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Ensayo Critico - Final

La pandemia de COVID-19 ha deteriorado significativamente la salud mental de los adolescentes en Lima, evidenciado por un aumento en los síntomas de ansiedad y depresión, así como un bajo rendimiento académico. El aislamiento social y la alteración de rutinas han exacerbado problemas emocionales, especialmente en aquellos con menos recursos de apoyo. Es crucial implementar políticas y programas que prioricen la salud mental de los jóvenes y aborden las desigualdades en el acceso a servicios de salud mental.
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Ensayo Critico - Final

La pandemia de COVID-19 ha deteriorado significativamente la salud mental de los adolescentes en Lima, evidenciado por un aumento en los síntomas de ansiedad y depresión, así como un bajo rendimiento académico. El aislamiento social y la alteración de rutinas han exacerbado problemas emocionales, especialmente en aquellos con menos recursos de apoyo. Es crucial implementar políticas y programas que prioricen la salud mental de los jóvenes y aborden las desigualdades en el acceso a servicios de salud mental.
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Deterioro de la salud mental en adolescentes limeños durante

la pandemia de COVID-19

AUTORES:

Aliaga Canahuire, Angely Zayuri (orcid.org/0009-0004-5001-4993) 100%


Guerra Lima, Fiorella Consuelo (orcid.org/0009-0007-0988-1843) 100%
Galarza Santos, Shayla Sofia ( https://orcid.org/0000-0003-2943-9693) 50%
Romo Rios, Valeria (orcid.org/0009-0008-8262-5544) 100%
Valderrama Peceros, Kiara Nicoll (orcid.org/0009-0002-8747-5772) 100%

ASESOR:

Mg. Albuquerque Gutiérrez Jack Antony

OBJETIVO DE DESARROLLO SOSTENIBLE:

Educación de calidad

LÍNEA DE INVESTIGACIÓN:

Salud Mental

LÍNEA DE RESPONSABILIDAD SOCIAL UNIVERSITARIA:

Apoyo a la reducción de brechas y carencias en la educación en todos sus niveles

LIMA - PERÚ

2025
ÍNDICE

I. INTRODUCCIÓN..............................................................................................................3
II. ARGUMENTACIÓN..........................................................................................................5
III. CONCLUSIÓN..................................................................................................................9
REFERENCIAS......................................................................................................................10

2
I. INTRODUCCIÓN

Durante la pandemia, se evidenció que la salud mental en adolescentes limeños se


vio seriamente afectada. Según un estudio epidemiológico realizado por el Ministerio
de Salud del Perú y el fondo de las naciones unidas para la infancia (UNICEF,
2020), nos señala que el 36% de los niños y adolescentes a nivel nacional se
encontraban en riesgo de desarrollar problemas de salud mental, mientras que otra
investigación que se llevó a cabo por parte del Instituto Nacional de Salud Mental
Honorio Delgado en el 2021, el 40% de los adolescentes ya empezaban a presentar
diversos síntomas de trastornos como la depresión y ansiedad, todo esto debido al
cambio de rutina, el aislamiento social, la incertidumbre, la pérdida de seres
queridos. Ambas cifras sólo muestran el gran impacto que tuvo la pandemia del
COVID-19 en el desarrollo emocional y psicológico de miles de adolescentes.

Inicialmente, el confinamiento se consideró una medida necesaria, incluso un


respiro del ritmo frenético de la vida. Pero para muchos adolescentes limeños, la
cuarentena significó un cambio radical e imprevisto en sus vidas. De pronto, se
acabaron las reuniones con amigos, las actividades de ocio, las clases presenciales
y las pequeñas rutinas que les daban seguridad. En su lugar, prevaleció el
aislamiento, la dependencia de las pantallas para socializar y una constante
sensación de ansiedad. Según el Ministerio de Salud del Perú (2021), el 29.6% de
los adolescentes entre 12 y 17 años se expusieron al riesgo de tener problemas de
salud mental o emocional durante el encierro. Más allá de los números, esto
significa que muchísimos jóvenes sufrieron tristeza, cambios de humor repentinos,
ideas negativas, y muchas veces no sabían a quién contárselo o dónde buscar
ayuda.

Actualmente, las consecuencias saltan a la vista: los estudios muestran que el bajón
en la salud mental se refleja en el desempeño académico, el aislamiento, más
conflictos familiares en casa y una alarmante costumbre de ver el malestar
emocional como algo normal (Muñoz et al., 2024). En consecuencia, el problema no
desapareció cuando volvimos a las aulas: continuó de forma silenciosa.

