotros—
2 Co. 3:8-9:
2 Co. 3:8-9—8¿cómo no con mayor razón estará en gloria el ministerio del Espíritu?
9
Porque si hay gloria con respecto al ministerio de condenación, mucho más abunda
en gloria el ministerio de la justicia.
1. En esto consiste la justicia como imagen de Dios—Ef. 4:24; Col. 3:10.
Ef. 4:24—y os vistáis del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y
santidad de la realidad.
Col. 3:10—y vestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va
renovando hasta el conocimiento pleno,
2. El ministerio de la justicia es un ministerio de la imagen del Señor—2 Co. 3:9.
2 Co. 3:9—Porque si hay gloria con respecto al ministerio de condenación, mucho
más abunda en gloria el ministerio de la justicia.
C. La justicia es un asunto relacionado con el reino de Dios—Mt. 6:33; Sal. 89:14:
Mt. 6:33—Mas buscad primeramente Su reino y Su justicia, y todas estas cosas os
serán añadidas.
Sal. 89:14—La justicia y la equidad son el cimiento de Tu trono; / la benevolencia
amorosa y la verdad van delante de Tu rostro.
1. El reino de Dios es justicia.
2. La justicia está relacionada con el gobierno, la administración y el reinado de
Dios.
D. La justicia es un asunto relacionado con el hecho de que estemos bien con Dios en
nuestro ser—2 Co. 5:21:
2 Co. 5:21—Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros
viniésemos a ser justicia de Dios en Él.
1. Estar bien con Dios en nuestro ser consiste en tener un ser interior que es
transparente y diáfano como el cristal, esto es, un ser interior que se halla en la
mente y la voluntad de Dios.
2. Esto es un asunto relacionado con el hecho de que somos justicia de Dios en
Cristo—v. 21.
2 Co. 5:21—Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que
nosotros viniésemos a ser justicia de Dios en Él.
III. La justicia está relacionada con los actos, caminos, acciones y actividades
externos de Dios—Ap. 15:3:
Ap. 15:3—Y cantan el cántico de Moisés, esclavo de Dios, y el cántico del Cordero,
diciendo: Grandes y maravillosas son Tus obras, Señor Dios Todopoderoso; justos y
verdaderos son Tus caminos, Rey de las naciones.
A. Todo cuanto Dios hace es justo—Ro. 1:16-17.
Ro. 1:16-17—16Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios
para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego.
17
Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está
escrito: “Mas el justo por la fe tendrá vida y vivirá”.
B. Todo cuanto Dios es en Su equidad y justicia constituye Su justicia.
IV. Dios es justo en la sangre de Jesús Su Hijo—1 Jn. 1:7, 9:
1 Jn. 1:7—pero si andamos en luz, como Él está en luz, tenemos comunión unos con
otros, y la sangre de Jesús Su Hijo nos limpia de todo pecado.
1 Jn. 1:9—Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos nuestros
pecados, y limpiarnos de toda injusticia.
A. Dios es fiel en Su palabra (v. 10) y justo en la sangre de Jesús Su Hijo.
1 Jn. 1:10—Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a Él mentiroso, y Su
palabra no está en nosotros.
B. Su palabra es la palabra de la verdad de Su evangelio (Ef. 1:13), la cual nos dice que
Él perdonará nuestros pecados por causa de Cristo (Hch. 10:43); la sangre de Cristo
ha cumplido Sus justos requisitos para que Él pueda perdonar nuestros pecados (Mt.
26:28).
Ef. 1:13—En Él también vosotros, habiendo oído la palabra de la verdad, el evan-
gelio de vuestra salvación, y en Él habiendo creído, fuisteis sellados con el Espíritu
Santo de la promesa,
Hch. 10:43—De Él dan testimonio todos los profetas, de que por Su nombre, todos
los que en Él creen recibirán perdón de pecados.
Mt. 26:28—porque esto es Mi sangre del pacto, que por muchos es derramada para
perdón de pecados.
C. Perdonarnos consiste en liberarnos de la ofensa de nuestros pecados, mientras que
limpiarnos consiste en lavarnos de la mancha de nuestra injusticia.
V. La justicia está relacionada con el reino de Dios—Ro. 14:17:
Ro. 14:17—porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el
Espíritu Santo.
A. La vida de iglesia es el reino de Dios, y el reino de Dios es justicia.
B. El trono de Dios está establecido con la justicia como cimiento—Sal. 89:14.
Sal. 89:14—La justicia y la equidad son el cimiento de Tu trono; / la benevolencia
amorosa y la verdad van delante de Tu rostro.
C. Donde está la justicia de Dios, allí también está Su reino—Is. 32:1; He. 1:8-9.
Is. 32:1—He aquí, un Rey reinará conforme a la justicia, / y gobernantes gobernarán
según el derecho.
He. 1:8-9—8Mas del Hijo dice: “Tu trono, oh Dios, es por los siglos de los siglos; cetro
de rectitud es el cetro de Tu reino. 9Has amado la justicia, y aborrecido la iniquidad,
por lo cual te ungió Dios, el Dios Tuyo, con óleo de júbilo más que a Tus socios”.
