El desarrollo infantil depende de la constitución única con la que nace cada niño para relacionarse con otros, la cual se desarrolla a través de la evolución. La autonomía y capacidad de los niños para establecer vínculos con otros es el resultado de su organización innata y de formas evolutivas avanzadas. A medida que crecen, los niños pueden participar en acciones más complejas y dependen menos de estímulos limitados.