Título: Paulo Freire (1969). La educación como práctica de la libertad. Editorial: 
Siglo XXI. 
* Educación y concienciación. 
Paulo Freire nos contesta diciendo que la educación verdadera es praxis, reflexión y 
acción del hombre sobre el mundo para transformarlo. 
Pero la oralidad de Paulo Freire nos dice que el fundamento de toda su praxis, su 
convicción de que el hombre fue creado para comunicarse con los otros hombres. Este 
diálogo sólo sería posible en la medida en que acabemos de una vez por todos con 
nuestro verbalismo, con nuestras mentiras, con nuestra incompetencia, frente a una 
realidad que nos exige una actitud de gran tensión creadora, de poderoso despliegue de 
imaginación. 
El cristiano militante que es Paulo Freire cuando habla de libertad, de justicia o de 
igualdad cree en estas palabras en la medida en que ellas estén encarnando la realidad 
de quien las pronuncia. 
Por ello, Paulo Freire nos dice que la educación es un acto de amor, de coraje; es una 
práctica de la libertad dirigida hacia la realidad, a la que no teme; más bien busca 
transformarla, por solidaridad, por espíritu fraternal. 
Sin embargo, Freire crítica la educación actual tanto los niveles primarios y secundarios, 
caracterizados por: la manipulación que terminaba por domesticarlo. 
Con su pedagogía transformadora, en muchos lugares, trabajando con campesinos llegó 
a obtener resultados extraordinarios: en menos de 45 días un iletrado aprendía a decir y 
escribir su palabra. Alcanzaba a ser el dueño de su propia voz. 
Lógicamente, las clases dominantes no toleraba esta pedagogía transformadora para que 
no accediera a las fuentes del conocimiento. 
Con los estudios realizados en distintos pueblos de Brazil, Freire define al 
analfabetismo como una enfermedad que pasará de uno a otro, casi por contagio. 
La alfabetización al igual que toda tarea de educación, no puede ser concebida como un 
acto mecánico, mediante el cual el educador deposita en los analfabetos palabras, 
sílabas y letras. Este depósito de palabras no tiene nada que ver con la educación 
liberadora (habría que decir con la educación a secas, porque es liberadora o no es 
educación) 
No hay metodologías alfabetizadora libre de vicios, en la medida en que sea instrumento 
a través del cual el alfabetizando es visto como un objeto más que como un sujeto. En el 
fondo, los métodos tradicionales de alfabetización son instrumentos domesticadores, 
casi siempre alienados, y además alienantes. 
En sí, el educando es el objeto de manipulación de los educadores que responden, a su 
vez, a las estructuras de dominación de la sociedad actual. Educar, entonces, es todo lo 
contrario a hacer pensar y mucho más aún es la negación de todas las posibilidades 
transformadoras del individuo vueltas hacia el ambiente natural y social en el cual le
tocará vivir. Se convertirá, sin quererlo, por efecto de esta situación alienante, en un 
miembro más del statu quo. 
Por eso Paulo Freire denuncia la concepción ingenua de la alfabetización porque 
esconde, bajo una vestimenta falsamente humanista, su miedo a la libertad. 
Para Freire, educación es concienciación y diálogo: 
Significa un despertar de la conciencia, un cambio de mentalidad que implica 
comprender realista y correctamente la ubicación de uno en la naturaleza y en la 
sociedad, la capacidad de analizar críticamente otras situaciones y posibilidades y una 
acción eficaz y transformadora. 
Si bien el estímulo del proceso de concienciación deriva de un diálogo interpersonal, 
mediante el cual uno descubre el sentido de lo humano al establecer una comunión a 
través de encuentros con otros seres humanos, una de sus consecuencias casi 
inevitables es la participación política y la formación de grupos de interés y presión. 
Freire enfatiza que no debe de haber más educando, no más educador, sino educador-educando 
con educando-educador como la base fundamental para su integración en la 
realidad nacional, tomando conciencia de sus derechos. 
Por otra parte, Freire crítica rotundamente el estilo tradicional educativa que se ha 
llevado en práctica en la historia. Los elementos que debate sobre la educación 
tradicional son: 
• Que el educador es siempre quien educa; el educando, el que es educado. 
• Que el educador es quien disciplina; el educando, el disciplinado. 
• Que el educador prescribe; el educando sigue la prescripción. 
• Que el educador elige el contenido de los programas; el educando lo recibe en 
forma de depósito. 
• Que el educador es siempre quien sabe; el educando el que no sabe. 
• Que el educador es el sujeto del proceso; el educando su objeto. 
Para la concepción tradicionalista o bancaria de la educación, el hombre es una cosa, un 
depósito una olla. Su conciencia va siendo llenado de pedazos de mundo dirigidos por 
otro, con cuyos residuos pretende crear contenidos de conciencia. 
Realizada la superación de esta concepción, la educación liberadora que defiende Paulo 
Freire es la siguiente: 
• No más un educador del educando. 
• No más un educando del educador. 
• Sino un educador-educando con un educando-educador. 
Esto significa: 
• Que nadie educa a nadie.
• Que tampoco nadie se educa solo. 
• Que los hombres se educando entre sí a través del diálogo, mediatizados por el 
mundo. 
En general, concienciar es ayudar a la persona abrir el camino a la crítica. 
* La sociedad brasileña en transición. 
Es fundamental partir de la idea de que el hombre es un ser de relaciones y no sólo de 
contactos, no sólo está en el mundo sino con el mundo. 
Hay una pluralidad en las relaciones del hombre con el mundo. Su pluralidad no se da 
frente a los diferentes desafíos, que parten de su contexto, sino frente a un mismo 
desafío. Se organiza. Elige la mejor respuesta. Se prueba. Actúa. 
La captación tanto de los datos objetivos de su realidad es naturalmente crítica, por ello 
reflexiva. Además, hay que decir que el ser humano es capaz de transcender. La 
transcendencia que define Paulo Freire se basa en la raíz de su grandeza, en la 
conciencia que tiene de esta grandeza, del ser inacabado que es y cuya plenitud se halla 
en la unión con su Creador. Unión que por la propia esencia, jamás será de dominación 
o de domesticación, sino siempre de liberación. 
En este caso el hombre existe, está dentro de la realidad, hereda, incorpora y modifica. 
La presencia del hombre sobre la realidad no se acota a la mera pasividad. Puede 
interferir en distintas dimensiones de las que participa, la natural y la cultural, de la 
primera por su aspecto biológico, de la segunda por su poder creador. 
Esta integración de la realidad que resulta de estar no sólo en él, sino con él, su 
conciencia adopta una postura crítica. De no ser así, se convierte en ser acomodado o 
ajustado donde su libertad se ve acotada, sin derecho a discutir y sacrificando 
inmediatamente su capacidad creadora. 
El ser humano al integrarse en la realidad, se va humanizando, acrecentando su 
conciencia, va temporalizando los espacios geográficos, hace cultura. 
