Las Buenas Prácticas de Manufactura (BPM) establecen normas internacionales obligatorias para asegurar que los productos farmacéuticos se fabriquen de forma uniforme y controlada para minimizar riesgos. Las BPM exigen personal calificado, instalaciones adecuadas, procedimientos documentados, equipos calibrados y un sistema de control de calidad independiente para garantizar la calidad y seguridad de los medicamentos.