495Caño Chucurí, San Rafael de Chucurí (Santander). Foto: F. Nieto
Debido a la declinación de las poblaciones
de tortugas por la extracción que se ejer-
ce sobre las mismas para el consumo, la
tenencia como mascotas, contaminación
y factores ambientales como degradación
y pérdida del hábitat y el cambio climáti-
co, en Colombia se están o se han toma-
do medidas generales para proteger este
patrimonio natural, como la designación
de áreas protegidas, la adopción de nor-
mas para prohibir la cosecha de tortugas
y la generación de programas o planes de
manejo. Éstas iniciativas desafortunada-
mente aún no son suficientes, lo cual se
evidencia en la declinación de los tamaños
poblacionales, la reducción de las áreas de
distribución y en consecuencia, en la in-
clusión de especies que se listan en alguna
de las tres categorías de amenazas de la
UICN.
Para la conservación del patrimonio na-
tural, Colombia se ha adherido a nivel
internacional a diferentes convenios y
tratados. Para la conservación de los eco-
sistemas continentales, se encuentra el
Convenio para la Protección del Patrimo-
nio Mundial, Cultural y Natural- UNESCO
(1972), el Tratado de Cooperación Amazó-
nica (1978), la Convención relativa a los
Humedales de Importancia Internacional-
Ramsar (1981), la Convención Marco de
las Naciones Unidas contra el Cambio Cli-
mático-UNFCCC (1992) y la Convención
para la Lucha contra la Desertificación y
la Sequía-UNCCD (1994). A nivel de espe-
cies, en los años 70 se firma el tratado so-
bre el Comercio Internacional de Especies
Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres –
CITES, con lo cual Colombia asumió com-
promisos en el ámbito internacional para
facilitar el comercio legal de especies y
productos y simultáneamente, implemen-
tar medidas que permitan un control más
eficiente del tráfico ilegal. A nivel genéti-
co, Colombia hace parte de la Decisión 391
de la Comunidad Andina (CAN), sobre el
Régimen Común de Acceso a los Recursos
Genéticos (1996). De forma general está el
Convenio de Diversidad Biológica firmado
en Río de Janeiro en 1992.
Foto:Facuam
Estrategias para la conservación
de las tortugas continentales
de Colombia20.
Mónica A. Morales-Betancourt, Carlos A. Lasso, Vivian Páez,
Fernando Trujillo, Mario Vargas-Ramírez, Germán Forero-Me-
dina, Omar Hernández y Gustavo Trujillo
BIOLOGÍA Y CONSERVACIÓN DE LAS TORTUGAS CONTINENTALES DE COLOMBIA
496 497
ESTRATEGIAS DE CONSERVACIÓN
M. Vargas-R.
A nivel nacional se han realizado esfuerzos
generales para la conservación de las tor-
tugas continentales. Así, en primera ins-
tancia, se evaluó el estado de conservación
de estas especies, donde de las 27 tortugas
continentales, 11 se clasificaron bajo algu-
na categoría de amenaza a nivel nacional
(Castaño-M. 2002). Debido a este núme-
ro tan elevado y por la importancia de las
tortugas en la seguridad alimentaria de las
comunidades rurales e indígenas y su rol a
nivel ecosistémico, en el 2002 el Ministerio
del Medio Ambiente publica el Programa
Nacional de Conservación de Tortugas Ma-
rinas y Continentales en Colombia (MMA
2002), el cual buscaba garantizar la super-
vivencia de todas las especies de tortugas
presentes en nuestro país, implementando
estrategias de conservación, investigación,
valoración, uso y manejo, a través de un
trabajo coordinado interinstitucionalmen-
te y con la participación de la comunidad.
Las líneas de acción de este programa fue-
ron: 1) investigación y monitoreo de pobla-
ciones; 2) manejo sostenible; 3) educación
ambiental y participación comunitaria; 4)
información y divulgación y 5) gestión y
fortalecimiento institucional. A pesar de
ser un programa que abarca las principales
áreas a tener en cuenta, su implementa-
ción ha sido en la mayoría de los casos par-
cial y a cargo de iniciativas individuales,
más que bajo la coordinación de los entes
implementadores.
Nueve años después de publicado el pro-
grama y en vista de no haberse consoli-
dado el grupo de trabajo que impulsaría
la implementación de éste, como lo men-
ciona el plan: “Para la implementación del
Programa Nacional para la Conservación
de las Tortugas en Colombia, se pretende
consolidar a nivel nacional el grupo coor-
dinador constituido por el Ministerio del
Medio Ambiente, representantes de los
institutos de investigación, delegados del
Ministerio de Educación y el Ministerio de
Agricultura y representantes de las Unida-
des de coordinación regional de las áreas
andina, Caribe insular, Pacífica, Orino-
quia y Amazonia”, surgió una iniciativa de
la Asociación Colombiana de Herpetolo-
gía-ACHerpetología con el apoyo de varias
instituciones, que reunió al sector acadé-
mico y algunas ONG, para estructurar la
primera fase del plan estratégico de con-
servación para las tortugas continentales
colombianas, cuyo periodo de ejecución
sería de enero 2012 a noviembre 2013.
Las acciones planteadas en este Plan son
concretas, viables, verificables y tienen
responsables. No se requieren de grandes
sumas de dinero para realizar estas accio-
nes, sólo es imprescindible la voluntad y la
coordinación de sus actores. El objetivo de
este Plan no es garantizar la supervivencia
de estas especies en el país, sino obtener
información esencial para saber cómo ha-
cerlo en un futuro próximo e iniciar accio-
nes concretas de investigación y educación
con miras a la conservación (ACHerpeto-
logía 2011). El presente libro y este capítu-
lo en particular, responden a los avances
en varios de los objetivos del Plan.
En Colombia a nivel regional se han reali-
zado algunos trabajos puntuales sobre la
conservación de las especies de tortugas,
sin embargo mucha de esta información
no está publicada o disponible para su
consulta (informes, consultorías, tesis).
Entonces, para poder abordar este tema,
se revisaron (dependiendo la disponibili-
dad), los planes de manejo o de acción de
las corporaciones autónomas regionales,
así como los de Parques Nacionales Na-
turales, los documentos de algunas ONG
y conceptos de expertos para determinar
que especies estaban contempladas en los
mismos.
A continuación se presentan cada uno de
estos aportes, organizados para las cinco
cuencas hidrográficas de Colombia. Lue-
go se abarcaran los temas más represen-
tativos que se encuentran enmarcados -o
deberían estarlo- dentro de estos planes,
como los son la educación ambiental y el
trabajo comunitario, modelos poblacio-
nales y monitoreo, la zoocría, protección
de nidadas y levantamiento de neonatos
y normativa ambiental. Finalmente, se
discute la efectividad de los mismos y se
plantean recomendaciones al respecto.
20.1 Planes de manejo y/o acción
(Mónica A. Morales-B., Carlos A. Lasso,
Fernando Trujillo y Vivian P. Páez)
Amazonas
Los principales trabajos de investigación y
manejo en esta cuenca corresponden a la
charapa (Podocnemis expansa). En la déca-
da de los 80, la Fundación Biológica Puerto
Rastrojo y la Corporación Araracuara de-
sarrollaron trabajos en la zona baja del río
Caquetá, con el fin de proteger, conservar
y realizar estudios enfocados a la biología
reproductiva de la charapa, investigacio-
nes realizadas en conjunto junto con las
comunidades indígenas allí establecidas
(von Hildebrand et al. 1997). Los resul-
tados de estos estudios promovieron la
creación en 1987 del PNN Cahunarí que
incluye los principales sitios de refugio
para la charapa en el área de influencia del
parque. En la actualidad esta especie es
considerada como objeto de conservación
del parque, al igual que para el PNN Chiri-
biquete (Mendoza 2009, Páez 2009).
A partir de 1994, el PNN Cahunarí y la
Fundación Natura bajo la filosofía del
manejo participativo, formularon el Plan
Charapa, constituido por cinco componen-
tes: protección, monitoreo, manejo, capa-
citación e investigación. De esta forma, las
comunidades indígenas se involucraron
en la conservación de la especie mediante
la participación de representantes indíge-
nas, y definieron los lineamientos que en-
marcaron las acciones en las temporadas
reproductivas (Bello et al. 1996). En 1998
se finaliza el Plan Charapa y se interrumpe
el trabajo con la comunidad. Esta ha sido
una de las pérdidas más lamentables en la
gestión del parque por la falta de recursos
desde Parques para la Territorial. Luego
en junio de 2001, se firmó el “Convenio
Inter-administrativo para la Coordinación
de la Función Pública de la Conservación
y Manejo del Área del Parque Nacional
Natural Cahuinarí, entre el Ministerio de
Ambiente y la Autoridad Pública Miraña”.
Llegar a la firma del convenio fue el resul-
tado de un proceso de diez años, donde los
espacios de diálogo entre las dos visiones
han sido vitales y han arrojado resultados
tan valiosos como el establecimiento de
acuerdos de manejo, visión intercultural
del manejo de la tortuga charapa, discu-
sión sobre el sentido del plan de manejo y
su significado local y zonificación del ma-
nejo del territorio del Parque por parte del
pueblo Miraña – Bora, entre otros (Muñoz
et al. 2009).
Por otro lado, para el río Amazonas en
el área de influencia de Puerto Nariño, la
Fundación Omacha ha llevado a cabo labo-
res de recuperación de nidos y educación
ambiental para las especies del género
Podocnemis. Como empezaron a escasear
las charapas se empezó a generar presión
sobre las terecayas (Podocnemis unifilis),
que es la especie que le sigue en tamaño a
la charapa. Esta labor fue continuada des-
de el 2003 por la Fundación Natutama, la
cual generó un programa para su conser-
vación con tres componentes principales:
BIOLOGÍA Y CONSERVACIÓN DE LAS TORTUGAS CONTINENTALES DE COLOMBIA
498 499
ESTRATEGIAS DE CONSERVACIÓN
M. Vargas-R.
1) monitorear y proteger las playas nidos
y adultos de las tres especies (incluyendo
Podocnemis vogli); 2) involucrar a los habi-
tantes y las autoridades de la zona, reali-
zar programas de educación que busquen
desestimular la extracción de huevos y la
captura de adultos y 3) a través de este
proceso, recopilar información biológica,
ecológica y cultural que permitan a ali-
mentar y guiar los procesos de conserva-
ción (García et al. 2008).
En 2005, Corpoamazonia junto con Fun-
dación Natura, extendieron el Plan Cha-
rapa para toda la Amazonia colombiana y
en particular en el río Caquetá, el Trapecio
Amazónico y el medio Putumayo, lo que
terminó con la generación del Plan de ma-
nejo para cada uno de estos tres sectores
(Monje y Martínez 2008). Sin embargo,
al revisar el plan, éste no fue más que un
ejercicio de diagnóstico de la situación del
recurso en las áreas estudiadas.
Dando continuidad a este proceso, en el
2008 se crea una alianza interinstitucio-
nal entre Corpoamazonia, el Instituto
Sinchi, la Fundación Omacha y la Fun-
dación Natura, donde el área de estudio
fue el Trapecio Amazónico (municipio de
Puerto Nariño y su área de influencia), el
alto y bajo Putumayo (Puerto Leguizamo
y Tarapacá y sus áreas de influencia) y el
bajo Caquetá (Pedrera y su área de influen-
cia). El objetivo fue que las comunidades
generaran acciones de manejo para al me-
nos seis especies de fauna acuática (Inia
geoffrensis, Sotalia fluviatilis, Pteronura
brasiliensis, Trichechus inunguis, Melonosu-
chus niger y Podocnemis spp). Un resultado
importante de este trabajo fue que de las
especies estudiadas, las tortugas fueron
reconocidas como prioritarias tanto por
las comunidades locales como las insti-
tuciones ambientales de la región. Esto
es debido a que por un lado en los cuatro
sectores se reconoció la disminución de las
poblaciones y por otro, se reconoció la im-
portancia de estos animales como recurso
alimenticio y tradicional para las comuni-
dades locales, por lo que se sugirió reali-
zar acciones de manejo y conservación en
la Amazonia colombiana (Arévalo et al.
2008, Bermúdez-R. et al. 2010a, b). Espe-
cíficamente para el área de influencia de
Tarapacá se identificaron playas de anida-
ción importantes para realizar un progra-
ma de monitoreo y conservación. Además,
por ser un área tri-fronteriza (Perú-Brasil-
Colombia), se firmó un acuerdo de coope-
ración entre las comunidades peruanas,
brasileñas y colombianas allí asentadas,
para la protección de las tortugas. Estos
últimos trabajos vienen enmarcados en el
Plan de Acción Regional en Biodiversidad
del Sur de la Amazonia Colombiana 2007-
2027 de Corpoamazonia, en donde se con-
sidera a P. expansa como especie de impor-
tancia para promover la implementación
de acciones estratégicas y mecanismos de
seguimiento que garanticen el manejo sos-
tenible (Arévalo et al. 2008).
Caribe
En la cuenca del río Sinú las especies ob-
jeto de trabajos de conservación son Che-
lonoidis carbonaria (morrocoy), Trachemys
callirostris (hicotea), Mesoclemmys dahli
(carranchina) y Podocnemis lewyana (tor-
tuga de río). La principal iniciativa para la
región es el trabajo realizado por la Cor-
poración Autónoma Regional de los Valles
del Sinú y del San Jorge-CVS, junto con
Conservación Internacional-CI, que de-
sarrollaron el proyecto Manejo y Conser-
vación de Especies Amenazadas del Bajo
Sinú, donde se incluye un plan de manejo
para cada una de las tortugas: Chelonoidis
carbonaria, Trachemys callirostris, Meso-
clemmys dahli y Podocnemis lewyana (CVS y
CI 2006).
Después de dos años, se han realizado
varias actividades las cuales han queda-
do plasmadas en el informe de la CVS y
CI (2008). Para el caso de la hicotea y la
tortuga de río, se formularon acciones en-
focadas al mantenimiento de las poblacio-
nes naturales de las especies mediante la
mitigación de los impactos que las afectan,
el mejoramiento de su hábitat y el forta-
lecimiento de los procesos comunitarios.
Dentro de este marco, se han desarrollado
acciones de rescate e incubación artificial
de nidos de hicotea durante la temporada
reproductiva, se han realizado activida-
des de restauración y reforestación de las
áreas críticas dentro de la Ciénaga de Bañó
con la intención de mejorar los hábitat y
se fortaleció el programa comunitario
mediante la capacitación en temas inhe-
rentes al plan de manejo de hicotea. De
igual manera, como parte del programa de
alternativas económicas, se fortalecieron
las acciones de promoción del proyecto
ecoturístico comunitario.
La carranchina es considerada emblema
regional de conservación (Rueda-A. et al.
2004). En la comunidad de Ceiba Pareja
del municipio de Lorica se realizó el IV
Festival Ecológico de la Tortuga Carran-
china, donde a través de actividades lú-
dicas y expresiones culturales propias del
folclor cordobés, se llama la atención a los
participantes sobre el cuidado de la tierra,
las plantas y sus animales. Este tipo de
evento ha permitido generar conciencia
sobre la importancia de conservar a la tor-
tuga carranchina y el cuidado del medio
ambiente. A raíz de estos esfuerzos, se han
impuesto una serie de autorregulaciones
para disminuir las amenazas para la tor-
tuga carranchina, las cuales consisten en
no maltratar o sacrificar las tortugas que
quedan enganchadas accidentalmente en
los anzuelos, revisar cuidadosamente los
barbechos durante el verano a fin de reti-
rar las tortugas que allí estivan y llevarlas
a un ambiente más seguro para reducir de
esta manera la mortalidad provocada por
las quemas de estos rastrojos, a la vez que
incrementan la oferta de hábitat mediante
la reforestación de las riberas de los arro-
yos temporales que constituye el hábitat
de la tortuga (CVS y CI 2008).
Para el morrocoy, varias de las comuni-
dades del bajo Sinú se han vinculado al
programa “Salvafauna” que busca mejorar
las condiciones de mantenimiento de las
tortugas cautivas e incrementar las tasas
de eclosión a través de pequeñas unidades
familiares de manejo ex situ, con las que se
espera iniciar en un futuro cercano y si las
condiciones técnicas así lo determinan, el
reforzamiento poblacional de la especie en
su ambiente natural (CVS y CI 2008). Hay
que recordar que esta es una especie que
las comunidades mantienen confinadas
en sus patios y solares, lo que en la prácti-
ca constituye una de las principales ame-
nazas para la conservación de la especie, a
tal punto que algunos investigadores han
llegado a afirmar que “existen más morro-
coyes cautivos que en libertad”, en esta re-
gión del país. Para el fortalecimiento del
trabajo comunitario se han publicado car-
tillas didácticas que brindan información
sobre la biología y ecología de la especie, al
igual que de manejo de las nidadas ex situ
(De La Ossa y Riaño 1999, De La Ossa et
al. 2002).
Otro esfuerzo muy importante es el tra-
bajo realizado por la Universidad Nacio-
nal junto con el Ministerio de Ambiente,
Vivienda y Desarrollo Territorial (2009),
los cuales generaron el plan de manejo
orientado al uso sostenible de la tortuga
hicotea (Trachemys callirostris) en toda su
área de distribución. Este plan incluye las
BIOLOGÍA Y CONSERVACIÓN DE LAS TORTUGAS CONTINENTALES DE COLOMBIA
500 501
ESTRATEGIAS DE CONSERVACIÓN
M. Vargas-R.
áreas prioritarias para el monitoreo de la
especie, así como las líneas principales de
acción: uso y manejo sostenible; restau-
ración, recuperación y conservación del
hábitat; participación comunitaria y di-
vulgación; educación ambiental; gestión
del conocimiento científico y tradicional
y fortalecimiento de la gestión institucio-
nal, política y legislación.
Por otro lado, Corpomojana en su plan de
acción 2010-2011 identificó entre sus pro-
yectos a ejecutar, elaborar el Plan de mane-
jo integral de la especie hicotea (Trachemys
callirostris) (Corpomojana 2009). Para el
departamento del Cesar hay un convenio
de cooperación interinstitucional Corpo-
cesar-Instituto de Ciencias Naturales de
la Universidad Nacional de Colombia, para
un proyecto titulado “Caracterización de
la biota y del medio físico en áreas bajo la
jurisdicción de Corpocesar”. En este traba-
jo, dentro de las actividades a desarrollar,
está el monitoreo de las poblaciones de la
tortuga montañera (Mesoclemmys dahli) y
morrocoy (Chelonoidis carbonaria). Adi-
cional a esto, se están realizando esfuer-
zos de reforzamiento poblacional para
Chelonoidis carbonaria en el Santuario de
Vida Silvestre Los Besotes (Corpocesar
com. pers.).
