El trastorno del espectro autista (TEA) es un grupo heterogéneo de trastornos neurobiológicos del desarrollo que afecta la comunicación social y comportamientos, con una mayor prevalencia en varones. La detección precoz y un tratamiento adecuado son cruciales para mejorar el pronóstico y la adaptación del niño, y no existen pruebas biológicas para su diagnóstico. Se destacan objetivos educativos que promueven la autonomía, habilidades sociales y comunicación funcional, junto con la necesidad de apoyo especializado para las familias.