El Espíritu Santo mantiene la unidad de la Iglesia para que cumpla su propósito. Actúa individualmente en cada creyente y también sobre la Iglesia como un cuerpo, uniendo a los creyentes entre sí y con Cristo. Los bautizados son incorporados al cuerpo de la Iglesia. La Biblia, inspirada por el Espíritu, fortalece también la unidad al guiar a los creyentes a la verdad. Los primeros cristianos después de Pentecostés permanecían unidos en doctrina, comunión, oración y