Para el departamento del Atlántico, la
Corporación Autónoma del Atlántico-CRA
en 2008 propuso el programa de conser-
vación para las especies Trachemys calliros-
tris y Podocnemis lewyana en la ciénaga del
Uvero. Para el 2010 la CRA y la Fundación
de Hidrobiología George Dall-Fungdhall,
realizan un programa de conservación
de C. carbonaria con participación de la
comunidad en el corregimiento de Cho-
rreras, municipio de Juan de Acosta (CRA
com. per.). Por último, en el plan de acción
2007-2011 de Codechocó, se plantean
campañas de protección para la especie
Trachemys venusta (Mosquera 2009).
Magdalena-Cauca
Para esta cuenca se han adelantado al-
gunas acciones para la conservación de
la tortuga de río (Podocnemis lewyana) y
la hicotea (Trachemys callirostris). Para la
hicotea está el trabajo ya mencionado an-
teriormente, realizado por la Universidad
Nacional junto con el Ministerio de Am-
biente, Vivienda y Desarrollo Territorial
(2009), que también incluye esta cuenca.
Para Podocnemis lewyana, Cornare, Co-
rantioquia y la Asociación Ambientalista
Futuro Verde-AAFUVER, realizaron, un
proyecto denominado “Manejo y conser-
vación de la tortuga de río (Podocnemis
lewyana), en la cuenca baja del río Claro
Contorna sur, zona limítrofe entre los mu-
nicipios de puerto Nare y Puerto Triunfo,
Antioquia”. Este fue un proyecto con un
gran componente comunitario, apoyados
por instituciones de carácter guberna-
mental y académico, el cual tuvo resulta-
dos muy positivos en cuanto al manejo ex
situ de las nidadas (Romero 2011).
En el 2011 se crea un programa de educa-
ción ambiental y monitoreo dirigido a la
conservación de las especies de tortugas
en la región del Magdalena medio (Tra-
chemys callirostris, Podocnemis lewyana,
Rhinoclemmys melanosterna y Kinosternon
leucostumun), específicamente en la zona
de influencia de la central térmica Ter-
mocentro en el municipio de Cimitarra,
Santander, en el marco del convenio de
cooperación interinstitucional entre la
empresa Isagen S.A.E.S.P., la Universidad
de Antioquia y el Grupo Herpetológico de
Antioquia (GHA). El proyecto se tituló:
“Educación ambiental para los pescadores
del área de influencia de la central Ter-
mocentro, a través de la implementación
de un plan de monitoreo de la comunidad
de tortugas de agua dulce presentes en las
ciénagas”. Esta estrategia está diseñada
y orientada al aumento de los niveles de
conciencia y sensibilidad que tienen los
pescadores de la región y la comunidad en
general, frente a la importancia de la con-
servación, protección y el manejo de las
especies de tortugas dulceacuícolas pre-
sentes en la zona. A este proyecto se en-
cuentran vinculadas tres asociaciones de
pescadores de la región Asomilla, Asopes-
ca y Asoambiental, quienes han participa-
do activamente en los talleres educativos y
en los monitoreos. Los resultados de esta
iniciativa se encuentran en evaluación
para determinar si se lograron cumplir sus
objetivos (Páez com. pers.).
Orinoco
En la cuenca del Orinoco al igual que en
el Amazonas, las especies objeto de estu-
dio son la terecaya o terecay (Podocnemis
unifilis) y la charapa (Podocnemis expansa),
que están catalogadas en Peligro Crítico
(Castaño-M. 2002), para las cuales exis-
ten algunas acciones encaminadas a su
conservación. Para toda la Orinoquia las
tortugas del género Podocnemis están ca-
talogadas como especies focales en el Plan
de acción de biodiversidad en la cuenca del
Orinoco-Colombia 2005-2015 (Correa et
al. 2006).
Corporinoquia en 2005 después de reali-
zar la recopilación de información preli-
minar sobre los aspectos ecológicos de la
terecay (Duarte 2005a), elaboró el plan de
manejo para esta especie. En este plan se
determinan acciones para cada uno de los
siguientes aspectos: 1) importancia socio-
cultural; 2) comportamientos y etapas
biológicas y 3) manejo y control (Duarte
2005b). En este mismo año, para la cha-
rapa se desarrolla el proyecto “Nociones
de la biología y plan de manejo de la tor-
tuga charapa (P. expansa)” (Corporinoquia
2005). En 2009 la Fundación Terrapleta y
WWF desarrollaron un trabajo junto con
la comunidad sobre la conservación de
áreas estratégicas para la protección de
la tortuga charapa (P. expansa), donde se
identificaron las áreas claves para la con-
servación, se caracterizaron las playas de
anidación, se tomó información sobre la
biología reproductiva así como de uso tra-
dicional y se trasladaron nidos para luego
liberar los tortuguillos (Fundación Terra-
pleta y WWF 2009).
En el departamento de Guainía en 1997
se realizó un estudio sobre la situación
del chipiro (Podocnemis erythrocephala)
(Castaño-M. 1997) y sólo hasta 2007, la
CDA promueve el tema de las tortugas
con la evaluación del estado de las pobla-
ciones de quelonios del género Podocnemis
(P. expansa - charapa, P. unifilis - terecay, P.
erythrocephala -chipiro y P. vogliy - galápa-
go, en la cuenca baja del río Guaviare (Ber-
múdez-R. et al. 2007), para luego realizar
una experiencia piloto para el cuidado de
playas y nidadas como estrategia de con-
servación (Bermúdez-R. 2008).
Para el Vichada, la Fundación Omacha
realizó una evaluación de la terecay y la
charapa en 1998, cubriendo 200 km des-
de Puerto Carreño por el río Meta y 50 km
por el Bita, aportando registros de tortu-
gas y nidadas (Martínez-S. et al. 2004).
Posteriormente, en el 2008 la Fundación
Omacha y la Fundación Horizonte Verde
en colaboración con otras instituciones,
elaboraron el Plan de manejo y conser-
vación de especies amenazadas en la Re-
serva de Biosfera El Tuparro, incluyendo
a Podocnemis expansa, Podocnemis unifilis
y Podocnemis vogli. Las líneas de acción
BIOLOGÍA Y CONSERVACIÓN DE LAS TORTUGAS CONTINENTALES DE COLOMBIA
502 503
ESTRATEGIAS DE CONSERVACIÓN
M. Vargas-R.
de este plan fueron: investigación y mo-
nitoreo de las poblaciones, manejo soste-
nible, educación ambiental y participación
comunitaria, información y divulgación
y por ultimo gestión y fortalecimiento
institucional (Trujillo et al. 2008). En el
marco de este proyecto se evaluó la biolo-
gía reproductiva de la charapa y la terecay
en el río Bita y se implementó un progra-
ma piloto de manejo de nidadas en playas
artificiales, liberando más de 1.200 tor-
tuguillos e involucrando a reservas de la
sociedad civil como Nimajay y Bojonawi
(Echeverry 2009, Quinche 2010). Esta ini-
ciativa se conectó con la existente en Ve-
nezuela en Puerto Ayacucho y Santa María
del Orinoco, participando de la liberación
de más de 50.000 tortuguillos.
Más recientemente (2012), la Fundación
Omacha y la Fundación Palmarito inicia-
ron un programa de conservación de la
tortuga charapa y la terecay en el río Meta,
desde Orocué hasta Puerto Carreño y a
lo largo del río Bita, con el apoyo de Eco-
petrol. En esta iniciativa se registraron
las coordenadas geográficas de todas las
playas de anidación de las tortugas, iden-
tificándose las áreas claves para su protec-
ción. Se implementó un fuerte componen-
te social, trabajando con las comunidades
de pescadores a lo largo del río Meta y se
detectaron las principales amenazas para
estas tortugas. Igualmente, se comenzó
un programa de manejo de huevos en
playas cuidadas para aumentar la tasa de
supervivencia de los tortuguillos. En fe-
brero de 2012 se colectaron 2.248 huevos
de Podocnemis expansa y 111 de Podocnemis
unifilis, de los cuales al eclosionar 500 fue-
ron mantenidos en Wisirare (Casanare) y
el resto liberados.
La cuenca Orinoco es de carácter binacio-
nal por lo que la conservación de las espe-
cies debe ser compartida como se recono-
ció en el 2003, durante la cumbre entre
Venezuela y Colombia en Puerto Ordaz,
y en especial para el caso de Podocnemis
expansa. Acciones de esta índole incluyen
el acto de liberación de Podocnemis expansa
de 2003, en el cual los Ministros del Am-
biente de ambos países plantearon la libe-
ración de ejemplares en zonas limítrofes
entre ambos países (Periódico El Nacio-
nal, 28 de abril de 2003 en Hernández et
al. 2011). Con Podocnemis expansa se han
realizado algunas actividades binacio-
nales conjuntas. En el 2007 la Fundación
para el Desarrollo de las Ciencias Mate-
máticas y Naturales-Fudeci fue invitada
por la Fundación Omacha al “Taller de
capacitación No. 1, Protección, monitoreo
y manejo de nidadas de tortugas conti-
nentales, Fundación Omacha en Puerto
Carreño, Colombia”. Asimismo, ese mismo
año Fudeci invitó a la Fundación Omacha
a las liberaciones de tortuguillos en el
Refugio de Fauna Silvestre de la Tortuga
Arrau-RFSTA y en la Reserva de Fauna Sil-
vestre los Esteros de Camaguán-RFSEC.
Adicionalmente, en varias oportunidades
esta Fundación colombiana ha visitado el
zoocriadero de Fudeci en Puerto Ayacucho
(Venezuela) (Hernández et al. 2011). Es-
tas iniciativas han sido muy valiosas para
intercambiar experiencias y estandarizar
métodos de manejo de los huevos y los tor-
tuguillos, pero es necesario formalizarlas
y darles continuidad en el tiempo.
En el IV Taller binacional para la conser-
vación y uso sostenible de la biodiversidad
en la cuenca del Orinoco: avances, pers-
pectivas y propuestas de trabajo conjunto
bajo el contexto de cambio global, se pro-
pusieron acciones conjuntas para las tor-
tugas P. expansa y P. unifilis (Lasso y Mata-
llana 2012).
Después de revisar los planes de manejo
disponibles de Parques Nacionales Na-
turales (los cuales están en proceso de
actualización en estos momentos), para
determinar que especies de tortugas son
objetos de conservación o entran en el
monitoreo de consumo se encontró que el
PNN Tiningua tiene como especie objeto
de conservación a Podocnemis unifilis (Aré-
balo y Sarmiento 2009) y el PNN Puinawai
registra dentro del monitoreo de consumo
a Peltocephalus dumerilianus, Podocnemis
erytrocephala, Chelonoidis denticulata y
Chelus fimbriatus (Ospino et al. 2005).
Pacífico
Para esta cuenca la CVC junto con la Fun-
dación Zoológica de Cali y el Centro de
Investigación para el Manejo Ambiental y
el Desarrollo-CIMAD, construyeron en el
2006, el Plan de acción para la conserva-
ción de las tortugas continentales y mari-
nas del departamento del Valle del Cauca
(Corredor-L. et al. 2006).
20.2 Educación ambiental y
trabajo comunitario
(Mario Vargas-R. y Germán Forero-M.)
Como bien es conocido en los planes de
manejo, la educación ambiental y el tra-
bajo comunitario es una de las líneas de
acción que se propone y casi la única que
se ejecuta, la otra sería la protección de ni-
dadas, tema que se abordará más adelan-
te. La educación ambiental es una de las
líneas que se incluye en todos los planes de
conservación, ya que incrementa el grado
de conciencia ecológica, promueve valo-
res y actitudes positivas frente al medio
y promueve la conservación de recursos
naturales (Jacobson 1995). Adicional-
mente, produce cambios significativos de
comportamiento en la audiencia objetivo
(Jacobson 1987, Padua 1994) y en algunos
casos podría ser más importante para la
conservación a largo término que la in-
vestigación científica (Jacobson y McDuff
1998). El establecimiento temprano de un
programa de educación ambiental consti-
tuye las bases sobre las cuales planes de
conservación a largo plazo, involucrando
comunidades locales, pueden ser construi-
dos (Trewhella et al. 2001).
Sin embargo, los proyectos de educación
ambiental no deben confundirse con pro-
gramas de socialización o de divulgación,
ni deben limitarse a transmitir conoci-
mientos biológicos sobre una especie o
ecosistema. La educación ambiental debe
ser entendida como un proceso largo, que
no difiere de otros procesos educativos.
Por lo tanto, el objetivo es formar perso-
nas íntegras, ciudadanos con nuevos valo-
res y paradigmas frente a la percepción del
medio ambiente, y con actitudes respon-
sables. Entendiendo como actitudes unas
disposiciones que se deben despertar en
las personas para adquirir y asimilar un
valor y entendiendo como valor, un obje-
tivo de la educación que parte de la idea
que se tenga del hombre, y que le ayuda a
ser más persona, la convicción razonada
de que algo es bueno o malo para llegar
a ser más humano (Carreras et al. 1999).
En este sentido, la educación ambiental es
una cuestión de valores, son estos los que
realmente llevan a una persona a actuar
de determinada forma frente a su entorno
y a concebirse como parte integral de éste
mismo, permitiéndole una participación
crítica y responsable en la toma de deci-
siones relacionadas con el medio ambien-
te (Forero-M. y Mahecha-G. 2006). De la
misma forma, si bien muchos proyectos
de conservación de quelonios contienen
componentes educativos, pocas veces se
realizan evaluaciones de su efectividad. El
BIOLOGÍA Y CONSERVACIÓN DE LAS TORTUGAS CONTINENTALES DE COLOMBIA
504 505
ESTRATEGIAS DE CONSERVACIÓN
M. Vargas-R.
uso sistemático de técnicas de evaluación
es importante para determinar el éxito de
los proyectos o las actividades que deben
ser reformuladas para cumplir los objeti-
vos planteados (Machado-P. 1997).
El conocimiento de las comunidades loca-
les en muchos casos es rico y variado, con
un gran potencial para ser utilizado en el
manejo de recursos naturales. Entender
entonces el papel que las comunidades
humanas juegan sobre las poblaciones
naturales y sus hábitats, es fundamental
para llevar a cabo esfuerzos de conserva-
ción, particularmente para organismos
de larga vida como las tortugas (Dunham
et al. 1989, Congdon et al. 1994). Se debe
proveer los medios a las comunidades para
que jueguen un papel primario en las fases
del proyecto con la cual se identifican, de
tal modo que puedan participar y benefi-
ciarse directamente, de una manera con-
sistente con sus valores, tiempos, espacios
y procesos de toma de decisiones (McNeely
y Pitt 1985). Involucrar comunidades lo-
cales en el desarrollo e implementación de
estrategias de conservación, incrementa
considerablemente el potencial para al-
canzar los objetivos propuestos (McNeely
y Pitt 1985). Como se describe en este ca-
pítulo, recientemente en Colombia se han
llevado a cabo proyectos de investigación y
conservación de especies de tortugas con-
tinentales que han involucrado diferentes
estrategias de educación ambiental y tra-
bajo comunitario.
Debido a la estrecha relación existente
entre comunidades humanas y tortugas
continentales, la educación ambiental y
el trabajo comunitario constituyen dos de
las más importantes estrategias hacia su
conocimiento y conservación. El trabajo
comunitario acompañado de educación
ambiental constituye un proceso largo
que requiere de planeación y recursos. Sin
embargo, incluir dichas actividades en la
búsqueda de alternativas reales que mini-
micen el impacto de las comunidades hu-
manas sobre las poblaciones de tortugas
continentales colombianas, debe ser una
prioridad de cada proyecto de investiga-
ción y/o conservación.
20.3 Monitoreos y modelos
demográficos poblacionales
(Vivian P. Páez)
Las tortugas, por ser especies longevas,
constituyen un reto particularmente di-
fícil para los programas de conservación,
porque requieren de programas de moni-
toreo a largo plazo para documentar de
forma confiable tendencias demográficas
poblacionales que vayan más allá de posi-
bles fluctuaciones naturales en respuesta
a la variabilidad natural en las condicio-
nes ambientales y/o en la dinámica misma
de la población (Spencer y Janzen 2010).
Desafortunadamente, es frecuente que
de existir una declinación real, ésta sea
detectada demasiado tarde para poder
revertir efectivamente dicha tendencia
(Crouse et al. 1987). En otros países, los
programas de conservación para especies
de tortugas continentales se sustentan
cada vez más en datos robustos obtenidos
de poblaciones silvestres para evaluar el
estado de conservación y la eficiencia del
programa (Loehr et al. 2004, Baruah 2010,
Sirsi 2010, Walker et al. 2012).
Hoy en día, existen métodos que facilitan
una estimación confiable del estado demo-
gráfico de una especie longeva, incluyendo
la habilidad de hacer retrospecciones so-
bre el estado pasado y proyecciones sobre
el estado futuro, con base en el análisis de
datos obtenidos en periodos de tiempo re-
lativamente cortos, en términos de la ex-
pectativa de vida de estas especies (Crouse
d.
e.
a. Niños con cartilla para colorear parte del programa de educación ambiental. Proyec-
to hacia el conocimiento y conservación de Podocnemis lewyana en el alto Magdalena.
Foto: M. Vargas-R.
b. Traslado de nidos de tortuga en el río Bita, Orinoco. Foto: F. Omacha.
c. Taller con líderes indígenas en Tarapacá. Foto: Proyecto Facuam.
d. Taller de cartografía social con las comunidades en la zona de frontera Colombia-Perú
en el bajo río Putumayo. Foto: Proyecto Facuam.
e. Talla en madera de la tortuga tericaya. Puerto Nariño, Amazonas. Foto: M. Morales-B.
f. Zoocriadero de morrocoy, Llanos de Apure, Venezuela. Foto: O. Lasso-Alcalá.
f.
a. b.
