Antología poética de Miguel Hernández Por: Marc Barrachina Nadal Ricard Martí Juanola Eric Pérez Ibáñez Sheng Jun Ye Cheng
La cebolla es escarcha  cerrada y pobre:  escarcha de tus días  y de mis noches.  Hambre y cebolla:  hielo negro y escarcha  grande y redonda.  En la cuna del hambre  mi niño estaba.  Con sangre de cebolla  se amamantaba.  Pero tu sangre,  escarchada de azúcar,  cebolla y hambre.  Una mujer morena,  resuelta en luna,  se derrama hilo a hilo  sobre la cuna.  Ríete, niño,  que te tragas la luna  cuando es preciso.  Alondra de mi casa,  ríete mucho.  Es tu risa en los ojos  la luz del mundo.  Ríete tanto  que en el alma al oírte,  bata el espacio. Tu risa me hace libre,  me pone alas.  Soledades me quita,  cárcel me arranca.  Boca que vuela,  corazón que en tus labios  relampaguea.  Es tu risa la espada  más victoriosa.  Vencedor de las flores  y las alondras.  Rival del sol.  Porvenir de mis huesos  y de mi amor.  La carne aleteante,  súbito el párpado,  el vivir como nunca  coloreado.  ¡Cuánto jilguero  se remonta, aletea,  desde tu cuerpo!  Desperté de ser niño.  Nunca despiertes.  Triste llevo la boca.  Ríete siempre.  Siempre en la cuna,  defendiendo la risa  pluma por pluma.  Ser de vuelo tan alto,  tan extendido,  que tu carne parece  cielo cernido.  ¡Si yo pudiera  remontarme al origen  de tu carrera!  Al octavo mes ríes  con cinco azahares.  Con cinco diminutas  ferocidades.  Con cinco dientes  como cinco jazmines  adolescentes.  Frontera de los besos  serán mañana,  cuando en la dentadura  sientas un arma.  Sientas un fuego  correr dientes abajo  buscando el centro.  Vuela niño en la doble  luna del pecho.  Él, triste de cebolla.  Tú, satisfecho.  No te derrumbes.  No sepas lo que pasa  ni lo que ocurre.  Nanas de la cebolla  Es un canción de cuna  dedicada a su segundo hijo de ocho meses.  Está triste, pero  cuando piensa en él está contento y le hace sentir libre dentro de la prisión. Comentarios:
El lecho, aquella hierba de ayer y de mañana: e s te lienzo de ahora sobre madera aún verde, flota como la tierra, se sume en la besana donde el deseo encuentra los ojos y los pierde. Pasar por unos ojos como por un desierto: como por dos ciudades que ni un amor contienen. Mirada que va y vuelve sin haber descubierto el corazón a nadie, que todos la enarenen. Mis ojos encontraron en un rincón los tuyos. Se descubrieron mudos entre las dos miradas. Sentimos recorrernos un palomar de arrullos, y un grupo de arrebatos de alas arrebatadas. Cuanto más se miraban más se hallaban: más hondos se veían, más lejos, y más en uno fundidos. El corazón se puso, y el mundo, más redondos. Atravesaba el lecho la patria de los nidos Entonces, el anhelo creciente, la distancia que va de hueso a hueso recorrida y unida, al aspirar del todo la imperiosa fragancia, proyectamos los cuerpos más allá de la vida. Espiramos del todo. ¡Qué absoluto portento! ¡Qué total fue la dicha de mirarse abrazados, desplegados los ojos hacia arriba un momento, y al momento hacia abajo con los ojos plegados! Pero no moriremos. Fue tan cálidamente consumada la vida como el sol, su mirada. No es posible perdernos. Somos plena simiente. Y la muerte ha quedado, con los dos, fecundada. MUERTE NUPCIAL Este poema trata de una persona que nunca se ha querido enamorar, y un día se enamora. Cada vez esta más enamorado y al final se cumple su deseo. Un día se miran abrazados, pero se mueren al instante. Comentario:
AL SOLDADO INTERNACIONAL CAÍDO EN ESPAÑA  Si hay hombres que contienen un alma sin fronteras,  una esparcida frente de mundiales cabellos,  cubierta de horizontes, barcos y cordilleras,  con arena y con nieve, tú eres uno de aquellos.  Las patrias te llamaron con todas sus banderas,  que tu aliento llenara de movimientos bellos.  Quisiste apaciguar la sed de las panteras,  y flameaste henchido contra sus atropellos.  Con un sabor a todos los soles y los mares,  Españ a  te recoge por que en ella realices  tu majestad de árbol que abarca un continente.  A través de tus huesos irán los olivares  desplegando en la tierra sus más férreas raíces,  abrazando a los hombres universales, fielmente.  Comentario : Va de unos soldados  que vienen en ayuda de otro país y mueren aquí.