D. En el Antiguo Testamento la justicia a menudo es sinónimo del reino.
E. Donde hay justicia, todo está reunido bajo una cabeza de manera apropiada; esto es
el reino.
F. La justicia primero da por resultado la imagen de Dios, y luego la justicia establece
el reino de Dios:
1. En Romanos 8 tenemos la justicia y la imagen de Dios.
2. En Romanos 14 tenemos la justicia y el reino de Dios.
3. Tanto la imagen como el reino tienen como base la justicia.
G. Afirmar que la justicia morará en los cielos nuevos y en la tierra nueva (2 P. 3:13)
significa que todo estará en orden, reunido bajo una cabeza y regulado:
2 P. 3:13—Pero nosotros esperamos, según Su promesa, cielos nuevos y tierra
nueva, en los cuales mora la justicia.
1. Todo estará gobernado, controlado y sujeto al reinado apropiado, pues el trono de
Dios, el reino, la administración divina, estará allí.
2. El resultado será paz y gozo.
VI. En Apocalipsis 19:7-8 vemos la justicia de la novia:
Ap. 19:7-8—7Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas
del Cordero, y Su esposa se ha preparado. 8Y a ella se le ha concedido que se vista de
lino fino, resplandeciente y limpio; porque el lino fino es las acciones justas de los
santos.
A. Hay dos aspectos en cuanto a Cristo como justicia para los creyentes:
1. El primer aspecto consiste en que Cristo es la justicia de los creyentes a fin de que
sean justificados delante de Dios objetivamente en el momento en que se arre-
pienten para con Dios y creen en Cristo—Ro. 3:24-26; Hch. 13:39; Gá. 3:24b, 27.
Ro. 3:24-26—24siendo justificados gratuitamente por Su gracia, mediante la
redención que es en Cristo Jesús, 25a quien Dios ha presentado como propi-
ciatorio por medio de la fe en Su sangre, para la demostración de Su justicia, a
causa de haber pasado por alto, en Su paciencia, los pecados cometidos
anteriormente, 26con la mira de demostrar Su justicia en este tiempo, a fin de que
Él sea justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús.
Hch. 13:39—y que de todo aquello de que por la ley de Moisés no pudisteis ser
justificados, en Él es justificado todo aquel que cree.
Gá. 3:24—De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a
fin de que fuésemos justificados por la fe.
Gá. 3:27—porque todos los que habéis sido bautizados *en Cristo, de Cristo
estáis revestidos.
2. El segundo aspecto consiste en que Cristo es la justicia que los creyentes
expresan en su vivir como manifestación de Dios, la justicia dada en Cristo a los
creyentes a fin de que sean justificados por Dios subjetivamente—Ro. 4:25; 1 P.
2:24a; Jac. 2:24; Mt. 5:20; Ap. 19:8.
Ro. 4:25—el cual fue entregado por nuestros delitos, y resucitado para nuestra
justificación.
1 P. 2:24—quien llevó Él mismo nuestros pecados en Su cuerpo sobre el madero,
a fin de que nosotros, habiendo muerto a los pecados, vivamos a la justicia; y por
cuya herida fuisteis sanados.
Jac. 2:24—Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no
solamente por la fe.
Mt. 5:20—Porque os digo que si vuestra justicia no supera a la de los escribas y
fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.
Ap. 19:8—Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, resplandeciente y
limpio; porque el lino fino es las acciones justas de los santos.
3. Como nuestra justicia objetiva, Cristo es Aquel en quien somos justificados por
Dios—Ro. 3:24, 28; 4:25; 5:1, 9, 16, 18.
Ro. 3:24—siendo justificados gratuitamente por Su gracia, mediante la
redención que es en Cristo Jesús,
Ro. 3:28—Concluimos, pues, que el hombre es justificado por la fe sin las obras
de la ley.
Ro. 4:25—el cual fue entregado por nuestros delitos, y resucitado para nuestra
justificación.
Ro. 5:1—Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de
nuestro Señor Jesucristo;
Ro. 5:9—Pues mucho más, estando ya justificados en Su sangre, por medio de Él
seremos salvos de la ira.
Ro. 5:16—Y el don gratuito no es como lo sucedido mediante uno solo que pecó;
porque el juicio vino a causa de un solo delito para condenación, pero el don de
gracia vino a causa de muchos delitos para justificación.
Ro. 5:18—Así que, tal como por un solo delito resultó la condenación para todos
los hombres, así también por un solo acto de justicia resultó la justificación de
vida para todos los hombres.
4. Como nuestra justicia subjetiva, Cristo es Aquel que mora en nosotros para
llevar por nosotros una vida que puede ser justificada por Dios y que siempre es
aceptable para Dios—Mt. 5:6, 20.
Mt. 5:6—Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos
serán saciados.
Mt. 5:20—Porque os digo que si vuestra justicia no supera a la de los escribas y
fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.