BIOLOGÍA Y CONSERVACIÓN DE LAS TORTUGAS CONTINENTALES DE COLOMBIA
506 507
ESTRATEGIAS DE CONSERVACIÓN
M. Vargas-R.
et al. 1987, Doak et al. 1994, Heppell 1998,
Benton y Grant 1999, Spencer y Janzen
2010, Walker et al. 2012). Por otra parte,
es posible utilizar la teoría de coalescencia
con base en análisis de datos de micro-
satélites de ADN, para tratar de inferir
el pasado demográfico histórico de cada
población (Emerson et al. 2001, Capítulo
15) y así poder inferir cuales podrían ha-
ber sido los tamaños poblacionales histó-
ricos de estas especies antes del contacto
humano, si el propósito es poder revertir
las tendencias demográficas actuales has-
ta niveles en donde las especies puedan
desempeñar nuevamente sus funciones
ecológicas.
Los análisis de conjuntos de datos obte-
nidos a través de las técnicas de captura-
marca-recaptura, proveen estimativos
rigurosos de las tasas de sobrevivencia y
crecimiento ontogénico de las diferentes
clases de edad, tamaño o categoría en que
se haya estructurado su población de es-
tudio y entre los sexos; estimativos que
se requieren para determinar el tamaño y
las tendencias demográficas en las pobla-
ciones naturales (Spencer y Janzen 2010).
En el capítulo 13 se describen diferentes
técnicas para la captura, marcación, me-
dición, sexaje, determinación del estado
reproductivo y seguimiento de las tortu-
gas dulceacuícolas y terrestres. Emplean-
do modelos como el de Pradel en Program
MARK, se puede estimar las tasas de re-
clutamiento y la tasa de incremento pobla-
cional finita ( ) para la población. Además,
para cada análisis, se pueden formular
múltiples modelos, en los cuales las tasas
de los parámetros puedan ser constantes
sobre los intervalos de muestreo, varia-
bles sobre el tiempo, o funciones lineales
sobre el tiempo. El programa MARK, em-
plea métodos de verosimilitud logarítmi-
ca basados en la teoría de la información
para evaluar cada modelo (Anderson et al.
2000). Con una estrategia multi-modelo
se emplean los pesos Akaike para calcular
estimaciones de los parámetros demográ-
ficos (Burnham y Anderson 1998). Para
calcular las tasas de fertilidad, se puede
multiplicar el número de individuos en
cada clase de edad, tamaño o estadio por
el estimado del promedio de producción de
huevos en cada una (número de hembras
residentes por el tamaño promedio de la
nidada, Begon y Mortimer 1986).
Una vez se hayan estimado los valores de
las tasas de sobrevivencia, crecimiento
y fecundidad de las clases en que se haya
estructurado la población, es posible cons-
truir matrices de transición para modelar
la dinámica de la población y determinar
el impacto que tendría en ( ) cambios pro-
porcionales en el valor de estos parámetros
para una categoría específica (aumentar la
fecundidad/disminuirlamortalidad)atra-
vés de la implementación de diferentes es-
cenarios de manejo (de Kroon et al. 2000).
Hay que tener en cuenta que para las tasas
de sobrevivencia, crecimiento y fecundi-
dad estimadas sean biológicamente re-
presentativas de la población (y no de una
pequeña sub-población en un periodo de
tiempo particular), se requiere una repeti-
ción de las estimaciones a una escala tem-
poral y espacial que contemple la variación
natural de las mismas (Bertolero 2002).
En este momento, es reconocible por la
comunidad vinculada a la conservación de
los quelonios a nivel mundial, la necesidad
de establecer programas de monitoreo al
tiempo que se ejecutan estudios de la bio-
logía, genética y ecología, para permitir
la formulación de programas de manejo
no solo rigurosos metodológicamente,
sino efectivos en términos demográficos.
Aunque para las especies de tortugas con-
tinentales colombianas no hay datos sobre
sus expectativas de vida o tiempo genera-
cional, se puede aprovechar la existencia
de herramientas analíticas de conserva-
ción utilizando el valor estimado de las
tasas vitales y la edad/tamaño de madurez
sexual. En la tabla 1 del capítulo 14 se re-
sumen las estimaciones de las edades y/o
tamaños de madurez sexual, el cual es un
parámetro demográfico fuerte y positiva-
mente asociado con la expectativa de vida
(Congdon y Gibbons 1990). El valor prác-
tico de estos modelos es que permiten ha-
cer exploraciones sobre cuales estrategias
podrían ser más efectivas dependiendo de
la biología de la especie y luego evaluar el
éxito o fracaso de esa estrategia a través de
los monitoreos, para así hacer un manejo
adaptativo.
En Colombia deberían iniciarse planes de
manejo adecuados, los cuales deben ba-
sarse en una comprensión del estado de-
mográfico de las poblaciones remanentes
y del efecto de los principales factores de
amenaza (Ojasti 2000). En las 27 fichas de
especies (Capítulo 18), dentro de las ame-
nazas y prioridades de conservación, se
menciona la necesidad urgente de obtener
información demográfica de las poblacio-
nes colombianas de estas especies, lo cual
refuerza la prioridad antes mencionada.
20.4 Zoocría (Gustavo Trujillo)
La zoocría puede ser concebida como una
alternativa para la demanda de especies de
fauna silvestre y acuática bajo el principio
que ésta sería una herramienta para el uso
sostenible del recurso (Ley 611 de 2000).
Las autoridades ambientales colombia-
nas sólo conciben los procesos de zoocría
mediante el sistema de ciclo cerrado (se
produce en cautiverio lo que se aprovecha
económicamente o biológicamente).
Según el “Programa Nacional para la Con-
servación de Tortugas Marinas y Continen-
tales de Colombia” (MMA 2002a), en Co-
lombia sólo existen criaderos de tortugas
continentales en la Estación de Biología
Tropical Roberto Franco de Villavicencio
y otro dedicado a la especie Podocnemis ex-
pansa de la Corporación Araracuara de en
la Amazonía. También existe un zoocria-
dero de morrocoy (Chelonoidis carbonaria)
en la jurisdicción de Corpocesar en fase
comercial (http://tortugamorrocoy.com/
index-1.html acceso marzo 25 de 2012).
La cría de tortugas continentales en Co-
lombia, ya sea con fines comerciales, de
repoblamiento o científicos es incipiente
y no hay evaluaciones rigurosas de su efi-
ciencia o del cumplimiento de las normas
operativas de los zoocriaderos. Adicional-
mente, se desconoce el número de criade-
ros no reglamentados, las especies some-
tidas a este tipo de procesos y la fase, ya
sea comercial y/o experimental, en la que
se encuentran, al igual que los aportes a la
conservación.
20.5 Protección de nidadasy
levantamiento de neonatos
(Omar Hernández y Vivian P. Páez)
El Grupo de Especialistas en Reintroduc-
ción de Especies de la IUCN recomienda
que antes de iniciar programas de manejo
que intente ayudar en la recuperación de
poblaciones, se deben identificar los facto-
res que causaron la disminución en primer
lugar, para así eliminarlos o aminorar su
efecto (IUCN 1998). Desafortunadamen-
te, en los países del tercer mundo es difícil
reducir los problemas fundamentales que
las poblaciones de tortugas continentales
enfrentan, debido a factores socioeco-
nómicos, por lo que frecuentemente se
inician programas de recuperación de es-
pecies aunque todavía estén presentes los
BIOLOGÍA Y CONSERVACIÓN DE LAS TORTUGAS CONTINENTALES DE COLOMBIA
508 509
ESTRATEGIAS DE CONSERVACIÓN
M. Vargas-R.
factores subyacentes en la disminución de
estas poblaciones.
Frente las dificultades de reducir el con-
sumo humano de huevos y adultos de tor-
tugas continentales, varios proyectos han
intentado compensar estas pérdidas por
medio de programas de rescate de nidos
que se pierden por causas naturales (como
inundaciones o depredación) o antrópicas.
Ojasti y Rutkis (1965) quizás han sido los
primeros en tratar de minimizar la pér-
dida de nidos por inundación, cuando en
1965 rescataron a 80.000 neonatos de P.
expansa en el Orinoco medio, sacándo-
los directamente de los nidos próximos a
inundarse y liberándolos en caños cerca-
nos para evitar su depredación por aves
y peces. Fernández-Y. (1968) empleó la
misma técnica usada por Ojasti y Rutkis
(1965) para rescatar a 105.460 neonatos
de la misma especie unos años después.
Los programas que trasfieren nidos hasta
nidos artificiales en la parte alta de la pla-
ya con el fin de reducir pérdidas por inun-
daciones son comunes (Paolillo 1982, Soi-
ni 1986, Thorbjarnarson et al. 1993, von
Hildebrand et al. 1997, Ortega et al. 1998,
Rojas-R. 2004, García 2005, Echeverry-A.
2008, Hernández et al. 2010). A veces las
tasas de éxito de eclosión de los nidos arti-
ficiales es inferior a la tasa en nidos natu-
rales (Hernández et al. 2010) y a veces son
superiores (Ortega et al. 1998).
Un paso más allá de la simple protección
de nidos es criar los neonatos obtenidos
un tiempo antes de su liberación en su
medio natural. En Venezuela desde 1992
el Ministerio del Ambiente inició la cría
en cautiverio de neonatos de P. expansa
y P. unifilis para reforzar las poblaciones
(Hernández et al. 2011). En los años 1998,
2000 y 2001, un total de 269 ejemplares de
P. expansa fueron capturados en este zona,
de los cuales el 41,26% provenían del pro-
yecto de levantamiento, mostrando un
efecto positivo del proyecto en el recluta-
miento de juveniles en esta población y se
encontró que la estructura de tallas de la
población cambió en los tres años de cap-
tura, aumentando la cantidad de ejempla-
res de las clases de tamaño intermedias.
Se considera que debido a las liberaciones
de ejemplares de P. expansa criados en cau-
tiverio, se ha logrado aumentar las clases
juveniles de la población y con ello se au-
mentó la generación de relevo, mientras
que para P. unifilis, la gran proporción de
la población son ejemplares adultos (98,65
%), asumiéndose que al no haber liberacio-
nes de juveniles de P. unifilis, la población
está integrada principalmente por adul-
tos, con poca generación de relevo (Her-
nández y Espín 2006). En el Brasil, la ma-
yoría de los sitios que han mantenido por
más de diez años la protección combinada
de hembras y nidos en las playas, han ex-
perimentado aumentos significativos en
el número de adultos anidando cada año.
Ambos tipos de programas son evidencia
que la protección de áreas de anidación
puede tener un impacto positivo medible,
aunque no necesariamente suficiente para
compensar el efecto de una cosecha inten-
sa dirigida a las hembras adultas.
Algunas recomendaciones para esfuerzos
futuros de refuerzo de poblaciones explo-
tadas sonlas siguientes. 1) Todo programa
de manejo de especies con determinación
sexual dependiendo la temperatura-DST
debe tener en cuenta la dependencia tér-
mica del sistema de determinación sexual
durante la evaluación de planes que in-
volucren la traslocación de nidos o incu-
bación artificial de huevos (Capítulo 8).
2) En ausencia de estudios genéticos, las
nidadas de cada playa deben considerarse
como unidades independientes de manejo
y los neonatos deben ser liberados en su
playa natal para preservar al máximo la
identidad genética de las poblaciones (Ca-
pítulo 15). 3) Dado que el principal factor
natural causante de pérdidas de nidos para
algunas especies son las crecidas repenti-
nas de los ríos, es importare evaluar cómo
el cambio climático podría influir este fac-
tor, para poder tomar medidas de mitiga-
ción cuando sean necesarias (Capítulo 19).
4) En los programas de protección de nidos
o cría de neonatos, es importante marcar
los juveniles liberados para poder medir
el impacto de la actividad en aumentar
la generación de relevo y en recuperar las
poblaciones. 5) Igualmente, es importan-
te cuantificar para cada especie sujeta a
programas de esfuerzo las tasas de super-
vivencia de las diferentes clases de edad y
la edad/talla de madurez, para poder esta-
blecer con mayor precisión el impacto de
las diferentes estrategias de conservación
sobre la demografía de la población (Capí-
tulo 14). 6) Se debe determinar para otras
especies de tortugas aún no estudiadas,
los índices de pérdida de nidos, factibili-
dad de incubación artificial y el reforza-
miento poblacional mediante la liberación
de juveniles criados en cautiverio. 7) Para
algunas especies de tortugas se ha demos-
trado que a través de un proceso complejo
llamado impronta (“imprinting”), el cere-
bro de los recién nacidos temporalmente
es sensible a las señales magnéticas, tér-
micas y/o químicas del área donde se incu-
baron, las cuales ayudarán parcialmente a
reconocer las rutas y los sitios de postura
una vez alcance la madurez sexual. El con-
finarlos a los criaderos de levantamiento
puede impedir que se efectúe este proceso.
8) Involucrar a los organismos de seguri-
dad en las labores de guardería ambiental
para minimizar el saqueo de nidos y la cap-
tura de ejemplares.
20.6 Normativa (Mónica A. Morales-
B., Gustavo Trujillo y Carlos A. Lasso)
La normativa relacionada con la conserva-
ción de los recursos naturales se encuen-
tra enmarcada en los principios genera-
les del Código Nacional de los Recursos
Naturales Renovables y de Protección al
Medio Ambiente (1974) y la Constitución
Nacional (1991), que son los dos grandes
instrumentos normativos que rigen la
Nación. De estos, se derivan numerosas
leyes, decretos y resoluciones entre otros,
que velan por la conservación de la diver-
sidad biológica del país. En este apartado
se tratarán las más representativas e im-
portantes para las tortugas, en particular
las que hacen referencia al uso, del recurso
ya que es una de las principales fuentes de
presión sobre sus poblaciones. También se
abordaran algunas referentes a la preven-
ción del deterioro ambiental e igualmente,
se tratará el tema de los permisos de in-
vestigación científica puesto que este es
un punto clave para el conocimiento y la
conservación de la biodiversidad.
Aprovechamiento de la fauna
Debido a los niveles preocupantes de ex-
tracción de algunas especies en los años
60, se han expedido numerosas normas
orientadas al control de dichas activida-
des y al fomento de métodos alternativos
de aprovechamiento con base en el princi-
pio de sostenibilidad. Para las especies de
tortugas continentales, se cuenta la reso-
lución 219 de 1964 expedida por el Minis-
terio de Agricultura, la cual establece una
veda nacional para la caza de Podocnemis
expansa (menores de 80 cm), Podocnemis
unifilis, Podocnemis lewyana y Trachemys
callirostris; así como  también la recolec-
ción de huevos, captura y explotación de
tortuguitas (ejemplares recién nacidos).
Para el área de Magdalena y Sinú, la Cor-
poración Autónoma Regional de los Valles
BIOLOGÍA Y CONSERVACIÓN DE LAS TORTUGAS CONTINENTALES DE COLOMBIA
510 511
ESTRATEGIAS DE CONSERVACIÓN
M. Vargas-R.
del Magdalena y del Sinu –CVM, expide la
resolución 126 de 1965 por la cual se re-
glamenta la caza Podocnemis lewyana (se
prohíbe la caza de tallas inferiores a 40
cm) y Trachemys callirostris (menores de 20
cm) y la recolección de huevos de las dos
especies. Todos estos tamaños incluyen
las categorías reproductivas y para este
grupo que son especies longevas, las vedas
deben ser de cierto tamaño para arriba, no
para abajo y siempre protegiendo los adul-
tos reproductivos.
Luego en el Decreto Ley 2811 de 1974-Có-
digo Nacional de los Recursos Natura-
les Renovables y de Protección al Medio
Ambiente (CNRNR), se desarrolla lo con-
cerniente al manejo, administración, pro-
tección, control, uso y aprovechamiento
de los recursos naturales renovables, y de
manera particular de la fauna silvestre y
los recursos hidrobiológicos. Igualmente,
se estableció la necesidad de que el Estado
efectuara la planificación y ordenamiento
de los recursos naturales renovables y es-
tableciera los mecanismos e instrumentos
administrativos a través de los cuales se
puede realizar el uso y aprovechamiento
de dichos recursos, reconociendo la nece-
sidad de la participación social y su uso
racional, para garantizar la supervivencia
actual de la humanidad y de las generacio-
nes futuras.
Según el artículo 250 y siguientes, la for-
ma de aprovechar la fauna silvestre nativa
en el país, es a través de las actividades de
caza (subsistencia, comercial, fomento,
científica, deportiva, control) y para reali-
zar esta actividad se requiere de la obten-
ción de permiso o licencia ambiental que
debe ser otorgada por la respectiva corpo-
ración autónoma regional con jurisdicción
en el sitio donde pretende realizarse la ac-
tividad. Se exceptúala lo dispuesto para la
caza de subsistencia (sin ánimo de lucro,
tiene como objeto exclusivo proporcionar
alimento a quien la ejecuta y a su familia).
Debe señalarse que la citada norma ex-
presa que dicha actividad no requiere per-
miso (art. 259) e igualmente dispone que
corresponde a la administración, es decir,
a las corporaciones autónomas regionales
y de desarrollo sostenible (CAR), autorizar
la venta de los productos de la caza de sub-
sistencia que por su naturaleza no puedan
ser consumidos por el cazador o su familia
(art. 258). Es de anotar que este aspecto
no cuenta con ningún tipo de regulación
a nivel nacional, de manera que se desco-
noce qué requisitos deben cumplirse y qué
procedimiento debe aplicarse para este
efecto (Negrete 2011). Si bien la caza de
subsistencia no requiere de la obtención
de un permiso previo, no puede realizar-
se con individuos de las especies sobre las
cuales las autoridades ambientales hayan
determinado que exista prohibición, as-
pecto que según Negrete (op. cit.), no se ha
cumplido, porque se ha interpretado que
esta prohibición sólo aplica con respecto
a las especies sobre las cuales existe veda.
La caza de subsistencia al no estar sujeta
a permiso alguno y no existir estrategias
y acciones concretas por parte de las au-
toridades ambientales sobre el desarrollo
de esta actividad, no existe información
documentada del alcance e incidencia de
la misma, así como tampoco se conoce con
certeza el impacto que genera esta activi-
dad sobre la biodiversidad (Negrete op.
cit.).