Andaluces de Jaén,  aceituneros altivos,  decidme en el alma: ¿quién,  quién levantó los olivos?  No los levantó la nada,  ni el dinero, ni el señor,  sino la tierra callada,  el trabajo y el sudor.  Unidos al agua pura  y a los planetas unidos,  los tres dieron la hermosura  de los troncos retorcidos.  Levántate, olivo cano,  dijeron al pie del viento.  Y el olivo alzó una mano  poderosa de cimiento.  Andaluces de Jaén,  aceituneros altivos,  decidme en el alma: ¿quién,  amamantó los olivos? Vuestra sangre, vuestra vida,  no la del explotador  que se enriqueció en la herida  generosa del sudor.  No la del terrateniente  que os sepultó en la pobreza,  que os pisoteó la frente,  que os redujo la cabeza.  Árboles que vuestro afán  consagró al centro del día  eran principio de un pan  que sólo el otro comía.  ¡Cuántos siglos de aceituna,  los pies y las manos presos,  sol a sol y luna a luna,  pesan sobre vuestros huesos!  Andaluces de Jaén,  aceituneros altivos,  pregunta mi alma: ¿de quién,  de quién son estos olivos?  Jaén, levántate brava  sobre tus piedras lunares,  no vayas a ser esclava  con todos tus olivares.  Dentro de la claridad  del aceite y sus aromas,  indican tu libertad  la libertad de tus lomas.  ACEITUNEROS Habla de que los agricultores que trabajaban en los olivares que estaban esclavizados por los amos de la tierra. Dice que a los olivos no los cultivan los propietarios ni el dinero sino los agricultores que los cultivan y los elementos que hacen crecer ”con tierra sudor y agua pura” Y ademas les dice que se revelen  contra los amos que se aprovechaban de ellos para enriquecerse. Comentario:

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    Antología poética deMiguel Hernández Por: Marc Barrachina Nadal Ricard Martí Juanola Eric Pérez Ibáñez Sheng Jun Ye Cheng
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    La cebolla esescarcha cerrada y pobre: escarcha de tus días y de mis noches. Hambre y cebolla: hielo negro y escarcha grande y redonda. En la cuna del hambre mi niño estaba. Con sangre de cebolla se amamantaba. Pero tu sangre, escarchada de azúcar, cebolla y hambre. Una mujer morena, resuelta en luna, se derrama hilo a hilo sobre la cuna. Ríete, niño, que te tragas la luna cuando es preciso. Alondra de mi casa, ríete mucho. Es tu risa en los ojos la luz del mundo. Ríete tanto que en el alma al oírte, bata el espacio. Tu risa me hace libre, me pone alas. Soledades me quita, cárcel me arranca. Boca que vuela, corazón que en tus labios relampaguea. Es tu risa la espada más victoriosa. Vencedor de las flores y las alondras. Rival del sol. Porvenir de mis huesos y de mi amor. La carne aleteante, súbito el párpado, el vivir como nunca coloreado. ¡Cuánto jilguero se remonta, aletea, desde tu cuerpo! Desperté de ser niño. Nunca despiertes. Triste llevo la boca. Ríete siempre. Siempre en la cuna, defendiendo la risa pluma por pluma. Ser de vuelo tan alto, tan extendido, que tu carne parece cielo cernido. ¡Si yo pudiera remontarme al origen de tu carrera! Al octavo mes ríes con cinco azahares. Con cinco diminutas ferocidades. Con cinco dientes como cinco jazmines adolescentes. Frontera de los besos serán mañana, cuando en la dentadura sientas un arma. Sientas un fuego correr dientes abajo buscando el centro. Vuela niño en la doble luna del pecho. Él, triste de cebolla. Tú, satisfecho. No te derrumbes. No sepas lo que pasa ni lo que ocurre. Nanas de la cebolla Es un canción de cuna dedicada a su segundo hijo de ocho meses. Está triste, pero cuando piensa en él está contento y le hace sentir libre dentro de la prisión. Comentarios:
