Durante el reino dividido de Israel (931-586 a.C.), el reino del norte tuvo 20 reyes considerados malos, mientras que el reino de Judá tuvo 19 reyes y una reina, de los cuales 8 fueron buenos. Los profetas jugaron un papel crucial en comunicar el mensaje de Dios, y se destaca el reinado de Josías, quien tuvo un avivamiento religioso. La historia culmina con la caída de Samaria (722 a.C.) y la caída de Jerusalén (586 a.C.) bajo la dominación babilónica.