Adicionalmente a las regulaciones naciona-
les, Colombia se adhirió mediante la Ley 17
de 1981 a la Convención sobre el Comercio
Internacional de Especies Amenazadas de
Fauna y Flora Silvestres – CITES, con lo
cual ha asumido compromisos en el ám-
bito internacional para facilitar el comer-
cio legal de especímenes y productos y,
simultáneamente, implementar medidas
que permitan un control más eficiente
del tráfico ilegal. Esta convención pro-
mueve reglamentar de manera estricta el
comercio de especies. En Colombia se apli-
ca mediante la coordinación que ejerce la
autoridad administrativa, en cabeza del
Ministerio del Medio Ambiente y el apoyo
de la autoridad científica, constituida por
los institutos del Sina, con el apoyo cien-
tífico y técnico de las universidades. De
las especies de tortugas continentales co-
lombianas, todas las especies de la familia
Podocnemididae (P. expansa, P. unifilis, P.
erythrocephala, P. sextuberculata, P. vogli, P.
lewyana y Peltocephalus dumerilianus) y las
dos de la familia Testudinidae (Chelonoidis
carbonaria y C. denticulata), están incluidas
en el apéndice II. En este apéndice se in-
cluyen las especies que no se encuentran
necesariamente en peligro de extinción,
pero cuyo comercio debe controlarse a fin
de evitar una utilización incompatible con
su supervivencia. En este sentido sólo se
podrán exportar individuos que proven-
gan de zoocriaderos y el número permi-
tido será dependiendo de la cuota que el
Ministerio adjudique. Como se mencionó
anteriormente estos temas son aún inci-
pientes en el país. Sólo desde 2009 se esta-
blece anualmente una cota de exportación
para Chelonoidis carbonaria.
Con la Ley 84 de 1989 se adopta el Estatu-
to Nacional de Protección de los Animales.
Con este estatuto se llegó al punto de pro-
hibir la caza comercial en el territorio na-
cional, de tal manera que las únicas acti-
vidades comerciales permitidas se limitan
a aquellas relacionadas con especímenes o
productos derivados de la zoocría o cría en
cautiverio. La prohibición de la caza con fi-
nes comerciales, se mantuvo vigente hasta
el año 2000, cuando a través de la Ley 611,
se levantó dicha prohibición. La presente
ley tiene por objeto regular el manejo sos-
tenible de la fauna silvestre y acuática, y el
aprovechamiento de las mismas y de sus
productos, el cual se podrá efectuar a tra-
vés de cosecha directa del medio o de zoo-
cría de ciclo cerrado y/o abierto. Para este
mismo año, el Ministerio del Medio Am-
biente mediante la resolución 1317 esta-
bleció unos criterios para el otorgamiento
de la licencia de caza con fines de fomento
y para el establecimiento de zoocriaderos
entre otras determinaciones.
Con el decreto 4688 de 2005 se regla-
menta el Código Nacional de Recursos
Naturales Renovables y de Protección al
Medio Ambiente, la Ley 99 de 1993 y Ley
611 de 2000 en materia de caza comercial.
En este se establece que el interesado en
realizar caza comercial deberá tramitar y
obtener licencia ambiental ante la corpo-
ración autónoma regional con jurisdicción
en el sitio donde se pretenda desarrollar la
actividad; esta situación necesariamente
conlleva a que el interesado debe presen-
tar un estudio de impacto ambiental. La
licencia ambiental citada se otorgará por
un término de cinco años, y anualmente
se deben asignar los cupos de aprovecha-
miento por parte de la corporación res-
pectiva, lo cual se traduce en la necesidad
de que el titular de la licencia ambiental
presente los resultados del monitoreo de
las poblaciones silvestres que serán obje-
to de aprovechamiento. Dicho monitoreo
deberá haberse realizado dentro de los
tres meses anteriores a la fecha de pre-
sentación de la solicitud. Sin embargo, un
monitoreo debe hacerse en el continuo del
tiempo, puesto al realizarlo en tres meses
no brinda información contundente de la
estructura y estado de la población que
permita dar directrices para el manejo del
recurso. Las corporaciones autónomas re-
BIOLOGÍA Y CONSERVACIÓN DE LAS TORTUGAS CONTINENTALES DE COLOMBIA
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ESTRATEGIAS DE CONSERVACIÓN
M. Vargas-R.
gionales solamente podrán otorgar licen-
cias ambientales para actividades de caza
comercial, en los casos que previamente el
Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desa-
rrollo Territorial haya fijado las especies
y los cupos globales de aprovechamiento.
Según Negrete (2011), a la fecha el Minis-
terio de Ambiente y Desarrollo Sostenible,
no ha señalado las especies que pueden
ser objeto de esta actividad, y tampoco los
volúmenes (cupos) de aprovechamiento de
cada especie, conforme dispone en nume-
ral 42 del artículo 5 de la Ley 99 de 1993
y el artículo antes citado, por lo que hoy
en día no puede autorizarse esta actividad.
Para lograr ejecutar todo esto, el país
cuenta con instrumentos de apoyo tales
como el creado por medio de la resolución
3438 de 2011 de la Fiscalía General de la
Nación, que dio vida a la Unidad Nacional
de Delitos contra los Recursos Naturales
y el Medio Ambiente. También existe la
policía ambiental y una dependencia de la
dirección de investigación criminal e In-
terpol-Dijin, entre otros, que en conjunto
monitorean, controlan, vigilan y sancio-
nan a quienes incumplan con la normativa
existente en Colombia en materia de fauna
silvestre (MMA 2002b).
Biodiversidad
Por otro lado, en cuanto a la conservación
de la biodiversidad del país, por medio de
la Ley 165 de 1994 se aprueba el Conve-
nio sobre la Diversidad Biológica. En este
se determinan medidas generales a efecto
de la conservación y la utilización sosteni-
ble de la biodiversidad. Para lograr esto,
primero que todo hay que identificar los
componentes de la diversidad biológica
(especies o ecosistemas) que sean impor-
tantes para su conservación y utilización
sostenible. Se incluyen especies amenaza-
das, especies con valor cultural, social o
económico, entre otros. Las tortugas con-
tinentales cumplen con estos criterios. Ya
identificadas las especies, la ley dice que
se “elaborarán estrategias, planes o pro-
gramas nacionales para la conservación
y la utilización sostenible de la diversidad
biológica o adaptará para ese fin las estra-
tegias, planes o programas existentes”. En
este sentido como se menciona en la pri-
mera parte de este capítulo, el país elaboró
una serie de estrategias (planes, progra-
mas, etc.) para la conservación de algunas
tortugas continentales. Sin embargo, no
han sido efectivas puesto que la ejecución
de los mismos es incipiente. Adicional a
esto, se plantea para estas especies que
se “procederá, mediante muestreo y otras
técnicas, al seguimiento de los componen-
tes de la diversidad biológica identifica-
dos, prestando especial atención a los que
requieran la adopción de medidas urgen-
tes de conservación y a los que ofrezcan el
mayor potencial para la utilización soste-
nible”. Esta parte no se cumple, ya que los
monitoreos deben hacerse de forma conti-
nua en el tiempo y para esto se debe contar
con un buen presupuesto y una metodolo-
gía estandarizada y en el país no se invier-
te lo suficiente para cumplir con esta ne-
cesidad. La ausencia de monitoreo genera
por un lado el desconocimiento del estado
de las poblaciones de las especies objeto de
uso y por otro, no se puede evaluar la im-
plementación de los planes o programas.
En cuanto a las especies amenazadas, me-
diante la resolución 584 de 2002 el Minis-
terio declaró las especies silvestres que se
encuentran amenazadas en el territorio
nacional, con fundamento en la informa-
ción consignada en la serie de Libros rojos
de especies amenazadas de Colombia. Esta
resolución fue modificada por el Minis-
terio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo
Territorial, a través de la Resolución 572
de 2005, con el propósito de adicionar el
listado de especies silvestres amenaza-
das. Nuevamente se vuelve a revisar este
listado para la expedición de la resolución
383 de 2010 del Ministerio de Ambiente,
Vivienda y Desarrollo Territorial. En esta
se encuentran 11 de las 27 especies de tor-
tugas continentales.
Deterioro ambiental
Por otra parte están las normas que velan
por el mantenimiento del medio ambiente
en general, como lo es la ya mencionada
Ley 165 de 1994. Se encuentra también el
Decreto 1791 de 1996 por el cual se regula
el aprovechamiento forestal y el Decreto
2340 de 1997 por el cual se dictan unas
medidas para la organización en materia
de la prevención y mitigación de incendios
forestales. Ya más enfocado al deterioro
ambiental, se cuenta con el Decreto 1443
de 2004 en donde se reglamenta parcial-
mente el Decreto Ley 2811 de 1974, Ley
253 de 1996 y la Ley 430 1998 en relación
con la prevención y control de la contami-
nación ambiental por el manejo de plagui-
cidas y desechos o residuos peligrosos. El
Decreto 2820 de 2010 por el cual se regla-
menta el título VIII de la Ley 99 de 1993
sobre licencias ambientales. La licencia
ambiental, es la autorización que otorga
la autoridad ambiental competente para la
ejecución de un proyecto, obra o actividad,
que de acuerdo con la ley y los reglamentos
pueda producir deterioro grave a los recur-
sos naturales renovables o al medio am-
biente, o introducir modificaciones consi-
derables o notorias al paisaje, la cual sujeta
al beneficiario de ésta, al cumplimiento
de los requisitos, términos, condiciones y
obligaciones que la misma establezca en
relación con la prevención, mitigación,
corrección, compensación y manejo de los
efectos ambientales del proyecto, obra o
actividad autorizada. Es indispensable
que los planes de manejo ambiental gene-
rados por las empresas presentes en áreas
de distribución de las especies de tortugas
endémicas, así como las especies que se
encuentran en categorías de amenaza alta,
incluyan estas especies en sus actividades
de monitoreo. Igualmente, se debe tomar
esta medida como un apoyo a la toma de
información ambiental, por lo que la in-
formación generada por la empresa priva-
da debe ser de fácil acceso.
Investigación científica
Como se ha podido evidenciar en los apar-
tados anteriores, el país cuenta con ins-
trumentos jurídicos para la conservación
de la biodiversidad. Sin embargo, para
poderle dar un manejo que esté acorde
con los principios de sostenibilidad, es
necesario tener un conocimiento comple-
to del recurso a evaluar. En este sentido
la investigación científica es quien debe
dar lineamientos al uso de los recursos
tal como lo plantea la ley. La investigación
científica está regulada por el Decreto 309
de 2000 con una modificación en el De-
creto 302 de 2003. El decreto 309 dicta-
mina que las personas naturales o jurídi-
cas que pretendan adelantar un proyecto
de investigación científica en diversidad
biológica que involucre alguna o todas las
actividades de colecta, recolecta, captu-
ra, caza, pesca, manipulación del recurso
biológico y su movilización en el territorio
nacional, deberán obtener permiso de es-
tudio, el cual incluirá todas las actividades
solicitadas. Estos permisos son otorgados
por la corporación autónoma regional o de
desarrollo sostenible o los grandes centros
urbanos, cuando las actividades de inves-
tigación se desarrollen exclusivamente en
sus respectivas jurisdicciones. Cuando el
estudio se abarque más de una jurisdicción
el procedimiento para el otorgamiento del
permiso será adelantado por el Ministerio
BIOLOGÍA Y CONSERVACIÓN DE LAS TORTUGAS CONTINENTALES DE COLOMBIA
514 515
ESTRATEGIAS DE CONSERVACIÓN
M. Vargas-R.
del Medio Ambiente o por la autoridad
ambiental que éste determine. Cuando las
actividades de investigación se desarrollen
dentro de las áreas del Sistema de Parques
Nacionales Naturales, el otorgamiento del
permiso de estudio se efectuará a través
de la Unidad Administrativa Especial del
Sistema de Parques Nacionales Naturales.
Aunque parece un trámite muy sencillo,
en la realidad la gestión de estos permisos
es muy dispendiosa, tardando varios años
en otorgarlos. Se espera que esta situación
se vea mejorada con la creación de la Auto-
ridad Nacional de Licencias Ambientales
(Resolución 260 de 2011), que se encar-
gará del otorgamiento de los permisos de
investigación científica en diversidad bio-
lógica, entre otros. El acceso a los recursos
genéticos está regulado por el Decreto 730
de 1997 donde el Ministerio del Medio
Ambiente actuará como autoridad nacio-
nal competente sobre acceso a los recur-
sos genéticos y por la Resolución 620 del
mismo año en la cual se delegan algunas
funciones y se establece el procedimiento
interno para tramitar las solicitudes de
acceso a los recursos genéticos y sus pro-
ductos derivados, estos dos enmarcados
dentro de la Decisión de la Comunidad An-
dina 391 de 1996. La obtención de permiso
de acceso al recurso genético es mucho más
demorada, dispendiosa y costosa que la de
permisos de estudio, más aún, cuando el
estudio requiere consulta previa con las co-
munidades indígenas o afrodescendientes.
20.7 Conclusiones y
recomendaciones
Para las cinco grandes cuencas hidrográ-
ficas de Colombia se han llevado a cabo
diferentes iniciativas que van desde tra-
bajos de investigación, acciones de con-
servación, planes de acción, festivales,
talleres, declaración de áreas protegidas,
convenios, etc., que en algunos casos han
contribuido en parte a la conservación de
las tortugas. La región del Caribe es la que
ha llevado adelante más iniciativas de este
tipo, seguida por el Amazonas, Orinoquia,
Magdalena-Cauca y finalmente Pacífico.
Respecto a los Planes de Acción elabora-
dos y/o implementados, destaca en primer
lugar la Orinoquia, seguida de Amazonia,
Caribe y Pacífico. A pesar de que se han
realizado estos importantes esfuerzos
mencionados anteriormente en la con-
servación de las especies, no han sido su-
ficientes para mostrar la recuperación de
alguna de las poblaciones, de hecho las
mismas siguen disminuyendo, lo cual pue-
de atribuirse a diferentes factores que se
enumeran a continuación:
Factores biológicos
1. Normalmente, hay un enorme desco-
nocimiento de la biología básica de las
tortugas (se concibe erróneamente su
manejo bajo el esquema de otras es-
pecies cosechadas como peces o babi-
llas), lo cual se refleja en el hecho que
la mayoría de los recursos humanos y
económicos de estos programas se en-
focan casi en su totalidad al rescate e
incubación de huevos y posterior libe-
ración de neonatos, en vez de atender
e intentar remediar la causa más fac-
tible de declinación poblacional que
es el aumento en las tasas de morta-
lidad de los adultos (principalmente
hembras reproductivas, Capítulo 14).
Si los esfuerzos se concentraran en el
verdadero problema, tendrían mayor
eficiencia.
2. Antes de implementar cualquier pro-
grama de manejo, no se realizan es-
tudios poblacionales que permitan
evaluar eventualmente cual fue la in-
cidencia o el efecto del trabajo de con-
servación, sin importar la naturaleza
del mismo.
3. Los esfuerzos realizados son pun-
tuales, tanto en términos espaciales
(localidades) como temporales (con-
tinuidad a mediano y largo plazo), lo
que imposibilita que el programa de
conservación tenga algún impacto
poblacional, en vista que éstas son
especies longevas y que utilizan há-
bitats por fuera de los límites del área
de incidencia del programa de conser-
vación.
4. En conjunto con lo mencionado en
los puntos anteriores, las liberacio-
nes tanto de neonatos provenientes
de nidos “rescatados” como de adul-
tos y juveniles decomisados, se hacen
sin preocuparse de las consecuencias
para la población receptora de efectos
de contagio genético o de enfermeda-
des que surgen del proceso de cría en
cautiverio.
5. Tampoco se hace un seguimiento o
monitoreo a las poblaciones de inte-
rés para corroborar que las acciones
(cualquier sea su naturaleza) tengan
un impacto positivo en las condicio-
nes demográficas y de no ser así, di-
señar un cambio en la estrategia de
conservación.
6. Las poblaciones de tortugas enfren-
tan una multitud de amenazas antró-
picas directas e indirectas (Capítulo
19), que las afectan de forma sinér-
gica. Las amenazas indirectas aún no
han sido adecuadamente evaluadas
para poder proponer acciones concre-
tas y eficaces que ayuden a mitigar su
efecto deletéreo.
Factores institucionales
1. Para lograr la conservación de una po-
blación, es indispensable un trabajo a
largo plazo, lo que es difícil cuando
hay una falta de continuidad insti-
tucional, tanto a nivel presupuestal
como de personal. Esto trae consigo
la perdida de los pocos avances que se
realizan. Hay un olvido también de la
memoria institucional y colectiva.
2. La información obtenida es muy dis-
persa y de difícil acceso, dado la falta
de incentivos en las ONG y entidades
gubernamentales, de divulgar los da-
tos detallados de sus proyectos en re-
vistas o en internet.
3. Ligado a las dificultades de acceder a
información previa hay una falta de
coordinación y cooperación entre las
diferentes entidades estatales, la aca-
demia, los zoológicos y las ONG, lo
que genera que se dupliquen esfuer-
zos, perdiendo tiempo y recursos.
4. Los planes de manejo, tan populares,
son en la mayoría de los casos dema-
siados generales y no existe una ruta
de trabajo que permita orientar cua-
les son las acciones prioritarias para
realizar por especie o las formas de
evaluar el éxito de cumplimiento de
los objetivos.
5. La implementación de los planes está
enfocado principalmente en el traba-
jo comunitario y de educación, olvi-
dando la importancia de la investi-
gación científica y el monitoreo de las
especies. Así mismo, no se incentivan
las alternativas de manejo para las
especies como el caso de la zoocría o
cuotas de extracción para las especies
permitidas.
Factores culturales
1. Las tortugas son fuente importante
en la alimentación de las comunida-
des rurales (indígenas, campesinos y
afrodescendientes) y al no generarles
alternativas que les permitan suplir
esta necesidad, cualquier esfuerzo
de disminuir el consumo de tortugas
será en vano.
2. Aunque una de las variables impor-
tantes en el consumo de tortugas es
BIOLOGÍA Y CONSERVACIÓN DE LAS TORTUGAS CONTINENTALES DE COLOMBIA
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ESTRATEGIAS DE CONSERVACIÓN
M. Vargas-R.
la seguridad alimentaria, en muchos
casos corresponde a arraigos cultu-
rales asociados a la Semana Santa o
a creencias sobre supuestos poderes
medicinales o afrodisiacos. En este
sentido, la extirpación de poblaciones
no ha atentado la seguridad de las co-
munidades que la consumen, sino que
se han cambiado hábitos culturales.
3. La mayoría de acuerdos generados en
las comunidades indígenas carecen
de consecuencias al momento de su
incumplimiento, lo que genera que no
exista respeto por dichos acuerdos.
Esto es particularmente evidente
en zonas de fronteras donde existen
múltiples actores (colonos, mineros)
que contribuyen a que las comunida-
des no mantengan sus acuerdos moti-
vados por retribuciones económicas.
Por otra partes, las áreas de distribución
de las tortugas son en muchos casos, zo-
nas de difícil acceso, utilizadas inclusive
por los grupos armados al margen de la
ley. Esto genera por un lado que el consu-
mo del recurso se eleve y por otro, que no
se pueda realizar investigación por parte
de los científicos.