Sin embargo, una de las grandes tragedias del hombre moderno es que hoy, dominado 
por la fuerza de los mitos y dirigido por la publicidad organizada, ideológica o no, 
renuncia cada vez más, sin saberlo, a su capacidad de decidir. 
Desgraciadamente, vemos cada vez más al hombre, simple, oprimido, disminuido y 
acomodado, convertido en espectador, dirigido por el poder de los mitos creados para él 
por fuerzas sociales poderosas y que volviéndose a él, lo destrozan y aniquilan. Es el 
hombre trágicamente asustado que teme la convivencia auténtica y que duda de sus 
posibilidades. 
Sin embargo, la sociedad occidental incluyendo la Brasileña, pasan de una etapa 
histórica a otra. Este paso se trata de una evolución social y cultural de la sociedad. 
Anteriormente, Brasil vivía en una sociedad cerrada, fruto de una alineación cultural, la 
cual correspondía una tarea alienada y alienante de sus élites, distanciadas del pueblo,
superpuestas a su realidad. Ninguna vinculación dialogal se daba entre las élites y estas 
masas, cuya tarea era únicamente seguir y obedecer. Esto daba consigo a una sociedad 
de masas en la que el hombre estaría acomodado y domesticado, dejando de lado su 
espíritu crítico. 
Esta sociedad cerrada al paso de una sociedad en tránsito se daría cuando los viejos 
agoten sus vigencias cediendo lugar a los nuevos. 
Nuestra salvación democrática tal como exponía Freire, se basaría en una sociedad 
homogéneamente abierta. Las fuerzas impulsadoras del nuevo cambio, estaban 
convencidas de que la apertura de sociedad brasileña y su autonomía se harían en 
términos realmente pacíficos. 
Para lograr el avance de una sociedad cerrada a una de tránsito, la población a través de 
sus reflexiones y contradicciones siempre inmerso en y con la realidad social, la mejor 
forma para producir el cambio deseado, tenía que adoptar una postura radical. Postura 
que implica una crítica, una relación amorosa, humilde y comunicativa con sus 
prójimos. Esta postura no pretende imponer su opción, dialoga sobre ella. Está 
convencido de su acierto, pero respeta en otro el derecho de juzgarse también dueño de 
la verdad. Sin embargo, tiene el deber, por una cuestión de amor, de reaccionar con 
violencia a los que pretendían imponerle silencio. 
El mal no residía en el radicalismo sino en el sectarismo. El sectarismo tiene una matriz 
preponderadamente emocional y acrítica, es arrogante, anti-dialogal y por eso anti-comunicativa. 
No respeta la opción de los otros. Pretende imponer la suya que no es 
opción sino fanatismo. 
El radical por el contrario, rechaza el activismo y somete siempre su acción a la 
reflexión. El sectario, sea de derecha o de izquierda, se enfrenta a la historia como su 
único hacedor. 
Gracias a la postura radical permite a la sociedad conocerse sobre sí misma y se 
descubre inacabada con un sinnúmero de tarea. Esta visión se destruye en gran parte 
bajo el impacto del sectarismo que se inicia cuando caída la sociedad cerrada, comienza 
el fenómeno que Mannheim llama democratización fundamental. 
Esta democratización fundamental se trata de emerger o dejar de permanecer con los 
brazos cruzados y renunciar a ser meramente espectador para exigir injerencia. Ya no 
les satisface a la población a asistir, quieren participar. Su participación implica una 
toma de de conciencia, no una concienciación. Sin embargo, esta postura se verá 
truncada por las acciones defensivas que ponen en práctica las élites. Estas élites en un 
primer momento perciben claramente la amenaza contenida en la toma de conciencia 
por parte del pueblo. Se asocian. Atraen hacia sí a los teóricos de la crisis, como 
generalmente llaman al nuevo clima cultural. Crean instituciones asistenciales que se 
vuelven asistencialistas (dando lugar a ciudadanos mudos, pasivos, sin responsabilidad). 
Y, en nombre de la libertad amenazada, repelen la participación del pueblo. Defienden 
una democracia en la que el pueblo es un enfermo al que se deben aplicar remedios. Y 
su enfermedad es, precisamente tener voz y participación. 
Estas élites políticas adoptan las posturas sectarias que pretende lograr la masificación 
de la ciudadanía, describiéndolos como personas objeto, al contrario de los radicales que 
defendían las trasformaciones profundas, respetando al hombre como persona, como 
sujeto.
Freire adopta rotundamente la postura radical. Gracias a esta postura, pretendía lograr la 
humanización de la población pero para ello, la población tenía que pasar de una 
intransitividad de conciencia, a una transitividad ingenua hasta culminar a una 
transitividad crítica con el riesgo de tonarse a una visión masificada que facilite la 
aparición del sectarismo. 
La intransitividad de la conciencia tal como exponía Freire, es una representación de 
falta del compromiso entre el hombre y su existencia, con la naturaleza y con la cultura. 
Sin embargo, esta intransitividad de ingenua a medida en que amplía el ser humano su 
poder de captación y de respuesta, y aumenta su poder de diálogo, no sólo con otro 
hombre sino con su mundo, se transitiva. Sus intereses no giran en su yo sino a otras 
esferas, a otras personas. 
Es por eso, que la transitividad ingenua se caracteriza entre otros aspectos, por la 
simplicidad en la interpretación de los problemas. También, por la tendencia a juzgar 
que el tiempo mejor fue el tiempo pasado; por la subestimación del hombre común; por 
la fragilidad en la argumentación; por una fuerte tenor emocional que puede truncarse 
en fanatismo. 
Esta transitividad ingenua a medida que se acreciente la interacción, el diálogo activo 
entre los ciudadanos y se potencie un trabajo educativo crítico, puede evolucionar a la 
transitividad crítica. Esta transitividad de la conciencia se caracteriza por la 
profundización en la interpretación de los problemas con una responsabilidad social y 
política. Esta posición transitiva implica recuperar la verdadera matriz de la democracia. 
De ahí que esta transitividad crítica corresponda a formas de vida altamente permeables, 
interrogadoras, inquietas y dialogales. 
No obstante, el paso de la transitividad ingenua a la crítica, puede tornarse a la 
transitividad irracional o fanática, caracterizada por su falta de compromiso, fruto de la 
masificación. Dicha masificación se suprime o se disminuye intensamente el diálogo, y 
el hombre queda vencido y dominado sin saberlo, aun cuando pueda creerse libre. Teme 
a la libertad, es dirigido por las élites, pierde la dirección del amor y perjudica su poder 
creador, transformándose en un ser humano objeto y no sujeto.
2. La sociedad cerrada e inexperiencia democrática. 
Realmente Brasil nació y creció dentro de condiciones negativas con respecto a la 
experiencia democrática. El marcado sentido de nuestra colonización, fuertemente 
depredadora, la base de la explotación económica del gran dominio en que el poder del 
señor, se extendía desde las tierras a los campesinos y el trabajo esclavo, no han creado 
en el hombre brasileño condiciones necesarias para el desarrollo de una mentalidad 
permeable, flexible, característica del clima cultural democrático. Tal como decía Cáio 
Prado: la economía nacional, y con ella nuestra organización social, no conformaban 
una estructura democrática y popular. 
