La estepa se caracteriza por una vegetación compuesta principalmente de gramíneas adaptadas a la sequedad, que crecen en zonas de clima semiárido con entre 500 y 800 mm de lluvia anual. El clima de la estepa es cálido o templado, con más precipitaciones en invierno que en verano. La falta de árboles expone a los animales a fuertes variaciones de temperatura y humedad, lo que ha favorecido el desarrollo de hábitos cavadores en algunas especies.