Así como se mencionó ya hace diez años
en el Programa Nacional de Conservación
de Tortugas Marinas y Continentales en
Colombia, es sorprendente comprobar
como las especies de quelonios endémi-
cos en Colombia (que deberían tener las
máximas prioridades para su protección
y conservación), carecen de poblaciones
protegidas dentro del sistema de parques
nacionales, ni han sido objeto de medidas
especiales de protección por parte del Es-
tado. Ante eso surge la pregunta: ¿porqué
no hay un grupo de trabajo coordinado
por las entidades oportunas que impul-
se la ejecución del Programa Nacional de
Conservación de Tortugas Marinas y Con-
tinentales en Colombia y que coordine el
trabajo interinstitucional e intersectorial,
agrupando a todos los actores, generando
los escenarios jurídicos y financieros apro-
piados para esto?.
Después de revisar los planes de manejo
disponibles de Parques Nacionales Natu-
rales, para ver cuales presentan especies
de tortugas como objeto de conservación o
son consideradas en el monitoreo de espe-
cies consumo, se encontró que algunos de
los parques que se ubican en las cuencas
Amazonas y Orinoco, los incluyen.
En cuanto a la normativa del país, se pue-
de decir de manera general que las espe-
cies cuentan con herramientas jurídicas
para su conservación. Sin embargo, su
aplicación y puesta en marcha, no es efec-
tiva. Por otra parte, al revisar la normativa
especifica para las tortugas (vedas), se ob-
serva que estas ignoran las características
biológicas de las especies y el conocimien-
to científico, por lo que se sugiere a la luz
de las investigaciones realizadas en los úl-
timos 50 años, sean reevaluadas.
Por último, es indispensable que los per-
misos de investigación se puedan gestio-
nar de manera rápida, puesto que el desa-
rrollo económico del país no da espera. La
información científica es la base para que
el Estado pueda tener herramientas para
la toma de decisiones en la planeación de
la Nación.
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Morales betancourt et-al_2012_conservacion_tortugas_colombia

  • 2.
    495Caño Chucurí, SanRafael de Chucurí (Santander). Foto: F. Nieto Debido a la declinación de las poblaciones de tortugas por la extracción que se ejer- ce sobre las mismas para el consumo, la tenencia como mascotas, contaminación y factores ambientales como degradación y pérdida del hábitat y el cambio climáti- co, en Colombia se están o se han toma- do medidas generales para proteger este patrimonio natural, como la designación de áreas protegidas, la adopción de nor- mas para prohibir la cosecha de tortugas y la generación de programas o planes de manejo. Éstas iniciativas desafortunada- mente aún no son suficientes, lo cual se evidencia en la declinación de los tamaños poblacionales, la reducción de las áreas de distribución y en consecuencia, en la in- clusión de especies que se listan en alguna de las tres categorías de amenazas de la UICN. Para la conservación del patrimonio na- tural, Colombia se ha adherido a nivel internacional a diferentes convenios y tratados. Para la conservación de los eco- sistemas continentales, se encuentra el Convenio para la Protección del Patrimo- nio Mundial, Cultural y Natural- UNESCO (1972), el Tratado de Cooperación Amazó- nica (1978), la Convención relativa a los Humedales de Importancia Internacional- Ramsar (1981), la Convención Marco de las Naciones Unidas contra el Cambio Cli- mático-UNFCCC (1992) y la Convención para la Lucha contra la Desertificación y la Sequía-UNCCD (1994). A nivel de espe- cies, en los años 70 se firma el tratado so- bre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres – CITES, con lo cual Colombia asumió com- promisos en el ámbito internacional para facilitar el comercio legal de especies y productos y simultáneamente, implemen- tar medidas que permitan un control más eficiente del tráfico ilegal. A nivel genéti- co, Colombia hace parte de la Decisión 391 de la Comunidad Andina (CAN), sobre el Régimen Común de Acceso a los Recursos Genéticos (1996). De forma general está el Convenio de Diversidad Biológica firmado en Río de Janeiro en 1992. Foto:Facuam Estrategias para la conservación de las tortugas continentales de Colombia20. Mónica A. Morales-Betancourt, Carlos A. Lasso, Vivian Páez, Fernando Trujillo, Mario Vargas-Ramírez, Germán Forero-Me- dina, Omar Hernández y Gustavo Trujillo
  • 3.
    BIOLOGÍA Y CONSERVACIÓNDE LAS TORTUGAS CONTINENTALES DE COLOMBIA 496 497 ESTRATEGIAS DE CONSERVACIÓN M. Vargas-R. A nivel nacional se han realizado esfuerzos generales para la conservación de las tor- tugas continentales. Así, en primera ins- tancia, se evaluó el estado de conservación de estas especies, donde de las 27 tortugas continentales, 11 se clasificaron bajo algu- na categoría de amenaza a nivel nacional (Castaño-M. 2002). Debido a este núme- ro tan elevado y por la importancia de las tortugas en la seguridad alimentaria de las comunidades rurales e indígenas y su rol a nivel ecosistémico, en el 2002 el Ministerio del Medio Ambiente publica el Programa Nacional de Conservación de Tortugas Ma- rinas y Continentales en Colombia (MMA 2002), el cual buscaba garantizar la super- vivencia de todas las especies de tortugas presentes en nuestro país, implementando estrategias de conservación, investigación, valoración, uso y manejo, a través de un trabajo coordinado interinstitucionalmen- te y con la participación de la comunidad. Las líneas de acción de este programa fue- ron: 1) investigación y monitoreo de pobla- ciones; 2) manejo sostenible; 3) educación ambiental y participación comunitaria; 4) información y divulgación y 5) gestión y fortalecimiento institucional. A pesar de ser un programa que abarca las principales áreas a tener en cuenta, su implementa- ción ha sido en la mayoría de los casos par- cial y a cargo de iniciativas individuales, más que bajo la coordinación de los entes implementadores. Nueve años después de publicado el pro- grama y en vista de no haberse consoli- dado el grupo de trabajo que impulsaría la implementación de éste, como lo men- ciona el plan: “Para la implementación del Programa Nacional para la Conservación de las Tortugas en Colombia, se pretende consolidar a nivel nacional el grupo coor- dinador constituido por el Ministerio del Medio Ambiente, representantes de los institutos de investigación, delegados del Ministerio de Educación y el Ministerio de Agricultura y representantes de las Unida- des de coordinación regional de las áreas andina, Caribe insular, Pacífica, Orino- quia y Amazonia”, surgió una iniciativa de la Asociación Colombiana de Herpetolo- gía-ACHerpetología con el apoyo de varias instituciones, que reunió al sector acadé- mico y algunas ONG, para estructurar la primera fase del plan estratégico de con- servación para las tortugas continentales colombianas, cuyo periodo de ejecución sería de enero 2012 a noviembre 2013. Las acciones planteadas en este Plan son concretas, viables, verificables y tienen responsables. No se requieren de grandes sumas de dinero para realizar estas accio- nes, sólo es imprescindible la voluntad y la coordinación de sus actores. El objetivo de este Plan no es garantizar la supervivencia de estas especies en el país, sino obtener información esencial para saber cómo ha- cerlo en un futuro próximo e iniciar accio- nes concretas de investigación y educación con miras a la conservación (ACHerpeto- logía 2011). El presente libro y este capítu- lo en particular, responden a los avances en varios de los objetivos del Plan. En Colombia a nivel regional se han reali- zado algunos trabajos puntuales sobre la conservación de las especies de tortugas, sin embargo mucha de esta información no está publicada o disponible para su consulta (informes, consultorías, tesis). Entonces, para poder abordar este tema, se revisaron (dependiendo la disponibili- dad), los planes de manejo o de acción de las corporaciones autónomas regionales, así como los de Parques Nacionales Na- turales, los documentos de algunas ONG y conceptos de expertos para determinar que especies estaban contempladas en los mismos. A continuación se presentan cada uno de estos aportes, organizados para las cinco cuencas hidrográficas de Colombia. Lue- go se abarcaran los temas más represen- tativos que se encuentran enmarcados -o deberían estarlo- dentro de estos planes, como los son la educación ambiental y el trabajo comunitario, modelos poblacio- nales y monitoreo, la zoocría, protección de nidadas y levantamiento de neonatos y normativa ambiental. Finalmente, se discute la efectividad de los mismos y se plantean recomendaciones al respecto. 20.1 Planes de manejo y/o acción (Mónica A. Morales-B., Carlos A. Lasso, Fernando Trujillo y Vivian P. Páez) Amazonas Los principales trabajos de investigación y manejo en esta cuenca corresponden a la charapa (Podocnemis expansa). En la déca- da de los 80, la Fundación Biológica Puerto Rastrojo y la Corporación Araracuara de- sarrollaron trabajos en la zona baja del río Caquetá, con el fin de proteger, conservar y realizar estudios enfocados a la biología reproductiva de la charapa, investigacio- nes realizadas en conjunto junto con las comunidades indígenas allí establecidas (von Hildebrand et al. 1997). Los resul- tados de estos estudios promovieron la creación en 1987 del PNN Cahunarí que incluye los principales sitios de refugio para la charapa en el área de influencia del parque. En la actualidad esta especie es considerada como objeto de conservación del parque, al igual que para el PNN Chiri- biquete (Mendoza 2009, Páez 2009). A partir de 1994, el PNN Cahunarí y la Fundación Natura bajo la filosofía del manejo participativo, formularon el Plan Charapa, constituido por cinco componen- tes: protección, monitoreo, manejo, capa- citación e investigación. De esta forma, las comunidades indígenas se involucraron en la conservación de la especie mediante la participación de representantes indíge- nas, y definieron los lineamientos que en- marcaron las acciones en las temporadas reproductivas (Bello et al. 1996). En 1998 se finaliza el Plan Charapa y se interrumpe el trabajo con la comunidad. Esta ha sido una de las pérdidas más lamentables en la gestión del parque por la falta de recursos desde Parques para la Territorial. Luego en junio de 2001, se firmó el “Convenio Inter-administrativo para la Coordinación de la Función Pública de la Conservación y Manejo del Área del Parque Nacional Natural Cahuinarí, entre el Ministerio de Ambiente y la Autoridad Pública Miraña”. Llegar a la firma del convenio fue el resul- tado de un proceso de diez años, donde los espacios de diálogo entre las dos visiones han sido vitales y han arrojado resultados tan valiosos como el establecimiento de acuerdos de manejo, visión intercultural del manejo de la tortuga charapa, discu- sión sobre el sentido del plan de manejo y su significado local y zonificación del ma- nejo del territorio del Parque por parte del pueblo Miraña – Bora, entre otros (Muñoz et al. 2009). Por otro lado, para el río Amazonas en el área de influencia de Puerto Nariño, la Fundación Omacha ha llevado a cabo labo- res de recuperación de nidos y educación ambiental para las especies del género Podocnemis. Como empezaron a escasear las charapas se empezó a generar presión sobre las terecayas (Podocnemis unifilis), que es la especie que le sigue en tamaño a la charapa. Esta labor fue continuada des- de el 2003 por la Fundación Natutama, la cual generó un programa para su conser- vación con tres componentes principales:
  • 4.
    BIOLOGÍA Y CONSERVACIÓNDE LAS TORTUGAS CONTINENTALES DE COLOMBIA 498 499 ESTRATEGIAS DE CONSERVACIÓN M. Vargas-R. 1) monitorear y proteger las playas nidos y adultos de las tres especies (incluyendo Podocnemis vogli); 2) involucrar a los habi- tantes y las autoridades de la zona, reali- zar programas de educación que busquen desestimular la extracción de huevos y la captura de adultos y 3) a través de este proceso, recopilar información biológica, ecológica y cultural que permitan a ali- mentar y guiar los procesos de conserva- ción (García et al. 2008). En 2005, Corpoamazonia junto con Fun- dación Natura, extendieron el Plan Cha- rapa para toda la Amazonia colombiana y en particular en el río Caquetá, el Trapecio Amazónico y el medio Putumayo, lo que terminó con la generación del Plan de ma- nejo para cada uno de estos tres sectores (Monje y Martínez 2008). Sin embargo, al revisar el plan, éste no fue más que un ejercicio de diagnóstico de la situación del recurso en las áreas estudiadas. Dando continuidad a este proceso, en el 2008 se crea una alianza interinstitucio- nal entre Corpoamazonia, el Instituto Sinchi, la Fundación Omacha y la Fun- dación Natura, donde el área de estudio fue el Trapecio Amazónico (municipio de Puerto Nariño y su área de influencia), el alto y bajo Putumayo (Puerto Leguizamo y Tarapacá y sus áreas de influencia) y el bajo Caquetá (Pedrera y su área de influen- cia). El objetivo fue que las comunidades generaran acciones de manejo para al me- nos seis especies de fauna acuática (Inia geoffrensis, Sotalia fluviatilis, Pteronura brasiliensis, Trichechus inunguis, Melonosu- chus niger y Podocnemis spp). Un resultado importante de este trabajo fue que de las especies estudiadas, las tortugas fueron reconocidas como prioritarias tanto por las comunidades locales como las insti- tuciones ambientales de la región. Esto es debido a que por un lado en los cuatro sectores se reconoció la disminución de las poblaciones y por otro, se reconoció la im- portancia de estos animales como recurso alimenticio y tradicional para las comuni- dades locales, por lo que se sugirió reali- zar acciones de manejo y conservación en la Amazonia colombiana (Arévalo et al. 2008, Bermúdez-R. et al. 2010a, b). Espe- cíficamente para el área de influencia de Tarapacá se identificaron playas de anida- ción importantes para realizar un progra- ma de monitoreo y conservación. Además, por ser un área tri-fronteriza (Perú-Brasil- Colombia), se firmó un acuerdo de coope- ración entre las comunidades peruanas, brasileñas y colombianas allí asentadas, para la protección de las tortugas. Estos últimos trabajos vienen enmarcados en el Plan de Acción Regional en Biodiversidad del Sur de la Amazonia Colombiana 2007- 2027 de Corpoamazonia, en donde se con- sidera a P. expansa como especie de impor- tancia para promover la implementación de acciones estratégicas y mecanismos de seguimiento que garanticen el manejo sos- tenible (Arévalo et al. 2008). Caribe En la cuenca del río Sinú las especies ob- jeto de trabajos de conservación son Che- lonoidis carbonaria (morrocoy), Trachemys callirostris (hicotea), Mesoclemmys dahli (carranchina) y Podocnemis lewyana (tor- tuga de río). La principal iniciativa para la región es el trabajo realizado por la Cor- poración Autónoma Regional de los Valles del Sinú y del San Jorge-CVS, junto con Conservación Internacional-CI, que de- sarrollaron el proyecto Manejo y Conser- vación de Especies Amenazadas del Bajo Sinú, donde se incluye un plan de manejo para cada una de las tortugas: Chelonoidis carbonaria, Trachemys callirostris, Meso- clemmys dahli y Podocnemis lewyana (CVS y CI 2006). Después de dos años, se han realizado varias actividades las cuales han queda- do plasmadas en el informe de la CVS y CI (2008). Para el caso de la hicotea y la tortuga de río, se formularon acciones en- focadas al mantenimiento de las poblacio- nes naturales de las especies mediante la mitigación de los impactos que las afectan, el mejoramiento de su hábitat y el forta- lecimiento de los procesos comunitarios. Dentro de este marco, se han desarrollado acciones de rescate e incubación artificial de nidos de hicotea durante la temporada reproductiva, se han realizado activida- des de restauración y reforestación de las áreas críticas dentro de la Ciénaga de Bañó con la intención de mejorar los hábitat y se fortaleció el programa comunitario mediante la capacitación en temas inhe- rentes al plan de manejo de hicotea. De igual manera, como parte del programa de alternativas económicas, se fortalecieron las acciones de promoción del proyecto ecoturístico comunitario. La carranchina es considerada emblema regional de conservación (Rueda-A. et al. 2004). En la comunidad de Ceiba Pareja del municipio de Lorica se realizó el IV Festival Ecológico de la Tortuga Carran- china, donde a través de actividades lú- dicas y expresiones culturales propias del folclor cordobés, se llama la atención a los participantes sobre el cuidado de la tierra, las plantas y sus animales. Este tipo de evento ha permitido generar conciencia sobre la importancia de conservar a la tor- tuga carranchina y el cuidado del medio ambiente. A raíz de estos esfuerzos, se han impuesto una serie de autorregulaciones para disminuir las amenazas para la tor- tuga carranchina, las cuales consisten en no maltratar o sacrificar las tortugas que quedan enganchadas accidentalmente en los anzuelos, revisar cuidadosamente los barbechos durante el verano a fin de reti- rar las tortugas que allí estivan y llevarlas a un ambiente más seguro para reducir de esta manera la mortalidad provocada por las quemas de estos rastrojos, a la vez que incrementan la oferta de hábitat mediante la reforestación de las riberas de los arro- yos temporales que constituye el hábitat de la tortuga (CVS y CI 2008). Para el morrocoy, varias de las comuni- dades del bajo Sinú se han vinculado al programa “Salvafauna” que busca mejorar las condiciones de mantenimiento de las tortugas cautivas e incrementar las tasas de eclosión a través de pequeñas unidades familiares de manejo ex situ, con las que se espera iniciar en un futuro cercano y si las condiciones técnicas así lo determinan, el reforzamiento poblacional de la especie en su ambiente natural (CVS y CI 2008). Hay que recordar que esta es una especie que las comunidades mantienen confinadas en sus patios y solares, lo que en la prácti- ca constituye una de las principales ame- nazas para la conservación de la especie, a tal punto que algunos investigadores han llegado a afirmar que “existen más morro- coyes cautivos que en libertad”, en esta re- gión del país. Para el fortalecimiento del trabajo comunitario se han publicado car- tillas didácticas que brindan información sobre la biología y ecología de la especie, al igual que de manejo de las nidadas ex situ (De La Ossa y Riaño 1999, De La Ossa et al. 2002). Otro esfuerzo muy importante es el tra- bajo realizado por la Universidad Nacio- nal junto con el Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial (2009), los cuales generaron el plan de manejo orientado al uso sostenible de la tortuga hicotea (Trachemys callirostris) en toda su área de distribución. Este plan incluye las
  • 5.
