El deconstructivismo, influenciado por el filósofo Jacques Derrida, surge como una corriente arquitectónica a finales del siglo XX, caracterizada por formas fragmentadas y un proceso de diseño no lineal que desafía las normas geométricas tradicionales. A través de obras como las de Frank Gehry y Daniel Libeskind, la arquitectura deconstructivista busca expresar complejidad y caos ordenado, mientras critica el esteticismo y elitismo en su ejecución. A pesar de su impacto en la arquitectura contemporánea, el movimiento ha sido objeto de críticas por su falta de significado social y dependencia de recursos tecnológicos.