El documento discute la importancia de una práctica pedagógica que trascienda los modelos tradicionales y se centre en el aprendiz, enfatizando el rol del docente como guía en el proceso de aprendizaje significativo. Se destaca la relevancia de la experimentación y el uso de productos cotidianos en la enseñanza de la química, promoviendo una conexión entre la ciencia y la vida diaria de los estudiantes. Finalmente, se aboga por un enfoque educativo inclusivo que respete los estilos de aprendizaje y fomente la autoformación y el desarrollo de capacidades en los educandos.