    BIOLOGÍA Y CONSERVACIÓNDE LAS TORTUGAS CONTINENTALES DE COLOMBIA 500 501 ESTRATEGIAS DE CONSERVACIÓN M. Vargas-R. áreas prioritarias para el monitoreo de la especie, así como las líneas principales de acción: uso y manejo sostenible; restau- ración, recuperación y conservación del hábitat; participación comunitaria y di- vulgación; educación ambiental; gestión del conocimiento científico y tradicional y fortalecimiento de la gestión institucio- nal, política y legislación. Por otro lado, Corpomojana en su plan de acción 2010-2011 identificó entre sus pro- yectos a ejecutar, elaborar el Plan de mane- jo integral de la especie hicotea (Trachemys callirostris) (Corpomojana 2009). Para el departamento del Cesar hay un convenio de cooperación interinstitucional Corpo- cesar-Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de Colombia, para un proyecto titulado “Caracterización de la biota y del medio físico en áreas bajo la jurisdicción de Corpocesar”. En este traba- jo, dentro de las actividades a desarrollar, está el monitoreo de las poblaciones de la tortuga montañera (Mesoclemmys dahli) y morrocoy (Chelonoidis carbonaria). Adi- cional a esto, se están realizando esfuer- zos de reforzamiento poblacional para Chelonoidis carbonaria en el Santuario de Vida Silvestre Los Besotes (Corpocesar com. pers.). Para el departamento del Atlántico, la Corporación Autónoma del Atlántico-CRA en 2008 propuso el programa de conser- vación para las especies Trachemys calliros- tris y Podocnemis lewyana en la ciénaga del Uvero. Para el 2010 la CRA y la Fundación de Hidrobiología George Dall-Fungdhall, realizan un programa de conservación de C. carbonaria con participación de la comunidad en el corregimiento de Cho- rreras, municipio de Juan de Acosta (CRA com. per.). Por último, en el plan de acción 2007-2011 de Codechocó, se plantean campañas de protección para la especie Trachemys venusta (Mosquera 2009). Magdalena-Cauca Para esta cuenca se han adelantado al- gunas acciones para la conservación de la tortuga de río (Podocnemis lewyana) y la hicotea (Trachemys callirostris). Para la hicotea está el trabajo ya mencionado an- teriormente, realizado por la Universidad Nacional junto con el Ministerio de Am- biente, Vivienda y Desarrollo Territorial (2009), que también incluye esta cuenca. Para Podocnemis lewyana, Cornare, Co- rantioquia y la Asociación Ambientalista Futuro Verde-AAFUVER, realizaron, un proyecto denominado “Manejo y conser- vación de la tortuga de río (Podocnemis lewyana), en la cuenca baja del río Claro Contorna sur, zona limítrofe entre los mu- nicipios de puerto Nare y Puerto Triunfo, Antioquia”. Este fue un proyecto con un gran componente comunitario, apoyados por instituciones de carácter guberna- mental y académico, el cual tuvo resulta- dos muy positivos en cuanto al manejo ex situ de las nidadas (Romero 2011). En el 2011 se crea un programa de educa- ción ambiental y monitoreo dirigido a la conservación de las especies de tortugas en la región del Magdalena medio (Tra- chemys callirostris, Podocnemis lewyana, Rhinoclemmys melanosterna y Kinosternon leucostumun), específicamente en la zona de influencia de la central térmica Ter- mocentro en el municipio de Cimitarra, Santander, en el marco del convenio de cooperación interinstitucional entre la empresa Isagen S.A.E.S.P., la Universidad de Antioquia y el Grupo Herpetológico de Antioquia (GHA). El proyecto se tituló: “Educación ambiental para los pescadores del área de influencia de la central Ter- mocentro, a través de la implementación de un plan de monitoreo de la comunidad de tortugas de agua dulce presentes en las ciénagas”. Esta estrategia está diseñada y orientada al aumento de los niveles de conciencia y sensibilidad que tienen los pescadores de la región y la comunidad en general, frente a la importancia de la con- servación, protección y el manejo de las especies de tortugas dulceacuícolas pre- sentes en la zona. A este proyecto se en- cuentran vinculadas tres asociaciones de pescadores de la región Asomilla, Asopes- ca y Asoambiental, quienes han participa- do activamente en los talleres educativos y en los monitoreos. Los resultados de esta iniciativa se encuentran en evaluación para determinar si se lograron cumplir sus objetivos (Páez com. pers.). Orinoco En la cuenca del Orinoco al igual que en el Amazonas, las especies objeto de estu- dio son la terecaya o terecay (Podocnemis unifilis) y la charapa (Podocnemis expansa), que están catalogadas en Peligro Crítico (Castaño-M. 2002), para las cuales exis- ten algunas acciones encaminadas a su conservación. Para toda la Orinoquia las tortugas del género Podocnemis están ca- talogadas como especies focales en el Plan de acción de biodiversidad en la cuenca del Orinoco-Colombia 2005-2015 (Correa et al. 2006). Corporinoquia en 2005 después de reali- zar la recopilación de información preli- minar sobre los aspectos ecológicos de la terecay (Duarte 2005a), elaboró el plan de manejo para esta especie. En este plan se determinan acciones para cada uno de los siguientes aspectos: 1) importancia socio- cultural; 2) comportamientos y etapas biológicas y 3) manejo y control (Duarte 2005b). En este mismo año, para la cha- rapa se desarrolla el proyecto “Nociones de la biología y plan de manejo de la tor- tuga charapa (P. expansa)” (Corporinoquia 2005). En 2009 la Fundación Terrapleta y WWF desarrollaron un trabajo junto con la comunidad sobre la conservación de áreas estratégicas para la protección de la tortuga charapa (P. expansa), donde se identificaron las áreas claves para la con- servación, se caracterizaron las playas de anidación, se tomó información sobre la biología reproductiva así como de uso tra- dicional y se trasladaron nidos para luego liberar los tortuguillos (Fundación Terra- pleta y WWF 2009). En el departamento de Guainía en 1997 se realizó un estudio sobre la situación del chipiro (Podocnemis erythrocephala) (Castaño-M. 1997) y sólo hasta 2007, la CDA promueve el tema de las tortugas con la evaluación del estado de las pobla- ciones de quelonios del género Podocnemis (P. expansa - charapa, P. unifilis - terecay, P. erythrocephala -chipiro y P. vogliy - galápa- go, en la cuenca baja del río Guaviare (Ber- múdez-R. et al. 2007), para luego realizar una experiencia piloto para el cuidado de playas y nidadas como estrategia de con- servación (Bermúdez-R. 2008). Para el Vichada, la Fundación Omacha realizó una evaluación de la terecay y la charapa en 1998, cubriendo 200 km des- de Puerto Carreño por el río Meta y 50 km por el Bita, aportando registros de tortu- gas y nidadas (Martínez-S. et al. 2004). Posteriormente, en el 2008 la Fundación Omacha y la Fundación Horizonte Verde en colaboración con otras instituciones, elaboraron el Plan de manejo y conser- vación de especies amenazadas en la Re- serva de Biosfera El Tuparro, incluyendo a Podocnemis expansa, Podocnemis unifilis y Podocnemis vogli. Las líneas de acción
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    BIOLOGÍA Y CONSERVACIÓNDE LAS TORTUGAS CONTINENTALES DE COLOMBIA 502 503 ESTRATEGIAS DE CONSERVACIÓN M. Vargas-R. de este plan fueron: investigación y mo- nitoreo de las poblaciones, manejo soste- nible, educación ambiental y participación comunitaria, información y divulgación y por ultimo gestión y fortalecimiento institucional (Trujillo et al. 2008). En el marco de este proyecto se evaluó la biolo- gía reproductiva de la charapa y la terecay en el río Bita y se implementó un progra- ma piloto de manejo de nidadas en playas artificiales, liberando más de 1.200 tor- tuguillos e involucrando a reservas de la sociedad civil como Nimajay y Bojonawi (Echeverry 2009, Quinche 2010). Esta ini- ciativa se conectó con la existente en Ve- nezuela en Puerto Ayacucho y Santa María del Orinoco, participando de la liberación de más de 50.000 tortuguillos. Más recientemente (2012), la Fundación Omacha y la Fundación Palmarito inicia- ron un programa de conservación de la tortuga charapa y la terecay en el río Meta, desde Orocué hasta Puerto Carreño y a lo largo del río Bita, con el apoyo de Eco- petrol. En esta iniciativa se registraron las coordenadas geográficas de todas las playas de anidación de las tortugas, iden- tificándose las áreas claves para su protec- ción. Se implementó un fuerte componen- te social, trabajando con las comunidades de pescadores a lo largo del río Meta y se detectaron las principales amenazas para estas tortugas. Igualmente, se comenzó un programa de manejo de huevos en playas cuidadas para aumentar la tasa de supervivencia de los tortuguillos. En fe- brero de 2012 se colectaron 2.248 huevos de Podocnemis expansa y 111 de Podocnemis unifilis, de los cuales al eclosionar 500 fue- ron mantenidos en Wisirare (Casanare) y el resto liberados. La cuenca Orinoco es de carácter binacio- nal por lo que la conservación de las espe- cies debe ser compartida como se recono- ció en el 2003, durante la cumbre entre Venezuela y Colombia en Puerto Ordaz, y en especial para el caso de Podocnemis expansa. Acciones de esta índole incluyen el acto de liberación de Podocnemis expansa de 2003, en el cual los Ministros del Am- biente de ambos países plantearon la libe- ración de ejemplares en zonas limítrofes entre ambos países (Periódico El Nacio- nal, 28 de abril de 2003 en Hernández et al. 2011). Con Podocnemis expansa se han realizado algunas actividades binacio- nales conjuntas. En el 2007 la Fundación para el Desarrollo de las Ciencias Mate- máticas y Naturales-Fudeci fue invitada por la Fundación Omacha al “Taller de capacitación No. 1, Protección, monitoreo y manejo de nidadas de tortugas conti- nentales, Fundación Omacha en Puerto Carreño, Colombia”. Asimismo, ese mismo año Fudeci invitó a la Fundación Omacha a las liberaciones de tortuguillos en el Refugio de Fauna Silvestre de la Tortuga Arrau-RFSTA y en la Reserva de Fauna Sil- vestre los Esteros de Camaguán-RFSEC. Adicionalmente, en varias oportunidades esta Fundación colombiana ha visitado el zoocriadero de Fudeci en Puerto Ayacucho (Venezuela) (Hernández et al. 2011). Es- tas iniciativas han sido muy valiosas para intercambiar experiencias y estandarizar métodos de manejo de los huevos y los tor- tuguillos, pero es necesario formalizarlas y darles continuidad en el tiempo. En el IV Taller binacional para la conser- vación y uso sostenible de la biodiversidad en la cuenca del Orinoco: avances, pers- pectivas y propuestas de trabajo conjunto bajo el contexto de cambio global, se pro- pusieron acciones conjuntas para las tor- tugas P. expansa y P. unifilis (Lasso y Mata- llana 2012). Después de revisar los planes de manejo disponibles de Parques Nacionales Na- turales (los cuales están en proceso de actualización en estos momentos), para determinar que especies de tortugas son objetos de conservación o entran en el monitoreo de consumo se encontró que el PNN Tiningua tiene como especie objeto de conservación a Podocnemis unifilis (Aré- balo y Sarmiento 2009) y el PNN Puinawai registra dentro del monitoreo de consumo a Peltocephalus dumerilianus, Podocnemis erytrocephala, Chelonoidis denticulata y Chelus fimbriatus (Ospino et al. 2005). Pacífico Para esta cuenca la CVC junto con la Fun- dación Zoológica de Cali y el Centro de Investigación para el Manejo Ambiental y el Desarrollo-CIMAD, construyeron en el 2006, el Plan de acción para la conserva- ción de las tortugas continentales y mari- nas del departamento del Valle del Cauca (Corredor-L. et al. 2006). 20.2 Educación ambiental y trabajo comunitario (Mario Vargas-R. y Germán Forero-M.) Como bien es conocido en los planes de manejo, la educación ambiental y el tra- bajo comunitario es una de las líneas de acción que se propone y casi la única que se ejecuta, la otra sería la protección de ni- dadas, tema que se abordará más adelan- te. La educación ambiental es una de las líneas que se incluye en todos los planes de conservación, ya que incrementa el grado de conciencia ecológica, promueve valo- res y actitudes positivas frente al medio y promueve la conservación de recursos naturales (Jacobson 1995). Adicional- mente, produce cambios significativos de comportamiento en la audiencia objetivo (Jacobson 1987, Padua 1994) y en algunos casos podría ser más importante para la conservación a largo término que la in- vestigación científica (Jacobson y McDuff 1998). El establecimiento temprano de un programa de educación ambiental consti- tuye las bases sobre las cuales planes de conservación a largo plazo, involucrando comunidades locales, pueden ser construi- dos (Trewhella et al. 2001). Sin embargo, los proyectos de educación ambiental no deben confundirse con pro- gramas de socialización o de divulgación, ni deben limitarse a transmitir conoci- mientos biológicos sobre una especie o ecosistema. La educación ambiental debe ser entendida como un proceso largo, que no difiere de otros procesos educativos. Por lo tanto, el objetivo es formar perso- nas íntegras, ciudadanos con nuevos valo- res y paradigmas frente a la percepción del medio ambiente, y con actitudes respon- sables. Entendiendo como actitudes unas disposiciones que se deben despertar en las personas para adquirir y asimilar un valor y entendiendo como valor, un obje- tivo de la educación que parte de la idea que se tenga del hombre, y que le ayuda a ser más persona, la convicción razonada de que algo es bueno o malo para llegar a ser más humano (Carreras et al. 1999). En este sentido, la educación ambiental es una cuestión de valores, son estos los que realmente llevan a una persona a actuar de determinada forma frente a su entorno y a concebirse como parte integral de éste mismo, permitiéndole una participación crítica y responsable en la toma de deci- siones relacionadas con el medio ambien- te (Forero-M. y Mahecha-G. 2006). De la misma forma, si bien muchos proyectos de conservación de quelonios contienen componentes educativos, pocas veces se realizan evaluaciones de su efectividad. El
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    BIOLOGÍA Y CONSERVACIÓNDE LAS TORTUGAS CONTINENTALES DE COLOMBIA 504 505 ESTRATEGIAS DE CONSERVACIÓN M. Vargas-R. uso sistemático de técnicas de evaluación es importante para determinar el éxito de los proyectos o las actividades que deben ser reformuladas para cumplir los objeti- vos planteados (Machado-P. 1997). El conocimiento de las comunidades loca- les en muchos casos es rico y variado, con un gran potencial para ser utilizado en el manejo de recursos naturales. Entender entonces el papel que las comunidades humanas juegan sobre las poblaciones naturales y sus hábitats, es fundamental para llevar a cabo esfuerzos de conserva- ción, particularmente para organismos de larga vida como las tortugas (Dunham et al. 1989, Congdon et al. 1994). Se debe proveer los medios a las comunidades para que jueguen un papel primario en las fases del proyecto con la cual se identifican, de tal modo que puedan participar y benefi- ciarse directamente, de una manera con- sistente con sus valores, tiempos, espacios y procesos de toma de decisiones (McNeely y Pitt 1985). Involucrar comunidades lo- cales en el desarrollo e implementación de estrategias de conservación, incrementa considerablemente el potencial para al- canzar los objetivos propuestos (McNeely y Pitt 1985). Como se describe en este ca- pítulo, recientemente en Colombia se han llevado a cabo proyectos de investigación y conservación de especies de tortugas con- tinentales que han involucrado diferentes estrategias de educación ambiental y tra- bajo comunitario. Debido a la estrecha relación existente entre comunidades humanas y tortugas continentales, la educación ambiental y el trabajo comunitario constituyen dos de las más importantes estrategias hacia su conocimiento y conservación. El trabajo comunitario acompañado de educación ambiental constituye un proceso largo que requiere de planeación y recursos. Sin embargo, incluir dichas actividades en la búsqueda de alternativas reales que mini- micen el impacto de las comunidades hu- manas sobre las poblaciones de tortugas continentales colombianas, debe ser una prioridad de cada proyecto de investiga- ción y/o conservación. 20.3 Monitoreos y modelos demográficos poblacionales (Vivian P. Páez) Las tortugas, por ser especies longevas, constituyen un reto particularmente di- fícil para los programas de conservación, porque requieren de programas de moni- toreo a largo plazo para documentar de forma confiable tendencias demográficas poblacionales que vayan más allá de posi- bles fluctuaciones naturales en respuesta a la variabilidad natural en las condicio- nes ambientales y/o en la dinámica misma de la población (Spencer y Janzen 2010). Desafortunadamente, es frecuente que de existir una declinación real, ésta sea detectada demasiado tarde para poder revertir efectivamente dicha tendencia (Crouse et al. 1987). En otros países, los programas de conservación para especies de tortugas continentales se sustentan cada vez más en datos robustos obtenidos de poblaciones silvestres para evaluar el estado de conservación y la eficiencia del programa (Loehr et al. 2004, Baruah 2010, Sirsi 2010, Walker et al. 2012). Hoy en día, existen métodos que facilitan una estimación confiable del estado demo- gráfico de una especie longeva, incluyendo la habilidad de hacer retrospecciones so- bre el estado pasado y proyecciones sobre el estado futuro, con base en el análisis de datos obtenidos en periodos de tiempo re- lativamente cortos, en términos de la ex- pectativa de vida de estas especies (Crouse d. e. a. Niños con cartilla para colorear parte del programa de educación ambiental. Proyec- to hacia el conocimiento y conservación de Podocnemis lewyana en el alto Magdalena. Foto: M. Vargas-R. b. Traslado de nidos de tortuga en el río Bita, Orinoco. Foto: F. Omacha. c. Taller con líderes indígenas en Tarapacá. Foto: Proyecto Facuam. d. Taller de cartografía social con las comunidades en la zona de frontera Colombia-Perú en el bajo río Putumayo. Foto: Proyecto Facuam. e. Talla en madera de la tortuga tericaya. Puerto Nariño, Amazonas. Foto: M. Morales-B. f. Zoocriadero de morrocoy, Llanos de Apure, Venezuela. Foto: O. Lasso-Alcalá. f. a. b.