B. Cristo expresado en el vivir de los santos como su justicia subjetiva llega a ser su
traje de bodas—Ap. 19:8:
Ap. 19:8—Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, resplandeciente y
limpio; porque el lino fino es las acciones justas de los santos.
1. La justicia que recibimos para nuestra salvación es objetiva y nos capacita para
cumplir el requisito del Dios justo, mientras que las acciones justas de los santos
vencedores son subjetivas y los capacitan para cumplir el requisito del Cristo
vencedor—1 Co. 1:30; Fil. 3:9.
1 Co. 1:30—Mas por Él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho
de parte de Dios sabiduría: justicia y santificación y redención;
Fil. 3:9—y ser hallado en Él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley,
sino la que es por medio de la fe en Cristo, la justicia procedente de Dios basada
en la fe;
2. El traje de boda en Mateo 22:11-12 representa al Cristo que manifestamos en
nuestro vivir y que es expresado como nuestra justicia insuperable por medio de
nosotros en nuestro vivir diario—5:20; Ap. 3:4-5, 18.
Mt. 22:11-12—11Y entró el rey para ver a los convidados, y vio allí a un hombre
que no estaba vestido con traje de boda, 12y le dijo: Amigo, ¿cómo entraste aquí
sin tener traje de boda? Mas él enmudeció.
Mt. 5:20—Porque os digo que si vuestra justicia no supera a la de los escribas y
fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.
Ap. 3:4-5—4Pero tienes unas pocas personas en Sardis que no han contaminado
sus vestiduras; y andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas. 5El
que venza será vestido de vestiduras blancas; y nunca borraré su nombre del
libro de la vida, y confesaré su nombre delante de Mi Padre, y delante de Sus
ángeles.
Ap. 3:18—Yo te aconsejo que de Mí compres oro refinado en fuego, para que seas
rico; y vestiduras blancas, para que te vistas y no se manifieste la vergüenza de
tu desnudez; y colirio con que ungir tus ojos, para que veas.
C. La novia del Señor, Su esposa, “se ha preparado. Y a ella se le ha concedido que se
vista de lino fino, resplandeciente y limpio; porque el lino fino es las acciones justas
de los santos”—19:7b-8:
Ap. 19:7-8—7Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las
bodas del Cordero, y Su esposa se ha preparado. 8Y a ella se le ha concedido que se
vista de lino fino, resplandeciente y limpio; porque el lino fino es las acciones justas
de los santos.
1. Apocalipsis 19:8 asocia claramente la vestimenta con la justicia.
Ap. 19:8—Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, resplandeciente y
limpio; porque el lino fino es las acciones justas de los santos.
2. La frase acciones justas en el versículo 8 es plural y puede ser traducida como
“justicias”.
Ap. 19:8—Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, resplandeciente y
limpio; porque el lino fino es las acciones justas de los santos.
3. Las acciones justas no se refieren a Cristo como nuestra justicia, a quien
recibimos para nuestra salvación—1 Co. 1:30.
1 Co. 1:30—Mas por Él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho
de parte de Dios sabiduría: justicia y santificación y redención;
4. El lino fino indica nuestra vida vencedora, nuestro vivir vencedor.
5. El lino fino es el Cristo que es expresado de nuestro ser en nuestro vivir.
D. “Bienaventurados los que son llamados [los santos vencedores] a la cena de las bodas
del Cordero”—Ap. 19:9:
Ap. 19:9—Y me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las
bodas del Cordero. Y me dijo: Éstas son palabras verdaderas de Dios.
1. Aquí la cena de las bodas del Cordero es la fiesta de bodas mencionada en Mateo
22:2.
Mt. 22:2—El reino de los cielos ha venido a ser semejante a un rey que hizo
fiesta de bodas para su hijo;
2. Ser llamados a la cena de las bodas de Cristo equivale a ser bendecidos.
3. Los creyentes vencedores, quienes serán llamados a la cena de las bodas del
Cordero, también serán la novia del Cordero—Ap. 19:7.
Ap. 19:7—Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las
bodas del Cordero, y Su esposa se ha preparado.
armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las estratagemas del diablo. 12Porque no
tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra autoridades, contra los
gobernadores del mundo de estas tinieblas, contra huestes espirituales de maldad en las regiones
celestes. 13Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y
habiendo acabado todo, estar firmes. 14Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y
vestidos con la coraza de justicia, 15y calzados los pies con el firme cimiento del evangelio de la paz,
16
y sobre todo, habiendo tomado el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego
del maligno. 17Y recibid el yelmo de la salvación y la espada del Espíritu, el cual es la palabra de
Dios, 18con toda oración y petición orando en todo tiempo en el espíritu, y para ello velando con toda
perseverancia y petición por todos los santos, 19y por mí, a fin de que al abrir mi boca me sea dada
palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio, 20por el cual soy embajador en
cadenas, para que en ello hable con denuedo, como debo hablar.
