BULA “EXIMIAE DEVOTIONIS”
Alejandro obispo, siervo de los siervos de Dios: Al muy amado hijo en Cristo rey Fernando, y a
la amadísima hija en Cristo Isabel, reina de Castilla, de León, de Aragón y de Granada, ilustres,
salud y bendición apostólica.
La sinceridad de la insigne devoción y la lealtad con que reverenciáis así a Nos como a la Iglesia
Romana, os hacen justamente acreedores a que benévolamente se os otorgue todo lo necesario
para que mejor y con más facilidad de cada día se os haga posible llevar adelante vuestro santo y
loable empeño y perfeccionar la obra iniciada en pro del descubrimiento de tierras e islas
remotas y desconocidas, para mayor gloria de Dios Todopoderoso, propagación del imperio de
Cristo y exaltación de la fe católica. De aquí se origina haber Nos hecho donación, concesión y
asignación perpetuas, tanto a vosotros como a vuestros herederos y sucesores, los reyes de
Castilla y León, de todas y cada una de las tierras firmes e islas apartadas e incógnitas, situadas
hacia las regiones occidentales, descubiertas hoy o por descubrir en lo futuro, ya por vosotros, ya
por vuestros emisarios al efecto destinados, no sin grandes trabajos, peligros y dispendios, con
todos sus dominios, ciudades, castillos, lugares, villas, derechos y universales jurisdicciones,
siempre que no se encontraren debajo del actual temporal Dominio de algún otro príncipe
cristiano, según más largamente en las letras al efecto promulgadas se contiene… Nos {….] os
concedemos, lo mismo que a vuestros herederos y sucesores, que podáis y debáis, en todo y por
todo, usar y poseer y disfrutar libre y lícitamente en las islas y tierras por vosotros así
descubiertas o en las por descubrir, de todas y cada una de las gracias, privilegios, exenciones,
libertades, facultades, inmunidades, letras e indultos a los reyes de Portugal concedidos… Dada
en San Pedro de Roma, a tres días del mes de mayo en el año de la Encarnación del Señor de mil
cuatrocientos noventa y tres, primero de nuestro pontificado”.
“Esta bula, además de la Inter Cetera, de la misma fecha y de otras inmediatamente
posteriores, constituía la base jurídica para justificar la ocupación, conquista y
sometimiento de las tierras americanas y de sus habitantes. De hecho, los títulos que
concedían legitimidad a dicha empresa eran, por una parte, la concesión de la Santa
Sede, máxima autoridad entre los príncipes cristianos y por otra la propia infidelidad y
barbarie o falta de razón de los indios”