PROGRAMA DE INTERVENCIÓN EDUCATIVA CON NIÑOS HIPOACÚSICOS O SORDOS.pdf

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  PROGRAMA DE INTERVENCIÓNEDUCATIVA CON NIÑOS HIPOACÚSICOS O SORDOS No cabe en este apartado hablar de la importancia del lenguaje, pero si hacer una breve reflexión del valor de éste para todos los seres humanos como principal instrumento de comunicación sobre el que se asientan el resto de aprendizajes. El lenguaje se ha de ir aprendiendo, ya que hablar una lengua, no es solamente reconocer y más tarde reproducir un número elevado de palabras, sino que además y tan importante como esto es conocer las reglas por las que estos sonidos y estas palabras se combinan. Normalmente el niño adquiere este aprendizaje relacionándose con otras personas, sin una metodología establecida, de una forma natural, y va construyendo con éxito un lenguaje complejo. En el caso del deficiente auditivo este proceso deberá ser mucho más intencionado, y siempre existirá una relación directa entre grado de pérdida auditiva, precocidad en la detección e intervención y grado de dificultad para adquirir el lenguaje oral de forma natural y espontánea. Nos centraremos en nuestra intervención en el aprendizaje del lenguaje oral, ya que independientemente de la modalidad de lenguaje que utilice el niño, uno de los objetivos, importantísimo en su educación, es facilitarle el acceso al lenguaje oral. No olvidemos por una parte que es la Lengua mayoritaria y en la que se verá inmerso; y por otra, que la Lengua de Signos carece de escritura, por lo tanto, necesitan del aprendizaje de otras estructuras morfosintácticas y semánticas para llegar a la lengua escrita. Puesto que nuestro programa de intervención se centrará básicamente en la reeducación temprana del lenguaje oral, parece oportuno destacar en este punto algunos de los aspectos más importantes en el desarrollo del lenguaje oral de los niños que presentan alteraciones en la audición. 1. Características del lenguaje oral en niños hipoacúsicos 1.1.- Aspectos pragmáticos o comunicativos A pesar de que la sordera, en los primeros meses, no impide la comunicación, dado su carácter no verbal, las diferencias entre niños sordos y oyente, comienzan a mostrarse a partir de los 4 meses. Los lloros, balbuceos y arrullos de los primeros cuatro meses son iguales en unos y otros, pero estas expresiones
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  vocales empiezan adescender en los niños sordos con pérdidas severas y profundas a partir de los cuatro-seis meses. La ausencia de retroalimentación auditiva de sus propias vocalizaciones contribuye decisivamente a esta desaparición. Mientras que los niños oyentes comienzan desde los primeros meses a desarrollar pautas de entonación adecuadas al lenguaje oral que escuchan, a responder diferencialmente a estas entonaciones y a percibir la relación entre sonido y visión, los niños sordos no manifiestan de forma semejante estos comportamientos. Las mayores dificultades en la comunicación temprana entre el niño sordo y la madre, se deben, al problema de la “atención dividida”: el niño sordo no puede, al mismo tiempo, atender al rostro del adulto para percibir su intención comunicativa y mirar al objeto al que se está haciendo referencia. Así, mientras que el niño oyente mantiene la información simultáneamente, el niño sordo debe hacerlo secuencialmente. Estas dificultades conducen, en ocasiones, a disminuir las expresiones orales y los juegos de alternancia, y a ir adquiriendo un estilo comunicativo más controlador. Este estilo implica un control más directo de la atención del niño, llevándole muchas veces a una actitud más pasiva y menos interesada en los intercambios comunicativos. Los estudios realizados en torno al desarrollo de las funciones comunicativas de los niños sordos que aprenden el lenguaje oral reflejan que el desarrollo pragmático de los niños sordos mantiene semejanzas con el de los niños oyentes, pero algunas funciones, como las declarativas e interrogativas, aparecen más tardíamente. Por otra parte, son menos activos en la conversación con sus madres y responden menos a las iniciativas maternas y por tanto, producen más rupturas en la conversación que los niños oyentes.