I. Efesios 6:10-20 revela que la novia es un guerrero corporativo que combate
contra el enemigo de Dios en pro del reino de Dios:
Ef. 6:10-20—10Por lo demás, fortaleceos en el Señor, y en el poder de Su fuerza. 11Vestíos
de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las estratagemas del
diablo. 12Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra
autoridades, contra los gobernadores del mundo de estas tinieblas, contra huestes espiri-
tuales de maldad en las regiones celestes. 13Por tanto, tomad toda la armadura de Dios,
para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. 14Estad,
pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, 15y
calzados los pies con el firme cimiento del evangelio de la paz, 16y sobre todo, habiendo
tomado el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. 17Y
recibid el yelmo de la salvación y la espada del Espíritu, el cual es la palabra de Dios, 18con
toda oración y petición orando en todo tiempo en el espíritu, y para ello velando con toda
perseverancia y petición por todos los santos, 19y por mí, a fin de que al abrir mi boca me
sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio, 20por el cual soy
embajador en cadenas, para que en ello hable con denuedo, como debo hablar.
A. Cuando aquella que ama a Cristo y es vencedora llega a ser uno con Dios para ser la
morada de Dios, a los ojos de Dios ella es hermosa como Tirsa y bella como Jerusalén;
sin embargo, para el enemigo, ella es terrible como ejército con estandartes—Cnt. 6:4:
Cnt. 6:4—Hermosa eres tú, amor mío, como Tirsa, / bella como Jerusalén, / terrible
como ejército con estandartes.
1. Los estandartes son indicadores de estar preparados para combatir y también son
una señal de que la victoria ya fue ganada; un ejército terrible significa que los
vencedores del Señor aterrorizan al enemigo de Dios, a Satanás.
2. Este ejército libra la batalla en pro del reino de Dios en medio de la degradación
del pueblo de Dios a fin de llegar a ser los vencedores que responden al llamado del
Señor (Ap. 2:7, 11, 17, 26; 3:5, 12, 21); a la postre, los vencedores colectivamente
llegarán a ser una novia que se casa con Cristo (19:7-9); después de su boda, esta
novia llegará a ser un ejército que combate junto con Cristo, su Marido, a fin de
derrotar al anticristo con todos sus seguidores (vs. 11-21).
Ap. 2:7—El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venza,
le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en el Paraíso de Dios.
Ap. 2:11—El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El que venza,
no sufrirá ningún daño de la segunda muerte.
Ap. 2:17—El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venza,
daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita
escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe.
Ap. 2:26—Al que venza y guarde Mis obras hasta el fin, Yo le daré autoridad sobre
las naciones,
Ap. 3:5—El que venza será vestido de vestiduras blancas; y nunca borraré su
nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de Mi Padre, y delante
de Sus ángeles.
Ap. 3:12—Al que venza, Yo lo haré columna en el templo de Mi Dios, y nunca más
saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de Mi Dios, y el nombre de la ciudad de
Mi Dios, la Nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de Mi Dios, y Mi nombre
nuevo.
Ap. 3:21—Al que venza, le daré que se siente conmigo en Mi trono, como Yo
también he vencido, y me he sentado con Mi Padre en Su trono.
Ap. 19:7-9—7Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las
bodas del Cordero, y Su esposa se ha preparado. 8Y a ella se le ha concedido que se
vista de lino fino, resplandeciente y limpio; porque el lino fino es las acciones justas de
los santos. 9Y me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las
bodas del Cordero. Y me dijo: Éstas son palabras verdaderas de Dios.
Ap. 19:11-21—11Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y Aquel
que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y hace guerra.
12
Sus ojos son como llama de fuego, y hay en Su cabeza muchas diademas; y tiene
un nombre escrito que ninguno conoce sino Él mismo. 13Está vestido de una ropa
teñida en sangre; y Su nombre es la Palabra de Dios. 14Y los ejércitos de los cielos,
vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos. 15De Su
boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y Él las pastoreará
con vara de hierro; y Él pisa el lagar del vino del ardor de la ira del Dios
Todopoderoso. 16Y en Su vestidura y en Su muslo tiene escrito este nombre: REY DE
REYES Y SEÑOR DE SEÑORES. 17Y vi a un ángel que estaba de pie en el sol, y
clamó a gran voz, diciendo a todas las aves que vuelan en medio del cielo: Venid, y
congregaos a la gran cena de Dios, 18para que comáis carnes de reyes y de generales,
y carnes de fuertes, carnes de caballos y de sus jinetes, y carnes de todos, libres y
esclavos, pequeños y grandes. 19Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus
ejércitos, reunidos para guerrear contra Aquel que montaba el caballo, y contra Su
ejército. 20Y la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta que había hecho
delante de ella las señales con las cuales había engañado a los que recibieron la
marca de la bestia, y habían adorado su imagen. Estos dos fueron lanzados vivos
dentro del lago de fuego que arde con azufre. 21Y los demás fueron muertos con la
espada que salía de la boca de Aquel que montaba el caballo, y todas las aves se
saciaron de las carnes de ellos.
B. La iglesia como novia es en realidad el hombre corporativo en la intención de Dios,
quien cumplirá el propósito doble de expresar a Dios y darle fin al enemigo de Dios—
Gn. 1:26.