La sociedad brasileña se construyo en base a la colonización portuguesa, de los cuales, 
muchos aventureros tenía como objetivo la explotación de las tierras y si era posible, la 
esclavización del pueblo indígena. Esto dio consigo a una nula integración del 
ciudadano portugués, caracterizado por la apropiación de grandes tierras, explotadas y 
gestionadas por un solo señor y defendida constantemente por la ambición de otros 
señores y de los constantes ataques de los nativos. De está forma, nació y se desarrolló 
el hombre brasileño en una época de dependencia, de mandonismo, de mutismo y de 
proteccionismo, que aún surge entre nosotros en plena época de transición. 
Las relaciones humanas, el diálogo y la convivencia comunitaria en estas sociedades 
autárquicas no florecían, ya que se imponía las leyes creadas por los señores, 
poseedores de tierras hacia los subordinados, los no privilegiados. A consecuencia de 
este modelo de sociedad, se impuso una conciencia hospitalaria de opresión y no una 
conciencia libre y creadora indispensable en los regímenes auténticamente 
democráticos. Fruto de esta conciencia opresora, se genero el individualismo entre los 
ciudadanos brasileños y la gestión y dirección de los centros ciudadanos eran dirigidos 
desde arriba hacia abajo, completamente contradictorio a los centros ciudadanos en las 
sociedad democráticas donde el pueblo decide, transforma con sus propias manos la 
realidad social con el apoyo indispensable de los políticos. Con esta conciencia opresora 
trajo al ajustamiento, el acomodamiento y no la integración del ciudadano brasileño. 
Esta sociedad autárquica estaban presentes en los altos estratos, la clase de los llamados 
hombres bueno, enriquecidos en el comercio y hechos nobles tanto por sus servicios 
prestados a la ciudad como por su conducta. 
En el otro lado, se encontraba el hombre común irremediablemente alejado de cualquier 
experiencia de autogobierno o de diálogo; constantemente sometido, protegido, sólo era 
capaz de reaccionar por medio de la algazara, que es la voz de los que están mudos 
frente al crecimiento de las comunidades. Esta voz fue los primeros ensayos de diálogo. 
Hasta que no se dio la descomposición de la sociedad brasileña, permitiendo entonces 
cierta participación, no se pudo luchar contra este tipo de sociedad cerrada, atrasada y 
sin ningún transfondo democrático.
Sin embargo, fue en este siglo XX, en la década de los veinte a los treinta, después de la 
primera gran guerra y más acentuadamente después de la segunda cuando nuestro 
desarrollo industrial, en cierto desordenado, recibió su gran impulso. Gracias a este 
impulso, se crearon los centros ciudadanos populares que se inclinaban por el 
conocimiento, por la interrelación de las artes con la literatura, el campo de las ciencias, 
la economía entre otros. 
Gracias a estos comienzos, el país comenzaba a encontrarse consigo mismo. El pueblo 
brasileño emergía de sus experiencias de participación. Sin embargo, todo esto provocó 
choques entre los viejos y los nuevos temas, dando lugar al golpe militar 
3. Educación versus Masificación. 
Paulo Freire está convencido de que la contribución del educador brasileño debe pasar 
de una educación que intentase el pasaje de la transitividad ingenua a la transitividad 
crítica, ampliando y profundizando la capacidad de captar los desafíos del tiempo, 
colocando al hombre brasileño en condiciones de resistir, a los poderes de la 
emocionalidad de la propia transición. Armarlo contra la fuerza de los irracionalismos 
de los que era presa fácil, en la posición transitivamente ingenua. 
Dicho posicionamiento permitía a las clases populares emerger, descubrir y sentir esa 
visualización que las élites hacen de ellas, ofrecer respuestas auténticamente agresivas. 
Estas élites, asustadas, tienden a silenciar a las masas populares, domesticándolas por la 
fuerza o con soluciones paternalistas. Tienden a detener el proceso, del cual surge la 
elevación popular, con todas sus consecuencias. 
Por ello, la ascensión del hombre brasileño parte del desarrollo democrático, que 
concierne de la necesidad de profundas reformas, fundamento de la propia democracia. 
Sin embargo, cuando la mayor parte del pueblo emerge desorganizado, ingenuo y 
desesperado, con fuertes índices de analfabetismo y semi-alfabetismo, llega a ser 
juguetes de los irracionalismos. 
De está forma parecía más imperiosa una amplia acción educativa crítica, para crear 
una educación en base a la decisión, en la responsabilidad social y política. 
En este sentido, Mannheim hace afirmaciones que se adecuan a las condiciones que se 
comenzaba a vivir en el proceso de transformación y consolidación de la educación 
crítica: Dice textualmente: En una sociedad en la cual los cambios más importantes se 
producen por medio de la liberación colectiva y donde las revaloraciones deben 
basarse en el consentimiento y en la comprensión intelectual se requiere un sistema 
educacional completamente nuevo, un sistema que concentre sus mayores energías en 
el desarrollo de nuestros poderes intelectuales y dé lugar a una estructura mental 
capaz de resistir el peso de escepticismo y hacer frente a los movimientos de pánico 
cuando llegue la hora del desprendimiento de muchos de nuestro hábitos mentales. 
Educación que lo coloque en diálogo constante con el otro, a análisis críticos de sus 
descubrimientos a una cierta rebeldía, en el sentido más humano de la expresión, y por 
lo tanto la mayor flexibilidad de la conciencia ante posibles cambios. 
Para que la educación crítica se pueda consolidar eficazmente en la comunidad, debe de 
producirse la rebelión popular. Entendemos la rebelión como un síntoma de ascensión,
como una introducción a la plenitud. Rebeldía que implica simpatía, compromiso, 
participación en los destinos de la escuela de su hijo, en los destinos de los sindicatos, 
de la empresa, ganando injerencias en la vida del barrio, de la iglesia, en la vida de la 
comunidad rural, por la participación activa en asociaciones, en clubes, sociedades 
benéficas. 
Tal como expone Paulo Freire: la educación tendría que ser ante todo, un intento 
constante de cambiar de actitud, de crear disposiciones democráticas a través de las 
cuales el brasileño sustituya hábitos antiguos y culturales de pasividad por nuevos 
hábitos de participación e injerencia, que concuerden con el nuevo clima transicional, 
que discuta sobre los problemas de su país, de su continente, del mundo, los problemas 
de su trabajo, de la propia democracia. 
Esta educación crítica en Brasil se pudo llevar a cabo en la práctica gracias a la 
implicación de la Universidad de Brasilia. Esta implicación fomentó la creación del 
intelectual al servicio de la cultura nacional y esta integración del ciudadano brasileño 
en y con la realidad social tuvo dos consecuencias importantes: a) la fuerza de un 
pensamiento creador propio; b) el compromiso con el destino de la verdadera realidad. 