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    El lecho, aquellahierba de ayer y de mañana: e s te lienzo de ahora sobre madera aún verde, flota como la tierra, se sume en la besana donde el deseo encuentra los ojos y los pierde. Pasar por unos ojos como por un desierto: como por dos ciudades que ni un amor contienen. Mirada que va y vuelve sin haber descubierto el corazón a nadie, que todos la enarenen. Mis ojos encontraron en un rincón los tuyos. Se descubrieron mudos entre las dos miradas. Sentimos recorrernos un palomar de arrullos, y un grupo de arrebatos de alas arrebatadas. Cuanto más se miraban más se hallaban: más hondos se veían, más lejos, y más en uno fundidos. El corazón se puso, y el mundo, más redondos. Atravesaba el lecho la patria de los nidos Entonces, el anhelo creciente, la distancia que va de hueso a hueso recorrida y unida, al aspirar del todo la imperiosa fragancia, proyectamos los cuerpos más allá de la vida. Espiramos del todo. ¡Qué absoluto portento! ¡Qué total fue la dicha de mirarse abrazados, desplegados los ojos hacia arriba un momento, y al momento hacia abajo con los ojos plegados! Pero no moriremos. Fue tan cálidamente consumada la vida como el sol, su mirada. No es posible perdernos. Somos plena simiente. Y la muerte ha quedado, con los dos, fecundada. MUERTE NUPCIAL Este poema trata de una persona que nunca se ha querido enamorar, y un día se enamora. Cada vez esta más enamorado y al final se cumple su deseo. Un día se miran abrazados, pero se mueren al instante. Comentario:
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    AL SOLDADO INTERNACIONALCAÍDO EN ESPAÑA Si hay hombres que contienen un alma sin fronteras, una esparcida frente de mundiales cabellos, cubierta de horizontes, barcos y cordilleras, con arena y con nieve, tú eres uno de aquellos. Las patrias te llamaron con todas sus banderas, que tu aliento llenara de movimientos bellos. Quisiste apaciguar la sed de las panteras, y flameaste henchido contra sus atropellos. Con un sabor a todos los soles y los mares, Españ a te recoge por que en ella realices tu majestad de árbol que abarca un continente. A través de tus huesos irán los olivares desplegando en la tierra sus más férreas raíces, abrazando a los hombres universales, fielmente. Comentario : Va de unos soldados que vienen en ayuda de otro país y mueren aquí.
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    Andaluces de Jaén, aceituneros altivos, decidme en el alma: ¿quién, quién levantó los olivos? No los levantó la nada, ni el dinero, ni el señor, sino la tierra callada, el trabajo y el sudor. Unidos al agua pura y a los planetas unidos, los tres dieron la hermosura de los troncos retorcidos. Levántate, olivo cano, dijeron al pie del viento. Y el olivo alzó una mano poderosa de cimiento. Andaluces de Jaén, aceituneros altivos, decidme en el alma: ¿quién, amamantó los olivos? Vuestra sangre, vuestra vida, no la del explotador que se enriqueció en la herida generosa del sudor. No la del terrateniente que os sepultó en la pobreza, que os pisoteó la frente, que os redujo la cabeza. Árboles que vuestro afán consagró al centro del día eran principio de un pan que sólo el otro comía. ¡Cuántos siglos de aceituna, los pies y las manos presos, sol a sol y luna a luna, pesan sobre vuestros huesos! Andaluces de Jaén, aceituneros altivos, pregunta mi alma: ¿de quién, de quién son estos olivos? Jaén, levántate brava sobre tus piedras lunares, no vayas a ser esclava con todos tus olivares. Dentro de la claridad del aceite y sus aromas, indican tu libertad la libertad de tus lomas. ACEITUNEROS Habla de que los agricultores que trabajaban en los olivares que estaban esclavizados por los amos de la tierra. Dice que a los olivos no los cultivan los propietarios ni el dinero sino los agricultores que los cultivan y los elementos que hacen crecer ”con tierra sudor y agua pura” Y ademas les dice que se revelen contra los amos que se aprovechaban de ellos para enriquecerse. Comentario: