El estado inca se basó en la organización productiva del ayllu y en el trabajo de los pobladores andinos para alcanzar altos niveles de productividad y tener una gran capacidad de distribuir recursos y controlar la población. Este sistema creó una república de trabajadores que favoreció el crecimiento del imperio, aunque bajo un esquema autoritario. La tierra era propiedad colectiva y fuente de vida para los andinos, quienes estaban ligados a ella desde su nacimiento.