Me conmovió hasta las lágrimas la misiva del pasado viernes de Olivia Bond sobre el caso Lydia
Cacho. Es una vergüenza para nuestra sociedad tener como ministras en la suprema corte de
justicia (sí! con minúsculas) a las dos deleznables sujetas que ni siquiera recuerdo su nombre (ni
me interesa)....Estas, ni siquiera por solidaridad de género tuvieron el decoro de disimular su
subordinación a los peores sujetos en el poder.
Olivia llama a actuar en nombre de nuestros hijos. Afortunadamente yo no los tengo, pues no
podría conciliar el sueño sabiendo que en México la ley es letra muerta, especialmente para los
desvalidos, los niños y las mujeres valientes, amén de la facilidad con que la mayoría de los
supremos y supremas impartidores de justicia se venden al mejor postor. Tampoco sabría
explicarles lo que les espera en nuestro vapuleado país, dirigido por los peores saqueadores y
perversos políticos, primero del PRI y ahora del PRIAN y amenazado por la creciente violencia de
estado. Se me caería la cara de vergüenza llamarlos a que en lugar de comprometerse con las
causas justas como todo (a) ciudadano (a) que se precie de honesto (a), les recomendara que si
buscan destacar en el futuro, desistan de la ética y la honestidad y mejor se dediquen al crimen
organizado, o a la política convencional, que hasta ahora ha sido lo mismo en México, o que de
plano, si les queda algo de audacia y honestidad, se larguen de aquí lo antes posible.
Pues lamentablemente, en este país “del revés” hemos atestiguado cómo se premia al ratero, al
corrupto, al deshonesto, al fraudulento, al pederasta, etc., otorgándoles el poder político, con la
anuencia de una sociedad pasiva y cómplice, pero eso sí, castiga a las ciudadanas valientes y
honestas como Lydia Cacho que se atreven a denunciar sus fechorías.
Coincido con Olivia Bond en el sentido de que hay que reaccionar a estos hechos. Sugiero, al
menos, inundar de correos electrónicos de repudio a la suprema corte de justicia, así como una
megamarcha a la misma, a efecto de exigir la renuncia de tan vergonzosas abogadas y abogados,
que se llenan –y muy bien- el bosillo, a costa de los más necesitados de nuestro país-, so pretexto
de que velan por la impartición de justicia “para todos y todas”. Ya basta, la sociedad no puede
tolerar más sus abusos!
Haydea Izazola

Dic1

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    Me conmovió hastalas lágrimas la misiva del pasado viernes de Olivia Bond sobre el caso Lydia Cacho. Es una vergüenza para nuestra sociedad tener como ministras en la suprema corte de justicia (sí! con minúsculas) a las dos deleznables sujetas que ni siquiera recuerdo su nombre (ni me interesa)....Estas, ni siquiera por solidaridad de género tuvieron el decoro de disimular su subordinación a los peores sujetos en el poder. Olivia llama a actuar en nombre de nuestros hijos. Afortunadamente yo no los tengo, pues no podría conciliar el sueño sabiendo que en México la ley es letra muerta, especialmente para los desvalidos, los niños y las mujeres valientes, amén de la facilidad con que la mayoría de los supremos y supremas impartidores de justicia se venden al mejor postor. Tampoco sabría explicarles lo que les espera en nuestro vapuleado país, dirigido por los peores saqueadores y perversos políticos, primero del PRI y ahora del PRIAN y amenazado por la creciente violencia de estado. Se me caería la cara de vergüenza llamarlos a que en lugar de comprometerse con las causas justas como todo (a) ciudadano (a) que se precie de honesto (a), les recomendara que si buscan destacar en el futuro, desistan de la ética y la honestidad y mejor se dediquen al crimen organizado, o a la política convencional, que hasta ahora ha sido lo mismo en México, o que de plano, si les queda algo de audacia y honestidad, se larguen de aquí lo antes posible. Pues lamentablemente, en este país “del revés” hemos atestiguado cómo se premia al ratero, al corrupto, al deshonesto, al fraudulento, al pederasta, etc., otorgándoles el poder político, con la anuencia de una sociedad pasiva y cómplice, pero eso sí, castiga a las ciudadanas valientes y honestas como Lydia Cacho que se atreven a denunciar sus fechorías. Coincido con Olivia Bond en el sentido de que hay que reaccionar a estos hechos. Sugiero, al menos, inundar de correos electrónicos de repudio a la suprema corte de justicia, así como una megamarcha a la misma, a efecto de exigir la renuncia de tan vergonzosas abogadas y abogados, que se llenan –y muy bien- el bosillo, a costa de los más necesitados de nuestro país-, so pretexto de que velan por la impartición de justicia “para todos y todas”. Ya basta, la sociedad no puede tolerar más sus abusos! Haydea Izazola