Gn. 1:26—Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a Nuestra imagen, conforme a Nuestra
semejanza; y ejerzan dominio sobre los peces del mar, sobre las aves de los cielos, sobre el
ganado, sobre toda la tierra y sobre todo lo que se arrastra sobre la tierra.
C. No sólo se debe cumplir el propósito eterno de Dios y satisfacer el deseo del corazón de
Cristo, sino que también el enemigo de Dios debe ser derrotado; para esto, la iglesia
debe ser un guerrero.
D. Nuestro andar tiene por finalidad el cumplimiento del propósito de Dios, nuestro vivir
tiene por finalidad la satisfacción de Cristo y nuestra guerra tiene por finalidad la
derrota del enemigo de Dios—Ef. 4:1; 5:2, 8; 6:10-11.
Ef. 4:1—Yo pues, prisionero en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la
vocación con que fuisteis llamados,
Ef. 5:2—Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a Sí mismo por
nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante.
Ef. 5:8—Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad
como hijos de luz
Ef. 6:10-11—10Por lo demás, fortaleceos en el Señor, y en el poder de Su fuerza.
11
Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las
estratagemas del diablo.
II. El testimonio de Jesús durante el milenio es la novia de Cristo: los vencedores
que son los correyes de Cristo—Ap. 19:7-9; 20:4, 6:
Ap. 19:7-9—7Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del
Cordero, y Su esposa se ha preparado. 8Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino,
resplandeciente y limpio; porque el lino fino es las acciones justas de los santos. 9Y me dijo:
Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me
dijo: Éstas son palabras verdaderas de Dios.
Ap. 20:4—Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi
las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, y
de los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en
sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años.
Ap. 20:6—Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la
segunda muerte no tiene autoridad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de
Cristo, y reinarán con Él mil años.
A. El recobro del Señor tiene por finalidad la preparación de la novia de Cristo (19:7-9;
21:2); al final, seremos conformados para ser la Sulamita maravillosa, quien, como
duplicación de Salomón, es la figura más grandiosa y máxima de la Nueva Jerusalén
como complemento, la novia, de Cristo (Cnt. 6:13; Ap. 21:2, 9-10; 22:17a).
Ap. 19:7-9—7Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas
del Cordero, y Su esposa se ha preparado. 8Y a ella se le ha concedido que se vista de
lino fino, resplandeciente y limpio; porque el lino fino es las acciones justas de los
santos. 9Y me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las
bodas del Cordero. Y me dijo: Éstas son palabras verdaderas de Dios.
Ap. 21:2—Y vi la santa ciudad, la Nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios,
dispuesta como una novia ataviada para su marido.
Cnt. 6:13—Vuelve, vuelve, oh Sulamita; / vuelve, vuelve, para que te contemplemos. /
¿Por qué habéis de contemplar a la Sulamita, / como a la danza de dos campamentos?
Ap. 21:2—Y vi la santa ciudad, la Nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios,
dispuesta como una novia ataviada para su marido.
Ap. 21:9-10—9Vino entonces a mí uno de los siete ángeles que tenían las siete copas
llenas de las siete plagas postreras, y habló conmigo, diciendo: Ven acá, yo te mostraré
la desposada, la esposa del Cordero. 10Y me llevó en espíritu a un monte grande y alto,
y me mostró la ciudad santa, Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios,
Ap. 22:17—Y el Espíritu y la novia dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene
sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.
B. La Sulamita es comparada a la danza de dos campamentos, o dos ejércitos (heb.
mahanaim), a los ojos de Dios; después que Jacob vio a los ángeles de Dios, los dos
ejércitos de Dios, él llamó el lugar donde estaba Mahanaim y dividió en “dos ejércitos” a
sus esposas, hijos y posesiones—Cnt. 6:13; Gn. 32:1-10:
Cnt. 6:13—Vuelve, vuelve, oh Sulamita; / vuelve, vuelve, para que te contemplemos. /
¿Por qué habéis de contemplar a la Sulamita, / como a la danza de dos campamentos?
Gn. 32:1-10—1Jacob siguió su camino, y le salieron al encuentro ángeles de Dios. 2Dijo
Jacob cuando los vio: Campamento de Dios es éste; por lo cual llamó el nombre de aquel
lugar Mahanaim. 3Envió Jacob mensajeros delante de sí a su hermano Esaú, a la tierra
de Seir, el campo de Edom. 4Y les mandó diciendo: Así diréis a mi señor Esaú: Así dice tu
siervo Jacob: He peregrinado en casa de Labán, y con él he estado hasta ahora; 5y tengo
bueyes, asnos, rebaños, siervos y siervas; y envío a decirlo a mi señor, para hallar favor
ante tus ojos. 6Los mensajeros volvieron a Jacob, diciendo: Llegamos a tu hermano Esaú,
y él también viene a tu encuentro, y cuatrocientos hombres con él. 7Jacob tuvo entonces
gran temor y se angustió; y dividió en dos campamentos el pueblo que tenía consigo, así
como las ovejas, las vacas y los camellos. 8Y dijo: Si viene Esaú contra un campamento y
lo ataca, el campamento que queda escapará. 9Luego dijo Jacob: ¡Oh Dios de mi padre
Abraham y Dios de mi padre Isaac, oh Jehová, que me dijiste: Vuélvete a tu tierra y a tu
parentela, y Yo te haré bien! 10No soy digno de todas las benevolencias amorosas y de
toda la fidelidad que has mostrado a Tu siervo, porque sólo con mi cayado crucé este
Jordán y ahora he llegado a formar dos campamentos.