En general, la Universidad de Brasilia se centro su preocupación en la transformación 
de la realidad. 
4. Educación y concienciación. 
Paulo Freire expone que hay que confiar en el pueblo. Afirmamos siempre que tenemos 
que cambiar junto a él, no sólo ofrecerle datos. 
De ahí que jamás, admitiremos que la democratización de la cultura sea su 
vulgarización, ni tampoco que sea algo fabricado en nuestra biblioteca y entregado 
luego al pueblo como prescripción a ser cumplida. 
Tal como exponía Mannheim: él no se limita al analfabetismo, sino que incluye la no 
participación y la no injerencia de ellas, que debe sustituirse por la participación 
crítica que es una forma de sabiduría. La participación crítica como elemento 
indispensable para hacer frente al analfabetismo. 
Además, Mannheim añade que en lugar de escuela, que nos parece un concepto, entre 
nosotros, demasiado cargado de pasividad, en nuestra propia formación, contradiciendo 
la dinámica de la transición, “lanzamos el de círculo de cultura”. En lugar de profesor, 
con tradiciones fuertemente donantes, “coordinador de debates”. En lugar de aula 
discursiva, “diálogo”. En lugar de los puntos y de programas alienados, “programación 
compacta, reducida y codificada en unidades de aprendizaje”. 
Así pues, lo que estaban intentando es crear una educación que es identificará con la 
realidad social. Al integrarse en el tiempo y el espacio y al ayudar al hombre a 
reflexionar sobre su vocación de sujeto, debía realmente ser instrumental. 
¿Pero cómo realizar esta educación?
La respuesta se halla en: 
a) Un método activo, dialogal, crítico y de espíritu crítico. 
b) Una modificación del programa educacional. 
c) El uso de técnicas tales como la reducción y la codificación. 
Eso solamente podría lograrse con un método activo, el diálogo. Tal como expone Paulo 
Freire: el diálogo es una relación horizontal de A más B. Nace de una matriz crítica y 
genera crítica. Se nutre del amor, de la humildad, de la esperanza, de la fe, de la 
confianza. Y cuando las dos personas se ligan así, con amor, esperanza y fe uno en el 
otro, se hacen críticos en la búsqueda de algo. Se crea, entonces una relación de 
simpatía entre ambos. 
Al contrario del diálogo, encontramos el anti-diálogo, que implica una relación vertical 
de A sobre B, se opone a todo eso. Es desamoroso. Es acrítico y no genera crítica. No es 
humilde. Es desesperante. Es arrogante. 
* Para iniciar un nuevo programa de alfabetización es importante distinguir los dos 
mundos: el de la naturaleza y el de la cultura. El papel activo del hombre en y con su 
realidad. La cultura como el aporte que el hombre hace el mundo, que no pudo hacer. 
La cultura como el resultado de su trabajo, de su esfuerzo creador y recreador. Por 
ejemplo: la cultura es tanto la poesía realizada por poetas letrados, como la poesía 
contenida en un cancionero popular. Que cultura es toda creación humana. 
Con la integración de la persona en su contexto, éste aprende críticamente la necesidad 
de aprender a leer y a escribir, se prepara para ser el agente de este aprendizaje, 
logrando que entienda lo que se lee y escribir lo que se entiende, consiguiendo que la 
alfabetización se convierta en instrumento. 
Para poder llevar a cabo este proceso de alfabetización instrumental, es necesario aplica 
las siguientes pautas: 
a) Obtención del universo vocabular de los grupos con los cuales se trabajará. 
Este estudio se hace a través de encuentros informales con los moradores del área a 
alfabetizar y por tanto de mayor contenido emocional, sinon también aquellos 
típicamente del pueblo, sus expresiones particulares, vocablos ligados a la experiencia 
de los grupos, de los que el profesional forma parte. 
b) Selección del universo vocabular estudiado. 
Selección a ser realizada bajo ciertos criterios: 
1. riqueza fonética. 
2. Dificultades fonéticas (las palabras escogidas deben responder a las dificultades 
fonéticas de la lengua, colocadas en secuencias que van gradualmente de las 
dificultades menores a las mayores.) 
3. Análisis pragmático de la palabra que implica mayor pluralidad en el 
compromiso de la palabra con una realidad social, cultural, dada. 
c) Creación de situaciones existenciales típicas del grupo con se va a trabajar.
Se crean debates donde se van colocando los vocablos generadores, en grados según sus 
dificultades fonéticas. Una palabra generadora puede incluir la totalidad de la situación, 
o puede referirse a uno de sus elementos. De está forma se consigue su concienciación y 
su alfabetización. 
d) Elaboración de fichas que ayuden a los coordinadores en su trabajo, meramente de 
apoyo, jamás una prescripción rígida que deben obedecer. 
e) Elaborar las fichas con la descomposición de las familias fonéticas que 
correspondan a los vocablos generadoras. 
Esta en la creación de una nueva actitud, la del diálogo. Actitud diálogo que los 
coordinadores deben adquirir para realmente educar y no domesticar. Gracias al diálogo 
permite a los integrantes del grupo establecer una relación de yo-tú, una relación de dos 
sujetos. 
Una vez confeccionado este material, preparados los equipos de coordinadores y 
supervisores y elaboradas y recibidas sus fichas, se iniciará el trabajo. 
5. Ejecución práctica. 
El educador pasa a la visualización de la palabra generadora; para la visualización y no 
para su memorización. Luego de visualizarla, establecido el vínculo semántico entre ella 
y el objetivo a que se refiere y que se representa en la situación: 
• Se ofrece al educando en otro slide, la palabra, sin el objeto o pintura nombrado. 
• Luego se expone la palabra acompañado con su objeto o pintura 
correspondiente. 
• Después se presenta la misma palabra separada en sílabas, que generalmente el 
analfabeto identifica como trozos. 
• Reconocidos los trozos en la etapa del análisis, se pasa a la visualización de las 
familias fonémicas que componen la palabra en estudio. 
Ejemplo: 
1. Imaginemos la palabra tijolo (ladrillo), como primera palabra generadora, 
2. Discutida la situación en sus aspectos posibles, se haría la vinculación 
semánticas entre la palabra y el objeto que nombra. 
3. Visualizada la palabra dentro de la situación, se presenta luego sin el objeto: 
TIJOLO 
4. Después vendría: ti-jo-lo. 
5. Inmediatamente después de la visualización de los trozos y dejando de lado una 
ortodoxia analítica sintética, la palabra se separa para reconocer las familias 
fonémicas.
A partir de la primera sílaba, ti, el grupo conoce toda la familia fonémica resultante. 
Enseguida el grupo conocerá la segunda familia, a través de la visualización de jo, para 
finalizar llegar al conocimiento de la tercera. 
Cuando se proyecta la familia fonética, el grupo reconoce la sílaba de la palabra 
visualizada: (ta-te-ti-to-tu), (ja-je-ji-jo-ju), (la-le-li-lo-lu). 
Después del conocimiento de cada familia fonética, se hacen ejercicios de lectura para 
la fijación de las sílabas nuevas. El momento más importante surge ahora al presentarse 
las tres familias juntas: 
• Ta-te-ti-to-tu. 
• Ja-je-ji-jo-ju. 
• La-le-li-lo-lu. 
Esto da lugar a la ficha del descubrimiento. 
De uno en uno, todos van creando palabras con las combinaciones posibles a 
disposición: tatu-luta, tijolo, lajota, loja, jato, juta, tela etc. Y así hasta que usando una 
vocal y una de las sílabas, surja una nueva a la que juntan una tercera para formar una 
palabra. Por ejemplo, sacando la i de li, juntándola con le y sumando te y surge: leite 
(leche). 
En general, para hace este método, la persona tiene que ser conciente, de persona, de 
sujeto y de su problemática.

La educación como práctica de la libertad

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    Título: Paulo Freire(1969). La educación como práctica de la libertad. Editorial: Siglo XXI. * Educación y concienciación. Paulo Freire nos contesta diciendo que la educación verdadera es praxis, reflexión y acción del hombre sobre el mundo para transformarlo. Pero la oralidad de Paulo Freire nos dice que el fundamento de toda su praxis, su convicción de que el hombre fue creado para comunicarse con los otros hombres. Este diálogo sólo sería posible en la medida en que acabemos de una vez por todos con nuestro verbalismo, con nuestras mentiras, con nuestra incompetencia, frente a una realidad que nos exige una actitud de gran tensión creadora, de poderoso despliegue de imaginación. El cristiano militante que es Paulo Freire cuando habla de libertad, de justicia o de igualdad cree en estas palabras en la medida en que ellas estén encarnando la realidad de quien las pronuncia. Por ello, Paulo Freire nos dice que la educación es un acto de amor, de coraje; es una práctica de la libertad dirigida hacia la realidad, a la que no teme; más bien busca transformarla, por solidaridad, por espíritu fraternal. Sin embargo, Freire crítica la educación actual tanto los niveles primarios y secundarios, caracterizados por: la manipulación que terminaba por domesticarlo. Con su pedagogía transformadora, en muchos lugares, trabajando con campesinos llegó a obtener resultados extraordinarios: en menos de 45 días un iletrado aprendía a decir y escribir su palabra. Alcanzaba a ser el dueño de su propia voz. Lógicamente, las clases dominantes no toleraba esta pedagogía transformadora para que no accediera a las fuentes del conocimiento. Con los estudios realizados en distintos pueblos de Brazil, Freire define al analfabetismo como una enfermedad que pasará de uno a otro, casi por contagio. La alfabetización al igual que toda tarea de educación, no puede ser concebida como un acto mecánico, mediante el cual el educador deposita en los analfabetos palabras, sílabas y letras. Este depósito de palabras no tiene nada que ver con la educación liberadora (habría que decir con la educación a secas, porque es liberadora o no es educación) No hay metodologías alfabetizadora libre de vicios, en la medida en que sea instrumento a través del cual el alfabetizando es visto como un objeto más que como un sujeto. En el fondo, los métodos tradicionales de alfabetización son instrumentos domesticadores, casi siempre alienados, y además alienantes. En sí, el educando es el objeto de manipulación de los educadores que responden, a su vez, a las estructuras de dominación de la sociedad actual. Educar, entonces, es todo lo contrario a hacer pensar y mucho más aún es la negación de todas las posibilidades transformadoras del individuo vueltas hacia el ambiente natural y social en el cual le
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    tocará vivir. Seconvertirá, sin quererlo, por efecto de esta situación alienante, en un miembro más del statu quo. Por eso Paulo Freire denuncia la concepción ingenua de la alfabetización porque esconde, bajo una vestimenta falsamente humanista, su miedo a la libertad. Para Freire, educación es concienciación y diálogo: Significa un despertar de la conciencia, un cambio de mentalidad que implica comprender realista y correctamente la ubicación de uno en la naturaleza y en la sociedad, la capacidad de analizar críticamente otras situaciones y posibilidades y una acción eficaz y transformadora. Si bien el estímulo del proceso de concienciación deriva de un diálogo interpersonal, mediante el cual uno descubre el sentido de lo humano al establecer una comunión a través de encuentros con otros seres humanos, una de sus consecuencias casi inevitables es la participación política y la formación de grupos de interés y presión. Freire enfatiza que no debe de haber más educando, no más educador, sino educador-educando con educando-educador como la base fundamental para su integración en la realidad nacional, tomando conciencia de sus derechos. Por otra parte, Freire crítica rotundamente el estilo tradicional educativa que se ha llevado en práctica en la historia. Los elementos que debate sobre la educación tradicional son: • Que el educador es siempre quien educa; el educando, el que es educado. • Que el educador es quien disciplina; el educando, el disciplinado. • Que el educador prescribe; el educando sigue la prescripción. • Que el educador elige el contenido de los programas; el educando lo recibe en forma de depósito. • Que el educador es siempre quien sabe; el educando el que no sabe. • Que el educador es el sujeto del proceso; el educando su objeto. Para la concepción tradicionalista o bancaria de la educación, el hombre es una cosa, un depósito una olla. Su conciencia va siendo llenado de pedazos de mundo dirigidos por otro, con cuyos residuos pretende crear contenidos de conciencia. Realizada la superación de esta concepción, la educación liberadora que defiende Paulo Freire es la siguiente: • No más un educador del educando. • No más un educando del educador. • Sino un educador-educando con un educando-educador. Esto significa: • Que nadie educa a nadie.
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    • Que tampoconadie se educa solo. • Que los hombres se educando entre sí a través del diálogo, mediatizados por el mundo. En general, concienciar es ayudar a la persona abrir el camino a la crítica. * La sociedad brasileña en transición. Es fundamental partir de la idea de que el hombre es un ser de relaciones y no sólo de contactos, no sólo está en el mundo sino con el mundo. Hay una pluralidad en las relaciones del hombre con el mundo. Su pluralidad no se da frente a los diferentes desafíos, que parten de su contexto, sino frente a un mismo desafío. Se organiza. Elige la mejor respuesta. Se prueba. Actúa. La captación tanto de los datos objetivos de su realidad es naturalmente crítica, por ello reflexiva. Además, hay que decir que el ser humano es capaz de transcender. La transcendencia que define Paulo Freire se basa en la raíz de su grandeza, en la conciencia que tiene de esta grandeza, del ser inacabado que es y cuya plenitud se halla en la unión con su Creador. Unión que por la propia esencia, jamás será de dominación o de domesticación, sino siempre de liberación. En este caso el hombre existe, está dentro de la realidad, hereda, incorpora y modifica. La presencia del hombre sobre la realidad no se acota a la mera pasividad. Puede interferir en distintas dimensiones de las que participa, la natural y la cultural, de la primera por su aspecto biológico, de la segunda por su poder creador. Esta integración de la realidad que resulta de estar no sólo en él, sino con él, su conciencia adopta una postura crítica. De no ser así, se convierte en ser acomodado o ajustado donde su libertad se ve acotada, sin derecho a discutir y sacrificando inmediatamente su capacidad creadora. El ser humano al integrarse en la realidad, se va humanizando, acrecentando su conciencia, va temporalizando los espacios geográficos, hace cultura. Sin embargo, una de las grandes tragedias del hombre moderno es que hoy, dominado por la fuerza de los mitos y dirigido por la publicidad organizada, ideológica o no, renuncia cada vez más, sin saberlo, a su capacidad de decidir. Desgraciadamente, vemos cada vez más al hombre, simple, oprimido, disminuido y acomodado, convertido en espectador, dirigido por el poder de los mitos creados para él por fuerzas sociales poderosas y que volviéndose a él, lo destrozan y aniquilan. Es el hombre trágicamente asustado que teme la convivencia auténtica y que duda de sus posibilidades. Sin embargo, la sociedad occidental incluyendo la Brasileña, pasan de una etapa histórica a otra. Este paso se trata de una evolución social y cultural de la sociedad. Anteriormente, Brasil vivía en una sociedad cerrada, fruto de una alineación cultural, la cual correspondía una tarea alienada y alienante de sus élites, distanciadas del pueblo,
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    superpuestas a surealidad. Ninguna vinculación dialogal se daba entre las élites y estas masas, cuya tarea era únicamente seguir y obedecer. Esto daba consigo a una sociedad de masas en la que el hombre estaría acomodado y domesticado, dejando de lado su espíritu crítico. Esta sociedad cerrada al paso de una sociedad en tránsito se daría cuando los viejos agoten sus vigencias cediendo lugar a los nuevos. Nuestra salvación democrática tal como exponía Freire, se basaría en una sociedad homogéneamente abierta. Las fuerzas impulsadoras del nuevo cambio, estaban convencidas de que la apertura de sociedad brasileña y su autonomía se harían en términos realmente pacíficos. Para lograr el avance de una sociedad cerrada a una de tránsito, la población a través de sus reflexiones y contradicciones siempre inmerso en y con la realidad social, la mejor forma para producir el cambio deseado, tenía que adoptar una postura radical. Postura que implica una crítica, una relación amorosa, humilde y comunicativa con sus prójimos. Esta postura no pretende imponer su opción, dialoga sobre ella. Está convencido de su acierto, pero respeta en otro el derecho de juzgarse también dueño de la verdad. Sin embargo, tiene el deber, por una cuestión de amor, de reaccionar con violencia a los que pretendían imponerle silencio. El mal no residía en el radicalismo sino en el sectarismo. El sectarismo tiene una matriz preponderadamente emocional y acrítica, es arrogante, anti-dialogal y por eso anti-comunicativa. No respeta la opción de los otros. Pretende imponer la suya que no es opción sino fanatismo. El radical por el contrario, rechaza el activismo y somete siempre su acción a la reflexión. El sectario, sea de derecha o de izquierda, se enfrenta a la historia como su único hacedor. Gracias a la postura radical permite a la sociedad conocerse sobre sí misma y se descubre inacabada con un sinnúmero de tarea. Esta visión se destruye en gran parte bajo el impacto del sectarismo que se inicia cuando caída la sociedad cerrada, comienza el fenómeno que Mannheim llama democratización fundamental. Esta democratización fundamental se trata de emerger o dejar de permanecer con los brazos cruzados y renunciar a ser meramente espectador para exigir injerencia. Ya no les satisface a la población a asistir, quieren participar. Su participación implica una toma de de conciencia, no una concienciación. Sin embargo, esta postura se verá truncada por las acciones defensivas que ponen en práctica las élites. Estas élites en un primer momento perciben claramente la amenaza contenida en la toma de conciencia por parte del pueblo. Se asocian. Atraen hacia sí a los teóricos de la crisis, como generalmente llaman al nuevo clima cultural. Crean instituciones asistenciales que se vuelven asistencialistas (dando lugar a ciudadanos mudos, pasivos, sin responsabilidad). Y, en nombre de la libertad amenazada, repelen la participación del pueblo. Defienden una democracia en la que el pueblo es un enfermo al que se deben aplicar remedios. Y su enfermedad es, precisamente tener voz y participación. Estas élites políticas adoptan las posturas sectarias que pretende lograr la masificación de la ciudadanía, describiéndolos como personas objeto, al contrario de los radicales que defendían las trasformaciones profundas, respetando al hombre como persona, como sujeto.
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    Freire adopta rotundamentela postura radical. Gracias a esta postura, pretendía lograr la humanización de la población pero para ello, la población tenía que pasar de una intransitividad de conciencia, a una transitividad ingenua hasta culminar a una transitividad crítica con el riesgo de tonarse a una visión masificada que facilite la aparición del sectarismo. La intransitividad de la conciencia tal como exponía Freire, es una representación de falta del compromiso entre el hombre y su existencia, con la naturaleza y con la cultura. Sin embargo, esta intransitividad de ingenua a medida en que amplía el ser humano su poder de captación y de respuesta, y aumenta su poder de diálogo, no sólo con otro hombre sino con su mundo, se transitiva. Sus intereses no giran en su yo sino a otras esferas, a otras personas. Es por eso, que la transitividad ingenua se caracteriza entre otros aspectos, por la simplicidad en la interpretación de los problemas. También, por la tendencia a juzgar que el tiempo mejor fue el tiempo pasado; por la subestimación del hombre común; por la fragilidad en la argumentación; por una fuerte tenor emocional que puede truncarse en fanatismo. Esta transitividad ingenua a medida que se acreciente la interacción, el diálogo activo entre los ciudadanos y se potencie un trabajo educativo crítico, puede evolucionar a la transitividad crítica. Esta transitividad de la conciencia se caracteriza por la profundización en la interpretación de los problemas con una responsabilidad social y política. Esta posición transitiva implica recuperar la verdadera matriz de la democracia. De ahí que esta transitividad crítica corresponda a formas de vida altamente permeables, interrogadoras, inquietas y dialogales. No obstante, el paso de la transitividad ingenua a la crítica, puede tornarse a la transitividad irracional o fanática, caracterizada por su falta de compromiso, fruto de la masificación. Dicha masificación se suprime o se disminuye intensamente el diálogo, y el hombre queda vencido y dominado sin saberlo, aun cuando pueda creerse libre. Teme a la libertad, es dirigido por las élites, pierde la dirección del amor y perjudica su poder creador, transformándose en un ser humano objeto y no sujeto.
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    2. La sociedadcerrada e inexperiencia democrática. Realmente Brasil nació y creció dentro de condiciones negativas con respecto a la experiencia democrática. El marcado sentido de nuestra colonización, fuertemente depredadora, la base de la explotación económica del gran dominio en que el poder del señor, se extendía desde las tierras a los campesinos y el trabajo esclavo, no han creado en el hombre brasileño condiciones necesarias para el desarrollo de una mentalidad permeable, flexible, característica del clima cultural democrático. Tal como decía Cáio Prado: la economía nacional, y con ella nuestra organización social, no conformaban una estructura democrática y popular. La sociedad brasileña se construyo en base a la colonización portuguesa, de los cuales, muchos aventureros tenía como objetivo la explotación de las tierras y si era posible, la esclavización del pueblo indígena. Esto dio consigo a una nula integración del ciudadano portugués, caracterizado por la apropiación de grandes tierras, explotadas y gestionadas por un solo señor y defendida constantemente por la ambición de otros señores y de los constantes ataques de los nativos. De está forma, nació y se desarrolló el hombre brasileño en una época de dependencia, de mandonismo, de mutismo y de proteccionismo, que aún surge entre nosotros en plena época de transición. Las relaciones humanas, el diálogo y la convivencia comunitaria en estas sociedades autárquicas no florecían, ya que se imponía las leyes creadas por los señores, poseedores de tierras hacia los subordinados, los no privilegiados. A consecuencia de este modelo de sociedad, se impuso una conciencia hospitalaria de opresión y no una conciencia libre y creadora indispensable en los regímenes auténticamente democráticos. Fruto de esta conciencia opresora, se genero el individualismo entre los ciudadanos brasileños y la gestión y dirección de los centros ciudadanos eran dirigidos desde arriba hacia abajo, completamente contradictorio a los centros ciudadanos en las sociedad democráticas donde el pueblo decide, transforma con sus propias manos la realidad social con el apoyo indispensable de los políticos. Con esta conciencia opresora trajo al ajustamiento, el acomodamiento y no la integración del ciudadano brasileño. Esta sociedad autárquica estaban presentes en los altos estratos, la clase de los llamados hombres bueno, enriquecidos en el comercio y hechos nobles tanto por sus servicios prestados a la ciudad como por su conducta. En el otro lado, se encontraba el hombre común irremediablemente alejado de cualquier experiencia de autogobierno o de diálogo; constantemente sometido, protegido, sólo era capaz de reaccionar por medio de la algazara, que es la voz de los que están mudos frente al crecimiento de las comunidades. Esta voz fue los primeros ensayos de diálogo. Hasta que no se dio la descomposición de la sociedad brasileña, permitiendo entonces cierta participación, no se pudo luchar contra este tipo de sociedad cerrada, atrasada y sin ningún transfondo democrático.
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    Sin embargo, fueen este siglo XX, en la década de los veinte a los treinta, después de la primera gran guerra y más acentuadamente después de la segunda cuando nuestro desarrollo industrial, en cierto desordenado, recibió su gran impulso. Gracias a este impulso, se crearon los centros ciudadanos populares que se inclinaban por el conocimiento, por la interrelación de las artes con la literatura, el campo de las ciencias, la economía entre otros. Gracias a estos comienzos, el país comenzaba a encontrarse consigo mismo. El pueblo brasileño emergía de sus experiencias de participación. Sin embargo, todo esto provocó choques entre los viejos y los nuevos temas, dando lugar al golpe militar 3. Educación versus Masificación. Paulo Freire está convencido de que la contribución del educador brasileño debe pasar de una educación que intentase el pasaje de la transitividad ingenua a la transitividad crítica, ampliando y profundizando la capacidad de captar los desafíos del tiempo, colocando al hombre brasileño en condiciones de resistir, a los poderes de la emocionalidad de la propia transición. Armarlo contra la fuerza de los irracionalismos de los que era presa fácil, en la posición transitivamente ingenua. Dicho posicionamiento permitía a las clases populares emerger, descubrir y sentir esa visualización que las élites hacen de ellas, ofrecer respuestas auténticamente agresivas. Estas élites, asustadas, tienden a silenciar a las masas populares, domesticándolas por la fuerza o con soluciones paternalistas. Tienden a detener el proceso, del cual surge la elevación popular, con todas sus consecuencias. Por ello, la ascensión del hombre brasileño parte del desarrollo democrático, que concierne de la necesidad de profundas reformas, fundamento de la propia democracia. Sin embargo, cuando la mayor parte del pueblo emerge desorganizado, ingenuo y desesperado, con fuertes índices de analfabetismo y semi-alfabetismo, llega a ser juguetes de los irracionalismos. De está forma parecía más imperiosa una amplia acción educativa crítica, para crear una educación en base a la decisión, en la responsabilidad social y política. En este sentido, Mannheim hace afirmaciones que se adecuan a las condiciones que se comenzaba a vivir en el proceso de transformación y consolidación de la educación crítica: Dice textualmente: En una sociedad en la cual los cambios más importantes se producen por medio de la liberación colectiva y donde las revaloraciones deben basarse en el consentimiento y en la comprensión intelectual se requiere un sistema educacional completamente nuevo, un sistema que concentre sus mayores energías en el desarrollo de nuestros poderes intelectuales y dé lugar a una estructura mental capaz de resistir el peso de escepticismo y hacer frente a los movimientos de pánico cuando llegue la hora del desprendimiento de muchos de nuestro hábitos mentales. Educación que lo coloque en diálogo constante con el otro, a análisis críticos de sus descubrimientos a una cierta rebeldía, en el sentido más humano de la expresión, y por lo tanto la mayor flexibilidad de la conciencia ante posibles cambios. Para que la educación crítica se pueda consolidar eficazmente en la comunidad, debe de producirse la rebelión popular. Entendemos la rebelión como un síntoma de ascensión,
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    como una introduccióna la plenitud. Rebeldía que implica simpatía, compromiso, participación en los destinos de la escuela de su hijo, en los destinos de los sindicatos, de la empresa, ganando injerencias en la vida del barrio, de la iglesia, en la vida de la comunidad rural, por la participación activa en asociaciones, en clubes, sociedades benéficas. Tal como expone Paulo Freire: la educación tendría que ser ante todo, un intento constante de cambiar de actitud, de crear disposiciones democráticas a través de las cuales el brasileño sustituya hábitos antiguos y culturales de pasividad por nuevos hábitos de participación e injerencia, que concuerden con el nuevo clima transicional, que discuta sobre los problemas de su país, de su continente, del mundo, los problemas de su trabajo, de la propia democracia. Esta educación crítica en Brasil se pudo llevar a cabo en la práctica gracias a la implicación de la Universidad de Brasilia. Esta implicación fomentó la creación del intelectual al servicio de la cultura nacional y esta integración del ciudadano brasileño en y con la realidad social tuvo dos consecuencias importantes: a) la fuerza de un pensamiento creador propio; b) el compromiso con el destino de la verdadera realidad. En general, la Universidad de Brasilia se centro su preocupación en la transformación de la realidad. 4. Educación y concienciación. Paulo Freire expone que hay que confiar en el pueblo. Afirmamos siempre que tenemos que cambiar junto a él, no sólo ofrecerle datos. De ahí que jamás, admitiremos que la democratización de la cultura sea su vulgarización, ni tampoco que sea algo fabricado en nuestra biblioteca y entregado luego al pueblo como prescripción a ser cumplida. Tal como exponía Mannheim: él no se limita al analfabetismo, sino que incluye la no participación y la no injerencia de ellas, que debe sustituirse por la participación crítica que es una forma de sabiduría. La participación crítica como elemento indispensable para hacer frente al analfabetismo. Además, Mannheim añade que en lugar de escuela, que nos parece un concepto, entre nosotros, demasiado cargado de pasividad, en nuestra propia formación, contradiciendo la dinámica de la transición, “lanzamos el de círculo de cultura”. En lugar de profesor, con tradiciones fuertemente donantes, “coordinador de debates”. En lugar de aula discursiva, “diálogo”. En lugar de los puntos y de programas alienados, “programación compacta, reducida y codificada en unidades de aprendizaje”. Así pues, lo que estaban intentando es crear una educación que es identificará con la realidad social. Al integrarse en el tiempo y el espacio y al ayudar al hombre a reflexionar sobre su vocación de sujeto, debía realmente ser instrumental. ¿Pero cómo realizar esta educación?