3
Este ensayo busca analizar cómo la pandemia del COVID-19 ha impactado la salud
mental de los jóvenes en Lima Metropolitana. Se tomarán en cuenta los impactos
emocionales, sociales y académicos que aún se experimentan tras la emergencia
sanitaria. Este fenómeno ha afectado el desarrollo de muchos jóvenes y revela los
retos que todavía necesitamos superar para alcanzar metas como lo es el Objetivo
de Desarrollo Sostenible número 3 que tiene como meta “garantizar una vida sana y
promover el bienestar para todas las personas, sin importar su género”.

El primer objetivo es identificar los factores sociales y familiares que influyen en la


salud mental de los adolescentes durante el tiempo de confinamiento.

El segundo objetivo es estudiar las consecuencias más evidentes de este problema,


como el bajo rendimiento escolar, la falta de interacción social, los problemas en la
familia y el aumento de comportamientos arriesgados. Esto nos ayudará a
comprender mejor cómo influye el crecimiento personal y social de los adolescentes
hoy en día.

Por ello, es importante crear conciencia sobre la ética y los valores humanos frente
a este problema. Las consecuencias no fueron solo por un tiempo, sino que
continúan impactando profundamente el bienestar psicológico de esta población.
Los jóvenes vivieron un cambio drástico en su forma de vida, lo que ha llevado a un
deterioro en su salud mental, mostrando un aumento en los casos de ansiedad,
estrés y depresión. Es fundamental impulsar la investigación sobre este tema y
asegurar que las autoridades implementen estrategias efectivas en los ámbitos
educativo y comunitario, creando entornos seguros y de apoyo emocional. De igual
forma se debe crear una sociedad más involucrada, donde se hable abiertamente
sobre la salud mental.

4
II. ARGUMENTACIÓN

El prolongado aislamiento social y la alteración de la rutina diaria durante la


pandemia fueron factores cruciales en el deterioro de la salud mental de los
adolescentes. Este aislamiento no se limitó a la imposibilidad de ver amigos o salir;
implicó también la pérdida de espacios seguros de interacción social, recreación y
apoyo emocional, incluyendo escuelas, parques e incluso las aulas virtuales, que
con el tiempo dejaron de ser efectivas para muchos. La ausencia de interacción
directa con sus pares impactó negativamente en el sentido de pertenencia e
identidad social de muchos adolescentes. Tal como indican Chambilla et al. (2022),
el aislamiento provocado por la pandemia de COVID-19 tuvo un impacto
considerable en el bienestar emocional de los adolescentes, incrementando los
niveles de ansiedad, estrés y depresión, sobre todo en aquellos con menos recursos
de apoyo familiar y escolar (p. 5). La pandemia afectó de manera desigual a los
adolescentes, aquellos en situaciones desfavorables, como la violencia doméstica,
la pobreza o la falta de acceso a internet, sufrieron las consecuencias más severas.
La incapacidad de muchas familias para ofrecer apoyo emocional adecuado agravó
el aislamiento.

Otro aspecto alarmante del impacto de la pandemia en la salud mental de los


adolescentes es su efecto directo en el rendimiento académico. Durante el
confinamiento, muchos estudiantes tuvieron problemas para adaptarse a la
educación virtual, no solo por la falta de recursos tecnológicos, sino también debido
a los efectos emocionales que afectaron su concentración, motivación y compromiso
con el aprendizaje.

La ansiedad y la depresión disminuyeron notablemente su capacidad para organizar


su tiempo, participar en clases virtuales y cumplir con sus tareas. Un estudio llevado
a cabo por Cañón et al. (2021) reveló que el 92% de los adolescentes encuestados
manifestó preocupación por su rendimiento académico durante la cuarentena y el
62,5% admitió sentir nerviosismo por no comprender lo que se explicaba en clase
(p. 5). Estos datos evidencian que el entorno educativo, al ser afectado por la
pandemia, se transformó en una fuente adicional de estrés para los estudiantes.

5
Además, se pone de manifiesto que el aprendizaje dejó de ser una prioridad para
muchos jóvenes que lidiaban con situaciones de angustia o duelo en sus hogares, o
que simplemente no hallaban sentido en su rutina educativa en medio de la
incertidumbre. En contextos más graves, esta realidad llevó al abandono escolar o a
una notable disminución en el rendimiento académico, incluso entre aquellos
estudiantes que anteriormente tenían buenos antecedentes en sus estudios.

Este factor influyó en el deterioro emocional, ya que generó en los adolescentes


sentimientos de frustración, desesperación y estrés. En gran parte, esto se debió al
cambio brusco hacia las clases a distancia, lo cual dificultó el proceso de
aprendizaje y la adaptación al nuevo entorno educativo. Según Tirado et al. (2021),
la transición a la educación virtual en Perú tuvo un impacto significativo en la salud
mental de niños y adolescentes, incrementando los niveles de ansiedad y estrés
debido a los obstáculos en la comprensión de contenidos y la falta de interacción
directa (p.17). Dando a ver que no todos tuvieron la facilidad de adaptarse a este
nuevo modelo de aprendizaje

El entorno familiar también tuvo un papel fundamental en el deterioro de la salud


mental durante la pandemia de COVID-19. El confinamiento, la incertidumbre
económica y el estrés acumulado en los hogares crearon un ambiente desfavorable
incrementando las tensiones, discusiones y comportamientos de maltrato. Para
muchos adolescentes, el hogar, que debería ser un lugar de apoyo, se transformó
en una fuente de ansiedad constante. Tal como señala Álvarez et al. (2022) “la falta
de estabilidad emocional en el entorno familiar durante el confinamiento expuso a
miles de adolescentes a situaciones de violencia o abandono emocional que
deterioraron su salud mental y su desarrollo psicosocial” (p. 28). Esta afirmación
destaca cómo el desgaste emocional de los adultos se transmitió a los jóvenes,
quienes, al carecer de redes de apoyo externas, se vieron forzados a enfrentar la
situación en soledad. La ausencia de espacios seguros para expresar sus
emociones y de acompañamiento profesional adecuado llevó a que muchos
adolescentes normalizaran el malestar psicológico.

La pandemia del COVID-19 no sólo tuvo efectos inmediatos en la salud mental de


los adolescentes, sino que también dejó secuelas emocionales que continúan a
largo plazo. El encierro, la pérdida de seres queridos, la interrupción de las rutinas

6
diarias y la constante incertidumbre fueron factores que provocaron o empeoraron
trastornos emocionales como la ansiedad y la depresión. En muchos casos, estos
síntomas no recibieron la atención adecuada debido a las limitaciones en el acceso
a servicios de salud mental durante la crisis sanitaria. Asimismo, Londoño y Jiménez
(2021) resaltan que los jóvenes experimentaron un incremento continuo de síntomas
de ansiedad y depresión, cuyos efectos podrían persistir incluso después de la fase
más crítica de la pandemia, lo que demuestra la necesidad de intervenciones
psicológicas específicas. La persistencia de estos efectos emocionales indica que la
salud mental de los adolescentes debe ser prioritaria en las políticas públicas y los
sistemas de salud. Se requiere la implementación de programas de seguimiento,
apoyo psicológico y estrategias de prevención para lograr no solo la recuperación
emocional, sino también el desarrollo de habilidades para afrontar futuros eventos
adversos.

La interrupción de rutinas, el aislamiento social y la incertidumbre aumentaron


significativamente los niveles de tristeza y angustia en este grupo poblacional.
Según Gómez et al. (2021), el 45.6% sienten la aparición o incremento de síntomas
ansiosos y el 36.8%, síntomas depresivos (p. 219). Esta cifra evidencia cómo el
encierro y la falta de interacción social afectaron directamente el estado emocional
de los adolescentes, al punto de incrementar la aparición de síntomas relacionados
con trastornos.

Se evidencia como el confinamiento obligatorio intensificó el malestar psicológico en


niños y adolescentes, generando una carga emocional que afectó seriamente su
salud mental durante la pandemia. En un estudio Álvarez et al. (2022), hallaron que
los niños (as) y adolescentes en confinamiento experimentaron un mayor estrés
psicológico que los no confinados, asimismo los sentimientos más comúnmente
experimentados fueron preocupación (68.5%), desesperanza (66.1%) y miedo
(61.9%) bajo la cuarentena (p. 23). Estos sentimientos no solo fueron reacciones
momentáneas, sino indicadores de un deterioro emocional que podría dejar
secuelas a largo plazo si no se interviene adecuadamente.

Además, las redes sociales tuvieron un gran impacto durante la cuarentena. Para
muchos adolescentes, fueron un alivio, ya que les ofrecían distracción y compañía

7
en momentos de soledad. Sin embargo, no todo fue positivo, ya que en algunos
jóvenes generan inseguridades que, con el tiempo, se transformaron en ansiedad o
tristeza. Según UNICEF (2020) y Huamani (2022) se observó que el uso de las
redes aumentó considerablemente durante la pandemia, ya que facilitaron la
interacción y el aprendizaje virtual. Sin embargo, su uso excesivo y sin control
puede afectar negativamente la salud mental, generando consecuencias a nivel
biológico, psicológico y social (p.755). Si bien las redes sociales facilitaron la
comunicación en tiempos de aislamiento, también causaron efectos negativos en la
salud mental cuando su uso fue excesivo y sin control.