1. El significado espiritual de los dos ejércitos es el testimonio prevaleciente de que
somos más que vencedores, “super vencemos”, por medio de Aquel que nos amó, con-
forme al principio rector del Cuerpo de Cristo—Ro. 8:37; 12:5; Dt. 32:30; Ec. 4:9-12.
Ro. 8:37—Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de
Aquel que nos amó.
Ro. 12:5—así nosotros, siendo muchos, somos un solo Cuerpo en Cristo y miembros
cada uno en particular, los unos de los otros.
Dt. 32:30—¿Cómo puede perseguir uno a mil, / y dos hacer huir a diez mil, / si su
Roca no los hubiera vendido, / y Jehová no los hubiera entregado?
Ec. 4:9-12—9Mejor son dos que uno, porque tienen buena recompensa por su
trabajo; 10porque si caen, el uno levantará a su compañero. Pero ¡ay del que cae y no
tiene otro que lo levante! 11Asimismo, si dos se acuestan juntos, se calentarán; mas
¿cómo se calentará uno solo? 12Y si alguno prevalece contra uno, dos le resistirán; y
un cordel de tres hilos no se rompe pronto.
2. Dios no desea a aquellos que son fuertes en sí mismos; Él únicamente desea a los
endebles, los más débiles, las mujeres y los niños; los que serán considerados dignos
de ser vencedores serán los más débiles, que dependen del Señor—1 Co. 1:26-28;
2 Co. 12:9-10; 13:3-5; Cnt. 8:6.
1 Co. 1:26-28—26Pues considerad, hermanos, vuestro llamamiento, que no hay
muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; 27sino que lo
necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo
escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; 28y lo innoble del mundo y lo
menospreciado, lo que no es, escogió Dios para deshacer lo que es,
2 Co. 12:9-10—9Y me ha dicho: Bástate Mi gracia; porque Mi poder se perfecciona
en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades,
para que el poder de Cristo extienda tabernáculo sobre mí. 10Por lo cual, por amor a
Cristo me complazco en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en
persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy poderoso.
2 Co. 13:3-5—3puesto que buscáis una prueba del Cristo que habla en mí, el cual no
es débil para con vosotros, sino que es poderoso en vosotros. 4Porque ciertamente
fue crucificado en debilidad, pero vive por el poder de Dios. Pues en verdad nosotros
somos débiles en Él, pero viviremos con Él por el poder de Dios para con vosotros.
5
Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no
os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis
reprobados?
Cnt. 8:6—Ponme como un sello sobre tu corazón, / como un sello sobre tu brazo; /
porque fuerte como la muerte es el amor, / cruel como el Seol son los celos; / sus
destellos, destellos de fuego, / llama de Jehová.
3. Dios necesita un pueblo que sea uno con Él, un pueblo que sea sumiso a Él, repre-
sentado por la cabellera recogida en trenzas (1:11), y que lo obedezca con una
voluntad flexible, representada por el cuello con collares de joyas (v. 10).
Cnt. 1:11—Te haremos trenzas de oro / con tachones de plata.
Cnt. 1:10—Bellas son tus mejillas con adornos de trenzas, / tu cuello con collares de
joyas.
4. Cuando consideramos cómo alcanzar la cumbre más elevada de la revelación divina,
no deberíamos confiar en nosotros mismos, sino depender del Señor como amor,
poder y misericordia para que nos haga vasos de misericordia, honra y gloria—Ro.
9:16, 21-23.
Ro. 9:16—Así que no es del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene
misericordia.
Ro. 9:21-23—21¿O no tiene autoridad el alfarero sobre el barro, para hacer de la
misma masa un vaso para honra y otro para deshonra? 22¿Y qué, si Dios, queriendo
mostrar Su ira y dar a conocer Su poder, soportó con mucha longanimidad los vasos
de ira preparados para destrucción, 23para dar a conocer las riquezas de Su gloria
sobre los vasos de misericordia, que Él preparó de antemano para gloria,
III. La guerra espiritual es necesaria porque la voluntad de Satanás está en conflicto
con la voluntad de Dios—Ef. 1:5, 9, 11; Mt. 6:10:
Ef. 1:5—predestinándonos para filiación por medio de Jesucristo para Sí mismo, según el
beneplácito de Su voluntad,
Ef. 1:9—dándonos a conocer el misterio de Su voluntad, según Su beneplácito, el cual se
había propuesto en Sí mismo,
Ef. 1:11—en quien también fuimos designados como herencia, habiendo sido predestinados
conforme al propósito del que hace todas las cosas según el consejo de Su voluntad,
Mt. 6:10—Venga Tu reino. Hágase Tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.
