El documento analiza la adopción del positivismo y el evolucionismo por las élites latinoamericanas en el siglo XIX, específicamente en Chile. Estas corrientes filosóficas ofrecían una visión del progreso y orden social basada en la ciencia que atrajo a las élites. Si bien promovían el cambio social, también legitimaban el statu quo. Su enfoque en el ordenamiento de lo social y natural coincidió con las ideas de construcción de la nación y el racismo de las élites. El proceso de identidad nacional fue selectivo