Por otro lado, la pandemia también ha influido negativamente en el mantenimiento


de hábitos alimentarios saludables. Castro (2021) señala que, como consecuencia
de la pandemia del Covid-19, se ha evidenciado un incremento en el nivel de
ansiedad que se vio relacionada con conductas de sobrealimentación,
especialmente los atracones. Los hábitos saludables de los estudiantes
universitarios suelen ser poco saludables, caracterizado por la repetición de
alimentos y elecciones poco equilibradas en la dieta (p .1). Esto puede generar un
círculo negativo que afecta tanto al cuerpo como a la mente. Por ello es fundamental
que se promueva estrategias que no solo fomenten una alimentación saludable, sino
que también ofrezcan apoyo emocional para atender las secuelas que dejó la
pandemia del covid-19 en la salud mental de los adolescentes.

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III. CONCLUSIÓN

Según los datos recopilados, se concluye que la población más afectada ha sido la
de los adolescentes durante la pandemia del covid-19. Se caracterizó por drásticos
cambios físicos, emocionales y sociales, y dicha etapa se vio profundamente
alterada por el confinamiento, la suspensión de clases presenciales y la falta de
contacto con sus familiares; todo esto provocó una alteración en sus rutinas diarias.

Diversas investigaciones resaltaron aspectos como el estrés, la ansiedad y el bajo


rendimiento académico. Sin embargo, también se observó cierta diversidad de
respuesta en los adolescentes, ya que mientras algunos mejoraron sus hábitos
alimenticios, otros presentaron un manejo inadecuado de su alimentación. Estos
cambios influyeron directamente en su vida cotidiana, tanto en el ámbito familiar
como social.

Los efectos psicológicos de la pandemia son duraderos y siguen influyendo en la


vida diaria de los adolescentes. La pérdida de conexiones sociales, la presión
académica y la inestabilidad emocional persistente afectan su bienestar. Por ello, se
necesitan medidas continuas que refuercen el apoyo psicoemocional en la escuela,
la familia y los servicios de salud, fomentando la resiliencia y las habilidades para
afrontar las dificultades en los jóvenes.

Finalmente, se pudo apreciar que la pandemia, además de sus consecuencias


directas, puso de manifiesto las grandes desigualdades en el acceso a la salud
mental en Perú. Esta situación crítica reveló la necesidad apremiante de mejorar los
sistemas de prevención, tratamiento y apoyo emocional, con una estrategia que
involucre a diferentes sectores y considere las necesidades de los jóvenes. Por lo
tanto, es esencial que lo aprendido durante la pandemia se convierta en un
compromiso continuo del gobierno y la sociedad civil para crear entornos que
protejan el bienestar psicosocial de los jóvenes, no solo en situaciones de
emergencia sanitaria, sino como parte de una política de salud integral y
permanente.

9
10
REFERENCIAS

Álvarez, M., Arias, P., Morón, G., Ramírez, R., Cayo, J. y Pomalima, R. (2022).
Impacto en la salud mental de los niños y adolescentes de Lima
Metropolitana en el contexto de la COVID-19. Revista Psicológica Herediana,
15(1), 21–34. https://doi.org/10.20453/rph.v15i1.4301
Chambilla, H. Y., Coayla, L., Silvera, H., y Astete, E. J. (2022). Impacto del
confinamiento por la COVID 19 en el estado emocional de los adolescentes.
Ciencia Latina Revista Científica Multidisciplinar, 6(3), 2748-2767.
https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v6i3.2416
Cañón, S., Agudelo, A., Pérez, J., Diaz, C., Sánchez, L. y Rodríguez, K. (2022).
Estrés escolar en la cuarentena por COVID-19 en adolescentes y sus
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Castro, A., Cordova, E., Reyas, N. y Galindo, E. (2021). Asociación entre el estado
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universidad peruana [Tesis de bachiller, Universidad Peruana de Ciencias
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Muñoz del Carpio, A., Alvarez, L., Sanchez, C., Guilléni, M., Zegarra, J., N Candia,
M., De La Fuente, M., Apaza, R., De La Fuente, M., Cari, M., Zapana, R.,
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