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    BIOLOGÍA Y CONSERVACIÓNDE LAS TORTUGAS CONTINENTALES DE COLOMBIA 506 507 ESTRATEGIAS DE CONSERVACIÓN M. Vargas-R. et al. 1987, Doak et al. 1994, Heppell 1998, Benton y Grant 1999, Spencer y Janzen 2010, Walker et al. 2012). Por otra parte, es posible utilizar la teoría de coalescencia con base en análisis de datos de micro- satélites de ADN, para tratar de inferir el pasado demográfico histórico de cada población (Emerson et al. 2001, Capítulo 15) y así poder inferir cuales podrían ha- ber sido los tamaños poblacionales histó- ricos de estas especies antes del contacto humano, si el propósito es poder revertir las tendencias demográficas actuales has- ta niveles en donde las especies puedan desempeñar nuevamente sus funciones ecológicas. Los análisis de conjuntos de datos obte- nidos a través de las técnicas de captura- marca-recaptura, proveen estimativos rigurosos de las tasas de sobrevivencia y crecimiento ontogénico de las diferentes clases de edad, tamaño o categoría en que se haya estructurado su población de es- tudio y entre los sexos; estimativos que se requieren para determinar el tamaño y las tendencias demográficas en las pobla- ciones naturales (Spencer y Janzen 2010). En el capítulo 13 se describen diferentes técnicas para la captura, marcación, me- dición, sexaje, determinación del estado reproductivo y seguimiento de las tortu- gas dulceacuícolas y terrestres. Emplean- do modelos como el de Pradel en Program MARK, se puede estimar las tasas de re- clutamiento y la tasa de incremento pobla- cional finita ( ) para la población. Además, para cada análisis, se pueden formular múltiples modelos, en los cuales las tasas de los parámetros puedan ser constantes sobre los intervalos de muestreo, varia- bles sobre el tiempo, o funciones lineales sobre el tiempo. El programa MARK, em- plea métodos de verosimilitud logarítmi- ca basados en la teoría de la información para evaluar cada modelo (Anderson et al. 2000). Con una estrategia multi-modelo se emplean los pesos Akaike para calcular estimaciones de los parámetros demográ- ficos (Burnham y Anderson 1998). Para calcular las tasas de fertilidad, se puede multiplicar el número de individuos en cada clase de edad, tamaño o estadio por el estimado del promedio de producción de huevos en cada una (número de hembras residentes por el tamaño promedio de la nidada, Begon y Mortimer 1986). Una vez se hayan estimado los valores de las tasas de sobrevivencia, crecimiento y fecundidad de las clases en que se haya estructurado la población, es posible cons- truir matrices de transición para modelar la dinámica de la población y determinar el impacto que tendría en ( ) cambios pro- porcionales en el valor de estos parámetros para una categoría específica (aumentar la fecundidad/disminuirlamortalidad)atra- vés de la implementación de diferentes es- cenarios de manejo (de Kroon et al. 2000). Hay que tener en cuenta que para las tasas de sobrevivencia, crecimiento y fecundi- dad estimadas sean biológicamente re- presentativas de la población (y no de una pequeña sub-población en un periodo de tiempo particular), se requiere una repeti- ción de las estimaciones a una escala tem- poral y espacial que contemple la variación natural de las mismas (Bertolero 2002). En este momento, es reconocible por la comunidad vinculada a la conservación de los quelonios a nivel mundial, la necesidad de establecer programas de monitoreo al tiempo que se ejecutan estudios de la bio- logía, genética y ecología, para permitir la formulación de programas de manejo no solo rigurosos metodológicamente, sino efectivos en términos demográficos. Aunque para las especies de tortugas con- tinentales colombianas no hay datos sobre sus expectativas de vida o tiempo genera- cional, se puede aprovechar la existencia de herramientas analíticas de conserva- ción utilizando el valor estimado de las tasas vitales y la edad/tamaño de madurez sexual. En la tabla 1 del capítulo 14 se re- sumen las estimaciones de las edades y/o tamaños de madurez sexual, el cual es un parámetro demográfico fuerte y positiva- mente asociado con la expectativa de vida (Congdon y Gibbons 1990). El valor prác- tico de estos modelos es que permiten ha- cer exploraciones sobre cuales estrategias podrían ser más efectivas dependiendo de la biología de la especie y luego evaluar el éxito o fracaso de esa estrategia a través de los monitoreos, para así hacer un manejo adaptativo. En Colombia deberían iniciarse planes de manejo adecuados, los cuales deben ba- sarse en una comprensión del estado de- mográfico de las poblaciones remanentes y del efecto de los principales factores de amenaza (Ojasti 2000). En las 27 fichas de especies (Capítulo 18), dentro de las ame- nazas y prioridades de conservación, se menciona la necesidad urgente de obtener información demográfica de las poblacio- nes colombianas de estas especies, lo cual refuerza la prioridad antes mencionada. 20.4 Zoocría (Gustavo Trujillo) La zoocría puede ser concebida como una alternativa para la demanda de especies de fauna silvestre y acuática bajo el principio que ésta sería una herramienta para el uso sostenible del recurso (Ley 611 de 2000). Las autoridades ambientales colombia- nas sólo conciben los procesos de zoocría mediante el sistema de ciclo cerrado (se produce en cautiverio lo que se aprovecha económicamente o biológicamente). Según el “Programa Nacional para la Con- servación de Tortugas Marinas y Continen- tales de Colombia” (MMA 2002a), en Co- lombia sólo existen criaderos de tortugas continentales en la Estación de Biología Tropical Roberto Franco de Villavicencio y otro dedicado a la especie Podocnemis ex- pansa de la Corporación Araracuara de en la Amazonía. También existe un zoocria- dero de morrocoy (Chelonoidis carbonaria) en la jurisdicción de Corpocesar en fase comercial (http://tortugamorrocoy.com/ index-1.html acceso marzo 25 de 2012). La cría de tortugas continentales en Co- lombia, ya sea con fines comerciales, de repoblamiento o científicos es incipiente y no hay evaluaciones rigurosas de su efi- ciencia o del cumplimiento de las normas operativas de los zoocriaderos. Adicional- mente, se desconoce el número de criade- ros no reglamentados, las especies some- tidas a este tipo de procesos y la fase, ya sea comercial y/o experimental, en la que se encuentran, al igual que los aportes a la conservación. 20.5 Protección de nidadasy levantamiento de neonatos (Omar Hernández y Vivian P. Páez) El Grupo de Especialistas en Reintroduc- ción de Especies de la IUCN recomienda que antes de iniciar programas de manejo que intente ayudar en la recuperación de poblaciones, se deben identificar los facto- res que causaron la disminución en primer lugar, para así eliminarlos o aminorar su efecto (IUCN 1998). Desafortunadamen- te, en los países del tercer mundo es difícil reducir los problemas fundamentales que las poblaciones de tortugas continentales enfrentan, debido a factores socioeco- nómicos, por lo que frecuentemente se inician programas de recuperación de es- pecies aunque todavía estén presentes los
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    BIOLOGÍA Y CONSERVACIÓNDE LAS TORTUGAS CONTINENTALES DE COLOMBIA 508 509 ESTRATEGIAS DE CONSERVACIÓN M. Vargas-R. factores subyacentes en la disminución de estas poblaciones. Frente las dificultades de reducir el con- sumo humano de huevos y adultos de tor- tugas continentales, varios proyectos han intentado compensar estas pérdidas por medio de programas de rescate de nidos que se pierden por causas naturales (como inundaciones o depredación) o antrópicas. Ojasti y Rutkis (1965) quizás han sido los primeros en tratar de minimizar la pér- dida de nidos por inundación, cuando en 1965 rescataron a 80.000 neonatos de P. expansa en el Orinoco medio, sacándo- los directamente de los nidos próximos a inundarse y liberándolos en caños cerca- nos para evitar su depredación por aves y peces. Fernández-Y. (1968) empleó la misma técnica usada por Ojasti y Rutkis (1965) para rescatar a 105.460 neonatos de la misma especie unos años después. Los programas que trasfieren nidos hasta nidos artificiales en la parte alta de la pla- ya con el fin de reducir pérdidas por inun- daciones son comunes (Paolillo 1982, Soi- ni 1986, Thorbjarnarson et al. 1993, von Hildebrand et al. 1997, Ortega et al. 1998, Rojas-R. 2004, García 2005, Echeverry-A. 2008, Hernández et al. 2010). A veces las tasas de éxito de eclosión de los nidos arti- ficiales es inferior a la tasa en nidos natu- rales (Hernández et al. 2010) y a veces son superiores (Ortega et al. 1998). Un paso más allá de la simple protección de nidos es criar los neonatos obtenidos un tiempo antes de su liberación en su medio natural. En Venezuela desde 1992 el Ministerio del Ambiente inició la cría en cautiverio de neonatos de P. expansa y P. unifilis para reforzar las poblaciones (Hernández et al. 2011). En los años 1998, 2000 y 2001, un total de 269 ejemplares de P. expansa fueron capturados en este zona, de los cuales el 41,26% provenían del pro- yecto de levantamiento, mostrando un efecto positivo del proyecto en el recluta- miento de juveniles en esta población y se encontró que la estructura de tallas de la población cambió en los tres años de cap- tura, aumentando la cantidad de ejempla- res de las clases de tamaño intermedias. Se considera que debido a las liberaciones de ejemplares de P. expansa criados en cau- tiverio, se ha logrado aumentar las clases juveniles de la población y con ello se au- mentó la generación de relevo, mientras que para P. unifilis, la gran proporción de la población son ejemplares adultos (98,65 %), asumiéndose que al no haber liberacio- nes de juveniles de P. unifilis, la población está integrada principalmente por adul- tos, con poca generación de relevo (Her- nández y Espín 2006). En el Brasil, la ma- yoría de los sitios que han mantenido por más de diez años la protección combinada de hembras y nidos en las playas, han ex- perimentado aumentos significativos en el número de adultos anidando cada año. Ambos tipos de programas son evidencia que la protección de áreas de anidación puede tener un impacto positivo medible, aunque no necesariamente suficiente para compensar el efecto de una cosecha inten- sa dirigida a las hembras adultas. Algunas recomendaciones para esfuerzos futuros de refuerzo de poblaciones explo- tadas sonlas siguientes. 1) Todo programa de manejo de especies con determinación sexual dependiendo la temperatura-DST debe tener en cuenta la dependencia tér- mica del sistema de determinación sexual durante la evaluación de planes que in- volucren la traslocación de nidos o incu- bación artificial de huevos (Capítulo 8). 2) En ausencia de estudios genéticos, las nidadas de cada playa deben considerarse como unidades independientes de manejo y los neonatos deben ser liberados en su playa natal para preservar al máximo la identidad genética de las poblaciones (Ca- pítulo 15). 3) Dado que el principal factor natural causante de pérdidas de nidos para algunas especies son las crecidas repenti- nas de los ríos, es importare evaluar cómo el cambio climático podría influir este fac- tor, para poder tomar medidas de mitiga- ción cuando sean necesarias (Capítulo 19). 4) En los programas de protección de nidos o cría de neonatos, es importante marcar los juveniles liberados para poder medir el impacto de la actividad en aumentar la generación de relevo y en recuperar las poblaciones. 5) Igualmente, es importan- te cuantificar para cada especie sujeta a programas de esfuerzo las tasas de super- vivencia de las diferentes clases de edad y la edad/talla de madurez, para poder esta- blecer con mayor precisión el impacto de las diferentes estrategias de conservación sobre la demografía de la población (Capí- tulo 14). 6) Se debe determinar para otras especies de tortugas aún no estudiadas, los índices de pérdida de nidos, factibili- dad de incubación artificial y el reforza- miento poblacional mediante la liberación de juveniles criados en cautiverio. 7) Para algunas especies de tortugas se ha demos- trado que a través de un proceso complejo llamado impronta (“imprinting”), el cere- bro de los recién nacidos temporalmente es sensible a las señales magnéticas, tér- micas y/o químicas del área donde se incu- baron, las cuales ayudarán parcialmente a reconocer las rutas y los sitios de postura una vez alcance la madurez sexual. El con- finarlos a los criaderos de levantamiento puede impedir que se efectúe este proceso. 8) Involucrar a los organismos de seguri- dad en las labores de guardería ambiental para minimizar el saqueo de nidos y la cap- tura de ejemplares. 20.6 Normativa (Mónica A. Morales- B., Gustavo Trujillo y Carlos A. Lasso) La normativa relacionada con la conserva- ción de los recursos naturales se encuen- tra enmarcada en los principios genera- les del Código Nacional de los Recursos Naturales Renovables y de Protección al Medio Ambiente (1974) y la Constitución Nacional (1991), que son los dos grandes instrumentos normativos que rigen la Nación. De estos, se derivan numerosas leyes, decretos y resoluciones entre otros, que velan por la conservación de la diver- sidad biológica del país. En este apartado se tratarán las más representativas e im- portantes para las tortugas, en particular las que hacen referencia al uso, del recurso ya que es una de las principales fuentes de presión sobre sus poblaciones. También se abordaran algunas referentes a la preven- ción del deterioro ambiental e igualmente, se tratará el tema de los permisos de in- vestigación científica puesto que este es un punto clave para el conocimiento y la conservación de la biodiversidad. Aprovechamiento de la fauna Debido a los niveles preocupantes de ex- tracción de algunas especies en los años 60, se han expedido numerosas normas orientadas al control de dichas activida- des y al fomento de métodos alternativos de aprovechamiento con base en el princi- pio de sostenibilidad. Para las especies de tortugas continentales, se cuenta la reso- lución 219 de 1964 expedida por el Minis- terio de Agricultura, la cual establece una veda nacional para la caza de Podocnemis expansa (menores de 80 cm), Podocnemis unifilis, Podocnemis lewyana y Trachemys callirostris; así como  también la recolec- ción de huevos, captura y explotación de tortuguitas (ejemplares recién nacidos). Para el área de Magdalena y Sinú, la Cor- poración Autónoma Regional de los Valles
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    BIOLOGÍA Y CONSERVACIÓNDE LAS TORTUGAS CONTINENTALES DE COLOMBIA 510 511 ESTRATEGIAS DE CONSERVACIÓN M. Vargas-R. del Magdalena y del Sinu –CVM, expide la resolución 126 de 1965 por la cual se re- glamenta la caza Podocnemis lewyana (se prohíbe la caza de tallas inferiores a 40 cm) y Trachemys callirostris (menores de 20 cm) y la recolección de huevos de las dos especies. Todos estos tamaños incluyen las categorías reproductivas y para este grupo que son especies longevas, las vedas deben ser de cierto tamaño para arriba, no para abajo y siempre protegiendo los adul- tos reproductivos. Luego en el Decreto Ley 2811 de 1974-Có- digo Nacional de los Recursos Natura- les Renovables y de Protección al Medio Ambiente (CNRNR), se desarrolla lo con- cerniente al manejo, administración, pro- tección, control, uso y aprovechamiento de los recursos naturales renovables, y de manera particular de la fauna silvestre y los recursos hidrobiológicos. Igualmente, se estableció la necesidad de que el Estado efectuara la planificación y ordenamiento de los recursos naturales renovables y es- tableciera los mecanismos e instrumentos administrativos a través de los cuales se puede realizar el uso y aprovechamiento de dichos recursos, reconociendo la nece- sidad de la participación social y su uso racional, para garantizar la supervivencia actual de la humanidad y de las generacio- nes futuras. Según el artículo 250 y siguientes, la for- ma de aprovechar la fauna silvestre nativa en el país, es a través de las actividades de caza (subsistencia, comercial, fomento, científica, deportiva, control) y para reali- zar esta actividad se requiere de la obten- ción de permiso o licencia ambiental que debe ser otorgada por la respectiva corpo- ración autónoma regional con jurisdicción en el sitio donde pretende realizarse la ac- tividad. Se exceptúala lo dispuesto para la caza de subsistencia (sin ánimo de lucro, tiene como objeto exclusivo proporcionar alimento a quien la ejecuta y a su familia). Debe señalarse que la citada norma ex- presa que dicha actividad no requiere per- miso (art. 259) e igualmente dispone que corresponde a la administración, es decir, a las corporaciones autónomas regionales y de desarrollo sostenible (CAR), autorizar la venta de los productos de la caza de sub- sistencia que por su naturaleza no puedan ser consumidos por el cazador o su familia (art. 258). Es de anotar que este aspecto no cuenta con ningún tipo de regulación a nivel nacional, de manera que se desco- noce qué requisitos deben cumplirse y qué procedimiento debe aplicarse para este efecto (Negrete 2011). Si bien la caza de subsistencia no requiere de la obtención de un permiso previo, no puede realizar- se con individuos de las especies sobre las cuales las autoridades ambientales hayan determinado que exista prohibición, as- pecto que según Negrete (op. cit.), no se ha cumplido, porque se ha interpretado que esta prohibición sólo aplica con respecto a las especies sobre las cuales existe veda. La caza de subsistencia al no estar sujeta a permiso alguno y no existir estrategias y acciones concretas por parte de las au- toridades ambientales sobre el desarrollo de esta actividad, no existe información documentada del alcance e incidencia de la misma, así como tampoco se conoce con certeza el impacto que genera esta activi- dad sobre la biodiversidad (Negrete op. cit.). Adicionalmente a las regulaciones naciona- les, Colombia se adhirió mediante la Ley 17 de 1981 a la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres – CITES, con lo cual ha asumido compromisos en el ám- bito internacional para facilitar el comer- cio legal de especímenes y productos y, simultáneamente, implementar medidas que permitan un control más eficiente del tráfico ilegal. Esta convención pro- mueve reglamentar de manera estricta el comercio de especies. En Colombia se apli- ca mediante la coordinación que ejerce la autoridad administrativa, en cabeza del Ministerio del Medio Ambiente y el apoyo de la autoridad científica, constituida por los institutos del Sina, con el apoyo cien- tífico y técnico de las universidades. De las especies de tortugas continentales co- lombianas, todas las especies de la familia Podocnemididae (P. expansa, P. unifilis, P. erythrocephala, P. sextuberculata, P. vogli, P. lewyana y Peltocephalus dumerilianus) y las dos de la familia Testudinidae (Chelonoidis carbonaria y C. denticulata), están incluidas en el apéndice II. En este apéndice se in- cluyen las especies que no se encuentran necesariamente en peligro de extinción, pero cuyo comercio debe controlarse a fin de evitar una utilización incompatible con su supervivencia. En este sentido sólo se podrán exportar individuos que proven- gan de zoocriaderos y el número permi- tido será dependiendo de la cuota que el Ministerio adjudique. Como se mencionó anteriormente estos temas son aún inci- pientes en el país. Sólo desde 2009 se esta- blece anualmente una cota de exportación para Chelonoidis carbonaria. Con la Ley 84 de 1989 se adopta el Estatu- to Nacional de Protección de los Animales. Con este estatuto se llegó al punto de pro- hibir la caza comercial en el territorio na- cional, de tal manera que las únicas acti- vidades comerciales permitidas se limitan a aquellas relacionadas con especímenes o productos derivados de la zoocría o cría en cautiverio. La prohibición de la caza con fi- nes comerciales, se mantuvo vigente hasta el año 2000, cuando a través de la Ley 611, se levantó dicha prohibición. La presente ley tiene por objeto regular el manejo sos- tenible de la fauna silvestre y acuática, y el aprovechamiento de las mismas y de sus productos, el cual se podrá efectuar a tra- vés de cosecha directa del medio o de zoo- cría de ciclo cerrado y/o abierto. Para este mismo año, el Ministerio del Medio Am- biente mediante la resolución 1317 esta- bleció unos criterios para el otorgamiento de la licencia de caza con fines de fomento y para el establecimiento de zoocriaderos entre otras determinaciones. Con el decreto 4688 de 2005 se regla- menta el Código Nacional de Recursos Naturales Renovables y de Protección al Medio Ambiente, la Ley 99 de 1993 y Ley 611 de 2000 en materia de caza comercial. En este se establece que el interesado en realizar caza comercial deberá tramitar y obtener licencia ambiental ante la corpo- ración autónoma regional con jurisdicción en el sitio donde se pretenda desarrollar la actividad; esta situación necesariamente conlleva a que el interesado debe presen- tar un estudio de impacto ambiental. La licencia ambiental citada se otorgará por un término de cinco años, y anualmente se deben asignar los cupos de aprovecha- miento por parte de la corporación res- pectiva, lo cual se traduce en la necesidad de que el titular de la licencia ambiental presente los resultados del monitoreo de las poblaciones silvestres que serán obje- to de aprovechamiento. Dicho monitoreo deberá haberse realizado dentro de los tres meses anteriores a la fecha de pre- sentación de la solicitud. Sin embargo, un monitoreo debe hacerse en el continuo del tiempo, puesto al realizarlo en tres meses no brinda información contundente de la estructura y estado de la población que permita dar directrices para el manejo del recurso. Las corporaciones autónomas re-
