El documento detalla el papel del cristianismo, especialmente el movimiento evangélico, en la acción social desde el avivamiento de Wesley hasta el pensamiento de Rauschenbusch. Se argumenta que la verdadera fe cristiana implica un compromiso con la reforma social y la justicia, defendiendo que la iglesia debe involucrarse en la política y los problemas sociales. Además, se destaca la importancia de entender a Dios como un ser que se interesa en todos los aspectos de la vida humana, no solo en lo religioso.