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  1.2.- Aspectos estructurales Desarrollofonológico. Para el desarrollo fonológico los sordos han de apoyarse en la lectura labio-facial. Es común la creencia de que el sordo es siempre un buen labiolector, pero la realidad es muy distinta. La Lectura Labio Facial (LLF) se define como un reconocimiento del habla en los labios, pero sólo se puede reconocer lo que previamente se conoce; de ahí la que la LLF sea pobre e imprecisa en la medida que no se conoce bien el lenguaje oral. El niño hipoacúsico adquiere el código fonológico de forma retrasada y de manera incompleta. Tiende a reducir el sistema fonológico, produciendo correctamente aquellos fonemas cuya imagen orofacial es muy distinta (ej. /p/, /f/, /g/, /a/, /m/, /o/, etc.). Los fonemas menos visibles en los labios son los más difíciles de adquirir y más fáciles de confundir o no discriminar. Las oposiciones sorda-sonora y oral-nasal plantean muchas dificultades. Desarrollo léxico. La aparición de la primera palabra se retrasa como promedio 5 meses con respecto a la aparición en los niños normoyentes; en los niños sordos la primera palabra aparece sobre los 16 meses, mientras que en los normoyentes aparece a los 11 meses. Asimismo, los niños sordos necesitan más tiempo para pasar de la primera palabra a un vocabulario de 10 palabras conseguido a los 23 meses, frente a los 12 meses en niños con audición normal. A partir de las 50 primeras palabras en los niños normoyentes se produce un aumento muy rápido del vocabulario. Este hecho también se observa en los niños sordos, aunque con un retraso más considerable: los niños sin problemas de audición alcanzan las 50 palabras a los 19 meses y sólo un mes después se alcanzan las 100; los niños hipoacúsicos, alcanzan a los 29 meses las 50 palabras y a los 34 las 100. A medida que el niño crece, estas diferencias se acentúan, sobre todo en los aspectos gramaticales, sintácticos u fonológicos. Se reduce sensiblemente la capacidad de comprender el lenguaje, debido a la dependencia de la lectura labio-facial. Por el contrario, la situación de estos niños mejora notablemente
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  cuando es sometidoa modalidades como la Palabra Complementada o el Sistema Bimodal. Desarrollo morfosintáctico. Existe un importante déficit del desarrollo gramatical en los niños sordos, catalogado de retraso para ciertos autores y de comportamiento o desarrollo desviado para otros. Así la combinación de dos palabras, tarda mucho más en los niños sordos. Este retraso es especialmente significativo en las palabras función, porque son menos perceptibles a través del habla y comportan poco significado. Desarrollo de la lectoescritura. Teniendo en cuenta que el niño con deficiencia auditiva tiene problemas para el lenguaje hablado, esto repercutirá en la lectura y escritura. Así, y dependiendo de la severidad de la pérdida auditiva, éstos tienden a usar un lenguaje más concreto a la hora de escribir, usando más sustantivos y verbos, y muchos menos pronombres y preposiciones que los niños oyentes, no usando prácticamente adverbios. Las frases son más cortas y sencillas. 2. Audición y desarrollo lingüístico-comunicativo El desarrollo del lenguaje está íntimamente unido a la audición. La influencia de una pérdida de audición sobre la adquisición y el desarrollo comunicativo-lingüístico depende, especialmente, de su intensidad y del grado de afectación del sujeto. Aunque estos aspectos diferenciales ya han sido tratados al principio de este trabajo, seguidamente se describen vinculándolos más específicamente al desarrollo comunicativo y lingüístico y atendiendo al grado de pérdida auditiva que se sufra.  Hipoacusias leves. Dan lugar a pequeños déficits en la percepción de sonidos lejanos o la voz susurrante, aunque llegan a percibir normalmente la palabra y no aparecen trastornos significativos en la adquisición del lenguaje.  Hipoacusias medias. Con este grado de pérdida no se percibe la palabra hablada a no ser que se emita con gran intensidad. Esta dificultad debe ser paliada con la adaptación de audífonos y el apoyo de la lectura labial. No obstante, habrá que
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  considerar también laforma de la curva audiométrica: si la caída se produce en los tonos agudos, se conservará el control de la melodía y la prosodia, pero el timbre será mal discriminado, conllevando un déficit en la articulación y un empobrecimiento del lenguaje.  Hipoacusias severas. Con esta pérdida no se oye la voz, salvo a elevadas intensidades. Para lograr un cierto desarrollo del lenguaje, es imprescindible el empleo de audífonos, así como un profundo apoyo logopédico.  Hipoacusia Profunda. Si la hipoacusia es bilateral y prelocutiva, se acompaña de mudez en caso de no emplear prótesis y recibir una atención logopédica especializada. Con esta pérdida el pronóstico es muy variable, en función de la conservación o no de restos auditivos en tonos agudos. La persistencia de estos restos, apoyados por audífonos, permiten la recepción de la mayoría de los fonemas utilizados en el habla. Cuando no existen restos auditivos en frecuencias medias y agudas la información que recibe es mínima, aún con la utilización de audífonos; sería indicado plantearse un implante coclear. 3. Pautas de intervención con los padres Las pautas que se establezcan para realizar una intervención con los padres tienen como objetivo principal proporcionar a los padres los recursos necesarios para desarrollar con sus hijos una comunicación satisfactoria. Es conveniente establecer una sesión de semanal con los padres y mantenerla durante todo el período escolar. En ellas, deberían participar ambos padres, incluso algún otro miembro de la familia, como un hermano o abuelo. Los objetivos que nos planteamos son los siguientes: • Dar a la familia la posibilidad de relacionarse con su hijo sordo en un ambiente de naturalidad y normalidad, favoreciendo situaciones conversacionales que provoquen interacciones comunicativas. • Facilitar a la familia la posibilidad de comentar con los profesionales que intervienen en el proceso de estimulación de su hijo, aquellos aspectos relacionados con la sordera que les preocupan o que desconocen.