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    BIOLOGÍA Y CONSERVACIÓNDE LAS TORTUGAS CONTINENTALES DE COLOMBIA 512 513 ESTRATEGIAS DE CONSERVACIÓN M. Vargas-R. gionales solamente podrán otorgar licen- cias ambientales para actividades de caza comercial, en los casos que previamente el Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desa- rrollo Territorial haya fijado las especies y los cupos globales de aprovechamiento. Según Negrete (2011), a la fecha el Minis- terio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, no ha señalado las especies que pueden ser objeto de esta actividad, y tampoco los volúmenes (cupos) de aprovechamiento de cada especie, conforme dispone en nume- ral 42 del artículo 5 de la Ley 99 de 1993 y el artículo antes citado, por lo que hoy en día no puede autorizarse esta actividad. Para lograr ejecutar todo esto, el país cuenta con instrumentos de apoyo tales como el creado por medio de la resolución 3438 de 2011 de la Fiscalía General de la Nación, que dio vida a la Unidad Nacional de Delitos contra los Recursos Naturales y el Medio Ambiente. También existe la policía ambiental y una dependencia de la dirección de investigación criminal e In- terpol-Dijin, entre otros, que en conjunto monitorean, controlan, vigilan y sancio- nan a quienes incumplan con la normativa existente en Colombia en materia de fauna silvestre (MMA 2002b). Biodiversidad Por otro lado, en cuanto a la conservación de la biodiversidad del país, por medio de la Ley 165 de 1994 se aprueba el Conve- nio sobre la Diversidad Biológica. En este se determinan medidas generales a efecto de la conservación y la utilización sosteni- ble de la biodiversidad. Para lograr esto, primero que todo hay que identificar los componentes de la diversidad biológica (especies o ecosistemas) que sean impor- tantes para su conservación y utilización sostenible. Se incluyen especies amenaza- das, especies con valor cultural, social o económico, entre otros. Las tortugas con- tinentales cumplen con estos criterios. Ya identificadas las especies, la ley dice que se “elaborarán estrategias, planes o pro- gramas nacionales para la conservación y la utilización sostenible de la diversidad biológica o adaptará para ese fin las estra- tegias, planes o programas existentes”. En este sentido como se menciona en la pri- mera parte de este capítulo, el país elaboró una serie de estrategias (planes, progra- mas, etc.) para la conservación de algunas tortugas continentales. Sin embargo, no han sido efectivas puesto que la ejecución de los mismos es incipiente. Adicional a esto, se plantea para estas especies que se “procederá, mediante muestreo y otras técnicas, al seguimiento de los componen- tes de la diversidad biológica identifica- dos, prestando especial atención a los que requieran la adopción de medidas urgen- tes de conservación y a los que ofrezcan el mayor potencial para la utilización soste- nible”. Esta parte no se cumple, ya que los monitoreos deben hacerse de forma conti- nua en el tiempo y para esto se debe contar con un buen presupuesto y una metodolo- gía estandarizada y en el país no se invier- te lo suficiente para cumplir con esta ne- cesidad. La ausencia de monitoreo genera por un lado el desconocimiento del estado de las poblaciones de las especies objeto de uso y por otro, no se puede evaluar la im- plementación de los planes o programas. En cuanto a las especies amenazadas, me- diante la resolución 584 de 2002 el Minis- terio declaró las especies silvestres que se encuentran amenazadas en el territorio nacional, con fundamento en la informa- ción consignada en la serie de Libros rojos de especies amenazadas de Colombia. Esta resolución fue modificada por el Minis- terio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial, a través de la Resolución 572 de 2005, con el propósito de adicionar el listado de especies silvestres amenaza- das. Nuevamente se vuelve a revisar este listado para la expedición de la resolución 383 de 2010 del Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial. En esta se encuentran 11 de las 27 especies de tor- tugas continentales. Deterioro ambiental Por otra parte están las normas que velan por el mantenimiento del medio ambiente en general, como lo es la ya mencionada Ley 165 de 1994. Se encuentra también el Decreto 1791 de 1996 por el cual se regula el aprovechamiento forestal y el Decreto 2340 de 1997 por el cual se dictan unas medidas para la organización en materia de la prevención y mitigación de incendios forestales. Ya más enfocado al deterioro ambiental, se cuenta con el Decreto 1443 de 2004 en donde se reglamenta parcial- mente el Decreto Ley 2811 de 1974, Ley 253 de 1996 y la Ley 430 1998 en relación con la prevención y control de la contami- nación ambiental por el manejo de plagui- cidas y desechos o residuos peligrosos. El Decreto 2820 de 2010 por el cual se regla- menta el título VIII de la Ley 99 de 1993 sobre licencias ambientales. La licencia ambiental, es la autorización que otorga la autoridad ambiental competente para la ejecución de un proyecto, obra o actividad, que de acuerdo con la ley y los reglamentos pueda producir deterioro grave a los recur- sos naturales renovables o al medio am- biente, o introducir modificaciones consi- derables o notorias al paisaje, la cual sujeta al beneficiario de ésta, al cumplimiento de los requisitos, términos, condiciones y obligaciones que la misma establezca en relación con la prevención, mitigación, corrección, compensación y manejo de los efectos ambientales del proyecto, obra o actividad autorizada. Es indispensable que los planes de manejo ambiental gene- rados por las empresas presentes en áreas de distribución de las especies de tortugas endémicas, así como las especies que se encuentran en categorías de amenaza alta, incluyan estas especies en sus actividades de monitoreo. Igualmente, se debe tomar esta medida como un apoyo a la toma de información ambiental, por lo que la in- formación generada por la empresa priva- da debe ser de fácil acceso. Investigación científica Como se ha podido evidenciar en los apar- tados anteriores, el país cuenta con ins- trumentos jurídicos para la conservación de la biodiversidad. Sin embargo, para poderle dar un manejo que esté acorde con los principios de sostenibilidad, es necesario tener un conocimiento comple- to del recurso a evaluar. En este sentido la investigación científica es quien debe dar lineamientos al uso de los recursos tal como lo plantea la ley. La investigación científica está regulada por el Decreto 309 de 2000 con una modificación en el De- creto 302 de 2003. El decreto 309 dicta- mina que las personas naturales o jurídi- cas que pretendan adelantar un proyecto de investigación científica en diversidad biológica que involucre alguna o todas las actividades de colecta, recolecta, captu- ra, caza, pesca, manipulación del recurso biológico y su movilización en el territorio nacional, deberán obtener permiso de es- tudio, el cual incluirá todas las actividades solicitadas. Estos permisos son otorgados por la corporación autónoma regional o de desarrollo sostenible o los grandes centros urbanos, cuando las actividades de inves- tigación se desarrollen exclusivamente en sus respectivas jurisdicciones. Cuando el estudio se abarque más de una jurisdicción el procedimiento para el otorgamiento del permiso será adelantado por el Ministerio
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    BIOLOGÍA Y CONSERVACIÓNDE LAS TORTUGAS CONTINENTALES DE COLOMBIA 514 515 ESTRATEGIAS DE CONSERVACIÓN M. Vargas-R. del Medio Ambiente o por la autoridad ambiental que éste determine. Cuando las actividades de investigación se desarrollen dentro de las áreas del Sistema de Parques Nacionales Naturales, el otorgamiento del permiso de estudio se efectuará a través de la Unidad Administrativa Especial del Sistema de Parques Nacionales Naturales. Aunque parece un trámite muy sencillo, en la realidad la gestión de estos permisos es muy dispendiosa, tardando varios años en otorgarlos. Se espera que esta situación se vea mejorada con la creación de la Auto- ridad Nacional de Licencias Ambientales (Resolución 260 de 2011), que se encar- gará del otorgamiento de los permisos de investigación científica en diversidad bio- lógica, entre otros. El acceso a los recursos genéticos está regulado por el Decreto 730 de 1997 donde el Ministerio del Medio Ambiente actuará como autoridad nacio- nal competente sobre acceso a los recur- sos genéticos y por la Resolución 620 del mismo año en la cual se delegan algunas funciones y se establece el procedimiento interno para tramitar las solicitudes de acceso a los recursos genéticos y sus pro- ductos derivados, estos dos enmarcados dentro de la Decisión de la Comunidad An- dina 391 de 1996. La obtención de permiso de acceso al recurso genético es mucho más demorada, dispendiosa y costosa que la de permisos de estudio, más aún, cuando el estudio requiere consulta previa con las co- munidades indígenas o afrodescendientes. 20.7 Conclusiones y recomendaciones Para las cinco grandes cuencas hidrográ- ficas de Colombia se han llevado a cabo diferentes iniciativas que van desde tra- bajos de investigación, acciones de con- servación, planes de acción, festivales, talleres, declaración de áreas protegidas, convenios, etc., que en algunos casos han contribuido en parte a la conservación de las tortugas. La región del Caribe es la que ha llevado adelante más iniciativas de este tipo, seguida por el Amazonas, Orinoquia, Magdalena-Cauca y finalmente Pacífico. Respecto a los Planes de Acción elabora- dos y/o implementados, destaca en primer lugar la Orinoquia, seguida de Amazonia, Caribe y Pacífico. A pesar de que se han realizado estos importantes esfuerzos mencionados anteriormente en la con- servación de las especies, no han sido su- ficientes para mostrar la recuperación de alguna de las poblaciones, de hecho las mismas siguen disminuyendo, lo cual pue- de atribuirse a diferentes factores que se enumeran a continuación: Factores biológicos 1. Normalmente, hay un enorme desco- nocimiento de la biología básica de las tortugas (se concibe erróneamente su manejo bajo el esquema de otras es- pecies cosechadas como peces o babi- llas), lo cual se refleja en el hecho que la mayoría de los recursos humanos y económicos de estos programas se en- focan casi en su totalidad al rescate e incubación de huevos y posterior libe- ración de neonatos, en vez de atender e intentar remediar la causa más fac- tible de declinación poblacional que es el aumento en las tasas de morta- lidad de los adultos (principalmente hembras reproductivas, Capítulo 14). Si los esfuerzos se concentraran en el verdadero problema, tendrían mayor eficiencia. 2. Antes de implementar cualquier pro- grama de manejo, no se realizan es- tudios poblacionales que permitan evaluar eventualmente cual fue la in- cidencia o el efecto del trabajo de con- servación, sin importar la naturaleza del mismo. 3. Los esfuerzos realizados son pun- tuales, tanto en términos espaciales (localidades) como temporales (con- tinuidad a mediano y largo plazo), lo que imposibilita que el programa de conservación tenga algún impacto poblacional, en vista que éstas son especies longevas y que utilizan há- bitats por fuera de los límites del área de incidencia del programa de conser- vación. 4. En conjunto con lo mencionado en los puntos anteriores, las liberacio- nes tanto de neonatos provenientes de nidos “rescatados” como de adul- tos y juveniles decomisados, se hacen sin preocuparse de las consecuencias para la población receptora de efectos de contagio genético o de enfermeda- des que surgen del proceso de cría en cautiverio. 5. Tampoco se hace un seguimiento o monitoreo a las poblaciones de inte- rés para corroborar que las acciones (cualquier sea su naturaleza) tengan un impacto positivo en las condicio- nes demográficas y de no ser así, di- señar un cambio en la estrategia de conservación. 6. Las poblaciones de tortugas enfren- tan una multitud de amenazas antró- picas directas e indirectas (Capítulo 19), que las afectan de forma sinér- gica. Las amenazas indirectas aún no han sido adecuadamente evaluadas para poder proponer acciones concre- tas y eficaces que ayuden a mitigar su efecto deletéreo. Factores institucionales 1. Para lograr la conservación de una po- blación, es indispensable un trabajo a largo plazo, lo que es difícil cuando hay una falta de continuidad insti- tucional, tanto a nivel presupuestal como de personal. Esto trae consigo la perdida de los pocos avances que se realizan. Hay un olvido también de la memoria institucional y colectiva. 2. La información obtenida es muy dis- persa y de difícil acceso, dado la falta de incentivos en las ONG y entidades gubernamentales, de divulgar los da- tos detallados de sus proyectos en re- vistas o en internet. 3. Ligado a las dificultades de acceder a información previa hay una falta de coordinación y cooperación entre las diferentes entidades estatales, la aca- demia, los zoológicos y las ONG, lo que genera que se dupliquen esfuer- zos, perdiendo tiempo y recursos. 4. Los planes de manejo, tan populares, son en la mayoría de los casos dema- siados generales y no existe una ruta de trabajo que permita orientar cua- les son las acciones prioritarias para realizar por especie o las formas de evaluar el éxito de cumplimiento de los objetivos. 5. La implementación de los planes está enfocado principalmente en el traba- jo comunitario y de educación, olvi- dando la importancia de la investi- gación científica y el monitoreo de las especies. Así mismo, no se incentivan las alternativas de manejo para las especies como el caso de la zoocría o cuotas de extracción para las especies permitidas. Factores culturales 1. Las tortugas son fuente importante en la alimentación de las comunida- des rurales (indígenas, campesinos y afrodescendientes) y al no generarles alternativas que les permitan suplir esta necesidad, cualquier esfuerzo de disminuir el consumo de tortugas será en vano. 2. Aunque una de las variables impor- tantes en el consumo de tortugas es
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    BIOLOGÍA Y CONSERVACIÓNDE LAS TORTUGAS CONTINENTALES DE COLOMBIA 516 517 ESTRATEGIAS DE CONSERVACIÓN M. Vargas-R. la seguridad alimentaria, en muchos casos corresponde a arraigos cultu- rales asociados a la Semana Santa o a creencias sobre supuestos poderes medicinales o afrodisiacos. En este sentido, la extirpación de poblaciones no ha atentado la seguridad de las co- munidades que la consumen, sino que se han cambiado hábitos culturales. 3. La mayoría de acuerdos generados en las comunidades indígenas carecen de consecuencias al momento de su incumplimiento, lo que genera que no exista respeto por dichos acuerdos. Esto es particularmente evidente en zonas de fronteras donde existen múltiples actores (colonos, mineros) que contribuyen a que las comunida- des no mantengan sus acuerdos moti- vados por retribuciones económicas. Por otra partes, las áreas de distribución de las tortugas son en muchos casos, zo- nas de difícil acceso, utilizadas inclusive por los grupos armados al margen de la ley. Esto genera por un lado que el consu- mo del recurso se eleve y por otro, que no se pueda realizar investigación por parte de los científicos. Así como se mencionó ya hace diez años en el Programa Nacional de Conservación de Tortugas Marinas y Continentales en Colombia, es sorprendente comprobar como las especies de quelonios endémi- cos en Colombia (que deberían tener las máximas prioridades para su protección y conservación), carecen de poblaciones protegidas dentro del sistema de parques nacionales, ni han sido objeto de medidas especiales de protección por parte del Es- tado. Ante eso surge la pregunta: ¿porqué no hay un grupo de trabajo coordinado por las entidades oportunas que impul- se la ejecución del Programa Nacional de Conservación de Tortugas Marinas y Con- tinentales en Colombia y que coordine el trabajo interinstitucional e intersectorial, agrupando a todos los actores, generando los escenarios jurídicos y financieros apro- piados para esto?. Después de revisar los planes de manejo disponibles de Parques Nacionales Natu- rales, para ver cuales presentan especies de tortugas como objeto de conservación o son consideradas en el monitoreo de espe- cies consumo, se encontró que algunos de los parques que se ubican en las cuencas Amazonas y Orinoco, los incluyen. En cuanto a la normativa del país, se pue- de decir de manera general que las espe- cies cuentan con herramientas jurídicas para su conservación. Sin embargo, su aplicación y puesta en marcha, no es efec- tiva. Por otra parte, al revisar la normativa especifica para las tortugas (vedas), se ob- serva que estas ignoran las características biológicas de las especies y el conocimien- to científico, por lo que se sugiere a la luz de las investigaciones realizadas en los úl- timos 50 años, sean reevaluadas. Por último, es indispensable que los per- misos de investigación se puedan gestio- nar de manera rápida, puesto que el desa- rrollo económico del país no da espera. La información científica es la base para que el Estado pueda tener herramientas para la toma de decisiones en la planeación de la Nación. Bibliografía Anderson, D. R., K. P. Burnham y W. L. Thompson. 2000. Null hypothesis testing: Problems, prevalence, and an alternative. Journal of Wildlife Management 64: 912- 923. Asociación Colombiana de Herpetología. 2011. Plan estratégico de conservación para las tortugas continentales colombia- nas. Medellín, Colombia. 26 pp. Arévalo, L. M., S. L. Ruiz, y E. Tabares (Eds.). 2008. 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