A. Además de la intención de Dios, la voluntad de Dios, hay una segunda intención, una
segunda voluntad, pues la voluntad satánica se opone a la voluntad divina—Is.
14:12-14.
Is. 14:12-14—12¡Cómo has caído del cielo, / oh Lucero de la mañana, hijo de la aurora! /
¡Cómo has sido derribado a tierra, / tú que hacías caer postradas a las naciones! 13Pero
tú dijiste en tu corazón: / Subiré al cielo; / por encima de las estrellas de Dios / exaltaré
mi trono. / Y en el monte de la asamblea me sentaré, / en lo extremo del norte. 14Subiré
sobre las alturas de las nubes; / me haré semejante al Altísimo.
B. Toda guerra tiene su fuente en el conflicto entre la voluntad de Satanás y la voluntad
de Dios.
C. La guerra espiritual es la guerra entre el reino de Dios y el reino de Satanás; a fin
de que el reino de los cielos sea establecido, es necesario el combate espiritual—Mt.
12:26, 28; Ap. 12:11.
Mt. 12:26—Y si Satanás echa fuera a Satanás, contra sí mismo está dividido; ¿cómo,
pues, quedará en pie su reino?
Mt. 12:28—Pero si Yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, entonces ha
llegado a vosotros el reino de Dios.
Ap. 12:11—Y ellos le han vencido por causa de la sangre del Cordero y de la palabra
del testimonio de ellos, y no amaron la vida de su alma, hasta la muerte.
D. Andamos conforme a la verdad y por la gracia, vivimos en amor y luz, y combatimos
para subyugar la voluntad satánica—Ef. 4:1; 5:2, 8; 6:12.
Ef. 4:1—Yo pues, prisionero en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la
vocación con que fuisteis llamados,
Ef. 5:2—Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a Sí mismo por
nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante.
Ef. 5:8—Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad
como hijos de luz
Ef. 6:12—Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados,
contra autoridades, contra los gobernadores del mundo de estas tinieblas, contra
huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.
IV. Para darle fin al enemigo de Dios, necesitamos ser fortalecidos con la grandeza
del poder que levantó a Cristo de los muertos y lo sentó en los lugares celestiales,
por encima de todos los espíritus malignos en el aire—v. 10; 1:19-22:
Ef. 6:10—Por lo demás, fortaleceos en el Señor, y en el poder de Su fuerza.
Ef. 1:19-22—19y cuál la supereminente grandeza de Su poder para con nosotros los que
creemos, según la operación del poder de Su fuerza, 20que hizo operar en Cristo,
resucitándole de los muertos y sentándole a Su diestra en los lugares celestiales, 21por
encima de todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se
nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero; 22y sometió todas las cosas bajo
Sus pies, y lo dio por Cabeza sobre todas las cosas a la iglesia,
A. El hecho de que necesitamos ser fortalecidos con poder en el Señor indica que en
nosotros mismos no podemos combatir la guerra espiritual contra Satanás y su reino
maligno; sólo podemos combatir en el Señor y en el poder de Su fuerza.
B. El encargo de ser fortalecidos con poder implica la necesidad de ejercitar nuestra volun-
tad; si hemos de ser fortalecidos con poder para la guerra espiritual, nuestra voluntad
debe ser fuerte y estar ejercitada—Cnt. 4:4; 7:4.
Cnt. 4:4—Tu cuello es como la torre de David, / edificada para armería: / mil broqueles
están colgados en ella, / todos escudos de hombres valientes.
Cnt. 7:4—Tu cuello es como torre de marfil; / tus ojos, como los estanques de Hesbón /
junto a la puerta de Bat-rabim; / tu nariz, como la torre del Líbano, / que mira hacia
Damasco.
V. La guerra entre la iglesia y Satanás es una batalla entre nosotros que amamos al
Señor y estamos en Su iglesia, y los poderes malignos en las regiones celestes—
Ef. 6:12:
Ef. 6:12—Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra
autoridades, contra los gobernadores del mundo de estas tinieblas, contra huestes
espirituales de maldad en las regiones celestes.
A. Los principados, las autoridades y los gobernadores del mundo de estas tinieblas son
los ángeles rebeldes, los cuales siguieron a Satanás en su rebelión contra Dios y ahora
gobiernan en las regiones celestes sobre las naciones del mundo—Col. 1:13; Dn. 10:20.
Col. 1:13—el cual nos ha librado de la autoridad de las tinieblas, y trasladado al reino
del Hijo de Su amor,
Dn. 10:20—Entonces dijo: ¿Sabes por qué he venido a ti? Y ahora volveré a combatir
contra el príncipe de Persia; yo salgo, y he aquí que el príncipe de Javán está por venir.
B. Necesitamos comprender que nuestra guerra no es contra seres humanos, sino contra
los espíritus malignos, los poderes espirituales en las regiones celestes.