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    La respuesta sehalla en: a) Un método activo, dialogal, crítico y de espíritu crítico. b) Una modificación del programa educacional. c) El uso de técnicas tales como la reducción y la codificación. Eso solamente podría lograrse con un método activo, el diálogo. Tal como expone Paulo Freire: el diálogo es una relación horizontal de A más B. Nace de una matriz crítica y genera crítica. Se nutre del amor, de la humildad, de la esperanza, de la fe, de la confianza. Y cuando las dos personas se ligan así, con amor, esperanza y fe uno en el otro, se hacen críticos en la búsqueda de algo. Se crea, entonces una relación de simpatía entre ambos. Al contrario del diálogo, encontramos el anti-diálogo, que implica una relación vertical de A sobre B, se opone a todo eso. Es desamoroso. Es acrítico y no genera crítica. No es humilde. Es desesperante. Es arrogante. * Para iniciar un nuevo programa de alfabetización es importante distinguir los dos mundos: el de la naturaleza y el de la cultura. El papel activo del hombre en y con su realidad. La cultura como el aporte que el hombre hace el mundo, que no pudo hacer. La cultura como el resultado de su trabajo, de su esfuerzo creador y recreador. Por ejemplo: la cultura es tanto la poesía realizada por poetas letrados, como la poesía contenida en un cancionero popular. Que cultura es toda creación humana. Con la integración de la persona en su contexto, éste aprende críticamente la necesidad de aprender a leer y a escribir, se prepara para ser el agente de este aprendizaje, logrando que entienda lo que se lee y escribir lo que se entiende, consiguiendo que la alfabetización se convierta en instrumento. Para poder llevar a cabo este proceso de alfabetización instrumental, es necesario aplica las siguientes pautas: a) Obtención del universo vocabular de los grupos con los cuales se trabajará. Este estudio se hace a través de encuentros informales con los moradores del área a alfabetizar y por tanto de mayor contenido emocional, sinon también aquellos típicamente del pueblo, sus expresiones particulares, vocablos ligados a la experiencia de los grupos, de los que el profesional forma parte. b) Selección del universo vocabular estudiado. Selección a ser realizada bajo ciertos criterios: 1. riqueza fonética. 2. Dificultades fonéticas (las palabras escogidas deben responder a las dificultades fonéticas de la lengua, colocadas en secuencias que van gradualmente de las dificultades menores a las mayores.) 3. Análisis pragmático de la palabra que implica mayor pluralidad en el compromiso de la palabra con una realidad social, cultural, dada. c) Creación de situaciones existenciales típicas del grupo con se va a trabajar.
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    Se crean debatesdonde se van colocando los vocablos generadores, en grados según sus dificultades fonéticas. Una palabra generadora puede incluir la totalidad de la situación, o puede referirse a uno de sus elementos. De está forma se consigue su concienciación y su alfabetización. d) Elaboración de fichas que ayuden a los coordinadores en su trabajo, meramente de apoyo, jamás una prescripción rígida que deben obedecer. e) Elaborar las fichas con la descomposición de las familias fonéticas que correspondan a los vocablos generadoras. Esta en la creación de una nueva actitud, la del diálogo. Actitud diálogo que los coordinadores deben adquirir para realmente educar y no domesticar. Gracias al diálogo permite a los integrantes del grupo establecer una relación de yo-tú, una relación de dos sujetos. Una vez confeccionado este material, preparados los equipos de coordinadores y supervisores y elaboradas y recibidas sus fichas, se iniciará el trabajo. 5. Ejecución práctica. El educador pasa a la visualización de la palabra generadora; para la visualización y no para su memorización. Luego de visualizarla, establecido el vínculo semántico entre ella y el objetivo a que se refiere y que se representa en la situación: • Se ofrece al educando en otro slide, la palabra, sin el objeto o pintura nombrado. • Luego se expone la palabra acompañado con su objeto o pintura correspondiente. • Después se presenta la misma palabra separada en sílabas, que generalmente el analfabeto identifica como trozos. • Reconocidos los trozos en la etapa del análisis, se pasa a la visualización de las familias fonémicas que componen la palabra en estudio. Ejemplo: 1. Imaginemos la palabra tijolo (ladrillo), como primera palabra generadora, 2. Discutida la situación en sus aspectos posibles, se haría la vinculación semánticas entre la palabra y el objeto que nombra. 3. Visualizada la palabra dentro de la situación, se presenta luego sin el objeto: TIJOLO 4. Después vendría: ti-jo-lo. 5. Inmediatamente después de la visualización de los trozos y dejando de lado una ortodoxia analítica sintética, la palabra se separa para reconocer las familias fonémicas.
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    A partir dela primera sílaba, ti, el grupo conoce toda la familia fonémica resultante. Enseguida el grupo conocerá la segunda familia, a través de la visualización de jo, para finalizar llegar al conocimiento de la tercera. Cuando se proyecta la familia fonética, el grupo reconoce la sílaba de la palabra visualizada: (ta-te-ti-to-tu), (ja-je-ji-jo-ju), (la-le-li-lo-lu). Después del conocimiento de cada familia fonética, se hacen ejercicios de lectura para la fijación de las sílabas nuevas. El momento más importante surge ahora al presentarse las tres familias juntas: • Ta-te-ti-to-tu. • Ja-je-ji-jo-ju. • La-le-li-lo-lu. Esto da lugar a la ficha del descubrimiento. De uno en uno, todos van creando palabras con las combinaciones posibles a disposición: tatu-luta, tijolo, lajota, loja, jato, juta, tela etc. Y así hasta que usando una vocal y una de las sílabas, surja una nueva a la que juntan una tercera para formar una palabra. Por ejemplo, sacando la i de li, juntándola con le y sumando te y surge: leite (leche). En general, para hace este método, la persona tiene que ser conciente, de persona, de sujeto y de su problemática.