El autor argumenta que es importante vivir con "saber y sabor", es decir, con sentido y gusto. Sin uno u otro, se vive de forma incompleta o vacía. Vivir con saber es encontrarle sentido a la vida, mientras que vivir con sabor es encontrarle gusto a la vida. La sociedad actual corre el riesgo de perder ambas cosas al confundir el conocer con el saber y priorizar lo funcional sobre las relaciones profundas. Se necesita integrar el saber con el sentimiento para ser una persona completa.