La antigua Roma, surgida en el siglo VIII a.C., se caracterizó por su dominio del mundo mediterráneo y su influencia cultural, siendo la península itálica un espacio clave para su desarrollo. Tras una etapa monárquica, Roma se convirtió en república, lo que permitió la expansión de derechos políticos y la aparición de conflictos sociales entre patricios y plebeyos. El imperio alcanzó su máximo esplendor bajo Augusto, estableciendo la pax romana, aunque eventualmente entró en decadencia, dejando un legado duradero en leyes, lengua, arquitectura y el cristianismo.