VI. La guerra espiritual no es un asunto individual, sino un asunto relacionado con
el hecho de que la novia de Cristo sea un guerrero corporativo—Ef. 6:13:
Ef. 6:13—Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día
malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.
A. La iglesia es un guerrero corporativo, y los creyentes juntamente conforman este
guerrero corporativo; después que hayamos sido formados corporativamente en un
ejército, podremos combatir contra el enemigo de Dios.
B. La estrategia de Dios es usar a la iglesia como Su ejército para combatir contra el
enemigo; la estrategia de Satanás es aislarnos de la iglesia como ejército de Dios.
C. Toda la armadura de Dios es para el Cuerpo, no para individuos; únicamente el
guerrero corporativo puede vestirse de toda la armadura de Dios.
VII. Para combatir la guerra espiritual necesitamos vestirnos de toda la armadura de
Dios—v. 11:
Ef. 6:11—Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las
estratagemas del diablo.
A. Dios en Cristo como realidad en nuestro vivir es el cinto que fortalece todo nuestro ser
para la guerra espiritual—v. 14a.
Ef. 6:14—Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la
coraza de justicia,
B. La coraza de justicia que cubre nuestra conciencia y nos guarda de las acusaciones de
Satanás es Cristo mismo como nuestra justicia—v. 14b; 1 Co. 1:30.
Ef. 6:14—Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la
coraza de justicia,
1 Co. 1:30—Mas por Él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho de
parte de Dios sabiduría: justicia y santificación y redención;
C. Cristo es la paz para que seamos uno con Dios y con los santos; esta paz es el firme
cimiento que nos capacita para estar firmes contra el enemigo—Ef. 2:15; 6:15.
Ef. 2:15—aboliendo en Su carne la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas,
para crear en Sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz,
Ef. 6:15—y calzados los pies con el firme cimiento del evangelio de la paz,
D. La fe es un escudo contra los dardos de fuego del enemigo; Cristo es el Autor y Per-
feccionador de tal fe—v. 16; He. 12:2.
Ef. 6:16—y sobre todo, habiendo tomado el escudo de la fe, con que podáis apagar todos
los dardos de fuego del maligno.
He. 12:2—puestos los ojos en Jesús, el Autor y Perfeccionador de nuestra fe, el cual por
el gozo puesto delante de Él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la
diestra del trono de Dios.
E. El yelmo de la salvación que cubre nuestra mente es el Cristo salvador a quien
experimentamos en nuestra vida diaria—Ef. 6:17a; Jn. 16:33.
Ef. 6:17—Y recibid el yelmo de la salvación y la espada del Espíritu, el cual es la
palabra de Dios,
Jn. 16:33—Estas cosas os he hablado para que en Mí tengáis paz. En el mundo
tendréis aflicción; pero tened valor, Yo he vencido al mundo.
F. La espada del Espíritu, cuyo Espíritu es la Palabra de Dios, es nuestra arma ofensiva
con la cual despedazamos al enemigo—Ef. 6:17b.
Ef. 6:17—Y recibid el yelmo de la salvación y la espada del Espíritu, el cual es la
palabra de Dios,
G. La oración es el medio único, crucial y vital por el cual aplicamos toda la armadura
de Dios, lo cual hace que cada ítem de la armadura esté disponible para nosotros de
manera práctica—v. 18.
Ef. 6:18—con toda oración y petición orando en todo tiempo en el espíritu, y para ello
velando con toda perseverancia y petición por todos los santos,
VIII. Al vestirnos de toda la armadura de Dios, podemos estar firmes contra las
estratagemas, los planes malignos, del diablo—vs. 11, 13-14:
Ef. 6:11—Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las
estratagemas del diablo.
Ef. 6:13-14—13Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el
día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. 14Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros
lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia,
A. Sentarnos con Cristo equivale a participar en todo lo que ha realizado, andar en Su
Cuerpo equivale a cumplir el propósito eterno de Dios, y estar firmes en Su poder
equivale a combatir contra el enemigo de Dios—2:6; 4:1; 5:2, 8; 6:11, 13-14.
Ef. 2:6—y juntamente con Él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares
celestiales en Cristo Jesús,
Ef. 4:1—Yo pues, prisionero en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la
vocación con que fuisteis llamados,
Ef. 5:2—Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a Sí mismo por
nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante.
Ef. 5:8—Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad
como hijos de luz
Ef. 6:11—Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las
estratagemas del diablo.
Ef. 6:13-14—13Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en
el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. 14Estad, pues, firmes, ceñidos
vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia,
B. Al combatir contra el enemigo, lo más importante es estar firmes; habiendo acabado
todo, necesitamos estar firmes hasta el final.
IX. Todos necesitamos ver que en el recobro del Señor hoy en día estamos en un
campo de batalla; debemos cooperar con el Señor para combatir contra las
huestes aéreas de Satanás a fin de que podamos ganar más de Cristo con miras a
la edificación del Cuerpo de Cristo y la preparación de la novia de Cristo, con lo
cual establecemos y propagamos el reino de Dios de modo que Cristo pueda
regresar a heredar la tierra.